Quechua, Resumen
Quechua, Resumen
Quechua, Resumen
Código: 22150148.
Curso: Quechua.
Sección: 02.
Profesora: Cazorla Zen, Carmen.
1. Resumen:
El quechua es una familia lingüística distribuida en seis países de la región sur de
América, en los que además reciben diferentes denominaciones: inga o ingano
en Colombia; quechua (qhichwa, qhiswa o qichwa) en Perú y Bolivia; quichua
(qhichwa) en Ecuador y en el noroeste de Argentina; y chili (de manera coloquial)
en Chile. En este artículo, Howard se centra en el quechua de Perú y Bolivia y en el
quichua del Ecuador. Geográficamente el quechua, usualmente, se divide en dos
grandes grupos: El Quechua I (Huáihuash) que se encuentra en los departamentos
de Áncash, Huánuco, Cerro de Pasco, Junín y Lima; y el Quechua II (Yúngay) que
se encuentra en todas las regiones en las regiones sierra y selva del Perú en donde
no se encuentra el Quechua I. En Ecuador el dominio del quichua lo manejan los
habitantes de dos grandes zonas, que son la andina (casi todo el corredor andino
por norte y sur) y la amazónica (cuatro de las cinco provincias de este territorio). En
Bolivia hay una gran difusión e influencia tanto como del Quechua II (rama Cuzco-
Collao) como de las lenguas aimaras. En la dimensión social encontramos que hay
más personas autoidentificadas étnicamente como personas quechuas que
personas quechuahablantes, cuestión registrada en los últimos censos de Perú y
Bolivia. Respecto al monolingüismo y bilingüismo, Howard recogió, a fines de los
noventa, que existía una diferencia importante entre Perú y Bolivia, por una parte, y
Ecuador: En el primer caso, ambos países manifestaban monolingüismo quechua
en el sector campesino-indígena mientras que en el segundo caso este sector era
bilingüe, usando el quechua y el castellano como idiomas principales. Volviendo a
la cuestión de los últimos censos en los tres países y a las cifras se desprende que
el país con mayor cantidad de población quechuahablante es el Perú (seguido de
Bolivia y Ecuador, respectivamente); además, Bolivia es el país que cuenta con
mayor proporción de hablantes en relación a su población total. En Bolivia y Ecuador
la proporción de quechuahablantes ha descendido en términos relativos, pero ha
crecido en términos absolutos, a diferencia del Perú en el que estos porcentajes han
aumentado levemente. Es importante incidir en que la comparación entre los tres
países puede resultar desfasada debido a la diferencia temporal de los censos (se
dieron en años distintos) y por las opciones que se podían, y no se podían, elegir
dentro del mismo en referencia a las lenguas habladas por el entrevistado.
Históricamente los quechuahablantes han sido, y son, afectados por ideologías
lingüísticas (creencias, opiniones y valores que determinan actitudes hacia la lengua
y sus usuarios) asociadas, sobre todo, a la discriminación. A pesar de la constante
histórica de lo que se identificó como un proceso de “reindigenización” (recuperación
de las lenguas quechua y aimara) en el Perú, para principios del siglo XX se empezó
a perseguir el ideal de la homogeneidad lingüística que hacía primar al castellano
por sobre el resto de lenguas del país, ya que este proyecto ligaba la desaparición
de la diversidad lingüística al logro de la modernidad. Las ideologías tejidas en torno
al quechua son tanto positivas, dentro de la comunidad quechuahablante de origen
y desde la reivindicación, como negativas, dentro del espacio urbano y la migración,
que afectan a los quechuahablantes y los hacen pasar por situaciones traumáticas.
Un ejemplo claro de la ideología negativa es la del “mote”, que causa vergüenza
hacia la propia lengua en ambientes donde predomina el castellano. En el ámbito
legal el quechua y el aimara han sido legitimados, a diferencia de otras lenguas;
sobre todo en la educación. Para lograr esta legitimidad y legislación protectora se
han ratificado una serie de tratados y convenios desde hace tres décadas; para
mantenerlos se están tomando acciones desde los tres Estados en diversidad de
espacios: cursos de formación, programas de capacitación, noticiarios en lenguas
indígenas en los canales estatales, entre otros; cabe aclarar que Ecuador se
encuentra ligeramente retrasado (aunque de todas maneras cuenta con el noticiario
“Willaykuna”) respecto a los otros dos países. Fuera del ámbito estatal no faltan los
casos de acción ciudadana en pro de los derechos lingüísticos. Uno de estos casos,
el de la señora María Cáceres de Tinoco (hablante del Quechua I), llegó hasta el
Tribunal Constitucional, en el cual se le dio la razón a Cáceres de Tinoco por
vulnerarse sus derechos fundamentales a la igualdad, al uso de su idioma ante
cualquier autoridad, al uso oficial del Estado de la lengua predominante en la región
y a su libertad de trabajo; remitiéndose al artículo 48 de la Constitución de 1993 en
el que se expresa que tanto el castellano como el quechua, aimara y otras lenguas
aborígenes (donde predominen) son lenguas oficiales del Perú. Este caso hinca a
cuestionarse respecto a qué modificaciones profundas respecto al quechua han
sufrido los países andinos estudiados. Esta pregunta se puede responder
centrándonos en acciones desarrolladas desde el activismo. Howard entiende por
activismo a las “acciones conscientemente planificadas y sistemáticamente
orientadas para lograr un cambio social en una dirección específica, alejada del
statu quo lingüístico”. El ámbito musical es el que más logros cosecha en su
plataforma por lograr la difusión del quechua. Encontramos aquí a Uchpa, banda de
rock apurimeña surgida en los 90 y que tiene como líder a Freddy Ortiz, quien posee
un discurso en relación a la revitalización del quechua. Asimismo, han surgido voces
jóvenes, como las de Liberato Kani y Renata Flores, que utilizan el quechua en
géneros como el hip-hop o el pop. Ambos jóvenes son parte de movimientos
juveniles que se centran en revitalizar el quechua y crean nuevas visiones de este
idioma en la sociedad. El arte literario en Perú está encabezado por Pablo Landeo
(autor peruano de la novela Aqupampa). En Bolivia brilla el periódico CONOSUR
Ñawpaqman que circula entre comunidades del cono sur de Cochabamba desde el
año 86, que además tiene contribuciones de los comuneros; en la poesía resalta el
quechuólogo Alfredo Quiroz Villaroel. Además, en el ámbito familiar se ha difundido
la crianza en el idioma castellano y quechua como una manera de hacer a los niños
conocedores de ambos. En Ecuador destacan Ariruma Kowii, profesor otavaleño,
poeta y activista desde la década de 1980, y Yana Lema Otavalo que es parte de
una nueva generación de poetas y poetisas de lenguas originarias. El activismo
también se da en el campo digital a través de: profesores, traductores, intérpretes y
comunicadores; y en el académico, donde se vuelve cada vez más comunes los
ciclos de ponencias en quechua. Frente a todo lo expuesto surgen las reflexiones
finales que partiendo desde la cuestión de las ideologías perniciosas contra el
quechua y que construyen las relaciones de poder ligadas a este idioma dentro de
las estructuras sociales hasta llegar a la conclusión de que a pesar de estas se logra
entrever una importante reivindicación y difusión del quechua en los tres países, a
través tanto de políticas estatales como del activismo. En términos demográficos se
ha mantenido la cantidad, bastante importante, de quechuahablantes en los tres
países estudiados, así como un crecimiento absoluto de este número en los tres
países. En lo sociocultural tenemos a nuevas generaciones de hablantes que
construyen ideologías contrarias a las hegemónicas de quienes los acosaron y
oprimieron. Para terminar, la cuestión legislativa se observan los tratados a favor de
los pueblos indígenas que han contribuido con el desarrollo de leyes favorables a la
defensa de los derechos lingüísticos de los hablantes de lenguas originarias. Se
traza un panorama en el que hay esperanza y posibilidad de construir un espacio
mejor para las lenguas originarias, en este caso el quechua.
2. Reflexión final:
El quechua, en todas sus variantes, es vital dentro de la configuración identitaria de
los países donde tiene presencia, sobre todo en el caso del Perú, Bolivia y Ecuador;
que son justamente los observados en el artículo de Howard. A través de la lectura
son claros los patrones que lo posicionan como fundamental dentro de los
movimientos artísticos, históricos, sociales e incluso de derechos humanos, entre
otros. Además, el quechua posee una historia trascendente, que nos lleva desde su
origen preincaico hasta su intento, esperemos fructuoso, de revitalización y
reivindicación actual. En ese sentido no parece lógico, ni justo, que se intente
reprimirla, básicamente un asesinato no sólo de la lengua sino de la identidad de
las comunidades e individuos que la usan, por empeño activista o por crianza
tradicional. Por suerte, y por lucha constante de quienes tienen como fin el mantener
con vida esta lengua, el quechua no está muriendo ni parece un futuro próximo; más
bien todo lo contrario, se encuentra cada vez más fuerte y legitimado dentro de una
gran diversidad de espacios sociales, estatales, privados, académicos y
tecnológicos, así también hay un creciente interés por aprender a hablarlo de
quienes no hablan quechua ni han tenido contacto previo con él. El quechua no
merece, ni debe, morir; pero, también es labor importante de cada persona que se
precie de tener conciencia política y social el difundirla, así como de apoyar el
activismo realizado a su favor. Escuchemos y cantemos más música en quechua,
leamos y escribamos en quechua, tratemos de aprender su pronunciación grave y
su preciosismo descriptivo en la construcción de sus palabras; es decir,
desnaturalicemos su extrañeza a la vida cotidiana y naturalicemos su uso en ella.
Aswan aswanmi kasunchik, cada vez más nosotros y nosotras mismas en quechua.
3. Referencia:
Howard, R. (2021). Las lenguas quechuas en tres países andino-amazónicos: de
las cifras a la acción ciudadana. Káñina, 45(1), 7-38.