Derr ES
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LB, 13/12/2010
Si los cielos se cerraren, que no haya lluvias por haber pecado contra
ti… (2 Crón 6:26).
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Deseo que esta reflexión contribuya a un doble propósito: (1) distinguir el
auténtico derramamiento del Espíritu Santo, de la falsificación que lo
precederá, y (2) que no nos pase desapercibido el silbo apacible, mientras
esperamos viento y fuego.
Todo lo anterior es crucial en el mensaje que Dios nos envió mediante los
pastores Jones y Waggoner. Es el centro y esencia del mensaje de salvación
que trae la lluvia, el centro de la Palabra salvadora de Dios. Se trata del
Verbo, de Jesús, de sus encantos incomparables manifestados en nuestro
perdón y restauración: (1) mediante su encarnación tomando nuestra
naturaleza, (2) mediante su sangre derramada y (3) por su mediación en el
santuario -en el borramiento de los pecados desde 1844- tras haber
resucitado y ascendido. No hay otra lluvia posible. La única alternativa es la
falsificación satánica de esta. No hay bendición aparte de la contenida en la
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Palabra del Mensajero divino, del Verbo. “No habrá lluvia ni rocío… sino por
mi palabra”, sigue siendo su mensaje.
Así ha dicho Jehová: El que cae, ¿no se levanta? El que se desvía, ¿no
torna al camino?... no hay hombre que se arrepienta de su mal,
diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su carrera, como
caballo que arremete con ímpetu a la batalla [no es un problema de
pasividad]. Aún la cigüeña en el cielo conoce su tiempo… mas mi
pueblo no conoce el juicio de Jehová. ¿Cómo decís: Nosotros somos
sabios…? …aborrecieron la palabra de Jehová; ¿y qué sabiduría
tienen?... ¿Hanse avergonzado de haber hecho abominación?
3. En Oseas 4:6 leemos un lamento por parte del Señor: “Mi pueblo fue
destruido porque le faltó conocimiento”. No se trata de un déficit en
el área de las emociones o los sentimientos. El Calvario es un ejemplo
emblemático de esa falta de conocimiento de la justicia, o salvación
por la fe en el Hijo de Dios. “Perdónalos, porque no saben lo que
hacen”. También Laodicea es famosa por padecer ese mal: “Y no
conoces”, es el diagnóstico del Médico que nunca se equivoca. La
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continuación del versículo 6 asocia la falta de conocimiento al olvido
de la ley de Dios.
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éxito en impedir que fluyera hacia nuestros hermanos, en gran
medida, el poder especial del Espíritu Santo que Dios anhelaba
impartirles. El enemigo les impidió que obtuvieran la eficiencia que
pudiera haber sido suya para llevar la verdad al mundo, tal como los
apóstoles la proclamaron después del día de Pentecostés. Fue
resistida la luz que ha de alumbrar a toda la tierra con su gloria (1
Mensajes selectos, 276; escrito en 1896).
Así pues, Dios no nos va a enviar la lluvia tardía, el derramamiento final del
Espíritu Santo para madurar la cosecha, al margen de un mensaje –el que
nos envió en Minneapolis- y al margen de un arrepentimiento por haberlo
rechazado como individuos y como pueblo: el descrito en Joel 1:13-14;
2:12, 15-16 y 23.
Apocalipsis 16:13:
De las dos compañías que están orando a Dios -ambas pidiendo el Espíritu
Santo-, una lo recibe, mientras que otra recibe un su lugar un espíritu impío
procedente de Satanás. ¿Qué hace la diferencia?
¿Cuál es la diferencia entre esos dos lugares, y qué significado tienen uno y
otro? Por descontado, para comprenderlo hay que tener la vista puesta en
el santuario celestial: hay que seguir “al Cordero por dondequiera que va”,
y ahora va precisamente por el lugar santísimo o segundo departamento.
Ningún movimiento religioso distinto del adventista aprecia o comprende
esa verdad crucial, y comprenderlo y vivirlo hace una diferencia tan grande
como recibir el Espíritu de Dios, o el de Satanás en la crisis final.
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estar en la situación de poder permanecer sin mediador, es decir, deben
haber vencido en todo punto tal como hizo Jesús (“Así como yo he vencido”,
Apoc 3:21). Es entonces cuando tiene lugar el sellamiento.
Según eso, no fue realmente “de la simiente de David según la carne” (Rom
1:3), si bien era susceptible al cansancio, la fatiga, la tristeza, el hambre…
aspectos que nos son comunes con los animales irracionales. Según esa
visión del tipo de naturaleza humana que Cristo tomó en su encarnación, él
no fue “tentado en todo como [lo somos] nosotros”, y en consecuencia, su
victoria sobre el pecado sólo fue posible gracias a haber tomado una
naturaleza humana que difiere de la nuestra y que no podía ser tentada
como la nuestra, desde el interior.
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el plan divino. Al ignorarlo, la segunda venida se desvanece como una
esperanza lejana, remota y carente de relevancia.
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y mensaje actuales, sino que han dado pasos atrás respecto a los
reformadores.
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