Relajacion Niños

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RELAJACIÓN MUSCULAR PROGRESIVA

1.- Instrucciones más simples y más cortas.

2.- Las sesiones deben de ser más cortas y más


frecuentes para compensar la falta de atención del niño. Una sesión puede
durar unos 15 minutos.
3.- Hay que controlar más los aspectos ambientales, puesto que los niños
pequeños son más fácilmente distraíbles. Se debe de intentar que la habitación
no presente excesivos elementos distractores y que en la medida de lo posible
sea silenciosa.
4.- La persona que enseña la relajación al niño debe ayudarlo físicamente, por
ejemplo, cogerle el brazo para indicarle que lo ponga rígido y soltarlo para
comprobar que está relajado.
5.- Es importante el modelado, por lo que ayuda la presencia de
otro. 4.- Procedimiento.

Comenzaremos relajando el cuerpo, sentados cómodamente uno en frente del


otro, o tumbados en el suelo, con ropa cómoda que no apriete y en una
habitación tranquila con buena temperatura y con luz tenue. Podemos
acompañar el procedimiento con música.
RELAJACIÓN DE MANOS Y BRAZOS:
Imagina que tienes un limón en tu mano izquierda. Ahora trata de exprimirlo,
trata de sacar todo el jugo. Siente la tensión en tu mano y en tu brazo mientras
lo vas exprimiendo. Ahora déjalo caer. Fíjate cómo están ahora tus músculos
cuando están relajados.
Repetir el mismo procedimiento con la mano y brazo derechos.

RELAJACIÓN DE BRAZOS Y HOMBROS:


Ahora vamos a imaginar que eres un gato muy perezoso y quieres estirarte.
Extiende tus brazos frente a ti, levántalos ahora sobre tu cabeza y llévalos
atrás. Fíjate en el tirón que sientes en tus hombros. Ahora deja caer tus brazos
a tu lado. Muy bien. Vamos a estirar otra vez. Estira los brazos frente a ti,
levántalos sobre tu cabeza y tira de ellos hacia atrás, fuerte. Ahora, déjalos
caer. Muy bien. Fíjate en tus hombros. Se sienten ahora más relajados.
M. Dolores Borja Martínez. Pedagoga y Logopeda
RELAJACIÓN DE HOMBROS Y CUELLO:
Ahora imagina que eres una tortuga. Imagina que estás sentado encima de una
roca en un tranquilo estanque relajándote al calor del sol. Te sientes tranquilo y
seguro allí. ¡oh! De repente tienes una sensación de peligro. ¡Vamos! Mete la
cabeza en tu concha. Trata de llevar tus hombros a las orejas. Intenta poner tu
cabeza metida entre tus hombros, mantente así, no es fácil ser una tortuga
metida en su caparazón. Ahora el peligro ha pasado. Puedes salir de tu
caparazón y volver a relajarte a la luz del cálido sol, respira y relájate. Siente el
calor del sol. ¡Cuidado! Más peligro. Rápido mete la cabeza en tu casa. Tienes
que tener la cabeza totalmente metida para protegerte. Ok, ya puedes relajarte,
saca la cabeza y deja que tus hombros se relajen. Fíjate que te sientes mucho
mejor cuando estás relajado que cuando estás tenso.

RELAJACIÓN DE MANDÍBULA:
Imagina que tienes un enorme chicle en tu boca, es difícil de masticar, está muy
duro. Intenta morderlo, deja que los músculos de tu cuello te ayuden. Ahora
relájate, deja tu mandíbula floja, relajada, fíjate qué bien te sientes cuando
dejas tu mandíbula caer. Muy bien, vamos a masticar otro chicle, mastícalo
fuerte, intenta apretarlo. Muy bien, lo estás consiguiendo. Ahora descansa, deja
caer la mandíbula, es mucho mejor estar así, que estar peleando con ese
chicle. Intenta relajar tu cuerpo entero, quédate flojo, lo más flojo que puedas.

RELAJACIÓN DE LA CARA Y LA NARIZ:


Ahora viene volando una de esas molestas moscas y se ha posado en tu nariz.
Trata de espantarla pero sin usar tus manos. Arruga tu nariz tanto como
puedas. Deja tu nariz arrugada fuerte. ¡Bien! Has conseguido alejarla. Ahora
puedes relajar tu nariz. ¡ Oh! Vuelve esa pesada mosca. Arruga fuerte tu nariz.
Lo más fuerte que puedas. OK, se ha ido nuevamente. Ahora puedes relajar tu
cara.

RELAJACIÓN DE PECHO PULMONES:


Vas a respirar hinchándote y deshinchándote como un globo. Vas a coger aire
por la nariz y llenarás tus pulmones de aire. Aguanta la respiración contando 3
segundos en tu cabeza y siente la presión en todo tu pecho. Ahora sueltas
el aire por la boca despacito, poco a poco. Cierra los ojos y piensa
como todo tu cuerpo se va desinflando como un globo. Tu cuerpo
se va hundiendo y

M. Dolores Borja Martínez. Pedagoga y Logopeda


aplastando contra el suelo. Con el aire suelta todas las cosas que no te gustan,
todas las cosas que te preocupan… ¡fuera! Échalas y quédate respirando
normal y notando esa sensación tan buena de tranquilidad, de paz… respira
como haces normalmente y nota cómo el aire entra y sale sin dificultad…
¡vamos a respirar de nuevo profundamente! Coge el aire por tu nariz y vamos a
hinchar el globo todo lo que puedas. Cuenta hasta 3 aguantando el aire… uno,
dos y tres… suelta por la boca, despacio, cerrando los ojos y convirtiéndote en
un globo que se va deshinchando, deshinchando, hundiéndose, hundiéndose…
aplastándose y quedándose tranquilo.

RELAJACIÓN DE ESTÓMAGO:
Imagina que estás tumbado sobre la hierba. Pero mira, viene un elefante. No
está mirando por dónde pisa, no te ha visto, va a poner un pie sobre tu barriga,
¡no te muevas! No tienes tiempo de escapar. Trata de poner la barriga dura,
aguanta así, espera, parece que el elefante se va por otra dirección. Relájate,
deja la barriga blandita y relajada. Así te sientes mucho mejor. ¡Oh! Por ahí
viene otra vez. ¿Estás preparado? Pon duro el estómago, como una roca. Si te
pida y tu barriga está dura no te va a hacer daño. OK, parece que nuevamente
se va. Puedes relajarte. Siente la diferencia que hay cuando pones dura la
barriga y cuando está blandita. No te lo creerás pero ahí viene otra vez y no
parece que vaya a cambiar de camino. Viene derecho hacia ti. Pon dura la
barriga, fuerte, lo tienes casi encima, va a poner una pata en tu barriga. Parece
que se va. Puedes relajarte completamente, estás seguro, todo está bien, te
sientes seguro, tranquilo y relajado.

RELAJACIÓN DE PIERNAS Y PIES:


Ahora imagina que estás parado, descalzo y tus pies están dentro de un charco
de barro espeso. Intenta meter los dedos de tu pie dentro del barro. Necesitas
tus piernas para empujar. Empuja hacia dentro del charco, siente cómo el lodo
se mete entre tus pies. Ahora saca los pies del charco y relaja tus piernas. Deja
que tus pies se queden flojos. Te sientes bien. Mete los pies dentro del charco,
todo lo dentro que puedas. Empuja fuerte, el barro está duro. OK, salte de
nuevo y relaja tus piernas y pies. Te sientes mejor cuando estás relajado. No
tenses nada. Estás totalmente relajado. Respira despacito.
M. Dolores Borja Martínez. Pedagoga y Logopeda

M. Dolores Borja Martínez. Pedagoga y Logopeda

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