El Cuento de La Buena Pipa
El Cuento de La Buena Pipa
El Cuento de La Buena Pipa
Cuademos
TlispanoamericanOS
536
Febrero 1995
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ESTA PUBLICACIÓN
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José Antonio Maravall
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Invenciones
y ensayos Del bárbaro degenerado al buen salvaje
BEATRIZ FERNANDEZ HERRERO
43 Donde es
JORGE RIECHMANN
posible la vida
53 Valle-Inclán, embajador en
Buenos Aires
ADOLFO SOTELO VÁZQUEZ
83 América-Europa: la alteridad
el espejo
ante
EDGAR MONTIEL
121
fray
El encuentro de Mina y
Servando en Alcañiz y Belchite
MANUEL ORTUNO
R
esulta obvio decir que el signo ha sido y es la preocupación principal
de Umberto Eco. Menos obvio puede resultar, en cambio, desglosar el tema
del signo en sus elementos problemáticos. En efecto, sabemos que un signo
sólo puede explicarse por otros signos, que necesitan de otros signos para
explicarse y así hasta cerrar una circunferencia de elementos limitados,
o sea, construir una tautología, o dispararse hacia el infinito, sin esperanza
de llegar a ningún lugar preciso.
En esta encrucijada de la significación como repetitiva o abismal aparece
el asunto del sentido. Podemos decir que el signo se signitica y, entonces,
no significa nada, o que no acaba de significarse, que es la manera opuesta
de significar nada, pero que, en cualquier caso, todo signo tiene sentido,
bien sea porque alguien lo siente en el momento de percibirlo, o porque
el proceso de significación traza algún itinerario en el que se pueden iden-
tificar o, al menos, esbozar puntos de recorrido y de llegada.
El sentido como inmanencia (lo sentido) es la plena presencia, el momen-
to único lleno de sí mismo. Como de lo único no hay ciencia, de nada sirve
admitirlo a la hora de explicarlo. No se puede explicar lo que no se puede
comparar.
El sentido como recorrido se puede, al menos, narrar. La narración tiene
la ventaja de asemejarse a su objeto y de pasar de lo que parece inmanente
a lo que parece trascendente, es decir: de lo que está oculto a lo que se
manitiesta. De tal modo, lo manifiesto actúa como finalidad y el proceso
de descubrir lo cubierto (el décryptage, si se prefiere) cumple la doble fun-
Cion de narrar un itinerario y de dotarlo de sentido. La significación se
torna historia y el sentido, productividad histórica.
Esta breve introducción puede explicar el interés de Eco por la narrati
el
seguin querka Hegel.
scirse en cuanto al paclo de verosimilitud. Mientras
puede deci
mismo
Lo
el lector finge aceptarla. Ambos buscan
finge atirmar una verdad,
A or
del tiempoy del espacio el cual ha ocurrido «verdaderamente»
en
al
va isla canaria o la guerra
de Troya. En cambio, el personaje ficticio,
exhibe su calidad de real.
emigrar de un texto a otro,
al saltar de un texto a otro,
Los ejemplos de personajes ficticios que,
efecto más del carácter realizador
invaden» el espacio de lo real son un
Cervantes a Avellaneda, de la primera
de la literatura. Don Quijote pasa de
de novela, o sea,
sabiendas de que es un personaje
parte a la segunda, a
«saliéndose» de la novela, donde los personajes
ignoran serlo. Arthur Gor-
Juan aparece, desaparece y reaparece,
don Pym pasa de Poe a Verne; Don
en Tirso (?), Molière,
Da Ponte o Zorrilla.
más o menos disfrazado,
Siempre
ficcionalizar, por fin, al autor
La realización del personaje ficticio logra es el director
lo ha puesto en escena
real: quien más expresivamente
con apariencia
de Alfred Hitchcock,
de cine Alfred Hitchcock, que actúa,
anónimo y fugaz de la intriga.
en un personaje
en todos sus filmes, convertido
InCncincs)
y LnsayOsS 108
Todo universo narrativo es, Si se quiere, parasitario del univer.
0 real,
con la diferencia de limite informativo que ya se viene señala
aquél tenemos parte. Item máe.
todos los datos, de éste sólo una
de
verso real está contigurado, en buena medida, por modelos tomad. n de
la tradición narrativa. Las historias que nos cuentan, que hemos leido
, que
vemos en el cine o la televisión, organizan nuestras expectativas ante
futuro, codifican nuestra
estructuran nuestro
que está por ocurrir, ra
riencia. En tan importante sentido, contorman al universo real. No ha exp
do cero de la relación ficción-realidad, sino una dialéctica sin origen., gra
fue anterior, la creación del mundo o su relato en el mito del Génesica
Se puede considerar creado un mundo si la narración de su creación e
es
imposible aún inexistente?
o
Leyendo novelas huimos de la angustia que nos domina cuando intentamos decir
algo verdadero sobre el mundo real (.) Esta es la función terapéutica de la narratita
y la razón por la cual los hombres, desde los comienzos de la humanidad, cuentan
historias. En otro orden, es la función de los mitos: dar forma al desorden de la experiencia
mos
luimos en él, que acaba por constituirnos, por darnos identidad.
a,
acto de decir yo, explica Rco, es una alirmación de mi historicidad
l mero
l misno, de nuestra historicidad. Yo soy el que nació en tal fecha
hugar, hijo de Tal y Cual, nombrado de Tal Manera, cducado en Tal Len-
N situado en Tal Epoca, tc. Yo habito el presente pero vivo en la historia.
LA narración nos asegura, además, respecto a su naturaleza estructural:
Blas Matamoro