El Concepto de Alfabetización. Los Saberes Implicados y Las Metas

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Material de síntesis para alumnos

El concepto de alfabetización. Los saberes implicados y las


metas del proceso de alfabetización que desafían la enseñanza
María del Pilar Gaspar

EL CONCEPTO DE ALFABETIZACIÓN
¿Qué significa alfabetizar? ¿Qué es hoy estar alfabetizado? Estas preguntas han sido
respondidas de formas diversas a lo largo de los muchos siglos en que, día a día, los
maestros se han abocado a la tarea de enseñar a leer y a escribir a niños, pero
también a jóvenes y adultos que no han tenido la oportunidad de acceder a las
prácticas de la lectura y la escritura en tiempo y forma.
Sabemos que en diversas épocas, las sociedades han atribuido diferente valor a las
prácticas de la lectura y han depositado en la escuela la tarea de distribución de este
bien cultural. La institución escolar ha formado a las futuras generaciones en la
apropiación de estas prácticas de tal modo que su adquisición les permita incluirse
plenamente en la vida social. En efecto, la lectura y la escritura promueven distintas
formas de sociabilidad, de acceso al saber, de apropiación de la lengua, de
construcción de la propia identidad, elementos todos necesarios para convertirse en
un ciudadano activo en estas épocas en que la escritura resulta requerida para
múltiples funciones.
Cuando hoy nos referimos a la alfabetización, no consideramos únicamente el
aprendizaje del código escrito, sino que la definimos como:

Continuum de habilidades de lectura y escritura necesarias para la apropiación


de la cultura escrita

En el siguiente esquema se aclaran algunos términos:


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Continuum:
El aprendizaje de la lectura y la escritura no se da Habilidades de lectura y escritura:
de manera completa en un momento dado, sino
Conjunto importante de conocimientos y de
que se trata de un proceso bastante extenso en el
prácticas, y no solo la decodificación (en la
tiempo. Considerar que un niño que adquirió la
lectura) y la codificación (en la escritura).
relación entre sonidos y letras está alfabetizado,
constituye, por tanto, un error conceptual.

Continuum de habilidades de
lectura y escritura necesarias
para la apropiación de la cultura
escrita

Cultura escrita:
Apropiación: Los conocimientos de la ciencia, el arte y los
Las habilidades son necesarias para hacer propios lenguajes simbólicos que la humanidad ha
y por tanto recrear los saberes, y que sin ellas se producido a lo largo de su historia, y que se
veda a las personas esa posibilidad. transmiten y aprehenden a través de textos
escritos.

Esta definición amplia de alfabetización, no debe confundirse con las llamadas


“metáforas de la alfabetización”, que se utilizan para mencionar saberes, capacidades
o competencias de otro carácter, como “alfabetización digital”, “alfabetización
científica”, “alfabetización matemática”. En efecto, estas expresiones refieren a los
momentos iniciales del aprendizaje de saberes y prácticas complejos y necesarios
para el desarrollo individual y la vida ciudadana en los tiempos actuales, pero no al
aprendizaje de la lectura y la escritura.

Vale la pena señalar que el concepto mismo de lo que significa estar alfabetizado (es
decir, lo que un individuo necesita saber leer y escribir para desenvolverse en la vida
ciudadana) es relativo a los requerimientos históricos y culturales. En efecto, la gran
complejidad de nuestras sociedades, los materiales escritos ligados al mundo del
trabajo, la gran cantidad de información a la que hoy podemos tener acceso a través
de textos escritos, el gran nivel de especificidad de los diversos textos requeridos para
el empleo y la vida ciudadana, van elevando paulatinamente el listón de lo que
significa estar alfabetizado. En síntesis: no es lo mismo estar alfabetizado hoy que
hace un siglo, lo que implica entre otras cuestiones, la necesidad de la extensión de la
escolarización.

En este módulo nos concentramos en la alfabetización inicial, entendida como esos


primeros momentos que abren las puertas al mundo de lo escrito, si bien siempre
estaremos atentos a un desarrollo que los trasciende estos primeros momentos. Ahora
bien, cuando nos preguntamos por el tiempo que estamos pensando para este
proceso, sabemos que en nuestro país se sostiene que se inicia en el nivel inicial y se
continúa a lo largo de todo el primer ciclo. La IRA (Asociación Internacional de Lectura)
y la NAEYC (Asociación Nacional para la Educación de los Niños Pequeños), señalan
al respecto:
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“Aprender a leer y escribir es crítico, es uno de los principales predictores del éxito del
niño en la escuela. El grado con el que el niño progresa en la lectura y la escritura le
permitirá funcionar competentemente en tal sentido que podrá ser un aporte a la
sociedad alfabetizada.
Si bien las habilidades de la lectura y la escritura continúan a lo largo de toda la
vida son los años de la temprana infancia (de 0 a 8 años) los que establecen el
período más importante para el desarrollo de la alfabetización.”
En: “Prácticas apropiadas para el desarrollo de la alfabetización de los niños
pequeños”

LOS COMIENZOS: LA ALFABETIZACIÓN TEMPRANA


Si bien el campo de la alfabetización es un espacio de debate permanente, hoy hay
acuerdos que ese proceso de apropiación (que supone también recreación por parte
del sujeto, es decir, no se concibe a quien aprende como un cántaro que hay que
llenar) no es natural, sino eminentemente social o cultural.
En efecto, el aprendizaje del lenguaje oral es un proceso natural: los niños no
necesitan enseñanza explícita para aprender a hablar (aunque la enseñanza escolar
ayuda a desarrollar su lenguaje, en todas las culturas los seres humanos hablan) ni
tampoco se dan cuenta conscientemente de lo que están aprendiendo o de cómo lo
aprenden; por eso hablamos de adquisición del lenguaje oral. Al contrario, para el
aprendizaje de la lectura y la escritura es necesaria la instrucción explícita (la
enseñanza) y cierto grado de conciencia del sujeto que aprende (por eso hablamos
de aprendizaje). Si esto no fuera así, bastaría que los niños estuvieran en contacto
con textos escritos para aprender a leer y a escribir...
Decíamos que no basta con que los niños estén en contacto con textos escritos para
aprender a leer y a escribir; sin embargo, también es cierto que muchos niños
ingresan a la escuela primaria sabiendo leer y escribir. Esta constatación de la
llamada “alfabetización emergente” llevó a los investigadores a preguntarse sobre las
características de los hogares de esos niños, y vieron que en las familias de esos
niños todos sus miembros leían; por lo menos uno de sus padres era lector asiduo; si
bien no intentaban enseñarles a leer, les leían, respondían a sus preguntas y los
estimulaban a seguir preguntando (no solo sobre la lectura y la escritura).
Especificando un poco más, en grupos letrados los niños inician el aprendizaje
conceptual de la escritura mediante:
 el uso de la lectura y la escritura con propósitos reales. Es decir, los niños ven
a los adultos leer diarios, catálogos, guías, recibir cartas o facturas, hacer listas
para compras, etc. Estos niños son introducidos en la lectura y la escritura
como parte de la cultura de su medio, las viven como parte de su vida y no
como un conjunto de abstracciones o de habilidades aisladas y sin sentido.
 las demostraciones espontáneas de los adultos que leen y escriben en su
entorno. Las familias incluyen a los chicos en esas actividades, pidiéndoles que
los “ayuden” a realizar tareas de lectura y escritura.
 su interacción con los padres y otras personas alfabetizadas. Dado que la
lengua escrita es distinta de la lengua oral, las personas alfabetizadas tienen la
capacidad de desarrollar su oralidad secundaria, por ejemplo, son capaces de
formular explicaciones complejas y narraciones muy elaboradas, con las que
los chicos están en contacto desde su primera infancia.
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 sus propias exploraciones del material escrito. Las familias les permiten a los
niños tomar contacto con los materiales escritos (diarios, cartas, listas) y
particularmente con libros infantiles.
 la relación con el sistema alfabético en un marco lúdico y relajado. En la
mayoría de los casos, los padres hablan de las letras y las palabras, enseñan a
trazar las letras y celebran cuando el niño lo hace, enseñan a escribir el propio
nombre y a reconocerlo, y en los hogares cuentan con abecedarios móviles,
lápices, hojas, pizarrones, juegos de mesa para armar palabras o para
aparear…
Estas investigaciones dieron pie a un movimiento llamado “la alfabetización
temprana”, según el cual aquellos niños que no crecen en un ambiente letrado
necesitan fuertemente vivir estas experiencias con la lengua escrita, muy
tempranamente. Es decir, este aprendizaje debe continuarse y fortalecerse en la
escuela maternal (cuando existe) y en el nivel inicial.
Sin embargo, sabemos también que esto no basta para aprender la lengua escrita,
puesto que la participación en situaciones de lectura y escritura, y el contacto
con materiales escritos no lleva necesariamente a comprender el principio
alfabético ni las estrategias para aprender a leer y escribir palabras. Por otra
parte, la situación del hogar es muy diferente a la de la escuela, por un lado, porque
el maestro se enfrenta a grupos de niños, y porque existen plazos estipulados
curricularmente para alcanzar las habilidades básicas de la lectura y la escritura, por
otro.

EL PELIGRO DEL CONCEPTO DE MADUREZ


Aún hoy se escuchan frases como “no está maduro para aprender”, “le falta madurez”,
que intentan explicar de alguna manera algunos tropiezos de aprendizaje. Las ideas
presentes en el concepto de alfabetización temprana permiten comprender
cabalmente por qué no es posible considerar la madurez como un prerrequisito para
aprender a leer y a escribir.
Teniendo en cuenta que la alfabetización supone un conjunto de habilidades y
conocimientos diversos, es posible que algunos chicos tengan más desarrollo en unas
que en otras. Por otra parte, hay acuerdos de que los tests de maduración que solían
realizarse en las décadas del ’50 al ’70 no revelaron ser eficaces para predecir los
progresos de los chicos.
En el año 1998, la IRA (Asociación Internacional de Lectura) y la NAEYC (Asociación
Nacional para la Educación de los Niños Pequeños), reunieron a un importante
número de especialistas para construir acuerdos respecto de las prácticas
alfabetizadoras eficaces, tomando algunas ideas del movimiento de la alfabetización
emergente, y sumando otras, más recientes. Con respecto al tema de la madurez, este
conjunto de especialistas señala:
La persistencia, entre muchos docentes, de una visión maduracionista del
desarrollo de los niños es un verdadero problema. Porque la perspectiva
dedicada al desarrollo de la lectura, desde una posición maduracionista
considera la existencia de un tiempo específico para la enseñanza de la
lectura, cuándo ella debería comenzar.
También asume que solo la maduración neurológica y fisiológica prepara al
niño y le posibilita la instrucción de la lectura y la escritura. La perspectiva
maduracionista implica que hasta que el niño no alcance cierto grado de
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maduración toda exposición a la lectura y la escritura - solamente acepta que


se le lean historias - es una pérdida de tiempo y potencialmente perjudicial.
Las experiencias de la temprana infancia afectan al desarrollo de la
alfabetización. Estas experiencias entran en interacción con las características
individuales de los niños y determinan el nivel de habilidades y de
alfabetización. Si bien se reconoce la importancia de la adquisición de la
alfabetización en la temprana infancia ha resultado que las prácticas de
enseñanza fueron inapropiadas, se planteaban como para niños más grandes.
A su vez las prácticas de enseñanza asociadas con visiones no actualizadas
del desarrollo de la alfabetización o teorías de aprendizaje continúan
prevaleciendo en muchas de las aulas y consisten en actividades grupales
donde el énfasis está puesto en los ejercicios como prácticas de habilidades
aisladas. Estas prácticas que no son particularmente efectivas para los niños
de los primeros grados, lo son menos aun para los preescolares y niños de
nivel inicial. Ellos necesitan ser involucrados en experiencias cuyos contenidos
sean significativos e impulsores de un aprendizaje posterior. Es vital para todos
los niños tener experiencias de alfabetización en la escuela y en los programas
de infancia, tal acceso en más crítico para los niños que tienen escasas o
limitadas experiencias de alfabetización en sus familias. Las escuelas deben
enseñar considerando la diversidad de conocimientos, de lenguajes, de
alfabetización y capacidades; proveer la formación sólida que le permita a cada
niño el acceso a los niveles más altos de lectura y escritura que son los que la
sociedad actual requiere.

LOS SABERES IMPLICADOS EN LA ALFABETIZACIÓN


En un texto1 que leeremos en nuestra clase destinada al sistema alfabético, la
investigadora Beatriz Diuk señala:

Hasta mediados del siglo pasado, se consideraba que el proceso de


alfabetización comenzaba cuando un niño ingresaba a primer grado.
Afortunadamente, hoy existe consenso en que este proceso se inicia muy
tempranamente, cuando los niños tienen la oportunidad de que les lean
cuentos, les relaten historias, conversen con ellos sobre episodios de sus
vidas, les canten canciones y rimas, los inviten a jugar con las palabras, les
proporcionen papeles y colores para dibujar y para intentar las primeras letras y
escrituras. Para muchos niños y niñas estas actividades son parte de la vida
cotidiana del hogar, y así ingresan al mundo de la escritura casi sin darse
cuenta.
Pero los docentes de contextos latinoamericanos se encuentran año a año con
un gran porcentaje de niños que, en buena medida, solo accede al mundo de la
escritura a través del sistema escolar. La vida comunitaria de estos niños está
poblada de riquezas, pero en muchos casos no incluye a la escritura. Los
docentes de estos niños enfrentan un desafío especialmente complejo, dado
que para ayudarlos necesitan un conocimiento profundo del proceso de
alfabetización. Estos docentes tienen que proporcionar a los niños, en unos
pocos meses, el acercamiento al mundo de la escritura – mensajes, noticias,
cuentos, relatos de experiencias, rimas, canciones, palabras y letras – que
otros niños obtienen a lo largo de años. Es por ello que es necesario que

1
Diuk, Beatriz (2011) “El proceso de alfabetización: adquisición del sistema de escritura”
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conozcan y comprendan los distintos conocimientos involucrados en la


alfabetización inicial.
Holly Scarborough (2002) representó de este modo el “tejido” de la
alfabetización a partir de múltiples “hilos”.
Procesos de
nivel
superior: el
desarrollo de:
La
comprensión
de textos

La
producción
de textos

Procesos de
nivel
inferior:

El desarrollo
de la lectura
y la escritura
de palabras

Para que el proceso de alfabetización se desarrolle adecuadamente, todas


estas partes deben estar conectadas, deben “crecer juntas”. Es decir, la
discusión acerca de si se debe comenzar el proceso de alfabetización a partir
de las letras o de los textos carece de sentido. Si no se trabaja con todos estos
niveles al mismo tiempo, el proceso no se desarrollará adecuadamente. Pero
aunque los niños adquieran todos estos conocimientos en forma simultánea, es
posible y necesario conocer la especificidad de cada uno, de modo tal de
generar una propuesta pedagógica que atienda a todos los aspectos del
proceso de alfabetización.
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El esquema que hemos visto muestra que la lectura y escritura “expertas” es el


resultado de un proceso en que se enlazan diferentes tipos de conocimientos y
habilidades.
Si pensamos esta “trenza” o “cuerda” como un proceso que se desarrolla en el tiempo,
veamos algunos de los hitos:

Al concluir 1er grado Al concluir 1er ciclo Al concluir 2º ciclo

Al ingresar a 1er grado, los niños cuentan con conocimientos sobre el mundo, dominan
el vocabulario y las estructuras lingüísticas que les permiten comunicarse en distintas
situaciones de la vida cotidiana y, si han vivido experiencias de lectura y escritura en el
hogar y en el nivel inicial, conocen algunas de las funciones de la escritura y hasta
distinguen entre los cuentos y otros textos (por ejemplo, las enciclopedias, las noticias,
las listas para recordar cosas, etc.). Los niños que no han asistido al nivel inicial o que
no cuentan con esas experiencias con el mundo de la escritura en el hogar no tienen
estos conocimientos, pero sí los demás saberes presentes en esa parte de la cuerda,
por el solo hecho de ser hablantes y de pertenecer a una cultura. Todos los niños,
hayan o no ido al jardín, pueden comunicarse y comprender; sin embargo el grado de
desarrollo en este sentido es sumamente variable y dependiente de sus experiencias
tempranas.
En relación con la lectura y escritura de palabras, si han participado en juegos como
rimas o canciones, tienen un grado incipiente de conciencia fonológica (saben que
además de transmitir significados, el lenguaje tiene sonidos), pero en general no
conocen las correspondencias entre sonidos y letras (correspondencias fonema
grafema) ni saben cómo se hace para leer y escribir (estrategias de lectura y escritura
de palabras) y no suelen distinguir todos los sonidos que es necesario representar a la
hora de escribir una palabra.

Los conocimientos implicados en la alfabetización se desarrollan inicialmente de


maneras separadas. Algunos chicos comprenden perfectamente cuentos pero no
necesariamente desarrollan conciencia fonológica; dominan el vocabulario de su
lengua de manera variable, etc.

Si la propuesta alfabetizadora incluye de manera potente y equilibrada todos los


conocimientos y habilidades necesarios, a finales del 1er grado, todos estos
conocimientos han crecido. Sin embargo, tampoco crecen de manera pareja. Hay
niños que comprenden y se comunican de manera desarrollada pero dominan la
lectura y escritura de palabras de modo aún bastante incipiente. Otros ya pueden leer
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y escribir textos breves. A pesar de estas diferencias individuales, la escuela debe


trabajar en todos estos conocimientos, pues si se aboca solo a alguno de ellos el
desarrollo no se va dando.
Pongamos dos ejemplos:
- una escuela que pone el énfasis en 1er grado solo en el código escrito (las
letras, los sonidos) no colabora para que los niños avancen en su desarrollo
para la comprensión y producción de textos.
- una escuela que solo pone el énfasis en leer cuentos y conversar permite el
desarrollo de la comprensión, pero los chicos no ganan en autonomía, lo cual
resiente gravemente su avance.

Para que el desarrollo se produzca de manera equilibrada, la oferta escolar también


lo debe ser. Sin embargo, al finalizar el 1er grado, todavía los hilos de la trenza no se
han enlazado completamente.

A medida que avanzan en 1er ciclo, los niños van logrando enlazar todos los hilos
(pueden coordinar la comprensión con la lectura y la producción con el trazado y la
escritura de palabras, pues lo hacen con cierta fluidez) y es esperable que al
finalizarlo todos puedan leer textos adecuados a su edad y escribir textos breves y de
manera completa. La comprensión y producción de textos avanza a lo largo del 2º
ciclo, pero ya en ese momento, las habilidades de lectura y escritura de palabras
deben estar logradas (por ejemplo, no omitir letras al escribir y leer con suficiente
fluidez para comprender de manera autónoma textos sencillos).

En otras palabras, la comprensión, la producción de textos, el vocabulario, el dominio


de la lectura y escritura de palabras, el conocimiento del mundo, requieren situaciones
didácticas relativamente diferenciadas. Para aprender a leer y a escribir palabras no
basta con escuchar cuentos, ni para desarrollar la comprensión basta con saber leer y
escribir palabras. Cada conocimiento o habilidad requiere tiempo didáctico y
estrategias particulares de trabajo.
Los conocimientos no se compensan entre sí ni se desarrollan bajo las mismas
circunstancias, es por ello que no pueden dejarse al azar (es decir, no es posible
esperar que acontezcan solos). Al mismo tiempo, es necesario ser conscientes que el
conjunto requiere también tiempo.

Para concluir, una cita de Michael Pressley, un reconocido investigador que por
décadas se ha ocupado de pensar en una perspectiva equilibrada de la alfabetización:

Descubrí muy tempranamente que el desarrollo natural es usualmente mucho más


lento e incierto que el desarrollo que se produce por la enseñanza.

Michael Pressley (2004) Reading Instruction That Works. The Case for Balanced
Teaching. Nueva York: The Guilford Press.
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LAS METAS DEL PROCESO DE ALFABETIZACIÓN


Teniendo en cuenta que cada grupo de niños y cada niño tienen diversos puntos de
partida, el establecimiento de metas es altamente complejo. Por otra parte, resulta
sumamente importante considerar que las metas que nos demos tienen como
propósito guiar la enseñanza.

En este sentido, una primera advertencia es que esas metas de ninguna manera
tienen que tener como conclusión la repitencia de quienes no las alcanzan. Si la
alfabetización es un proceso y no todos comienzan con los mismos puntos de partida,
pensar las metas como orientación de la repitencia provoca injusticia para quienes
pueden necesitar un poco más de tiempo.

Pero también resulta injusto no darse metas. Justamente, su ausencia puede llevar a
una pedagogía de la espera, lo cual resiente severamente el derecho de los niños a
aprender y la responsabilidad de las escuelas por enseñar.

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