LATOMIA Nº 2. Revista Digital de Gran Logia de España
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SUMARIO
LA ETICA EN LA MASONERIA........................................... 3 EL GRAN ARQUITECTO EN LA DOCTRINA PITAGORICA............................................. 6 LA COLUMNA DE LA ARMONIA.................................... 13 LA HERMENEUTICA ANTIGUA ....................................... 19 LA ESPIRITUALIDAD EN LA MASONERIA....................... 27 MASONERIA EN JAEN.......................................................... 33 LA ODISEA DE HOMERO, como metfora del proceso del conocimiento masnico............................................ 39
LA ETICA EN LA MASONERIA
Por Manuel Torres izquierdo
La palabra tica proviene del latn ethicus y del griego et hiks y significa la parte de la filosofa que trata de la mo ral y de las obligaciones del hombre. Debemos entonces, pregun tarnos qu es la moral y cules son las obligaciones del hom bre. La moral, segn el Real Dic cionario de la Lengua Espao la, proviene del latn moralis y tiene, entre otras, las si guientes acepciones: Que no cae bajo la jurisdic cin de los sentidos, por ser de la apreciacin del entendi miento o de la conciencia. Que no concierne al orden jurdico, sino al fuero inter no o al respeto humano. Ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bon dad o malicia. Conjunto de facultades del espritu, por contraposicin a fsico. Son sinnimos de tica, con ducta y moral, y de tico, jus to y honesto, por lo que su antnimo es deshonesto. Por su parte, los sinnimos de moral son, adems de ti co y honesto, decoroso, hon rado y decente, siendo, conse cuentemente, sus antnimos, inmoral y amoral, adems de deshonesto. Son, por otra parte, tambin sinnimos de tica, la morali dad, la deontologa y la ho nestidad y, por ende, sus ant nimos, inmoralidad, injus ticia y deshonestidad. Proviniendo, etimolgicamen te, la palabra moral de "mos moris" y de su calificativo "moralis", debemos reflexio nar sobre la interrelacin con las costumbres, es decir, los hbitos adquiridos por la repe ticin de actos de la misma especie o la prctica muy usa da y recibida que ha adquiri ciencias, artes y costumbres que forman y caracterizan el estado social de un pueblo. Siendo, consecuentemente, la Moral las reglas de conducta propias de una sociedad da da, o bien consideradas co mo, absoluta y universalmen te, vlidas, debo continuar este trabajo exponiendo los fundamentos ticos de la Francmasonera. Es por ello que, con indepen
do fuerza de proyecto, consi derndose tambin como tal al conjunto de cualidades o inclinaciones y usos que for man el carcter distintivo de una nacin y persona. Por ello, la costumbre puede devenir como fuente del Dere cho, por su indudable vincula cin con lo que entendemos por Civilizacin, es decir, el conjunto de ideas, creencias,
dencia de que podra exten der estas reflexiones desde otras perspectivas, me cen trar en dos: 1. La que expone la exhorta cin despus de la Iniciacin en el Ritual de 1er grado del Rito de Emulacin. 2. La de nuestra conciencia, educada en los valores de Li bertad, Igualdad y Fraternidad. Desde la primera perspecti
va, debemos recordar: Que el V.L.S. es la gua infa lible de la Verdad y de la Jus ticia, por lo que debemos re gular nuestras acciones en funcin de los preceptos divi nos que contiene.
Que, como ciudadanos del Mundo, debemos ser ejempla res en el cumplimiento de nuestros deberes civiles. Que, como individuos, debe mos practicar todas las virtu des, tanto domsticas como pblicas, especialmente, la Prudencia, la Templanza, la Justicia, la Benevolencia y la Caridad. Que, como francmasones, mantendremos especialmente atencin a la discrecin, fide lidad y obediencia. Que debemos dedicar nues tro tiempo a actividades que nos hagan respetables en la vida, tiles a la Humanidad y ejemplares para la asociacin de la que somos miembros. Que, como sntesis de todo lo anterior, debemos gravar, de forma indeleble en nues tros corazones, los preceptos sagrados de Verdad, Honor y Virtud. El escritor Anatole France di jo "la moral descansa en el
sentimiento", es decir, en el corazn, y otra ilustre france sa, Jeanne Moreau, que la "Moral es lo que nos permite ser fieles a nosotros mismos". Con ello, abordo la segunda perspectiva antes menciona da, es decir, nuestra perma nente obligacin de educar nuestra conciencia desde los valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad, para que que denpermanentementeesculpi dos en nuestro corazn y sean los fundamentos de nues tra conducta. Pero, qu es la conciencia? Se ha abordado desde concep ciones filosficas muy diver sas y se ha clasificado con ti pos distintos. Pero, para nues tro propsito, debemos defi nirla como la capacidad intui tiva, sujeta a desarrollo y per feccionamiento por medio del raciocinio y la experiencia, de conocer el bien que debe mos hacer y el mal que debe mos evitar. El concepto de Libertad es complejo. Hay que relacionar lo con otros como el libre al bedro, la autonoma, la vo luntad, el deber, la determi nacin, el determinismo o el indeterminismo, la indiferen cia y algunos otros. No obstante, es la facultad na tural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, as como de no obrar. Slo con libertad se es res ponsable de los actos. Es, por otra parte, la falta de sujecin y subordinacin. Debe de ser un derecho inherente a la na turaleza humana y sus lmites morales estn contenidos en la mxima "lo que no quieras para ti, no lo quieras para
otro". La igualdad implica la au sencia completa de todo pri vilegio, de toda distincin de castas y clases entre los hom bres, colocando a todos los ciudadanos en una misma ca tegora, bajo el concepto de los derechos y de los bienes. Pero la igualdad no puede ser absoluta, porque lo absoluto no existe, y porque la igual dad debe entenderse, como se ha dicho, por la identidad de derechos y de deberes an te la Ley. La mayor o menor inteligencia del hombre esta blece naturalmente algunas diferencias, imposibles de evitar porque dependen de la Naturaleza misma. Por su parte, la Fraternidad es la unin o buena corres pondencia entre hermanos o entre los que se tratan como tales, es decir, los miembros de una Hermandad, enten diendo como tal tanto la amistad ntima o unin de voluntades, como el privile gio que, a una o varias perso nas, concede una comunidad, para hacerlas, por este me
dio, participantes de ciertas gracias y privilegios. De los principios de Liber tad, Igualdad y Fraternidad, deviene el de Tolerancia, que es el respeto y consideracin hacia las opiniones o prcti
cas de los dems, aunque re pugnen a las nuestras. La tolerancia exige, por tan to, un cierto grado de liber tad, la cual permite la elec cin de fraternidad, pues sta mueve al amor, y de igual dad, pues es entonces cuando el respeto hacia el otro se ha ce ms evidente como un ac to voluntario. Las Constituciones de Ander son de 1723, en su Artculo
su caso, con quienes hayan al canzado estados iniciticos o de conocimiento anlogos. En este sentido, se puede ha blar de la existencia de "cultu ra masnica" si, como conse cuencia de la aplicacin de los valores derivados de la ti ca masnica, deviene el resul tado o efecto de cultivarlos y de afinarse, por medio del ejercicio, las facultades y ca pacidades del hombre.
50, manifiesta que: "Hay que permitir que cada hombre ten ga las opiniones que le son propias, independientemente de las confesiones y denomi naciones que lo distinguen, siendo a partir de este recono cimiento cuando la Masonera se convierte en un Centro de Unin y vnculo de acogi miento". Significar, por ltimo, que el masn debe guardar y custo diar las Claves Iniciticas. Una vez se penetra en el mun do inicitico, distinto del pro fano, si bien incardinado en l, se asumen obligaciones que no se pueden entender desde una mentalidad estricta mente profana, porque hay que vivir en l y, por eso, de ben guardarse con celo esas vivencias, compartindolas, en
Se trata, pues de que el masn siempre procure tener una conciencia "afinada", en consonancia y simultaneidad con la valoracin objetiva de los actos y sus consecuencias. La realidad social, o lo que denominados "vida profana", obliga a recordar la frase de Bertrand Rusell, "la humani dad tiene una moral doble: una que predica y no practi ca, y otra, que practica pero no predica". Dada la extensin de esta "comu nicacin", simplemente apun tar, para ir finalizando, la dife rencia que existe entre tica, Legalidad, Justicia y Equidad. Siendo la Legalidad las nor mas dimanantes del poder, y la Justicia la voluntad de vi vir honestamente, no daar a otro y procurar, con su ade
cuada administracin, el equi librio entre el derecho propio y el ajeno, la conexin de s ta ltima con la tica conlle va a la Equidad, la cual con sidera consustancialmente la igualdad tanto de oportunida des como de necesidades y derechos, por lo que la hu maniza e individualiza. La evolucin constante de la ciencia, entendida como con junto de conocimientos obte nidos mediante la observacin y el razonamiento, sistemti camente estructurados, y de los que se deducen principios y criterios generales, as como cuestiones tan notables' y ac tuales como las que tratan te mas de Biotica, me llevan, asimismo, a recordar lo que ya Newton dijo, a principios del siglo XVIII, "as como perfec cionamos las ciencias, debe mos perfeccionar la morali dad, sin la cual el saber se destruye". Permitidme que, como com pendio de lo expuesto, por que creo sinceramente que en una palabra se sintetiza, no slo nuestra razn de ser y nuestra existencia, sino la motivacin ltima de nuestro nico e inexorable Destino, concluya con la fiase de un poeta ingls, Percy B. She lley, cuando dijo "el gran se creto de la moral es el amor". Pero, si el amor es la sntesis de la Vida, puede agotarse la razn de ser de la Masonera con la tica?
del conocimiento tcnico y simblico de la obra divina sobre la tierra, se podra lle gar a aprehender la divina esencia. No en vano, no hay prcticamente tratadista hasta el XVII que no pretenda emular el ideal vitruviano e interpretar el modelo del Templo de Salomn, ni po der terrenal que no haya pre tendido edificar o especular un orden csmico nacido del perfecto trazo de la inspira cin divina y de la capacidad del hombre como demiur gos. El rex sacerdos, investi do y consagrado por los dio ses, aunque en ocasiones impuesto por la fuerza de las
pontifex. Egipto lo hizo re ceptor del ka o soplo divino, nombrando a los arquitectos murket de entre miembros de su linaje. Y en Sumer los reyes de Lagash, Erid, Ur, recibiran los trazados y me didas de sus templos directa mente de sus dioses, hacin dose representar con los planos del santuario, la regla, el punzn, y diversas herra mientas para indicar su co nocimiento especulativo tan to como su efectivo control de la realizacin material. Nabopalasar, monarca ba bilnico, deja escrito sin am bages: por mi seor Mar duk, para l, yo inclin la
cerviz, plegu la ropa que vis te mi realeza, y transport la drillos y arcilla sobre mi ca beza.1 En forma semejante los libros veterotestamentarios Gne sis, Libro de la Sabidura, Eclesiasts , hijos del hele nismo, recogen claramente es ta querencia por la arquitectu ra divina de pueblos griegos y fenicios. En el Gnesis, Dios fortifica el Paraso segn el cisterciense Cara muel en su Architectura civil recta y oblicua , castiga las construcciones bablicas por
que han perdido la Pala bra, da instrucciones preci sas a No sobre las medidas del Arca, hace a Abraham eri gir un altar, y a Jacob el en contrar la Piedra de Funda cin. En el xodo ordena a Moiss que le haga un San tuarioTabernculo, debiendo ajustarse para ello a un deter minado modelo. En Reyes 1 y Crnicas 1, permite a Da vid iniciar los preparativos pa ra la construccin del Templo de Jerusaln, de la Casa de Dios, dando la encomienda efectiva de esa tarea as co mo la de un Palacio Real y la de la muralla de la ciudad al hijo de aqul, Salomn, que tuvo que seguir, igual mente, los trazados divinos y recibi la Sabidura necesaria para su realizacin. En el Li
bro de Esdras encarga a Ciro, rey de Persia, reconstruir el Templo de Salomn que el caldeo Nabucodonosor, rey de Babilonia, destruyese por voluntad divina, y cuya glo ria, segn el propio Dios en boca del profeta Ageo, habra de ser mayor que la del ante rior. Daro y Artajerjes culmi nan la labor iniciada por su antecesor instando una vez ms a los arquitectos ejecu tantes de las obras Zoroba bel y Josu la observacin escrupulosa de las instruccio nes de Dios, transmitidas en esta ocasin a travs del pro feta Ezequiel, y reveladas en una visin por el arquitecto enviado de Dios, un hombre que tena en la mano un cor del de lino y una caa de me dir. As pues, Dios se manifiesta en los relatos de los orgenes como arquitecto idelogo, co mo sabio arquitecto como dir San Pablo en su Carta a los Corintios (I Cor. 3,10), que, bien directamente o por medio de intermediarios, trans mite los arcanos de la arqui tectura al arquitecto prctico, que adquiere una filiacin sa
grada. Ddalo aprende su ar te de Minerva la sabidura, es pariente de Teseo el Lo gos, y su linaje se enraza di rectamente con Zeus la luz
tas. Fidias a su vez ser des crito por Plotino en las Ena das como poseedor de un privilegio, del don de ha berle sido concedido captar una realidad que se encuen tra ms all de lo que es cog noscible a travs de los senti dos.2 Los artfices Hesalel y Ohliab son colmados de do tes sobrehumanas, de destre za y de habilidad en su ofi cio y talento para ensear a otros con el fin de erigir el santuariotabernculo encar gado a Moiss. E Hiram Abif, el mtico constructor del Templo de Jerusaln, adquie re en las tradiciones masni cas dimensiones cosmolgi cas y hermticas. Las crnicas y las leyendas muestran el anhelo potico del hombre de todas las ex tracciones sociales por emular la capacidad ordenadora y la sabidura de un supremo ar quitecto. El arte de construir se hace testimonio vivo del arraigo universal del arqueti po del arquitecto como edifi cador del mundo. Toda una formacin de la imagen an tropomrfica del cosmos y de la naturaleza adscribir a las potencias superiores ener gas psquicas relacionadas
con los oficios mundanos: la construccin, la carpintera, la agricultura, la navegacin, la alfarera, el pastoreo El hombre ciertamente interpre ta a su imagen y medida to das las cosas como dijo Prot goras,3 y las vincula mediante los lazos del Smbolo, ana loga sutil e inteligible en tre el plano material y el metafsico. Su actividad se hace reflexin sobre s mismo, y sacralizacin ri tual del oficio. De esta for ma, la divinidad aparece como causa eficiente de to da actividad, y de la Ley que da forma a la creacin. Es el fundamento de la to talidad, y como tal apare cer siglos ms tarde en las representaciones de las ca tedrales, desempeando los Oficios humanos sern los oficios de Dios.4 Para acceder a esta verdadera dimensin sagrada del oficio, son fundados los Misterios, la Iniciacin, por la cual toda accin es un ritual destinado a moldear una primera mate ria, que no es otra cosa que la verdadera materia de vida que da forma al ser humano, y construye su verdadera mo
rada: el Templo en las tradi ciones constructivas. Su ori gen y establecimiento es mtico y primordial, como lo es el Arte, su procedimiento. Las fuentes veterotestamentarias dicen que estuvo al origen de todo junto al Creador. Y el pi tagrico Filolao la denomin medida de la naturaleza,5 fuego y hogar del univer so. El conocimiento de esta misteriosa materia, y de su tratamiento por el fuego fi losfico, es una noble cien cia que segn la tradicin constructiva se nombraba co mo Geometra, y que por ser la base de todas las dems constituy el fundamento de todos los saberes. El conoci miento de las medidas y gra
dos del fuego constituy el imn que articulaba el Fuego Celeste Gran Arquitecto y el de la Naturaleza, coagula do en la dormida tierra admi ca del hombre. La etimologa nos indica que la prctica de la geometra consiste en esta medicin de la tierra. En el conocimiento y desvelo racional en esa materia de las medidas pri mordiales celestes traza
das por el Gran Arquitecto e inscritas en la naturaleza y en el hombre. Proclo en In Eu clidem6 nos da cuenta de Ta les, el primer gemetra cono cido, que tras haber ido primeramente a Egipto, trans plant a Grecia esta espe culacin, la geometra. Herclito identifica esta medida, clculo, pro porcin, con el ,: "Los hombres deberan tratar de comprender la coherencia subyacente a las cosas esta expresada en el Logos, la formula o elemento de ordenacin de todas ellas lo que casi podra denominarse su plan estructural tanto en el terreno individual como en el de conjunto" Este Logos es la Razn o medida que crea el mundo, y el alma del hombre, y es el Verbo o Palabra Perdida que el Hombre debe reencontrar para comprender y crear el mundo. Pues el Adn recons tituido determina las cosas al darles un nombre, al conocer su esencia, y restituirles su sustancia. Mediante el Lo gos, el Gran Arquitecto, la
Luz brilla en las Tinieblas. Al calor de las doctrinas pi tagricas el divino Platn nos dej escrito en el Timeo: Y as fue cmo, en virtud de la accin de las Ideas y de los Nmeros, todos esos gneros as construidos recibieron del Ordenador sus figuras. Y con ello sintetiz de forma indisoluble sus conclusiones en relacin con el Cosmos y una tradicin tan antigua co mo influyente en todo el pos terior desarrollo del pensa miento occidental: la teora de los arquetipos vivientes y la Ley del Nmero. El N mero presenta a lo largo de su devenir histrico una ex traordinaria riqueza de nocio nes asociadas a filosofa, ma gia, complejos paralelismos con la fsica matemtica, la relatividad general, la teora de los quanta, la mecnica on dulatoria, adems de una indi soluble unidad con el arte sa grado de la construccin. No en vano los primeros clculos (de calculus, piedra) pronto se iban a ver acompaados de observaciones sobre ciclos de la naturaleza, y en correla cin directa con figuras geomtricas en el plano y en el espacio, haciendo del N mero el centro de una metaf sica depurada que con Pitgo ras, pas a convertirse en arquetipo o paradigma por ex celencia de una doctrina que se resume en Todo est orde nado segn el Nmero y en el que se dio al Universo el nombre de Cosmos, mundo ordenado armoniosamente. No es extrao que la herman dad pitagrica en el subterr neo de su Casa de la Sabi
dura atribuyera al maestro una filiacin mtica a Hermes y a Apolo hiperbreo, el Lo gos solar que preserva en oc cidente la Luz del origen pri mordial. De esta manera, la idea abstracta del Nmero
quedaba preservada de su me ra aplicacin prctica, consti tuyendo el fundamento lumi noso de todo conocimiento y realizacin en palabras del pi tagrico Filolao: "Todas las cosas que pueden ser conoci das tienen nmero pues no es posible que sin nmero na da pueda ser conocido ni con cebido".8 Una mstica del nmero simi lar que encontramos en el Li bro de la Sabidura de Sa lomn en la Alejandra del siglo II (a.c.): Dios lo or den todo, con las medidas, los nmeros y los pesos, y en los enunciados propuestos por el neopitagrico Nicoma co de Gerasa, del que se dice estudi en Alejandra en el si glo I y cuya influencia en la edad media con la exitosa constitucin del quadrivium se debi a la traduccin de Boecio (Roma, siglo V) : el Caos primitivo, carente de or den y de forma y de todo cuan
to es diferenciador de acuer do con las categoras de la calidad, cantidad, etc., fue organizado y ordenado segn el Nmero.9 Lo que define una esencia incorprea e in mutable, la estructura inva riante en trminos matemti cos, que actuando por la accin de las formas y aun participando accidentalmente de las vicisitudes de los cuer pos, soportes materiales de las cosas incorpreas, perma nece vinculada especialmen te a aquellas. Platn, al abri go de su Academia reservada a Gemetras, pudo as aadir a los Nmeros las Ideas co mo instrumentos principales del Gran Ordenador o Dios ordenador con arte, y aso ciar ideas, formas, imgenes, en un modelo ideal viviente hacia el cual tiende el pensa miento (eidolon), y que pue de ser una ley ritmo que gobierna una disposicin for mal como lo es la geo metra, o el Smbolo. La idea abstracta de Gran Ar quitecto no se limita aqu a
una convencin intelectual, a una vaga idea racional que puede ser rellenada arbitra riamente. Ni tampoco sera ajustada una identificacin con el Demiurgos. En pala bras de Ren Gunon: El Gran Arquitecto, en efec
to, no es el Demiurgo, es al go ms, infinitamente ms in cluso, pues representa una concepcin mucho ms eleva da: l traza el plano ideal
que es realizado en acto, es decir, manifestado en su desa rrollo indefinido (pero no infi nito), por los seres individua les que son contenidos (como posibilidades particulares, elementos de esta manifesta cin al mismo tiempo que sus agentes) en su Ser Universal y es la colectividad de esos seres individuales, considera da en su conjunto, la que en realidad, constituye el Demiur go, el artesano o el obrero del Universo. Esta concepcin del Demiurgo, que es la que he mos expuesto precedentemente en otro estudio, corresponde en la Kbala, al "Adn Proto plastos" (primer formador) mientras que el Gran Arquitec to, es idntico al "Adam Kad mon", es decir, al Hombre Uni versal.10 El Gran Arquitecto implica sin duda todas las posibilida des particulares contenidas en la unidad armnica del Ser total. Y como smbolo, no puede ser personificado, sino nicamente designarse
nominalmente de una forma indefinida por tetragramas co mo IHVH o Allh, cuya com posicin jeroglfica de la tota lidad est en analoga con el cumplimiento ideal de la Gran Obra Constructiva, que es la del Hombre Universal, de la Humanidad, y de la Or den Francmasnica. De la asociacin entre nme ros y ritmo entendido como flujo mondico es posible aprehender un verdadero vn culo sutil que los griegos lla maron analoga, proporcin, o simetra, y que constitua la experiencia de la oleada orde nada de un movimiento en el tiempo y el espacio. En su ma, la intuicin del movi miento generatriz de los siete velos de la Gran Diosa que los adeptos de Eleusis recibie ron como Isis. Y la raz o re flexin del Principio de Iden tidad segn Leibniz que permite todas las construccio nes metafsicas e inducciones en torno a la Unidad. As la Unidad se desarrolla, expan de, y manifiesta bajo los pa trones aritmticos y geomtri cos la Diada, la Trada, la Ttrada que moldean la sus tancia y la reintegran en un Todo armnico. La Dcada o Tetraktys, por la que juraban los pitagricos tal como nos leg Jmblico: Lo jur por aquel que transmiti a nues tra alma la tetraktys, en la que se encuentran la fuente y la raz de la naturaleza ente ra un nmero que por estar compuesto de los cuatro pri meros nmeros causa el nme ro ms perfectopuesto que el universo entero es goberna do harmnicamente y la har
mona es un sistema de tres concordancias, la cuarta, la quinta y la octava y las pro porciones de estas tres con cordancias se encuentran en los cuatro nmeros.11 La oracin dirigida a la D cada, verdadero jeroglfico geomtrico y matemtico del Delta sagrado, nos da cuenta de la trascendencia de una doctrina cuyos smbolos constituan las Formas con las que el supremo hacedor haba hecho el mundo, y que haban sido transmitidos al conocimiento humano a lo largo de las edades y para los fines demigicos de la vo luntad y la accin humana, verdadera cooperadora del Plan divino: Bendcenos, nmero divi no, t que engendraste a los dioses y a los hombres! Oh,
santa, santa Tetraktys, t que encierras la raz y la fuente del flujo eterno de la crea cin! Pues el nmero divino se inicia por la unidad pura y profunda y alcanza despus el cuatro sagrado despus engendra la madre de todo, que lo une todo, el primog nito, el que no se desva nun ca, el que no se cansa nunca,
el Diez sagrado, que guarda la llave de todas las cosas.12 De esta especial semejanza entre el hombre y la divini dad, por la participacin de sus patrones, los griegos en contraron en la Diosa, Venus, la simetra Pentagonal, la unin fecundadora, la armona de la naturaleza, la belleza encarna da en el cuerpo humano, pro yeccin del alma csmica la DcadaMacrocosmos en el plano material, y reflejo como ella del gran ritmo de la Vida Universal. Un verdadero sin cronismo en su ma de los ritmos del alma indivi dual bien propor cionada y del Al ma del Mundo que queda clara mente especificado en el Timeo: Despus, en ese cuerpo al que afluye y del que fluye un cho rro (la Vida) ininterrumpido, ellos (los dioses) introducen los movimientos peridicos del Alma inmortal. Y que Luca Pacioli (Divina Propor tione, 1509) pudo interpretar de manera sutil a partir de las alusiones crpticas de Platn en relacin a la Geometra, los slidos regulares, y en es pecial el dodecaedro. En el Timeo adems, los cuer pos primarios que componen el mundo se conciben como materiales de construccin, como est recogido en el sim bolismo de algunos grados masnicos. Evolucionan en sus patrones geomtricos por la accin del Fuego, del
Verbo. Unen los diferentes elemen tos de toda composicin: el cosmos, una edificacin, o el microcosmos interno del hom bre, mediante la accin inten cionada segn los principios del Arte, determinando que la proporcin perfecta sea res ponsable de la armona y de la estabilidad de la construc cin: listos para que la ma no del constructor los ponga
uno junto a otro. Esta compo sicin se lleva a cabo median te la determinacin de las can tidades en las proporciones geomtricamente perfectas de cuadrados y cubos (1:2:4:8 y 1:3:9:27). Las mismas propor ciones que determinan tam bin la composicin del alma del universo. Segn esta com posicin, el cuerpo del uni verso, que consta de cuatro cuerpos primarios, cuyas can tidades se hallan limitadas y relacionadas entre s en las ms perfectas proporciones, est en unidad y concordancia consi go mismo, y de ah que no va ya a sufrir disolucin alguna por causa de una falta de ar mona interna de sus partes
el vnculo que las une es senci llamente la proporcin geom trica. Volviendo al pitagrico Nic maco de Gerasa y acerca del Nmero como paradigma pree xistente en el pensamiento del Dios creador y construc tor del mundo leemos: sirvi de medida para el todo como una Escuadra y un Cordel en manos del Ordenador como el todo era una multitud ilimitada, hacia falta un orden, aho ra bien, pree xista un equi librio natural entre el con junto y sus elementos ste es el mo tivo de que, en virtud de su Razn, el Dios que ordenaba con arte, se sirviera de un canon para el todo y ste es el motivo de que las cosas del cielo a la tierra ten gan, para los conjuntos y sus partes, sus relaciones de concor dancia basadas en ella y ordena das de acuerdo con ella.13 Expresiones idnticas a las empleadas por los arquitectos griegos y Vitruvio al definir la euritmia de una composi cin arquitectnica y la im portancia del Nmero en el juego de las proporciones de un Templo. Las proporciones celestes tienen su imagen y correspondencia en las te rrestres. Vitruvio en su libro IX De Architectura presenta sin ambages el Universo como una construccin arquitect nica elaborada a partir de unas
leyes idnticas a las que rigen en la propia arquitectura. El tringulo de Pitgoras de pro porciones 345 se rastrea fcilmente en las obras de los maestros de obras primitivos, y la misteriosa realizacin geomtrica de las relaciones de los nmeros irracionales fue lo suficientemente codi ficada por sus discpulos y por Euclides como para servir de corpus geomtrico compacto y adaptado a todas las necesi dades del arquitecto y del es cultor. La extensin inusualmente idntica por todos los pueblos del patrn o ratio universal de construccin, fundamentado en la mstica pitagrica de los nmeros, y el triunfo de la dimensin humana como me dida primordial, sirvi para que el Logos creador y cons tructor bblico, materializara de forma clara, a partir de la poca medieval, la interpreta cin de Dios como Arquitec to del mundo, Gemetra del universo, al tiempo que la con sideracin del hombrearqui tecto como segundo Dios. Con lo que a la abstraccin universal de la Creacin, o de una inteligencia ordenadora a priori, la condicin de arqui tecto en Dios qued proyecta da sobre todas las empresas
1 Giedion, Sigfried, El presente eterno: los comienzos de la arquitectura (Alianza, Madrid, 1989) 2 Plotino, Enada V, 8 (31). 3 Platn, Teeteto 161d162a 4 Jean Hani, Les Mtiers de Dieu, 914 (JeanCyrille Godefroy, Clamecy, 2010) 5 C.S. Kirk, J.E.Raven, M.Schofield, Los filsofos presocrticos I, p.179 (Gredos, Madrid, 1983)
humanas, adems de las reali zaciones propiamente arqui tectnicas. El Timeo junto con los co mentarios de los neopitagri cos Calcido y Macrobio, y el misterioso Libro del Gnesis fundamentaron el renacimien to de los antiguos misterios cosmolgicos, y de los de la encarnacin y la regenera cin, que se daban por revela dos en el Evangelio de San Juan. San Agustn de Hipo na14 recogiendo la antigua tra dicin veterotestamentaria as como la tradicin platni copitagrica escribira que el nmero puede conducir al in telecto desde la percepcin de las cosas a la verdad invisi ble que se halla en la divini dad. As, en su De Civitate Dei el creador juzga como buena su obra, es decir, practicada conforme a la Idea que es la sabidura de Dios, la ciencia eterna e inmuta ble. Y dado que Dios hace por el Verbo, es decir, a travs de la Palabra, no hay artfice ms excelente que Dios, ni arte ms eficaz que la Palabra de Dios pues com prende la infinitud del nme ro. Todo un compendio de platonismo que fue gustosa mente asimilado por la escue la catedralicia de Chartres,
6 Proclo, In Euclidem (DielsKraft 11 A 20) 7 C.S. Kirk, J.E.Raven. ob. citada, p.216 8 C.S. Kirk, J.E.Raven. ob. citada, p. 157 9 Matila C. Ghyka: Filosofa y Mstica del Nmero, p.12 (Poseidn, Barcelona, 1998). 10 Ren Gunon, Estudios sobre la Francmasonera y el Compaerazgo
donde se pint a Dios como maestro constructor, como theoretieus que crea sin tra bajo o esfuerzo alguno. Y que reapareci en el Cster, donde un Alano de Lille,15 pudo describir a Dios como mundi elegans architectus, como el universalis artifex que construy el palatium mundiale. El divino arqui tecto haba construido el uni verso, el templo csmico. Accin que para la escuela de Chartres evidentemente precisaba de unos artfices, nacidos e hijos de la tierra, de la materia hurfana del Espritu la Viuda, que apli cando las leyes del nmero, el peso, y la medida, pudie ran contribuir con el Arqui tecto Primero a restituir a la Naturaleza su splendor veri tatis.
II, Anexo VI. 11 Matila C. Ghyka, ob. cit., p. 21 12 Matila C. Ghyka, ob. cit., p.21 13 Matila C. Ghyka, El Nmero de Oro, p.24 (Poseidn, Barcelona, 1978). 14 San Agustn de Hipona, De civitate Dei, Xl, 21, 15 Simson, Otto von, La catedral gtica, p. 52. (Alianza, Madrid, 1989)
LA COLUMNA DE ARMONIA
Por Michel Loubatires. publicado en Cahiers dOccitanie n44, Cercle Villard de Honnecourt. G.L.N.F. Traduccin de Irene Rico Como los Reyes Magos veni dos de Oriente, el Compae ro es guiado por el camino de su ideal por una estrella: la es trella flamgera. La palabra divina, yo soy el Camino, la Verdad y la Vida parece ser una definicin de la estrella flamgera. Yo soy el Cami no muestra al Compaero dnde buscar, la Verdad que representa, flameante e iluminadora, y la Vida que ser el ideal inicitico. metra y Msica. La Msica es un arte trascendental y uni versal que tiene como base las vibraciones sonoras, por elementos el Ritmo, la Me loda, la Armona y como me ta la expresin esttica de los sentimientos. Segn Vctor Hugo la msica es ruido que piensa.
HISTORIA
En todas partes y en todos los tiempos, el hombre ha acompaado con msica to das las actividades que se salan de lo ordinario, de la banalidad y de lo cotidiano. La expresin Columna de Ar mona aparece al final del rei nado de Lus XV y se aplica originalmente a un conjunto instrumental compuesto por 2 clarinetes, 2 fagotes, 2 trompas y un timbalero, cuyo objetivo es ejecutar msica en las ceremonias rituales. Es ta formacin inicial se tom prestada de la msica militar y ha sufrido algunos cambios en funcin del reclutamiento instrumental de las Logias o de los progresos en la factura instrumental. A partir de fina les del siglo XVIII, el rga no, las flautas traveseras, las cuerdas, el arpa o las trompe tas se oyeron tambin en los Templos. De manera progresi va y natural, toda prctica
musical se englobar dentro de la nomenclatura Colum na de Armona que hoy en da est constituida la mayor parte de las veces por un re productor musical.
Mi bastn de Compagnon me ha conducido de obra en obra y en mi ruta he contemplado la magnfica Rosa Alegrica del transepto norte de la cate dral de Lan, llamada Rosa de las Artes Liberales, so bre la cual los artistas de la Edad Media representaron la Teologa rodeada de su corte formada por Aritmtica, Geo
nieblas a la Luz. Este parale lismo con la iniciacin mas nica es destacable. El mito de Orfeo, por ejemplo, que con sigue convencer a los dioses del Hades para que la luz del da sea devuelta a su esposa Eurdice, es considerado co
mo virtuoso de la lira de 7 cuerdas, un don proveniente ciertamente de su padre Apo lo, dios de la msica y de la poesa y creador del ritmo y la Armona. Orfeo es siempre representado con su lira, tal como est representada en el
mo el mito fundador de la msica. Orfeo encarna el po der de seduccin y es gracias a ello que desciende a los in fiernos para salvar a su espo sa Eurdice. Conmovido por la msica, Plutn le otorga la gracia que peda en favor de Eurdice para dejarla pasar a la Luz, a condicin que l no se girara durante el camino de vuelta. Todo habra sido muy simple si Orfeo hubiera cumplido su promesa. Impaciente por ver de nuevo el rostro de su espo sa, Orfeo fall a su promesa y mir a Eurdice antes de atravesar los lmites del ms all. De este modo ella se per di para siempre. Un hecho que nos recuerda el juramen to que hacen todos los maso nes. Orfeo es el msico ms cle bre de la mitologa griega co
za representada por una pa loma, smbolo de dulzura, de Paz (como la paloma del Ar ca de No) y de sensibilidad. Armona aparece ya en la mitologa griega como la re sultante orgnica de los dos contrarios que son la guerra y la paz, pero tambin como la asociacin del concreto sentido militar de Columna al abstracto sentimiento de sensibilidad, que no es sino la inclinacin de todo ser ha cia el Arte y especialmente hacia la Msica. Volvamos al sentido arqui tectural para recordar que, en el mito de Anfin, el msico recibe la Lira de manos de Apolo y, bajo sus dedos nace la Msica. Gracias a sta, las piedras se ponen en movi miento, se unen y se ordenan y es el nacimiento de Arqui tectura: existe pues un vnculo estrecho entre Msi ca y Arquitectura y sta lti ma procede, en su origen, del movimiento y del orden que le ha conferido la Msi ca. Goethe escribi: La ar quitectura es msica petrifi cada. Y Liszt declar: Igno ro el porqu, pero la visin de una catedral me conmue ve extraamente. Ello se debe a que la msica es una arquitectura de sonidos o que la arquitectura es msi ca cristalizada? No lo s pe ro ciertamente existe entre estas dos artes un parentes co estrecho. En esta progre sin de ideas Paul Valry, en su escrito sobre el Arte, se pregunta acerca de los vnculos que unen Msica y Arquitec tura para concluir que se ase mejan o se comparan a la
Geometra y al Anlisis. Con su razonamiento, Paul Valry demuestra que la columna que representa la Arquitectu ra y la Armona, la representa cin concreta de la cual es la
equilibrio de diferentes par tes. No es pues la representa cin del Egregor que preside la Geometra?
simple aritmtica, llamado Teora geomtrica de la m sica que reagrupa por fa milia las secuencias de no tas. Esta teora geomtrica de la msica se acenta todava ms por las formas areas di bujadas por la batuta del di rector de orquesta.
Msica, no es sino la repre sentacin ideal de la Geo metra, tambin llamada letra G. En 1763, Camus de Mzi res, arquitecto y terico francs de la arquitectura, na cido en Pars el 26 de marzo de 1721, encargado de cons truir un nuevo mercado de maz en el emplazamiento del antiguo Hotel de Sois sons en Pars, estableci ana logas entre la Arquitectura y la Msica. Explic que un edificio debe expresar senti mientos (simplicidad, alegra, tristeza) y aguijonear la sensibilidad tal como lo hace la Msica. De nuevo encon tramos la definicin mitolgi ca de Armona que ala la fuerza y el vigor del dios Marte con la sensibilidad de la diosa Venus. En su definicin el primer sentido de la palabra Ar mona es un encadenamiento de sonidos cuyo resultado es agradable, pero Armona es tambin el resultado del con junto engendrado por el buen
de los cielos y una perfecta mediacin entre lo infinito y lo finito, la esfera y el cubo. Esta forma de la Geometra sagrada penetra en toda la Creacin. El dodecaedro representa el quinto elemento sagrado, el potencial divino conocido bajo el nombre de ter. Los investigadores en fsica cuntica en los Estados Unidos y en Francia han formulado recientemente la
Divino. Representa pues la Quintaesencia. Se halla as estrechamente ligado al hombre en el que actan los Cinco elementos. El cinco simboliza la magia activa, el principio dinmico de todas las cosas. Es tambin en este sentido dinmico, este sentido de Fuerza (una de las columnas de la Logia), que el Cinco se une a la esfera de Marte. El dodecaedro compuesto por 12 caras pentagonales, de las cuales 3 se unen en cada vrtice, representa el orden
hiptesis que basndose en las olas csmicas residuales del Big Bang, el universo es en realidad un dodecaedro. A parte del hecho que los cinco volmenes de Platn corres ponden a los cinco elementos de base de la vida, puede ser demostrado que toda la raza humana est ligada a las mis mas proporciones doradas porque el cuerpo fsico, con los brazos y las piernas sepa radas se superpone al penta grama (figura en forma de es trella de 5 puntas) la quinta
punta se encuentra sobre la cabeza y los rganos repro ductores en pleno centro. Ca da una de estas puntas est tambin en relacin con el nmero cinco: cinco dedos en el extremo de cada brazo, cinco dedos en el extremo de cada pierna y cinco aperturas en el rostro. Adems, posee mos cinco sentidos de per cepcin fsica. De este modo las proporciones doradas del cosmos y el templo de nues tro cuerpo estn estrecha mente alineadas con la ar mona musical de la quinta. Si podemos imaginar la for ma dodecaedropentagonal de este canto que es el uni verso con la geometra del pentagrama que es el cuerpo humano, encontraremos en las dos la divina proporcin y el potencial de una perfec cin armnica. El universo y la humanidad cantan geo metras y nosotros mismos encarnamos la geometra del cosmos. A propsito de esta conexin entre msica y geometra, Goethe deca: La arquitec tura de lo sagrado es una msica fijada. Lo mismo sucede con la arquitectura del cuerpo humano.
La Cbala desarrolla el con cepto del justo medio a travs de la metfora de las tres columnas: la columna del Amor, la de la derecha (Venus en la mitologa) la co lumna de la justicia o del Ri gor (Marte en la mitologa), la de la izquierda y la colum na central la de la Armona que surge de las dos preceden tes asegurando su equilibrio. Ello significa que el Hombre debe ser l mismo en su rela cin con el otro y avanzar con todo su impulso hacia el otro dejndolo ser segn lo que es y lo que desea ser: To lerancia. La msica nos per mite trascender al seno de la logia. Emmanuel Comte, profesor sonlogo, explica que lo infi nitamente pequeo que nos compone como lo infinitamen te grande que nosotros com ponemos se expresa por una trama vibratoria basada en la Armona. Esta energa arm nica infinita vibra en noso tros y alrededor de nosotros. Desde hace varios milenios el ser humano ha emprendido numerosos procesos espiritua les consistentes en armonizar se con ella. Para encontrar en s mismo la Armona y la Paz, es necesario conectarse con la armona de las vibra ciones que nos componen y las vibraciones que nosotros componemos. Ello nos permi te sentirnos unidos con el to do. Esta es por otra parte una de las metas del Budismo. El doctor Gimzewski de la universidad de California ha conseguido, inventando una mquina que trabaja con na notecnologa, escuchar y am
plificar el sonido de las clu las vivas cuyas frecuencias corresponden aproximada mente a un La y concluyen do que todas las clulas vivas vegetales, animales y huma nas emiten estos sonidos con diferentes vibraciones segn su tipo o segn si estn sanas o enfermas. Lo infinitamente pequeo que nos constituye es pues sonoro y nuestro cuer po est constituido por una sinfona celular. De la misma manera, en prolongacin de la msica de las esferas de la que hablaba Pitgoras, los in vestigadores de la NASA han escuchado el sonido del sol y de los planetas. Pascal deca
que el Hombre est a caballo entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeo. Para armonizarse con el infi nito, trascender la realidad material, desarrollar nuestra consciencia, y para conseguir esta diversidad armnica, la va de los sonidos y la msi ca que desarrolla en nuestra Logia la Columna de Ar mona, es un maravilloso ca mino.
lleza reside en la altura de la nota, en su organizacin so bre las 5 lneas del pentagra ma y en el contraste del ne gro y el blanco que recuerdan el significado del Pavimento Mosaico. Como el franc masn en la sociedad, cada nota tiene su lugar y su papel en la partitura. Un lugar ni co y fundamental, como la piedra pulida, es indispensa ble para el edificio que cons
truye el masn, como es in dispensable la clave del pen tagrama que permite deducir el nombre de las otras notas, ya que stas se suceden siem pre en el mismo orden.
cadena de unin en la que la te el ritmo cardiaco de cada uno a la vez que se inserta en un ritmo colectivo. La msi ca en logia no tiene sentido si no en lo vivido y lo comparti do. La Columna de Armona no llena vacos, contribuye a crear una nueva visin del instante vivido colectivamen te e individualmente. La m sica es un arte aglutinador que constituye un lazo de unin hacia la universalidad
tanto en el transcurso de las Tenidas como en las iniciacio nes o las elevaciones. La Ins truccin del Aprendiz y la del Compaero as como la aper tura y cierre de los trabajos en Logia son marcados por el Ritmo sonoro del verbo, con la alternancia de las pregun tas y respuestas, de los malle tes creando eco y batera. El Ritmo se encuentra en la ges tualidad de los pasos, en la deambulacin, en los signos de orden y en el desplaza miento del Maestro de Cere monias. El Ritmo tambin es el movimiento de la luz me diante la iluminacin y extin cin progresiva del templo y los pilares. Es el Ritmo de la
sugiere lo inexpresable y enri quece la percepcin de lo Sa grado. La Columna de Armona de be estructurar, unificar, crear una comunin, trascender y participar en la creacin de un Egregor del que cada uno se beneficiar.
plano, a acceder a una di mensin superior, a otro es tado de consciencia. Tras un debate, predispondr, tran quilizar a los espritus si es necesario, y preparar para la etapa siguiente con sereni dad. Como una cadena de unin, nos liga al tiempo y al espacio nos llega del pasado y tiende hacia el futuro. Ya sea en el mundo profano o en el mundo masnico, la msi ca es universal. Es la suma de los tres pilares que elevan nuestra vida: Belleza, Fuerza y Sabidura, a travs de la ar mona que desprende, por la vida que desarrolla y por el despertar que permite. Su di versidad constituye su rique za. Observando el silencio, despojndonos de nuestros metales, siendo humildes y sinceros, todas las puertas se abrirn. Entonces los sonidos organizados o no, y los rit mos que conforman la msi ca, movindose en lo intem poral, invitarn al hombre a convertirse en lo que ES. Terminemos con estas dos citas: De Platn: La vida entera del Hombre est dominada por la Armona y el Ritmo responsables del nacimiento en l del poder y la Sabi dura. Y la de nuestro Hermano Mo zart: Gracias al poder de la msica, caminamos, felices, a travs de la oscura noche de la muerte Flauta Mgica, Acto II escena 28.
CONCLUSIN
La Columna de Armona per mite una mejor comprensin del ritual, ms inmediata, ms directa y ms intuitiva. No se trata de una simple flo ritura predispone a la luz en el corazn de cada uno. Al primer sonido, el tono es dado: vamos a pasar a otro
LA HERMENUTICA ANTIGUA
Por Pere Snchez Ferr
Al abandonar las reglas y m todos de la hermenutica tra dicional, el humanismo mo derno se separ del espritu que animaba los textos anti guos y perdi la posibilidad de comprender realmente el sentido de sus palabras, su mensaje y su intencin. As es como la Odisea, la Ilada o la Teogona de Hesodo, que eran textos sagrados para los griegos, han sido convertidos en literatura. Con los libros revelados se ha hecho algo parecido, mina dos por la crtica literaria, el historicismo, el literalismo y las interpretaciones morales incluso polticas, que los tradicional, apegado a la lite ralidad o al amparo del esote rismo (el sufismo, entre otros), ha preservado, por lo menos en parte, la revelacin corni ca de las profanaciones. En el origen de esta devalua cin est el abandono de la hermenutica antigua, que al ser suplida por otra de signo racionalista que incluso la jerarqua cristiana y su inte lectualidad han abrazado, niega de hecho la posibilidad de la encarnacin de Dios en el hombre aqu y ahora, lo que le lleva necesariamente a clavar la revelacin en el tiempo y negar su actualiza cin. Por otra parte, sucede que la revelacin es anticientfica y que Dios no progresa la pri mera revelacin que recibi un hombre en la historia es idntica a la recibida por el l timo. El ocultismo decimonnico, el cristianismo hermtico de Josphin Pladan, los inten tos de CharbonneauLassay y la revista Regnabit, entre otros, as como ciertas co rrientes teosficas y los dems esoterismos contem porneos han intentado revivi ficar el legado espiritual de Occidente tarea difcil pero no imposible. Lo mismo pre tenda Louis Cattiaux, el au tor de El Mensaje Reencon trado, que vino a Espaa para entregar su libro. Gunon, por su parte, se hizo islmico y termin sus das en El Cairo. Sus discpulos siguen aspirando a la crea cin de una lite espiritual
han debilitado hasta inducir nos a dudar de la inspiracin divina que los fundamenta, de manera que el Antiguo y el Nuevo Testamento han si do convertidos en una crni ca confusa y ms o menos fantasiosa de sucesos imposi bles de demostrar en la ma yora de casos. El Islam, ms
que salve Occidente de la de bacle. En la masonera hay de todo. Tal vez deberamos volver al origen, pues eso significa ser original, como deca Gaud. Volver a leer la Odisea con los ojos de Homero, los Evangelios como un cristia no bien instruido del siglo II, la Torah, como Simen Bar Yojay. Revolucin (del latn revol vere y de ste revolutio) era un trmino astronmico que indicaba la trayectoria com pleta de un planeta hasta vol ver a su punto de partida. Es solamente a partir del siglo XVII que tendr connotacio nes de cambio, novedad y al teracin. Aqu pues nos inte resa el sentido primero de este vocablo, puesto que hoy,
una revolucin ha de suponer volver al origen para empren der un camino nuevo, y en esa nueva andadura, la buena hermenutica puede ayudar nos a recuperar la herencia que nos legaron nuestros ante pasados y que hemos abando nado o vaciado de su conteni do primero. Volvamos pues a leer los li bros revelados con el auxilio de la exgesis antigua, tal vez as el tesoro bien guarda do se nos abrir y resolvere mos el enigma antes de que ste nos devore. Los antiguos sabios nos han legado libros, pero cmo comprenderlos bien? Qu di cen realmente las revelacio nes de Occidente? Qu reci bi Moiss en el Sina? Los textos sagrados que narran la vida, pasin, muerte y resu rreccin de Jesucristo son una crnica periodstica o estn hablando de otra cosa? Cmo describir la gama de
colores a ciegos de nacimien to? Una revelacin escrita impli ca siempre volver a velar el misterio del hombre y de su regeneracin. El enigma que contiene el hombre necesita ser resuelto1 lo mismo suce de con el texto revelado, pues est cerrado y necesita comento, debe ser abierto por
alguien que explique su signi ficado profundo, radical, por eso en el judasmo existen la tradicin escrita, la Torah, y la tradicin oral, los comenta rios de origen oral que final mente se pusieron por escri to, como los midrashim o el Zohar. En la Iglesia cristiana tenemos la tradicin apostli ca y los padres antiguos. La palabra hermenutica est ntimamente relacionada con Hermes, el dios de la palabra y mensajero de los dioses. En griego, herma significa, entre otras cosas, piedra, funda cin, apoyo, origen. La her menutica es una ciencia tra dicional que ayuda a bien comprender la revelacin. No se basa en explicaciones personales, en obras de autor, sino en comentadores que co nocieron por experiencia los misterios de que hablan los textos revelados. Veamos c mo procedan los antiguos pa ra comprender lo que lean, qu mtodos exegticos em pleaban. Una de sus herramientas era la etimologa (etymos, verda dero, y logos, palabra) bus cando el origen, el sentido primero de las palabras, se descubra no slo su primer significado sino tambin la in tencin del autor. Todos los comentaristas, tanto en Orien te como en Occidente, se han servido de la etimologa para comentar los libros revela dos. Sin embargo, no es el nico elemento, existen otros cdigos interpretativos como el lenguaje simblico, basado en leyes bien definidas. Si examinamos algunos as pectos del dios Hermes, nos
servirn como ejemplo de los mtodos exegticos em pleados por los antiguos. Hermes era el patrn de los ladrones. Por qu un dios ha de proteger a los ladro nes? Porque hay ladrones y ladrones. El Evangelio de Mateo (11, 12) dice:
Desde los das de Juan Bau tista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo roban.2 Este fragmento es del todo incomprensible sin la ayuda de la exgesis tradicional. Los hermetistas explican que el cielo ha de ser encarnado por el hombre, ha de ser fija do, y una forma de aludir a esta experiencia es usando el trmino robar, de ah el aforismo alqumico rapiat qui potest, quien pueda, que lo robe, (o arrebate). Gra cias a un don de Dios que nos har ladrones, podremos, como Prometeo, robar si mientes de fuego divino para beneficio de la humanidad, segn las palabras de Platn: Don de los dioses a los hom bres () por medio de un tal Prometeo junto con un fuego muy brillante (Philebo 16c).
Veamos ahora un autor ajeno a los Evangelios como el fil sofo hispano romano Sneca, que escribi lo que sigue: Es vergonzoso vivir de lo que se ha robado, pero morir de lo que se ha robado es co sa sublime.3 Quien roba la fuerza del cie lo, podramos decir, experi menta la muerte inicitica que dramatiza en sus rituales la masonera.
vincularemos a ellos y sern nuestros valedores en el otro mundo, pues el Espritu que los inspir tambin nos inspi ra al leer sus obras. Sus co mentarios, como deca antes, no son fruto de la erudicin, sino de la experiencia. Estos son los amigos que nos con vienen. Muchos de los comentarios de las Escrituras eran nica mente orales, pues se pensa ba que los secretos de la her menutica no deban ser profanados y entregados al pblico. Algunos de los textos de es tos conocedores, en su origen
21), donde se advierte del pe ligro de las interpretaciones personales: Ninguna profeca de la Es critura puede ser interpretada personalmente, pues nunca la profeca fue trada por volun tad humana, sino que los hombres de Dios hablaron inspirados por el Espritu Santo. En otro pasaje de esta misma epstola dice, refirindose a las Cartas de Pablo: () hay cosas difciles de entender, que los ignorantes y los dbiles interpretan tor cidamente, como tambin las otras Escrituras, para su pro
Evangelios y exgesis
Para el pensamiento tradicio nal, comprender bien las Es crituras supona la posibili dad de acceder a la salvacin. As lo afirma el Evangelio gnstico de Toms (1, 2), que puso por escrito palabras se cretas: Estas son las palabras secre tas que pronunci Jess el Vi viente y que Ddimo Judas Toms consign por escrito. Quien encuentre el significa do (, hermneia) de estas palabras no probar la muerte. Podramos pensar pues que si seguimos el camino que nos han trazado los santos comen tadores de las Escrituras, nos
solamente fueron divulgados en los crculos reducidos de las sociedades iniciticas que ellos mismos haban funda do, donde se comprenda co rrectamente esas palabras se cretas. Estaba prohibido a los miembros de aquellas organi zaciones divulgar su conteni do, pues si los misterios eran profanados, sus enseanzas seran mal interpretadas y mal utilizadas. Veamos lo que nos dice la Epstola II de Pedro (1, 20
pia perdicin. Queda del todo evidenciada la importancia que los aps toles daban a la correcta compresin de la revelacin escrita. La discrecin ms absoluta reinaba en el mundo inicitico antiguo acerca de la transmisin de la tradicin oral y de los textos secretos que instruan a los miembros de aquellas asociaciones. Te nemos un ejemplo de ello en un texto cristiano del siglo II se trata de una carta de Pedro
a Santiago, conservada en las Homilas pseudocle mentinas: () Pero ellos, pretendiendo penetrar, no s como, el secre to de mi pensamiento, se po nen a interpretar a su modo las palabras que me han odo pronunciar en un sentido ms razonable que el que tenan en mi boca. () Para que nada de esto suceda, es por lo que he credo necesa rio rogarte que no comuniques a nadie los libros de mis predica ciones que te envo, ni a un hombre de nues tra raza ni a un extranjero, antes de haberlo pues to a prueba. Leda esta car ta, Santiago convoc a los presbteros y, despus de habrsela ledo, les dijo: Nuestro Pedro nos recuerda las medidas necesarias y con venientes que hemos de tomar para salvaguardar la verdad. Ms adelante, el texto se re fiere a los varios aos de prue ba a que es sometido quien aspire a tener estos documen tos, as como al juramento que hace quien los recibe: Estos libros, sean los que fueren, que l me entregue, jams los dar a conocer a na die de ninguna de las mane ras: no los transcribir, no los pondr por escrito, no los har copiar, ni yo mismo, ni por medio de otro, ni de nin guna otra manera, artificio o medio. () En resumen, no los dar a conocer a nadie de
ninguna de las maneras ima ginables, si no es a un hom bre al que haya reconocido como digno de ellos, despus de haberlo puesto a prueba como yo mismo lo he estado, o despus de una prueba an ms importante y de una dura cin de al menos diez aos. () Santiago les dijo: Es cuchadme, hermanos y com paeros en el servicio de
Dios! Si ponemos estos li bros a disposicin del prime ro que venga y son falsifica dos por algunos hombres audaces o tergiversados en su verdadero sentido por falsas interpretaciones, tal como sabis que ya ha ocurrido, aquellos mismos que buscan sinceramente la verdad se vern obligados a errar para siempre.4 Como vemos, en sus orge nes, el cristianismo era ms una orden inicitica que no una religin social y sus tex tos secretos eran patrimonio de un grupo inicitico, de una comunidad esotrica que los haba recibido del Maes tro. La negacin a escribir so bre los misterios, a la que ha ce referencia Platn, tambin la encontramos en el Zohar.
Rab Simen se lamenta (I, 11b): Desgracia si hablo! Desgracia si no hablo! Si hablo, los malvados sabrn cmo servir a su maestro. Y si no hablo, los compaeros perdern esta palabra.5 Aqu tenemos el dilema en que se encuentran los sabios cuando ensean en el mundo, aunque muestren velando y sus palabras siempre sean ambiguas. Deca Emma nuel dHoogh vorst que toda hermenutica es un juego de equvocos he mos de esfor zarnos en des cifrar lo que los maestros han complicado. Por ello debe mos tener siem pre presente la antigua ensean za contenida en la llamada Y pitagrica. Esta letra, con sus dos aspas o vas, representa las dos po sibilidades de comprensin
que se presentan al lector. La va de la izquierda es ancha y fcil de seguir constituye la lectura superficial de la Escritura: los sentidos literal,
histrico, moral, metafrico, etc. Slo describe este mun do. El camino de la derecha es ms estrecho, difcil de se guir, pero nos lleva al sentido profundo del texto revelado, a su significado cabalstico, al qumico, esencial. Es el mun do sagrado del Mesas. Pero la letra no es ms que una, y dependiendo de cmo leemos y cmo nos leemos, encontra remos este mundo o el mun do de los inmortales. Esta es una forma de ensean za universal y desde antiguo encontramos su presencia tan to en Oriente como en Occi dente. Veamos lo que nos di ce Platn (Repblica X, 614cd): En mitad haba unos jueces que, una vez pronunciados sus juicios, mandaban a los justos que fueran subiendo a travs del cielo por el camino de la derecha, () y a los in justos les ordenaban ir hacia abajo por el camino de la iz quierda En los Evangelios, el camino de la derecha corresponde a la puerta estrecha: Entrad por la puerta estre cha porque ancha es la puer ta y espacioso el camino que lleva a la perdicin () por que estrecha es la puerta y an gosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo hallan (Mateo 7, 1314). En el hinduismo y en el bu dismo, existen dos escuelas tntricas una es: la va peligrosa, del Vamaca ra, la prctica o ritual de la izquierda, comnmente lla mada va de la mano izquier da, con ritos que se prestan a excesos sexuales. La otra
va es llamada Deksinacara o de la (mano) derecha, con un ritual purificado y una disciplina estricta, que exige la absoluta y devota entrega a la Madre divina en sus mlti
ples formas.6 Finalmente, tambin el Corn (Sura 74, 3841) ha re cogido esta enseanza: Ca da uno ser responsable de lo que haya cometido. Pero los de la derecha, en jardines, se preguntarn unos a otros acer ca de los pecadores. Debemos pues, leer bien y con recta intencin. Acudiremos ahora a un padre de la Iglesia discutido, pero que, a diferencia de muchos otros, nos dirige hacia la ver dadera comprensin de la Es critura. Se trata de Orgenes, que en el siglo III ya adverta a sus coetneos que los Evan gelios no eran una crnica histrica, sino que hablaban de realidades sagradas: Estas cosas no han estado es critas con un objetivo histri co () no pensemos que los libros santos nos explican la historia de los egipcios.7 De nuevo Orgenes: La culpa de todas esas fal
sas interpretaciones, impie dades y rudezas sobre Dios, no parece ser otra que la Es critura no es comprendida segn el sentido espiritual, sino que es tomada como si fuera una simple letra.8 En este otro pasaje apunta a una clave hermenutica de difcil digestin para las reli giones instaladas en el litera lismo y el historicismo: () el objetivo del Espritu Santo fue el de ocultar los misterios en lo que parecen historias de sucesos ocurri dos.9 Y an ms: () ocultar el discurso re lativo a los misterios () co mo tambin los relatos hist ricos que narran las acciones de los justos () como si se tratase de hombres. Y lo que es ms extraordina rio: mediante relatos histri cos sobre guerras, vencedo res y vencidos, algunos de los misterios arcanos se ma nifiestan a aquellos que son capaces de investigarlos.10 El mismo principio encontra mos en la Teogona 2728 de
muchas mentiras parecidas a verdades, pero tambin, cuando queremos, sabemos procla mar cosas verdaderas. Segn las interpretaciones tra dicionales, que son de carc
ter esotrico o hermtico, la Teogona no habla de la crea cin del universo exterior, si no de la creacin de la vida nueva, del Cosmos. Lo mis mo podemos decir de la Bi blia: la creacin del mundo es la creacin del Mesas, del cuerpo glorioso. Esto es enseado en el Tal mud de Babilonia, cuando se refiere e las predicciones y profecas contenidas en el li bro sagrado: las predicciones de todos los profetas nicamente tra tan de los tiempos mesini cos.11 Segn la cbala primigenia, el comienzo de la Torah ha bla del Mesas y las narracio nes bblicas que parecen ser hechos histricos se refieren a los misterios de la revela cin y de la regeneracin hu mana. Como deca antes, la buena exgesis viene determinada por una experiencia, pues es
el Espritu de Dios quien da la verdadera compresin de los textos y los smbolos. Por eso escribe Louis Cattiaux, el autor de El Mensaje Reencon trado (VIII, 15): Los ignorantes se equivocan respecto a las palabras por que no conocen la naturaleza secreta de las cosas. Refirindose a este problema, sudiscpuloEmmanueldHoog hvorst enseaba que los ma los comentadores parece que hablen del otro mundo, pero en realidad estn hablando de este mundo, pues es el nico que conocen. Contrariamen te, los buenos conocedores parece que hablen de este mundo, pero hablan del otro, pues conocen los dos. As pues, el lector debe se guir las vas y las enseanzas de los buenos comentadores, basarse en sus modelos exe gticos y esforzarse en cap tar la intencin con que han si do escritas las palabras, descu brir si es una obra de autor o bien ha sido inspirada por el Espritu. Quin slo se nutre de buenos alimentos, recha zar los de mala calidad. Los cabalistas dicen: a qu se parece la cosa? (Ma ha da bar dom?) No es la cosa pero se le pare ce: es como una piedra, como un monte, como un rbol, co mo un ro, como un pozo, etc., pero todas esas figuras, imgenes y smbolos se refie ren a una realidad divina, por esa razn los alquimistas ha blan de nuestra agua, nuestra tierra, nuestro oro. Olimpiodoro, alquimis ta griego del siglo V, escribi que los metales son ale
goras, pues en realidad se trata de sustancias, en griego stoijeion, que tambin signi fica elemento, letra y prin cipio.12 Hay que compren
le puede llamar libro, y este li bro est cerrado con siete se llos (Apocalipsis 5, 1 ss.) y slo el Espritu Septiforme puede abrirlo. Cuando esto ocurre, el libro se abre, el hombre se lee y se conoce realmente. Este es el sentido de la sentencia griega Con cete a ti mismo, presente en Delfos para quienes entraban en aquel lugar.13 El maestro de la Escuela es el Espritu y tambin es l quien nos abre el sentido interior pa ra as comprender el sentido oculto de las Escrituras, tal como se refiere en el pasaje evanglico de los discpulos de Emas (Lucas 24, 3035): Y entr a quedarse con ellos. Y sucedi que, cuando se puso a la mesa con ellos, tom pan, pronunci la bendi cin, lo parti y lo iba dando a ellos. Entonces se les abrie ron los ojos y le reconocie ron, pero l desapareci de su lado. Se dijeron uno a otro: No arda nuestro corazn dentro de nosotros cuando nos habla ba en el camino y nos abra14 las Escrituras? () le haban conocido en la particin (o ro tura, ) del pan. Como vemos, la obertura del libro, la del pan y la del hom bre esencial es una misma rea lidad.
bolos, ritos y doctrinas de la Orden, por esa razn debera mos encaminar nuestros estu dios hacia la recuperacin del significado prstino de nues tro patrimonio, pues slo as reencontraremos y revivifica
remos la masonera original, cuyo otro nombre en la Edad Media era geometra. Desde antiguo van unidos los conceptos de medida y geo metra, pero los antiguos no siempre aclaraban si se re feran a su aspecto profano o
sus personajes, que emula a Tales de Mileto: quiero medir geomtrica mente el aire (...) mido por medio de la regla recta, de modo que el crculo se con vierte en cuadrado...15 Es evidente que la geometra profana no se ocupa de medir el aire, pero se comprende lo citado si sabemos que cua drar el crculo significa cor porificar o encarnar el cielo en el hombre, pues segn la hermenutica antigua, medir es otra forma de referirse a la corporificacin, a dar medida a lo ilimitado. Explica Plutarco que, contra riamente a Isis y Osiris, to do lo que se halla falto de medida y regularidad es atribuible a Tifn (Sobre Isis y Osiris, 64). Todo lo he mos creado con medida, po demos leer en el Corn. (Su ra 54, 59) Y el pasaje del Libro de la Sabidura (11, 20) es conocido: Pero t to do lo dispusiste con medida,
Masonera y geometra.
La masonera ha sufrido las mismas desviaciones que las religiones, pues el pensamien to moderno lo ha penetrado todo, destruyendo, marginan do o simplemente olvidando el sentido primero de las sm
sagrado era el lector quien deba descubrirlo. Veamos lo que Aristfanes (siglo VIV a. C.) pone en boca de uno de
nmero y peso. En rabe se escriben igual medir y crear. Crear es poseer las reglas de clculo del mundo que,
como dice un midrash hebreo, Dios transmiti a Adn,17 y cuyo secreto est en el arte y la ciencia de geometra. Los antiguos, pues, a menudo se referan a la ciencia sagra
gar, no hay que decir que hay una de la masa y otra de los filsofos? (...) de modo que tiene sentido plantear que son dos ciencias. 57d: Que hay dos aritmti
da como si fuera la de este mundo, sin advertirnos previa mente. Por esa razn hace ms de dos milenios que Platn ya nos instruy sobre los dos aspectos de las cien cias, y lo dej escrito en el Fi lebo 56de: La aritmtica en primer lu
1 Vase El Mensaje Reencontrado XXII, 50: Es intil correr dando vueltas y agitarnos a diestro y si niestro para evitar tener que resol ver el enigma de la vida y de la muerte que se nos propone aqu aba jo, ya que el enigma subsiste y de vora finalmente a los que no han po dido resolverlo. 2 El original griego emplea la for ma verbal , de , robar, tomar por la fuerza. 3 Tratados filosficos. Cartas, ed. Porra, Mxico, 1992, p. 176. En otro tratado escribe que Pitgoras y los otros filsofos te ensearn a morir (De la brevedad de la vida, XV, p. 104). 4 Las predicaiones de Pedro segn
cas y dos geometras y otras muchas semejantes que de penden de ellas y tienen esa duplicidad bajo un nico nom bre comn. 61de: Y una ciencia distin ta de la otra ciencia, porque una apunta a lo que nace y pe rece, mientras que la otra
las Homilas pseudoclementinas, presentacin y traduccin de J. M. Rotger, Gnsticos y Rosacruces, Coleccin La Puerta, n 68, Arola editors, Tarragona, 2009, pp. 4447. 5 A. Lynxe, edicin de Tishby, Exgesis y hermenutica, La Puerta n 64, p. 30 i nota 25. 6 Diccionario de la sabidura oriental, ed. Paids, Barcelona, 1993, voz Tantra. 7 I, Homlies in Ex., La Puerta. Sobre esoterismo cristiano, ed. Obelisco, 1990, p. 95. 8 Tractat dels Principis ,ed. Laia, 1988, p. 360. 9 Op. cit., libro IV, 3, 11. 10 Op. cit., IV, 2, 8. 11 A gga dot h du Ta l m ud de
atiende a lo que ni nace ni perece... Para los masones medieva les, geometra era sinnimo de masonera, aunque es ob vio que se entenda esta cien cia en su sentido oculto y sa grado, de la que su aspecto profano o vulgar es una ima gen de la primera, que le serva de modelo. Es cierto que la geometra que hoy lla mamos cientfica contiene muchas enseanzas tiles a quienes buscan los secretos de la geometra sagrada o masnica, pero la que funda menta la existencia de la Or den es la que estableci el Gran Gemetra para edifica cin del templo en el secreto del hombre. Como reza el axioma herm tico, lege, lege, relege, ora, labora et invenies.
Babylone, Ordre Zenekin, Snhedrin, chap. XI, 182, ed. Verdier, 1982, p. 1115. 12 M. Berthelot, Collection des Alchimistes grecs, p. 95 13 Plutarco, Sobre la E de Delfos, 392 A. 14 E l o r i g i n a l g r i e g o d i c e , de , abrir, y no explicaba, como traduce la Biblia de Jerusaln o declaraba, como en la versin de Nacar Colunga. La Vulgata, normalmente fiel al texto griego, traduce por aperiret. 15 Aristfanes, Aves, 9951009 16 Los Captulos de Rabb Eliezer, Biblioteca Midrsica, Valencia, 1984, 8, 2.
LA ESPIRITUALIDAD EN LA MASONERIA
Por Galo Snchez-Casado
Actualmente se est produ ciendo unos fenmenos de ti po poltico, a nivel mundial, que tiende a que la sociedad se convierta cada vez ms en una sociedad laica, creo que podemos estar de acuerdo con ello, pero lo que no se de be permitir es que se desacra lice porque nos llevara a una situacin de desilusin y a un mundo gris, totalmente auto matizado y robotizado donde los humanos tendrn recelo de asumir lo Sagrado por mie do a parecer ridculos. Esta re flexin es lo que ha dado pie a este trabajo en el que he co menzando con una mirada atrs a travs de la historia pa ra seguir posteriormente con una serie de preguntas que nos abran camino hacia un fu turo. No se puede determinar en el tiempo el carcter inicitico de la masonera es suficiente con subrayar que a pesar de que se ha fijado una fecha en tre 1717 y 1723, esta no nos lleva ms que a un determi nismo histrico. Tampoco te nemos que probar filiaciones que se remonten a los templa rios ni a los monjes construc tores, creo que lo ms impor tante es establecer el carcter inicitico de la masonera y su va espiritual, que ha que dado probada a lo largo del tiempo y que son los dos pila
res bsicos para el perfeccio namiento del individuo. Si bien es cierto que siempre se buscan filiaciones en el pa sado remoto, lo innegable es que durante todo el siglo XVIII han ido naciendo ritos, con pretendidas autenticida des o no. El siglo XVIII se manifest por una creciente in clinacin por el mis ticismo o espiritualis mo y evidentemente tambin penetr en la masonera a travs de los altos grados. Esta tendencia msti ca se manifest, par ticularmente, por la leyenda de la Bveda Real. Se basaba en la pretendida existencia de
descubierto una piedra trian gular en la cual estaba graba do en letras de oro el verda dero nombre de Jehov. Esta leyenda dio origen al grado 13 Arco Real, que no debe confundirse con el Royal Arch ingls.
una pequea cueva escondida en las subestructuras del Tem plo de Salomn, donde los Maestros Masones haban
Pero, fue con la creacin del grado de Rosacruz que se re vel la expresin ms perfec ta de las influencias msticas, este grado estaba inspirado en el clebre movimiento del siglo XVII, que reuna la esencia espiritual, nueva de forma, pero tradicional de fondo, que los creadores de la francmasonera especulati va haban dado a la Orden. Segn Paul Naudon haciendo referencia a un ritual de 1765, dice: Todo en el ritual de Rosacruz es de esencia pro fundamente cristiana y evang lica, sin ninguna ambigedad. Evidentemente estamos ha blando de un grado que pue de tener una lectura polidri ca, ya que se puede ver desde
distintos ngulos y de la mis ma forma que Naudon afirma que es un grado cristiano, otros autores lo ven como un grado alqumico o hermtico. No olvidemos que este grado est formado por la refundi
cin de distintos grados Rosa cruces existentes en aquella poca, cada uno con una va inicitica diferente. De ah sus diferentes nombres Rosa cruz de Kilwining, Prncipe de Heredom, Caballero del guila negra, Caballero del Pelcano o Caballero de San Andrs de Escocia. La simbologa del grado tam bin es interpretativa, mien tras muchos hermanos ven en ella el smbolo de la muerte de Cristo, otros hacen la lectu ra de la rosa, que decora el centro de la cruz, como sm bolo del amor y otros ven en esa cruz un smbolo no de
muerte sino de vida, en este caso la cruz representada por una barra vertical que simbo liza esa la vida personal est cruzada por una barra hori zontal que representa la muer te, el descanso de la persona. Hasta aqu tendramos una tau clsica, pero la vertical rompe y contina, simbolizan do el espritu que sobrevive al desorden de la estructura viviente, despus de la muerte. He dicho que el grado 18 es amor, porque esa es la razn de la manifestacin hacia otros seres humanos y predis pone para ayudar a los otros, a todos. El Caballero Rosa cruz sabe que la luz la recibe de fuera, que su espritu pro viene de una fuente exterior que le reviste de una espiri tualidad y aunque sea agnosti copositivo junto a sus herma nos en el captulo, un lugar santo por el reencuentro fra ternal, casi mstico , se en cuentra en una comunin de religiosos y no religiosos, donde estn desde creyentes a agnosticospositivos. No se puede esperar subir la escale ra hacia otros grados sin la ex periencia adquirida en el gra do 18, experiencia que debemos aplicarla a la vida cotidiana para situar nuestra esperanza en el progreso de la humanidad. Tambin el grado de Ka dosch presenta un carcter cristiano que es innegable, di ce Naudn. Si en la poca de su aparicin, asust tanto a los catlicos romanos, como a los anglicanos o a los galica nos, es porque los contem porneos vieron all una ac cin poltica conjugada de
Federico II, apoyado por los jesuitas, en su guerra contra Francia. Segn testimonio que aporta Paul Naudon sobre un ritual manuscrito de Kadosch del Supremo Consejo de Fran cia, fechado al principio del siglo XIX, el grado permane ce en el mismo espritu. En l leemos que los Kadosch, hacen remontar muy lejos su origen, han sido los prime ros entre los hijos de los hombres en adorar y procla mar al rey del mundo en un establo a Bethlem. En l encontramos este ruego O benfico y Eterno Arquitecto
del Universo, te ofrecemos, desde lo ms profundo de nuestros corazones, un sacri ficio viviente te suplicamos, muy humildemente, de inspi rar a nuestros enemigos un justo arrepentimiento de los males que nos han hecho y que permitas que sean con vencidos de sus culpas, con el fin de que abran los ojos, que podamos ser reconcilia dos con ellos y que uniendo nuestros corazones, volva mos a tomar posesin de esta Tierra Santa donde el primer Templo fue construido y que podamos reunirnos para cele brar una vez tus alabanzas en
la montaa santa y tennos por siempre benditos. Amn!. Y Naudon aade que el mis mo espritu cristiano se com prueba en los rituales de otros grados superiores com puestos en la misma poca, como el Soberano Comenda dor del Templo de Jerusaln. Podramos as multiplicar los ejemplos y las citas. Creo ha ber mostrado bastante y que, contrariamente a las opinio nes corrientes y superficiales, el escocismo de los altos gra dos, completado por las diver sas formas de la Tradicin pri mordial del ritualismo de los tres grados del oficio, perma nece impregnado de la tradi cin cristiana cuidadosamen te conservada en las logias simblicas escocesas. Pero eso no quiere decir que para pertenecer a estos grados se deba de ser cristiano. Como consecuencia las preo cupaciones msticas, dentro del escocismo, haban nacido sobre un plano infinitamente ms elevado a causa del abu so del racionalismo. La dife rencia de las actitudes res ponda a una divergencia de pensamiento mucho ms que a matices. Los ritos masni cos que son soportes de la tra dicin, son tambin los mo dos de progresin hacia el Conocimiento, el Absoluto y hacia lo Divino. Constituyen a este respecto una manifesta cin del sentimiento religioso y expresan para el iniciado su fe en un Ser Superior, sea cual sea su naturaleza y su es peranza de identificarse con l en el futuro. Es la elevacin del Hombre hacia el Supremo, por la hu
mildad y por el esfuerzo, por que est en l y porque esta inmanencia es el reflejo de la trascendencia. Dios que est en todo porque Dios es Todo. Pero no todos los masones opinaban as, la actitud de Ca gliostro hace del devenir una realidad. Todo es Dios, por que Dios est en todo y esta esencia, hecha presencia y participacin, sustituye las
virtualidades en una pose sin, en un poder ilimitado, que le permite al hombre ac tuar con todos los medios di vinos. No es la aspiracin del hombre que se eleva hacia Dios, sino es el debilitamien to de Dios puesto al servicio del hombre. Los sistemas de Swedenborg o de Martines de Pasqually llevaban tambin hacia la confusin sin caer en ella. Transformaron bien los ritos masnicos en ceremonias
litrgicas, pero su tergia se limitaba a obtener la mani festacin de lo divino por un ascesis de identificacin a l. Que masones eminentes han podido tomar una decisin y caer en prcticas poco justifi cables a los ojos de la franc masonera? seguro, lo hemos visto con algunos eminentes hermanos y podemos citar tambin al prncipe Charles de Hesse que se interesaba ms por la va alqumica, en lo que sta tena de ciencia y de ocultismo, que por la es piritual. La tradicin inicitica es una disciplina del conocimiento y por tanto a veces es muy difcil diferenciarla de la ciencia, hay muchos herma nos que tienden a darle una
preponderancia mayor a la ciencia que a la va inicitica y estn equivocados eviden temente, porque la tradicin trata de la va interior y da como fin a cada individuo, la iniciacin, la iluminacin que se sita en el marco de los conocimientos intuitivos. Tambin hay que tener en cuenta que la tradicin, no es rgida, al contrario, es movible, porque se basa en el pensa
miento, lo otro es circuncidar se a una situacin totalmente hermtica y encorsetada que no nos lleva a la va de per feccionamiento individual. La va inicitica tiene que con firmar en s las leyes de la bs queda ante las experiencias. Precisamente la iniciacin de
como plantean las religiones, si todas las virtudes son nece sarias para alcanzar ese esta dio, el Kadosh es el smbolo de una santidad inicitica que tiene como referencia un sis tema adogmtico y que como todo grado masnico est le jos de cualquier culto idlatra.
be hacer una aproximacin li bre y crtica al conocimiento, sin adhesin a los dogmas, ha ciendo una valoracin negati va de la aventura humana que lleva al enfrentamiento entre los pueblos y debe, por el contrario, facilitar la paz entre las etnias. Los moralistas distinguen tres modos de elevacin hu mana la santidad, el heros mo y la la sabidura. La santidad es especficamen te religiosa y se realiza me diante la oracin y el ascetis mo es un tipo de experiencia muy difcil de alcanzar en que se llega al grado mximo de unin del alma humana a lo Sagrado durante la existen cia terrenal. El hroe se pone al servicio de una gran causa y arriesga su vida para poder realizarla, en cambio, el Sa bio adquiere la santidad por la experiencia y la reflexin. Los esfuerzos de elevacin no deben de significar un sa crificio de todos los placeres
La va inicitica representa un grado de perfeccin al que todo masn debe aspirar, ya que se reclama conocedor del dualismo, por tanto sabe me jor que nadie que est tenta do de la grandeza y la pe queez, de la violencia y del amor, del bien y del mal, de la elevacin y la cada. Reco noce que es un humano sin otros poderes que los de un humano, sin otras noblezas que las de un humano, sin otra dureza que la de un hu mano pero que tiende bajo una perspectiva humana a su elevacin espiritual, que a travs de una lnea activa y constructiva, termina por no ser iniciado sino por iniciarse a s mismo. Por otra parte tambin tene mos el carcter social de la masonera y que nadie ha puesto en duda, ni los que provienen de la izquierda, ni los de la derecha y ni siquiera la propia Iglesia, lo cierto es que la evolucin del pensa
miento masnico no deja lu gar a dudas en la separacin entre el cielo y la tierra. No obstante lo difcil es distin guir entre esa bsqueda de la perfeccin interior y la per feccin social que pueden te ner radicalmente distintos valores para los masones, hay que pensar que el fin ob jetivo de las logias es prepa rar al hombre para su destino individual y colectivo. Los marxistas afirman que el hombre es el producto de su propia historia, los existen cialistas, asimismo, afirman que el hombre est condena do a inventar al hombre y los cristianos admiten siguiendo a S. Agustn que Dios est en cada hombre. Pero lo cierto en todo esto, es que existe el problema de definir que es lo que constituye a un hombre. El proceso ms singular es el de la autorrealizacin de donde emerge una persona que aporta colectivamente un fruto, un YO gracias a mlti ples TU. Como deca Sartre est hecho de todos los hombres con lo que estoy de acuerdo, aunque lo expre sara de otra forma y es que cada hombre contribuye a to dos los dems.
Hay muchos hermanos que se hacen la siguiente pregun ta cmo progresar espiritual mente?, pero pocas veces ha cen los esfuerzos necesarios para conseguir esa progre sin, a veces porque los torbe llinos de la vida cotidiana, la bsqueda de riquezas efme ras, la lucha por el poder, por adquisiciones materiales, co mer bien, beber mejor, jugar, viajar, todo esto nos ha hecho crear un mundo artificial que evidentemente nos hace per der las referencias y conse guir esa elevacin espiritual, con esto no quiero decir que tengamos que convertirnos en ermitaos, ni muchsimo menos. Y por supuesto en ningn momento pienso en la vuelta a un poder teocrtico para olvidarnos de la laici dad, todo lo contrario. Deca Ren Guenn: "Nos sirven de referencia, la personalidad y las obras de muchos otros masones, que contribuyeron a la formacin y al desarrollo del escocismo, que testimonian con elocuen cia la naturaleza y el objeto de sus preocupaciones. Para ellos, la Gran Obra a realizar mora en los altos grados. La Piedra filosofal, la Palabra Perdida, el secreto de la trans mutacin del plomo de oro, es siempre una elevacin de Yo individual hacia la Belle za, la Verdad, el Bien, hacia el Conocimiento Trascenden te, es el cumplimiento del ar quetipo que cada hombre lle va en l, siendo el hombre la materia misma de la Gran Obra". Jos de Maistre, que tena
pensamientos elevados pero los pies sobre tierra, define lo que piensa debe ser la natura leza y el fin de la Orden masnica, fin que cualifica de Cristianismo Trascenden tal, escribe en 1798: " hay fuertes razones para creer que la verdadera maso
hacia la tierra y despreocupa das de las cosas celestes. To do es importante para ellos, excepto la sola cosa impor tante, el sitio del hombre en el universo, el conocimiento de su origen y de su destino". O volviendo a Ren Guenn: "Todo el mundo est de acuerdo en reconocer que la civilizacin occidental (Eu ropa y Amrica) est en cri sis: crisis de valores, crisis de recursos, crisis de un sis tema". Guenn, como el principal representante de las doctrinas esotricas del siglo XXI, tiene como primordial caracterstica que opone a la civilizacin materialista de Occidente una visin espiri tualista cuya raz solo la po demos encontrar en Oriente. Sin embargo, creo que bus car ese espiritualismo en oriente puede ser un error, en primer lugar porque no exis te una civilizacin oriental sino varias, no es lo mismo la china, que la hind o que
nera no es slo la Ciencia del Hombre por excelencia, es decir el conocimiento de su origen y de su destino. Su ltimo fin debe ser... la revela cin de la revelacin o los co nocimientos sublimes del que nos ocupamos. El gnero humano, dice, est envilecido. La tierra de he cho se divorcia con cielo. Nues tros pretendidos sabios, ridcula mente orgullosos de algunos descu brimientos infanti les, disertan del aire fijo, volatili zan el diamante, aprenden de las plantas cun to deben durar, se pasman so bre una pequea petrificacin o sobre la trompa de un insec to. Pero se abstienen bien de contravenir, hasta preguntar se una vez en su vida, lo que son y cual es su sitio en el universo. Son almas dobladas
la islmica, tambin quiero remarcar, que la civilizacin occidental cuando era tradi cional estaba muy cercana a alguna de las orientales. Por todo ello, es evidente que la masonera, ofrece una va que, puede cambiar esa tesis si sabemos hacer que trans
mita el espiritualismo que contiene en su tradicin, en contra del materialismo que nos ofrece la sociedad. Guenn deca tambin "que la iniciacin consiste esencial mente en la transmisin de una influencia espiritual por medio de un rito", esta defini cin la ilustra bien el fenme no del arquetipo de la inicia cin, y podemos distinguir tres tipos de iniciacin: la tri bal, la mgica y la espiritual. La iniciacin tribal trata preci samente de que el joven entre en el mundo de los adultos, en el fondo no deja de ser
ciaciones espiritualistas y hace una aproximacin hacia lo ab soluto separando lo sagrado de lo profano. En el tiempo que dura la tenida los herma nos son llamados, claramen te, a seguir una lnea espiri tual y durante ese tiempo cada individuo se transporta a su espacio sagrado, por eso decimos en el ritual que no estamos en el mundo profano. Desde los remotos tiempos de nuestros antepasados, el fuego ha jugado un papel pri mordial era el sueo de ven cer a las tinieblas y tener la luz. Tambin en la masonera
una iniciacin de tipo social. La iniciacin mgica, precisa mente, incita al nefito a ir contra las reglas de iniciacin humana buscando fenmenos contranaturales y termina sien do en muchos casos una con trainiciacin. La iniciacin espiritualista es la que accede a una comuni dad con el fin, tambin, de pa sar desde el mundo del nio a del adulto pero desde la vi sin del mundo temporal al mundo espiritual. La masonera se sita eviden temente en los grupos de ini
miramos hacia la luz. Pero es te motivo ha confundido dos conceptos espritu y luz idea lizada. El primer versculo del Gnesis nos habla que la luz hace su aparicin, pero luego la cosmogona bblica que presenta esta luz en el pri mer da, nos habla de la crea cin de las luminarias el sol, la luna y las estrellas que aparecen en el cuarto da. Es evidente que la luz del pri mer da es la luz trascenden te, de la luminaria psquica y luego vienen las otras lumina rias, lo que podamos llamar
las luminarias del espritu. Por nuestra inteligencia so mos capaces de conocer los otros universos, por nuestro espritu podemos llegar a co nocernos a nosotros mismos, en tanto que testigos de no sotros mismos, el YO del espritu conoce al otroyo y lo sita en el mundo y frente al mundo. Las dos concepciones me tafsicas espiritualismo y ma terialismo nos hacen refle xionar sobre el espritu y el cerebro. El espritu es inma terial, mientras que el cere bro es material. Pero nos queda otra reflexin y es si el espritu humano es inmortal o mortal y aqu es donde hay un enfrentamiento entre humanistas y religio sos. Paul Kurtz estima que la tesis inmortalista revela un acto de fe y proviene de una actitud de miedo y de obje cin hacia la muerte. Para l la promesa de la inmortali dad es una solucin ansiolti ca. Hace cambiar la vida contra la esperanza de una vida despus, eterna. Lo cierto es que el materia lismo no ha podido dar una respuesta a esta angustiosa pregunta, la ciencia tambin lo ha intentado y sigue sin descubrir el misterio.
MASONERA EN JAN
Por Jos Manuel Higueras Lorite
En una esquina, al final de una cenefa gtica que lleva sufriendo las inclemencias del tiempo ms de cinco si glos, silente, sentado, miran do satisfecho al horizonte (al gunos dicen que a la salida del sol en el solsticio de in vierno), encontramos un maes tro cantero, un alquimista de la piedra que ha visto pasar si glos de historia masnica ba jo sus pies. Esta figura, exqui sitamente tallada por el maestro Enrique Egas en el ao 1500, nos podra hablar de la historia masnica de una localidad que siempre acompa a la masonera es
tes que evidenciando un ocho se muerden la cola Bajo esta cenefa maravillosa, aparece el trabajo de los anti guos masones, largas hileras de piedras perfectamente cor
paola desde sus comienzos, la ciudad de Jan. En su Catedral renacentista podemos disfrutar de las tra zas gticas del anterior tem plo, su muro oriental ofrece una cenefa de un exquisito gtico isabelino, a lo largo de la intrincada decoracin nos recrearemos entre granadas maduras que nos muestran sus granos, pelcanos que ali mentan a sus cras, cabezas barbudas, representaciones con ecos hinduistas, serpien
tadas, perfectamente pulidas y sealadas con una gran pro fusin de marcas de cantera, dobles bastones, malletes, es cuadra y comps, taus, pa lancas Pasear por este muro es co municar con los antiguos ta lleres de francmasones que venidos de toda Espaa y Francia, trabajaron en la cate dral gtica de Jan. A los pies del mismo, una reciente escul tura honra al arquitecto princi pal de la catedral, el renacen
cel, una plomada, una escua dra, un comps instrumen tos de un maestro operativo. La historia de la masonera especulativa en la ciudad co menz en 1811, al parecer cumpliendo rdenes de Na polen, su hermano el rey es paol Jos I decidi estable cer logias en todas aquellas ciudades controladas por el ejrcito galo, segn las crni cas tras la retirada del ejrci to francs, las fuerzas locales descubrieron la cmara en lutada para las meditaciones precedentes a la recepcin, y
tista Andrs de Vandelvira, que muestra sus instrumentos de trabajo un mallete, un cin
las consabidas calaveras. Hallse igualmente un cruci fijo de tamao natural, que se haban llevado del convento de San Francisco. La cmara principal donde tenan las juntas estaba muy bien deco rada con todas las alegoras masnicas, que por algn tiempo se conservaron a la pblica expectacin, y era fa
ma que las haba pintado un tal Cuevas. No son muchas pistas las que nos da esta des cripcin del inmueble, si bien, existe en Jan un pala cio llamado Casa de los Ma sones, junto a la Catedral, to dos los archivos de la ciudad la llaman as desde aquel he cho, su cercana al Convento de San Francisco y cmo ha quedado grabado en la ciuda dana la fecha (1811) y el nombre (Casa de los Maso nes) nos lleva a poder afir
mar con una gran fiabilidad que el Palacio de los Covale da Nicuesa fue la sede de los masones afrancesados o de la logia bonapartista de Jan. Tras la ocupacin francesa vi no el ignominioso reinado de Fernando VII, su persecucin contra la masonera fue tal que no hay noticia alguna so bre actividad masnica en la ciudad. Decididos los jienen ses a seguir practicando la masonera, aprovecharon el trienio liberal (18201823) pa ra fundar otra logia, cerca de la anterior en un inmueble lla mado Casa del Peto. Poco sabemos de esta logia masni ca, salvo la ubicacin del tem plo gracias un informe poli cial, pues por desgracia aquel taller deriv, a causa de los movimientos polticos jienen ses, en una logia de otro or den, perteneciente a la Socie dad de Caballeros Comuneros,
una pseudo masonera de cor te radical que instaur su To rre principal de la provincia en Jan y que dio mala fama al Arte Real en toda la re gin. Sin embargo el edificio, hoy casa seorial, sigue lle vando el nombre de Casa del Peto, algunos dicen que por los petos que lucan los visitantes que all se citaban. A lo largo de su historia, la provincia de Jan ha contado con 44 logias y, al menos, cin co tringulos, algunos cen tros masnicos tuvieron espe cial transcendencia como Linares que espoleada por una muy pujante economa minera lleg a tener nueve lo gias ocupadas por masones li narenses que trabajaban codo con codo junto a un gran n mero de hermanos ingleses (an puede visitarse el cemen terio ingls de Linares donde no pocos masones britanos re posan para siempre), france ses e italianos, un total de ms de 300 masones trabaja ron en los talleres linarenses Andjar y Martos tambin constituiran dos centros mas nicos importantsimos al igual que Alcal la Real, lugar de nacimiento de la Logia Aca
cia cuyos miembros se en contraban entre lo ms gra nado de la poblacin y del movimiento espiritista es paol (fundaron el Centro La Luz, el segundo centro espiritista ms importante de Andaluca y uno de los ms importantes de Espaa). Centrndonos en la capital, las primeras noticias sobre la
consagracin de nuevas lo gias (en la provincia las pri meras datan de 1876) no lle garn hasta el 14 de febrero de 1880, fecha de levanta miento de columnas de la lo gia Fraternidad Oringiana n 141 bajo la obediencia del Gran Oriente Nacional de Espaa. Aquella logia estaba constituida por masones jie nenses que haban sido ini ciados en otras logias, algu nos de ellos en la madrilea Matritense, lleg aquel taller a tener hasta 63 miembros, entre los cuales contamos con ilustres capitalinos como Joaqun Ruiz Jimnez, quien fue ministro con Alfonso XIII o Eloy Espejo un famo so mdico de la ciudad. Tam bin contaban con miembros que luego alcanzaran gran fama en la Orden, como el
entonces comandante Federi co Navarro de la Linde, quien alcanz el grado 33 y ocup puestos de importancia en el Gran Oriente Espaol. Sera excesivo poner aqu todos los hombres ilustres que pertene cieron a esta logia, la mezcla social era absoluta y con im portantes oficiales, polticos, mdicos o catedrticos, con vivan humildes profesores, plateros, empleados de ofici na sin duda una clara mues tra de lo que la masonera re presenta, pues dentro de la una logia no hay diferencias sociales. Si hubo una logia en la capi tal que mejor pudo represen tar los ideales de la orden y, sin duda, marcar la historia masnica de la ciudad fue la logia La Verdad. Esta logia le vant columnas en 1883, ba jo los auspicios del Gran Oriente de Espaa y con el nmero de matrcula 200. Los miembros de aquel taller, estaban entre los ciudadanos ms activos y comprometidos de la ciudad, como ejemplo tenemos a su venerable en los primeros aos, Jos Calata yud Sanmartn, quien haba si
do alcalde de Jan por dos ve ces en el sexenio democrtico, gobernador civil y uno de los fundadores del Partido Repu blicano Demcrata Federal. En esta logia, conviviran un gran nmero de polticos re publicanos adscritos a diferen tes grupos, Partido Republicano Progresista, Unin Republica na todos comprometidos en la lucha contra el caciquis mo rural que sufra la provin cia y todos de alguna manera perseguidos por quien repre sentaba en ese momento la in tolerancia y el fanatismo.
Que a esta logia perteneca la lite intelectual de la capi tal es indiscutible, escritores y periodistas como Ricardo Garca Requena, pintores co
mo Pedro Rodrguez de la Torre, actores como el argen tino Alejandro Almada, di rectores de diarios como Santiago Guindos, diputados como Jos Ramrez Duro, cientficos... La influencia de aquellos masones en la socie dad jienense fue intensa, pro moviendo el primer consulto rio de anlisis clnicos con mtodos modernos, llevando la Real Sociedad Econmica de Amigos del Pas hasta cotas de excelencia, promoviendo servicios sanitarios para la ciudad, extendiendo mtodos educativos vanguardistas, en definitiva, liderando el movi miento intelectual de la capi tal a finales del XIX a todos los niveles, desde el poltico, artstico, cientfico y social. Posiblemente el final de aque lla logia vendra provocado por una excesiva concurren cia de egos exacerbados que convivan en el mismo espa cio. No sobrevivi a una di sensin interna provocada por unas elecciones a venera ble. Una autntica pena, pues esta logia an tena mucho que ofrecer a la sociedad jie nense el ao de su desapari cin (posiblemente 1891). No obstante, an pudo ofre cer un ltimo legado, el naci miento en su seno de otra lo gia, la Logia Lealtad de la que ms tarde nos ocuparemos. La masonera jienense en aquella poca era una repre sentacin exacta de la socie dad en la que se desarrollaba, no todos los habitantes y por lo tanto no todos los maso nes, eran catedrticos, cient ficos o polticos de alto nivel, prueba de ello sera la logia
Hijos de la Acacia. Este taller fue fundado el 26 de noviem bre de 1886, por miembros que en su mayora haban si do iniciados en una importan te logia capitular de Alcal la Real (Jan) , llamada Logia Acacia. Con el nmero de matrcula 217 y bajo los aus
nense, por un lado la del tra bajo intelectual, poltico por otro lado la del trabajo con las manos, con el esfuer zo fsico pero todos ellos unidos bajo un mismo techo y bajo unos mismos princi pios, que Jan llegara a ms y mejores cotas de libertad, de igualdad y de fraternidad. La logia Hijos de la Acacia no lleg a cumplir 10 aos, pues su desaparicin se fecha apro ximadamente en 1895, causa da sin duda por las luchas in testinas de los Grandes Orientes y por la precarie dad laboral de la provincia en aquellos aos. Tambin tuvo Jan una logia peculiar, la logia Sinceridad n 56 fundada el 1 de octubre de 1890 al oriente de la Gran
picios del Gran Oriente Na cional de Espaa, su desarro llo fue fulgurante, pues en pocos meses iniciaron a 23 miembros, llegando a tener esta logia casi 60 masones ac tivos. Los oficios eran muy variados, es aqu donde pode mos observar la configura cin social del Jan del XIX, fogoneros, comerciantes, pla teros, carpinteros, albailes el Venerable Maestro y funda dor del taller Alejandro He brad Julin era mecnico, sin duda esto le imprimi un carcter proletario a la lo gia, que no abandonara. A travs del estudio de la docu mentacin de este taller, sabe mos que es posible que llega ra a compartir templo con la logia La Verdad, algo que sera muy interesante pues tendramos las dos facetas masnicas de la sociedad jie
Logia Simblica de Espaa de Memphis y Mizraim. Poca informacin tenemos de la misma, era la nica mixta de la capital (pues las dems tenan columnas de adopcin, pero no eran mixtas). A ella pertenecera una masona fa mosa de la capital, Concep cin Bragado Snchez, quien estuvo en varias logias llegan do a estar propuesta para el grado 18 en la logia La Ver
dad, como reconocimiento a su accin humanitaria en el brote de clera que a finales del XIX asolaba Jan. Con cepcin fue una mujer lucha dora, su nombre simblico Mariana Pineda as lo ates tigua y an los ecos de sus palabras dedicadas a sus her manas recin iniciadas, re suenan en trabajos sobre ma sonera femenina de la actualidad, convencida como estaba de inculcar en la mu jer los sanos principios de la masonera. Por ltimo, nacida del seno de la fastuosa logia La Ver dad, tenemos la Logia Leal tad con el nmero 123 y bajo los auspicios del Gran Orien te Espaol. Naci aquella lo gia con un puado de maso nes el 9 de mayo de 1891, al frente un mdico militar lla mado Manuel Bago quien llegara a grado 33 y a osten tar cargos de responsabilidad en el Gran Consejo de la Or den. Esta logia nunca tuvo un gran nmero de masones ac tivos, sin embargo tiene va rios mritos tras de s que la hacen imprescindible para el estudio de la masonera en Espaa. Uno de ellos fue su capacidad innata para la su
talidad de las logias de Es paa desaparecieron) este ta ller consigui sobrevivir con algn altibajo y extender su vida masnica hasta 1939. Lleg a ostentar el nmero 28 de matrcula en el Gran Oriente Espaol y el nmero 2 en la Gran Logia Regional del Medioda, quiere esto de cir que aquella logia fue la segunda ms antigua (tras la de Ubrique) en activo de An daluca. El secreto de su su pervivencia fue su configura cin interna, pues la cohesin de sus miembros fue tal que aunque llegaron a perder ms de la mitad de los mismos en poco tiempo, nunca los maso nes durmientes de Jan se desvincularon del todo de ella, hasta el punto que dos de ellos Eduardo Claver Nie to y Eduardo Fernndez del Pozo, directores ambos de los peridicos de corte repu blicano, El Chirri y El Gladiador y que haban esta do insultndose pblicamen te a travs de sus diarios, se haban citado a duelo para di
rimir sus profundas diferen cias all por 1894 la logia Lealtad fue informada de es te hecho y cit a ambos para asistir a una tenida especial en la que, entre la escuadra y el comps, salvaron sus dife rencias (polticas) y se dieron el triple abrazo fraternal, dan do una leccin de calidad masnica muy aplaudida por las logias espaolas. Los ofi cios de aquellos masones les permitan vivir bien y de for ma independiente, pues la ma yora eran comerciantes, m dicos, abogados uno de ellos era cnsul de Francia en la ciudad, cargo que osten tara hasta el estallido de la guerra civil. En la segunda Repblica, la Logia Lealtad tendra un ligero aumento de solicitudes, pero en aquellos
pausada, ortodoxa, casi deci monnica. No quiere esto decir que sus miembros no
aos, por muy sorprendente que parezca, la nica logia de la capital no lleg a superar los 12 miembros activos. La explicacin est clara, no eran momentos en la ciudad para masonera, la mayora de los ciudadanos estaban en los partidos polticos de for ma muy activa con actitudes que llegaban a rozar el fana tismo, la Logia Lealtad, muy conocida (ya en esa poca tena casi 40 aos de antige dad) representaba una lucha
tuvieran participacin polti ca, llegando a ejercer cargos de representacin en el Ayuntamiento de Jan, como el venerable en aquellos tiempos Francisco ngel Ba go quien fue teniente de al calde, militante en el Partido Republicano Radical en 1932, o Manuel Garca Prez, tam bin teniente de alcalde en sustitucin de su hermano masn Bago, militante de Alianza Republicana. Tam bin los miembros de esta lo gia sufrieron la persecucin franquista, de hecho a uno de ellos, Sebastin Sicilia, que fue secretario general del PSOE de la ciudad, lo fusila ron en 1941, a varios de ellos los inhabilitaron durante aos o de por vida, otros tu vieron ms suerte y pudie ron sortear la persecucin gracias a amistades o simple mente a una precipitada hu da. A pesar de no tener nunca un gran nmero de miembros activos, por la logia lealtad pasaron casi un centenar de masones, lo que le permiti
encarar grandes proyectos en la ciudad como la financia cin de una escuela laica, la publicacin de un diario mas nico La Luz de la Verdad y
rogneas y no podemos olvi dar que el franquismo en esta regin hizo una labor anti masnica muy profunda, tam bin la emigracin a otras ciu
el apoyo contnuo a herma nos de otros talleres, desde Barcelona, Madrid, Valencia o Sevilla. La masonera en la ciudad de Jan, que haba comenza do con los obreros operativos de la catedral, en el siglo XV, que haba continuado con la ocupacin napolenica, el trie nio liberal, y el final del si glo XIX, se vio bruscamente interrumpida en 1939 cuando slo contaba con 8 miembros activos. Por la masonera ca pitalina haban pasado ms de 350 masones pero el fran quismo supuso un duro peso, su labor concienciadora fue inmensa en estas tierras, bo rrando de la memoria comn de Jan la historia de la Or den y donde an hablar de ma sonera causa cierto rechazo. La historia de la masonera jienense en el ltimo cuarto del siglo XX y principios del XXI, es la historia de una pro vincia que ha dado un escaso nmero de masones en la l nea de otras provincias de su entorno como Crdoba. Las causas, sin duda, son hete
dades ha tenido un papel importante (el 50% de los tra bajadores de la SEAT en la Barcelona de los aos 60 eran de origen jienense) por ltimo, el justificado herme tismo de la Orden y la dificul
de inters sobre la Orden y la estabilidad econmica, han empezado a dar sus frutos. Los masones jienenses reali zan sus trabajos en logias de otras provincias como Sevi lla, Barcelona, Mlaga, Al mera y en mayor medida Granada, son estos masones los que durante aos se han ido formando como hijos de la luz, comprometidos con sus logias y con la Gran Lo gia de Espaa. Tambin son los que desean que las luces de la masonera regresen a esta ciudad, a esta provincia y han conformado un proyec to que han querido vincular al nombre de un maestro, de un arquitecto, Andrs de Vandelvira, nombre de la fu tura logia de Jan. Slo el trabajo incansable, la ilusin
tad para acceder a informa cin veraz sobre la masonera, ha hecho que los jienenses histricamente tengan la con cepcin de la Orden del lti mo que les habl de ella, el franquismo. Todo esto em pez a cambiar ya en los lti mos aos del siglo pasado, las nuevas generaciones jie nenses no dependen tanto de una nica fuente de informa cin y los trabajos por acer car la historia de la maso nera a la ciudadana, el nivel
y la ayuda fraternal de todos los hermanos, podrn hacer que este proyecto que se acerca a su madurez, se trans forme en el levantamiento de columnas de un nuevo tem plo masnico en una provin cia que vio discurrir a casi un millar de masones por sus ta lleres y que si el Gran Arqui tecto Del Universo lo permi te, pronto podr volver a or el eco del mallete trabajando sobre la piedra bruta.
pus de ms de 2500 aos si guen entusiasmando a gran des y chicos, y desatando pasiones. Debemos entonces compren der a Homero como transmi sor de conocimientos, desta cando en este acto la impor tancia de la poesa para la transmisin oral, reservorio del saber universal.
ras y las formas y finalmen te la msica como vehculo de percepcin En el caso de la Odisea, con tinuacin natural de la Ilada,
me permito llamaros la aten cin sobre algunos aspectos que pueden resultar novedo sos a poco que los observe mos bajo el prisma interesa do de nuestra institucin La historia advierte de mane ra discreta acerca de las ase chanzas del proceso del aprendizaje, vlido igualmen te para el proceso masnico de aprehensin de la verdad, bajo un entorno de metfora general: La narracin comienza, de manera nada casual, con la in tervencin de Palas Atenea, diosa de la sabidura, protec tora de hroes, que invoca la
justicia divina para ayudar a Odiseo a retornar a su patria, taca. Es Atenea, quien condu ce los primeros pasos de Tel maco en busca de su padre y quien avisa a Calipso de que debe dejar partir a Odiseo, re tenido contra su voluntad jun to a esta ninfa. Los cantos I al IX funcionan como introito que dar paso al nudo de la historia, y es a partir del Canto IX cuando comienza la narracin de los hechos acaecidos a Odiseo desde su salida de Troya. Es este parcial de la historia el
lelismo entre el viaje de Uli ses y el proceso del conoci miento en el mundo masnico, que es a su vez un largo viaje inicitico Comenzamos nuestra singla dura analtica con la aventura de los lotfagos, donde los compaeros de Ulises comen de una fruta que les hace OL VIDAR. El olvido se nos pre senta aqu como enemigo del aprendizaje, pues hace que el hombre no recuerde sus erro res ni las enseanzas de quie nes le preceden. No obstante, paralelamente se nos desvela la importancia de la memoria individual y colectiva y el pa
moria. As las cosas, los viajeros que no han probado el fruto del olvido, arrastran a sus compaeros de vuelta al camino de regreso, en la senda de la verdad. En la siguiente aventura, se nos aparecen los cclopes, que ven la realidad desde un nico punto de vista, carecen de visin binocular, con lo cual pierden la sensacin de profundidad y distorsionan el sentido de lo que ven. Nos ensean que en el proceso de acercamiento al conocimien to verdadero es necesario contar con ms de un punto de vista, y que en la mayora
de los casos la fuerza de un razonamiento no radica en su tamao sino en su agudeza. As, la aguda punta de la esta ca preparada por Ulises y los suyos, ciega al cclope, le pri va de su principal punto de aprehensin del entorno y le deja inerme ante sus antago nistas Paralelamente, se nos presen ta a un Ulises que aprovecha a las ovejas para escapar con fundindose entre ellas del es crutinio del cclope, es en es te caso el esconderse bajo pieles de oveja un smil de la realidad que se nos escapa disfrazada bajo una falsa apa riencia tal y como se puede ver adems en el pensamien to Platnico y su conocido Mito de la Caverna. Priva dos de uno de los sentidos no somos capaces de reconocer la realidad, pues nos falta la necesaria interrelacin entre los rganos sensoriales y el intelecto. Paralelamente, el colectivo
de Polifemo pidiendo ayuda pues Nadie le haba cega do) impiden a los semejantes del titn acudir en su ayuda a diferencia de lo que sucede con los compaeros de Ulises como podremos ver ms ade lante Continua el peregrinar de nuestro hroe hasta llegar a
tros Masones debemos conti nuamente reflexionar acerca de nuestros pasos. Acto seguido, la aventura de los lestrigones que destrozan los barcos amarrados en un puerto y con ellos a sus ocu pantes, nos avisa de la im portancia de desconfiar de las primeras impresiones, de
de los cclopes es incapaz de ayudar a Polifemo, pues la tergiversacin de la realidad por parte de Ulises al hacerle creer que su nombre es Na die (recordemos los gritos
la isla de Eolia, donde Eolo, seor de los vientos, intenta ayudar a Odiseo, propor cionndole un viento propi cio que le ayude en su derro tero, as como un saco, conteniendo todos los vientos y que deba ser utilizado con prudencia. Es precisamente esta virtud de la que carecen los compaeros de viaje de Ulises, que abren el saco, lle vados por la codicia y la in temperancia, haciendo con ello que el vendaval que se desata a continuacin les ha ga perder el rumbo y regre sar, cabizbajos, al punto de partida. El saco de Eolo se nos presenta aqu como tra sunto de la impaciencia, la in temperancia y la curiosidad mal encauzada que pueden desviarnos del verdadero ca mino del conocimiento mas nico. Por ello Aprendices, Compaeros y an los Maes
la parte visceral (pues son los marineros, engaados por la hija del gigante Antfates los que se encargan de despertar el ansia asesina del gigante) y de mantener siempre una va de retorno a nuestras re flexiones iniciales por si aca so el decurso de los pensa mientos nos lleva a un puerto engaoso. Es por ello que Ulises amarra su barco fuera del puerto, mantenindose a distancia de la idlica ensena da que resultar nefasta para su flota y consigue salvar su vida y la del resto de los via jeros. De la misma manera, el masn aprende ya desde el Primer Grado a apartar su mente de los sentimientos primarios de la misma mane ra que Ulises en la Odisea. En la isla de Eea la hechicera Circe convierte a los com paeros de Ulises en cerdos, muestra de cmo el engao
en nuestras percepciones, el apresuramiento y la insensa tez nos pueden llevar a ser do minados por los ms bajos instintos, actuando como el ms despreciable de los ani males, revolcndonos en la in mundicia de la ignorancia. El perseverar de Ulises hace que obligue a Circe a devolver su forma humana a sus compae ros, retomando aqu la impor
tancia del colectivo en el pro ceso de acercamiento a la verdad. El individuo se debe ante todo a los dems, si bien individualmente est a salvo de las malas artes de Circe, su deber moral para con el resto le hace asumir el rol de gua y rescatador de sus seme jantes. Al salir de la isla de Eea, una nueva amenaza se interpone en el camino de Ulises, el canto de las sirenas. An en nuestros das la expresin canto de sirenas nos indica el peligro de desviarnos de nuestra ruta, atrados por fal sas promesas de cualquier n dole. Slo el que hace odos sordos a las falsas alabanzas y persevera en el camino de la perfeccin, puede permane cer inclume. Se nos revela
una vez ms la importancia del conjunto sobre el indivi duo. Ulises suplica a sus ca maradas que le dejen libre, pero stos, con los odos tapo nados, hacen lo que SABEN es lo mejor para su lder y compaero. De igual manera, la Logia ha de velar por la to talidad de sus miembros y de cada uno de ellos en par ticular a veces con indepen dencia de los deseos de parti culares si ello contraviene el bienestar de la mayora y el continuar por el camino recto y veraz. Despus de las sirenas, Esci la y Caribdis amenazan el buen destino de los viajeros, una roca gigantesca contra la que se estrellan los navegan tes y un remolino que se tra ga los restos de las naves. Es el timonel del navo el que controla el rumbo, sin acer carse en demasa a los obstculos, el que logra man tener el derrotero en el curso deseado. Asimismo el masn ha de velar por no estrellarse
bres desoyen el aviso de no tocar el ganado sagrado de Helios, y sacrifican un buey, motivo por el cual el dios les asaetea con sus rayos hacin doles perecer. Quiz de la misma manera quien no acepta ser ayudado en el pro ceso del aprendizaje masni co, quien desoye las en seanzas de los que le han precedido, quien se confa slo a s mismo despreciando la opinin de los dems, es decantado por el riguroso ce dazo de la verdad esquiva. Termina Odiseo, solo, en
contra los obstculos del sa ber ni dejarse llevar por el tor bellino del desnimo en el proceso del acercamiento a la verdad. En Trinacria (nombre griego de la actual Sicilia) los hom
manos de Calipso, y el con junto de los placeres munda nos y el solaz le hacen olvi dar por un tiempo su objetivo final de la consecucin de la verdad. No obstante, al poco, su intelecto se impone a su
instinto, su voluntad a la mo licie, su tesn a las adversida des y decide que ha llegado el momento de continuar su camino. Una vez ms es ayudado por Palas Atenea, la sabidura y el raciocinio, que le impulsan en su camino hacia su meta en taca.
complejo y muy intrincado, pero a la vez, fascinante. Per mitidme compartir con voso tros una cita de JeanPaul Le monde: por lo general slo es po sible comprender o transmi tir una idea o concepto a la vez. Pretender ofrecer al mis mo tiempo varias nociones,
LATOMIA
Gran Maestro de la G.L.E. Oscar de Alfonso
Comit de Redaccin Pere Snchez Florencio Serrano Ilia Galn Jos Luis M. Garca Alberto Gallardo
Correspondencia Gran Logia de Espaa Gran Va de las Corts Catalanes, 617 [email protected]
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