Desarrollo Humano (Nmadurez y Plasticidad) APA

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LICENCIATURA EN

PSICOLOGÍA

PRIMER CUATRIMESTRE

Alumna: Guadalupe Mayela


Rodríguez Moreno

MATERIA: DESARROLLO
HUMANO

DOCTORA: SUSANA
POLO

TEMA: Inmadurez y
plasticidad

Inmadurez y plasticidad
De todas las características que diferencian al hombre de los animales, hay una que interesa

destacar, es la existencia de una infancia prolongada, que va asociada con un período de

inmadurez y plasticidad durante el cual las posibilidades de aprendizaje son muy grandes. Eso es

lo que permite que las capacidades del hombre sean tan numerosas y variadas, que llegue a

construir una inteligencia flexible y que pueda recibir la herencia cultural de sus antepasados y

enriquecerla. Hay muchos animales que poco después de nacer tienen casi completas las

conductas adultas, mientras que nosotros tenemos que aprenderlo casi todo. Podría parecer más

práctico nacer con las conductas del adulto y no tener que pasar por un largo período de

dependencia y de inmadurez durante el cual el niño no puede valerse por sí mismo, y que hace al

hombre completamente vulnerable y dependiente de la sociedad y de los adultos. Sólo nacemos

con disposiciones y no con conductas ya hechas, por lo que la conducta humana es mucho más

plástica, mucho más adaptable a condiciones de vida muy cambiantes, a dietas diferentes, a

condiciones ambientales calor o frío muy extremas, a costumbres y prácticas sociales variadas, y

ha sido capaz de aumentar enormemente la producción de alimentos y de bienes de consumo. Al

nacer tenemos que construir nuestros propios instrumentos intelectuales e inteligencia. Si los

adultos no estuvieran presentes el niño sucumbiría de inmediato. A- través de esa relación del

niño con el medio y con los adultos es como se va a constituir él mismo en un adulto con

determinadas capacidades, creencias, hábitos, sentimientos, etc. Dos características ligadas son,

esenciales en la conducta humana, la plasticidad y la inmadurez con la que el ser humano nace.

En algunos de los primeros estudios sobre el desarrollo infantil realizados en el s. xix se había

señalado la importancia que podría tener ese período de inmadurez para la evolución posterior del

hombre. Las actividades de la especie se han convertido en demasiado numerosas, demasiado

complejas, demasiado infrecuentemente repetidas para que queden fijadas en la estructura

nerviosa antes del nacimiento; consecuencia de ello es el largo período posterior al nacimiento y
anterior a que el niño alcance las capacidades humanas completas. Es una máxima de la biología

que mientras un organismo es inmaduro y plástico puede aprender, cambiar, elevarse a un mayor

desarrollo; y así debemos a la infancia el rango de la especie humana. La conducta humana no es

total y absolutamente plástica, pues, como recuerda Bruner, la hominización consistió

precisamente en adaptaciones a condiciones del medio que se produjeron hace mucho tiempo, en

el pleistoceno. La conducta humana no es completamente moldeable. Bruner recuerda, por ej, la

afición desmedida por los dulces y las grasas, teniendo en cuenta las formas de vida actuales, no

sólo no resulta conveniente, sino que es perjudicial, la gente realiza mucho menos trabajo físico,

esto conduce a la obesidad. O la obsesión por la sexualidad, que podía ser necesaria en épocas

remotas en que la especie corría peligro de extinguirse pero que hoy podría no resultar necesaria,

ya que la mortalidad infantil se ha reducido. Los métodos anticonceptivos independizan hoy la

sexualidad de la reproducción y esto tendrá que tener consecuencias a largo plazo. Uno de los

grandes problemas de la acción del hombre sobre la naturaleza es que somos capaces de

introducir modificaciones voluntarias en el ambiente, sin que seamos capaces de prever siempre

sus consecuencias. Así hemos cambiado el curso de los ríos, de los climas, o llenado la atmósfera

o los mares de productos dañinos para la vida, y las modificaciones del ambiente afectan de

forma decisiva nuestro modo de vida. En cambio, somos menos capaces de producir

modificaciones en nosotros mismos, a menudo porque no sabemos cómo podemos producirlas o

qué tipo de modificaciones serían deseables. Podemos cambiar las costumbres, los horarios de

trabajo, pero lo que resulta más difícil de cambiar, son nuestros deseos profundos, y a veces se

manifiestan en nuestra insatisfacción con nuestra vida e incluso en la enfermedad mental. Si

queremos entender, cómo se produce el desarrollo humano, tenemos que adentrarnos en el uso

que se hace de la inmadurez y de la plasticidad del hombre durante su larga infancia.


Bibliografía.

Delval, J. (1994). El desarrollo humano, Madrid, España, Siglo Veintiuno editores, s.a. de c.v.

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