015 Valdelomar

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BOLETÍN DE CULTURA PERUANA - EMBAJADA DEL PERÚ EN ESPAÑA - Nº 15 11/9/2020

VALDELOMAR O LA RENOVACIÓN
ABRAHAM VALDELOMAR, CIEN AÑOS DESPUÉS
Eva Valero*

Escribir sobre Abraham Valdelomar (Pisco, 1888 - Ayacucho, 1919), tras una centuria
de su prematuro fallecimiento, significa adentrarse en el autor que ejemplifica
la insurgencia literaria principal en el Perú de comienzos del siglo xx.

R epresentante de la renovación del panorama


literario peruano en los albores del siglo pasa-
do, su producción abarca prácticamente todos los
to Sánchez llamó la «herejía antinovecentista», que
tradujo de nuevo la oposición congénita al Perú
entre Lima y la provincia -entre lo criollo e hispáni-
géneros literarios: narrativa, teatro, poesía, ensayo, co y lo mestizo e indígena-, en este caso a través del
crónicas y artículos, prosas poéticas, así como mu- antagonismo que enfrentaba dos propuestas litera-
chos textos inclasificables desde un punto de vista rias: la academicista de los universitarios y la libre
genérico. La dispersión de los múltiples textos de creación de los autodidactas.
nuestro autor fue resuelta en 2001 Los escritores de este cenáculo
por Ricardo Silva-Santisteban en su se formaron literariamente en el mo-
edición de las Obras completas de Val- mento de la belle époque: el tiempo
delomar, en las que, en lo relativo al de los modernistas latinoamericanos
género principal del autor, el cuento, y de los simbolistas franceses, del
estableció una organización que per- impresionismo, el gusto decadente y
mitió poner orden y concierto en este el lirismo dannunziano. En este am-
corpus textual: «cuentos exóticos», biente, los llamados colónidas «prac-
«novelas cortas», «cuentos criollos», ticaban la devoción a los paraísos
«cuento cinematográfico», «cuentos artificiales, al dandismo en el vestir,
yanquis», «cuentos chinos», «cuentos el wildeanismo en el decir y a la cos-
humorísticos», «cuentos fantásticos», tumbre criolla -especialmente de la
«crónicas y narraciones históricas», costa- como tema de sus divagacio-
Los hijos del Sol, y la biografía novelada nes». Protagonizando este cenáculo,
La Mariscala. Sobre esta edición pudo Valdelomar llamó la atención de
trabajar Elena Martínez-Acacio bajo Palais Concert, Jirón de la Unión, ca. 1920 inmediato con su refinamiento sno-
mi dirección en una tesis defendida en 2015, que ha bista, y con la adopción del seudónimo pasatista y
dado como resultado el libro Abraham Valdelomar, colonial de «El conde de Lemos».
narrador del Perú moderno. Una monografía que, tras Hablar de Valdelomar es, también, hacerlo so-
el centenario del autor, se convierte en una obra de bre las tertulias del mítico Palais Concert, lugar em-
referencia sobre la narrativa de Valdelomar. blemático de la belle époque peruana. Como es bien
Pero no se puede recordar a Valdelomar sin conocido, la irónica aseveración de Valdelomar es
hacerlo de la mano del cenáculo de escritores por un emblema o tópico del secular centralismo de la
él congregado, el célebre grupo Colónida, aquella capital: «¡Lima es el Perú, el Jirón de la Unión es
nueva promoción de escritores -nacidos pocos Lima, el Palais Concert es el Jirón de la Unión y yo
años después de José de la Riva Agüero o los her- soy el Palais Concert!». Allí acudían artistas y escrito-
manos García Calderón- que surgió paralelamente res, pero también llegaban, al decir de Julio Ramón
a la generación academicista y universitaria del Ribeyro, «los ricachones para codearse con los bo-
900 en 1916. Este surgimiento se produjo en torno hemios o tirarse un lance con las vienesas»; «el Pa-
a la revista de título homónimo al del grupo, dirigi- lais, su Palais -escribió Luis Loayza-, fue el centro de
da, precisamente, por Valdelomar. Cabe recordar, una inteligencia, de un estilo que marcó la ciudad y
para situarle en dicho contexto, que la insurgencia tendría lejanos efectos insospechados; a la mesa de
de este conjunto de autores supuso una defensa de Valdelomar se sentaron Mariátegui y Vallejo».
las provincias, de donde varios de ellos procedían Siendo un provinciano de la costa, cuando Val-
-Alberto Ureta, Abraham Valdelomar o Percy Gib- delomar llegó a la capital resuelto a conquistar la
son-, y representó, según José Carlos Mariátegui, fama, se asimiló inmediatamente a las costumbres
una insurrección «contra el academicismo y sus oli- del limeñismo y adoptó las formas literarias pro-
garquías, su énfasis retórico, su gusto conservador, pias del novecientos. Ribeyro describió su aspecto
su galantería dieciochesca y su melancolía medio- de dandy en una foto antigua que conservaba en
cre y ojerosa». Era el principio de la que Luis Alber- sus álbumes de familia: «luce escarpines, pantalón
2
blanco de seda, chaleco a cuadros y corbata de ma- Abraham Valdelomar
riposa». Bien conocido es el mortal accidente, una
TRISTITIA
caída por unas escaleras relatada hasta la saciedad,
que truncó prematuramente su vida. Y, sin em- Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola,
bargo, a pesar de haber fallecido a los 31 años, su se deslizó en la paz de una aldea lejana,
obra obtuvo una significación fundamental para la entre el manso rumor con que muere una ola
evolución de la literatura peruana. Imprescindible y el tañer doloroso de una vieja campana.
para entenderla es el libro de Sánchez, Valdelomar
o la belle époque, donde encontramos también un Dábame el mar la nota de su melancolía;
el cielo, la serena quietud de su belleza;
extenso y detallado recorrido por su vida. los besos de mi madre, una dulce alegría,
A lo largo de este libro son constantes las alu- y la muerte del sol, una vaga tristeza.
siones a la evolución del escritor que, de atildado
cronista, se convirtió en «juvenil y ardoroso orador En la mañana azul, al despertar, sentía
de plazuela», lo que en su literatura se tradujo, so- el canto de las olas como una melodía
bre la fecha de 1913, en un abandono de sus «dan- y luego el soplo denso, perfumado, del mar,
nunzianas rutilancias. Adquirió precisión e ironía; y lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;
ganó en sequedad y humor». Esta evolución marca mi padre era callado y mi madre era triste
un desarrollo literario en el que, tras despojarse del y la alegría nadie me la supo enseñar.
peso de la tradición limeña, que se evidencia preci- 1916
samente en sus visiones urbanas -las de las novelas
breves La ciudad de los tísicos y La ciudad muerta,
ambas de 1911-, así como en Con la argelina al vien- En suma, esta incorporación de la provincia
to, emprende una literatura diferente en la que se y su ambiente como escenario de los relatos, la
incorpora con fuerza el ambiente de la provincia, evolución hacia la sencillez narrativa, o la mirada
y cuyos logros más relevantes se canalizan a través irónica y sarcástica de sus crónicas, entre otros ras-
del cuento: «El caballero Carmelo» (su relato más gos, sitúan a Valdelomar como renovador de una
célebre, aparecido en 1913), «Los ojos de Judas», nueva literatura peruana que pronto se concretaría
«Hebaristo, el sauce en novedosas propuestas estéticas. Fueron, en defi-
que murió de amor», nitiva, muchos los que, en aquel tiempo, vieron en
etc. El paisaje costeño Valdelomar la apertura de un nuevo rumbo para el
y su encanto nostál- cuento nacional y auguraron al autor un puesto de
gico y melancólico es honor en las letras peruanas. Así lo dejó pronostica-
el ambiente de estos do, ya en 1918, tras la publicación del volumen de
relatos en los que la cuentos El Caballero Carmelo, un joven Luis Alberto
mirada poética hora- Sánchez: «Cuando, dentro de algunos años, se es-
da la realidad desnu- criba la historia literaria de nuestra época; cuando
da, el paisaje natural se hable de las influencias múltiples y de los escrito-
de la costa peruana, res que, entre nosotros, tuvieron el valor de romper
rodeado de un halo muchos prejuicios y de flotar sobre la mediocridad
de misterio que se nos ambiente, Abraham Valdelomar tendrá un lugar en-
da a través de la idea- vidiable y a él serán consagradas muchas páginas -tal
lización del recuerdo vez capítulos- de nuestra historia literaria actual».
infantil y familiar. En 2020, el libro de Elena Martínez-Acacio
Mariátegui subrayó la importancia de esa hace realidad aquel lejano pronóstico. Sirvan tam-
evolución para la literatura peruana, tanto por la bién estas páginas para dar merecida continuidad
incorporación de nuevos aires cosmopolitas (por a aquel vaticinio escrito, certeramente, hace algo
ejemplo, Valdelomar inició el cultivo de la gregue- más de un siglo. Celebramos con ello cien años de
ría de Ramón Gómez de la Serna) como por la Valdelomar, y de crítica literaria sobre su magna e
introducción de la cotidianidad provinciana: «Su imprescindible obra en el devenir de la tradición
personalidad no solo influyó en la actitud espi- literaria del Perú.
ritual de una generación de escritores. Inició en
nuestra literatura una tendencia que luego se ha BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

acentuado. Valdelomar, que trajo del extranjero Abraham Valdelomar, Obras completas. Lima, PetroPerú, 2001.
Elena Martínez-Acacio, Abraham Valdelomar, narrador del Perú moderno,
influencias pluricolores e internacionales y que, Madrid, Iberoamericana-Vervuert, 2020.
por consiguiente, introdujo en nuestra literatura Luis Alberto Sánchez. Valdelomar o la belle époque, México, FCE, 1969.
elementos de cosmopolitismo, se sintió, al mismo * Profesora titular de la Universidad de Alicante y especialista en litera-
tiempo, atraído por el criollismo y el incaísmo». tura peruana.

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AGENDA

Carmen Escalante y Ricardo Valderrama, en la biblioteca de su casa

AMAUTAS CUZQUEÑOS
Ángel Chávez. En la playa. Óleo sobre tela, 1979

D os de los más importantes estudiosos de la cultu-


ra andina murieron el pasado agosto: Jorge Flores
Ochoa (1935) y Ricardo Valderrama Fernández (1945).
MALABRIGO, PUERTO Y CANCIÓN
Ambos eran cuzqueños, descendían de antiguos linajes Paraíso de surfistas por la longitud de sus olas, el
incaicos, signados también por la huella hispana, y aun- puerto de Malabrigo (llamado también Chicama)
que la vida académica los había llevado por el ancho
se encuentra a unos 70 km al norte de la ciudad
mundo, se mantuvieron apegados al Cuzco, donde hi-
cieron notables aportes al conocimiento de la vida y cos- peruana de Trujillo, en la costa norte del país. Ma-
tumbres de sus pueblos y ejercieron la cátedra de antro- labrigo inspiró uno de los temas más apreciados de
pología en la Universidad Nacional San Antonio Abad. la música criolla: el triste con fuga de tondero que
Jorge Flores Ochoa llevó lleva, precisamente, su nombre. La música es del
a cabo estudios pioneros con cantor y compositor trujillano Alcides Carreño Blas
los pastores de altura y analizó (1905-1986) y la letra de César Miró (Lima, 1907-
sus ritos y cosmovisiones en 1999), escritor multifacético. Desde hace más de
importantes libros como Los medio siglo, el tema ha tenido numerosos intérpre-
pastores de Paratía (1968) y Pas- tes, como el tenor Luis Alva, Lucha Reyes, Eloísa
tores de Puna (1977). Además, Angulo o los hermanos Zañartu. Seguidores de este
hizo numerosos y documen- grupo, Ketty Villaverde, Milagros Alvarado, Anto-
tados trabajos etnográficos nio Silva y Valente Morales, integrantes del cuarte-
J. Flores Ochoa
sobre temas diversos -queros, to Mi Perú, grabaron a fines del año pasado la más
prácticas religiosas, cultura material y arte andino, en- reciente versión de Malabrigo.
tre otros- aparecidos en distintas publicaciones.
https://www.youtube.com/watch?v=KFHDLfueAog
Ricardo Valderrama y su esposa, Carmen Esca-
lante, publicaron en 1977 una obra ya clásica en la
tradición oral peruana: Gregorio Condori Mamani. Au-
tobiografía, estremecedor testimonio de un cargador
y su cónyuge, Asunta Quispe Huamán, en un texto
quechua-español que ha merecido numerosas traduc-
ciones y ediciones. Publicaron luego Del Tata Mallku a
la Mama Pacha: riego, sociedad y ritos en los Andes peruanos embajada del perú en españa
(1988), Nosotros los humanos. Ñuqanchik runakuna. Tes- servicio cultural
timonio de los quechuas del siglo xx (1992) y La doncella Calle Zurbano, 70
sacrificada: mitos del Valle del Colca (1997). 28010 Madrid
A su obra antropológica, que suma otras investiga- [email protected]
ciones y artículos, debe añadirse la enriquecedora hospi-
talidad de su casa de San Jerónimo, centro de animadas
tertulias donde eran acogidos destacados estudiosos que
visitaban la antigua capital inca. Elegido primer regidor
de la Municipalidad del Cuzco, Ricardo Valderrama
tuvo que asumir la alcaldía y cumplía ejemplarmente
su deber cuando fue víctima de la pandemia. El lunes
31 de agosto, los pututos -caracolas marinas tocadas en
los ritos andinos-, dejaron oír sus sones dolientes en la
Plaza del Regocijo, donde familiares, autoridades y re-
presentantes populares le dieron el último adiós. www.ccincagarcilaso.gob.pe
https://www.youtube.com/watch?v=9RfkN7tvdCA

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