Trabajo Filosofia General

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UNIVERSIDAD DOMINICANA O&M

TEMA

EL SER HUMANO

INTEGRANTES

Pedro de la Cruz 22-SDRN-1-006 Angel Deniel Veloz 22-SDRN-1-002

Andris Vargas Diaz 22-SDRN-1-011 Andy Nelson Diaz 22-SDRN-1-034

Dileysi Hernandez 22-sdrn-1-014 Javier Isabela 22-SDRN-1-050

Jose Batista 22-SDRN-1-035

MATERIA

FIOLSOGIA GENERAL

PROFESOR

Carlos Rojas

Santo Domingo DN, 30 de octubre del año 2022

1
INDICE
Presentación (Pag. 1)

Indicé (Pag.2)

Introducción (Pag 3)

Desarrollo del tema (Pag 4-11)

Conclusión (Pag 12)

Bibliografía (Pag13)

2
Introduccion
En este trabajo podremos visualizar algunas posiciones del humanismo de diferentes puntos
de vista como lo que es la disciplina de la fliosogenesis, antopogenesis y sociogenesis. Tambien
conoceremos acerca de la Naturaleza, cultura y el relativismo, universalismo, qué relación
existe entre estos conceptos y que los vincula con el ser humano.

El tema como tal que se profundizara es el ser humano, que se define como ser
humano al hombre, un animal que pertenece a la familia de los homo sapiens. Si bien
es común definirnos a nivel genérico como hombres, este término puede provocar
cierta confusión ya que también hace referencia al sexo masculino. Cuentan los
historiadores que, en la prehistoria, el género homo estaba compuesto por varias especies. Sin
embargo, desde que el homo neanderthalensis se extinguió (hecho que, aproximadamente,
tuvo lugar 25 mil años atrás) y desapareció de la tierra el homo floresiensis (extinción que
aconteció hace cerca de 12 mil años), la única especie que subsiste de este clan es la del homo
sapiens.

Además de estas señas de identidad propias del ser humano podemos establecer que cuenta
con otras que lo definen por completo y que lo diferencian del resto de seres vivos que existen
en el Planeta.

Desde un punto de vista anatómico y biológico, hay que subrayar que cuenta con los llamados
pulgares oponibles gracias a los cuales le es más fácil poder llevar a cabo el uso de diversos
instrumentos, que cuenta con una gran plasticidad de movimientos y que posee una gran
variedad en lo que es su fisionomía externa. Es decir, este último aspecto significa que hay una
diferencia palpable entre muchos seres humanos, ya sean hombres o mujeres, en cuanto a
altura, por ejemplo.

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Filogénesis, antropogenesis y socio-génesis.

La filogénesis proviene de los términos griegos phýlon que significa raza, género,
especie, tribu, clase y [génesis] que hace referencia al origen, a la generación o
nacimiento. Así pues, hablar de filogénesis es hacer referencia a la relación genética o
de parentesco que puedan tener los seres vivos entre sí.

En el primer caso al cambio y desarrollo morfogenético de las especies, y por lo tanto


evolutivo, en el segundo (ontogénesis) para referirse exclusivamente al cambio y
desarrollo morfogenético del individuo o ser vivo, desde el estadio embrionario hasta
su muerte. Para él, curiosamente, el desarrollo ontogenético de un individuo, recorría
las mismas fases por las que ha ido pasando evolutivamente la especie a la que
pertenece ese individuo. A esto se le conoce como ley de Haeckel que en resumen
viene a decir que la ontogénesis reproduce la filogénesis. Es una “ley” que en su
literalidad no ha sido probada nunca pero que sigue llamando la atención sobre todo a
los aficionados no biólogos. En efecto, cuando se comparan formas (morfologías) de
embriones de distintas especies con embriones humanos podemos apreciar, por
ejemplo, que hay una fase del embrión humano en la que se pueden apreciar
caracteres ancestrales, en concreto una especie aberturas branquiales o arcos
branquiales a la altura de lo que después será el cuello y que una vez pasada esa fase
embrionaria lógicamente desaparecen. El embrión humano en esa fase, entonces,
según esta supuesta ley científica, reproduce la fase de pez por la que evolutivamente
ha pasado la especie humana hasta llegar a convertirse en hombre. Pero en realidad
no se reproducen ni todas las fases evolutivas ni eso ocurre en todas las especies. La
"ley" se hace especialmente perversa cuando se desenfoca y se la pretende hacer valer
en otras categorías no biológicas, como por ejemplo la psicología, presuponiendo por
ejemplo que las fases por las que pasa el pensamiento o desarrollo psicológico del niño
reproducen de alguna manera las fases por las que ha ido pasando la forma de pensar
de la especie humana.

No se puede confundir filogénesis con evolución, no son palabras intercambiables, no


significan lo mismo, porque, aunque la segunda no se puede confundir filogénesis con
evolución, no son palabras intercambiables, no significan lo mismo porque, aunque la
segunda implique la primera, no está tan claro que la primera implique la segunda. Es
decir, parece que podríamos hablar de filogenia sin necesidad de hacer alusión a
ningún proceso evolutivo, de la misma manera que podríamos hablar de las diferencias
entre las especies animales sin necesidad de ser transformistas o evolucionistas. Un
simple árbol genealógico familiar es filogenético, pero no tiene por qué ser entendido
de forma evolucionista. Incluso Linneo, a pesar de ser fijita, aunque no utiliza por
supuesto el término filogénesis, sí que dice que los reinos (que eran tres según él) se
dividían en filos. Éstos, a su vez, se dividían en clases, órdenes, familias, géneros y
especies. Bien es verdad que en este caso entendemos que sería más apropiado hablar
de relación filética como una relación de carácter meramente morfológica. Así pues, es
evidente que los seres vivos no son seres sin relación.

La Antropogenesis es la ciencia que estudia al ser humano de una forma integral, de


sus características físicas como animales y de su cultura, que es el único rasgo

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no biológico. Para abarcar la materia de su estudio, la antropología recurre a
herramientas y conocimientos producidos por las ciencias sociales y las ciencias
naturales. La aspiración de la disciplina antropológica es producir conocimiento sobre
el ser humano en diversas esferas, intentando abarcar tanto las estructuras sociales de
la actualidad, la evolución biológica de nuestra especie, el desarrollo y los modos de
vida de pueblos que han desaparecido y la diversidad de
expresiones culturales y lingüísticas que caracterizan a la humanidad.

Las facetas diversas del ser humano implicaron una especialización de los campos de la
antropología. Cada uno de los campos de estudio del ser humano implicó el desarrollo
de disciplinas que actualmente son consideradas como ciencias independientes,
aunque mantienen constante diálogo entre ellas. Se trata de la antropología física,
la arqueología, la lingüística y la antropología social. Con mucha frecuencia, el
término antropología solo se aplica a esta última, que a su vez se ha diversificado en
numerosas ramas, dependiendo de la orientación teórica, la materia de su estudio o
bien, como resultado de la interacción entre la antropología social y otras disciplinas.

La Antropología se constituyó como disciplina independiente durante la segunda mitad


del siglo XIX. Uno de los factores que favoreció su aparición fue la difusión de la teoría
de la evolución, que en el campo de los estudios sobre la sociedad dio origen
al evolucionismo social, entre cuyos principales autores se encuentra Herbert Spencer.
Los primeros antropólogos pensaban que así como las especies evolucionaban
de organismos sencillos a otros más complejos, las sociedades y las culturas de los
humanos debían seguir el mismo proceso de evolución hasta producir estructuras
complejas como su propia sociedad. Varios de los antropólogos pioneros
eran abogados de profesión, de modo que las cuestiones jurídicas aparecieron
frecuentemente como tema central de sus obras. A esta época corresponde el
descubrimiento de los sistemas de parentesco por parte de Lewis Henry Morgan.

LA SOCIOGÉNESIS DEL DESARROLLO

Para Vigotsky (1995), el desarrollo madurativo es una consecuencia directa del proceso de
socialización natural de todo individuo. Según este autor, el desarrollo no es simplemente una
lenta acumulación de cambios unitarios, sino un proceso dialéctico complejo, caracterizado
por la irregularidad en el desarrollo de las distintas funciones psíquicas, generadas por
interrelación de factores externos e internos, y ciertos procesos adaptativos. Tanto en su visión
de la historia de los individuos como la de la historia de la cultura, rechaza el concepto de
desarrollo lineal e incorpora a su conceptualización un cambio evolutivo y revolucionario. El
reconocimiento de estas dos formas interrelaciona- das del desarrollo resulta un componente
necesario para el desarrollo del pensamiento.

Para Vigotsky y sus seguidores las Funciones Psicológicas Superiores (FPS) del hombre se
configuran histórica y culturalmente (Rodríguez Arocho, 2002). Por este motivo y su particular
análisis lo distingue de otros psicólogos contemporáneos que consideraron al hombre como un
ser pasivo, igualando de esta forma al hombre de cultura y el animal salvaje. Luria, (1973)
siguiendo los pasos de su mentor sostiene que el principal objetivo de la psicología científica es

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localizar los mecanismos cerebrales que constituirán la base material de las FPS, ya sea el
lenguaje, el pensamiento abstracto, etc. A decir de Luria, el cerebro como órgano biológico
modificado culturalmente, opera como un sistema funcional complejo. (Rodríguez Arocho,
2004).

Por otro lado, debido a que las condiciones históricas que determinan en gran medida las
oportunidades para la experiencia humana son siempre cambiantes, resulta imposible realizar
algún esquema universal que represente acabadamente la relación dinámica entre los
aspectos internos y externos del desarrollo. De esta manera, argumentará que ningún sistema
de aprendizaje funcional de un niño será idéntico al de otro niño, aunque pueda haber
semejanzas en ciertos estadios de desarrollo de ambos.

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Naturaleza y Cultura. Relativismo y Universalismo.
La naturaleza podría expresarse en relación con el ser humano como el fundamento de sus
instintos y de su cuerpo. La cultura podría considerarse en relación al alma del ser humano y
definirla como parte esencial de ella, influyendo en nuestros pensamientos y concepción de la
realidad. Las contribuciones de la naturaleza para la gente son cruciales para todo el mundo,
tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo. La naturaleza asegura el bienestar y
las necesidades de todas las gentes, desde la salud y la felicidad hasta la prosperidad, y la
seguridad alimentaria y energética. La cultura es el conjunto de elementos y características
propias de una determinada comunidad humana. Incluye aspectos como las costumbres, las
tradiciones, las normas y el modo de un grupo de pensarse a sí mismo, de comunicarse y de
construir una sociedad.

¿Qué sería del ser humano si no pensara acerca de sí mismo? ¿Y qué ocurre si aún no se ha
encontrado una respuesta clara acerca de “nosotros”? Está claro, el ser humano no se dará por
vencido si no lo ha hecho ya. La reflexión acerca de quiénes somos realmente no es una
cuestión recién planteada. Así pues, llevamos desde el principio de los tiempos haciendo
cavilaciones acerca de ello y manifestando nuestra frustración e interés por diferentes caminos
como, por ejemplo, el arte. Hay quien cree hallar la respuesta en la biología, en la teología, en
la filosofía o en la propia historia, teniendo todas estas fuentes una base natural o cultural. Sin
embargo, quizá debamos trascender más allá de todo esto. Puede que debamos construir un
complejo mosaico con las distintas perspectivas adoptadas por pensadores a lo largo del
tiempo para hallar la razón de ser de esta complicada criatura llamada ser humano de la que
nosotros formamos parte. En los siguientes párrafos procederé a analizar esta cuestión paso a
paso atravesando los distintos cristales que componen el mosaico del ser humano. Así, trataré
finalmente de poder comprender el mosaico completo y observarlo como una verdad ya
esclarecida y apartada de las brumas de la incomprensión.

Relativismo
La posición opuesta al relativismo es el objetivismo. El objetivismo afirma que la verdad es
independiente de las personas o grupos que la piensan o, en una forma lógicamente menos
restrictiva, afirma que existen algunos hechos sobre los que existe acuerdo universal. Por otro
lado, el relativismo considera que la verdad depende o está en relación con el sujeto que la
experimenta y que no existen verdades objetivas ni tampoco acuerdos universales
compartidos por todos los seres humanos. Esta corriente también argumenta que existen
diferentes maneras de conocer el mundo y, por más polarizadas que estén, todas tienen
validez.

Es preciso ser cuidadoso a la hora de definir lo que es relativismo. Así, por ejemplo, no es
relativismo aceptar que existen muchas opiniones acerca de las mismas cosas; esto es obvio y
nadie lo ha negado. El relativismo aparece cuando además se dice que dichas opiniones son
verdaderas si a las personas que las defienden les parecen verdaderas. El relativismo mantiene
que existen muchas formas de conceptualizar ciertos hechos sociales y que ninguna de ellas
puede considerarse como "verdadera". En cuestiones humanas y sociales se reconocen tres
formas básicas de relativismo: moral, cultual, cognitivo.

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Es conveniente tratarlos juntos, ya que se hallan estrechamente vinculados. Por ejemplo, el
relativismo lingüístico considera que existen relaciones entre el nivel cognitivo, el nivel cultural
y la lengua materna de una persona. Incluso, quienes se adhieren a uno de ellos generalmente
se adhieren también a los restantes, mientras que quienes los rechazan lo hacen en forma
conjunta. Oswald Spengler escribió: “Toda cultura tiene su propio criterio, en el cual comienza
y termina su validez. No existe moral universal de ninguna naturaleza”. Y: “A distintos
hombres, distintas ideas” (La decadencia de Occidente).

En el caso del relativismo cognitivo, si se admite su veracidad, se niega la verdad absoluta, por
lo que no debería existir interés por buscarla. En el caso del relativismo moral, se niega la
existencia del «Bien» objetivo, por lo que habría que borrar a la ética como actividad
intelectual que busca un camino para alcanzarlo. En el caso del relativismo cultural, no existiría
una cultura mejor que otra, por lo que tampoco deberíamos esmerarnos por buscarla. Algunos
autores estiman que en el nivel epistemológico el relativismo surge de una actitud escéptica,
mientras que en el nivel moral surge de una actitud cínica.

Universalismo
Este artículo trata sobre la filosofía del universalismo. Para otros usos de este término, véase
Universalismo (iglesia).

El universalismo es la ideología que afirma la existencia de una verdad universal, objetiva y


eterna, que lo determina todo, 1 y por ende debe ser admitida igualmente por todos los seres
humanos. Un pensamiento universalista asegura la veracidad de una forma única e indiscutible
de ver, explicar u organizar las cosas.

El universalismo no es una ideología común, sino una característica única en la forma de


traducir e interpretar la realidad, o la vida en su totalidad. Es frecuente que haya distintas
ideologías universalistas que resulten muy opuestas entre sí. A través de la historia, ha habido
pensamientos universalistas en todos los ámbitos de la vida humana. Como ejemplos en el
ámbito de la teología, están el Cristianismo y el Islam. A nivel filosófico o ético existen diversos
ejemplos de universalismo moral, siendo este último una de las oposiciones al relativismo
moral. Otras concepciones universalistas pueden llevarse a nivel.

.El universalismo también existe a nivel científico, pues hay diversas teorías en la ciencia que
tienen una connotación de carácter universal.

Lo opuesto al universalismo sería el nominalismo ya que aboga por una forma individualista de
ver las cosas. Cabe mencionar que los pensamientos universalistas no niegan la existencia de
formas individuales de ver las cosas, lo que niegan es la veracidad de estas.

El universalismo moral es la postura ética que defiende la existencia de una verdad moral
universal sobre cada cuestión moral concreta. El Sócrates platónico fue un defensor explícito
del universalismo moral, que consideraba un vínculo "indestructible" con la razón del ser
humano. Esta perspectiva del pensamiento socrático se oponía al convencionalismo moral de
los sofistas.

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La reflexión filosófica del ser humano
Uno de los problemas que ha generado mayor controversia en la historia del pensamiento de la
humanidad es el de si existe o no en el hombre una realidad cualitativamente distinta del cuerpo,
un “alma” o “espíritu”, y, en el caso de afirmar su existencia, cuál es su relación con el “cuerpo”.

Por una parte, el hombre se percibe realizando distinto tipos de acciones, de éstas, algunas las
tiene en común con otros seres, pero otras, sobre todo el pensamiento y la autoconciencia, son
específicamente suyas. Por otra parte, uno de los interrogantes que siempre han preocupado al
ser humano desde la prehistoria ha sido la experiencia de la muerte.

El alma humana estaba aprisionada y contaminada por su relación con el cuerpo y debía
mortificarse y purificarse hasta que la liberación de la “cárcel corporal” le permitiese volver a su
ámbito divino. Las concepciones órficas influyeron en la antropología pitagórica. A su vez, el
pitagorismo, con su doctrina sobre la necesidad de purificación del alma y la liberación del
cuerpo, influyó en la filosofía de Platón.

El judaísmo y el cristianismo introducen en la explicación antropológica el concepto de


“creación” y la superioridad del hombre sobre el resto de las criaturas, pues ha sido hecho a
“imagen y semejanza” de Dios. A partir del judaísmo tardío se abren paso tendencias dualistas
que afirman la preexistencia e inmortalidad del alma frente a la mortalidad del cuerpo. Esta
doctrina repercutió en las comunidades cristianas, que se inclinaron por la dualidad cuerpo/alma
afirmando la inmortalidad del alma y la posibilidad de resurrección del cuerpo al final del mundo.

La meditación sobre el hombre es bien tardía en la historia de la filosofía occidental. Se


empieza por la cosmología, se sigue por la metafísica, irrumpe en la era moderna la teoría del
conocimiento, y se llega por fin, en nuestros días, a la antropología filosófica: el tema de
nuestro tiempo.

Referencias indirectas y alusiones incidentales sobre el hombre las ha habido casi siempre. Los
pitagóricos, los sofistas, Sócrates, Platón, Aristóteles y Plotino reflexionan sobre el hombre.
Pero la visión griega sobre el hombre tiene esto de particular: se mueve bajo el signo de la
exterioridad, de la contemplación de formas. O es el cuerpo, o es su aspecto ético, o es su
función cognoscitiva. Pero no aparece una consideración integral del hombre.
Con el cristianismo aparece la persona, el hombre como imagen de Dios. San Agustín -el
máximo introspectivo- vuelca la mente sobre sí misma y descubre el homo interior. Pero San
Agustín y Santo Tomás en el tema del alma es donde hacen su centro, y no en el tema del
hombre.

El idealismo hablará de un «yo puro», de una «sustancia pensante», o de un «yo


trascendental», pero nunca del hombre de carne y hueso, de ése que padecía Unamuno, que
nace, vive, sufre y aunque no quisiera morir, muere. El positivismo hará biología o sociología,
pero nunca conocerá la antroposofía.

La exigencia mínima de nuestro tiempo podría resumirse como lo hace Julián Marías- en unas
cuantas palabras: «referirnos siempre al hombre mismo no a nada suyo, por importante que
sea- y no excluir nada de lo que se requiera para su comprensión». Pero esta exigencia no
puede cumplirse, como lo pretende Marías, por la vía del historicismo orteguiano. Nunca
hemos podido participar de esa admiración beata de que es objeto la obra de José Ortega y

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Gasset. Siempre hemos sido los primeros en reconocer sus agudas observaciones y sus felices
atisbos, pero hemos echado de menos lo que también Nicol ha señalado: una teoría estable,
rigurosa y coherente. La realidad fundamental del hombre no es su historia, sino su ser,
aunque su ser sea un ser histórico o temporal.

En términos generales, bien puede decirse que hay dos conceptos sobre el hombre: el
concepto científico particular y el concepto metafísico-teológico. La idea científica particular
nos ofrece un concepto verificable en la experiencia sensorial, datos mensurables y
observables sobre el hombre. Se trata de una idea fenomenalizada, sin referencia a una última
realidad ontológica. El concepto metafísico-religioso del ser humano nos brinda, en cambio, lo
que Maritain ha llamado «los caracteres esenciales e intrínsecos (aunque no sean visibles y
tangibles) y la densidad inteligible de este ser que tiene por nombre: el hombre».

Sócrates, por su parte, comienza a aplicar el término areté al ser humano en general, al
hombre en cuanto tal. Y se refiere a la areté del ser humano como a aquello que hace a éste
mejor, mejor ser humano en general, pero, además y sobre todo, mejor en un sentido
moral. Areté es, para Sócrates, aquello en lo que el ser humano encuentra su perfección o su
"excelencia" en el sentido moral de ambos términos.

Ahora bien, dado que Sócrates concibe al hombre como un ser dotado de un alma capaz
de pensar y de razonar, y encuentra que esta capacidad es lo que más esencialmente define al
hombre, concluye que la excelencia o areté de éste habrá de consistir en el ejercicio de dicha
capacidad. Y como entiende, a su vez, que tal ejercicio se halla orientado a la adquisición de
saber y conocimiento, termina por identificar la areté del hombre con el saber y el
conocimiento. El mejor hombre, el hombre bueno, el que está a la altura de su perfección y de
su condición humana, es el hombre sabio.

Desde una perspectiva contemporánea, consideraríamos probablemente que el saber y el


conocimiento no tienen por qué hacer mejores a los seres humanos; que un hombre sabio se
puede comportar de la peor manera posible. Pero esto resulta inconcebible para Sócrates. La
conclusión más notable de la ética socrática es precisamente que el conocimiento del bien y de
lo justo determina a la voluntad a actuar bien y justamente. Según Sócrates, nadie actúa mal
voluntariamente. El que actúa mal, lo hace por ignorancia del bien, porque desconoce qué es
"lo bueno": nadie obra mal a sabiendas.

Así, pues, según Sócrates el conocimiento es condición necesaria y suficiente para obrar con
rectitud o virtuosamente, mientras que el mal es producto de la ignorancia. Y es esta particular
vinculación de la virtud al conocimiento lo más característico de la concepción socrática de la
moral y la que justifica que se haya aplicado a ésta el nombre de "intelectualismo moral"

Platón concibió al hombre formado por una realidad dual, el cuerpo y el alma, que considera la
idea de lo material y lo inmaterial o espiritual como opuestos.

Su discípulo Aristóteles diferirá en esta idea como en muchas otras de su maestro. Aquí podéis
leer sobre la vida de este filósofo.

Según Aristóteles alma y cuerpo son una sola sustancia que componen al hombre, con ello
deshace la tesis dualista platónica. La relación entre alma y cuerpo es la de forma y materia o
acto y potencia, siendo el alma la "energía" que anima al cuerpo.

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Platón dice que el cuerpo es material, mortal y se degrada o corrompe, en definitiva, que con
el envejecimiento se produce el deterioro del cuerpo. Sin embargo con el cuerpo es como
estamos en el mundo sensible y es a través del mismo que lo percibimos.

Según Platón esta percepción es incompleta y en realidad estorba a la más completa


percepción de las cosas que tendría el alma. Por lo demás el cuerpo no solo tiene necesidades
físicas que lo limitan sino que además es el que genera las pasiones, que afectan o arrastran al
alma negativamente. Concebido de tal manera el cuerpo es la "prisión del alma".

Por su parte el alma es el componente inmaterial e inmortal del hombre según Platón. No se
trata de algo físico que dependa del cuerpo sino que, simplemente, reside en él. No puede
verse, ni medirse o pesarse porque es físicamente inaprensible.

Las características del alma según Platón son tres: lo racional, lo irascible y lo concupiscible.
Esas características marcan las actividades que dependen del alma que es "tripartita".

Lo racional permite la función de razonar, conocer y dirigir, produce la virtud de la prudencia y


la sabiduría y se localiza en la cabeza.

Lo irascible tiene la función de proteger y defender, representa las pasiones nobles, y las
virtudes que provoca son la fortaleza y el valor, se sitúa en el pecho.

Lo concupiscible tiene la función de conservar y producir, conlleva los "bajos deseos" y las
necesidades físicas, la virtud que produce es la templanza, se sitúa en el hígado.

¿Y cómo define al hombre en su conjunto Platón? Parece que una de las definiciones de
hombre que hizo es la siguiente: "Hombre. Animal sin alas, con dos pies, con las uñas planas; el
único entre los seres que es capaz de adquirir una ciencia fundada en razonamientos".

Respecto a la historia de esa definición hay una anécdota que cuenta Diógenes Laercio y que
refleja una más de las constantes desavenencias entre Diógenes de Sinope -filósofo cínico- y
Platón, que solían saldarse con sarcasmos entre ambos en los que, si seguimos a Laercio,
Diógenes de Sinope se llevaba la mejor parte.

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CONCLUSION
En conclusión podríamos decir que la creencia y desarrollo del humanismo es subjetiva ya que
existen diferentes posturas de filósofos y disciplina que plantean conceptos vareados, en
cuanto al desarrollo a simple vista y al estudio, el ser humano se desarrolla en 5 diferentes
etapas que son: el nacimiento, la lactancia (va del primer al tercer año), le sigue la niñez, la
adolescencia y por último la adultez. Durante esos periodos se presentan cambios tanto físicos
como mentales y también crecen los órganos.

Desde el punto de vista del origen de la creencia humana el hombre aparece como la obra
predilectica de Dios, el hombre es natural y mortal en cuanto a su cuerpo, pero inmortal en
cuanto a que Dios le concede su alma eterna. Los primeros filósofos fueron hombres que
iniciaron un modo original, nuevo de explicación del mundo, la racionalidad, y la razón del ser
humano. La primera noción antropología que aporta capacidad para conocer los secretos de la
naturaleza y que cuenta con sentidos de inteligencia como sus armas fundamentales.

Las respuestas dividen a los filósofos en dos grupos que son el relativismo y los
defensores del universalismo moral. El relativismo como doctrina nos afirma que los
valores y morales veían en la sociedad y que no se pueden juzgar las normas ni las
acciones individuales o colectivas desde fuera de una sociedad. El universalismo
sostiene que existen valores formales que sirven como criterios para juzgar cualquier
acción o conducta.

La naturaleza podría expresarse en relación con el ser humano como el fundamento de


sus instintos y de su cuerpo. La cultura podría considerarse en relación al alma del ser
humano y definirla como parte esencial de ella, influyendo en nuestros pensamientos
y concepción de la realidad.

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BIBLIOGRAFIA
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