Recurso Amparo LHK-TC
Recurso Amparo LHK-TC
Recurso Amparo LHK-TC
AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
representación del Excmo. Sr. Lehendakari del Gobierno Vasco, D. Juan José
DIGO:
1º.- Que por medio del presente escrito INTERPONGO RECURSO DE AMPARO
CONSTITUCIONAL contra el Auto del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco
recurso de súplica interpuesto por esta parte contra el Auto de 6 de junio de 2006 y
admite la querella interpuesta por el delito de desobediencia (artículo 556 Código Penal),
dentro del plazo de veinte días a partir de la notificación de la resolución judicial que se
amparo se interpone por lesión del derecho fundamental del artículo 23 CE del que es
materiales.
Como se ha señalado, se recurre el Auto del Tribunal Superior de Justicia del País
recurso de súplica interpuesto contra el Auto de 6 de junio de 2006, del mismo órgano,
recurso de súplica interpuesto por esta parte y admite la querella interpuesta por el
cooperador necesario.
amparo impetra la tutela del Tribunal Constitucional por violación del derecho
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Para la correcta delimitación de los términos en que se plantea este amparo
conviene ya avanzar que los defectos que esta parte advierte en el Auto no remiten a la
artículo 23 CE.
analizar una lesión del derecho fundamental del artículo 23 CE, indebidamente
restringido por el Auto, al no contar éste con presupuesto habilitante para ello.
que suscita interpela directamente al Texto Constitucional, al ser es éste el único que
contiene la respuesta y, por ello, conecta con la labor de definir –cuando, como aquí
fundamentales.
De esta doble dimensión, el Tribunal al que nos dirigimos se hizo eco bien
temprano:
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resultado insatisfactorias. Junto a este designio, proclamado en el artículo 53.2,
aparece también el de la defensa objetiva de la Constitución, sirviendo de este modo la
acción de amparo a un fin que trasciende de lo singular” (STC 1/1981).
derecho fundamental lesionado (artículo 23 CE), pero junto a ello –de acuerdo con la
referida dimensión objetiva-, dado que la lesión atañe a uno de los derechos
la ley penal ha realizado el Auto recurrido más allá de lo que al amparo corresponde:
lesión, ilegítima desde la perspectiva subjetiva de su titular, pero asimismo ilegítima por
operan como componentes estructurales básicos que informan y dan sentido al entero
ordenamiento jurídico.
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Resta ahora señalar que, por lo que esta parte conoce, el Tribunal Constitucional
hasta la fecha no ha resuelto “un supuesto sustancialmente igual” (artículo 50.1 d) LOTC)
Por su apreciación palmaria, conviene ya dejar sentado, por un lado, que el recurso
se dirige - como exige el artículo 44.1 LOTC- contra un acto de un órgano judicial que
vulnera el referido artículo 23 CE, en el bien entendido de que, como señala la doctrina
Y, por otro, que esta parte invocó formalmente, ante el juez ordinario, el derecho
del artículo 23 CE, en la primera ocasión que procesalmente tuvo oportunidad para ello,
cuestiona (Auto que admite una querella criminal), el requisito de procedibilidad que
su viabilidad.
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Sin embargo, esa primera impresión se desvanece sin forzar en absoluto el
en el recurso de amparo, al ser los jueces y tribunales ordinarios los garantes naturales
de los derechos y libertades que reconoce la Constitución (arts. 53.1 CE y 7.1 LOPJ).
atribuye la función de tutelar los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos a los
dicho examen sería contrario a la CE); pero, con idéntica claridad, se colige que, cuando
el juez ordinario ya no puede otorgar la debida tutela del concreto derecho fundamental
inteligencia del diseño constitucional del recurso de amparo obliga a interpretar dicha
vulneración denunciada, pues sólo en ese marco podrá dilucidarse adecuadamente si,
cuando se presenta el amparo, en el seno del concreto proceso que se sigue ante el Juez
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Por ello, también, a través del susodicho principio de subsidiariedad se preserva el
alguno de tal contradicción. Tal efecto pernicioso no cabe en este caso porque la materia
distorsiona el ámbito del juez ordinario: el archivo de la querella no impide una nueva
circunstancias los que encierran la clave para dar o no por cumplido el requisito del
doctrina constitucional.
Así, lo primero a decir es que una cosa es que en la mayoría de los casos haya de
esperarse a la sentencia firme para poder accionar el recurso de amparo y, otra bien
proceso penal aún no concluido (por ser éste el marco natural donde deben invocarse y
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tutelarse), también lo es que dicho Tribunal, en lógica coherencia con el sentido del
entendimiento de la vía de amparo como vía alternativa o como una suerte de nueva
instancia casacional, tampoco puede obviarse el riesgo de minimizar los efectos del
rigor de la regla general que aboga por esperar la sentencia firme (por todos, ATC
404/2004, de 2 de noviembre FJ 3), para el caso que nos ocupa, interesa la siguiente:
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Es para esta parte indubitado que resulta de aplicación al caso la excepción que se
funciones que corresponden tanto a los jueces y tribunales ordinarios como al Tribunal
amparo constitucional es casi siempre amparo frente al juez ordinario (pues aquél no
refiere, no al haz de derechos que encierra el artículo 24 CE, sino a cualquier otro de los
que integran el ámbito objetivo del amparo, la regla general que aboga por esperar a la
finalización definitiva del proceso ordinario como requisito para activar el amparo, puede
Esto es lo que, a juicio de esta parte, sucede en el caso que aquí se trae.
de los derechos que contempla el artículo 24 CE sino al haz de facultades del artículo 23
Y, de igual forma, aunque por lo que esta parte conoce el artículo 23 CE no ha sido
estima que, como a continuación razona, en cuanto aquéllas también se construyen sobre
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c) Los contornos de la lesión efectiva y actual en el caso.
exigir una lesión “que ha de ser efectiva y cierta, es decir, concreta y no meramente
eventual, por más que probable” (entre otras, STC 45/1990, de 15 de marzo).
fundamental del artículo 23 CE, sino que tal infracción, además, lejos de quedar
“congelada o suspendida” en el tiempo, agotando con su dictado los efectos lesivos para
desarrollar el Lehendakari.
Tal efecto lesivo, además, se proyecta y atañe, con idéntica repercusión negativa, a
los valores y principios constitucionales que, no sólo, pero, sin duda, sí a su través,
garantiza el referido artículo 23 CE. Así, quedan también indebidamente afectados, por
constitucional.
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Se aprehende, por tanto, la efectividad y actualidad de la lesión que provoca el
Auto que se adentra en la esencia misma del derecho del artículo 23 CE (en su vertiente
la delimitación del contenido y perfiles que del derecho ha realizado el legislador (de
acuerdo con su carácter de derecho de configuración legal), sino que las facultades
sobre las que se proyecta el Auto son las que definen el derecho en el bloque de
constitucionalidad (CE y EAPV). Sin soslayar que, tras el Auto (y mientras se mantenga),
el titular del derecho no puede desarrollar con plenitud la opción política y el programa
para el que le eligieron libremente los ciudadanos, por lo que, la resolución judicial, de
forma indirecta, extiende sus negativos efectos sobre el conjunto del sistema político.
por haber sido designado por los electores de acuerdo con el procedimiento establecido
para ello y, por tanto, el Auto se introduce en el contenido esencial del derecho.
del artículo 23 CE, lesión real y tangible cuya reparación no puede diferirse hasta la
integridad de su derecho fundamental al titular del mismo frente a una lesión real y
efectiva.
Ahora bien, el Auto además, según hemos avanzado, no detiene ahí su nocivo
efecto, sino que éste se deja sentir, de manera dinámica y permanente, mientras el
proceso continúa.
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En el caso, no sólo la sentencia firme resultará ineficaz, en abstracto, para reparar
la vulneración del artículo 23 CE que ya ha producido el Auto, sino que además, mientras
aquélla se adopta, la lesión primaria permanece y se hace más intensa: el tiempo que se
emplee en finalizar de forma definitiva el proceso penal que inicia el Auto, es tiempo en
facetas que, en nuestro ordenamiento y en los que resultan equiparables -por ser,
asimismo, Estados de Derecho-, definen el contenido nuclear del artículo 23 CE. El Auto,
La lesión –ya consumada- no puede sufrir ninguna mejoría a lo largo del proceso, no
ninguno de los derechos que ampara el artículo 24 CE, cuya lesión inicial puede repararse
Aquí, hay un contenido material del derecho fundamental cuya afección indebida
puede aprehenderse al margen del devenir del proceso (aunque la persistencia de éste
fundamental alegado (sin el que el mismo no resulta recognoscible) queda restringido por
penal se dilucida se intensifica: el titular del derecho fundamental no es que haya sido
derecho del artículo 23 CE, sino que tal recorte se incorpora al derecho hasta que se
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Es, así, innegable el negativo efecto prospectivo de la resolución judicial combatida
(tan intenso que realiza una nueva definición ad personam del mismo, sin fundamento
objetivo, sin razón evidente que motive esa delimitación –tal y como luego se razona-).
Cuando se presenta este recurso ya hay una parte de la lesión que resulta
agrava.
Por todo lo cual, cabe concluir que, cuando -como sucede en este caso- es la
decisión judicial de iniciar el proceso penal la que provoca per se y de forma autónoma
parcialmente el único recurso (el de súplica) a cuyo través podía remediar el juez
ordinario la citada lesión, ninguna otra vía, salvo la del amparo, queda al titular del
legítimo ejercicio dentro de los límites que derivan para éste del sistema constitucional.
derecho fundamental y, por tanto, en el caso, el recurso de amparo es, aquí, subsidiario.
Por lo que, a juicio de esta parte, el caso se subsume pacíficamente en los ámbitos
artículo 44. 1 a) LOTC) provoque efectos indeseados, por ser contrarios a la posición y
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sentido que el sistema constitucional ha reservado al amparo para proteger las
El recurso de amparo aparece, así, en el caso, como único mecanismo para paliar los
inmediato y directo al Auto que se recurre, queda por precisar que dicho enjuiciamiento
puede ser llevado a cabo “con independencia de los hechos que dieron lugar al proceso”
El amparo que aquí se impetra no rebasa los límites que derivan del artículo 54
LOTC; esto es, se limita a solicitar del Tribunal Constitucional que concrete si –como
su titular, sin necesidad de realizar cualquier otra consideración sobre la actuación del
juez ordinario.
menudo fácil ni factible, sobre todo si la violación del derecho se produce al interpretar
Como es sabido, siguiendo a la doctrina más autorizada, la limitación que pesa sobre
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seguido ante el juez ordinario, debe concretarse, una vez más, atendiendo a las
Ya que el límite que deriva del artículo 44.1 b) para el máximo intérprete de los
de atender al mismo.
Antes al contrario, resulta acorde con la finalidad y sentido del recurso de amparo
que el Tribunal Constitucional tome en cuenta los hechos. Otra cosa es que tal análisis
obligado a valorar el reflejo constitucional de los hechos del proceso (STC 167/1988).
Y, a esa estricta valoración remite, como venimos señalando, el recurso que aquí se
presenta
Tribunal Constitucional puede y debe tener en cuenta los hechos del proceso.
es ésta necesaria, no sólo para comprobar qué entendimiento del derecho del artículo
23 CE acoge el Auto, sino también para comprobar qué concreta ponderación de los
El presente recurso de amparo sólo necesita los hechos del proceso de instancia
para evidenciar que, sin necesidad de alterar ni un ápice el soporte fáctico del Auto
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recurrido, la solución que éste alcanza es, en términos constitucionales, errónea por
Por ello, ningún obstáculo deriva para el presente recurso de amparo del requisito
CONCLUSIÓN
las características, naturaleza y finalidad con que dicha auténtica acción constitucional
exigidos para su admisión, en especial los que establece el artículo 44 LOTC, por lo que,
dicho sea en los más estrictos términos de defensa, debe ser admitido.
fundamental que reconoce el artículo 23 del Texto Constitucional, lo que nos releva de
Basta, por tanto, a los solos efectos de centrar nuestra posterior exposición
“Para delimitar el alcance del derecho de acceso a los cargos públicos hemos de
interpretar el artículo 23.2 CE en conexión con el artículo 23.1 CE y de acuerdo con el
artículo 22 de la Declaración de los Derechos Humanos de 10 de diciembre de 1984 y de
25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 19 de diciembre de 1966,
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según dispone el artículo 10.2 CE, y coherente con ello sentar que el derecho de acceso
a los cargos públicos consagrados en el artículo 23 CE se refiere a los cargos de
representación política “ (STC de 24 de noviembre de 1986).
Los bienes jurídicos que este particular aspecto de los derechos del Art. 23
CE pretende garantizar o, mejor, los valores y principios constitucionales que
pretende hacer efectivos son, entre otros, la legitimidad democrática del sistema
político, el pluralismo político y la formación de la opinión pública libre. Con estos
derechos se trata de asegurar a las personas que participan como actores en la actividad
pública, y a los partidos y grupos en los que aquéllas se integran la posibilidad de
contribuir a la formación y expresión de la opinión pública libre, poniendo a disposición
de los ciudadanos en general y de los electores en particular una pluralidad de opciones
políticas para que puedan formar sus propias opiniones políticas y, en el momento
electoral, para que puedan elegir libremente los programas que estimen más adecuados.”
(STC 136/1999).
“El artículo 23.2 CE protege el acceso y pleno ejercicio de las funciones públicas en
igualdad y de acuerdo a la ley, y tiene una especial trascendencia cuando se trata de
cargos y funciones públicas de carácter representativo, pues en tal caso la violación del
derecho a acceder y ejercer la función y el cargo representativo afecta también
indirectamente al cuerpo electoral cuya voluntad representa, sobre todo cuando en
el presente caso, se trata de una corporación provincial cuya naturaleza
representativa aparece definida por la propia CE (art. 141.2), de ahí la especial
trascendencia no sólo para proteger el derecho fundamental, sino también para
asegurar la función representativa y el principio democrático y corregir las
perturbaciones, limitaciones o impedimentos que sufra el cargo electivo en el uso
legítimo de su función representativa” (STC 18 de julio 1991)”.
“El derecho reconocido en el artículo 23. 2 CE, que garantiza no sólo el acceso en
condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos, sino también la
permanencia en ellos sin perturbaciones ilegítimas…” (STC 1 de octubre de 1990).
EN EL CASO.
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Del artículo 152. 1 CE y artículo 29 y ss del Estatuto de Autonomía para el País
Gobierno que preside, designa y separa a los Consejeros y dirige su acción, ostenta
además la más alta representación del País Vasco y la ordinaria del Estado en su
cualidad de Presidente del Gobierno Vasco y miembro del Parlamento Vasco, ya que es
designado por éste, entre sus miembros (artículo 33.1 EAPV) y, bajo su exclusiva
el caso del Lehendakari, comprende el ejercicio de dicha actividad, sin ser sometido a
desempeñar.
“actividad política”:
“no toda la actuación del Gobierno, cuyas funciones se enuncian en el art. 97 del
Texto constitucional, está sujeta al Derecho administrativo. Es indudable, por ejemplo,
que no lo está, en general, la que se refiere a las relaciones con otros órganos
constitucionales, como son los actos que regula el título V de la Constitución, o la
decisión de enviar a las Cortes un proyecto de Ley, u otras semejantes, a través de las
cuales el Gobierno cumple también la función de dirección política que le atribuye el
mencionado art. 97 de la Constitución» (STC 45/1990, de 15 de marzo, F. 2). En similar
sentido hemos declarado que cuando «el Gobierno actúa como órgano político y no como
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órgano de la Administración, no ejerce potestades administrativas ni dicta actos de esta
naturaleza y, por lo mismo, su actuación no puede calificarse como "administrativa" cuyo
control corresponda ex arts. 106.1 de la Constitución y 8 LOPJ a los Tribunales de
justicia. Estas ideas, formuladas en términos generales respecto de las relaciones entre
Gobierno y Cortes, son también aplicables a las relaciones entre los Ejecutivos
autonómicos y las correspondientes Asambleas Legislativas, por lo que la justificación
dada por el Tribunal Supremo para entender que no existía sujeción al Derecho
administrativo del acto impugnado es plenamente razonable y ajustada a la Constitución.
La solución contraria podría desnaturalizar el juego democrático entre aquellas
instituciones» (STC 196/1990, de 29 de noviembre, F. 5).
De esta doctrina se desprende que el Gobierno actúa con normalidad «como órgano
de la Administración», ejerciendo la potestad reglamentaria (art. 97.1 CE) y
sometiéndose al Derecho administrativo, aunque en otras ocasiones actúe como órgano
político y no ejerza potestades administrativas, sino «la función ejecutiva» que también
le caracteriza (art. 97.1 CE).”
carácter, si bien, a los efectos del debate que aquí se suscita, nos interesa resaltar que
no normativos-) resultan concreción (o, si se prefiere, ejercicio normal) del núcleo duro
del haz de facultades que define el derecho fundamental del artículo 23 CE y, por ello, a
Lehendakari pueden ser moduladas por el legislador (no interesa ahora señalar a través
de qué procedimiento y tipo de de norma), el elemento político de aquél nunca podría ser
negado, recortado o menoscabado, sin desconocer el límite del artículo 53.1 CE. Huelga
apuntar que el referido límite también se proyecta sobre el resto de poderes públicos (y
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La primera es que, como esta parte ya razonó ante el juez ordinario, el cauce
normal para enjuiciar tal actividad es la sede parlamentaria: la responsabilidad por los
actos políticos del Lehendakari –y, en su caso, del Gobierno que preside- se depura ante
el Parlamento Vasco, del que recibe su legitimación democrática y al que le une una
relación fiduciaria, cuya ruptura sólo debe producirse en los casos y por los
los presidentes de los poderes ejecutivos que nacen de la Constitución, pues deriva
de las funciones de dirección política que les corresponden, el ámbito natural, básico y
responsabilidad política.
cuando se trata de examinar en la vía penal una acción reconducible prima facie a esa
categoría del acto político por estar palmariamente enderezada a alcanzar uno de los
CE.
De tal suerte que, si la actividad –sea cual sea la perspectiva de análisis que se
escoja- tiene esa dimensión (esto es, se ubica en el núcleo duro del artículo 23 CE -
cargo-), el examen que prescinda del citado precepto constitucional resulta ya erróneo
en términos constitucionales.
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Derecho (artículo 9 CE) –exclusión prohibida a radice en el sistema constitucional-. Pero
el ejercicio de las funciones políticas propias del cargo de Presidente del ejecutivo
ejercicio, al igual que no cabe hablar de un ámbito exento, no cabe que aquél,
desconozca las pautas que, de acuerdo con el bloque de constitucionalidad, han de regir
el análisis y que son, las que a juicio de esta parte, ha ignorado el Auto recurrido.
ínsito en lo que es propio de la actividad del cargo para el que se ha sido designado.
constitucional (al igual que, por ejemplo, es necesaria la disección de la esfera pública y
trato de favor, sino, muy al contrario, es transitar el camino ideado por el ordenamiento
Cuestión distinta (sobre la que luego volveremos) es que esa toma en consideración
debe permitir cohonestar todos los derechos fundamentales que presente el análisis. Así
derecho de los ciudadanos a obtener la tutela judicial efectiva (también en la vía penal)
-21-
con el derecho del artículo 23 CE que, con idéntico carácter, tienen quienes ejercen
cargos públicos y que presupone el ejercicio en libertad –valor superior del ordenamiento
fin, el Estado de Derecho pueden existir- de su acción política, presupuesto para que
Por tanto, indiscutido que el Lehendakari es titular del derecho fundamental del
designado por éste para, entre otras, ejercer la función de orientación política, cabe
precepto constitucional.
AUTÓNOMAS.
gobierno gobernar.
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Qué duda cabe que debe existir un equilibrio en el sistema de suerte que no
prospere la acción penal (las consecuencias del proceso) en aquellos casos en los que se
cortapisas no deben conducir a que los gobernantes puedan abusar de su poder y gozar
de una impunidad penal cuando lo que se juzgan son graves irregularidades en el ejercicio
del cargo.
“ninguna solución podrá ser nunca considerada perfecta. Nos hallamos en un terreno
gobierno, de otra.”
tales aquellos ejercidos a causa o con ocasión de la actividad pública o en conexión con
ella. Serían, por tanto, aquéllos que no podrían ser perpetrados sino ostentando el cargo
responsabilidad penal del Presidente y los miembros del Gobierno. La primera abarca
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Pues bien, conforme a la doctrina más autorizada una sistematización de la primera
denuncia de un particular lesionado, pero ésta no se presenta ante las unidades policiales
o judiciales sino ante una Comisión ad hoc que actúa como filtro de la notitia criminis y
que, en su caso, establece los términos por los que el sujeto imputado puede ser
enjuiciado; iii) el mecanismo que activa la acusación, aunque se inicie por el procedimiento
presunto delito, exige una previa autorización parlamentaria para proseguir con el
proceso penal, en cuyo caso la autorización se convierte en condición sine qua non para,
en cualquier caso, enjuiciar stricto sensu al miembro del Gobierno imputado –si bien en
La Constitución, al margen del supuesto del artículo 102.2 CE (si la acusación fuere
por traición o cualquier delito contra la seguridad del estado en el ejercicio de sus
funciones, sólo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los miembros del
“El Presidente del Gobierno y sus miembros, durante su mandato y por los actos
delictivos cometidos en el ámbito territorial de la Comunidad Autónoma, no podrán ser
detenidos ni retenidos, sino en caso de flagrante delito, correspondiendo decidir, en
todo caso, sobre su inculpación, prisión, procesamiento y juicio al Tribunal Superior de
Justicia del País Vasco. Fuera del ámbito territorial del País Vasco, la responsabilidad
penal será exigible en los mismos términos ante la Sala de lo Penal del Tribunal
Supremo”.
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de acusaciones intimidatorias que únicamente persiguen condicionar sus decisiones
gubernativas o ministeriales.
Presidentes de las CCAA del artículo 151 CE –que conforme al artículo 152.1 CE deben
ser elegidos entre los miembros de sus Parlamentos-, aún existiendo una interconexión
Ahora bien, atendida la finalidad que persiguen las garantías material y formal
mecanismos para otorgar y obtener dicha protección. Los bienes jurídicos a cuya
protección se enderezan dichas garantías no son sólo compartidos por todos los Estados
democráticos y de Derecho, sino que, en nuestro caso, son elementos definitorios del
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la independencia del órgano y el ejercicio de las funciones del cargo
constitucionalmente relevantes (aforamiento).
La Constitución -es cierto- no cuenta con un estatuto penal especial para los
titulares de los poderes ejecutivos que de ella derivan pero de tal opción no cabe
acuerdo con las funciones constitucionalmente atribuidas, son los jueces y tribunales los
que han de velar por garantizar y proteger las funciones constitucionales que ejerce un
como los demás miembros que integran el Gobierno (y, a estos efectos, en idéntica
posición institucional, los presidentes autonómicos y los miembros de sus ejecutivos) son
traiga a la causa penal verse sobre la acción política de aquéllos, tal circunstancia no
pueda ser soslayada sino que deba necesariamente incorporarse al juicio que
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Ningún ordenamiento puede desconocer (tampoco la Constitución) que en el caso de
las denuncias presentadas contra el Presidente del Gobierno y los ministros, por el cargo
amenaza penal como arma política para lograr su desestabilización por la oposición o por
los jueces y Tribunales de desarrollar esa función de equilibrio, entre los valores
gobiernos democráticos.
Tal operación ponderativa es obligada en todos los casos y deviene más exigible, si
denuncia o querella penal es obligado para el juez ordinario y, además, esa valoración
debe hacerse con prontitud, dados los efectos devastadores que puede tener para el
sistema democrático.
El ejercicio del ius puniendi, por el carácter y sentido que el mismo tiene en un
Ello, en modo alguno significa que no se deba acordar la instrucción penal cuando se
trate de comportamientos delictivos (también, claro está, cuando éstos versen sobre la
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Ahora bien, el riesgo indudable que para la legitimidad de las instituciones y para el
funcionamiento operativo del propio gobierno deriva del sometimiento de sus más
valoración cumpla las exigencias de rigor que exige la aplicación –siquiera en fase
indiciaria- del derecho penal: la conducta sobre la que se proyecta debe ser incardinable
en el ámbito penal, de forma clara y palmaria por tener una dimensión penal.
Asimismo, estima esta parte que, de acuerdo con el diseño constitucional, habrá
que convenir en que la opinión del Ministerio Fiscal sobre la dimensión penal de la
concreta actividad enjuiciada cumple, en los casos que nos ocupan, una finalidad
juicio ponderativo.
de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la
Ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de los
tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social” (artículo 154 CE),
fundamentales.
Por ello, teniendo en cuenta que, en gran parte de los casos en que se inicia la vía
antagónicos, garantizando que la acción penal no sea utilizada para un fin distinto del
-28-
En suma, los principios y valores que se ven afectados cuando se somete a la vía
penal una conducta política de los gobernantes reclaman que el juicio del juez ordinario
penal sea apreciable a primera vista, porque la mera descripción de la conducta permita
establecer su conexión con algún tipo penal al representar aquélla una clara
aplicable.
derechos fundamentales (y, también, por tanto, los incluidos en el artículo 23 CE)
política y en las consecuencias del ejercicio del derecho democrático de los ciudadanos.
del derecho penal debe impedir gobernar, aunque la actividad del gobierno pueda ser
judicialmente controlada.
proceso penal por una actividad política, además, debe obligadamente incorporar el
medios o con una menor restricción de los derechos fundamentales en juego; análisis
inexcusable, cuando se somete al escrutinio penal (aunque sea en su fase inicial) una
conducta política, que viene siendo realizado con naturalidad por los jueces ordinarios.
-29-
supuesta reunión de un Consejero-Jefe del Gobierno catalán con dirigentes de ETA
riesgos ante querellas que aparecen como “exponente de una concepción del sistema de
justicia penal que se sitúa en las antípodas de esa naturaleza excepcional y fragmentaria
interesada por su naturaleza coactiva para derivar a él cuestiones que deban ventilarse
en otras instancias con vaciamiento de ésta, pero en cualquier caso potencian el primado
de la respuesta penal sobre cualquier otra opción de control lo que nos llevaría a un
y por tanto en «prima ratio», y no en última, lo que en modo alguno es admisible en una
de equilibrio en la tutela de bienes jurídicos. Esto es, que sean atendidas las exigencias
intervención mínima debe evitar que el Derecho penal sea utilizado como instrumento
para imponer concepciones morales e ideológicas que sólo siente un sector de la sociedad
Moral y el Derecho, tema que tanto ha ocupado la atención de los filósofos del mismo,
sino de la imposición de una cierta y concreta moral, que frecuentemente nada tiene que
ver con la Ética y la Moral en el plano ontológico, a todos los ciudadanos, la compartan o
no.”
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En suma, aunque nuestro ordenamiento no contemple expresamente mecanismos
criminales contra los presidentes y miembros de los poderes ejecutivos que derivan de la
CE, ello no significa, en modo alguno, que dicha valoración no deba realizarse. Antes al
contrario, los bienes jurídica y constitucionalmente relevantes que están en juego exigen
CE EN EL PROCESO.
inevitables para el juez penal: la ausencia de ponderación, al ser una garantía esencial
para el propio desenvolvimiento del derecho fundamental y del ejercicio de las funciones
El juicio ponderativo del juez penal debe siempre cumplir las exigencias formales y
materiales que para el mismo derivan del sistema constitucional, tal y como han sido
1) Requisitos formales:
consideración:
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“por cuanto la alegada vulneración de derechos fundamentales no se ha producido.
Sabido es que los derechos fundamentales no son absolutos (por todas STC 209/1993)
teniendo en cualquier caso como límite, precisamente el Código Penal. Siendo así, no cabe
alegar vulneración de derechos fundamentales por la apertura del proceso penal, cuando
éste delimitará la existencia o no de infracción penal y, por tanto el límite al ejercicio de
los derechos fundamentales que se alegan.”
Tal argumentación, no, desde luego, de forma satisfactoria, pero tal vez sí
artículos 24 y 25 CE. Pero, de ningún modo, sirve para dar por cumplidas dichas
sentencia penal firme. La falta de identidad con el caso resulta meridiana: allí el artículo
23.2 CE se alegaba en base a la garantía que proyecta sobre los funcionarios y no -como
política, lo que -dicho sea en los más estrictos términos de defensa-, según lo antes
Además, el Auto acoge la errónea premisa de que nunca la decisión de admitir una
-32-
Para el Auto, el derecho del artículo 23 CE queda extramuros del enjuiciamiento,
como si su alegación por esta parte fuera extravagante. El razonamiento del Auto ni
(ni por ello exteriorice) juicio alguno sobre la forma en que el juez ordinario ha valorado
instancia-.
valoración de las circunstancias que concurren en la actividad que enjuicia, sino que,
habiéndose alegado por esta parte la presencia del artículo 23 CE, el mismo es extraído
porque el juez penal viene obligado, también en el juicio que precede a la admisión de una
querella, a analizar si los hechos que fundan aquélla han o no de encuadrarse dentro del
alegado ejercicio del derecho fundamental. De suerte que la ausencia de ese juicio (al
proporcionalidad.
Corresponde ahora analizar el Auto objeto de este recurso bajo el prisma del
El Tribunal al que nos dirigimos conoce de sobra (por ser quien ha elaborado la
doctrina sobre el papel de los derechos fundamentales) las pautas que rigen el juicio
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ponderativo que corresponde realizar al juez ordinario cuando debe resolver en qué
En primer término, el Auto, a pesar de las alegaciones formuladas por el titular del
Auto.
derecho fundamental –lo que es verificable con certeza- no puede considerarse, con un
mínimo rigor jurídico, conducta delictiva. Cuando lo que se examina es actividad propia
del contenido mismo del derecho alegado (como aquí sucede), la presunción de indicios
-34-
Ya hemos argumentado cómo para el ordenamiento constitucional resulta ejercicio
lícito del derecho a participar en los asuntos públicos una actuación ceñida a conocer las
ideas y convicciones que puede tener un grupo social determinado, que representa una
contacto propio y típico del debate político, inherente a la esencia misma de un régimen
democrático.
artículo 23 CE, es claro que un dirigente político -que ocupa un cargo institucional como
hecho de debatir públicamente problemas que atañen a los ciudadanos, con el público y
En definitiva, iniciar la vía penal para perseguir tal actuación del Lehendakari
significa desconocer “la lógica del sistema democrático parlamentario, uno de cuyos
Gobierno uno de los sujetos habilitados para propiciarlo” ATC 135/2004) y, por tanto, se
revela inútil, en tanto que medida absolutamente inadecuada para tutelar el interés
general que también sufre una afección negativa y aprehensible a primera vista.
respecto del que ahora basta recordar que, con carácter general, es, en lo esencial, una
regla para tratar los derechos fundamentales: “es en el de los derechos fundamentales
declarado: “en materia penal, ese sacrificio innecesario o excesivo de derechos puede
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producirse bien por ser innecesaria una reacción de tipo penal o bien por ser excesiva la
del derecho cuyo ejercicio quedará privado o restringido con la sanción” (STC 136/1999,
FJ 22).
Esta doctrina, por otra parte, se encuentra en plena sintonía con la del Tribunal
diremos que los Tratados y Acuerdo internacionales conforme a los cuales deben
interpretarse los derechos fundamentales, por mandato del artículo 10.2 CE, no
Partido de la Libertad y de la Democracia contra Turquía). Es más, por mucho que los
principios que defienden esas propuestas “ corren el riesgo de chocar con las líneas
-36-
pública, el buen funcionamiento de la democracia exige que las formaciones políticas
generales que conciernen al conjunto de los implicados en la vida política” (entre otras,
aprecia que éste parece fundar en dos límites la restricción del derecho fundamental:
Ambos, en la lógica interna del Auto, otorgarían apoyo al inicio de la vía penal por la
Para el Auto, el primer límite del derecho se hallaría en el Código Penal, cuya mera
Es verdad, como dice el Auto, que los derechos y libertades fundamentales no son
absolutos, pero no lo es menos que también carecen de tal carácter los límites a que ha
mal en el Auto porque se hace mediante la aplicación automática de una supuesta regla
ordenamiento constitucional.
-37-
Antes al contrario, la libertad de actuación que acompaña a la permanencia en el
automáticamente ante la norma penal sino que el alcance de ésta debe siempre
establecerse en cada caso, atendiendo a la regla (está sí prevalente, por el lugar que
doctrina constitucional antes citada así como la del TEDH, con mayor razón debe primar
La aplicación del Código penal como límite absoluto y con el automatismo que acoge
el Auto constituye, así, una vulneración del derecho fundamental por infracción de los
principios hermenéuticos que derivan del texto Constitucional para resolver la tensión
Al acoger una indebida inteligencia del lugar que ocupa la norma penal en el
-38-
En el ordenamiento propio de un Estado de Derecho, debe descartarse la
necesidad de perseguir penalmente una actuación como la que analiza el Auto, la medida
con la que se castiga el delito de desobediencia (artículo 556 CP) tenga una función
intimidante y disuasoria del ejercicio lícito del derecho de participación en los asuntos
protegidos.
incitar la violencia ni, ya en fin, era expresión de solidaridad con los métodos que
acudieron a la reunión.
la sociedad.
(discrepancia a la que en modo alguno otorga cobertura el Código Penal, pues no es ésta
-39-
restricción del derecho patentemente desproporcionada porque desproporcionados son
como premisa.
Pese a que, como venimos reiterando, es palmario que el Tribunal elude calibrar en
abocado por la presencia de un derecho fundamental, en aras a agotar todos los caminos
de análisis, resta examinar otro elemento que aparece en el Auto y que parece jugar
Así, por hipótesis podríamos pensar que el Auto considera que frente al derecho
la LOPP.
el Lehendakari no guarda relación ni con los fines ni con los medios dispuestos por la
misma.
En primer lugar, conviene recordar que la LOPP no impone a los partidos políticos
-40-
La LOPP establece los requisitos que deben cumplir los partidos, en su estructura,
asociaciones cualificadas por sus funciones que “se resumen en su vocación de integrar,
mediata o inmediatamente, los órganos titulares del poder público a través de los
procesos electorales”. Dicha ley se ocupa sólo de ellos y en tanto que efectivamente se
que deje de disfrutar de los derechos y prerrogativas que, como tal, corresponden
exclusivamente a una asociación que haya tomado la forma de partido político. O, lo que
-41-
que “presumidas en origen y sólo verificables tras la inscripción” hacen de ella un partido
político, resultando de un eventual juicio negativo la consecuencia de su disolución, sin
mayor perjuicio para los actores de las conductas examinadas y reconducidas al
partido que el propio de quien se ve perjudicado por la imposibilidad de continuar en
el disfrute de beneficios y ventajas, que sólo se disfrutan legítimamente en el
marco normativo que el partido disuelto, justamente, no ha querido respetar.”
En este marco, es claro que ni la LOPP ha concebido la disolución como una sanción
penal, ni por supuesto ha instaurado un tipo penal para garantizar que no perviva el
otros mecanismos distintos en consonancia con las finalidades perseguidas por la Ley:
(FF. 15 y 16), pero siempre a propósito de la sucesión de partidos, esto es, para el caso
impida la continuidad del partido disuelto bajo otra forma jurídica que también propicie
esa participación.
“El partido político disuelto sólo puede prolongarse en una entidad que le permita
seguir existiendo materialmente como partido, esto es, como asociación cualificada por
las funciones que le confía el art. 6 de la Constitución. Y esa existencia (subsistencia)
material sólo puede darse bajo la forma de partido político, pues bajo otra veste
quedaría fuera del nuevo continente aquel contenido que la forma sucesora no pudiera
-42-
albergar, formalizándose así únicamente una parte de la materia formalizada en la
entidad disuelta” (FJ 24 a)).
políticos que pueden considerarse como tales tras superar el canon de constitucionalidad
Si, trasladar las consecuencias de la disolución a una reunión que se celebra entre
dirigentes del partido disuelto y otros dirigentes políticos no tiene ningún sentido (ya
que no existe ninguna restricción para que una reunión de este tipo se celebre
únicamente con partidos políticos), menos sentido tiene que dirigentes políticos, de
Los criterios valorativos que ofrece la LOPP para medir si ésta plasma un interés
tajantes.
En la LOPP no merecen una respuesta penal los singulares actos y conductas que
no puede realizarse sino con vinculación a los referidos supuestos contenidos en el art.
9.2” (STC 48/2003, FJ 10), es difícil, por ello, sostener que ante una conducta, de
mucha menor gravedad, exista un interés público en castigarla con una medida tan
-43-
A mayor abundamiento, cabe argüir asimismo que en ningún caso se ha defendido
otra lectura de la LOPP. Como muestra de ello cabe mencionar lo resuelto por el Tribunal
Sentencias de la Sala del Tribunal Supremo del artículo 61 de la LOPJ que entendieron
característico de esa institución, eran fruto del entramado organizativo constituido con
disueltos
Pues bien, en ningún caso se ha estimado - ni por la Sala del Tribunal Supremo del
interés protegido por la LOPP, que los ciudadanos que quisieron ejercer su derecho de
ilegalización.
ordenamiento y las decisiones que se han adoptado en ese marco no son manifestación
del ius puniendi del Estado, pues no tienen una función represiva, habiendo querido el
legislador acudir a una perspectiva distinta con el designio de imponer otro tipo de
-44-
Como es doctrina consolidada, el citado derecho fundamental incorpora una
Como ha reiterado el Tribunal al que nos dirigimos, del artículo 23.2 CE no deriva
relación con el párrafo primero del mismo precepto, que preserva el derecho de todos
los ciudadanos a participar en los asuntos públicos, en lo que ahora interesa, por medio
instituciones públicas que debe ser respetado como contenido necesario de ambos
4 a)].
recursos de amparo presentados con ocasión de los procesos electorales, es claro que la
igualdad que preside el proceso electoral, secuencia natural del derecho de igualdad en
-45-
oportunidades para ejercer el poder político. De acuerdo con ello, la igualdad se
extiende a todos los derechos que hacen posible llegar al poder político o que tiene a
electores- y se encuentra en continua pugna política por mantener ese apoyo. Ello es
consecuencia de que ocupe el poder por un tiempo limitado pudiendo ser relevado en la
siguiente elección.
puede colocar en una situación distinta a los actores que pugnan por el poder y dicha
medida sólo será admisible si hay una justificación objetiva y razonable para ello o, si se
de los procesos penales a dirigentes políticos por su actividad política y motivados por la
acción de ciudadanos que pueden disentir de ésta –cuyas consecuencias para el caso que
espectacularidad y escándalo que procura en una sociedad mediática, puede ser una gran
tentación, al ser una de las vías más rápidas para lograr el descrédito del oponente
político y obtener el favor del electorado. Pero, en tanto que vía ajena a los mecanismos
que hacen posible la alternancia política, se debe ser muy cuidadoso con ella.
del Tribunal al que nos dirigimos, “el pluralismo político, el ejercicio de la oposición, y la
-46-
política, sólo son comprensibles a través de la descriminalización del adversario
político” .
político sea colocado, sin un fundamento sólido, en una situación que objetivamente limita
medida (el inicio de la vía penal) es un obstáculo indebido para el ejercicio del derecho
efecto limitador resulta innegable también en comparación con otros líderes políticos.
23 CE son así evidentes. Porque, el derecho que los ciudadanos tienen, por medio de sus
de 1987-Arz 7/1987).
las más elementales reglas del razonamiento jurídico que debe regir el juicio ponderativo
-47-
El derecho del artículo 23 CE es vulnerado porque se restringe en función de dos
límites (el Código Penal y la LOPP) cuya finalidad en modo alguno fundamenta la
restricción: de dichas normas no deriva prohibición alguna para acudir a una reunión
conducta que carece de dimensión penal alguna, ausencia de fundamento que concurre en
cabe articular a través del ejercicio de una acción penal), sino que además dificulta y
actividad política e institucional, que tiene, además del claro efecto inhibitorio que
el que a su través ejercen los electores. El Auto le priva del liderazgo que la sociedad
Presidente de la CAPV el derecho a recabar las opiniones que estime necesarias para
ofrecer a la ciudadanía los análisis de la realidad política y articular las propuestas que
considere precisas.
-48-
de un delito de quebrantamiento de medida cautelar, persevera en la admisión de la
hecho de que su efecto se limite a iniciar el proceso penal, sin prejuzgar el resultado
Por ello, como es doctrina constitucional clara (entre otras, STC 159/1986), si de
previa para el inicio de cualquier proceso penal es la correspondencia (en ese estadio
querella es una operación abstracta que no requiere verificar si los hechos han ocurrido
o no. Es así cierta la necesidad de distinguir la tipicidad de los hechos de su prueba –lo
Ahora bien, las exigencias del principio de tipicidad exigen una verificación seria y
los casos en los que la ausencia de antijuridicidad es manifiesta o en los que sólo es
posible el delito doloso (artículo 12 CP) y la inexistencia del mismo surge del relato en el
-49-
Huelga insistir en que si, en todos los casos, la activación del ius puniendi exige
cuando se pretende proyectar sobre una actividad que es manifestación, en los términos
Son, sin duda, los Tribunales penales ordinarios los únicos competentes para
enjuiciar los hechos presentados y para interpretar y aplicar la ley penal, pero tales
aplicación impide al Juez las interpretaciones extensivas, analógicas o ”in malam parte”,
ya que comportan una ruptura de la previsibilidad que debe acompañar la aplicación del
sorpresiva frente a un ciudadano el carácter penal de una conducta ajena a dicho ámbito.
como es el caso del reconocido por el artículo 23 CE. Si, en general, ese principio impone,
que sólo se pueda anudar la sanción prevista a conductas que reúnan todos los elementos
tolera que la actividad judicial lleve a limitar derechos fundamentales, ampliando las
-50-
El Auto que se recurre, al efectuar la “subsunción típica abstracta”, incurre en
infracción del artículo 23 CE porque efectúa una interpretación de los elementos que
definen el delito de desobediencia y de las notas que acotan la condición del cooperador
incompatible con las exigencias que para dicha labor derivan del principio de lex certa.
procesal), también la aplicación de los criterios que rigen la admisión de una querella es
una decisión sometida, dicho sea en los más estrictos términos de defensa, al test
criterios mínimos que impone la lógica jurídica y los modelos de argumentación adoptados
puede llevar a fundar que aquélla contenga –incluso en este trámite inicial de admisión- la
En primer lugar, cierto es que, como ha afirmado el Tribunal al que nos dirigimos,
inexistente; pero también es cierto que este Tribunal incurriría en exceso de formalismo
si admitiese como decisiones motivadas y razonadas aquellas que, a primera vista y sin
-51-
necesidad de mayor esfuerzo intelectual y argumental, se comprueba que parten de
incurre en quiebras lógicas de tal magnitud que las conclusiones alcanzadas no pueden
contiene el Auto.
que debería habérsele dado en virtud del derecho fundamental afectado, cabría señalar:
delito de desobediencia.
La fundamentación del Auto merece a esta parte dos consideraciones básicas que
-52-
Tal argumentación evidencia la artificiosidad de la subsunción, ya que ésta no
define la infracción por incumplimiento de una Sentencia o de una previsión legal, sino
que el tipo infractor se construye acumulando dos fuentes obligacionales muy distintas
(en primer lugar, la enunciada y recogida por el artículo 118 CE y la que plasma el artículo
9.1 CE en conexión con el artículo 25.1 CE, en segundo) y que se sitúan claramente fuera
para fundamentar la desafortunada y solitaria tesis del Auto para dotar de razón (sólo
de un delito de desobediencia.
pero debe recordarse que esta exigencia objetiva del sistema jurídico comporta, de un
lado, el derecho a la ejecución de las Sentencias en sus propios términos, de suerte que
el órgano judicial no puede apartarse de los previsto en el fallo; y, de otro lado, que la
función jurisdiccional (artículo 117.3 CE), pues “ corresponde a los jueces y Tribunales
determinados en las leyes, según las normas de competencia y procedimiento que las
mismas establezcan, hacer ejecutar lo juzgado, adoptando las medidas oportunas para el
estricto cumplimiento del fallo, sin alterar el contenido y el sentido del mismo ” (STC
125/1987, FJ 2).
corregir o reparar, a través de la vía penal, las eventuales lesiones que pueda sufrir esa
garantía que tengan origen en una supuesta pasividad o desfallecimiento del órgano
-53-
sentencia, que se respeten y ejecuten todos los efectos previstos por las leyes para el
Como segunda consideración, y tras reiterar –una vez más- que el Lehendakari, al
igual que los demás ciudadanos, está sujeto a la Ley, no cabe entender para aquél –como
tampoco para ellos- que el artículo 12.1 A) LOPP contiene una norma penal (conforme a lo
antes razonado).
partido político disuelto. La acotación final “el incumplimiento de esta disposición dará
la infracción siguiendo lo dispuesto en el Código Penal; esto es, la misma procederá en los
Pues bien, el Código Penal no contiene ningún tipo que acoja el supuesto al que alude
la LOPP. Ni está en el Código penal como tipo específico ni puede entenderse que la LOPP
haya modificado los elementos del tipo del artículo 556 CP, esto es, el marco punitivo
descrito por aquél (la ampliación tácita de los tipos penales es una operación prohibida
que el legislador haya establecido para el caso de que se realice la conducta típica. Si
esta está prevista en la ley penal llevará aparejada la pena correspondiente, con el
-54-
Otra cosa distinta es que tal conducta suponga además que se haya consumado una
no hacer.
legal pueda llevar implícita una desobediencia, el tipo adquiere así una finalidad de
El sintético escrito del Ministerio Fiscal corrobora las consideraciones que esta
parte expuso en su escrito de suplica, coincidentes, a su vez, con las apreciaciones que
el artículo 556 CP (como cooperador necesario del delito cometido por particulares) o en
cumplir una serie de requisitos sin los cuales la conducta queda fuera del tipo penal:
-55-
2. Que la orden o mandato se haga conocer a sus destinatarios de forma expresa,
terminante y clara; conocimiento real y positivo por el obligado, aunque no sea preciso
caso de incumplimiento.
puntualizado que la previsión del artículo 12.1 A) LOPP resulta a estos efectos
indiferente-, lo primero que hay que decir es que corresponde a ese Tribunal, en su caso,
“a petición de los interesados cuando proceda según las leyes, deducir las exigencias que
duda cuáles sean éstos, y actuar en consecuencia.” (STC 125/1987, de 15 de julio, FJ 2).
Es notorio que en este caso el Tribunal Supremo no ha dicho nada sobre las
Sentencia se ha dirigido ni al Lehendakari ni a las personas con las que éste se reunió
-56-
cabo tales reuniones –en el relato de hechos de la querella no se da noticia de que esto
haya ocurrido-.
condición de autoridad, ni claro está, puede intimar como tal a una autoridad que sí lo es.
Su falta de legitimación para realizar dicho acto es clara y tampoco necesita de mayor
fundamentación.
En efecto, el Auto ignora que la línea divisoria, tenue y sutil, entre el delito y la
falta del artículo 634 CP se halla - tal y como se afirma en el Voto particular emitido al
Y, claro está, para que se pueda llegar a apreciar que concurre esa actitud de
la orden o el mandato, sin los cuales no existe una obligación concreta a la que obedecer
adoptada..
-57-
En efecto, el Auto incurre en una contradicción jurídicamente insalvable.
Toma en cuenta –pues resulta inevitable- que el Auto de 5 de julio de 2006, del
Juzgado Central de Instrucción nº 5, pone a las claras que una reunión “entre
medida cautelar, como por otra parte no podía ser menos –ya que como defendemos
dictado la resolución-, estima que la misma conducta puede ser constitutiva del delito de
otra definitiva, pero ambas impiden lo mismo: las actividades de los partidos ilegalizados.
desobediencia, que implican una conducta antijurídica análoga, resulta contrario a los
-58-
A lo que aquí es relevante, la querella se admite por la posible participación del
según la Sala del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco la reunión “no hubiera
podido tener lugar sin el consentimiento y concurso del Lehendakari”. Lo que supone que
tal reunión, aislada y desconectada de cualquier otra actividad, sería la única forma que
tendrían los actores directos para desobedecer la Sentencia del Tribunal Supremo, ya
misma eficacia que han tenido otras reuniones que han celebrado –conocidas por ser
No queremos decir con ello que deban asimismo ser encausados, porque –según lo
autor, en el contexto del concierto previo o “pactum scaeleris”, esto es, supondría que lo
cooperador necesario, sería en calidad de elemento esencial para buscar la paz porque es
ahí y no en el ámbito judicial donde debiera exigírsele ser cooperador necesario para el
Es más, la propia Sala de lo Civil y lo Penal del Tribunal Superior de Justicia del
País Vasco (compuesta por los mismos magistrados que han sumado su voto para
-59-
desestimar el recurso de Suplica), en su Auto de 22 de febrero de 2005 (cuya copia se
acompaña para facilitar la labor del Tribunal) sostuvo un entendimiento, tanto de los
que, dicho sea en estrictos términos de defensa, se sitúa en las antípodas de la que
ahora esgrimen.
cooperación necesaria:
Los motivos que esgrime la Sala los compartimos sin reservas -el que se trate del
tipo especial no es suficiente para que se altere el criterio básico: sólo lo pueden
los mismos hechos, viene al caso apuntar que, en modo alguno, entendió que pudiera
ilegalización, sin que se hubieran dictado los Autos, Providencias y Oficios del Tribunal
embargo, sostiene.
-60-
En el caso que ahora nos ocupa, la irrazonabilidad de considerar típica penalmente
la conducta es de una claridad meridiana, o como señala la Magistrada que firma el voto
particular “fuera de toda duda razonable”: sólo a fuerza de ignorar la certeza con la que
del supuesto necesario conocimiento limitado que de los hechos debe hacerse “en los
acríticamente se reitera-, puede el Tribunal proseguir con una causa en la que se está
que nos dirigimos-, la seguridad jurídica y el respeto a las opciones legislativas sitúan la
literal del enunciado normativo, que marca en todo caso una zona indudable de exclusión
penal del delito de desobediencia con la clara finalidad de incluir en el mismo una
conducta que prima facie no está en aquél; (ii) considerar que concurren, siquiera
indiciariamente, los elementos objetivos y subjetivos del tipo penal para lo que redefine
“ad casum” los mismos, (iii) incurrir en contradicción interna al realizar la operación de
-61-
En virtud de todo lo expuesto,
1º.- Que admita el presente recurso de amparo y, de acuerdo con lo razonado en este
escrito, otorgue el amparo, declare la nulidad del Auto de 10 de octubre de 2006 del
Tribunal Superior de Justicia del País Vasco que confirma el Auto de 6 de junio de 2006,
necesario, ya que dicho Auto ha ocasionado la vulneración del derecho fundamental del
artículo 23 CE del que es titular el Lehendakari del Gobierno Vasco y dicha declaración
2º.- Que, sin perjuicio de conocer la enorme carga de trabajo que pesa sobre el
por la que se acuerda asumir la defensa del Excmo, Sr. Lehendakari del
-62-
D. Mikel Gotzon Casas Robredo, perteneciente a los Servicios Jurídicos
(iv) Copia del Auto del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (Sala de lo
EL Procurador El Letrado
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