Narración, Muerte Y Desesperanza En: Ilona Llega Con La Lluvia de Álvaro

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NARRACIÓN, MUERTE

Y DESESPERANZA EN
ILONA LLEGA CON LA
LLUVIA DE ÁLVARO
MUTIS
María Eugenia Rojas Arana
Universidad del Valle, Colombia

1. Introducción.
El análisis semiótico de la diégesis o historia relatada y la
actorialización o distribución de los actores del discurso en
Ilona llega con la lluvia permite dilucidar la desesperanza como
el hilo conductor de la novela, el cual es develado por el relato
que hacen los personajes de sus recuerdos. En mi lectura, daré
cuenta del componente argumental como universo diégetico
donde se desarrolla la trama, así como el componente actoral,
donde se localizan los actores Maqroll, Ilona y Larissa, y las
acciones que estos realizan y que los afectan. La actorialización
definirá, además, cómo estos actores se relacionan con las
isotopías semánticas de la nostalgia como sentimiento siempre
presente de lo gozado en un pasado feliz, la muerte como
experiencia propia y la conciencia de la propia destrucción
como correlato necesario de la vida.

Como citar
Rojas Arana, M. E. (2020). Narración, muerte y desesperanza en Ilona llega con la lluvia de
Álvaro Mutis. En: Orejarena Torres, J. (ed. académico). Maqroll y el imperio de la literatura:
ensayos sobre la vida y obra de Álvaro Mutis. Volumen II. (pp. 103-118). Colombia; México:
Editorial Universidad Santiago de Cali; Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. DOI:
https://doi.org/10.35985/9789585522305.6

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Narración, muerte y desesperanza en Ilona llega con la
lluvia de Álvaro Mutis

El destino, ese ordenamiento oculto que rige los actos


humanos, lleva a los personajes a jugar con lo impredecible,
y los conduce a esa orilla tan ansiada para entrar en un nuevo
orden, el orden de la muerte, del que nada sabemos, pero al
cual llegaremos inevitablemente cualquiera de estos días.
En esta novela, publicada en 1987, Maqroll el Gaviero
vuelve a la aventura en compañía de su antigua amante y
cómplice: la hermosa Ilona Grabowska, con quien monta Villa
Rosa, un burdel con falsas azafatas para complacer clientes
adinerados. El puerto de la ciudad de Panamá es el adecuado
referente espacial elegido para darnos a conocer la versión
portuaria de un trópico de bares, prostitutas y malandrines,
donde una vez más reina la desesperanza y la muerte que
ronda todos los ambientes y degrada la vida de los personajes.
Al cancelar Villa Rosa, y ante el sentimiento de pérdida
producido por la muerte de Ilona, el Gaviero se dirige al puerto
de Cristóbal, al encuentro con su amigo Abdul Bashur y su
barco el Fairy of Trieste para viajar con él en busca de nuevas
aventuras e iniciar de nuevo su viaje interminable.

2. El mundo narrativo de Maqroll el Gaviero.


El escritor construye un enunciador implícito que ordena
este discurso y crea determinadas estrategias discursivas para
dirigirse a un enunciatario, también implícito, para hablarle
del texto literario y de otros personajes y narradores y desde
un “yo” que cuenta, se dirige a un narratario, un “tú” a quién
parece conocer y a quién se dirige, manipulándolo para que
crea esta nueva zaga del Gaviero.
Es así como en el inicio de Ilona llega con la lluvia, el lector
encuentra un primer texto de carácter introductorio titulado:
“Al lector”. Aquí aparece el primer narrador y personaje
anónimo ubicado por fuera de la historia (que manifiesta ser
conocedor de muchos episodios de la vida de Maqroll), quién
nos informa sobre el universo íntimo y el modo de ser del
Gaviero. De esta manera lo define y evalúa, toma distancia de

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María Eugenia Rojas Arana

él, se construye a sí mismo y anuncia el relato que más adelante


hará Maqroll sobre esta nueva historia:

Prefería Maqroll el Gaviero, para relatar a sus amigos


aquellos episodios de su vida adornados con cierto
dramatismo, con cierta tensión que podía llegar,
a veces, hasta una evidente vena lírica, cuando no
desembocar en un misterio con su correspondiente
interrogación metafísica y, por ende, de imposible
respuesta (…) La moral en el caso del Gaviero, era una
materia singularmente maleable que él solía ajustar a las
circunstancias del presente. (…) Los decretos, principios,
reglamentos y preceptos que sumados, suelen conocerse
como la ley, no tenían para Maqroll mayor sentido ni
ocupaban instante alguno de su vida. Era algo que se
aplicaba fuera del ámbito por él fijado a sus asuntos y
no tenían porqué distraerlo de sus personales y un tanto
caprichosos designios1.

Es innegable que en esta actividad discursiva Maqroll narrador


es concebido no solo como un sujeto competente que sabe y
puede verbalizar y evaluar lo sucedido, sino también como un
sujeto motivado por el querer y el deber dar cuenta a otros
de esta nueva aventura. Así se inicia un nuevo programa
narrativo en el que Maqroll toma la palabra para relatar en
primera persona, y en pasado, su llegada en el Hansa Stern, en
compañía de Wito el capitán y Cornelius el contramaestre, a
Cristóbal, el puerto panameño. El discurso de Maqroll no solo
configura a los personajes, sino también al lugar geográfico
desde donde realiza su relato, ese trópico caribeño postulado
desde un principio como lugar disfórico cuyas condiciones de
insalubridad minan los cuerpos y el psiquismo de los hombres:

La embarcación avanzaba por entre una charca gris, en la


que flotaban restos anónimos de basura y aves muertas que

1
Mutis, Álvaro. Ilona llega con la lluvia. En: Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero.
Bogotá: Alfaguara, 1997, pp. 111.

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Narración, muerte y desesperanza en Ilona llega con la
lluvia de Álvaro Mutis

comenzaban a descomponerse. La superficie oleaginosa


dejaba paso a la quilla creando una lenta ola que iba a
morir perezosamente un poco más adelante. Estábamos
lejos del siempre mudable desorden del mar (…) un calor
implacable, que bajaba de un cielo sin nubes, fomentaba
el aroma de vegetales en descomposición y del barro de
los manglares que se secaban al sol esperando la subida
próxima de la marea2.

Al principio de la novela, nos topamos con un acontecimiento


desafortunado: el orden mantenido en el transcurso del viaje
se termina al llegar a puerto, el barco es embargado por un
grupo de bancos de Panamá. Es el final para Wito el capitán
quien, después de despedirse de Cornelius el contramaestre y
de Maqroll, se suicida de un disparo. La muerte elegida como
respuesta al deterioro dibuja el carácter desesperanzado de
Wito. La conciencia de vivir una situación límite y degradante,
y el sentimiento insoportable de despojo y de derrota, facilitan
el camino hacia la propia destrucción.
El Gaviero relata este suceso y su atmósfera de muerte
descrita paso a paso produce un gran efecto de tensión:

El disparo sonó como un seco chasquido de madera. La


pareja de gaviotas que dormitaba en la antena levantó el
vuelo. Un escándalo de alas y graznidos se fue a perder
con ellas en el cielo que oscurecía por momentos. Subimos
corriendo. Al entrar al camarote nos recibió un intenso
olor a pólvora que picaba en la garganta. El capitán,
sentado en su silla, se iba escurriendo hacia el suelo.
Tenía la mirada vidriosa y perdida de los agonizantes. Un
hilillo de sangre bajaba por la sien hasta mezclarse con
otros dos que manaban de la nariz. La boca sonreía en un
rictus por completo extraño a los gestos usuales de Wito.
Sentimos una molestia singular, como si estuviéramos
violando la intimidad de un ser que sabíamos ajeno y

2
Ibíd., p. 113.

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María Eugenia Rojas Arana

desconocido. El cuerpo acabó de caer con un ruido sordo


mientras el zumbido del ventilador se abría paso por
entre el silencio que organiza la muerte cuando quiere
indicar su presencia entre los vivos3.

Cierta distancia, una lejanía del acontecimiento trágico, “una


molestia singular”, son sentimientos que señalan la actitud
defensiva de Maqroll. La indiferencia bienhechora intenta
aminorar el dolor y la sorpresa, tal vez el estupor, ante el acto
íntimo del suicidio de un compañero querido que la muerte
arrebata y convierte en “ajeno y desconocido”.
El pensar que la secuencia de infortunios que padece
el hombre obedece a un cierto orden exterior, ajeno a su
voluntad, permite al Gaviero despojar de sentido trascendente
la fatalidad y transformar, por el mecanismo de la lúcida
reflexión, su adverso sentido:

Siempre he pensado que a estos períodos de catastrófica


secuencia de infortunios no hay que darles un sentido
trascendente de fatalidad metafísica. Nunca he creído en
eso que las gentes llaman mala suerte, vista como una
condición establecida por los hados sin que podamos
tener injerencia en su mudanza u orientación. Pienso que
se trata de un cierto orden, exterior, ajeno a nosotros,
que imprime un ritmo adverso a nuestras decisiones y
a nuestros actos, pero que en nada debe afectar nuestra
relación con el mundo y sus criaturas”4.

La conformidad ante la derrota, la resignación lúcida y cierta


indiferencia ante las malas jugadas del destino acompañan al
desesperanzado y hacen parte de su posición ética, de cierta
disponibilidad para asistir con indiferencia a su constante
aniquilamiento.
Con la muerte de Wito se cierra un ciclo de desesperanza
para ese hombre sin futuro, también viajero de todos los
3
Ibíd., p. 116.
4
Ibíd., p. 124.

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Narración, muerte y desesperanza en Ilona llega con la
lluvia de Álvaro Mutis

mares, paria de la tierra, enfermo de amor y de nostalgia y


compañero de Abdul Bashur y de Maqroll en sus aventuras
ilícitas por el Adriático.
Un sentido de transitoriedad, de no permanencia y de
sabor amargo se manifiesta en este final de viaje de Maqroll,
que carga con los restos de una vida vivida con ingredientes
de placer, de aventura, de renuncia y de muerte. La llegada
a Panamá vislumbra un nuevo comienzo, el inicio de un
nuevo viaje se realiza en ese eterno partir que expresa una
insatisfacción que nada mitiga.

3. La actorialización de la desesperanza.
La actorialización es esa operación discursiva que reúne los
elementos sintácticos y semánticos para distribuir a los actores
o personajes del discurso y su recorrido actancial y temático.
En esta novela observaremos cómo se definen en su hacer
narrativo tres personajes de la trama: Maqroll, Ilona y Larissa,
que se debaten entre su propio deseo y la fatalidad que les
impone el imaginario del escritor.
La carencia es determinante en la constitución de los
personajes que al darse cuenta que les falta algo van en búsqueda
del objeto deseado. Así, al inventar un personaje, se le escoge un
conjunto de objetos de valor, lo cual explica la construcción de su
historia pasada, las determinaciones psicológicas e históricas que
expresan en sus carencias, y en las temáticas tratadas en la historia
presente, así como los objetos de valor que serán intercambiados
entre los actores de la nueva historia. La lucha dramática entre los
seres humanos o entre un hombre y su medio por la posesión
de un objeto de valor, dará consistencia al conflicto y a los
programas narrativos que los personajes emprenderán.

Durante varios días nuestro hombre deambula por la


ciudad y cuando el insoportable hastío parece agobiarlo el azar
hace posible un nuevo y afortunado encuentro con Ilona, esta
mujer maravillosa que siempre llega como lluvia refrescante y

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María Eugenia Rojas Arana

posibilita, en el goce del encuentro, ese resto de esperanza que


le queda al Gaviero para no sucumbir. Ella está en el momento
preciso para ayudar a Maqroll y a Abdul Bashur, amarlos,
sanar sus heridas, abrirlos a nuevos espacios y con el instinto
maternal propio de su género y su capacidad de acción,
contagiarlos de su entusiasmo y conducirlos sabiamente a
nuevas empresas. Maqroll tiene la capacidad de reconocer su
importancia bienhechora:

Tenía la condición de aparecer y desaparecer de nuestras


vidas. Al partir, lo hacía sin que pesara sobre nosotros
ninguna culpa ni hubiera, de nuestra parte, motivo
para llamarnos a engaño. Al llegar, traía una especie de
renovada provisión de entusiasmo y esa capacidad tan
suya de disipar, en un instante, todas las nubes que se
hubieran acumulado sobre nosotros. Con ella se partía
siempre de cero. La inagotable provisión de recursos
que tenía a la mano para salir del mal paso, nos daba la
impresión de que a su lado inaugurábamos cada vez la
vida con todos los obstáculos resueltos5.

Ilona conduce al Gaviero a su cuarto de hotel, lo obliga a


darse un baño de agua caliente y lo lleva a su lecho para sellar
el reencuentro en el goce de los cuerpos que recuerdan un
pasado de amor. Su compañía logra engañar la soledad del
Gaviero y redimirlo mediante la satisfacción del deseo. El
ritual erótico les permite a ambos, una vez más, restablecer un
orden y acariciar un poco de esperanza como breve razón para
soportar el fardo de sus derrotas.
Maqroll narrador nos expresa bellamente esta experiencia
y nos transmite el ritmo obligado que existe en el movimiento
de la naturaleza tropical y en el ejercicio amatorio de Ilona, así
como cierta similitud entre ambos movimientos, donde mujer y
naturaleza se mueven al unísono ante la intensidad de la pasión:

5
Ibíd., p. 145.

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Narración, muerte y desesperanza en Ilona llega con la
lluvia de Álvaro Mutis

Por las ventanas abiertas tornaba el calor espléndido


después de la lluvia, que otra vez se alejaba manchando
el mar con una ceniza sombría. Se acostó a mi lado en
la gran cama doble y comenzó a acariciarme, mientras
murmuraba a mi oído, con voz profunda imitando la
del benedictino que nos guió una vez por la Abadía de
Solesmes: “Gaviero loco, Maqroll jodido, Gaviero loco,
Maqroll ingrato” y así hasta que entrelazados y jadeantes
hicimos el amor entre risas; como los niños que han
pasado por un grave peligro del que acaban de salvarse
milagrosamente. Con el sudor, su piel adquiría un sabor
almendrado y vertiginoso. La noche llegó de repente y
los grillos iniciaron sus señales nocturnas, su cántico
pautado de silencios irregulares que recordaban el ritmo
de alguna respiración secreta y generosa del mundo
vegetal. Por las ventanas abiertas entraba un olor a tierra
mojada, a hojarasca que empieza a descomponerse6.

Hasta el encuentro con Ilona, Maqroll ha sido un sujeto signado


por la privación de sus objetos de valor: el mundo construido
en el Hansa Stern ha desaparecido, Wito el capitán se ha
suicidado y Cornelius el contramaestre se queda trabajando
en el barco. Sin dinero y sin amigos, el Gaviero se dedica a una
búsqueda sin rumbo definido, sin objetivos claros, instaurando
su identidad de ser para la desesperanza en la fatalidad que le
ha sido impuesta. La casualidad y el azar lo instalan de nuevo en
la realidad del deseo. El placer disfrutado valoriza la posesión
de la mujer como objeto perdido en el pasado y recuperado en
el acto amoroso. La confirmación de la existencia se establece
a través del juego de los cuerpos.
Ilona dota de sentido el aquí y el ahora construyendo
empresas que la liberan de la rutina y de la merma económica.
Idear un refinado prostíbulo de azafatas en Villa Rosa es una
solución mágica propia de su brillante imaginación y de un
carácter desbocado que no se ajusta a los modelos de la moral

6
Ibíd., p. 142.

110
María Eugenia Rojas Arana

vigente en la sociedad convencional. Un nuevo orden marginal


y transitorio se hace necesario para no morir de pobreza y de
hastío. La desesperanza, entendida como la certeza de ausencia
de futuro para el hombre, hace parte del pensamiento lúcido
de Ilona y se manifiesta en su embriaguez de vivir el momento
y sacar todo el provecho de él. Detenerse un tiempo permite
contar con un buen dinero y acariciar la ilusión de continuar
el viaje en compañía de Abdul Bashur. Ser fiel a su búsqueda
es una forma de asegurar su consistencia. La manera como
este personaje consigue sus objetos de valor, da cuenta de su
carácter fuerte y decidido.
Sorprende la capacidad de organización y el ingenio que
manifiesta a Maqroll, en su concepción del prostíbulo:

Escucha: se trata de poner una casa de citas a la que


asistirán exclusivamente aeromozas de las compañías
de aviación que pasan por Panamá y de otras muy
conocidas (...) Desde luego que no serán verdaderas
azafatas, reclutaremos muchachas dispuestas a entrar en
el negocio y cuya apariencia pueda hacerlas pasar por
auténticas Stewardess. Mandaremos a hacer uniformes.
Se las someterá a cierta preparación previa: vocabulario
del oficio, rutas de su compañía, personas que componen
la tripulación, anécdotas de la rutina del servicio y de la
vida en tierra, etc. Para conseguir las primeras candidatas
dispongo de una lista de la boutique que teníamos con
Erzsebét Pásztory. Había algunas que estaban ya en la
vida galante, como decía mi padre, y otras con una
marcada vocación para ello. Para atraer a los clientes
contamos con los barman de los hoteles y los capitanes
de botones de los mismos hoteles, muchos de los cuales
ya prestan ese servicio a los huéspedes. (...) La casa hay
que buscarla cerca de los hoteles, en una zona que, siendo
residencial, cuente ya con almacenes, restaurantes y uno
que otro club nocturno. (...) El movimiento de la casa
será sumamente discreto. Dos o, a lo máximo tres chicas

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Narración, muerte y desesperanza en Ilona llega con la
lluvia de Álvaro Mutis

a la vez. (...) El cliente al llegar a la cita y antes de pasar


a la habitación, tendrá que dar a la casa cien dólares. La
chica nos pagará a su vez una mensualidad fija7.
Álvaro Mutis, al diseñar este universo narrativo, construye
en Ilona un personaje muy sólido e intenso; ella es fiel a
su necesidad dramática, protagonizando siempre nuevas
empresas, responsable de sus propias decisiones y con un
temperamento transgresor, manera particular de ser que se
expresa en el discurso del narrador anónimo, en la percepción
de Maqroll y en sus propias palabras.
Como en todas las novelas de Mutis, la mujer es un
elemento activo y dominante que dinamiza procesos y
lleva a los hombres a vivir intensamente. Ilona asume en su
comportamiento amatorio ciertos modelos masculinos, toma
y deja parejas a su antojo, en relaciones abiertas y en romances
sin compromiso ni posesión. En su relación con Maqroll prima
la amistad construida a través de los años compartidos en el
disfrute del riesgo, el deseo erótico y la aventura.
Para el Gaviero, ella es ese otro que de alguna manera
lo completa y en el ejercicio del juego y el placer le permite
poner en jaque la angustia de la desesperanza. Con ella es
posible la complicidad en un amor que se construye a partir de
una sólida amistad y complicidad. En nombre de la libertad y
el mejoramiento económico Ilona impone la ley de su deseo
e inventa un mundo de trasgresión y maravilla donde Maqroll
intenta acomodarse.
El prostíbulo de Villa Rosa se instaura como un mundo
paralelo al orden vigente social institucional, es el lugar adecuado
para alojar a seres marginales como las prostitutas o Luis
Longinos, Maqroll e Ilona. Así como en La mansión de Araucaíma,
la novela gótica de tierra caliente, los personajes se refugian en
el aislamiento espiritual de sus prácticas hedonistas regidas por
las normas de Ilona y acolitadas por el Gaviero. También aquí
irrumpe una extraña para amenazar el orden libidinal impuesto,
7
Ibíd., pp. 153-154.

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María Eugenia Rojas Arana

precipitar la tragedia, su propia destrucción y la de Ilona. Se


trata de Larissa, mujer cosmopolita, venida de muchas partes,
enferma de tristeza, y con una gran carga de desolación, soledad
y desesperanza, que impone su presencia lejana y sus propias
reglas para desempeñarse como prostituta en el burdel.
No quisiera usar uniforme (...) pueden decir que soy
inspectora de servicio. Que viajo regularmente para verificar
que se cumpla el reglamento de atención a los pasajeros.
Por favor, les voy a pedir que no me arreglen citas con
hombres jóvenes. Prefiero estar con hombres maduros,
(...) Tampoco, por ningún motivo, quisiera ver a
norteamericanos ni a orientales. (...) Hay cierto tipo de
hombres con los que me siento muy bien y estos siempre
vuelven. (...) Tal vez estoy pidiendo mucho y no debe
estar en las reglas de la casa esta clase de imposiciones. Lo
entiendo. Pero, ya verán que en muy poco tiempo, no será
problema para ustedes y, en cambio para mí será la única
manera de trabajar en esto con buenos resultados para todos8.

Larissa vive en la playa en un barco pesquero medio desmantelado


llamado El Lepanto, un humilde navío de cabotaje en el cual hizo
su viaje desde Palermo hasta Panamá. Este espacio decadente,
gastado por el mar, parece el marco adecuado para un personaje
que cultiva obsesivamente un gran sentimiento de pérdida.
Construye su trama ubicando selectivamente un extraño pasado
con dos fantasmas de la nobleza europea: Lauren Drouet-D
Erlon y Giovan Battista Zagni, quienes la visitan y le hacen el
amor durante su viaje hacia América.
Con cierto placer y lujo de detalles describe a Ilona y
a Maqroll, sus rituales eróticos, manifestando en el recuerdo,
el disfrute que deja el goce de lo vivido, como paliativo de la
insoportable soledad. Sobre el oficial de los chevaulégers de la
Garde del imperio napoleónico, Laurent Drouet-D Erlon dice:

8
Ibíd., pp. 173-174.

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Narración, muerte y desesperanza en Ilona llega con la
lluvia de Álvaro Mutis

Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo con caricias


cada vez más íntimas y desordenadas. Terminamos
haciendo el amor, él a medio desvestir y yo completamente
desnuda. Lo hacía en asaltos sucesivos, rápidos y de una
intensidad que me dejaban en una plenitud beatífica pero
cada vez con menos fuerzas. (...) A la noche siguiente
se repitió el episodio erótico sin mayores variaciones,
a no ser los largos silencios de Laurent quien parecía
destinar toda su atención y todas sus energías a gozar de
mi cuerpo como de una fiesta que le fuera a ser vedada
por mucho tiempo9.

Su primer encuentro con Giovan Battista Zagni relator de la


Secretaría Judicial del Gran Consejo de la Serenísima República
de Venecia es narrado de la siguiente manera:

Después de una hora larga, durante la cual me contó


algunos incidentes y chismes intrascendentes y otros
sabrosamente escandalosos que animaban la vida de
la hermética sociedad veneciana, comenzó a pasar sus
manos por mis rodillas y, luego las fue avanzando por
entre mis muslos con una acompasada lentitud propia de
quien ha dedicado buena parte de su tiempo al cortejo
de sus coquetas e intrigantes compatriotas. Actuaba con
la cautelosa certeza de quien no conoce el rechazo a sus
galanterías y eróticos escarceos. Se desabotonó la túnica
con lenta naturalidad y despojándose de las prendas
de fina batista de su ropa interior, entró conmigo bajo
las cobijas con movimientos que me recordaron ciertas
ceremonias religiosas en donde los oficiantes casi no
parecen desplazarse, pero cada gesto corresponde a una
acción sabiamente calculada. Hicimos el amor en medio
de un intenso perfume capitoso y floral que despedía el
funcionario de la Serenísima, seguramente adquirido en
algunas de las pequeñas boticas del Rialto que venden
esencias de oriente. Antes de que aparecieran las
9
Ibíd., pp. 182-183.

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María Eugenia Rojas Arana

primeras luces del alba, Zagni se vistió con los mismos


pausados ademanes y con un beso en la frente se despidió
anunciando su vista para la noche venidera10.
Durante su navegación en el Lepanto, Larissa, gasta parte de su
vida en un espacio limitado, en un lugar que no le pertenece,
mundo de visiones donde estancada entre el placer y la rutina
obedece al orden erótico-fantasmal que se le impone y del
cual ella disfruta intensamente.
En el encuentro con esta mujer, Ilona descubre algo
oscuro, misterioso e indescifrable, cierta identificación con
sus propios demonios, cierta dimensión de su alma que se le
escapa y genera la fascinación que la lleva a jugar por última
vez con lo impredecible.
Al ser interrogada por Maqroll respecto a sus sentimientos
por la Chaqueña, le confiesa:

Hay algo en Larissa que me despierta demonios, aciagas


señales que reposan en mí y que desde niña, he aprendido
a domesticar, a mantener anestesiados para que no
asomen a la superficie y acaben conmigo. Esta mujer tiene
la extraña facultad de despertarlos pero, por otra parte, al
ofrecerle mi apoyo y escucharla con indulgencia, logro de
nuevo apaciguar esa jauría devastadora. Tampoco yo sé,
por eso, que pueda hacer por ella ni cómo dejarla11.

El continuar viviendo en El Lepanto sin poder disfrutar de la


compañía de los fantasmas que han desaparecido para siempre
acentúan la desesperanza de Larissa que se va desgastando
física y espiritualmente hasta parecer parte de los despojos del
miserable barco anclado en el puerto caribeño. Sólo la amistad
con Ilona le permite seguir con vida. Al enterarse de los planes
de partida de la Grabowska, cita a Maqroll en el barco y llevada
por un dolor casi demencial le dice:

10
Ibíd., p. 185.
11
Ibíd., p. 192.

115
Narración, muerte y desesperanza en Ilona llega con la
lluvia de Álvaro Mutis

Ilona no se puede ir. No me puede dejar aquí sola. Yo no


se lo pediría nunca. Usted sí puede decírselo. Por favor,
Maqroll, si ella me abandona ya no queda nada, nada,
usted lo ve12.
Al regresar a casa Maqroll informa a Ilona lo sucedido y ella
adelanta sus planes de viaje. Asumir de nuevo la inestabilidad
y el cambio se convierten en imperativo ético para responder a
las presiones de Larissa y a la pobreza de la vida rutinaria que se
vive en el prostíbulo. Ahora se hace necesario preparar el viaje,
esto es lo que importa. En otra parte se encuentran proyectos,
ilusiones y quimeras al lado de Abdul Bashur, ese otro “soñador
de navíos” compañero del glorioso pasado y promesa de vértigo
en la aventura futura, en el movimiento y en el desarraigo,
sentimientos necesarios para sentirse nuevamente con vida.
Pero el destino, ese ordenamiento oculto que rige los
actos humanos, lleva a Ilona a jugar con lo impredecible; al
buscar a Larissa en el Lepanto, firma su sentencia de muerte.
Las diversas tramas de esta novela se han construido sobre
el trabajo de la memoria y Maqroll, Ilona y Larissa, verdaderos
actores de la desesperanza, narrando sus recuerdos, han
realizado una rica selección de ausencias para ubicar aquello
que más les duele o que más los divierte.
Al renunciar al recuerdo, Maqroll renuncia a toda
esperanza. Al final de la novela, después de la muerte de Ilona,
el Gaviero dice con trágica belleza:

Ilona muerta. Ilona muchacha, que golpe rastrero contra lo


mejor de la vida. Empezaron a desfilar los recuerdos. Con
los ojos secos, sin el consuelo del llanto, transcurrieron
largas horas en ese último intento de mantener, intactas
por un momento todavía, esas imágenes del pasado que
la muerte comenzaba a devorar para siempre. Porque la
muerte, lo que suprime no es a los seres cercanos y que
son nuestra vida misma. Lo que la muerte se lleva para
12
Ibíd., p. 194.

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María Eugenia Rojas Arana

siempre es su recuerdo, la imagen que se va borrando,


diluyendo, hasta perderse y es entonces cuando
empezamos nosotros a morir también13.
El dolor desgarrado se expresa verbalmente, es el gesto del alma
que no puede ocultar su miedo a la soledad más absoluta en la
certeza de saber que la muerte es el fin y es el olvido.
En el horror de la pérdida definitiva, el Gaviero se ha
quedado infinitamente solo, su certeza de ir hacia la muerte
como destino último nos conmueve; ahora debe trascender la
carencia de Ilona e ir en pos de una nueva aventura. Su amigo
Abdul Bashur lo espera en el Fairy of Trieste para empezar de
nuevo, en otra parte, su vida equivocada.
Como en sus otras novelas, Alvaro Mutis pone la narración
al servicio de la ficción, creando este nuevo mundo posible,
donde el juego de lo verosímil discursivo está regido por las
reglas de lo estético literario y el ser humano está obligado a
vivir ese eterno drama entre la ley y el deseo para garantizarse a
si mismo y a sus personajes la eternidad literaria que les ha sido
negada en el mundo de lo real.

A manera de conclusión.
En Ilona llega con la lluvia, Álvaro Mutis presenta unos personajes
roídos por la desesperanza, mostrando su deterioro en el dolor,
la muerte y la nostalgia de un pasado glorioso y su evocación
constante para impedir el olvido. Más que las anécdotas sobre
las aventuras vividas por los personajes, interesan las reflexiones
que ellos hacen sobre sus propios viajes, así el mérito está en el
recorrido y no en el resultado de los mismos.
Asegurando su consistencia como personaje, Ilona
cobra vida en la medida en que aparece en la historia como
responsable de sus propias decisiones y como sujeto transgresor
de la moral dominante. Tanto en el discurso del narrador como
en sus propios relatos, se revela su manera particular de ser,
13
Ibíd., p. 198.

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Narración, muerte y desesperanza en Ilona llega con la
lluvia de Álvaro Mutis

su actuación nada convencional, una ética de la existencia


que se fundamenta en la aventura, en el divertimento y en la
complicidad de su amor por los amigos, amor que se construye
en el ejercicio de una sólida amistad que no excluye la libertad;
la vida se confirma en el disfrute y la práctica del erotismo para
no excluir del todo la esperanza.
Maqroll el Gaviero es un sujeto de la premodernidad
romántica, abandonado por la divinidad a la soledad de su
destino trágico y a sus propias y lúcidas reflexiones en un trópico
inclemente que le promete aventuras y transformaciones que va
destruyendo a medida que se desarrolla la trama.
La desesperanza, derivada del escepticismo y la derrota,
es una experiencia vital, sentimiento y pensamiento que define
el hacer y el sentir de los personajes y atraviesa toda la narrativa
de Álvaro Mutis. Es este mismo sentimiento el que les permite
vivir a plenitud el presente y asumir el riesgo que dota de sentido
la existencia en la aventura.
La voz enunciativa que creemos ver se muestra y se oculta
a través de la palabras dichas, en ese concierto múltiple de
voces que nos lleva a pensar que lo que de veras es cierto es el
momento presente de la lectura y que el pasado es algo hecho de
deseos de futuro y permanencia, que se resiste al olvido.
La apropiación de un modelo semiótico discursivo
permitió el análisis de contenido y un mayor conocimiento de
la novelística de Mutis y particularmente de Ilona llega con la
lluvia, en un intento por explicar esta producción significante
descubierta como efecto de lenguaje y como testimonio de una
estética y una ética de la desesperanza.
Buscar la significación de la desesperanza en esta novela,
ha sido también buscarme a mí misma con este yo precario que
me habita, hecho de nostalgias, de angustia y desarraigo, en ese
mundo de la otra ficción que crea este yo de palabras que lee las
aventuras de Maqroll el Gaviero y me eterniza en ese instante
efímero e incierto de la lectura.

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