Cuento y Leyendas

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La Sayona

era una mujer muy, muy hermosa que se les aparecía a los hombres, más que todo por los llanos
venezolanos, en la noche. En general era por las carreteras. Y en general era también a aquellos
que eran muy bebedores, infieles a sus mujeres y mujeriegos.

Esta mujer era muy, muy bonita. Y ella se ponía como en las esquinas de las carreteras y los
hombres al verla se quedaban impactados y paraban sus coches. Y ella les pedía fuego para
encender un cigarrillo o les pedía conversación, o les decía que iba más adelante, o… bueno.

Y ellos, todos contentos, dejaban que se sentara en el coche y cuando ella ya sentía que ellos ya se
estaban enamorando de ella, cambiaba su cara en calavera. Entonces el hombre o hacía un frenazo
muy fuerte o le causaba un accidente, o más que todo, el miedo que le daba, se enteraba de que era
la Sayona. Y así.

Siempre hay lugares en Venezuela que se les dice: “Cuidado que te va a aparecer la Sayona o por
allí se aparece la Sayona”. Pero en realidad lo que esta mujer bonita y con cara de calavera lo que
quería era asustar a estos hombres para que no buscaran más mujeres.

El silbón

Cuentan que cierto joven descubrió que algo extraño estaba pasando entre su esposa y
su padre. Unos dicen que el padre la había golpeado, pero generalmente se cuenta que la
violó y que, cuando su hijo lo encontró cometiendo el crimen, únicamente se justificó
diciendo: “lo hice porque es una regalada (mujer fácil)”. Entonces la cólera del joven se
desató y ambos comenzaron un combate cuerpo a cuerpo, golpeándolo en medio de la
lucha con un palo y asfixiando a su padre con éste (que yacía en el suelo tras el golpe),
apretándolo con ferocidad hasta que dejó de respirar…

El abuelo, que había escuchado toda la pelea, pues se encontraba cerca, fue corriendo a
ver qué pasaba y se encontró con el atroz parricidio. Conmocionado, juró que castigaría
al joven, quien siendo de su propia carne y sangre, osó dar muerte a quien le transmitió
la vida…

Así, poco tiempo después se encargó de que el homicida fuese atado, dándole entonces
una lluvia de latigazos. “Eso no se le hace a su padre…¡Maldito eres pa´ toa´ la vida”, le
dijo antes de frotarle ají en las heridas y echarle al perro Tureco para que lo persiguiera.
Según la leyenda, el espíritu del perro le perseguirá hasta el fin de los tiempos…

Cuenta la leyenda que la Llorona

es el alma en pena de una mujer muy jovencita que tuvo amores con un soldado.
De esos amores quedó embarazada de una niña, a la cual dio a luz. El soldado la
abandonó y ella, como no tenía idea de cómo criar a un infante, desesperada por el
llanto de la niña, la mató con sus propias manos. Cuando la joven vio lo que había
hecho, comenzó a llorar y a gritar fuertemente, lo que atrajo a los vecinos y
familiares. Al ver lo sucedido, la maldijeron. Ella salió corriendo hacia el llano y se
convirtió en espanto. Siempre está llorando, y cuando entra a los poblados dicen
que llama a su hija. Se sabe que roba niños que están solos, ya sea en sus casas o en
las orillas de ríos o quebradas. Por lo general, se la oye llorar en tiempos de
Semana Santa.
Según otras versiones, la Llorona fue una muchacha joven que vivía en un
pequeño pueblo de los llanos venezolanos. Esta muchacha cada vez que daba a luz
a un hijo lo mataba sin piedad. Le confesó todo al sacerdote que vivía en su pueblo,
añadiendo que no sentía ningún remordimiento por lo que había hecho. El cura
notó que estaba embarazada de nuevo y le dijo a la muchacha que cuando tuviera
a su hijo le diera de mamar antes de matarlo, y así lo hizo; tras darle leche
materna lo mató, pero se activó su instinto maternal, haciéndole sentir una gran
culpabilidad. Desde entonces, vaga por los campos llorando de dolor, buscando a
sus hijos y asustando a todo el que se le atraviesa en su camino.

Se la representa como una mujer joven, con una larga cabellera morena y la piel
blanca. Lleva una bata blanca larga y encima otra bata de color negra con
capucha, y suele portar un bebé en los brazos. Llora y grita diciendo “¡Mi hijo, mi
hijo!”.

A veces, las madres castigan y asustan a sus hijos diciéndoles que si las
desobedecen, la Llorona vendrá a buscarlos y asustarlos por las noches.

La diferencia entre la Llorona y la Sayona es que esta última normalmente solo se


viste de blanco, tiene ojos rojos y colmillos que parecen de león. Asusta, mata o
vuelve locos a los hombres que son o fueron infieles, no a todas las personas o
niños, como hace la Llorona.

- Juan Hilario

“No vayas para la fiesta te dijeron, Juan Hilario”. Así comienza la popular copla que
narra la historia de este personaje que solía acudir a las fiestas para cortejar mujeres y
beber hasta amanecer.

Juan Hilario se dirigía al pueblo cercano una noche oscura, cuando se encontró con un
amigo que le advirtió de la peligrosidad de la noche debido a la aparición de relámpagos
y lluvia y quién le recordó la posible aparición del «silbón».

Pero Juan Hilario se burló de su amigo y se marchó. Por el camino comenzó a escuchar
el famoso silbido: “Compadre, váyase para su casa, que yo me voy para la fiesta, a mí
no me va a meter miedo”.

Y de pronto comenzó a ser golpeado. Para defenderse, golpeó fuertemente al aire, y


exhausto cayó al piso e inconsciente cuando sus amigos al escucharlo fueron y lo
socorrieron.

Fue así como Juan Hilario describió al individuo fantasmal que lo había atacado, y
cuando su amigo le advirtió, quedando en la leyenda la frase: “Te lo dije Juan Hilario,
esos no son juegos…”

12- Juan Machete

Se trata de la historia de Juan Francisco Ortiz, apodado “Juan Machete” porque siempre
cargaba un machete en el cinto. Juan tenía una hacienda y una noche quiso hacer un
pacto con el diablo, pidiéndole muchas riquezas.
A partir de ese día sus pastos empezaron a ser muy fértiles y sus vacas parían de a dos
terneros. Un buen día apareció entre su ganado un macho negro, muy grande de cascos
blancos y pensó que se trataba de un animal escapado de otra hacienda.

Pero Juan Machete, tras hacerse rico al comprar mucho ganado y multiplicarlo, todo
comenzó a desaparecer.

Cuenta la leyenda que Juan Machete desapareció también y que sus tesoros quedaron
enterrados en la sabana.

Se dice que si uno se presenta desnudo en el lugar adecuado, y aparece el ánima de Juan
Machete, se puede negociar con él un gran tesoro. No obstante, muchos que lo han
intentado huyen despavoridos al ver al ánima vomitando fuego.

14- El carretón

Se remonta a la época colonial, durante la peste negra, que arrasó pueblos y ciudades y
donde los cadáveres eran apilados en carretas para llevarlos a fosas comunes.

Muchos de estos individuos aún estaban vivos y desorientados y salían de las fosas
errantes sin saber qué hacer.

El carretón fantasma era ese carruaje pero encendido en llamas y pilotado por el diablo,
quien se llevaba a todo aquel que vivía en pecado. También se dice que ver el carruaje
era presagio de calamidades.

15- La bola de fuego

Se trata de una bola de fuego que se desplaza dando vueltas como una rueda. Al
detallarla se ve una figura espectral parecida  a un esqueleto.

De su origen se dice que fue el alma de un obispo que cometió pecado, o bien de dos
madres que se maldijeron mutuamente; una mujer que fue mala hija o almas en pena
errantes.

En cualquier caso se cuenta que si se reza, se acerca más hasta quemar, que debe ser
insultada para que se aleje.

18- El horcón

El horcón es una historia trágica de amor y celos, en la que un joven que consigue
trabajo en una hacienda, conoce y enamora a la hija del capataz, casándose después con
ella y teniendo un hermoso hijo.

Sin embargo, al sospechar de la infidelidad de su amada, éste se despide de ella,


haciéndola creer que se ha marchado para esconderse en realidad dentro de la hacienda.

Al descubrirlo con otro, el protagonista asesina a la pareja y los entierra en las


proximidades de un árbol cercano.
19- El hachador perdido

Hace más de cien años, en los bosques de Barinas, un hachador se fue un viernes santo a
cortar madera para su propio ataúd.

Dios lo castigó fulminándolo al instante que levantaba su hacha, convirtiéndolo en un


alma en pena vagabunda de la sabana, con aspecto de hombre calvo, ojos brillantes,
pecho cubierto de lana y manos planchadas como una rana. Por lo general, siempre lleva
el hacha en alto para atacar a todo aquel que caza  por ambición.

Su presencia se manifiesta sobre todo en cuaresma, en las noches silenciosas de brisa


fuerte que movía la vegetación.

20- El carretón de la muerte

A diferencia del resto de las leyendas, ésta no se refiere a ningún personaje en particular
ni a ningún espíritu.

Se trata de la aparición caraqueña de una carreta que sin caballos ni jinete que la guíe,
da tumbos en las calles, dejando por el camino quejidos tenebrosos, cargando un
montón de restos humanos.

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