Sentencia Alimentos
Sentencia Alimentos
Sentencia Alimentos
En Viedma, a los 17 días del mes de mayo de dos mil dieciséis, se reúnen en
Acuerdo los Señores Jueces de la Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y de
Minería de la Primera Circunscripción Judicial de la Provincia de Río Negro, con
asiento en esta ciudad, asistidos por la Secretaria del Tribunal, para resolver en los
autos caratulados \"L.V.A. C/C.L. S/ALIMENTOS” (expte N°1211/11/J5), en trámite
por Expte. Nº 7720/2014 del Registro de este Tribunal, y previa discusión de la
temática del fallo a dictar, se decide plantear y votar en el orden del sorteo
practicado, la siguiente cuestión:
¿Es procedente el recurso de apelación interpuesto por la Sra. Defensora de Pobres
y Ausentes N° 6 a fs. 256 de los presentes? Y, en su caso, ¿qué decisión
corresponde adoptar?
La Dra. María Luján Ignazi dijo:
I. Que frente a la sentencia dictada el día 06.07.15 que haciendo lugar a lo
solicitado por la Sra. L. C. a fs. 228 y 230 dispusiese, por un lado, el cese de las
cuotas alimentarias que venía abonando respecto de sus nietos F. y B., ambos de
apellido P., y, por otro, la disminución de la relativa a la menor de edad S. A. -ello,
al quedar establecida en el orden del 5%- (ver fs. 248/251), la aludida Defensora
Oficial, Dra. María Gabriela Sánchez, sin señalar en nombre de quién actúa en estos
autos, interpone recurso de apelación a fs. 256, el que fue concedido en relación y
con efecto suspensivo a fs. 258.
II. Que la mencionada Defensora Pública Oficial al brindar a fs. 259/261vlta. los
fundamentos del recurso interpuesto, aun cuando incurre en la misma omisión al
formular su presentación en clara contravención con el ordenamiento ritual aplicable
(art. 118, inc. 2 del CPCyC), principia por definir el objeto de su apelación,
permitiendo de ello extraer que la defensa de los derechos del joven B. S. P. no es
extraña a su actuación.
Así, por cuanto en ese orden manifiesta que el mantenimiento de la cuota
alimentaria únicamente respecto de S. A. agravia a su parte desde que acoge la
pretensión de la accionada de cese de la misma con relación a aquél; es más dice
perseguir que ella sea fijada en un 10% contemplativa de la situación de la
nombrada y de B.
En particular, y ya yendo a los agravios en concreto, endilga al fallo en revisión
haber adoptado una postura restrictiva de la obligación alimentaria de los abuelos
pese al carácter de derecho humano que asiste al derecho alimentario.
En esa convicción, alegando que se está cercenando la posibilidad de B. P. de
educarse, pues se encuentra cursando con esfuerzo estudios universitarios a sus 19
años, esgrime que la regla estatuida por el art. 658 del CCyC respecto a la
prestación alimentaria debe aplicarse también a los abuelos. Señala así que esa es
la solución que más se condice con el rango constitucional dado al derecho a los
alimentos y con el principio de igualdad, habida cuenta que aquellos mayores de 18
pero menores de 21 años cuyos padres se encuentran juntos o mantienen una
buena comunicación entre sí, tendrán derecho a ser sostenidos por todos los
integrantes de la familia (incluidos los abuelos), mientras que cuando ello no suceda
verán provocado un grave perjuicio.
Con base en esos presupuestos argumentativos solicita se revoque la sentencia
recurrida y se mantenga la cuota alimentaria en el orden del 10% de los haberes
que percibe la accionada e igual porcentaje sobre SAC, comprendiendo a ambos
hermanos.
III. Que en respuesta del traslado conferido a fs. 263/267 se presenta la Dra.
Cecilia Cabello e invocando el carácter de gestora de la demandada, actuación que
fuese ratificada a instancia de este Tribunal a fs. 273, solicita el rechazo de la
apelación deducida. Así, se posiciona al apreciar que la sentencia atacada se ajusta
a derecho, por cuanto desarrolla y aplica acabadamente el alcance del art. 658 del
CCyC. En concreto, entiende que el fallo resulta acertado al juzgar que nada
permite afirmar la existencia de incompatibilidad entre las obligaciones
universitarias y cualquier actividad remunerada.
IV. Que dada vista de las actuaciones a la Sra. Defensora de Menores e Incapaces
actuante, la Dra. Teresita Molaro, se pronuncia en tal carácter a fs. 269
manifestando que no corresponde al Ministerio Pupilar expedirse en esta instancia
siempre que los hermanos varones son mayores de edad, mientras que su
intervención por la niña S. no procede siempre que ella no ha visto modificada su
porción de cuota alimentaria.
V. En camino de evaluar la procedencia tanto formal como sustancial del recurso
planteado, esta Cámara se vio primero en la necesidad de determinar por quién se
instaba la instancia revisora (ver fs. 277). Ello, siempre que la Dra. María Gabriela
Sánchez se limitó, al apelar y expresar agravios, a invocar la participación acordada
en estos autos pese haber actuado tanto en el carácter de apoderada de la Sra.
López (ver fs. 2 y 162) como de patrocinante de B. S. P. (fs. 235) y ser la única
firmante de los escritos relativos a la apelación en curso.
Por la legitimación que otorga al progenitor conviviente el art. 662 del CCyC y
porque el Sr. B. S. P. ratificó la actuación desplegada en aras de preservar la
porción de la cuota alimentaria con destino a cubrir sus necesidades (ver fs. 280),
se impone señalar que quien apela en tiempo hábil para ello (ver constancia de fs.
271) endosa errores a la resolución adoptada por la Sra. Juez de Grado al apreciar
vulnerado el principio de igualdad ante la ley, por lo que es posible concluir que,
más allá de la recepción favorable o no que merezcan los agravios formulados, se
percibe, al menos en forma liminar, satisfecha en el caso la exigencia contenida en
el art. 265 del CPCyC. Primero, porque se encuentra cumplido el requisito de índole
subjetivo -agravio- y segundo, porque, como este Tribunal tiene dicho, es necesario
ponderar con cierta tolerancia y flexibilidad la obediencia de los recaudos legales
que establece el aludido articulado, a través de una interpretación amplia que los
tenga por completos.
VI. Que habiendo superado el recurso planteado el preliminar examen de
admisibilidad formal dable es señalar que la contienda en esta instancia se
circunscribe a la necesidad de determinar si la solución adoptada encuentra
encuadre en el art. 545 del CCyC y, de resultar así, si la misma es acorde al orden
constitucional. Es decir, el eje del conflicto no reside en torno a la mayor edad del
quejoso por contar con 19 años, ni está negada la circunstancia de que se
encuentra cursando estudios universitarios, lo que se cuestiona es la norma que la
Sra. Juez al sentenciar entendiese aplicable para dirimir el supuesto cuya resolución
nos convoca.
Así corresponde definir el conflicto habida cuenta que la Sra. Magistrada actuante
para resolver como lo hizo juzgó que cuando los llamados a responder son los
abuelos, la mayoría de edad del destinatario de los alimentos -para el caso 19
años-, provoca que la causa fuente de la obligación alimentaria radique en el deber
alimentario de “los parientes” -y no en la patria potestad- y en su “subsidiariedad”,
por lo que resulta de aplicación la preceptiva art. 545 del CCyC, que regla el
alimento entre parientes.
En comunidad con ese razonamiento, entendió exigible un proceso probatorio
tendiente a demostrar la falta de medios económicos suficientes y la imposibilidad
de adquirirlos con su trabajo, cualquiera que sea la causa que ha generado tal
estado (ver Cons. 6, 4to párrafo). De allí que, en su visión, no tenga suficiente
entidad para mantener el deber de prestar alimentos la sola circunstancia de
encontrarse el joven, que tiene 19 años de edad, cursando una carrera
universitaria, por cuanto nada permite afirmar la existencia de una incompatibilidad
entre las obligaciones derivadas de ellas y cualquier actividad remunerada (ver fs.
249vlta, 2do párrafo).
Mientras que para el quejoso, esa decisión importa adoptar una postura restrictiva
de la obligación alimentaria de los abuelos y desconocer que el derecho a la
prestación alimentaria se vincula con el derecho a la vida y a la dignidad de la
persona (ver fs. 259, 3er párrafo). A su entender la protección alimentaria dada por
el art. 658 del CCyC a los hijos mayores de edad pero menores de 21 años, debe
hacerse extensiva respecto de los abuelos (fs. 260 in fine).
Definido de ese modo el planteo, adelanto que el recurso articulado ha de
prosperar. Doy razones para ello.
Queda por demás clara la problemática de orden jurídico a resolver en los presentes
por lo que principio por señalar que el art. 25 del Código Civil y Comercial al
expresamente establecer que es menor de edad “la persona que no ha cumplido
dieciocho años”, receptó la línea adoptada por la “Ley 26.579, que en el año 2009
disminuyó la edad para alcanzar la mayor edad bajo dos ejes centrales. El primero,
con capacidad de impactar en todo el sistema jurídico, en la medida en que quienes
superan ese umbral pueden “protagonizar sin cortapisas ni límite alguno…todos los
actos y negocios jurídicos que antes no podían protagonizar.” Mientras que el
segundo, se orientó exclusivamente a mantener la edad de 21 años a los efectos de
la obligación alimentaria (Conf. Lloveras Nora-Fabián Faraoni “La mayoría de edad
Argentina” –Análisis de la Ley 26.579/2009, Edit. Nuevo Enfoque, edic. 2010, pág
38 y sgtes).
Para llegar a esa solución se tiene en cuenta que el novel cuerpo normativo al
determinar la responsabilidad parental, como el conjunto de deberes y derechos que
conforme a su condición y fortuna corresponden a los progenitores sobre la persona
y bienes del hijo, para su protección, desarrollo y formación integral (art. 638
CCyC), instaurando entre sus obligaciones “el prestarle alimentos y educarlos” (art.
646 inc. a), claramente establece el alcance de esta obligación. Tanto al definir su
contenido, indicando que comprende “la satisfacción de las necesidades de los hijos
de manutención, educación, esparcimiento, vestimenta, habitación, asistencia,
gastos por enfermedad y los gastos necesarios para adquirir una profesión u
oficio….” (art. 659), como al extender, siguiendo los ejes de la ley 26.579, esta
regla “hasta los menores de 21 años, excepto que el obligado acredite que el hijo
mayor de edad cuenta con recursos suficientes para proveérselos por sí mismo”
(art. 658 2do párrafo). Mientras que al establecer que los parientes se deben
alimentos (art. 537 del CCyC), distingue su alcance según se trate de una persona
mayor o menor de edad. Ello, toda vez que sólo en este último supuesto dispone,
primero, los alimentos comprenden lo necesario para la educación al quedar sino
limitados a lo “necesario para la subsistencia, habitación, vestimenta y asistencia
médica correspondiente a la condición del que la recibe” (art. 541). Y, segundo,
exige como principio que el pariente que pide alimentos deba probar que le faltan
los medios económicos suficientes y la imposibilidad de adquirirlos con su trabajo,
cualquiera sea la causa que lo haya generado (art. 545).
Del cotejo de sendos marcos normativos y al amparo de una interpretación ad
litteram de la ley, podría señalarse, en forma concordante con la Sra. Juez de
Grado, que la obligación contenida por el art. 658 del CCyC ha sido puesta
exclusivamente sobre los padres, en tanto el primer párrafo refiere a ambos
progenitores. De allí que cuando no sean ellos quienes prestan alimentos,
cualquiera sea la razón para ese proceder, la solución no estaría dada por esa
norma respecto de esta puntual franja de la población, pues, se ampara la tesitura
que en supuestos como el presente, cumplida la mayoría de edad, el deber de los
abuelos de prestar alimentos cede sin más.
Pero en la medida en que el Código Civil y Comercial mediante el Título Preliminar,
como pauta guía de su aplicación, principia por señalar que “La ley debe ser
interpretada teniendo en cuenta sus palabras, sus finalidades, las leyes análogas,
las disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, los principios
y los valores jurídicos, de modo coherente con todo el ordenamiento” (art. 2), la
herramienta interpretativa expuesta no es la única aplicable. Ello, máxime cuando la
cuestión de los alimentos en el marco del derecho de familia no es ajena a la
progresiva “constitucionalización” del derecho privado, por tratarse de un derecho
humano fundamental, al extremo de visualizarse al Estado como responsable del
efectivo cumplimiento y demandándole a éste, a través de sus tres poderes,
acciones positivas tendientes a ese fin a través del ejercicio de los poderes
públicos.
Por ello resulta válido apuntar que toda interpretación relativa a la prestación
alimentaria debe necesariamente atender a su fundamento constitucional y su
arraigo en los derechos humanos, por lo que su análisis exige conciliar dos premisas
básicas: la mayoría de edad a los 18 años (art. 25 del CCyC) y la obligación
alimentaria, en iguales condiciones que en estado de minoridad, hasta los 21 años
de edad (art. 658, 2da parte de ese ordenamiento).
No obstante no desconocer que en aras de dar a esa obligación su justo alcance se
han erigido tres posiciones bien definidas en torno al vínculo relacional que en el
marco del derecho de familia justifica su incorporación -la primera que al poner
esencialmente el acento en la mayor edad adquirida la entiende nacida del simple
parentesco; la segunda que deteniéndose en su ubicación legislativa, la asume
derivada de la responsabilidad parental (LLOVERAS Nora y Faraoni, Fabían, “LA
MAYORÍA DE EDAD ARGENTINA” Análisis de la Ley 26.579, Nuevo Enfoque Jurídico,
Córdoba, 2010, pág. 171), y la tercera que la visualiza bajo una alternativa “sui
géneris”, producto de presentar caracteres propios y tener su fuente en el vínculo
filial (Solari Néstor, “ALIMENTOS DEBIDO A LOS HIJOS ENTRE LOS 18 Y 21 AÑOS”,
La Ley, diario del 20.04.10, pág. 1-2), entiendo que lo primero que debería uno
preguntarse es si resulta necesario inmiscuirse en la naturaleza de ésta para definir
su entidad. O, contrariamente a ello, basta con pensar que el art. 75 inc. 22 de la
CN, al dar jerarquía constitucional en las condiciones de su vigencia, a los tratados
sobre derechos humanos que enuncia, expresamente dispone que “no derogan
artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos”, o a su amparo
nacidos.
Pues ello inmediatamente permite concluir que si los jóvenes ubicados en esta
franja etaria, al amparo del art. 14 bis de la CN y de la legislación anterior a la
incorporación en el ámbito legal (Ley 23.849 del año 1990) como constitucional
(art. 75 inc. 22 del año 1994) de la Convención sobre los Derechos del Niño, tenían
garantizada la prestación alimentaria hasta los 21 años de edad, mal puede luego
un régimen posterior (la Ley 26.579 y sucesivamente el Código Civil y Comercial)
que tiene por norte reconocer a éstos derechos, colocarlos en un eventual estado de
fragilidad respecto de una cuestión tan trascendental a la vida misma como lo son
los alimentos.
Cierto es que en detrimento de esa conclusión puede alegarse que nadie tiene
derecho adquirido al mantenimiento de una ley (Fallos 330:3565; 330: 2206;
325:11), pero también lo es que sería incongruente el dictado de una norma
tendiente a reconocer derechos, que culminara por restringir uno de sus aspectos
esenciales, los alimentos, en el que, además, el Estado está comprometido, cuan
garante último del derecho a la vida.
Entonces, la modificación introducida al art. 265 del por entonces Código Civil por
parte de la Ley 26.579, hoy reproducida, aunque subsanada en sus errores, en el
art. 658 del Código Civil y Comercial, estuvo necesariamente orientada a mantener
el status quo normativo a los fines alimentarios y asistenciales, como prerrogativa
ganada por quienes resulten mayores de 18 pero menores de 21 años.
Ahora bien, con base en ese primer argumento de orden constitucional sólo resta
concluir que respecto de esta franja etaria para reconocer el derecho alimentario y
su condición no debe importar quién presta los alimentos, sino quién los recibe. Así,
por cuanto, lo que, en definitiva, se buscó fue mantener la prestación alimentaria
hasta los 21 años de edad, por lo que siendo esa la finalidad de la norma, ese es el
parámetro interpretativo que ha de guiar toda decisión de este orden, en función del
art. 3 del CCyC.
Ello, máxime cuando si bien la capacidad jurídica de los mayores de 18 es plena, la
ley mantiene la “protección alimentaria” hasta los 21 años para atender la realidad
social, que pone en evidencia que los jóvenes en esta edad todavía estudian, y
tienen dificultades para entrar en el mercado laboral.
Por otra parte, esta es la solución más acorde con los caracteres (asistencial,
intransferible, no transigible, irrenunciable, inembargable, irrepetible y no
compensable) de la prestación alimentaria. Pues si bien las relaciones de esta índole
atienden la situación de ambas partes, alimentado y alimentante, lo es con un fin
preciso: obtener el real cumplimiento de la prestación. Lo dicho, habida cuenta que
permitir al alimentado satisfacer sus necesidades materiales y espirituales es la
finalidad de la institución.
Al amparo de esta nueva conclusión corresponde afirmar, que si, como en el caso,
durante el transcurso de la menor edad de un niño, niña o adolescente la abuela fue
llamada a brindar alimentos en sustitución, e inclusive en complemento, del padre
su obligación también se extiende hasta que el joven destinatario de los mismos
cumpla los 21 años de edad o cuente con recursos suficientes para proveérselos por
sí mismo y así sea demostrado. Pues, en estos supuestos ha de juzgarse que la
necesidad y pertinencia de aquéllos ya ha sido declarada.
De manera que cabe, en el caso, a la abuela, al igual que a los progenitores en
general, que pretende ser liberada de un compromiso de tal orden, el deber de
colocar al juzgador en la condición de verificar que no resulta indispensable la
subsistencia de la prestación alimentaria y no al alimentado demostrar su necesidad
ni mucho menos que no puede obtener los alimentos por sus propios medios.
Es que, como bien señala la Sra. Defensora Oficial actuante por el alimentado, una
solución en contrario respecto a esta puntual franja etaria no resiste el examen de
constitucionalidad y convencionalidad que en el marco del derecho de familia se
impone, por colocarse en crisis el principio superior a la igualdad de tratamiento
ante la ley. Así, por cuanto, resulta por demás evidente, que si se pensara que la
obligación contenida en el segundo párrafo del art. 658 del CCyC pese a estar
dirigida al mantenimiento de la prestación alimentaria hasta los 21 años de edad se
limita a los progenitores sin ser extensiva a todos aquellos que se encontraban,
mientras transcurría el estado de minoridad, obligados a prestarla, se estaría
provocando, sin razón alguna para ello, una distinción no querida por el legislador y,
en forma indefectible, se vería menoscabada la garantía de igualdad contenida en el
art. 16 de la CN respecto de quien recibe los alimentos y para quien en definitiva ha
sido pergeñado el sistema.
Por otra parte, y como bien señala la defensa de B. P., ese razonamiento conllevaría
en sí mismo otra afrenta más al derecho de igualdad ante la ley, por cuanto si la
“necesidad” de la prestación alimentaria reglada en el segundo párrafo del art. 658
del CCyC, por su ubicación normativa, se presume (Adriana N. Krasnow “Tratado de
Derecho de Familia –Una introducción al estudio del derecho de familia-”, T. I, pág.
587/sgtes. editorial LLey, edic. 2015) y, por ende, el hijo no tiene la carga de
probarla ni la obligación primigenia de procurárselos, no parece justo ni mucho
menos equitativo que los hijos, cuyas familias se encuentran desmembradas por el
conflicto y la falta de comunicación luego de la separación de los padres, y pese a
merecer igual o mayor protección que aquellos que gozan de grupos familiares
estables, queden desamparados, al exigirles no sólo la instauración de un proceso
para mantenimiento del status quo alimentario sino, y lo que es peor aún, un
cargoso complejo probatorio.
Por último considero pertinente señalar que la solución que propicio no se enfrenta
a la interpretación literal de la norma, sino que al tiempo que conjuga la forma en
que se incorporan los tratados internacionales sobre derechos humanos al ámbito
local (art. 75 inc. 22 de la CN) evita sujetarse a una condición de exclusividad que
es puesta por el intérprete y no por el legislador, quien en el segundo párrafo del
art. 658 del CCyC se limitó a extender la prestación alimentaria hasta los 21 años
como derecho derivado de la responsabilidad parental por constituirse en una
prerrogativa ganada por este sector etario de la sociedad. Además persigue
desprenderse de elaboraciones doctrinarias y jurisprudenciales nacidas al amparo
de una mayoría de edad que se obtenía a los 21 años.
Entonces, y para concluir mientras la mayoría de edad se alcanza a los 18 años la
prestación alimentaria, cualquiera sea el alimentante –progenitores/abuelos- se
extiende hasta los 21 años de edad con las particularidades propias de cada
situación y cualquiera sea el sujeto llamado a su prestación.
VII. Que determinada, desde la interpretación que se propicia del orden normativo
que se entiende aplicable -art. 658, 2do párrafo del CCyC-, la obligación de los
abuelos de mantener el pago de la cuota alimentaria hasta los 21 años de edad, no
puede tener acogida la petición de cese justificada únicamente en la mayoría de
edad adquirida por el alimentado, tal como se propone a fs. 230. Ello, máxime si se
advierte que se encuentra allanada a su respecto la exigencia probatoria.
Así me expreso atendiendo que si la extensión de este compromiso inclusive
durante la menor edad de los alimentados, a diferencia de la exigencia a formular a
los padres, se limita a satisfacer las necesidades impostergables y elementales
(conf. Cám. Nac. Civ. Sala J. en autos “L., M.S. c/ V. de B., A.R. s/ ALIMENTOS”,
sent. del 05.08.11), les bastará con probar que tales necesidades se encuentran
cubiertas o la imposibilidad de su parte de cubrirlos, habida cuenta que el
ordenamiento jurídico también preceptúa que las personas mayores merecen
amparo.
Por lo expuesto, por estar persuadida que desde una interpretación constitucional
del ordenamiento vigente se impone declarar que no resulta suficiente la mayoría
de edad del alimentado para desprender de la obligación alimentaria cualquiera sea
el sujeto alimentante, en tanto ésta se extiende hasta los 21 años de edad y su
necesidad se presupone cuando ya había sido declarada durante la menor edad de
la persona involucrada, y siempre que la solicitante del cese no ha satisfecho la
exigencia probatoria que a su respecto se imponía, tal el demostrar que el
alimentado contaba con recursos propios para satisfacerlos, propicio al Acuerdo: I.
Hacer lugar al recurso de apelación articulado a fs. 256 con la aclaración y
ratificación de gestión efectuada a fs. 280 y, en consecuencia, revocar parcialmente
el punto 1 de la parte resolutiva del decisorio de fs. 248/251, disponiendo no hacer
lugar a la petición de cese de cuota alimentaria articulada por la abuela del
nombrado, L. C., a fs. 230 de los presentes. II. No imponer costas habida cuenta de
la naturaleza del trámite y el modo que se resuelve (art. 68, 2da parte del CPCyC).
ASÍ VOTO.
El Dr. Gallinger dijo:
---------- I. Que sin perjuicio que anticipo mi adhesión a la solución propuesta por la
magistrada que me antecede, paso a desarrollar las razones que me llevan a dicha
decisión.
---------- II. En tal sentido y tal como fuera expresado por la Dra. Ignazi, la pauta
guía de aplicación del marco normativo de la cuestión a dilucidar se encuentra
contenida en el artículo 2 del CCyC, en cuanto establece que “La ley debe ser
interpretada teniendo en cuenta sus palabras, sus finalidades, las leyes análogas,
las disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, los principios
y los valores jurídicos, de modo coherente con todo el ordenamiento”.
---------- A tenor de ello, y el deber de interpretar las disposiciones legales sobre la
materia, prestando especialmente atención a la finalidad que las mismas tienen y
las disposiciones de los tratados sobre derechos humanos que resulten aplicables,
todo ello acorde con los valores que dimanan de nuestro ordenamiento jurídico,
corresponde que reseñe el marco normativo que considero aplicable al presente
caso.
---------- El Código Civil y Comercial de la Nación regula la obligación alimentaria en
el Libro Segundo dedicado a las Relaciones de Familia, Título IV denominado
Parentesco, Capítulo 2 Deberes y Derechos de los Parientes, Sección 1 Alimentos,
artículos 537 a 554, y Título VII dedicado a la Responsabilidad Parental Capítulo 5
Deberes y Derechos de los Progenitores. Obligación de los Alimentos, artículos 658
a 670.
---------- Como fácilmente se puede colegir, ambos títulos -IV cap. 2 sec. 1 y VII
cap. 5- regulan situaciones distintas, en tanto el primero lo hace respecto a la
obligación alimentaria entre parientes, el segundo lo hace en relación a la
correspondiente a los progenitores respecto a sus hijos, otorgándoles distinta
extensión y duración.
---------- En tanto la obligación alimentaria de los parientes según el artículo 541
CCyC comprende lo necesario para la subsistencia, habitación, vestuario y
asistencia médica -ampliándose a la educación en caso de ser el alimentado un
menor de edad-, la correspondiente a los progenitores es mayor, pues abarca según
el artículo 659 CCyC la satisfacción de las necesidades de manutención, educación,
esparcimiento, vestimenta, habitación, asistencia, gastos por enfermedad y los
gastos necesarios para adquirir una profesión u oficio.
---------- La obligación entre parientes no tiene límite temporal en tanto subsista la
necesidad y la imposibilidad de procurárselos mediante su trabajo, en tanto que
para los progenitores rige hasta los 21 años -art. 658 CCyC-, o hasta los 25 años en
el supuesto del artículo 663 del CCyC.
---------- Sin embargo, esta reseña normativa debe ser completada con la lectura
del artículo 668 CCyC, también contenido dentro del Tit. VII Cap. 5, en el cual se
regula el reclamo a los ascendientes, estableciendo que el mismo puede ser ejercido
en el mismo proceso en el que se reclamó a los progenitores o en uno
independiente, señalando que además de lo previsto en el título del parentesco,
deben acreditarse verosímilmente las dificultades del actor para percibir los
alimentos del progenitor obligado.
---------- Atento ello, entiendo que en el nuevo Código Civil y Comercial existe una
obligación alimentaria a cargo de los parientes en general, que parte del
presupuesto del estado de necesidad o insuficiencia de medios económicos del
alimentado y la imposibilidad de obtenerlos por su propio trabajo, en la que los
parientes -ascendientes, descendientes y colaterales-, aparecen como deudores
principales en el orden establecido en el artículo 537 CCyC, y cuya extensión se
encuentra establecida en el artículo 541 CCyC, y otra correspondiente a los
progenitores, que encuentra sustento en la obligación legal que impone la
responsabilidad parental -arts. 638, 646 y 658 CCyC-, con el alcance conceptual
que le otorga el artículo 659 CCyC, en la que los padres aparecen como obligados
principales, y que se puede extender sólo a los ascendientes -no a otros parientes-,
por expresa disposición del artículo 668 del CCyC cuando se acrediten simplemente
dificultades para hacerla efectiva sobre el progenitor.
---------- En dicho entendimiento, considero que si se trata de la misma obligación
que pesaba sobre los padres, derivada a los ascendientes por las dificultades ya
mencionadas, entonces deberá tener la misma extensión de la que se encontraba
en cabeza de los progenitores, es decir la que fija el artículo 659 CCyC.
---------- Esta es la inteligencia interpretativa que considero resulta más razonable,
toda vez que es la única que puede justificar la disposición del artículo 668 del CCyC
dentro del capítulo correspondiente a la obligación alimentaria de los progenitores, y
acotado a un solo grupo de parientes, los ascendientes. Si asumiéramos una
postura distinta, este artículo no tendría razón de ser, y mucho menos en dicha
ubicación.
---------- Por otra parte, es la posición interpretativa que mejor se concilia con los
tratados de Derechos Humanos incorporados a la Constitución Nacional, y por ende
con la línea interpretativa que nos fija el artículo 2 CCyC, imponiéndole a los
Estados la obligación de garantizar a sus ciudadanos el acceso a la educación -
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre art. XII, Declaración
Universal de Derechos Humanos art. 26, Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales art. 13-, de adoptar medidas legislativas que
garanticen la plena efectividad de los derechos por ellos reconocidos -Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales art. 2- en tanto que el
artículo 32 del Pacto de San José de Costa Rica señala que todas las personas
tienen deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad, mientras que el
artículo 26 establece que los Estados deben adoptar las medidas tendientes a lograr
progresivamente la plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas
económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura, contenidas en la Carta de
la Organización de los Estados Americanos.
---------- En otras palabras, no parece fácil de conciliar con dichas normas
convencionales internacionales adoptadas por nuestro País, una postura que
sostuviera que por imperio de la ley que modificó la edad en la que se adquiere la
mayoría de edad -de 21 a 18 ley 26.579-, en conjunción con la adopción del nuevo
Código Civil y Comercial, pudieran disminuir los derechos alimentarios que se
gozaban con anterioridad, o en otras palabras, que fueran menores las obligaciones
alimentarias en relación a los mayores de 18 años.
---------- Por todo ello, y a modo de síntesis debo concluir que considero que
cuando se trata de la obligación alimentaria asumida por los ascendientes por
dificultades para hacerla efectiva sobre los progenitores, la misma tiene equivalente
extensión conceptual que para estos últimos y que se encuentra determinada en el
artículo 659 del Código Civil y Comercial de la Nación, razón por la cual adhiero a la
propuesta de acuerdo realizada por la Dra. Lujan Ignazi, que me antecede en el
orden de votación. MI VOTO.
La Dra. Sandra Filipuzzi de Vázquez dijo:
Atento a la coincidencia de criterio de los Sres. Jueces que me preceden en orden
de votación, me abstengo de sufragar.
Por ello, y en mérito al Acuerdo que antecede, el TRIBUNAL RESUELVE:
I. Hacer lugar al recurso de apelación articulado a fs. 256 con la aclaración y
ratificación de gestión efectuada a fs. 280 y, en consecuencia, revocar parcialmente
el punto 1 de la parte resolutiva del decisorio de fs. 248/251, disponiendo no hacer
lugar a la petición de cese de cuota alimentaria articulada por la abuela del
nombrado, L. C., a fs. 230 de los presentes.
II. No imponer costas habida cuenta de la naturaleza del trámite y el modo que se
resuelve (art. 68, 2da parte del CPCyC).
Regístrese, protocolícese, notifíquese. Firme, vuelvan los autos al juzgado de
origen. ARIEL GALLINGER - PRESIDENTE, MARIA LUJAN IGNAZI-JUEZ, SANDRA E.
FILIPUZZI DE VAZQUEZ - JUEZ. ANTE MI, ANA VICTORIA ROWE - SECRETARIA
http://www.jusrionegro.gov.ar/inicio/jurisprudencia/ver.protocolo.php?
id=75976&txt_nro_expediente=&txt_caratula=&cbo_desde_dia=1&cbo_desde_mes=1&cbo_d
esde_anio=1990&cbo_hasta_dia=7&cbo_hasta_mes=5&cbo_hasta_anio=2999&txt_nro_sente
ncia=&cbo_tipo_sentencia=-1&txt_sentencia=&cbo_organismo=-1