Aristóteles, Ética A Nicómaco, Libro III, Capítulo 4, Traducción y Comentarios C. Videla Hintze, 2021

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Aristóteles Ética a Nicómaco, Libro III, Capítulo 4 Versión 2021

4. {La medida del bien sería el ‘hombre bueno’.}

Que el deseo apunta al fin, ya lo hemos dicho, parece que para algunos es el bien, para 1113a14
otros el bien aparente. Pues bien, aquellos que dicen que el bien es el objeto del deseo 15
deben aceptar consecuentemente que quien no desea el bien no elige correctamente
(pues el objeto del deseo será un bien, pero si fuese así, sería un mal); por otra parte, si
se dice que el objeto del deseo es el bien aparente, se sigue que no hay nada deseable
por naturaleza, sino lo que a cada uno así le parece: pues bien, diferentes objetos le 20
parecen a diferentes hombres un bien, y si es así, incluso objetos contrarios. (1)

Si estas consecuencias no son agradables, hemos de decir simple y verdaderamente que


el bien es el objeto del deseo, pero para cada uno lo que aparenta ser el bien. De este
modo, para el hombre bueno lo que verdaderamente lo es, para el malo, cualquier
objeto, de modo similar, tratándose de los cuerpos, para los bien constituidos es sano lo
que verdaderamente lo es, pero para los enfermizos, en general, algo distinto; y lo 25
mismo ocurre con lo amargo, lo dulce, lo caliente, lo pesado y todo lo demás. En efecto,
el hombre bueno juzga todo rectamente y en cada caso se le aparece la verdad. Para cada
uno hay bellezas y agrados propios y tal vez lo que distingue al hombre bueno es ver la 30
verdad en todo, como si fuese la norma y la medida de aquello. Pero, en la mayoría el
engaño parece originarse en el placer, pues sin ser un bien, lo parece. Por tanto, eligen lo
placentero como un bien y evitan el dolor como un mal. (2) 1113b1

Notas.

(1) Aquí se genera un gran problema entre los términos deliberación, decisión y elección en relación con el deseo.
Esto amerita una discusión en profundidad, que no corresponde realizar aquí. La relación con el deseo aparece
por primera vez en el capítulo 2 del Libro III (1111b26).

Según el Prof. Ross, quien coincide en que este capítulo es confuso, trata de resolver el problema acerca del
‘objeto de la voluntad’; el Prof. Ross traduce βούλευσις como ‘voluntad’, lo que nosotros traducimos como
‘deseo’. Continúa con una pregunta: ¿es (1) el bien o (2) el bien aparente? Respuesta (1) genera la objeción que
el objetivo de uno que no puede elegir correctamente, entonces, será un objeto de deseo. Respuesta (2) enfrenta
el problema que no hay un objeto natural de la voluntad; aparentemente es una consecuencia no agradables.

(2) Esta nota del Prof. Ross es interesante cuando afirma que Aristóteles encuentra algo de verdad en la pregunta
que hace y distingue dos modos de ser ‘el objeto-del-deseo’. Una respuesta sería ‘el bien’, que da lo que es
‘absolutamente y en verdad el objeto del deseo’; en tanto otra respuesta sería ‘el bien aparente’, que da lo que
es el objeto del deseo para cada persona. Luego Aristóteles alinea el bien con lo que juzga la persona buena y
compara con los juicios acerca de (a) lo que es saludable, (b) lo que es amargo, dulce y caliente, y (c) lo que es
noble o agradable. Ignora las diferencias entre estos casos. ¿Pretende que el objeto-del-deseo de la persona
buena sea constitutivo de lo que es bueno, como el caso (b) podría sugerirlo – pues afirma que el juicio de
personas sanas sobre lo dulce y amargo establece lo que es dulce o amargo? O, algo más similar, ser un
indicador confiable de lo que ralmente es bueno, como el caso (a) podría sugerirlo? Pues los apetitos de las
personas sanas son indicadores confiables de lo que es saludable.

Sobre el final del párrafo sugiere el Prof. Ross que el lenguaje de Aristóteles recuerda la célebre frase de
Protágoras ‘el hombre es la medida’ (Platón, Teeteto, 152a), pero Aristóteles corrige a Platón al poner como
medida al ‘hombre bueno’.

Traducción: Cristóbal Videla-Hintze 1

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