Introducción A La Didáctica de La Física

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INTRODUCCION

A LA DIDACTICA GENERAL

Tema III. LOS OBJETIVOS DE LA ENSEÑANZA


Introducción.

Dada su esencia social toda la actividad docente se realiza con el fin de lograr un
egresado que cumpla determinadas funciones requeridas por la sociedad, lo que
constituye el encargo social. Este futuro egresado debe ser capaz de enfrentarse a los
problemas generales y básicos, existentes en la producción y los servicios, y
resolverlos exitosamente, demostrando con ello su independencia y creatividad.

Los objetivos constituyen el modelo pedagógico del encargo social, los procesos y
aspiraciones que durante el proceso docente se van conformando en el modo de
pensar, sentir y actuar del estudiante y futuro graduado. Es la precisión del futuro
resultado de la actividad del estudiante, entendido éste como nueva generación.

Tal como plantea la segunda ley de la Didáctica, la categoría objetivo cumple la
importante función de determinar el contenido, los métodos y las formas
organizativas de la enseñanza, al expresar la transformación planificada que se desea
lograr en el alumno en función de la formación del hombre a que aspira la sociedad.

En síntesis, se puede decir que los objetivos constituyen el punto de partida, y la
premisa pedagógica más general de todo el proceso de enseñanza. Cada régimen social
expresa sus exigencias a la educación por medio de los objetivos.

Los objetivos se clasifican en objetivos instructivos y educativos.

Los primeros, como su nombre indica, pertenecen al dominio de la enseñanza, y los
segundos al de la educación. Pero existe una interrelación entre educación e
instrucción, por lo que resulta prácticamente imposible hacer una diferenciación
radical de unos objetivos que pertenezcan únicamente al dominio de la enseñanza
y otros objetivos que pertenezcan únicamente al dominio de la educación. Sin
embargo, tradicionalmente se ha expuesto que la adquisición de conocimientos, el
desarrollo de hábitos, habilidades y capacidades pertenecen propiamente al dominio de
la labor de la enseñanza, mientras que la formación de convicciones se refiere a la
labor educativa.

Esta división es bastante convencional y la pertenencia a uno u otro dominio, debe
interpretarse solamente con carácter relativo: por ejemplo, la formación de una
convicción en el alumno, sólo es posible a partir de que posea sólidos conocimientos
relativos al aspecto de la naturaleza, la sociedad o el pensamiento, sobre el cual se
desarrolla la convicción.

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Análisis de los objetivos instructivos.

El sistema de objetivos generales instructivos expresa qué características deben
alcanzar los estudiantes a fin de resolver los problemas que se le presenten en la
producción y los servicios.

Se analizarán los elementos componentes de los objetivos instructivos y su estructura
correspondiente.

El hombre refleja en su conciencia el mundo que lo rodea durante la transformación
que realiza de la naturaleza, a través de la actividad social consciente y dirigida que,
por otra parte, es la que produce su propio desarrollo. La actividad del hombre es
social; aislado éste no existe y sólo en la sociedad y en el proceso de satisfacer sus
necesidades va adquiriendo los conocimientos. Hay, por tanto, una unidad entre el
sujeto (hombre consciente) y los objetos sobre los que recae su actividad; la
actividad desarrolla la conciencia, y recíprocamente, ésta dirige a la primera en un
proceso contínuo e infinito.

En el proceso de enseñanza, la actividad del sujeto (profesor) está dirigida a
modificar la actividad del estudiante para lograr los objetivos y resolver el problema,
el encargo social.

El objetivo de la actividad (enseñanza) se identifica con el resultado de la actividad
del estudiante, el aprendizaje. El objetivo del proceso docente educativo, expresado
en términos del aprendizaje, del resultado que se espera alcanzar en el estudiante, se
puede plantear en lenguaje de acciones.

Se empleará, también, el concepto de habilidad. Esta se define como aquel
componente del contenido del proceso docente educativo que refleja las realizaciones
del hombre en una rama del saber propia de la cultura de la humanidad y expresa, en
un lenguaje didáctico un sistema logrado de acciones y operaciones para alcanzar un
objetivo.

El objetivo contiene, como núcleo o elemento fundamental, a la habilidad. Es decir, el
objetivo no está concretamente formulado cuando se declara, por ejemplo, que el
estudiante sepa una ley, sino cuando se dice qué va a ser capaz de hacer con esa ley:
definirla, deducirla, utilizarla, extrapolarla, etc.

Hay que precisar, por tanto, al elaborar los objetivos, los tipos de habilidades que se
vinculan con un objetivo dado. De este modo se manifiesta que, en la elaboración de
los objetivos, la determinación de la habilidad a formar en el estudiante, es el aspecto
fundamental, su núcleo.

El dominio de la habilidad por el estudiante va conformando su pensamiento, su
educación intelectual, el dominio de la cultura acumulada por la humanidad.

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En la práctica, la determinación del verbo que mejor refleja la habilidad, adquiere una
enorme importancia al elaborar el objetivo.

Por otro lado, se sabe que la actividad es inseparable del conocimiento que el hombre
posee del objeto de su trabajo y que es reflejado en su conciencia. Desde un punto de
vista didáctico, la habilidad como elemento del contenido de la enseñanza, está
estrechamente ligada al conocimiento, el otro elemento del contenido de la enseñanza.
De ahí que, al formular los objetivos y expresar los modos de actuación del
estudiante, se deben reconocer, no sólo las habilidades, sino también los
conocimientos que, interrelacionados, nos permiten llegar a los objetivos.

En resumen, se tienen hasta ahora dos elementos que deben aparecer en los objetivos:
la habilidad y el conocimiento.

Además de la habilidad, que constituye el núcleo en la elaboración del objetivo, y del
conocimiento que precisa el objeto de trabajo, la práctica escolar ha indicado la
necesidad de precisar las condiciones en que se apropia el estudiante de estos aspectos,
se hace necesario determinar, por tanto, los niveles de asimilación, profundidad y
sistematicidad de los mismos, así como la situación de dicho objeto.


Análisis de los objetivos educativos.

Los elementos de la estructura de los objetivos educativos son los hábitos, las
capacidades y las convicciones. A diferencia de los conocimientos y habilidades que
pueden y deben ser planteados explícitamente en los objetivos, estos elementos se
obtendrán no como resultado de actividades y acciones específicas, sino como el de la
combinación e interacción de actividades incluso entre diferentes asignaturas; por lo
tanto, ellos aparecen en los objetivos de años, de disciplinas, y de carreras.

- Los hábitos.

Hábito es toda acción componente de las actividades que presenta un alto grado de
automatización y se realiza con una participación relativamente baja de la conciencia.

Los hábitos se desarrollan en el transcurso de la actividad para la cual son
requeridos; así los hábitos relativos a la actividad docente y los de cultura laboral se
forman, fundamentalmente, en la realización de estas actividades.

El que una acción o conjunto de acciones se convierta en hábitos significa que se hace
habitual el procedimiento de su realización, es decir, la forma en que ellas se ejecutan
se hace automática y relativamente inconsciente, pero tanto las condiciones en que se
producen como los objetivos a que van dirigidas permanecen en el nivel consciente
de la actividad.

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Es importante destacar que en el hombre y, por tanto, en la actividad del alumno, es
difícil encontrar en su forma "pura" aislada, un hábito. Por lo general, los hábitos se
integran en estructuras complejas que forman verdaderos sistemas que intervienen
de manera significativa en la ejecución exitosa de la actividad.

El proceso de formación de los hábitos no es sencillo, ya que depende de un número de
factores entre los cuales se hallan el tipo o naturaleza del hábito, las condiciones en
que se desarrolla y las características de los alumnos. Si estos factores no son tenidos
en cuenta por el docente, es muy probable que no se tenga éxito en el alcance del
objetivo de formación de hábitos.

- Las capacidades.

La capacidades se consideran como las cualidades psíquicas de la personalidad que son
condición para la realización con éxito de determinados tipos de actividad.

Las capacidades se forman y desarrollan en la medida en que se asimilan los
conocimientos, habilidades y hábitos.

Al plantearse como objetivo la formación y desarrollo de capacidades en el alumno, el
docente debe conocer, en primer lugar, que la formación de capacidades no es cuestión
de un momento, sino por el contrario requiere tiempo en dependencia, por
supuesto, de la naturaleza de la capacidad que se ha de formar y de las características
propias del estudiante.

- Las convicciones.

La formación de convicciones en los alumnos es una de las tareas más importantes de
la labor educativa.

Las convicciones son puntos de vista y de actuación que se forman en el estudiante, a
partir de los conocimientos que adquiere en su interrelación con la realidad objetiva.
Las convicciones desempeñan un papel principal en la toma de posición, en la expresión
de los puntos de vista ante las distintas situaciones de la vida.

Para la formación de convicciones estables y verdaderas se necesita de los
conocimientos, sin embargo, no puede identificarse la convicción con el
conocimiento. La convicción implica el compromiso personal, el aspecto subjetivo
de la personalidad. En la convicción se expresa la conjugación dinámica de los aspectos
emocionales, intelectuales y de la conducta del hombre.

La formación de las convicciones depende de todo el proceso docente educativo. La
adquisición de una convicción por parte del alumno no puede determinarse solamente
a partir de lo que éste expresa, del razonamiento que hace ante un hecho o fenómeno
que se expone; la posesión de una convicción se determina también por la manera en
que se conduce ante las diversas situaciones que se le presentan en la actividad

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práctica.

El carácter sistemático y multilateral de los objetivos.

El conjunto de clases del período docente de que se trate (unidad, semestre, curso,
etc.), debe constituir un todo armónico desde el punto de vista de los objetivos y del
contenido, y de las medidas metodológicas que se apliquen.

Los cambios que se producen en la actividad mental de los alumnos no son el
resultado del trabajo de una sola asignatura, sino el resultado de la actividad
contínua de todas las materias que comprenden el proceso de formación.

El logro de los objetivos de una asignatura trasciende los límites de ella y contribuye al
éxito de las restantes.

De esto se infiere que, en la determinación de los objetivos de la clase, el docente
debe hacer un análisis cuidadoso de las condiciones previas que poseen los alumnos,
no sólo en su asignatura, sino también en las restantes relacionadas con ella.

Es preciso, además que el docente tenga pleno dominio del contenido y de las leyes de
la enseñanza que rigen en su asignatura. Al respecto debe conocer el sistema de
conceptos, leyes, teorías y métodos de trabajo comprendidos en el contenido de la
unidad, semestre o grado de que se trate. Sólo así podrá considerar en su trabajo el
carácter multilateral de los objetivos.


La derivación gradual de los objetivos.

La derivación gradual de los objetivos expresa el carácter mediato e inmediato en el
logro de éstos. Ella permite reconocer que los objetivos constituyen un sistema
rigurosamente articulado que se deriva de las necesidades sociales.

Los objetivos de la carrera deben expresar el encargo social, deben definir el modelo
de egresado a que la sociedad aspira en esa carrera; a partir de estos objetivos, en los
planes de estudio se concretan los objetivos de disciplinas, años, asignaturas, etc.

En la preparación de la clase, el docente realiza una constante derivación de objetivos,
que abarcan los que se deben lograr en cada una de las actividades que en ella se
desarrollan. La derivación gradual de los objetivos no debe entenderse como la
descomposición de éstos en actividades aisladas. Al derivar los objetivos de la clase
partiendo de los objetivos de la unidad (por ejemplo), se debe partir del análisis de las
condiciones existentes en los alumnos, y de la consideración de que las
transformaciones que se van produciendo en la adquisición de conocimientos, en el
desarrollo de capacidades, hábitos y habilidades, y en la formación de convicciones,
son el resultado del trabajo contínuo de todos los docentes involucrados en la
formación de ese profesional. La determinación de los objetivos de la clase no se puede

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reducir, por tanto, a copiar mecánicamente los objetivos de la unidad.


Otras condiciones a considerar en los objetivos.

La forma de existencia fundamental en que se desarrolla el proceso docente es el
tiempo.

Un concepto debe ser explicado en un cierto lapso, una habilidad se alcanza en otro
intervalo de tiempo, el contenido de una asignatura, en un cierto volumen de horas
lectivas.

El dominio del objetivo también hay que precisarlo en cierto marco de tiempo y el
desarrollo de las capacidades hay que lograrlo en un lapso finito.

No es ocioso que el objetivo instructivo pueda tener como un elemento de su
estructura, el tiempo en que el estudiante manifieste el dominio del objetivo.

En la formulación de los objetivos, se deben precisar otros aspectos de las
condiciones en que el estudiante manifiesta el logro de los objetivos.

Ejemplo:

Al finalizar la asignatura Física I en Ingeniería, los estudiantes deben ser capaces de:

Resolver problemas de Mecánica, utilizando el método mecánico y energético, en que
aparezcan hasta ocho incógnitas, aplicando ecuaciones de primer y segundo grado, en
dos o tres dimensiones, sin la ayuda de manuales o tablas y no demorándose más de 30
minutos en cada problema.


La orientación del alumno hacia el objetivo.

Al dirigir el proceso de aprendizaje, se considera que su carácter consciente estimula la
actividad cognoscitiva. El aprendizaje es tanto más efectivo, cuanto más se logra fijar en
los alumnos el propósito futuro, y se les hace conciencia del camino que deben seguir
para lograrlo. Se puede ver entonces que la importancia del objetivo se extiende no
sólo a la actividad del maestro, sino también a la de los alumnos. De ahí la enorme
significación que tiene la correcta utilización de la orientación hacia el objetivo como
función didáctica.

La orientación hacia el objetivo u objetivos no quiere decir, en modo alguno, que el
docente lea a sus estudiantes los objetivos que tiene previstos en su plan de clases; el
alumno está orientado hacia el objetivo cuando sabe lo que se persigue respecto a todo
lo que se dice y hace en el proceso de enseñanza. Esto lo motiva a reflexionar y
plantearse preguntas como las siguientes: ¿qué hemos hecho hasta ahora?, ¿qué paso

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tenemos que dar ahora para lograr nuestro propósito?.

El objetivo de trabajo del maestro tiene que transformarse en objetivo de trabajo del
estudiante.

La orientación hacia el objetivo tiene que verse como un proceso motivacional,
cognoscitivo y regulador que influye decisivamente en el resultado del aprendizaje.

Las investigaciones realizadas sobre este problema demuestran que existe una
relación muy estrecha entre el objetivo y la calidad en el desarrollo de
determinada actividad. Si se carece de objetivos definidos, resulta imposible llevar a
cabo una actividad en forma consciente y productiva.

Los objetivos que se tracen deben ser medibles sin ambigüedades; no se deben expresar
objetivos en términos cuyo cumplimiento sea dudoso, incompleto o no esté bien
determinado; en resumen, cuando se plantea un objetivo, éste debe quedar expresado
en forma tal que sea medible con exactitud.

A tal efecto se ilustrará lo anterior con algunos ejemplos.

1. Resolver determinado tipo de problemas.

Si el tipo de problema que se quiere resolver no se detalla, el objetivo no quedará
bien determinado, ya que un docente puede entender que es suficiente que el
estudiante resuelva un problema del tipo A, pero otro puede pensar que es necesario
que los pueda resolver del tipo A y B.

2. Explicar determinada situación o fenómeno.

Aquí se tiene una situación más ambigua que en el caso anterior, porque la explicación
puede ser más o menos amplia y será, por tanto, impreciso determinar si el alumno
cumple o no el objetivo.

Evidentemente existen una serie de verbos que presentan la misma dificultad, éstos
son: describir, analizar, caracterizar, interpretar, etc. Hay verbos que son mucho más
precisos, por ejemplo, enumerar.

3. Enumere los elementos que componen cierto fenómeno.

En este caso no hay dudas de que el alumno debe poder enumerar los elementos que
componen dicho fenómeno para poder decir que cumplió el objetivo. Pudiera
plantearse en lugar de "los", "algunos". Así, el alumno cumple el objetivo si enumera
dos o más; si se desea mayor precisión, debe quedar explícito en el objetivo,
indicando el número mínimo de elementos a enumerar para considerar el objetivo
cumplido.

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4. Exprese una definición o exprese la definición de cierto objeto.

No hay duda de que el estudiante puede o no cumplir el objetivo planteado, ya que debe
expresar o no la definición.

5. Efectuar cierto tipo de cálculo.

Se debe precisar hasta qué grado de complejidad es el cálculo que se pide, si el mismo
no está limitado por el alcance de la asignatura.

6. Establecer analogías entre fenómenos.

Si el alumno establece dos o más analogías, ha cumplido el objetivo. Otros casos se
analizan como el ejemplo 3.

7. Describir un fenómeno u objeto.

Este es uno de los casos que resulta complicado concretar, ya que no es fácil
poder precisar en el planteamiento del objetivo el grado de detalle de la
descripción para considerar logrado el mismo.

8. Generalice determinado proceso.

Aquí, aparte de necesitar concretar el grado de generalización, este objetivo no debe
aparecer fijado para una clase, ya que para que exista generalización tiene que haber
existido anteriormente el estudio de un número considerable de casos particulares.

9. Inducir la ley que se cumple en un proceso.

En esta ocasión, si en el proceso estudiado sólo se cumple una ley, el objetivo queda
perfectamente delimitado y es un objetivo apropiado, por ejemplo, para las prácticas de
laboratorios.

10. Identifique tales objetos.

Este es también un ejemplo concreto, el estudiante identifica o no el objeto, con lo que
se puede asegurar si cumple o no el objetivo.

11. Compare tales objetos o fenómenos.

Si los objetos o fenómenos a comparar no tienen una variedad de elementos comunes
esenciales y no esenciales, no habrá mayores dificultades; pero de ser así, sería
necesario determinar las bases de la comparación, para poder determinar si se
logra o no el objetivo planteado.

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12. Manipule un objeto para obtener un resultado.

Hay una gran diferencia cuando el objetivo se plantea como está enunciado y cuando
no se especifica la obtención de un resultado en particular; de ser así, habría que
considerar cumplido el objetivo si el estudiante simplemente juega un poco con el
instrumento u objeto en cuestión. El verbo manipular está asociado al uso de las
manos, no así "usar", que puede ser considerado desde el punto de vista teórico;
aunque también debe quedar aclarado qué se usa y para qué se usa.

13. Aplique un procedimiento a un proceso o fenómeno.

Con esa redacción, el objetivo está incompleto, porque se debe plantear el resultado de
esa aplicación, de lo contrario queda impreciso el grado de completamiento de la misma.

14. Demuestre cierto procedimiento.

Este es un caso bien delimitado, sólo existen las alternativas de demostrar o no el
procedimiento. Lo mismo sucede si se plantea: pruebe el procedimiento. Sólo hay que
distinguirlo de: compruebe un procedimiento para ciertos casos, aunque también es un
caso concreto.

15. Refute cierto planteamiento.

Este es también uno de los casos concretos. El objetivo está evidentemente cumplido si
el estudiante logra mostrar una contradicción en el planteamiento en análisis.

16. Dibuje un esquema.

El objetivo estará bien delimitado si no hay dudas respecto a los detalles del esquema,
pero si el mismo puede ser representado con más o menos detalles, esto debe quedar
definido en el objetivo. Un caso análogo es cuando se plantea: represente gráficamente
un fenómeno u objeto.

17. Simplifique tanto como sea posible un fenómeno.

El objetivo queda completamente definido, pero en los casos en que sólo se aspira a
una simplificación parcial del fenómeno que se estudia, debe precisarse el grado de
simplificación esperado.

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