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AMAUTA

D iR E O T O R :
j ó s e : C a r l o s m a r i a t e o u i

S U M A R I O *

El Redescubrimienta de América 1. Los últimos días de Europa, por Waldo Frank-— Mensaje
ala Convención Internacional de Maestros, por Miguel Angel Urquieta.—El problema de la
tierra. Requisitoria contra el gamonalismo o feudalidad, (conclusión), por José Carlos Mariáte-
gui.—La niña de la garza, por José M. Eguren.—Paseo de noche, por Martín Adán.—La es­
quina por Estuardo Núñez.—Dios encadenado, por Antenor Orrego.— Tarde, por Armando Ba-
zán.—El último amor, por Herwarth Walden.—La unión de los pueblos de América Latina,
por Ricardo Martínez de Latorre.—Arte Peruano-,— Julia Codecido, nota de la dirección con 7
fotograbados.—Génesis y proyecciones de “Tempestad en los Andes", por Luis E. Valcárcel.—
Mi pleito personal, por Miguel de Unamuno.—Lenin, por Oscar Cerruto.—El hebraísmo y las
bases psíquicas de la Historia, por Rómulo Meneses.—Naturaleza Muerta.— V’ va uno para la
costurera, por Nicanor A. Delafuente.—La Enseñanza de la psicología en la Universidad de
San Marcos, por Carlos A. Velásquez.—El puerto, por Juan M. Merino Vigil.—Contraía Natu­
raleza Muerta, por Xavier Abril.-—Amor de indio, por Antero Peralta V.—Los de abajo, por
Mariano Azuela.—Moscú, la ciudad mística, por Carmen Saco.—Refugio, por Julio del Prado.—
El perro negro, cuento serrano, por Serafín Del mar.—Kantatas, por Luis de Rodrigo.—La Unión
Latino Americana,—La vida económica. Crónica de Finanzas, Industrias, Comercio, Agricultura
y Transportes, con gráficos.—L ib ro s y R evistas:— L os libros de la Revolución Mexicana, por
Magda Portal.—Crónica de Libros y Crónica de Revistas Notas críticas, por Armando Bazán
Martín Adán, Estuardo Núñez, Luciano Castillo, R. Martínez de lá Torre y F Chávez León.

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L IT E R A T U R A
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P O L E M IC A

EL RE D E S C U B R I MI ENTO DE A ME R I C A
X L O S U L T I M O S D I A S D E E U R O E A
P O R W A LO O FRA SM K

Encontramos dos nuevas características en nuestra Europa. Es práctico hacer alguna definición de nuestros
América. Hemos llegado a ser nuestros propios críticos; valores como americanos y como hombres modernos. Ta­
estamos haciendo el balance de nuestro pasado. Y hay les objetos “remotos" de la mente son solamente prag­
una tercera característica vieja: el mantenernos negligentes máticos; pueden ser discusiones de hechos inmediatos
y medrosos de los primeros fundamentos. La boga de acerca de nosotros, pero charla dorada que no encuentra
Mr. Mencken y el investigador Babbit, revelan una caracte­ su lugar dentro de una actitud básica con respecto a la
rística; el volumen de "nuevas" biografías, historias, es­ vida. Si América alcanzase salud espiritual, es obvio de­
quemas, colmo de reclamos, la segunda; la tercera es obvia cirlo, crecería el conjunto; pues integridad y salud es to­
en la materia superficial que nos dan las dos primeras do uno. Y el conjunto es un principio de integración
características. Pero nuestros empeños recientes, desde que todo el detallado discurso en el mundo no quiere dar­
que ellos implican juicio, no pueden ser eficientes si no nos.....
se levantan desde una premisa eficiente. Cualquier con­
clusión, aunque lógica y brillante, es falsa, si no es el Tomad a Europa como un cuerpo vivo y organizado.
fruto de fundamentos sanos. Hoy, tales fundamentos fal­ Si miráis su "corazón", su "inteligencia", su "alma"—en
tan; no han sido buscados aún. Nuestros más considera­ otras palabras—si miráis el manantial de su energía y de
dos críticos se enorgullecen del hecho de que sus juicios no su espíritu, descubriréis el mar cuyas costas fueron Egip­
hallan filosofía inferior a la de ellos. La independencia to, Judea, Atenas, Roma. El Mediterráneo fué la entraña
de América fue desde su pasado, un gesto necesario de de Europa. En sus fértiles aguas se formó el universo,
la voluntad adolescente; ello ha llegado a ser nuestra ex­ Dios, la inteligencia, la Ley, el Estado, la ciencia y el
cusa para resbalar sobre la superficie de los acontecimien­ hombre occidental. Hacer una antítesis entre las diversas
tos y de las modalidades. partes del Mediterráneo es tan dificultoso como dividir
Una actitud crítica puede ser tan fatua como la jac­ los órganos de un cuerpo. ¿Cómo pudo hacerse el ma­
tancia propia, y recíprocamente. El estómago disgustado ridaje de Helena y el Judío, en Alejandría, para engen­
del azúcar puede solicitar ácidos sin hacerse más sano drar el mundo cristiano, sí sus individualidades no han
o mejor estómago. El hombre que injuria la vida cuan­ sido funciones de un conjunto genérico? ¿Dónde termi­
do está cansado de algunos, no resulta súbitamente inte­ na la Palestina de San Pablo y comienza Roma? La sín­
ligente. Podemos observar las extravagancias de un icono­ tesis de los Patriarcas contiene semitas, griegos y berebe­
clasta como observamos las extravagancias de Al Jolson, res. La antigua leyenda de que Aristóteles visitó a Jere­
porque sienta a nuestra fantasía—y tenemos otros ídolos mías no es, sin duda, cierta, pero es tan exacta como el
que lisonjear. Podemos disfrutar de una derogatoria vi­ hecho de que Pitágoras y Esquilo fueron adeptos a los
da de Washington, enteramente como nuestros antepasa­ misterios egipcios, y que Platón había estudiado la sabi­
dos del mito azucarado de Pastor Weems, porque en am­ duría de Hermes Trimegisto. El Mediterráneo llegó a ser
bas se encuentra una complaciente modalidad contemporá­ espíritu, y su cuerpo la Europa Occidental.
nea. Este es el caso. Un día los americanos necesitaron Examínense estas convicciones generales:
adorar héroes; la nota "crítica" no fué respetable. Ahora 1. El hombre vive en un universo del que la Tierra es
en nuestra vida de fulguración circunscrita y oscuridad el corazón. El universo gira alrededor de él.
abismal, estamos sobrecogidos de héroes; (1) negamos no­ 2. El hombre es el señor de todo lo creado. Es una
bleza a nuestros padres para que no sea una luz sobre nues­ creación independiente. Sobre él están solamente los dioses
tra propia falta. y Dios mismo.
Si el estudio de nosotros mismos, si nuestra auto­ 3. La razón del hombre es absolutamente verdadera;
crítica y nuestro balance tienen verdaderamente un fin la fe puede ser emplazada en ella. O....
creativo, estamos, en nuestra complaciente ignorancia de 4. La fe del hombre es razonable; en verdad, está ins­
causas, buscando febrilmente una concepción sin mácula. pirada por el contacto con la divinidad.
América es niña y heredera de todo el pasado; especial­ 5. El hombre puede discernir entre lo bueno y lo
mente de lo que es proveniente de Europa. En todo ac­ malo.
to somos el efecto del mundo que orgánicamente nos ha ó. La práctica del bien hace la felicidad y la vida; ella
formado. Claramente, crear nuestro futuro es controlarlo. es sabiduría. La práctica contraria conduce a la condenación
Solamente de este modo puede la vida americana perfec­ y a la muerte.
cionar la transfiguración de una verdadera cultura. El 7. La razón y la fe revelan la divinidad.
primer escalón de este proceso—el único realmente hu­ 8 . La divinidad es buena y es una, y concierne a la fe­
mano—es dominar los fundamentos de nuestro pasado, licidad del hombre.
comprender los elementos gobernables de progreso entre 9. La concepción que el hombre se forma del mun­
nosotros. do natural, aunque incompleta, es fundamentalmente co­
Por consiguiente, es práctico en interés del destino rrecta. Es asi porque (tomad a vuestra elección):
de los americanos cortar tras de América y examinar a1 a. Los sentidos nos dan la realidad.
b. La razón corrige a los sentidos dándonos la rea­
(1) El instinto por el culto de los héroes de curso detenido, es­ lidad.
talla histéricamente en la “respetuosa" adulación a un hombre como c. Dios, la sabiduría, la fé, suplen y corrigen los sen­
Lindbergh, cuyo gesto no tuvo enteramente ningún lineamiento viril. tidos y la razón, dándonos la realidad.
2 A m a n ta

10. Conocemos la materia, aun cuando no podemos do, además, en el que Dante vivió junto con su cocinero.
crearla. Ese Conjunto está muerto. Pero organismo muerto no sig­
11. Conocemos lo que es pensamiento separado de la nifica inanición. Mirad a cualquier cadáver haciendo ^ pro­
materia. greso en su descomposición, y ved cómo eso también es
11. La ley de causa y efecto, sobre la cual descan­ vivir. Europa hormigea en su muerte.
sa la lógica y la ciencia de todas especies, es absoluta.
13. El Tiempo y el Espado son reales; son indepen­
dientes de nuestra mente; estamos entre ellos, mas bien que
ellos entre nosotros. El hombre de ciencia puede comprobar la muerte del
14. La individualidad humana—llámese alma, espíritu, cuerpo por muchos medios. Puede analizar el metabolis­
yo—existe, no relativamente, sino en evidencia en el Tiempo mo, la sangre o la linfa, y venir al mismo resultado que di­
y en el Espacio. ce: “El corazón se ha paralizado". “No hay respiración
.... He aquí los bloques que hicieron la Casa—órga­ intensa". Es verdad, de cada célula individual, todavía vi­
nos que han hecho el Cuerpo conceptual—de la Europa viente, siendo bastante sabio, podía configurarse la muerte
Occidental. Ellos fueron la fianza, y la substancias de ex­ total. El médico ha sido aquí intencionalmente abstracto,
periencias del hombre de occidente. En su curso surgían desde que la abstracción es el corte breve. La esencia del
diferencias de opinión entre uno y otro. Judío, jonio, cuerpo viviente es el "YO", articulado en acción autointere-
alejandrino, escolástico medioeval, tenían diversos modos sada, y posiblemente en palabras. El "YO", en Europa falle­
de definir todas estas leyes: algunos eran ponderados ce. No aspira a la acción, no habla más, no posee mas
donde otros eran ignorados o negados osadamente. Pe­ conceptos unitarios.
ro las diferencias no eran fundamentales, no eran racio­ Estudiad la desintegración de la^ religión. C b sem d
nales; no era en el absurdo sentido spengleriano, “cultu­ en el "Renacimiento", la desintegración de las artes y de
ral" en todo. Platón y Aristóteles se contradecían acerca las ciencias, y del artista y el mundo. Notad cómo el es­
de la materia y de Dios, y ambos eran griegos. Fariseo píritu de Europa, que un tiempo tuvo una lengua—eMatin
y Saduceo combatieron acerca de la virtud y de la con­ ahora murmulla en acentos diferentes; cómo la nación se
denación y eran sin embargo judíos. Un hombre de Ox­ enfrenta contra la nación, la clase contra la clase, la facción
ford podía estar de acuerdo con un romano más comple­ contra la facción, y persona contra persona. Radio, telé­
tamente que éste con su hermano. Por largo tiempo grafo, "movilidad", cómo las palabrerías de la diplomacia y
estas leyes estabilizaron la anatomía espiritual de Europa. el comercio, son estruendos emitidos por apetitos sociales
Entre ellas el hombre vivía y moría, y creaba la belleza especiales o celulares: no son palabras; cualquier pala­
y descubría la verdad: los hombres anteriores a Isaías, bra que queda la vuelven menos inteligible que nunca.
los hombres posteriores a Shakespeare.... La época moderna ha sido, en verdad, de frenéticos
Al examinar estas leyes a la luz del pensamiento mo­ esfuerzos para corregir este conjunto que se eclipsa y se
derno, encontraréis que cada una de ellas están muertas. disuelve. El nacionalismo reemplaza el apasionado ideal
Fueron los bloques fundamentales de nuestra Casa; han desa­ de la fraternidad en Cristo. El internacionalismo de Kan
parecido. No podemos continuar sobre el proceso de su Marx se empeña en unir las clases a través de las fronteras
desaparición; porque ese proceso es una larga extensión de y, desde que el orden hierático no tenía más valor, en ha­
la historia de los tiempos modernos. Copérnico, Galileo, cer un cielo homogéneo sin división de clases. Tal vez la
Kepler destruyeron nuestro confortable cosmos. Lamarck, más clara señal de esta ruptura es la separación de la Igle­
Goethe, Darwin trabajaron en nuestro destronamiento bio­ sia y el Estado. Esta separación ha venido a ser un arrogan­
lógico. Lá incuestionable estructura de nuestra fé y de nues­ te ideal, por cuanto sería la mescolanza en la caída del
tra razón, en donde residían nuestras certidumbres de la hombre. Si la Iglesia y el Estado significan algo en todo,
verdad, la belleza y el bien, había sido censurada antes de su divorcio es aquel de espíritu y cuerpo, de pensamiento y
ahora por la herejía sofocada de Duns Scoto, quien decla­ acción. Hacer de esto una meta social es coronar el caos.
ró la voluntad independiente del intelecto. Ahora vienen Religión y política deben formar un todo, si uno de los dos
Kant, Berkeley, Hegel, Schopenhauer, Freud para hacer es­ es substancia de la parte saludable. La paz conseguida por
trago en la construcción prudente de nuestra ética y de desalojamiento de esa unión es la paz de la muerte.
nuestra lógica—habilidad del hombre para conocer y poder Europa se vanagloria de esta euthanasia. Va más lejos:
juzgar. El universo físico comienza a temblar. Euelides resul­ la separación del gobierno formal actualmente; de modo su­
ta menos capaz para explicar la conducta del mundo que géo- til en países tales como Francia; graciosamente en la Gran
metras fantásticos, tales como Lobachevski, Gauss, Monkows- Bretaña, rudamente en Italia y España. El espíritu va por
ki. Materia disuelta. El átomo viene a ser una agregación un tercer camino. El espíritu está inmaterializado; el cuer­
de mero movimiento. "Los fundamentos fijos—dice el Dr. po está desiluminado...Elegid vuestra propia prueba de la
Whitehead—de la física, han estallado; los viejos funda­ muerte de Europa.
mentos del pensamiento científico se han hecho inentiligi-
bles. Tiempo, Espacio, Materia, Eter, Electricidad, Meca­
nismo, Organismo, Configuración, Estructura, Modelo, Fun­
ción...todo, requiere nueva interpretación." La vida del hombre occidental como cuerpo orgánico
La ley de causa y efecto, cuerpo de la lógica de nues­ alcanza su plenitud en lo que llamamos la Edad Media. Con
tra vida, resulta en el abismo. El europeo, privado de reve­ selección rigurosa, el pensamiento y la forma del mundo del
lación, retrocede hacia la ciencia de los sentidos; privado de Mediterráneo se hace aquí parte integrante de un Todo que
esta, cae para seguridad, ’'en aquella. Ahora la propia se­ los hombres bordean. Aristóteles, Platón, Plotino, los Pro­
guridad ha sido tomada de si mismo. Si Tiempo y Espa­ feta-, los Patriarcas, los caballeros, los monjes, son los hom­
cio debían ser configuraciones de su pensar, la causa y el a- bres que lo edificaron—y todos los hombres viven en él.
íecto vinieron a ser mera secuencia relativa, y el pensa­ El Papa Gregorio VII, que declaró el señorío unitario de
miento que encontró todas las cosas dentro de este Tiem­ Roma, formó para eso un centro. Santo Tomás de Aqui­
po y este Espacio, se volvió destructivamente sobre si mis­ no le dió una lógica y un intelecto. Dante y Wolfram
mo. El gran cuerpo de experiencia occidental enfermó; (1) y Petrarca cantaron su última canción. Sus oleajes
y nosotros fuimos arrojados al caos moderno. son fatales, y lo comprenderemos cuando examinemos lo
Podéis medir el estado de la descomposición cultural que significa por Ciencia por Acción. Pero su esplendor
de Europa, por contraste con el Conjunto en que habitó es inmortal; pues de ella es la primera tentativa consciente
Dante. Allí todo tenía su sito, su movimientio con ritmo para crear con todos el hombre occidental y con todos los
designado en el Todo. De Dios al sacerdote, del Empe­ hombres un todo espiritual incorporado.
rador al siervo, del cielo al infierno, de la estrella al áto­
mo, de lo bueno a lo malo, todo era integral. Era un mun­ (1 )— E l a u to r d e P arsifal.
A m au ia 3

Mensaje a la Convención I n t e r n a c i o n a l de Maestros de Buenos Aires


F»O R M IG U E L AN C3-E3L U R Q U IE X A

A, Carlos Sánchez Viamonte, Julio R. Bar­ ma entraña una revolución trascendental en pueblos donde el edu­
cos, Gabriel del Mazo, Juan Mantovani, Os­ cador es, sino un paria, por lo menos un mendigo. Porque adop­
car Herrera, Julio V. González, Horacio C. tar para la lucha por la vida la carrera del magisterio, equivale a la
Trejo, José Más, César Godoy Urrutia, orga­ consciente y deliberada entrega a la mortificación, al hambre y,
nizadores de la Primera Convención Interna­ acaso, al envilecimiento. De aquí que la profesión de maestro la
cional de Maestros, reunida en Buenos Ai­ escojan sólo dos clases de proletarios: los que tienen vocación irre­
res el 8 de enero de 1928. ductible para el martirio y el ayudo, y los que, sin fuerzas ni cora­
je para afrontar la lucha en otro campo, dentro de una sociedad de­
El atraso con que recibo la cordial invitación de ustedes — solo fectuosamente organizada, se cogen del magisterio como la tabla
seis días antes de instalarse la Convención — y la dificultad de im­ única de salvación para lograr un pasavida con título, si bien la­
provisar viaje de la Paz o Buenos Aires abandonando múltiples ocu­ mentable honesto siquiera. Quienes miramos al porvenir más que
paciones, me impiden reunirme con ustedes como hubiese querido. al presente, tenemos que buscar, por imperativo intelectual y obli­
Mas, si personalmente no puedo estar allí intelectualmente lo estoy gación de conciencia, los medios de remediar tal situación de opro­
y con toda mi adhesión doctrinaria. bio. No es tolerable que el maestro siga preterido, rueda la más
desdeñada y sufrida del engranaje social, y la que debiera estar
“Los dos primeros funcionarios del estado son la nodriza y el mejor lubricada, sin embargo.
maestro de escuela”, clamaba Víctor Hugo en 1862. El lírico anhelo En nuestros pasados pueblos se cuida con gran entusiasmo de
del poeta se convierte, al cabo de sesenta y seis años, en dinamita la conservación del ejército. Es el defensor, se afirma, de la inte­
revolucionaria y constructora. gridad territorial, de la soberanía y del nombre de la nación. Está
El maestro en América no puede situarse pasivamente al mar­ bien. Pero el ejército sólo actúa y rinde utilidad positiva cuando
gen de la inquietud ideológica que hoy, como un tuétano de sal­ el extranjero ofende y ataca. Mientras, veget respetado y soste­
vación, late en la espina dorsal de las nuevas generaciones. Nos ha nido por todos. El maestro, en cambio, a quien nadie respeta y
tocado a los americanos ser testigos primero, y víctimas después, víc­ se sostiene mal, es en potencia ahora y lo será en acto muy pronto,
timas por reflejo, de la matanza que desangró a Europa y descu­ el más alto y mejor defensor de la nacionalidad. No la defiende
brió que los cimientos de la cultura occidental estaban carcomidos. solo cuando las patrias se ensangrientan recíprocamente, sino todos
Dentro del movimiento de reforma, al maestro le toca y debe los días, hora sobre hora, durante la paz y durante la guerra mis­
ser el primer funcionario del estado. Alcanzar tal propósito exige ma, nutriendo el espíritu de las generaciones, una en pos de otra,
un esfuerzo titánico. Pero esta vez, a la inversa de lo que ocurrió fortleeiéndolas para todas las luchas, las de la paz a menudo más
en el mito griego, los titanes serán los que derriben al Zeus caduco, heroicas y cruentas que las de la guerra. El maestro y el militar
tonante en los sistemas ya anacrónicos. Encarar no más el proble- pueden completarse en tanto la Humanidad modifica su concepto
pendenciero del patriotismo y echa triple llave no sólo al sepulcro
del Cid, como quería Costa para España, sino al panteón de todos
Su símbolo es el mar Mediterráneo que es su genera­ los héroes guerreros. Realidad posible a pesar de Le Dantec. Pe­
dor el Sol encendido, limitado, en medio de las aguas. Aho­ ro si se pospone el maestro al militar, ocurre en cada nación lo que
ra, a su elevación, comienza a morir. Y el símbolo de en esos arneses que se exhiben en los museos y en las armerías
su muerte es el Atlántico. Hay la gruesa coraza de acero, el casco formidable, el penacho en
En ningún verdadero sentido América fué descubier­ reto, la lanza y el espadón tremendos. Pero dentro hay nada más
ta por Cristóbal Colón. El, Vasco de Gama y los explo­ que el relleno de paja o estopa. Falta el espíritu. Y ese es­
radores que le siguieron, costearon lo que eran márgenes píritu bajo la armadura solo puede darlo la escuela. Si en nuestras
de lejanos países. Ellos descubrieron el Océano. El Cami­ sociedades mal organizadas, asustadizas de su propia sombra, quis­
no descubierto por Colón es la antítesis del Mar Latino: quillosas, díscolas, damos tanta importancia al ejército, fuerza es
está abierto y conduce a países ilimitados. Su infinitud es darle también, igual siquiera, al magisterio.
el simbólo de lo eminente del viejo símbolo. A esto, a rodear de respetabilidad1el ejercicio de la enseñanza,
Los pensamientos y los sueños de los hombres habían a conseguir que se le tenga como institución fundamental, asegu­
hecho un puente sobre el Mediterráneo. Por siglos, Orien­ rando al maestro independencia económica, fuente de que irradian
te y Occidente, Sur y Norte, habían confundido los litora­ todas las demás independencias, incluso la de criterio, tiende la
les. Europa proviene de esto. Ahora, sabia parábola, los Convención Internacional de Maestros. Yo que no soy maestro,
sueños de los hombres mueven el Océano y Europa co­ pero que desde la prensa, durante siete años de periodismo agrio y
mienza a morir. La conquista del poder mundial, por las batallador, he sostenido tales principios redentores de nuestras de­
armas y la ciencia; el desmenuzamiento político del Estado mocracias, me adhiero de todo corazón a la campaña que la Con­
católico; el vagabundaje religioso que sigue a Lutero, todo vención inicia en Buenos Aires y a la que ustedes me invitan.
el moderno cambio en valor y en poder, son señales del
descoyuntamiento de Europa. Y son señales, por lo tanto, Redimiendo al maestro, rescatándole sus fueros de hombre y
del nuevo Camino—el Atlántico. de trabajador, permitiéndole vivir erguido sin que se doble, se
Un cuerpo se arruina. Potente más no intacto, su e- arrastre ni se servilice para subsistir, se iniciará por el principio
nergía fluye al exterior. En conjunto, su causal había sido la educación del carácter, la cultura de la voluntad, diez veces más
Dios solamente: las agujas góticas lo habían expresado, un necesaria y útil en nuestros pueblos que la educación de la inteli­
universo tornaba hacia arriba. Viene a ser un multiverso gencia. Somos los latinoamericanos muy vivaces de mente, de in­
que se torna horizontal. Eso, pues, es rompimiento. Eu­ teligencia rápida y aguda. Pero en cambio el carácter lo tenemos
ropa sangra, de su litoral al terreno desconocido. si no atrofiado por desuso, pervertido por usarlo mal. Y en ambos
Y el viejo Mediterráneo muere. Su muerte fluye al casos anulado.
Atlántico: la nueva busca del hombre, la nueva ciencia terres­ La etiología úo buena parte de los males que destruyen nues­
tre sin límites. tras democracias mestizas, hay que buscarla en el servilismo co­
Más alia del simbólico Océano se descubrirá un país, lectivo, convertido en pasión del espinazo. Y el servilismo se apren­
con falso nombre al principio, mal juzgado, no revelado to­ de y se propaga desde la escuela. Hagamos, pues, porque en la es­
davía: America. cuela se cultive preferentemente el carácter en una disciplina supe­
TRADUCIDO DEL INGLES ESPECIALMENTE PARA “AMAUTA" . rior en que concurran y armonicen la rebeldía individual y el res­
POR |. EUGENIO GARRO. peto jerárquico. Porque la jerarquía no excluye la libertad y es.
4 A m a n te

al contrario, una forma de la libertad. Hagamos porque en la es­


cuela tenga preeminencia la educación de la voluntad como virtud F A S E O DE N O C H E
ciudadana primordial. Para lograrlo, el ejemplo es el que mejor
enseña, más que los libros y las lecciones verbales. Por esto es in­ Hemos hallado una calle escondida del cielo por ra­
dispensable asegurar la independencia material y la respetabilidad maje graves y densos. Ahora el cielo no existe; se ha
moral del maestro para que éste pueda ser asi un hombre libre. Y arrollado como una alfombra y ha dejado desnudo lo in­
quien dice hombre libre, dice hombre entero. Siéndolo, el servilis­ finito, el entarimado del espacio, por donde los mundos
mo a que hoy obligan al maestro sus apremiantes necesidades co­ caminan —sociedad elegante— con lentitud y silencio.
tidianas, quedará excluido de la escuela. Y a poco quedará exclui­ Ahora te amo como nunca te he amado—; verdaderamen­
do de la escuela. Y a poco quedará excluido de la nación. El niño te, dolorosamente, no sé cómo....A andar por esta calle
que conviva con un maestro de carácter, aprenderá a tener carác­ que nos devuelve los pasos y las voces como un gruta....
ter y adquirirá personalidad. No olvidemos que pueblo educado, Un tranvía destroza una esquina —barreno de luz y rui­
pueblo de voluntad disciplinada — que esto es el carácter—, es pue­ do—. Por un momento, nosotros sonamos, vibramos en
blo difícil de conquistar aunque no sea difícil de vencer. La de­ esta zona de noche, como todas las cosas— ventanas, ven­
rrota es un accidente. La conquista es una vergüenza. Y sólo se tanas, ventanas—. Ahora yo puedo ser un héroe con el
conquista a los pueblos que no tienen carácter o que lo han per­ pecho convexo y ensangrentado. Si ahora te raptara, tu me
dido. arrancarías mechones de cabellos y clamarlas a las cesas
Redimir al maestro, es recuperar la parte de presente que indiferentes. No lo harás. No te raptaré por nada del mun­
nos resta y salvar el porvenir. Propagúese todo esto con fe y obs­ do. Te necesito para ir a tu lado deseando raptarte. ¡Ay
tinadamente. Golpeando es como se meten los clavos en las pare­ del que realiza su deseo! El mar canta lejano como un
des y las ideas en los cráneos. Y cuando una idea está, así, bien coro que se acerca en la Opera. De pronto, susurra en
hundida, no tarda en hacerse convicción capaz de conducir al sa­ mis orejas como una copa de soda que pierde su gas. Un
crificio y al martirio. Y en seguida al triunfo. piano es toda la noche —pena antigua, cursi, a cuatro
manos—. Ahora te digo mi sentimiento:
Te amo porque tú no me amas. Tu pequeñez me
La Convención va a ocuparse, de acuerdo con su agenda, del orienta la esperanza en la búsqueda de la dicha. Si tú
fenómeno dictatorial en América, suerte de reventazón de alcanta­ crecieras como los árboles, yo no sabría qué desear. Tú
rillas políticas en nuestros pueblos sin educación y sin carácter. eres la medida de mi gozo. Tú eres la medida de mi
La Convención, al encarar el problema, puede y debe dar una lec­ deseo. Detrás de todas las muertes está el júbilo de
ción de voluntad viril y de independencia de acción. Anatematiza reencontrarte en los paraísos terrenales. Amor, cosa pe­
todas las dictaduras surgidas en América, de México a Chile, o no queña que no crece nunca....Si un lucero cayera, tú lo
anatematiza ninguna. recogerías y te quemarías las manos. Mi amor no ha caí­
En nombre de nada, mucho menos en el de las doctrinas radi­ do del cielo y por eso no lo recojes.Eres tonta y linda
cales, puede condenarse la dictadura de Juan Vicente Gómez, o la como todas las mujeres.
dictadura del coronel Ibáñez, o la dictadura innominable de Adolfo Tú ríes, y tu risa me reconcilia con la noche.
Díaz, y dejar impune de excecración la dictadura del general Plu­ —¿Porqué no me amas? Sencillamente me abando­
tarco Elias Calles. No hay entre ellas más diferencia, sino que las nas al viento que pasa y a la hoja que cae y al farol que
unas son dictaduras en nombre de lo establecido, de la fuerza per­ alumbra, como si al perderme nada perdieras. Y mi
fectamente biológica de conservación, de reacción contra lo nuevo, amor en esta hora es lo único que te es atento. Ahora
de resistencia a perder el mal hábito democdático; y la obra se nada inquietas sino mi amor que te sigue como tu som­
ejerce en nombre y al amparo de la libertad y la renovación. Más bre queriendo verte los ojos. Amame, aunque mañana,
odiosa y execranda esta última, por tanto. Reacción del mal aque­ al despertarte, ya no me recuerdes. Amame. La hora
llas; reacción también del mal esta otra que en nombre de la liber­ te lo exige. ¡Ay de quien no obedece al tiempo!
tad abusa, atropella, asesina, y dentro no lleva sino la misma pa­ Más allá de la noche, la aurora de mañana, con sus
sión política, torva e inconfesable, de las otras. El grito angustia­ olores y sus colores. Más allá de la noche, el canto de ios
do, amargo, hondo y desgraciadamente justo de Rornain Roland, pájaros madura en lo futuro como las frutas en los árboles.
vibra de nuevo frente a lo que ocun'e en México. Cuántos críme­ Más allá de la noche, tus pensamientos escogen realidades
nes en nombre de la liberad. para encarnarse. Y mi amor te sigue por la noche sin
La Convención, que ha de pronunciarse sobre las dictaduras cielo de esta calle como la memoria de un perro tuyo
que sufre América, debe ser radical en su juicio. Contra todas, o que hubiera muerto.
contra ninguna. El distingo sería desastroso para nuestra since­ M a r tín ADAN
ridad. Y sería, además, cobarde.
(Invitado por ustedes a participar en la Convención, y orgá­
nicamente refractario al eufemismo inútil, creo que mi franqueza Olimpo, Themis imponía el buen orden. Si hemos de preparar un
no ha de herir la susceptibilidad de ningún compañero. Probemos nuevo buen orden de cosas, tendamos a hacerlo cabal y austero.
no tener miedo a las palabras, que mientras más desnudas mejor.
A las palabras crinolina, ampulosas por encubridoras, prefiramos Los congresos, convenciones, conferencias de la diplomacia ex­
siempre las yalabras taparrabo. Sobre el sexo de una idea, bella y poliadora para ésto y para aquéllo, no sirven a menudo para nada.
augusta porque es sexo, la palabra suficiente. De otra parte, asus­ No son más que banquetes internacionales en grande en los que
tarse de las palabras es una de las formas más lamentables de la hay ocasión para pronunciar dicursos admirables y beber mucho
mogigatería. A ideas desnudas, palabras desnudas. Dejemos los champaña. Pero los discursos se olvidan o se rectifican. Y el
envoltorios para las ideas asexuales cuya monstruosidad es repug­ champaña se orina.
nante exponer desnuda. Huyamos del prexenetismo de la frase En esta Convención de Maestros, convención proletaria, está
tanto como del proxenetismo de la acción.) ausente la diplomacia, y la farsa internacional no llega a sus puer­
Repito, pues, que el distingo entre las varias modificaciones tas. Ahondemos la diferencia de procedimientos y de resultados,
de la lepra dictatorial en América, resultaría desastrosa y sería f demostremos al mundo que no miente a la América la esperan­
cobarde. Caiga el anatema por igual, si ha de caer, o no caiga so­ za que ésta tiene puesta en sus juventudes de vanguardia.
bre nadie. Fraternalmente.
Además, la Convención tratará de la contribución del ma­ M iguel A. U rq u ie ta .
gisterio en favor de la paz y de la justicia social. No se va a la La Paz, 2 de Enero de 1928.
justicia social sin ser justiciero. Y nuestra justicia debe diferen­
ciarse en esto, principalmente, de la justicia al uso, que no emplea (1) Son conocidos nuestros puntos de vista sobre la revolución
mexicana y sobre el punto que aborda Urquieta en general. Quere­
la balanza severa de Themis sino la balanza fraudulenta del ten­ mos, sin embargo, declarar nuestro desacuerdo confra su equiparación
dero al por menor, cuando no el embudo del adagio vulgar. En el de las dictaduras revolucionarias con las dictaduras reaccionarias.
A m aula 5

EL PROBLEMA DE LA TIERRA
Requisitoria contra el gamonalismo o feudalidad
T»OTT JOSE GAKLOS MARIATEGXJI

IX (1) En esto se presenta, pues, de acuerdo con Valcárcel, cu­


yas proposiciones respecto del "ayllu", parecen a algunos ex­
LA "COMUNIDAD" BAJO LA REPUBLICA cesivamente dominadas por su ideal de resurgimiento
indígena.
Hemos visto ya cómo el liberalismo formal de la legis­ ¿Qué son y cómo funcionan las "comunidades" actual­
lación republicana no se ha mostrado activo sino frente a la mente? Castro Pozo cree que se Ies puede distinguir con­
"comunidad" indígena. Puede decirse que el concepto de forme a la siguiente clasificación: "Primero.—Comunida­
propiedad individual casi ha tenido una función anti-social des agrícolas; Segundo.—Comunidades agrícolas ganade­
en la República a causa de su conflicto con la subsistencia ras;—Tercero.—Comunidades de pastos y aguas y Cuarto.—
de la “comunidad". En efecto, si la disolución y expropia­ Comunidades de usufructuaüón. Debiendo tenerse en
ción de ésta hubiese sido decretada y realizada por un capi­ cuenta que en un país como el nuestro, donde una misma
talismo en vigoroso y autónomo crecimiento, habría apare­ institución adquiere diversos caracteres, según el medio en
cido como una imposición del progreso económico. Él in­ que se ha desarrollado, ningún tipo de los que en esta cla­
dio entonces habría pasado de un régimen mixto de comu­ sificación se presume se encuentra en la realidad, tan pre­
nismo y servidumbre a un régimen de salario libre. Este ciso y distinto de los otros que, por sí solo, pudiera obje­
cambio lo habría desnaturalizado un poco; pero lo habría tivarse en un modelo. Todo lo contrario, en el primer tipo
puesto en grado de organizarse y emanciparse como clase, de las comunidades agrícolas se encuentran caracteres co­
por la vía de los demás proletariados del mundo. En tan­ rrespondientes a los otros y en éstos, algunos concernien­
to, la expropiación y absorción graduales de la "comunidad" tes a aquél; pero como el conjunto de factores externos
por el latifundismo, de un lado lo hundía más en la servi­ ha impuesto a cada uno de estos grupos un determinado
dumbre y de otro destruía la institución económica y jurí­ género de vida en sus costumbres, usos y género de traba­
dica que salvaguardaba en parte el espíritu y la materia de jo, en sus propiedad e industrias, priman los caracteres
su antigua civilización. (15) agrícolas, ganaderos, ganaderos en pastos y aguas comu­
Durante el período republicano, los escritores y legisla­ nales o solo los dos últimos y los de falta absoluta o rela-
dores nacionales han mostrado una tendencia más o menos tiva^ de propiedad de las tierras y la usufructuación
uniforme a condenar la "comunidad" como un rezago de de éstas por el "ayllu" que, indudablemente, fué su úni­
una sociedad primitiva o como una supervivencia de la or­ co propietario" (17)
ganización colonial. Esta actitud ha respondido en unos ca­ Estas diferencias se han venido elaborando no por e-
sos al interés del gamonalismo terrateniente y en otros al volución o degeneración natural de la antigua "comunidad"
pensamiento individualista y liberal que dominaba automá­ sino al influjo de una legislación dirigida a la individuali­
ticamente una cultura demasiado verbalista y-extática. zación de la propiedad y, sobre todo, por efecto de la ex­
Un estudio del doctor M. V. Villarán, uno de los inte­ propiación de las tierras comunales en favor del latifundis­
lectuales que con más aptitud crítica y mayor coherencia mo. Demuestran por ende la vitalidad del comunismo indí­
doctrinal representa este pensamiento en nuestra primera cen­ gena que impulsa invariablemente a los aborígenes a varia­
turia, señaló el principio de una revisión prudente de sus das formas de cooperación y asociación. El indio, a pe­
conclusiones respecto a la "comunidad" indígena. El doc­ sar de las leyes de cien años de régimen republicano, no
tor Villarán mantenía teóricamente su posición liberal, pro­ se ha hecho individualista. Y esto no proviene de que sea
pugnando en principio la individualización de la propiedad, refractario al progreso como pretende el simplismo de sus
pero prácticamente aceptaba la protección de las comuni­ interesados detractores. Depende, más bien, de que el in­
dades contra el latifundismo, reconociéndoles una función dividualismo, bajo un régimen feudal, no encuentra las con­
a la que el Estado debía su tutela. diciones necesarias para afirmarse y desarrollarse. El co­
Más la primera defensa orgánica y documentada de la “co­ munismo, en cambio, ha seguido siendo para el indio su
munidad" indígena tenía que inspirarse en el pensamiento única defensa. El individualismo no puede prosper r, y ni
socialista y reposar en un estudio concreto de su naturaleza, siquiera existe efectivamente, sino dentro de un régimen de
efectuado conforme a los métodos de investigación de la libre concurrencia. Y el indio no se ha sentido nunca me­
sociología y la economía modernas. El libro de Hildebrando nos libre que cuando se ha sentido solo.
Castro Pozo, "Nuestra Comunidad Indígena", así lo com­ Por esto, en las aldeas indígenas donde se agrupan fa­
prueba. Castro Pozo, en este interesante estudio, se pre­ milias entre las cuales se han extinguido los vínculos del
senta exento de preconceptos liberales. Esto le permite patrimonio y del trabajo comunitarios, subsisten aún, robus­
abordar el problema de la "comunidad" con una mente tos y tenaces, hábitos de cooperación y solidaridad que son
apta para valorarla y entenderla. Castro Pozo, no solo nos la expresión empírica de un espíritu comunista. La comu­
descubre que la "comunidad" indígena, malgrado los ata­ nidad corresponde a este espíritu. Es su órgano. Cuan­
ques del formalismo liberal puesto al servicio de un régi­ do la expropiación y el reparto parecen liquidar la "comu­
men de feudalidad, es todavía un organismo viviente, sino nidad", el socialismo indígena encuentra siempre el medio
que, a pesar del medio hostil dentro del cual vegeta sofoca­ de rehacerla, mantenerla o subrogarla. El trabajo y la pro­
da y deformada, manifiesta espontáneamente evidentes po­ piedad en común son reemplazados por la cooperación en
sibilidades de evolución y desarrollo. el trabajo individual. Como escribe Castro Pozo: “la
Sostiene Castro Pozo, que “el ayllu o comunidad, ha costumbre ha quedado reducida alas "mingas" o.reuniones
conservado su natural idiosincracia, su carácter de institu­ de todo el "ayllu" para hacer gratuitamente un trabajo en
ción casi familiar en cuyo seno continuaron subsistentes, el cerco, acequia o casa de algún comunero, el cual que­
después de la conquista, sus principales factores consti­ hacer efectúan al son de arpas y violines, consumiendo algu­
tutivos" (16) nas arrobas de aguardientes de caña, cajetillas de cigarros
y mascadas de coca". Estas costumbres han llevado a los
indígenas a la práctica—incipiente y rudimentaria por su­
(1( V é a se el N o . 10 d e " A m a u ta " puesto—del contrato colectivo de trabajo, más bien que del
6 A n teu ta

contrato individual. No son los individuos aislados los que la sierra, la del trigo, sufraga esta conclusión. Castro
alquilan su trabajo a un propietario o contratista; son man- Pozo, resumiendo los datos de esta estadística en 1917-
comunadamente todos los hombres útiles de la "parcia­ 18, escribe lo siguiente: "La cosecha resultó, término me­
lidad." dio, en 450 y 580 kilos por cada hectárea para la propie­
dad comunal e individual, respectivamente. Si se tiene en
X cuenta que las mejores tierras de producción han pasa­
do a poder de los terratenientes, pues la lucha por aque­
La " c o m u n id a d ” y el l a t if u n d io
llas en los departamentos del Sur ha llegado hasta el ex­
tremo de eliminar al poseedor indígena por la violencia
La defensa de la "comunidad" indígena no reposa en o masacrándolo, y que la ignorancia del comunero lo lle­
principios abstractos de justicia ni en sentimentales consi­ va de preferencia a ocultar los datos exactos relativos al
deraciones tradicionalistas, sino en razones concretas y monto de la cosecha, disminuyéndola por temor de nue­
prácticas de orden económico y social. La propiedad co­ vos impuestos o exacciones de parte de las autoridades
políticas subalternas o recaudadores de éstos, se colegirá
munal no representa en el Perú una economía primitiva fácilmente que la diferencia en la producción por hectá­
a la que haya reemplazado gradualmente una economía rea a favor del bien de la propiedad individual no es
progresiva fundada en la propiedad individual. Nó; las exacta y que razonablemente, se la debe dar por no exis­
"comunidades" han sido despojadas de sus tierras en pro­ tente, por cuanto los medios de producción y de cultivo,
vecho del latifundio feudal o semi-feudal, constitucional­ en una y otras propiedades, son idénticos". (20).
mente incapaz de progreso técnico. (17) En la Rusia feudal del siglo pasado, el latifundio te­
En la costa, el latifundio ha evolucionado,—desde el nía rendimientos mayores que los de la pequeña propie­
punto de vista de los cultivos,—de la rutina feudal a la dad. Las cifras en hectolitros y por hectárea eran las si­
técnica capitalista, mientras la comunidad indígena ha des­ guientes: para el centeno: 11.5 contra 9.4; para el trigo:
aparecido como explotación comunista de la tierra. Pero 11 contra 9.1; para la avena: 15.4 contra 12.7; para la ce­
en la sierra, el latifundio ha conservado íntegramente su bada: 11.5 contra 10.5; para las patatas: 92.3 contra
carácter feudal, oponiendo una resistencia mucho mayor 72. (21).
que la “comunidad" al desenvolvimiento de la economía El latifundio de la sierra peruana resulta, pues, por
capitalista. La "comunidad", en efecto, cuando se ha ar­ debajo del excecrado latifundio de la Rusia zarista co­
ticulado, por el paso de un ferrocarril, con el sistema co­ mo factor de producción.
mercial y las vías de transporte centrales, ha llegado a La "comunidad", en cambio, de una parte acusa ca­
transformarse espontáneamente, en una cooperativa. Cas­ pacidad efectiva de desarrollo y transformación y de otra
tro Pozo, que como jefe de la sección de asuntos indí­ parte se presenta como un sistema de producción que mantie­
genas del Ministerio de Fomento acopió abundantes datos ne vivos en el indio los estímulos morales necesarios para su
sobre la vida de las comunidades, señala y destaca el su­ máximo rendimiento como trabajador. Castro Pozo hace
gestivo caso de la parcialidad de Muquiyauyo, de la cual una observación muy justa cuando escribe que “la comu­
dice que presenta los caracteres de las cooperativas de nidad indígena conserva dos grandes principios económi­
producción, consumo y crédito. "Dueño de una magní­ cos sociales que hasta el presente ni la ciencia socio­
fica instalación o planta eléctrica en las orillas del Manta- lógica ni el empirismo de los grandes industrialistas han
ro, por medio de la cual proporciona luz y fuerza mo­ podido resolver satisfactoriamente: el contrato multiple
triz, para pequeñas industrias en los distritos de Jauja, del trabajo y la realización de éste con menor desgaste
Concepción, Mito, Muqui, Sincos, Huaripampa y Muqui­ fisiológico y en un ambiente de agradabilidad, emulación
yauyo, se ha transformado en la institución comunal por y compañerismo11. (22).
excelencia; en la que no se han relajado las costumbres Disolviendo o relajando la "comunidad", el régimen
indígenas, y antes bien han aprovechado de ellas para lle­ del latifundio feudal, no sólo ha atacado una institución
var a cabo la obra de la empresa; han sabido disponer económica sino también, y sobre todo, una institución so­
del dinero que disponían empleándolo en la adquisición cial que defiende la tradición indígena, que conserva la
de las grandes maquinarias y ahorrando el valor de la función de la familia campesina y que traduce ese senti­
mano de obra que la parcialidad ha ejecutado, lo mismo miento jurídico popular al que tan alto valor asignan Prou­
que si se tratara de la construcción de un edificio comu­ dhon y Sorel. (23).
nal: por mingas en las que hasta las mujeres han sido ele­
mentos útiles en el acarreo de los materiales de construc­
ción". (19). XI
La comparación de la "comunidad" y el latifundio
como empresa de producción agrícola, es desfavorable para EL REGIMEN DE TRABAJO.— SERVIDUMBRE Y SALARIADO
el latifundio. Dentro del régimen capitalista, la gran pro­
piedad sustituye y desaloja a la pequeña propiedad agrí­ El régimen de trabajo está determinado principalmen­
cola por su aptitud para intensificar la producción median­ te, en la agricultura, por el régimen de propiedad. No
te el empleo de una técnica avanzada de cultivo. La in­ es posible, por tanto, sorprenderse de que en la misma
dustrialización de la agricultura, trae aparejada la concen­ medida en que sobrevive en el Perú el latifundio feudal,
tración de la propiedad agraria. La gran propiedad apa­ sobreviva también, bajo diversas formas y con distintos
rece entonces justificada por el interés de la producción, nombres, la servidumbre. La diferencia entre la agricul­
identificado, teóricamente por lo menos, con el interés tura de la costa y la agricultura de la sierra, aparece me­
de la sociedad. Pero el latifundio no tiene el mismo nor en lo que concierne al trabajo que en lo que respecta
efecto, ni responde, por consiguiente, a una necesidad a la técnica. La agricultura de la costa ha evolucionado
económica. Salvo ios casos de las haciendas de caña— con más o menos prontitud hacia una técnica capitalista en
que se dedican a la producción de aguardiente con des­ el cultivo del suelo y la transformación y comercio de los
tino ala intoxicación y embrutecimiento del campesino indíge­ productos. Pero, en cambio, se ha mantenido demasiado
na,—los cultivos de los latifundios serranos, son generalmen­ estacionaria en su criterio y conducta respecto al trabajo.
te los mismos de las comunidades. Y las cifras de la Acerca del trabajador, el latifundio colonial no fia renun­
producción no difieren. La falta de estadística agrícola ciado a sus hábitos feudales sino cuando las circunstan­
no permite establecer con exactitud las diferencias par­ cias se lo han exigido de modo perentorio.
dales; pero todos los datos disponibles autorizan a soste­ Este fenómeno se explica, no sólo por hecho de ha­
ner que los rendimientos de los cultivos de las comuni­ ber conservado la propiedad de la tierra ios antiguos se­
dades, no son, en su promedio, inferiores a los cultivos ñores feudales, que han adoptado, como intermediarios
de los latifundios. La única estadística de producción de del capital extranjero, la práctica, más nó el espíritu del
Amanta t

capitalismo moderno. Se explica además por la mentali­ tir, aunque sea restringido y atenuado, el régimen del salario
dad colonial de esta casta de propietarios, acostumbrados y del trabajo libres. El carácter capitalista de sus empre­
a considerar el trabajo con el criterio de esclavistas y sas los constriñe a la concurrencia. El bracero conserva,
"negreros”. En Europa, el señor feudal encarnaba, hasta aunque solo sea relativamente su libertad de emigrar así co­
cierto punto, la primitiva tradición patriarcal, de suerte mo de rehusar su fuerza de trabajo al patrón que lo opri­
que respecto de sus siervos se sentía naturalmente supe­ me demasiado. La vecindad de puertos y ciudades; la
rior, pero nó étnica ni nacionalmente diverso. Al oropio conexión con las vías modernas de tráfico y comercio,
terrateniente aristócrata de Enrópa le ha sido dable acep­ ofrecen, de otro lado, al bracero, la posibilidad de esca­
tar un nuevo concepto y una nueva práctica en sus rela­ par a su destino rural y de ensayar otro medio de ganar
ciones con el trabajador de la tierra. En la América co­ su subsistencia.
lonial, mientras tanto, se ha opuesto a esta evolución, la Si la agricultura de la costa hubiera tenido otro ca­
orgullosa y arraigada convicción del blanco, de la inferio­ rácter, mas progresista, mas capitalista, habría tendido a
ridad de los hombres de color. resolver de manera lógica, el problema de los brazos so­
En la costa peruana el trabajador de la tierra, cuando bre el cual tanto se ha declamado. Propietarios más avi­
no ha sido el indio, ha sido el negro esclavo, el culi chi­ sados, se habrían dado cuenta de que, tal como funciona
no, mirados, si cabe, con mayor desprecio. En el latifun­ hasta ahora, el latifundio es un agente de despoblación y
dista costeño, han actuado a la vez los sentimientos del de que, por consiguiente, el problema de los brazos cons­
aristócrata medioeval y del colonizador blanco, saturados tituye una de sus mas claras y lógicas consecuencias (26).
de prejuicios de raza.
El yanaconazgo y el “enganche" no son la única expre­ XII
sión de la subsistencia de métodos más o menos feudales
en la agricultura costeña. El ambiente de la hacienda se En la misma medida en que progresa en la agricul­
mantiene íntegramente señoriah Las leyes del Estado no tura de la costa la técnica capitalista, el salariado reempla­
son válidas en el latifundio, mientras no obtienen el con­ za al "yanaconazgo". El cultivo científico— empleo de
senso tácito o formal de los grandes propietarios. La máquinas, abonos, etc.—no se aviene con un régimen des
autoridad de los funcionarios políticos o administrativos, trabajo peculiar de una agricultura rutinaria y primitiva.
se encuentra de hecho sometida a la autoridad del terra­ Pero el factor demográfico—el "problema de los brazo",
teniente en el territorio de su dominio. Este considera —opone una resistencia seria a este proceso de desarro­
prácticamente a su latifundio fuera de la potestad del Es­ llo capitalista. El "yanaconazgo" y sus variedades sirven,
tado, sin preocuparse mínimamente de los derechos civiles para mantener en los valles uná base demográfica que ga­
de la población que vive dentro de los confines de su rantice a las negociaciones el mínimo de brazos necesarios
propiedad. Cobra arbitrios, otorga monopolios, establece para las labores permanentes. El jornalero inmigrante no
sanciones contrarias siempre a lá libertad de los brace­ ofrece las mismas seguridades de continuidad en el trabajo
ros y de sus familias. Los transportes, los negocios y que el colono nativo o el "yanacón" regnícola. Este últi­
hasta las costumbres están sujetas al control del propie- mo, representa, además, el arraigo de una familia campe­
tario_ dentro de la hacienda. Y con frecuencia las ran sina, cuyos hijos mayores se encontrarán más o menos for­
cherías que alojan a la población obrera, no difieren gran­ zados a alquilar sus brazos al hacendado.
demente de los galpones que albergaban a la población La constatación de este hecho, conduce ahora a los
esclava. propios grandes propietarios a considerar la conveniencia
Los grandes propietarios costeños no tienen legalmente de establecer muy gradual y prudentemente, sin sombra
este orden de derechos feudales o semi-feudales; pero su de ataque a sus intereses, colonias o núcleos de pequeños
condición de clase dominante y el acaparamiento ilimitado propietarios. Una parte de las tierras irrigadás en el Im­
de la propiedad de la tierra en un territorio sin industrias y perial han sido reservadas así a la pequeña _ propiedad.
sin transportes les permite prácticamente un poder casi Hay el propósito de aplicar el mismo principio en las o-
incontrolable. Mediante el “enganche" y el yanaconazgo, tras zonas donde se realizan trabajos de itrigación. Un
los grandes propietarios resisten al establecimiento del rico propietario inteligente y experimentado que conver­
régimen del salario libre, funcionalmente necesario en saba conmigo Ultimamente, me decía que la existencia de
una economía liberal y capitalista. El "enganche", que la pequeña propiedad, al lado de la gran propiedad, era indis­
priva al bracero del derecho de disponer de su persona pensable^ la formación de una población rural sin la cual la ex­
y su trabajo, mientras no satisfaga las obligaciones con­ plotación de la tierra, estaría siempre a merced de las posibili­
traídas con el propietario, desciende inequívocamente del dades de la inmigración o del "enganche". El programa de la
tráfico semi esclavista de culíes; el "yanaconazgo” es una Compañía de Subdivisión Agraria, esotra de las expresiones
variedad del sistema de servidumbre a través del cual se de una política agraria tendiente al establecimiento paulatino
ha prolongado la feudalidad hasta nuestra edad capitalista de la pequeña propiedad. (27).
en los pueblos política y económicamente retardados. El Pero, como esta política evita sistemáticamente la ex­
sistema peruano del yanaconazgo se identifica por ejemplo propiación, o, más precisamente, la expropiación en vasta
con el sistema ruso del "polovnischestvo", dentro del cual escala por el Estado, por razón de utilidad pública o justi­
los frutos de la tierra en unos casos, se dividían en partes cia distributiva, y sus restringidas posibilidades de desen­
iguales entre el propietario y el campesino y en otros volvimiento, están por el momento circunscritas a pocos va­
casos este último no recibía sino una tercera parte (24). lles, no resulta probable que la pequeña’propiedad reempla­
La escasa población de la costa representa para las ce oportuna v ampliamente al “yanaconazgo" en su fun­
empresas agrícolas una constante amenaza de carencia o ción demográfica. En los valles a los cuales el enganche de
insuficiencia de brazos. El "yanacónazco” vincula a la braceros de la sierra no sea capaz de abastecer de brazos,
tierra a la poca población regnícola, que sin esta míni­ en condiciones ventajosas para los hacendados, el "vanaco-
ma garantía de usufructo de tierra, tendería a disminuir nazgo" subsistirá, pues, por algún tiempo, en sus diversas
y emigrar. El "enganche" asegura a la agricultura de variedades, junto con el salariado.
la costa el concurso de los braceros de la sierra que, si Las formas de "yanaconazgo", aparcecía o arrendamien­
bien encuentran en las haciendas costeñas un suelo y un to, varían en la costa y en la sierra según las regiones, los
medio extraños, obtienen al menos un trabajo mejor re­ usos o los cultivos. Tienen también diversos nombres. Pe­
munerado. ro en su misma variedad se identifican en general con los
Esto indica que, a pesar de todo y aunque no sea métodos precapitalistas de explotación de la tierra observa­
sino aparente o parcialmente (25) la situación del bracero dos en otros páíses de agricultura semi—feudal. Verbigra­
en los fundos de la costa es mejor que en los feudos déla cia, en la Rusia zarista. El sistema del "otrabotki" ruso
sierra, donde el feudalismo mantiene intacta su omnipoten- presentaba todas las variedades del arrendamiento por tra­
ciá. Los terratenientes costeños, se ven obligados a admi­ bajo, dinero o frutos existentes en el Perú. Para compro-
AmautM

bario no hay sino que leer lo que acerca de ese sistema


escribe Schkaff en su documentado libro sobre la cuestión
L A E S Q U I N A
agraria en Rusia: "Entre el antiguo trabajo servil en que
la violencia o la coacción juegan un rol tan grande y el tra­ Las medias están rotas: tres, cuatro huecos: dos rea­
bajo libre en que la única coacción que subsiste es una las y dos pesetas. El pantalón empolvado y húmedo. Y
coacción puramente económica, aparece todo un sistema les bolsillos llenos de racimos de uvas y de huayabas.
transitorio de formas extremadamente variadas que unen Seis de las tarde de un día rústico muy largo. La hora
los rasgos de la 11barehtcluna" y del salariado. Es el otra- del colegio se fu é entre el alborozo de una "vaca".
bototschnaia sistema. El salario es pagado sea en dinero Por enfrente pasa el coronel Barragán. Hace su
encaso de locación de servicios, sea en productos, sea en cotidiano ejercicio a paso de resistencia antes de acostar­
tierra; en este último caso (“otrabotki" en el sentido es­ se (7 p.m.). Dos vueltas a la manzana con tres paradas
tricto de la palabra) el propietario presta su tierra al cam­ reglamentarias: limosna al primer ciego, cariño al chiqui­
pesino a guisa de salario por el trabajo efectuado por éste tín Pepito y "medio" de galletas de soda, en la encomen­
en los campos señoriales". "El pago del trabajo, en el sis­ dería, para el perro "Dick" que las espera. Lleva entre
tema de "otrabotki", es siempre inferior al salario de libre la manteleta que lo libra de constipados un niño-dios
alquiler capitalista. La retribución en productos hace a los con calzones y con ropones de encajes. También lo lleva
propietarios más independientes de las variaciones de precios de paseo. Luego contará un episodio del Dos de Mayo,
observadas en los mercados del trigo y del trabajo. En­ ante los nietos absortos, y enseguida se acostará higiéni­
cuentran en los campesinos de su vecindad una mano de obra camente temprano. “Es un castigo que Dios le dá por­
más barata y gozan aside un verdadero monopolio local". que de joven dejó de acostarse varias noches“ había di­
"El arrendamiento pagado por el campesino reviste formas cho mi abuela.
diversas: a veces, además de su trabajo, el campesino debe Se pasó la hora de volver al colegio. En la esquina
dar dinero y producto. Por una deciatina que recibirá, se la encomendería entrega sus puertas a las dos calles. Y
comprometerá a trabajar una y media deciatina de tierra se­ las dos calles le regalan compradores. Dos lamparines
ñorial, a dar diez huevos y una gallina. Entregará también la alumbran casi nada. Se ve apenas el andamiaje sucio
el estiércol de su ganado, pues todo, hasta el estiércol, se y entelarañado y los conservas ordenadas militarmente que
vuelve objeto de pago. Frecuentemente aún el campesino se me ocurren de contrabando. Tras del mostrador sur-
se obliga "a hacer todo lo que exigirá el propietario" a jen dos bustos con caras lívidas. Son dos chinos, calla­
trasportar las cosechas, a cortar la leña, a cargar los far­ dos, casi mudos y pálidos como fantasmas. Un amigo
dos.". (28) los asociaba a los héroes de unos grabados macabros y
En la agricultura de la sierra se encuentran particular y estrambóticos que habíamos visto en una revista europea.
exactamente estos rasgos de propiedad y trabajo feudales. Muy espaciados entraban los compradores, hablaban algo
El régimen del salario libre no se ha desarrollado ahí. El y salían pronto. Todo volvía a quedar lo mismo. Pero
hacendado no se preocupa de la productividad de las tierras. lo inalterable era lá efigie de un santo cristiano de ojos
Solo se preocupa de su rentabilidad. Los factores de la rasgados, en lo alto, en mitad del andamiaje, cerca del
producción se reducen para él casi únicamente a dos: la tie­ techo. El cuadro viejo, tugurio de moscas, era alumbrado
rra y el indio. La propiedad de la tierra le permite explo­ por dos lamparillas de aceite. A l centro apenas se veía
tar ilimitadamente la fuerza de trabajo del indio. La usura al santo con un hábito café, casi—sospechaba yo— un há­
practicada sobre esta fuerza de trabajo—-que se traduce en bito franciscano.
la miseria del indio,--se suma a la renta déla tierra, calcula­ Confucio, opio, juegos de azar, largas trenzas, ídolos
da al tipo usual de arrendamiento. El hacendado se reser­ implacables, se vinieron abajo por obra y gracia del re­
va las mejores tierras y reparte las menos productivas en­ trato de un misionero. El chino de la tierra de los dra­
tre sus braceros indios, quienes se obligan a trabajar de pre­ gones pasó como tantos otros cuentos de niños. Desde
ferencia y gratuitamente las primeras y a contentarse para su ese día desprecié a los chinos.
sustento 'con los frutos de las segundas. El arrendamiento
del suelo es pagado por el indio en trabajo o frutos, muy
rara vez en dinero, (por ser la fuerza del indio lo que mayor
valor tiene para el propietario), más comunmente en formas El chico de la esquina me llamó y me dijo, señalán
combinadas o mixtas. Un estudio del doctor Ppnce de dome la tienda: "Se cayó una de las lamparillas de la
León de la Universidad del Cuzco, que entre otros informes encomendería y se desparramó el aceite". Alcé los hom­
tengo a la vista, y que revista con documentación de prime­ bros y continué mi camino.
ra mano todas las variedades de arrendamiento y "yanaco- Una semana después las puertas cerradas lucían,—pe­
nazgo" en ese vasto departamento, presenta un cuadro bas­ gado en ellas- un papelote del Juzgado de Paz.
tante objetivo,-a pesar de las conclusiones del autor, respe­
tuosas a los privilegios de los propietarios,-de la explota­
ción feudal. He aquí algunas de sus constataciones: "En E stuardo M. NUÑEZ H.
la provincia de Paucartambo el propietario concede el uso
de sus terrenos a un grupo de indígenas con la condición
de que hagan todo el trabajo que requiere el cultivo de los nes: el arrendatario pone de su parte el capital (semillas,
terrenos de la hacienda, que se ha reservado el dueño o pa­ abonos) y el trabajo necesario para que el cultivo se realice
trón. Generalmente trabajan tres días alternativos por se­ hasta sus últimos momentos (cosecha). Una vez concluido,
mana durante todo el año. Tienen además los arrendata­ el arrendatario y el propietario se dividen por partes igua­
rios o "yanaconas" como se Ies llama en esta provincia, la o- les todos los productos. Es decir que cada uno de ellos
bligación de acarrear en sus propias bestias la cosecha del recoge el 50 por ciento de la producción sin que el propie­
hacendado a esta ciudad sin renumeración; y la de servir de tario haya hecho otra cosa que ceder el uso de sus terre­
pongos en la misma hacienda o más comunmente en el nos sin abonarlos siquiera. Pero no es esto todo. El apar­
Cuzco, donde preferentemente residen los propietarios." cero está obligado a concurrir personalmente a los traba­
"Cosa igual ocurre en Chumbivilcas. Los arrendatarios jos del propietario si bien con la remuneración acostum­
cultivan la extensión que pueden, debiendo en cambio tra­ brada de 25 centavos diarios." (29)
bajar para el patrón cuantas veces lo exija. Esta forma de La confrontación entre estos datos y los de Schkaff,
arrendamiento puede simplificarse así: el propietario propo­ basta para persuadir de que ninguna de las sombrías faces
ne al arrendatario: utiliza la extensión de terreno que "pue­ de la propiedad y el trabajo precapitalistas falta en la sierra
das", con la condición de trabajar en mi provecho siempre feudal.
que yo lo necesite". "En la provincia de Anta el propie­
tario cede el uso de sus terrenos en las siguientes condicio- (PASA A LA PAGINA 13)
Amauta 9

A R T E P E R U A O
TJ 3E O

Hay algo de ascéti­


co en el arte de Julia
Codecido. Como en ca­
si todo arte verdadero.
Sus cuadros no han sa­
lido todavía de su es­
tudio. No conocen el
aire mundano de las
exposiciones. Julia Co­
decido no ha presenta­
do sus telas sino en el
salón de la Escuela de
Bellas Artes, con mo­
destia de discípula tími­
da que no quisiera que
se fijaran demasiado en
ella. Sólo por deferen­
cia a "A m a u t a ", se de­
cide hoy Julia, grande
y buena amiga de esta T A P IC E R A I N D I A , ó leo

revista, a figurar en
nuestra galería de arte peruano. Y,
por esto mismo, he aquí unos cua­
dros que enseguida da ganas de sa­
carlos a airearse. —Pero tienen
buen aire donde están, —objetará
suave y risueñamente Jqjja; sólo
que no tienen prisa de notoriedad.
Desde hace ános, desde su ado­
lescencia, desde mucho antes, Julia
Codecido pinta, pinta, pinta. Es una
mística de su arte. Vive en un se­
ñero encantamiento, entre sus co­
lores y sus telas. Pinta por el placer
de pintar, nada más que por e! pla­
cer de pintar. El gozo de la crea­
ción le basta.
En este trabajo apasionado,
fervoroso, se ha ido templando su
temperamento artístico y enrique­
ciendo su don creador. Julia Code-
A R C I L L A Q U E C H U A ó leo
10 A m au ta

cido tiene en su obra lo­


gradas versiones de nues­
tros temas plásticos. Por­
que, sin flirtear con moda
alguna, por expontáneo im­
pulso de su espíritu, los
asuntos de su pintura son
casi autóctonos. Sensible,
alerta, esta artista presta su
aporte al empeño de crear
un Perú nuevo. Y, por es­
to, le debemos también
nuestro reconocimiento.
En sus figuras se en­
cuentra invariablemente un
gran vigor de expresión.

LA QUENA, óleo

Su dibujo es seguro y su
colorido pastoso y rico.
■ ■ Y como cultora de moti­
vos indígenas no se queda
nunca en la nota de
folklore. Cada cuadro
suyo, aún cuando Julia no
se lo proponga, está más
allá de la interpretación ve-
rista. En sus cuadros hay
siempre creación. '
No nos gusta hablar de
influencias ante una obra
de méritos propios e im­
pronta personal. Pero no
podemos abstenernos de
cumplir justicia a Sabogal
por lo que, visiblemente, le
debe Julia Codecido, como
Camilo Blas, en el descu­
brimiento de su camino y
en la seguridad y rectitud
con que lo está recorriendo.
INDIO A IM A R A , óleo
Am a u ta 11

" CHOLA CUZQUEÑA •*, óleo


12 J tm a u ta

A R T E E S P A Ñ O L

“LA P RO C ESIO N ", cuadro de Jo sé de la S olana.

DE ESTE NOTABLE PINTOR ESPAÑOL


REPRODUCIREMOS EN NUESTRO
PROXIMO NUMERO OTROS CUADROS,
CON UNAS NOTAS DE NUESTRA ESTI­
MADA COLABORADORA CARMEN SACO.
Am a u la 13

( Viene de la pág. 8)
LA HILA DE LA GARZA
XIII
"COLONIALISMO" de nuestra agricultura costeña JUNTO AL ZOCALO GRIEGO
El grado de desarrollo alcanzado por la industrializa­ LA NIÑA DE LA GARZA
ción de la agricultura, bajo un régimen y una técnica ca­
pitalistas, en los valles de la costa, tiene su principal fac­
tor en el interesamiento del capital británico y norteame­ MIRA LA DISTANCIA.
ricano en la producción peruana de azúcar y algodón. De
la extensión de estos cultivos no es un agente primario CON SUS OJOS CLAROS
la aptitud industrial ni la capacidad capitalista de los te­
rratenientes. Estos dedican sus tierras a la producción de
algodón y caña financiados o habilitados por fuertes fir­ DE MIRARES BELLOS,
mas exportadoras.
Las mejores tierras de los valles de la costa están CON ANSIA DE VUELO.
sembradas de algodón y caña, no precisamente porque
sean apropiadas sólo a estos cultivos, sino porque única­ JUNTO AL ZOCALO GRIEGO,
mente ellos importan, en la actualidad, a los comerciantes
ingleses y yanquis. El crédito agrícola—subordinado ab­
solutamente a los intereses de estas firmas, mientras no se LA NIÑA DE LA GARZA
establezca el Banco Agrícola Nacional,—no impulsa nin­
gún otro cultivo. Los de frutos alimenticios, destinados CONTEMPLA EL ALBA.
al mercado interno, están generalmente en manos de pe­
queños propietarios y arrendatarios. Sólo en los valles de VAGOS SUEÑOS ENVIA
Lima, por la vecindad de mercados urbanos de importan­
cia, existen fundos extensos dedicados por sus propieta­ A LAS AEREAS TORRES
r i o s a la producción de frutos alimenticios. En las ha­
ciendas algodoneras o azucareras, no se cultiva estos fru­
tos, en muchos casos, ni en la medida necesaria para el VIVAS DE AMORES.
abastecimiento de la propia población rural.
El mismo pequeño propietario, o pequeño arredatario, ADONDE LINFEA
se encuentra empujado al cultivo del algodón por esta
corriente que tan poco tiene en cuenta las necesidades
particulares de la economía nacional. El desplazamiento LA LUZ SAGRADA
de los tradicionales cultivos alimenticios por el del algo­
dón en jas campiñas de la costa donde subsiste la peque­ SUEÑA TENDER EL VUELO
ña propiedad, ha constituido una de las causas más visi­
bles del encarecimiento de las subsistencias en las pobla­ LA NIÑA DE LA GARZA.
ciones de la costa.
Casi únicamente para el cultivo de algodón, el agricultor José M. EOUREN.
encuentra facilidades comerciales. Las habilitaciones están
reservadas, de arriba a abajo, casi exclusivamente al algo­
donero. Lá producción de algodón no está regida por
ningún criterio de economía nacional. Se produce para Un interés urgente y claro de la economía peruana
el mercado mundial, sin un control que prevea en el in­ exige, desde hace mucho tiempo, que el país produzca el
terés de esta economía, las posibles bajas de los precios trigo necesario para el pan de su población. Si este ob­
derivados de períodos de crisis industrial o de superpro­ jetivo hubiese sido alcanzado, el Perú no tendría ya que
ducción algodonera. seguir pagando al extranjero doce o más millones de soles
Un ganadero me observabá últimamente que, mien­ al año por el trigo que consumen las ciudades de la costa.
tras sobre una cosecha de algodón el crédito que se pue­ ¿Por qué no se ha resuelto este problema de nuestra
de conseguir no está limitado sino por las fluctuaciones economía? No es sólo porque el Estado no se ha preo­
de los precios, sobre un rebaño o un criadero, el crédito cupado aún de hacer una política de subsistencias. Tam­
es completamente convencional o inseguro. Los ganade­ poco es, repito, porque el cultivo de la caña y el de al­
ros de la costa no pueden contar con préstamos banca- godón son los los más adecuados al suelo y al clima de
rios considerables para el desarrollo de sus negocios. En la costa. Uno sólo de los valles, uno sólo de los llanos
la misma condición, están todos los agricultores que no interandinos—que algunos kilómetros de ferrocarriles y
pueden ofrecer como garantía de sus empréstitos, cose­ caminos abrirían al tráfico—puede abastecer superabun-
chas de algodón o caña de azúcar. dantemente de trigo, cebada, etc., a toda la población
Si las necesidades del consumo nacional estuviesen del Perú. En la misma costa, los españoles cultivaron
satisfechas por la producción agrícola del país, este fenó- trigo en los primeros tiempos de la colonia, hasta el ca­
meuo no tendría ciertamente tanto de artificial. Pero no taclismo que mudó las condiciones climatéricas del lito­
es así. El suelo del país no produce aún todo lo que la ral. No se estudió posteriormente en forma científica y
población necesita para su subsistencia. El capítulo más orgánica, la posibilidad de establecer ese cultivo. Y
alto de nuestras importaciones es el de "víveres y espe­ el experimento practicado en el Norte, en tierras del
cias": Lp. 3.620.235, en el año 1924. Esta cifra, dentro "Salamanca", demuestra que existen variedades de trigo
de una importación total de dieciocho millones de libras, resistentes a las plagas que atacan en la costa este cereal
denuncia uno de los problemas de nuestra economía. No y que la pereza criolla, hasta este experimento, parecía
es posible la supresión de todas nuestras exportaciones haber renunciado a vencer (30).
de víveres y especies, pero sí de sus más fuertes renglo­ El obstáculo, la resistencia a una solución, se encuen­
nes. El más grueso de todos es la importación de trigo tra en la estructura misma de la economía peruana. La
y harina, que en 1924 ascendió a más de doce millones economía del Perú, es una economía colonial. Su movi­
de soles. miento, su desarrollo, están subordinados a los intereses
14 JUnauta

y a las necesidades de los mercados de Londres y de New en la América Latina. Y bien. El campesino europeo no
York. Estos mercados miran en el Perú un depósito de viene a América para trabajar como bracero, sino en los
materias primas y una plaza para sus manufacturas. La casos en que el alto salario le consiente ahorrar largamente.
agricultura peruana obtiene, por eso, créditos y trasportes Y este no es el caso del Perú. Ni el más miserable labra­
sólo para los productos pue puede ofrecer con ventaja en dor de Polonia o de Rumania aceptaría el tenor de vida
los grandes mercados. La finanza extranjera se interesa de nuestros jornaleros de las haciendas de caña o algodón.
un día por el caucho, otro día por el algodón, otro día Su aspiración es devenir pequeño propietario. Para que
el azúcar. El día en que Londres puede recibir un pro­ nuestros campos estén en grado de atraer esta inmigración
ducto a mejor precio y en cantidad suficiente de la India es indispensable que puedan brindarle tierras dotadas de vi­
o del Egipto, abandona instantáneamente a su propia suer­ viendas, animales y herramientas y comunicados con fe­
te a sus proveedores del Perú. Nuestros latifundistas, rrocarriles y mercados. Un funcionario o propagandista
nuestros terratenientes, cualesquiera que sean las ilusiones del fascismo, que visitó el Perú hace aproximadamente dos
que se hagan de su independencia, no actúan en realidad años, declaró en los diarios locales que nuestro régimen
sino como intermediarios o agentes del capitalismo ex­ de gran propiedad era incompatible con un programa de
tranjero. colonización e inmigración capaz de atraer al campesino ita­
liano.
XIV 3o.—El enfeudamiento de la agricultura de la costa a
los intereses de los capitales y los mercados británicos y
PROPOSICiONES FINALES americanos, se opone no sólo a que se organice y desa­
rrolle de acuerdo con las necesidades específicas de la eco­
A las proposiciones fundamentales, expuestas ya en nomía nacional —esto es asegurando primeramente el abas­
este estudio, sobre los aspectos presentes de la cuestión tecimiento de la población— sino también a que se ensa­
agraria en el Perú, debo agregar los siguientes: ye y adopte nuevos cultivos. La mayor empresa acometi­
lo.—El carácter de la propiedad agraria en el Perú da en este orden en los últimos años—la de las plantacio­
se presenta como una de las mayores trabas del propio de­ nes de tabaco de Tumbes—ha sido posible sólo por la
sarrollo del capitalismo nacional. Es muy elevado el por­ intervención del Estado. Este hecho abona mejor qne
centaje de las tierras, explotadas por arrendatarios grandes ningún otro la tésis de que la política liberal del "laisser
o medios, que pertenecen a terratenientes que jamás han faire", que tan pobres frutos ha dado en el Perú, debe ser
manejado sus fundos. Estos terratenientes, por completo, definitivamente reemplazada por una política social de na­
extraños y ausentes de la agricultura y de sus problemas, cionalización de las grandes fuentes de riqueza.
viven de su renta territorial sin dar ningún aporte de tra­ 4o. La propiedad agraria de la costa, no obstante
bajo ni de inteligencia a la actividad económica del país. los tiempos prósperos de que ha gozado, se muestra has­
Corresponden a la categoría del aristócrata o del rentista, ta ahora incapaz de atender problemas de la salubridad ru­
consumidor improductivo. Por sus hereditarios derechos ral, en la medida que el Estado exige y que es, desde
de propiedad perciben un arrendamiento que se puede luego, asaz modesta. Los requerimientos de la Dirección
considerar como un canon feudal. El agricultor arrenda­ de Salubridad Pública a los hacendados no consiguen aun
tario corresponde, en cambio, con más o menos propiedad, el cumplimiento de las disposiciones vigentes contra el pa­
al tipo de jefe de empresa capitalista. Dentro de un ver­ ludismo. No se ha obtenido siquiera un mejoramiento ge­
dadero sistema capitalista, la plus valía obtenida por su neral de las rancherías. Está probado que' la población
empresa, debería beneficiar a este industrial y al capital que rural de la costa arroja los más altos índices de mortalidad
financiase sus trabajos. El dominio de la tierra por una y morbilidad del páís (Exceptúase naturalmente los de las
clase de rentistas, impone a la producción la pesada carga regiones excesivamente mórbidas de la selva). La estadís­
de sostener una renta que no está sujeta a los eventuales tica demográfica del distrito rural de Pativilca acusaba ha­
descensos de los productos agrícolas. El arrendamiento ce tres años una mortalidad superior a la natalidad. Las
no encuentra, generalmente, en este sistema, todos los es­ obras de irrigación, como lo observa el ingeniero Sutton
tímulos indispensables para efectuar los trabajos de perfec­ a prepósito de la de Olmos, comportan posiblemente la
ta valorización de las tierras y de sus cultivos e instala­ más radical solución del problema de las paludes o panta­
ciones. El temor a un aumento de la locación, al venci­ nos. Pero, sin las obras de aprovechamiento de las aguas
miento de su escritura, lo induce a una gran parsimonia sobrantes del río Chancay realizadas en Huacho por el
en las inversiones. La ambición del agricultor arrendata­ señor Antonio Oraña, a quien se debe también un intere-
rio es, por supuesto, convertirse en propietario; pero su tante plan de colonización, y sin las obras de aprovecha­
propio empeño contribuye al encarecimiento de la propie­ miento de las aguas del subsuelo practicadas en “Chiclín"
dad agraria en provecho de los latifundistas. Las condiciones y alguna otra negociación del norte, la acción del capital
incipientes del crédito agrícola en el Perú impiden una más privado en la irrigación de la costa peruana resultaría ver­
intensa expropiación capitalista de la tierra para está clase daderamente insignificante en los últimos años.
de industriales. La explotación capitalista e industrialista de 4o.—En la sierra, el feudalismo agrario sobreviviente
la tierra, que requiere para su libre y pleno desenvolvi­ se muestra del todo inepto como creador de riqueza y de
miento la eliminación de todo canon feudal, avanza por progreso. Excepción hecha de las negociaciones ganade­
esto en nuestro país con suma lentitud. Hay aquí un pro­ ras que exportan lana y alguna otra, en los valles y pla­
blema, evidente no solo para un criterio socialista si no, nicies serranas el latifundio tiene una producción misera­
también, para un criterio capitalista. Formulando un prin­ ble. Los rendimientos del suelo son ínfimos; los métodos
cipio que integra el prográma agrario de la burguesía li­ de trabajo, primitivos. Un órgano de la prensa local de­
beral francesa. Edouard Herriot afirma que "la tierra exi­ cía una vez que en la sierra peruana el gamonal aparece
ge la presencia real" (3). No esta demás remarcar que relativamente tan pobre como el indio. Este argumento
a este respecto el Occidente no aventaja por cierto al Orien­ —que resulta completamente nulo dentro de un criterio
te, puesto que la ley mahometana establece, como lo o b ­ de relatividad—lejos de justificar al gamonal, lo condena
serva Charles Oide, que “la tierra pertenece al que la fe­ inapelablemente. Porque para la economía moderna—en­
cunda y vivifica". tendida como ciencia objetiva y concreta—la única justifi­
2o.—El latifundismo subsistente en el Perú se acusa, cación del capitalismo y de sus capitanes de industria y
de otro lado, como la más grave barrera para la inmigra­ de finanza está en su función de creadores de riqueza.
ción blanca. La inmigración que podemos esperar es, por En el plano económico, el señor feudal o gamonal es el
obvias razones, de campesinos provenientes de Italia, de primer responsable del poco valor de sus dominios. Ya
Europa Central y de los Balkanes. La población urbana hemos visto cómo este latifundista no se preocupa de la
occidental emigra en mucha menor escala y los obreros productividad sino de la rentabilidad de la tierra. Ya he­
industriales saben, además, que tienen muy poco que hacer mos visto también cómo, a pesar de ser sus tierras las
Jim a uta

Y A R D

Aún juegan
tus dedos
entre las flores de la brisa
y se tifien con sangre
de mi angustia.

Mi carne está enredada


en el ardiente zarzal
de tu fragancia.

Aún bebo tu palidez


en amargas esponjas de crepúsculo.

Y ronda tu voz
como un espectro
la cárcel mortal “H IN C O N D E S A N F R A N C ISC O E N E L CUZCO ", p o r J . O. M odín»
de mi
S 1 L E N C 10
A rm an d o BAZAN.

mejores, sus cifras de producción no son mayores que las (23) Sorel, que tanta atención ha dedicado a los conceptos de
Proudhon y Le Play sobre el rol de la familia en la estructura y el
obtenidas por el indio, con su primitivo equipo de la­ espíritu de la sociedad, ha considerado con buida y sagaz penetración
branza, en sus magras tierras comunales. El gamonal, co­ "la parte espiritual del medio económico”. Si algo ha echado de menos
mo factor económico, está, pues, completamente descalifi­ en Marx, ha sido un insuficiente espíritu jurídico, aunque haya conve­
cado. nido en que este aspecto de la producción no escapaba al dialéctico
6o.—Como explicación de este fenómeno se dice que de Treves. “Se sabe—escribe en su “Introduction a V economic moder-
ne“—que la observación de las costumbres de las familias de la plana
la situación económica de la agricultura de la sierra de­ sajona impresionó mucho a Le Play en el comienzo de sus viajes y ejer­
pende absolutamente de las vías de comunicación y trans­ ció una influencia decisiva sobre su pensamiento. Me he preguntado si
porte. Quienes así razonan no entienden sin duda la di­ Marx no había pensado en estas antiguas costumbres cuando ha acu­
ferencia orgánica, fundamental, que existe entre una eco­ sado al capitalismo de hacer del proletario un hombre sin familia".
Con relación a las observaciones de Castro Pozo, quiero recordar
nomía feudal o semi-feudal y una economía capitalista. otro concepta de Sorel. "El trabajo depende, en muy vasta medida,
No comprenden que el tipo patriarcal primitivo del terra­ de los sentimientos que experimentan los obreros ante su tarea".
teniente feudal es sustancialmente distinto del tipo del (24) Schkaff, Ob. citada, p. 135.
moderno jefe de empresa. De otro lado, el gamonalis-1 (25) No hay que olvidar, por lo que toca a los braceros serranos,
el efecto extenuante de la costa cálida e insalubre en el organismo del
mo y el latifundismo aparecen también como un obstáculo indio de la sierra, presa segura del paludismo, que lo amenaza y pre­
hasta para la ejecución del propio programa vial que el dispone a la tuberculosis. Tampoco hay que olvidar el profundo-ape­
Estado sigue actualmente. Los abusos e intereses de los go del indio a sus lares y a su naturaleza. En la costa se siente un
gamonales se oponen totalmente a una recta aplicación exilado, un “mitimae."
(26) Una de las constataciones más importantes a que este tópico
de la ley de conscripción vial. El indio la mira instinti­ conduce es la de la íntima solidaridad de nuestro problema agrario con
vamente como un arma del gamonalismo. Dentro del ré­ nuestio problema demográfico. La concentración de las tierras "en
gimen inkaico, el servicio vial debidamente establecido manos de los gamonales constituye un freno, un cáncer de la demogra­
sería un servicio público obligatorio, del todo compati­ fía nacional. Solo cuando se haya roto esa traba del progreso peruano,
se habrá adoptado realmente el principio sud-americano: “Gobernar es
ble con los principios del socialismo moderno; dentro del poblar".
régimen colonial de latifundio y servidumbre, el mismo (27) —El proyecto concebido por el Gobierno con el obieto de crear
servicio adquiere el carácter de una "mita". la pequeña propiedad agraria se inspira en el criterio económico liberal
y capitalista. En la costa su aplicación, subordinada a la expropiación de
ondos y a la irrigación de tierras eriazas, puede corresponder aún a posi­
(16.)—Castro Pozo. Nuestra Comunidad Indígena. bilidades más o menos amplias de colonización. En la sierra sus efec­
(17) .—Ibid p. 16 y 17. tos serían mucho más restringidos y dudosos. Como todas las tentativas
(18) .—Escrito este trabajo, encuentro en el libro de Haya Dela­
de dotación de tierras, que registra nuuestra historia republicana, se ca­
torre "Por la emancipación de la América Latina", conceptos que coin­ racteriza por su prescindencia del valor social de la "comunidad" y por
ciden absolutamente con los míos sobre la cuestión agraria en general su timidez ante el latifundista cuyos interesés salvaguarda con expresivo
y sobre la comunidad indígena en particular. Partimos de los mismos celo. Estableciendo el pago de la parcela al contado o en 20 anualida­
puntos de vista, de manera que es forzoso que nuestras conclusiones des, resulta inaplicable en las regiones de sierra donde no existe todavía
sean también las mismas. una economía comercial monetaria. El pago, en estos casos, debería ser
(19) Castro Pozo, ob. citada p. 66 y 67. estipulado nó en dinero sino en productos. El sistema del Estado de
(20) Ibid. p. 434. adquirir fondos para repartirlos entre los indios manifiesta un extrema­
(21) Schkaff, ob. citada p. 188. do miramiento por los latifundistas, a los cuales ofrece la ocasión de ven­
(22) Castro Pozo, ob. citada p. 47.—El autor tiene observaciones der fundos poco productivos o mal explotados, en condiciones venta­
muy interesantes sobre los elementos espirituales de la economía comu­ josas.
nitaria. “La energía, perseverancia e interés—apunta—con que un co­ (28) —Schkaff, ob citada, p. 133, 134 y 135
munero Siega, gavilla el trigo o la cebada, "quipicha'' (Quipichar: car­ (29) —Francisco Ponce de León, Sistema de arrendamiento de terre­
gar a la espalda. Costumbre indígena extendida en toda la sierra. Los nos de cultivo en el departamento del Cuzco y el problema de la
cargadores, fleteros y estibadores de la costa, cargan sobre el hombro) distribución.
y desfila, a paso ligero, hacia la era alegre, corriéndole una broma al (30) Los experimentos recientemente practicados, en distintos,
compañero o sufriendo la del que va detrás halándole el extremo de la puntos de la costa, por la Comisión Impulsora del Cultivo del Trigo,
manta, constituyen una tan honda y decisiva diferencia, comparados han tenido, según se anuncia, éxito satisfactorio. Se ha obtenido apre­
con la decidía, frialdad, laxitud del ánimo y, al parecer, cansancio, con ciables rendimientos de la variedad "Kappli Emmer", —inmune a la “ro­
que prestan sus servicios los yanacones, en idénticos trabajos u otros de ya,,,— aún en las “lomas".
la misma naturaleza; que a primera vista salta el abismo que diversifica (31) Herriot “Creer"
el valor de ambos estados psico-físicos, y la primera interrogación que se
insinúa al espíritu, es la de qué influencia ejerce en el proceso del
trabajo su objetivación y finalidad concreta e inmediata?"
lb A m a n ta

D I O S E N C A D E A D O
El hombre es un Dios caído porque sab e el mal, por­ plantando en su vida simple, sin anhelo, sin bondad y
que es capaz de pensarlo y de reconocerlo. Conoce la ju s­ sin malicia; pero —¡nó!— gritan mis entrañas ardidas;
ticia y la conoce solo a través del mal, por el camino de la pero —¡nó!— grita mi corazón, estremecido con las re­
injusticia. Lo negativo y lo finito le hacen concebir lo po­ sonancias del mundo de las esteras!...........................
sitivo y lo infinito. Conoce la sustantividad únicamente Pero —¡nó!— vuelvo a gritar con el trágico grito de
por medio de lo objetivo y contingente. En esta alterna­ Kierkegaard y acabo la canción e s p e ra n d o d e se sp e ra d o .
tiva trágica reside, quizás, toda la grandeza y profundidad ¡Porque me desblazo hacia la Absoluto soy Dios,
de la tragedia humaua. El hombre entrevé lo absoluto y la porque estoy enclavado y encadenado a la tierra soy ani­
Categoría Pura sólo a través de lo relativo y del accidente. mal-, pero porque grito y anhelo, porque sufro y porque me
Este ser de eternidad que sólo la percibe a través de desespero, porque canto y porque lloro, soy hóm bre, sín­
la transitorio y huidizo está colocado, como una membra­ tesis carnal del Universo, centro gravitatorio de las Esen­
na vibrante y dolorosa, como una cuerdu cálida y sensi- cias y de los Accidentes, tragedia viva y asiento estreme-
bh que registrara todas las conmociones ciegas del Uni­ mecido del Universo!.......................
verso, entre lo infinito inmutable y lo finito perecedero. ¡Soy Dios y Animal en función divina del Cosmos,
Ser de eternidad, a cada instante se afirma y, tam- reóstato de las infinitas, dispersas y sutiles corrientes de la
, n, a cada instante se niega. Vida!......
Lo efímero le sirve para conocer y aspirar á lo in­
mutable, que no alcanza-, y lo inmutable para despreciar Trujillo, 1928.
lo efímero del cual no se libra.
Todas las categorías éticas y estéticas de la vida só­
lo se alcanzan por sus negaciones sin las cuales el hom­
bre no las comprendería.
A sí tiene conciencia de sus limitaciones insalvables, B L ftM C ñ A R N A U D T
pero, también, de sus potencialidades infinitas. Y así
este orgulloso rey de la Creación, este Dios caído, vive Seda china de voz, opa­
sangrientamente estremecido, con un calcaño en lo Abso­ lina y traslúcida, donde
luto y con el otro en lo perecedero. Es el precio y la se bordan en detalle y
condición de su inteligencia, precio y condición tremenda­ miniatura flores y faunas
prodigiosas. Uno podría
mente trágicos. tenerla entera en la ma­
En cambio, el animal, sin el alto pensamiento huma­ no cerrada y extenderla
no que comprende y alumbra las categorías eternas, vive después sin una arruga.
Los monstruos de raras
tranquilo y de acuerdo con su norma y con su ley. Sér poesías en esta labor de
de la sucesión y de lo transitorio; ser sin justicia, ni in­ princesa de Asia apenas
justicia; sér dado íntegramente a su mundo y a su ins­ decoran al alucinante pai­
tinto: que desconoce el bien, que ignora el mal, que no saje fonal. Pero ella es,
otras veces, los puros pa­
sufre ni goza, que no se ilusiona ni espera. ñoles pueriles en que Ga­
Sér que no se desplaza jamás de su paisaje, sér que briela Mistral oculta de
no va ni viene, sér que se entrega a su vida como Dios la vida la rosa y nimia
manda, bien trabado y concordado, bien encajado en su desnudez del hijo. O la
mortal sencillez de un ve­
necesidad, que nuuca se traiciona-, en el que todo está lo con que el Neruda ado­
cumplido sin más acá ni más allá. lescente viste a la amada
Es la campanada justa, la vibración exacta, la me para siempre. O venda de
dida colmada de su ambiente-, sér simplicísimo y natural herida para el robusto
corazón del débil Ñervo.
en que la norma del Cosmos jamas se deroga-, sés sin O las cortinas sombrías
corrupción y sin santidad, sin el orgullo de su destino y donde se posan los pasos
de espaldas a todas la» trascendencias. El presente sin de las muertas de Eguren
mañana y pasddo; el hoy sin derrota y sin esperanza, como claras mariposas
nocturnas. A la derecha
la membrana pasiva que se llena del don de la vida, del tiempo esta voz recrea
la esponja del instante, la existencia de su canon natu­ júbilos, esperanzas, dolo­
ral, de su ley y de su medida, para quien todo está pe­ res, ensueños. Nada hay
sado y justipreciado y para quien todo está como está. que decir de sus temas;
Sér enclavado en su serenidad, sér que gravita en —tiene ella el desinterés
la ignorancia, el instinto,
el sencillo alcance de sus pupilas y cuyos pasos care­ el entusiasmo, la memo­
cen de intenciones encendidas-, ser que no traspasa el ria, la perseverancia, del
velo de Maya, agarrado a la rotación de las cosas, pren­ canto enjaulado de un pá­
dido a la rueda mecánica del fenómeno. ¡Sér de episo­ jaro. Oscura, penosa a ve­
ces—; apesar de todo, nun­
dio sin historia-, sér de absoluta conformidad! ca pierde la voz de Blan­
¡Dan ganas a veces de sér un buen animal de Dios ca su dulce timbre de f e ­
minidad que, disminuyen­
do, perceptibiliza lo des­
mesurado o, a luz y nó
-luz, revela y acusa los
(1) LA COLABORACIÓN QUE PARA ESTE NÚMERO DE "A- mínimos gestos secretos
MAUTA” NOS ENVIA ANTENOR ORREOO, UNO DE NUESTROS de las cosas. Declamación
MAS QUERIDOS COMPAÑEROS, NOS OFRECE OCASIÓN DE TESTI­ de cámara llaman á-ysto;
yo le llamo voz de mujer.
MONIARLE PUBLICAMENTE LA SOLIDARIDAD DEL GRUPO DE ES­
CRITORES Y ARTISTAS REUNIDO EN ESTA REVISTA, ANTE LA VIO­ M artin ADAN.
LENCIA ZOOLÓGÍCA CON QUE LO HA ULTRAJADO EN TRUJILLO
EL FILÍSTEISMQ ALDEANO. A p u n te de C arm en Saco
A m aula 17

E L
POR HERW ARTH W ALDEN

Para "Amauta"

Personajes: El otro: (de fuera) ¿Le ocurre con frecuencia hablar


EL HOMBRE solo?
EL OTRO El hombre: Me encuentro bastante interesante.
LA MUJER DEL OTRO El otro: (de fuera) Puede usted hacer después su
LA PROPIETARIA discurso.
El hombre: Como quiera usted, (va a abrir)
El otro: (entrando) Buen apetito.
Un cuarto amueblado. Medio día. El hombre: Buenos días.
El otro: Su cuello está todavía desabotonado.
El hombre: Tu deberías sonreír. El hombre: Tiene usted buenos ojos; pero no me ha­
La mujer. Estoy inquieta bía puesto todavía el cuello.
El hombre: ¿Por qué has venido? El otro: Sin duda se quita usted el cuello al fin.
La mujer: En adelante no te daré más que la punta El hombre: ¿Tiene que decir todavía algo?
de los dedos. El otro: El sueño a mediodía es malsano.
El hombre: Vamos, una sonrisa. El hombre: Alude usted a la historia del cuello.
La mujer. El ha muerto mi sonrisa. El otro: Me sentaré en el sofá.
El hombre: Yo cubriré de besos tus sonrisas. El hombre. Le aconsejo el taburete del piano. Puede
La mujer: No me beses, no me beses. usted así girar sin moverse
El hombre: Vamos, ven sobre mis rodillas. El otro: ¡Qué hermoso ropero!
La mujer: ¿Qué haces? El hombre: Es muy sólido, de encina.
El hombre: Cuento tus dedos. El otro: ¿Sirve para la ropa blanca y los trajes?
La mujer: Te diviertes conmigo. El hombre: Un soltero tiene que arreglárselas.
El hombre: Sé buena, déjame besarte. El otro: Se puede meter todo en este ropero.
La mujer: Nos pueden sorprender. El hombre: ¿Y qué dice usted de mi taburete?
El hombre: Todo está cerrado. Dame tus labios. El otro: ¿Quiere usted un cigarrillo?
La mujer: Es él quien está cerrado. No puedo ha­ El hombre: Gracias, solamente masco tabaco.
bituarme a su carácter. El otro: No se prive usted.
El hombre: Déjalo en su casa; nosotros estamos en El hombre: Eso hace escupir.
la nuestra. El otro: ¿Cuánto paga por esta pieza?
La mujer: El me ha amado mucho. El hombre: ¿Quiere alquilarla?
El hombre. Vale más ser que haber sido. El otro: La he alquilado.
La mujer: Estoy tan inquieta. El hombre: Esto me interesa mucho. ¿A quien, sin
El hombre: Tus brazos están hechos para llevar braza­ indiscreción?
letes El otro: Interrogue usted a su propietaria.
La mujer: ¿Me liberarás tú? El hombre: Entre, señora Schultze.
El hombre: Te lo ruego, déjame besarte; La propiet: ¿Qué hay?
La mujer: En la boca nó. El hombre: Este señor del cigarro pretende que le ha
El hombre: Tu cuello se dobla bajo el peso de tus alquilado usted mi pieza.
cabellos rubios. La propiet: Hay que vivir, joven. Usted no ha pagado
La mujer: El me ha besado siempre en la boca. jamás su alquiler.
El hombre: Tu garganta florece en mis manos. El hombre: ¿Se ha vuelto usted loca?
La mujer: Has jurado no tocarme. La prodiet: Si me insulta, voy a buscar a la policía
El hombre: Tus brazos y tus piernas respiran contra mí. al momento, se coge sus cosas, y dé usted
La mujer: ¡Y decir que tú querías dar la paz a mi gracias de salir de aquí sano y salvo. El
alma! nuevo señor ha pagado todo su alquiler
El hombre: ¿Dónde está tu alma? ¡Con él, con él! átrasado.
La mujer: El no me toca. El hombre: Juega bien el papel de providencia.
El hombre: Tú lo amas. El otro: Uno debe tomar sus precauciones.
La mujer: He venido hacia tí. El hombre: Tiene Ud. maneras elegantes. Vamos a be­
El hombre: Tu alma está ausente. ber una copa en señal de amistad.
La mujer: Ayúdame a buscarla. El otro: Con mucho gusto. Señora Schultze, ¿tiene
El hombre: Vamos, ábrete a mí. cerveza en casa?
La propiet: ¡Abran! El señor está en casa. La propiet. No falta nunca.
El otro (de fuera): Abran por favor. El hombre Nuestra amistad es digna de una copa de
El hombre: ¿Quién es? champaña.
El otro: No me conoce? Haré que me conozca Ud. El otro: Una botella, joven amigo. Arregle sus cosas.
El hambre: Me estoy desvistiendo. Nos dará mucho gusto.
El otro: Entre hombres, esto no importa. Pero si El hombre: Ponga el champaña al hielo.
le molesta, tengo tiempo para esperar. El otro: ¡Esté taburete es verdaderamente famoso!
El hombre: Debe usted sacrificar dos minutos (en voz El hombre: Hasta luego, señora Schultze. ¿Qué espera?
baja) Pronto, al armario. La propiet. Que no me tome nada.
La mujer: Estoy perdida. El hombre: ¡Maldita bruja!
El hombre: Vamos, no pierdas un minuto. El otro: Esté tranquila señora Schulze. Este señor es
La mujer: (en el armario) Bésame. mi amigo.
El hombre: No hay que perder el tiempo. Tengo que La propiet. No soportaré que se me llame bruja. ¿Dón­
cerrar. de está la llave del ropero?
18 á m a u ta

El hombre: Señor, soy en este instante un huésped su­ El hombre: ¿Cómo vamos a encontrar a su mujer enton­
yo ¿No quiere Ud. librarme del espectácu­ ces?
lo de ésta desagradable persona? El otro: ¿Tiene Ud. talvez la llave?
El otro: Váyase señora Schultze, este señor es muy El hombre: ¡Señor!...
nervioso, tiene alucinaciones. El otro:
Yo quiero mi llave. Podemos arreglar el asunto con toda tran­
La propiet. quilidad.
El otro: El me la va a dar. Vaya Ud. a su trabajo.
La propiet. Si Ud. no me dá mi llave, presento una de­ El hombre: ¡Granuja!
manda. El otro: No hay necesidad de palabras gruesas. ¿Des­
El otro: Vaya querida señora Schulze. ¡Ah!, este tabu­ de hace cuanto tiempo tiene mi mujer rela­
rete es verdaderamente famoso (la propieta­ ciones con Ud?
ria parte haciendo sonar la puerta) ¿No quie­ El hombre: Ella no tiene relaciones conmigo.
re Ud. hacer sus maletas? El etro: ¿Desde hace cuanto tiempo tiene Ud. rela­
El hombre: ¿No quiere Ud. marcharse? ciones con ella?
El otro: Carece Ud. de humor. Lo encuentro espan­ El hombre: Su mujer tiene una alma de niño.
tosamente cómico. El otro: ¿Desde hace cuanto tiempo esa alma tiene
El hombre-. Si le meto’ una bala al vientre. relaciones con Ud?
El otro: ¿Guarda Ud. también su revólver en el rope­ El hombre: (Escupe por tierra)
ro?. El otro: Cuidado, joven.
El hombre-. Mi paciencia termina.
Puedo aguardar...No se apresure demasiado. El hombre: Ud. acaba de ser mi providencia.
El otro: El otro: Abra mejor el ropero para que el alma pue­
El hombre: Le rogaría muy cortesmente dejarme una
hora aún en esta pieza para ponerla en orden. da tomar aire.
Se lo ruego. Durante ese tiempo yo tocaré El hombre: Si Ud. toca a su mujer, ha terminado Ud. de
El otro: vivir.
el piano. ¿Le agradaría a Ud. un valse?
El hombre-. Mi paciencia se agota. El otro: Yo no toco a la mujer de otro.
El otro ¿Juega Ud. ajedrez? El hombre: ¿Su dolor no le conmueve?
El hombre Oh! puedo darle jaque todavía largo tiempo. El otro: ¿Y con sus besos, Ud. ha salvado esa alma?
El otro: ¿Guarda Ud. también el ajedréz en el ropero? El hombre: Las mujeres son niños. Tienen necesidad de
El hombre: ¡Al diablo el ropero!.. ser acariciadas.
El otro: Es muy sólido. Es de encina. El otro: Además ellas mueren probablemente, señor
El hombre: Tiene Ud. el aire de creer,señor, que yo es poeta.
condo un secreto en mi ropero. El hombre: Ellas mueren todas sin amor.
El otro: No soy curioso, puedo esperar. Le mostraré, El otto: ¡Imbécil! Dese Ud. cuenta. No se muere sin
por lo demás, una mujer muy bella. amor.
El hombre: ¿Dónde habita esa dama? Vamos donde ella. El hombre: (abre el ropero y retrocede vivamente) ¡So­
El otro: No es sino mi mujer. corro!, ¡socorro!
El hombre: ¿Es Ud. casado? ¿Por que alquila Ud. esta La propiet: ¿Qué sucede? !Ah! ahora tiene Ud. la llave.
pieza? ¡Jesús!...Ella se ha ahorcado con sus trenzas’
EL otro: Quiero tener la impresión de ser soltero.
El hombre [¡No tiene Ud. vergüenza de engañar a su mu­ El otro: ¡Es imposible! Qué se las corten.
jer! El hombre: ¡Qué nadie la toque! ¡Es demasiado tarde! Ella
El otro: No tengo necesidad de engañarla. Mi mujer es mía. ¡Ha muerto sin que yo la toque! Las
se esconde de mí. mujeres son niños que mueren de amor.

N u e stro co la b o ra d o r H e rw a rth W alden, d ir e c to r de la céle b re re v ista alem ana


'•D e r s tu r m ”, fr e n te a su b u sto p o r W illia m W auer.
A m adla

POR LA UNION DE LOS PUEBLOS P O E M

DE LA AMERICA - LATINA
Mis veinte años buscándote
como una ronda de marineros ebrios
Ni un comentario. Nada. Solamente la redacción las nubes tiran hacia el mar
escueta del cable. Escondido en los periódicos. Con las últimas estrellas vacias
letras menudas. Imperceptibles. Para que no sea leído.
Así me entero da la última resolución del congreso y en este lecho de anhelos mutilados
mexicano. amaneció una rosa muerta
Nuestra prensa, que no se sonroja de llamar "bandi­
dos" a los patriotas nicaragüenses; que reproduce con los espejos murmuran cuando paso
verdadera fruición las despechadas palabras del mayor los árboles murmuran cuando paso
general Lejeune, describiendo a Sandino como la carica­ tu imagen en cada pétalo
tura de un César—"rana gorda que chapotea en un charco en las hojas de los libros
estrecho en el noroeste de Nicaragua"—ha mantenido un y en todas las sonrisas de mi hijo.
criminal silencio ante la resolución de México.
Barret decía: "No me habléis de patriotismo. Un mis ojos descalzos
amor que se detiene en la frontera no es más que odio". suben las cumbres del silencio
De aquí mi consagración a servir la unión de los pue­
blos de América. El gobierno de México, consolidada el día pasa cantando
sólidamente la revolución agrarista, acaba de adoptar la
trascendental resolución que comento. Se trata de un yo aquí encogida como una mariposa
paso históricamente necesario. Tiende a lá realización del prisionera de tus ojos muertos.
empeño de crear una sola patria americana.
Todo ciudadano de habla española, nacido en este
continente (incluyendo igualmente al Brasil por su alma Blanca Luz BRUM.
latina) al llegar a México gozará automáticamente las pre­
rrogativas de los nativos. No queda ahí la disposición
del gobierno más eminente. Nombra una comisión de
senadores, que recorrerán las tierras de Centro y Sud
América, para gestionar ante los respectivos gobiernos, la
dación de una ley semejante a fin de unificar el esfuerzo
de solidaridad que realiza la evolutiva política azteca. S O C I E D A D E D I T O R A
México prueba así, una vez más, su espíritu revolu­
cionario. La sinceridad de sus ideas. No propone el tra­
zo de un ferrocarril panamericano, que únicamente bene­
ficiara a sus banqueros. No reúne diplomáticos huérfanos
de la simpatía popular, en torno a una conferencia en la
“ A NI A U T A “
Habana. Carece de una doctrina Monroe, justificadora del
avance capitalista. No asume la desconcertante actitud de
un Kellog, pidiendo la abolición de la guerra, mientras sus Durante el mes de enero hemos continua­
pretorianos masacran pueblos y ciudades centroamericanas.
Ya lo vemos. Nuestros periódicos traen grandes tí do recibiendo adhesiones a la “Sociedad Edito­
tulos: H acia l a p ro sc rip c ió n d e l a g u e r r a .— L a s itu a c ió n ra Amauta'1. Esperamos que en el curso de fe ­
p o lítica en N ic a ra g u a y l a in te rv e n c ió n Y an k ee.— L a c o n ­
feren cia p an a m e rica n a. —Todo en letras gordas. En pri­ brero, cubierto el 75 por ciento de las acciones,
mera plana. Es decir: el culto a la farsa. El acuerdo de
México no se vé. Conozco personalmente a nuestros pe­ quede definitivamente constituida la Sociedad,
riodistas. Aseguro al lector que no pueden dar más de sí. cuyás bases aparecieron en nuestro número an­
El paso de México es el principio de la unificación
de los pueblos frente al imperialismo. Estoy seguro que terior. Reiteramos nuestro llamamiento a los
yá empezaron las intrigas diplomáticas ante los gobiernos amigos de esta revista para que concurran a la
influenciados por los Estados Unidos, para esterilizar el
esfuerzo mexicano. formación de la Sociedad, que asume la admi­
Desgraciadamente, carezco de mayores datos. Para el nistración y propiedad de "Amauta" y sus edi­
próximo número de A m au ta, mejor documíeutado, será
para mí un verdadero placer ocuparme con toda atención ciones. A los que han suscrito acciones, roga­
en el acuerdo adoptado por el país vanguardia de Amé­
rica, al que debe amar todo hombre libre. mos abonar a la brevedad posible el 50 por
ciento correspondiente a la primera cuota.
R ic a rd o MARTINEZ DE LA TORRE
Para todo lo relativo a la
Sociedad, dirigirse a José
Carlos Mariátegui, Wáshing-
ton izq. 544-970.
20 Am a uta

ITINERARIO DE VIAJE Esta llamada escrita en la orilla de los


2 océanos
envuelve el grito de 20 pueblos donde el
imperialismo yanqui iza sus banderas
Las chimeneas de Lima embanderadas de huelgas
ya tienen escrito en sangre el 23 de mayo
que nos saluda Habana
la ciudad con affiches murales de miseria tiende ciudad cinematógrafo de crímenes
su mano de despedida con el trapo de la niebla— con el sol centinela de tráfico—
hasta luego—y apreté la costa en mis manos aquí canto un himno rojo en las calles
mientras los pitos rasgaban el cielo donde se ha trasnochadas de la ciudad que derrite su tragedia
escrito la R e v o l u c i ó n en el vientre del sol de hierro

En alta mar el ruido del trasatlántico espanta Desde las ventanas abiertas ladran las
los corderos del o c éa n o - estrellas al paisaje calafateado
fuerte el viento se prende de las amarras como
el hambre en las calles del Callao— Los globbe-trotters de Boston, Chicago y Filadelfia
cielo y mar abrazados—alborotado mar del Pacífico ríen desde el ojal de los rasca-cielos
mirando la tragedia de las calles angostas
como alambres de tranvía por donde pasa
Verde Canal de Panamá— la muerte rozándonos la sombra
lagarto con dentadura de cañones triturando la
esperanza proletaria—
allí—la justicia de Wall Street mira insolente En cada vientre de mujer la protesta
al mundo se hace angustia de colonos del Norte
y las esclusas levantan himnos a la torre eiffel y en la cartera de los hombres hay una tarjeta:
PAULA ROMERO, un servidor
Los loros rojo internacional
dejan caer de sus picos perfume
de frutas México, D. F. 1927.

Qué dulce está la mañana llovida


en las mejillas de mi compañera S e ra fín DELMAR

Canta el viento—
su voz exprime jugo de cañas—
en el paisaje teñido con pájaros ♦ «........... ..............................i..........i.r.rnr■

'■
■mill.......... iijir......... ■
■■ni
de colores—cuelgan su canto en
las chirimoyas que apuntan como
pezones de india campesina
“A M A U T A”
Larga sirena de ingeniería
con potentes grúas que vigilan el sur— REVISTA MENSUAL DE CULTURA
el cielo fotografiado en el lago Gatún
es el vientre del Canal de Panamá donde se incuba DIRIGIDA POR
otra g u e rra -
no sienten las arengas sociales?
Los hombres se pintan el corazón con palabras agitadoras JO£& CARLOS nARíATEGUI
arrancadas de los campos de América
Doctrina - Arte - Literatura - Polémica
Pasa el último pájaro de la tarde llevando el mensaje
de una estrella que pone su canto olvidado a los pies Con “Amauta“ recibirá LJd. “Libros y
de la noche R e v i s t a s V a l o r de la suscrición en Li­
ma y provincias: por un año, S 4.00;
por un semestre S. 2.20. Si quiere Ud.
apoyar este esfuerzo cultural e ideológi­
Calles de Colón co, pida Ud. desde ahora su suscrición a
con barrios de color donde los negros lloran Sagástegui 669 o Casilla 2107 Lima.
en el saxofón—
en los cabarets los ku klux klans
Recomendamos la suscrición especial "Amigos
de Amauta" a la edición de lujo, numerada, de
remiendan con hilos de sangre la noche cuarteada
por los gritos de angustia que lanzan obsidianas mujeres—
esta revista. El valor de esta suscrición al año
y por los faros y las marimbas que lloran en el muelle es de S. 10 El precio de cada ejemplar de la
tirada es de S. 1.
Camaradas de Suramérica.
aquí se siente que México es nuestro— I n v i t a m o s a leu» p e r s o n a s q t t e
los indios estiran el sol desde los Andes s im p a tiz a n con e s ta re v is ta
desparramando en el campo semillas de libertad
a in s o rib irs é e n e l g r u p o ele
y el grito—tal vez ePGRITO más fuerte de la Revolución

Alzad las manos trabajadores: «A M IG O S DEÍ A M A ü T A “


la huelga es el único ángulo mayor de donde
salen ondas a morder el paso de los siglos l> — — ......................i— — ü#
A m au ti 21

G E N E S I S Y P R O Y E C C I O N E S BE “T E M P E S T A D EN LOS m i l
PO R L U IS

En juiio cíe 1926 la editorial “Minerva” recibió los originales observatorio capitolino, José Frisancho más grande como magis­
del libro; en marzo de 1927, Mariátegui y jó convenimos en in­ trado ejemplar que como literato, cuya conducta como juez verda­
cluir la conferencia que sobre el Problema Indígena ofrecí en la dera áncora de la justicia, tipifica a la raza en su aspecto moral.
Universidad de Arquipa dos meses antes. (Adoptóse el texto ori­ José Frisancho que sirve de magnífico eslabón entre Puno y Cuz­
ginal que no salió íntegro en los diarios). co, entre keswas y kollas, perdurable alianza que garantiza la obra
Desde la fecha de entrega del manuscrito hasta la aparición futura. ¡Y Puneño es Federico More, el verbo del andinismo!
del libro, muchos sucesos han desfilado. El Grupo Resurgimiento No en vano coinciden las dos corrientes: la intelectualidad
nació con una clarinada bélica, pero —ante de desarrollarse— imprime rumbo original a las letras peruanas, la masa aborigen
hubo de sucumbir ante la conflagración de los intereses. evoluciona a grandes pasos.
El autor sufrió también los efectos de la conjura. Mientra*; ¡Espíritus incrédulos: peregrinad al Kollau!
tanto, ni una línea del texto de “Tempestad en los Andes” había
ido alterada. L a q u i e b r a d e los R e f o r m a d o r e s

P o r q u é e s c r i b í e s t e lib r o Mi libro — y ésta su trascendencia — quiere imprimir la con­


vicción de que todas las panaceas pro-indio no sirven para nada.
Pude no escribirlo. Me convenía—oh criterio de sana razón—. Quiere convencer a todo el mundo de esta verdad mayúscula: exis­
no escribirlo. Solo dificultades podía acarrearme. Sobre todo, te una fuerza nueva, de incalculable poder, que avasallará todos
habría una gran incomprensión. Porqué se preguntarían muchos: los cálculos y todas las previsiones. Esta es la quiebra de los re­
¿que persigue Valcárcel? ¿Escándalo favorable a una nombra- formadores, de quienes quieren educar al indio a la europea, de
día improvisada? Aunque todas las respuestas fueran rotundas, quienes pasan el tiempo discutiendo qué se debe hacer con el in­
quedaba la duda. No es fácil imaginarse un “espíritu burgués”, dio, de quienes muy seriamente nos hablan de incorporar ai indio,
dueños de sus comodidades, deseoso de no herir agenos intereses al progreso y a la nacionalidad.
dentro de una forma egoísta de vida, metido a redentor en una Nó, señores: el ritmo nuestro os retrasado. El ritmo indíge­
aventura quijotesca. na es otro. En Puno — dicen nuestras falsas estadísticas — hay
Y luego que yó no era sino un tranquilo arqueólogo. quinientos mil aborígenes. Nó, señores:.hay más de un millón. La
Una tortuga metida en su caparazón precolombina, sin im­ población regnícola, nuestra raza de color, crece en progresión
portarle un ardite el hoy ni el mañana. geométrica. El pigmento oscuro va absorbiéndolo todo.
El imperativo salió de muy hondo. Yo no sé que secreta voz ¿Entonces quién incorpora a quién?
tan insistente.
Había sido desde niño un indigenista. Después, mi contem­ El libro no re su e lv e n in g ú n p ro b le m a
plación de la Gran Injusticia sacudió sin dudas las raíces de mi
espíritu. Reiterados viajes al Kollau, intervención mía como de­ ¡Qué ha de resolver! ¿Alguien sabe qué sucederá en la se­
fensor de reos indios, larguísimas pláticas con José Frisancho, con gunda mitad del siglo que vivimos? ¿Puede preverse el futuro de
Angel Vega Enriquez, con Luis Felipe Aguilar, con Uriel García, Asia? La ola de los pueblos de color, ¿dónde se detendrá? ¿No es­
con Luis Velazeo Aragón, con Manuel Quiroga, con Francisco tamos en el ocaso de la raza blanca? Desde Sttodard hasta Muret,
Mostajo, con César Átawullpa Rodríguez, con Julio C. Tello, con todos los augures coinciden. Mucha literatura de esta índole se ha
Juan Patrón Castro, con Héctor Luis Arteta, con Julián Palacios, producido este año que termina, después de escrito mi libro.
con Casiano Rado. . . . “Tempestad en los Andes” no es un fenómeno aislado; pertenece a
Un estado emocional después de lecturas teosóficas, en fin. la meteorología universal.
Si nadie se ha atrevido — qué locura! — a proponer remedios
El t e a t r o del N u e v o Indio para impedir o contener el caos que se avecina, ¿qué aconsejaré yo,
si no ponernos a tono con la seriedad del momento?
Yo no sentí el Avatar, no percibí la anunciación hasta los días He tenido gran suerte al provocar con mi actitud y con este
inolvidables de mis romerías puneñas. libro otra tempestad.
En 1915, con Angel Vega Enriquez, este lúcido precursor, Ya decía el griego aquél: “Hiere, pero escucha” ; a mi me bas­
este Inka de la inteligencia cuzqueña, recibimos la impresión mas ta comprobar que hay todavía pasión en la juventud del Perú. Es
profunda y duradera de la indianidad en la feria de Kopakawana. una esperanza positiva.
En 1925, con José Frisancho refresqué esa impresión en Pukará. L u is E. V a lcá rce l.
El primero en revelarme la obra adventista fué un inteligen­ Cuzco, 1928.
te alumno mío, a quién ya he citado, Juan Patrón Castro.
Mis andanzas por el Titikaka me conminaron a escribir la
revelación del nuevo indio.
El teatro del Nuevo indio es el Kollau, es Puno, es la antt-
planicie, germinal de la cultura por venir como lo fué de las civi­
lizaciones milenarias del Ande.
¡Estamos ciegos para no reconocer que es en Puno donde
surge el núcleo de la intelectualidad india!
¿Dónde han nacido Gabriel Churata y Alejandro Peralta, es­
tos Ayar de la literatura andina?
¿Donde actúan los futuros Jilakatas como Francisco Choke-
wanka Ayulo, Manuel A. Quiroga, Julian Palacios, Eduardo pineda
Arce, Pastor Ordóñez, Enrique Gallegos, Samuel Ramírez Casti­
lla, Alberto Mostajo, Washington Cano, los Cuentas Nicolás An­
gles, Luis de Rodrigo, Emilio Armaza, Luis N. Echevarría y cien
más fervorosos indianistas, clase directora de la indanidad lacus­
tre?
Puneños son José Antonio Encinas llamado a gran papel en
un futuro no remoto; Emilio Romero atalayante, avisor, desde su
22

E IT O PERSONAL
P o r M IO U E L.

Como el doctor Primo de Rivera y Orbaneja, general y su­ alguna. Sí, ya sé que en las mancebías — me lo han asegurado —
puesto dictador, ha hablado varias veces de despechados, refirién­ suele haber imágenes de la Santísima Virgen María — perdón Se­
dose entre éllos seguramente a mí, voy a empezar ahora y aquí ha­ ñora! — pero yo que fui educado por mi madre viuda, en las más
blando de mi situación individual y personal, más personal que íntima y profunda piedad cristiana y católica; yo que he refresca­
individual. Debo ante todo rechazar la especie de que mi campa­ do mis labios toda mi vida y a diario, para mantener en mi vida
ña obedezca a un pleito individual, mío con el rey o con la tiranía mi santa niñez, con el Ave María, no puedo menos que horrori­
pretoriana que él trajo a España. Ni puede decirse que sea yo zarme cada vez que leo que el Primo de Rivera, ese, vá a repre­
un perseguido. Mi confinamiento en la isla de Fuerteventura — sentar la impía y blasfema farsa de ir a orar ante una imagen de
Dios la bendiga! — se debió a mi voluntad. Supe el acuerdo con la Virgen. Es tomarla de Celestina.
tiempo suficiente de huir a Portugal antes de que se me detuviera Ya a nadie que sepa vivir en la Historia se le ocurre pregun­
en mi casa y tampoco quise acudir al Gobierno militar de Sala­ tar qué es lo que busco con mi obra en élla. Los tiranuelos por su
manca a preguntar los motivos del extrañamiento — hasta hoy no parte, saben bien que no persigo componenda ni arreglo algunos,
me los han declarado - iniciando así el diálogo que es lo que, sin sino justicia y que no he de cejar hasta que logre que se les enjui­
duda, buscaban los tiranuelos. cie y ajusticie al castigo que les corresponda; saben bien que hay
Y en llegando a Cádiz manifesté que tenía trazado mi plan, por lo menos uno que no se conformará con lo de borrón y cuenta
consistente en no huir, no preguntar las razones o sinrazones de nueva. Aún quedan, parece, algunos menguados que se imaginan,
la medida tomada contra mí y no pagar gasto alguno. Y así lo juzgando por su propia mengua, que busco el poder. ¿El poder?
cumplí. En los ocho días que estuve en Cádiz confinado en un Más poder? Otro poder? Hace algunos años ya un político amigo
pequeño hotel, no recibí más que una sola visita de sujeto que lle­ mío, de los del llamado antiguo régimen, es decir, de los que aún
gase de fuera a verme y fué la de Miguel — desgracia la de mi conservan alguna honradez, decía de mí que podía permitirme
nombre! — de Maeztu, muy desventajosamente conocido en mi ciertas manifestaciones que les estaban vedadas a éllos, los que as­
villa natal y compañero de negocios — sucios, por supuesto — del piraban a gobernar; a lo que yo contesté: “yo no aápiro a gober­
gran negociante — a las veces en sangre humana - Severino Mar­ nar; yo gobierno!” y precisamente aquellos que aspiraban a gober­
tínez Anido. Fué, de seguro a ver si hallaba resquicio para enta­ nar, que pretendían gobernar, se quedaron eternos en aspirantes,
blar el arreglo. Porque ya para entonces los tiranuelos se habían en eternos pretendientes al gobierno.
dado cuenta de su torpeza y buscaban, como en lo del Marqués de Recordad a don Antonio Maura. El hombre civil de la auto­
Cortina, la componenda. Y es que son tan brutos, han vivido tan nomía de las colonias ultramarinas, el de la ciudadañía, el que lla­
al margen de la vida cultural de España, que era y sigue siendo mó f u r r i e l e s e idóneos a los conservadores que se rindieron al pre­
posible que un español se haga, como me he hecho yo, una repu­ torianismo del rey, el que dijo aquello de “que gobiernen los que
tación mundial, adquiera autoridad en todo el mundo civilizado y no dejan gobernar”, se murió repitiendo que él nunca había en
aún más allá de los países de lengua española, sin que éllos se en­ realidad gobernado, que no le habían dejado gobernar. Y se mu­
teren. rió después, de haber resistido a ejercer la dictadura y a sustituir,
Reputación que sigo acreciendo y agrandando y con el fin con borrón y cuenta nueva, a los actuales tiranuelos. Y recien­
de emplear la autoridad moral e intelectual así adquirida en liber­ temente el rey llamó al otro Maura, al hijo mayor de aquél, al
tar a mi patria de la más abyecta, rapaz y embrutecedora tiranía Conde de la Montera, para que viese el modo de sacarles del atran ­
y de marcar a los th-anuelos — para siempre — con la señal de co. Y este otro Maura, el africanista, invitó a una comida a nues­
los réprobos de la historia. Y a la vez de salvar ante la conciencia tro amigo Marañón para saber si entraría en un ministerio de tran ­
de la Humanidad la honra de nuestra España. Porque si el buen sición — y de transacción — para preparar la vuelta a la que lla­
nombre de España ha de salir lo menos mal posible de esta catás­ man la normalidad constitucional, sin Primo de Rivera pero...........
trofe se ha de deber a nosotros, a los motejados de intelectuales; con Martínez Anido! Marañón se echó las manos a la cabeza, él
motejados con cierto retintín de fingido desdén, pero de real en­ que había visto presa de uno de sus ataques de epilepsia al gran
vidia cainita. Y de cainitas degenerados, que al cabo el mítico negociante en sangre humana y en otros artículos, al que hizo ma­
Caín, el que tuvo el valor de matar a Abel, no parece que fué un tar al moro amigo Dris ben Said para que no hubiese paz en Ma­
majadero. Nosotros, los motejados de intelectuales por los machos rruecos. Y es que este otro Maura, el africanista, se disponía ac­
jubilados, nosotros estamos salvando la honra histórica de Espa­ tuar de furriel y de ¡doñeo y a que no le dejasen gobernar.
ña. Y nó los brutos de la cruzada de Marruecos. Yo ejercer el poder? Indudablemente! Para ello no es menes­
Despecho? Es que se me ha negado nada de lo que he pe­ ter ser ministro. Pero dejemos a los menguados que juzgando por
dido? Cierto es que no he pedido nada y que me he rehusado a los su propia mengua inventan semejante cosa. El ejercicio de ese
requerimientos para que pidiera. Y viniendo concretamente a lo poder a que aluden no haría sino menguarme otro poder que ejer­
de la tiranía, después de aquel lamentabilísimo manifiesto del 13 de zo y al que me atengo más. De codicioso nunca he tenido nada ni
Septiembre de 1923, perenne baldón para España, de aquel docu­ aquel poder tienta la codicia de persona honrada, y en cuanto a
mento en que se cuajó toda la mala sangre, la mala baba, la mala ambición la mía está bien calmada.
bilis y el pus de la animalidad que está en el fondo de la huma­ Hay otros pobres cuitadillos que no logran darse" cuenta del
nidad española — toda humanidad tiene una base de animalidad y alud de pasión que pongo en esta obra de justificación y de ajus­
la obra de la civilización es que la humanidad domine a la anima­ ticiamiento — son pobres iiteratillos — y que se me vienen con el
lidad, el ángel a la bestia — después de aquel documento troglodí­ miserable estribillo de que debía desdeñar a los que suponen que
tico' ningún español, no ya culto, sino sencillamente honrado, podía les ataco para vengar agravios personales. Y hablan del desdén
prestarse a apoyar a la dictadura. Ponerse a apoyar a ésta, cola­ del silencio. Pero si hubo desdeñosa, fué mi maestro el Dante —
borar en élla, prestarle su asistencia era y es deshonrarse. Porque no sé dónde leí que los tres más grandes desdeñosos de nuestra
no han sido errores los de la dictadura, no es que se han equivo­ religión han sido Moisés, San Pablo y el Dante — y el Dante no
cado; es que han procedido desde un principio con evidente mala calló su desdén, el Dante supo insultar. Y es que no eran insultos
fé. — divinos insultos — los del Cristo cuando hablaba de raza de
Ante todo en el estilo mismo del documento — y el estilo es víboras y de sepulcros blanqueados? Es que a San Juan Bautista,
el fondo verdadero y la verdadera esencia de un documento — se al Precursor, le hizo decapitar el tirano por haberse callado? Pero
revelaba la raíz emponzoñada de la paite de animalidad que í-esiste la cabeza degollada de San Juan seguía clamando, con su sangre,
a la humanización, es decir a la civilización, de España. Es con los desde el plato. Como sigue clamando la sangre de aquel pobre
de la c a s t a los de la m a s c u l í n i d a d , esa soez e inhumana concepción condenado de Veía del Bidasoa que para evitar el garrote se arro­
de mancebía que ha originado el catolicismo testieular de los re- jó desde lo alto de la prisión y que hubiese efusión de sangre, ya
quetés, catolicismo sin catolicidad y desde luego sin cristiandad que el rey mismo me había dicho — a mí, a mí mismo — que en
e) Am a ut a 23

el garrote no hay al fin como en la guillotina efusión de sangre. casuista sanguinario, que empezó a proteger la siesta secular de su
Y sigue clamando la sangre de Rizal. pueblo. Y más adelante la tiranía de los López padre e hijo. Como
Desdeñar? Alguien creyendo adularme, me ha recordado el ejq Méjico el imperio de Maximiliano — habíale precedido el ri­
proberbio latino: a q u i l a n o n c a p i t m u s c a s , el águila no caza moscas, dículo de Iturbide — anunció la tiranía de Porfirio Díaz. Y en
y aunque yo no sepa si las moscas no son un buen aperitivo, o si­ el Ecuador bajo la Sagrada Bolsa de la Compañía de Jesús se ins­
quiera laxante para el águila, sé que esos a quienes persigo con tauró la tiranía de García Moreno. Pero ni Rodríguez Francia
mi pluma y con mi lengua no son moscas o son moscas de los cadá­ ni los López, ni Porfirio Díaz, ni García Moreno eran ni un Primo
veres, portadoras de la peste. O si mosquitos, de esos mosquitos de Rivera ni un Martínez Anido ni un Don Alfonso. Hay que
que trasmiten el paludismo. Y qué mejor empleo podría tener un distinguir. En Rodríguez Francia, en los López — como supo mo­
águila que el de destruir mosquitos de las tercianas si es que no rir el hijo, Solano López! — en Porfirio Díaz, en García Moreno —
había gorriones u otros pajarillos que se dedicasen a esa caza? también este profesor y excelente poeta creyente supo morir —•
Desdeñar? Sí, pero nó con el silencio ni con la reticencia. hubo una cierta grandeza trágica, pero en ese botarate, en ese epi­
Porque esa canalla ha empequeñecido y deshonrado hasta a la ti­ léptico y en ese tramposo? Y ¡envidio al gran escritor y patrio­
ranía ! Si siquiera tuviese una grandeza trágica! Mas ni la gracia ta ecuatoriano Juan Montalvo el haber tenido en García Moreno un
burda de “La venganza de Don Mendo” que tanto admira Primo blanco digno de sus ataques, un objeto a la grandeza de su plu­
de Rivera dando con ello la medida de su desabrida ramplonería ma! El gran cervantista, el que escribió los “ Capítulos del Qui­
de señorito chulo del Lebrero de Jerez de la Frontera. No Anda­ jote que se le olvidaron a Cervantes”, podía, sin sentirse tortu­
luz, por supuesto, ni de Jerez de la Frontera, nó! Porque última­ rado por ello, dedicarse a combatir la tiranía civil de García Mo­
mente he oído, apropósito del Primo, hablar de andalucismo en un reno, pero esto de tener — tener que, sí, tener que — emplear
sentido que debe sublevar a todo buen español justiciero. Anda­ toda el alma en persebuir al Primo, al Anido y compinches, no es,
luces fueron muy andaluces, para no citar a otros, Alvarez Men- Dios mío! una expiación por alguna profunda culpa? Pero me
dizábal, Narvaez, Ríos Rosas, Cánovas del Castillo, y eran gente. pongo en manos de Dios y a la casa de mosquitos de la terciana,
Y seria y honrada. Y en cuanto a Jerez de la Frontera, de allí de moscas de la peste de los cadáveres! Imperialismo intelectual!
salió la Mano Negra, que fué también algo serio. Es como si.tra ­ Sí, hay un imperialismo cultural hispano americano! Y al decir
tando de Anido quisiéramos compararle con Manuel Casanova, a hispano incluyo a los pueblos de lengua portuguesa, Portugal y el
quien admiró mi amiga doña Emilia Pardo Bazán que de vivir Brasil, porque Hispania quiere decir toda la Península Ibérica; hay
ahora despreciaría, estoy seguro de ello, al Anido. un imperialismo cultural hispano americano. Pero no de España
Desdeñar? Sí, pero no con el silencio ni con la retictncia. y menos de la España del trio Habsburgo Anido - Primo, sino de
Odiar? Odiar nó! Se odia a las personas, no a las cosas. Y esos los pueblos todos de lenguas hispánicas, ibéricas, un imperialismo
sujetos, esos individuos, si personifican algo son fuerzas elementa­ de todos los que pensamos y sentimos en las lenguas de Cervantes,
les de la animalidad española, de su infra humanidad, de su bes­ Camoens y de Raimundo Lulio —- Remon Llull. Y !a madre pa­
tialidad. tria es la patria espiritual común, un alma y no un territorio; una
Y lo más triste, lo más descorazonador, es que se sirva de historia y no un código común. Y por ¡o que hace a nosotros,
ellos todo ese poder demoniaco de la antigua inquisición, de las he­ los españoles, una lengua común, la lengua en que alguna vez pen­
ces del paganismo — hay un paganismo honrado — que se aloja­ saron —y al pensar sintieron en ella — los portugueses Gil Vi­
ron en el cuerpo — no en el alma — de la cristiandad católica. cente, Camoens, Francisco, Manuel de Meló — el que hizo pro­
El sacrilegio de Primo, que ha querido hacer de María Santísima nunciar para siempre el más hermoso discurso político que se con­
una Celestina de la tiranía pretoriana, ha también hablado alguna serva en castellano al gran patriota catalán — Pau Claris — en
vez del Sagrado Corazón de Jesús. Qué sabe de sagrado, ni de que mandó, co-.n-a el intruso Habsburgo imperial, el indio mís­
corazones ni menos de Jesús? Y eso no es corazón! eso es bolsa. tico Benito Juárez y en que di ó a la eternidad su último canto
Se trata de la Sagrada Bolsa de la Compañía de Jesús, cuyo guar­ el indio tagalo José Rizal, la lengua en que nos dejó su alta doc­
dador es Judas Iscariote, el traidor. Se trata de la Compañía dé la trina de civilidad el nobilísimo patriota Pi y Margall. Este,
Bolsa de Jesús, la del Imperio jesuítico del Paraguay, la de la gran este es nuestro imperialismo, el de aquellos hispano-americanos
Compañía Social. que cemo el gran Domingo Faustino Sarmiento, arclii-español, fue­
Y no traigo en vano acá esto del Imperio jesuítico del Para­ ron tachados de anti-españoles por menguados coloniales de ten­
guay. Porque ahora que ven el justísimo fracaso de la cruzada ma­ derete de baratijas quisquillosos, recelosos y ansiosos de cintajos;
rroquí, ahora que empiezan a ver que fué el dedo del Padre del el imperialismo de Simón Bolívar, de abolengo vasco, el más gran­
Cristo el que trazó el desastre de Annual, el castigo de una agre­ de discípulo de Don Quijote. Y este imperialismo, lo estamos
sión injusta; ahora que empiezan a darse cuenta de que el apóstol sosteniendo nosotros, los que aplastamos con nuestro santo desdén
Santiago, el hermano del Señor, ni montó jamás a caballo — su a los tiranuelos pretorianos, cainitas y rapaces, nosotros, los in­
maestro una vez en una pollina — ni menos mató moros — “mete telectuales, Nosotros y ........ — es la hora sagrada de sacar a la
tu espada en la vaina!” — reconocen que la campaña del Rif es luz del sol todo el corazón y ruin sea el que ruinmente juzgue —
contrapopular y que al cristiano pueblo español le repugnan des­ y tanto como el que más yo. Yo, sí, el despechado, el loco, el ambi­
quites de mercenarios del honor y nos empiezan a hablar de re­ cioso,'el energúmeno, yo! Yo que estoy llevando lo más íntimo
conquista espiritual de América, de imperialismo cultural sobre del alma de nuestro pueblo, su esencia eterna, su divina sobre­
los pueblos de lengua española. razón de ser-, e! jugo de su cristiandad quijotesca, al conocimien­
¡Imperialisto cultural sobre América? Que quiere decir eso? to y al entendimiento de los pueblos de lenguas latinas, anglo-
Donde el imperio? Ya que el desgraciado Maximiliano de Austria, sajónicas, germánicas, esc la v as.... a la humanidad civilizada.
el trágico Habsburgo — esa familia de los Habsburgos es tan trá­ Imperialismo. . . sí, pero el del espíritu y la conciencia y
gica como la de los atridas — no logró implantar el imperialismo la justicia. Y que no nos hablen de reconciliación, y que no vuel­
intelectual jesuítico, también habsburgiano. Porque no debe ol­ va ese vesánico de 'Martínez Anido, traficante en sangre humana,
vidarse que si Iñigo de Loyola fué un español de la más pura ce­ a volver a decir que en la unión patriótica eaben todos los hom­
pa y del más rancio abolengo, un vasco, fué soldado de un Habs­ bres de buena voluntad, porque la suya no es voluntad, sino gana,
burgo, de un Austria, y quedó cojo, inválido para la guerra cás­ ni es buena sino perversa. No, no cabemos juntos ellos y noso­
trense, en Pamplona, luchando contra el francés, y que la funda­ tros. La plenitud excluye el vacío.
ción de la Compañía llamada de Jesús se hizo en un ambiente más Imperialismo! Sí, pero de la cabeza y del corazón y no de la
habsburgiano que castizamente español, y que la Compañía ha si­ bilis ni de los testículos. Se tiene que acabar esa soez grosería
do tanto como española austríaca e italiana, o mejor ifcalo-austriaca, de señoritos f ají nados de casino — no de cuartel ni de cuarto de
de !a italianidad austrieante. Y es ese el imperialismo que se quie­ banderas — que hacen gala de masculinidád y de casta. Los hom­
re llevar a América? bres no son jacos. Hace aún muy poco, con ocasión de un nue-
Al Imperio jesuítico del Paraguay, destruido por el Borbón yo atraco — este al Duque de San Pedro de Galatino — el chulo
Carlos III, o mejor por sus consejeros enciclopedistas y en el fon­ que cree dictar algo para explicar el robo, decía que el Duque
do rousseaunianos, apenas la América española se emancipó del pretende mantener su personalidad! Ese es el delito. Y ser persona.
abyecto Fernando VII, sucedió la tiranía del Doctor Gaspar Ro­ Eso es lo que esos sujetos, individuos, no pueden perdonar, el que
dríguez Francia, el mestizo ajesuitado, discípulo de los jesuítas. sea persona.
24 Am anta

7
I
Se estremecen las arterias de las urbes epilépticas
1 en el hilo telegráfico de su voz.
Mientras los hombres avanzan,
Yo quiero que amanezcan las últimas palabras: como humaredas hidráulicas
angustiadas, hollinadas de los más tristes usos— por los alambres turbios de la emoción.
entonces,
el carbón de mis ojos rayará de oraciones los muros de Urbes fantásticas y engranajes de música
(las cárceles. donde hieren los pitos el dolor del cielo:
el humo danza en las aguas del espacio y las estrellas
2 se desangran en las pecheras de los rascacielos.

Mis labios soplan unas letras calientes, olorosas 8


que le abren ventanas de marzo a la tarde:
1 e n i n : Yo atravieso su cara de besos y miro El sol pega en las fachadas carteles revolucionarios.
a sus plantas le nacen como flores salvajes caminos 9
y se quiebran los cauces de sombra en sus manos celestes
3 Pero yo Te prefiero 1 e n i n sobre las aguas
de la mañana:
1 e n i n Así Te ven mis ojos: en la garúa del campo
sobre la tierra nueva y recién lavada:
4 frente a las madrugadas aturdidas de pájaros:
con un cielo arrimado a las cejas azules del horizonte.
Mi corazón corsario danza una danza oscura,
y en sus ritmos azules de culebra o candombe 10
trota indeterminado tu recuerdo. 1 e n i n
las letras de Tu nombre se escurren en el alma
5 por encima de todos los amores de luto:
el de la madre lenta o el de la novia descolorida.
Yo lie de hacer mi oración como una lanza En el filo del cielo mi amor Te coloca:
que rompa los vitrales de los cielos: donde hunde sus anclas la tarde y emerge brumosa
rechinarán los puentes: se iluminarán los barcos y los trenes la tristeza azul de los campanarios.
y humeará enardecida la tristeza de las fábricas.
11
ó
Yo he de hacer mi oración como una lanza.
Hacia El van las multitudes corno abanicos sin término 12
o carrouseles giróscopos.
De sus miradas descienden súbitamente horizontes Quiero gritar mi grito que se prenda en te noche
y en sus brazos los días veloces se detienen absortos y quiero que mi sangre se sumerja en el júbilo:
como en un archipiélago rojo. que mis ojos eléctricos hacia 1 i locos rueden:
y que todo yo me encienda como una fogata turbia:
Es mi oración,
y así lo quiere mi cólera joven.
Y vuelvo a por donde empecé. Defiendo un pleito personal,
pero no individual. La persona es lo representativo, lo social, 13
lo común. Como individuo yo no soy más español que un caba­
llo, un toro, un carnero, un gallo, un perro nacidos y criados en 1 e n i n
España, ni más que Primo de Rivera o que Anido, pero como per­
sona yo soy español y ellos no, porque el caballo, el toro, el car­ Con pitos de fábricas
nero, el gallo y el perro no son personas y Primo de Rivera y Ani­ y estremecimientos de urbes proletarias,
do son personificaciones de algo que pertenece a la animalidad, y ensueños tiznados de obreros
no a la humanidad, del pueblo español. Defiendo, sí, un pleito per­ y lozas moradas del h a m b r e :
sonal de nuestra España universal y eterna, el pleito personal del salta mi oración de mis labios de agua:
imperialismo cultural hispánico. flecha sonora humedecida de amaneceres
hacia los caminos nuevos de la geografía de Tu alma.
Y que ahora aquellos a quienes no se les dejó gobernar y a
quienes por no haber sabido resistirse e imponerse se les ha calum­ O s c a r CERRUTO.
niado e insultado — y desde la G a c e t a ! ——aquellos que dejaron en­
vilecer la política con la policía y cohechar los verdugos a los jue­ La Paz Enero de 1928.
ces, que busquen esas transiciones y transacciones y borrón y cuen­
ta nueva y que chachareen de reforma constitucional y de otras
andróminas y bagatelas por el estilo; nosotros seguiremos pidien­
do libertad, pero la libertad de la justicia, la libertad de la ver­
dad. Que somos cuatro o cuatro mil despechados y amargados? Por­
que el Primo ese, que se siente aislado, ya nos concede el ser cua­
tro millares. Más no es cuestión de número. Apenas llegaran a
cuatro mil los upistas (los de la U. P.) forzosos de toda España pero
ante ellos me comprometo yo a hacerle callar a ese charlatán. Y
a demostrar a estos cuatro mil asistentes que su amo tras de co­
nocer ni el valor de las palabras de que se sirve es un mal sujeto,
corroido de envidia — no de vanidad — y en quien la hipocresía y
el cinismo se funde en la már pavorosa ramplonería mental, moral
y estética.
Amauta 25

El H eb ra ísm o y la s b a s e s p s íq u ic a s d e la H is to r ia
POR R O M U i-O M EIM CSSS

Después que han sido sentadas las premisas para una mejor com­ ideal. En éste como en otros tantos casos de la Historia el hom­
prensión de la Historia, la principal de ellas a base de una psicolo­ bre ha confundido los arquetipos con los ideales como observa Orte­
gía multitudinaria, — el inconciente colectivo de Young — el cris­ ga y Gasset en los preludios de su ensayo sobre Mirabeau.
tianismo, rejuvenecimiento del acento religioso del Israel semiti- Aquí conviene anotar el profetismo de la segunda venida, el
co, es también susceptible, como cualquier otro fenómeno análogo, regreso apocalíptico. La herencia hebraica del cristianismo se ma­
de instrumentarse conforme a la clave y tono de las nuevas con­ nifiesta palpablemente en esta última predicción y en su trasposición
clusiones filosóficas. Conclusiones éstas que van purificando las a dogma dentro de la praxis romana. Pero a la altura en que la
viejas fuentes históricas y las relaciones conceptuales que se es­ humanidad se halla, superciviiizada en un maqumismo múltiple, la
tablecieron antes, cuando se hacía girar un determinado or-den de postuma profecia ya nada significa sino es un curioso documen­
acontecimientos, ideologías, sistemas politicos y religiosos al rede­ to psicanalítico de Juan arrobado en Patmos. La segunda venida
dor de cierto pueblo, cultura o determinada personalidad históri­ carece pues de la idealidad, si debemos llamar así, con que el hom­
ca: Budha, Confucio, Cristo, Alejandro, César, Napoleón o Bolívar. bre esperaba la primera. Hoy el hombre no está conformado a asi­
Spengler, con su morfología de las culturas, antes qué él, milar tales creencias y la especie, deshebraizada casi, no podrá mo­
Frobenius y, — Alfonso Paquet lo afirma — antes aún que Fro- delar otro Cristo.
benius el ruso Kireyewshi, vienen desde tiempo auscultando la Los hebreos traían su sino bien delineado en sus Escrituras. “No
mortecina y espectacular catharsis de una cultura que se vá. Que fueron tanto los judíos—nos dice Wells—quienes hicieron la Biblia
se va sumergiendo con su sino en las profundidades de los se­ como la Biblia quen hizo a los judíos.” Cristo era la nota domi­
nos cósmicos en donde esa cultura de Occidente, como otrora la nante y el principal capítulo, casi el todo de ese anhelo. De aquí que
India, China, Egipto o Roma quedará archivada en el anaquel co­ la misión y la fisonomía moral de “el que ha de venir” (Habacuc)
rrespondiente a cada estadio del espíritu humano. esté perfilada, hasta prebiegrafiada en las exortaciones de sus pro­
En el organismo del método histórico, Wells, también por su fetas como Isaías, Zacarías, Amos, Joel y en las reflexiones de sus
parte, desarticula para articular mejor, coyunturas que se habían reyes como David, Samuel y otros. Juan mismo, el Precursor de este
soldado tan mal que sus falsos ajustes entorpecían esa cabal in­ espíritu de renovación es llamado desde Malaquías “el mensajero
terpretación de la historia. que aparejará el camino delante de su faz.” Los Psalmos están hen­
Y últimamente el lituano Hermann Keyserling, difiriendo de chidos de cristiana predicción. La Biblia entera es un documento de
Splengler en que su actitud no trata de resolver este fenómeno hiperestésico patriotismo, jactante y exagerado. La palabra de Isaías,
determinando su solución en un irremediable destino cósmico sino anatematizante e inquieta como un volcán en actividad, es de una
en el de la libertad, aunque condicionada a resolver en los pue­ prodigiosa anticipación crítica del estado fronterizo a los tiempos
blos disposiciones fijas como un hado, ha dejado también definido de la nueva era.
el concepto de que no son las ideologías o doctrinas desarrolladas No es aventurada inducción el suponer, pues, que todo ese
por un hombre — a quien otorgamos generalmente demasiada ori­ acopio de esperanza, el producirse intelectual que se remontaba
ginalidad — las que representan el sentido de una época, sino que hasta los orígenes mesopotámicos del hebreismo,—más de 2,00J
es el estado psíquico colectivo precursor, contemporáneo y pos­ años anteriores a Jesús—la psicología de cálculo y previsión, esa
terior lo que dá fuerza expansiva y proselitista a esas tesis. Lo tensión profética siempre dispuesta a emocionar a Judá, formándo­
transferible, lo general humano, lo que puede ser común a todos le, por decirlo así, una conciencia de vaticinio de fatal cumplimien­
ejerce preeminencia y dominio sobre lo instransferible, quiere de­ to; el alma de la colectividad que no cesaba de anunciar el nuevo
cir, lo exclusivo, individual, particular de una cultura. La multi­ pacto de su Dios, siempre irascible,, con la casa de Israel, paula­
tud que se proyecta sobre el individuo. tinamente iba formando un subconciente propicio a crear una fi­
Con estas reglas en la mano, el Cristianismo es sobre todo gura de determinantes fines históricos como la de Jesús, adveni­
un fenómeno histórico y Jesús, el rebelde educador galileo, una miento que tenia que suceder, desde que esas circunstancias psíqui­
personalidad excepcionalmente predispuesta para ser símbolo de ese cas lo contorneaban con tales caracteres. Esto, aparte d d sistema
fenómeno y sugestivamente dotada para un atento y estudioso cíclico en que intermitentemente cada edad parece formar una per­
análisis. sonalidad magistral.
El Cristianismo, como la democracia, como el parlamentarismo, Por eso él mismo, en autos de todo lo que. de EL se había
el comunismo y demás ismos sociales, representa principalmente, escrito, se sintió responsabilizado ante el Padre,—su imperativo
superiores expresiones del espíritu encaminadas a producir un mo­ categórico— y, lo que es más notable, Elegido para salvar, guiar
vimiento mas o menos universal y a base siempre de sentimien­ y apacentar Israel, cuando alguna vez abriendo el libro de Raías
tos abstractos del subconciente, amor, igualdad, libertad, justicia. en la Sinagoga, compulsó su propio destino y estimó llegada su mi­
Así, pues, un gran reformador existe por causales de influjos cós­ sión de amor y caridad. Entonces, con la arrogancia de un garbo he­
micos y razones psíquicas de las muchedumbres y tiempo a que roico pero conciente, comenzó a predicar: “Hoy se ha cumplido esta
pertenece. No son los hombres en sí los que fijan el ritmo de la escritura en vuestros oídos” “Arrepentios que e! reino de los cielos
respiración histórica, aun cuando la conducen; ni las ideologías, se ha acercado.”
sistemas ni doctrinas, sino los estados colectivos—círculos cultura­ Obró en conformidad con la imposición profética. Obsesio­
les de Frobenius—con sus necesidades vitales los que predetermi­ nado por la predicción de Miqueas, habiendo nacido él en Bethlehem,
nan, crean un espíritu capaz de ser síntesis, representación y ex­ sumado este intransferible a sus excepcionales disposiciones orgá­
presión de ese palpitar, y capaz al mismo tiempo de adoptar acti­ nicas de apóstol, a su contextura espiritual y, principalmente, a la
tudes prometeicas de revolucionarismo social, politico o religioso. proyección sobre él del subconciente colectivo de su nación sedien­
La raza de Abraham y Moisés fué raza rebelde, nacionalista y ta de un hombre asi, todo hizo que surgiera como un producto nato
fanática. Los hebreos, pueblo de rígidos contornos religiosos y dila­ de la psicología hebrea, convirtiéndose en símbolo- de los tiempos
tados destinos, no eran ajenos a la sentencia de que las rebeldías, nuevos.
como una necesidad, abonan las fuerzas espirituales de un pueblo La pasta con que se amasaba la venida del de Galilea estaba
y son fecundante energía de esa voluntad de potencia, que llama en el punto manométrico de su formación cuando EL nació. Des­
Nietzsche, para el desarrollo de las posibilidades de acción de un pués, EL hizo lo demás.
pueblo o raza. Dentro de ese acento rebelde, si hay que conceder La multitud fija también su campaña social. La corrupción
a los judíos de esos tiempos una supr-ema aspiración, el ideal del de un sacerdocio metalizado y decente que había convertido en
caso precristiano no sería otro que el fatigoso y desesperado ychelo cueva de ladrones la casa de oración, la transformación de las cos­
de esperar y confiar en que nacería el Cristo de las veteranas pro­ tumbres de Israel, la agonía de lo tradicional como gestión histó­
fecías. I si un ideal es en último y máximo término una esperanza, rica, la romanización del Asia Menor, la difícil infiltración del im­
Cristo, así, fué para ellos el arquetipo simbólico actualizado de su perialismo romano que causaba en la prole hebrea, patriota y ce-
26 A m a u la

losa de su independencia aflicciones de cautiverio, nostalgias de


Sión y dolorosas remembranzas de Babilonia y de Egipto. La opo­ NATURALEZA MUERTA
sición psíquica de clase que se traducía en resentimiento de pueblo
dominado, toda la imagen conjunta de ese tiempo tuvo necesaria­
mente que rematar con espontaneidad de flor silvestre en una doc­
trina que era alto exponente de rebeldía espiritual acuñada en la en el charco del fuego
herencia psíquica, sobre el real conocimiento de esas realidades y hirviendo los buñuelos eran
condenación de esas concupiscencias. como chispas de miel dentro la paila
Sobre esta plataforma social nació el Cristo, confirmando con
esa encarnación del verbo prof ético del Judaismo las influencias un moreno que fu é soldado en tiempos
de las colectividades que elaboran sordamente las leyes históricas de la revolución de cáceres comenta
y su propio sino aún dentro de zonas de libertad humana, “libertad el cocido de harina entre los dientes
que—apunta Keyserling—no tiene razonablemente otro remedio
que reconocer un destino inexorable, ya que la historia nos enseña nosotros que escribimos para los periódicos
la fuerza de ese destino.” salimos a mirarle desde adentro
DE S US M I S M A S P A L A B R A S
— II —
la buñuelera sentada al pié del fuego
E L A G O N IS M O H E B R E O a veces en la miel de su silencio
empapa la criolla mercancía de sus miradas
Enfocaremos en la doctrina del mas formidable agitador de
conciencias su aspecto agonizante, delineando los contotrnos vecinos y a veces le limpia la nariz al llanto
y por vencerse de su larga gestión histórica. de sus ojos
La doctrina cristiana fué un formidable valor de oposición no QUE SE L A M E N T A N DE UN HUMAZO AM AR G O
obstante su negativismo vital;—aún lo és hoy mismo sobre los res­
tos fríos de un sacerdocio burocratizado—pero no se habría ex­
nosotros que le ignoramos su miseria
tendido y propagado, por más divina voluntad que en ello hu­
la miramos desde el fondo
biera puesto su fundador, estando ausentes algunos factores de psi­ lejano de su silencio
cología colectiva, como el decadentismo pagano y la predisposición
de la barbarie nórdica .
En ese organismo rejuvenecido de la Historia que son los bár­ n i c a n o r a. d e la f u e n t e
baros, se inyectaron endocrinamente las ideas morales del joven
poeta nazareno, y con el injerto de esas glándulas vitales, conso­
lidadas por la revisión paulina, (es sabido que al entusiasmo revo­
lucionario de Pablo se debe el desplazamiento de las bases cristia­ disección de las costumbres y los conocimientos, cuando los hom­
nas) la nueva moral, comenzando a evolucionar se volvió superna- bres buscan por nebulosos caminos teosófícos una mina de nuevas
cional y política después para unlversalizarse, pasando en su trayec­ esperanzas ya que otras se agotaron en las tradicionales fuerzas
toria desde el caos de las escuelas gnósticas de Alejandría y el aria- morales, el cristianismo, sin símbolos capaces de afirmar el pasado
nismo bizantino de puñal y celada, hasta el catolicismo, la ortodoxia prestigio, sin fuerzas para religar el pasado dominio sobre la con­
y el protestantismo , modernos ciencia, con una gestión superada ya y mortecina, nada podrá ante
Por la otra ribera hay que bucear estas raíces en la expresión la vesánica inquietud de la inteligencia que todo lo analiza, lo dis­
de sus profetas, pues difícilmente se podrá tomar el pulso a acento cute, lo confunde en múltiple diversidad. Si es cierto que desespera
universalista de ese credo, sin subsumirse en los profundos senos del por prolongar algo esa gestión, solo la América indígena y anal­
mosaísmo, cerrado en un nacionalismo hermético de mano empuña­ fabeta y el paroxismo contemporáneo del Asia pueden ofrecer espe­
da, para convertirse con Jesús y sus continuadores en un vasto pro­ ranzas de ese estado de continuidad.
ceso religioso que ha abarcado más de media existencia occidental. Aún dentro de las esferas intelectuales y pasado el racionalismo
El hebraísmo, casi sin alternativas de eficaz oposición, ha do­ de Renán, lo que pudiera tomarse por un renacimiento del genio
minado nuestra cultura mediante el bajo promedio psicológico de del cristianismo no es sino un vago extertor de agonías dolorosas.
las muchedumbres y mediante también, hay que reconocerlo, una Una postrer expresión en este sentido podría ser Papini con
organización bien dispuesta y aleccionada de la tribu de Leví. Po­ la rendición intelectual de su Historia de Cristo. Pero si se ob­
cas organizaciones como la católica, tan diestramente gobernadas serva bien, Papini, que ha renunciado la primogenitura de sus ideas
y que dejaran en los siglos mejores estampas de análogos adminis­ por un lírico y sentimental plato de lentejas, no ha hecho obx-a que
terios. Cabe afirmar que esa organización religiosa del cristianismo, tenga ribetes de durar muchas horas, ni siquiera tantas como
mejor en mil conceptos que la brahamánica o la egipcia, ha sido y las tocadas a Renán. De tal suerte que en esta época de ci­
es todavía, un ejemplar exponente de organizaciones sacerdotales. Yo vilización pura, y por lo mismo escéptica de valorizaciones éticas,
considero el romanismo como un modelo administrativo de las po­ y no obstante los naturales esfuerzos del cristianismo romano, pau­
líticas encaminadas a vincular el alma de los pueblos a una idea lino y juanista para acopiar lastre de opinión, Papini está ya pre­
universalista. Desde la Escuela, la Iglesia y el Estado, ellos, en su terido,. arrinconado en muchas bibliotecas y solo una que otra se­
provecho, timonearon muchos siglos la conciencia del mundo. Ni la ñora de edad,—pues las modernas se interesan más por Josefina Ba­
democracia con su parlamentarismo inestable, ni el bolchevismo del ker y su “blac-bootom”, Charles Lindbergh y Susana Lenglen,—dis­
día, ni la administración tolerante del Mikado, mucho menos las traen sus holganzas en ese edredón sentimental.
pasadas organizaciones feudales, peor aún el absolutismo; nin­ El cristianismo decae pues, se apaga, y esta decadencia, más
guna ha logrado la estabilidad prodigiosa de la Iglesia Romana hoy que todo interna, es peligrosa para quien interese porque es más
camino a la liquidación. fatál que la de la cultura. Siquiera esta tiene ante sí en la situa­
En Amerindia, este aspecto de su problemática reviste un ca­ ción ecuménica del porvenir una nueva síntesis, una nueva meta.
rácter de trascendental' fricción. Siempre se levantaron voces con­ El hebraísmo, aunque cruel y siniestro en mil aspectos de in­
denatorias de expresiones intolerantes. Es que la tolerancia reli­ tolerancia, desempeñó, en resumen, una interesante misión en­
giosa no puede existir en países unilateralmente religiosos. Hasta tre los hombres. Su balance, como cualquier otro de esta cuen­
hoy esos movimientos buscan el prevenir y vigilar los fáciles avan­ ta, tiene sus falsos asientos y oscuridades de gestión; pero con to­
ces de las obligarquías religiosas. Méjico con su heroica intoleran­ do, si bien ha sido una experiencia costosa en vidas, luchas y di­
cia y el Perú con la resistencia de sangre del 923 son claros indi­ neros, ha sido hasta cierto punto necesaria para los últimos fines
cios de cómo y a qué profundidad estarán echadas estas raíces del de la inquietud humana hacia el bienestar social, especialmente al
problema religioso en nuestra infraestructura social. comunismo. Nacido en aquella edad en que el acento teológico
■No es la indiferencia, es la combustión de las células cerebra­ y el sentimiento primario del terror cósmico decidían la suerte
les la peor beligerancia de los instintos religiosos. En la actual futura de los destinos humanos, ha madurado hasta ahora pasan-
im a t ilc 27

La E n s tH a n ia de la P s ic o lo g ía en la U n iv e rs id a d d e S a n ¡H orcos
POR OARLOS A- VEG-ASQ VJISSE

D E C R E P IT U D U N IV E R SIT A R IA estímulos del medio, el y o so c ial, el yo adquirido, esa especie de


El peso de una tremenda senilidad agobia a San Marcos. Por super-yo, formado por todas aquellas influencias (familia, escuela,
esto—desde 1551 hasta la fecha— no ha podido librarse ni del tra- sociedad, educación, etc.) que constituyen lo que G a b r i e l T a r d e lla­
dicionismo ni de la tutela de los dogmas. He aquí uno de los mu­ mó la “ í n t e r - p s i c o l o g í a ” . Actúan, pues, dos elementos de mútua
chos motivos que justifican su i n a c t u a l i d a d , su e x o t i s m o y su c risis. reacción: o r i g i n a l i d a d b i o - s í q u ic a y a d a p t a c i ó n so c i a l ; factores in­
Grandes maestros de N u e s t r a A m é r i c a (Joaquín V. Gonzá- ternos o genotípicos (endógenos) y factores externos o fenotípicos
les, Ernesto Nelson, Enrique Molina, José Ingenieros, Juan B. Te- (exógenos), que son los que definiendo la personalidad integral
rán, Alfredo Palacios, etc.), para usar el lenguaje de W a l d o F r a n k , del sujeto, dan a la psicología un carácter de perennidad, y, por
lo tanto, de a c t u a l i d a d .
han hablado de la estructura, de las orientaciones ideológicas y de
la función social que deben tener, en la hora actual, nuestras anqui­ Mas no es sólo su matiz evolutivo y cambiante—que lo adquie­
losadas y polvorientas universidades. Y este ideario, que es una bri­ re en cada época—lo que da relieve al estudio de la psicología;
como no lo es tampoco el noble objeto que posee, tan necesario
llante defensa del nuevo espíritu, ha conseguido, en varios países
afines al nuestro, una fervorosa realización. Córdoba, Tucumán, para ir pos de la solución de esa perenne incógnita que creara
S ó c r a t e s ; la. psicología tiene hoy mayor trascendencia que nunca
Concepción, etc. son tres casos ilustrativos-de magnífica elocuencia.
porque- no hay campo de la actividad humana (educación, gobierno,
Sólo San Marcos, sujeta al redil de los prejuicios y manejada por
medicina, penología, industria, etc, etc.) donde ella no desparrame
unos cuantos “ s e ñ o r i t o s ” , continúa, encorvada y genuflexa, en e s ­
p e r a de u n a b u e n a o x i g e n a c i ó n c u l t u r a l .
con prodigalidad sus imprescindibles consejos y donde ella no cum­
ple, en forma absolutamente desinteresada, su noble magisterio.
Ante el avance de los nuevos credos y ante la fisonomía es­
Y este es, igualmente, otro índice de a c t u a l i d a d ; como lo es, asi­
piritual de este siglo de tan variadas palpitaciones, es imperdona­
mismo, el de estar alerta en estos tiempos, tan aguijoneados por
ble y es suicida que San Marcos se empeñe en seguir la ruta del pa-
el pragmatismo imperante, a cualquier amenaza que se cierna
sivismo y de la conformidad; y que, repleta de temores y sin fé
sobre los valores espirituales, cuya defensa, elocuente e ilimitada,
en los nuevos destinos, continúe llevando una vida incolora e inac­
corresponde a la psicología, ya que el filosofismo de la era en que
tual, toda llena de plácida beatitud y r’e tibieza conventual.
vivimos continúa repleto de gaseosidad.
Con un pasado aceptable y con un presente sin justificación,
Formulemos, ahora, estas dos interrogaciones:
San Marcos, siquiera por prestigio cultural, d e b e r í a r e n o v a r (casi
totalmente) s u s h o m b r e s y s u s v i e j a s id e a s , para proporcionar a la la.— ¿Da al problema de la nueva psicología, la Universidad
Mayor de San Marcos, toda la importancia que él tiene en nues­
juventud peruana un albergue espiritual a tono con las demandas
tros días?
ideológicas de la época. Así ahogaría su decrepitud, y, animada
por el espíritu de los nuevos tiempos, cumpliría—en forma noble y 2a.— ¿Se enseña esta disciplina en conformidad con las más
recientes orientaciones?
abnegada—su doble e importante misión: s e r v i r al P e r ú y a la H u ­
Ni lo uno, ni lo otro. Veamos las razones:
m a n id a d , conceptos que tienen una vinculación fraterna.
Sostenemos, y lo vamos a demostrar, que l a e n s e ñ a n z a d e la
U n C a s o d e E s t a n c a m i e n t o : la E n s e ñ a n z a d e l a P s i c o l o g í a p s i c o lo g í a (enseñanza en la que se refleja la escasa importancia que
La psicología, al fin disciplina bio-espiritua!, es uno de los se le da a esta ciencia) es p o b r e y es a n a c r ó n i c a , porque:
problemas de nuestro tiempo. Y lo es porque cada época cultural I o.—Carece del espíritu que hoy anima a esta disciplina;
y cada periodo de civilización—al amparo de sus ansias renovatrices 2". -Su aspecto didáctico es terriblemente desconsolador;
— c r e a u n p e n s a r y u n s e n t i r c a r a c t e r í s t i c o s , O sea un psiquismo 3<?.—Sus resultados, desde el punto de vista de la inquietud
único y diferencial. En el endocosmos humano, por obra de la os­ y enfervorización de los alumnos, son casi nulos;
mosis civilizadora, también adquieren resonancia estos nuevos ca­ 4?.—Vive de la abstracción y se mantiene a espaldas de la vida.
racteres y se integralizan con las peculiaridades biológicas que Sintetizando, creemos que le falta:
aporta la herencia. Hay, por lo tanto, como decía W u n d t , una “ener­ Io.—Un nuevo espíritu.
gía creciente,” fluctuante, rítmica, porque sobre el yo p r o f u n d o y 29. —Un nuevo método.
o r i g in a l — en el que actúan las fuerzas de la raza, la familia, el 30. —Un haz de inquietudes.
sexo, etc.—se apoya y crece, mientras mayor es la pujanza de los 4o.—-Un signo vital y un índice cósmico.

do por crisis de corrupciones, incertidumbres y peligros de con­ No estarnos lejos de una sorpresa unitaria con un movimiento
sunción, como la baya de cualquier árbol. Hoy, en el dintel de cristiano general — cuyas manifestaciones en el N. de Europa se
una cancelación definitiva, el hombre sabe que es imposible su han dejado presentir — hacia la unificación del Cristianismo di­
perpetuidad. Y su desconsolado dictamen dice del relativismo de vidido; pero ni aún así el hebraísmo logrará cincelar los mu­
todas las cosas, hasta de las “cosas de Dios”. chos ángulos salientes que lleva en sí la nueva extructura psico­
lógica dei mundo. El hombre de hoy, sea éste occidental, fascis­
En nuestra época no podrían decidir las instancias de esos fe­ ta, bolchevique, ecuménico, americano o asiático, en el círculo
nómenos espirituales, ni aún la del sentimiento irracional del amor, contingente de nuevas y premiosas necesidades, quizás si un tan­
pues aún cuando nuestra época posee una templanza religiosa, esa to desconsolado por saber que no son divinas muchas raíces re­
religiosidad no es la misma y hasta en cien puntos opuesta a la ligiosas, busca ahora en la heterogeneidad de apasionados pro­
religiosidad israelita, pagana o nórdica de los tiempos pretéritos. blemas, emociones más tónicas y caminos menos transitados.
Por lo mismo, hasta sus manifestaciones más sentimentales, — Tal vez su corriente le conduzca al Oriente, por donde están
aún neo-positivistas — como el cuaquerismo, el Ejército de Sal­ reverberando las cúpulas bizantinas de Moscú inflamadas por el
vación, la Beneficencia católica, — una distracción de las aburri­ materialismo histórico d’e Marx y Lenin, o las ensangrentadas ca­
das burguesías — el cofratilismo, el evangeiismo sobre los Andes, lles de Peking, Cantón y Shangal. Y mientras indeciso atisba esos
la Y. M. C. A., hasta sus exposiciones de propaganda manifiesta, derroteros y olvida todos los cultos, baila el desarticulado chár--
como la última conciliar eucarística de Chicago en el “Soldier's leston con psíquico primitivismo, se apasiona en el Foot-Ball, es­
Field” (donde pocos meses después comulgaban a puñetazos Demp­ cucha a Stravinsky — pero más el jazz-band — y colecciona cua­
sey y Tunney) ya están desposeídas grandemente de ese poder dros suprarealistas.
proselitista que invadió el mundo sentimental de hace dos mil años,
cuando la renunciación a los bienes terrenales era una virtud ROMULO MENESES M.
práctica y cuando no pocos sabían de las misteriosas dilataciones
intemporales del éxtasis. La Paz, Bolivia, 1928
28 Am a u ta

D E M O L IE N D O Y C R E A N D O
E L PUERTO
1».— ¿Cuál es el espíritu que hoy orienta, en San Marcos, la
enseñanza de la psicología? Es, por desgracia, el mismo que orien­
tó a la vieja psicología: el f i lo s ó f ic o , el i n t e l e c t u a l i s t a , el s u b j e t i v o ,
el d o g m á t i c o , el a t o m i s t a , el a r i s t o c r á t i c o . En suma: el d e l c o m e n t a - Qué extraño llorar tienen los puertos,
r i t m o d e u n d é c i m a m a n o . . . . Sí, porque no es más que repetición así en las noches de despedida
inconsulta con unos cuantos adornos líricos. . . . El corazón se vuelve ázima boca
Es de acuerdo con esta vieja tendencia, que siempre se comien­ en gesto agónico de frustrado grito
za por una i n t r o d u c c i ó n a l a f i lo s o f ía , estudio con el que se debe y se queda pensativo.
terminar el curso, ya que para diferenciar los distintos tipos de
pensamiento (científico, filosófico, etc. que es lo que se hace en la
i n t r o d u c c i ó n ) conviene, previamente, e s t u d i a r la p s i c o lo g í a d e l p e n ­ Qué extraño llorar tiene este puerto,
s a m i e n t o . Con estos antecedentes, toda diferenciación resulta ha­ empapado de amor de despedida;
cedera y provechosa. me va galando no se a donde la vida
duéleme este desatar de húmedos nudos.
A la i n t r o d u c c i ó n a l a f i l o s o f í a le sigue, en la forma más con­
vencional y episódica, un capítulo sobre la h i s t o r i a d e la p s ic o lo g ía ,
y luego—haciendo el más completo abandono de los antecedentes Mañana........... ¡Cómo pudiera
biológicos—el estudio dogmático, porque siempre es unilateral, darle mi mañana a su mirada!
de los llamados problemas de la psicología, los famosos d a t o s i n m e ­
El puerto tiene ojos de amante
d i a t o s de la c o n c i e n c i a , según los intuicionistas bergsonianos. Tales
llorando humilde adiós postrero
problemas o datos son el consabido estudio de las sensaciones, las
percepciones, la memoria, la imaginación, la asociación de ideas,
etc., problemas en cuya estudio se repite mansamente lo que sostie­ La noche acoge negras incógnitas
ne la vieja psicología, a la que en estos últimos tiempos se le ha dado de algún agazapado destino ambiguo.
un fuerte colorido bergsoniano. Con sus luces el puerto, temblorosamente,
Frente a este trascendentalismo filosófico y frente a este dog­ en un cuágulo de dolor me mira
matismo psicológico, campeante en San Marcos, cabe preguntar: como una pupila ciega de lágrimas.
¿Hay otra orientación diferente de la filosófica? ¿Hay una nueva
manera de encarar los problemas de la psicología? Hay en el J uan M. M erino V igil .
seno de esta disciplina nuevos estímulos, nuevos acicates, nuevos
motivos renovadores? Para satisfacer a estas interrogaciones, basta
recordar que por encima del aristotelismo, de la psicología atomís­
tica, del dualismo cartesiano, del panteísmo de Spinoza, de la mo-
nadología de Leibnitz, del paralelismo psico-físico, del asociacionis-
fflo inglés, etc. etc. han surgido ,aparte del intuicionismo, nuevas y
pujantes tendencias psicológicas, a saber: el pragmatismo, el psico­
Contra la Naturaleza Muerta
análisis (al que líricamente se le ha llamado freudismo), el be-
haviorismo o conductivismo, la psico-antropometría (tests de dife­
rente índole), la psicología de los complejos (Müller), la nueva Estos últimos años
psicología comparada (Kohler), la psicología eidética, la psicolo­ quiero contártelos hoy
gía de las estructuras o de la forma, la psiquiatría, la orientación
profesional o psico-técnica, la tipología de Kretschsmer, la carac- Asirme de la garganta
telogía de Kláger, etc., tendencias que acusan la robustez de la hasta perder la lengua en el dolor
nueva psicología, y m u c h a s d e la s c u a l e s n i s i q u i e r a d e n o m b r e se
conocen en la R eal y P o n tific ia U n iv e rsid ad M a y o r de S a n M arcos, Porque desde que vivo
tan orgullosa de sus blasones y tan retrasada en esta época de nada me ha sido devuelto!
evolución y rebeldía.
Y me siento de menos
Por esto, e n p r i m e r t é r m i n o , sostenemos que, a la enseñanza cuando el pecho quiere darse a la angustia
de la psicología en la Universidad de San Marcos, le f a l t a u n n u e v o que se estira del hombre a la mujer.
e sp íritu .
2o.—¿Y el aspecto didáctico y el método empleado? Este es Estos últimos años. ¡La muerte de mi madre
de la mejor factura medioeval, pues, dentro de su admirable sim­ me está supurando!
plismo, se reduce:
a) — A la r e c i t a c i ó n q u e h a c e el c a t e d r á t i c o , eximio re­París X avier A bril.
petidor;
b) —A las c o p ia s q u e h a c e n los a l u m n o s , a menudo muy
partidarios de los deleites oníricos, y a veces, también, eximios co­
piadores.
Dentro de este ambiente conventual, tan saturado de atino-
nía, se desarrolla todo el programa del curso de psicología. Con gazanería mental, y así se explica, igualmente, la ausencia de los
esto queda dicho que no hay un ambiente de sana discusión, de verdaderos trab ajo s m onográficos y del esp íritu in v estig ad o r del
polémica, de nuevos puntos de vista aportados por los alumnos. Todo imprescindible en las nuevas universidades, como lo ha
sem inario,
es—-como en los clásicos días de A l c u i n o y d e P i c o d e l a M i r á n d o l a demostrado con tanta elocuencia uno de los v e r d a d e r o s m a e s t r o s d e
—memorismo, repetición, pasividad, unilateralidad y esclavitud A m é ric a : A lfre d o Palacios.
mental, porque el catedrático, lejos de ser un sugeridor y un a c t i v o Por esto, e n s e g u r - d o
término, sostenemos que, a la enseñan­
c o l a b o r a d o r de los alumnos en la interpretación, siempre renovada, za de la psicología en la Universidad de San Marcos, le f a l t a u n
de las verdades psicológicas, sigue como un m e r o r e p e t i d o r de vie­ nuevo m étodo.
jos capítulos de una psicología que fué y que las n u e v a s i d e a s g e ­ Y por hoy basta. Dejemos para un próximo estudio las obser­
n é t i c a s y e v o l u c i o n i s t a s , así como el p r i n c i p i o d e l a s d i f e r e n c i a s vaciones que, conforme a nuestro programa, nos resta hacer.
i n d i v i d u a l e s , han sepultado precipitadamente. Así se explica la exis­
tencia—de acuerdo con el aspecto didáctico que impera en San
Marcos—de ese deplorable s i s t e m a d e c o p ia s , tan propicio a la hol- C a r l o s A. V E L A S Q U E Z
H«nauta 29

A M O R D E I N D I O
POR ANTERO PERA LTA V

Leyendo a los indianizantes — especialmente a los cuentis­ nas AMOR y CORAZON, verbigracia, no tienen equivalentes, con
tas — pensarán los que no conocen la vida tahuantinsuyana que el mismo significado, en el quechua. El vocablo soncco (cora­
en los Andes abundan los don Juan y doña Inés, los Romeos y las zón) no tiene otra significación que la anatómica. Respecto de
Julietas, las Cleopatra y los Césares. Recordarán las leyendas de la palabra mun^cui (querer) y de algunas otras sinónimas que
los machos cabríos y las hazañas de Amor flechador — con todos consignan los diccionarios quechuas y que han caído en desuso,
los requiebros y cuitas consiguientes. Imaginarán quizá los bal­ podemos afirmar que no corresponden a las castellanas en su in­
cones románticos de las noches de luna o los cabarets color car­ tención. Los autores de dichos diccionarios no han sabido in­
ne en desborde de sensualidad. A no otra cosa conducen la fal­ terpretar el sentido de las palabras quechuas a que nos referi­
ta de observación directa del medio y la fácil imaginación de los mos: sólo han tratado de encontrar, a toda costa, las equivalente*
que escriben sobre indianismo en París, en Buenos Aires, en Ma­ de los vocablos españoles. Después de todo, el significado de las
drid, en Lima. A base de datos históricos, más o menos aco­ palabras varía con relación al tiempo, y, no se pierda de vista que
modados al modo de ser europeo, fantasean hasta la majadería. Y, me estoy ocupando del indio contemporáneo. La existencia, pues,
sin embargo, es muy otra la realidad. de voces apropiadas que testimonien haberse conjurado el sentimien­
El indio actual, de las sierras del Perú, es un enigma para to-amor hace pensar ya en la existencia del amor indio. Podría
el sicólogo occidentalista que trate de sorprender su tempera­ deducirse tal vez que el indio no ama o ha perdido la costumbre
mento erótico. Es frío, indiferente, inexpresivo en sus relacio­ de amar. Pero, ya hemos dicho que ama y ama en estilo propio.
nes sexuales. (Esto en lo que respecta a la manifestación exte­ En cuanto a la literatura podemos decir que no existe como crea­
rior, que muy bien puede ser apariencial; pero observando con ción sino como herencia. El indio actual no crea una sola canción
más cuidado esas relaciones se advierte, aunque imprecisamente, amatoria. O rumia los cantares y leyendas de hace varios siglos
cierta tonalidad amorosa, rara, algo primitiva, esencialmente ins­ o repite las pocas creaciones del neo-indio (Llamo neo-indio al
tintiva, casi animal). La famosa teoría del instinto de la especie cholo y al blanco nacidos en la sierra y también al indio puro que
parece cumplirse en el sentido de prolongación automática, di­ ha entrado en la danza cultural).
remos mejor biológica, de la raza. El indio concibe seguramente De aquí que no pueda precisarse la naturaleza o clase de amór
un tipo de amor — de difícil comprensión para las mentalidades en el regnícola. Tan frío como es, no se toma siquiera, en la ge­
europeísantes — que concuerda con la proporcionalidad métri­ neralidad de los casos, la molestia de elegir su cara mitad.
ca, ingeniada por su raza, en lo somático, y, con su ideal sim­
En la misma provincia de Parinacochas
bólico de belleza en lo síquico. (Esto último se advierte en su
he presenciado casos en que el indio enco­
concepto de s u m a c c p ’a s ñ a (joven hermosa) de sus cuentos y le­
mienda al cura o al que va a ser su padri­
yendas). Pero esa doble concepción debe ser ingenua, sin refi­
no la tarea de buscarle una novia y casarse
namiento alguno que haga presumir la lubricidad y sin emotivi­
sin más trámite con aquella que aquéllos
dad profunda que lleve hasta la pasión. Las canciones y narra­
le consiguen.
ciones amatorias que tenemos de la época incaica no autorizan
Es corriente en muchos pueblos de la sie­
para seguir aplicando los mismos motivos eróticos a los complejos
rra que el cura improvise matrimonios des­
sexuales del indio de hoy. La civilización incaica, en su apogeo
pués de una misa, y en una fiesta, como la
determinaba, libre y poderosamente, las maneras propias de sus
Navidad, por ejemplo, resultando de tal gui­
expansiones vitales; pero, desde que se descentró, se disgregó y
sa los enlaces que los mozos y mozas que van
fué arrollada por otras civilizaciones y desde que los hombres que
cayendo en manos de los ayudantes del cura
la crearon fueron condenados a la servidumbre y la degeneración,
no pudo ya actuar normalmente. Y, por ende, la sicología indivi­ llegan a ser esposos sin haberlo pensado si­
dual y colectiva se hubo de retraer, deprimir, decaer y hasta de­ quiera antes. Y lo más curioso de estos ma­
generar; presentando a la larga una caparazón de defensa con­ trimonios, que podemos llamar colectivos, es
tra las miradas escudriñadoras de los dominadores. Desdo en­ que los flamantes esposos quedan tan con­
tonces las variantes de la actividad sicológica del indio se desen­ tentos—quizá resignados— como si hubiesen
vuelven a puerta cerrada. El espíritu de la raza autóctona cuenta sido novios.
los siglos dentro de esa caparazón, que será vulnerada no preci­ En último análisis diré que el tipo de amor de los indios no ca­
samente por los indianizantes sino por los impulsos o explosio­ be dentro de ninguna clasificación, a lo menos de las que conozco.
nes de su propia sangre. Podría asegurarse, empero, que se acerca a la forma de amor de
Da grima leer algunos cuentos andinistas en que se pinta al los "autistas graves” (hombres fríos, reconcentrados o metidos en
protagonista indio flirteando y besando a la manera de Rodol­ sí) de que habla Ernst Kretschmer. Pero autistas graves de men­
fo Valentino o en que se parodia los conflictos emocionales de talidad un tanto primitiva y de temperamento erótico reducido a
na María de Jorge Isaacs. Cuando es cosa sabida que la boca la necesidad biológica de la perpetuación de la raza.
del indio no desempeña más funciones que las de hablar, comer y Creo haber generalizado demasiado en mis conclusiones. Por
picchar — y no besar — y es también cosa sabida que él no hace uso eso, para mejor entendimiento, quisiera conocer las opiniones de
de préambulos para la posesión de la hembra. publicistas (como Enrique López Albújar, Luis E. Valcárcel, Uriel
Así, a lo menos, he observado en los po­ García, etc.) al respecto, con el fin primordial de enmendar la fan­
cos indios de la provincia de Parinacochas tasía de los que explotan los motivos tahuantinsuyanos. Las cues­
(en Ayacucho). No obstante, reemplazan tiones sicológicas, como la que nos ocupamos, son complejísimas;
algunas veces el beso con la s o n j a . Consiste tan complejísimas como el decantado problema indígena. Varían
la s o n j a en frotar el indio con su mentón enormemente de una localidad a otra de nuestra sierra. Goner'
la frente de la india, empleando el procedi­ lizar estudios al respecto equivale a hablar de paporreta.
miento de la fuerza. costumbres, necesidades y maneras de vivir de las provincias de
Algunos pueblos asiáticos también proscriben el beso; pero, un mismo departamento no obedecen al mismo ritmo cxistencíal.
como sucede con los nipones, por ejemplo, las prescripciones hi­ “No todo es lomesmo”.
giénicas y religiosas determinan este modo negativo de proceder.
Más, el indígena, por desconocer los refinamientos eróticos, no
sabe del placer de fusionar cuatro labios. Anteve Peralta V.
El léxico y la literatura mismos de nuestros indios son pobres
tratándose de las modalidades amorosas. Las palabras castella­
30 A m a u ta

"LOS DE A A J O 11
POR MARIANO AZUELA (!)

IV —Pos yo no sé. . . Porque no. . . ¿ya me entiende? Lo que ha


de hacer es dármele ánimo a la gente. He recibido órdenes a dete­
Asomó Juchipila a lo lejos, blanca y bañada de sol, en medio ner una partida que viene por Cuquío. Dentro de muy poquitos días
del frondaje, al pie de un cerro elevado y soberbio, plegado como tenemos que darnos un encontronazo con los “carranclanes”, y es
turbante. bueno pegarles ahora hasta por debajo de la lengua.
Algunos soldados, mirando las torrecillas de Juchipila, suspi­ Valderrama, el vagabundo de los caminos reales, que se incor­
raron con tristeza. Su marcha por los cañones era ahora la mar­ poró a la tropa un día, sin que nadie supiera a punto fijo cuándo
cha de un ciego sin lazarillo; se sentía ya la amargura del éxodo. ni en dónde, pascó algo de las palabras de Demetrio, y como no
— ¿Ese pueblo es Juchipila?—preguntó Valderrama. hay loco que coma lumbre, ese mismo día desapareció, como había
Valderrama, en el primer período de la primera borrachera llegado.
del día, había venido contando las cruces diseminadas por caminos
y veredas, en las encrespaduras de las rocas, en los vericuetos de
los arroyos, en las márgenes del río. Cruces de madera negra re­ V
cién barnizada, cruces forjadas con dos leños; cruces de piedras
en montón, cruces pintadas con cal en las paredes derruidas, hu­ Entraron a las calles de Juchipila, cuando las campanas de la
mildísimas cruces trazadas con carbón sobre el canto de las peñas. iglesia repicaban alegres, ruidosas, y con aquel su timbre peculiar
El rastro de sangre de los primeros revolucionarios de 1910, asesi­ que hacia palpitar de emoción a toda la gente de los Cañones.
nados por el gobierno. —Se me figura, compadre, que estamos allá en aquellos tiem­
Ya a la vista de Juchipila, Valderrama echa pie a tierra, se pos, cuando apenas iba comenzando la revolución, cuando llegába­
inclina, dobla la rodilla, y gravemente besa el suelo. mos a un pueblito y nos repicaban mucho, y salía la gente a en­
Los soldados pasan sin detenerse. Unos ríen del loco, y otros contrarnos con músicas, con banderas, y nos echaban muchos viva»
le dicen alguna cuchufleta. y hasta cohetes nos tiraban—dijo Anastasio Montañez.
Valderrama, sin oír a nadie, reza su oración solemnemente: —Ahora ya no nos quieren — repuso Demetrio. . . .
— ¡Juchipila, cuna le la Revolución de 1920,- tierra bendita, — ¡Sí, como vamos ya de “rota batida” ! — observó la Co­
tierra regada con sangre de mártires, con sangre de soñadores... dorniz.
de los únicos b u en o s!... —No es por eso. . . . a los otros tampoco los pueden ver ni en
—Porque no tuvieron tiempo de ser malos— completa la frase estampa.
brutalmente un oficial ex-federal que va pasando. —Pero, ¿cómo nos han de querer, compadre?
Valderrama se interrumpe, reflexiona, frunce el ceño, lanza Y no dijeron más.
una sonora carcajada que resuena por las peñas, monta y corre Desembocaban en una plaza, frente a la iglesia octagonal, bur­
tras el oficial a pedirle un trago de tequila. da y maciza, reminiscencia de tiempos coloniales.
Soldados mancos, cojos, reumáticos y tosigosos, dicen mal de La plaza debía haber sido jardín, a juzgar por sus naranjos
Demetrio. Advenedizo de banqueta causan alta con barras de latón escuetos y roñosos, entreverados entre restos de bancas de hierro
en el sombrero, antes de saber siquiera cómo se coge un fusil, mien­ y madera.
tras que el veterano fogueado en cien combates, inútil ya para el Volvió a escucharse el sonoro y regocijante repique. Luego
trabajo, el veterano que comenzó de soldado raso, soldado raso es con melancólica solemnidad se escaparon del interior del templo
todavía. las voces melifluas de un coro femenino. A los acordes de un
Y los pocos jefes que quedan, camaradas viejos de Macias, se guitarrón las doncellas del pueblo cantaban los “Misterios”.
indignan también, porque se cubren las bajas del Estado Mayor con — ¿Qué fiesta tienen ahora, señora? — preguntó Venancio a
señoritines de capital, perfumados y peripuestos. una vejarruca que a todo correr se encaminaba hacia la iglesia
—Pero lo peor de to d o -d ice Venancio—es que nos estamos —'¡Sagrado Corazón de Jesús! — repuso la beata medio aho­
llenando de ex-federales. gándose.
El mismo Anastasio, que de ordinario encuentra muy bien Se acordaron de que hacía un año ya de la toma de Zacate­
hecho todo lo que su compadre Demetrio hace, ahora en causa co­ cas. Y todos se pusieron más tristes todavia.
mún con los descontentos, exclama: Igual a los otros pueblos que venían recorriendo desde Tepie,
— 'Virón, compañeros, yo soy muy claridoso.. . . y yo le digo pasando por Jalisco, Aguascalientes y Zacatecas, Juchipila era una
a mi compadre que si vamos a tener aquí a los federales siempre, ruina. La huella negra de los incendios se veía en las casas des­
malmente andam os... ¡De veras! ¿a que no lo c r e e n ? .... Pero techadas, en los pretiles ardidos.. Casas cerradas; y una que otra
yo no tengo pelos en la lengua, y por vida de la madre que me tienda que permanecía abierta era como por sarcasmo, para mos­
parió, que se lo digo a mi compadre Demetrio. trar sus desnudos armazones, que recordaban los blancos esque­
Y se lo dijo. letos de los caballos diseminados por todos los caminos. La mueca
Demetrio lo escuchó con mucha benevolencia, y luego que pavorosa del hambre estaba ja en las caras terrosas de la gente,
aquel acabó de hablar, le contestó: en la llama luminosa de sus ojos que, cuando se detenían sobre
— Compadre, es cierto lo que usted dice. Malmente andamos: un soldado, quemaban con el fuego de la maldición.
los soldados hablan mal de las clases, las clases de los oficiales, y Los soldados recorren en vano las calles en busca de comi­
los oficiales de nosotros. . . Y nosotros estamos ya pa despachar a da y se muerden la lengua ardiendo en rabia. Un solo fonducho
Villa y a Carranza, a la. . . a que se diviertan solos. . . Pero se me está abierto y en seguida se aprieta. No hay frijoles, no hay tor­
afigura que nos está sucediendo lo que a aquel peón de Tepatitlán. tillas; puro chile picado y sal corriente. En vano los jefes mues­
¿Se acuerda compadre? No paraba de rezongar de su patrón, pero tran sus bolsillos reventando de billetes, o quieren ponerse ame­
no paraba de trabajar tampoco. Y así estamos nosotros: a reniega nazadores.
y reniega y a mátenos y mátenos. . . Pero eso no hay que decirlo, — ¡Papeles, s í........ eso nos han traido ustedes! . . . . ¡Pos eso
compadre. . . . coman!.........— dice la fondera, una viejota insolente, con una
— ¿Por qué, compadre Demetrio?. . . enorme cicatriz en la cara, quien cuenta que “ya durmió en el
petate del muerto” para no morirse de un susto.
Y en la tristeza y desolación del pueblo, mientras cantan las
(1) Esta novela mexicana constituye uno de los más recientes y me­ mujeres en el templo, los pajarillos no cesan de piar en las ar­
jores éxitos literarios y editoriales hispanoamericanos. Conocemos ya boledas, ni el canto de las currucas deja de oírse en las ramas
de ella tres ediciones casi simultáneas. En obsequio al interés de niíes-
ro público por los temas mexicanos, publicamos estas páginas. secas de los naranjos.
Amauta 31

vi —En esta misma sierra — dice Demetrio — yo, sólo con vein­
te hombres, les hice más de quinientas bajas a los federales........
La mujer de Demetrio Macías, loca de alegría, salió a encon­ ¿Se acuerda, compadre Anastasio?
trarlo por la vereda de la sierra, llevando de la mano al niño. Y cuando Demetrio comienza a referir aquel famoso hecho
¡Casi dos años de ausencia! de armas, la gente se da cuenta del grave peligro que va corriendo.
Se abrazaron y permanecieron mudos; ella embargada por ¿Con que si el enemigo, en vez de estar a dos días de camino to­
los sollozos y las lágrimas. davía, les fuera resultando escondido entre las malezas de aquel
Demetrio, pasmado, veía a su mujer envejecida, como si diez formidable barranco, por cuyo fondo se han aventurado? Pero,
o veinte años hubieran transcurrido ya. Luego miró al niño que ¿quién sería capaz de revelar su miedo? ¿Cuándo los hombres de
clavaba en él sus ojos con azoro. Y su corazón dió un vuelvo Demetrio Macías dijeron: “por aquí no caminamos” ?
cuando reparó en la reproducción de las mismas líneas de acero Y cuando comienza un tiroteo lejano, donde va la vanguandia,
de su rostro y en el brillo flameante de sus ojos. Y quiso atraer­ ni siquiera se sorprenden ya. Los reclutas vuelven grupas en desen­
lo y abrazarlo; pero el chiquillo, muy asustado, se refugió en el frenada fuga buscando la salida del cañón.
regazo de su madre. Una maldición se scapa de la garganta seca de Demetrio:
— ¡Es tu padre, hijo!.........¡es tu p a d r e ! .... — ¡F u eg o !.... ¡Fuego sobre los que c o r ra n !....
El muchacho metía la cabeza entre los pliegrues de la falda y — ¡A quitarles las alturas! — ruge después como una fiera.
se mantenía huraño. Pero el enemigo, escondido a millaradas, desgrana sus ame­
Demetrio, que había dado su caballo al asistente, caminaba tralladoras, y los hombres de Demetrio caen como espigas corta­
a pie y, poco a poco, con su mujer y su hijo, por la abrupta vere­ das por la hoz.
da de la sierra. Demetrio derrama lágrimas de rabia y de dolor cuando Anas-

—¡¡Hora sí, bendito sea Dios que ya veniste!. . .. ¡Ya nunca queda tendido, inmóvil. Venancio cae a su lado, con el pecho ho­
nos dejarás! ¿ v e rd a d ? ..... ¿Verdad que ya te vas a quedar con rriblemente abierto por la ametralladora, y el Meco se desbarran­
nosotros?. . . . ca y rueda al fondo del abismo. De repente Demetrio se encuen­
La faz de Demetrio se ensombreció. tra solo. Las balas zumban en sus oídos como una granizada. Des­
Y los dos estuvieron silenciosos, angustiados. monta, arrástrase por las rocas hasta encontrar un parapeto, co­
Una nube negra se levantaba tras la sierra, y se oyó un loca una piedra que le defienda la cabeza, y pecho a tierra, co­
trueno sordo. mienza a disparar.
Demetrio ahogó un suspiro. Los recuerdos afluían a su me­ El enemigo se disemina, persiguiendo a los raros fugitivos que
moria como una colmena. quedan ocultos entre los chaparros.
La lluvia comenzó a caer en gruesas gotas y tuvieron que re­ Demetrio apunta, y no yerra un solo tiro ........ ¡P a f!... ¡Paf!
fugiarse en una rocallosa covacha. ___ ¡Paf!. .. .
El aguacero se desató con estruendo y sacudió las blancas Su puntería famosa lo llena de regocijo; donde pone el ojo
flores de San Juan, manojos de estrellas prendidos en los árboles, pone la bala. Se acaba un cargador, y mete otro nuevo. Y apunta. . .
en las peñas, entre la maleza, en los pitahayos y en toda la se­
rranía. El humo de la fusilería no acaba de extinguirse. Las cigarras
Abajo, en el fondo del cañón y a través de la gasa de la llu­ entonan su canto imperturbable y misterioso; las palomas cantan
via, se miraban las palmas rectas y cimbradoras; lentamente se me­ con dulzura en las rinconadas de las rocas; z-amonean apaciblemen­
cían sus cabezas angulosas y al soplo del viento se desplegaban en te las vacas.
abanicos. Y todo era serranía: ondulaciones de cerros que suceden La sierra está de gala; sobre sus cúspides inaccesibles cae la
a cerros, más cerros circundados de montañas y éstas encerradas niebla albísima como un crespón de nieve sobre la cabeza de una
en una muralla de sierra de cumbres tan altas que su azul se perdía novia.
en el zafir. Y al pie de una resquebrajadura enorme y suntuosa como
— ¡Demetrio, por Dios!........ ¡ya no te v a y a s !.... El cora­ pórtico de vieja catedral, Demetrio Macías, con los ojos fijos para
zón me avisa que ahora te va a suceder algo!......... siempre, sigue apuntando con el cañón de su fusil. . . .
Y se deja sacudir de nuevo por el llanto.
El niño, asustado, llora a gritos y ella tiene que refrenar su
tremenda pena para contentarlo.
La lluvia va cesando; una golondrina de plateado vientre y
alas angulosas cruza oblicuamente los hilos de cristal, de repente
iluminados por el sol vespertino.
—¿Por qué pelean ya, Demetrio?
Demetrio, las cejas muy juntas, toma distraído una piedreci-
11a y la arroja al fondo del cañón. Se mantiene pensativo viendo el
desfiladero y dice:
—Mira esa piedra cómo ya no se p ara. . . .
VII
Fué una verdadera mañana de nupcias. Había llovido la vís­
pera toda la noche y el cielo amanecía entoldado en blancas nu­
bes. Por la cima de la sierra trotaban potrillos brutos de crines
alzadas y colas tensas, gallardos con la gallardía de los picachos
que levantan su cabeza hasta besar las nubes.
Los soldados caminan por el abrupto peñascal contagiados de
la alegría de la mañana. Nadie piensa en la artera bala que puede
estarlo esperando más adelante. La gran alegría de la partida es­
triba cabalmente en lo imprevisto. Y por eso los soldados cantan,
ríen y charlan locamente. En su alma rebulle el alma de las vie­
jas tribus nómadas. Nada importa saber a dónde van y de dónde
vienen; lo necesario es caminar, caminar siempre, no estacionarse
jamás; ser dueños del valle, de las planicies, de la sierra y de to­
do lo que la vista abarca.
Arboles, cactus y heléchos, todo aparece acabado de lavar.
Las rocas, que muestran su ocre como el orín las viejas armadu­
ras, vierten gruesas gotas de agua transparente.
Los hombres de Macías hacen silencio un momento. Parece que
han escuchado un ruido conocido; el estallar lejano de un cohete;
pero pasan algunos minutos, y nada se vuelve a oír.
32 A m an ta

LltOSOU, LA CIUDAD MISTICA POR C A R M EN SA CO

Todas las manifestaciones de la vida rusa son de espíritu y de


amor. Su misticismo cuelga los iconos en los muros de las calles
con lámparas encendidas. Y en las manifestaciones de culto todo
reviste un ceremonial litúrgico y faustuoso.
Los iconos son pinturas de santos y apóstoles vestidos de oro
y de piedras preciosas. Están dibujados en un canon inmutable
que alarga las figuras y las espiritualiza.
Moscú es la ciudad mística en que los hombres con barbas y
cabellos de apóstol se visten de plata para incensar los iconos. Yo
los he visto con los incensarios de orfebrería inclinarse ante las imá­
genes hieráticas y con el humo perfumado y litúrgico, envolverlas
en una nube. Yo he oído al pueblo ruso cantar en coro con voz
lacerante los salmos de las ceremonias fúnebres. Era como un solo
llanto, era la tristeza de dolores antiguos; la tristeza del siervo
oprimido. Traían un muerto cubierto de flores, la cara descubierta,
con la cruz bizantina en el pecho. Salió a recibirlo el mismo após­
tol vestido de plata, y después de genuflexarse varias veces se re­
tiró al “Iconostas” tabernáculo de oro. oo
Vi también un bautismo de rito ortodoxo; un sacerdote de ro­
pas talares y suntuosas, salió como envuelto en un nimbo de incien­
so, tomó unas tijeritas quirúrgicas y cortó por tres veces el cabello
del niño neófito: lo lavó con una esponja y después dió vueltas al
rededor de la pila bautismal cantando.
Pero este pueblo idealista no olvida el comer: come bien y tal
vez mejor que ningún pueblo. Come cosas exquisitas y a un pre­
cio bajo; es un pueblo gastrónomo. En el restorant del Comisa-
riado de instrucción sostenido por el gobierno, se apiñan los traba­
jadores a las ventanillas del despacho y reciben excelentes carnes,
sabrosos rellenos, caviar, leches cuajadas o calientes, huevos, etc.,
por cuarenta o cincuenta kopeks, y hasta por veinte, o sean veinte
centavos de nuestra moneda, y una comida opípara cuesta hasta
cincuenta ventavos. Además hay pan a discreción y no se paga
por él. i
Y a las salidas de los teatros y de los cinemas, todas las pas­
telerías se llenan de gentes que compran riquísimos panes hechos
con pasas, tortas de anís, otras con diferentes condimentos, trabaja­
das a la perfección; dignas de un “gourmet” refinado.
El pueblo ruso es un pueblo artista que comprende por instinto
lo bello, porque sabe apreciar cosas que uno cree solo al alcance de
gentes de cierta cultura. En el “Kinokolo” vi una cinta extraor­
dinaria. Una cinta de vanguardia avanzadísima, seguida por los
trabajadores eon la mayor atención y en silencio. Y leían diarios
ilustrados y escuchaban la orquesta estupenda del inmenso hall de
espera. La sala se llenó. Sin un asiento vacío, pasó ante la in­ C A R M E N SACO , p o r el p in to r español J o s é de la Solana
mensa multitud la cinta de Lunacharsky “El Veneno”.
Se proyectaron en la pantalla detalles inimaginables: una oreja Las calles de Moscú están repletas de gente que corre y el
colosal cubrió ella sola todo, dando la impresión de montes, abis­ empedrado de ellas obstruido por innumerables cochecitos para una
mos y grietas, fué un mundo desconocido y que sin embargo es nues­ sola persona y muy originales y elegantes de forma. Son cocheci­
tro. Nunca sentí como entonces tan patente nuestro misterio y tos zaristas, tirados por caballos maravillosos de color, de forma
nuestra ignorancia. Después pasó la visión de un ebrio que ve el y de paso, con largas crines ondeadas que flotantes les caen sobre
mundo marchando de cabeza. Las piernas y los pies para arriba; los ojos, les cuelgan del cuello, les arrastran de la cola hasta los
eran como ramas que se agarraban a una viga del techo o se des­ cascos, largas y ondeadas como las cabelleras de las mujeres.
plazaban velozmente. No parecían apéndice de un ser, eran como Tienen colores fantásticos. Son o todos negros o todos dorados o
animales dotados de vida propia como si se hubieran independizado blancos nítidos con manchas rojas como las vacas. También un
del hombre. Y como en la vida, se proyectaron cosas paralelas y paso muy elegante, muy estilizado.
opuestas, contradictorias. Al lado del drama de la muerte llamada Las calles de Moscú están llenas de ruido de voces, de carre­
por una pasión enloquecedora la vida serena de los peces que dan ras, de gritos de vendedores de fruta apostados en filas a los bordes
vueltas en una redoma de cristal; una redoma gigante con una de las aceras. En las canastas hay uvas largas como dedos, que se
agua fantástica, en la que los peces movían sus aletas, yendo uno llaman “dedos de jovencita”, peras, pepas de sandía en costales,
tras del otro, o agitaban la falda transparente de su cola. Y des­ etc.,frutas de todos los climas y de todas las altitudes de la inmen­
pués más pequeñas y simultáneas, pared de por medio con el drama sa Rusia. Hay vendedoras de chocolates riquísimos y baratos, y
en la cámara oscura en la que se adivina la lucha y aparece entre de cigarrillos con muestrarios como mosaicos.
las sombras, la mano homicida o el gesto de la agonía. Esta multitud que pulula y que vocea vá vestida de na mane­
Las films de Moscú han alcanzado en fotografía el puesto de ra uniforme y sobria; las mujeres con pañuelo a la cabeza, algunas
Vanguardia. Todas son de propaganda bolchevique. Tienen colores con gorritos de encajes, otras con turbantes de seda. Pero no hay
fuertes o sombríos, envuelven las figuras dándoles un relieve de es­ lujo parisién ni chic, ni una faldíta plisada, ni un par de medias
cultura. Los opuestos de blanco y negro tienen contrastes que emo­ dé seda. Solamente medias de hilo o de algodón. Algunas las lle­
cionan. Es el arte fotográfico en todas sus posibilidades. Y ningún van cortas como los calcetines de los hombres; las piernas magní­
país del mundo ha alcanzado en fotografía tal perfección, tal ficas adquieren con la desnudez un carácter de franqueza casta.
arte. Hay tan poca elegancia que mi modesta y usada capa de lana ne*
Antauia 33

gra, detonaba en este ambiente. Miraban boquiabiertos y decían


“Fransuska” a mi paso. Los hombres en general van de blusa y R K F U G I O
botas altas de cuero fino de Rusia, que a gran distancia emanan
un perfume exquisito: una nota originalísima este olor que se ex­
tiende por toda la ciudad, olor que acompaña a veces a las perso­
nas de vestidos más astrosos. Van también por las calles, cauca­ (P ara "AMAIITA")
sianos de blusas blancas y bordadas de rojo, y, tipos parisinos; pe­
ro son casos raros, se les mira con extrañeza, porque la generalidad
de las mujeres lleva pañuelo en la cabeza o un turbante de seda
enrollado. Los pañuelos son muy bonitos de color, verdes, blancos,
negros, floreados y con fleco. Y las medias cortas con los precio­ Paloma en tus ojos
sos gorritos de encaje dan a las mujeres apariencia de grandes mu­ me llamaba a que tomar* el fresco
ñecas rollizas. En cambio las mujeres de botas altas como grana­ de su pico que pedía el trigo
deros tienen n tipo varonil. Pero, en fin, se adivina en esta in­ de mi acaudalada generosidad:
mensa multitud el optimismo. Es el mundo triunfante del trabaja­ me has dado tu hambre
dor, el que es el dueño de la ciudad y todo lo que hay en ella en recompensa a mi mendicidad,
es para él. has adornado tus pupilas
He visto por las calles unos hombres muy raros, de vestidos para hospedar el andrajo tenoriesco
talares, cabellos largos, barbas crecidas. Y un hombre todo vesti­ de mi palabra feble
do de blanco, de cabellos de esda blanca brillante, de dientes de a quien has dado el doble valor,
porcelana, dientes de lobo o de perro, bello, maravilloso como el mientrás dure
esplendor de la nieve y a otros con abrigos de pieles y gorros de manosearé tu mirada
astracán con levitas vueludas y cinturones y puñales de mango de moneda única
marfil, o adornos de plata pesados. Y a algunos con vestidos bur­ de las que tenía,
gueses pero pobres, con el lienzo de la camisa grosero y limpio. ¡ojalá el cara y sello
Trafican por las calles muchas razas, hombres fornidos de ca­ se detengan en mí
bellos de lino, otros rojizos, tremendos de expresión bestial como y sabré quedarme
verdugos, con los caracteres del sanguinario. Son los que en día en tu cuartito limpio
de revuelta saquean y matan. Y judíos elegantes, finos, y esbel­ saboreando la taza de leche
tos, con todas las características de la raza en todo el explendor de tu ingenuidad!
de la belleza, de nax-iz curva, ojos negros grandes y tez blanca y
me maravillo porque yo no conocí en Tánger sino al judío zarra­
pastroso, viejo, carcomido.
Las mujeres más bellas de Moscú son judías, no han perdido
la majestad del tipo clásico, todas son dignas de Asuero y de Julio del PRADO.
llamarse Esther. Las rusas no son tan bellas como es fama. Las
que lo son tienen tipos muy interesantes de singular fineza y de
una delgadez y un alargamiento en la figura que recuerda los vie­
jos iconos, una vi como la imágen calcada de nuestra “Virgen del
perpetuo socorro”. Muchas tienen los ojos y las manos alargadas.
No les falta más que el vestido de plata rígido.
Todavía hay en Moscú tipos de aristocracia, princesitas del cima al descubierto las manos, cuidadas, de uñas largas. Lo miro
tiempo de los zares, las auténticas heroínas de las novelas de Henri con asombro. Está blanco rosado, dormido, sonriente. La barba y
de Greville. Son mujeres instruidas con una cultura francesa del el cabello rubios le dan un aspecto de Cristo yacente. Lo han cam­
1830, al tanto de la literatura de esa época, hablan muy bien el biado, no es el mismo. No hay nada de tamerlán, ni de tártaro en
francés. Sigue siendo para ellas una novela admirable y un héroe esta cara casi apolínea. Yo me he convencido de que es una ha­
fascinador “El vizconde de Camors”. Hoy están despojadas, sin bilísima escultura en cera, porque no parece siquiera un muerto
palacios donde lucir su distinción. Hoy tienen solo por toda mora­ sino alguien que durmiera.
da dos piezas con cocina. En el salón las camas vestidas con po­ Custodian la sepultura de Lenin, soldados de la guardia roja
breza, al lado del piano magnífico, de la rica cómoda. Los retratos día y noche. Se relevan cada cierto tiempo. Es el único muerto
de familia presiden una mesa pobre, escasa; la tetera está sin asa, que nunca se queda solo.
las tazas rajadas y la bella princesita distinguida, de modales cor­ Entra conmigo un enorme grupo que cantó una canción de
tesanos, toma su té sólo con azúcar, sin un pastelillo, sin una go­ libertad, canción que prendió en los labios de millares de personas.
losina; pero está gozosa porque le han ofrecido un puesto en el que Fué un canto místico el que llenó la inmensa plaza Roja. A la sa­
ganará dos rublos diarios, casi un sol sesenta, pues en este nuevo lida multitud de vendedores con el retrato de Lenin esmaltado en
Estado el que no trabaja se muere de hambre. plata, cincelado y en cobre. No sé volverme a mi hotel; pero mi
La tumba de Lenin. A las ocho de la noche se exhibe a Lenin. vecino habla francés y me deja en el tranvía que necesito. Cuando
Dicen que por un procedimiento maravilloso, invento alemán, se llego, la muchacha me dice una sola palabra “Lubianka”. Estoy en
ha petrificado su cuerpo dándole una apariencia extraterrena. mi hotel el “Select” que es como un museo zarista. Los bibelots
A las ocho de la noche empieza el peregrinaje de millares de de la antigua corte ornamentan el salón.
personas en una enorme fila que abarca calles de calles. Vá uno
acercándose lentamente hasta que le toca su turno.
A la entrada del monumento a Lenin que es de madera, el es­
cudo de los Soviets: Sobre un mundo azul, la tierra roja en relieve,
sobre ella aplastándola, el martillo y la hoz; más alta una estrella
como una esperanza es la estrella zarista, la continuación de la raza,
el eslabón que une el pasado con el presente.
Descendemos a la tumba de Lenin paso a paso como en una pro­
cesión mística. Hasta la tumba de Lenin es revolucionaria, en
ella no domina ningún prejuicio funerario. Es alegre, clara, pare­
ce casi un hall, un poco desnuda de adornos. Lenin está acostado
vestido de kaki, con un uniforme sencillo de soldado, sin adorno,
sin una flor, sin decoraciones, sin leyendas, solamente una rosita
minúscula en el pecho. Las piernas cubiertas por una manta, en- “Mujer raía", apunta lie Carmen Saco
34 J in iiu ia

EL PERRO NEGRO
(C u en to Serran o)
POR SERAFIN DEL MAN

El viento cepillaba de los cerros el canto de los gallos que se dencias. Las bestias se revolcaban en la plaza con los aparejos
recostaban en el frío de la noche. Silbidos estremecidos desperta­ humeantes, mientras los hombres buscaban la casa del Estanco de
ban estrellas que marcaban el tiempo. En el corral los mulos re­ la Sal. Uno o dos bebidos, dejaban escapar canciones indias, borra­
linchaban triturando el pasto con satisfacción burguesa. chos de tristeza y alcohol.
—Ya deben ser las 2 de la madrugada muchachos — Buenos La noche caía a pedazos de los techos. Los ojillos del pesa­
días compadre, buenos días taita, buenos días don Mateo — y pu­ dor de sal oscilaban como carbones encendidos. Al menor esfuer­
siéronse a masticar coca conversando en voz baja. zo que hacía González le brotaba la sangre por entre el trapo su­
—¿Qué nos pasará? — dice Mateo González, tengo la coca cio. Después de colocar las reatas cargadas a los mulos, González
amarga.— Bótelo, compadre, a ver le daré mi coquita de quintes— se dirige a recoger la contestación de la oficina principal del Es­
y González fumaba su cigarrillo per5 nerviosamente. tanco. El jefe era don Simón Alva, aquel canalla subprefecto,
En la plaza sonaban las pisadas del amo y gobernador. Abrién­ aquel hijo d e .............que hizo colgar a todo un pueblo, hijos y mu­
dose la puerta con fuerza, apareció con su poncho de vicuña y bu­ jeres de las torres. A los hombres arrancándoles primero la lengua,
fanda de marino teñido de colores. los amarraba a la cola de los caballos para desbarrancarlos. Por­
— Buenos días, patrón! que días antes habían saqueado el templo para tener que vender y
—Quienes van contigo, compadre Mateo? — Juan, Nicanor y con qué comer. El hambre es la única fortura que poseen los pue­
su sobrino.— Cómo, ¿no vino el gago? — No compadre, dice que blos. ¡Tanta saña! Para qué? Para que denunciaran al cabecilla
tiene a la mujer enferma. — Canalla, arrastrado, me está debien­ y entregaran las joyas repartidas entre el pueblo! El gobierno mo­
do 9 soles, que se espere nomás, éstos anusan hasta que no se les vilizó tropas de infantería. Llegaron al pueblo, incendiaron las po­
meta a la Cárcel, grandísimo perro. cas chozas, llevándose todo el ganado vacuno y caballar que que­
Al poco rato llegó el cuñado, alcalde del pueblo, con el bigote daba, después de que el párroco se había hecho arrear más de la
escarchado, después de haber hecho el “rodeo” de sus haciendas, mitad. Los soldados custodiaban bien a sus amos, tumbando las
que en extensión ocupan las dos terceras partes del caserío. En carabinas a los pocos hombres que miraban desde los picachos arder
la plaza lamían la sal de las pircas de la Iglesia, donde los hombres su pueblo, reventando los pajonales verdes como gritos de balas,
orinan en las fiestas, 63 vacas con sus terneras que habían sido con las aves que saltaban desesperadamente por entre el fuego. La
arreadas de los pastos de la Hacienda. Los dueños, campesinos mi­ ciudad desolada ardió tres días. Los indios huidos se internaron
serables, llegaban sudorosos a rescatar su ganado, algunos con mu­ a lo inaccesible de las montañas. Después se supo que merodeaban
chas lágrimas en las manos. El gobernador le dió un abrazo de sa­ por los pueblos vecinos. Bandas de bandoleros que saqueaban las
tisfacción "al cuñado y llamó a los varayocs por medio de campana­ haciendas con encarnizamiento.
das ordenando que marcaran el ganado con el sello de la Hacien­ Este hombre chacal, don Felipe, como le decían en el pueblo,
da. Atrás venían 103 borregos y 76 llamas del “rodeo” mensual. había envejecido, con la vejez de las momias inkarias. Su voz ex­
Emparejadas las bestias, recibió González el dinero y la carta piadora de su crimen salía como de un sarcófago.
para la compra de sal en Izcuchaca. Con un palmazo en el hom­ —Pobrecito, tienes la herida verde. Creo que te está entran­
bro, le decía el alcalde a González: do la luna. ¿Cuándo te mordió el perro? A los 20 días si fué de
—No se han de tardar pues compadre, tenemos muy poca sal hidrofobia te volverás loco furioso, morderás y tendrán que ama­
en la tienda, felicidades don Mateo. rrarte.— Estas palabras se le zincograbaron en el cerebro con unas
La mañana envuelta en la neblina retozaba en la yerba de la lágrimas que hicieron centinela. Trágica obsesión que día a día
plaza. le corroía como un cáncer.
Saltó la tristeza en la cara como una pedrada de honda. Lo*
compañeros le miraban con desconfianza hablándose entre los
Después de pasar los picachos nevados de Azapara, acamparon oídos.
en el valle. En las montañas llovía fuertemente, se sentía los lati­ —Don Mateo no se ponga triste, mire, ya se viene el Santia­
gazos de los truenos en la cueva donde se hacía la merienda. A lo go, agarraremos las mejores muchachas para usted, verdad don Ma­
lejos, unas cuantas chozas con luces que se alargaban. Los perros teo? — le decía Juanico, jalándole del saco al compañero.
ladraban insistentemente y el eco rebotaba en todos los peñascos. González seguía inmutable como el tiempo, gravitando su pen­
Esa noche durmieron tranquilos después de haberse deshilachado samiento en los 20 días. En medio camino un raro presentimiento
en insultos contra el gobernador y el alcalde que les pagaban 30 lo detuvo. Entregó la carta para el gobernador y se marchó sólo a
centavos diarios de jornal. Atravesaron la puna. Mateo quedóse su pueblo donde lo esperarían su mujer y sus hijos.
tras unas piedras a descansar mientras los mulos caminaban resba­ En su casa fué una fiesta inusitada. Los niños se le prendie­
lándose a los bajíos donde el verde de los maizales y de la vege­ ron de las piernas, otros registraban el atado, la mujer púsose a dan­
tación hacía saltar el corazón como un brinca-monte. Mateo sonrió zar sobre los colores vivos de sus fustanes. Esa misma tarde llo­
viendo a sus compañeros a gran distancia y rodó cortando el ca­ raron sin consuelo, abrazados como niños. En la noche se amaron
mino sobre la yerba que empezaba a levantarse en los barbechos. salvajemente hasta qeu la luna se derritió en el canto de los gallos.
De repente, de entre los magueyes saltó un perro negro con la boca Al amanecer se fué al bosque por leña, allí contó los hilos de los
espumosa, atacado de furia salvaje. Sin darle tiempo a defenderse dedos, 19, mañana serán 20. Este número se le enredó en la gar­
le rasgó la cara con un grito apocalíptico y corrió luego a la muerte. ganta como un lazo que le ahorcaba el corazón, escapándosele por
Mateo no atinó sino a agarrarse la cara con las manos oscure­ las sienes. Cuando González regresó era otro. El mismo no era, s«
cidas de sudor y apretándose las heridas para que la sangre se con­ repetía la mujer. Le bailaban los ojos profundamente abiertos, el
tuviera, apresúrose a llegar al lado de los compañeros que ganaban rechinar insistente de los dientes le rasgaba hendiduras en las me­
el camino curvado. Al llegar saltó uno de ellos sorpresivamente, jillas secas. Miró con asco a sus hijos pequeños que jugaban. El
—¿Que te pasó compadre?. . . .— Paqué te voy decir, ese perro árbol de su cuerpo se derrumbó a los pellejos sin lana. Allí sollo­
parecía con mal de hielo, yo lo adiviné cuando pasó por nuestro zaba doblándose los dedos de falange en falange hasta dormirse
lado. ¿No es cierto Juanico? — Sacaron una botella de aguardien­ con la lengua mordida. Serían las 3 de la madrugada cuando se
te y sopláronle duro con la boca, después de un trago fuerte que los incorporó dando un grito que hizo templar la tierra. Aullaba co­
alegró. mo las fieras enfermas, con los ojos más desmesuradamente desor­
El día trascurrió envolviéndose en el paisaje. El sol dibujado bitados. Recorrió semidesnudo todo el pueblo. La fiebre le que­
en las caras se sonrojaba al proyectarse entre las piedras. En la maba el cuerpo moreno, que se metía en los charcos y acequias has­
noche llegaron a Izcuchaca fatigados por un día salpicado de inci­ ta gruñir igual que los puercos.
A m nia 35

en una jornada de sol a sol. La madre, la tía Benjamina, cerró


k a n t t j t a s más pronto que un cerrar de ojos las puertas de la casa y del de­
A Blanca Luz, gran espíritu pósito de aguardientes con gruesas barretas; asomando la cara con
Raíces sangres, unos ojos de yegua desbocada por entre el filo de una puerta me­
a las montañas se prende como garfios; dia abierta.
mañanas y tardes, lenguas en los ríos. Simultáneamente desbordó la noticia en la era. 70 mujeres
deshojaban las mazorcas de maíz, mientras los hijos lloraban en los
POTENCIA GERMINADORA rincones hasta limpiar las lágrimas la cara sucia. El gobernador pa­
a puñados la reparten los vientos: seaba pitando su cigarrillo. El alcalde recibió la noticia con in­
es para quemarse como un tallo fresco sultos agresivos. Mi prima Hermelinda aderezaba la merienda del
0 ceñir las voces de perfumes niños marido. Como desde niña padecía de ataques histéricos, ese día
quedó muerta por 4 horas, a pesar de la ortiga que le pasaban por
AQUI PODEMOS JUGAR CON NUESTROS AROS el cuerpo. Sus hijos embarrados en su propia deyección, mastica­
(DE SOLEDAD. ban la caña de choclo voluptuosamente.
TE RODEA LA CINTURA EL INFINITO DE LA PAMPA. Salieron las autoridades hacia el pueblo, armados de revól­
veres. Lo abandonaban todo de miedo a que se presentase Gonzá­
Cazadora furtiva de lejanías lez o de que en el pueblo mordiese los finos caballos que se inver­
hilandera de mis días eglogales naban tras del Panteón. Mi prima les importaba un comino, al her­
de tu beso mana un jugo de sankayos mano y al marido. Primero eran sus caballos. Claro.
Cuando llegaban al pueblo, González subía la lomada. Ya
¿Dónde las zampoñas de tu amor festivo? los varayocs descansaban en el poyo de la casa, frescos como el
Solo hay un corderito que come de tus manos, agua, esperando las órdenes de la autoridad.
¡wiphala! ¡wipalita! Llegó González a la plaza, normalmente sin ninguna altera­
ción. Al no ser su desnudez, habría sido el mismo de antes. Le co­
Sol que a sorbos apuro rrió una risa de alegría por entre Ids ojos enrojecidos al ver a su
tu piensas robarlo de mis caricias, padrino y alcalde en el balcón. Luego se diluyó en un grito al tro­
te delata tu corazón granuja. pezarse en las puertas con los varayocs, fríos como las piedras de
Ayer llovería cuando hoy tienes los ríos, borrados de toda humanidad cuando son servidores.— Re­
el arco-iris en tu rebozo. trocedió, arrodillándose frente al balcón con las manos que apreta­
ban mil perdones.
TE REGALO ESE ABANICO DE MONTAÑAS
PARA CUANDO ARDAS EN LA FIESTA DEL KAPO. — ¡Padrino! no me haga m atar,he venido en busca de su au­
xilio y de su bondad. Protéjame de esta canalla que dice que estoy
¡Qué surcada de reflejos estás imilla! con “mal de rabia” y se revolcó por el suelo con unos gritos que
Levantaremos el grito de colores estivales abrieron grietas a las paredes de las casas, acometiendo ferozmente
hasta las rocas peladas que nos claman vida. contra las mujeres que miraban haciendo cruces en el espacio con
Tu conoces las hormigas polícromas sus interjecciones. Saltaron los varayocs, ágiles como los cabros,
en las varas de kinua. en actitud de enlazarlo. González corrió por toda la plaza hasta
que logró escaparse por uno de los arcos donde cayó a los lazos de
ES LA HORA PATETICA los hombres que le habían colocado a manera de trampa. Una vez
EN QUE EL SOL ENCIENDE SU ARCO VOLTAICO, amarrado, bajaron el gobernador y el alcalde. Ellos mismos lo ata­
VAMOS AL PASTOREO DEL SILENCIO. ron a la columna más fuerte del Cabildo. González había cambiado
ESTA LA MESETA CON EL CEÑO DURO de cara, eran puñales sus gritos que se clavaban destrozándose la
1 EL OJO VIDRIOSO DEL TITIKAKA: mandíbula en arrancar astillas de la columna. La comida aventada
¡AQUI NO SOMOS SINO REMOLINOS DE FUERZA! desde 5 metros adelante le servía para embarrarse. La noche la
pasó velado por dos guardias que se turnaban entre los indios.
Luis DE RODRIGO. Descolgóse la mañana como una araña, lamiendo la piedad de
la noche.— En el menor descuido rompió las fibras de maguey y en
Los vecinos se reunieron al rededor de su casa vociferando a su fuga ciega acometió a todos los animales de su paso hasta caer
todos los vientos:— ¡Que lo amarren! — Toda la aldea se puso en en manos de 7 hombres que barbechaban sus terrenos al sur. Con­
movimiento, incluso las autoridades que daban órdenes para la per­ ducido donde el gobernador, uno de los hombres mostraba el brazo
secución. Laceado igual que un toro por los varayocs fué amarra­ ensangrentado por un mordizco. Fué el alcalde quien clavó una
do en las columnas del Convento, para conducirlo más tarde a la barreta en la cárcel donde se le amarró después de engrillársele
provincia. Agotadas todas las fuerzas se le rasgaba el grito en la los pies. Varios hombres hacían la guardia. González ya no tenía
boca hundida, con los dientes partidos de querer destrozar el ca­ fuerzas ni para llorar de rabia. Apenas le roncaba la garganta co­
bestro de piel de vaca que lo ataba. Como última tentativa dilató mo un volcán. Las moscas pirateaban en la boca y en los ojos de­
los nervios hasta que se le reventaron de las piernas.— Libre, de un jando un ruido fúnebre alargado en el espacio. Le desataron las
salto se puso en media plaza y lanzó su mirada vaciada al cura, te­ amarras del cuerpo y cayó como una barra de fierro. Serían las
niente gobernador, su mujer y síndico municipal que se apretaban 5 de la tarde. Aullaban los perros tras de las pircas y las.campa­
espantados en el pequeño balcón de la Parroquia. nas de la Iglesia volaban sonidos arrancados de la misma garganta
—Canallas, asesinos, hijos del diablo, ahora me voy donde mi de González. La gente se emborrachaba en la tienda del goberna­
padrino Manuel, él es bueno con los pobres y le contaré que me dor, cuando sintió ruido en la cárcel. Era González que salía alar­
han querido matar.— Fué como el viento que pasó por entre la mul­ gado, con dirección a la tienda, pero con la bondad más humilde de
titud armada de palos que se escondía debajo de los arcos del Ca­ que es capaz un indio. Antes de poner un pie en la puerta, le en­
bildo. Tras él, fueron los varayocs con el lazo en el anca de los ca­ redaba al cuerpo el lazo que tiró el mismo alcalde. Y fué por úl­
ballos lanudos. González rodaba por el camino. Era una galga tima vez que se le amarró en el cedro que crece frente a la Igle­
desbarrancada de la montaña al abismo, revolcándose entre los tu­ sia. Bajaron dos hombres con la boca rasgada desde los ojos. Le
nales amarillos de espinas invisibles. Cada grito que daba al mas­ reventaron la cabeza como una rosa del trópico. Los palos sangra­
ticar la penca verde, retumbaba en los peñascos, dos, tres veces, san­ dos se encogían en el suelo. Sólo la tía Benjamina se limpió los
grando su cuerpo rasgado por las garras de los magueyes. ojos con un canto del traje de franela.
Bien pronto llegó la noticia a Pichos, el pueblo de su padrino.
Los vecinos se tocaban de puerta en puerta haciendo huir al ga­ S e ra fín D elm ar.
nado por medio de hondasos. El gobernador y el alcalde se en­
contraban en la cosecha de maíz donde tenían a todos los jóvenes México, noviembre 1927.

LA UNION LATINO-AMERICANA y vá uno p a r a l a c o s t u r e r a


Visto el pedido cablegrárico que formulan algunos califica­
dos ciudadanos nicaragüenses, y que dice así: “Nombre Federa­
ción Obrera Nicaragüense y elementos nacionalistas, acogemos ca­ con lágrimas aceitó su máquina
lurosamente iniciativa Apra designando doctor Palacios, Vascon­ y le dio aliento al manubrio
celos y Haya-Delatorre, como representantes opinión pública la­ donde también giraba la noche
tino-americana en Nicargua, y nos permitimos indicar la urgencia
de la realización de esa magna idea, suplicando doctor Palacios que hacia plisados de sombra
se dirija prontamente, pues también irá dieciocho corriente la co­ y muchas veces la pobre costurera
misión opinión pública norteamericana que allí debiera recoger au­ cosió la seda verde de sus miradas
torizada expresión sudamericana. Rogamos trasmitir pueblo juven­
tud argentina llamamiento angustioso hermanos nicaragüenses.— se acabó el hilo de su vida
De la Selva.— Tijerino.— Orozco.— Sandino.— Saénz.— Irías”. como las ilusiones
dentro del carretel del corazón
Y TENIENDO EN CONSIDERACION:
el pedal de miseria se impulsaba sólo
Que, conforme al respeto que merecen las naciones sobera­ y córrta a velocidades infinitas
nas y a un elemental sentido de justicia internacional, es absolu­ la gastada bobina de su silencio
tamente inaceptable la actitud de los EE. UU. al asumir la direc­
ción de la vida institucional de una libre república democrática, co­ SU RISA A P E N A S PUSO U N VIVO DELGA DITO
mo es Nicaragua, controlando y calificando sus próximas eleccio­
E N LA FIESTA DE U N TRAJE
nes presidenciales, es decir, ejerciendo actos de gobierno interior
que por propia definición corresponden, única y exclusivamente, a su aliento lucía los remiendos de la fatiga
la soberanía nacional.
EL VACIO SE LLEN ABA DE R E TA ZO S DE TOS
Que, en realidad, la vigilancia norteamericana está encamina­
da a obtener, por cualquier medio, el afianzamiento de la política sus palabras deshiladas por los dedos del viento
de concesiones y empréstitos con la que Nicaragua viene perdiendo muchas veces fueron
su efectiva independencia, lo que constituye, por tanto, una gravísi­ el adorno de un vestido ajeno
ma expresión más del propósito imperialista que persigue los EE.
UU. en ese país en especial y en América Latina en general. ............................ .y la acerada aguja de la tisis
Que, además del indicado, Nicaragua viene siendo objeto de con un pespunte fino y color vivo
inauditos atropellos y vejámenes desde que en diciembre de 1926 cosió el último suspiro de la costurera
desembarcaron en su territorio tropas de marinería yanqui, ejecu­
tando la intervención más odiosa que registra la historia de la ex­ A N T E S H AB IA C AN TA D O EL SOL E N LOS TEJADOS
pansión norteamericana.

Que, por su consecuencia, actualmente, esa República es tea­ nicanor a. delafuente.


tro de una prolongada y sangrienta guerra civil, que es también Chiclayo.
guerra de heróica resistencia al poderoso invasor extranjero, ya que
el ejército regular de los EE. UU. toma parte activa en la contien­
da, a favor de una de las fracciones en lucha. ACUERDA:
Que el próximo comicio presidencial de Nicaragua, no obstan­ 1*— A c o g e r la in a c ia tiv a d e l P a rtid o A n ti-im p e ria lis ta de F r e n ­
te su vicio de origen, aparece como un importantísimo instante te U nico, A P R A , p a r a el e n v ío de u n a D eleg ació n P o p u la r L a tin o ­
del proceso, puesto que a él concurrirán, en un último esfuerzo pa­ a m e ric a n a a N ic a ra g u a , in te g ra d a p o r A lfre d o P a lacio s, Jo s é V a s­
cífico, sin duda ilusorio, hasta las fuerzas políticas más distancia­ concelos y V íc to r R a ú l H a y a -D e la to rre ; y
das de los actuales invasores. 2?— S o lic ita r la ad h e sió n a e s te m a n d a to y a e s ta e n tid a d d e
to d a s las in s titu c io n e s lib re s, ligas, so cied ad es, b ib lio tecas, e n tid a ­
Que, por tanto, es urgente que las conciencias libres de Amé­ des e stu d ia n tile s, sin d ic a to s o b re ro s, e tc ., q u e re p r e s e n ta n u n a f u e r ­
rica perciban la gravedad de este histórico momento, para lo cual z a d e n tr o d el m o v im ien to so cial d e A m érica L a tin a .
conviene que una Delegación Popular Latino-americana se trasla­ Buenos Aires, diciembre de 1927.
de a Nicaragua, durante el período pre-eleccionario, a observar, en EL CONSEJO DIRECTIVO DE LA UNION LATINO­
el terreno de los hechos, los exactos contornos del problema, la in­ AMERICANA.—C arlo s S án c h e z V ia m o n tc .— F e r n a n ­
tensidad y medio con que opera el imperialismo invasor, las aspi­ d o M á rq u e z M ira n d a .— M an u el A . S eo a n e .— F lo r e n ­
raciones y sentido de la masa popular, la forma en que podría ayu­ tin o S a n g u in e tti.— Ju lio R. B arco s.— A lfre d o B ian-
darse un movimiento libertador, y, en general, todo aquello que chi.— E u clid e s E. Ja im e .— G a b rie l del M azo.— A dolfo
se refiera al estado social de ese país, a fin de que, allí mismo pri­ K o rn V illa fa ñ e .— C arlo s A . A m a y a .— A n to n io H e­
mero y en el resto de América después, oriente y encauce la cons­ rr e r o .— A n d ré s D ’O n o frio .— A g u stín D illón.
tante campaña de reacción antiimperialista de nuestro Continente.
Que esa Delegación Popular Latino-Americana, para interpre­
tar realmente el mandato de los pueblos, debe ser formada al mar­
gen de las designaciones oficiales, siempre tardas o deficientes o
trabadas por compromisos insalvables, llevando, en cambio, la ple­
nipotencia espiritual de América Latina, libremente otorgada por
sus fuerzas vivas.
Que, lógicamente, esa representación debe recaer en personas
cuya actuación y significado constituyan, por sí mismas, plena ga­
rantía de eficacia y veracidad en el desempeño de tan alto encar­
go-
Que los Maestros de Juventud Alfredo L. Palacios, José Vas­
concelos y el leader de la nueva generación anti-imperialista, Víctor
Raúl Haya-Delatorre, reúnen esas condiciones:
A« n a u ta

LA VIDA ECONOMICA
Finanzas - Comercio - Agricultura y Ganadería
MInería - Industria =Transportes * Seguros
Kstadístieíi
COMERCIO Estas cifras (datos provisionales) no comprenden el movimien­
IM P O R T A C IO N E S Y EX PO R TA C IO N E S
to de la aduana de Iquitos ni el de las encomiendas postales des­
pachadas por las oficinas de correos.
La cifra total del comercio exterior del Perú en 192G fue de El petróleo y sus derivados ocuparon en 1926 el primer puesto
Lp. 43.525,582, de la cual Lp. 23.906.149 corresponden a las ex­ 128. Hasta 1925, había tenido este puesto el algodón y hasta
portaciones y Lp. 19.559.433 a las importaciones. Estas cifras acu­ 1921 el azúcar, que lo perdió en 1922, para recuperarlo transi­
saban un aumento respecto del mal año de 1925 en que las exporta­ toriamente en 1923.
ciones ascendieron a Lp. 21.750.619 y las importaciones a Lp. La exportación de algodón en 1926 ascendió a Lp. 4.593.939;
18.272.979. la de cobre a Lp. 4.247.986 y la de azúcar y derivados a Lp.
Se acentuó en 1926 el aumento de nuestro comercio con Esta­ 3,604.995. Les siguieron la de lanas: Lp. 518.192 y la de cue­
dos Unidos y el descenso del mismo con la Gran Bretaña. Las im­ ros; Lp. 290.417.
portaciones de Estados Unidos montaron a Lp. 9.037.094 (46.2 % ADUANAS
del total de la importación durante el año) y las exportaciones a M o v i m i e n t o d e l C a ll a o y o t r o s p u e r t o s
Lp. 8,258.009 (34.5 % del total). Las importaciones de la Gran
Bretaña se elevaron a Lp. 3.052.752 (15.6 % del total) y las ex­ Las cifras de nuestras importaciones y exportaciones indican
portaciones a Lp. 6.841.246 (28.5 % del total). Si se tiene en cierto proceso de descentralización económica y comercial. Las im­
cuenta que en 1909 para no remontarnos más atrás tocaban a la portaciones efectuadas por el puerto del Callao constituyeron en
Gran Bretaña el 41.2 % de nuestx'as exportaciones y el 35.6 de 1920 el 72.6 % del total general del año. En 1926 subieron solo
nuestras importaciones, se puede apreciar el terreno perdido en al 55.8 %. En el mismo período 1920-26, las aduanas de Paita
el Perú por el comercio británico en relación con el comercio y Moliendo han mantenido más o menos firme su porcentaje,
yanqui, en incesante crecimiento. En el mismo año de 1909, las mientras la de Salaverry, no obstante la crisis comercial que su­
importaciones de los Estados Unidos sumaban el 19.7 % del to­ fre Trujillo y sin duda por el desarrollo de la explotación de los
tal y las exportaciones a ese pais 23.0 %. minerales de! interior del departamento, lo ha aumentado del 4,5
Esta sustitución de la Gran Bretaña por los Estados Unidos al 5.9 %, y la de Pimentel acusa también aumento. El creci­
en la primacía comercial — lo mismo que en la financiera — se miento más notable es el de la aduana de Talara, cuyas importa­
realiza dentro de un proceso general de desalojamiento del primer ciones montaron en 1926 a Lp. 2.453.719 (12.5) y cuyas expor­
país por el segundo en toda la América del Sur. En la Argentina, taciones ascendieron a Lp. 6. 171.983 (25.8 %). La aduana de
se ha dejado sentir últimamente un esfuerzo señalado de la Gran Talara se ha convertido rápidamente en la segunda de la repú­
Bretaña por mantener ahí sus posiciones y poner término al re­ blica, debido a la prosperidad de la industria petrolera. Las ex­
troceso que desde hace algún tiempo experimentan sus negocios portaciones que se efectúan por ese puerto alcanzaron casi en
con esa república, al empuje de la expansión comercial y finan­ 1926 a las del Callao: Lp. 6.257.277 (26.1 %) y Lp. 6.171.983
ciera norte-americana. (25.8 %). Dado que en gran parte la cifra de las exportaciones
La estadística de nuestro comercio exterior indica, además, del Callao depende de la producción minera de Junín, es fácil pre­
el reactivamiento de nuestras relaciones comerciales con Alema­ ver el efecto que en esa cifra tendría la desviación del transporte
nia, vigorosamente iniciado en 1921. En 1925 correspondió a de minerales por una nueva vía, más económica que la de la Oroya.
Alemania el 10.1 % de nuestras importaciones y en 1926 el 9.9
%. (Las exportaciones fueron mucho menores: 1.7 y 1.6 ojo res­ TRANSPORTES
pectivamente). No ha recuperado todavía Alemania el lugar que F e rro ca rrile s
ocupaba antes de la guerra en nuestro comercio de importación: La longitud total de los ferrocarriles del Perú en 1926 era de
17.3 % en 1913. Pero, como el total de la importación peruana 3.408 kilómetros, de los cuales km. 2450 pertenecientes al Estado
ha crecido notablemente de entonces acá, el monto de la impor­ y 958 de propiedad particular. Durante el año en mención SO-
tación de Alemania resulta, sin embargo, considerablemente más construyeron 46 kilómetros de vía férrea,
alto. Así, mientras en 1913 era de Lp. 1.055.975, en 1926 ascen­
EL C U LTIVO D E L TABAC O E " TU M BE S
día a Lp. 1.927.319.
El comercio con Italia aumenta gradualmente en valor, su­
perando ya en las importaciones al de Francia, Las importaciones
del primer país fueron en 1926 de Lp. 766.785, mientras las del
segundo montaron a Lp. 730.28 o sea el 3.7 % del total general,
En cambio nuestras exportaciones a Italia apenas si sumaron Lp.
28.521, en tanto que las destinadas a Francia llegaron a Lp. 276.
547. Siendo Italia un país de importante industria textil, pueden
indudablemente encontrar colocación en sus mercados el algodón
y la lana peruanos; pero, en cuanto al primer producto, solo pue­
de arribar a Italia por el trámite británico, tanto por la organi­
zación financiera del mercado de Londres cuanto porque los fa ­
bricantes italianos adquieren invariablemente algodón clasificado
y el Perú, como es sabido, no lo exporta en esta condición.
En los meses corridos de 1927, se ha registrado un aumento
de nuestro comercio exterior. Las importaciones, en el período de
enero a julio, (no alcanza a más el boletín de “Estadística General
de Aduanas” que tenemos a la vista), ascendieron a Lp. 10.741.
887, contra Lp. 10.608.229 en el mismo período de 1926. El au­
mento en las exportaciones es más apreciable, con ventaja para
nuestra balanza comercial, pues se elevaron a Lp. 13,399,809 con­
tra Lp. 12.654,610 de 1926, S e le c c i ó n de las h o ja s
38 A m a u ta

H A C I E N D A P U B L I C A
( D e l **E x t r a c t o E s t a d í s t i c o d e I P e r ú ' * )

Nó. 170—Prestí puestos Generales de la república, votados para


No. 171-Iníjresos Fiscales efectivas, en el período 1899-19^t».
los años 184-0-1 927.
INOK t£ > O S

Por opera Nichor Ingreso —


Años Presupuesto De Fuera de
Años Pliego de Ingresos Pliego de Egresos Superávit Déficit cienes de
Presupuestó y resupuesto Total De Presupuesto
crédito

Pesos Pesos Pesos Pesos


LP Lp Lp Lp. Lp. Lp.
8 383 600 — 11 926 722 — -----■_ 3 543 122— 1899 1 >85 26+ 1 103 310 248 On9 1 351 39 9 81 95 +
1846-47 1900
1848-4-9 10 64+ 846 — 10 630 6 20 — 14 220— —— 1 385 3 20 1 298 983 13 00 ) — l 311 988 86 33 7
10 901 952 — — -— 1901 1 385 320 1 49» 8 1K 2» 714 — l 527 532 1- 113498
1850-51 10 9Q1 952 — 1902 —
1852-53 14 227 000 14 276 502 — — 49 502— 1 461 286 1 459 907 13 9*3 l 473 890 1 379
19 882 808 — 19 88 2 808 — — — 1903 1 461 286 1 592 413 14 234 — 1 606 647 + 13 1 127
1854-55 190+ 2 107 *7 + 1 990 568
1861-62 41 526 072 — 32 912 036 — 8 614 036- — — — — 1 990 568 1 17 306
44 164 484 — 1 942 180— 1905 2 223 4*8 2 178 320 — — 2 178 320 — +5 168
1863-04 46 106 664 — — l 906 —
2 506 386 2 555 +63 — 2 555 463 + 49 077
Soles Soles Soles Soles 190 7 2 681 192 2 830 32+ — —— 2 830 324 F 1+9 l 3 2
190S 2 997 +4+ 2 861 299 — — 2 861 299 - 136 1+5
___ 17 225 796— 19.»9 3 07 5 986 > 5 18 062 —— — 2 61 S 062 — 55 7 924
1869-70 44 723 100 — 61 948 896 —
58 582 851 — 58 582 851 — — — >910 2 784 513 2 795 775 — — 2 795 775 F 11 262
1871.-72 19 m 2 784 5 t 3 3 227 4i7 — —
1873-74 33 69J 584 — 47 022 814 — — 13 331 230— 3 227 417 -j- 442 904
1-875-76 6* 567 032 — 74 3 77 380 - — 8 810 348— 1912 3 313 396 3 425 5+3 2 105 286 832 3 714480 t >12 147
648 578— —— 1913 3 313 396 3 5+9 283 8 766s 1 776 744 5 334 793 + 236 887
1877-78 43 978 16S — 43 329 590 —
35 190 170 — 3G 051 b94 — — 861 224- 191 + 3 313 396 3 069 +51 i 0 507 936 05 8 4 016 016 — 243 9+5
1879-80 >915
1387-88 16 183 674 — 13 599 104 — 2 584 570- — 2 8+7 275 2 789 0+3 ’18 750 304 985 3 312 778 68 232
13 329 762 - 12 716 304 — 613 458— — 19i 6 3 097 030 3 942 384 +2 +99 68 87 2 4 053 755 + 845 35+
18S9-90 l'U 7 16+ 756 , 28 394
1891 6 728 022 — 6 602 687 - 125 335— — 3 097 030 4 5 lO 435 4 703 585 F 1413 405
7 105 131 — 7 104 +23 - 708— — 1918 4 828 74+ 4 S92 461 96 273 393 +78 5 382 212 4- 63 717
1892 19 19
1893 7 942 841 — 8 027 848 — — 85 007— 5 1691+7 6154171 152 834 332 697 6 639 702 + 985 024
1894 7 296 502 — 7 340 942 - — 50 440— 1920 7 926 A52 8 087 297 3 15 3 +5 483 630 8 886 272 F l60 845
1896 8 405 921 09 9 293 432 77 — 887 511 68 1921 7 40+ 96 1 6 186 337 1 603 545 567 020 8 356 902 - 1 218 6 24
■;%97 10 721 522 65 11 308 243 46 — 586 720 81 1922 6 164 750 6 58+ 701 +76 779 1 807 (,02 8 868 +82 •+ 41 9 961
1923 7 O.84 684 7 609 902 23 +59 1 755 58+ 9 389 005 -f 628 278
Lp S. C. Lp S- C- Lp. S. C. Lp S. C. 192+ 7 8-Q +.89 9 213 53 + 360 963 3 336 556 12 911 053 + 1 33+ «»+.>
192 5 8 86 2 245 9 202 231 401152 2 69+ 0+0 >2 297 +23 -i- 339 886
IROS 1 078 585 0 00 1 148 824 5 72 ___ 70 239 5 72 1926 9 762 830 10 219 547 48 929 8 035 428 18 303 904 4- 45o 717
1899 1 185 264. 5 52 1 260 467 7 49 — 75 203 1 97
1900 1 3S5 320 0 00 1 424 819 5 43 — 39 499 5 43
1901 d i 1 385 320 0 00 1 424 819 5 43 — 39 499 5 43 (Fuente. Balances y Cuentas Generales d< la República. En los años l*yy a !y1 ¿ lo-iuru
1902 1 4-61 286 0 00 1 461 286 0 OO — — ro está comprendido lo ingresado durante «.-1período de liquidación dejos presupuesto.-
1903 ( \ ) 1 461 286 0 OO 1 461 286 0 00 — —
1904 2 107 874 4 04 2 107 874 4 64 —— —
1905 2 223 488 1 42 2 222 5 1.2 5 32 945 6 10 — No. 172 — Egresos Fisoalts efectivos, co el periodo i8 y «-iy 2ij
1906 2 506 386 0 83 2 506 380 0 83 — — — ---- .----------—
1907 2 681 192 5 19 2 681 192 5 19 — — &G R B SO S
2 997 443 7 44 2 997 443 ? 44 — — Mt»yor egrea^ +
190-3
1909 2 075 986 5 12 3 075 986 5 12 — — Años Presupueste Por opera­ Menor egreso -
— De Fuer.» de
l 910 2 .784 51 3*1 43 2 775 061 1 37 9 4520 06 Presupuesto Prefcupuest > ciones de Tvt+i
19H (!) 2 784 513 1 43 2 775 061 1 37 9 452 0 06 — crédito De Presupuesto
1912 3 313 396 7 11 3 31.3 396 7 11 — —• —«

1913 n> 3 3 13 396 7 11 3 3 13 396 7 11 — —
19 •4 on 3 3 13 396 7 11 3 313 396 7 11 — — —— t.p Lp Lp. Lp. LP
1915 2 847 2 75 0 00 2 973 41 9 1 8£ — 126 204 1 88 1*99 1 260 468 999 502 21 7 336 1 2l6»3S — 2óu 966
3 097 029 9 41 3 109 807 9 92 — 12 778 0 51 1900 1 +24 8 .’0 1 198153 74 838 1 272 991
191 6 1801 1 345 042 __
1917 U> 3 097 029 9 41 3 109 807 9 92 ------ 12 778 0 51 1 +24 8 20 96 683 1 4+1 725 79 778
1918 4 828 744 0 00 4 834 214 0 00 — 5 470 0 00 1ye*2 l 46 1 286 1 272 2S9 84 35 3 — 1 356 6+2 188997
>919 5 169 147 0 77 5 169 147 0 77 —— — 1903 1 46 1 286 1 352131 >26 76 7 — \ 478 898
1020 7 926 452 2 75 6 995 481 1 76 930 971 0 99 — 19U4 ‘2 107 8 74 1 779 685 105 265 — 1 88 + 950 32* 189
>921 7 404 960 8 10 7 402 600 8 10 2 360 0 00 —— 1905 2 2 22 543 1 997 948 91 5i + — 2 089 +62 - 224 595
19£2 6 164 750 0 OO 6 033 740 6 17 131 009 3 83 — 1906 2 506 386 2 SOI 736 142450 — 2 44+ l »6
\ 923 7 OS4 684 0 00 7 08+ 684 0 O C
X — — 1907 2 631 193 2 +67 837 254 7+2 — 2 722 5"’9
192 v 7 879 489 2 3l 7 879 489 2 31 — — 1908 2 997 +44 2 823 060 16715 + — 2 990 21 + - 174 384
1925 8 862 245 4 2 ? .8 86 2 24 5 4 22 —
. -----


1909
1910
3 075 987
2 775 OU
2 730 216
2 653 336
17 310
31 9*6


2 74 7 526
2 6«5 322
345 771
1926 9 762 8 29 5 45 9 762 829 5 45
1927 191 l 2 775 061 2 833 072 123 0S4. — 2 956 156 4- 58 01 1
ÍO 371 642 1 00 10 371 542 1 00
1912 3 313 397 3 493 6 29 137 8J 6 94 981 3 726 426 180 232
1913 3' 313 397 3 720 600 821 374 867 663 5 409 637 + 407 203
1914 A 313 397 3 289 090 ^96 161 317 683 4 102 934 24 307
1915 2 973 479 2 821 957 41 l 654 158 04 1 3 391 652 151 522
1916 3 109 80S 3 193 61 0 203 151 19« 108 3 594 849 +' 83 802
E l m o vim iento de c a rg a y e q u ip a je h a crecido de añ o en año, 191 7 3 109 808 3 330 484 1 094 002 422 1 10 4 846 596 F 220 676
1918 4 834 214 4 693 343 710 "02 3 7 699 5 441 74+ 140 871
lleg an d o en 1926 a 3.023.345 to n e la d a s. 1919 6 169 147 5 799 981 799 852 47 813 6 647 64 6 -F 636 834
1920 Sí 995 457 7 481 303 1 308 685 131 8 50 8 921 838 + 485 8+6
Los f e r ro c a rrile s e x p lo ta d o s p o r T h e P e ru v ia n C o rp o ra tio n 1921 7 402 601 7 654 719 1 040 942 1+5 2+1 8 840 902 4 252118
1922 6 033 741 G 906 516 1 19+ 992 69 •>650 8 797 158 + «72 775
L td . p ro d u je ro n en el año Lp. 1 .629.018, con u n g a sto de L. 1.046 1923 7 084 58+ 7 620 844 490 572 f -3 302 9 094 718 4- 536 160
192+ 7 879 489 8 581 974( 1 8 !.9 355 1 ,3+ 930 11 816 259
828 y u n a u tilid a d de L. 5 8 2 .1 9 0 . E n 1925 la s u tilid a d e s de la 1925 8 *62 245¡ 9 489 291 1 965 759 1 367 27+ 12 822 324 -F 627 046
1926 9 762 830 10 518 690¡ 3 9*i 0 036 4 +42 159 18 870 8 85 + 755 860
P e ru v ia n b a ja ro n a L. 2 95.095 a c a u sa de los d e rru m b e s c a u sa ­
dos p o r las f u e r te s llu v ias de ese año. L a ú ltim a a sa m b le a de a c ­ (Fuente CiJances y Luentas Generales de la República En l o s a 79Lfi'iúc!ÚÍíiré*
u o está comprendido lo gastado durante el período de liquidación de los presupaestosL
cio n istas de la P e ru v ia n , to m ó n o ta , com placida, de la m a rc h a de
la em p resa, que o b tie n e de sus dos p rin c ip a le s lín e a s f u e r te p ro ­ de los tr a b a ja d o r e s a g ríc o la s de la co sta s u frie ro n u n a d ism in u ­
vecho. ción a p re c ia b le en 1926. E l p ro m ed io de sa la rio s del cam po, sin
ra c ió n , fu é en la s H das. de C añ a de S. 1.67 p a ra los h o m b res y 0.98
INDUSTRIA p a r a la s m u je re s. E n los in g en io s, el p ro m ed io acu só m ás b ien
u n a a lza S. 2.43. E n 1919, en p len o apogeo de la in d u s tria a z u ­
L a 2 a . F e r i a d e la I n d u s t r i a M a n u f a c t u r e r a P e r u a n a c a re ra , el p ro m ed io de los sa la rio s del cam po fu é de S. 1.91 p a ra
los h o m b re s y 1.13 p a ra las m u je re s. E n 1920 b ajó a S. 1.83 y
Se a n u n c ia la 2a. F e ria de la In d u s tria M a n u fa c tu re ra P e r u a ­ S. 1.00 m a n te n ié n d o s e m ás o m en o s e sta c io n a rio h a s ta 1925, en
na, p a ra la se g u n d a q u in c e n a de m ayo p ró x im o . L a o rg a n iz a la So­ que fu é de S. 1.81 y S. 1.05 re s p e c tiv a m e n te . E l “ E x tra c to E s­
ciedad N acio n al de In d u s tria s , re p r e s e n ta d a p o r F a b io C am acho, a ta d ís tic o ” no in d ica los sa la rio s p ag a d o s en las H d as. de algodón
cuyo e s p íritu de e m p re sa y cap a c id a d o rg a n iz a d o ra se debió sin sino h a s ta 1923, se ñ a la n d o u n p ro m ed io de S. 2.03 p a ra los hom ­
d u d a el éx ito de la p rim e ra f e r ia que, a p e s a r de s e r u n a im p ro ­ b re s y de S. 1.09 p a ra la s m u je re s. P e ro , com o se sabe, en los
visació n re u n ió en las sa la s y p a tio s del P alacio M u n icip al u n n u ­ a ñ o s 1926 y 27 esto s sa la rio s b a ja ro n en p ro p o rc ió n co n sid erab le.
tr id o m u e s tra rio , d e la n te del cu al d e sfila ro n m uchos m iles de p e r ­ L os p ro p ie ta rio s a p ro v e c h a ro n la b a ja del p ro d u c to p a ra im p o n e r
sonas, que re c o n o c ie ro n p o r p rim e ra vez com o n a c io n a le s no pocas jo rn a le s ín fim o s.
m a n u f a c tu r a s qu e p a sa n en el com ercio como e x tr a n je r a s . Los n ú m e ro s in d ic a d o re s de los p re c io s al p o r m e n o r de los
H acien d o u n b a la n c e de los p ro g re so s de la in d u s tria fa b r il a rtíc u lo s a lim e n tic io s a c u sa n c ie rta a lz a del costo de la v id a en
p e ru a n a en 19227, el in g e n ie ro se ñ o r V íc to r M. A ra n a , c o n sid e ra 1926, en co m p a ra c ió n con 1922 y los añ o s sig u ie n te s. H e aq u í
ese año com o el de su efe c tiv o n a c im ie n to . L a ta r if a p ro te c c io ­ el n ú m e ro g lo b al de e sto s a ñ o s: 1922, 1 7 4 ; 1923, 166; 1924, 168:
n is ta fu é sin d u d a el p rin c ip io de e ste p erío d o de d e sa rro llo in ­ 1925, 1 7 9 ; 1926, 182. No re s u lta , p u es, a b so lu ta m e n te re la c io ­
d u s tria l; p ero se debió a la F e ria la c o rrie n te de in te ré s p o r sus n a d a la b a ja de los sa la rio s con la c u rv a del costo de las su b sisten cias.
a d e la n to s y p ro d u cto s.
SEGUROS
SALARIOS B a l a n c e s a n u a l e s d e las C o m p a ñ í a s A s e g u r a d o r a s
C o n fo rm e a la e sta d ístic a o ficial (co n su lta m o s siem p re p a ra r
n u e s tra s n o ta s el “ E x tra c to E sta d ístic o del P e r ú ” ) los salario s El año co m ercial de 1927 h a te rm in a d o con b a s ta n te pro v e-
A m a a j. 39

cho para las compañías nacionales y extranjeras de seguros, en Las acciones de la clase A, serán suscritas y poseídas solamen­
sus diversos ramos. Hasta ahora, solo conocemos las memorias de te por el Estado; las acciones de la clase B, serán suscritas y po­
la Compañía de Seguros “Rímac” y “La Popular’”. La primera ha seídas solamente por Bancos e Instituciones bancarias constitui­
obtenido una utilidad de Lp. 36.247.1.14 sin tomar en cuenta la das en la República o que realicen operaciones dentro de ella, o
utilidad habida en la venta de la finca situada en la calle de Lam­ por el Estado; y las acciones de la Clase C, serán suscritas y poseí­
pa, que arroja Lp. 23.655.8.71. El capital suscrito de la Com­ das solamente por las Municipalidades de la República y por el
pañía es de Lp. 225.000. público en general, o por el Estado. Si las acciones de la Clase
La Compañía de Seguros “La Popular”, en el mismo ejerci­ B, y C, son ofrecidas a los Bancos e Instituciones bancarias y a
cio, ha obtenido una utilidad de Lp. 10.159.8.20, siendo su capi­ las Municipalidades y al público en general respectivamente y si
tal suscrito de Lp. 200,000.0.00 del cual solo han erogado los el número total de las acciones de cada una de las Clases B y C,
accionistas Lp. 50,000.0.00. La Compañía de Seguros “La Popular” suscritas fuese inferior a las otras acciones de cada clase, autori­
tiene un fondo de reserva de Lp. 31,500.0.00 y un fondo para zadas, el Estado suscribirá el resto de dichas acciones y podrá re­
dividendos de Lp. 6,000.0.00. vender las acciones de la Clase B a los Bancos e Instituciones
bancarias, y las acciones de la Clase C, a las Municipalidades y
FINANZAS al público en cualquier fecha posterior, si lo considera conveniente.
El Banco podrá realizar las operaciones siguientes:
Banco H ipotecario y C rédito A g ríco la a) —Hacer préstamos garantizados por primeras hipotecas so­
bre fundos rústicos, situados dentro de la República, con sujeción
El Gobierno ha sometido al Congreso dos proyectos de ley a las disposiciones del artículo 25 de esta ley;
creando el Banco Hipotecario del Perú y el Crédito Agrícola In­ b) —Hacer préstamos garantizados por primeras hipotecas so­
termediario a los cuales ha prestado ya su aprobación la Cámara bre fundos urbanos, situados en ciudades o pueblos de la República,
de Diputados. Es esta la realización que se dá al antiguo pro­ con sujeción a las disposiciones del artículo 25o. de esta ley;
yecto de un Banco Agrícola. Extractamos del proyecto de ley c) —Hacer préstamos a la Municipalidades de la República,
aprobado la parte concerniente al capital del Banco y a sus ope­ garantizados por primeras hipotecas sobre inmuebles situados den­
raciones: tro de la República o por primeras hipotecas a gravámenes so­
El capital del Banco será de un millón quinientas mil libras bre el producto bruto de rentas específicas de dichas Municipa­
peruanas, y constará de ciento cincuenta mil acciones de un valor lidades, con sujeción a las disposiciones de los artículos 26 y 27
nominal de diez libras peruanas cada una, que se emitirán a la de esta ley, respectivamente;
par, de las cuales cincuenta mil acciones recibirán el nombre de d) —Comprar o adquirir en otra forma, y vender o enajenar
acciones de la clase “A”, cincuenta mil acciones de la clase “B”, en otra forma, hipotecas dadas en garantía de préstamos sobre pro­
y cincuenta mil serán denominadas de la clase “C”. piedades de la naturaleza prevista en los incisos a), b) y c) de este

La m á q u in a en la a g r i c u l t u r a de ¡a cosía

Tras tra c to re s en p le n o tra b a jo en las tierra s de Ja nueva irrig a ció n de “H i t a n d o ’


40 A m a u la
artículo, con sujeción a las disposiciones del artículo 31 de es­
ta ley;
e) —Aceptar como garantía adicional de sus pi'éstamos pre­
viamente acordados de conformidad con las provisiones de esta ley
garantías distintas de las previstas en las disposiciones de los in­
cisos a), b) y c) de este artículo.
f) .— Comprar o adquirir en otra forma, retener, mantener,
BANCO POPULAR
administrar o explotar, y vender o enajenar en otra forma, pro­ D E L
piedades hiptecadas o dadas en garantía de sus pi-éstamos;
g) —Encargar por su cuenta la cobranza y administración de
las rentas de las Municipalidades, dadas en garantia de sus prés­
PERU
tamos, en los casos de falta de pago de dichos préstamos; S o c ie d a d Anóniirui M m l t a d a
h) —Emitir cédulas con sujeción a las disposiciones del artí­
culo 34 de esta ley; FUNDADO EL 13 DE SETIEMBRE DE 1 8 9 9
i) —Comprar, vender o negociar en otra forma las cédulas e-
mitidas con arreglo al inciso (h) de esta artículo;
j) —Comprar, poseer y vender bonos, vales y otros valores del
Gobierno del Perú, de los Estados Unidos de América y del Reino
Unido de la Gran Bretaña, con sujeción a las disposiciones del
artículo 32 de esta ley; recibir depósitos de dinero, del Estado,
C A P I T A L P A G A D O ............................... Lp. 2 0 0 , 0 0 0
de las Municipalidades y de los deudores del Banco, y depositar sus
fondos sobrantes en otros bancos o instituciones bancarias de den­ R E S T R V A S ............................................................ „ 7 7 ,9 2 5
tro o fuera de la República; !
k) —Comprar, o adquirir en otra forma, arrendar, construir, Lp 2 7 7 .9 .2 5
poseer, mantener y explotar, vender o enajenar en otra forma toda
pi'opiedad mueble o inmueble, cuando sea necesario o conveniente
para las operaciones del Banco y de sus sucursales o agencias;
l) .—Suscribir, pagar y poseer acciones del capital del Crédito
Agrícola Intermediario del Perú siempre que no excedan de un Hace toda clase de operaciones Bancarias
tercio a la par del capital pagado y fondo de reserva del Banco,
adquiriendo y ejerciendo todos los derechos y facultades que co­
Vende Cédulas Hipotecarias del 8 "/o de
rresponden a dichas acciones;
m) -—Adquirir en todo o en parte el activo o el negocio de i_ interés, encargándose de su custodia y
las secciones o filiales hipotecarias de las Bancos locales que exis­
ten en el Perú, con sujeción a las disposiciones del artículo 63 pago de intereses gratuitamente
de esta ley;
n) —Realizar los demás actos y operaciones, y ejercer las de­
más funciones que sean necesarias y útiles para el ejercicio de las
facultades anteriormente enumeradas,
_________ ------------ -----

COMPAÑIA DE SEGUROS
«LA POPULAR”
FU N D A D A 1C .X 1004

Capital suscrito........... Lp. 200,000.0.00


Capital pagado ............ ,, 50,000.0.00
Fondo para dividendos.. ,, 6,000.0 00

A s e g u r a contra Incendio
E dificios, M u eb les, M ercadería s,
P rodu ctos, A utom óviles, etc.

Riesgos Marítimos
Cascos de Buques, Lanchas y toda clase de Em­
barcaciones, Equipajes, Mercaderías y Productos
en Tránsito a cualquier parte del Mundo
Accidentes de Automóviles
Automóviles, Camiones y Omnibuses en tráfico,
incluyendo el riesgo de tercera persona, o sea el
daño personal o material que pueda causar
el automóvil asegurado

G e ren te ; S r. A u relio G arcía y L a stres

OFICINA; C alle de V illalta N o. 265, LIMA


T eléfono N o . 335— A partado 237 3
AGENCIAS E l TODA LA REPUBLICA DEL PERU
Ü IB R
BIBLIOGRAFIA,
0
CRITICA,
5
NOTICIAS
y LITERARIAS,
REUI TR CIENTIFICAS
5
Y
5
ARTISTICAS

A ñ o li L IS IA , E ?¿E R O D E 1 9 2 8 h ú m e r o 13

Los libros de la revolución mexicana C B O R IC A DB m e r o s


“ L e c tu ra s P o p u la re s ” , de E s p e ra n z a V e lá sq u e z B rin g a s
GRAZIELLA GARBALOSA
Uno de los productos de la Revolución Mexicana es el que re­
presenta la obra formidable de la Educación Popular, emprendida UNA m ¿EÜ Q U E S A B E MIRAR
con enorme optimismo por los nuevos hombres que surgieron con la México 1927
■Revolución y la cual abarca en una amplísima visión realista, los
más urgentes problemas de México.
El fenómeno histórico de la Revolución de México señala un Una novela con prólogo sicoanalítico, desenlace edi­
gran paso de avance sobre el latifundismo colonial, cuyas bases se ficante y fé de erratas. Apesar de todo, muy buena. Sin­
fincan en el analfabetismo de las masas campesinas, presas en la embargo de estar escrita de prisa, revela en la autora
degeneración física y mental impuesta deliberadamente por los la­ condiciones para el relato y cierto sentido de la prosa
tifundistas. nueva. Además, entereza de ánimo y un feminismo, aun­
La obra de la educación popular mexicana ha orientado todos que sincero, cuerdo y práctico, nada ridículo. Argumen­
sus esfuerzos en el sentido de atraer a esas masas hacia la con­ to; La Habana; funcionarios públicos que seducen a las
ciencia y la actividad intelectual, ya que ha podido comprobar vasta­ mecanógrafas de los ministerios de Estado; agitadores obre­
mente las dotes de ductilidad e inteligencia que existen principal­ ros asesinados cobardemente por los caflaveleros capita­
mente en las razas aborígenes, que forman el mayor porcentaje de listas; una mujer que degenera; mil hombres que medran
población mexicana. a la sombra del consulado general de los Estados Unidos
Así, estamos hoy asistiendo al despertar de un pueblo de in­ y los prostíbulos caros; un judío nacido en Lima, víctima
natos pero oscuros instintos rebeldes, que lo han llevado a la eman­ de la política peruana, débil, erudito, excéntrico, vaga­
cipación primero, a una lucha resuelta contra el latifundismo que mente homosexual; el oro yanqui; la civilización del as­
ya no es topoderoso, y que paso a paso le va agrupando a las filas falto y del acero —un capítulo sentimeutal de la sucia
de los hombres que luchan por un destino mejor. historia del mundo referida seriamente, dolorosamente,
Termómetro de esta época de singular trascendencia para Mé­ Nada aquí del tono senil y chusco de France, o del cien­
xico y de grandes proyecciones para la América Latina, es sin du­ tífico e indeferente de Joyce, o del roto e íntimo de Is-
da el libro “Lecturas Populares” de la Licenciada Esperanza Velás­ trati, o del adecuado y magistral de Rolland, o del esté­
quez Bringas. El representa el primer esfuerzo dirigido a intro­ tico y desinteresado de Proust. Nada de literatura céle­
ducir en la educación del niño textos de ideología nueva, capaces bre, consagrada, universal, de hoy o de ayer. Quizá algo
de formarle un espíritu acorde con los nuevos dictados revoluciona­ de Vargas Vila, de Gabriela Mistral, sin ofender a nadie.
rios. Libro para todas las clases, sin embargo, une en sus páginas Un problema de América, y una mujer que protesta en
al encanto de la leyenda y a la poesía, fuertes llamados de justi­ nombre de su sexo, de su raza y de su casta; chillidos,
cia, no de la justicia burguesa donde se postula el derecho sagrado miradas furibundas, amenazas de huelgá, y algo, talvez, de
de la propiedad, sino la otra, de espíritu ancho y cuyos ojos abier­ consideraciones serenísimas de tesis para el bachillerato.
tos están iluminados por el nuevo credo del derecho de los más “Una mujer que sabe mirar" tiene una actualidad terrible
sobre los menos. en el Continente por lo del antiyanquismo, y otra parti­
A pesar de no ser “Lecturas Populares” un libro netamente cular, no menos grave, en el Perú por lo del judío nacido
mexicano, vale decir, con el espíritu de la raza enraizado en su en Lima. Pero, repetimos, la novela está muy bien, como
esencia, como debiera ser un libro indoamericano — nuestras leyen­ se dice, técnicamente.
das maravillosas del Bravo a la Patagonia dan para muchos libros— M a r tín ADAN
todo él está encausado a una tendencia ideológica que debe impri­
mir su huella decisiva en el espíritu maleable del niño. Esperanza EMILIO FRUGONI
Velásquez Bringas, una de las mujeres de la Revolución Mexicana,
ha puesto en este bello libro su talento equilibrado y su precisa vi­ L A E P O P E Y A O I L A C IU D A D
sión en el futuro de México, entregando a las escuelas donde se for­ Imp. “Renacimiento"
man los nuevos hombres, un libro fuerte, optimista, sesgado hacia Montevideo
el gran ideal de la Justicia.
La autora, personalidad consagrada dentro de las letras latino­ Emilio Frugoni al caminar por la ciudad, pone el
americanas, pertenece a la generación de mujeres nuevas de Amé­ frescor del campo, el frescor del campo que han de te­
rica, que desligadas de viejos prejuicios, afrontan la misión supe­ ner seguramente sus pupilas. Emilio Frugoni, ama, es
rior de colaborar al lado del hombre por la reconstrucción de nues­ cierto a la ciudad y la canta con cierta ternura que en su
tros pueblos. Actualmente es Jefe del Departamento de Bibliotecas voz viene de los amplios horizontes, de los cielos abiertos
de la Secretaría de Educación, realizando en este sector una inte­ del verdor oxigenado de los bosques.
resantísima labor de difusión cultural, tendiendo al desarrollo y au­ No quiere ser moderno, pero tampoco es antiguo. Su
mento del número de bibliotecas que tan definido rol juegan en la poesía está hecha sin premeditación. Abre sus manos y
educación de las masas. le caen las flores, a veces lozanas, exuberantes, flores
En su libro “Lecturas Populares” ha recogido firmas de pres­ perfectas; a veces un tanto desteñidas y frustradas, pero
tigio universal y de tendencias sociales, como algunas de las si­ de todas maneras con alientos vitales.
guientes: Tolstoi, Barbusse, Andreiev, Tagore, Roman Rolland, G. Yo querría encontrar en Frugoni, un poco menos de
H. Wells, Ingenieros, Rodó, Vasconcelos, Selma Lagerlof, etc. etc. fecundidad, un poco menos de abundancia. Son muchos
M agda PO RTA L. los poemas de su libro último. Y en estos muchos poe-
42 LIBROS Y REVISTAS

mas podemos notar una diferencia honda. Hay en ellos drés llega un momento a este plano perfecto. Unicamen­
muy buenos poemas; acertados en su construcción, per­ te un instante. Disfruta a pleno pulmón el vértigo de la
fectos en su línea; maestros en su colorido; y hay otros batalla. Unicamente un instante. Cae otra vez en sus in>
poemas que no se parecen en nada a los anteriores. indecisiones. La obra de Fedin es robusta. Ha cogido vi­
Pero, con todo, libro bellísimo este de la "Epopeya gorosas impresiones del despertar ruso y las agonías de
de la Ciudad" que nos dá la visión presentida de aquella la última guerra.
ciudad tan amada de Montevideo.
JORGE R. FORTEZA

MARIA ELENA MUÑOZ RAFAEL BARRET, SB OBRA* SU PBEB1-


ti »!
CA) SB ISQRAL
LEJOS
Agencia General de Librería y Publicaciones Editorial Atlas, Buenos Aires.
Montevideo
Yo conocía ya a Barret. Había leído sus Moralida
des Actuales y sus Cuentos en la Biblioteca Andrés Bello,
Esta voz de María Elena Muñoz es una voz que nos de la Editorial América de Madrid. La vigorosa figura
parece haberla oído ya hace mucho tiempo. La recorda­ del Maestro de rebeldías, se destaca nítida de este juvenil
mos perfectamente, y sin embargo no la hemos oído en trabajo, en el que el autor, rinde un espontáneo homenaje
ninguna parte; no la hemos sentido sino en nosotros a su memoria. Es una lástima que entre nosotros se des­
mismos. conozca casi en lo absoluto el humanismo de Barret, tan
Como en los poetas uruguayes, en María Elena Mu­ tónico, conmovedor y combativo. A través del libro de
ñoz, hay una frescura de agua limpia que corre entre la Forteza, conocemos anécdotas biográficas de hondo interés,
verdura de los campos. Se abren impetuosas las alas de los como cuando "vivía en el Paraguay casi exclusivamente
vientos aurórales y también se siente caer las cenizas del de lo que le producía su profesión de agrimensor. Un
crepúsculo. día advierte que él, que predicaba contra la propiedad, vi­
Cristianamente va cantando por los caminos asolados. vía de delimitar propiedades ajenas y con un gesto que
Gabriela la espera, habla con ella y la conforta. lo coloca a la altura de los nobles apóstoles, consciente
Pocos cantos hay tan emocionados y tiernos como el de que era provocar la estrechez, casi la miseria para su
canto a Gabriela: compañera y para su hijito, sin titubear, arroja sus instru­
"Va como el “Mártir" de Fray Angélico mentos que nunca vuelve a usar". Traza el autor un a-
Y en su camino, serena canta. certado paralelo entre Gandhi y Barret, que juzgo inteli­
Siguiendo cielos que deslizan en lontananza. gentemente deducido al estudiar las condiciones ambien­
Seguro el paso va la pastora, tes en que uno y otro renunciaron a sus respectivas pro
Fijos los ojos en una estrella. fesiones por considerarlas inmorales: el primero juriscon­
Va la pastora con su majada; sulto y el segundo agrimensor. El trabajo de Jorge R.
Y sigue siempre derroteros Forteza es el de un hombre recto, sano, que desea contri­
Con el aliento de una cruzada. buir al triunfo de la lucha para el mejoramiento social.
Si hallan sus manos el agua limpia Ojalá que este joven que con un ímpetu entusiasta eleva
Donde la lumbre de un astro vive, tiembla y se agranda entre sus manos el recuerdo del Maestro injustamente ol­
Y entre las zarzas encuentra mieses vidado, ponga todo el fuego de su deseo "para expandir
Es su fé el índice que las señala. esas páginas, hacer que lleguen hasta nuestra juventud
Buena pastora velando siempre, desviada, para impedir que se malogre tanta energía bue­
en sus rebaños cuida el mañana". na y fecunda".
Muy bien María Elena Muñoz: tú estás ya con ella en Nosotros, desde "AMAUTA", vulgarizaremos algunos
la misma luz y gloria de la poesía. artículos del apóstol paraguayo, como un homenaje a su
A. B talento y a su incorruptibilidad.

CONSTANTINO FEDIN. R. BLANCO FOMBONA.

LAS C lB S A B IS Y LOS AÜ08- LA BITSA ES LA HA R8.

Ediciones Biblos, Madrid. Editorial América, Madrid

Yo no se por qué, al terminar este libro de Fedin, Es la historia de una viuda joven, rica, hermosa, en un
he recordado intensamente a Saccha Yegulef. Saccha re­ rincón provinciano de Venezuela. Temperamento ardien­
presenta el espíritu del sacrificio. La pureza del corazón te, frágil, mujer a la que un beso de varón hace caer de
que comprende llegada la hora de la prueba, y se sacrifi­ espaldas. Su tía Mónica, en el empeño de casarla nueva­
ca. “Cuando sufre el alma de un gran pueblo, toda la mente, es la causante indirecta de sus caídas amorosas.
vida está perturbada, los espíritus vivos se agitan y los Marta se siente rodeada de un cerco envenenado. Las
que tienen un noble corazón inmaculado van al sacrificio". mujeres, sus enemigas, porque los hombres la codician.
De estos fué Saccha Pogodin, joven, hermoso, puro. En Estos, restallantes de incontenible despecho al no saber in­
cambio, Andrés Startof, héroe de Fedin, en los días álgi­ teresarla Pero no solo la lengua viperina de las coma­
dos de la Revolución comunista, "no realizó ningún acto, dres chismosas, y los tenorios defraudados se ceban en e
no hizo más que esperar que el viento le hiciera arribar lia: su riqueza despertó, no pudo ser de otro modo, la co­
a la orilla que quería alcanzar". Esta es la diferencia fun­ dicia de las Iglesias, en la forma bellaca del presbítero
damental que yo encuentro entre Saccha y Andrés. El Blandin. Si Marta está aprisionada en las garras clerica­
primero es la acción. La voluntad de inmolarse. El se­ les, Griselda, su hija, de un innato temperamento artístico,
gundo representa el exceso de sentimentalismo. La tara desespera de la rutina y menopausia intelectual de su
romántica que perjudica la acción. Es el revolucionario maestra de pintura y religión, una ex-monja estúpida repre­
que no logra sustraerse de la concepción abstracta. Dis­ sentativa, que no sale de sus mofletudos querubines entre
cute los problemas en el terreno de lo ideal. Lenin pide nubes másacotudas. Esta harpía monacal no solo agota la
unir la teoría a la práctica. Pensamiento y volición. An­ naciente espiritualidad de Griselda, sino en contubernio tá-
LIBROS Y REVISTAS 43

cito con Blandin, sitia despiadadamente a la madre para Sanchez Viamonte fué uno de los líderes de la Revo­
que renuncie a las pompas y vanidades del mundo, done lución Universitaria Argentina, y está probando con su o-
sus bienes a la Iglesia para mayor gloria de Dios y se en­ bra realizada en la cátedra y fuera de ella, los propósitos
claustre: Dios está por encima de toda preocupación terres­ de trabajo y de permanente renovación espiritual expresa­
tre, y solo sobre él los intereses temporales de Roma. La dos en las horas cálidas de la agitación juvenil.
ex-monja, vencida, acude al cura Blandin, que ya la había Como publicista suscribe las mas audaces ideas de
zaherido públicamente, en el templo, por no haberle saca­ orden político y jurídico, mostrándose a la altura de las
do quinientos pesos para un manto de la virgen. El pá­ vanguardias idealistas contemporáneas.
rroco Blandin, un santo, según la arpía monjil, hace medi­ El presente estudio sobre el Habeas Corpus nace de
tar a Marta, pues "duda si la misión de una lumbrera un caso concreto de la vida del Derecho. Y esta es pre­
de la Iglesia, de un sabio, de un santo, deba consistir en cisamente una de las características del hombre nuevo: a-
insultar desde el púlpito a las mujeres; a una mujer sin pa­ bordar los problemas que nos presenta la vida misma en
dre, sin hermano, sin marido, sin hijos, sin hombre algu­ sus múltiples y complejas manifestaciones.
no que saque la cara por ella". Blandin, verboso sermo­ Es una bella y gallarda actitud la de un hombre que
neador, carece de luces para conducir al fin deseado cual­ frente a un ataque a la libertad individual—la cancelación
quiera alma. El temperamento sensual de su víctima le con­ del título profesional a un maestro de la Plata—se yergue
quista la victoria. No la vence por la palabra, sino con la y da un libro, y con el libro da una lección a los funcio­
carne. La vuelve, antes de darla al convento, su manceba. narios, que abusan de las situaciones de privilegio que íes
Pero se aficiona a ella, es él quien se esclaviza. Mas tar­ depara una injusta organización política, y a los jueces que
de, al sátiro no le basta ya el amor de la viuda: acecha amparan la injusticia.
la carnosidad impoluta de la hija, y la desflora. Blanco Su palabra tiene cierta acritud cuando combate ios
Fombona ha plasmado en esta obra una brillante realidad, abusos del Poder, tan frecuentes en nuestras repúblicas la­
que como me decía José Carlos Mariátegui, puede tener tinoamericanas. "Entre nosotros—dice presentando su li­
por teatro Cajamarca o Arequipa, y aún Lima, agrego yo. bro— todo funcionario público es un presunto picaro—sal­
La Iglesia papal descansa en columnas estilo Blandin y a vo prueba de lo contrario— Lo sabe la masa popular, lo
diario nos codeamos con frailes de su envergadura. Nos sabemos los hombres nuevos, sin filiación militante, lo sa­
pringaremos los pies en sangre de blandines. La Mitra ben los políticos que lucran al amparo de la generosidad
en la Mano, es un libro bravo, fuerte, varonil, de esos que constitucional y de los favores del gobierno".
se leen de un tirón, con el corazón y los puños crispa­ Y luego agrega: “Entonces y ahora—se refiere a la
dos. situación institucional de la República Argentina antes y
después del triunfo del Partido Radical—los ciudadanos
R ic a rd o M a r tín e z d e l a TORRE. que desempeñan los tres poderes del gobierno han hecho de
ANGEL M. PAREDES.
la cosa pública una cosa privada; del servicio público, un
servicio doméstico y personal; cuya más alta virtud idealista
LA CONCIENCIA SOCIAL*
consiste en sacrificar alguno que otro beneficio particular
en obsequio al comité o al caudillo". Estas frases delinean
Imprenta de la Universidad con justeza la trágica y tradicional situación de las repúbli­
cas latino-americanas; donde el estado se ha desenvuelto
Central, Quito 1927. siempre como una cosa distinta de la nación y a espaldas de
los anhelos o intereses de ésta.
En las páginas de este libro, llenas de interés cientf Le preocupa hondamente al autor el problema de las li­
fico, ha vaciado Paredes, su fino y ágil espíritu de inves­ berta dos individuales, que aborda a través de todas las pá­
tigador sociológico. ginas de su libro. La Revolución Francesa creyó resolver el
_ Ida querido llegar, aplicando para esto el método a- problema, pero lo dejó intacto. Fue una burla sarcástica pa­
nalítico, desde lo más simple que constituye el espíritu ra el pueblo. Gon los derechos reconocidos en las Consti­
del individuo, hasta el complejo problema de enfocar con tuciones se ha beneficiado una clase, una casta, la que ascen­
precisión indestructible las bases que establecen el nexo dió al Poder; los débiles, los pobres permanecieron huérfa­
entre las colectividades. Su obra, que estudia desde las nos de ellos. Se declaró el derechojcomo una simple afir­
primeras manifestaciones de la conciencia individual, rela­ mación teórica; pero no se creó a'su lado la garantía corres-
cionada con la sociedad, abarca fenómenos varios de las pondieute. Y Sánchez Viamonte creó que esa garantía de­
actividades internas, que se desenvuelven en relación con be constituirla el Habeas Corpus en la forma amplia con
las solicitaciones externas, capaces de unir nuestra acción, que él la presenta, oponiéndose, sin embargo, a que sirva
arrastrándonos irresistiblemente hacia el producirse social. para amparar los derechos patrimoniales, porque estos, a su
Este primer tomo de su obra, limitado solamente a juicio,—y este es un pensamiento de sabor francamente re­
estudiar el fenómeno síquico en relación con el mundo volucionario-corresponden en definitiva y en último térmi­
del hombre social , es lo bastante interesante para estar no a la sociedad.
atentos a la continuación de su estudio, que abre el ca­ Quizá no sea este el remedio para conjurar el mal de
mino hacia la investigación de la Conciencia Social, den­ que adolece la sociedad contemporáasa; no hace falta tanto
tro del campo de una nueva Filosofía del Derecho, harto la garantía de la libertad, como la conciencia libre de la so­
reclamada por el nuevo espíritu de la juventud estudiosa. ciedad. Pero aún aceptando esta posible objeción, tiene un
gran valor como obra de fe y de combate. Los estudio­
F. L. C h áv ez LEON. sos del derecho encontrarán, además, en el nuevo libro de
Sánchez Viamonte una información detallada, histórica y
CARLOS SANCHEZ VIAMONTE comparativa, del Habeas Corpus.
L uciano C astillo
" i l rabeas corpus "
Buenos Aires 1927
R E V I S T A . D E EIJLOSOFIA.
Carlos Sanchez Viamonte, que con su obra "Derecho
Político" tiene ya un valioso aporte doctrinario a la trans­ CULTURA, CIENCIAS, EDUCACION
formación de las ideas jurídicas de nuestra époea, ha pú- F u n d a d a por JOSE INGENIEROS
blicado un nuevo libro que dedica al estudio de una ins­ Director: Aníbal Ponce.
titución fundamental del Derecho Público, el "Habeas
Corpus". Calle Salta 286, Buenos Aires
44 LIBROS Y REVISTAS

T R E S L I B R O S P E L SU R ellos la ciudad recupera su alma propia, su carácter perdido entre


Nydia Lamarque Juvenal O. Saralegui Juan C. Welker la trepidación de los ascensores y los klaxos sajones.
En este amor simpático al arrabal, coincide con su compatrio­
Elegía del Gran t o ; Palacio Salvo Esqiiinita de ir,i barrio
ta el autor de ESQUINITA DE MI BARRIO. En Juan Carlos
Buenos Aires Montevideo Montevideo
Welker, este amor al suburbio se precisa con mayor vigor aun.
Canta en dó sostenido, el almacén de su barrio, en donde las barri­
La nota lírica, que pareció hasta hoy agotada en la churum­
cas de yerbas se levantan en fila a la izquierda de la puerta. La
bela de todos los poetas magnos, reaparece ahora con entonación
miseria del conventillo le hace palidecer sus veinticinco años. Pero
orquestal en las poesías de esta bella alondra juvenil, Nydia La-
es muy joven para que el dolor perdure en su mirada.
marque, mientras los poetas jóvenes como Juvenal Ortiz Saralegui
El amor le sonríe. El amor vestidito de domingo. Siente el
en su PALACIO SALVO y Juan Carlos Walker en ESQUINITA
mar. El puerto. Ama la playa. Se zambulle en el agua. El
DE MI BARRIO,lanza las hélices a los nuevos horizontes interpla­
también copia la ciudad. No es ahora el afilador que en pleno
netarios del vanguardismo, seducidos por la explotación de los mo­
día arranca estrellas a su piedra humilde. El naranjero vende es­
tores en el vacío y el vértigo del peligro encaramado en las frágiles
trellas definitivas, que se pueden abrir y beber, con la jugosidad
aristas de un avión acrobático.
azucarada de las mieles siderales. El naranero , poeta sencillón
En ELEGIA DEL GRAN AMOR el alma de esta mujer de que dice madrigales a las mujeres del suburbio.
ojos infinitos se entrega con esa liturgia pasional y desesperada La obrerita. El canillita. El circo. Una serie de fuertes cro­
de la insuperable Juana de Ibarbourou. El ritornelo del amor ha­ mos, trazados con energía, con justeza. El estilo de Welker es li-
ce acto de presencia en cada página. Variaciones sobre un mis­ jero, saltarín, atrayente, con fugaces tintas de sentimentalismo.
mo tema, la cadencia se sostiene en idéntico tono de gran opera-. Yo lo he dicho: antes que un poeta, antes que un músico, es un
Los silencios recojen las últimas armonías, entrelazándolas. La pintor. Me ha producido la sensación de asistir a una exposición
resonancia definitiva flota en la superficie del viento, ondulando- de pintura local. De ningún modo me he creído frente a un libro.
su oriflama de presentimientos. R. M. de la T.
¿Por qué siempre el mismo son de angustia? ¿Para qué? Ella
está asomada al borde, en la orilla de la ausencia. Alarga sus ma­
nos desesperadas para recojer las estrellas del tiempo, que se han CBOICXCA I l l l f l l f á i
ido apagando una tras otra. Tiene el pánico de la soledad. Se
extremece. Puede con tener el ímpetu de su grito, extranlán- “ e U A iE M D S LITERARIOS BE
dolo en la garganta. Alejará de sus ojos la lágrima. Pero la ima­ ORIENTE Y OCCIDENTS'*
gen. ¡La luz de la imagen, con qué apagarla! La noche entra por Instituto de la Universidad de Jerusalem
los poros de su cuerpo que se ofrece al ídolo inconmovible e inin­
Buenos Aires 1927
flamable. En sus ojos arden nuevas hogueras recordatorias. Dan­
zan entre los fuegos de la evocación, desfilan uno tras otro, los El cuaderno 1 es el primer paso de la campaña de
éxtasis espasmódicos del amor disfrutado entre los dos acordes ne­ vinculación de la intelectualidad americana con el renaci­
cesarios a la ejecución del poema sinfónico de la pasión. miento cultural judío. Asoman las plumas grandes de
Impreca a la sombra, que frente a sus lamentaciones se torna Waldo Frank, de Joseph Kessel, de Julio Fingerit. La
de piedra, con la dureza de las esfinjes. Y entonces, la idea del trascripción de "El semitismo y el antisemitismo" de Ma-
reposo se acerca hasta su desesperación, con ese silencioso balan- riátegui vale por un homenaje al Perú.
seno ! medita. Ya que la vida tuvo el puño apretado y no dejó flo­ Entusiasmo y talento y genio se trasparentan en este
recer bajo sus plantas el zumo de la primavera, vuelve su rostro renacimiento judío. El alma de TEL AVIV, la única ciu­
defraudado hacia el horizonte, envuelto en las constelaciones del dad judía, vela por el éxito del sionismo que es la cru­
olvido. Ahí se calmará la agitación angustiosa de sus deseos, de­ zada de un grupo de hombres de buena voluntad. Ella
finitivamente. En su corazón se extinguirán todos los ecos del re­ significa esfuerzo, tenacidad, nuevas fuerzas. Porque hay
cuerdo. Ya no llamará a sus ojos el agua de los desbordamientos. mucho que laborar todavía.
Hasta el fina! del libro, y una vez cerrado, siguen rayando El cuaderno 2 está dedicado a Enrique Heine, el ator
el eco, como esos lamentos que en alguna estación del camino es­ mentado e inquieto poeta alemán. Para algo circulaba en
cuchamos alejarse con los ferrocarriles, las explosiones inconsola­ sus venas sangre judía.
bles del grande y solitario amor elegiaco. E. M. N.
Pero lo que en Nydia Lamarque no es sino una melancolía
pasajera, explicable en sus veinte años, de la que se irá despren­ « u
diendo en composiciones sucesivas, adquiere en el poeta de PALA­ SAGITARIO
CIO SALVO, el júbilo de la vida, la cascabelera excitación de las Santiago 1927
embriagueces paradisiacas, los derroches que tanto conocemos en
nuestro cielo tropical, cuando el sol estalla como un aereolito so­ Hemos recibido los tres ejemplares de este quincenario, im­
bre nuestras cabezas y la tierra se ensangrienta de amapolas. portante esfuerzo cultural de las juventudes de izquierda chilenas,
El sale del abismo interior, acaso demasiado peligroso, y co­ encabezadas por nuestro camarada el poeta Ramón Escuti M.
mo un niño pobre en domingo, prorrumpe en exclamaciones de in­ “Sagitario” trae en las páginas de sus tres únicos ejemplares,
fantil sorpresa ante los omnibus que atropellan las bocacalles tran­ una valiente colaboración. Representa en Chile, el empeño de la
seúntes. Su ojos se agrandan como los diafragmas de las kodaks, nueva generación por romper los viejos moldes, ampliando todos
divertidos por los guiños de las reclames luminosas, en que las le­ los hirizontes.
tras saltan del cartel al trapecio de la noche, empalideciendo el “Sagitario” proclamaba la renovación intelectual. La aboli­
fulgor convencional de las estrellas. ción de los falsos sistemas. La renovación de valores. Es el ins­
tante actual de Chile, “Sagitario” fue un gesto de independencia
En él toma el amor un acento metropolitano. Cosmopolita.
demasiado bello para que pudiera perdurar.
No es el monólogo torturado de Nydia Lamarque. A él le con­
La tiranía cuartelera de Ibáñez ha impedido que continúe pu­
mueve una niña geométrica, en cuyos hay el reflejo de los claros
blicándose. Listo ya para salir a la circulación el 4o. número, se les
letreros. La pasión es incapaz de detener por mucho tiempo de brú­
acusó de propaganda revolucionaria y comunista. La entusiasta mu­
jula nerviosa de su curiosidad. La presencia del afilador callejero
chachada que componía su redacción, ha sido amenazada con el des­
le hace avandonar a la amada que le vé alejarse con los poliedros
tierro.
de sus ojos
AMAUTA, que también sufrió persecuciones, se une a todas las
Se entretiene en contemplar cómo de la piedra circular rue­ voces de protesta que se elevan actualmente en América contra el
dan las estrellas efímeras. En su oido el silbato le estremece con atropello al pensamiento y a la imprenta, y envía a los compañeros
un júbilo distinto al de los besos tristes, y salta en tomo del afila­ de “Sagitario” su simpatía en estos momentos de prueba.
dor, en ronda, cojido de las manos imaginadas de los compañeros
de su niñez. Siente también la atracción del suburbio, porque en R. M. de la T.
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