El Flamenco y Lorca
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All content following this page was uploaded by Lidia Morales Benito on 19 January 2016.
Resumen:
Partiendo de una idea vanguardista de las artes, este artículo pretende aunar la
literatura y la música, la palabra y el son gitano. Para ello, se realizará un estudio de
la poética del escritor español Federico García Lorca, haciendo especial hincapié en
el Poema de Cante Jondo, a la vez que se cimientan las bases de los distintos palos
del flamenco, su música, su historia y su tradición. Este breve estudio significa un
recorrido por la Andalucía de los poetas de la Generación de 27, de grandes músicos
andaluces y de siglos de tradición oral.
Abstract:
1
Lidia Morales Benito es licenciada en Filología Hispánica y Filología Francesa por la
Universidad de Salamanca. Profesora de español para extranjero y organizadora de talleres de lectura,
trabaja actualmente en el Departamento de Francés de la Universidad de Salamanca. Correo
electrónico: [email protected]
Con las palabras se dicen cosas humanas; con la música se expresa eso que
nadie conoce ni lo puede definir, pero que en todos existe en mayor o menor fuerza
(GARCÍA LORCA, 1917: 42)
La necesidad de expresión se desliza antes por el teclado que por la pluma.
Federico García Lorca interpreta, compone e indaga en la música tradicional, en lo
más hondo y primitivo del ser humano. Se trata de la época de las vanguardias
históricas: ser poeta ya no es suficiente, el arte rebosa los límites genéricos, la
literatura se mezcla con el cine, con la pintura –UT PICTURA POESIS-. Todo arte
es reutilizado, recompuesto, releído, seccionado2, el intertexto es la clave de la
nueva era3. El pluriartista vanguardista es músico y escritor –Adolfo Salazar-,
profesor y escritor –Salinas, Guillén…- o, incluso, músico, profesor y escritor –
Gerardo Diego-. En este contexto y, más concretamente, en el ambiente de la
2
Parece necesario mencionar aquí la película de cine mudo de Buñuel, coetáneo de Lorca, El perro
andaluz, el ojo que ya no ve la realidad y debe ser rasgado para percibir una nueva realidad: la
realidad seccionada, vanguardista.
3
Un claro ejemplo es la obra de teatro Bodas de Sangre de Lorca, que retoma el
(„Despertad, nos llama la voz/ de los vigías, arriba en la torre; despierta, tú, ciudad de
Jerusalem‟…) de la Cantata BWV 140 de Bach, con su Despierte la novia la mañana de la boda […]
que despierte…
Esta música andaluza, producto refinado y de gran riqueza rítmica, en la que las
supervivencias de una tradición antigua llegan a adquirir un máximum de gracia y de
complejidad, bajo la influencia a veces de importaciones americanas, fue objeto de la
interpretación de Federico García Lorca, y hasta era de lo que mejor sentía y lograba
reproducir con más efecto. A esta clase pertenecen canciones que solía tocar o introducir
en sus obras dramáticas, como las Sevillanas del siglo XVII, la Cachucha gitana, el
Zorongo de La Zapatera Prodigiosa, A Buenos Aires me voy, las Sevillanas del gato, El
4
A este propósito, Gerardo Diego, en sus memorias sobre Lorca, explica:
Un día se presenta como pintor y dibujante e inaugura una exposición de sus obras en las galerías
Dalmáu, de Barcelona. Otro día se sienta al piano y se acompaña a sí mismo o a La Argentinita sus
propios romances, canciones, seguidillas, en los que una labor personal de estilización es tan
manifiesta como evidente el aroma popular de la letra y la música. O bien, se destapa como director
de escena y arquitecto escenógrafo y crea la representación de la “Barraca”, modelo de equilibrio,
gracia y ritmo. Conversador, mimo, juglar, bululú, clavecinista, decorador, corifeo, pregonero,
romancista, cineástico, proteico e integral. Y, por encima de todo, cohesionando unidad a tan varias
actividades de arte y simpatía contagiosa, poeta. (DIEGO, 1993: 469)
Para poder hablar de ella (de la música), se necesita una gran preparación espiritual y,
sobre todo, estar unido íntimamente a sus secretos. […] Desde luego, que para base no
hay más remedio que aprender las reglas, pero una vez por encima de ellas, si se
rompen, únicamente hay que inclinar la cabeza ante las obras. (GARCÍA LORCA,
1917: 42)
5
Escuchemos nuevamente a Gerardo Diego, íntimo amigo de Lorca:
Si Mariana Pineda era un libreto de ópera, Bodas de Sangre es ya una ópera, un drama lírico, letra y
música a la vez. Y no lo digo por los pasajes musicales, ni aún por lo puramente líricos; pero de tan
evidente linaje musical que a través de una declamación deficiente –recuérdese la escena del segundo
cuadro, la canción con que comienza el quinto antes de regresar a la boda, o la escena de las
muchachas hilanderas-, se diría que los escuchábamos, que los gozábamos en alma y música real.
Aun suprimiendo tales ilustraciones, que son las únicas musicales de la obra; todo el resto lleva en sí
la música dentro, transformada en sustancia poética y teatral. (DIEGO, 1933: 470)
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Los espíritus fuertes o débiles, pero grandes, nunca se fijan en las reglas, porque las
reglas del arte son únicamente para cierta clase de temperamentos. Y cuando llegan los
apasionados, los epopéyicos, los dulcemente histéricos y locos, no las miran y van
adelante con su corazón; y aparece Wagner, tan despreciado y amado, y Ravel, tan
técnico y tan extraño que hace sonar instrumentos que no existen, y Debussy con su
honda y extravagante melancolía… (GACÍA LORCA, 1917: 43)
FALLA EN LA ALHAMBRA
(Recuerdo de 1925)
A través de los gitanos, su realidad y sus ritos, Lorca hace flamenco escrito,
transcribe aquello que sólo puede ser cantado con desgarro, a altas horas de la
madrugada… sus poemas tienen las claves del duende. Será quizá por eso que
grandes cantaores flamencos han recogido en su repertorio poemas del granadino,
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sin necesidad de condecorarlos mucho para hacer de ellos arte flamenco original.
Gitanos, como los personajes de la poesía de Lorca, se cantan a sí mismos a través
de las palabras del poeta. Algunos ejemplos son Camarón, con la Nana del caballo
grande, La leyenda del tiempo, Romance del Amargo o el Romance de Thamar y
Amnon; Lole y Manuel con El balcón; Diego Carrasco, con La canción del
mariquita, Pata Negra y su Bodas de sangre, Manzanita con Verde, y Carmen
Linares, que actualiza todo lo que Lorca tocó con la Argentinita.
La estructura misma de los poemas del Romancero gitano y del Poema del cante
jondo recuerda a los ritmos de las tarantas, los caracoles y las alegrías. El grito
gitano, el “quejío” ese “ay” que abre el canto en la siguiriya, es recuperado en los
poemas de Lorca. No hay más que ver el arranque de “El grito” del Poema de la
Siguiriya gitana:
El eclipse de un grito
va de monte
a monte
Y ello seguido del “¡Ay!” que se prolonga a lo largo del poema, intercalado por
versos y sonidos de guitarra. De monte a monte, de la inmensidad a la inmensidad,
de aquello que desgarra, que surge de la nada y penetra en lo más hondo. Todo eso
que no se puede expresar con palabras, sino con lo más básico y trágico del hombre:
el grito.
Los temas del flamenco, la pena, la amada inalcanzable, la niña morena que
espera, la lucha entre gitanos por una misma mujer, la fragua, el fuego… se
encuentran una y otra vez en los poemas de Lorca. Un ejemplo claro es el del
Romance de la luna, luna, los gitanos que olvidan al niño en la fragua, sobre el
yunque y la luna que viene a buscarlo6. Ya Manuel de Falla situaba sus
composiciones en la fragua, cerca del fuego, por ser uno de los elementos asociados
a los gitanos por excelencia. Otro tema recurrente del flamenco tradicional es el de
las “tonás”, cantadas sin guitarra, al compás del martillo de la fragua o en la cárcel,
6
No puede perderse de vista la influencia de Lorca no sólo en los cantaores gitanos actuales, sino
también en otros grupos musicales de tendencias diferentes. Un ejemplo claro es grupo Mecano, con
la canción Hijo de la Luna que, por su temática, recuerda visiblemente al “Romance de la luna, luna”
de Federico García Lorca.
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como lamento y queja. Por supuesto, el poeta granadino retoma el tema en algunos
de sus poemas, como en Pueblo, del Cante Jondo:
[…]
Por las callejas
hombres embozados,
y en las torres
veletas girando.
Eternamente
girando.
¡Oh, pueblo perdido
en la Anadalucía del llanto!
Pero Lorca no solo rinde homenaje a los gitanos, también hace referencia a los
Cafés cantantes, donde se popularizó el flamenco, y se abrieron las puertas a los
payos –quizá uno de los pocos encuentros interculturales que han vivido ambas
culturas. Federico García Lorca les dedica incluso un poema al rito, a la fuerza
provocadora del lugar, al cantaor que grita a la muerte, y al público que empaliza
hasta las lágrimas… a la tradición del Café cantante, desgraciadamente
desaparecidos en la mayoría de las ciudades:
[…]
Sobre el tablado oscuro,
la Parrala sostiene
una conversación
con la muerte.
La llama,
no viene,
y la vuelve a llamar.
Las gentes
aspiran los sollozos
[…]
7
No sólo tuvo un éxito innombrable entre la comunidad gitana contemporánea, sino que,
actualmente, cantaores gitanos como Carmen Linares siguen homenajeándolo y cantando a su duende
y a sus espeluznantes siguiriyas.
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cantantes. Lorca, buen conocedor del arte flamenco, no dudará en dedicar un poema
del Cante Jondo al artista:
[…]
Su grito fue terrible.
Los viejos
dicen que se erizaban
los cabellos,
y se abría el azogue
de los espejos.
Pasaba por los tonos
sin romperlos.
[…]
La muerte
entra y sale,
y sale y entra
la muerte
de la taberna.
El poeta no sólo trata el tema típico de las malagueñas, sino que, además,
consigue darle un aire de movimiento de volantes a sus versos. Con el “entra y sale,
y sale y entra”, el autor expresa la cadencia del cuerpo de la bailaora, la sacudida
del bajo de la falda que, además, se realiza en círculos:
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La muerte
entra y sale,
y sale y entra
la muerte
Los dos versos centrales de este último párrafo están rodeados por la muerte.
Este movimiento, permite que el ritmo del poema sea alegre y rápido, como los
últimos versos de las malagueñas.
Y es que a Federico García Lorca le queda claro que no hay que ser gitano o
payo par arrancarse por bulerías, hay que tener el duende 8, ese duende que surge, en
la mayoría de los casos, de la siguiriya, profundo y autosuficiente o, dicho con sus
propias palabras, el cante jondo canta siempre en la noche. No tiene ni mañana ni
tarde, ni montañas ni llanos. No tiene más que la noche ancha y profundamente
estrellada. Y le sobra todo lo demás. Es un canto sin paisaje y, por tanto,
concentrado en sí mismo y terrible en medio de la sombra. (GARCÍA LORCA,
1972: 22)
Pero este duende no se da en todos los palos, sino en los más secos y trágicos, en
los depurados de estilo y ornamento, poco acompañados de guitarra y caja. Esto es:
la soleá, la siguiriya, la caña y, en menor medida, la bulería. A la siguiriya le dedica
Lorca un poema completo que divide en varias partes: el primer fragmento se titula
“Paisaje” y sitúa al lector en el ambiente andaluz de olivares y abanicos. El presagio
del duende viene anunciado por “hay un cielo hundido/ y una lluvia oscura/ de
luceros fríos”. Después del presagio, “La Guitarra” flamenca que rasguea suave y
triste –Empieza el llanto de la guitarra./ Se rompen las copas de la madrugada- y va
aumentando su volumen e intensidad:
[…]
Llora flecha sin blanco,
8
Carmen Linares, en una conferencia sobre el tema del duende, dice lo siguiente:
(La seguiriya) Es un cante muy profundo, muy espiritual, que no siempre estás dispuesta a cantarlo.
Yo he ido a algunos sitios y me han dicho que cantara por seguiriyas y no he cantado porque sabía
que en ese momento no podía darle a ese cante lo que hay que darle. Hace falta ese momento mágico
que se da o no se da. Ese momento que se le podría llamar duende: sentirse bien, conectar con el
cante, con el guitarrista, con el público, sentir que esa compenetración se ha dado. (TORRALVA,
1994: 25)
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A “La Guitarra” le sigue “El Grito”, el arranque de voz humana con el ¡ay!, la
frente arrugada, y los ojos entreabiertos. El grito de pena, el grito de angustia y de
dolor desgarrado, explicado más arriba. Después del grito, “El Silencio”. El terrible
silencio, que deja oír el eco del grito, que respira sobriedad y tragedia. Es la espera
del porqué del grito, el cantaor respira antes de expresar su mal con palabras:
[…]
un silencio,
donde resbalan valles y ecos
y que inclina las frentes
hacia el suelo.
Tierra de luz,
cielo de tierra.
Va encadenada al temblor
de un ritmo que nunca llega;
tiene el corazón de plata
y un puñal en la diestra.
Tierra de luz,
cielo de tierra.
(Sólo queda
el desierto.)
El corazón,
fuente del deseo,
se desvanece.
(Sólo queda
el desierto.)
La ilusión de la aurora
y los besos,
se desvanecen.
Tras este breve recorrido por el Poema de Cante Jondo y la poética de Federico
García Lorca, queda clara la gran unión que se establece entre el flamenco más puro
y hondo, y la obra del poeta granadino. Músico del verso al pentagrama, poeta de la
partitura al romance, Lorca escribe flamenco literario, o literaturiza el arte de la
siguiriya, la soleá y las malagueñas. Una vez más, la vanguardia permite la fusión de
artes dispares, y el resultado provoca un escalofrío más propio del duende y del
quejío que de grandes divagaciones intelectuales.
-NOTAS BIBLIOGRÁFICAS-