Agonia Del Rasu Ñiti Resumen
Agonia Del Rasu Ñiti Resumen
Agonia Del Rasu Ñiti Resumen
Llegó “Lurucha”, el arpista del dansak´, tocando; le seguía don Pascual, el violinista.
Tras de los músicos marchaba un joven: “Atok-Sayku” (que cansa al zorro), el discípulo
de “Rasu-Ñiti”. También se había vestido.
“Lurucha” tocó el jaykuy (entrada) y cambió enseguida al sisi nina (fuego hormiga) otro
paso de la danza. “Rasu-Ñiti” bailó tambaleándose un poco, entonces se paralizó una
pierna. El arpista (“Lurucha”) cambió la danza al tono de waqtay (la lucha). “Rasu-
Ñiti” hizo sonar más alto las tijeras, y cayó al suelo. Sentado, la otra pierna se le había
paralizado.
“Lurucha” que no parecía mirar al bailarín, empezó a tocar el yawar mayu (rio de
sangre), paso final que en todas las danzas de los indios existe. “Rasu-Ñiti” seguía con
la cabeza y las tijeras este ritmo denso. Pero el brazo con que batía el pañuelo empezó a
doblarse; murió. Cayó sin control hasta tocar la tierra. Entonces se echó de espaldas y
dejó caer las tijeras. Pero siguió moviendo la cabeza y los ojos.
El arpista cambió de ritmo, tocó el illapa vivon (el borde del rayo). “Rasu-Ñiti” movió
los ojos, la córnea, la parte blanca, parecía ser la más viva, la más lúcida. Entonces cerró
los ojos. “Atok´ Sayku” saltó junto al cadáver. Se elevó ahí mismo, danzando tocó las
tijeras que brillaban, sus pies volaban. Todos estaban mirando. Era él, el padre “Rasu-
Ñiti”, renacido con tendones de bestia tierna y el fuego del wamani.