La Tentación de La Utopía.: Resumen

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Escritura y Pensamiento

AÑo VI, No 12, 2003, PP. l) - 24

BIAGIO D' ANGEL()

LA TENTACIÓN DE LA UTOPÍA.
LA LECTURA ARLTIANA DE DOSTOIEVSKI

Resumen:
A través de la pnktica comparativa, el objetivo de este artículo pretende
tratar la recepción de ciertos motivos utópicos que Arlt, conocido en los
círculos literarios argentinos de los años treinta como "el pequeño Dostoic-
vski argentino", incorporó en su poética gracias a la lectura del autor ruso,
sobre todo si se considera su díptico "Los siete locos" y "Los lanzallamas".
A diferencia de Dostoievski, en quien la utopía es substituida por la re-
Jlexión religiosa cristiana, en Arlt esta acaba por manifestarse como violen-
cia e imposibilidad del hombre del siglo XX de vivir plenamente como indi-
viduo libre.

Palabras clave:
Roberto Arlt, F. Dostoievski, novela argentina del XX, utopía,
comparatismo.

Para Martha Canfield

¿Cómo no someterse a Tlón, a la minuciosa y vasta el'idencia de un planeta


ordenado?
Inútil responder que la realidad también está ordenada. Quizá lo esté, pero de
acuerdo a leyes divinas -traduzco: a leyes inhumanas- que no acabamos nunca
de percibir. (. .. ) El contacto v el hábito de Tf¡j¡¡
han desinte[irado este mundo.
Encantada por su rigen; la humanidad ol1•ida
y toma a olvidar que es 1111 rigor de ajedrecistas,
no de ángeles.
(J. L. BOI~f!,es, de Ficciones, "Tibn, Uqbm; Orbis Tatius")
10 BIAGIO D' ANGEL() LA TENTi\CI<ÍN DE L1\ UTOPÍA. LA LECTURA i\RI:r!ANA 1JI: ()().\ 1l lll \'.\1\ 1 11

Gracias al auxilio de una lengua rota, deforme, inusitada, que imita "actuaren las inescrutables profundidades de lo negativo". 1 J\rlt Sl'
más bien el lunfardo argentino, Roberto Arlt, "el pequeño Dostoievs- interesa, de la misma manera que Dostoievski, en sondear las entra-
ki del Río de la Plata", es la voz de la epopeya urbana bonaerense, ñas de sus personajes, revolviéndolos como un guante, y presentan-
cuyos personajes asumen un lenguaje al límite con lo imaginario, y do su conflicto interior a través de un componente de contradicci<Ín
justamente, por esa razón, sumamente rico de invenciones verbales que proviene ele la confusión provocada por el alcance del objetivo
y depósito especular de movimientos, vidas, apariencias. ideal y los medios preelegidos maquiavélicamente.
Los siete locos ( 1929) y Los lanzallamas ( 1931 ), entre las El díptico narrativo de Los siete locos y Los lanzallamas,
primeras obras de Arlt, representan, según una interpretación ya probablemente el texto central de la producción arltiana, presenta
acreditada, un unicwn caracterizado por los mismos personajes, que aquella atmósfera utópica que había atraído a Dostoievski a lo largo
se mueven de un relato al otro, entre los raíles de una inquietante de la primera parte de su carrera literaria, a través de la adhesión del
existencia en búsqueda de una desesperada solución. Arlt nunca ha escritor al círculo de ideas fourieristas ele los Petrushevski. El obje-
escondido su predilección por Dostoievski, autor-inspirador de "más- tivo utópico asumiría, más tarde, en Dostoievski coloraciones distin-
caras" y dramatis personae que, empujadas por la interrogante úl- tas y más complejas, sobre todo si se tiene en cuenta la famosa
tima de la existencia, arriesgan todo su actuar en favor de un ideal trilogía, en la cual el escritor mso investiga sobre materias espinosas
que, aunque represente su base ética y moral, no siempre resulta concernientes a la existencia moral; entre ellas la posibilidad de la
completamente satisfactorio, "saciante", completo. existencia misma de Cristo, Verbo encarnado, el libre albedrío del
Dostoievski ingresa con fuerza en la escritura de Arlt no tanto hombre y su relación con Dios, y finalmente el mal como posible oca-
como manifestación y descripción de un mandamiento religioso (ver- sión de conversión. El fin común de los personajes de Arlt en las dos
dadera ánima, este último, de toda la obra del ruso, de Crimen y obras consideradas es la formación de una sociedad secreta, y ese
castigo a El idiota) sino como aplicación de la estructura que con- experimento subversivo representa justamente el núcleo de la escri-
lleva la ideología dostoievskiana. Como Raskólnikov, Svidrigajlov o tura arltiana, como si el escritor argentino se disfrazara de personaje
Dmitrij Karamazov, la "fauna humana" de Arlt (retomo aquí una dostoievskiano o colocara una glosa a la reflexión filosófica inaugu-
pertinente observación ele Bellini) oscila entre la lúcida locura y la rada por Dostoievski con Crimen y castigo.
humillación, entre el crimen actuado, deseado a favor de una propia
y sustancial ideología, y el desengaño, la decepción, tal vez el re- Esa sociedad se compondrá de dos castas, en las que habrá un in-
pensamiento que desarrolla la razón cuando persiste en la fijación de terl'({lo ... mejor dicho una diferencia intelectual de treinta siglos.
una particular obsesión en la realidad. La mayoría l'il·irá mantenida escrupulosamente en la más absoluto
ignorancia, circundoda de milagros apócrifos, y por lo tanto ntu-
La vida descrita a través de la figuras emblemáticas arltianas,
cho más interesantes que los milagros históricos, y la minoría scuí
casi prestadas de los exempla medievales, se resume en una
la depositaria ahsoluta de la ciencia y del poder. De esa forma
quintaesencia de la abyección; una existencia que desemboca queda gamntiwda la felicidad de la ma_yoría, pues el homhrc de
naturalísticamente en actos de cmeldad que demuestran el poder ilu-
sorio de la maldad humana; la crueldad en toda su integridad, exas-
perada, "ejemplar", de los personajes de Arlt vegeta en un universo
Bcllini, Giuscppc. Nuem historia de la literatum hispail!IWIII'ri<·,llw. Madnd. ( ·a,taJ¡;¡_
llamado a la vocación del mal, a la perdición y que es capaz sólo ele 1997, p. 478.
LA TENTACI(JN DE LA UTOPÍA. LA LECTURA ARJ:I'It\Nt\ DE 00STOIEVSKI 11

"actuar en las inescrutables profundidades de lo negativo" . 1 Arlt se


interesa, de la misma manera que Dostoievski, en sondear las entra-
ñas de sus personajes, revolviéndolos como un guante, y presentan-
do su conflicto interior a través de un componente de contradicción
que proviene de la confusión provocada por el alcance del objetivo
ideal y los medios preelegidos maquiavélicamente.
El díptico narrativo de Los siete locos y Los lanzallamas,
probablemente el texto central de la producción arltiana, presenta
aquella atmósfera utópica que había atraído a Dostoievski a lo largo
de la primera parte de su can·era literaria, a través de la adhesión del
escritor al círculo de ideas fourieristas de los Petrushevski. El obje-
tivo utópico asumiría, más tarde, en Dostoievski coloraciones distin-
tas y más complejas, sobre todo si se tiene en cuenta la famosa
trilogía, en la cual el escritor ruso investiga sobre materias espinosas
concernientes a la existencia moral; entre ellas la posibilidad de la
existencia misma de Cristo, Verbo encarnado, el libre albedrío del
hombre y su relación con Dios, y finalmente el mal como posible oca-
sión de conversión. El fin común de los personajes de Arlt en las dos
obras consideradas es la formación de una sociedad secreta, y ese
experimento subversivo representa justamente el núcleo de la escri-
tura arltiana, como si el escritor argentino se disfrazara de personaje
dostoievskiano o colocara una glosa a la renexión filosófica inaugu-
rada por Dostoievski con Crimen y castigo.

Esa sociedad se compondrá de dos castas. en las que habrá un in-


tervalo ... mejor dicho una diferencia intelectual de treinta siglos.
La mayoría vivirá mantenida escrupulosamente en la más ahsolllfa
ignorancia, circundada de milagros apácrifos, y por/o tanto mll-
clw más interesantes que los milagros históricos, y la minoría será
la depositaria absoluta de la ciencia y del poder. De esa forma
queda garanti:::ada la felicidad de la mayoría, p<~es el hombre de

Bcllini. Giuscppc. Nue\'11 l!isrori11 de /11 liremruro llisponoomcricona. Madrid. Castalia.


I'J'J7. p. 47X.
12 BIAGIO D' ANGEL() LA TENTACIÓN DE LA UTOPÍA. LA LECTUI\

esta casta tendrá relación con un mundo dil'ÚIO, en el cual hoy no Junto a Erdosain, motor de la id·
cree. La minoría administrará los placeres y los milagros para el que se destaca es el Astrólogo, configur;•
rel)({iio, y la edad de oro, edad en la que los ángeles merodeaban tual, metódico y mente de una sociedad
por los ca111inos del crepúsculo y los dioses se dejaron ver en los inspirada en las sociedades secretas an'
claros de luna, será un hecho. 2
Mundial o, quizás, herencia latinoamci·
Klan. El Astrólogo desempeí1a el papel 11
En el conjunto de ambas novelas, el personaje de Erdosain
sus propuestas, consideradas forzosail'
representa la tentativa de crear un "héroe" (o anti-héroe) para la na-
doble co11e: de un lado, la autenticidad 1 ·
rración, no obstante él no posea en realidad nada de heroico o de
cia de justicia y de verdad que todos Jo·'
imitable; sujeto común, urbano, cotidiano, "humillado y ofendido",
mente; del otro, el absurdo de la idea q'
singular soí1ador, inventor incansable de ideales y expedientes para
violencia por su misma realización y el 1

lograrlos, motivo que le ofrece la razón para su angustiado vivir. Sin


ideología soviética tomaba dramáticail'
embargo, Erdosain no vive en un mundo falso, o imaginario, o pro- vierte, desde el otro hemisferio del munll
yectado en una realidad utópica: el contexto real en el cual se desa-
revolucionarias.
rrolla la parábola humana y urbana de Erdosain y de sus cómplices, El doble, ambiguo corte de la idc<J'
la ciudad de Buenos Aires de los aí1os veinte, es muy parecida al un "número perfecto" de locos utópicos.!
reticulado casi laberíntico de calles oscuras, almacenes pútridos, en Raskólnikov ("raskól" en mso signif 1

zaguanes malolientes de aquel Petersburgo en que se mueven los hendidura). Para el cismático Raskólni~'
personajes dostoievskianos. ra, definida por él mismo como "un pioj''
El universo de Arlt parece, entonces, recrear el microcosmos probar, en realidad, la posibilidad seducl•
petroburgués del narrador ruso, poblado de rufianes, prostitutas, en otras palabras, a través de un uso dC
idealistas desaforados ("los locos" del homónimo título). Los perso- una libertad extraí1adamente libre, ave''
najes de Arlt participan de la realización de un proyecto utópico que vida a la cual está permitido todo, inc]tl~' ·
la "secta" perpetraría a favor de una humanidad depurada de sucie- de transgredir la ley. La babilónica p/
1
dad y más justa y digna. Arlt los denomina sólo a través de significa- rrios fétidos de Buenos Aires, teJ'ido vt ',
1'
tivos apodos que resaltan, de esta manera, su connicto interior y los una sociedad perfecta, sin usureros o l.':
caracterizan con plenitud. Así, se suceden figuras de pseudo-terro- decirlo con las palabras de DostoievsK 1,'
ristas, subversivos y marginados, víctimas de un ideal imposible, en- cuenta la historia de una conspiración re' ·
tre los cuales el Astrólogo, Hipó! ita "la coja", Barsut, Bromberg, o idea malsana de los beneficios de un
sea El Hombre que vio a la partera, y Haffner, El mfián melancólico. bras del Astrólogo re1lejan un lenguaje'
quía violenta y poder político:
1'

Mi idea es organizar 11na sociedad·~:~·:·


Arlt. Roberto. Los siete locos - Los lam:allamas. Caracas. Biblioteca Ayacucho, gue mis ideas, sino que sea una es 111
11
1978, p. 94. brcs. }(¡sé que usted me dirá que /1
LA TFNTACI(lN DE LA UTOPÍA. LA LECTURA ARUIANA DE DoSTOIEVSKI 13

Junto a Erdosain, motor de la idea-acción, el otro personaje


que se destaca es el Astrólogo, configuración realista del tipo intelec-
tual, metódico y mente de una sociedad con carácter revolucionario,
inspirada en las sociedades secretas anteriores a la Primera Guerra
Mundial o, quizás, herencia latinoamericana del funesto Ku-Kiux-
Kian. El Astrólogo desempeña el papel del consejero, del orientador;
sus propuestas, consideradas forzosamente científicas, poseen un
doble corte: de un lado, la autenticidad proporcionada por la exigen-
cia de justicia y de verdad que todos los personajes sienten intensa-
mente; del otro, el absurdo de la idea que contiene el germen de la
violencia por su misma realización y eficacia. En los años en que la
ideología soviética tomaba dramáticamente el barlovento, Arlt ad-
viette, desde el otro hemisferio del mundo, los peligros de las utopías
revolucionarias.
El doble, ambiguo cotte de la idea del Astrólogo, que involucra
un "número perfecto" de locos utópicos, posee su directo predecesor
en Raskólnikov ("raskól" en ruso significa cisma, escisión, quiebre,
hendidura). Para el cismático Raskólnikov asesinar una vieja usure-
ra, definida por él mismo como "un piojo inútil y dañino", representa
probar, en realidad, la posibilidad seductora de creerse superhombre;
en otras palabras, a través de un uso desmañado de la libertad, de
una libertad extrañadamente libre, averiguar la existencia de una
vida a la cual está permitido todo, incluso y especialmente la opción
de transgredir la ley. La babilónica Petersburgo resurge en los ba-
t-rios fétidos de Buenos Aires, tejido urbano emergido para fundar
una sociedad perfecta, sin usureros o piojos o seres inútiles, para
decirlo con las palabras de Dostoievski. Los siete locos, de hecho,
cuenta la historia de una conspiración revolucionaria, tutelada por la
idea malsana de los beneficios de un régimen totalitario. Las pala-
bras del Astrólogo rellejan un lenguaje claro, fluctuante entre anar-
quía violenta y poder político:

Mi ideu es organizar una sociedad secreta, que no tan sólo propa-


gue mis ideas, sino que sea una escuela de jitturos reyes de hom-
bres. }'(¡sé que usted me dirá que han existido numero.ms socieda-
14 BIAGIO D' ANGELO

des secretos ... Y eso es cierto ... todos dcso¡wrecieron porque care-
cían de lwses sr5/idos, es decil; que se uporuban en un sentimiento
o en 1uw irrealidud política o religiosu, con exc/usir!n de todo
realidad inmediato. En cambio. nuestra sociedad se basará en un
principio más sólido y moderno: el industrialismo, es decit; (jiU' fa
logia tendrá un elemento de fantasía, si así se r¡1ticrc //amor a todo
lo que le he dicho, y otro elemento positi1•o: fa industrio, que
dará como consecuencia e/ oro. 3

Esta idea de una sociedad secreta dominada por espíritus "su-


periores" encarna el presupuesto teórico del Astrólogo, es decir del
intelectual animado por tentaciones nihilistas y agresivas. Erdosain,
que acepta la actitud totalitaria del Astrólogo, es más bien el hombre
de acción, una maravillosa y temible máquina de energía que mani-
fiesta el carácter dinámico-violento de las utopías totalitarias. Ambos
personajes se condensan en (o provienen de) una única figura,
Raskólnikov, iniciador de todo un sistema filosófico que tendrá como
polarización opuesta la solución ateísta; sin embargo, a diferencia del
homicida ruso, las perturbaciones y las desilusiones provenientes de
las filosofías post románticas y las dudas emergentes sobre la bon-
dad de los nuevos gobiernos totalitarios quitan a Erdosain y al Astró-
logo aquellos rasgos metafísicos que acabarán con la redención sólo
en el caso de Raskólnikov.

f El Astnílogo / f)ijo:
-Sí, 1/egará un momento m r¡¡¡e la humanidad escéptica. enloque-
cida por los placeres, blasfema de impotencia, se pondrá tan fu-
riosa que será necesario matarla como a un perro rabioso ...
- ¿Qué es lo que dice? ...
-Será la poda del árbol humano ... una vendimia que sólo elfos,
los mil/onorios, con la ciencia a su servicio, podrán rcaliz([f; Los
dioses, asqueodos de fa realidad, perdida toda ilusión en la cien-
cia como factor de felicidad, rodeados de esclavos tigres, provo-

lbidcm, p. <J'í.
LA TENTACIÓN DE LA UTOPÍA. LA LECTURA ¡\1\ITIANA DE DOSTOIEVSKI 15

carán cataclismos espantosos, distri/mirán las pestesfidminan-


tes ... !Jumnte algunos decenios el tmbajo de los superhombres y
de sus servidores se concretará a destruir al hombre de ntilformas,
hasta agotar el mundo casi ... v sólo un resto, un pequeíio resto,
será aislado en algún islote, sobre el que se asentarán las hases
de una nueva sociedad. 4

El universo descrito por Arlt es un conglomerado deforme, y


la humanidad, según la secta, debería ser diezmada en bloque (a eso
se debe el proyecto de la fábrica de gas fosfeno como arma ten·oris-
ta); se trata de un conjunto poblado de individuos miserables, margi-
nados y marginadores, ociosos, cuya tarea se vuelve siempre más
absurda e innecesaria; la sociedad que los "siete locos" tienen la
intención de destruir está afligida por el demonio de la burguesía que
allana irremediablemente las cuestiones existenciales y reduce a
pura burocracia cualquier consolación metafísica. Dicha plebe de
desorientados, y al mismo tiempo individuos dramáticamente deses-
perados, verdaderos, se refugia en nuevas formas de proyección
egoísta en la cual el yo pueda sentirse, por fin, real izado y, posible-
mente, feliz. En la narrativa de Arlt el hombre elige las vías más
simples, aunque esas se ofrezcan como las más decepcionantes e
irrisorias, ya sean el juego y el azar, o el triste modelo utópico del
socialismo revolucionario y unificador de las conciencias, o finalmen-
te la sexualidad mercantilizada en los burdeles, como se vislumbrará
también en ciertas historias de Juan Carlos Onetti.
:¡('/
El hombre, según la ética arltiana, como indica el serio dis-
curso futurista del Astrólogo, siempre y "sin poderlo evitar,
evoca[ba] una tierra de posible renovación. La humanidad viviría
en perpetua fiesta de simplicidad ... " y -añade- "el corazón latiría
libre y límpido de cualquier impuridad".' Sin embargo, la construc-
"11' ción de este mundo perfectamente abominable, podrú realizarse
1'0'

' Ibídem, p. '13.


Ibídem, p. 95.
16 BIAGIO D' J\NGELO

sólo a travé~ de un plan que explote la inmoralidad como instru-


mento privilegiado. El prostíbulo, máquina pecuniaria par
excellence, se configura en Arlt como el espacio inventado, aun-
que ya existente, que reproduce todos los deseos más terrenales y
bajos del individuo: el sexo, la concupiscencia, la explotación, el
dinero. En el díptico de Arlt, el jefe indiscutido del burdel es nom-
brado el Rufián Melancólico, personaje cuyo apodo encierra iróni-
camente toda la naturaleza pervertida y ambigua del individuo que
ahonda en una "oscura noche del alma". No convencido totalmen-
te de las ideas del Astrólogo, "maníaco" según su opinión, el Ru-
fián Melancólico personifica la digna filiación en su variante argen-
tina (local pero al mismo tiempo universal) del hombre del subsuelo
dostoievskiano: un hombre en constante estado de enfermedad,
profundamente malvado, caprichoso, irracional, fundador de la in-
certidumbre antropológica moderna, que supone poder gobernar la
vida solo mediante el uso pervertido de la razón. El "Rufián" de
Arlt, así como el hombre del subsuelo, se niega a aceptar que un
sistema social nuevo y ventajoso para la felicidad del hombre no
puede fundarse o re-crearse que sobre una ley de sumisión carita-
tiva. En el capítulo IX de las Memorias del subsuelo, el yo narra-
dor afirma preferir su propio espacio vital, o mortífero, el subsuelo,
justamente, para poder seguir sus propios "estúpidos impulsos": el
ejemplo del hormiguero, indestructible y aberrante edificio en el
cual cada individuo presuntamente ayudaría a los demás con un
trabajo útil, inspira el verdadero horror hacia una civilización bien
organizada. La voluntad humana se orienta hacia la libertad, y el
dolor elegido libremente vale más, o mejor dicho, es preferible a
una "felicidad obligatoria", utilitarista, segura y burguesmente ins-
tituida (la celebre "impertinencia" dostoievskiana del "dos más dos
igual cinco"). Dentro de ese abismo de negación, el Rufián se re-
vela como cobarde, de la misma manera en que el dostoievskiano
hombre del subsuelo, estimulado por su mal de vivre, hombre inac-
tivo y peligrosamente neutral, acepta finalmente la participación en
"guiar [al Astrólogo] en la junta de mujeres y en la instalación del
LA TENTACIÓN DE LA UTOPÍA. LA LECTURA ARI:r!ANA DE DoSTO!EVSK! 17

prostíbulo". La vida del Rufián, ("matemático ele profesión", es


decir lógico, férreo, calculador), aunque revestida de una cierta in-
quietud metafísica, lleva a la conclusión de que la realidad no es
que un nonsense. En este ejemplo arltiano, ya no hay ni siquiera el
tono sarcástico que distinguía la voz del hombre del subsuelo: se
trata, más bien, de una existencia abatida, sin ideales, abyectamen-
te nihilista. El Rufián se ha convertido en un fantoche que ha des-
garrado su propia humanidad; nada se ha mantenido de su inicial
modelo dostoievskiano: Dostoievski, de hecho, afirmaba que siem-
pre existen espíritus profundos que nunca pierden, aunque precipi-
ten, su propio ideal: ele esa forma, un aventurero, a su modo un
"idealista", podría verse "superior", como una persona fundamen-
talmente bienhechora, sin dejar de ser un aventurero.

-¿Para usted la vida no tiene ningún sentido~


-Absolutamente ninguno. Nacemos, vivimos, morimos, sin que por
eso dejen las estrellas de moverse y las hormigas de trabajar:
-¿Y se aburre muc/10 usted?
- Regzllar. He organizado toda mi vida como la de un industrial.
Todos los días me acuesto a las doce y me levanto a las nueve de
la maiiana. Hago una hora de ejercicio. me /)(ziio, leo los diarios,
almuerzo, duermo una siesta, a las seis tomo el vermut y \'OY a lo
del peluquero, a las ocho ceno, después salgo al caf'é, y dentro de
dos wlos, cuando tenga doscientos mil pesos, me retiraré del ofi-
cio para vil·ir definitivamente de mis rentas. 6

La vida sigue el ritmo vacío del tiempo y no suscita en el Ru-


fián ningún tipo de arranque, ni siquiera aquel brutalmente afectivo
(confróntese, por ejemplo, en Dostoievski el episodio de la prostituta
Liza en las Memorias del subsuelo) y la adhesión a la sociedad
secreta representa un movimiento debido a una inercia reactiva más
que una convicción ideológica abstracta, en definitiva, una "no-posi-
ción", como declara el mismo personaje:

" lbidcm, p. 30.


IX BJAGJO D' ANGEL()

- Yo no estoy en ninguna posición. Entiéndame bien. A mí no me


perjudica ayudar al Astrólogo. Lo demás, sus teorías, las tomo
como a cuenta de conversación. Él es para mí llJI amigo que piell-
sa instalar UJI negocio, previsto y tolerado por nuestras leves.
Eso es todo. Alzom, que el dinem que él gane con ese negocio lo
invierta en una sociedad secreta o en un convento de monjas, per-
sonalmente no me interesa. Ya ve usted que mi actuación en lafá- forme,,
nwsa sociedad no puede ser más inocente. 7

Arlt aparta del discurso narrativo dostoievskiano el convenci-


miento de la semejanza de todos los seres humanos al reconocer la
tragedia que procede del sufrimiento y, especialmente, como anotaba
Dostoievski mismo, del "reconocimiento de que existe algo mejor
que no puede ser alcanzado", y por eso es necesaria una fuerza mo-
ral: la crisis del dolor, de la muerte, del sufrimiento obliga a encontrar
un "equilibrio terrenal", a especular sobre la religión, a cuestionarse
sobre la figura histórica ele Cristo y finalmente a encontrar la espe-
ranza en la Encarnación. En El idiota está bien ejemplificada esta
centes ,,
lucha con la representación quijotesca del príncipe Myshkin. Los
sobre ];,
"idiotas", en cambio, los locos de Arlt se dedican a la revolución
usurera
social, negando cualquiera postura ultraterrena para creer en una
reestructuración violenta de un nuevo (y falso) paraíso en la tierra. un SUJel
La masa, o el colectivo, es feliz, según los personajes de Arlt, porque YO y, al''

ignora que el verdadero conocimiento racional conlleva dolor para el sonajes 1


hombre, y también ignora que la libertad es acompañada constante- XX, aqt''
mente por un sacrificio, a fin de que el hombre pueda conservar a roes sot 1

toda costa sus propios sueños quiméricos ("la vida~ sostendría aquí mítica',
el hombre del subsuelo~ no es la extracción ele una raíz cuadra- cultura t''
da"). El colectivo humano arltiano se presenta, en cambio, corno una conside1''
aglomeración de infelices, en búsqueda de una satisfacción a la que All''
"aspiran", pero que al mismo tiempo "desesperan" (en sus Visiones ellos es 1''
de C()(/y, Jack Kerouac subrayaría esta trágica opción con su titáni- res simli 1
''

co refrán "mas no espero, no espero, no espero").

1' 1
lbidcm, p. 31. ' lbidcnl.
LA TENTACIÓN IJE Li\ UTOPÍA. LA LECTURA ARITIANA llE 00STOIEVSKI ]9

,:Quil'ncs \'Oil (1 hocer la re\·o!ucián social, sino los estofadores,


los desdichados, los asesinos, los ji'(([u/u!entos, todo fu canalla
que sufi·e abajo sin espcmn::.a alguna~¿ O te crcés que la revo!u-
cián la van a hocer los cogotintos y los tendems ~ 8

Es justamente esta "ignorancia" predilecta de la multitud in-


forme, el móvil ideológico que permite el derecho de una aristocracia
natural de los siete dominadores a ejercer la violencia y la autoridad
sobre la masa impersonal y desalentada. El despotismo, que se vale
de la consideración de la incapacidad de los individuos a decidir de
sus propias existencias, a determinarse social y moralmente, mueve
al Astrólogo a imaginar un sistema basado sobre una pseudo élite
natural que a la decisión y a la práctica ele la acción une el engaño,
la usura, el poder.
También en esta noción de aristocracia natural de los
dominadores, es inevitable el influjo de Dostoievski y ele la teoría
del superhombre nietzscheano, que juegan como substratos subya-
centes a los textos ele Arlt. Raskólnikov, por ejemplo, puede decidir
sobre la vida de los demás, como en el caso ya citado de la vieja
usurera, en nombre del beneficio colectivo ele liberar la sociedad ele
un sujeto nocivo. En nombre ele dicho hipotético bienestar colecti-
vo y, al mismo tiempo, falsamente útil, actúan (o soportan) los per-
sonajes de los grandes relatos antiutópicos de la literatura del siglo
XX, aquellos que van de Nosotros de Evgueni Zamiatin a los hé-
roes socialistas de Anclréi Platonov, en la afanosa búsqueda ele la
mítica "ciudad del Sol" (para quedarnos apenas en el ámbito ele la
cultura rusa contemporánea frente a la producción arltiana que
consideramos).
Arlt había leído a los grandes narradores rusos, y junto con
ellos es posible enumerar una serie de nombres de poetas y escrito-
res simbolistas y decadentes (como Swinburne, Poe, Verlaine, Darío,

' Ibídem, p. 12.


20 BIAGIO D' ANGELO

Whitman, Tagore, Valle Inclán, Maeterlinck, Osear Wilde)Y que, en 1 '·'!


el clima de aquellos ai1os, identificaban la búsqueda metafísica con 11' ¡,

f¡'.l
una tentativa a realihus ad realiora, para decirlo con la fórmula
,,,. 1 •
"rusa" inventada por Vjacheslav Ivanov. El problema para Arlt con-
sistiría, más bien, en qué contenido moral, ético, filosófico otorgar a
esos "realiora".
Dostoievski respalda a Arlt en la formación ideológica de di-
chos "realiora", con la única diferencia de que el escritor argentino
no reconoce trascendencia alguna y retiene de Dostoievski, como
marca distintiva propia, el característico ejercicio estilístico: el diálo-
go, o sea aquel enredo de voces "libres" (expresión de la máxima li-
bertad individual consciente) que Mijail Bajtín, algunos años después
de Arlt, denominaría "polifónico" y que representa el aspecto formal
más extraordinario de la creación artística de Dostoievski. 1 1 •1

La cadenza de las palabras, el uso verbal del discurso mental


de los personajes arltianos, especialmente el de Erdosain, la abun-
1 1~ 1-..
dante referencia textual a la reflexión psicológica y metafísica (por
lo menos, en cuanto mero punto de arranque) parecen ser el rasgo
típico de la narrativa arltiana en que resulta macroscópica la recep- ji'

ción de Dostoievski. Ana María Zubieta ha trazado un excelente .1


k-\..

paralelo entre los dos autores, deteniéndose con inteligencia y sensi- 1 1 \_·

bilidad científica sobre la idea del relato-confesión, procedimiento


que sirve para explicitar el tejido de una búsqueda de lo absoluto, de
aquel inevitable emerger de una promesa de felicidad en la vida
terrena que sólo en Dostoievski desemboca en la acogida del cristia-
nismo. Zubieta reconoce que Arlt emplea el artificio narrativo del
diálogo, característico de la narrativa dostoievskiana, y que represen-
ta, podemos decir, el homenaje del autor de El juguete rabioso y de 1 ,,

-;l.- 1

1 n'
(L'
" Me refiero al ensayo sobre las ciencias ocultas, primera obra de Arlt, en el cual el (/11,

escritor argentino declara haber leído los autores citados. Arlt afirma, además, haber X:.i
recibido de su madre, Kathcrine LobstraibitLcr, de origen tirolés, el interés para el a'
ocultismo. Véase, a este propósito, Roberto Arlt: Las ciencias ocultas en la ciudad (JI¡

de Buenos Aires. Buenos Aires. "Tribuna Libre" - bimestral, 28 de enero de 1920. l·_yr,,
LA TENTACI(JN DE LA UTOPÍA. LA LECTURA ARITIANA DE DOSTOIEVSKI 21

El jorobadito al escritor ruso que mayormente apreciaba. 10 Arlt


modifica, mediante un proceso de estilización paródica, 11 según la in-
terpretación de Yuri Tynianov, antes que nada, el rol primordial que
posee la "confesión" en el discurso narrativo dostoievskiano. 12
Zubieta legítimamente sostiene que la misma escritura de Los
siete locos podría considerarse una "exasperada sucesión de rela-
tos-confesión", de la que son eliminados los aspectos místicos, las
agudas reflexiones metafísicas, el problema del pecado como "pelda-
i'ío" hacia la redención, la instancia trascendente. Zubieta recurre al
término de "zonas de angustias" para identificar aquellas reflexiones
interiores de los personajes, aquellos espacios de vacío existencial,
aquella atmósfera de inquietud que componen el discurso-confesión
arltiano, a diferencia del diálogo-salvación que Bajtín pone en eviden-
cia como una preocupación estructural y, conjuntamente, ideológica
de Dostoievski pensador y escritor.
En las "confesiones" de Arlt hace falta la palabra "absoluto-
ria", que impone la penitencia y permite la redención. Desde este
punto de vista, Erdosain se parece mayormente a algunos persona-
jes de Los demonios de Dostoievski, y en particular a Stavroguin y
a Kirillov. El ataque de Dostoievski contra el nihilismo encuentra, por
el contrario, en Los demonios aquella obra palimpsesto que Arlt
utilizaría para la redacción de Los siete locos. Del mismo modo que
los locos arltianos, los endemoniados de Dostoievski persiguen el
proyecto de resolver la miseria del mundo levantando un régimen

10
Zuhicta, Ana María. U discurso narrativo arltiano. lntertextua!idod. f/'!1/esco y uto-
Buenos Aires, Hachette, 1987.
jJÍa.

" Sería aquí casi superfluo recordar que la parodia, a la que los formalistas rusos -en pri-
mer lugar- han consagrado págmas fundamentales. es una orientación (J!iii'IHIJjnost)
que no debe necesariamente poseer como resultado un efecto cómico, porque lo
cómico podría, más bien, ser neutralizado. Yuri Tynianov, por ejemplo. defenderá la
existencia de un procedimiento paródico serio (y, nada menos, trágico en ciertos
casos): la tendencia de la estilización arltiana se incluye, por ejemplo, en esta última
consideración.
12
Tynianov, Yuri. !lrkhaistv i nm·ato1y. Lcningrad, Nauka, 1929.
:j
'~

22 Bli\Ci!O D' 1\NGELO

para usurpar la totalidad del poder. El correspondiente del Astrólogo,


Piotr VcJjovcnski, es un arribista político que justifica sus propias
ansias egoístas cínicamente, apoyándose en la idea de una revolu-
ción igualitaria que redimirá de la pobreza y del dolor. Ve1jovenski,
en su lucidez intelectual, como el Astrólogo, se presenta no sólo
como un leadcr, sino también como el apóstol de una nueva fe. El
siguiente juicio crítico de Rafael Cansinos Asscns a propósito de
Los demonios de Dostoicvski podría suscribirse para el díptico de
Arlt con asombroso paralelismo:

Los "demonios" de Vetjovenski son los nefiadores ohsol11tos, los


demoledores uni1•er.wles; son, sobre todo, los enemifiOS del Estado
mso y del Dios ruso. Por esto especiolmente los odia el novelista,
que alzo m está en vías de ¡·olver a la ortodo.rio. El antiguo cons-
pirador es wz escarmentado, y se diría que quiere reproducir
aquí, dcj(mnodo v abultado, el episodio de su condena, paro es-
cormiento de incautos y aturdidos. 13

A diferencia de Dostoievski, Arlt no logra despojarse del far-


del de la duda, o detestar aquellos nihilistas que describe, porque
demasiado obstinada, entrometida es, en su poética, la tentación de
la utopía. Arlt es sincero, a su manera, precisamente como
Stavroguin y Kirillov. Stavroguin, por ejemplo, es el último romántico
pervertido, idealista sensual, rebelde de la moral absoluta, prisionero
inconsciente de las seductoras ideas lujuriosas y despóticas del "di-
vino marqués"; Kirillov, el ateo que lleva a extremas consecuencias
los efectos de la libertad que iguala a Dios y su criatura, es un "dios
sin quererlo, y un desgraciado", porque se ve "en la precisión de
manifestar mi libre voluntad", según las nietzscheanas palabras de
Dostoievski. La tortura de Kirillov consiste en buscar la propia inde-
pendencia a través del gesto del suicidio para negar a Dios; sin cm-

" Rafael Cansinos Asscns, "lntroducciún 11 Los demonios", en Fiodor Dostoie\·ski,


0/Jms COIIIf'letils el/ nwtm tomos. 1imw lll, México, Aguillll: !99!, 1'· 15.
LA TENTACJ(JN llE LA UTOPÍA. LA LECTURA ARITIANA DE DOSTOIEVSKI 23

bargo, mediante el sacrificio de su propia vida, él llega a la conclu-


sión de que el atributo de su divinidad reside en su libre albedrío. No
hay arrepentimiento, declara Kirillov; ni es posible un amor verdade-
ro, afirma el aparentemente invulnerable Stavroguin, don Juan impe-
nitente y gozador sin entusiasmo.
Del mismo modo que Kirillov, también Erdosain se suicida: su
gesto es el acto de una decepción, de un arrepentimiento que no pro-
viene de una reflexión sobre la trascendencia (a diferencia de
Kirillov que elabora, en cambio, una lógica terriblemente rigurosa); el
acto de Erdosain se resume, en definitiva, en un acto solipsista, cuyo
único juez no es sino el mismo suicida.
Los personajes de Los siete locos no se juzgan en ningún mo-
mento. Los interlocutores son sujetos que escuchan, comprenden, pero
nunca polemizan. La utopía, en su falsa visión ecuánime e igualitaria,
ha corroído, como una carcoma, los sentimientos y los juicios: no se
hallan en el texto arltiano reproches morales ni sobre el comporta-
miento del individuo, ni sobre el contenido ideológico del discurso. Todo
lo que otorga la grandeza a la continua matriz interrogante en la obra
dostoievskiana se convierte, en la narración de Arlt, en un informe de
penosa mediocridad. Erdosain no puede ser acusado de nada, no hay
culpa, y por ende no existe ni siquiera un pecado que pueda ser redi-
mido; ilusoriamente, no hay ninguna necesidad de redención y, como el
hombre del subsuelo, Erdosain no es capaz de amar a Hipólita la coja;
y, finalmente, no ha logrado ni siquiera asesinar.
La ironía arltiana asume las mismas señas de la utopía descri-
ta, porque podría ser una salida o una apertura a un espacio de per-
fección. En Arlt la ironía esconde el color de una utopía tendenciosa
e irracional porque se concreta sólo en la trasgresión, en la degrada-
ción que permite una falaz apariencia del vivir, en la perversidad que
ofrece la certeza solo en la existencia del mal, en la deformación to-
talitaria de la amoralidad.
Sin embargo, Arlt crea un espacio narrativo en el que el lector
no rechaza a los personajes, quizás porque reconoce en ellos una mez-
colanza de verdades ficcionales y verdades humanas. El lector abraza
24 Bii\GIO D' ANGEL()

el lado oscuro, tan explícitamente enfermizo y (contemporáneamente)


inexplicable, de Erdosain, del Astrólogo, de la prostituta coja, y acepta
la "extensión" del escritor en sus personajes.
La sinceridad y la simpatía (en su acepción etimológica de
actuar sin fingimiento y compadecer, sufrir juntos), con las cuales
Arlt se detiene a observar el universo de la marginalidad social, en
sus variantes de la prostitución y de su aprovechamiento, encarna-
dos en el Rufián Melancólico y en Hipólita La Coja, o bien en la pla-
nificación vigorosa (pero utópica) de Erdosain, se traslucen en una
frase muy significativa de una carta de 1930 enviada por Arlt a su
hermana Lila. En la misiva, Arlt escribía significativamente: "Pensá
que yo puedo ser Erdosain, pensá que ese dolor no se inventa ni
tampoco es literatura".

Bibliografía

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Bellini, Giuseppc. Ntwva historia di' la literatura hispanoamericana, Madrid,
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