Arquitectura
Arquitectura
Arquitectura
Situación política
• 1795-España cede la isla a Francia.
• 1809-Juan Sánchez Ramírez vence a los franceses y la parte este de la isla se
declara de nuevo colonia española.
• Dic. 1821- José Núñez de Cáceres declara la independencia, nombrada
Independencia efímera.
• Enero 1822- se unifica la isla dominada por Haití.
• 1844- Se declara la Independencia Nacional.
• 1861-Pedro Santana anexa el país de nuevo a España.
• 1865-Se declara de nuevo la República.
Aporte Francés. Las simple fachada colonial que tenía el palacio de gobierno se vio
por primera vez modificada con la intervención que hiciera el General francés Ferrand.
En esta intervención se aplicaron los principios de la arquitectura que se estaba
utilizando en Francia en esos momentos, quienes habían adoptado la rigidez de la
arquitectura Renacentista desde el siglo XVI cambiando la improvisada fachada
medieval. Ya para el siglo XIX la arquitectura europea había pasado del rebuscado
Barroco hacia un rígido neoclásico, cuyos principios de proporciones influenciaron las
remodelaciones que se introdujeron en la fachada de la casa de gobierno. Estas
reformas no han llegado hasta nosotros ya que las adiciones fueron removidas a
principios del siglo XX habiéndose preservado el dibujo de los planos que nos permiten
conocer el alcance de estas remodelaciones.
Además de la inestabilidad política, las luchas internas fueron el marco social que
caracterizó casi todo el siglo XIX, y la carencia de planes económicos de los gobiernos
de turno para hacer prosperar el país. Esto trajo como consecuencia que las principales
familias de la ciudad emigraran a otras islas, alejando el capital privado y la casi
inexistencia de contacto comercial con otras naciones frenó la introducción de nuevos
conceptos y sistemas constructivos. La agricultura había quedado rezagada, aplicándose
todavía los mismos métodos coloniales y la producción apenas alcanzaba para el
consumo nacional. En los pueblos del interior se seguía construyendo en madera y
paja, lo que no produjo un desarrollo de la arquitectura, ya que esta desaparecía
constantemente por la quema de ciudades que se producía ante invasiones y
revueltas1, además de los agentes atmosféricos que azotan constantemente la isla.
En todo el país las construcciones eran muy escasas, más bien la ciudad de Santo
Domingo permaneció parcialmente despoblada, con sus grandes caserones coloniales
vacíos. En el interior de la isla y hasta en la periferia de las ciudades, se construía con
los materiales naturales en la misma forma de construcción heredada de los
antepasados Tainos, africanos y españoles, con una arquitectura sin arquitectos que se
ha denominado arquitectura vernácula.
Desarrollo urbano
El paisaje urbano, igual que la economía, reflejaba la pobreza de sus habitantes,
encontrándose la mayoría de la población diseminada por los campos y en algunos de
los viejos asentamientos españoles.
1
Para una descripción del ambiente arquitectónico de la isla ver Hazard, Samuel, SANTO DOMINGO, PAST AND
PRESENT, Editora de Santo Domingo, 1974.
2
Cassa, Roberto. 1982. Pág. 17.
habitantes4). La importancia de los dos primeros radica en que, en el momento, eran
los únicos que poseían sus puertos en funcionamiento y Santiago como productor de
cacao que exportaba hacia Hamburgo por el puerto de Puerto Plata, aunque en
condiciones muy precarias. El total de habitantes en toda la isla en 1863 era de
207,0005.
Los demás poblados esparcidos por el territorio, eran simples caseríos con unos cientos
de habitantes, la mayoría fundados durante la colonia. La traza urbana se mantenía con
su trazado original, calles rectas en forma de damero con el parque en el centro con la
iglesia en frente. Este trazado fue utilizado por los españoles en el desarrollo urbano en
toda Latinoamérica durante la colonización.
ARQUITECTURA VERNÁCULA.
El espacio exterior es utilizado en su totalidad para desarrollar las labores cotidianas del
diario vivir, convirtiendo las sombras de los árboles circundantes en parte de la vivienda
y reservando los interiores para dormir y guarecerse del mal tiempo. La pequeña
enramada que corresponde a la cocina, se coloca separada y detrás del núcleo
principal, consiguiendo alejar el humo de la leña y la letrina, se coloca mucho más
alejada del conjunto. En algunas se anexa, entre la casa y la cocina, un espacio
techado, a manera de terraza, que complementa el espacio exterior. Esta vivienda
vernácula7 ha sido utilizada por toda población aborigen bajo las mismas condiciones.
3
Hazard, Samuel. 1873. Pag. 180.
4
Hazard, Samuel. 1974. Pág. 324.
5
Cassa, Roberto. 1982. Pág. 17
6
Prieto Vicioso, Esteban. ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR. Capítulo 1. HISTORIAS PARA LA
CONSTRUCCIÓN DE LA ARQUITECTURA DOMINICANA 1492-2008. Colección Centenario, Grupo León
Jiménez. 2008.
7
“La arquitectura vernácula del Gran Caribe es el resultado de la mezcla e integración de las experiencias formales
y constructivas de la población aborigen de la región y de los aportes africanos y europeos; de ahí su riqueza cultural
singular y distintiva, ya que se trata de una arquitectura que responde a una unidad familiar y demás edificaciones de
La vivienda urbana
Los ejemplos de la vivienda urbana colonial fueron explicados extensamente en la
primera parte. Esta fue utilizada también en los hatos como residencia de los
propietarios8, los administradores de ingenios y algunos funcionarios públicos que
residían en las fincas. Éstas se distinguían de la vivienda rural tanto por el material
(construidas en piedra) como por el tamaño, encontrándose generalmente dentro de
entornos muy bien cuidados, circundados por siembras ornamentales9.
En los pueblos del interior, no se han encontrado ejemplos de las viviendas españolas
en piedra, debido a las innumerables vicisitudes a que estuvieron sometidos desde la
colonia, siendo arrasadas y quemadas en las contiendas políticas que se fueron
sucediendo en diferentes momentos históricos y los agentes naturales como terremotos
y ciclones, causantes también de la desaparición de muchas de ellas. Solamente se han
conservado algunas de las ruinas de las viviendas que se levantaron en los ingenios
coloniales. De las originales solamente podemos tener acceso a la vivienda de Diego
Caballero en Higuey10, las ruinas del Palacio de Palavé en los alrededores de Santo
Domingo y las ruinas de la vivienda que se encuentra en el sitio del ingenio de
Engombe. En todas se puede apreciar la distribución espacial, similar a la descrita por
Palm como tipo A. De las viviendas similares en madera, correspondientes a los
hateros, no se han podido conservar las originales debido a lo perecedero del material
de construcción.
Para estudiar el paisaje urbano y la vivienda de finales del siglo XIX nos apoyaremos en
los relatos y dibujos de Samuel Hazard11 que con su magistral pluma ilustró y describió
cada poblado que visitaba, las viviendas donde fue alojado, las costumbres de los
habitantes, los paisajes circundantes, la agricultura del momento, en fin, todo el
ambiente que encontraba a su paso por el país en 1871, convirtiéndose en el
documento gráfico más importante para el estudio del hábitat del momento.12
actividades complementarias de la comunidad, con materiales propios de la región, que mantiene sistemas
constructivos específicos con la presencia de elementos industriales simples cuyo resultado volumétrico, sus
relaciones espaciales, el color y el detalle identifican al grupo que la produce, respondiendo a una manufactura
artesanal siempre con la participación del usuario.” Foro de Cultura Caribena; Cancún, México, 1989. Citado por:
Prieto Vicioso, Esteban. (2008). Arquitectura vernácula y popular. En Historias para la Construcción de la
Arquitectura Dominicana 1492-2008. Capitulo I. (p. 71). Rep. Dom.: Grupo León Jiménez.
8
“el dueño del hato, prominente por su posición económica en la región, erigía, en lo que denominaba el asiento,
su fundo o casa solariega y demás instalaciones donde albergaba su familia y servidumbre.” H. Hoetink. 1997. p.
23.
9
El entorno de la vivienda de un ingenio se describe como “un espacio cuidado en frente de la casa, sombreada
aquí y allá por los mejores especies de palma royal, mientras que un buen ganado pastaba en la hierba la casa era
cómoda pero simple, de un solo piso, de madera y pintada de un rojo brillante”. Samuel Hazard. 1974. p. 320.
10
Actualmente restaurada donde funciona el Museo de Ponce de León.
11
Hazard, Samuel. 1974.
12
Samuel Hazard era parte de una comisión oficial estadounidense que llegó en 1871 para estudiar las condiciones
del país ante la solicitud de anexión incoada por el gobierno dominicano.
En general la mayoría de las viviendas urbanas eran construidas en madera, de una
sola planta con techos en fibra vegetal, distinguiéndose de las viviendas rurales
solamente en el tamaño. Las calles se mantenían sin pavimentar, reflejando en
conjunto la pobreza de sus habitantes, siendo descritas por Hazard como oscuras y
llenas de lodo.
La distribución del espacio interior es descrita en la visita que hiciera a la casa del
alcalde de Cotui donde se ofrece un ejemplo preciso de este tipo de vivienda "esta casa
era de construcción humilde, semejante a las que habían en el pueblo, bastante simple,
de una sola planta, dividida en tres partes, con techo de cana; esas tres partes
formaban las habitaciones, la de la izquierda donde el alcalde celebraba su corte, la del
centro el área social, mientras que la tercera estaba dividida en dos pequeñas
habitaciones, una la zapatería de su hijo y la otra la habitación acondicionada para el
uso de Mr. White.15
El mobiliario descrito era sobrio; un banco alrededor de las paredes, una mesa y el
espacio central de las habitaciones para colgar las hamacas16 , demostrando nueva vez,
la pobreza de los habitantes y la austeridad de la forma de vivir sin lujos superfluos.
13
La buhardilla o mansarda es un elemento tradicional de la arquitectura europea popularizado por Jules Hardouin
Manzard en el Palacio de Versalles, 1668-1686, mucho antes de la época victoriana.
14
Hazard, Samuel. 1974 p. 16.
15
Hazard, Samuel. 1974, p. 294. Mr. White era el superior de la comisión que Samuel Hazard pertenecía.
16
Hazard, Samuel. 1974. p. 384.
La arquitectura en Santo Domingo no mostraba mejores condiciones17; las viviendas de
mampostería presentaban un aspecto sobrio y pobre, rodeadas de chozas iguales a las
descritas para el campesinado18, como en todos los pueblos. Esta ciudad no tenía más
atractivo que sus antiguas iglesias, conservándose a través del tiempo por la nobleza de
los materiales, no por la voluntad de sus residentes. Los demás pueblos no fueron
estímulo para los dibujos de Hazard ya que los describe como simples caseríos de
chozas campesinas.
A finales del siglo XIX se consolidó la revolución industrial a nivel mundial, aumentando
la demanda de materias primas. Estados Unidos desarrolló su predominio apoyándose
en la explotación de los recursos naturales de las islas del Caribe, forzando a reducir las
relaciones comerciales que éstas tenían con Europa. Durante los gobiernos finales del
siglo se crearon programas para atraer capitales extranjeros, decretando concesiones
para los que se asentaban e invertían en el país, 19 atrayendo capitales extranjeros y
dinamizando la economía. Estas concesiones permitieron la llegada de inversionistas a
establecerse en tierras dominicanas con nuevas e innovadoras empresas de explotación
de los recursos agrícolas, provocando grandes cambios en las condiciones económicas y
sociales.
17
De la ciudad de Santo Domingo, Hazard dice “parece que ni una mano de progreso había pasado, donde la
naturaleza había cambiado más que los hombres. Paredes pintadas alegremente, con negros sucios apoyados en
ellas, calles estrechas, con casas sólidas, con inmensas puertas y espaciosas ventanas contrastando con su limitada
altura solamente de dos pisos”. Hazard, Samuel. 1974. p. 214.
18
“La periferia de la ciudad está compuesta de chozas poco atractivas de madera o de barro, techadas de yaguas o
paja, mientras en el interior del pueblo muchas de las casas son de sólida construcción. Están construidas en la
antigua forma española, generalmente de un piso, rara vez de dos. Con una amplia entrada y una inmensa puerta
que abre a un zaguán que conduce al patio, alrededor del cual están los cuartos y oficinas. La misma falta de vidrio
en las ventanas y el uso de barras de hierro, igual que en cuba, son universales aquí, mientras que la tranquilidad
de muchas de las calles en la parte arriba del pueblo recuerda la ciudad de los durmientes. En las calles cerca del
embarcadero y en la vecindad del mercado, se ve más vida, y la arquitectura de las tiendas y casas, no son tan
imponentes, son más modernas”. Hazard, Samuel. 1974. p. 220.
19
H. Hoetink. EL PUEBLO DOMINICANO: Apuntes para su sociología histórica. Ediciones Librería La Trinitaria.
Santo Domingo. 1997
compañías creadas al efecto, ya en 1876 se les había concedido el disfrute gratuito de
los terrenos del Estado. Ese mismo año de 1879 el Congreso aprobó una ley en la cual
el gobierno se obligaba por una sola vez a cubrir los gastos de viaje de los inmigrantes
en que incurriera el contratista. (del Castillo, 1979, p. 11).
El desarrollo general fue evidente, los nuevos visitantes trajeron consigo adelantos
tecnológicos y nuevos métodos de comunicación internas como ferrocarriles, telégrafos,
teléfonos21, correos, puentes, puertos, planes de canalización, innovaciones en el
transporte urbano, tranvías, electricidad y acueductos y claro está, nuevas formas de
construcción de viviendas. Apoyados en un decreto presidencial promulgado en 1871,
se permitió la importación de todo lo que ayudase al desarrollo de la producción. En
este momento se introdujeron las primeras corrientes de la industrialización en el país y
nuevos materiales de construcción, que contribuyeron a cambiar la arquitectura del
país.}
20
Idem.
21
La línea de telégrafo entre Santiago y Puerto Plata se inauguró en julio de 1885, así como la de Santiago, Moca y
La Vega entre septiembre y noviembre del mismo año., así como el teléfono entre el palacio de la gobernación y la
fortaleza.
internacional. Los extranjeros trajeron consigo, además de capitales, tecnologías y
conocimientos gerenciales, influenciando de manera positiva en la industria nacional
mejorando sobremanera la calidad de los productos.
Zinc. Entre los primeros materiales que fueron importados se encuentra el hierro
galvanizado, siendo uno de los más necesarios ya que la paja y la yagua que se
utilizaban para techar las viviendas de madera se quemaban frecuentemente
perdiéndose a veces barrios enteros porque el fuego se propagaba con mucha facilidad.
La misma situación de imprevisión era devastadora cuando azotaba los ciclones tan
frecuentes en el país. Las viviendas de materiales naturales se destruían
completamente para volverlas a levantar con los mismos materiales. Se permitió su
importación desde 1845. Este material recibió en varias ocasiones exoneración de
impuestos para facilitar la sustitución del material de los techos cuando ocurrían
desastres.
22
Según el Dr. Puig, José Augusto, en EL FARO DE PUERTO PLATA, publicado en Puerto Plata en 1979, en la
página 7 dice “en el litoral dominicano de la isla de Santo Domingo, veinte y seis faros están colocados.”
El deseo de ostentación, de mostrar a los vecinos los peldaños escalados socialmente,
se vuelcan en la vivienda, transformándolas y embelleciéndolas, modificando por
primera vez la casa tradicional española, que había permanecido con las mismas
características desde que fueron levantadas por constructores españoles. Esa nueva
burguesía, que se ubicaba en las calles céntricas, fueron los responsables de las
modificaciones que recibieron las viviendas cambiando por primera vez la fisonomía de
la ciudad e imprimiendo una característica diferente correspondiendo ahora al gusto del
nuevo dominicano.
Vivienda de tapia con balcón corrido. La vieja casa medieval desarrollada alrededor
del patio, descrita en la primera parte, se fue agrandando a medida que la población
iba creciendo, recibiendo anexos primeramente alrededor del patio, también se le
agregaron segundas plantas, y finalmente se expandieron hacia la calle a través de un
balcón corrido.
En el frente de las casas se colocaron los balcones corridos con techos, ofreciendo una
fachada completamente diferente a la simple fachada medieval. Este aditamento
arquitectónico es un símbolo de la apertura del dominicano, alejándose por primera vez
del confinamiento español, que solamente permitía el lujo y ostentación en los
interiores de su vivienda. El balcón refleja el deseo del dominicano de vivir en contacto
con la actividad de la calle, en interés de mostrar su recién adquirido estatus social,
reflejando el temperamento abierto, amigo de las tertulias, del compadreo y de las
apariencias. Para colocar estos balcones se destruyeron muchos adornos que habían
permanecido desde la colonia, considerándolos en ese momento como símbolos de un
pasado.
23
Cresterías son detalles realizados cuidadosamente en madera calada con diseños repetitivos realizadas en madera.
Transformación de la planta
Las viviendas grandes se dividieron en dos o en tres, se redujeron los patios con
anexos, dejando de ser el órgano articulador de las actividades domésticas, aunque
conservando su importancia como órgano que permitía luz y aire a los interiores. Las
arcadas circundantes se tapiaron dejando solamente huecos para ventanas. Las
paredes y los techos interiores se forraban de tabloncillos de madera.
El agua seguía dependiendo de los pozos y aljibes. Se cocinaba con carbón vegetal que
obligaba a colocar la cocina en uno de los martillos o en el traspatio por el humo y para
estar cerca del pozo.24
El comercio tuvo un gran auge y las grandes residencias se vieron modificadas para
colocar los negocios en la misma edificación que las viviendas. El comercio se colocaba
en la primera planta, en la primera crujía hacia la calle y la vivienda en la segunda
planta. Esto ofrecía economía y seguridad para sus propietarios.
24
Del Monte Soñé, José Enrique, Rodríguez Marchena, Ricardo José, Mercedes Fernández, Martín. LA EPOCA
REPUBLICANA EN LA ARQUITECTURA, CIUDAD INTRAMUROS 1844 –1930. Tesis para optar por el título
de arq. Presentada en la UNPHU, Santo Domingo 1988