Memoria Sobre El Autor de La Salve - Eladio Oviedo Arce 1903
Memoria Sobre El Autor de La Salve - Eladio Oviedo Arce 1903
Memoria Sobre El Autor de La Salve - Eladio Oviedo Arce 1903
SOBRK
EL AUTOR DE LA “SALVE“
JJOlt
CON LICENCIA.
COMPOSTELA:
Imp. y Ene. del Seminario
1903
να s a n i a m e m o r ia be mi m ab re.
¿IClllÍiaLji
Febrero 18(le 1£>0;Í.
ADVERTENCIA
E mmo. Señor:
E xcmos. é I ltmos. Señores:
Señores:
II
III
IV
Desde fines del siglo X V III sólo tres opiniones se han ve
nido sosteniendo seriamente sobre el autor de la Salve* A le
mania está por Hermán Contracto (el Contrahecho) que na*
ció de la noble prosapia de los Vöringen Sutzau (antigua
Suabia), hacia el año 1013, educóse en la célebre escuela de
S. Gall (Suiza), y vistió, muy joven, la cogulla benedictina
en la famosa abadía de Reichcnau en la Baviera occidental,
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hasta que en el año 1054, después de una vida toda consagra
da á la práctica de las virtudes más ^crisoladas, y al estudio
de las divinas y humanas letras, murió santamente y con
fama inmortal de teólogo, filósofo, astrónomo, lingüista, reto
rico, historiador, poeta y músico, sin segundo en su tiempo,
dice siguiendo al autor del Bloginm H. el entusiasta pa
negirista de éste, Tritthemio (De Script. EcclcsiasL), y de
jando como perennes testimonios de su saber extraordinario
— premio, según refieren varios cronistas y biógrafos con
temporáneos, de su devoción á la Virgen María— carmine ct
prosa multa praedara volinnina (Tritth. Op. cit.)
Sobre el Contracto, me escribía recientemente el erudito
hispanófilo Herrn Johannes Junfer* Profesor del Gimnasio
Federico de Berlín— al cual debo el conocer los trabajos de
Alemania sobre esta cuestión — hay en su patria una rica lite
ratura, fruto del prolijo estudio de sus obras, principalmente
las históricas y las musicales. Entre éstas cuentan allí desde
antiguo, es decir, desde el siglo X V , la Salve Regina. Los
últimos que en nuestros días estudiaron detenidamente al sa-
bio Monje alemán del siglo XI, son Hansjacob, en su libro
Heriman der LaJnnc (Maguncia, 1875), y el citado Brambach:
Dieverloren geglaublc h i s t o r i a d e S a n c t a A f r a , etc,, y el
P. Meier de Einsiedeln* cuyo trabajo no me es directamente
.conocido. De Hansjacob ya veremos cómo piensa en esta
cuestión.
Francia, desembarazada de su antigua tesis, favorable á
San Bernardo, hoy se pronuncia unánimemente por Ademaro
de Monteil. Monteil es un pueblo del Del finado, en el que vió
la primera luz nuestro personaje, militar en su juventud,
presbítero en la edad madura, Obispo, en fin, del Puy-en-Velay
hacia el año 1087. De él afirman los Sanmarthanos que era
devotísimo de la Santísima Virgen, y se sabe positivamente
que fué el más activo organizador de la primera Cruzada
europea, el alma del Concilio de Clermont en 1095, donde se
escuchó el grito libertador: Dios lo quiere, el primero en
tomar la Cruz■de manos del Papa Urbano II, y el caudillo
apostólico, como legado del Pontífice, de aquel glorioso ejér
cito, conquistador de Antioquia, donde, en 1098t murió el
valeroso Ademaro, dejando á los vencedores soldados de
Godofredo de Rouillón claro ejemplo de espíritu caballeresco
y recuerdo imperecedero de su piedad acrisolada. De él han
escrito grandes cosas todos los historiadores de la primera
- 2á —
Cruzada, desde Guillermo de Tyro hasta Michaud, conside
rándole como Obispo y como guerrero. Como autor de la
Salve se le ha estudiado, principalmente, en nuestros días:
los últimos trabajos que á esto se refieren son una serio de
artículos publicados en La Scmaiuc Religiense du Puy (1883),
y el de Dom Pothier, que ya se ha citado.
Finalmente, nuestra España viene recabando, hoy, tam
bién, de un modo unánime, para el insigne gallego San Pe
dro de Mezonzo, esta gloria, tan disputada* En Curtís (Coru-
ña) nació hacia el año 930 el hijo del piadoso caballero Martín
Placencio de Asturias y de la distinguida dama Doña Musta-
cia, que se llamó Pedro Martínez: el cual, ya cristianamente
educado en la casa paterna, profesó vida religiosa en el mo
nasterio benedictino de Santa María de Mezonzo,que, no lejos
de Curtís, habían fundado sus antepasados, y era en su tiem
po escuela de santidad v de saber, por él frecuentada con so
licitud y con ardor hasta alcanzar muy pronto el dictado dé
Sapiens monachus (Cronicón Iriensc), y más tarde el culto en
nuestros altares. Joven todavía, fué abad 5.° hacia %f> del
gran convento de Sobrado, en aquella misma región, y más
tarde fuélo también del entonces famosísimo si tierío de An
tealtares, en esta ciudad compostelana. Por último, ceñía, des
de 985, la mitra que el Clero y pueblo de Compostela
concordemente habían colocado en su dignísima cabeza,
cuando hacia el año 1003, Obáormivit in Domino , como
escriben los autores de la Compostelana, dejando en pos de
sí, en esta Iglesia, una brillante estela de extraordinaria
virtud y de no común saber, que se percibe aun á través de
los siglos medios, tan avaros de los monumentos que pudie
ran derramar luz sobre el pasado.
Es menester confesar que nosotros nos hemos preocupado
menos por San Pedro de Mezonzo, que los vecinos del Piri
neo por Ademaro de Monteil y los de allá del Rhin por Her
mán de Voringen. Desde D. Diego Antonio Cernadas y Cas
tro (1774), no se ha escrito sobre esta cuestión nada tan
importante como las breves pero substanciosas páginas que
el M. Iltre* Sr. López Ferreiro dedica á esclarecerla, en su
Historia de la S. A . M. Iglesia de Santiago, t. II (1899).
Esos tres personajes, el Contracto, el de Monteil y el de
Mezonzo, pertenecientes al ciclo en que es preciso buscar el
origen de la Salve, son los únicos en quienes á la hora pre
sente se fijan todos los eruditos que tratan este punto.
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A ) Examinemos de cerca la primera de estas opiniones:
He aquí el pro.
Todos cuantos argumentos se han aducido hasta hoy en
favor de la atribución á Hermán Contracto de la Salve, re-
dúcenseá dos, nada más, no sólo específica, pero también nu
méricamente; uno de autoridad y otro intrínseco. W. Bram-
bach es» sin duda alguna, quien mejor los ha expuesto y
estudiado á la luz de la crítica, siquiera pueda apellidársela
nacionalista,
a) Los testigos más antiguos que en esta cuestión abo
nan á Hermán Contracto son del siglo X V , El uno llámase
Jacobo Felipe de Bérgamo, que nació de la noble familia de
los Forcsti en 1434, profesó en la Orden de los Eremitas de
San Agustín, y murió en 1520. De el escribió Tritthemio, su
coetáneo, que era estudioso, erudito en ciencias sagradas,
muy docto en humanas letras, de sobresaliente ingenio y
palabra fácil, y que compuso, entre otros libros, una gran
compilación histórica, intitulada: Supplementmn Chronica-
rmn, por la cual alcanzó nombre de Historia graphus cele-
berrimus. (De Scrip. EccLJ El otro es ese mismo bibliógrafo
Juan de Trittenheim (Rhin), abad de los monasterios bene
dictinos de Spanheim y Wirtzburg (Diócesis de Maguncia),
diligentísimo autor de varias Crónicas, y de las siguientes pá
ginas de historia literaria y hagiográfica: De Scriptoribus
Eeclesiasticis, De Illustribus Germaniae viris , De IIlustri
bus vins Saneti Bcnedicti. Murió este historiador en 1519,
En realidad estos dos testigos, formalmente, deben consi
derarse como uno. Tritthemio afirma en su autobiografía que
después de siete años de trabajo en la composición de su Ca
tálogo de los Escritores Eclesiásticos, corregido y aumen
tado por tercera vez, púsole el colofón en 1494. Bien pudo,
por consiguiente, aprovecharse de las noticias que daba el
Supplemcntum Chronicarum del Bergomense, publicado la
segunda vez, en Brescia el año 1485, Que así sucedió, no
puede dudarse un punto, después de conocer la biografía del
cronista italiano, hecha, como de mano de admirador y ami
go, por el abad de Spanheim: el cual indica también que
tuvo á la vista, precisamente, la edición bresetana, de 14S5,
del SuppL C h r o n at escribir que éste corría hasta 1496.
Esto se verá claro al comparar los dos testimonios»
Leamos primero el texto del Bergomense, referente á Her
mán Contracto, que yo supongo debió leer también Tritthe-
— 30 —
mió. Es del Lib. X I I , ad annum 1049, folio 252 v/\
y suena asi: Her mamuts pracícroa Contractas, elipse reí i*
giostts, patria alemanas, ingeuii praestantissimus vir, hac
cliam tempesiaie, enmin divñtis exccrcitatissimus esset, mal-
tos et quidem egregios composuit hytimos, atqncin honorem
Virginis Mariae nonunllas cclebresqne (laudes) composuit;
inter quas S a lve Reciña misericordias praccipua habe
tur. Y leamos también lo que en el mismo Libro X II,
ad an. 1121, /.° 260 v ,nf se escribe (le San Pedro de Me-
zonzo, siquiera sea anacrónica la narración, como ya
hemos notado: Petrus etiam quídam compostellanns ar-
chiepiscopus, per id íemptts et eruditione, et fule, conversa-
tione ac moribns ómnibus msignissimtts fu it ....... ■ et ínter
caetera, cum beatissimae Virginis Mariae devotissimns ha-
beretur, nonnttlla in ejus lattdem composuit.
Tritthemio no catalogó ti. este Pedro, tan insigne (insi-
gnissimus) por su saber, como por sus virtudes, entre sus
Escritores Eclesiásticos, porque en ese lugar del Bergomen-
se no se menciona concretamente ninguno de los partos de
su erudición y de su estro poético. A l Contracto, sí; porque
el ejemplar del cronista de Bérgamo que manejó el diligente
bibliógrafo alemán, aportaba la noticia del origen de la Sal
ve, enteramente nueva para él, que había registrado los ar
chivos de S. Gail y Reichenau, y leído y esplotado á Hono
rio de Autun (De tuminaribus Ecclesiue), á Juan Beleth y
Guillermo Durando de MendafRationale Divinorun Officio-
rum )t y también, probablemente, el Elogiam Herma nui
Contradi ab ejus familiar i conscriplnm anno 1054 (Mura-
tori: Antiquit♦ /tal. tned♦ aev>) E l Supplementum Chronica-
rum, publicado en 1485Ty otri vez en 1492, y aun más tarde,
ha sido, para este caso, la fuente única de Tritthemio. El
compilador de los manuscritos de San Gall (1507), los Centu-
riadores Magdeburgenses(1559), San Pedro CanisiofZ?*? Marta
Deipara Virgine: 1583), Wion (L ig . Vitac: 1595), Juan Egon
(D eviris illustribus Attgiae Divilis: 1630)» muchos dü mino
res ó maiores de Suiza y Alemania con estos enlazados, y,
actualmente, Herrn Brambach, todos proceden ó por Tritthe
mio, ó directamente, de Fr. jacobo Felipe Bergomense.
En la afirmación de este sólo testigo t por lo tanto, se re*
suelve el argumento de autoridad que se alega en favor de
Hermán Contracto*
bj El argumento intrínseco fundase en la comparación
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del estilo musical del Contracto con el de la Salve Regina:
y nadie lo expuso con tanta fuerza y tanto arte corno
Brambach en su citado libro, en el cual estudia técnica
mente, y con mucha competencia, la música del Cantas hl·
storialis de Santa A fra mártir, que es obra del monje de
Reichenau, y la de nuestra antífona.
Después de examinar los datos de la historia, reconocien
do, á la postre, que distan bastante de ser concluyentes, escri
be: “Donde falta la palabra del testimonio, habla la melodía
de la composición.*.: porque la personalidad musical de Her
mán Contracto es tan singularmente característica, que es
imposible no reconocerla dónde quiera que él haya puesto
su mano de artista.,,.* Compárese el tono de la Salve con el
similar de la Historia de Santa Afra...: la melodía de una y
otra composición expresa evidentemente los mismos senti
mientos.,.; et ritmo es igualmente suave y encantador... No
puede decirse que estas dos obras son, casualmente, pareci
das, ó que una es imitación de la otra, nó: en ambas aparece
el mismo Hermán Contracto: ist hier nie dort derselbe
Hermán mis Contra eins.u
Ahora el contra.
a) Dos años antes de que se hiciera la edición bresciana
del Sapplementum Ckronicarum, que manejó Tritthemio, el
Bergomensc sacaba á luz en Venccia la L &edición de su
obra, impresa per Bernardinnm de Benalis, bergomensem,
en 1483: y en esta edición (pág. 104, vuelta, ad an. 1049) se
lee: Hermanns qnoque Contractas, patria alemanust ingenii
praestantissimns vir, tempesta!e hac, inultos edidit hymnos,
et in honorem Virginis Mariae non иui las celebresqne сот-
posait laudes. Sed et de quadratura circulisetc. Y en la pági
na 112, párrafo último, dice* Petras et archiepiscopns con-
stantinopolitanns (al margen, manuscrito, Compostellanus)
per id ipsam lempas erudilionef ftde, couversatione et morí-
bas insignissimus fa it.... Hic, сam beatissimae Virginis
Mariae devot ¿¿simas esset, nonnnlla in ejus laudem compo-
suit. Et potissimam S alv e Regina m isericordias contpi-
laviL
A l comparar estos dos textos de la 1,л edición del Supp.
Citrón. con los arriba transcritos de la 2.a, se ve desde luego
que el Bergomense, al poner el colofón á su obra, en 28 de
Junio de 1483 ( Perfect um per mv opits fu it anno salut is nos-
trae MC ССCLXXXJ11 tertio ¡Calendas ja lii in civitate
Bergom i)f tenía por autor de la Salve á nuestro San Pedro
de Mezonzo, y no A Hermán Contracto. Por qué arte, dos
años después» en la edición de Brescia de 1485, se hizo, no
una modificación de estos textoSj sino un verdadero trueque,
difícil es decirlos Lo que no puede ocultarse á nadie, es que
la primera lección, por su mayor antigüedad y por su senci
llez, tiene más autoridad que la de la segunda y siguientes,
menos ingenuas, más artificiosas cada vez.
Por lo demás, es claro que el historiador agustino de Bér
gamo debió inspirarse para componer su primera narración
de San Pedro deMezonzo y de Hermán Contracto en G. Du
rando (Rationalc Div. Off.), y en Rícobaldo de Ferrara (De
adinventionib tts Div i ni Officii). Y, á cambio de estas fuentes
autorizadísimas, ¿qué motivo pudo inducirle á hacer el subs
tancial retoque que aparece en las narraciones posteriores?
Todos convienen en que el Bergomense es el testimonio más
antiguo en favor del Contracto: es decir, el Bergomense
de 1485: porque el de 1483 ya hemos visto que es un testimo
nio en favor de nuestro San Pedro, derivado de fuentes
domésticas para Jacobo Felipe, puesto que Durando estudió
en Bolonia y vivió en Roma» y Rícobaldo era italiano.
Diríase que aquí se trata de un caso de pseudo-historia;
lo cual nada tendría de extraño en la patria de Annio
de Viterbo.
En cuanto los doctos alemanes no expliquen este fraude,
ó demuestren que el Bergomense se ha corregido A sí mismoi
sin externas sugestiones, tenemos razón los españoles para
mantener el texto de la primera edición del Snpplementum
Cftronicarttm, y, consiguientemente, para negar, casi sin
más miramientos, el valor de todas las autoridades que hasta
hoy han votado por el Contracto.
bj De buen grado reconozco la competencia crítica, en
materia musical, de Herrn W, Brambach; pues aunque yo no
soy analfabeto en punto á estética é historia de la música
eclesiástica, principalmente de la Edad Media, sin embargo,
rindiera sin vacilaciones mi juicio al de un tan entendido
musicólogo como aquel entusiasta campeón de Merman Con
tracto. Sólo diría que, en cuestión de hechos, que son produc*
to de la actividad de los seres libres, los argumentos intrínse
cos no son concluyentes, porque fallan muchas veces: todo lo
más pueden servir para corroborar los datos sacados de las
fuentes propias, empíricas, de la historia. ¡Es cosa tan impal-
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pable el estilo personal del que cultiva el arte de la música, de
expresión más vaga y formas más flotantes que ningún otro!...
Pero tengo á la mano el juicio que, sobre este mismo
punto, emitió el ilustre abad de San Vaudrille, Dom Potliier;
y este nombre, de universal reputación, tratándose, como
aquí se trata, de estudios de canto gregoriano, es claro que
abona de un modo, casi inapelable, cuanto aparezca bajo su
autorizada firma. He aquí lo que me dice en carta que recibí
por mano de Mr, Gavel el 12 de Mayo de 1902: “Se ha hablado
también (á propósito del autor de la Salve) de Hermán Con
tracto: dejémosle el Alma Redcmptoris. La Salve Regina es
de un estilo enteramente distinto (cst d‘ un stylc tout diffe-
rent), y, á juzgar por este aspecto intrínseco de la cuestión,
no parece que esas dos Antífonas puedan pertenecer al mis-
mo autor, ni, aun añadiré, al mismo país. El canto de la Salve
Regina no tiene nada de alemán; es de una tonalidad mucho
más ajustada á la tradición gregoriana.44 Y en el artículo
antes citado de Ja Revuc da Chant Grégorien, se expresa
así el mismo P. Pothier: “Estas dos composiciones, Alma
Redcmptoris y Salve Regina t no se semejan nada, ni por el
texto, ni por la melodía. La melodic surlout présente dans
la premibre de ces Antienncs une aliare et une tonalité bien
difjérenles de ce que ttous donne la secunde. Dans i/ A l m a
R e d b m p t o r i s le chant part du pied de Г vchclte ponr $’ eleve v
rapidement jitsqrí h son sommet; dans le S a l v e R e g i n a
V (Чап cst plus discret, plus modéré, plus grégorien.u
Después de leer lo transcrito, creo q u e no será aventu
rado concluir que la causa de alemanes y suizos en favor de
Hermán Contracto como autor de la Salve, lleva, hoy por
hoy, muy mal camino: ni tiene trazas de mejorar de fortuna;
apoyada, como está, en el sólo testimonio de Tritthemio,
—que dista más de cuatrocientos años de los sucesos que
refierettomadost acaso, de un psendo-Supplemcntum Chroni-
cantm—!y en el muy discutible argumento intrínseco. Por eso
es, que ni los extranjeros, que no son parte en esta contienda
(John Julián: Dictionary o f hymnology, 1892), ni los escrito
res domésticos, entre ellos el conspicuo historiador del Con
tracto, Dr. Hansjacob (Heriman der Lahme: 1875), dan valor
á esta opinión.
B) ¿Será más consistente la obra de los franceses en
favor de Ademaro de Montcil?
Que hablen los documentos.
a) Dije los documentos; como si hubiera muchos: pero
es lo cierto que los eruditos de la vecina nación sólo un tes
timonio han podido hallar en pro de su candidato; el del cro
nista cuyo nombre, Alberico, apellidado de Trois Fontaines,
por haber sido monje en este Monasterio cis tercíense de la
antigua Champa ña, ya conocemos. Escribió, entre 1232 y 1252,
un Chromcon ab orbe condito ad annum 1241, “notable por
su esmerada cronología y por referirse A documentos hoy
perdidos4', dice Sta ng ( Historio graphia Ec сI estastica, 1897).
Todos los demás —siete, nada menos, trae La Semainc
Religícnse dn Puy, antes nombrada—, ó parten de supuestos
falsos, como es el de que los Sermones super Salve Regl·
na —impresos entre las obras espurias de San Bernardo —
que fueron escritos, bien A fines del siglo X II, bien á princi
pios del X III, pertenecen al amigo de Ademaro del Puy, Ber
nardo, Arzobispo de Toledo, muerto en 1128, ó son deriva
ciones, más ó menos fantásticas, de la Crónica de Alberico;
verbigracia, las del Abate Dar ras: el cual escribe en su fíís-
taire de V Eglise, una leyenda de Atjemaro y la Salve,
hermana de otras muchas que llenan las páginas de su in
mensa compilación, encaminadas á convertir en sustancia
propia lo que era del dominio universal.
Los críticos próceres, los Mabillón ( Op. S. Bernardi, cttm
nolis: Annalcs O* S * Bcncdicii) , los autores de la Histoire
LiUeraire de la Frunce, y, en nuestros días, el abate Mr. Va-
candardy Dom Pothier (loe. cit.), unánimemente reconocen
que el tínico testimonio favorable á Ademaro de Monteil, es la
narración de la Crónica de Alberico: y óste ad annum 1130,
refiere cómo San Bernardo de Clara val, hallándose de paso
en la abadía cistemcnse de San Benigno de Dijon, oyó una
noche la dulce melodía de la Salve Regina, entonada por los
Angeles en la Iglesia, junto al altar: }r que creyendo, desde
luego, que los excelentes cantores habían sido los monjes de
aquel convento, al nuevo día felicitó A su abad, dictándole:
muy bien habéis cantado esta noche al pie del altar de Moría
la Antífona del Puy. ( Qptime decantastis antiplwnam de P o
dio hac nocle circa aliare В . Virginis), “El nombre—prosi
gue el cronista,— de antífona del Puy (de Podio), veníale de
su autor, Haimero (Ademaro), Obispo podiense,“
b) No á título de testimonio nuevo, porque no lo es, sino
con la mira de quilatar el sentido, y definir el alcance del
texto alegado del monje de Trois Fontaines, voy A producir,
íntegra, la Cantiga Alfonsina, 262, de que ya hice mérito;
pues, como se verá, importa mucho á nuestro objeto. Hela
aquí, transcrita de la edición crítica hecha por el Marques
de Valmar, bajo los auspicios de la Academia Española,
en 1SS9.
CO MM O S A N T A M A R I A C U A R T E L ' N O l’ O V H U U A M O I . L K R Q U E I5RA
SORDA ET MI’ DA
A ora de tnadodynnos
fezo a térra tremer
con toruooes, et coriseos
de todas partes caer:
assi que todos fogiron
non o podendo soffrer;
et d' esta guiss’ a eygrcia
íicmt d1ornees senlleira*
Se nou..,..
o o ^ T O X jT T S io a sT