Doble Vinculo Cultural. Mg. Matias Mouliat B

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Doble vínculo cultural y malestar social: una propuesta explicativa

desde la psicología centrada en la comunicación.

Matías Mouliat Besomi

I. Introducción

Nos encontramos en tiempos tumultuosos, los tiempos están


cambiando como cantaba Bob Dylan. Estamos en crisis.

Tanto el sentido común, como estudios múltiples (Avendaño, 2017,


Mayol, 2012) han demostrado que el malestar de la sociedad chilena
ha venido los últimos años mostrando signos de un aumento
preocupante. No era previsible la magnitud de la expresión de
descontento ciudadano en octubre del 2019, pero los síntomas
estaban ahí.

Todo malestar social proviene de determinadas formas culturales, para


comprender lo que se ha llamado “estallido social” (Mayol, 2019) en
Chile y su influencia en el con-vivir posterior, debemos hacer
referencia a la cultura que se ha construido durante las últimas
décadas.

Las transformaciones tecnológicas han traído un aumento en la


cantidad de información que circula por el sistema. Un aumento de la
información en un sistema trae consigo la reorganización del mismo ya
que modifica las pautas de retroalimentación.

Como plantea Lanier (2014), “La información es, por definición, la


materia prima de la retroalimentación y, por tanto, de la innovación”. Y
siguiendo lo planteado por el mismo autor: “La tecnología digital afecta
a la manera en que el poder (o alguna de sus encarnaciones, como el
dinero o los cargos políticos) se gana, se pierde, se distribuye y se
defiende” (p. 51).

Toda información trae consigo un aspecto semántico, en donde la


metáfora actual central que articula el marco interpretativo es el de
abuso (del hombre contra la mujer, del humano contra la naturaleza,
del rico sobre el pobre, del heterosexual a las disidencias sexuales, del
blanco contra el negro, la politica sobre la ciudadania, etc), la amenaza
a la organización del sistema se hace inevitable. Esta narrativa
comenzó a subir en la jerarquía cultural, la narrativa del abuso, del
sometimiento, de la desigualdad que trajo inevitablemente la
perspectiva de la rebelión como legítima forma de modificación de esta
organización patológica. El siglo XXI, el siglo de la información
cibernética es el mundo de la “casa de cristal”, se vuelve transparente
lo que antes estaba oculto, lo velado se revela.

Un aumento significativo de la población tuvo acceso a nueva


información y a conversaciones gracias a la tecnología, internet y las
redes sociales, las contradicciones e irregularidades se hicieron
patentes y reiteradas, siguiendo a Mayol (2019), surgió una crisis de
normatividad, la población desarrolló una narrativa en donde los
poderosos o una elite no cumplen con las normas que exigen y
castigan si no cumple la ciudadanía.

Un conflicto social es una conflicto relacional y en los humanos la


interacción es resultado del con-vivir en el lenguaje y la comunicación.
Antes de la revolución comunicacional a partir del siglo XX y más
potentemente en el siglo XXI, la dinámica comunicacional era de tipo
doble vincular, es decir no era posible, por faltas de canales
comunicacionales libres y críticos, una conciencia del problema
paradojal y la posibilidad de una solución a través de conversaciones
éticas.

La explicación de que el estallido social surge como resultado de la


desigualdad en Chile es una de las múltiples perspectivas que
podemos como observadores tomar para explicar el fenómeno, y una
perspectiva no niega las otras, sino que se enmarca como un
fragmento de una totalidad caleidoscopia mayor.

En una dimensión fáctica el malestar surge de problemas del vivir tales


como; acceso a salud, pensiones, educación, bajos sueldos, alto nivel
de endeudamiento, descriminacion, falta de oportunidades, etc. Como
en todo fenómeno complejo, hay múltiples variables que se encuentran
relacionadas.
Siguiendo a Morin (2016) “El conocimiento pertinente debe afrontar la
complejidad. Complexus significa lo que está tejido junto; en efecto,
hay complejidad cuando son inseparables los distintos elementos que
constituyen un todo ( como el económico, el político, el sociológico, el
psicológico, el afectivo o el mitológico)” (p.51).

Debe haber un esfuerzo de estas diferentes corrientes de


conocimiento para integrar sus investigaciones y reconocer la
interdependencia en el “objeto de conocimiento” y su contexto. La
presente propuesta es una de múltiples perspectivas psicológicas
posibles desde donde podemos comprender el malestar social.

Nuestra perspectiva desde una psicología centrada en el lenguaje, se


centra en las pautas comunicacionales, plantearemos el fenómeno del
“doble vínculo” como generador general de malestar social. La piedra
angular para esta perspectiva es la comunicación como principio
organizativo y como acción social, destacando el papel del “medio de
comunicación” en la formación de realidades sociales, psicológicas y
culturales (Olson, 1997).

Maturana (2014) plantea que:

“Los problemas sociales son siempre problemas culturales, porque


tiene que ver con los mundos que construimos en la convivencia. Por
esto, la solución de cualquier problema social siempre pertenece al
dominio de la ética; es decir, al dominio de seriedad en la acción frente
a cada circunstancia que parte de aceptar la legitimidad de todo ser
humano, de todo otro, en sus semejanzas y diferencias” (p.36).

Siguiendo a Lax (2015) “la comprensión de que las redes relacionales


sociales e históricas y las prácticas lingüísticas son fundamentales
tanto para la formación de los problemas como para su resolución”
(p.147) es de suma importancia para el pensamiento postmoderno.

Este texto es un esfuerzo para reflexionar sobre el proceso que nos


tiene en tan difícil situación llena de miedos y esperanzas y dar
algunas distinciones útiles para ser agentes éticos de transformación
en este proceso.
Morin escribió “Hoy siento que hay una primavera que desea nacer.
Pero también percibo que se anuncia una nueva edad de hielo que
quiere aniquilarla antes de que nazca”.

II. Status quo o reforma social

La cultura como todo sistema es un sistema conservador y toda


innovación social es, al menos inicialmente, resistida y a veces, de
manera extrema.

Mantener el status quo en diferentes dimensiones y niveles, es


permitir, si asi queremos verlo, carta blanca para que sigan prácticas
conservadoras opresivas del sistema operante. En este caso, un
sistema que causa sufrimiento y destrucción innecesarias y
modificables: engaño, desigualdad, racismo, homofobia (transfobia,
etc.), machismo, inconsciencia ecológica, consumismo exacerbado,
etc. La metáfora central de la cultura occidental dice Capra (1984) es
la violación y el abuso.

La psicología no puede ser neutra en esta pregunta sobre el status


quo o la reforma social, en tanto la propia práctica es una empresa
intrínsecamente valórica. Como plantean Efran, Lukens y Lukens
(1994) “La psicoterapia es más bien una empresa intrínsecamente
cargada de valores, un diálogo humano acerca de cómo podrían las
personas vivir juntas y organizar sus comunidades”.

Siguiendo a Parker (2007), la psicología es cada vez más una parte


integrante de la ideología, de las ideas dominantes que pueden
respaldar la explotación y sabotear la lucha contra la opresión. La
psicología que no busca la comprensión sistémica de los discursos de
poder que ejercen opresión, son cómplices conscientes o
inconscientes de un status quo patógeno.

La psicología y específicamente la psicoterapia se encuentra


profundamente relacionada a esta temática: “no es razonable construir
la psicoterapia como un proceso médico apolítico o como una empresa
puramente científica. Es ilusorio creer que la investigación en
laboratorios psicológicos pronto suministrará información detallada a
los clínicos acerca de cómo practicar su profesión” (p. 65).
El sistema social chileno previo a la revolución de las comunicaciones
e internet, vivía en un conformismo cognitivo y ese conformismo no
solo hay que comprenderlo como una comodidad inocente del
pensamiento, es más bien un imprinting cultural: “una huella matricial
que inscribe a fondo el conformismo, y hay una normalización que
elimina lo que podría contestársele” (Morin, 2001). El imprinting marca
a los seres humanos desde su nacimiento, su sistema familiar, escolar,
religioso, profesional, etc. La selección sociológica y cultural de las
ideas no responde a su verdad, puede como nos recuerda Morin, por
el contrario, ser despiadada con la búsqueda de la verdad.

III. Ser humano: Lenguaje y emoción

Los seres humanos vivimos en comunidades en relación constante


con otros. También vivimos en el lenguaje, nos comunicamos, nos
coordinamos, nos influenciamos recíprocamente mediante el. Las
conversaciones que tenemos y las comunicaciones que
establecemos constituyen el tipo de cultura en el que habitamos.

Siguiendo a Maturana y Dávila (2016), el ser del ser humano se funda


en una matriz biológico cultural y en la misma línea siguiendo a Morin
(2001) concebimos la unidualidad de la naturaleza humana: natural-
cultural, cerebral–psíquica.

Maturana (2004) plantea que : “cada vez que los miembros de un


conjunto de seres vivos constituyen con su conducta una red de
interacciones que opera para ellos como un medio en el que ellos se
realizan como seres vivos y en el que ellos, por lo tanto, conservan su
organización y adaptación y existe una coderiva contingente a su
participación en dicha red de interacciones, tenemos una sistema
social“ (p.26).

El mecanismo fundamental de interacción entre los seres humanos y


sus sistemas sociales es el lenguaje (Maturana, 1999). Es este el que
permite la creación del medio social como ambiente ecológico, y es
este en el que los seres humanos se realizan como seres vivos y
donde conservan su organización y adaptación. Como dice Rorty
(1996) las culturas y personas son léxicos encarnados. En el ser
humano el medio ambiente es tanto la estructura física como el medio
ambiente simbólico semántico, una noosfera de la que somos parte.

Es cierto que “el lenguaje ordena nuestras percepciones y hace que


las cosas sucedan, mostrando cómo el lenguaje puede ser usado para
construir y crear la interacción social y diversos mundos sociales”
(Potter & Wetherell, 1987, p.1).

La cultura se reproduce a sí misma a través de la mente, o dicho de


otra forma, del lenguaje y la información. Como el ser humano se
reproduce biológicamente a traves del sexo, la cultura a traves del
lenguaje. Aquí no hay un salto ontológico, ambas reproducciones
comparten el postulado cibernético, la vida se reproduce en la
organización mediante la información.

La comunicación y el lenguaje no es como pretenden los empiristas y


los reduccionistas a un nivel superior de la biología. Es más bien un
nivel trans orgánico. Que fundado en la biología trasciende y se
encuentra en otro plano.

Lo humano se da, y su conciencia se forma en un plano intersubjetivo


de símbolos compartidos en una red de participación y comunicación
intersubjetiva.

La individualidad se construye así en un proceso de percepciones y


organización de la experiencia mediante el lenguaje en relación con
otros. Maturana (2004) plantea que “ nuestra individualidad como
seres humanos es social, y al ser humanamente social, es
lingüísticamente lingüística; es decir, está inmersa en nuestro ser en el
lenguaje” (p.31), y Varela (2016) lo plantea del siguiente modo:

“Nuestro sentido de un “yo” personal puede ser entendido como


una permanente narración interpretativa de algunos aspectos de
las actividades paralelas en nuestra vida cotidiana, por ende, de
los constantes cambios en las maneras de entender propias de
nuestro ser (nosotros mismos) central. Y de esto deriva la
relativa fragilidad de tales construcciones narrativas” (p. 98).

Y continua: ”Dado que este “yo” narrativo se constituye


necesariamente a través del lenguaje, entonces este sí mismo
personal está unido a la vida social, porque el lenguaje no puede
operar sino como fenómeno social”(p.98). Y mantiene que el “yo
mismo” no es solamente privado ni público, sino que es ambas a la
vez. Y sobre la relación compleja entre individuo y contexto:

“El organismo como tal, entonces, no puede ser abordado como


un proceso único, nos vemos forzados a descubrir “regiones”
que se entretejen de complejas maneras y, en el caso de los
humanos, se extiende más allá de los estrictos límites del
cuerpo, hasta el registro socio-lingüístico” (p.98).

La subjetividad es inmanente al discurso que la determina


estructuralmente. George Mead afirma: “ el campo o locus de una
determinada mente individual se amplía a medida en que también se
amplía la actividad social que la constituye. De ahí que ese campo ( la
mente) no se halla circunscrita al interior de la piel del organismo
individual al que pertenece”.

Otro de los aspectos constitutivos del ser humano, y relacionado


directamente con su dimensión lingüística es la emocionalidad. Los
seres humanos en tanto primates, somos seres emocionales y esta
base se encuentra presente en todo momento de la experiencia
humana seamos conscientes de ello o no, nunca somos
emocionalmente neutros. La emoción no es opuesto al pensamiento,
la racionalidad es un contexto determinado de emoción que permite
ciertas formas de pensamiento.

Como dicen Efran y Libretto (1997) “Las emociones constituyen el


sustrato corporal que hace posible todo lo que hacemos, incluyendo
los actos del lenguaje. Las emociones pueden pensarse como el
sistema de apoyo subyacente que potencia diversas clases de
conducta” (p.72).

El sentido viene de la emocionalidad y la emocionalidad del sentido,


son un proceso recursivo de retroalimentación. Toda acción es la
expresión corporal de una emoción. Como plantea Maturana (1988)
posturas emotivas diferentes realzan diferentes motivos para la acción.

Comprendiendo que los seres humanos operamos en el lenguaje en


coordinación con otros, y todo operar se fundamenta en emociones,
podemos comenzar a relacionar los problemas humanos como
problemas sociales y esto en última instancia como problemas
culturales. Los construccionistas sociales comprenden los problemas y
el malestar como proveniente de prácticas conversacionales
determinadas, y por tanto habría que hacer referencia a esto para
comprender el estallido social en chile del año 2019. ¿Qué prácticas
comunicacionales se han mantenido de manera sistemática y
generalizada en Chile que han provocado un alto nivel de malestar?

Como plantea Tomm (2009), podemos distinguir pautas de


comunicación patológicas y pautas de comunicación sanadoras, las
primeras son pautas de negación, rechazo e imposición en la
comunicación, las segundas son de aceptación, escucha y amor.

IV. Una explicación es una explicación

El explicar un fenómeno, corresponde a una dimensión disjunta al


fenómeno en sí que se desea explicar, la explicación depende del
observador que depende de la comunidad de observadores a la que
pertenece este. La explicación es una interpretación y no un espejo de
la “realidad”. Para que una explicación sea científica (Maturana, 2015),
la explicación debe postular un mecanismo generativo que si se dejara
ocurrir daría el fenómeno que quiere explicar.

Las explicaciones , pertenecen al ámbito de las relaciones humanas y


no tienen validez ni existencia propia. En consecuencia, habrá tantas
clases de explicaciones como criterios de validación que usemos en
nuestro aceptar respuestas explicativas ( Maturana, p. 176).

Sostenemos al igual que Kenney (1983): “que cualquier posición,


perspectiva marco conceptual de referencia o idea es la corporización
parcial de una totalidad que jamás podemos capturar por entero”
(p.17).

El mecanismo que planteamos para comprender el malestar social es


el doble vínculo cultural, entendiendo que si dejamos operar sus
procesos en un sistema determinado, daría como resultado el
fenómeno de malestar que buscamos explicar.
V. El doble vínculo

El antropólogo Gregory Bateson (1956), años atrás, trabajando en la


isla de Bali, indonesia, noto que muchas veces las madres invitaban a
sus hijos a una intimidad corporal para luego rechazarlos, en una
dinámica relacional que negaba lo que ofrecía. A esto él lo llamó:
"Doble Vínculo".

El doble vínculo es la pauta comunicacional de lógicas contradictorias,


en donde un nivel de la comunicación, el mensaje, es contradictorio al
metamensaje. Esta dinámica, como planteaba Bateson, produce
malestar y sufrimiento y en sus casos más agudos llevan a la
esquizofrenia. Maturana plantea que el doble vínculo cultural es una
fuerza generadora de malestar.

Proponemos que esta dinámica relacional es una hábito cultural


generador de dolor y sufrimiento que funciona de manera general en la
cultura. Este dolor y sufrimiento surge de vivir en una alternancia
del ser aceptado y el ser rechazado: se aprecia en el decir (actuar), "te
acepto, "no te acepto", "te respeto" y "no te respeto", que lleva a vivir
en la desconfianza con otros y con uno mismo, porque no se puede
saber nunca con certeza en qué tipo de relación se encuentra en la
relación con el otro ya que la comunicación es paradójica o
contradictoria.   
 
Lo que ocurre en nuestro país tiene una sorprendente semejanza entre
el estado que hay  y  la descripción de Bateson sobre el Doble vínculo;
la situación intolerablemente problemática en la que exigencias
mutuamente contradictorias llevan a una persona a la esquizofrenia. 

Siguiendo a Bateson, para que se de la relación "doble vincular" entre


una madre y su hijo son necesarias 4 premisas. 1) La relación del niño
con la madre es una relación de dependencia vital, por lo que es
esencial para el niño evaluar correctamente las comunicaciones de la
madre. 2) El niño recibe de la madre información contradictoria e
incompatible en diferentes niveles; en un nivel de su comunicación
dice "te quiero, yo te protegeré", y en otro nivel de comunicación dice
lo contrario "no te quiero ni respeto, te agredo"; es inevitable la
sensación de incoherencia entre ambas señales. 3) No se da al niño la
oportunidad de dirigir a la madre preguntas que puedan esclarecer la
comunicación o resolver esta contradicción. 4) El niño no puede
abandonar el terreno, es decir, la relación. 

Bateson planteó que ante esta situación el niño se ve forzado a


distorsionar su percepción tanto de la realidad exterior como de la
interior, para poder sobrellevar este mundo de contradicciones. Esto
tiene consecuencias graves psicopatológicas. 

Según la teoría del doble vínculo, este conjunto completo de


ingredientes deja de ser necesario cuando la víctima ha aprendido a
percibir su universo bajo patrones de doble vínculo. Casi cualquier
parte de una secuencia de doble vínculo puede resultar suficiente para
precipitar el pánico o la cólera.

Ahora bien, si en estas 4 premisas reemplazamos madre por


instituciones (Estado, Iglesia, Carabineros, Ejército, Política, “Libre
mercado”, etc.) y niño por ciudadanos, tenemos el corazón mismo del
doble vínculo cultural. La diferencia entre el doble vínculo de índole
psiquiátrico que propuso Bateson y la situación existencial de nuestra
cultura, son más de grado que de tipo. 

Veamos algunos ejemplos según las interpretaciones pragmáticas de


los mensajes en dos niveles, (estas declaraciones son la articulación
sintetizada del autor como resultado de un conjunto de entrevistas a
sujetos) a. Mensaje, b. Metamensaje:

- Carabineros: Mensaje en un nivel de la comunicación: a.


"protegemos al ciudadano", contradictorio con otro nivel, b.
"reprimimos al pobre-débil-agente transformador".

- Política: a. "Estamos para servir al pueblo", otro nivel de


comunicación: b. "estamos para servir nuestros intereses y los de las
empresas que nos sustentan".

- Iglesia: a. "Somos el vínculo con Dios, con la divinidad que es Amor",


otro nivel de la comunicación: b. "abusamos, violamos y protegemos a
los responsables." 

- Mercado: a. "Hay oportunidades de desarrollo para todos, el libre


mercado funciona", otro nivel de la comunicación: b. "Las
oportunidades están para ciertas personas (ciertos sectores socio
económicos) y no hay libre mercado, hay un mercado coaccionado y
manipulado por ciertos agentes de poder". 

- Justicia: a. "Aplicamos la justicia de manera pareja a todos, sin


diferenciarlos", otro nivel en la comunicación: b. "Aplicamos la justicia
con dependencia del poder que tenga el acusado".

En el doble vínculo hay un relación asimétrica, en la que uno tiene


mayor poder y este oprime al otro consciente o inconscientemente. 

Cuando una cultura y sus factores sociales silencian la


expresión verbal de un conflicto (hablar de manera honesta,
consciente, responsable), solo las expresiones corporales pueden ser
visibles. Un dilema inexpresable es una comunicación social de doble
vínculo, de ahí el estallido social como expresión de lo silenciado. 

Esta dinámica doble vincular llevó a un convivir inevitablemente en la


desconfianza al no poder diferenciar en qué tipo de relación se está
jugando. El doble vínculo enferma a una cultura, de la misma manera
que enferma al niño/a cuando es criado por un padre o una madre
doble vincular. 

Tarnas (1991) en su clásica obra “La pasión de la mente occidental”


nos muestra las respuestas habituales que podemos ver en el mundo
actual para escapar a las contradicciones inherentes al doble vínculo.

“Tanto la realidad interior como la exterior tienden a “distorsionarse”:


se reprimen y se niegan los sentimientos interiores, como en el caso
de la apatía y de la ofuscación psíquica, o se les exagera en
compensación, como en el narcisismo y el egocentrismo; o se produce
el sometimiento servil al mundo exterior como única realidad, o bien se
le objetiva y se le explota de manera agresiva. También esta la
estrategia de fuga, a través de diferentes modos de escapismo,
consumo económico compulsivo, absorción de medio de
comunicación, el esnobismo, el alcoholismo, la drogadicción, los
cultos, el fervor nacionalista. Cuando los mecanismos de evasión no
 pueden sostenerse, surge la ansiedad, la paranoia, la hostilidad
crónica, el sentimiento de victimización desamparada, una
fragmentación de la conciencia. Y en el punto extremo, las reacciones
abiertamente patológicas del esquizofrénico.” (p.325)

El mundo moderno conoce cada una de estas reacciones y sus


diversas combinaciones y manifestaciones, y su vida social y política
están notablemente determinada por ellas.

VI. Reflexiones

Nuevas redes de conversaciones traen consigo nuevas realidades


comunicacionales. Nuevas preguntas y nuevas reflexiones
comenzaron a fluir en el mundo social, buscando encontrar coherencia
y sentido a los eventos.

En este nuevo ciclo debemos tener atención y una conciencia aguda


en los modos en que establecemos comunicación, porque de esto
dependerá las realidades que construiremos en el diálogo que
terminan expresándose en lo concreto en una nueva constitución,
leyes, organizaciones sociales, pautas familiares, etc.

Debemos tener cuidado de la tentación de elegir el doble vínculo como


modo legítimo de relación. La psicología tiene una responsabilidad en
el análisis de estas pautas, la educación de sus propios profesionales
en una ética consciente y desarrollar prácticas clínicas y sociales que
quiten terreno al doble vínculo.

La psicología aplicada tiene diferentes vertientes, la teoría sin


aplicación concreta se encuentra desmembrada. El trabajo terapéutico
es la vertiente que se centra en la búsqueda del bienestar y la
resolución de conflictos que producen sufrimiento. Y toda acción
práctica corporiza ideas formales. Siguiendo a Kenney (1984) “Lo ideal
sería que los clínicos dejarán atrás la dicotomía tradicional entre teoría
y práctica clínica, y que se las vieran con ambos dominios de la
terapia” (p.21).

Nosotros vamos más allá y consideramos que lo ideal sería que los
clínicos dejarán atrás la dicotomía entre ciencia y política, entre
objetividad y subjetividad valórica, entre intervención individual e
intervención colectiva.
Efran y Libreto (2015) se hacen la siguiente pregunta: “¿Es la
psicoterapia ciencia médica o reforma social?”. Ellos nos plantean la
siguiente idea: “no es razonable construir la psicoterapia como un
proceso médico apolítico o como una empresa puramente científica.
Es ilusorio creer que la investigación en laboratorios psicológicos
pronto suministrará información detallada a los clínicos acerca de
cómo practicar su profesión” (p. 65).

La psicoterapia es más bien una empresa intrínsecamente cargada de


valores, un diálogo humano acerca de cómo podrían las personas vivir
juntas y organizar sus comunidades (Efran, Lukens y Lukens, 1994).
Los psicoterapeutas ayudan inevitablemente a mantener el status quo
o promover la reforma social.

Hillman y Ventura (1992), plantean que sería mejor pensar la


psicoterapia como una forma moderna de guía espiritual, educación
filosofía o despertar de conciencia comunitaria, más que seguir
pensándola como ciencia aplicada o práctica médica. Consideramos
que despertar la conciencia comunitaria es la conceptualización más
cercana a los que consideramos transformación cultural en conciencia
de las relaciones sin mantener la ceguera sistémica habitual en la que
operan los participantes de la cultura.

Siguiendo a Parker (2007) la psicología es importante no tanto por su


supuesto conocimiento verdadero, sino por su relación con el poder.
La psicología que dirige su atención a los “procesos internos” de las
personas se siente cómoda con una psicología cómplice del poder.

Culpar o señalar a un ser humano como enfermo desde su estructura


interna es una ceguera sistémica. Como plantea Maturana (2004): “El
pensar y razonar lineal causal es de efectividad local, pero no es
consciente, es ciego a la dinámica sistémica en que se inserta la
acción local” (p. 279).

Debemos ser capaces de ver, cómo la teoría sistémica nos plantea, los
isomorfismos de estos diferentes sistemas. ¿Qué relaciones existen
entre el sufrimiento individual y el sufrimiento colectivo? ¿Qué
relaciones existen entre las prácticas discursivas culturales y el dolor
individual?, ¿Que relación tiene la búsqueda de la adaptación de los
consultantes y la mantención acrítica del sistema?, ¿Qué relación hay
entre el malestar cultural y las prácticas comunicacionales?, etc.

La deslegitimación de las instituciones es el resultado de la


desconfianza sistemática y sistémica, que es producto de la cultura
que hemos aceptado conservar en el operar como sistema social. El
estallido es un reconocimiento de este operar como ilegítimo para la
convivencia. Pero la pregunta que nos asalta es la siguiente ¿Estamos
modificando las pautas comunicacionales de manera general, o se ha
alimentado y perpetuado una construcción de realidad dicotómica,
fragmentaria, en definitiva realista, que busca imponer y negar al otro
aunque se base en “buenas intenciones”?, ¿Estamos cultivando un
discurso motivador de la transformación personal, o solo un discurso
centrado en los niveles macro?

La transformación de la cultura surge por la transformación de sus


componentes individuales y de ahí el desafío. Siguiendo a Maturana
(2014) “en la medida en que es la conducta individual de sus
miembros lo que define un sistema social como una sociedad
particular, las características de una sociedad solo pueden cambiar si
cambia la conducta de sus miembros” (p.31).

¿Estamos dispuestos en conciencia responsable y libre a


relacionarnos desde lo que Maturana llamo Amor?, no como emoción,
si no como un actuar de manera que se legitime al otro como otro
legítimo, en el que se trata de manera honesta, sin trampas, sin
legitimar el engaño y la explotación a partir de ideologías que
sustentan estas conductas a los otros.

Recordemos lo expuesto anteriormente: “la solución de cualquier


problema social siempre pertenece al dominio de la ética; es decir, al
dominio de seriedad en la acción frente a cada circunstancia”
(Maturana, 2014.p 36).

¿Estamos dispuestos a que la psicología no se fundamente en la


ideología que psicologiza a las personas para esconder los problemas
de carácter social y cultural que los sostienen y producen para así
transformar la cultura que ha producido un malestar social de esta
envergadura?
¿Estamos dispuestos a ver y actuar desde una conciencia en donde
una conducta alimenta la conducta del otro, a ver la interconexión
entre los fenómenos y dejar de culpar a solo una parte del sistema?

¿Estamos dispuestos a querer comprender desde dónde ven y actúan


los otros, comprendiendo que están presos de discursos externos y
vitales que los impele a actuar como actúan?

¿Estamos dispuestos a ver al otro siempre desde su humanidad y no


categorizar y reducirlo con rótulos que achatan su complejidad y
riqueza como humano?

¿Estamos dispuestos a aceptar que la realidad es una construcción


social e individual, y que el cambio surge no desde la imposición de
verdades objetivas, sino que desde la pregunta sobre qué es lo que
queremos conservar y qué es lo que queremos modificar en la
relación, y que esto ocurrirá sólo si así lo deseamos?

¿Estamos dispuestos a salirnos del papel en que nos burlamos y


criticamos siempre “al otro”: no los “buenos tip@s como nosotros”,
sino los déspotas, los egoístas, los soberbios, los groseros, los
vulgares, los avaros, reconociendo que ahora “el otro” somos todos?

¿Estamos dispuestos como nos dice Gergen (2018) a llevar al payaso


sobre los hombros, y que estemos dispuestos a abandonar el
“personaje serio” y ver la simulación, que estemos preparados para
ridiculizarnos a nosotros mismos?

El cambio de sociedad devendrá como resultado de un cambio de la


cultura. Confucio con sus ojos de muerto nos habla desde el pasado
“La reforma de la sociedad empieza por la reforma del lenguaje”.
Bibliografía

Kenney, B. : La estética del cambio

Maturana, H. : Transformación en la convivencia

Matura, H. Dávila, X. : El árbol del conocimiento

Pakman, M. : Construcción de la experiencia humana.

Watzlawick, P. : No es posible no comunicar.

Echeverría, R. : Ontología del lenguaje.

Tarnas, R. : La pasión de la mente occidental.

Morin, Edgar. : La vía.

Efran, J. Libreto, S. : La psicoterapia en la encrucijada: ¿Qué puede


aportar el constructivismo?

Griffith, J. Griffith, M. : La somatización y la apertura del dialogo con


pacientes y familias medicamente marginalizadas.
Lax, W. : Narrativa, construccionismo social y budismo.

Olson, M. : “Conversación” y “texto”: dos lenguajes para una


perspectiva de la terapia que sea sensible al genero.

Varela, F. : Fenómeno de la vida.

Rorty, R.: Contingencia, ironía y Solidaridad, Editorial Paidós,


Barcelona, 1996.

Parker, I. : La psicología como ideología.

Salazar, G.: En el nombre del poder popular constituyente.

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