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Candidaturas Juveniles: la Respuesta a la Crisis de Representación,

Revista Derecho & Opinión Ciudadana, Instituto de Investigaciones


Parlamentarias, Congreso del Estado de Sinaloa, año 5, número 10,
ISSN en trámite, julio - diciembre 2021, p. 120-141.

CANDIDATURAS JUVENILES: LA RESPUESTA A LA CRISIS DE


REPRESENTACIÓN

Johan Antonio Rivera Gámez 1

SUMARIO: I. INTRODUCCIÓN. ll. LA DEMOCRACIA Y EL DERECHO A SER VOTADO


III. PARTIDOS POLÍTICOS. IV. CRISIS DE REPRESENTATIVIDAD Y CANDIDATURAS
JUVENILES. V. CONCLUSIONES. Vl. BIBLIOGRAFÍA.

RESUMEN: Diversos estudios indican que solamente el 1.9% de las y los jóvenes tienen
una representación en los parlamentos en todo el mundo. En lo que respecta a México,
solo uno de cada 100 políticos, es un joven menor de 30 años. Resulta evidente que
existe una crisis de representatividad política del sector juvenil. Es por ello, que en el
presente artículo evidenciamos que los jóvenes mexicanos han venido ejerciendo
parcialmente el derecho de votar y ser votados, toda vez que, en cada jornada electoral
han podido acudir libremente a las urnas a emitir su voto, pero en lo que respecta al
derecho de ser votado, no lo han podido materializar en su totalidad.

Consideramos que la intervención de la juventud en la vida política de país


constituiría un gran avance para nuestra Democracia, ello en razón de que desde su

1
Licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho Mazatlán de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Egresado con
Mención Honorífica. Ganador de “Alumno Ejemplar 2016”. Ganador del segundo lugar estatal de “Debate
Universitario 2018”. Realizó una estancia de investigación en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México. Ganador del Premio Municipal de la Juventud Mazatleca 2018. Ha
publicado artículos en la revista jurídica del Congreso del Estado de Sinaloa. Parlamentario Juvenil 2020 de la Cámara
de Diputados del Congreso de la Unión. Director Estatal de la ONG “Política Juvenil Sinaloa”. Correo electrónico:
[email protected]

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perspectiva y visión, darían trámite a temas fundamentales de la agenda pública y


finalmente representarían a un sector de la población que no tenía una fuerte presencia
en el espacio político.

Por lo tanto, proponemos una inaplazable implementación de acciones afirmativas


que permitan el registro y postulación de candidaturas de jóvenes para los diferentes
cargos de elección popular.

PALABRAS CLAVE: Democracia. Derecho a ser Votado. Derecho Pasivo. Partidos


Políticos. Participación Política. Representatividad política. Acciones afirmativas.
Candidaturas juveniles.

ABSTRACT: Studies indicate that only 1.9 per cent of young people are represented in
parliaments worldwide. As far as Mexico is concerned, only one in every 100 politicians
in Mexico is a young person under the age of 30. It is clear that there is a crisis of political
criticism in the youth sector. That is why in this article we show that young Mexicans have
been partially exercising the right to vote and be voted, since, on the one hand, on each
election day they have been able to go freely to the polls to cast their vote, but as far as
the right to be voted is concerned, they have not been able to implement it in its entirety.

We believe that the intervention of youth in the political life of the country would
constitute a great advance for our Democracy, because from its perspective and vision,
would process key issues on the public agenda and ultimately represent a sector of the
population that did not have a strong presence in the political space.

Therefore, we propose an urgent implementation of affirmative actions that allow


the registration and nomination of young candidates for the different positions of popular
election.

KEY WORDS: Democracy. Right to Be Voted. Passive Right. Political Parties. Political
Participation. Political Representativeness. Affirmative Actions. Youth candidacies.

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I. INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia y en distintas latitudes, los jóvenes que son un grupo etario
con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años, han sido los protagonistas de
grandes transformaciones sociales, ejemplo de ello son los miles de jóvenes en Colombia
que salieron a las calles a apoyar el Acuerdo de Paz entre el gobierno y la guerrilla de las
FARC, de igual manera contemplamos a los cientos de jóvenes en la Ciudad de México
que llenaron las calles tras el sismo del 19 de septiembre para realizar tareas de rescate,
limpieza, distribución de víveres y remoción de escombros. Así también, los cientos de
«dreamers» en Estados Unidos que se manifestaban frente al Capitolio para oponerse a
la pretensión de Trump de poner fin al programa DACA que protege de la deportación a
miles de jóvenes inmigrantes.

En esta misma línea argumentativa, encontramos a jóvenes que en Inglaterra


organizaban reuniones en Universidades y escuelas con el objetivo de animar a sus
compañeros a votar en las elecciones del “Brexit”. En suma, queda claro pues que no
son una generación apática, floja o desinteresada y que, en realidad son una generación
generosa, altruista, creativa y que sale a tomar acción.

Por otro lado, podemos afirmar que la juventud es una etapa que transcurre entre
la adolescencia y la vida adulta; biológicamente, en esta edad los jóvenes cuentan la
energía necesaria para trabajar por el bien de la sociedad. La juventud es un momento
clave para reflexionar y comenzar a construir el proyecto de vida que cada individuo elija
libremente. También es pertinente mencionar que en el mundo, la juventud es la que
encabeza la mayoría de los movimientos sociales en pro de la democracia, mismos
movimientos que han sido torales en la consolidación democrática.

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En el caso particular de México, el artículo 1º de la Constitución Federal establece


que todas las personas deben gozar de los derechos humanos reconocidos en la misma
y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano es parte. Aunado a ello,
las y los ciudadanos tienen derecho a votar y ser votados para todos los cargos de
elección popular, como lo consagra el artículo 35 de la misma Constitución Federal, de
tal manera que pueden ejercer este último derecho, como lo estipula el artículo 34, los
ciudadanos de la República que son las mujeres y los varones que tengan 18 años
cumplidos y un modo honesto de vivir. De cumplirse estrictamente el referido precepto,
los jóvenes deberían gozar de este derecho sin ningún inconveniente.

Sin embargo, la realidad evidencia que, en cuanto al derecho a ser votados, las
personas entre 18 y 29 años de edad, que formalmente deberían gozar de este derecho
de manera natural, no participan en el servicio público por la falta de espacios que los
partidos políticos les niegan. En otras palabras, no tienen participación real en los
espacios de toma de decisiones.

En suma, sostenemos que se vuelve impostergable el imperativo de crear vías o


medios que posibiliten a las y los jóvenes participar como candidatos en las elecciones
para convertirse en actores importantes de la toma de decisiones. Es por todas estas
razones, que en el presente ensayo reflexionaremos sobre la democracia y el derecho a
ser votado, así también sobre la participación política y las candidaturas juveniles.

II. LA DEMOCRACIA Y EL DERECHO A SER VOTADO

Hace más de dos mil años un filósofo griego llamado Aristóteles, dio la clave para
entender la naturaleza humana. Él señaló que “el hombre es un animal político”, 2 es decir,

2
Rodríguez Lapuente, Manuel, “Sociología del Derecho”, México, Porrúa, 1996, p. 25.

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un ser social. Esto implica, que “somos gregarios”, 3 que nos gusta estar en compañía de
los demás. Esta cualidad hasta donde se sabe, nos ha acompañado desde que nuestros
ancestros primates que vivieron en África, decidieron deambular en grupos familiares
hace aproximadamente “300.000 y 100.000 años”. 4

Esta decisión nada desatinada, emergió cuando nuestros antepasados se


percataron que, en la competencia natural, nuestra especie no se encontraba entre las
más grandes, fuertes o veloces, y entonces para poder sobrevivir y dejar descendencia,
tuvieron que trabajar en equipo para sumar fuerzas y ser menos débiles. Estas uniones
se arraigaron tan profundamente en la esencia del humano, que han estado presentes
desde las sociedades más primitivas hasta la comunidad global que somos.

Precisamente Rousseau hace varios siglos atrás, prestó atención a este asunto al
desarrollar su teoría política del Contrato Social. En ella menciona que en determinado
momento, “el hombre se dio cuenta que en la naturaleza había obstáculos que atentaban
contra su conservación porque lo superaban en fuerzas, y como los hombres no pueden
engendrar nuevas fuerzas, sino únicamente sumar fuerzas con otros hombres, no
encontró medio de subsistir que este”. 5

Como se observa pues, por razones de supervivencia, los seres humanos nos
asociamos. Eventualmente estas uniones y el desarrollo de la agricultura, “produjeron los
primeros grupos poblacionales”. 6 Comunidades en las que al estar conviviendo unos con
otros, nos fuimos influenciando al compartir nuestras creencias y conocimientos. Pero,
esas interacciones inevitablemente crearon múltiples conflictos originados por la
pluralidad de intereses que colisionaban con los de los demás, y como no existía un
sistema que diera cauce efectivo a las pretensiones de los individuos, tuvimos que
plantearnos dos interrogantes: ¿cómo regular el comportamiento de los humanos para

3
Sagan, Carl, “El mundo y sus demonios”, México, Editorial Planeta, 2001, p. 63.
4
Seara Valero, Manuel, “El origen del hombre”, México, Apolo, 1999, p. 76.
5
Jacobo Rousseau, Juan, “El contrato social”, México, Porrúa, 1969, p. 10.
6
Reyes Tosqui, Carlos Alberto, “Historia cuarto grado”, México, Subsecretaría de Educación Básica de la Secretaría
de Educación Pública, 2014.

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que vivan ordenada y pacíficamente en comunidad? Y ¿cómo involucrar a todos en la


solución de los conflictos para satisfacer sus pretensiones?

Para lograr tal proeza, las sociedades han concebido distintos tipos de gobiernos.
Particularmente las sociedades primitivas consideraron pertinente depositar el poder en
manos de un individuo fuerte y sabio que liderara al clan. Por el contrario, sociedades
más complejas se inclinaron por los gobiernos Teocráticos, en los cuales el poder se
depositaba, según la creencia, en aquellos individuos “que habían sido escogidos
directamente por Dios”. 7

En cambio, otras comunidades que discrepaban con la creencia de que ciertas


personas gobernaran por mandato divino, 8 postularon un gobierno monárquico, en donde
el que gobernara sería aquel “a quien el pueblo le hubiese transmitido el poder”. 9

Otras sociedades no más afortunadas, presenciaron gobiernos aristocráticos,


oligárquicos, dictatoriales, tiránicos y autoritarios. Pero como se puede advertir, estos
tipos de gobiernos presentan más inconvenientes que soluciones. Es finalmente la
civilización de los griegos la que postula “la supresión del poder de monarcas,
emperadores, tiranos, y dictadores para depositarlo en el pueblo”. 10

Esta manera de concebir al gobierno ha sido tan revolucionaria que miles de años
después, el clamor que despertó aún no se acalla. No obstante, el concepto que tenían
los griegos de pueblo era poco inclusivo, toda vez que solo podían participar en la
administración de la “polis”, los hombres que fueran ciudadanos con cierta posición
económica y que, a su vez fueran libres, quedando excluidos deductivamente las
mujeres, los esclavos y extranjeros.

7
Patiño Gutiérrez, Carlos, “La válidez del derecho en la escolástica”, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Instituto de Invesitgaciones Jurídicas, 2017, p. 73.
8
Gómez Robledo, Antonio. “Fundadores del derecho internacional (Vitoria, Gentili, Suárez, Grocio)”, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1989, pp. 61-63.
9
Sueur, Philippe, “Histoire du droit public XVe-XVllle siècle”, París, 2007, p. 175.
10
Stein Velasco, José Luis, “Democracia y medios de comunicación”, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 2005, p. 2.

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Afortunadamente con el transcurrir del tiempo la democracia ha ido adquiriendo


“nuevas connotaciones”. 11 Por ejemplo, ha evolucionado de una forma tradicional que la
consideraba como una transferencia de poder, que originalmente “radicaba en el pueblo
y que se les cede a los gobernantes” 12 a una concepción más amplia que la entiende
como una filosofía, una manera de vivir, una forma de gobierno “en la que se ve la
esperanza de una vida mejor”. 13 Pero, ¿por qué la Democracia es una fórmula superior
de gobierno? Quizá la particularidad más relevante que distingue a la democracia de las
demás formas de gobierno, es que permite que ciudadanos comunes tomen las riendas
de sus sociedades.

En otras palabras, el ciudadano no solamente se constituye como el objeto de


gobierno o lo que hay que gobernar, sino que también se erige como el sujeto que
gobierna, y precisamente esa gobernabilidad se da gracias al derecho-político electoral
de ser votado que permite a los ciudadanos arribar a cargos de elección popular.

En las sociedades democráticas pues, podemos afirmar que el derecho a ser


votado permite “formar a los órganos de gobierno”, 14 en otras palabras, posibilita a la
ciudadanía hacerse presente en la toma de las decisiones políticas, jurídicas,
económicas, sociales y culturales. En este mismo orden de ideas, se sostiene que el
derecho pasivo o el derecho a ser votado se encuentra “estrechamente ligado a una
determinada concepción de la representación”. 15 Y ello obedece a la razón de que las
tareas gubernamentales de la actualidad, tales como la elaboración, discusión e
implementación de políticas públicas suponen “un alto grado de complejidad y
especialización”, 16 tareas que de paso, deben ser realizadas por individuos que asuman
la responsabilidad y que se dediquen de tiempo completo a los asuntos de gobierno.

11
Arblaster, Anthony, “Democracy”, Buckingham, Open University Press, 1994, p. 3.
12
Loewenstein, Karl, “Political Power and Governmental Process”, Chicago, 1957.
13
Burdeau, Georges, “La democratie”, París, 1956.
14
Merino, Mauricio, “La participación ciudadana en la democracia”, México, Instituto Federal Electoral, 2001, p.
29.
15
Cabo de la Vega, Antonio de, “El derecho electoral en el marco teórico y jurídico de la representación”, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1994, p. 76.
16
Woldenberg, José y Salazar, Luis, “Principios y valores de la democracia”, México, Instituto Nacional Electoral,
2020, p. 35.

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Es por ello, que la democracia moderna solo puede ser representativa, pero ¿qué
significa esto en términos legos? Implica que los ciudadanos eligen (voto activo), a sus
representantes políticos (voto pasivo), para que sean ellos los responsables de directos
de tomar la mayoría de las decisiones. En suma, el pueblo se gobierno por medio de sus
elegidos.

De manera particular, el artículo 35 de la Constitución Política de los Estados


Unidos Mexicanos, establece que “solamente los ciudadanos pueden ejercer los
llamados derechos de participación política… que consisten fundamentalmente en el
derecho de sufragio activo (votar), pasivo (ser votado) y de asociación en materia política
(crear partidos y organizaciones de naturaleza política, tomar parte en dichas
organizaciones y salir de ellas cuando así lo desee el titular del derecho”. 17

Por otra parte, los derechos políticos de los ciudadanos también deben ser
entendidos como la facultad que se tiene de “intervenir en actividades que se encuentren
relacionadas con el Estado en el ejercicio de la función pública”. 18 En suma, “el sufragio
o voto pasivo se traduce en la posibilidad viable que tiene el ciudadano de ser electo,
designado o seleccionado para ocupar un cargo de elección popular, siempre y cuando
reúna previamente las calidades que establezca la ley”. 19

Retomando el contenido del artículo 35 de la Constitución Política de los Estados


Unidos Mexicanos, a la que ya hemos hecho referencia, prevé que el derecho a ser
votado sólo puede ser ejercido por los ciudadanos de la República, es decir, las mujeres
y los varones que tengan 18 años cumplidos y un modo honesto de vivir. En esa tesitura,
los jóvenes mexicanos de 18 a 29 años que, según estimaciones recientes, representan

17
Carbonell, Miguel, “Derechos fundamentales y democracia”, México, Instituto Federal Electoral, 2013, p. 69.
18
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, “Apuntes de Derecho Electoral: una Contribución
Institucional para el Conocimiento de la Ley como Valor Fundamental de la Democracia”, México, El Tribunal, 2000,
p. 414.
19
Terrazas Salgado, Rodolfo y De la Mata Pizaña, Felipe, “Juicio para la protección de los Derechos Políticos-
Electorales del Ciudadano”, en Estudio Teórico Práctico del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral,
Edmundo Elias Musi (coord.), México, Centro de Capacitación Judicial Electoral del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación, 1999, p. 256.

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el 24.6% del total de la población, es decir, suman los 30.7 millones, deben gozar de este
derecho de manera natural.

Ahora bien, resulta pertinente analizar si los partidos políticos, “que son puentes
de acceso ciudadano a los poderes públicos del Estado”, 20 posibilitan el disfrute de este
derecho al grupo poblacional de la juventud a través de acciones afirmativas o
candidaturas exclusivas. Tal situación la analizaremos en el siguiente apartado.

III. PARTIDOS POLÍTICOS

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 41 define


a los partidos políticos, como entidades de interés público que tienen como fin promover
la participación del pueblo en la vida democrática, así como contribuir a la integración de
los órganos de representación política y hacer posible el acceso de los ciudadanos al
poder público.

Estas entidades desempeñan un papel fundamental en la Democracia, como ya


se ha mencionado, en virtud de que permiten acceder al poder público y, en
consecuencia, formar gobiernos. Se considera que las principales funciones de estas
entidades son la confrontación de opciones, la lucha democrática por el poder, la
obtención legítima de cargos de representación y de gobierno y, finalmente, el ejercicio
democrático y legítimo de las facultades legislativas. 21

Aunado a ello, Jorge Fernández considera también que las funciones de los
partidos consisten en “contribuir a integrar y encauzar la voluntad popular, coadyuvar a

20
Astudillo Reyes, César Iván, “El derecho electoral en el federalismo mexicano”, México, Secretaría de Cultura,
INEHRM, Secretaría de Gobernación, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2018, p. 131.
21
Valdés, Leonardo, “Sistemas electorales y de partidos”, México, Instituto Nacional Electoral, 2016, p. 39.

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fortalecer la representación, crear ideas, proyectos y programas de gobierno y proponer


candidatos a ocupar cargos públicos”. 22

De igual manera, podemos afirmar que un partido político por su naturaleza es el


gran intermediario entre las fuerzas e ideologías de la sociedad y las instituciones del
gobierno. 23 Asimismo, las fuerzas políticas realizan actividades de gran impacto en el
espacio público, por lo tanto, no sólo interesan a quienes forman parte de los mismos, es
decir, la dirigencia y militancia, sino al conjunto de la sociedad. 24

El sistema jurídico mexicano diferencia entre partidos políticos con registro


nacional y partidos políticos con registro local o estatal. Por otra parte, también existe una
distinción en cuanto al financiamiento público que reciben toda vez que, los partidos
políticos nacionales gozan de financiamiento para actividades permanentes, específicas
y para la obtención del voto, que proviene del ámbito federal. Mientras que los partidos
políticos con registro local solo reciben financiamiento público que proviene única y
exclusivamente del ámbito local.

Consideremos ahora, algunas definiciones que se han ofrecido sobre partidos


políticos. Por ejemplo, para Max Weber estas entidades, son “la forma de socialización
que, descansando en un reclutamiento libre, tiene como fin, proporcionar poder a su
dirigente dentro de una asociación y otorgar por ese medio a sus miembros activos
determinadas probabilidades ideales o materiales”. 25 Siguiendo esa línea, encontramos
también que un partido “es aquella organización formal que tiene como meta primordial
y consciente colocar y mantener en un cargo público a personas que controlarán,
individualmente o en coalición, a la maquinaria gubernamental”. 26

22
Fernández Ruíz, Jorge, “Tratado de Derecho Electoral”, México, Porrúa, 2010, p. 264.
23
Neuman, Sigmund, “En torno a un estudio comparativo de los partidos políticos”, Madrid, Tecnos, 1968.
24
Jusidman, Clara y Ramírez, Sergio (coords.), “Transparencia y rendición de cuentas de los partidos políticos en
México”, México, Incide, 2014.
25
Sánchez, Andrea De, “Los partidos políticos. Su marco teórico-jurídico y las finanzas de la política”, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2002, pp. 60-61.
26
Ídem.

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Por último, Jaime Cárdenas postula que son “una agrupación con ánimo de
permanencia temporal, que media entre los grupos de la sociedad y el Estado y participa
en la lucha por el poder político y en la formación de la voluntad política del pueblo,
principalmente a través de los procesos electorales…”. 27 Por lo que, atendiendo a las
diferentes concepciones antes referidas, podemos resumir que los partidos políticos
agrupan a ciudadanos que comparten ideologías, pensamientos y opiniones, y que
además, colocan a sus militantes en cargos de elección popular a través de elecciones
ya sean federales o locales.

Hecha esta salvedad, resulta pertinente preguntar, ¿los jóvenes mexicanos tienen
posibilidades de acceder al poder público a través de candidaturas partidistas?, ¿los
jóvenes mexicanos tienen posibilidades de participar en política?

Un primer comentario que se puede elaborar respecto a este asunto, es que


“Participación política” es una de las expresiones que con más frecuencia solemos
escuchar. Los candidatos la pronuncian en los debates. Los partidos políticos la utilizan
en sus spots. Los militantes la incluyen en sus conversaciones. Las autoridades
electorales la promueven. Los intelectuales la critican. Las estadísticas la delatan y el
grueso de los ciudadanos la conciben como el acto de tener el pulgar entintado.

Pero, ¿qué debemos entender por participación política? Para Soca quienes
participan políticamente “son aquellos ciudadanos que toman las decisiones políticas,
que se encargan de los asuntos públicos, que ejercen el poder público o que gobiernan”. 28

En este mismo orden de ideas, existen diversos tratadistas y estudiosos del


derecho que sostienen que el voto es el medio de participación política por excelencia,29
sin embargo, bajo la perspectiva del presente trabajo, consideramos que el voto en las
democracias indirectas como la nuestra, sirve únicamente para formar a los gobiernos,

27
Cárdenas, Jaime, “Partidos Políticos y Democracia”, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Instituto
Nacional Electoral, 2015, p. 11.
28
Soca, Ricardo, “La fascinante historia de las palabras”, Uruguay, Asociación Cultural Antonio de Nebrija, 2007.
29
Fix Hierro, Héctor. “Los derechos políticos de los mexicanos”, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2006.

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pero quienes en realidad serán los responsables directos de tomar las decisiones
políticas, serán los representantes de la ciudadanía, los políticos, en otras palabras, los
ciudadanos que resultaron ganadores en una jornada electoral.

En sintonía con lo anterior, también se ha estimado que la concientización,


movilización y la participación organizada de sindicatos, cooperativas, uniones de
vecinos, movimientos populares y movimientos estudiantiles, son acciones políticas. 30 No
obstante, estas acciones carecen de contenido político, dado que en ellas no hay un
ejercicio del poder público y no hay toma de decisiones que modifiquen la realidad de la
comunidad. Para que estas eventualmente puedan aspirar a constituirse como
verdaderas acciones políticas, deben cumplir con la conditio sine qua non de influir en las
decisiones de quienes ejercen el poder político y asegurarse de que esas decisiones
obedezcan a las demandas de los individuos.

Ahora bien, respecto a la participación política de los jóvenes mexicanos, grupo


etario que comprenden de los 18 a 29 años, podría afirmarse que en realidad han
desempeñado acciones que pertenecen a otro tipo de participación; la ciudadana. Ello es
así, porque en este tipo de participación no hay toma de decisiones políticas o
gubernamentales, sino únicamente hay una manifestación o externalización de
opiniones, preferencias, necesidades, intereses y demandas. 31

Sostenemos la anterior premisa, en virtud de que las autoridades electorales los


han invitado a votar, los partidos políticos los han convocado a integrarse a sus grupos
juveniles, los candidatos han aprovechado su vigor para que levanten banderas, peguen
calcomanías, entreguen panfletos y coordinen eventos públicos. Por su parte,
académicos, investigadores y actores de la sociedad civil, los han animado a opinar y
cuestionar el desempeño de los funcionarios gubernamentales.

30
Pfeiffer Islas, Mario Ernesto, “De la libertad religiosa a la nulidad de una elección municipal. El caso Zimapán”,
México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2011.
31
Masgo Manco, Walter, “Participación Política y Cudadanía”, Perú, Congreso de la República, 2010, p. 18.

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Como se observa pues, los actos que han venido desempeñando los jóvenes
pertenecen a la participación ciudadana. Entonces, debemos empezar a considerar a la
participación política por lo que en realidad es; una vía por la que se ejerce el poder
político y por el que se toman las decisiones que dan forma a las sociedades humanas.
De la misma manera, debemos empezar a distinguir cuáles acciones son las que nos
llevan a tener una verdadera participación política y cuáles no. Y primordialmente,
debemos empezar a concebir la participación política de los jóvenes, como la inserción
de los mismos en la toma de decisiones políticas, preferentemente a través de los puestos
de elección popular.

Avanzando en nuestro razonamiento, encontramos que diversos estudios indican


que solamente el 1.9% de las y los jóvenes tienen una representación en los parlamentos
en todo el mundo. En lo que respecta a México, solo uno de cada 100 políticos en México,
es un joven menor de 30 años. Resulta evidente que existe una crisis de representatividad
política del sector juvenil. Situación que, abordaremos en el siguiente y último apartado.

IV. CRISIS DE REPRESENTATIVIDAD Y CANDIDATURAS JUVENILES

Durante las últimas décadas, en México se ha recobrado una especial importancia


el tema de la participación política de los jóvenes. Por tal motivo las autoridades
electorales los han invitado a votar, los partidos políticos los han convocado a integrarse
a sus grupos juveniles, los candidatos han aprovechado su vigor para que levanten
banderas, peguen calcomanías, entreguen panfletos y coordinen eventos públicos. Por
su parte, académicos, investigadores y actores de la sociedad civil, los han animado a
que asuman un papel activo en la vida política del país.

Es conveniente recordar que México actualmente cuenta con 30.7 millones de


jóvenes, y según estimaciones, muy pronto tendrá la mayor población joven en su

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historia. Aunado a ello, la autoridad electoral indica que este grupo representa una
poderosa fuerza electoral debido a que integran el 50.5% del Registro Federal de
Electores Entonces, es fácil entender por qué los partidos políticos han empezado a
invertir en proyectos dirigidos a este grupo poblacional que comienza a ser relevante para
ganar elecciones.

En este mismo sentido, encontramos a jóvenes que se afilian y participan


activamente en las actividades de las agrupaciones juveniles de las distintas fuerzas
políticas, lo que evidencia que esta es una generación de jóvenes con un alto interés de
involucrarse y participar, y más importante aún, con un deseo de construir una carrera
política. No obstante, hasta ahora han venido participando de manera más activa a través
de medios que están a su alcance como tribus urbanas, organizaciones civiles,
organizaciones de ayuda social, organizaciones escolares-culturales y movimientos de
defensa y promoción de sus derechos.

Esta juventud es una de las que más conocimiento y preparación profesional ha


alcanzado, no solo por el hecho de que estudian en niveles más especializados, sino
también, porque tienen al alcance de un click y en cuestión de segundos, a un enorme
cúmulo de información gracias a los dispositivos electrónicos y el internet, binomio que
por cierto, dominan con una habilidad asombrosa.

Esta generación ha erradicado prejuicios que tenían grupos anteriores, debido a


que han crecido en un mundo globalizado, han crecido en contacto con otras culturas, lo
que les ha permitido desarrollar cualidades de cooperación, solidaridad, y lo más
importante, han aprendido a ser tolerantes con gente que habla, reza, o se ve diferente a
ellos. Esta generación está llena de jóvenes generosos, altruistas, creativos y que salen
a tomar acción.

Aunque, si bien es cierto que los partidos políticos se han constituido como un
medio por el cual sus afiliados pueden colocarse, mediante elecciones, en cargos

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públicos, 32 y además, como ellos mismos reconocen en sus estatutos y normativas la


importancia de la presencia de jóvenes entre sus filas, también por otra parte es muy
cierto que las posibilidades de que un joven sea postulado por un partido para competir
por un puesto de elección popular son muy pocas, toda vez que hay jerarquías que
respetar, y generalmente, quienes son postulados son personas con muchos años de
militancia. La realidad evidencia que respecto al derecho pasivo o derecho a ser votado
en materia de juventudes tenemos un “pendiente y … déficit”. 33

Y se afirma que existe un pendiente, toda vez que los jóvenes han ejercido
parcialmente este derecho ya que, por una parte, en cada jornada electoral han podido
acudir libremente a las urnas a emitir su voto, pero en lo que concerniente al derecho de
ser votado, no lo han podido materializar en su totalidad en virtud de que el poder y la
toma de decisiones políticas permanece en su mayoría en manos de personas adultas.
Ha prevalecido un adulto centrismo, en donde se ha concentrado el poder y la toma de
decisiones políticas en los adultos. En suma, los organismos políticos no permiten que
sean protagonistas y generalmente, solo les observa como un sector cuyo voto se debe
tener asegurado.

Y claro que necesitamos a jóvenes en espacios públicos porque enfrentamos una


serie de desafíos que afectan de manera específica a nuestro grupo etario y que deben
ser abordados y resueltos. Desafíos tales como el desempleo, la pobreza, la precariedad
salarial, el rezago educativo, la falta de acceso a servicios de salud y vivienda, la
imposibilidad de acceder a una pensión de retiro y a la incapacidad de generar derechos
laborales a causa de los contratos por outsourcing.

Y como si fuera poco, el 65% de los desempleados son jóvenes, el 60% de las
personas encarceladas son jóvenes, 7 millones de jóvenes no estudian y no trabajan,
otros 7 millones de jóvenes participan en actividades ilícitas, y uno de cada 3 jóvenes

32
Sartori, Giovanni, “Partidos y sistemas de partidos”, Madrid, Alianza Universidad, 2005.
33
Flores Ávalos, Elvia Lucía (coord.), “Encuesta nacional de valores en juventud 2012”, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Instituto Mexicano de la Juventud, 2012, p.
285.

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vive en pobreza, en otras palabras, resulta necesario que la juventud arribe el escenario
político.

Aunado a ello, y según datos de un estudio realizado por CONAPRED en 2018,


24.9 millones de jóvenes carecen de acceso a la seguridad social, 9.1 millones tienen
dificultades para alimentarse, 8.2 millones carecen de servicios básicos para contar con
una vivienda y solo un tercio de la población joven (32.3% cuenta con ISSSTE, IMSS,
servicios de salud de PEMEX u otros servicios similares).

Es por ello, que resulta impostergable que los jóvenes tengan participación política
porque de esta manera pueden influir en el rumbo en el que se dirige nuestra sociedad y
también pueden mejorar la vida de los que vienen atrás.

Según informes presentados por el Instituto Nacional Electoral, durante el proceso


electoral de 2018 se registraron mil 602 candidatos por el principio de mayoría relativa y
mil 317 por el principio de representación proporcional, de los cuales sólo 545 eran
jóvenes menores de 30 años y únicamente 28 lograron obtener un lugar en el Congreso;
de ellos, 18 fueron elegidos por representación proporcional y 10 por mayoría relativa.
Por ello es importante no perder de vista que las juventudes no se encuentran
representadas en cargos de elección popular.

En cuanto a su participación durante la jornada electoral del año 2018, las y los
jóvenes representaron el 47 por ciento de los votos que obtuvo el actual presidente
Andrés Manuel López Obrador. De acuerdo con el Estudio muestral, sobre la
participación ciudadana en las elecciones federales de 2018 del INE, el 66.65% de las
personas entre 18 y 29 años sí sufragaron.

Ahora bien, analizando el contenido del artículo 1º de la Constitución Política de


los Estados Unidos Mexicanos, encontramos que todas las personas deben gozar de los
derechos humanos reconocidos en la misma y, en los tratados internacionales de los que
el Estado Mexicano es parte. Hay que mencionar además, que la Convención
Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes es el único tratado internacional centrado

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Candidaturas Juveniles: La Respuesta a la Crisis de Representación

específicamente en los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de


las personas jóvenes que, de manera conjunta con el Pacto de San José, reconocen los
derechos político-electorales de las y los jóvenes de participar de manera activa en los
procesos electorales de cada uno de sus países, y dicho sea de paso, ambos
instrumentos internacionales han sido firmados por el Estado Mexicano, por lo que son
de observancia obligatoria derivado del Control Convencional a que se refieren el mismo
artículo 1º y el 133 de nuestra Carga Magna.

Por lo tanto, la inclusión de la juventud en la toma de decisiones constituye un


punto pendiente a materializar y debe considerarse de la mayor importancia. Resulta
impostergable la implementación de las acciones afirmativas que sean aplicables para el
registro y postulación de candidaturas de jóvenes al Congreso local, así como a los
ayuntamientos, con el objetivo de procurar la igualdad material y, por tanto, la
representación y participación política de la población joven.

Para lograr tal objetivo, se requiere de una reforma que garantice a las y los
jóvenes participar como candidatos en las elecciones para convertirse en actores
importantes de la toma de decisiones.

En consecuencia, proponemos una modificación legal que garantice a las y los


jóvenes participar como candidatos en las elecciones para convertirse en actores
importantes de la toma de decisiones. Dicha reforma considera que el 30% de las
candidaturas deben ser para jóvenes entre 18 y 29 años de edad. Estimamos pertinente
ese porcentaje, porque según estadísticas del Instituto Nacional Electoral, la población
joven integra el 30% del Padrón Electoral. Además, dicha reforma establece un esquema
paritario de esas candidaturas del 15% para mujeres y 15% para hombres, tanto en
regidurías como para diputaciones locales, federales y senadurías. Valoramos
indispensable establecer porcentajes de representación mínimos de jóvenes para que
tengan una verdadera representación en los cargos de elección popular.

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Candidaturas Juveniles: La Respuesta a la Crisis de Representación

V. CONCLUSIONES

Como se ha advertido durante el desarrollo del presente trabajo, los jóvenes


mexicanos, individuos que se encuentran en un rango de edad entre los 18 y 29 años de
edad, han ejercido parcialmente el derecho ciudadano a votar y ser votado consagrado
en el artículo 35 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, toda vez
que, por una parte, en cada jornada electoral han podido acudir libremente a las urnas a
emitir su voto, pero en lo que respecta al derecho de ser votado, no lo han podido
materializar en su totalidad en virtud de que el poder y la toma de decisiones políticas
permanece en su mayoría en manos de personas adultas. Evidencia de ello es que en
México solo uno de cada 100 políticos es un joven menor de 30 años.

Consideramos que la intervención de la juventud en la vida política de país


constituiría un gran avance para nuestra Democracia, ello en razón de que desde su
perspectiva y visión, darían trámite a temas fundamentales de la agenda pública y
finalmente representarían a un sector de la población que no tenía una fuerte presencia
en el espacio político. De la misma manera, podrían generar algunas de las soluciones
para los problemas que lastiman al país, y que políticos de otras generaciones no han
sido capaces de solucionar por defender sus intereses partidistas y no así con el interés
público. 34

Estimamos, que el relevo generacional en toda época es inevitable y exige una


inclusión efectiva de la juventud en la vida pública del país, así como en los sectores
económicos, políticos, sociales, culturales, artísticos, deportivos y científicos, entre otros,
donde se reconozca, incentive e impulse su talento. Es momento de que ejerzan
plenamente sus derechos establecidos en la Constitución y en los Tratados
Internacionales de los que México es parte.

34
Dresser, Denise, “El país de uno”, México, Aguilar, 2014, p. 88.

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Seguir dejando fuera a una gran parte de la sociedad mexicana, como son las y
los jóvenes, nos ha quitado una gran oportunidad de avance y progreso con una visión
fresca para resolver los problemas económicos, políticos, sociales, culturales, artísticos,
deportivos y científicos que enfrentamos. De ahí la necesidad de incluirlos en dichos
cargos.

Por lo cual se debe impulsar un sistema que permita a los jóvenes a que salgan
en defensa y promoción de sus derechos, así como en la construcción de políticas
públicas y marcos normativos que atiendan y contemplen necesidades o temas de su
interés.

Es por ello, que debe de establecer la obligación para los partidos políticos de
incluir un 30% de personas jóvenes de 18 a 29 en las fórmulas de candidatos a las
senadurías, diputaciones federales y locales, de mayoría relativa y de representación
proporcional, así como de candidatos a regidurías y concejalías. En suma, se debe de
garantizar la participación de los jóvenes en la vida democrática del Estado, para lo cual,
la acción afirmativa de una candidatura juvenil plasmada en ley y obligatoria para los
partidos políticos, nos permitiría ver a cada vez más jóvenes siendo designados como
candidatos.

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