Capitulo 1 Mundo Cosmico

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CAPÍTULO 1: los templos como

representación del mundo cósmico

La cosmogonía egipcia fue muy importante en el arte. Egipto busca el origen de la


humanidad y de su civilización en una serie de dioses. Casi todos ellos se representan
con cuerpo humano y cabeza de animal. Cada dios tiene su propio atributo y se le
representa de manera diferente a los otros. El faraón es entendido como una
reencarnación de los dioses egipcios

SALAS HIPOSTILAS: En el interior del templo hay varios patios rodeados de galerías y también
salas cuyos techos se sostienen con una innumerable cantidad de columnas. Son las llamadas
salas hipóstilas, cuyo bosque de columnas no dejaban prácticamente espacio libre. Estaban
rodeadas totalmente de muros sin ventanas. Para iluminarlas, los arquitectos egipcios
sobreelevaban las columnas del tramo central y la luz penetraba lateralmente, si bien siempre
de manera escasa

SANTUARIO: El lugar más sagrado del templo era el santuario. Es muy pequeño pues solo muy
pocos pueden llegar a él. El pueblo tenía acceso a los patios, y esto sólo en las grandes
festividades. Los grandes dignatarios y sacerdotes se paseaban por las salas hipóstilas, pero al
santuario llegaban sólo el faraón y los sacerdotes por él indicados. El núcleo del templo se
originaba en el santuario. El resto de las construcciones del templo se iban agregando con el
tiempo. Cada faraón podía agregar un patio, un pilono, una sala hipóstila, etc., este tipo de
arquitectura no tiene límites. Delante del santuario, una antecámara albergaba la barca
sagrada en la cuál se transportaba la estatua del dios durante las procesiones. En los templos
hay una graduación de la escala: la altura y la luz van disminuyendo a medida que nos
acercamos a la parte más sagrada, hacia el misterio y el silencio.

Las columnas que sostienen los templos egipcios adoptan formas que recuerdan la vegetación
de la zona. No es una simple referencia botánica, sino que tienen significados más profundos.
Todo el templo estaba organizado para recordar a los egipcios la estructura del universo. Las
columnas son el sostén del cielo representado por el techo, a menudo pintado con estrellas y
otros símbolos de la bóveda celeste. También simbolizan el crecimiento orgánico que asciende
vertiginosamente hacia el cielo, representando el camino recorrido en la naturaleza gracias a
Ra, el dios del sol. Los capiteles recuerdan alguna de las plantas de Egipto: palmera, papiro
(abierto o cerrado) y loto. El papiro representaba al Bajo Egipto y simboliza el pantano donde
se refugió Isis para traer al mundo a su hijo Horus. El loto se vincula al Alto Egipto y simboliza la
flor que brotaba del caos primitivo para levantar al joven sol creador. En el Imperio Nuevo
surgen columnas con motivos relacionados con el culto local, por ejemplo los capiteles
hathóricos con la cabeza de la diosa Hathor en los templos a ella dedicados.

Su sistema constructivo es el heredado de la arquitectura megalítica, es decir, el


adintelado o arquitrabado. Hereda la arquitectura prehistórica de los dólmenes (se
penetra en el interior de los edificios hasta llegar a la tumba o la imagen de dios, pero
no es un espacio de disfrute de la ciudadanía, sino que es un espacio exterior. El
interior, sin apenas luz, solo está destinado al sacerdote o miembro religioso)
Un templo es el lugar donde el dios iba a morar su estatua, donde era alimentado,
vestido y defendido. Era el castillo, el palacio del dios. Si las especulaciones se
hubiesen detenido allí, el templo no hubiera sido sino la idealización de una casa, de
una palacio, construido de piedra para perdurar eternamente como el mismo dios,
ligeramente adaptado en su plano para facilitar el servicio divino. Entonces apenas
podría hablarse de simbolismo. El templo debía representar igualmente al mundo. Un
escenario donde se representaba la relación entre el dios y el rey que representaba al
pueblo.
La ideología necesita de la arquitectura para lograr su máxima expresión. Gracias al
poder que tiene para reducir la escala, la arquitectura impone respeto en el individuo y
se convierte en el horizonte dominante para las multitudes. Junto con el estilo y los
detalles, crea una atmosfera
Durante el imperio nuevo, se introdujeron la escala monumental y la preferencia por
los edificios de piedra. La gente en general comenzó a vivir a la sombra de
gigantescas construcciones de piedra que proclamaban el acuerdo entre caballeros
establecido entre el monarca y los dioses según el cual todo el poder les pertenecía.
La cuidad de Tebas en el imperio nuevo representa este hecho.
La mayoría de los templos del imperio nuevo fueron construidos en realidad alrededor
del santuario de la barca sagrada. La exaltación del santuario de la barca como lugar
preeminente dentro de la religión del templo estaba en consonancia con la nueva
escala monumental de los templos locales. Aquellos no solo dominaban físicamente la
ciudad: las procesiones de las barcas sagradas por avenidas acondicionadas para la
ocasión introdujeron un grado mucho mayor de espectáculo religioso en la vida de la
ciudad. La magnitud y la profesionalización de la religión en los templos del imperio
nuevo esclavizo aun más a la población y sustituyo parte del anterior control desde la
burocracia por una manipulación psicológica mayor y más abierta

En la puerta de la primera sala hipóstila, la atmósfera cambia de nuevo. A partir de este punto
la luz no llega sino dispuesta en una sabia escenografía, apagándose poco a poco y dirigiendo
irresistiblemente la mirada al eje del templo, más iluminado que el resto, hacia el santo de los
santos, el santuario central en cuya naos el dios velaba. Vemos disminuir la iluminación de sala
en sala a medida que el techo desciende y el suelo se eleva. Las apretadas columnas y las
puertas cada vez más estrechas impiden que el espectador se aparte de este eje. La luminosa
abertura central es la materialización del camino del sol hacia la estatua. La impresión de
misterio creciente, en ascenso hacia lo sagrado, provocada intencionadamente por los
antiguos maestros de obras, actualmente en ninguna parte se encuentra con tanta fuerza
como en Edfu, pero debió ser el rasgo dominante de la organización interior de casi todos los
templos. Esta grandiosa escenografía no fue elaborada por el espectador humano: es probable
que incluso durante las grandes fiestas las puertas axiles nunca se hubieran abierto todas a la
vez. Es una disposición del medio divino y no un ordenamiento estético de los espacios
interiores.

La primera sala todavía no fue sino una introducción al mundo misterioso donde viví'a el dios.
No formaba parte del circuito del culto cotidiano y sólo se animaba en las fiestas. También su
orientación luminosa no fue tan rigurosa como la de las salas siguientes. En cuanto el
espectador abandona el eje del templo, se encuentra en un espacio no orientado ya por la luz.
Ésta entra libremente, por decirlo así, por la parte superior de la fachada e ilumina casi tanto la
parte baja de las columnas como la alta, y la mirada puede verse atraída hacia los capiteles
florales cuya diversidad fija la atención. A pesar de los registros horizontales de la decoración,
dominan netamente las líneas verticales, sugiriendo un brote vegetal, esas huertas de altos
papiros de que hablaban los textos de la sala correspondiente a Esna citados más arriba. Al
llegar a la segunda sala, esta vez nos encontramos enteramente ganados por la orientación
hacia el santuario, por la que todo está sacrificado. La bovedilla central no está iluminada sino
por aberturas en el techo, las naves laterales permanecen en la oscuridad y los fustes de las
columnas, ligeramente abultados en su base, parecen más pesados que los de la primera sala e
impiden mejor toda desviación de la atención. Los capiteles están a oscuras o a contra luz . Así
se llega ante el santuario central, separado de los santuarios secundarios que lo rodean por un
deambulatorio que, por su estrechez y su encajonamiento, reproduce el pasillo de ronda
exterior. El santuario así aislado, defendido por última vez, se yergue con sus paredes
inclinadas, sus boceles de ángulo, su cornisa y su techo propio, como un templo independiente
del que es un resumen, como la naos que contiene. Esta naos tiene aquí un coronamiento en
forma de pirámide que recuerda, ciertamente, la piedra solar sagrada de Heliópolis. Éste era
un receptáculo del todo indicado para ese dios halcón que recorría el cielo como el sol del que
era una de las manifestaciones

La disposición de los santuarios unos en relación a otros, estuvo establecida por la teología que
así podía definir las relaciones entre el dios venerado en dicha capilla y los demás dioses. La
situación de esta habitación ayudaba a expresar el lugar ocupado por el dios en el mundo
mitológko. En efecto, el templo tenía una orientación teórica, a veces completamente distinta
de la orientación real, partiendo de la cual, la posición de cualquier punto del templo podía
definirse, por una parte, en relación con los puntos cardinales, y por otra, con las direcciones
verticales, que se consideraban abatidas en el plano del templo, estando consagrado el norte a
las regiones celestes y el sur a las regiones subterráneas. A

Siguiendo el criterio de las dimensiones y la localización, también los templos de millones de


años pueden presentarse como espacios generadores de jerarquías y circuitos o recorridos
ceremoniales con variantes temporales

Los apoyos
En los templos egipcios los apoyos fueron los elementos que se prestaron mas al
juego simbolico. Su función mecánica de soporte motivaba su asimilación a los pilares
que se consideraba que sostenían la bóveda celeste – por lo menos teóricamente,
pues es difícil saber si los egipcios se imaginaron realmente que en un lugar
determinado del mundo existían dichos grandes pilares celestes -, del mismo modo
que sostenían el techo del templo en donde habían estrellas pintadas. Desde este
punto de vista, una columna de un templo habría podido asociarse a uno de los dioses
que, según los mitos, sustentaban al cielo, como en el caso del dios Shu, quien
durante la creación, separo el cielo de la tierra.
La iluminación
El templo era una individualidad, un todo que debía ser animado. Después de su
construcción se practicaba en el la ceremonia de la apertura de la boca, fuese con un
muerto o con una estatua. E igual que la estatua que contenia, el templo debía ser
reanimado cada mañana por la luz que, después de haber resucitado al mismo templo,
debía llegar hasta el santuario para animar al dios.
En efecto la luz no fue el simple agente de iluminación, fue el principio vital por
excelencia, la emanación divina del dios sol.
Se ve el alcance arquitectónico de este concepto que condiciono completamente la
organización de los espacios interiores.

La sala hipóstila del templo de Amón, construida por Ramsés II, estaba sostenida por un
verdadero bosque de 134 monumentales columnas. Cada columna, levantada por medio de
cilindros de piedra superpuestos, medía 21 metros de altura. Los muros del templo están
cubiertos de jeroglíficos que relatan hechos religiosos y también sucesos históricos, como las
conquistas y campañas realizadas por los faraones en otros países. Varias partes del templo
tienen connotaciones cósmicas. Las columnas vegetales que alcanzan el techo tachonado de
estrellas vinculan la esfera terrestre con la celestial. Junto al templo, un lago sagrado albergaba
la sagrada barca de Amón

En las formas de los capiteles es donde encontramos más claramente el deseo egipcio de
representar su flora . Tomaron la forma de loto, abierto y cerrado (lotiforme), de papiro
(papiriforme) y de palmas (palmiforme). En el período tolemáico, se decoraron con rostros
femeninos en el templo la reina Hathor (Hathoriforme)

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