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C A PÍT UL O PR IME R O
X V II
Introducción
C A PÍT UL O SE GUNDO
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .L A E X PL OT A CIÓN PE T R OL E R A E N MÉ X ICO
CONT E NIDO
X III
Esta obra forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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CAPÍTULO PRIMERO
CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD
1
Sánchez, Vicente et al., Glosario de términos sobre medio ambiente, México, El Co-
legio de México, 1982, p. 19.
2
Brañes, Raúl, Derecho ambiental mexicano, México, Fundación Universo Veintiuno,
1987, pp. 25 y 26.
3
Pemex, Breviario de términos y conceptos sobre ecología y protección ambiental,
México, Pemex, 1991, p. 125.
4
Cfr. Brañes, Raúl, op. cit., nota 2, p. 31.
Sistema abierto integrado por todos los organismos vivos (incluyendo al hom-
bre) y los elementos no vivientes de un sector ambiental definido en el tiempo
y en el espacio, cuyas propiedades globales de funcionamiento y autorregu-
lación derivan de las interacciones entre sus componentes, tanto pertene-
cientes a los sistemas naturales como aquellos modificados u organizados
por el hombre mismo.8
5
Ibidem, p. 26.
6
Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, 21a. ed., Madrid, Espa-
ña, Espasa-Calpe, 1992, p. 953.
7
Sánchez, Vicente et al., op. cit., nota 1, p. 60.
8
Ibidem, p. 43.
9
Cfr. Brañes, Raúl, op. cit., nota 2, p. 24.
10
Sánchez, Vicente et al., op. cit., nota 1, p. 26.
11
Ibidem, p. 55.
12
Cfr. Muñoz Barret, Jorge, “Los recursos naturales y su protección jurídica en Méxi-
co”, en Muñoz Barret, Jorge et al., La industria petrolera ante la regulación jurídico-
ecológica en México, México, UNAM, Pemex, 1992, p. 10.
13
Sánchez, Vicente et al., op. cit., nota 1, p. 29.
14
Cfr. Fundación Friedich Ebert, Nuestro futuro común. Explicación del reporte Brundtland
(un resumen), México, Fundación Friedich Ebert, 1991, p. 7.
15
Sánchez, Vicente et al., op. cit., nota 1, p. 36.
16
Brañes, Raúl, op. cit., nota 2, p. 24.
17
Idem.
El conjunto de normas jurídicas que regulan las conductas humanas que pue-
den influir de una manera relevante en los procesos de interacción que tienen
lugar entre los sistemas de los organismos vivos y sus sistemas de ambiente,
mediante la generación de efectos de los que se espera una modificación
significativa de las condiciones de existencia de dichos organismos.18
II. LA BIODIVERSIDAD
18
Ibidem, p. 32.
19
Martín Mateo, Ramón, Derecho ambiental, Madrid, España, Instituto de Estudios de
Administración Local, 1977, p. 72.
20
Carmona Lara, Ma. del Carmen, Derecho ecológico, México, UNAM, 1991, p. 8.
1. Conceptualización de la biodiversidad
21
Cfr. “Biodiversidad”, Enciclopedia Microsoft Encarta, Microsoft Corporation, 2000.
22
Dicha semejanza se señala en el Convenio sobre Diversidad Biológica, al cual nos
referiremos en el capítulo tercero.
23
Cfr. Dirzo, Rodolfo y Miranda, Álvaro, “Deforestación y diversidad biológica”, en
Rivero Serrano, Octavio y Ponciano Rodríguez, Guadalupe (comps.), La situación ambien-
tal en México, México, UNAM, Programa Universitario de Medio Ambiente, 1996, p. 241.
GENES
ESPECIES
ECOSISTEMAS
24
Cfr. Conabio, La diversidad biológica de México: estudio de país 1998, México,
Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, 1998, p. 62.
25
Cfr. Dirzo, Rodolfo y Miranda, Álvaro, op. cit., nota 23, p. 241.
A. Diversidad genética
26
Cfr. Halffter, Gonzalo y Ezcurra, Exequiel, “¿Qué es la biodiversidad?”, en Halffter,
Gonzalo (comp.), La diversidad biológica de Iberoamérica I, Xalapa, Ver., México, CYTED-
D, Programa Universitario de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, Instituto de Ecología,
A.C., Secretaría de Desarrollo Social, 1992, p. 3.
27
Conabio, “Genes”, México, http://www.conabio.gob.mx/biodiversidad/bio4.htm, fe-
cha de consulta: 18 de febrero de 2001.
28
Cfr. Conabio, op. cit., nota 24, p. 93.
29
Cfr. Halffter, Gonzalo y Ezcurra, Exequiel, op. cit., nota 26, p. 21.
30
Conabio, op. cit., nota 27.
B. Diversidad de especies
31
La conservación de especies ex situ es aquélla que se desarrolló fuera del hábitat
natural de las especies y se considera como complemento y apoyo a los esfuerzos de con-
servación in situ, de tal forma se puede conservar parte de la diversidad genética y especies
particulares que están en riesgo. Los mecanismos de conservación ex situ son: los bancos de
germoplasma, las colecciones de cultivo de tejidos y cultivos microbianos o colecciones
de organismos vivos como zoológicos, acuarios y jardines botánicos. Cfr. Conabio, op. cit.,
nota 24, pp. 200-203.
32
Cfr. Halffter, Gonzalo y Ezcurra, Exequiel, op. cit., nota 26, pp. 6 y 22.
33
Cfr. Conabio, op. cit., nota 24, p. 82.
34
Cfr. “Biodiversidad”, Enciclopedia Microsoft Encarta, op. cit., nota 21.
35
Cfr. Halffter, Gonzalo y Ezcurra, Exequiel, op. cit., nota 26, pp. 6 y 7.
36
Cfr. “Biodiversidad”, Enciclopedia Microsoft Encarta, op. cit., nota 21.
C. Diversidad de ecosistemas
37
Cfr. Flores Villela, Óscar y León Paniagua, Livia, “Extinción de especies en Méxi-
co”, en Toledo, Gabriela y Leal Pérez, Marina (eds.), Destrucción del hábitat, México,
UNAM, Programa Universitario de Medio Ambiente, 1998, pp. 155-166.
38
Conabio, “Ecosistemas”, México, http://www.conabio.gob.mx/biodiversidad/
bio21.htm, fecha de consulta: 18 de febrero de 2001.
39
Cfr. Halffter, Gonzalo y Ezcurra, Exequiel, op. cit., nota 26, p. 5.
40
Cfr. Williams-Linera, Guadalupe et al., “Estado de la biodiversidad en México”, en
Halffter, Gonzalo (comp.), La diversidad biológica de Iberoamérica I, Xalapa, Ver., Méxi-
co, CYTED-D, Programa Universitario de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, Institu-
to de Ecología A.C., Secretaría de Desarrollo Social, 1992, p. 299.
41
Cfr. Mittermeier, Russell A. y Goettsch de Mittermeier, Cristina, “La importancia de
la diversidad biológica de México”, en Sarukhán, José y Dirzo, Rodolfo (comps.), México
ante los retos de la biodiversidad, México, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso
de la Biodiversidad, 1992, pp. 68 y 69.
Figura 2
42
Cfr. 1. Ibidem, pp. 70 y 71. 2. Williams-Linera, Guadalupe et al., op. cit., nota 40, p.
299. 3. Robles Gil, Patricio (dir.), Diversidad de fauna mexicana, 2a. ed., México, Cemex,
S.A. de C.V., Agrupación Sierra Madre, S.C., 1996, p. 15.
43
Cfr. Robles Gil, Patricio (dir.), op. cit., nota 42, pp. 17-33.
La actividad volcánica que dejó más de 4,000 conos que aún no ha con-
cluido y los fenómenos de tectónica de placas y deriva continental ponen
de manifiesto la dimensión de los procesos geológicos que, a lo largo de
millones de años, dieron como resultado uno de los más complejos escena-
rios de la Tierra: el territorio mexicano lleno de contrastes, dunas de yeso,
manantiales y oasis en el desierto de Coahuila; bosques de niebla en los
Altos de Chiapas; sistemas de cenotes en las entrañas de la península de
Yucatán; páramos alpinos en las faldas del Popocatépetl y del Iztaccíhuatl y
selvas húmedas en la cuenca del Usumacinta. Al noroeste, enfrente del
desierto de Sonora, una península solitaria delimita un estrecho golfo de
aguas profundas salpicado de islas e islotes. Al norte, hondas cañadas tro-
picales surcan la Sierra Tarahumara que se resuelve en los vastos pastizales
de Chihuahua. Al noreste, las mesetas áridas se extienden hasta la Sierra
Madre Oriental, cuya otra vertiente desciende al Golfo de México por las
llanuras de Tamaulipas y sus lagunas costeras. Con una altitud promedio
de 2,200 metros y cumbres de más de 5,500 metros, un eje volcánico pun-
teado de lagos atraviesa de una costa a otra el centro del país. Más al sur, las
abruptas serranías de Guerrero y Oaxaca quedan completamente interrum-
pidas en el Istmo de Tehuantepec. La Sierra Madre de Chiapas cede el paso
a la selva lacandona, por donde el Usumacinta corre hacia el Golfo de Mé-
xico e inunda junto con el Grijalva los pantanos de Centla en Tabasco. Por
último, la península de Yucatán, plana y caliza, separa el Golfo de México
de las aguas del Caribe, donde se localiza la segunda barrera coralina más
44
Cfr. Mittermeier, Russell A. y Goettsch de Mittermeier, Cristina, op. cit., nota 41, p. 70.
extensa del mundo. Cabe destacar que de este escenario geográfico se des-
prende el motivo por el cual contamos con una gran variedad de climas,
puesto que formamos un país que tiene una gran cantidad de tipos de ecosis-
temas, prácticamente se encuentran en México todos, excepto los polares.
El territorio mexicano, por su posición en el continente, es un eslabón
entre las dos grandes regiones biogeográficas del planeta: la región neártica
en el norte, y la neotropical en el sur. Todo comenzó con una serie de islas
y volcanes que comenzaron a unirse hace siete millones de años, este puen-
te, cuya angostura se prolonga hasta Centroamérica, sirvió como paso y
permitió la propagación de plantas y animales terrestres provenientes tanto
del norte como del sur, los cuales una vez establecidos evolucionaron y se
diferenciaron; de igual forma sirvió de barrera entre la fauna marina del
Pacífico, del Caribe y del Golfo de México. La fauna neártica penetró am-
pliamente en la franja central del país, en cambio, la fauna neotropical sólo
logró extenderse al norte por las planicies costeras, ya que las elevadas
montañas del Eje neovolcánico y de la Sierra Madre Oriental y Occidental
constituyen grandes obstáculos.
Las migraciones de plantas y animales, así como los cambios de corteza
terrestre y del clima dejaron aisladas muchas especies en cañadas, valles,
islas y cimas, lo que favoreció que un gran número de especies se hicieran
endémicas. Por esta razón casi la mitad de las especies de plantas, anfibios
y reptiles que se encuentran en México, y un tercio de las de mamíferos, no
existen en ningún otro lugar del planeta.
En cuanto a la distribución de especies, la historia geológica influyó
en gran escala. Las regiones tropicales son ricas en especies pero pobres en
endemismo, el motivo es su periodo de existencia. Es por ello que las sel-
vas tropicales húmedas, como la de los chimalapas en Oaxaca y la región
lacandona en Chiapas, con su penetrante olor a tierra, intensa humedad y
vegetación exuberante de helechos, palmas y platanillos, árboles gigantes-
cos con hojas de innumerables tonalidades de verde y amarillo, cargados
de musgos, lianas y orquídeas, poseen una biodiversidad de proporciones
inusitadas. Basta mencionar como un ejemplo ilustrativo que una hectárea
de selva chiapaneca puede albergar 100 especies de plantas y hasta 3,250
árboles y en un solo árbol pueden existir cientos de especies de escaraba-
jos, hormigas y otros insectos. En cambio, la mayor parte de los vertebrados
endémicos viven en regiones geológicamente antiguas o muy aisladas, como
los mamíferos del Eje neovolcánico y de la llanura costera del Pacífico, o los
reptiles de las islas del Golfo de California y de la Sierra Madre del Sur.
45
Cfr. Conabio, op. cit., nota 24, pp. 93-97.
46
Cfr. Flores Villela, Óscar y León Paniagua, Livia, op. cit., nota 37, p. 156.
47
Idem.
48
Cfr. Espinosa Pérez, H., “Riqueza y diversidad de peces”, Ciencias, México, número
especial 7, 1993, pp. 77-84.
49
Cfr. Flores Villela, Óscar y León Paniagua, Livia, op. cit., nota 37, pp. 157 y 158.
50
Cfr. Cantú Guzmán, J.C., “Aves”, Animales en peligro de extinción, México, Guía
México Desconocido, edición especial, 1992, pp. 44-68.
51
Cfr. Flores Villela, Óscar y León Paniagua, Livia, op. cit., nota 37, pp. 159.
52
Cfr. Ehrlich, Anne H. y Ehrlich, Paul R., “Causes and consequences of the disappearance
of biodiversity”, en Sarukhán, José y Dirzo, Rodolfo (comps.), México ante los retos de la
biodiversidad, México, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversi-
dad, 1992, pp. 48-51.
53
Cfr. Conabio, op. cit., nota 24, p. 104.
54
Cfr. Soberón Mainero, Jorge, “El valor de la biodiversidad”, en Toledo, Gabriela y
Leal Pérez, Marina (eds.), Destrucción del hábitat, México, UNAM, Programa Universita-
rio de Medio Ambiente, 1998, pp. 142-143.
55
Ibidem, p. 143.
56
Cfr. Ehrlich, Anne H. y Ehrlich, Paul R., op. cit., nota 52, p. 52.
57
Ibidem, pp. 52-53.
58
Ibidem, p. 54.
59
Cfr. Soberón Mainero, Jorge, op. cit., nota 54, pp. 147-148.
60
Cfr. Dahlgren, Eric Jordán, “Aprovechamiento y destrucción del arrecife coralino”,
en Toledo, Gabriela y Leal Pérez, Marina (eds.), Destrucción del hábitat, México, UNAM,
Programa Universitario de Medio Ambiente, 1998, pp. 206-209.
61
Cfr. Lanza Espino, Guadalupe de la y Flores Verdugo, Francisco, “Alteraciones al
manglar”, en Toledo, Gabriela y Leal Pérez, Marina (eds.), Destrucción del hábitat, Méxi-
co, UNAM, Programa Universitario de Medio Ambiente, 1998, pp. 231-240.
62
Cfr. Robles Gil, Patricio, op. cit., nota 42, pp. 177 y 179.
Para iniciar este punto nos basaremos en una de las ponencias que tuvie-
ron lugar en la Reunión Internacional sobre Problemática del Conocimien-
to y Conservación de la Biodiversidad, convocada en el año de 1992 por el
ex presidente de la República mexicana, el licenciado Carlos Salinas de
Gortari que se llevó a cabo en el Museo Nacional de Antropología de nues-
tra ciudad.
En la exposición de los especialistas Anne y Paul R. Ehrlich,63 prove-
nientes del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de
Stanford, California, Estados Unidos de Norteamérica, en la cual nos fun-
damentaremos, se manifestó que la principal causa de la desaparición de la
biodiversidad es la alteración y destrucción de los hábitats, lo cual se debe
al instinto violento de la humanidad por cambiar los hábitats naturales.
Deforestamos, pavimentamos, estancamos y desviamos los cauces de los
ríos y aguas, o bien los desecamos con pesticidas, convertimos los suelos en
ácidos y estériles, derramamos petróleo sobre los océanos a causa de la
explotación de este recurso o a través de su transporte vía marítima, altera-
mos climas al exponerlos al aire contaminado y al incremento de radiacio-
nes ultravioleta, así como la introducción de organismos exóticos sobre
ellos. Es evidente que el proceso que llevamos a cabo es acelerado.
Los autores arriba citados señalan que la tasa de destrucción de los bos-
ques tropicales se ha duplicado durante los años 80’s, cuyos motivos son la
explotación demográfica y el desarrollo de las naciones, así como el uso
desproporcionado de las fuentes del mundo industrial. Destacan que una de
las principales causas por la que se ha perdido la humedad de estos bosques
tropicales es su explotación y la necesidad de tener más campo para darle
uso de tierras para la agricultura. De igual forma manifiestan que la diver-
sidad biótica se genera gracias al proceso natural que actualmente crea nue-
vas especies, pero este proceso de diferenciación de poblaciones normal-
mente se lleva a cabo en una escala de tiempo que va desde los miles a los
millones de años. Todas las estimaciones sobre la inminente extinción pa-
63
Cfr. Ehrlich, Anne H. y Ehrlich, Paul R., op. cit., nota 52, pp. 43-55.
rece ser más devastadora que el rango que utiliza la naturaleza para com-
pensar las pérdidas que ha tenido. La extinción excede a la recuperación de
las especies y el planeta Tierra se empobrece biológicamente a causa de esto.
No obstante, hay quienes se atreven a pensar de la siguiente manera:
“Qué importa que se haya extinguido este lobo, o aquella rana, si dentro de
un millón de años habrá otros u otras diez”. No podemos apoyar o tomar
esta postura ya que no estamos en esta perspectiva porque nuestra escala de
tiempo es muy pequeña y no es posible que veamos la realidad en un plano
eterno; tenemos pocos años para hacer lo más que se pueda en el margen de
nuestras posibilidades, y si los estrechamos, día a día nos cerramos más las
puertas para nuestro desarrollo, pero sobretodo para nuestra sobrevivencia.
Por otro lado, Anne y Paul Enrlich destacan que para los biólogos el
indicador del empobrecimiento biótico puede que sea el impacto humano
sobre el abastecimiento de la energía total del planeta, generado en el pro-
ceso de fotosíntesis. Dicha energía es lo que se denomina red primaria de
producción y como tal se puede pensar en el alimento total abastecido,
gracias a todos los animales y sus descomponedores. Casi el 40% de todo
el potencial de la red primaria de producción generado en la Tierra es con-
sumido o desperdiciado a causa de las actividades de una de cada millón de
especies animales: el homo sapiens. El acumulamiento de energía disponi-
ble para mantener a los millones de especies animales se ha visto reducido,
de igual forma la diversidad de las plantas ha sufrido la reducción, puesto
que ha perdido territorio, en especial aquél que estaba enriquecido con hu-
medad y buen clima. Es por ello que los biólogos estiman que si continúa la
reducción de manera acelerada, la mitad de las especies del mundo desapare-
cerán en el año 2050.
Simultáneamente vivimos la mayor explotación demográfica del hom-
bre y si agregamos el uso irracional de los recursos naturales, con ello cau-
samos la acelerada desaparición de especies y como efecto inmediato la
biodiversidad se disipará.
Es evidente que la biodiversidad del planeta se encuentra en estado la-
tente de desaparición, ya que día a día se generan procesos, acontecimien-
tos, ya sea naturales o inducidos por el hombre, que causan un efecto perju-
dicial sobre el estado y la utilización de cualquier componente de la diversidad
biológica.
Las causas de la desaparición de la biodiversidad, por actividades huma-
nas, se pueden catalogar en tres niveles: ecosistemas, especies y genes, por
lo que sus efectos pueden ser de amplio espectro e incluso acumulativos.
64
Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia, “El cambio
global”, Colombia, http://www.ideam.gov.com/cambio/docs/glob1.html, fecha de consul-
ta: 19 de abril de 2001.
65
Cfr. Dahlgren, Eric Jordán, op. cit., nota 60, pp. 200 y 201.
66
Cfr. “Erosión”, Enciclopedia Microsoft Encarta, Microsoft Corporation, 2000.
67
Cfr. Muñoz Barret, Jorge, op. cit., nota 12, pp. 13-19.
68
Odum, Eugene P., Ecología, 3a. ed., México, Interamericana, 1987, p. 23.
que, al hacerlo, desbarata y aún destruye cada vez más los componentes
bióticos que son necesarios para su existencia fisiológica ... el hombre ha
estado tan absorbido en la tarea de “conquistar” la naturaleza, que ha presta-
do poca atención o esfuerzo a la de reconciliar los conflictos derivados de su
función dual como manipulador y como habitante de los ecosistemas.