Clamidia

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ETS

Las Enfermedades de Transmisión Sexual o ETS, según las define la OMS, son infecciones
producidas que se transmiten de una persona a otra a través del contacto sexual. Este contacto
se puede establecer a través de diferentes vías: vaginal, anal u oral.

Son los fluidos tales como el semen, el flujo vaginal o la sangre los encargados de transmitir
dichas infecciones. Las ETS pueden producirse por agentes tales como bacterias, virus,
hongos o parásitos.

Las ETS están compuestas por más de 30 bacterias, parásitos y virus distintos, de los cuales 8
son los más comunes de contraer y, de esos 8, solo cuatro tienen cura hoy en día: la sífilis, la
gonorrea, la clamidiasis y la tricomoniasis.

La mayoría de las ETS afectan de manera similar tanto a hombres como mujeres, aunque esto
no descarta que, en la mayoría de los casos, estas deterioran más el estado de salud de las
mujeres. Además, las mujeres embarazadas que padezcan ciertas ETS pueden transmitirlas al
bebé durante el período de gestación.

Clamidia

La infección por la bacteria Chlamydia trachomatis es la infección de transmisión sexual


(ITS) bacteriana más frecuente en todo el mundo, y se da con mayor frecuencia en adultos
jóvenes sexualmente activos. La prevalencia más alta de infecciones por clamidias en el sexo
femenino se da en el grupo etario de 15 a 19 años, seguido del de 20 a 24 años.
La Clamidiasis se transmite al tener relaciones sexuales vaginales, anales u orales sin
protección con una persona con infección por C. trachomatis, o bien de madre a hijo durante
el parto.
La infección por C. trachomatis causa cervicitis en las mujeres y uretritis en los hombres, así
como infecciones extragenitales, como las rectales u orofaríngeas. La infección por clamidias
no tratada puede causar complicaciones graves en la salud reproductiva de las mujeres, como
la infertilidad. La infección materna se asocia resultados adversos graves en los recién
nacidos. El diagnóstico de la Clamidiasis se basa generalmente en los análisis de laboratorio,
y la infección no complicada puede curarse fácilmente con antibióticos y generalmente se
resuelve en días o semanas.
El linfogranuloma venéreo (LGV) es una enfermedad que consiste en una úlcera genital que
afecta el tejido linfático y es causada por la cepa (serovariedad) más invasora de C.
trachomatis. El LVG tiene una prevalencia cada vez mayor en los hombres que tienen
relaciones sexuales con hombres (HSH) en algunos entornos.
Se ha observado que las ITS no ulcerosas, como la gonorrea, la infección por clamidias y la
tricomoniasis, aumentan la transmisión de las ITS, incluida la transmisión y la infección por
el VIH. Además, un 10-40% de las personas con infección por gonorrea presentan también
una infección por clamidias.
La infección por clamidias no complicada puede curarse fácilmente con antibióticos y
generalmente se resuelve en días o semanas. Aproximadamente 70% de las mujeres y
50% de los hombres no muestran ningún síntoma de las infecciones genitales debidas a
clamidias.

Se puede contraer la infección por clamidias por las relaciones sexuales vaginales, anales u
orales sin protección con alguien que tenga esa infección. Una persona puede contraer de
nuevo una infección por clamidias incluso si ya la tuvo en el pasado y recibió tratamiento.
También puede transmitirse de madre a hijo durante el parto. No es necesario que haya
habido sexo con penetración para la transmisión de la Clamidiasis. El contacto genital de piel
con piel es un mecanismo claramente establecido de propagación de la clamidia, como lo es
también el contacto con los ojos de líquido vaginal o semen infectado.

El uso correcto y uniforme de preservativos reduce significativamente el riesgo de infección


durante el contacto sexual anal, vaginal u oral. Por lo que respecta a los recién nacidos, en las
Guías para el tratamiento de las infecciones de transmisión sexual de la OMS se recomienda
la profilaxis ocular tópica para la prevención de la oftalmía neonatal gonocócica y por
clamidias (infección ocular) en todos los recién nacidos.

Aproximadamente un 70% de las mujeres y un 50% de los hombres no muestran síntomas. Si


aparecen síntomas de la infección por clamidias, estos pueden adoptar diferentes formas. Las
mujeres pueden notar una secreción vaginal irregular, dolor o sensación de quemazón al
orinar, o pueden tener un sangrado después de la relación sexual y entre los periodos
menstruales. En los varones puede haber secreción del pene, dolor o sensación de quemazón
al orinar y, a veces, dolor testicular.

Si no se tratan, la mayoría de las infecciones genitales por clamidias se resuelven de manera


espontánea sin causar problemas de salud, pero una infección por clamidias no tratada puede
causar complicaciones graves, en especial en las mujeres jóvenes, como inflamación de las
trompas de Falopio (tubo que transporta el óvulo del ovario al útero). Esto puede causar una
enfermedad pélvica inflamatoria (EPI). La EPI puede provocar un embarazo ectópico
(embarazo fuera del útero) e incapacidad para tener hijos.En los hombres los problemas de
salud son menos frecuentes, pero el más común es la inflamación del conducto en el que se
almacena y se transporta el semen. En casos raros, esto puede conducir a una incapacidad
para tener hijos.
El riesgo de padecer complicaciones puede aumentar con las infecciones reiteradas. También
son frecuentes las infecciones en zonas no genitales. La infección rectal puede causar
síntomas de secreción rectal, dolor rectal o presencia de sangre en las heces, si bien, en la
mayoría de los casos, no hay síntomas. Las infecciones faríngeas pueden producir síntomas
como hinchazón en la pared posterior de la garganta y faringitis leve, pero es raro que haya
síntomas.

Para el diagnóstico de la infección por clamidias son necesarios análisis de laboratorio. Las
pruebas pueden hacerse con el empleo de muchos tipos de muestras distintas, como las de
orina o las obtenidas de la vagina con un hisopo de algodón. Sin embargo, dado que en
muchos países no se dispone de pruebas diagnósticas de laboratorio, un profesional de la
salud cualificado podrá brindarle tratamiento sobre la base de la presencia de síntomas como
los de secreción vaginal y uretral. Se han producido avances importantes en el diagnóstico de
la gonorrea, como las pruebas de diagnóstico molecular rápidas, algunas de las cuales se
combinan con pruebas de detección de las clamidias.

La infección por clamidias puede curarse casi siempre por completo con antibióticos y,
generalmente, se resuelve en cuestión de días o semanas.

Gonorrea

La gonorrea, causada por Neisseria gonorrhoeae, es la segunda ITS bacteriana más frecuente
y da lugar a una notable morbilidad y a un costo económico sustancial en todo el mundo. La
gonorrea se transmite a través de las relaciones sexuales vaginales, anales u orales sin
protección con una persona que tenga gonorrea, o bien de la madre al hijo durante el parto. El
uso correcto y uniforme de condones reduce significativamente el riesgo de transmisión
sexual.

La gonorrea es a menudo asintomática en las mujeres. Si no se la trata, la infección


gonorreica puede causar complicaciones graves.
De todas las ITS, la gonorrea es la más resistente a los antibióticos. Se ha descrito en todo el
mundo un aumento de la resistencia a la mayor parte de los antibióticos utilizados para tratar
las infecciones gonorreicas, lo que plantea la inquietud de que aparezcan casos de infección
gonocócicas que no sean tratables, con consecuencias graves para la salud sexual y
reproductiva.
En la medida de lo posible, los países deben actualizar sus directrices nacionales para el
tratamiento de la infección gonocócica basándose en una vigilancia de la resistencia reciente
a los antimicrobianos. Si no se dispone todavía de una vigilancia local en funcionamiento
sobre la resistencia a los antimicrobianos, la OPS insta a los países a aplicar la versión más
reciente de las directrices de la OMS para el tratamiento de N. gonorrhoeae (en inglés).

La gonorrea se puede contraer a través de las relaciones sexuales vaginales, anales u orales
sin protección con una persona que tenga gonorrea. Una persona puede contraer gonorrea
nuevamente a pesar de que ya la haya tenido en el pasado y haya recibido tratamiento.
También puede transmitirse de madre a hijo durante el parto.

El uso correcto y uniforme de preservativos reduce significativamente el riesgo de infección


durante el contacto sexual anal, vaginal u oral. Por lo que respecta a los recién nacidos, en las
Guías para el tratamiento de las infecciones de transmisión sexual de la OMS se recomienda
la profilaxis ocular tópica para la prevención de la oftalmía neonatal gonocócica y por
clamidias (infección ocular) en todos los recién nacidos.

Muchas personas con gonorrea no presentan síntomas, de tal manera que tan solo menos de la
mitad de las mujeres infectadas muestran síntomas no específicos. Si aparecen síntomas,
estos pueden adoptar diversas formas. Las mujeres pueden notar un flujo vaginal irregular,
dolor al orinar, molestias en la parte baja del abdomen o un sangrado vaginal tras la relación
sexual o entre los periodos menstruales. Los hombres pueden presentar dolor al orinar, una
secreción purulenta del pene o dolor o hinchazón en un testículo.
Tanto en los hombres como en las mujeres, la infección rectal a menudo no causa síntomas,
aunque en algunos casos puede haber dolor o secreción rectal o anal. También pueden
producirse infecciones de la faringe que, en la mayoría de los casos, son asintomáticas, pero
puede aparecer una faringitis leve o una inflamación en la parte posterior de la garganta.
La gonorrea es a menudo asintomática en las mujeres, y la falta de síntomas detectables hace
que haya infecciones no detectadas ni tratadas. Si no se la trata, la gonorrea se resuelve
generalmente de forma espontánea, pero también puede causar problemas de salud graves. En
las mujeres, puede causar una enfermedad pélvica inflamatoria (EPI), que puede llevar a un
embarazo ectópico (embarazo fuera del útero) o incapacidad de tener hijos. En los hombres,
los problemas de salud pueden consistir en epididimitis (inflamación del tubo que almacena y
transporta el semen a la parte posterior del testículo), estenosis uretral (estrechamiento del
conducto de la orina) e incapacidad de tener hijos. El riesgo de padecer complicaciones
aumenta con las infecciones reiteradas.
Los hijos de madres con una infección gonocócica pueden contraer la infección durante el
parto, lo cual conduce a una conjuntivitis neonatal (infección ocular) que se manifiesta por
una secreción ocular purulenta y párpados hinchados. Si no se la trata, la conjuntivitis puede
conducir a la formación de cicatrices y ceguera.
El diagnóstico debe hacerse en el laboratorio, con el empleo de diferentes tipos de muestras,
como las de orina o muestras vulvovaginales, cervicales o uretrales con hisopo. Sin embargo,
dado que en muchos países no se dispone de pruebas diagnósticas de laboratorio, un
profesional de la salud capacitado podrá brindarle tratamiento sobre la base de la presencia de
síntomas como la secreción vaginal y uretral.
Se han producido avances importantes en el diagnóstico de la gonorrea, como el uso de
pruebas de diagnóstico molecular rápidas, algunas de las cuales se combinan con pruebas de
diagnóstico de la clamidiosis.
La Directriz de tratamiento para gonorrea de la OMS recomienda que los datos locales de
resistencia a los antimicrobianos (RAM) sirvan de guía para las directrices de tratamiento
nacionales. En los entornos en los que no se disponga de datos locales sobre la RAM, las
directrices de la OMS sugieren el empleo de un tratamiento doble en vez de una monoterapia
en las personas con gonorrea genital o anorrectal (recomendación condicional, evidencia de
calidad baja).
Tratamiento doble (una de las siguientes):

● ceftriaxona en dosis de 250 mg por vía intramuscular (i.m.) mediante una sola dosis
MÁS azitromicina en dosis de 1 g por vía oral mediante una sola dosis.
● cefixima en dosis de 400 mg por vía oral mediante una dosis única MÁS azitromicina
en dosis de 1 g por vía oral mediante una sola dosis.

Con el tratamiento correcto, la infección gonorreica puede curarse por completo. Sin
embargo, cada vez resulta más difícil tratar algunas formas de la infección dado que las
bacterias han desarrollado resistencia a casi todos los antibióticos usados para su tratamiento.
Dado que en muchos países no se dispone de pruebas diagnósticas de laboratorio, un
profesional de la salud capacitado podrá brindarle tratamiento sobre la base de la presencia de
síntomas como la secreción vaginal y uretral y tratar para las dos infecciones.

La gonorrea suele causar resistencia a los antimicrobianos, esta se produce cuando los
microorganismos (como bacterias, hongos, virus y parásitos) cambian al estar expuestos a los
medicamentos antimicrobianos (como antibióticos, antifúngicos, antivíricos, antimaláricos y
antihelmínticos). Los microorganismos que desarrollan una resistencia a los antimicrobianos
a veces se denominan "supermicrobios". Como resultado de ello, los medicamentos pasan a
ser ineficaces y las infecciones persisten en el organismo, lo cual hace que aumente el riesgo
de propagación a otras personas. La resistencia a los antimicrobianos constituye una amenaza
cada vez más grave para la salud pública mundial que requiere una actuación en todos los
sectores del gobierno y de la sociedad.

Sífilis

La sífilis es una infección bacteriana causada por Treponema pallidum que da lugar a una
morbilidad y mortalidad sustanciales. Se trata de una infección de transmisión sexual (ITS)
que generalmente se transmite por el contacto con úlceras infecciosas presentes en los
genitales, el ano, el recto, los labios o la boca; por medio de las transfusiones de sangre, o
mediante la transmisión maternoinfantil durante el embarazo.
El uso correcto y uniforme de preservativos reduce significativamente el riesgo de infección.
La transmisión maternoinfantil de la sífilis (sífilis congénita) es prevenible y puede
alcanzarse a través de una detección y tratamiento tempranos.

La sífilis congénita se puede prevenir fácilmente a través de una detección temprana y


tratamiento oportuno y adecuado de las embarazadas con la infección.

El diagnóstico de la sífilis se basa generalmente en la anamnesis, la exploración física y las


pruebas de laboratorio. La sífilis no complicada puede curarse fácilmente con antibióticos.
Sin embargo, si no se la trata, la enfermedad persiste durante años y causa problemas graves
de salud.

La sífilis se puede contraer a través del contacto sexual directo con una úlcera infecciosa
(chancro) existente en los genitales, el ano, el recto, los labios o la boca, mediante relaciones
sexuales vaginales, anales u orales sin protección con una persona que tenga sífilis. Se puede
contraer de nuevo aunque ya se la haya tenido en el pasado y se haya recibido tratamiento. La
transmisión sexual se produce generalmente durante las infecciones primaria, secundaria o
latente temprana. La sífilis también se puede contagiar a través de transfusiones de sangre.
Alrededor de un 50% de las embarazadas con sífilis no tratada transmiten la infección al hijo
antes del nacimiento.
El uso correcto y uniforme de preservativos reduce significativamente el riesgo de infección.
Si las úlceras se encuentran en una zona no cubierta por el preservativo puede producirse la
transmisión. La sífilis congénita es prevenible mediante la detección temprana y el
tratamiento inmediato para la sífilis en las embarazadas.

Los síntomas varían en las diferentes etapas. Generalmente empiezan 21 días después de la
infección, pero pueden aparecer en un plazo de entre 9 y 90 días. La sífilis primaria se
manifiesta generalmente por una única úlcera (chancro) en el lugar de la inoculación. El
chancro primario puede pasar desapercibido.
Si no se la trata, la enfermedad progresa a la etapa secundaria que puede causar erupciones
cutáneas, fiebre y ganglios linfáticos hinchados. La erupción cutánea de la sífilis secundaria
puede ser muy diversa y puede imitar otros trastornos infecciosos o no infecciosos, pero
afecta de manera característica a las palmas de las manos y las plantas de los pies. La
erupción cutánea es con frecuencia simétrica y no causa escozor, pero puede tener varias
manifestaciones y puede ser lo bastante pequeña como para pasar desapercibida. En las áreas
del cuerpo calientes y húmedas, como el ano y los labios vulvares, aparecen lesiones blancas
o grises sobreelevadas como consecuencia de la diseminación de los treponemas procedentes
de la lesión primaria. Los signos y síntomas de la sífilis secundaria se resuelven
espontáneamente, incluso sin tratamiento, pero si no se trata al paciente este pasa a la etapa
latente.
En la etapa latente, que puede durar años, las bacterias continúan estando presentes en el
organismo, pero no hay ningún signo ni síntoma. La mayoría de los pacientes continúan en la
etapa latente si no reciben tratamiento, pero alrededor de un 25% presentan una sífilis
terciaria. Las manifestaciones principales de la sífilis terciaria son la enfermedad neurológica
(neurosífilis), las enfermedades cardiovasculares (cardiosífilis) y los granulomas (lesiones
gomosas o goma sifilítica). La sífilis terciaria puede afectar a cualquier órgano del cuerpo
hasta 30 años o más después de la infección y puede resultar mortal.
La neurosífilis puede aparecer en cualquier etapa de la infección sifilítica, incluso en los
primeros meses. Las manifestaciones neurológicas iniciales consisten en alteraciones agudas
del estado mental, meningitis (inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la
médula espinal), accidente cerebrovascular, disfunción de pares craneales, y anomalías
auditivas u oftálmicas y oculares.
Si una mujer embarazada tiene sífilis puede producirse una transmisión maternoinfantil. La
transmisión maternoinfantil de la sífilis (sífilis congénita) suele ser devastadora para el feto
en los casos en los que la infección materna no se detecta y trata de manera suficientemente
temprana en el embarazo.
Si la sífilis no se trata durante el embarazo puede conducir a una prematuridad, peso bajo al
nacer, mortinatalidad, muerte poco después del nacimiento u otras secuelas en el recién
nacido, incluidas las manifestaciones inflamatorias que afectan a los ojos, oídos y
articulaciones, así como malformaciones esqueléticas debidas al daño durante el desarrollo en
las etapas tempranas de la sífilis.
Es importante tener presente que muchos recién nacidos con infección sifilítica pueden no
mostrar síntomas ni signos clínicos evidentes. La transmisión maternoinfantil de la sífilis
puede prevenirse mediante la detección y el tratamiento temprano con el antibiótico
apropiado (penicilina).

El diagnóstico de la sífilis se basa generalmente en la anamnesis, la exploración física y las


pruebas de laboratorio. Las pruebas diagnósticas rápidas (PDR) en el lugar de atención para
el tamizaje de las infecciones de sífilis pueden proporcionar los resultados en 10 a 15 minutos
y pueden realizarse en cualquier entorno ya que no requieren una conservación refrigerada ni
equipos de laboratorio. La OMS recomienda el uso, en embarazadas, de una PDR doble para
detectar infecciones para el VIH y la sífilis. Sin embargo, un resultado positivo de una PDR
de sífilis no permite diferenciar entre la infección activa y las infecciones tratadas
anteriormente, aunque es un recurso importante para el inicio del tratamiento, sobre todo en
las embarazadas y en los grupos poblacionales a los que es difícil llegar. Sin embargo, ahora
se encuentran disponibles PDR que pueden detectar tanto la infección activa de sífilis como
la pasada.

En la mayoría de los casos, la sífilis puede curarse fácilmente con antibióticos (penicilina). El
feto también puede curarse fácilmente con el tratamiento, y el riesgo de resultados adversos
en el feto es mínimo si la madre recibe un tratamiento adecuado durante la fase inicial del
embarazo (de ser posible, antes del segundo trimestre).

Herpes Genital

La infección por el virus del herpes simple, a la que se denomina generalmente herpes, puede
deberse al virus del herpes simple de tipo 1 (VHS-1) o al virus del herpes simple de tipo 2
(VHS-2).
El VHS-1 se transmite principalmente por contacto de boca a boca y causa una infección en
la boca o alrededor de ella (herpes bucal o labial). Sin embargo, el VHS-1 también puede
transmitirse al área genital a través del contacto bucogenital y causar un herpes genital.
El VHS-2 se transmite casi exclusivamente por vía sexual y causa una infección en el área
genital o anal (herpes genital).

El VHS-1 se transmite principalmente por contacto de boca a boca y causa una infección en
la boca o alrededor de ella (herpes bucal o labial). El VHS-2 se transmite casi exclusivamente
por vía sexual, a través del contacto con superficies genitales, la piel, úlceras o líquidos de
una persona infectada por el virus, y produce una infección en la zona genital o anal (herpes
genital). Sin embargo, el VHS-1 también puede transmitirse al área genital a través del
contacto orogenital y causar un herpes genital. Las infecciones herpéticas son sumamente
contagiosas cuando hay síntomas, pero la transmisión a otras personas es posible también sin
que haya síntomas. En circunstancias muy poco frecuentes, el herpes genital puede
transmitirse de la madre al hijo durante el parto.

Las infecciones genitales por herpes son con frecuencia asintomáticas o causan síntomas
leves que pasan desapercibidos. La mayoría de las personas infectadas no saben que tienen la
infección. Cuando hay síntomas, estos suelen aparecer de 4 a 7 días después del contacto
sexual, y se caracterizan por la presencia de una o varias vesículas o llagas abiertas llamadas
úlceras en la región genital o anal. Además de las úlceras genitales, los síntomas de una
infección herpética genital reciente incluyen a menudo fiebre, dolores corporales y ganglios
linfáticos hinchados.
Después de una infección genital inicial por el VHS-2, es frecuente que haya síntomas
recurrentes, pero a menudo son menos intensos que los del brote inicial. La frecuencia de los
brotes se reduce con el paso del tiempo. Las personas infectadas por el VHS-2 pueden
experimentar sensaciones de hormigueo leve o dolor fulgurante en las piernas, las caderas y
las nalgas antes de la aparición de las úlceras genitales. En las personas con un herpes genital
causado por el VHS-1, puede haber una reaparición de los síntomas, pero a menudo el herpes
genital causado por el VHS-1 no reaparece de manera frecuente.

Los síntomas reiterados del herpes genital pueden ser dolorosos, y la infección puede
conducir a una estigmatización social y un desasosiego emocional. Estos factores pueden
tener una marcada repercusión en la calidad de vida y en las relaciones sexuales. Sin
embargo, con el tiempo, la mayoría de las personas con herpes se adaptan a vivir con la
infección.
El herpes genital aumenta a casi el triple el riesgo de contraer el VIH. Además, las personas
que presentan una infección por el VIH a la vez que por el herpes genital tienen mayores
probabilidades de transmitir el VIH a otras personas. Un 60-90% de las personas con
infección por el VIH tienen también un herpes genital causado por el VHS-2. La infección
por el VHS-1 o el VHS-2 en personas con infección por el VIH (y en otros individuos con un
sistema inmunitario debilitado) produce a menudo síntomas más graves y recaídas más
frecuentes.

La infección genital por herpes la diagnostica a menudo clínicamente un profesional de la


salud adecuadamente capacitado por medio de la exploración física. Sin embargo, se
necesitan pruebas de laboratorio para diferenciar el VHS-1 del VHS-2. Cuando no hay
vesículas, pueden ser necesarias también pruebas de confirmación de laboratorio para
descartar otras causas de úlceras genitales. Se han producido avances importantes en los
métodos diagnósticos del VHS-2 como el empleo de pruebas diagnósticas moleculares
rápidas, algunas de las cuales han sido precalificadas por la OMS.

En la actualidad no hay curación ni vacuna para el herpes. Los preservativos ayudan a reducir
la probabilidad de infección, aunque no la eliminan por completo ya que pueden producirse
brotes de herpes genital en zonas no cubiertas por el preservativo. De todos modos, el uso de
preservativos continúa siendo aconsejable puesto que puede prevenir otras enfermedades de
transmisión sexual y embarazos no deseados.
Los fármacos antivirales son la medicación más eficaz de que disponemos para tratar a las
personas con infección genital por herpes. Estos medicamentos pueden ayudar a reducir la
gravedad y la frecuencia de los síntomas pero no permiten curar la infección. Tanto la
infección por el VHS-1 como la del VHS-2 persisten durante toda la vida.
Tricomoniasis

La tricomoniasis, causada por el parásito protozoario Trichomonas vaginalis, es la infección


de transmisión sexual (ITS) más frecuente a nivel mundial. En comparación con la infección
por clamidias y otras ITS con tasas de prevalencia mayores en las mujeres de 15 a 25 años,
las infecciones por T. vaginalis parecen alcanzar un máximo en una fase considerablemente
más avanzada de la vida (entre los 40 y los 50 años).
La tricomoniasis durante el embarazo puede conducir a un parto prematuro y a peso bajo al
nacer. En personas con tricomoniasis o sus síntomas, es aconsejable el tamizaje para otras
enfermedades de transmisión sexual siempre que los recursos disponibles lo permitan.

La infección es asintomática en al menos un 50% de las mujeres y un 70-80% de los


hombres.

La tricomoniasis se puede contraer a través de las relaciones sexuales vaginales sin


protección con una persona que tenga esa enfermedad. Las infecciones en otras partes del
cuerpo como la boca y el ano son posibles, pero no frecuentes. Se puede contraer la infección
incluso si se ha tenido tricomoniasis en el pasado y se ha recibido tratamiento. La
tricomoniasis puede transmitirse también a un niño durante el parto.

Alrededor del 50% de las mujeres y el 70-80% de los hombres no perciben ningún síntoma de
la tricomoniasis. Si se producen síntomas, estos pueden adoptar diversas formas. Las mujeres
pueden notar un flujo vaginal anormal con un olor extraño, dolor genital, molestias al orinar y
escozor vaginal. En los hombres puede haber una secreción uretral, sensación de quemazón
después de orinar o de eyacular, o escozor o irritación en el interior del pene. Cuando hay una
infección, las relaciones sexuales pueden resultar desagradables.

La infección por tricomas en las embarazadas puede causar resultados adversos en el


embarazo, en especial la ruptura de aguas prematura, el parto prematuro y el peso bajo al
nacer.
Se ha observado que la tricomoniasis aumenta la vulnerabilidad a propagar o contraer otras
ITS, incluida la infección por el VIH.
Si es posible, el diagnóstico se realiza en el laboratorio con el empleo de diferentes tipos de
muestras, como las de orina y las obtenidas con hisopos vaginales, cervicales y uretrales. Sin
embargo, dado que en muchos países no se dispone de pruebas diagnósticas de laboratorio, a
menudo el diagnóstico lo lleva a cabo un profesional de la salud cualificado sobre la base de
la presencia de síntomas como la secreción vaginal y uretral.
El uso correcto y uniforme de preservativos reduce el riesgo de infección durante el contacto
sexual vaginal. Las infecciones en otras partes del cuerpo como la boca y el ano son posibles,
pero no frecuentes.
La tricomoniasis se puede tratar con antibióticos. Las personas que han recibido tratamiento
para la tricomoniasis pueden contraerla nuevamente. Para evitar la reinfección, todas las
parejas sexuales deben recibir tratamiento al mismo tiempo.

HPV

El virus del papiloma humano (VPH) es un virus frecuente, de transmisión sexual. Si no han
sido vacunadas, la mayoría de las personas tendrán una infección por el VPH en algún
momento de su vida. El VPH es la infección viral más frecuente del aparato reproductor y es
causa de diversos trastornos, tanto en los hombres como en las mujeres, incluidas ciertas
lesiones precancerosas que pueden progresar a un cáncer y las verrugas genitales. Aunque la
mayor parte de las infecciones por el VPH no causan síntomas y desaparecen
espontáneamente, la infección persistente por el VPH puede dar lugar a enfermedades. En las
mujeres, la infección persistente por ciertos tipos de VPH específicos (los más frecuentes son
el VPH-16 y el VPH-18) puede conducir a lesiones precancerosas que, si no se tratan, pueden
progresar a un cáncer cervicouterino. La infección por el VPH se asocia también a cánceres
orofaríngeos y anogenitales, así como a otros trastornos tanto en hombres como en mujeres.

Hay más de 100 tipos de VPH, y cada uno se identifica mediante un número. Algunos tipos
de VPH pueden causar verrugas genitales o anales, pero no causan cáncer. Las verrugas
genitales son protuberancias visibles, blandas, húmedas y del color de la piel. Las verrugas
genitales causadas por el VPH pueden desaparecer espontáneamente o pueden requerir
tratamiento.

Se han autorizado tres vacunas inocuas y sumamente eficaces para prevenir la infección por
los tipos de VPH de alto riesgo: bivalente, tetravalente y nonavalente. Estas vacunas son
también sumamente eficaces en la prevención de las lesiones precancerosas del cuello
uterino. En conjunto, los tipos 16 y 18 del VPH son responsables de aproximadamente un
70% de los casos de cáncer cervicouterino a nivel mundial. Las vacunas tetravalente y
nonavalente son también sumamente eficaces en la prevención de las verrugas genitales y
anales. La OMS recomienda que todos los países procedan a la introducción de la vacunación
contra el VPH a nivel nacional.

El VPH es la causa de infección más frecuente del sistema reproductivo producida por un
virus. De hecho, la mayoría de las mujeres y los hombres sexualmente activos sufren esta
infección en algún momento de la vida y en algunas personas puede haber infecciones
reiteradas si no han sido vacunadas antes de que se inicie su vida sexual activa.
El VPH se transmite principalmente a través del contacto sexual y la mayoría de las personas
se infectan poco después del inicio de la actividad sexual si no han sido vacunadas. El VPH
se transmite por vía sexual, pero no es necesario que haya sexo con penetración para que se
produzca la transmisión. El contacto genital de piel con piel es un modo de transmisión
claramente establecido y el VPH puede transmitirse a pesar de que la persona infectada no
muestre ningún signo ni síntoma.

La mejor manera de prevenir la infección por el VPH es el empleo de la vacunación antes del
inicio de la vida sexual activa. Se han autorizado tres vacunas inocuas y sumamente eficaces
para prevenir la infección por los tipos de VPH de alto riesgo: bivalente, tetravalente y
nonavalente. Estas vacunas son también sumamente eficaces en la prevención de las lesiones
precancerosas del cuello uterino. Las vacunas tetravalente y nonavalente son también
sumamente eficaces en la prevención de las verrugas genitales y anales. La OMS recomienda
que todos los países procedan a la introducción de la vacunación contra el VPH a nivel
nacional.

Los preservativos son útiles para reducir la probabilidad de infección aunque no la eliminan
por completo, ya que el virus puede encontrarse en zonas del área genital y anal que no están
protegidas por el condón. De todos modos, se recomienda el uso de preservativos ya que
puede prevenir otras infecciones de transmisión sexual y evitar embarazos no deseados.

El VPH no causa síntomas, y lo más frecuente es que la infección desaparezca por sí sola. La
mayoría de las personas no llegan a saber nunca que tienen una infección por el VPH. Las
infecciones por VPH se resuelven generalmente sin ninguna intervención en pocos meses, y
cerca del 90% se resuelven en un plazo de dos años.

Aunque la mayoría de las infecciones por el VPH no causan síntomas y desaparecen


espontáneamente, la infección persistente por el VPH puede dar lugar a enfermedades. En las
mujeres, la infección persistente por ciertos tipos de VPH específicos (los más frecuentes son
el VPH-16 y el VPH-18) puede conducir a lesiones precancerosas que, si no se tratan, pueden
progresar a un cáncer cervicouterino. La infección por el VPH se asocia también a cánceres
orofaríngeos y anogenitales y a otros trastornos en los hombres y las mujeres. Los tipos de
VPH no cancerígenos pueden causar verrugas genitales que son muy frecuentes y sumamente
infecciosas.

La infección por el VPH causa cada año 72.000 casos de cáncer cervicouterino y 34.000
muertes debidas a cáncer cervicouterino en la Región de las Américas (datos del 2018).

La infección por el VPH puede detectarse con la prueba del VPH, que se realiza a las mujeres
al llevar a cabo un examen ginecológico. La prueba del VPH es relativamente nueva y en
muchos países todavía no se dispone de ella. Generalmente se realiza la prueba a las mujeres
de más de 30 años de edad para detectar la infección por el VPH. En el caso de que se detecte
una infección por el VPH, la mujer tiene un mayor riesgo de presentar lesiones precancerosas
en el cuello uterino. Por este motivo, es muy importante que, en las mujeres en la que se ha
detectado una infección por el VPH, se aplique una asistencia médica de seguimiento y un
tratamiento de las lesiones precancerosas en caso necesario. Si las lesiones precancerosas no
se tratan, es probable que se conviertan en un cáncer cervicouterino.

No hay ningún tratamiento para el virus, pero sí lo hay para los problemas de salud causados
por la infección por el VPH.

● Verrugas genitales: Las verrugas genitales son protuberancias visibles, blandas,


húmedas y del color de la piel. En las mujeres, estas verrugas se encuentran alrededor
de la vagina, el cuello uterino o el ano. En los hombres, las verrugas genitales pueden
aparecer en la punta del pene. Las verrugas genitales causadas por el VPH pueden
desaparecer espontáneamente o pueden requerir tratamiento. Es posible para las
verrugas desaparezcan espontáneamente, y que luego reaparezcan de nuevo. Debe
solicitarse una atención médica para la eliminación de las verrugas.

● Lesiones precancerosas del cuello uterino: Si en un examen de tamizaje se detectan


cambios en las células del cuello uterino, la mujer generalmente necesitará otra
prueba realizada por un médico durante un examen ginecológico. Esta prueba se
denomina colposcopia y puede acompañarse o no de una biopsia. Si se diagnostica
una lesión precancerosa, se aplica un tratamiento para evitar el desarrollo del cáncer
cervicouterino. Dicho tratamiento consiste en la extirpación de las lesiones. La
detección de la infección por el VPH y el tamizaje para detectar posibles lesiones
precancerosas, seguido de un tratamiento oportuno de estas lesiones, son esenciales
para la prevención del cáncer cervicouterino. Puede consultarse información más
detallada en la página sobre el virus del papiloma humano y el cáncer cervicouterino
de la OPS.

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