Guía 4 Apocalipsis

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IBIMIS – Libro de Apocalipsis

Profesor Adolfo Ayala H.

LIBRO DE APOCALIPSIS: CAPÍTULO 8 - 21


Nombre: ________________________________________________ Fecha: _____________

El séptimo sello (Cap. 8-10): El séptimo sello da paso a una serie de


acontecimientos que se sintetizan en trompetas que contienen grandes
eventos cataclismos que afectan a la humanidad y a la creación completa.

Primera Cuando el primer ángel toca su trompeta, el mundo experimenta "granizo y fuego
trompeta mezclados con sangre" (Apocalipsis 8:7). Un tercio de los árboles del mundo se queman en
esta plaga, y toda la hierba verde se consume. Este juicio tiene algunas similitudes con la
séptima plaga de Egipto (ver Éxodo 9:23-24).
Segunda En el cielo, un segundo ángel toca una trompeta. El resultado es que "una gran montaña
trompeta ardiendo en fuego fue precipitada en el mar" (Apocalipsis 8:8). Un tercio del mar se
convierte en sangre, un tercio de los barcos se hunde, y un tercio de la vida del océano
muere (Apocalipsis 8:9). Este juicio es similar en algunos aspectos a la primera plaga de
Egipto (ver Éxodo 7:20-21).
Tercera El juicio de la tercera trompeta es como el de la segunda, con la diferencia de que afecta a
trompeta los lagos y ríos de agua dulce del mundo y no a los océanos. Específicamente, "una gran
estrella, ardiendo como una antorcha" cae del cielo y envenena un tercio del suministro de
agua (Apocalipsis 8:10). A esta estrella se le da el nombre de Ajenjo, y mucha gente muere
(Apocalipsis 8:11). En botánica, el ajenjo (Artemisia absinthium) es una planta parecida a
un arbusto, conocida por su extrema amargura y sus propiedades venenosas.
Cuarta La cuarta de las siete trompetas provoca cambios en los cielos. "Fue herida la tercera parte
trompeta del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese
la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche"
(Apocalipsis 8:12).
Después del juicio de la cuarta trompeta, Juan menciona una advertencia especial que
proviene de un águila que vuela por el aire. Esta águila grita con una voz fuerte, diciendo,
"¡Ay! ¡Ay! ¡Ay de los habitantes de la tierra cuando suenen las tres trompetas que los
últimos tres ángeles están a punto de tocar!" (Apocalipsis 8:13). Por esta razón, la quinta,
sexta y séptima trompetas son conocidas como los "tres ayes".
Quinta La quinta trompeta (y el primer ay) resulta en una aterradora plaga de "langostas
trompeta demoníacas" que atacan y torturan a los no salvos durante cinco meses (Apocalipsis 9:1-
11). La plaga comienza con una "estrella" que cae del cielo. Esta estrella es muy
probablemente un ángel caído, ya que se le da "la llave del pozo del abismo" (Apocalipsis
9:1). Abre el Abismo, liberando una horda de "langostas" con "poder como el de los
escorpiones" (Apocalipsis 9:3). Las langostas no tocan la vegetación de la tierra, sino que
se dirigen directamente a "los que no tenían el sello de Dios en la frente" (Apocalipsis 9:4).
Durante cinco meses, estas langostas atormentan a las personas, cuya agonía es tan grande
que querrán morir, "pero no la hallarán" (Apocalipsis 9:6). A las langostas no se les permite
matar a nadie, sólo torturarlas.
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Estas demoníacas "langostas" tienen un "rey", que es el ángel del Abismo (Apocalipsis
9:11). En hebreo su nombre es Abadón, y en griego es Apolión, que significa "Destructor".
Las langostas en sí mismas se describen en términos inusuales: parecen "caballos
preparados para la guerra" (Apocalipsis 9:7). Llevan algo así como "coronas de oro" y sus
caras eran como caras humanas (Apocalipsis 9:7). Tienen pelo "como el de las mujeres" y
dientes "como los de los leones" (Apocalipsis 9:8). Tienen algo parecido a corazas de
hierro, y sus alas suenan como "el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la
batalla" (Apocalipsis 9:9). Como los escorpiones, tienen aguijones en sus colas
(Apocalipsis 9:10). Esta descripción ha dado lugar a muchas y diferentes interpretaciones:
¿es una visión de helicópteros, de guerreros bárbaros, de un ejército con poderes satánicos,
o de criaturas reales del pozo del infierno? No lo sabremos con seguridad hasta que ocurra.
Sexta La sexta trompeta (y el segundo ay) incluye el ataque de otra horda demoníaca (Apocalipsis
trompeta 9:12-21). Una vez que la sexta trompeta suena, una voz del altar de Dios pide la liberación
de "los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates" (Apocalipsis 9:14). Estos
cuatro ángeles habían sido mantenidos en cautiverio sólo para este propósito: causar
destrucción durante la tribulación (Apocalipsis 9:15). Estos cuatro ángeles malvados
lideran una caballería sobrenatural de miles y miles de personas para matar a un tercio de
la humanidad (Apocalipsis 9:16). Los jinetes tienen corazas de "color rojo encendido, azul
violeta y amarillo" (Apocalipsis 9:17). Sus caballos tienen "cabezas de leones, y de sus
bocas salía fuego, humo y azufre", y "sus colas eran como serpientes" (Apocalipsis 9:18-
19). Matan con sus bocas y con sus colas.
A pesar de la severidad y el horror de estas plagas, los supervivientes en la tierra todavía se
niegan a arrepentirse. Continúan con su idolatría, sus asesinatos, su brujería, su inmoralidad
sexual y sus robos (Apocalipsis 9:20-21).
Después del juicio de la sexta trompeta hay un interludio literario. Juan ve a un ángel
descender del cielo con un pequeño rollo en su mano. Se le promete que "el séptimo ángel
está a punto de tocar la trompeta" (Apocalipsis 10:7), y se le dice a Juan que debe profetizar
un poco más (Apocalipsis 10:11). Luego viene una descripción de los dos testigos que
predicarán en Jerusalén y harán milagros antes de ser asesinados. Dios los resucitará y los
llevará al cielo (Apocalipsis 11:1-13).
Séptima La séptima trompeta (y el tercer ay) suena, e inmediatamente hay fuertes voces en el cielo
trompeta diciendo, "Los reinos del mundo han venido
a ser de nuestro Señor y de su Cristo;
y él reinará por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 11:15).
Los veinticuatro ancianos dicen: "Ha llegado el momento de... destruir a los que destruyen
la tierra" (Apocalipsis 11:18). Obviamente, Dios está a punto de terminar con las cosas de
una vez por todas. Al sonar la séptima trompeta, el templo de Dios se abre en el cielo, y "el
arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y
grande granizo" (Apocalipsis 11:19).
Así terminan los siete juicios de las trompetas. Todo está listo para los siete ángeles con las
siete copas de la ira de Dios. Estos ángeles están de pie dentro del templo que ahora está
abierto, listos para dar un paso adelante y traer los juicios finales a la tierra (Apocalipsis
15).
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Los dos testigos (Cap. 11): Hay


tres puntos de vista principales
sobre la identidad de los dos
testigos en Apocalipsis 11:3–12.
1) Moisés y Elías; 2) Enoc y
Elías, y 3) dos creyentes
desconocidos a quienes Dios
llama para que sean Sus testigos
en los últimos tiempos.
Moisés y Elías son considerados
como las posibilidades, debido
al poder de los testigos de
convertir el agua en sangre
(Apocalipsis 11:6), por lo cual
Moisés es conocido (Éxodo 7); y
por su poder para destruir a
personas con fuego del cielo
(Apocalipsis 11:5), como se conoció a Elías (2 reyes 1). Otro hecho que también le da fuerza a este punto de
vista, es que Moisés y Elías aparecieron con Jesús en la Transfiguración (Mateo 17:3-4). Además, la tradición
judía espera que Moisés y Elías vuelvan en el futuro. Malaquías 4:5 predice la venida de Elías, y algunos
judíos creen que la promesa de Dios para levantar un profeta como Moisés (Deuteronomio 18:15, 18), también
requiere el regreso de Moisés.
Enoc y Elías son vistos como las posibles identidades de los dos testigos, porque son las dos personas en la
historia que nunca han experimentado la muerte (Génesis 5:24; 2 Reyes 2:11). El hecho de que ni Enoc ni
Elías murieron, pareciera hacerlos aptos para la muerte y la resurrección de los dos testigos (Apocalipsis 11:7-
12). Los defensores de este punto de vista, sostienen que Hebreos 9:27 (todos los hombres mueran una sola
vez), descalifica a Moisés de ser uno de los dos testigos, ya que Moisés murió una vez (Deuteronomio 34:5).
Sin embargo, hay muchos otros en la Biblia que murieron dos veces, por ejemplo, Lázaro, Dorcas, y la hija
de Jairo; así que realmente no hay razón por la cual debemos eliminar a Moisés sobre dicha base.
La mujer y el dragón (Cap. 12): Escena auto explicativa.
Cristo, quien proviene de Israel, rige con autoridad. El dragón,
Satanás, persigue a la mujer y a sus descendientes, es también
echado a la tierra junto con sus seguidores.
La bestia del mar y de la tierra (Cap. 13): La primera bestia
que subió del mar cautiva el corazón de los hombres, blasfema
contra Dios y hace la guerra a sus siervos. Esta va a ser ayudada
en su diabólica misión por otra bestia que subirá de la tierra. El origen terreno de esta segunda bestia parece
que la hace menos misteriosa que la primera, aunque no menos dañina. El libro de Apocalipsis se refiere a
esta segunda bestia como "el falso profeta" (Ap 16:13) (Ap 19:20) (Ap 20:10).
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Las copas de la ira (Cap. 14-16)

Primera Los primeros ángeles derraman la primera copa sobre la tierra, "vino una úlcera maligna y
copa pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen"
(Apocalipsis 16:2). Esta plaga se dirige a los que se han comprometido con el Anticristo;
los santos de la tribulación no se verán afectados por estas úlceras

Segunda La segunda copa se vierte en el mar, convirtiendo el agua "en sangre como de muerto; y
copa murió todo ser vivo que había en el mar" (Apocalipsis 16:3). Un tercio de la vida marina
ya había muerto al sonar la segunda trompeta (Apocalipsis 8:9), y ahora el resto de la vida
marina ha desaparecido. Los océanos están muertos.

Tercera Cuando se derrama la tercera copa de la ira de Dios, los ríos y los manantiales de agua
copa dulce también se convierten en sangre (Apocalipsis 16:4-5). El ángel a cargo del agua dice,
"Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.

Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a
beber sangre; pues lo merecen" (Apocalipsis 16:5-6). El altar en el cielo responde,
"Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso,
tus juicios son verdaderos y justos" (Apocalipsis 16:7).

Cuarta El cuarto ángel derrama su copa sobre el sol, "al cual fue dado quemar a los hombres con
copa fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor" (Apocalipsis 16:8-9). En lugar de
arrepentirse de su pecado, los malvados habitantes de la tierra "blasfemaron el nombre de
Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria"
(Apocalipsis 16:9).

Quinta La quinta de las siete copas hace que el reino de la bestia se sumerja en una gran oscuridad.
copa El dolor y el sufrimiento de los malvados se intensifican, de modo que la gente se muerde
la lengua en agonía (Apocalipsis 16:10-11). Aún así, los seguidores del Anticristo "no se
arrepintieron de sus obras" (Apocalipsis 16:11).

Sexta El sexto ángel derrama su copa de juicio sobre el río Éufrates. Ese río se seca como
copa preparación para que los reyes de Oriente se encaminen a su propia destrucción
(Apocalipsis 16:12). Juan ve entonces tres espíritus inmundos "a manera de ranas" saliendo
de las bocas de Satanás, el Anticristo y el falso profeta (Apocalipsis 16:13). Estos demonios
hacen milagros y engañan a los reyes de la tierra y los reúnen para la batalla final en el Día
del Señor (Apocalipsis 16:14). Bajo la influencia demoníaca, "los reyes [se reúnen] en el
lugar que en hebreo se llama Armagedón" (Apocalipsis 16:16).

Séptima La séptima copa se vacía en la atmósfera. Una fuerte voz en el cielo dice: "¡Hecho está!"
copa (Apocalipsis 16:17). La séptima copa produce relámpagos y un terremoto tan fuerte "cual
no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra" (Apocalipsis 16:18).
Jerusalén se divide en tres partes, y las ciudades del mundo se derrumban (Apocalipsis
16:19). Las islas se inundan y las montañas desaparecen (Apocalipsis 16:20). Granizo
gigante, "cayeron grandes granizos sobre la gente. Parecían rocas, pues pesaban más de
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cuarenta kilos" (Apocalipsis 16:21). Los que estaban siendo juzgados "blasfemaron contra
Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande" (Apocalipsis
16:21).

Condenación de la gran ramera y la caída de Babilonia (Cap. 17-18): Apocalipsis 17:15 enlaza a la ramera
con "pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas". La ramera de Babilonia tendrá gran influencia en todo el
mundo. Ella en algún momento va a ejercer dominio sobre el mundo, porque ella es "la gran ciudad que reina
sobre los reyes de la tierra" (Apocalipsis 17:18). Comúnmente es relacionada con el imperio romano o con el
gobierno de un anticristo.
Las bodas del cordero y el jinete del caballo blanco (Cap. 19): La segunda venida es relatada con grandes
detalles en Apocalipsis 19:11-16, “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba
se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en Su
cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino Él mismo. Estaba vestido de
una ropa teñida en sangre; y Su nombre es; EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino
finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De Su boca sale una espada aguda para herir con
ella a las naciones, y Él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del furor de la ira del Dios
Todopoderoso. Y en su vestidura y en Su muslo tiene escrito este nombre; REY DE REYES Y SEÑOR DE
SEÑORES”. Las bestias son arrojadas al lago de fuego y azufre y los ejércitos de la tierra son destruidos.
Los mil años (Cap. 20): El Milenio (también conocido como el Reino Milenario) es el reino de 1.000 años
de Jesús después de la Tribulación y antes de que todas las personas en el mundo sean enviadas al cielo o al
infierno. Jesús reinará como rey sobre Israel, así como sobre todas las naciones del mundo (Isaías 2:4; 42:1).
El mundo vivirá en paz (Isaías 11:6-9; 32:18), Satanás será atado (Apocalipsis 20:1-3), y, al principio, todos
adorarán a Dios (Isaías 2:2-3). El propósito del reinado de 1.000 años es cumplir las promesas que Dios hizo
al mundo y que no se pueden cumplir mientras Satanás esté libre y los hombres tengan autoridad política.
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Juicio del gran trono blanco (Cap. 20): Luego del reino milenial, Satanás es liberado y contiende contra los
hijos de Dios. El juicio del gran trono blanco se describe en Apocalipsis 20:11-15 y es el juicio final antes de
que los perdidos sean echados al lago de fuego. Sabemos por Apocalipsis 20:7-15 que este juicio tendrá lugar
después del milenio y después de que Satanás, la bestia, y el falso profeta sean lanzados al lago de fuego
(Apocalipsis 20:7-10). Los libros que son abiertos (Apocalipsis 20:12) contienen registros de las acciones de
todos, tanto si son buenas como malas, porque Dios conoce cada cosa que se ha dicho, hecho, o aún pensado,
y Él recompensará o castigará a cada uno, de acuerdo a ello (Salmo 28:4; Salmo 62:12; Romanos 2:6;
Apocalipsis 2:23; Apocalipsis 18:6; Apocalipsis 22:12).
Al mismo tiempo también se abrirá otro libro que es
el “libro de la vida” (Apocalipsis 20:12). Es este el
libro que determina si una persona heredará la vida
eterna con Dios, o recibirá el castigo eterno en el lago
de fuego. Aunque los cristianos son tenidos como
responsables de sus actos, ellos son perdonados en
Cristo y sus nombres fueron escritos en el “libro de
la vida desde la fundación del mundo” (Apocalipsis
17:8). También sabemos por la Escritura que es en
este juicio donde Jesús juzgará a “los muertos de
acuerdo a sus obras” (Apocalipsis 20:12) y que todos
aquellos “cuyos nombres no se encuentren inscritos
en el libro de la vida” serán echados al lago de fuego
(Apocalipsis 20:15).
Cielos nuevos y tierra nueva (Cap. 21): Después del final de los tiempos, los cielos y la tierra actuales, serán
deshechos y reemplazados con nuevos cielos y nueva tierra. La morada eterna de los creyentes será en la nueva
tierra. La nueva tierra es el “cielo” en el cual pasaremos la eternidad. Es en la nueva tierra donde residirá la
Nueva Jerusalén, la ciudad celestial. Es en la nueva tierra donde estarán las puertas de perla y las calles de
oro.
El cielo – la nueva tierra – es un lugar físico en el cual
moraremos con cuerpos físicos glorificados (ver 1 Corintios
15:35-58). El concepto de que el cielo está “en las nubes” es
antibíblico. El concepto de que seremos “espíritus flotando
alrededor del cielo” también es antibíblico. El cielo que
experimentarán los creyentes será un nuevo y perfecto
planeta en el cual viviremos. La nueva tierra estará libre de
pecado, maldad, enfermedad, sufrimiento y muerte. Será
muy parecida a la tierra actual, o quizá aún una recreación de
nuestro actual planeta – pero por supuesto sin pecado.
Epílogo sobre a venida de cristo (Cap. 22): Juan testifica haber visto y oído
estas cosas. Existe recompensa para quienes guarden las palabras de este
libro. Se considera que aún hay tiempo de arrepentimiento, para lavar sus
ropas y heredar la vida eterna en la nueva ciudad de Dios. Juan, el espíritu, la
iglesia y Cristo anuncian que esta venida es próxima, recalcando la relevancia
y urgencia de este evento.

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