Pablo - Elejalde - 4 - Relación Moral y Derecho
Pablo - Elejalde - 4 - Relación Moral y Derecho
Pablo - Elejalde - 4 - Relación Moral y Derecho
INDOAMÉRICA
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA CIENCIAS POLÍTICAS Y
ECONÓMICAS
CARRERA DE DERECHO
Introducción
En este ensayo nos enfocamos en solucionar la siguiente interrogante: ¿Cuál es la relación que
hay en la moral para poder considerarse como una fuente trascendente para el Derecho o debería
dividirse del mismo? Para el desarrollo de esto, nos enfocaremos en un marco filosófico
esencialmente fundamentado por el escepticismo con tintes tanto subjetivistas como relativistas y
referentes a Filosofía del Derecho, ahora nos enfocaremos en una corriente iuspositivista;
precisamente, en la habitualmente llamada paleopositivista popular por insistir en dividir la
moral
y el Derecho. (Portela, 2014, pág. 115) La contestación que este artículo va a ser en dicho marco
teórico que se desplegará con base a nuestra religión de diferenciación y de ser viable división en
medio de éstas dos directrices: el jurídico y el moral, puesto que consideramos que la interacción
no es elemental, o sea, que a lo mucho llega a ser contingente. Para dicho cometido nos
serviremos de la predominación de autores particulares de la corriente: Bobbio, Austin, Kelsen y
Hart, aparte de ciertos tratadistas y otros autores, que no precisamente mantienen el enfoque.
Es bueno hacer incapíe en subrayar que, si bien este trabajo busca desarrollar el asunto de la
realidad o no de una interacción entre la Moral y el Derecho, en sus respectivas restricciones de
longitud y hondura, se van a tener que intentar temáticas distintas que versen sobre Ética,
Derecho Natural, Derecho Positivo y justicia, y otros.
Lógicamente hay leves digresiones, correctas para lograr hacer un estudio completo y ya que los
autores tratados además las integran en sus visualizaciones; más, intentaremos mantenernos en el
asunto de forma congruente sin distorsionar nada en lo posible. Nos centraremos en localizar a la
Moral y el Derecho en la meditación filosófica, su localización ontológica, en general de por qué
nos desenvolvemos en este marco teórico, la probabilidad de una valoración objetiva iniciativa
por la problemática de la justicia y el Derecho a partir del iusnaturalismo y iuspositivismo, las
diferencias que la corriente descubre entre los dos y, al final el procedimiento de la temática para
los autores específicos Austin, Kelsen y Hart.
Las interacciones entre la Moral y el Derecho conforman una de las preguntas más relevantes y
complicadas de la Filosofía del Derecho, más que nada si se tiene presente que están afectando al
criterio del Derecho, a su aplicación, a las interacciones entre legalidad y justicia o al espinoso
asunto de la obediencia al Derecho. La Moral y el Derecho realizan alusión a una gran parte del
comportamiento humano y se manifiestan, en enorme medida, con los mismos términos (deber,
obligación, culpa, responsabilidad). Puede decirse que el contenido del Derecho tiene una clara
dependencia de la moral social vigente, tal como toda moral social pretende disponer del
refuerzo coactivo del Derecho para de esta forma conseguir efectividad social.
Compartimos la tesis que instituye la elemental exclusión entre la Moral y el Derecho,
acompañada de una secuencia de conexiones bastante importantes. En tal sentido, se pudo
mencionar que "la excepción entre Derecho y Moral no debería dificultar el esfuerzo por
constatar las conexiones entre las dos normatividades en la cultura actualizada, ni la batalla por
la unión de criterios razonables de moralidad en el Derecho, ni tampoco la crítica a partir de
criterios de moralidad al Derecho válido".
Con estos comentarios sobre las relaciones que hay procederemos a realizar una ampliación de
los mismos con mayores detalles.
Desarrollo
Uno de los más grandes dilemas de la Filosofía del Derecho esta en el contenido moral de la ley.
A lo extenso de siglos, cientos de autores han discutido sobre si la ley debería tener precisamente
un definido contenido axiológico para ser válida, así como sobre la naturaleza de tal contenido, o
si por otro lado basta con que sea aprobada por los cauces legalmente previstos para su validez.
La probabilidad de formular juicios morales -aquellos que, en ciertos entornos y bajo ciertos
fines, tienen dentro términos como “bueno” o “malo”; “correcto” o “incorrecto”; “deber” u
“obligación “constituye una capacidad vinculada constitutivamente con la condición de
humanidad. La práctica de apreciar diferentes estados de cosas hace dar por sentado cualquier
nivel de objetividad en los juicios respectivos. Ejemplificando, si alguien formula un juicio del
tipo “la tortura es mala”, parece estar remitiendo a cualquier criterio intersubjetivamente válido,
de acuerdo con el cual puede establecerse la realidad de aquel juicio, con libertad de la crítica de
cualquier sujeto en especial sobre el punto. De esta forma, la objetividad se expone como un
presupuesto importante del discurso moral. No obstante, es notorio que, virtualmente en cada una
de las preguntas de relevancia, hay desacuerdos morales primordiales, que resultan más
evidentes hoy que en cualquier otra etapa de la historia, dado el carácter irremediablemente
pluralista de las comunidades contemporáneas. Piénsese, ejemplificando, en preguntas como por
ejemplo el legrado, la eutanasia, la utilización de drogas, el control de armas, la sexualidad, la
justicia tributaria. Una cuestión inherente a la justificación del derecho es la decisión de cuál ha
de ser su motivo último. Aquí se expone la tradicional dicotomía entre un relativismo
(difícilmente absoluto en los tiempos actuales) que asume como derecho válido cualquier
producto normativo surgido del poder legislativo, y las tesis, no precisamente iusnaturalistas, que
recurren al contenido de la regla, para establecer su validez, y la rechazan si niega unas nociones
de justicia que principalmente concuerdan con el respeto a la dignidad humana. En las próximas
líneas se recogerán las posturas iusfilosóficas que, a este respecto, se fueron configurando
durante las últimas décadas, citando a ciertos de sus representantes más prominentes.
El positivismo imperante de la era encabezado por el abogado austriaco Kelsen abogó por llevar
a cabo una teoría científica del derecho en la que se prescindiera de todo componente “extraño”
que le impidiera explicar y conocer su objeto de análisis. Entre estos recursos “extraños” se ha
incluído a la moral, cuya exclusión dentro del análisis del fenómeno normativo se reforzó por el
hecho de que Kelsen consideraba a la moral como un costo relativo. Para Kelsen, la división
entre el derecho y moral es total, es decir, no existe interacción alguna entre los dos. Opuesto al
pensamiento de Kelsen y sus seguidores, Hart nunca negó la interacción o intersección entre el
derecho y la moral; es decir, tanto la moral como el derecho se influencian recíprocamente. Es
más, en el capítulo IX de El término de derecho, Hart afirmó que el desarrollo del derecho ha
estado profundamente influido tanto por la moral usual y los ideales de conjuntos sociales
particulares, como por maneras de crítica moral esclarecida desarrolladas por individuos cuyo
horizonte moral ha trascendido las pautas corrientemente aceptadas. Lo cual Hart rehúsa “en
general” es una conexió́ n elemental entre el derecho y la moral, o sea, entre el contenido del
derecho y de la moral no hay precisamente una interacción conceptual. En relación a esta
conexión elemental, Hart distingue entre leyes particulares y el sistema jurídico en su grupo. En
la situación de las leyes particulares, a juicio de Hart no hay duda, para que exista una ley
especial ésta no requiere pasar ni una prueba moral, por consiguiente, en esta situación no hay
una conexión elemental entre el derecho y la moral. La cuestión fundamental nace en la segunda
interrogante: ¿existe una conexión elemental entre el derecho y la moral a partir del punto de
vista de un sistema jurídico en su conjunto? Siendo esta cuestión más compleja que la anterior,
Hart “está dispuesto” a hacer 2 concesiones relevantes a favor de la conexión elemental entre el
derecho y la moral: a) contenido mínimo del derecho natural y b) germen de la justicia.
Ahora en términos más entendibles didácticos el término moral nace de la palabra latino “mores”
y significa costumbre. Fueron las primeras reglas que conocieron los romanos, denominadas
“mores maiorum”, o prácticas de los antepasados. Además distinguieron el ius (derecho humano)
del fas (derecho divino) empero no estaban plenamente diferenciados, debido a que el fas le
otorgaba el contenido al ius.
Como vemos, todo el sistema normativo, tiende a producir normas de conducta para que la
sociedad funcione armónicamente. Es que las normas de conducta se inventaron para ello, para
que el ser humano pueda sus metas particulares, teniendo presente el fin social de sus actos, o al
menos, sin afectar a otros.
A partir de que el infante nace se le va enseñando ciertas conductas como buenas o malas,
preciadas o disvaliosas, y de esta forma las va internalizando, cotejándolas con lo cual observa.
Si su papá es un hombre trabajador, responsable, sin por dicha razón dejar de preocuparse por su
hijo, el infante aprenderá bastante más de verlo que de escucharlo, que ser trabajador y
responsable es bueno, y dicha regla se incorporará a su conciencia moral. Si alguien le dice “hoy
no vayas a la escuela” seguramente su conciencia se encargará de decirle: “Ve al colegio, puesto
que es malo no asistir a clases. Tu papá continuamente va al trabajo, y te ha enseñado que es
malo incumplir tus deberes”.
Pese a todo, puede suceder que el ser humano no escuche ni los denominados de su conciencia ni
los de su religión y viole dichas reglas, poniendo en riesgo a la sociedad, y allí es donde participa
el derecho, que claramente se nutre de aquellas reglas morales y religiosas, puesto que el
legislador que forma las reglas jurídicas es un ser hombre con conciencia moral, y en algunas
ocasiones religiosa. Aquellas reglas jurídicas que unen el derecho son de aplicación compulsiva:
no hay alternativa, se debe acatarlas, nos gusten o no, puesto que de lo opuesto, seremos
multados, inhabilitados o iremos a prisión.
Principalmente, moral y derecho concuerdan. De esta forma la moral nos plantea que no
debemos asesinar o hurtar, y el Código Penal sanciona con pena de prisión a quien mata o hurta.
Por esa causa, es común que los individuos no conozcan el Código Penal, y no obstante no lo
violen, puesto que trabajan según su bien formada conciencia (generalmente no se mata o no se
hurta, no por no visitar la penitenciaría, sino pues se siente que está mal, y son conductas
éticamente reprobables) empero en otras ocasiones, como la moral no es exclusiva y puede
perturbar de un sujeto a otro, emergen dilemas. Los casos que planteamos son indiscutibles,
nadie puede creer que asesinar o hurtar no deberían ser conductas punibles, empero otra cosa
ocurre si nos adentramos en legislar sobre el legrado o el consumo de drogas, o el divorcio. Hay
conciencias formadas por predominación de rigurosas reglas religiosas, que rechazan la
despenalización de tales figuras como delictivas.
La moral evoluciona, puesto que como lo dice su etimología, se integra por prácticas.
Ejemplificando, la admisión del divorcio en la mayor parte de los códigos recientes ha sido un
proceso lento de evolución moral, que ha sido de la mano del desarrollo del liberalismo.
Una vez que una ley es injusta o inmoral, indiscutiblemente, nace la controversia de si debería o
no ser obedecida. El colegio del derecho positivo, dice que una ley es ley, independientemente de
su contenido moral, a medida que no se derogue, puesto que se crearía enorme inseguridad
jurídica si los individuos tengan la posibilidad de cuestionar y incumplir los mandatos del
legislador. El colegio del Derecho Natural, dice que una ley injusta no es ley, y que este Derecho
Natural está inscripto en el corazón humano.
Conclusiones
En resumen sostenemos que el derecho no puede estar reñido con la moral sino acoplarse a ella,
y que una regla inmoral debería ser cuestionada y lucharse por su abolición, sin embargo a
medida que tanto, cumplirse, constantemente y una vez que no agravie principios éticos
primordiales, como el derecho a la vida, a la dignidad o a la independencia. En aquellos casos, se
ordena el deber moral, sobre el deber jurídico. Ejemplificando, si nos obligan a concurrir a
nuestro trabajo con saco y corbata, todavía en días de sofocante calor, tenemos la posibilidad de
pedir e inclusive reclamar, el cambio del reglamento que corresponde, y a medida que tanto,
obedecerlo. Otra cosa ocurre una vez que hay valores en juego trascendentes. En las dictaduras
militares se dictaron reglas que obligaban a los militares subalternos a consumar con directivas
plenamente inmorales, como asesinar, secuestrar chicos, torturar. Aquellas reglas no tienen
justificación alguna de obediencia.
Criterio Personal
La Moral y la Ética son valores importantes e imprescindibles que están en el ser humano y que
se han venido forjando desde muchas décadas atrás desde luego reforzado muy bien en las
personas de mayor edad por la estricta que fue la disciplina de crianza en aquella generación y
con el paso de los tiempos se han ido deteriorando, hasta casi estar retiradas del comportamiento
de las nuevas generaciones, ahora al hablar de la relación que tienen las dos para mí si la hay
porque para emitir criterios judiciales se debe tomar en cuenta las cosas como están si hay error
pues hay que castigar y de la misma manera si hay aciertos premiarlos.
Bibliografía
MERA Alfonso, Resumen de los Ciencias Sociales Modernas, Instituto ICESI, 2011. Pp.
115-145.