Arte Hispano-Musulman

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ARTE HISPANO-MUSULMAN

1.- ARTE E ISLAM.

En las primeras décadas del siglo VII, nace una nueva religión monoteísta,
creada por Mahoma (571-632) y contenida en un libro, el Corán.

Tiene su centro espiritual en La Meca, ciudad en la que se encuentra el


santuario de La Kaaba.

Tuvo algunas dificultades al principio, pero al cabo de pocas décadas


comenzó a extenderse de manera fulgurante: en menos de un siglo se
estableció en amplias zonas de Oriente Medio, norte de África y P. Ibérica.

El arte islámico, como el cristiano de la Edad Media, está muy influido por la
religión. No existe el concepto de artista considerado como un genio
creador, ya que hubiera sido un pecado de soberbia equipararse a Alá, el
único capaz de crear. El artista islámico era un mero artesano, aunque a
veces, por su cercanía a los poderosos, gozaba de buena posición económica

Existe la creencia generalizada de que el islam prohíbe la representación de


imágenes de seres vivos, y especialmente la del hombre. Pero es una
creencia falsa, por lo menos en parte. No existe en el Corán ningún pasaje
que establezca tal prohibición. Lo que sí existía era una actitud de recelo
hacía las imágenes, debida al peligro de idolatría y al deseo de distanciarse
de los cristianos. Este recelo, por tanto, fue especialmente fuerte en el
arte religioso, pero menos en el civil: ejemplos de ello son la famosa fuente
del Patio de los Leones (Alhambra) o los ciclos completos de pinturas
humanas del Palacio de Qusayr Amra (Jordania) o de la Sala de los Reyes
de la Alhambra.
La riqueza de los materiales no es un problema en el arte islámico. En
momentos de esplendor, por ejemplo, el Califato de Córdoba, usan
materiales nobles. Pero en épocas de escasez, se conforman con yeso y
azulejos. Consideraban, por tanto, que el trabajo del artista y la luz (símbolo
de la divinidad) podían ennoblecer cualquier material.

Todas las técnicas y todas las manifestaciones artísticas eran muy


valoradas en el arte islámico. No existieron, por tanto, “artes menores”. La
arquitectura se completa con toda una serie de objetos y muebles, recuerdo
y homenaje a la cultura nómada de sus orígenes: alfombras, cofres,
arquetas, tapices, pequeños muebles, braseros, etc. El trabajo en madera
fue especialmente delicado: puertas labradas, artesonados, aleros de
tejados, etc.

La decoración es muy compleja y responde al sentimiento de lo que los


romanos llamaron horror vacui. Prácticamente todas las superficies de cada
edificio se cubrían de pinturas, azulejos o yeserías. Predominan los motivos
vegetales y geométricos. Los entrelazados presentan complicados juegos
combinatorios, símbolo de la creencia filosófica de que el mundo está hecho
a base de infinitas combinaciones de elementos. La escritura es otro de los
elementos básicos de la decoración islámica. Utilizando los caracteres de la
caligrafía cúfica, utilizan textos religiosos (citas del Corán), políticos
(elogios del califa) o poéticos.

2.- Arte califal: la mezquita de Córdoba, arquitectura y decoración. La


ciudad palatina de Medina Azahara.

Los musulmanes estuvieron casi ocho siglos en la P. Ibérica (desde 711 hasta
1492). Un periodo muy largo en el que el arte evolucionó al mismo tiempo que
los acontecimientos políticos. Podemos distinguir los siguientes periodos:
Emirato de Córdoba

Califato de Córdoba.
Reinos de taifas
Periodo almorávide
Periodo almohade
Reino nazarí de Granada
Los musulmanes entraron en la Península Ibérica, desde el norte de África,
en el año 711. Las primeras décadas fueron de conquista y consolidación del
poder; poco adecuadas, por tanto, para grandes empresas artísticas.
Durante este periodo, no era raro que cristianos y musulmanes compartieran
el mismo edificio para sus cultos. Pero en el año 756, llega a Córdoba un
príncipe, de la familia de los omeyas, que ha salido de Damasco huyendo de
la matanza que ha acabado con su familia. Se hace llamar Abderramán I y
consigue que lo reconozcan como emir: es independiente en el terreno
político pero reconoce la autoridad religiosa del califa de Bagdad.

LA MEZQUITA

La oración es una de las obligaciones básicas de los musulmanes. En


principio, se trata de un contacto íntimo entre el creyente y Alá, aunque
tenía una dimensión colectiva: semanalmente, debían reunirse para orar en
comunidad.

Aunque Mahoma había establecido unas prácticas religiosas sencillas, que


no necesitaban sacerdotes profesionales ni grandes edificios, con la
expansión del islam la religión fue institucionalizándose y surgió la
necesidad de crear un edificio-tipo para la oración.

Y apareció la mezquita (palabra derivada de masdjid, lugar donde


postrarse), que se convirtió en muchas ciudades en el principal centro de la
vida colectiva. Hay que distinguir entre las mezquitas menores de barrio y la
mezquita mayor de cada ciudad.

Las primeras mezquitas tomaron el modelo de la casa de Mahoma en Medina.


Tenían dos partes principales:

Un patio abierto (sahn), rodeado de muros y con una fuente en el


centro para realizar las abluciones rituales. En uno de sus lados, se
situaba el alminar o minarete, torre alta desde la que se llamaba a la
oración.
Una sala de oración cubierta (haram). Normalmente era amplio y
estaba dividido en varias naves por filas de columnas. En el centro del
muro de fondo (llamado muro de la quibla), casi siempre orientado a
La Meca, se abre el mihrab, un nicho simbólico, muy decorado, que
recuerda la presencia del Profeta.
La zona alrededor del mirhab suele ser la más ricamente decorada
y en ella se sitúan:

la maqsura, un recinto destinado al califa o, en general, al


representante político.
el mimbar, especie de púlpito, realizado en madera originalmente,
pero después en piedra.

Con frecuencia, era complementado por otras dependencias como las


madrasas, escuelas donde enseñaba el Corán.

En el 786, solo dos años antes de su muerte, Abderramán I comienza la


construcción de la mezquita de Córdoba, sobre el solar que ocupaba la
iglesia visigoda de San Vicente.

En esta primera fase -hay que apuntar que se realizaron luego tres
ampliaciones y que el periodo total de construcción duró dos siglos- la
mezquita era un edificio compuesto de un patio y una sala de oración con
once naves perpendiculares al muro de la quibla, y doce tramos.

La segunda fase constructiva la realiza Abderramán II, a partir de 848.


Derriba la quibla y el mihrab y prolonga el haram ocho tramos.

En el año 929, se produce un cambio político muy importante: Abderramán


III se proclama califa, lo que suponía romper completamente con Bagdad,
incluidos los asuntos religiosos. El Califato de Córdoba (929-1035) es el
periodo de mayor esplendor de Al-Andalus. La ciudad se convierte en la más
rica y refinada de Europa.

Abderramán III lleva a cabo dos reformas en la mezquita:

El patio es ampliado y rodeado de un pórtico.


Se construye un gran alminar con planta cuadrada y escalera de doble
caja, una que se abría al patio y otra a la calle.

El califa Al-Hakem II (961-969) realizó una nueva ampliación:

De nuevo se derriba la quibla y se amplía la sala de oración doce


tramos, con lo que ya queda demasiado alargada.
Se construye el mihrab definitivo, ricamente decorado con mosaicos
bizantinos.
Se construye una maqsura, compuesta por dos espacios y muy
decorada.

La nueva ampliación de la mezquita fue realizada por Almanzor, primer


ministro del califa Hixem II pero verdadero jefe político del momento: se
añaden nueve naves pero en sentido lateral, con lo que el mihrab queda
descentrado.

Siglos más tarde, el edificio sufriría una importante modificación: se


construyó en su interior una catedral cristiana.
EXTERIOR

El exterior parece una muralla salpicada con diversas puertas pero sin una
fachada principal. Sobresalen los contrafuertes, terminados en almenas.

Las puertas, de inspiración romana, constan de tres cuerpos: uno, central,


con la apertura de acceso, y dos laterales, que simulan puertas ciegas. La
parte superior está decorada con arcos de herradura o lobulados, y celosías.

PLANTA

El sahn, de gran tamaño y conocido como “Patio de los naranjos” alberga


cuatro fuentes para las abluciones de los fieles.

Al fondo del patio, se abren 19 arcos de herradura, que se corresponden


con las 19 naves del haram o sala de oración.

Las naves, separadas por arcadas sobre columnas, están situadas de manera
perpendicular para conducir la mirada del creyente hacia la quibla, el muro
de cabecera orientado hacia La Meca.

En la quibla, se sitúa el mirhab, armario sagrado donde se guarda el Corán y


desde el que se dirige la oración; y delante de este, la maqsura, espacio
reservado a las autoridades.
INTERIOR

La sala de oración está formada por 514 columnas de jaspe, granito y


mármol.

En el edificio original, el construido por Abderramán I, se utilizaron fustes


romanos y visigodos, procedentes de edificios que ya había en Córdoba. Al
problema de que la altura de los fustes era insuficiente le dieron una
solución ingeniosa: la superposición de arquerías. Esta innovación les
permitió elevar la cubierta a 11,5 metros y dar al edificio una gran ligereza.

El sistema constructivo es el siguiente:

Sobre cada columna se levanta una pilastra, que sirve de apoyo a un


arco de herradura.
Estos arcos permiten que las pilastras sostengan un segundo nivel de
arcos. En la transición de la columna, hay modillones de rollo, que
proporcionan al pilar una base suficientemente ancha como para
admitir, en la cubierta, canales de recogida de aguas pluviales.
Sobre esta segunda hilera de arcos, se apoya la cubierta a dos aguas.

Tras la ampliación de Al-Hakem II, parte de la sala de oración quedaba en


penumbra. Para iluminarla, se añadieron cuatro cuerpos de ventanas, uno en
el centro y tres delante de la maqsura. Para sustentar estas cúpulas, se
perfeccionó el sistema de arquerías del edificio original: dos columnas
superpuestas eran flanqueadas por tres hileras de arcos lobulados
entrelazados que le daban estabilidad. Estos arcos lobulados estaban casi
cegados por tracerías que filtraban la luz como si fueran exquisitas
celosías. Las cúpulas se levantaron sobre arcos que se entrecruzan
formando polígonos estrellado; las ventanas se situaron entre los nervios de
las cúpulas.

Esta parte de la mezquita construida por Al-Hakem II es la más ricamente


decorada de todo el conjunto:

Se recurrió al yeso, con gran variedad de formas y colores. Su


versatilidad dio lugar a que se utilizara con todo tipo de motivos:
geométricos (lacerías), vegetales (atauriques), caligráficos o
mezclados entre ellos.
Se completó la fachada del mirhab y su cúpula interior se revistió de
mosaicos importados de Bizancio.
MEDINA-AZAHARA

Fue también Abderramán III el que emprendió la construcción de Medina-


Azahara, una ciudad palacio de casi dos km2 de superficie, que fue sede del
gobierno y de la corte, además de importante centro cultural.

Se organizó en una planta simétrica y laberíntica que aún se puede observar


en sus ruinas. Los edificios eran rectangulares y se organizaban en torno a
un patio central.

Actualmente, se conserva uno de los bellos salones del palacio califal, el


llamado Salón Rico, estructurado en cinco naves precedidas de un pórtico,
que presenta la particularidad de separar las naves de los extremos
mediante muros, y las centrales, mediante columnas.

El Salón Rico está ricamente decorado: las columnas son de mármol y los
paramentos, cubiertos con motivos flores y geométricos. Las columnas
tienen ya lo que podemos calificar lenguaje propio del estilo califal:

Las basas está decoradas con motivos caligráficos.


Los fustes están coloreados.
Los capiteles son del tipo nido de avispa, en un trabajo cercano a la
filigrana.
3. Arte almohade. El arte nazarí: la Alhambra y el Generalife.

a) Arte almohade

En 1035, desaparece el Califato de Córdoba. Al-Andalus se fragmenta en


numerosos reinos, pequeños e independientes llamados “reinos de taifas”.

Posteriormente, hubo dos invasiones de pueblos musulmanes del norte de


África que acabaron temporalmente con esta disgregación:

La primera fue la de los almorávides, que unificaron el territorio


musulmán de la P. Ibérica entre 1085 y 1145.
Mucho más importante, desde el punto de vista artístico, fue la
segunda, la de los almohades, que controlaron Al-Andalus entre,
aproximadamente, 1145 y 1212.

Las aportaciones de los almohades al arte islámico son las siguientes:

El uso ornamental, y no solo constructivo, del ladrillo, creando los


grandes paños de sebka (revestimientos con paneles de rombos y
arcos ciegos). Los mejores ejemplos los podemos encontrar en la
Giralda, el alminar de la mezquita de Sevilla, sobre el que más tarde
se construiría la catedral.

Su situación de inestabilidad en la P. Ibérica, en conflicto con los reinos


cristianos, les llevó a perfeccionar la arquitectura defensiva: o aparecen
complejas puertas en recodo para que los atacantes al avanzar dejen uno de
sus flancos al descubierto; o torres poligonales para desviar el ángulo de
tiro; o torres albarranas separadas del recinto murado pero unido a él en la
parte superior mediante un arco superior. Un ejemplo de ellas es la Torre
del Oro de Sevilla.

b) La Alhambra y el Generalife.
Después de los grandes avances de los reinos cristianos en el siglo XIII,
sólo el sureste de España quedaba en manos del islam. Allí se fundó (por
Muhammad I en 1232) el reino nazarí de Granada, que desaparecería en
1492, cuando fue conquistado por los Reyes Católicos.

Aunque su situación política fue de debilidad frente a los reinos cristianos,


los reyes nazaríes lograron crear una cultura refinada cuya mejor expresión
es la Alhambra, sin duda –junto a la Mezquita de Córdoba- la mejor
expresión del arte musulmán en AlAndalus.

La Alhambra es, a la vez, fortaleza y palacio, una ciudad completa a las


afueras de la ciudad de Granada, con la que mantenía una relación compleja:
la protegía pero también la dominaba.

Junto a la Alhambra, se construyó el Generalife, una casa de campo real,


con jardines y huertas regados por un avanzado sistema hidráulico. Se
recuperaba, de alguna manera, la idea de la villa romana.
Aunque ya en un periodo anterior parece que hubo algún tipo de
fortificación en la colina de la Alhambra, es con los nazaríes cuando se
configura definitivamente la dualidad de la Granada islámica:

La ciudad propiamente dicha en la colina que hoy conocemos como el


Albaicín.

El palacio-ciudad de la Alhambra, situado en la colina de enfrente, la


sabika, al otro lado del río Darro.
Efectivamente, la Alhambra no es un palacio, sino toda una ciudad, que
gobernaba y protegía el conjunto. Estaba rodeada de una fuerte muralla de
más de dos kilómetros, reforzada por unas treinta torres, y en la que se
abrían puertas que combinaban la función defensiva con la monumentalidad:

Tres partes principales podemos distinguir en la estructura de la Alhambra:

1. La Alcazaba. Era el sector militar y tenía la función de defender el


conjunto.
2. El sector palaciego, compuesto de espacios privados y espacios
públicos.

3. La parte urbana. En el entorno de la llamada Calle Real, había


viviendas, talleres, una zeca (casa de moneda) y la mezquita
(transformada, tras la llegada de los cristianos, en la iglesia de Santa
María de la Alhambra).

Completaba el conjunto un sistema abastecimiento de agua bastante


eficiente.
Desde el punto de vista artístico, lo más interesante son los palacios,
agrupados de forma irregular pero con un elemento común: las estancias se
organizaban a partir de un patio.

Son edificios diseñados a escala humana, que no dan demasiada importancia


a los aspectos estructurales y que disimulaban con yeso la pobreza de los
materiales empleados (argamasa para los muros; ladrillos para las bóvedas,
pilares y arcos).

Otro aspecto del diseño que ennoblece la Alhambra es el conjunto de


transiciones suaves que hay entre interior y exterior, entre edificio y
naturaleza: pórticos abiertos, torres miradores, patios, etc

Y luego está la vegetación y el agua que interrelacionan los distintos


recintos y les dan unidad.

Los dos palacios más importantes son el Palacio de Comares y el Palacio de


los Leones.

PALACIO DE COMARES

Realizado bajo el reinado de Yusuf I (1333-1354) pero muy reformado por


su sucesor, Muhammad V.

Su núcleo en el Patio de los Arrayanes, un rectángulo con estanque al que se


abría el gran Salón del Trono, dentro de la poderosa estructura militar de la
Torre de Comares.

En los lados menores de este patio se abren pórticos con unos


característicos soportes:

Los forman columnas sobre basas muy estilizadas, realizadas en


mármol. El capitel combina dos modelos, uno presenta forma cúbica
pero destaca por sus hojas de acanto mientras que el otro modelo
tiene decoración de mocárabes.
Los arcos son de medio punto, presentando dos modelos de
decoración: de mocárabes o angrelados.

El Salón del Trono es una de las maravillas de la Alhambra:

Debido al enorme grosor de las paredes, se pudieron abrir, en los


lados norte, este y oeste, tres alcobas en cada uno de ellos.
La decoración es la habitual: zócalo inferior de alicatados y sobre él
decoración de yeserías, donde se emplean todo tipo de recursos
ornamentales: lacería, ataurique y caligráfica (horror vacui).
Destaca en él la cúpula de madera, decorada con círculos
concéntricos que simbolizan el cielo bajo en el que sitúa el poder del
sultán.

PALACIO DE LOS LEONES

Fue construido por Muhammad V entre 1354 y 1359.

El patio, en cuyo centro se encuentra la famosa fuente, está rodeado por


una compleja estructura de arcos y columnas: distribuidas en grupos de dos
o tres, otorgan al conjunto unos ritmos arquitectónicos muy vivos.

La fuente, con sus estilizados leones (recientemente restaurados) parece


ser una réplica del mítico mar de bronce del palacio de Salomón; los cuatro
canales que salen de ella podrían aludir a los cuatro ríos del Paraíso.
Alrededor del patio, se abren:

Sala de Dos hermanas, cuyo nombre procede de las dos losas de mármol
blanco que hay en el suelo a ambos lados de la fuente central, exactamente
iguales en tamaño, color y peso.
Sala de los Abencerrajes, decorada con mocárabes.

Sala de los Mocárabes.

Sala de los Reyes. En la bóveda del centro, las pinturas representan a los
10 primeros reyes de Granada desde la fundación del reino. En las bóvedas
laterales hay pinturas que representan caballeros y damas, realizadas a
fines del siglo XIV. Estas pinturas son una excepción al rechazo islámico de
representación de la figura humana.

No podemos acabar este análisis de la Alhambra sin referirnos a la


decoración, que cubre absolutamente todas las superficies:
Los suelos y zócalos son de mármol o de cerámica,
La parte alta de las paredes, de yeso o estuco: combinando textos,
decoración geométrica y decoración vegetal estilizada.
Las cubiertas de madera y mocárabes de yeso.

Ejemplo de esta belleza excepcional es el Mirador de Daraxa, situado al


fondo de la Sala de Dos Hermanas.

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