La Narrativa Centroamericana

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LA NARRATIVA CENTROAMERICANA

Un primer intento por reconocer algunas rutas probables dentro de la nueva


cartografía de la literatura centroamericana, propongo estudiar un corpus literario
que busca atender el género narrativo escrito por autores de origen
centroamericano y que, además, las historias contadas en sus obras acontecen en
esa geografía. El conjunto de textos se integra por cuentos, novelas cortas y
novelas, con la intención de mostrar aquí, mediante la glosa del resultado de un
análisis narratológico elemental previo, las tematizaciones, los tipos de personajes
y los espacios de enunciación que configuran el universo discursivo de esta
narrativa centroamericana de la segunda mitad del siglo XX e inicios del siglo XXI;
es labor necesaria identificar las constantes formales en esta literatura para ir
construyendo, de a poco, una poética que enfatice las particularidades de esta
manifestación artística respecto de otras regiones. Para ello, se comentan nueve
textos artístico-literarios representativos de aquellos ejes formales (temas,
personajes, voces y puntos de enunciación), que abonan al despliegue de la
existencia de una poética artística atravesada por la hibridez cultural en tanto su
referente principal son los espacios intersticiales, es decir, las fronteras:
geográficas, políticas, ideológicas, económicas, morales, poéticas, etcétera.

Interesarse por la frontera, tanto en el proceso de creación como en el de la


crítica, obliga a generar una serie de estrategias de comprensión en un horizonte
múltiple y variado respecto a las circunstancias de producción y recepción,
intercambio, apropiación o negociación cultural donde inevitablemente se pone
manifiesto las expresiones de violencia causadas por los desplazamientos
migratorios, el exilio y, sobre todo, la corrupción que impera en América Latina.

La constitución del concepto de frontera en Centroamérica adquiere una serie de


características distintas a las entendidas entre el territorio mexicano del norte y los
Estados Unidos. Esta idea de separación, desde finales del siglo XIX, es constante
y se consolida, ya entrado el siglo XX, en los territorios limítrofes de los dos
países, entendidos como puntos de reunión y congregación de distintas culturas y
formas de vida que, al pasar por una serie de procesos complejos de
apropiación/desapropiación, van mostrando en los bordes, en su umbrales o
intersticios, núcleos uniformes distanciados de aquellos que les dieron origen; son
producto efectivo de la hibridación. En Centroamérica, las diferencias físicas,
topográficas, léxicas, etcétera, son casi imperceptibles, por lo que se percibe como
una totalidad homogénea sin que en realidad lo sea; la zona limítrofe se ha ido
desdibujando no sólo territorialmente, también ha tenido consecuencias en la
sociedad y en sus expresiones culturales y artísticas, entre ellas la literatura.

En la creación artística verbal centroamericana, el concepto de frontera adquiere,


principalmente, dos sentidos: límite (en tanto separación, detención y
reconocimiento de territorios diversos) y umbral (simultáneamente puerta de
acceso y de salida, mezcla de dos territorios). En esta amplia concepción de
frontera conviene citar nuevamente la reflexión de Belausteguigoitia: “Las fronteras
separan, unen, delimitan, marcan la diferencia y la similitud, pero también
producen espacios intersticiales, nuevos espacios que inauguran relaciones.
Pueden ser burladas, acatadas, cruzadas, transgredidas, imaginadas, reales,
reinventadas y destruidas. Confinan y liberan. Protegen y torturan” (106-107).

Viaje y paisaje: primera mirada

A pesar de las diferencias en los años de publicación, se podría señalar de


inmediato una característica común: las obras están inmersas en el clima hostil de
la represión y atienden, en muchos casos, a direcciones específicas de un
momento histórico en los países que constituyen la geografía representada en
ellas. La violencia, la pobreza y los movimientos armados son los hilos que tejen
las tramas. Con estilos que van desde la narración en tercera persona o la primera
persona, el género epistolar, el monólogo interior, la crónica, ya sea con
perspectiva masculina o femenina, adulta o infantil, los cuentos y novelas van
configurando metáforas y símbolos de la sociedad moderna de una complejidad tal
que la tornan incomprensible, inalcanzable e inabarcable.

Muy probablemente, en estas narraciones sea el miedo el elemento principal que


conduce el hacer (o dejar de hacer) de los sujetos de ficción; el miedo es
atmósfera creada como arma de los regímenes opresores. En “Bocado de viento”,
por ejemplo, se representa el patetismo al que pueden llegar los individuos en un
medio donde las oportunidades son escasas o nulas, y las aspiraciones mínimas
conllevan más desgracias que satisfacciones, como si tales grupos no tuvieran
derecho a una mejor calidad de vida. En “Los héroes de la fiebre” se muestra la
contraparte de la guerrilla, puesto que en los ejércitos nacionales el soldado
también sufre, no siempre es su voluntad la que lo orilla a enlistarse; al final, todos
-sublevados, civiles, soldados- son víctimas de intereses que corresponden a
esferas más altas de poder; se revelan las consecuencias de guerras inútiles.

Miradas y voces: espacios fronterizos y violencia

En el caso de la literatura centroamericana, en las narraciones breves, se


encuentra un primer planteamiento sobre las pugnas existentes en los márgenes
territoriales. Así, a partir del cuento “La pregunta”, de Justo Arroyo, cabe destacar
el valioso trasfondo de una anécdota habitual que por el contexto se carga de
significado. La importancia del relato recae en la figura del personaje principal, una
fuerza heroica que se verá trasmutada en otros cuentos y novelas, una suerte de
épica centroamericana, donde los héroes-personajes sólo son en su intento de
lucha, independientemente de los valores éticos que adoptan, contra la
dominación. La narración es un juego sutil de miradas entre el viejo, los
comensales del restaurante y los meseros; el platillo raquítico a precio
desproporcional es la clara estafa de lo que en el cuento se denomina “capitalismo
salvaje”. Los ojos fungen como la primera fuente de reclamo, hay una mirada
quemante que fulmina y provoca apartar la vista, pero es una mirada que todo lo
rodea y resulta inútil evadirla. A través de la mirada el personaje se instaura en
ese espacio y su presencia es reconocida, él es porque antes que hablar, mira.
Después asistimos al silencio, la narración hasta este punto ha tenido un ritmo en
el que las miradas no detienen el fluir cotidiano de la actividad en un restaurante
cualquiera: conversaciones, los ruidos del choque de platos y cucharas, la espera
que avanza en la fila de servicio. El movimiento en el cuento se detiene para dar
paso a la pregunta.

Violencia y espacios fronterizos: las novelas

Óscar Palacios muestra en La mitad del infierno, desde México, el ambiente en la
región del Soconusco y su límite con Guatemala, ya concluida la Independencia
de ambos países, cuando, en 1838, inicia la guerra civil entre las Provincias
Unidas de Centroamérica, cuya única posible salvación era cruzar el río Suchiate y
refugiarse en tierras mexicanas.

Bajo el mando del General Arroyos Mon, los militares toman la Universidad de
Guatemala, y Álvaro Vidal, el protagonista, estudiante de derecho, escritor del
periódico de la Universidad, “acusado por el alto delito de pensar” (83), se
convierte en prófugo de la justicia; perseguido, cruza la frontera con México. En su
recorrido, tiene la oportunidad de observar cómo gente de diferentes regiones se
traslada a tierras mexicanas, escucha diversas conversaciones donde las voces
afirman que este suelo es más seguro, que el pueblo no entiende por qué debe
defender a su país, pero entiende que debe trabajar para comer.

Fronteras narradas, identidades fragmentadas

Las narraciones de los migrantes, de los desplazados o exiliados, se ubican en la


frontera y se definen por la violencia y recrean con cruda precisión sucesos
cotidianos de la frontera entre México y Guatemala; entre México y Estados
Unidos; entre Guatemala y otros país de América Latina; el minucioso registro de
ambientes y lenguajes, el apego a la realidad y la intensa verosimilitud en la
construcción de sus personajes provocan que esta narrativa centroamericana vaya
más allá de los linderos de la ficción y establezca juegos discursivos y poéticos
con otros géneros literarios; por ejemplo, con la crónica. El núcleo de sus relatos
es la frontera, la frontera sur, la frontera norte, la miseria humana, pero también el
desarraigo y la falta de identidad, con profunda huella de nostalgia y melancolía en
el ánimo de los sujetos fronterizos. De allí que estas narraciones sean, a un
tiempo, muestra palmaria de la existencia de las poéticas de la frontera y de las
fronteras poéticas y, también, de la estética de la violencia.

La narrativa centroamericana breve es el espacio literario donde se configura a los


sujetos migrantes con cualidades extraordinarias, esas que difícilmente tienen
fuera de la ficción: los relatos los dotan de corporeidad pero sobre todo de voz,
con lo cual se consigue desdibujar otra frontera poética: la separación entre ficción
y no ficción se difumina. En el corpus literario aquí estudiado, el tema de la
frontera se coloca en el intersticio de la ficción y la no-ficción, entre el discurso
testimonial, la memoria y la historia. Sus relatos no pueden comprenderse sin la
idea de violencia, sin el conjunto de estadísticas que indica a penas la cantidad de
indocumentados que no logran cruzar “al otro lado”, o sin la fotografía de abusos
que acepta el sujeto migrante cuando ha logrado su cometido: estar en territorio
de otros vuelve ajeno todo; conduce no “a una suerte de”, sino a una clara y
tremenda despersonalización y anulación del sujeto. La meta es lo que importa, ya
sea cruzar la frontera sur o la frontera norte.

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