Tumores C

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 14

DEFINICION

Un tumor cerebral es una colección anormal de células que crece en, o alrededor del,
cerebro. Presenta un riesgo para el cerebro sano porque invade o destruye el tejido
normal del cerebro comprimiéndolo y desplazando al cerebro. Debido a que el cerebro
está contenido dentro del cráneo que tiene una cantidad limitada de espacio, un tumor
que está creciendo puede causar un daño importante al cerebro. Los tumores cerebrales
pueden ser malignos (también llamados cáncer de cerebro) o benignos (no contienen
células cancerosas). Pueden ser primarios (comienzan el cerebro) o metastásicos (células
cancerosas de otras partes del cuerpo que viajan hacia el cerebro). Algunos de estos
tumores se pueden desparramar e involucrar a la médula espinal, una extensión del
cerebro.

EPIDEMIOLOGÍA

La incidencia total de tumores cerebrales primarios corresponde a 21.42% por 100,000 habitantes,
siendo de 5.42% por 100,000 habitantes en pacientes entre 0 y 19 años y de 27.85% por 100,000
en pacientes de 20 años y más

La mayor parte de los tumores son benignos (66%), sin embargo, muchos tumores benignos no
fueron histológicamente confirmados por lo que la incidencia de tumores malignos podría ser
mayor al 44% descrito. La mayor parte de los tumores malignos son diagnosticados en hombres
(55%) y la mayor parte de los tumores benignos en mujeres (64%)

Al comparar por edad, la incidencia total de tumores cerebrales es mayor en pacientes mayores de
85 años (81.16% por 100,000 hab.) y menor en niños de 0 a 14 años (5.26% por 100,000 hab.). Los
astrocitomas pilocíticos, tumores de células germinales y tumores embrionarios son más
frecuentes en los grupos de menor edad y su incidencia disminuye en grupos de mayor edad, al
contrario de los meningiomas, cuya incidencia aumenta con la edad.

Los tumores más frecuentes en niños (0-14 años) son el astrocitoma pilocítico (15.4%), tumores
germinales y gliomas malignos comprometiendo principalmente cerebelo y tronco cerebral. En la
adolescencia (14-19 años) los tumores más frecuentes son tumores hipofisarios (25.4%) y
astrocitoma pilocítico (10.1%), siendo la localización más frecuente de estos la región y hipofisiaria
(29.8%) y lobos cerebrales (21%).

HISTORIA DE LOS TUMORES

El origen de la palabra cáncer se atribuye a Hipócrates (460–370 a.C). El conocido como padre de
la medicina fue el primero en describir los tumores usando los términos carcinos y carcinoma, que
en griego hacen referencia a "cangrejo"

El primer informe impreso sobre una cirugía de tumor intracerebral en el mundo es el realizado
por Bennett y Godle, en 1884, en Londres, sobre un glioma. Se publican, en la misma época,
intervenciones sobre este tipo de cirugía en muchos otros países tales como en Francia, Estados
Unidos, Alemania, Italia etc.
En México Rafael Lavista realiza la primera cirugía sobre una neoplasia intracerebral en 1891, y se
publica en 1892.

Primera cirugía por tumor intracerebral en 1891.

El tumor cerebral fue catalogado por Lavista como "gliosarcoma" cerebral, muy posiblemente una
metástasis del tumor de partes blandas escapular derecho.

Se trató de un niño de 15 años, natural de Celaya, Guanajuato, que ingresó en el Hospital el


primero de abril de 1891

Hacia el día 10 de abril, en el transcurso de la cura y dentro de un contexto caquéctico, presentó


monoparesia inferior izquierda, que avanzó hasta no poder sostenerlo, posteriormente
hemiparesia, con crisis convulsivas hemicorporales izquierdas, con generalización posterior y
hemiplejia derecha, estado de coma profundo y midriasis paralítica derecha. Había también una
anemia consignada a 50% de la hemoglobina y una hipertermia de 40º C.

Se decidió realizar una craneotomía, el día 13 de abril, con el objetivo de extirpar el tumor y
mejorar la epilepsia.

Los resultados postoperatorios tempranos fueron excepcionalmente buenos, con el despertar


tranquilo del enfermo, la regresión de la hemiplejia izquierda, la desaparición de las crisis
convulsivas y la normalización del diámetro pupilar derecho y sus reflejos. La temperatura bajó
hasta 37.5º C.

El Paciente falleció el día primero de julio del mismo año, sobreviviendo a la operación poco más
de un mes y medio, sin datos de infección quirúrgica pero, a decir de los autores, por la progresión
de su problema neoplásico, que ocasionó hernia cerebral por la región de la craneotomía, que era
evidente en el curso de las curaciones.

FISIOPATOLOGÍA
El cerebro es un órgano débil que está protegido por una estructura rígida e inextensible,
que es el cráneo. Cualquier proceso expansivo (tumor, hematoma, quiste,…) que se
encuentre dentro del cráneo va a comprimir, por tanto, al cerebro provocando una lesión
focal (zona donde se encuentra) y una lesión global cerebral por aumento de la presión
dentro del cráneo (hipertensión intracraneal).
Los tumores cerebrales tienen varias formas de crecimiento o capacidad de aumentar su
tamaño. La primera de ellas es por la propia división celular, que a su vez puede ser de dos
formas:

A) Infiltrante.- La células tumorales crecen introduciéndose entre el tejido o parénquima


cerebral y lo invaden. Suele ser la forma más frecuente de crecer de los
tumores malignos.

B) Expansivo.- En este caso el tumor está muy bien delimitado y en su crecimiento


apartaría y respetaría la estructura tisular cerebral, aunque la comprima. Suele ser la
forma más frecuente de crecer de los tumores benignos.
Hay que tener en consideración además que el crecimiento de la masa tumoral se pueda
hacer también no sólo por la división de las células, sino por otros mecanismos. Entre
éstos destacan: 1) La generación de contenido líquido en su interior, que es segregado por
las células tumorales; es el caso de los tumores quísticos. Por lo general suelen ser
tumores benignos, pero esta secreción hace que aumenten su tamaño rápidamente y
pueden dar la impresión de tener un comportamiento más maligno o agresivo. 2) Otra
posibilidad de aumentar el tamaño, aunque muy rara, es que en el seno del tumor se
produzca, por lo que el cuadro clínico va a ser abrupto, similar a un accidente vascular
cerebral hemorrágico.

Otro concepto importante, en parte relacionado con lo anterior, es la clasificación general


existente de los tumores, según estén dentro del propio parénquima cerebral o se
generen fuera de él, denominándose respectivamente intraparenquimatosos o
extraparenquimatosos.
Las fisotopalogia ambiental de los tumores cerebrales consta de la relación con la
exposición a factores ambientales como
radiaciones (ionizantes, no ionizantes), sustancias químicas (pesticidas, productos de
belleza, contaminantes atmosféricos) y
alimentos.

CLÍNICA
Los síntomas generales, comunes a todos los tumores, son dolor de cabeza y vómitos. Se
debe al aumento de la presión intracraneal (hipertensión intracraneal). Además, el
médico puede explorar el fondo de ojo (retina) y encontrar lo que se denomina “edema
de papila”, que indica que el cerebro está sometido a una mayor presión de la normal. Si
el cuadro progresa, se pueden producir parálisis de nervios craneales (principalmente
oculares), hemiparesias o hemiplejias, disminución del nivel de conciencia y llegar a
parada respiratoria o cardiaca, todo ello debido a lesión progresiva del tronco cerebral.
Los síntomas focales van a ser de dos tipos: A) Por irritación de las neuronas próximas al
tumor que está creciendo, provocando crisis epilépticas. B) Por déficit de
función neuronal, dependiendo de la región donde se localice el tumor: pérdida de fuerza
o de sensibilidad en una o varias extremidades, déficit de visión, alteraciones del lenguaje,
afectación de la memoria, afectación de funciones superiores, inestabilidad en la marcha…
A estas posibilidades hay que añadir la circunstancia particular de que el tumor se localice
en el sistema ventricular o en la zona infratentorial (parte inferior del cráneo). En estos
casos se puede producir además una obstrucción en la circulación normal del líquido que
baña al cerebro (líquido cefalorraquídeo [LCR]) y provocar una hidrocefalia obstructiva,
que acelera la clínica de hipertensión intracraneal.

SINTOMAS GENERALES

Dolor de cabeza: agudo o persistente


Muscular: dificultad para caminar, debilidad de brazos y piernas, debilidad de un lado del
cuerpo, debilidad muscular o problemas de coordinación

Todo el cuerpo: fatiga, mareos o vértigo

Gastrointestinales: náusea o vómitos

Sensitivo: hormigueo o sensación reducida del tacto

Cognitivos: incapacidad para hablar o comprender las palabras o confusión


También comunes: cambios de personalidad, convulsiones, dificultad para hablar,
somnolencia, trastorno del equilibrio o visión borrosa

SINTOMAS MAS ESPECIFICOS

Convulsiones o espasmos musculares. ...

Dolor de cabeza nuevo o fuera de lo común. ...

Entumecimiento, debilidad u hormigueo en un lado del cuerpo. ...

Confusión o pérdida de lucidez. ...

Problemas inexplicados del habla, la visión o la audición. ...


Cambios en la personalidad.

DIAGNÓSTICO
En el momento actual las pruebas diagnósticas más importantes son la Tomografia Axial
Computarizada (TAC cerebral) y la Resonancia Magnética (RM). Ambas pruebas se
complementan.

La TAC es un estudio rápido que permite ver si existen lesiones intracerebrales, lesiones
calcificadas, afectación del hueso, si existen desplazamientos de estructuras… Por las
características técnicas, la TAC permite visualizar muy bien las hemorragias y las
calcificaciones pero, sin embargo, es una prueba muy limitada para los casos de sospecha
de lesiones en la región inferior del encéfalo (cerebelo, tronco cerebral,…).

La RM aporta imágenes en los tres planos de espacio, con una visualización perfecta de las
circunvoluciones del cerebro. Se ha convertido en el estudio fundamental para localizar y
definir la lesión y sus relaciones con las estructuras adyacentes. Su inconveniente principal
es que no permite ver bien el calcio y el hueso, aparte de ser un estudio de mayor coste y
que requiere más tiempo de exploración.
Ambas pruebas (TAC y RM) precisan la administración de un contraste para llevar a cabo
un estudio diferencial correcto con respecto a otros tipos de lesiones del sistema nervioso.

Otro método de imagen diagnóstica es la arteriografía o angiografía. Esta prueba consiste


en la inyección de contraste en las arterias que irrigan el cerebro para visualizar la
vascularización del tumor. Se realiza a través de una punción en la región de la ingle y tras
canalizar la arteria femoral el radiólogo navega con pequeños catéteres hasta las arterias
carótida y vertebral. La arteriografía es de utilidad en algunos tumores para conocer
dónde se sitúan las arterias y venas y elegir una vía de abordaje de la lesión en la
intervención quirúrgica. Pero sobre todo es fundamental realizarla en los tumores que
están muy vascularizados, como los meningiomas, para indicar a continuación, antes de la
intervención quirúrgica, una embolización. Mediante este procedimiento se inyecta una
sustancia o partículas a través de la arteria para cerrar los vasos que van al tumor y así
facilitar la extirpación quirúrgica del tumor unos días después, al disminuir los riesgos de
hemorragia.

Las anteriores pruebas son técnicas de neuroimagen estructural o anatómica. En el


momento actual se está disponiendo además de técnicas funcionales que permiten un
estudio más exhaustivo de los tumores cerebrales, entre las que destacaremos:

1) Tomografía por emisión de positrones (PET).– Permite estudiar el metabolismo


cerebral y diferenciar entre tumor agresivo o benigno, así como entre tumor y
radionecrosis (en el seguimiento de los tumores tratados con radioterapia).
2) Espectroscopia mediante RM. -Es una técnica compleja que está facilitando, con el
mismo equipo de RM y software adecuado, el “análisis bioquímico” de los componentes
del tejido tumoral, diferenciando el tejido cerebral normal del anormal y, dentro de éste,
el componente maligno del benigno.
3) RM funcional.- También es una técnica muy sofisticada, pero realizada con los mismos
sistemas RM de alto campo. Con la ayuda de patrones neuropsicológicos es posible
estimular y detectar la función de determinadas zonas de la corteza cerebral, anejas o
próximas a la tumoración (movimiento de extremidades, sensibilidad, lenguaje, visión…).
Esto ayuda sobremanera al cirujano en el diseño de la intervención quirúrgica, de forma
que respete las zonas “no silentes”, cuya invasión produciría déficits neurológicos no
deseados.
4) Magnetoencefalografía.- Esta técnica mide los cambios de los campos magnéticos
generados por la actividad eléctrica neuronal. Ayuda, por tanto, en el diagnóstico de la
lesión tumoral y, acoplada a la RM, permite la localización de las zonas funcionales
cerebrales, incluso con mayor precisión témporo-espacial que la RM funcional.
Todas las anteriores técnicas de neuroimagen funcional tienen el enorme valor de poder
estudiar funciones cerebrales sin utilizar métodos invasivos. Esto hace que, aunque su
coste es alto, merezca la pena en muchos casos su utilización, para facilitar el diseño de la
intervención quirúrgica con menores probabilidades de producir lesiones neurológicas
irreparables.
TRATAMIENTO
El tratamiento de los tumores cerebrales es cada vez más una actividad multidisciplinaria,
donde se conjugan los esfuerzos de los Neuroradiólogos (TAC, RM y angiografía),
Neuropsicólogos (RM funcional y Mgnetoencefalografía) y Especialistas en Medicina
Nuclear (PET), para realizar un correcto estudio preoperatorio. Durante el acto quirúrgico,
los Neurofisiólogos ( Registro EEG de corteza cerebral, Estrimulación cortical, Potenciales
evocados…) actúan junto a los Neurocirujanos y Neuroanestesistas, para conocer y
respetar durante la resección quirúrgica las zonas funcionales importantes. Los Oncólogos
Médicos y Radioterapeutas completarán, en un numeroso grupo de pacientes, el
tratamiento tras la intervención quirúrgica.

Los neurocirujanos están continuamente sofisticando sus técnicas quirúrgicas. En primer


lugar, obteniendo en los estudios preoperatorios una buena visión del tumor y zonas
adyacentes, funcionalmente importantes o no. Con este objetivo se han diseñado
complejos sistemas de neuroimagen quirúrgica (Neuronavegadores), que además guían al
cirujano durante su resección quirúrgica, para garantizar que sea completa y respetuosa
con los márgenes no tumorales. En el momento actual, prácticamente todos los
neurocirujanos utilizan técnicas microquirúrgicas, ayudados de microscopios muy
sofisticados, que le permiten moverse desde muy diferentes ángulos con una excelente
visión en cuanto a luz y zoom variable del campo operatorio.

El neurocirujano utiliza, sobre todo, dos tipos de instrumentos. En una mano suele
mantener casi contantemente un aspirador, de calibre y poder de aspiración variables. En
la otra mano va alternado los instrumentos microquirúrgicos y unas pinzas especiales,
también de longitud y calibre variables, que pueden coagular los vasos cerebrales,
controlando en todo momento la hemorragia. Este tipo de coagulación entre las puntas de
las pinzas, se denomina coagulación bipolar. Fue diseñada por un neurocirujano (MALIS)
en los años 70 y, en la actualidad, se ha extendido su uso por prácticamente todas las
otras especialidades quirúrgicas.

Con el fin de respetar el tejido noble y sólo resecar el tumoral, hay multitud de técnicas y
equipamientos. Son de destacar los Láseres de CO2 y Nd-YAG (hoy día en desuso) y el
aspirador ultrasónico. Este último equipo permite a la vez la emisión de ultrasonidos que
destruyen milimétricamente el tejido sin tocarlo, formándose una ultrafragmentación en
partículas que son aspiradas de forma continua, todo ello bajo irrigación de suero salino.

Aunque es obvio que el mejor neurocirujano no necesariamente es el que más


equipamiento tiene a su alrededor, sino el que se conoce mejor la anatomía y función de
la zona a intervenir, sabe guiarse por las rutas anatómicas (diferentes en cada paciente) y
respetar con su técnica cuidadosa las zonas nobles, aplicando en el momento preciso las
tecnologías sofisticadas que complementan su capacidad quirúrgica personal.
Tras la intervención quirúrgica, dependiendo del tipo de lesión extirpada o biopsiada,
entrarán en juego, si está indicado, los especialistas en radioterapia y quimioterapia. En
cuanto a la Oncología Radioterápica, se ha pasado de la radioterapia convencional a
técnicas muy sofisticadas de irradiación más local y precisa (radioterapia estereotáxica) o
incluso a la capacidad de hacer converger muchos haces de irradiación para producir una
necrosis en una zona pequeña, lo que permite tratar lesiones benignas (Radiocirugía).
Iguales avances se están produciendo en Oncología Médica, con nuevos fármacos y pautas
de quimioterapia que sí consiguen pasar la barrera hematoencefáilca y, por tanto, ser más
activos en los tumores cerebrales agresivos.

En el seguimiento de los pacientes intervenidos, la neuroimagen vuelve a tener una gran


importancia.

La TAC se utiliza sobre todo en el inmediato postoperatorio. Es una manera fácil y muy
rápida de controlar la existencia o no de hemorragias postquirúrgicas, edema, infartos,
etc., así como de corroborar que se ha llevado a cabo la intervención diseñada.

La RM se suele utilizar en los controles posteriores, con una secuencia de realización


dependiente del tipo de tumor y del tipo de intervención realizada, así como del
tratamiento postquirúrgico que se haya podido efectuar como complemento a la
intervención quirúrgica.

El PET cerebral se reserva para los casos en que las imágenes de la RM o de la


Espectroscopia no pueden discernir entre recidiva tumoral o presencia de radionecrosis
por exceso de radiación.

RESULTADOS Y PRONOSTICO
El resultado inmediato y a largo plazo del tratamiento quirúrgico de los tumores
cerebrales va a depender de múltiples factores. Destacaremos entre ellos:

1. Tipo de tumor
2. Tamaño del tumor
3. Localización y zonas funcionales afectadas
4. Estudio preoperatorio y diseño de la intervención por parte del neurocirujano
5. Experiencia del neurocirujano y equipo neuroquirúrgico
6. Capacidad tecnológica puesta a disposición del neurocirujano en quirófano
7. Otros medios hospitalarios: Anestesia, Reanimación anestésica-UCI, Departamento
de Radiología…
8. Experiencia y capacidad tecnológica de los Departamentos de Oncología
Radioterápica y Médica
A pesar de ser tan diversos los factores influyentes en el resultado del tratamiento
quirúrgico de los tumores cerebrales, la Neurocirugía, como ciencia médica, ha
conseguido establecer unos niveles o porcentajes de resultados (mortalidad, morbilidad y
no secuelas neurológicas) para cada tipo de tumor, tamaño y localización. De forma que
cualquier neurocirujano sabe de manera inmediata establecer los riesgos para cada tipo
de intervención. Así como, tras al revisar sus resultados, establecer si él mismo y su
entorno se encuentran en la media, por encima o por debajo de los resultados
teóricamente exigibles.

REHABILITACIÓN FISIOTERAPIA

Teniendo en cuenta la evidencia científica creciente de que la rehabilitación en las fases más
tempranas de la enfermedad en las personas con tumores cerebrales (con síntomas como, por
ejemplo, la debilidad muscular), es tan efectiva como lo es para las personas que sufren un
accidente cerebrovascular o una lesión cerebral accidental (8), la fisioterapia irá dirigida
principalmente a déficits motores y sensitivos.

Para ello, siempre hacemos una primera evaluación con pruebas específicas, tests y escalas, con el
fin de poder plantear un Plan de Atención individualizado en base a unos criterios objetivos, de tal
manera que podamos trabajar aspectos para recuperar la funcionalidad como (8):

 Estiramientos pasivo-asistidos las articulaciones, como hombro, codo, tobillo y rodilla,


para preservar el rango articular de las extremidades afectadas, y así evitar posibles
contracturas.
 Ejercicios asistidos y en contra de resistencia para ganar fuerza de la musculatura del
tronco, y de las extremidades superiores e inferiores.
 Ejercicios de fuerza en un contexto de actividades funcionales, tanto en miembros
superiores como inferiores.
 Ejercicios de equilibrio con una progresión.
 Recuperación de la marcha, controlando todas las fases del paso (fase de oscilación y fase
de apoyo).
 Tratamiento de la sensibilidad.
 Tratamiento del dolor neurótico.

TIPOS DE TUMORES

GLIOMAS CEREBRALES
El glioma es un tipo de tumor que se desarrolla en el cerebro y la médula espinal.
Los gliomas comienzan en el soporte viscoso (células gliales) que rodea las
células nerviosas y las ayuda a funcionar.

Tres tipos de células gliales pueden producir tumores. Los gliomas se clasifican
según el tipo de célula glial involucrada en el tumor, así como las características
genéticas del tumor, que pueden ayudar a predecir el comportamiento del tumor
con el paso del tiempo, y los tratamientos que puedan ser más efectivos.
Los tipos de glioma incluyen los siguientes:

 Astrocitomas, que incluyen astrocitomas, astrocitomas anaplásicos y


glioblastomas

 Ependimomas, que incluyen ependimomas anaplásicos, ependimomas


mixopapilares y gliomas subependimarios

 Oligodendrogliomas, que incluyen oligodendrogliomas, oligodendrogliomas


anaplásicos y oligoastrocitomas anaplásicos
A todos ellos se les subdivide de igual forma, de acuerdo con su agresividad
y malignidad, en 4 grados. Los gliomas Grados I y II son benignos y los
Grados III y IV son más agresivos o malignos.

Los gliomas pueden afectar la función cerebral y ser potencialmente mortales


según su ubicación y velocidad de crecimiento.

Los gliomas son uno de los tipos más comunes de tumores cerebrales primarios.

El tipo de glioma que tienes ayuda a determinar tu tratamiento y pronóstico. En


general, las opciones de tratamiento de gliomas incluyen cirugía, radioterapia,
quimioterapia, terapia dirigida y ensayos clínicos experimentales.

En ocasiones pueden ser extirpados completamente, pero en muchos casos


el tratamiento es realizar una biopsia estereotáxica para tomar una muestra
y analizarlos. Si existiera un componente quístico, se vacía su contenidos a
través de la aguja de biopsia. El tratamiento se completa con radioterapia y
a veces quimioterapia.

Astrocitoma
Los astrocitomas forman parte del grupo de los gliomas (tumores gliales), se trata de
tumores cerebrales primarios, es decir, tumores que se originan a partir de las células que
conforman la estructura cerebral normal. Dentro del grupo de los gliomas,
los astrocitomas suponen los tumores más frecuentes.
Causas
No existe certeza sobre las causas principales de la aparición de este tipo de cáncer, aunque
se ha determinado que algunos factores, como estar expuesto a radiaciones o tener
antecedentes familiares, puede aumentar las posibilidades de tener esta enfermedad.
Síntomas
Los signos y síntomas del astrocitoma dependen de la ubicación del tumor.
Los astrocitomas presentes en el cerebro pueden provocar convulsiones, dolores de cabeza
y náuseas. Los astrocitomas que se forman en la médula espinal pueden provocar debilidad
y discapacidad en la zona afectada por el tumor en crecimiento.
Tipos
● Astrocitoma grado I (astrocitoma pilocítico): especialmente frecuente en niños.
Presenta muy buen pronóstico, dado que la resección completa supone la curación en
la inmensa mayoría de los casos.
● Astrocitoma grado II, es el astrocitoma difuso: dentro de este grupo existen
diferentes subgrupos con características propias. Es un tumor infiltante y con una
tendencia a evolucionar hacia lesiones de histología más agresiva.
● Astrocitoma grado III o astrocitoma anaplásico: Es un tumor igualmente invasivo,
aunque sus características histológicas le confieren un peor pronóstico que los grupos
anteriores, puede evolucionar hacia glioblastomas multiformes.
● Astrocitoma grado IV o Glioblastoma multiforme: Es el de mayor agresividad y a
la vez el más frecuente de los astrocitomas.

Diagnostico
● Resonancia magnética
● El diagnóstico definitivo es únicamente dado por una biopsia.
Tratamiento
● Craneotomía
● Quimioterapia
● Radioterapia

Meningioma
El meningioma es un tumor primario del sistema nervioso central (SNC). Esto significa que se
origina en el cerebro o la médula espinal. En general, los meningiomas son el tipo más común de
tumor primario cerebral. Sin embargo, los meningiomas de alto grado son muy poco comunes.

¿Cuáles son los grados de los meningiomas?


Los meningiomas se clasifican en tres grados según sus características. Cada grado
incluye diferentes subtipos de meningioma. Se realizan análisis moleculares para
identificar subtipos según la localización y las características de la enfermedad.

1. Grado I: tumor de grado bajo; el más común. Esto significa que las células del
tumor crecen de forma lenta.
2. Grado II: meningioma atípico de grado intermedio. Esto significa que hay una
probabilidad más alta de que el tumor vuelva después de que se extirpa. Los
subtipos incluyen el meningioma coroideo y el meningioma de células claras.
3. Grado III: meningioma anaplásico maligno (canceroso). Esto significa que es un
tumor de crecimiento rápido. Los subtipos incluyen el meningioma papilar y el
meningioma rabdoide.

¿Cuáles son los síntomas del meningioma atípico y el meningioma anaplásico?

Los síntomas relacionados con el meningioma dependen de la localización del tumor. Las
personas con meningioma pueden presentar cambios de visión, pérdida de audición u
olfato, confusión, crisis convulsivas o dolores de cabeza que empeoran por la mañana.

¿Cuáles son las opciones de tratamiento del meningioma atípico y el meningioma


anaplásico?

El primer tratamiento para un meningioma maligno es la cirugía, si es posible. El objetivo


de la cirugía es obtener tejido para determinar el tipo del tumor y extirpar la mayor
cantidad posible de este sin que se produzcan más síntomas.

La mayoría de las personas con meningioma atípico o meningioma anaplásico reciben


tratamientos adicionales. Después de la cirugía, se suele recomendar la administración
de radiación para demorar el regreso de meningiomas de grado II y III. A veces las
opciones de tratamiento también incluyen la quimioterapia o la participación en ensayos
clínicos.

MEDULOBLASTOMA
El meduloblastoma es un tumor cerebral canceroso (maligno) que comienza en la parte
baja del cerebro, llamada cerebelo. El cerebelo está involucrado en la coordinación, el
equilibrio y el movimiento de los músculos.
El meduloblastoma tiende a propagarse a través del líquido cefalorraquídeo (LCR), el
líquido que rodea y protege el cerebro y la médula espinal, a otras áreas alrededor del
cerebro y la médula espinal. Este tumor rara vez se extiende a otras áreas del cuerpo.
El meduloblastoma es un tipo de tumor embrionario, un tumor que comienza en las
células fetales (embrionarias) del cerebro. Según los diferentes tipos de mutaciones
genéticas, hay al menos cuatro subtipos de meduloblastoma. Aunque el meduloblastoma
no es hereditario, los síndromes, como el síndrome de Gorlin o el síndrome de Turcot,
pueden aumentar el riesgo de tener un meduloblastoma.
Los signos y síntomas de meduloblastoma pueden incluir dolores de cabeza, náuseas,
vómitos, cansancio, mareos, visión doble, mala coordinación, marcha inestable y otras
preocupaciones. Estos síntomas pueden estar relacionados con el tumor en sí mismo o
deberse a la acumulación de presión dentro del cerebro.
El meduloblastoma puede ocurrir a cualquier edad, pero con mayor frecuencia se
presenta en niños pequeños. Aunque el meduloblastoma es poco frecuente, es el tumor
cerebral canceroso más común en los niños. Los niños deben recibir atención en un
centro que tenga un equipo de especialistas pediátricos con conocimientos y experiencia
en tumores cerebrales pediátricos, con acceso a la última tecnología y tratamientos
infantiles.
Diagnóstico
El proceso de diagnóstico normalmente comienza con la revisión de la historia clínica y el
análisis de los signos y síntomas. Las pruebas y los procedimientos que se usan para
diagnosticar el meduloblastoma pueden ser:

 Examen neurológico
 Pruebas de diagnóstico por imágenes
 Análisis de muestra de tejido (biopsia)
 Extracción de líquido cefalorraquídeo para análisis (punción lumbar)
Tratamiento
El tratamiento de un meduloblastoma suele comprender una cirugía seguida de
radioterapia o de quimioterapia, o ambas. La edad y el estado de salud general; la
ubicación, el subtipo, el grado y la extensión del tumor; así como otros factores, influyen
en las decisiones de tratamiento
Adenomahipofisis
Qué es
Los adenomas de hipófisis son tumores benignos de lento crecimiento que se originan en
las células que forman la glándula hipófisis. Esta glándula regula la función de otras
glándulas del cuerpo, por eso es tan importante. Son relativamente comunes y se
manifiestan con una frecuencia aproximada de 1 de cada 1000 adultos. En general, son
tumores benignos (no cancerosos) y de lento crecimiento. Por otro lado, los carcinomas
de hipófisis (tumores malignos) son muy inusuales (menos del 0,2 por ciento de los
tumores de hipófisis).

No hay distinción en cuanto a sexo, afectan por igual a hombres y mujeres. En cuanto a
edad, existe una mayor incidencia entre los 30 y los 40 años.

Causas
Se desconocen las causas reales del adenoma hipofisiario, aunque, en algunos casos, se
relaciona con una enfermedad genética llamada Síndrome de Neoplasia Endocrina
Múltiple Tipo 1 (MEN-1).

Síntomas
El principal síntoma que resulta de estos tumores es la alteración en la secreción de
hormonas. Dependiendo de la incidencia del tumor en la hipófisis, éstos pueden producir
demasiada cantidad de una o más hormonas. Como consecuencia de esta alteración en
el sistema endocrino los síntomas pueden ser:

Hipertiroidismo: la glándula tiroides produce excesiva cantidad de hormonas; este síntoma


es bastante inusual en los afectados por un adenoma hipofisiario.
Síndrome de Cushing: el nivel de la hormona cortisol está más alto de lo normal.
Gigantismo o acromegalia: en el caso de un nivel de hormona del crecimiento mayor en
niños se producirá gigantismo y en el caso que esto se produzca en adultos hablaremos
de acromegalia.
Secreción y producción de leche en hombres y mujeres (galactorrea), debido a un
aumento de la secreción de prolactina
Períodos menstruales ausentes (amenorrea) o irregulares en las mujeres, por alteración
de las hormonas sexuales.
Los síntomas que se producen por la compresión de estructuras cerebrales de un tumor
hipofisario grande pueden incluir:
Alteraciones visuales como visión doble, pérdida del campo visual, párpados caídos o
cambios en la visión del color.
Dolor de cabeza.
Cansancio y somnolencia.
Flujo nasal de líquido transparente.
Náuseas y vómitos.
Problemas con el sentido del olfato.
Cuando estos síntomas ocurren súbita y simultáneamente pueden ser graves y provocar
un infarto de la hipófisis.
Prevención
Debido a que no se conocen las causas que provocan el tumor de hipófisis no existen
unas pautas concretas para la prevención del mismo.

Tipos
Se pueden clasificar según el tamaño y la incidencia que tengan éstos en la formación
hormonal. Según el tamaño pueden ser:
Microadenomas: menores de 1 cm.
Macroadenomas: mayores de 1 cm, éstos tienen un porcentaje mucho mayor (70-90 por
ciento) de causar déficits en una o más hormonas hipofisarias que los microadenomas.
La clasificación en función de si secretan ellos mismos hormonas o no es:

Funcionantes: secretan hormonas por ellos mismos.


No funcionantes: no secretan hormonas.
Diagnóstico
En primer lugar, es necesario realizar un examen físico donde el médico analizará
cualquier problema de visión doble y campo visual, como la pérdida de la visión lateral
(periférica) o de la capacidad de ver en ciertas áreas.
Tratamientos
Las opciones terapéuticas actuales incluyen:
Tratamiento farmacológico y sustitutivo hormonal: las medicaciones que bloquean la
secreción hormonal pueden controlar los síntomas e incluso reducir el tamaño del tumor.
Radioterapia: se suele usar para disminuir el tamaño del tumor.
Cirugía (transesfenoidal microquirúrgica o endoscópica y transcraneal)

También podría gustarte