Ficha Debate Lukács - Brecht
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Ficha de Cátedra
Unidad IV: Realismo y formalismo (1937 – 1941)
II – Georg Lukács
En 1934, Lukács publica “Grandeza y decadencia del expresionismo” en las
páginas de la revista Internationale Literatur. Dicho ensayo se puede pensar como el
disparador del debate literario acerca del expresionismo que se desarrollará algunos años
después en la revista Das Wort. Allí, Lukács expone su teoría acerca del método de
creación del expresionismo y realiza dos fuertes críticas.
Por un lado, plantea una línea de continuidad entre el expresionismo y el
naturalismo, el impresionismo y el simbolismo, otorgándole al primero una tradición. De
este modo, Lukács afirma que el contenido de los dramas, la poesía o la prosa
expresionistas no se diferencian fundamentalmente en nada de los contenidos de los
naturalistas. El autor percibe en los expresionistas una crítica demagógica al capitalismo.
Sin embargo, afirma que esa crítica no está necesariamente motivada por una percepción
materialista de la realidad, sino por el fenómeno de la falsa conciencia. En cualquiera de
los dos casos, se trata de un fenómeno resultante de la incomprensión de los escritores del
orden social capitalista.
El expresionismo al que alude Lukács es, entonces, un movimiento
pequeñoburgués incapaz de percibir y plasmar la nueva realidad por su imposibilidad de
entenderla desde una gnoseología materialista.
Que estos contenidos de sentimiento no tienen nada de nuevo,
esto lo ve cualquiera. Son un elemento antediluviano de la poesía
pequeñoburguesa de la gran urbe. Lo nuevo del expresionismo
solo reside en cuanto al contenido, en una intensificación
cuantitativa del desamparo y de la desesperación al respecto. Y
esta intensificación es a su vez un producto necesario de la
situación del pequeñoburgués en la época imperialista. (Lukács,
1934, 248)
Por otro lado, Lukács afirma que la posición estética del expresionismo, que tiene
un correlato político específico, deriva hacia el fascismo. Es decir, que existe una
conexión entre la ideología y el método creativo del expresionismo y el nazismo. De este
modo, el autor plantea tres contradicciones internas del método creativo expresionista: en
primer lugar, se descubre el subjetivismo extremo, que raya en solipsismo. En segundo
lugar, la imposibilidad del expresionismo de plantear la cuestión de la totalidad, que solo
puede introducirse en las obras expresionistas de modo puramente formal y vacío. Y, por
último, la inutilidad del contenido es vista como un énfasis en el tratamiento del lenguaje.
Esta recepción del expresionismo como legado fascista no es
casual. En el terreno de la literatura, el fascismo nada ha
producido de verdaderamente nuevo. Reúne todas las tendencias
parasitarias y de descomposición del capitalismo monopolista en
una “unidad” ecléctico-demagógica, en lo que es verdaderamente
nuevo, sin duda, la manera de la reunión y especialmente la
manera del aprovechamiento para la creación de una base de masa
en favor del capitalismo monopolista amenazado por la crisis.
(Lukács, 1934, 256)
Entre 1936 y 1939, en las páginas de Das Wort, la revista de los intelectuales
alemanes antifascistas, se desarrolla el debate sobre el expresionismo. No desarrollaremos
el debate en su totalidad aquí, pero sí nos interesa hacer una breve revisión del mismo, ya
que ese debate finaliza con dos textos fundamentales: “Discusiones sobre el
expresionismo” de Bloch y “Se trata de realismo”, de Lukács.
En pocas palabras, el debate sobre el expresionismo consta de 13 artículos
publicados entre diciembre de 1937 y junio de 1938 en respuesta a otros dos de septiembre
de 1937, de Klauss Mann y Alfred Kurella, respectivamente. El primero acusa a Gottfried
Benn1 de “dejarse embriagar” por el nacionalsocialismo. El segundo afirma que el espíritu
del expresionismo conduce indefectiblemente al fascismo y que Gottfried Benn es un
ejemplo claro de la lógica de la evolución del expresionismo. De este modo, en los trece
artículos posteriores una serie de intelectuales se expresan “a favor” o “en contra” del
expresionismo en relación a su supuesta deriva fascista. Entre los que se encuentran “a
favor” del expresionismo (no partiendo de la tesis de que exista una deriva fascista de
1
Gottfried Benn (1886-1956) fue un escritor y poeta alemán que participó de la vanguardia expresionista
y durante la década de 1920 se alineó con el nacionalsocialismo.
este movimiento) se destaca Ernst Bloch y entre los que se posicionan “en contra”, como
vimos, se encuentra Georg Lukács, quien aunque lo había afirmado así en su artículo de
1934, aquí elude la tesis que postula la continuidad del expresionismo en el fascismo.2
En “Discusiones sobre el expresionismo” (1938), Bloch trata de rebatir los
lineamientos de “Grandeza y decadencia del expresionismo”. En primer lugar, Bloch
señala que Lukács no tiene en cuenta ni la música, ni a la pintura expresionista, incluso,
que no analiza la literatura expresionista, sino que teoriza partiendo de la crítica y teorías
literarias. En segundo lugar, Bloch critica a Lukács la linealidad que le otorga a la
tendencia de la Historia, es decir, para Bloch la totalidad no es homogénea, es mixta y
tiene componentes diversos. Bloch propone ver el expresionismo como puente entre el
mundo antiguo y nuevo, ya que el expresionismo es capaz de plasmar en toda su
contradicción ese estadio de la Historia (el de la clase pequeñoburguesa en decadencia).
Por último, Bloch le otorga al montaje la categoría de recurso privilegiado de la literatura
del siglo XX. El expresionismo representa uno de los ejemplos de buen uso o de “buena
utilización del montaje”, en tanto trabaja sobre elementos de diverso origen.
En “Se trata de realismo”, Lukács ubica el problema del expresionismo en uno
de tres círculos literarios o tres tendencias que coexisten en el siglo XX: en primer lugar,
la tendencia que él llama irrealista, que no se preocupa por el realismo. Aquella literatura
que deriva del folletín del siglo XIX, la novela de aventuras, el policial, etc. En segundo
lugar, las vanguardias históricas, que como vimos anteriormente, derivan para Lukács del
naturalismo. Y, por último, la tendencia que al autor más le interesa: la literatura de los
realistas como Maksim Gorki, Thomas Mann, Romain Rolland, etc. En las dos primeras
tendencias, según Lukács, ocurre la “aniquilación” del realismo y por lo tanto, no se trata
de discutir estas tendencias sino que, justamente, se trata de realismo. Es decir, se trata
de discutir la última tendencia, que deriva del Gran Realismo del siglo XIX (De Stendhal,
de Balzac, de Tolstoi). De este modo, Lukács deja afuera de la discusión a los autores
que revolucionaron la novela moderna, como Proust, Joyce, Kafka, a favor de los
mencionados descendientes del Gran Realismo.
Compárese por ejemplo el “burguesismo refinado” de Thomas
Mann con el surrealismo de Joyce. En la conciencia de los
personajes de ambos se hallan plasmados aquel desgarre, aquella
discontinuidad y aquellas interrupciones y ‘cavidades’ que Bloch
2
Para ver una reseña más amplia de este debate, consultar: Loreto Vilar, M. (2011) “La herencia del
expresionismo. Sobre la discusión en Das Wort, Moscú, 1937/38” y Rauschenberg, N. (2017) “Lukacs,
Brecht y Bloch. Notas sobre el debate ‘Realismo/Expresionismo’”
percibe, muy acertadamente, como características del estado de
conciencia de muchos individuos en el periodo capitalista. El
error de Bloch está solamente en que identifica directamente y sin
reservas ese estado de conciencia con la realidad misma, y la
imagen contenida en dicho estado de conciencia, con toda su
deformación, con la cosa misma, en lugar de buscar
concretamente mediante la comparación de la imagen con la
realidad, la esencia, las causas y las mediaciones de la imagen
deformada. (Lukács, 1938, 294)
Lukács señala que el expresionismo muestra de forma directa la realidad, tal como
aparece frente al escritor, distorsionada, mientras que el Gran Realismo percibe
detenidamente la realidad inmediata y descubre la esencia que se esconde tras la primera
imagen.
III – Bertolt Brecht
Hacia 1938, Brecht plantea que el debate sobre el expresionismo se trata del
formalismo, es decir, algunos críticos acusan al expresionismo de sólo modificar la forma,
no el contenido; mientras que otros plantean que el expresionismo abandona el contenido
a la forma. Sin embargo, la discusión, afirma Brecht, debería pasar por una cuestión a la
que le otorga más relevancia: “Frente a las exigencias siempre nuevas del medio ambiente
social siempre cambiante, seguir aferrado a las viejas formas convencionales es también
formalismo.” (Brecht, 1973, 212). De este modo, en primer lugar, Brecht acusa a los
críticos del debate —y, fundamentalmente a Lukács— de formalistas, ya que se aferran
a las viejas formas convencionales. Al realismo, según Brecht, no se lo puede degradar a
una cuestión de pura fórmula; es necesario como crítico ser realista.
Evitamos tomar una teoría basada en la simple descripción e
interpretación de obras artísticas existentes, de las cuales se han
sacado normas puramente formales. En pro de las obras que están
todavía por crear. Prevenimos un formalismo de la crítica. Está
en juego el realismo. (Brecht, 1973, 215).
Brecht plantea, entonces, que es necesario ver una decadencia en la forma de los
novelistas del siglo XX, en tanto siguen a los clásicos de la novela burguesa al escribir de
manera realista.
Por otro lado, afirma que hay dos planteos en donde se demuestra el carácter
formalista de la teoría del realismo: en primer lugar, el realismo en la lírica y el drama.
Aquí hace mención de sus propios dramas y su trabajo en tanto escritor: esta es una
diferencia fundamental entre los autores que polemizan. Brecht, en tanto escritor, poeta
y dramaturgo, está intensamente preocupado por cómo escribir de manera realista;
Lukács, en tanto filósofo y crítico literario, está preocupado por qué es, en definitiva, el
realismo. Su teoría es tan consecuente que no le permite leer las nuevas novelas de la
modernidad que utilizan técnicas nuevas en sus relatos: a Joyce, a Kafka, a Proust, tal
como mencionamos. En segundo lugar, Brecht afirma que el realismo no es únicamente
un asunto de la literatura, es un asunto político, filosófico, práctico y debe ser tratado
como asunto humano universal, por lo tanto, no puede restringirse únicamente a la
literatura ni, mucho menos, únicamente a la novela.
Las técnicas de la narración (el montaje, el monólogo interior, el desplazamiento),
según Brecht, son las que en definitiva representan la decadencia de la burguesía en la
nueva novela moderna. Es decir, en el capitalismo encontramos hombre mutilados, vacíos
y unilaterales y así es como se debe describir a esos hombres. Estas técnicas narrativas,
para el autor, tienen una función social: el fin es el efecto que producen en el entorno.
Estos recursos técnicos dan cuenta de una nueva realidad del mundo capitalista, del
mundo burgués: caótico, improductivo, fragmentario.
En realidad, la decadencia de la burguesía se muestra en su
literatura siempre realista en cuanto a la forma, y obras como la
de Dos Passos, a pesar de su destrucción de las formas realistas y
en esta misma destrucción, muestran la irrupción de un nuevo
realismo, posible gracias a la subida del proletariado. (Brecht,
1973, 231).