Medios Alternativos de Solucion de Confictos - Segunda Parte
Medios Alternativos de Solucion de Confictos - Segunda Parte
Medios Alternativos de Solucion de Confictos - Segunda Parte
DE CONFICTOS
SEGUNDA PARTE
¿POR QUÉ SON NECESARIOS LOS MARC’s
En este apartado tocamos un asunto que es de particular trascendencia.
¿hasta cuándo las divergencias que enfrentamos las seguiremos resolviendo
en la forma en que actualmente la realizamos? En nuestra sociedad, las
personas que enfrentan un problema, normalmente recurren al uso de la
violencia (amenazas, insultos, represalias materiales o psicológicas o agresión
física) o al proceso judicial, esperando que un tercero –el juez- defina quién
tiene la razón y quién no la tiene. Muy pocos utilizan el diálogo, la conversación
alturada y la cooperación para buscar soluciones que satisfagan los intereses
de las partes. Esta circunstancia se da básicamente porque nuestra sociedad
es litigiosa, es decir, está acostumbrada a ver a la otra parte como un
adversario, y por tanto busca métodos que resuelvan el conflicto en un
esquema de adversidad, como la violencia o el juicio.
LA CONCILIACION
Concepto de Conciliación: La conciliación: en derecho, es un medio
alternativo a la jurisdicción para solucionar conflictos, a través del cual
las partes resuelven, por sí mismas y mediante el acuerdo, un conflicto jurídico
con la intervención o colaboración de un tercero. 1
La conciliación es un procedimiento voluntario, en donde las partes que están
involucradas son libres para ponerse de acuerdo o intentar resolver la disputa
por esta vía, este proceso es flexible permitiendo a las partes definir un tiempo,
estructura y contenido de los procedimientos de dicha conciliación.
CLASES DE CONCILIACION:
Equidad:
Con este principio lo que se busca es que el resultado, es decir acuerdo
conciliatorio, sea aceptado por las partes. Teniendo como resultado final, que
ambas partes se encuentren satisfechas sin tener la percepción que el
conciliador beneficie a una de las partes.
El conciliador debe buscar igualdad de condiciones en todo el proceso de
conciliación, inspirando justicia .Vale decir, el acuerdo con el que las
conciliantes ponen fin a su conflicto debe ser justo y equitativo, duradero,
considerando los intereses de ambas partes, para que puedan lograr acuerdos
mutuamente beneficiosos.
Este principio trata de aplicar la justicia al eventual acuerdo, fundamentalmente
desde el punto de vista de las partes. Buscando un acuerdo satisfactorio
(acuerdo cualitativo aceptable entre las partes, que no afecten a terceros)
obtenido durante el desarrollo de la audiencia de conciliación.
Sin embargo, si la conciliación tiene como resultado lo que las partes decidan,
ello quiere decir que el conciliador tiene que aceptar todo tipo de acuerdo,
sobre todo si se verifica soluciones in-equitativas o injustas entre las partes.
Neutralidad
Por la naturaleza de este principio se debe de entender que es una garantía de
seguridad y justicia, dirigido dirigido exclusivamente al conciliador.
“Principio de Neutralidad. El Conciliador debe en principio, abstenerse de
conocer los casos, en los que participan personas vinculadas a él o su entorno
familiar, al personal del Centro de conciliación, o en los que participen
conciliantes con los cuales lo vincule parentesco, salvo que las partes soliciten
expresamente la intervención de aquel”. (reglamento de conciliación art 2
inciso f)
Se debe de entender a la luz de lo expuesto como un rasgo distintivo del
conciliador, en virtud de este principio el conciliador ha de ser un tercero ajeno
a las partes intervinientes.
El conciliador no debe tener antes, durante y después de la conciliación ningún
tipo de relación jurídica o extra jurídica con alguna de las partes conciliantes o
sus familiares, para evitar un conflicto de intereses, en otras palabras y para
darle una connotación aún mayor del conciliador no tendrá ningún interés con
el resultado e alguna s las partes.
Antes de aceptar una designación como conciliador, deberá verificar si existe
alguna relación de la que pueda surgir un interés directo o indirecto en el
resultado del conflicto, o alguna circunstancia que pueda poner en duda su
imparcialidad, y en su caso hacerla conocer a las partes.
Basta con que sea potencialmente capaz de producirla, o que el conciliador
crea que las partes pueden haber dudado de ella. Más allá de esta discusión
teórica, es en la práctica donde este principio ha merecido algunas críticas. La
derecha sostiene que uno de los valores que caracterizan a la mediación —
entiéndase conciliación— en países como Estados Unidos y Canadá es una
legitimidad ganada por la vía de la Neutralidad, a diferencia de realidades
culturales como la de nuestros países, donde la legitimidad es muchas veces
producto de la confianza que se tiene en el tercero.
Economía
Debemos entender que este principio de la conciliación procura dirigirse al
ahorro de tiempo, gastos, esfuerzo y desgaste emocional que demandaría a las
partes si inician un proceso judicial. Cabe resaltar que, el tiempo invertido
durante el proceso conciliatorio debe ser el indispensable, evitando dilatar
dicho trámite de forma innecesaria, tratando de buscar puntos en común entre
las partes intervinientes que conlleve al arribo de un acuerdo satisfactorio para
las mismas, en lugar de evaluar todas las posibles responsabilidades que se
puedan encontrar por el conflicto de intereses enfrentado. Asimismo, con este
principio se buscar el abaratamiento de gastos incurridos por las partes, sea en
tasas judiciales y el pago de honorario de abogados, así como para la
Administración Pública, por ejemplo la gestión de labor de los funcionarios a
cargo de conducir audiencias, programar salas de reunión, etc. Cabe agregar
que una correcta aplicación de este principio rector es evitar la fatiga y
desgaste emocional al que podrían quedar expuestas cualquiera de las partes,
al verse inmersas en un tedioso y extenso proceso judicial–debido a la ingente
carga procesal de las diversas áreas con la cual nuestro Poder Judicial cuenta;
sin tomar en consideración la incertidumbre que se podría generar en el
resultado final que culmina todo proceso, es decir, la emisión de la sentencia
judicial respectiva, la misma que podría ser absolutoria, de condena,
restableciendo un derecho o suprimiéndolo.
Sobre este principio, el Reglamento de la Ley de Conciliación indicó en el literal
i) del artículo 2.º, lo siguiente:
“Principio de economía. El procedimiento conciliatorio está orientado a que las
partes ahorren tiempo y costos que les demandaría involucrarse en un proceso
judicial”.
De acuerdo a lo señalado, lo que se busca al resolver un conflicto de intereses
mediante este mecanismo alternativo de solución de conflictos denominado
conciliación extrajudicial, es que el aparato estatal no participe activamente en
la búsqueda en una confrontación directa entre ambas partes, sino que se
pueda facilitar un ambiente en el cual se converse de los hechos de la
controversia, evitando un dispendio innecesario de recursos económicos que
conlleven dilatar el arribo a una solución aceptada por las partes y fundada en
derecho. Por ello, se encomienda al conciliador la dirección de la Audiencia en
el menor número de actos posibles. Por ello, cuando se instale la audiencia
respectiva, las partes asistentes deberán tener en cuenta que se puede obtener
el resultado más óptimo para todos, es decir, tratar de poder llegar a un
acuerdo total, en el menor tiempo posible, minimizando costos y esfuerzo tanto
para la Administración Pública como para las partes asistentes con la ayuda de
una comunicación clara y fluida en el menor tiempo posible. Es decir, se deberá
enfocar todos los esfuerzos necesarios para que los aspectos debatidos
puedan derivar al acuerdo en el menor número de reuniones.
Veracidad
Este principio se encuentra dirigido a que las partes dentro de la conciliación
deban dirigir su comportamiento y brindar información de forma adecuada, real,
veraz y fidedigna, respecto de todos los hechos materia de la controversia para
poder mantener un intercambio de ideas y, de ser el caso, llegar a un acuerdo
respectivo. Esto implica que no se deba tergiversar, modificar y/o alterar la
información, evitando brindar declaraciones falsas o inexactas, que puedan
acarrear la pérdida del camino hacia la búsqueda de un acuerdo. Asimismo, lo
que se busca es desvestir los verdaderos intereses de cada parte, para poder
lograr un acuerdo inteligente y satisfactorio.
Al respecto, es importante señalar que ambas partes deben de colaborar con la
información que poseen para que, de esta manera, una y otra tomen
conocimiento del rumbo al que podría ser dirigido la resolución del conflicto.
Durante el transcurso de la reunión o reuniones, el conciliador deberá
involucrarse en los hechos materia de la conciliación para así tener la
información clara respecto de los intereses de ambas partes.
Asimismo, este debe de ser evaluado a la par que el principio de buena fe, el
cual se encuentra relacionado con la información que ambas partes poseen y
son reveladas al conciliador para que así, este pueda formular alternativas de
solución para las partes y llegar así a un acuerdo que los beneficie.
Al respecto el Reglamento de la Ley de Conciliación señala:
“La veracidad está dirigida a la búsqueda de lo querido realmente por las
partes. El Conciliador no alterará nunca el sentido o significado de los hechos,
temas, intereses o acuerdos a que arriben éstas en el procedimiento
conciliatorio.
Los operadores del sistema conciliatorio deben remitir la información veraz y
auténtica cuando les sea requerida por el MINJUS.”.
Por otro lado, Martín Pinedo Aubían, en el artículo “El Fin de la Conciliación”
señaló, respecto al papel que debe jugar el conciliador sobre el principio de
veracidad que, este también debe ser veraz en lo referente a su rol y
cualidades; además, debe observar este principio en el momento del discurso
inicial, al proporcionar información cierta y real acerca del procedimiento
conciliatorio y lo que se puede efectuar a su interior. 2 En tanto ello, el rol del
conciliador es fundamental para el desarrollo adecuado del procedimiento y la
aplicación correcta del principio desarrollado. Por ejemplo, en una audiencia de
conciliación donde se discuta un tema de idoneidad por la entrega de un
producto defectuoso, las partes deberán señalar de manera veraz todos los
hechos relevantes del caso, es decir, fechas importantes de adquisición y
cuando se presentaron las fallas, personas participantes, descripción del
producto, en qué condiciones se encuentra, describir de qué manera no se
brindó un servicio adecuado, etc. Todo ello para que el conciliador pueda
apreciar de manera clara todos los hechos de la controversia y se pueda
fomentar un adecuado ambiente de debate e intercambio de ideas.
Celeridad
Entendiendo a la conciliación como un mecanismo alternativo de resolución de
conflictos en el cual las partes buscan una solución justa, con la asistencia de
un tercero, basándose netamente en la voluntad de éstas; las actuaciones que
se realicen deben centrarse, entre otros, en el principio de celeridad, el cual
consiste en evitar obstaculizar una rápida y dinámica solución del conflicto, de
manera tal que la controversia se resuelva lo más ágil posible, ya que de esa
manera las partes sentirán que están accediendo a la justicia oportunamente,
ahorrando así tiempo y costos.
Legalidad
En un procedimiento conciliatorio, las partes pueden modificar, extinguir y crear
relaciones jurídicas con la suscripción del acuerdo conciliatorio en el que estas
manifiestan su voluntad para dar fin a un conflicto. En virtud de este principio, el
acuerdo al que lleguen las partes deberá ajustarse con el ordenamiento
jurídico, a fin de que lo pactado no contravenga las normas vigentes, el orden
público y/o las buenas costumbres. El conciliador deberá observar la legalidad
de los acuerdos adoptados.
Imparcialidad
La imparcialidad podría ser definida como la autonomía en la decisión,
independientemente a las propuestas que generen las partes en conflicto.
Asimismo, vista desde el arbitraje, no tiene razón de ser, debido a que las
mismas partes designan a un árbitro; el principio que se toma en consideración
dentro de la práctica es la neutralidad porque la decisión final (laudo) es neutral
y equitativa. Sin embargo, dentro de la conciliación, la imparcialidad se muestra
al momento de la realización de la audiencia en la cual el conciliador dirige a
ambas partes a un acuerdo sin parcializarse con alguna parte.
Este principio se ve materializado en el compromiso que asume el conciliador
en ayudar a las partes, en el desarrollo de sus funciones, en el cual se
encuentra íntimamente ligado con el principio de la neutralidad. La
imparcialidad es un estado mental que exige del conciliador durante el proceso
y desarrollo de su gestión, se mantenga al margen de los prejuicios o
favoritismo hacia algunas de las partes en conflictos a través de acciones o
actitudes.
Una de las características del conciliador es ser imparcial. Otros autores se
refieren al tema como neutral y otro como equidistante a las partes.
Desde el punto de vista de la conciliación, ser imparcial implica no optar por
una de las partes en detrimento de la otra. Una conducta parcializada
evidentemente pone la conciliación en riesgo. Igualmente, la doctrina es
concluyente al señalar que los jueces tienen la obligación de actuar
imparcialmente en todas sus actuaciones.
La imparcialidad se ve cuestionada cuando una de las partes busca alianzas
con el juez conciliador o el conciliador se ha parcializado con una de las partes.
¿Cómo reaccionar a las siguientes frases o preguntas de las partes?
¿No cree que cualquiera haría lo Parece que hacer lo que hizo fue
mismo en mi situación? importante para Ud.
¿Qué cree que debamos hacer Preferiría que Uds. hagan un esfuerzo y
en este caso? encuentren la solución más idónea.
Ud. Como hombre sabe cómo Me gustaría que me diga cómo son las
son las cosas ¿no? cosas, no entiendo
Antes que nada, le manda Esa persona no tiene relación alguna con
saludos el Sr. XXXXX el caso. Prosiga
Confidencialidad
Este principio está referido a la información recepcionada por el conciliador, en
el primer contacto con cada una de las partes y en conjunto en las sesiones.
El conciliador debe guardar la confidencialidad de la información proporcionada
por una de las partes y sólo brindarla en conjunto, con consentimiento de ésta.
Igualmente, este principio señala que la información proporcionada dentro de la
conciliación, no pueda ser divulgada ni usada en ningún proceso adversarial
(arbitral o judicial).
Este principio se relaciona con la información que recibe el conciliador, en el
proceso de comunicación que establecen las partes, creando condiciones para
generar confianza que estimulen el intercambio de información, si las partes no
revelan la información necesaria el proceso puede fracasar. Sin confianza, se
retrae la comunicación y se dificulta la opción y posibilidad de llegar a un
acuerdo.
Este principio presenta algunos inconvenientes. El primero de ellos es
determinar cuál información es confidencial, otro es revelar hechos contrarios a
las leyes. Si se aplica el principio de confidencialidad en forma estricta, se
pueden estimular arreglos ilegales y carentes de ética, perdiendo legitimidad la
conciliación, por lo que se debe limitar la confidencialidad, haciéndola
compatible con los derechos fundamentales, permitiendo al conciliador romper
el deber de confidencialidad cuando advierta la perpetración de un delito o este
en juego la integridad de una persona.
Buena Fe
La Ley N° 26872 – Ley de Conciliación, dispone en su artículo 2° que es un
principio que rige la conciliación el principio de Buena Fe, siendo éste definido
en el literal c) del artículo 2° de su Reglamento, aprobado por el Decreto
Supremo N.º 014-2008-JUS, el cual señala lo siguiente:
“c) Principio de buena fe. La buena fe se entiende como la necesidad que las
partes procedan de manera honesta y leal, confiando en que esa será la
conducta a seguir en el procedimiento conciliatorio. Cuando el Conciliador
tenga duda de la viabilidad de un acuerdo, tiene conocimiento o al menos un
indicio de que está basado en información falsa o de mala fe, deberá
recomendar a los conciliantes que se apoyen en expertos de la materia
relacionada con dicho acuerdo antes de finalizarlo, cuidando que tal
intervención no perjudique o entorpezca el procedimiento de Conciliación o, en
su caso, a alguno de los conciliantes”.
Por tanto, el aludido principio se entiende como la necesidad de que las partes
procedan de manera honesta y leal durante el trámite de dicho procedimiento.
Este principio no sólo involucra a las partes durante la audiencia sino también a
toda persona que participa de la audiencia; como sería el caso de abogados o
asesores y representantes. Lo cual tiene sentido en la medida que lo que se
espera de las personas que intervienen en el procedimiento conciliatorio es que
actúen sin aprovecharse o beneficiarse de su contraparte.
La Buena Fe incluye a la veracidad, entendiéndose aquella como la necesidad
de contar con información fidedigna durante la audiencia conciliatoria y por lo
tanto es una de las dimensiones del principio de buena fe.
Simetría de Poder
El referido principio no se encuentra regulado en las normas antes señaladas;
sin embargo, éste rige de facto a la conciliación, en tanto suele suceder que en
dicho procedimiento, una de las partes tenga más poder que la otra. Dicha
circunstancia hace imperativo que haya igualdad de fuerzas entre los
participantes en la conciliación, ya que ello facilitará una influencia mutua
donde una de las partes no pueda imponer a la otra un acuerdo insatisfactorio
para la otra.
En ese sentido, el principio de simetría de poder exige que en caso el
conciliador verifique algún desequilibrio de condiciones, cree mecanismos para
que las partes en conflicto sientan que participan en iguales términos en la
discusión, expresen sin temor sus intereses y necesidades que influyen en la
toma de decisiones, presenten alternativas, evalúen las consecuencias de las
posibles soluciones y participen en el logro de la solución.
TITULO II : DE LA CONCILIACION
Artículo 10.- Cuando la Ley señala en su Artículo 9 que son conciliables las
pretensiones que versen sobre violencia familiar, debe entenderse que es
posible sólo conciliar sobre los motivos o factores que generen la violencia, no
siendo posible conciliar respecto de la intensidad de la misma.
Artículo 15.- Las invitaciones deberán redactarse en forma clara, sin emplear
abreviaturas, y contendrán:
EL ARBITRAJE
El Arbitraje es un proceso por el cual las partes acuerdan que un tercero
neutral resuelva el conflicto evaluando los argumentos que se presentan.
En el Perú el Arbitraje:
El arbitraje está regulado por el Ley Nº 26572, que modificó la Ley Nº 25935,
introduciendo importantes mejoras. Este dispositivo legal está considerado
como uno de los más modernos y progresistas de América Latina. Al respecto,
R. Caivano 18, comentando la Ley Peruana de Arbitraje sostiene lo siguiente:
“Destacamos –como algo digno de imitación- el ejemplo peruano, donde se
llevó a cabo un profundo proceso de modernización de la legislación sobre
arbitraje, habiéndose acometido la tarea con gran seriedad y profesionalismo.
Si bien el Decreto Ley Nº 25935 había significado un importante paso, la nueva
ley Nº 26572 ha terminado de perfeccionar la normativa, dando al Perú un
excelente marco legal para el arbitraje. La Ley Nº 26572 soluciona los defectos
que aún persistían, recoge la experiencia internacional, incorpora numerosas
fórmulas para hacer del arbitraje un sistema ágil y expeditivo, pero sin perder
por ello seguridad jurídica, y mejora sustancialmente la técnica legislativa.
Ello hace que hoy el Perú cuente con una de las más modernas y progresistas
normas legales sobre el tema, que servirá de modelo para muchos de los
países latinoamericanos que aún deben actualizar sus normas.
Para efectos de la exposición nos basaremos en lo que señala el acotado
dispositivo legal.
CONCEPTO:
El arbitraje es una institución jurídica heterocompositiva, en virtud de la cual
una tercera persona, objetiva e imparcial, nombrada por las partes mediante
convenio, resuelve en base a una potestad específica el conflicto intersubjetivo
de intereses jurídicos, en caso de ser la materia susceptible de libre disposición
por las personas afectadas por la discrepancia.
En este mismo sentido Ramos, entiende que el arbitraje es la resolución de una
cuestión o disceptación entre partes por medio de un tercero. Donde este
tercero asume el papel de juez y resuelve con su juicio el problema que
previamente le han sometido las partes de mutuo acuerdo.
Finalmente, podemos señalar que el arbitraje es la institución por la que las
partes de una determinada relación jurídica someten voluntariamente a la
decisión vinculante de uno o varios árbitros las cuestiones litigiosas que, con
ocasión de dicha relación, se suscitan sobre derechos arbitrables. Sin
embargo, en este concepto se recoge sólo los caracteres esenciales de la
institución arbitral, razón por la que no deja de ser sólo una aproximación a la
misma, dado que no cabe someter a arbitraje cualquier conflicto ni cualquier
derecho, que los árbitros pueden ser nombrados por las partes o venir
designados por una institución, y que el carácter vinculante del laudo no impide
sin embargo su impugnación.
Desde tiempo atrás, se observaba ya dentro de los diversos enfoques (que los
ordenamientos particulares han utilizado) para superar las dificultades reales
de acceso a la justicia –problemas particularmente graves en países como el
Perú – por parte de los litigantes, el recurso al arbitraje como un medio idóneo
para lograr enfrentar dichas barreras de acceso.
Frente a las diferentes teorías que tratan de explicar la esencia del arbitraje,
esto es, aquellas jurisdiccionalistas, contractualistas(13) e intermedias,(14)
consideramos que la figura se explica mejor a partir de las primeras, dado que
el arbitraje es la institución que mejor conserva el genuino sentido de la
jurisdicción: iudicium inter partes, pues es un tercero el que ius dicit,
desligándose en este caso la jurisdicción del sujeto histórico que la detenta, el
estado.
Con igual parecer nuestra Ley General de Arbitraje reconoce los dos
tipos de arbitraje ante señalados, al prescribir su artículo sexto que “La
organización y desarrollo del arbitraje pueden ser encomendadas a una
Institución Arbitral, la cual necesariamente deberá constituirse como
Persona Jurídica. En tal caso, la institución arbitral estará facultada para
nombrar a los árbitros, así como para establecer el procedimiento y las
demás reglas a las que se someterá el arbitraje, de conformidad con su
reglamento arbitral”.
Por otro lado, debemos señalar que en nuestra Ley General de Arbitraje
no existe norma alguna que prevea esta distinción, razón por la cual no
cabe hablar de aquella en nuestro ordenamiento.
– Clasificaciones adicionales
EL CONVENIO ARBITRAL
A. Concepto
En esencia, el convenio arbitral no es más que un pacto o una cláusula
contractual de la que se desprende la opción de las partes por el arbitraje.
Finalmente, con este mismo parecer nuestra Ley General de Arbitraje nos
señala en su artículo noveno que “El convenio arbitral es el acuerdo por el que
las partes deciden someter a arbitraje las controversias que hallan surgido o
puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica
contractual o no contractual, sean o no materia de una proceso judicial”.
B. Sujetos
Al igual que en el campo del proceso, el arbitraje también importa una relación
jurídica trilateral, compuesta por el órgano arbitral y las partes del arbitraje.
Donde el primero puede ser singular (un solo árbitro) o colegiado (un tribunal
arbitral), en tanto las segundas, acorde al principio de dualidad de partes o
bilateralidad, siempre son dos, una activa y otra pasiva, pudiendo sin embargo,
presentarse –en una o ambas posiciones– la existencia de plurisubjetividad.
Así, respecto al órgano arbitral es necesario que aquel posea tanto capacidad
de goce como de ejercicio, y en el caso de ser un arbitraje de derecho, este
debe ser abogado en ejercicio.
Con este mismo criterio nuestra Ley General de Arbitraje, dispone en su
artículo vigésimo quinto que “Pueden ser designados árbitros las personas
naturales, mayores de edad, que no tienen incompatibilidad para actuar como
árbitros y que se encuentran en pleno ejercicio de sus derechos civiles. El
nombramiento de árbitros de derecho debe recaer en abogados…”.
Por otro lado, los árbitros deben poseer –sobre todo– el requisito de la
imparcialidad, razón por la cual existe el régimen extendido a ellos –propio de
los órganos jurisdiccionales– de la abstención y la recusación, teniendo por ello
los árbitros la obligación de comunicar la existencia de tales causales.
En igual sentido, nuestra Ley General de Arbitraje, dispone en su artículo
décimo octavo que “Los árbitros no representan los intereses de ninguna de las
partes y ejercen el cargo con estricta imparcialidad y absoluta discreción…”. Y
por su parte los artículos vigésimo sexto, vigésimo octavo y vigésimo noveno
reconocen las figuras de abstención y recusación de los árbitros,(44) al señalar
en su texto respectivamente que:
(Art. 26) “Tienen incompatibilidad para actuar como árbitros, bajo sanción de
nulidad del nombramiento y el laudo: 1. Los Magistrados, con excepción de los
Jueces de Paz, los Fiscales, los Procuradores Públicos y los ejecutores
coactivos. 2. El Presidente de la República y los Vicepresidentes; los
Parlamentarios y los miembros del Tribunal Constitucional. 3. Los oficiales
generales y superiores de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, salvo los
profesionales asimilados. 4. Los ex magistrados en las causas que han
conocido. 5. El Contralor General de la República en los procesos arbitrales en
los que participen las entidades que se encuentran bajo el control de la
Contraloría General de la República”.
(Art. 28) “Los árbitros podrán ser recusados sólo por las causas siguientes: 1.
Cuando no reúnan las condiciones previstas en el artículo 25 o en el convenio
arbitral o estén incursos en algún supuesto de incompatibilidad conforme al
artículo 26. 2. Cuando estén incursos en laguna causal de recusación prevista
en el reglamento arbitral al que se hayan sometido las partes. 3. Cuando
existan circunstancias que den lugar a dudas justificadas respecto de su
imparcialidad o independencia”.
(Art. 29) “La persona a quien se comunique su posible nombramiento como
árbitro deberá revelar todas las circunstancias que puedan dan lugar a una
posible recusación, y el árbitro, desde el momento de su nombramiento y
durante todas las actuaciones arbitrales, revelará sin demora tales
circunstancias a las partes, a menos que ya les haya informado de ellas, bajo
pena de responder por los daños y perjuicios que ocasione su omisión…”
C. Ámbito de aplicación :
EL PROCEDIMIENTO ARBITRAL
LOS PRINCIPIOS.
EL LAUDO ARBITRAL
A. Concepto de Laudo
La actividad de los árbitros, así como el procedimiento arbitral, culmina
normalmente al dictarse la correspondiente resolución, denominada –por
contraposición a la sentencia, reservada a los órganos jurisdiccionales–
laudo arbitral.
Existiendo este paralelismo con la sentencia, es pues, evidente que
podemos hablar de laudos declarativos, constitutivos y de condena,
según la respectiva pretensión sobre la que se decida (acorde al
principio de congruencia).
Sin embargo, el órgano arbitral sólo se limitará a conocer de la
pretensión y fallar sobre esta, estimándola o desestimándola, por lo que
para la adopción de una medida cautelar, tendría que acudir siempre al
órgano jurisdiccional correspondiente, así como también para llevar a
cabo la ejecución del laudo.
B. Requisitos del Laudo
Respecto a los requisitos hay que distinguir los relativos al tiempo y a la
forma:
1° En cuanto al tiempo, los árbitros deben dictar el laudo en el plazo –
general– de veinte días de vencida la etapa de pruebas, salvo que las
partes hubieran dispuesto otra cosa (artículo 48 de nuestra LGA).
El transcurso del plazo sin haber dictado el laudo tiene como principal
consecuencia la posibilidad judicial de anular el laudo (artículo 73 inciso
5 LGA).
2° En cuanto a los requisitos de forma, están claramente fijados en
nuestra Ley General de Arbitraje (artículo 49 LGA). El laudo se recoge
formalmente en un escrito, firmando los árbitros, y si alguno no lo hiciera
se entenderá que se adhiere a la decisión de la mayoría. Por otra parte,
el laudo podrá ser protocolizado notarialmente (artículo 57 LGA).
C. Contenido del Laudo.
El laudo arbitral debe expresar al menos los siguientes puntos: el lugar
en que se dicta, nombre de los árbitros y de las partes, la cuestión
sometida a arbitraje y una sucinta relación de las alegaciones y
conclusiones de las partes, la valoración probática en que se funda la
decisión, los fundamentos fácticos y jurídicos de las pretensiones y
resistencias, y, finalmente, la decisión arbitral (artículo 50 LGA); así
como el pronunciamiento sobre costos (artículo 52 LGA).
El fallo del laudo tendrá consiguientemente los siguientes posibles
contenidos:
1° Desde el punto de vista exclusivamente procesal, puede acoger la
declaración de incompetencia efectuada por el órgano arbitral (artículo
39 LGA).
2° Si el laudo entra en el fondo de la cuestión litigiosa, y es de derecho,
decidirá jurídicamente el arbitraje, esto es, basándose en normas
jurídicas aplicables a los hechos controvertidos, respetándose en esta
materia el principio de congruencia.
3° Si el laudo es de conciencia, se expresará en el fallo el leal saber y el
entender del órgano arbitral.
Existen también las posibilidades de corrección, integración y aclaración
del laudo. En tal sentido, las partes pueden pedir a los árbitros o estos
realizar de oficio, dentro del plazo de cinco días tras la notificación del
laudo, la corrección de cualquier error de cálculo, de copia tipográfica o
de naturaleza similar. Del mismo modo, pueden dentro del mismo plazo
antes señalado integrar el laudo, si se hubiese omitido resolver algunos
de los puntos materia de controversia (artículo 54 LGA). Pueden también
a solicitud de parte, dentro del mismo plazo, aclarar algún punto
ambiguo o incierto del laudo (artículo 55 LGA).
D. Efectos del Laudo
EL ARBITRAJE INTERNACIONAL
MATERIAS ARBITRALES
Los Árbitros
Los árbitros cumplen sus funciones según las condiciones que señala la Ley y
que son las siguientes:
1. No deben representar los intereses de ninguna de las partes.
2. Deben ejercer el cargo con absoluta imparcialidad y absoluta discreción.
3. Deben ejercer con plena independencia. No están sometidos a orden,
disposición o autoridad que menoscabe sus atribuciones.
4. Gozan del secreto profesional.
5. Son remunerados, salvo pacto expreso en contrario.
6. Pueden imponer multas hasta por un máximo del dos (2) Unidades
Impositivas a la parte que incumpla sus mandatos. Las multas son para la otra
parte, deben constar en el Laudo Arbitral y se ejecutan conjuntamente con el
Laudo.
Designación de los Arbitros
1. Son designados por las partes o por un tercero que puede ser una institución
arbitral.
2. Puede ser efectuada por un juez en lo civil, cuando las partes no lo hacen en
el plazo de 10 días.
3. Deben ser en número impar: uno (árbitro único), tres o más (tribunal
arbitral). A falta de acuerdo o en caso de duda, los árbitros son tres.
4. Pueden ser personas nacionales o extranjeras.
5. El nombramiento de árbitros de derecho, debe recaer en abogados. 6.
Deben ser personas naturales, mayores de edad, en pleno ejercicio de sus
derechos civiles.
Impedimentos
Tienen incompatibilidad para actuar como árbitros, bajo sanción de nulidad del
nombramiento y del Laudo:
1. Los Magistrados, excepto los Jueces de Paz, los Fiscales, Procuradores
Públicos y Ejecutores Coactivos
2. Presidente de la República y los Vice Presidentes.
3. Los Congresistas.
4. Los miembros del Tribunal Constitucional.
5. Los Oficiales Generales y Superiores de las Fuerzas Armadas y Policía
Nacional; salvo los profesionales asimilados.
6. Ex Magistrados en causas que hayan conocido.
7. El Contralor General de la República en los procesos arbitrales en los que
participen las entidades que se encuentran bajo su control.
Notificación del Laudo
El Laudo arbitral debe se notificará a las partes dentro de los cinco días hábiles
de haber sido emitido.
h. Costos del Arbitraje
Los árbitros se pronunciarán en el Laudo sobre los gastos del arbitraje,
teniendo presente de ser el caso, lo pactado en el convenio arbitral. Los costos
incluyen, pero no se limitan a:
1. Retribuciones de los árbitros.
2. Retribuciones de los abogados de las partes.
3. Retribuciones del secretario que se hubiera nombrado, si éste no fuera
árbitro.
4. Gastos de protocolización del Laudo cuando se haya pactado.
5. Retribución a la institución arbitral, de ser el caso.
6. Multas que hubiesen sido impuestas a cualquiera de las partes. Si el
convenio no contiene pacto alguno sobre gastos, los árbitros se pronunciarán
en el Laudo sobre su condena o exoneración, teniendo en consideración el
resultado o sentido del mismo. Si no hubiera condena, cada parte cubrirá sus
gastos y los que sean comunes en iguales proporciones.
Gastos Comunes.
Se entienden como gastos comunes los siguientes:
1. Retribuciones de los árbitros.
2. Retribuciones del secretario, si éste no fuera árbitro.
3. Retribución a la Institución Arbitral, de ser el caso.
Finalmente, los árbitros no podrán cobrar honorarios adicionales por la
corrección, integración o aclaración del Laudo que hubieran dictado.
i. Solicitudes y Recursos.
Dentro de los cinco días hábiles posteriores a la recepción de la notificación,
las partes pueden presentar tres tipos de solicitudes:
1. De aclaración.
2. De Corrección.
3. De Integración. En el mismo plazo, los árbitros pueden por propia iniciativa,
a efectuar correcciones o integrar algún asunto referente al Laudo.
El plazo para resolver cualesquiera de las tres solicitudes es de cinco días
posteriores a la recepción de la solicitud. Este plazo podrá ser prorrogado por
un término no mayor a diez días hábiles, siempre y cuando exista solicitud de
algunas de las partes para que se efectúe correcciones, integraciones o
aclaraciones. No procede esta prórroga cuando las acciones son de iniciativa
de los árbitros.
Corrección: Procede cuando se han incurrido en errores materiales,
numéricos, de cálculo, tipográficos y de naturaleza similar.
Integración: Procede cuando se omite resolver alguno de los puntos materia
de la controversia
Aclaración: Procede cuando algún punto del Laudo no está presentado
suficientemente claro y puede prestarse a interpretaciones equivocadas.
j. Recursos que pueden presentar las partes
Sólo proceden dos tipos de recursos:
1. Recurso de Apelación.
2. Recursos de Anulación.
Recurso de Apelación: Tiene por objeto la revisión del Laudo en lo referente a
la apreciación de los fundamentos de las partes, de la prueba y, en su caso,
aplicación e interpretación del derecho. Se resuelve confirmando o revocando
total o parcialmente el laudo. Se interpone en el plazo de 10 días hábiles
siguientes a la recepción del laudo.
Contra los Laudos de Conciencia no procede recurso de apelación.
Procede ante el Poder Judicial o ante una segunda instancia arbitral, siempre y
cuando:
Se haya pactado en el convenio arbitral.
Esté previsto en el Reglamento de la Institución Arbitral.
A falta de acuerdo: se entiende que las partes han pactado sólo para una
segunda instancia
arbitral.