Medios Alternativos de Solucion de Confictos - Segunda Parte

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MEDIOS ALTERNATIVOS DE SOLUCION

DE CONFICTOS
SEGUNDA PARTE
¿POR QUÉ SON NECESARIOS LOS MARC’s
En este apartado tocamos un asunto que es de particular trascendencia.
¿hasta cuándo las divergencias que enfrentamos las seguiremos resolviendo
en la forma en que actualmente la realizamos? En nuestra sociedad, las
personas que enfrentan un problema, normalmente recurren al uso de la
violencia (amenazas, insultos, represalias materiales o psicológicas o agresión
física) o al proceso judicial, esperando que un tercero –el juez- defina quién
tiene la razón y quién no la tiene. Muy pocos utilizan el diálogo, la conversación
alturada y la cooperación para buscar soluciones que satisfagan los intereses
de las partes. Esta circunstancia se da básicamente porque nuestra sociedad
es litigiosa, es decir, está acostumbrada a ver a la otra parte como un
adversario, y por tanto busca métodos que resuelvan el conflicto en un
esquema de adversidad, como la violencia o el juicio.

De acuerdo a este planteamiento, nuestra sociedad aún se encuentra enferma,


y urge que encontremos el remedio para su curación. Necesitamos cambiar la
cultura de conflictividad en que estamos inmersos, por una cultura de
entendimiento, para así vivir en paz y construir nuestro futuro y el de nuestros
hijos en un ambiente de armonía y prosperidad social.
Si bien la negociación o transacción, existió desde que el hombre apareció en
la Tierra y la mediación y conciliación también son bastante antiguos, sin
embargo, su estudio sistemático y su difusión es bastante reciente, y se inicia
en la década de los 70 en los Estados Unidos de Norteamérica con el propósito
de que la sociedad tenga nuevas formas que permitan, en primer lugar, su
posibilidad de acceso a la justicia, y en segundo lugar, que el servicio de
justicia que obtenga la población sea más eficiente, es decir, más objetivo, más
rápido, menos costoso y más dignificante, permitiendo a las personas ejercer
su derecho a definir sus propias soluciones, mediante el empleo de una gama
variada de procedimientos, reservando al proceso judicial, como último recurso,
cuando se agotan otras posibilidades que presentan los MARC’s.
 Es necesario satisfacer los intereses de las partes.
Tradicionalmente en nuestra sociedad se ha visto al proceso judicial como la
forma natural que deben emplear las personas cuando enfrentan un conflicto.
No está mal, sin embargo esta alternativa con el tiempo, poco a poco ha ido
perdiendo eficiencia en su respuesta a las necesidades y expectativas de la
sociedad, entre otras causas, por el aumento de la población a un ritmo mayor
que el experimentado por el Poder Judicial, que cada día enfrenta mayores
limitaciones, frente a una demanda cada vez mayor, con casos de diversas
naturaleza y complejidad.
Adicionalmente, el acceso a la educación de la población (aún con todas sus
deficiencias) y las facilidades de información que actualmente se disponen, ha
elevado el nivel de conciencia de la sociedad en su conjunto. Cada día se exige
un mayor nivel en la calidad de atención; y esto no es sólo con referencia al
servicio que presta el Poder Judicial, sino al que prestan todas las instituciones
públicas y privadas.
Cada vez con mayor incidencia, el enfoque va girando para centrarse en el
cliente, que viene a ser toda persona que solicita o adquiere un servicio o un
bien. La sociedad va comprendiendo que las instituciones deben estar al
servicio de los ciudadanos.
No obstante, la capacidad de reacción de las instituciones, por falta de recursos
principalmente, no siempre logran este objetivo, generando un déficit en la
calidad del servicio que brindan, como es el caso del Poder Judicial. Esta
circunstancia, obliga a ver nuevos modelos que garanticen que el problema de
fondo – el acceso a la justicia – sea atendido con formas más eficientes.
 Es necesario promover una Cultura de Paz.

La calidad del servicio que presta el Poder Judicial, aún mejorando


sustantivamente, no resuelve un problema de fondo: la necesidad de
promover una “cultura de paz” en nuestra sociedad, que cambie nuestra
“cultura litigiosa” por una “cultura de entendimiento”.
El conflicto es parte natural en la vida de las personas, por lo que no
debe preocuparnos su existencia. R. Caivano señala, que “lo
preocupante no es la existencia del conflicto, sino la falta de vías
adecuadas para resolverlo”.

El proceso judicial no deja en manos de las partes la solución creativa y


responsable de la controversia. Sus resultados, por centrarse sólo en
posiciones (demandas y exigencias de las partes) enfrentan aún más a
las personas, aumentando sus discrepancias y por tanto, afectando sus
relaciones. El litigio, como problema de fondo, no siempre se resuelve
con una sentencia.

Por ello la sociedad progresivamente va comprendiendo que los


métodos adversariales como el proceso judicial, resultan ineficientes, y
se comienza a sentir manifestaciones concretas para abrir las puertas a
nuevos modelos que satisfagan mejor sus necesidades.

 Problemática del Poder Judicial.

Conforme crece la población y se agudiza la crisis de la economía, se


incrementan los conflictos; sin embargo el Poder Judicial no tiene
capacidad de respuesta, básicamente, por la falta de recursos. El
volumen considerable de expedientes que deben que ser resueltos,
limitan su capacidad operativa, generando soluciones tardías.

Por otro lado, además de la cantidad de expedientes, la complejidad y


diversidad de asuntos que un mismo juez tiene que resolver, afecta en
algunos casos, los pronunciamientos, con graves implicancias que este
hecho podría significar para la parte afectada.
También tenemos que reconocer que aún el Poder Judicial no tiene
suficiente número de jueces y auxiliares de justicia; consecuentemente,
su relativa autonomía está expuesta a presiones que en algunos casos,
desnaturalizan su razón de ser, afectando su imagen y credibilidad ante
la sociedad.

La falta de presupuesto suficiente que permita una infraestructura


adecuada con tecnología de punta, limita muy seriamente las funciones
jurisdiccionales, hecho que se percibe aún más en el interior del país;
sumado a las remuneraciones de los magistrados, cuyos ingresos no les
permite un nivel decoroso de vida y una permanente actualización
profesional, acorde a sus delicadas funciones como representantes del
Estado en la administración de justicia, disminuyéndoles el verdadero
sitial que les corresponde. Esto, solamente para señalar los aspectos
más saltantes que afectan la función jurisdiccional.

LA CONCILIACION
Concepto de Conciliación: La conciliación: en derecho, es un medio
alternativo a la jurisdicción para solucionar conflictos, a través del cual
las partes resuelven, por sí mismas y mediante el acuerdo, un conflicto jurídico
con la intervención o colaboración de un tercero. 1
La conciliación es un procedimiento voluntario, en donde las partes que están
involucradas son libres para ponerse de acuerdo o intentar resolver la disputa
por esta vía, este proceso es flexible permitiendo a las partes definir un tiempo,
estructura y contenido de los procedimientos de dicha conciliación.

CLASES DE CONCILIACION:

Existen dos tipos de conciliación: la conciliación prejudicial y la conciliación


judicial.

 La conciliación prejudicial es un medio alternativo al proceso judicial,


es decir, mediante ésta las partes resuelven sus problemas sin tener
que acudir a un juicio. Resulta un mecanismo flexible, donde el
tercero que actúa o interviene puede ser cualquier persona y el
acuerdo al que llegan las partes suele ser un acuerdo de
tipo transaccional. Es decir, es homologable a una transacción.

 La conciliación judicial es un medio alternativo a la resolución del


conflicto mediante una sentencia; en este sentido es una forma
especial de conclusión del proceso judicial. El tercero que dirige esta
clase de conciliación es naturalmente el juez de la causa, que
además de proponer bases de arreglo, homóloga o convalida lo
acordado por las partes, otorgándole eficacia de cosa juzgada,
dentro del marco de la legalidad.

En algunos ordenamientos puede llegar incluso a ser obligado el hecho de


tratar de llegar a una conciliación antes de poder presentar una demanda, o ser
un trámite obligatorio dentro del procedimiento judicial.

Definición de la Conciliación Extrajudicial en el Perú:

De acuerdo con el artículo 5.º de la Ley 26872 —Ley de Conciliación—: «La


Conciliación es una institución que se constituye como un mecanismo
alternativo para la solución de conflictos, por el cual las partes acuden ante un
Centro de Conciliación extrajudicial a fin que se les asista en la búsqueda de
una solución consensual al conflicto».
Ahora bien, de lo anterior, podemos relucir propias dilucidar las siguientes
acepciones:
La Conciliación Extrajudicial: Es una manera rápida y económica de resolver
los conflictos con la colaboración de un tercero llamado conciliador. A través
del diálogo, el conciliador facilita la comunicación entre las partes, lo que
permite superar las diferencias y arribar a acuerdos que satisfacen a todos.
Luego, se suscribe un Acta de Conciliación.
Asimismo, la Conciliación Extrajudicial es un mecanismo de solución de
controversias que se lleva a cabo antes y fuera del fuero judicial, militar, arbitral
y administrativo, a través del cual, en presencia y dirección de un tercero
(conciliador), las partes buscan llegar a un acuerdo con la finalidad de
solucionar un conflicto intersubjetivo.
Por otro lado, tomando la referencia de esta institución procesal, La
conciliación, del latín conciliatio, verbo conciliare, significa ajustar los ánimos de
los que se oponen entre sí, avenir sus voluntades y pacificarlos; instituto que
tiene como misión facilitar un proceso judicial o extrajudicial, mediante un
acuerdo amigable las diferencias de sus derechos, cuidando los intereses de
libre disposición, y respetando el debido proceso en caso de encontrarse en el
Órgano Jurisdiccional.
Es un medio alternativo de resolución de Conflictos, o arreglo de diferencias
entre dos o más personas, gracias a la participación activa de un tercero, que
en este caso es el conciliador, en el Derecho Francés, el conciliador convoca a
las partes en litigio, para el día y hora que determine, para proceder a la
tentativa probable de conciliación. (Le conciliateur convoque les parties au lieu,
jour et heure qu´il détermine, pour procéder a la tentative préalable de
conciliation. ( Art. 832-3 Le Noveau Code de Procédure Civile)
Para el derecho anglosajón la Conciliación: es una alternativa de resolver
disputas en que las partes —incluida los intereses futuros en disputa— arreglan
mediante los servicios de un conciliador, quien dialoga con las partes por
separado en atención de resolver sus diferencias. (Conciliation is an alternative
dispute resolution process whereby the parties to a dispute (include future
interest disputes) agree to utilize the services of a conciliator, who then meets
the parties separately in an attempt to resolve their differences.
Diferencia entre la conciliación extrajudicial y la judicial en el
Perú.
La conciliación judicial, esta figura fue impuesta en nuestro país, en materia
civil, como una etapa obligatoria dentro del proceso. Así el Código Procesal
Civil establece que luego de la etapa postulatoria (demanda-contestación), y
una vez saneado el proceso, el juez fija día y hora para la audiencia de
conciliación.
Conforme lo establece el artículo 469.º del C.P.C., la audiencia tiene por
finalidad propiciar la conciliación entre las partes, a través del juez, quien luego
de escuchar las razones, propone una fórmula de conciliación. Sin embargo,
aun cuando la institución de la conciliación está prevista en el Código Procesal
Civil, sólo se ha considerado dentro de un proceso judicial, no habiéndose
logrado los resultados que se esperaban.
El obstáculo para que se desarrolle dicha institución dentro del proceso radica
en que los magistrados, que son los encargados de estudiar las diferencias
entre los litigantes y proponer en dicha audiencia alternativas de solución al
conflicto, no disponen del tiempo ni de la capacitación en técnicas de
negociación necesaria para lograr que se concilien las diferencias. Queda
entonces la alternativa de que la conciliación sea procurada por instituciones
ajenas al Poder Judicial.
Ahora bien, en torno a la Conciliación Extrajudicial, doctrinariamente existen
posiciones contrapuestas en relación al sujeto encargado de propiciar la
conciliación. Así, algunos autores han negado al Estado dicha facultad en las
controversias surgidas entre intereses privados, aduciendo que la conciliación
sólo interesa a las partes.
Otros autores refieren que el Estado, como ente encargado de la función
jurisdiccional por antonomasia, tiene un interés mayor en que las controversias
se solucionen sin necesidad de ocasionar mayor desgaste y carga al sistema
jurisdiccional y, por lo mismo, debe estar facultado para procurar la
conciliación.
Cualquiera de las dos posiciones nos llevan a la conclusión de que la
conciliación, sea procurada por el Estado, dentro de un proceso judicial, o por
particulares bajo supervisión del mismo, es necesaria y conveniente para el
país.

PRINCIPALES DIFERENCIAS ENTRE LA CONCILIACIÓN JUDICIAL Y LA


EXTRAJUDICIAL EN NUESTRO PAÍS
A continuación efectuamos una síntesis de las principales diferencias entre la
Conciliación Judicial y la Extrajudicial en nuestro país:
1. La Conciliación Judicial (CJ) está a cargo del juez. La Conciliación
Extrajudicial (CE) la realiza el conciliador extrajudicial en el Centro de
Conciliación y alternativamente el juez de paz letrado o el juez de paz (artículo
60.º del Reglamento).
2. En la Conciliación Extrajudicial, las partes pueden conciliar
extrajudicialmente en el momento en que así lo decidan. En la Conciliación
Judicial (art. 323.º del C.P.C.) se puede hacer en cualquier estado del proceso,
siempre que no se haya expedido sentencia en segunda instancia.
3. La Conciliación Extrajudicial es solicitada únicamente por las partes,
mientras que la Conciliación Judicial puede ocurrir ante el juez del proceso, en
la Audiencia convocada de oficio o cuando es solicitada por las partes (art.
324.º del C.P.C.).
4. La Conciliación Judicial se realiza en los despachos judiciales. La
Conciliación Extrajudicial, en un Centro de Conciliación autorizado o ante el
juez de paz letrado.
5. La Conciliación Judicial es una fase o etapa del proceso judicial, llamada
Audiencia de Conciliación. La Conciliación Extrajudicial es un procedimiento
autónomo, previo o paralelo al proceso judicial.

PRINCIPIOS DE LA CONCILIACIÓN EXTRAJUDICIAL EN EL PERÚ:


Son los siguientes:

 Equidad:
Con este principio lo que se busca es que el resultado, es decir acuerdo
conciliatorio, sea aceptado por las partes. Teniendo como resultado final, que
ambas partes se encuentren satisfechas sin tener la percepción que el
conciliador beneficie a una de las partes.
El conciliador debe buscar igualdad de condiciones en todo el proceso de
conciliación, inspirando justicia .Vale decir, el acuerdo con el que las
conciliantes ponen fin a su conflicto debe ser justo y equitativo, duradero,
considerando los intereses de ambas partes, para que puedan lograr acuerdos
mutuamente beneficiosos.
Este principio trata de aplicar la justicia al eventual acuerdo, fundamentalmente
desde el punto de vista de las partes. Buscando un acuerdo satisfactorio
(acuerdo cualitativo aceptable entre las partes, que no afecten a terceros)
obtenido durante el desarrollo de la audiencia de conciliación.
Sin embargo, si la conciliación tiene como resultado lo que las partes decidan,
ello quiere decir que el conciliador tiene que aceptar todo tipo de acuerdo,
sobre todo si se verifica soluciones in-equitativas o injustas entre las partes.

 Neutralidad
Por la naturaleza de este principio se debe de entender que es una garantía de
seguridad y justicia, dirigido dirigido exclusivamente al conciliador.
“Principio de Neutralidad. El Conciliador debe en principio, abstenerse de
conocer los casos, en los que participan personas vinculadas a él o su entorno
familiar, al personal del Centro de conciliación, o en los que participen
conciliantes con los cuales lo vincule parentesco, salvo que las partes soliciten
expresamente la intervención de aquel”. (reglamento de conciliación art 2
inciso f)
Se debe de entender a la luz de lo expuesto como un rasgo distintivo del
conciliador, en virtud de este principio el conciliador ha de ser un tercero ajeno
a las partes intervinientes.
El conciliador no debe tener antes, durante y después de la conciliación ningún
tipo de relación jurídica o extra jurídica con alguna de las partes conciliantes o
sus familiares, para evitar un conflicto de intereses, en otras palabras y para
darle una connotación aún mayor del conciliador no tendrá ningún interés con
el resultado e alguna s las partes.
Antes de aceptar una designación como conciliador, deberá verificar si existe
alguna relación de la que pueda surgir un interés directo o indirecto en el
resultado del conflicto, o alguna circunstancia que pueda poner en duda su
imparcialidad, y en su caso hacerla conocer a las partes.
Basta con que sea potencialmente capaz de producirla, o que el conciliador
crea que las partes pueden haber dudado de ella. Más allá de esta discusión
teórica, es en la práctica donde este principio ha merecido algunas críticas. La
derecha sostiene que uno de los valores que caracterizan a la mediación —
entiéndase conciliación— en países como Estados Unidos y Canadá es una
legitimidad ganada por la vía de la Neutralidad, a diferencia de realidades
culturales como la de nuestros países, donde la legitimidad es muchas veces
producto de la confianza que se tiene en el tercero.

 Economía
Debemos entender que este principio de la conciliación procura dirigirse al
ahorro de tiempo, gastos, esfuerzo y desgaste emocional que demandaría a las
partes si inician un proceso judicial. Cabe resaltar que, el tiempo invertido
durante el proceso conciliatorio debe ser el indispensable, evitando dilatar
dicho trámite de forma innecesaria, tratando de buscar puntos en común entre
las partes intervinientes que conlleve al arribo de un acuerdo satisfactorio para
las mismas, en lugar de evaluar todas las posibles responsabilidades que se
puedan encontrar por el conflicto de intereses enfrentado. Asimismo, con este
principio se buscar el abaratamiento de gastos incurridos por las partes, sea en
tasas judiciales y el pago de honorario de abogados, así como para la
Administración Pública, por ejemplo la gestión de labor de los funcionarios a
cargo de conducir audiencias, programar salas de reunión, etc. Cabe agregar
que una correcta aplicación de este principio rector es evitar la fatiga y
desgaste emocional al que podrían quedar expuestas cualquiera de las partes,
al verse inmersas en un tedioso y extenso proceso judicial–debido a la ingente
carga procesal de las diversas áreas con la cual nuestro Poder Judicial cuenta;
sin tomar en consideración la incertidumbre que se podría generar en el
resultado final que culmina todo proceso, es decir, la emisión de la sentencia
judicial respectiva, la misma que podría ser absolutoria, de condena,
restableciendo un derecho o suprimiéndolo.
Sobre este principio, el Reglamento de la Ley de Conciliación indicó en el literal
i) del artículo 2.º, lo siguiente:
“Principio de economía. El procedimiento conciliatorio está orientado a que las
partes ahorren tiempo y costos que les demandaría involucrarse en un proceso
judicial”.
De acuerdo a lo señalado, lo que se busca al resolver un conflicto de intereses
mediante este mecanismo alternativo de solución de conflictos denominado
conciliación extrajudicial, es que el aparato estatal no participe activamente en
la búsqueda en una confrontación directa entre ambas partes, sino que se
pueda facilitar un ambiente en el cual se converse de los hechos de la
controversia, evitando un dispendio innecesario de recursos económicos que
conlleven dilatar el arribo a una solución aceptada por las partes y fundada en
derecho. Por ello, se encomienda al conciliador la dirección de la Audiencia en
el menor número de actos posibles. Por ello, cuando se instale la audiencia
respectiva, las partes asistentes deberán tener en cuenta que se puede obtener
el resultado más óptimo para todos, es decir, tratar de poder llegar a un
acuerdo total, en el menor tiempo posible, minimizando costos y esfuerzo tanto
para la Administración Pública como para las partes asistentes con la ayuda de
una comunicación clara y fluida en el menor tiempo posible. Es decir, se deberá
enfocar todos los esfuerzos necesarios para que los aspectos debatidos
puedan derivar al acuerdo en el menor número de reuniones.

 Veracidad
Este principio se encuentra dirigido a que las partes dentro de la conciliación
deban dirigir su comportamiento y brindar información de forma adecuada, real,
veraz y fidedigna, respecto de todos los hechos materia de la controversia para
poder mantener un intercambio de ideas y, de ser el caso, llegar a un acuerdo
respectivo. Esto implica que no se deba tergiversar, modificar y/o alterar la
información, evitando brindar declaraciones falsas o inexactas, que puedan
acarrear la pérdida del camino hacia la búsqueda de un acuerdo. Asimismo, lo
que se busca es desvestir los verdaderos intereses de cada parte, para poder
lograr un acuerdo inteligente y satisfactorio.
Al respecto, es importante señalar que ambas partes deben de colaborar con la
información que poseen para que, de esta manera, una y otra tomen
conocimiento del rumbo al que podría ser dirigido la resolución del conflicto.
Durante el transcurso de la reunión o reuniones, el conciliador deberá
involucrarse en los hechos materia de la conciliación para así tener la
información clara respecto de los intereses de ambas partes.
Asimismo, este debe de ser evaluado a la par que el principio de buena fe, el
cual se encuentra relacionado con la información que ambas partes poseen y
son reveladas al conciliador para que así, este pueda formular alternativas de
solución para las partes y llegar así a un acuerdo que los beneficie.
Al respecto el Reglamento de la Ley de Conciliación señala:
“La veracidad está dirigida a la búsqueda de lo querido realmente por las
partes. El Conciliador no alterará nunca el sentido o significado de los hechos,
temas, intereses o acuerdos a que arriben éstas en el procedimiento
conciliatorio.
Los operadores del sistema conciliatorio deben remitir la información veraz y
auténtica cuando les sea requerida por el MINJUS.”.
Por otro lado, Martín Pinedo Aubían, en el artículo “El Fin de la Conciliación”
señaló, respecto al papel que debe jugar el conciliador sobre el principio de
veracidad que, este también debe ser veraz en lo referente a su rol y
cualidades; además, debe observar este principio en el momento del discurso
inicial, al proporcionar información cierta y real acerca del procedimiento
conciliatorio y lo que se puede efectuar a su interior. 2 En tanto ello, el rol del
conciliador es fundamental para el desarrollo adecuado del procedimiento y la
aplicación correcta del principio desarrollado. Por ejemplo, en una audiencia de
conciliación donde se discuta un tema de idoneidad por la entrega de un
producto defectuoso, las partes deberán señalar de manera veraz todos los
hechos relevantes del caso, es decir, fechas importantes de adquisición y
cuando se presentaron las fallas, personas participantes, descripción del
producto, en qué condiciones se encuentra, describir de qué manera no se
brindó un servicio adecuado, etc. Todo ello para que el conciliador pueda
apreciar de manera clara todos los hechos de la controversia y se pueda
fomentar un adecuado ambiente de debate e intercambio de ideas.

 Celeridad
Entendiendo a la conciliación como un mecanismo alternativo de resolución de
conflictos en el cual las partes buscan una solución justa, con la asistencia de
un tercero, basándose netamente en la voluntad de éstas; las actuaciones que
se realicen deben centrarse, entre otros, en el principio de celeridad, el cual
consiste en evitar obstaculizar una rápida y dinámica solución del conflicto, de
manera tal que la controversia se resuelva lo más ágil posible, ya que de esa
manera las partes sentirán que están accediendo a la justicia oportunamente,
ahorrando así tiempo y costos.

 Legalidad
En un procedimiento conciliatorio, las partes pueden modificar, extinguir y crear
relaciones jurídicas con la suscripción del acuerdo conciliatorio en el que estas
manifiestan su voluntad para dar fin a un conflicto. En virtud de este principio, el
acuerdo al que lleguen las partes deberá ajustarse con el ordenamiento
jurídico, a fin de que lo pactado no contravenga las normas vigentes, el orden
público y/o las buenas costumbres. El conciliador deberá observar la legalidad
de los acuerdos adoptados.

 Imparcialidad
La imparcialidad podría ser definida como la autonomía en la decisión,
independientemente a las propuestas que generen las partes en conflicto.
Asimismo, vista desde el arbitraje, no tiene razón de ser, debido a que las
mismas partes designan a un árbitro; el principio que se toma en consideración
dentro de la práctica es la neutralidad porque la decisión final (laudo) es neutral
y equitativa. Sin embargo, dentro de la conciliación, la imparcialidad se muestra
al momento de la realización de la audiencia en la cual el conciliador dirige a
ambas partes a un acuerdo sin parcializarse con alguna parte.
Este principio se ve materializado en el compromiso que asume el conciliador
en ayudar a las partes, en el desarrollo de sus funciones, en el cual se
encuentra íntimamente ligado con el principio de la neutralidad. La
imparcialidad es un estado mental que exige del conciliador durante el proceso
y desarrollo de su gestión, se mantenga al margen de los prejuicios o
favoritismo hacia algunas de las partes en conflictos a través de acciones o
actitudes.
Una de las características del conciliador es ser imparcial. Otros autores se
refieren al tema como neutral y otro como equidistante a las partes.
Desde el punto de vista de la conciliación, ser imparcial implica no optar por
una de las partes en detrimento de la otra. Una conducta parcializada
evidentemente pone la conciliación en riesgo. Igualmente, la doctrina es
concluyente al señalar que los jueces tienen la obligación de actuar
imparcialmente en todas sus actuaciones.
La imparcialidad se ve cuestionada cuando una de las partes busca alianzas
con el juez conciliador o el conciliador se ha parcializado con una de las partes.
¿Cómo reaccionar a las siguientes frases o preguntas de las partes?

FRASE COMPROMETEDORA RESPUESTA DEL CONCILIADOR

¿No cree que cualquiera haría lo Parece que hacer lo que hizo fue
mismo en mi situación? importante para Ud.

En verdad, preferiría que Ud. me cuenta


¿Ud. Tiene
de su experiencia con su (s)
hijos/carro/mascotas…?
hijos/carro/mascotas.

¿Qué cree que debamos hacer Preferiría que Uds. hagan un esfuerzo y
en este caso? encuentren la solución más idónea.

¿No le parece que mi propuesta


Preguntémosle eso a la otra parte
es (la más) justa?

¿Que ella diga primero? Según el orden previsto, en su turno

Ud. Como hombre sabe cómo Me gustaría que me diga cómo son las
son las cosas ¿no? cosas, no entiendo

Antes que nada, le manda Esa persona no tiene relación alguna con
saludos el Sr. XXXXX el caso. Prosiga

 Confidencialidad
Este principio está referido a la información recepcionada por el conciliador, en
el primer contacto con cada una de las partes y en conjunto en las sesiones.
El conciliador debe guardar la confidencialidad de la información proporcionada
por una de las partes y sólo brindarla en conjunto, con consentimiento de ésta.
Igualmente, este principio señala que la información proporcionada dentro de la
conciliación, no pueda ser divulgada ni usada en ningún proceso adversarial
(arbitral o judicial).
Este principio se relaciona con la información que recibe el conciliador, en el
proceso de comunicación que establecen las partes, creando condiciones para
generar confianza que estimulen el intercambio de información, si las partes no
revelan la información necesaria el proceso puede fracasar. Sin confianza, se
retrae la comunicación y se dificulta la opción y posibilidad de llegar a un
acuerdo.
Este principio presenta algunos inconvenientes. El primero de ellos es
determinar cuál información es confidencial, otro es revelar hechos contrarios a
las leyes. Si se aplica el principio de confidencialidad en forma estricta, se
pueden estimular arreglos ilegales y carentes de ética, perdiendo legitimidad la
conciliación, por lo que se debe limitar la confidencialidad, haciéndola
compatible con los derechos fundamentales, permitiendo al conciliador romper
el deber de confidencialidad cuando advierta la perpetración de un delito o este
en juego la integridad de una persona.

 Buena Fe
La Ley N° 26872 – Ley de Conciliación, dispone en su artículo 2° que es un
principio que rige la conciliación el principio de Buena Fe, siendo éste definido
en el literal c) del artículo 2° de su Reglamento, aprobado por el Decreto
Supremo N.º 014-2008-JUS, el cual señala lo siguiente:
“c) Principio de buena fe. La buena fe se entiende como la necesidad que las
partes procedan de manera honesta y leal, confiando en que esa será la
conducta a seguir en el procedimiento conciliatorio. Cuando el Conciliador
tenga duda de la viabilidad de un acuerdo, tiene conocimiento o al menos un
indicio de que está basado en información falsa o de mala fe, deberá
recomendar a los conciliantes que se apoyen en expertos de la materia
relacionada con dicho acuerdo antes de finalizarlo, cuidando que tal
intervención no perjudique o entorpezca el procedimiento de Conciliación o, en
su caso, a alguno de los conciliantes”.
Por tanto, el aludido principio se entiende como la necesidad de que las partes
procedan de manera honesta y leal durante el trámite de dicho procedimiento.
Este principio no sólo involucra a las partes durante la audiencia sino también a
toda persona que participa de la audiencia; como sería el caso de abogados o
asesores y representantes. Lo cual tiene sentido en la medida que lo que se
espera de las personas que intervienen en el procedimiento conciliatorio es que
actúen sin aprovecharse o beneficiarse de su contraparte.
La Buena Fe incluye a la veracidad, entendiéndose aquella como la necesidad
de contar con información fidedigna durante la audiencia conciliatoria y por lo
tanto es una de las dimensiones del principio de buena fe.
 Simetría de Poder
El referido principio no se encuentra regulado en las normas antes señaladas;
sin embargo, éste rige de facto a la conciliación, en tanto suele suceder que en
dicho procedimiento, una de las partes tenga más poder que la otra. Dicha
circunstancia hace imperativo que haya igualdad de fuerzas entre los
participantes en la conciliación, ya que ello facilitará una influencia mutua
donde una de las partes no pueda imponer a la otra un acuerdo insatisfactorio
para la otra.
En ese sentido, el principio de simetría de poder exige que en caso el
conciliador verifique algún desequilibrio de condiciones, cree mecanismos para
que las partes en conflicto sientan que participan en iguales términos en la
discusión, expresen sin temor sus intereses y necesidades que influyen en la
toma de decisiones, presenten alternativas, evalúen las consecuencias de las
posibles soluciones y participen en el logro de la solución.

PROCEDIMIENTO DE LA CONCILIACION EN EL PERU


SEGÚN LA LEY DE CONCILIACION

TITULO II : DE LA CONCILIACION

Artículo 6.- De conformidad con los Artículos 5 y 13 de la Ley, la Conciliación


puede ser solicitada por cualquiera de las partes, o por ambas, a un Centro de
Conciliación o ante un Juez de Paz Letrado con el objeto que un tercero
llamado conciliador, le asista en la búsqueda una solución consensual al
conflicto.

Artículo 7.- De acuerdo con la Ley, la Conciliación puede ser:

1. Por la iniciativa de las partes:


a. Obligatoria:
 Para los casos de derechos disponibles. Entiéndase por
derechos disponibles aquellos que tienen un contenido
patrimonial, es decir, los que son susceptibles de ser
valorados económicamente. Son también derechos
disponibles aquellos que, no siendo necesariamente
patrimoniales, pueden ser objeto de libre disposición.
 De acuerdo con lo dispuesto en el Artículo 9 de la Ley, y
para efectos de la Conciliación, en los asuntos relativos a
alimentos, régimen de visitas, violencia familiar y la
responsabilidad civil proveniente de delito, sólo son
conciliables los derechos de libre disposición.
 La Conciliación en asuntos laborales supone el respeto de
los derechos intangibles del trabajador, por lo que sólo
opera en el ámbito de disponibilidad que éste disfruta.
b. Facultativa:
 De acuerdo con lo establecido en el segundo párrafo del
Artículo 6 de la Ley, cuando la parte emplazada domicilia
en el extranjero y en los procesos cautelares, de ejecución
y de garantías constitucionales.
 Cuando las partes han convenido que cualquier
discrepancia entre ellas se solucionará en la vía arbitral. En
este caso, las partes quedan habilitadas para iniciar
inmediatamente el arbitraje.
2. Por el resultado del trámite:
a. Total: Cuando las partes se han puesto de acuerdo respecto de
todos los puntos relativos a su conflicto de intereses y señalados
como tales en la solicitud de conciliación y a lo largo del
procedimiento conciliatorio.
b. Parcial: Cuando las partes se han puesto de acuerdo respecto de
alguno o algunos de los puntos controvertidos dejando otros sin
resolver; o cuando, existiendo una pluralidad de sujetos, existe
acuerdo conciliatorio sólo entre algunos de ellos.
c. Falta de acuerdo entre las partes.
d. Inasistencia de una parte a dos (2) sesiones.
e. Inasistencia de las partes a una (1) sesión.

Artículo 8.- Con relación a la confidencialidad que dispone el Artículo 8 de la


Ley, entiéndase que todo lo sostenido o propuesto en el proceso de
conciliación carece de valor probatorio en cualquier proceso judicial o arbitraje
que se promueva posteriormente, aún en aquellos que se originen en hechos
distintos a los que dieron origen a la controversia materia de conciliación.

Constituyen excepciones a la regla de la confidencialidad el conocimiento en el


procedimiento de conciliación de la inminente realización de un delito, o ante
uno ya consumado. En estos casos, el conciliador debe poner el hecho en
conocimiento de las autoridades pertinentes.

El conciliador que viole el principio de confidencialidad será sancionado, según


la gravedad de su falta, con multa, suspensión de seis meses a un año o
inhabilitación permanente para desempeñarse como conciliador, sin perjuicio
de la responsabilidad civil que exista. Las sanciones serán impuestas por el
Ministerio de Justicia.

Si el conciliador viola el principio de confidencialidad, la responsabilidad del


Centro de Conciliación se rige, analógicamente, por lo dispuesto en el Artículo
1325 del Código Civil. Todo pacto que exima de responsabilidad al Centro de
Conciliación en este sentido, es nulo.[*]

[*] Párrafo modificado por el artículo 1° del Decreto Supremo N° 003-98-


JUS,publicado el 17.04.98; cuyo texto es el siguiente:

"Si el conciliador viola el principio de confidencialidad la responsabilidad del


Centro de Conciliación se rige sistemáticamente, por lo dispuesto en el Artículo
1325 del Código Civil. Todo pacto que exima de responsabilidad al Centro de
Conciliación, en este sentido, es nulo".
 

Artículo 9.- Para efectos de lo dispuesto en el Artículo 9 de la Ley, se entiende


como pretensión determinada aquella por la cual se desea satisfacer un interés
que ha sido perfectamente fijado en la solicitud de conciliación.

La pretensión es determinable cuando ésta es susceptible de fijarse con


posterioridad a la presentación de la solicitud de conciliación.

No existe inconveniente para que, en el desarrollo de la conciliación, el


conciliador y las partes den un contenido diferente a las pretensiones
determinadas o determinables inicialmente previstas. En este caso, el acuerdo
conciliatorio deberá referirse a estas últimas.

Artículo 10.- Cuando la Ley señala en su Artículo 9 que son conciliables las
pretensiones que versen sobre violencia familiar, debe entenderse que es
posible sólo conciliar sobre los motivos o factores que generen la violencia, no
siendo posible conciliar respecto de la intensidad de la misma.

Debe tenerse en cuenta que, en estos casos, el fin de la conciliación es el cese


definitivo de los actos de violencia, por lo que es nulo cualquier acuerdo que
implique la renuncia de derechos o legitimen los actos de violencia.

Artículo 11.- Tratándose de los procedimientos cautelares iniciados antes del


proceso principal, el solicitante de la medida tendrá plazo de 5 días calendario,
comenzados a contar desde el momento en que se ejecute la medida cautelar,
para solicitar la Conciliación.

Si la Conciliación es total, el solicitante deberá pedir de inmediato que se deje


sin efecto la medida cautelar. Si no hay acuerdo, o éste es parcial, el plazo
previsto para interponer la demanda, señalado en el Artículo 636 del Código
Procesal Civil, empezará a correr desde la fecha del Acta de Conciliación.

Artículo 12.- La solicitud de conciliación deberá presentarse por escrito y


contendrá:

1. El nombre, denominación o razón social, datos de identidad, domicilio


del o de los solicitantes. En el caso que desee ser invitado en una
dirección diferente, deberá señalarlo en la solicitud.
2. El nombre y domicilio del representante del solicitante o solicitantes, de
ser el caso.
3. El nombre, denominación o razón social y domicilio o la del centro de
trabajo de la persona o de las personas con las que se desea conciliar.
4. Los hechos que dieron lugar al conflicto, expuestos en forma precisa.
5. La pretensión, indicada con orden y claridad.
6. La firma del solicitante; o su huella digital, si es analfabeto.

La solicitud de conciliación podrá realizarse también verbalmente. Para este


efecto, los Centros de Conciliación elaborarán formatos de la solicitud de
conciliación, los que deberán contener todos los requisitos señalados en el
párrafo anterior. En este caso, todos los datos serán requeridos directamente
por el conciliador o el Juez de Paz Letrado, bajo su responsabilidad.

Si el solicitante desconoce el domicilio o la del centro de trabajo de la parte con


la que debe conciliar, señalará este hecho en su solicitud. En este caso, el
Centro de Conciliación o el Juez de Paz Letrado, según corresponda,
extenderá el Acta declarando que la Conciliación no se ha realizado.[*]

[*] Párrafo modificado por el artículo 1° del Decreto Supremo N° 003-98-JUS,


publicado el 17.04.98; cuyo texto es el siguiente:

"Si el solicitante desconoce el domicilio o el del centro de trabajo de la parte


con la que debe conciliar, señalará este hecho en su solicitud. En este caso, el
Centro de Conciliación o el Juez de Paz Letrado, según corresponda,
extenderá el Acta declarando que la conciliación no se ha realizado".

La demanda que se interponga sobre la base del Acta a que se refiere el


párrafo anterior, será declarada inadmisible por el Juez, cuando en ella se
consigne la dirección de la parte con la que se debía conciliar. El demandante,
en este caso, queda obligado a iniciar un nuevo procedimiento de Conciliación.
La misma regla deberá aplicarse cuando el domicilio del demandado,
consignado en la demanda, es diferente al señalado por el demandante en la
solicitud de Conciliación no habiéndose realizado ésta por haberse constatado
en el acto de invitación efectuado por el Centro de Conciliación que el invitado
no domiciliaba en ese lugar.

Artículo 13.- A la solicitud de Conciliación se deberá acompañar:

1. Copia simple del documento de identidad del solicitante o solicitantes y,


en su caso, del representante.
2. El documento que acredita la representación.
3. Copias simples del documento o documentos relacionados con el
conflicto.
4. Tantas copias simples de la solicitud, y sus anexos, como invitadas a
conciliar.[*]

[*] Numeral modificado por el artículo 1° del Decreto Supremo N° 003-98-


JUS,publicado el 17.04.98; cuyo texto es el siguiente:

"4. Tantas copias simples de la solicitud, y sus anexos, como invitados a


conciliar".

Tratándose de régimen de visitas y violencia familiar y de aquellos asuntos


cuya cuantía no exceda de 10 URP, los Centros de Conciliación y los Jueces
de Paz Letrados darán fe de la autenticidad de los documentos originales, sin
necesidad de dejar copia. Este servicio es gratuito.
Artículo 14.- Recibida la solicitud, el Centro de Conciliación deberá designar en
el día al conciliador y éste, invitará a las partes, para la audiencia, dentro de los
cinco días útiles siguientes.

Artículo 15.- Las invitaciones deberán redactarse en forma clara, sin emplear
abreviaturas, y contendrán:

1. El nombre, denominación o razón social de la persona o personas a


invitar y el domicilio.
2. La denominación o razón social y dirección del Centro de Conciliación o
del Juzgado de Paz Letrado.
3. El nombre, denominación o razón social del solicitante de la
Conciliación.
4. El asunto sobre el cual se pretende conciliar.
5. Copia simple de la solicitud de conciliación.
6. Información relacionada con la Conciliación en general y sus ventajas en
particular.
7. Día y hora para la Audiencia de Conciliación.
8. Fecha de la invitación.
9. Firma del conciliador.

Artículo 16.- La invitación podrá efectuarla el Juzgado de Paz Letrado, un


empleado del Centro de Conciliación o una empresa especializada contratada
por éste, y deberá entregarse en el domicilio señalado por el solicitante. El
responsable de cursar la invitación dejará constancia escrita del nombre, firma
e identificación del receptor. En caso de negativa a recibir la invitación por no
domiciliar o no laborar el destinatario en el lugar, el responsable dejará
constancia escrita de este hecho.

Artículo 17.- Para la realización de la Audiencia de Conciliación deberán


observarse las siguientes reglas:

1. Las partes pueden estar asesoradas por personas de su confianza, sean


letrados o no. El conciliador no permitirá su presencia en el ambiente
donde se lleve a cabo la Conciliación cuando, a su juicio, perturben o
impidan el desarrollo de la misma o cuando su presencia sea objetada
por la otra parte sin necesidad de expresión de causa.
Los asesores, cuando su presencia se admita, podrán ser consultados
por las partes, pero no tendrán derecho a voz ni podrán interferir en las
decisiones que se tomen.
2. Si la Audiencia se lleva a cabo en más de una sesión, deberá dejarse
expresa constancia de la interrupción en el Acta respectiva, señalándose
en ese momento el día y hora en que continuará la Audiencia.
La sola firma de las partes en el Acta significa que han sido debidamente
invitadas para la siguiente sesión.
3. Si ninguna de las partes acude a la primera sesión, no debe convocarse
a más sesiones, dándose por concluido el procedimiento de conciliación.
4. Cuando las partes asisten a la primera sesión, el conciliador debe
promover el dialogo y eventualmente proponerles fórmulas conciliatorias
no obligatorias. Si al final de dicha sesión, las partes manifiestan su
deseo de no conciliar, la Audiencia y el procedimiento de conciliación
deben darse por concluidos.
5. Cuando sólo una de las partes acude a la primera sesión, deberá
convocarse a una segunda. Si la situación persiste en la segunda
sesión, deberá darse por concluida la Audiencia y el procedimiento de
conciliación.
6. Cuando cualquiera de las partes deja de asistir a dos sesiones
alternadas o consecutivas, el conciliador debe dar por concluida la
Audiencia y el procedimiento de conciliación.

Concluido el procedimiento de conciliación, el Centro queda obligado a


otorgar inmediatamente, a cada una de las partes, copia del Acta.[*]

EL ARBITRAJE
El Arbitraje es un proceso por el cual las partes acuerdan que un tercero
neutral resuelva el conflicto evaluando los argumentos que se presentan.
En el Perú el Arbitraje:
El arbitraje está regulado por el Ley Nº 26572, que modificó la Ley Nº 25935,
introduciendo importantes mejoras. Este dispositivo legal está considerado
como uno de los más modernos y progresistas de América Latina. Al respecto,
R. Caivano 18, comentando la Ley Peruana de Arbitraje sostiene lo siguiente:
“Destacamos –como algo digno de imitación- el ejemplo peruano, donde se
llevó a cabo un profundo proceso de modernización de la legislación sobre
arbitraje, habiéndose acometido la tarea con gran seriedad y profesionalismo.
Si bien el Decreto Ley Nº 25935 había significado un importante paso, la nueva
ley Nº 26572 ha terminado de perfeccionar la normativa, dando al Perú un
excelente marco legal para el arbitraje. La Ley Nº 26572 soluciona los defectos
que aún persistían, recoge la experiencia internacional, incorpora numerosas
fórmulas para hacer del arbitraje un sistema ágil y expeditivo, pero sin perder
por ello seguridad jurídica, y mejora sustancialmente la técnica legislativa.
Ello hace que hoy el Perú cuente con una de las más modernas y progresistas
normas legales sobre el tema, que servirá de modelo para muchos de los
países latinoamericanos que aún deben actualizar sus normas.
Para efectos de la exposición nos basaremos en lo que señala el acotado
dispositivo legal.
CONCEPTO:
El arbitraje es una institución jurídica heterocompositiva, en virtud de la cual
una tercera persona, objetiva e imparcial, nombrada por las partes mediante
convenio, resuelve en base a una potestad específica el conflicto intersubjetivo
de intereses jurídicos, en caso de ser la materia susceptible de libre disposición
por las personas afectadas por la discrepancia.
En este mismo sentido Ramos, entiende que el arbitraje es la resolución de una
cuestión o disceptación entre partes por medio de un tercero. Donde este
tercero asume el papel de juez y resuelve con su juicio el problema que
previamente le han sometido las partes de mutuo acuerdo.
Finalmente, podemos señalar que el arbitraje es la institución por la que las
partes de una determinada relación jurídica someten voluntariamente a la
decisión vinculante de uno o varios árbitros las cuestiones litigiosas que, con
ocasión de dicha relación, se suscitan sobre derechos arbitrables. Sin
embargo, en este concepto se recoge sólo los caracteres esenciales de la
institución arbitral, razón por la que no deja de ser sólo una aproximación a la
misma, dado que no cabe someter a arbitraje cualquier conflicto ni cualquier
derecho, que los árbitros pueden ser nombrados por las partes o venir
designados por una institución, y que el carácter vinculante del laudo no impide
sin embargo su impugnación.

VENTAJAS DEL INSTITUTO DEL ARBITRAJE

Desde tiempo atrás, se observaba ya dentro de los diversos enfoques (que los
ordenamientos particulares han utilizado) para superar las dificultades reales
de acceso a la justicia –problemas particularmente graves en países como el
Perú – por parte de los litigantes, el recurso al arbitraje como un medio idóneo
para lograr enfrentar dichas barreras de acceso.

Debemos observar así, que el arbitraje como sistema de solución de conflictos,


ofrece ventajas genéricas tanto para la solución de diferendos nacionales como
internacionales: privacidad, inmediación, y algunas veces celeridad y
economía. Aunque algunas de estas ventajas puedan ser discutidas, lo
importante es que bien regulado y administrado, el arbitraje ofrece una
alternativa a la vía judicial que los justiciables pueden encontrar más expedita.
Y si enfocamos el tema desde el punto de vista de la administración de justicia,
la principal ventaja del arbitraje radica en ofrecer una alternativa para
descongestionar la carga de tareas que pesa sobre los tribunales de justicia.(9)
Con igual parecer Gaspar entiende que las ventajas más significativas de la
institución arbitral pueden sintetizarse en: el antiformalismo y rapidez en la
adopción de decisiones, la confidencialidad, la especialización de los árbitros, y
la razonabilidad e incluso gratuidad de los costos.(10) En ese sentido, la
extraordinaria fortuna del arbitraje en países europeos y los EEUU, surge como
consecuencia de varias y complejas motivaciones, que se pueden encontrar en
el aburrimiento frente al sistema judicial, su estructura y sus ritos, así como la
constatación de la creciente e imparable demanda de justicia estatal y de la
carga de trabajo de sus órganos, y junto a ella, no sin contradicción, de la
ineficiencia casi invencible de este aparato.(11) Mas pese a todo lo señalado, la
alternativa arbitral será tanto más creíble cuanto mejor calibradas, mejor
reguladas y sobre todo mejor respetadas se encuentren las garantías
jurisdiccionales en su interior.

NATURALEZA JURÍDICA DEL ARBITRAJE

Frente a las diferentes teorías que tratan de explicar la esencia del arbitraje,
esto es, aquellas jurisdiccionalistas, contractualistas(13) e intermedias,(14)
consideramos que la figura se explica mejor a partir de las primeras, dado que
el arbitraje es la institución que mejor conserva el genuino sentido de la
jurisdicción: iudicium inter partes, pues es un tercero el que ius dicit,
desligándose en este caso la jurisdicción del sujeto histórico que la detenta, el
estado.

Sin embargo, no siendo desacertado mantener una postura jurisdiccionalista, si


lo será considerar al arbitraje como jurisdicción o poder judicial, dado que no es
posible encontrar en él muchos de los elementos propios de esta última, no
pudiendo hablarse de un poder de acceso al órgano arbitral (acción), ni de
proceso arbitral, ni el órgano arbitral tiene porque pre-existir, ni tiene por qué
tener, preconstituido legalmente, el instrumento con que los árbitros ejerzan su
función (proceso). Obsérvese además que si bien el arbitraje cuenta con uno
de los elementos propios de la jurisdicción como es la cosa juzgada, no posee
sin embargo, la facultad de ejecutar sus fallos por sí mismo, debiendo acudir
necesariamente en estos casos al poder judicial. Del mismo modo, tampoco
tiene la posibilidad de ejecutar medidas cautelares, razón por la cual debe
solicitarlo –necesariamente– al poder judicial.

CLASIFICACIÓN DEL ARBITRAJE

Podemos observar según la óptica con que se contemple el arbitraje, las


siguientes clases de aquel:

– Arbitraje de derecho y arbitraje de equidad

Esta distinción se basa en que en el primer caso, la decisión arbitral


debe apoyarse en normas legales aplicables al caso. En tanto en el
segundo, el árbitro resuelve según su leal saber y entender y no
necesita motivar su decisión.

Si el árbitro aplica la legislación vigente para resolver la cuestión,


estamos ante el arbitraje de derecho. Por contra, si el árbitro ha de
utilizar su leal saber y entender a la hora de dictar su decisión, el
arbitraje es de equidad.

Por otro lado, debemos entender que la distinción observada, dado el


desarrollo procesal de la ley de arbitraje, no sólo carece de justificación,
sino que además es contraria al orden lógico de preferencia que supone
la opción por el arbitraje. En efecto, si se hubiera querido hacer primar
algún tipo de arbitraje, este sería el arbitraje conforme a derecho, pues
de no de otra forma puede concebirse la institución.(20) Y así,
atendiendo a la naturaleza del instituto, el arbitraje de equidad no
debería ser el subsidiario,(21) pues, la gran ventaja del “derecho” sobre
la “equidad” radica en la posibilidad de conocer dentro de determinados
límites las cuestiones que previsiblemente se someten al arbitraje,
circunstancia esta de “previsibilidad” que se esfuma en el arbitraje de
equidad. En este sentido, el margen de riesgo en el arbitraje de derecho
es menor, dado que se conoce anticipadamente al menos el texto de las
normas entre las cuales el árbitro podrá escoger para efectos de su
decisión, los precedentes jurisprudenciales, y la doctrina
correspondiente.

Nuestra Ley General de Arbitraje reconoce los dos tipos de arbitraje


vistos, tanto el de derecho como el de equidad, optando a su vez –a
nuestro parecer incorrectamente– por la subsidiariedad del arbitraje de
equidad. Así, nos indica en su artículo tercero que “El arbitraje puede ser
de derecho o de conciencia. Es de derecho cuando lo árbitros resuelven
con arreglo al derecho aplicable. Es de conciencia cuando resuelven
conforme a sus conocimientos y leal saber y entender. Salvo que las
partes hayan pactado expresamente que el arbitraje será de derecho, el
arbitraje se entenderá de conciencia.

– Arbitraje ad hoc y arbitraje institucional

El arbitraje bien puede nacer para solucionar una controversia concreta


o puede tener un carácter institucionalizado. En el primer caso, las
partes organizan el arbitraje a la medida de sus necesidades y se cuidan
de todos los detalles para la eficacia del laudo. En el segundo, la
organización del arbitraje se encomienda a instituciones especializadas
y permanentes que no deciden la controversia por sí mismas, sino que
se ocupan de todo lo necesario para la puesta en marcha de un arbitraje
cuando surge la necesidad. La opción por esta fórmula se efectúa en el
convenio arbitral mediante remisión al reglamento arbitral de la
institución.

Con igual parecer nuestra Ley General de Arbitraje reconoce los dos
tipos de arbitraje ante señalados, al prescribir su artículo sexto que “La
organización y desarrollo del arbitraje pueden ser encomendadas a una
Institución Arbitral, la cual necesariamente deberá constituirse como
Persona Jurídica. En tal caso, la institución arbitral estará facultada para
nombrar a los árbitros, así como para establecer el procedimiento y las
demás reglas a las que se someterá el arbitraje, de conformidad con su
reglamento arbitral”.

– Arbitraje ritual y no ritual

Se suele hablar también de arbitraje ritual (formal) y no ritual (informal),


en tanto el primero se sujeta a las prescripciones de la ley, mientras que
el segundo se lleva a cabo sin ajustarse a esta última, pudiendo
observarse que en realidad esta no es una clasificación del arbitraje, y
su existencia no viene dada de modo alguno en nuestro ordenamiento,
como en otros tradicionalmente si sucede.

Por otro lado, debemos señalar que en nuestra Ley General de Arbitraje
no existe norma alguna que prevea esta distinción, razón por la cual no
cabe hablar de aquella en nuestro ordenamiento.

– Clasificaciones adicionales

A) Arbitraje general y arbitraje especial

Importa arbitraje general o común aquel regulado por la LGA, en tanto


importarán arbitrajes especiales o específicos aquellos regulados –para
otras materias distintas– en otras normas particulares (CONSUCODE,
(30) INDECOPI, CONAM, SEPS,(31) OSITRAN(32) entre otros).
B) Arbitraje voluntario y arbitraje forzoso

El supuesto general es obviamente el arbitraje –acorde al


principio de oportunidad e iniciativa de parte– voluntario o
facultativo, mas sin embargo, existen supuestos en los cuales el
arbitraje no surge por voluntad de las partes, sino que viene
impuesto, denominándose por ello forzoso o necesario.

EL CONVENIO ARBITRAL

A continuación pasaremos a analizar el convenio arbitral, primero a


partir de una definición de aquel, y en segundo lugar, desde sus límites tanto
relativos a los sujetos como al objeto.

A. Concepto
En esencia, el convenio arbitral no es más que un pacto o una cláusula
contractual de la que se desprende la opción de las partes por el arbitraje.

Con tal parecer Montero, lo entiende como la estipulación contractual de las


partes por medio de la cual convienen acudir a la decisión arbitral si con
ocasión de su contrato o relación jurídica, surge un conflicto. El convenio puede
ser per se un contrato específico, o contenerse bien en una cláusula de un
contrato, bien en una estipulación de una relación jurídica no contractual.

De todo ello, podemos afirmar que el convenio arbitral es el acuerdo creador


del arbitraje, esto es, el contrato de derecho privado que constituye la base de
la institución.(37) Siendo así el presupuesto básico para que pueda invocarse
el arbitraje. Por esto cabe afirmar –sensu contrario– que en los casos en que
no exista el citado convenio, no será posible reconocer virtualidad a la
institución que nos ocupa.

Finalmente, con este mismo parecer nuestra Ley General de Arbitraje nos
señala en su artículo noveno que “El convenio arbitral es el acuerdo por el que
las partes deciden someter a arbitraje las controversias que hallan surgido o
puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica
contractual o no contractual, sean o no materia de una proceso judicial”.

B. Sujetos
Al igual que en el campo del proceso, el arbitraje también importa una relación
jurídica trilateral, compuesta por el órgano arbitral y las partes del arbitraje.
Donde el primero puede ser singular (un solo árbitro) o colegiado (un tribunal
arbitral), en tanto las segundas, acorde al principio de dualidad de partes o
bilateralidad, siempre son dos, una activa y otra pasiva, pudiendo sin embargo,
presentarse –en una o ambas posiciones– la existencia de plurisubjetividad.
Así, respecto al órgano arbitral es necesario que aquel posea tanto capacidad
de goce como de ejercicio, y en el caso de ser un arbitraje de derecho, este
debe ser abogado en ejercicio.
Con este mismo criterio nuestra Ley General de Arbitraje, dispone en su
artículo vigésimo quinto que “Pueden ser designados árbitros las personas
naturales, mayores de edad, que no tienen incompatibilidad para actuar como
árbitros y que se encuentran en pleno ejercicio de sus derechos civiles. El
nombramiento de árbitros de derecho debe recaer en abogados…”.
Por otro lado, los árbitros deben poseer –sobre todo– el requisito de la
imparcialidad, razón por la cual existe el régimen extendido a ellos –propio de
los órganos jurisdiccionales– de la abstención y la recusación, teniendo por ello
los árbitros la obligación de comunicar la existencia de tales causales.
En igual sentido, nuestra Ley General de Arbitraje, dispone en su artículo
décimo octavo que “Los árbitros no representan los intereses de ninguna de las
partes y ejercen el cargo con estricta imparcialidad y absoluta discreción…”. Y
por su parte los artículos vigésimo sexto, vigésimo octavo y vigésimo noveno
reconocen las figuras de abstención y recusación de los árbitros,(44) al señalar
en su texto respectivamente que:
(Art. 26) “Tienen incompatibilidad para actuar como árbitros, bajo sanción de
nulidad del nombramiento y el laudo: 1. Los Magistrados, con excepción de los
Jueces de Paz, los Fiscales, los Procuradores Públicos y los ejecutores
coactivos. 2. El Presidente de la República y los Vicepresidentes; los
Parlamentarios y los miembros del Tribunal Constitucional. 3. Los oficiales
generales y superiores de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, salvo los
profesionales asimilados. 4. Los ex magistrados en las causas que han
conocido. 5. El Contralor General de la República en los procesos arbitrales en
los que participen las entidades que se encuentran bajo el control de la
Contraloría General de la República”.
(Art. 28) “Los árbitros podrán ser recusados sólo por las causas siguientes: 1.
Cuando no reúnan las condiciones previstas en el artículo 25 o en el convenio
arbitral o estén incursos en algún supuesto de incompatibilidad conforme al
artículo 26. 2. Cuando estén incursos en laguna causal de recusación prevista
en el reglamento arbitral al que se hayan sometido las partes. 3. Cuando
existan circunstancias que den lugar a dudas justificadas respecto de su
imparcialidad o independencia”.
(Art. 29) “La persona a quien se comunique su posible nombramiento como
árbitro deberá revelar todas las circunstancias que puedan dan lugar a una
posible recusación, y el árbitro, desde el momento de su nombramiento y
durante todas las actuaciones arbitrales, revelará sin demora tales
circunstancias a las partes, a menos que ya les haya informado de ellas, bajo
pena de responder por los daños y perjuicios que ocasione su omisión…”
C. Ámbito de aplicación :

Para determinar el ámbito de aplicación del arbitraje, debemos recurrir al


concepto de arbitrabilidad de la pretensión, que no es otra cosa que la libre
disponibilidad de ésta por las partes.(45) En ese sentido, se aplicará la Ley
General de Arbitraje sólo para las pretensiones susceptibles de ello,(46)
resultando por otro lado esta norma de aplicación supletoria a otros casos
especiales cuya normatividad así lo prevea.
En este sentido, podemos afirmar que a efectos de la determinación del ámbito
de aplicación –tanto objetivo como subjetivo– del arbitraje, debemos observar
por un lado, como presupuesto básico al convenio arbitral, dado que cuando
este no exista no se reconocerá virtualidad alguna al arbitraje. De otro lado,
sobre las bases del convenio arbitral se deberá determinar si se aplicará el
procedimiento arbitral común (ley general de arbitraje) u otros procedimientos
arbitrales específicos regulados para casos especiales.

EL PROCEDIMIENTO ARBITRAL

Habiendo ya determinado que el arbitraje no es jurisdicción –no siendo por


ende los árbitros órganos jurisdiccionales–, debemos concluir necesariamente
que el arbitraje no es proceso, pues este último requiere necesariamente la
concurrencia de jurisdicción –específicamente de un órgano jurisdiccional–
para su existencia. Por ello, diremos que sólo existe aquí un procedimiento,
esto es, un conjunto de actos jurídicamente vinculados entre sí de manera
necesaria. El cual posee obviamente una estructura trilateral, conformada por
una parte activa, un órgano arbitral (personal o colegiado), y una parte pasiva.

LOS PRINCIPIOS.

El procedimiento arbitral se sujeta a los siguientes principios:(50

1.- Principio dispositivo y de autonomía de la voluntad: el


procedimiento arbitral se regirá –en primer lugar– por la voluntad de las
partes, las cuales disponen no sólo de su inicio, sino también de su
desarrollo y término, vinculando con sus pretensiones al órgano que ha
de fallar sobre lo pedido.

Con tal parecer, nuestra Ley General de Arbitraje nos señala en su


artículo trigésimo tercero primer y segundo párrafo que “Las partes
pueden pactar el lugar y las reglas a las que se sujeta el proceso
correspondiente. Pueden también disponer la aplicación del reglamento
que tenga establecido la institución arbitral a quien encomiendan su
organización. A falta de acuerdo, dentro de los diez (10) días siguientes
a la aceptación del árbitro único o del último de los árbitros, éstos
deciden el lugar y las reglas del proceso del modo que consideren más
apropiado, atendiendo la conveniencia de las partes… ”.

2.- Principio de audiencia, contradicción y de igualdad: el


procedimiento arbitral debe respetar siempre estos tres principios los
cuales se encuentran estrechamente entrelazados, pudiendo así decirse
que con la audiencia se procura a las partes un conocimiento sobre los
hechos a fin de que en un plano de igualdad puedan hacerse oír y
también contradecir.
En este sentido, nuestra Ley General de Arbitraje nos señala en su
artículo trigésimo tercero último párrafo que “Durante el proceso arbitral
deberá tratarse a las partes con igualdad y darle a cada una de ellas
plena oportunidad de hacer valer sus derechos”.
3.- Derecho de defensa: las partes en el procedimiento arbitral pueden
actuar por sí mismas o a través de sus abogados.

Con este parecer, nuestra Ley General de Arbitraje nos señala en su


artículo trigésimo quinto que “Todos los escritos deben estar firmados
por las parte que los presentan. No se requerirá firma de abogado. Si
hubiera abogado designado, éste podrá presentar directamente los
escritos de mero trámite”.

Además de los principios analizados existen otros más que también se


aplican al arbitraje –que requieren un estudio mucho más detenido-,
tales como el principio de temporalidad, de favor arbitralis, de dualidad
de posiciones, de buena fe, entre otros.(54) Prescribiendo –en este
mismo sentido– nuestra Ley General de Arbitraje en su artículo trigésimo
cuarto inciso siete que “Como directores del proceso los árbitros deben
velar para que el mismo se desarrolle bajo los principios de celeridad,
inmediación, privacidad, concentración y economía procesal,
posibilitando la adecuada defensa de las partes”.

B. Actos del procedimiento.

Determinados de manera esquemática se pueden resaltar


principalmente los siguientes actos a llevarse a cabo en el iter del
procedimiento arbitral:

1. Inicio: El procedimiento arbitral comienza cuando los árbitros hayan


notificado por escrito a las partes la aceptación del arbitraje.(55)
Debiendo distinguirse los supuestos de órgano arbitral singular y
colegiado, pues en el primero se producirá la litispendencia arbitral
cuando aquel notifique a las partes su aceptación. En tanto en el
segundo, se produce aquella con la notificación de la instalación del
tribunal arbitral.

En este sentido, y refiriéndose principalmente a la litispendencia arbitral


en el caso de órgano colegiado, nuestra Ley General de Arbitraje al
prescribir en su artículo trigésimo cuarto inciso uno que “La parte que
formula su pretensión ante los árbitros deberá hacerlo dentro de los
ocho (8) días de notificada de la instalación del tribunal arbitral…”,esta
tomando esta opción, pues, nos señala que es desde la instalación del
tribunal arbitral que se inicia el plazo para que las partes formulen sus
pretensiones sean estas singulares o acumuladas.

2. Lugar: El procedimiento arbitral tendrá lugar, salvo acuerdo o


disposición reglamentaria en contra, donde decidan los árbitros.
En este sentido, nuestra Ley General de Arbitraje al prescribir en su
artículo trigésimo tercero segundo párrafo que “a falta de acuerdo,
dentro de los diez (10) días siguientes a la aceptación del árbitro único o
del último de los árbitros, estos deciden el lugar (…) que consideren más
apropiado, atendiendo la conveniencia de las partes…”.

3. Idioma: Salvo acuerdo de las partes los árbitros determinarán el idioma


o idiomas en que halla de desarrollarse el procedimiento arbitral y lo
notificarán a las partes. No podrán elegir un idioma que ninguna de las
partes conozcan o que no sea oficial en el lugar en que se desarrollará
el procedimiento arbitral.

Nuestra Ley General de Arbitraje reconoce implícitamente este criterio


en su artículo trigésimo tercero segundo párrafo antes visto, a diferencia
de otros ordenamientos que lo hacen de manera expresa.

4. Plazos: Los árbitros no están sujetos a plazos determinados, salvo que


ellos hayan sido acordados por las partes.

La Ley General de Arbitraje nuestra reconoce implícitamente este criterio


en su artículo trigésimo tercero segundo párrafo ya observado, de modo
distinto a otras regulaciones normativas que sí resultan expresas.

5. Inactividad de las partes: La inactividad de las partes no impide que se


pueda dictar el laudo y que este tenga eficacia.

En este sentido, nuestra Ley General de Arbitraje prescribe en su


artículo cuadragésimo sétimo que “…La inactividad de las partes no
impiden la prosecución del proceso ni que se dicte el laudo en base a lo
ya actuado…”.

6. Desistimiento: En cualquier momento antes de dictarse el laudo las


partes pueden acordar desistirse del arbitraje.
Con tal parecer nuestra Ley General de Arbitraje nos señala en su
artículo cuadragésimo tercero que “En cualquier momento antes de la
notificación del laudo, de común acuerdo y comunicándolo a los árbitros,
las partes pueden desistirse del arbitraje”.

7. Prueba: Los árbitros practicarán la prueba que estimen pertinente, sea


por iniciativa propia o a instancia de parte. Siendo posible también la
cooperación jurisdiccional en los casos en los cuales los árbitros no
puedan ejecutar por sí mismos las pruebas.

Nuestra Ley General de Arbitraje reconoce este criterio en su artículo


trigésimo cuarto, trigésimo sétimo, y cuadragésimo, al señalar
respectivamente que:
(Artículo 34 inciso 1) “La parte que formula su pretensión ante los
árbitros deberá hacerlo dentro de los ocho (8) días de notificada (…),
debiendo ofrecer al mismo tiempo las pruebas que la sustenten”.

Artículo 37) “Los árbitros tienen la facultad para determinar, de manera


exclusiva, la admisibilidad, pertinencia y valor de las pruebas (…).
Pueden también ordenar de oficio la actuación de los medios probatorios
que estimen necesarios…”.

(Artículo 40) “El tribunal arbitral, o cualquiera de las partes con la


aprobación del tribunal arbitral, podrá pedir auxilio judicial para la
actuación de pruebas”.

EL LAUDO ARBITRAL

Estudiaremos ahora el laudo arbitral, resolución con la cual


normalmente concluye el procedimiento de arbitraje, para lo cual
estableceremos inicialmente su concepto, determinando luego sus
requisitos, contenido específico y efectos.

A. Concepto de Laudo
La actividad de los árbitros, así como el procedimiento arbitral, culmina
normalmente al dictarse la correspondiente resolución, denominada –por
contraposición a la sentencia, reservada a los órganos jurisdiccionales–
laudo arbitral.
Existiendo este paralelismo con la sentencia, es pues, evidente que
podemos hablar de laudos declarativos, constitutivos y de condena,
según la respectiva pretensión sobre la que se decida (acorde al
principio de congruencia).
Sin embargo, el órgano arbitral sólo se limitará a conocer de la
pretensión y fallar sobre esta, estimándola o desestimándola, por lo que
para la adopción de una medida cautelar, tendría que acudir siempre al
órgano jurisdiccional correspondiente, así como también para llevar a
cabo la ejecución del laudo.
B. Requisitos del Laudo
Respecto a los requisitos hay que distinguir los relativos al tiempo y a la
forma:
1° En cuanto al tiempo, los árbitros deben dictar el laudo en el plazo –
general– de veinte días de vencida la etapa de pruebas, salvo que las
partes hubieran dispuesto otra cosa (artículo 48 de nuestra LGA).
El transcurso del plazo sin haber dictado el laudo tiene como principal
consecuencia la posibilidad judicial de anular el laudo (artículo 73 inciso
5 LGA).
2° En cuanto a los requisitos de forma, están claramente fijados en
nuestra Ley General de Arbitraje (artículo 49 LGA). El laudo se recoge
formalmente en un escrito, firmando los árbitros, y si alguno no lo hiciera
se entenderá que se adhiere a la decisión de la mayoría. Por otra parte,
el laudo podrá ser protocolizado notarialmente (artículo 57 LGA).
C. Contenido del Laudo.
El laudo arbitral debe expresar al menos los siguientes puntos: el lugar
en que se dicta, nombre de los árbitros y de las partes, la cuestión
sometida a arbitraje y una sucinta relación de las alegaciones y
conclusiones de las partes, la valoración probática en que se funda la
decisión, los fundamentos fácticos y jurídicos de las pretensiones y
resistencias, y, finalmente, la decisión arbitral (artículo 50 LGA); así
como el pronunciamiento sobre costos (artículo 52 LGA).
El fallo del laudo tendrá consiguientemente los siguientes posibles
contenidos:
1° Desde el punto de vista exclusivamente procesal, puede acoger la
declaración de incompetencia efectuada por el órgano arbitral (artículo
39 LGA).
2° Si el laudo entra en el fondo de la cuestión litigiosa, y es de derecho,
decidirá jurídicamente el arbitraje, esto es, basándose en normas
jurídicas aplicables a los hechos controvertidos, respetándose en esta
materia el principio de congruencia.
3° Si el laudo es de conciencia, se expresará en el fallo el leal saber y el
entender del órgano arbitral.
Existen también las posibilidades de corrección, integración y aclaración
del laudo. En tal sentido, las partes pueden pedir a los árbitros o estos
realizar de oficio, dentro del plazo de cinco días tras la notificación del
laudo, la corrección de cualquier error de cálculo, de copia tipográfica o
de naturaleza similar. Del mismo modo, pueden dentro del mismo plazo
antes señalado integrar el laudo, si se hubiese omitido resolver algunos
de los puntos materia de controversia (artículo 54 LGA). Pueden también
a solicitud de parte, dentro del mismo plazo, aclarar algún punto
ambiguo o incierto del laudo (artículo 55 LGA).
D. Efectos del Laudo

Podemos observar que el principal efecto del laudo es la producción de


cosa juzgada, así como la condena en costas.(80) 1° Cosa juzgada.-
Dispone el artículo 59 de nuestra LGA que “El laudo tiene valor de cosa
juzgada…”. Y por su parte, el artículo 83 LGA nos señala que “El laudo
arbitral consentido o ejecutoriado tiene valor equivalente al de una
sentencia y es eficaz y de obligatorio cumplimiento desde su notificación
a las partes”, fórmula que parece buscar no el igualar el laudo con la
sentencia, pero si reconocer su semejanza. Por ello, si una de la partes
pretendiese la misma cosa frente a la otra, por la misma causa y en la
misma calidad, se produciría la excepción de cosa juzgada en sede
arbitral,(81) la cual debería ser resuelta como una cuestión previa acorde
al artículo 39 LGA.
Finalmente, en caso que una parte accediera posteriormente a la
jurisdicción, el demandado tendría a mano la excepción de cosa
juzgada, única forma –al estar pensada la excepción de arbitraje para
otro supuesto distinto– de impedir que el cumplimiento del laudo quede
burlado.
2° Costas.- Los árbitros se pronunciarán en el laudo sobre las costas del
arbitraje, de acuerdo con lo preceptuado por el artículo 52 LGA.
LA ANULACIÓN DEL LAUDO ARBITRAL

La ley no ha querido renunciar en absoluto a un control judicial del laudo,


estableciendo consecuentemente un mecanismo de anulación de laudos
arbitrales. En este sentido, nuestra LGA recoge las causales de
anulación del laudo arbitral en su artículo 73, referidas a la nulidad del
convenio arbitral, defectos de notificación y defensa, defectos de
composición del órgano arbitral, error en las mayorías requeridas para
decidir, superación del plazo para laudar, e inarbitrabilidad de la
pretensión sometida

MEDIDAS CAUTELARES EN EL ARBITRAJE

Dada la característica de jurisdiccionalidad de las medidas cautelares,


esto es, que sólo los órganos investidos de potestad jurisdiccional
pueden dictarlas y llevarlas a cabo, es que se requerirá necesariamente
–para el caso del arbitraje– que la parte solicite el dictado de tales
medidas a la jurisdicción, como bien lo señalan los artículos 79 a 82 de
nuestra LGA.

Respecto a esta relación que se observa entre el arbitraje y la


jurisdicción, cabría observar diversos supuestos de coincidencia sobre la
pretensión sometida a uno u otro mecanismo. En tal sentido, esta
identidad respecto a la pretensión podrá darse de manera sucesiva,
cuando un procedimiento arbitral decida sobre aquella y luego un
proceso jurisdiccional decida sobre lo mismo o viceversa, y también de
manera contemporánea, cuando se encuentren pendientes, sobre la
misma pretensión, ambos mecanismos conjuntamente.(85) Sin
embargo, este no es el lugar para abordar las posibles soluciones a
estos supuestos, los cuales sólo queríamos dejar indicados.

EJECUCIÓN FORZADA DEL LAUDO

El laudo arbitral es eficaz y de obligatorio cumplimiento desde su


notificación a las partes, y en caso de no cumplirse lo ordenado por este
–si es un laudo de condena principalmente– la parte cuya pretensión fue
estimada podrá solicitar su ejecución forzosa ante el Juzgado
Especializado Civil del lugar de la sede del arbitraje, ejecutándose así el
laudo como si fuera una sentencia, y anexándose a la solicitud de
ejecución necesariamente copia de este último o de la sentencia judicial
en el caso de haberse producido una anulación o impugnación, como lo
prescriben correctamente los artículos 83 y 84 de nuestra LGA.

EL ARBITRAJE INTERNACIONAL

En el caso peruano es la misma norma general de arbitraje la que regula


en su sección segunda al arbitraje internacional, determinando que estas
disposiciones se aplicarán sin perjuicio de cualquier tratado bilateral o
multilateral vigente (artículo 88 LGA).

Por otra parte, el artículo 91 de la LGA determina la calidad de


internacional de un arbitraje sobre la base de dos criterios:

1° Si las partes del convenio arbitral tienen al momento de la celebración


de este, sus domicilios en estados diferentes.

2° Si uno de los lugares siguientes se encuentra fuera del estado donde


las partes tienen sus domicilios: el lugar del arbitraje –si ha sido
determinado en el convenio arbitral o con arreglo a él– o el lugar del
cumplimiento de una parte sustancial de las obligaciones de la relación
jurídica o el lugar con el cual el objeto de la pretensión arbitrable tiene
más estrecha relación.

Algún sector de la doctrina considera ociosa una regulación de este tipo


dado que –a su criterio– basta con los convenios internacionales en los
cuales se encuentra regulada suficientemente esta materia.(86) Criterio
el cual no compartimos, pues consideramos que nuestra norma –
recogiendo una moderna tendencia normativa– establece también
disposiciones a efectos de regular el arbitraje de tipo internacional,
quedando claro que estas se aplican sólo en defecto de tratado
internacional al respecto.

EL DERECHO DE ARBITRAJE PERUANO


Frente a todo lo expuesto podemos abordar ya la exigencia que toda
esta actividad llevada a cabo por el árbitro dirigida a satisfacer la
pretensión arbitrable, determina en el plano jurídico la necesidad de su
estudio por medio de la ubicación de un lugar concreto y específico del
ordenamiento jurídico como es aquel que denominaremos Derecho de
Arbitraje, el cual posee como objeto de estudio las diferentes
implicaciones jurídicas y procesales que nos plantea esta institución.

De tal modo, podemos hablar de un Derecho de Arbitraje Peruano, el


cual se encuentra normativamente conformado por la Ley General de
Arbitraje, así como por diversas normas que regulan supuestos
especiales de aquel, tales como la Ley y el Reglamento del Consejo
Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado, entre otros
casos.

MATERIAS ARBITRALES

1. Controversias determinadas o determinables de libre disposición.


2. Asuntos ambientales, pudiendo extinguirse un proceso judicial existente o
evitando el que podría promoverse.
3. Cuantía de responsabilidad civil sin resolución judicial firme.
Sin necesidad de autorización previa:
4. Controversias derivadas de contratos que el Estado peruano y las personas
jurídicas de derecho público celebren con nacionales o extranjeros domiciliados
en el país, inclusive las que se refieren a sus bienes.
5. Controversias sobre contratos celebrados entre personas jurídicas de
derecho público entre sí.
6. Controversias derivadas de contratos que celebren las empresas estatales
de derecho privado o economía mixta, con nacionales o extranjeros
domiciliados en el país; inclusive las que se refieren a sus bienes.
b. Excepciones establecidas por la Ley de Arbitraje
1. Las que versan sobre el estado o capacidad civil de las personas
2. Las referidas a bienes o derechos de incapaces, sin previa autorización
judicial.
3. Aquellas en que ha recaído resolución judicial firme, salvo consecuencias
patrimoniales que surjan de su ejecución en cuanto conciernan exclusivamente
a las partes del proceso.
4. Las que interesan al orden público o versen sobre delitos o faltas
5. Las directamente concernientes a atribuciones del Estado o de personas y
entidades de derecho público.

Los Árbitros
Los árbitros cumplen sus funciones según las condiciones que señala la Ley y
que son las siguientes:
1. No deben representar los intereses de ninguna de las partes.
2. Deben ejercer el cargo con absoluta imparcialidad y absoluta discreción.
3. Deben ejercer con plena independencia. No están sometidos a orden,
disposición o autoridad que menoscabe sus atribuciones.
4. Gozan del secreto profesional.
5. Son remunerados, salvo pacto expreso en contrario.
6. Pueden imponer multas hasta por un máximo del dos (2) Unidades
Impositivas a la parte que incumpla sus mandatos. Las multas son para la otra
parte, deben constar en el Laudo Arbitral y se ejecutan conjuntamente con el
Laudo.
Designación de los Arbitros
1. Son designados por las partes o por un tercero que puede ser una institución
arbitral.
2. Puede ser efectuada por un juez en lo civil, cuando las partes no lo hacen en
el plazo de 10 días.
3. Deben ser en número impar: uno (árbitro único), tres o más (tribunal
arbitral). A falta de acuerdo o en caso de duda, los árbitros son tres.
4. Pueden ser personas nacionales o extranjeras.
5. El nombramiento de árbitros de derecho, debe recaer en abogados. 6.
Deben ser personas naturales, mayores de edad, en pleno ejercicio de sus
derechos civiles.
Impedimentos
Tienen incompatibilidad para actuar como árbitros, bajo sanción de nulidad del
nombramiento y del Laudo:
1. Los Magistrados, excepto los Jueces de Paz, los Fiscales, Procuradores
Públicos y Ejecutores Coactivos
2. Presidente de la República y los Vice Presidentes.
3. Los Congresistas.
4. Los miembros del Tribunal Constitucional.
5. Los Oficiales Generales y Superiores de las Fuerzas Armadas y Policía
Nacional; salvo los profesionales asimilados.
6. Ex Magistrados en causas que hayan conocido.
7. El Contralor General de la República en los procesos arbitrales en los que
participen las entidades que se encuentran bajo su control.
Notificación del Laudo
El Laudo arbitral debe se notificará a las partes dentro de los cinco días hábiles
de haber sido emitido.
h. Costos del Arbitraje
Los árbitros se pronunciarán en el Laudo sobre los gastos del arbitraje,
teniendo presente de ser el caso, lo pactado en el convenio arbitral. Los costos
incluyen, pero no se limitan a:
1. Retribuciones de los árbitros.
2. Retribuciones de los abogados de las partes.
3. Retribuciones del secretario que se hubiera nombrado, si éste no fuera
árbitro.
4. Gastos de protocolización del Laudo cuando se haya pactado.
5. Retribución a la institución arbitral, de ser el caso.
6. Multas que hubiesen sido impuestas a cualquiera de las partes. Si el
convenio no contiene pacto alguno sobre gastos, los árbitros se pronunciarán
en el Laudo sobre su condena o exoneración, teniendo en consideración el
resultado o sentido del mismo. Si no hubiera condena, cada parte cubrirá sus
gastos y los que sean comunes en iguales proporciones.
Gastos Comunes.
Se entienden como gastos comunes los siguientes:
1. Retribuciones de los árbitros.
2. Retribuciones del secretario, si éste no fuera árbitro.
3. Retribución a la Institución Arbitral, de ser el caso.
Finalmente, los árbitros no podrán cobrar honorarios adicionales por la
corrección, integración o aclaración del Laudo que hubieran dictado.
i. Solicitudes y Recursos.
Dentro de los cinco días hábiles posteriores a la recepción de la notificación,
las partes pueden presentar tres tipos de solicitudes:
1. De aclaración.
2. De Corrección.
3. De Integración. En el mismo plazo, los árbitros pueden por propia iniciativa,
a efectuar correcciones o integrar algún asunto referente al Laudo.
El plazo para resolver cualesquiera de las tres solicitudes es de cinco días
posteriores a la recepción de la solicitud. Este plazo podrá ser prorrogado por
un término no mayor a diez días hábiles, siempre y cuando exista solicitud de
algunas de las partes para que se efectúe correcciones, integraciones o
aclaraciones. No procede esta prórroga cuando las acciones son de iniciativa
de los árbitros.
Corrección: Procede cuando se han incurrido en errores materiales,
numéricos, de cálculo, tipográficos y de naturaleza similar.
Integración: Procede cuando se omite resolver alguno de los puntos materia
de la controversia
Aclaración: Procede cuando algún punto del Laudo no está presentado
suficientemente claro y puede prestarse a interpretaciones equivocadas.
j. Recursos que pueden presentar las partes
Sólo proceden dos tipos de recursos:
1. Recurso de Apelación.
2. Recursos de Anulación.
Recurso de Apelación: Tiene por objeto la revisión del Laudo en lo referente a
la apreciación de los fundamentos de las partes, de la prueba y, en su caso,
aplicación e interpretación del derecho. Se resuelve confirmando o revocando
total o parcialmente el laudo. Se interpone en el plazo de 10 días hábiles
siguientes a la recepción del laudo.
Contra los Laudos de Conciencia no procede recurso de apelación.
Procede ante el Poder Judicial o ante una segunda instancia arbitral, siempre y
cuando:
ƒ Se haya pactado en el convenio arbitral.
ƒ Esté previsto en el Reglamento de la Institución Arbitral.
A falta de acuerdo: se entiende que las partes han pactado sólo para una
segunda instancia
arbitral.

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