Reglas de Interpretacion Biblica
Reglas de Interpretacion Biblica
Reglas de Interpretacion Biblica
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epítome. (Del gr. ἐπιτομή). m. Resumen o compendio de una obra extensa, que expone lo más fundamental o preciso de la materia tratada
en ella. || 2. Ret. Figura que consiste, después de dichas muchas palabras, en repetir las primeras para mayor claridad.
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intertestamentario el hebreo fue sustituido por el arameo como lengua del pueblo. Pese a ello, la pronunciación de
los textos sagrados era cuidadosamente preservada y transmitida de generación en generación en las sinagogas y
escuelas rabínicas, Llegó, sin embargo, el momento en que, a causa de serias discrepancias originadas en sectas del
judaísmo (la de los karaítas principalmente), se hizo apremiante la necesidad de fijar de modo definitivo la
pronunciación tradicional.Para conseguir tal propósito, los masoretas judíos introdujeron en sus textos signos que se
colocaban encima, dentro o debajo de las consonantes para indicar las vocales. No se sabe a ciencia cierta en qué
momento histórico se inició esta labor; pero es evidente que se desarrolló a partir del siglo VI d. de C. -siguiendo el
ejemplo de los gramáticos sirios- y se completó en el siglo VIII. Hubo tres sistemas de vocalización: el babilónico,
con signos supra-lineales; el palestinense, con signos predominantemente infra-lineales, y el tiberiense. El
generalmente usado en los textos impresos del Antiguo Testamento es el último, adoptado y minuciosamente
elaborado por los masoretas de la escuela de Tiberias. Era tan exacto que no sólo indicaba las vocales, sino también
su prolongación, su tono, su intensidad gutural…, lo que daba al sistema un valor superior al de las vocales
normales de muchas otras lenguas. Su rostro prevaleció en las escuelas y en las sinagogas, si bien no puede
asegurarse que correspondiera exactamente a la pronunciación del antiguo hebreo. Otra peculiaridad de esta lengua
es que, a pesar de que ya en sus primeras inscripciones las palabras aparecen separadas por un punto, tal separación
es más bien irregular en los manuscritos del Antiguo Testamento de fechas tempranas. Esa es la razón por la que
algunas versiones difieren a menudo en sus apreciaciones relativas a esa cuestión.
Asimismo carecía el hebreo de puntuación, lo que lógicamente también era motivo de numerosas dudas. Para
obviar esta dificultad, así como la debida a la irregularidad en la separación de las palabras, los masoretas
establecieron igualmente signos adecuados para la lectura correcta del texto.
El vocabulario del hebreo bíblico se distingue por su limitación, que contrasta con la riqueza de términos de las
lenguas europeas.
Es particularmente notable la escasez de adverbios, adjetivos y nombres abstractos, deficiencias que se suplen
mediante frases preposicionales y verbos auxiliares, por la aposición de genitivos descriptivos y por medio de otros
recursos gramaticales. La gramática hebrea no se ajusta a la estructura de las lenguas greco-latinas. Es la propia del
tipo semítico. Las palabras pertenecen a tres clases de categorías: nombres, que indican realidades concretas o
abstractas; verbos, que expresan acción, y partículas, que señalan los diversos tipos de relación entre nombres y
verbos.
Los nombres, que incluyen los adjetivos y los pronombres, sólo tienen masculino y femenino. Todos los objetos,
incluidos los inanimados, aparecen como dotados de vida. Los montes, los ríos y los mares, por ser representativos
de majestad y fuerza, son masculinos, y en no pocos textos, personificados. Los nombres de ciudades, tierras o
localidades, considerados como madres de sus habitantes, son femeninos. El plural hebreo a menudo expresa, más
que una idea de pluralidad de individuos, la de plenitud, superabundancia o majestad. La primera palabra del Salmo
1 es un nombre en plural. Literalmente habría de traducirse «las bienaventuranzas del hombre », con lo que se quiere
exaltar la suprema dicha del hombre que «no anda en consejo de malos...», La palabra «vida» en el Antiguo
Testamento está frecuentemente en plural, como en Gn. 2:7. «Sopló en su nariz soplo de vidas» De igual modo, en
el versículo 9 hallamos «árbol de vidas».
Esta forma de plural tiene una modalidad especial en lo que se ha denominado plural de excelencia,
especialmente aplicado al nombre de Dios (Elohim).
El verbo se caracteriza por su raíz triliteral en todos los casos. En su conjugación se distinguen no sólo número y
persona, como en español, sino también género. No puede hablarse propiamente de tiempos, sino más bien de
estados del sujeto y de lo completo e incompleto de la acción. La idea de pasado, presente o futuro no es inherente a
las formas de conjugación. En todo caso, tal idea debe deducirse del contexto. Eso explica la diversidad observada
en las versiones del Antiguo Testamento, sobre todo en la traducción de los textos poéticos. Así, mientras en la
versión de Reina Valera se ha traducido «Jehová es mi pastor, nada me faltará» (Sal. 23:1), en otras se ha optado por
el presente: «Nada me falta..
Observación análoga puede hacerse en cuanto al primer versículo del Sal. 1, en el que el verbo ha tomado en las
diversas traducciones las formas de «anduvo» o «anda». Esta última forma, en presente, parece más coherente con el
versículo que sigue. Este modo de usar los tiempos del verbo posiblemente es exponente de toda una concepción
filosófica del tiempo. «Cualquiera que fuese su posición o punto de vista --observa. M. S. Terry-, el orador o escritor
parece haber contemplado todas las cosas como si tuviese una relación subjetiva con el objeto de su observación.
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El tiempo para él era una serie de momentos (abrir y cerrar de ojos) de carácter continuo. El pasado se introducía
siempre en el futuro y el futuro se perdía en el pasado.» Este modo de comprender y expresar los hechos es
sumamente valioso para captar la perspectiva gloriosa de las obras de Dios a lo largo de la historia. «La forma de
pretérito perfecto -añade Terry- se usa también al hablar de cosas que han de realizarse de modo cierto en el futuro.
En tales casos, el acontecimiento futuro se concibe como algo ya consumado; se ha convertido en una conclusión
anticipada y un propósito de Dios asegurado. Así, por ejemplo, en el texto hebreo de Gn. 17:20 se lee: «En cuanto a
Ismael, también te he oído y he aquí que le he bendecido y le he hecho fructificar y le he multiplicado mucho en
gran manera. Todo esto había de realizarse en el futuro, pero aquí es presentado como algo ya concluido.
Estaba determinado en el propósito divino, y desde un punto de vista ideal el futuro era visto como algo que ya
había acontecido.. Las partículas o partes invariables de la oración gramatical, por su riqueza de matices, tienen gran
Importancia en el hebreo y deben tomarse en consideración.
La sintaxis es comparativamente simple. El orden normal en las frases es el siguiente: predicado, sujeto,
complemento y palabras especificativas, Puede, sin embargo variar la colocación de sujeto y predicado, poniéndose
en primer lugar el que deba tener mayor énfasis. Las frases son generalmente simples y breves, y aun las frases
compuestas resultan claras. No existen periodos largos estructurados mediante una construcción complicada. Un
buen ejemplo es el capítulo 1 de Génesis. Dejando a un lado las dificultades que en otros aspectos pueda entrañar
este texto, su estructura gramatical no puede ser más simple.
Teniendo en cuenta los rasgos distintivos del hebreo, es evidente que esta lengua constituía el medio más
adecuado para comunicar de modo sencillo los grandes hechos de Dios y su mensaje registrados en el Antiguo
Testamento.
El griego
Como es bien sabido, el griego del Nuevo Testamento no es el de la literatura clásica, sino el koiné o dialecto
común, hablado desde los tiempos de Alejandro Magno (siglo IV a. de C.) hasta los de Justiniano (siglo VI d. de C.)
aproximadamente. Era la lengua del pueblo y se usaba en todo el mundo mediterráneo. Aunque seguían hablándose
las lenguas vernáculas en las diferentes regiones, el koiné era el único medio de comunicación entre todas ellas;
venía a ser como un puente entre las diferentes islas lingüísticas.
Desprovisto de las sutilezas y convencionalismos literarios del griego clásico, el koiné era una lengua viva,
vigorosa, con el sabor de la vida cotidiana. Se distingue por un estilo claro, natural, realista, a menudo vehemente,
que facilita la identificación del oyente o lector con lo que se dice. Por tal motivo suele usarse el presente histórico
en las narraciones, el superlativo con preferencia al comparativo y el lenguaje directo más que el indirecto. Los
elementos enfáticos abundan. Así puede observarse que a menudo se usan pronombres como sujetos de verbos que
no los necesitan. Hace uso de pocas conjunciones. La más frecuente es kai (y); pero ésta abunda, lo que hace que las
cláusulas coordinadas excedan con mucho a las subordinadas. En este aspecto se asemeja al hebreo. Todo ello hace
del koiné un idioma de fácil comprensión.
Por eso tiene aplicación también a esta lengua lo que dijimos respecto al hebreo. De modo providencial se
convertía en vehículo sumamente apropiado para hacer llegar al mundo con claridad el mensaje del Evangelio.
En el koiné del Nuevo Testamento conviene, sin embargo, tener en cuenta el substrato hebraico-aramea-cristiano
que contiene. Hay en el texto neo-testamentario palabras hebreas o arameas que se han transcrito literalmente al
griego. Por ejemplo, abba, padre (Mr. 14:36; Ro.8:15); hosanna, salva ahora (Jn. 12:13); sfkera, bebida alcohólica
(Le. 1:15); Satán (2 Ca. 12:7)…
En otros casos, términos griegos expresan conceptos hebreos, lo que debe tenerse muy presente en el momento
de traducir o interpretar ciertos pasajes. Puede servimos de orientación el vocablo rema. Los escritores griegos lo
habían usado para significar «palabra» o expresión oral. Pero en la Septuaginta se emplea para traducir el término
hebreo dabar, que tenía un doble significado: palabra y asunto o acontecimiento: este último es el que predomina.
En este sentido se usa en Le. 2:15: «Veamos esto que (to-rematouto ha sucedido.» Algunas formas de expresión
también son derivadas del hebreo: «buscar la vida» de alguien (Mt. 2:20; Ro. 11:3); «aceptar la persona», en el
sentido de mostrar parcialidad (Le. 20:21; Gá, 2:6) o «poner en el corazón» (Le, 1:66; 21:14; Hch. 5:4). Asimismo
siguen la pauta hebrea algunas formas de construcción gramatical. Especial mención merece también el hecho de
que no pocas palabras griegas reciben en el Nuevo Testamento un nuevo significado.
Así parakaleó, que originalmente significaba «llamar» o «convocar», en el Nuevo
Testamento expresa también las ideas de suplicar, consolar, alentar, fortalecer.
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La palabra eiréné, como expresión de estado opuesto al de guerra, es elevada por la vía del concepto hebreo
(bienestar en su sentido más amplio) hasta las alturas del bienestar supremo alcanzado en la nueva relación que el
hombre puede tener con Dios por la obra mediadora de Cristo y mediante la.fe. Como hizo notar F. Bleek, «habría
sido imposible dar expresión a todos los conceptos e ideas cristianas del Nuevo Testamento si los escritores se
hubiesen limitado estrictamente a usar las palabras y frases comunes entre los griegos con los significados que
normalmente tenían. Estas ideas cristianas eran totalmente desconocidas para los griegos, por lo que no habían
formado frases adecuadas que pudieran darles expresión»," Este hecho hace necesario que el intérprete del Nuevo
Testamento esté en condiciones de conocer no sólo el significado original o corriente del léxico griego, sino también
los nuevos matices adquiridos por muchas palabras como herencia del pensamiento hebreo y por imperativo de los
nuevos conceptos surgidos con el cristianismo.
Lo expuesto sobre la importancia del dominio de las lenguas originales tiene especial aplicación a los
especialistas en exégesis. Evidentemente son muchos los estudiantes, pastores y predicadores ocupados en la
exposición de la Escritura que nunca llegan a alcanzar tal conocimiento. Pero no por eso deben renunciar al trabajo
necesario para aproximarse tanto como les sea posible al texto original y a las peculiaridades lingüísticas que
inciden en la determinación de su significado. En la actualidad existen diccionaríos, concordancias" y comentarios
exegéticos que, usados con discernimiento, pueden ayudar a conseguir resultados muy satisfactorios.
2. REGLA FUNDAMENTAL DE LA INTERPRETACIÓN BÍBLICA
La regla fundamental dice que la Escritura es explicada por la Escritura, es decir, que la Biblia es su propio
intérprete. Podemos notar este principio en 2Pedro 1:21 y 2Tim. 3:16-17.
La Biblia se interpreta a sí misma y que lo que es oscuro en un pasaje puede ser iluminado por otro. A ninguna
declaración única ni a ningún pasaje oscuro de un libro se puede permitir hacer a un lado una doctrina que se halla
claramente establecida por varios pasajes. Los textos obscuros han de interpretarse a la luz de los claros, sencillos y
positivos. Dice Fairbairn: "La fe según la cual se determina el sentido de un pasaje especial, debe ser tal que
descanse sobre el amplio significado de alguna de las más explícitas declaraciones de las Escrituras, acerca del
significado de las cuales no puede caber duda razonable en una mente libre de prejuicios. Y cuando, para fijar
principios generales de fe debamos elegir entre dos pasajes, siempre deberemos conceder mayor peso a aquellos en
los cuales no se mencionen meramente de una manera accidental los asuntos relacionados con ella, sino que se los
trate y discuta formalmente; pues en tales casos no nos es dado dudar de que el punto acerca del cual buscamos una
declaración autorizante, estuvo claramente, ante los ojos del escritor". Es evidente que ninguna doctrina que se
apoya en un solo pasaje de las Escrituras puede pertenecer a doctrinas fundamentales reconocidas en la analogía de
la fe. Mas no ha de inferirse de esto que ninguna declaración específica de las Escrituras sea autorizante a menos
que esté apoyada por otros pasajes paralelos. A menos que esté claramente contradicha o excluida por la analogía de
la fe, o por alguna otra declaración igualmente explícita, una declaración positiva de la Palabra de Dios es suficiente
para establecer un hecho o doctrina. De aquí se sigue que la analogía de la fe, como principio de interpretación, es,
necesariamente, limitada en su aplicación. Es útil para sacar a luz la importancia y prominencia relativas de dife-
rentes doctrinas y para preservar contra exposiciones de los sagrados oráculos viciadas por parcialidades. Exhibe la
unidad interna y la armonía de toda la Revelación divina. Encarece la importancia de consecuencia en la in-
terpretación, pero no puede gobernar al intérprete en la exposición de aquellas partes de l-a Biblia que se hallan sin
paralelo real y a las que ningunas otras partes se le oponen. Porque del progreso de las doctrinas en la Biblia es
dable inferir con justicia que aquí y acullá puedan haberse dado revelaciones aisladas de verdad divina en pasajes en
los que el contexto no dió ocasión para mayores desarrollos o elaboración.
Ahora que hemos hecho este trabajo, sería bueno ver lo que un diccionario bíblico dice sobre “carne”.
Modismos: Es bueno saber si una palabra o frase es un modismo, es decir una expresión idiomática. Una buena
Biblia de estudio a veces explica estos. Por ejemplo, cuando los hebreos querían incluir la totalidad de una cosa,
mencionaron los extremos. Vemos esto en Rom. 8:38-39, donde “ni lo profundo ni lo alto” incluye todo lo que hay
entre lo profundo y lo alto, es decir, ni nada nos podrá separar del amor de Dios.
La misma idea se encuentra en las expresiones “alfa y omega”, “el primero y el postrero”, El principio y el fin”, y
“el primero y el último” (Apoc. 8, Isa. 44:6; Apoc. 21:6; 22:13). Otro ejemplo de un modismo se encuentra en Lucas
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de la Fuente, T. (1985). Claves de interpretación biblica - edición actualizada : De la Fuente, Tomás (41). El Paso, Texas: Casa Bautista de
Publicaciones.
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13:32. Jesús dice: “He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra”.
La Biblia de Estudio NVI explica esto diciendo: “hoy y mañana. En el uso semítico, esta frase podría referirse a un
período de tiempo indefinido pero limitado.” Es decir, no debemos interpretar esto literalmente. Es una manera de
hablar, un modismo.
A veces los hebreos usaron ciertos números en forma simbólica. Por ejemplo, el número tres a veces significaba
algunos o varios. A veces el número cuatro significaba calidad de completo o perfección Un ejemplo más de una
expresión idiomático, una que se encuentra en muchas veces en el A.T., es donde alguien dice, el día que… A veces
esta expresión quiere decir ciertamente, como en Gén. 2:17 (NVI) donde Dios dice, “El día que de él comas,
ciertamente morirás”. Otros ejemplos de este uso se encuentran en 1 Reyes 2:37 y Ex. 10:28.
En resumen, notamos como una sola palabra puede tener varios significados distintos, según el contexto. Esto
ocurre en cualquier idioma, incluso los idiomas hebreo y griego de la Biblia.