Gabriel Liiceanu E. M. Cioran Itinerarios de Una Vida El Apocalipsis Según Cioran (Última Entrevista Filmada)

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Gabriel Liiceanu

E. M. Cioran
Itinerarios de una vida

El apocalipsis según Cioran


(última entrevista filmada)

Traducción de
Joaquín Garrigós

ediciones del
subsuelo
Barcelona 2014
Título original: Itinerariile unei vieţi: E. M. Cioran
Apocalipsa după Cioran (ultimul interviu filmat)
Autor: Gabriel Liiceanu
© Humanitas, 2011
I.S.B.N. 978-973-50-2937-1

© de la traducción: Joaquín Garrigós

© Ediciones del Subsuelo, Barcelona, 2014


c/ Nàpols, 282 - 08025 Barcelona
www.edicionesdelsubsuelo.com

ISBN: 978-84-941646-3-7
Depósito legal: B. 6952-2014

Diseño de la cubierta: Júlia de Quadras Alamán


Impresión y encuadernación: Grup4 Badalona

Créditos de las fotografías


Todas las imágenes del archivo Cioran reproducidas en este libro fueron puestas a disposición de Gabriel Liiceanu,
en 1987, por Aurel Cioran, el hermano de Emil Cioran (con el consentimiento de este), para la realización de «Emil
Cioran. Itinerarios de una vida» y para la filmación de «El apocalipsis según Cioran».
© Mihai Oroveanu y Cosmin Bumbuţ por las fotografías de Răşinari
© Cătălin Cioabă por las imágenes de París
© Sorin Ilieşiu por los fotogramas de «El apocalipsis según Cioran»

Todos los derechos reservados.


Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida por ningún medio sin el permiso por escrito del editor.
Índice

E. M. Cioran. Itinerarios de una vida ............................................................................. 11

«Ese maldito Răşinari, ese espléndido Răşinari»......................................................................... 13


De Sibiu a Bucarest: las revelaciones de la noche ........................................................................ 21
El elogio del exceso. De la «sima de la vida interior» al compromiso político ........................ 39
Entre dos mundos. En busca de una nueva identidad ............................................................... 47
El debut francés o «la historia de una pesadilla» ......................................................................... 55
Una apuesta ganada ........................................................................................................................ 61
A la sombra de la notoriedad. La revancha de un orgullo herido ............................................ 69
La ruptura con la palabra................................................................................................................ 83
Muerte de Cioran............................................................................................................................. 87

El apocalipsis según Cioran ................................................................................................. 97

Entrevista con Simone Boué................................................................................................ 147


Mi misión es despertar a las gentes de su sueño de siempre, sabiendo al
propio tiempo que así cometo un delito y que sería mil veces mejor dejar
que siguieran durmiendo porque, en cualquier caso, cuando se desper-
taran yo no tendría nada que proponerles.
Emil Cioran, Cuadernos

He observado en muchas personas informadas que me conocían que


se equivocaron al hacerme un diagnóstico. Lo cierto es que lo he hecho
todo para provocar juicios falsos, ingeniosos y, ciertamente, seductores,
aunque infundados. Por regla general, las personas llevan una máscara
para parecer más grandes de lo que son; yo para parecer más pequeño.
Emil Cioran a Gabriel Liiceanu,
28 de junio de 1983

E. M. Cioran
Itinerarios de una vida

París, Barrio Latino, «en una de las buhardillas de la tierra»:1 la historia


envenenada de nuestro fin de milenio transcurrió fuera de este espacio
sumamente modesto, pero justo aquí, bajo el tejado del nº 21 de la ca-
lle Odéon, nació la obra que habría de convertirse en la conciencia de
nuestro infortunio. Su autor, un Nietzsche contemporáneo pasado por
la escuela de los moralistas franceses, fue considerado alternativamente
el nihilista del siglo, the king of pessimists y el escéptico de servicio de un
mundo en declive. Él mismo se presentaba a los veinte años como «espe-
cialista en el problema de la muerte» y, más tarde, como «un extranjero
para la policía», el meteco por excelencia, «para Dios y para sí mismo».
Pidió que le «financiaran los insomnios» y, a cambio, se comprometía a
desbaratar nuestras ilusiones y a conservar para nosotros inalterada la
memoria de la nada. ¿Quién es este personaje que se fue de Rumanía y
del que en 1971 seguía afirmándose que «llegó a Francia a los diecinueve
o veinte años sin haber escrito nunca una línea en lengua rumana?»2
¿Quién es este «meteco» obsesionado por sus orígenes que decidió cor-
tar con sus raíces para poder hablar con imparcialidad del mundo, de
Dios y de él mismo?

1. E. M. Cioran, Breviario de podredumbre, trad. y pról. de Fernando Savater, Taurus, Madrid, 1972,
p. 77. (Advertencia del traductor: Salvo indicación en contrario, las notas son de la edición original
rumana.)
2. «Une Américaine à l'écoute de l'Europe», conversación con Susan Sontag, en La Quinzaine littéraire,
16-31 de julio de 1979.

11
«Mi habitación es poco menos que una jaula.»
A Aurel Cioran, 27 de noviembre de 1968.

«Siempre he vivido debajo del tejado. Soy el hombre del último piso,
el de debajo del tejado.» Emil Cioran, Cuadernos.
«Ese maldito Răşinari, ese espléndido Răşinari»

Emil Cioran, segundo hijo de Emilian Cioran y de Elvira (Comaniciu)


Cioran, nace el 8 de abril de 1911 en Răşinari, aldea de pastores de ove-
jas y leñadores sita en Transilvania, «la región de más allá de los bos-
ques», que para un occidental evoca por lo general la legendaria tierra
de Drácula. Su padre es el cura ortodoxo del pueblo y su abuelo paterno,
Şerban Cioran, desempeñó la función de ecónomo en dicho lugar. Su
abuelo materno, Gheorghe Comaniciu, era originario de Veneţia de Jos,
localidad de la provincia de Făgăraş, y durante el imperio austrohúngaro
ejerció de notario y recibió el título de barón.
«Ese maldito, ese espléndido Răşinari», como lo llama Cioran, cuya
imagen lo persiguió sin cesar como un lugar que libera y luego atrae
hacia sí de tal modo que marca indeleblemente toda una vida, es una de
las poblaciones rumanas más antiguas de Transilvania. Un documento
Imágenes de Răşinari
de 1488 y posteriores testimonios de origen sajón retrotraen los orígenes
del pueblo hasta «Atila, rey de los hunos» y, en todo caso, hasta mucho «Todo lo que se refiere a
antes de la llegada de los sajones a Transilvania y de la fundación, en la nuestro pueblo me conmueve
profundamente; al propio
segunda mitad del siglo xiii, del «burgo de Hermann», Hermannstadt tiempo, tengo una sensación
(o Sibiu para los rumanos). Hasta fines del siglo xiv, esa aldea fronteriza de irrealidad, de algo incon-
situada a diez kilómetros de Sibiu cambió muchas veces de jurisdicción, creto y lejano, como de otra
vida.» A Bucur Ţincu, 1 de
de los reyes de Hungría a los voivodas rumanos, para después, durante septiembre de 1971.
siglos, permanecer bajo dominio húngaro hasta que, en 1918, en el tra-
tado de Trianon, Transilvania se segrega del imperio austrohúngaro y se
une a Moldavia y Muntenia para dar origen al reino de la Gran Rumanía.

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E. M. Cioran. Itinerarios de una vida

¿Qué sutil metabolismo fue necesario


para que esta saga, salpicada de episodios
con frecuencia trágicos, perdiese sus rasgos
localistas y participase en la genealogía abs-
tracta de un suspiro inmemorial? «Esa mu-
chedumbre de antepasados que se lamenta
en mi sangre…»1 Cioran siempre estuvo
convencido de que en su familia se había
acumulado un inagotable capital de triste-
za, inquietud y nenoroc [mala suerte]. «En
efecto, soy unzufrieden,2 pero así he sido
siempre y este es un mal que nos ha afec-
La familia Cioran. De
tado a todos en nuestra familia, una familia torturada y angustiada.»3 El
izquierda a derecha: Au-
rel (hermano), Emilian (el recuerdo de su madre está ligado, sobre todo, a su melancolía: «En nues-
padre), Gica (hermana), Emil tra familia, el nenoroc no es una palabra hueca, sino algo que no puede
Cioran y Elvira (la madre).
ser más concreto».4 Con su hermano, Aurel Cioran, que, según un ami-
«Es una locura tener hijos: go, estaba poseído por la «melancolía de Avram Iancu», se sintió siempre
¡Querer transmitirles tus emparentado en matière d'abîme. Parentesco sutil, difícilmente visible en
propias carencias! Qué suerte
dos seres a quienes los separa toda la distancia que existe entre la volup-
que ni tú ni yo hemos “fun-
dado una familia”.» A Aurel tuosidad del verbo acompañada de una jovialidad aparentemente frívola
Cioran, 27 de marzo de 1971. y el silencio monumental punteado de sonrisas ausentes y enigmáticas.
«Los dos padecemos el mismo mal, sólo que él, taciturno por naturaleza,
«Todo nacimiento es una
capitulación.» Emil Cioran, no tiene acceso al verbo, mientras que yo, parlanchín impenitente, exhibo
Cuadernos.

1. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura, trad. de Rafael Panizo, Editorial Laia, Barcelona, 1986, p. 108.
2. Hosco, en alemán. (N. del T.)
3. Carta a Aurel Cioran, 29 de junio de 1967. La fuente de la correspondencia es Scrisori către cei de-acasă
[Cartas a los de casa], Humanitas, Bucarest, 1995. Inédito fuera del rumano. (N. del T.)
4. Carta a Aurel Cioran, 23 de noviembre de 1967. En carta a su amigo Bucur Ţincu (26 de marzo de
1973), Cioran se refiere al concepto de nenoroc que «significa tanto mala suerte en su acepción corrien-
te, como también en sentido metafísico (e histórico, debería añadir)».

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«Ese maldito Răşinari, ese espléndido Răşinari»

«Por supuesto, la misma nostalgia siento por Miluţ,


pero dice el Señor: “Mis consejos no son como los
vuestros… Hágase tu voluntad, Señor”. Le suplico
que no pierda la fe en el buen Dios, que no se olvide
de nuestros seres queridos, como hasta ahora de la
mamá Elvira, que tantos afanes pasó por mí durante
mis padecimientos en esta vida.»
(Fragmento del testamento del sacerdote Emilian
Cioran relacionado con el Hijo Pródigo, Emil, re-
dactado en Sibiu el 26 de octubre de 1955.)

«… Pienso a menudo en mamá, en lo excepcional


El padre, Emilian Cioran La madre, Elvira Cioran, de que era, en su viveza y (¿por qué no?) en su orgullo,
soltera Comaniciu pero sobre todo en la deliciosa y venenosa melanco-
lía que nos transmitió a nosotros.» A Aurel Cioran,
17 de octubre de 1967.

«Con 25 de tensión, mi hermana fumaba cien


cigarrillos al día: un auténtico suicidio, o casi. Por
otro lado, su hijo se suicidó de verdad mientras que,
en la otra punta de Europa, yo me limité al modesto
papel de teórico del suicidio.» A Constantin Noica,
9 de abril de 1980.

«Dudo que en materia de abismo la diferencia


entre mi hermano y yo sea tan grande como usted
cree. Los dos padecemos el mismo mal, sólo que él,
taciturno por naturaleza, no tiene acceso al verbo,
mientras que yo, parlanchín impenitente, exhibo
mis miserias y, para ponerlas en evidencia, las Gica, la hermana Aurel, el hermano de
convierto en caprichos.» A Gabriel Liiceanu, 28 de de Emil Cioran Emil Cioran
junio de 1983.

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E. M. Cioran. Itinerarios de una vida

mis miserias y, para ponerlas en evidencia, las convierto en caprichos».5


Toda la vida de Cioran se desarrollará en el horizonte del cansancio («¡El
cansancio es la especialidad de mi familia!») y estará dominada por la sen-
sación intolerable de «llevar una carga». La obra, a su vez, toma cuerpo en
esta vertiente negativa de la existencia, del mal prescrito que actualizamos
por el hecho mismo de nacer.
Sin embargo, para que el mal pudiese actuar, era menester que la vida
La iglesia antigua de Răşinari, de Cioran comportase un período de felicidad que permitiera la exalta-
donde durante la infancia de ción de la «caída» y a esta encontrar su verdadera dimensión. El tiempo
Emil Cioran oficiaba su padre
pasado en Răşinari hasta cumplir los diez años, en que marchará a Sibiu
para estudiar el bachillerato, se plasmó en la mente de Cioran como la
imagen del «paraíso terrestre» («Si la palabra paraíso tiene algún senti-
do, se aplica a ese período de mi vida»),6 ya que el resto de su vida no
fue más que un apartamiento constante de aquel momento de plenitud.
«No existe un solo instante en el que no haya estado consciente de en-
contrarme fuera del Paraíso.»7
La topografía de este paraíso tiene unas sólidas referencias: primero,
la «callecita de la infancia», que se abría a mano derecha justo con la
casa de la familia Cioran. Las ventanas de las tres habitaciones dan a los
nogales (hoy desaparecidos) de la calle Mayor y al río Caselor. Frente
a la puerta, en medio de un grueso muro de cerca que oculta a la vista
Emilian Cioran, padre de
Emil Cioran, arcipreste en Si- el patio interior, se hallan los peldaños que conducen a la entrada de la
biu y consejero del obispado antigua Iglesia Unida.8 Desde el campanario sito en la torre de la iglesia,

«Querido papá: no deberías 5. Cioran continúa: «En cualquier caso, lo que se vuelve siempre contra mí es mi comportamiento frívo-
hacer excesos. Tener dos tra- lo, tanto en presencia de mis amigos como de desconocidos. De ahí, la impresión de juego, de comedia
bajos es un gran error. Tanto y de falta de autenticidad. […] Es indudable que existe una ruptura entre lo que creo que soy y lo que
celo en un país de vagos me parezco ser». A Gabriel Liiceanu, 28 de junio de 1983.
6. A Aurel Cioran, 24 de agosto de 1971.
parece inexplicable.» 2 de 7. E. M. Cioran, Del inconveniente de haber nacido, trad. de Esther Seligson, Taurus, Madrid, 1985, p. 33.
abril de 1940. 8. También denominada Iglesia greco-católica, es una iglesia de rito oriental pero dependiente de Roma.
Los comunistas la prohibieron en el año 1948 y el clero y los fieles fueron obligados a pasarse a la Iglesia
ortodoxa. (N. del T.)

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«Ese maldito Răşinari, ese espléndido Răşinari»

que abre y flanquea la parte izquierda de la La calle de su infancia


calle, la mirada recae en el patio de la casa
«… lo único que me
y, en la lontananza, más allá del confín de interesa es la calle de mi
la aldea, se detiene en un terreno escarpado infancia. Todo lo que
cubierto de pastos y, a trechos, de bosque: la vino después me parece
inútil.» A Aurel Cioran,
famosa Coasta Boacii, el anhelado lugar de 12 de enero de 1972.
juegos que incesantemente evoca Cioran a lo
largo de su vida. Pasadas diez casas, la calle Răşinari, casa de la
desemboca en un lugar abierto bordeado a la familia Cioran vista
desde el río Caselor
izquierda por el imponente edificio de la es-
cuela y a la derecha por la vieja iglesia donde
oficiaba el sacerdote Emilian Cioran. Desde
la plaza de la iglesia y de la escuela, el cami-
no atraviesa el río Caselor para entrar en la
calle donde se encuentra la casa de Octavian
Goga9 y subir serpenteando hasta el cemente-
rio. Junto al camposanto de la colina, lindando
con las primeras tumbas, la familia tenía un
huerto adonde, en el verano, Cioran iba cada
día. «¡Cuántas veces le habré hecho compa-
ñía al sepulturero! No puedes imaginarte lo
hondo que se me han clavado en la mente
todas aquellas imágenes: entre ellas y yo se
interpuso, pero sin empañarlas, un período
estúpido que a uno le da vergüenza haber
Răşinari, casa de la
vivido.»10 Más tarde, Cioran dirá que los años de su niñez, por lo que familia Cioran vista
tienen de extraordinario, se desgajaron paulatinamente de su vida y co- desde «la calle de la
infancia»
9. Político y poeta rumano. (N. del T.)
10. A Gabriel Liiceanu, 12 de febrero de 1983.

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E. M. Cioran. Itinerarios de una vida

La colina Coasta Boacii en la prolongación del pueblo de Răşinari

«¿De qué me valió abandonar Coasta Boacii?»,


a Aurel Cioran, 6 de febrero de 1979.

«Coasta Boacii aparece más clara a mis ojos que los


Jardines de Luxemburgo, por donde me paseo todos los días.»
A Bucur Ţincu, 23 de diciembre de 1980.

«Cambiaría todos los paisajes del mundo por el de mi niñez.»


Conversación con Branka Bogavac Le Compte, abril de 1992.

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«Ese maldito Răşinari, ese espléndido Răşinari»

Escuela de Răşinari

«Me acuerdo muy bien de


Mircea. Él también forma
parte de nuestra infancia.
¿Te acuerdas de cuando le
dio por restregar tocino en
la escuela para que “se la
comieran los perros”?» A
Aurel Cioran, 26 de febrero
de 1969.

braron la prestancia de un «acontecimiento premundano», de una suerte


de «preexistencia», de «otra vida».11
Él explicó su pesimismo por el desastroso contraste entre los pri-
meros años de su vida y todo lo que les siguió: «Si hubiese tenido una
infancia triste, habría sido mucho más optimista en mis ideas […]. Eso
me destruyó interiormente en cierto modo».12 El elogio de la infancia,
feliz por su ignorancia, encontrará en la obra cioraniana su correspon-
dencia directa mediante la exaltación de los estados precognitivos,13 o sea,
en el orden mítico la fase precedente a la caída en el tiempo (es decir, en
la historia), en el orden natural a la existencia preverbal y en el huma-

11. «Todo lo que se refiere a nuestro pueblo me conmueve profundamente; al propio tiempo, tengo una
sensación de irrealidad, de algo inconcreto y lejano, como de otra vida.» A Bucur Ţincu, 1 de septiem-
bre de 1971.
12. E. M. Cioran, Conversaciones, con Helga Perz, trad. de Carlos Manzano, Tusquets, Barcelona, 1996,
pág. 29.
13. Desde el momento en que la fuente del sufrimiento es la conciencia, la lucidez, la superconciencia.
«La conciencia es algo más que la espina, es el puñal en la carne.» (Del inconveniente…, op. cit., p. 49)

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E. M. Cioran. Itinerarios de una vida

no a la proximidad con la naturaleza por oposición a la vida civilizada


y cultural. «Cualquier pastor rumano es más filósofo que un intelectual
de aquí.»14 Con la mente puesta en ese período único de su vida, Cio-
ran escribirá en 1973 a su amigo de la infancia Bucur Ţincu: «¡Cuánto
desearía volver a ver calle por calle, rincón por rincón, ese maldito, ese
espléndido Răşinari y concluir el día juntos en una taberna, si es que
aún existe alguna!».

Huerto de la familia Cio-


ran junto al cementerio de
Răşinari

«¡La de veces que le habré


hecho compañía al enterra-
dor!» A Gabriel Liiceanu, 12
de febrero de 1983.

«Mi recuerdo del cemente-


rio de Răşinari es tan claro
que podría describir el sitio
donde se encuentra tal o cual
sepultura. ¡Qué bonito era el
huerto que teníamos al lado!»
A Aurel Cioran, 3 de diciem-
bre de 1973.

14. «Cuanto más primitivo se es, más cerca se está de la sabiduría originaria que los seres civilizados
han perdido. El burgués occidental es un bruto que no piensa más que en el dinero. Cualquier pastor
rumano es más filósofo que un intelectual de aquí.» Carta a Aurel Cioran, 6 de abril de 1972. El mis-
mo tema en la conversación con Fritz J. Raddatz en Die Zeit de 4 de abril de 1986 («Oceanógrafo del
horror»): «Hoy pienso que habría valido mucho más que hubiera permanecido guardando rebaños en
el pueblecito del que procedo. Allí habría comprendido las cosas esenciales tan bien como ahora. Allí
estaría más cerca de la verdad. […] Habría valido más que viviera en compañía de los animales, de
gente sencilla, como son los pastores precisamente. Cuando voy a lugares totalmente primitivos —a
España, por ejemplo, o a Italia— y hablo con gente totalmente sencilla, tengo siempre la impresión de
que en esa gente se encuentra la verdad. […] En lo esencial, la cultura, la civilización no es necesaria.
Para comprender la naturaleza y la vida, no se necesita ser culto». En Conversaciones, op. cit., p. 129.

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