3.4. Felipe II

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 7

FELIPE II

Felipe II, duque de Milán desde 1540, inició su largo reinado con las
abdicaciones de su padre en 1554 cuando le cedió Nápoles y Sicilia, 1555
cuando heredó los Países Bajos y 1556 cuando recibió la corona hispánica.
Carlos V hizo todo lo posible para que Felipe II fuese elegido emperador, pero
la negativa de los príncipes alemanes por ser extranjero y católico, y la propia
negativa de su familia lo impidió.

Su forma de gobierno y administración: Felipe II fue un monarca


sedentario (desde 1559 nunca abandonó la península) que estableció la capital
en Madrid en 1561. Su gobierno muestra gran centralización y absolutismo.
Dirigió personalmente el gobierno de sus reinos, lo que a la larga provocó
progresiva dificultad en la maquinaria administrativa.

Mantuvo Felipe II la organización política heredada de los RR.CC.


(sistema polisinodial), pero también se rodeó de letrados, de funcionarios de
origen modesto, para apartar de la corte a la aristocracia. La política quedó a
partir de entonces exclusivamente en manos del rey (absolutismo) y Castilla,
el territorio más rico y poblado, se convirtió en el centro de una monarquía
multinacional (centralización). En los demás reinos, los virreyes
(gobernadores, como en los Países Bajos o en América) representaban al
monarca. Por la magnitud de sus funciones, el rey tuvo que rodearse de
hombres de confianza lo que, acabó aportando gran debilidad al sistema.

El gobierno polisinodial estaba basado en los Consejos. La misión de


estas instituciones era doble: elevar informes al rey y resolver asuntos por
delegación del rey. Existían algunos Consejos antiguos, creados por los RR.CC,
Carlos V creó otros y Felipe II completó el sistema, en el que diferenciamos tres
tipos de Consejos:
 El Consejo de Estado formado por representantes de todos los reinos,
asesoraba al rey y tenía autoridad por encima de los demás y lo presidía
el rey.
 Los Consejos territoriales, para asuntos concretos puramente
administrativos de cada reino, como el de Aragón, el de Indias, Italia,
Flandes o Portugal. El de Castilla, tenía mayor importancia que el resto.
 Hubo también Consejos técnicos, como el de Inquisición, Hacienda,
Guerra u Órdenes Militares, sobre asuntos muy concretos.

Este sistema de Consejos se completaba con la figura del Secretario: Figura


cada vez más importante porque informaba al rey de las deliberaciones de los
consejos. Con el tiempo el rey se acostumbró a despachar únicamente con
ellos. Por lo tanto, ejercían un control sobre los asuntos, sus prioridades y la
forma de plantearlos ante la autoridad real.

1
En 1543 Felipe II contraía matrimonio con María Manuela de Portugal
(esto le permitía a su padre tener las espaldas cubiertas) con la cual
engendraría en 1545 a su hijo don Carlos. María Manuela fallecería poco
después a causa del parto. Volvería a casarse en 1554 con su tía María Tudor
(por entonces reina de Inglaterra) por imposición paterna, ya que esto permitía
aislar a Francia. Esta fallecía en 1558. Se intentó que Felipe II contrajese
matrimonio de nuevo con Isabel I Tudor, pero no se llegó a hacer.

Durante el tiempo que Felipe II pasó en Inglaterra y los Países Bajos


(1554-1559) fue su hermana pequeña, doña Juana de Austria la que asumiría
la gobernación de los reinos peninsulares.

La peor carga que Felipe II heredó de su padre fue, sin duda, el empeño
de la hacienda por la deuda acumulada durante décadas de incesante actividad
bélica para mantener el Imperio. Al subir al trono, la situación era catastrófica.
En abril de 1557 el rey decretó la suspensión de pagos.

Poco después de ceñirse la corona, Felipe II en 1556 tuvo que hacer


frente a una guerra con Francia desarrollada en Italia y en los Países Bajos. La
invasión de los Estados Pontificios por parte del virrey de Nápoles, el duque de
Alba, tras una serie de incidentes (en noviembre de 1556 Paulo IV quería retirar
a Felipe II la investidura sobre el reino de Nápoles, de la que en teoría era
titular el Papa) hizo entrar en guerra a Francia, que rompía la Tregua de
Vaucelles (febrero 1556) para apoyar al Papa. Las operaciones en Italia
encendieron la guerra en los Países Bajos, donde los españoles ganan en San
Quintín (10 de agosto de 1557) y Gravelinas (1558). Los franceses se hicieron
con Calais.

La Paz de Cateu-Cambresis (1559) puso fin al conflicto. Francia


conservaba los tres obispados de Lorena, recuperaba San Quintín, mantenía
Calais por ocho años (después debía devolverla o comprarla), renunciaba a
Nápoles, Milán, Artois y Flandes, devolvía Córcega a Génova, y casaba a la
hermana de Enrique II, Margarita, con Manuel Filiberto de Saboya perdiendo
así Saboya y Piamonte. Felipe II se casaría con Isabel de Valois.

En septiembre de 1559 Felipe II regresaba a España. Motivo de este


precipitado regreso, que no único, fueron las alarmantes noticias de focos
protestantes en Sevilla y Valladolid, principalmente, y otros focos de menor
entidad en la primavera de 1558. El concepto de protestantes en la España de
comienzos del reinado de Felipe II era muy indefinido. Se confundía en él
posicionamientos ideológicos y religiosos de muy diversa naturaleza:
erasmistas, luteranos, calvinistas… Todo ello culminó con la publicación de
sendos autos de fe y con la publicación del Índice de libros prohibidos del
Inquisidor General Fernando de Valdés. En 1559 también se pusieron
limitaciones para estudiar en el extranjero.

2
En mayo de 1561 se establecía la capitalidad en Madrid.

Otro de los problemas internos a los que tuvo que hacer frente Felipe II
fue al levantamiento de los moriscos granadinos. Con estos, que mantenían
relaciones con los berberiscos norteafricanos proporcionándoles armas y
facilitando sus razzias, se había fracasado en su cristianización y asimilación.
En 1566 (tras finalizar el Concilio de Trento que redefinía la ortodoxia católica)
el inquisidor general Diego Espinosa y Felipe II prepararon un edicto con
medidas asimilatorias que provocaron la revuelta de 1568, que tomó cuerpo en
las Alpujarras y se extendió a la costa. Los moriscos en relación con los
berberiscos del norte de África y basándose en una guerra de guerrillas, fueron
sofocados por don Juan de Austria en enero de 1570. El 1 de noviembre se
estableció un decreto por el que se distribuyó a los moriscos granadinos por
Extremadura, La Mancha y Castillas la Vieja, y confiando la cristianización a los
obispos locales.

En julio de 1568 fallecía su hijo y heredero don Carlos. En octubre de


ese mismo año fallecía Isabel de Valois, su tercera esposa. Posteriormente, en
1570, se casaba con su prima Ana de Austria con la que tuvo varios hijos, pero
de los cuales solo sobrevivió el futuro Felipe III.

Un oscuro borrón de su reinado fue el asunto de Antonio Pérez. Este


secretario de Estado convenció al monarca de asesinar a Juan Escobedo,
secretario de don Juan de Austria alegando razones de Estado (marzo 1578),
aunque parece ser que pesaban razones personales que el rey desconocía. Al
año siguiente, acusado de corrupción y doble juego, Pérez fue puesto en
prisión. Pero en 1590 logró escapar para recluirse en Aragón, cuyos fueros le
beneficiaban porque era noble. Fue la gota que colmó el vaso de tensiones
políticas y sociales anteriores. En mayo y septiembre de 1591, cuando se quiso
trasladar a Pérez a la cárcel de la Inquisición, se produjeron los motines de
Zaragoza en los que murió el virrey (marqués de Almenara). Aprovechando el
desconcierto Pérez huyó a Francia y Felipe II penetró con el ejército,
restableciendo el orden sin resistencia. El justicia Lanuza fue decapitado.
Aprovechó también en las Cortes de Tarazona (1592) para recortar algunos
privilegios: abolió la unanimidad de las Cortes, salvo para cuestiones
fundamentales; se reconoció el derecho del rey a nombrar un virrey extranjero;
el cargo de justicia dejó de ser vitalicio; se reforzó la autoridad del rey y se puso
una guarnición en el castillo de la Aljafería de Zaragoza.

Los Países Bajos fueron otro gran foco de lucha entre católicos y
calvinistas. Ni Carlos V ni Felipe II pese a sus edictos (placards) pudieron
frenar el reclutamiento de prosélitos por parte de los calvinistas. Felipe II, que
nunca comprendió la psicología de estos terrenos, dejó el gobierno a Margarita
de Parma y como consejero al cardenal Granvela que desde el principio
tuvieron en frente a la más alta aristocracia: condes de Horn y Egmont y

3
Guillermo de Orange. En 1561 los jefes de la nobleza, el príncipe de Orange y
el conde Egmont, solicitaron a Margarita la destitución de Granvela. Esta le
hizo llegar a Felipe II la noticia de la oposición frontal al cardenal. Mientras el
príncipe de Éboli era partidario a su destitución, el duque de Alba no. En 1564
Granvela era destituido. En 1565 el conde de Egmont visitó España, pero no
sacó nada de Felipe II. La situación empezó a agravarse en 1566 cuando se
les unió la baja nobleza, exigiendo la abolición de la Inquisición, los edictos de
religión y la convocatoria de los Estados Generales. El saqueo de iglesias y
monasterios por parte de los gueux (mendigos) provocó la reacción de Felipe II
que ordenó al duque de Alba a que dirigiese una acción militar que acabó con
los condes de Horn y Egmont e introdujo nuevos impuestos sobre la propiedad
y las transacciones para pagar las tropas. En 1572 se volvieron a iniciar los
levantamientos. El duque de Alba fue sustituido a finales de 1573 por
Requesens.

Este aplicó una política más conciliadora concediendo amnistía,


suprimiendo el Tribunal de Sangre o renunciando a recaudar algunos
impuestos. La resistencia no cesó. Además, Requesens tuvo que enfrentarse a
problemas con sus tropas, ya que las pagas comenzaban a retrasarse. Tras la
muerte de Requesens (marzo 1576) se produjo el saqueo de Amberes por la
soldadesca española, amotinada por no haber cobrado (noviembre 1576).
Como consecuencia, los católicos del sur firmaron con el Guillermo de Orange
la pacificación de Gante (noviembre 1576) que establecía la salida de las
tropas españolas y la aplicación de la tolerancia. El nuevo gobernador general,
don Juan de Austria, tuvo que aceptar dicho compromiso y establecer el Edicto
Perpetuo (febrero 1577) por el que los tercios salían de los Países Bajos. Esto
le permitió entrar en Bruselas. Pero el compromiso pronto era roto con la toma
de don Juan de Namur (1577). Los Estados Generales respondieron
nombrando gobernador al archiduque Matías, hijo del emperador Maximiliano
II. Los tercios, al mando de Alejandro de Farnesio, volvían para restablecer el
orden.

En 1578 fallecía don Juan de Austria y le sustituía Alejandro Farnesio


(hijo de Margarita de Parma). En 1579 el país se dividía en dos zonas, la
católica (Unión de Arrás) y calvinista (Unión de Utrecht).

En Francia, pese a las rigurosas medidas dictadas contra la Reforma,


ésta se había extendido en su forma calvinista (hugonotes). Se formaron de
esta forma dos bandos, el hugonote capitaneado por la Casa Borbón y el
almirante Coligny y el católico representado fundamentalmente con los Guisa
representaban. En 1559 con la muerte de Enrique II se agravó la situación
dejando el reino a su joven hijo Francisco II cuya corta vida hizo que Catalina
de Médici asumiera la regencia de su hijo Carlos IX. Ésta buscó un
apaciguamiento (Consejo de Poyssy, 1560) que motivó el auge del calvinismo,
por lo que Felipe II se vio obligado a intervenir para evitar la conversión de

4
Francia al calvinismo, mientras que éstos se vieron apoyados por Inglaterra y
ciertos príncipes alemanes. El conflicto, por tanto, adquirió tintes
internacionales. Se inició un proceso de ocho guerras civiles (1562-1589). Tras
largas hostilidades, se produjo una tregua con la Paz de San Germain (1570).
La fragilidad de estos acuerdos se manifestó cuando Catalina y su hijo
ordenaron la matanza de la Noche de San Bartolomé (22 agosto de 1572)
donde fueron asesinados unos 3.000 hugonotes en París.

En 1574 a Carlos IX le sucedió su hermano Enrique III, que no temía


solo a los protestas sino a la ambición de los Guisa por lo que mandó asesinar
a su jefe (1588). Los católicos intransigentes vieron en ello una entrega de
Francia a los hugonotes y más cuando vieron su acercamiento a Enrique
Borbón, futuro Enrique IV (rey de la Navarra francesa y casado con margarita ,
hermana del propio Enrique III). París se reveló y Sixto V excomulgó a Enrique
III que fue asesinado en 1589. No obstante, antes de morir designó como
heredero al hugonote Enrique IV que prometió mantener el catolicismo, reunir
un concilio e instruirse en la verdadera religión. Muchos nobles y algunos
eclesiásticos se dieron por satisfechos y formaron el partido de los católicos
reales, mientras la Liga, apoyados en Felipe II y el Papa proclamaban un
antirrey (Isabel Clara Eugenia, que era nieta de Enrique II). La conversión de
Enrique IV al catolicismo en julio de 1593 (París bien vale una misa) por parte
del Papa Clemente VIII le permitió entrar en París en 1594. Los planes de
Felipe II se derrumbaron, pero logró el esencial, que Francia no fuese
protestante.

La Declaración de Independencia de 1581 sustraía de hecho las siete


provincias del norte a la autoridad de Felipe II; en adelante se agruparían como
una república federal bajo el mando de un Statúder electivo que en adelante
casi fue patrimonio de la Casa de Orange. Antes de acabar el siglo las
Provincias Unidas tuvieron representación diplomática y fueron reconocidas
como estado independiente por Inglaterra y Francia. Cada vez se impuso más
el nombre de Holanda para designar al conjunto siendo Ámsterdam el centro
neurálgico de ese nuevo potente Estado.

En 1571 la Santa Liga (Venecia, Estados pontificios, España), que


recordaba a la de 1538 pero de diferente consecuencia, dirigidos por don Juan
de Austria, obtuvo una victoria en Lepanto contra los turcos que mostró que se
les podía hacer frente. Pero su eficacia se perdió al no haber continuado con la
lucha tras este triunfo. Venecia en 1573 firmó unilateralmente una paz
humillante por la que renunciaba a Chipre y a los territorios perdidos en
Dalmacia, devolvía las plazas conseguidas en Albania y pagó una
indemnización. España, libre de compromiso, recuperó Túnez (perdida en
1570) en octubre de 1572, pero la perdimos de nuevo en 1574 junto con La

5
Goleta. Este fracaso, junto con los acontecimientos de los Países Bajos y la
falta de dinero, llevó a Felipe II a firmar la paz con los turcos en 1578.

En agosto de 1578 fallecía el rey de Portugal don Sebastián en la batalla


de Alcazarquivir. El sucesor, su tío abuelo, el anciano cardenal Enrique, tenía
pocas posibilidades de vivir largo tiempo con lo que la sucesión se mostraba
abierta. Los pretendientes con mayores derechos eran tres: la duquesa de
Braganza, Felipe II y Antonio el prior de Crato. Los dos últimos eran nietos de
Manuel el Afortunado, pero Antonio por línea bastarda. Mientras las clases
populares apoyaron al prior, la nobleza, los jesuitas, los hombres de negocios y
la clase mercantil, deseosos de un poder fuerte que aplacase las revueltas
populares, apoyaron a Felipe II.

Felipe II, aconsejado por Granvela y Cristóbal Moura, se empleó a fondo


a través de la labor diplomática y militar. Consiguió la liberación por parte del
rey de Marruecos del esposo de la duquesa de Braganza, el duque de
Barcelos, por lo que retiraron su candidatura. En 1580 el duque de Alba por
tierra y Álvaro de Bazán por mar derrotaron militarmente a los partidarios del
prior de Crato. En 1581 las cortes de Tomar reconocieron oficialmente a Felipe
II. Portugal se incorporó como un Estado asociado (unión dinástica) a la
corona de Castilla, es decir, siguió con sus instituciones propias. No obstante,
Felipe II logró reunir bajo su persona el mayor conjunto de territorios que ha
logrado monarca alguno.

El reinado de Isabel I de Inglaterra no fue considerado como enemigo de


Felipe II (apoyó su reinado e incluso se manifestó en contra de su excomunión
ya que no quería que los franceses apoyasen a viuda de Francisco II, María
Tudor por la alianza franco-inglesa sería perjudicial para sus territorios en los
Países Bajos), que incluso llegó a pedirla matrimonio, pero que fruto de una
serie de acontecimientos rompieron las antiguas relaciones hispano-inglesas.
Estos acontecimientos fueron, el Tratado de Blois (1572) con Francia en apoyo
a los hugonotes, el apoyo a la rebelión de los Países Bajos, el encarcelamiento
y ejecución de la reina católica María Estuardo (1587), los continuos ataques
de Hawkins, Drake y otros marinos a las colonias y el comercio españoles en
América. El plan, largo tiempo trazado por Felipe II, de una expedición militar
contra Inglaterra se puso en marcha con la posteriormente llamada Armada
Invencible, que fracasó en 1589. El plan iba a ser dirigido por Álvaro de Bazán,
pero falleció en 1588 siendo sustituido por un inexperto duque de Medina
Sidonia. Las condiciones meteorológicas, la falta del factor sorpresa, la
maniobrabilidad de los barcos ingleses, entre otras, ocasionaron el mayor
fracaso de Felipe II.

Felipe II comprendió antes de morir que debía dejar en orden los


asuntos del norte. La mala situación económica le obligaba a firmar la paz con

6
uno de sus adversarios. Como las negociaciones en Boulogne con los
británicos fracasaron, firmó con Francia la Paz de Vervins (1598).

La situación para los Países Bajos resultaba más difícil. Reconocer su


independencia parecía una afrenta al honor español y una traición a su misión
religiosa. Felipe II decidió entregar las provincias católicas a su hija Isabel Clara
Eugenia y su marido el archiduque Alberto de Austria. En teoría la solución era
perfecta ya que se reconocía la personalidad política de los Países Bajos, se
interesaba a la rama Austriaca de los Habsburgo y se desligaba a España de
aquella costosa responsabilidad, pero solo en apariencia.

También podría gustarte