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CUATRO NIVELES DE LA

ESCUELA DE DISCIPULADO

NIVEL 4

MULTIPLICAR
DOS MESES

MANUAL DE
DISCIPULADO

ASAMBLEA APOSTÓLICA
DE LA FE EN CRISTO JESÚS
ESTRATEGIA de JESÚS
Escuela de Discipulado
Libro de Nivel 4 Multiplicar
1ª Revisión / Abril 2022
ASESOR
Obispo Presidente John Fortino
COMITÉ
Obispo Vicepresidente Felipe Salazar
Obispo Joe Aguilar
Obispo Elías Páez
Obispo David Martínez
Pastor Jimmy Morales
Pastor Gabriel Pereira das Neves
ESCRITORES
Obispo Presidente John Fortino
Obispo Vicepresidente Felipe Salazar
Pastor Gabriel Pereira das Neves
EDITOR
Pastor Gabriel Pereira das Neves

ASAMBLEA APOSTÓLICA
DE LA FE EN CRISTO JESÚS
5401 Citrus Ave. Fontana CA 92336
Estados Unidos de América
















NIVEL 4

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DOS MESES

MANUAL DE
DISCIPULADO

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MANUAL DE DISCIPULADO

LOS CUATRO NIVELES DE LA


ESCUELA DE DISCIPULADO

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¡Estás
aquí!
MADURAR

CRECER

NACER



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Tabla de Contenido
Tabla de Contenido ...............................................................................1

Lección 1 – El fruto y la muerte a uno mismo.........................................3


¿Con qué propósito nos ha llamado Dios? ¿Qué signi ca llevar fruto para Él y cómo lo podemos conseguir?
¿Cómo se relacionan el fructi car y el morir a uno mismo?

Lección 2 – El llamado supremo de Dios ...............................................8


¿Qué es el llamado de Dios? ¿Cómo se produce y cuál es su principal propósito? ¿Por qué es peligrosa la
ambición personal en el liderazgo? ¿Cuál debe ser la meta u objetivo de todo servidor de Dios?

Lección 3 – Receptivos al consejo y la enseñanza ...............................12


¿Por qué es importante desarrollar la capacidad de recibir consejo y amonestación? ¿Cómo podemos tener
un corazón receptivo a la crítica constructiva? ¿Cómo se relaciona ese corazón y esa capacidad con el
aprendizaje?

Lección 4 – Liderazgo cristiano verdadero ..........................................16


¿En qué consiste el verdadero liderazgo cristiano? ¿Cuál fue la enseñanza de Jesús respecto a este tema?
¿Cómo podemos ser líderes cristianos de excelencia?

Lección 5 – Tres grandes desafíos del liderazgo ..................................21


¿Cuáles son los tres principales desafíos que enfrentamos como líderes? ¿Cómo podemos superarlos?

Lección 6 – Liderazgo de éxito, parte 1 ...............................................27


¿Qué es el éxito en el liderazgo? ¿Qué nos dice la Palabra de Dios sobre el mismo? ¿Cómo podemos vencer
los obstáculos que se presentan en nuestra carrera de liderazgo?

Lección 7 – Liderazgo de éxito, parte 2 ...............................................32


¿Cuáles son las tres principales virtudes que necesitamos para tener un liderazgo exitoso? ¿Por qué fracasan
muchas personas, si han tenido las mismas oportunidades que otras que triunfan?

Lección 8 – Líderes positivos entre gente negativa .............................36


¿Por qué es importante que derrotemos el negativismo? ¿De qué manera lo podemos hacer? ¿Qué pasos
debemos dar en nuestro liderazgo para pasar del pensamiento negativo al positivo?

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Lección 9 – Cómo motivar a nuestra gente ..........................................40


¿Cómo podemos ayudar a nuestra gente a través de la motivación? ¿Cómo motivar a las personas de
manera correcta y evitar errores que podrían ser contraproducentes en ese sentido?

Lección 10 – Cómo desarrollar un liderazgo celular eficaz..................46


¿Cuáles son las claves para un liderazgo celular e caz? ¿Qué áreas de la vida del líder requieren más
cuidado a n de tener un e caz liderazgo frente al grupo? ¿Cuál es el combustible o fuerza que mueve el
liderazgo celular?

Lección 11 – Espiritualidad del líder y ambiente del grupo ................51


¿En qué consiste la espiritualidad del líder? ¿Cómo in uye la misma en el ambiente del grupo celular?

Lección 12 – La adoración a Dios en el grupo celular ..........................55


¿Qué papel cumple la adoración a Dios en la reunión del grupo celular? ¿Qué resultados bene ciosos trae
la misma? ¿Cuán determinante es la vida personal del líder en este crucial asunto?

Lección 13 – El grupo celular y la oración ...........................................60


¿Cómo debe ser la vida de oración del líder de célula? ¿Cómo debe orar el grupo celular?

Lección 14 – Cómo edificar el grupo celular .......................................64


¿Qué desafíos nos presentan el crecimiento y la multiplicación del grupo celular? ¿Cuál es la estrategia que
el enemigo emplea para amedrentarnos y estorbarnos? ¿De qué manera podemos obtener total victoria
sobre él y edi car efectivamente nuestro grupo?

Lección 15 – Discipulado relacional y expansión del Reino ................69


¿Cómo podemos recuperar la e cacia de la iglesia primitiva en el cumplimiento de la Gran Comisión?

Lección 16 – Trabajando en equipo para expandir el Reino ................75


¿En qué consiste el trabajo en equipo y cuál es su trascendencia en cuanto al crecimiento de la Iglesia?
¿Cómo podemos implementar exitosamente los equipos de trabajo de la iglesia local?

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Lección 1 – El fruto y la muerte a uno mismo


¿Con qué propósito nos ha llamado Dios? ¿Qué significa llevar fruto para Él y cómo lo podemos conseguir?
¿Cómo se relacionan el fructificar y el morir a uno mismo?
Juan 12.24–26: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo, pero si muere lleva mucho
fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
25

26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi

Padre le honrará.”

1. INTRODUCCIÓN
¿Cuánto tiempo tenemos que esperar hasta que la semilla brote y dé fruto? ¿Unos días? ¿Meses? ¿Años?
Depende del fruto que esperamos. Depende del suelo. Depende de varios factores que están fuera de nuestro control.
Nosotros no tenemos poder para hacer nacer. Sólo podemos elegir seguir sembrando, aunque el desafío de la demora
haya hecho que muchos se rindan. Algunas de nuestras oraciones tendrán respuestas inmediatas.  Otras, tal vez, sólo
serán respondidas después de nuestra partida. Algunas de nuestras palabras darán fruto en poco tiempo, pero otras
veces nuestra predicación tendrá que esperar años, quizás décadas, antes de que podamos ver los resultados. ¿Qué nos
enseña todo esto? Que el fruto sólo puede ser obtenido con paciencia y entrega personal.

2. EL PROPÓSITO DE NUESTRA VIDA ES LLEVAR FRUTO


El motivo central de nuestra vida es llevar fruto para la gloria de Dios. Todo lo demás es secundario. Dar fruto
para el Señor es el motivo para el cual Él nos dio vida. Hacer todo el bien que podamos ha de ser el fruto de nuestro paso
por esta Tierra. Pero para que ello sea posible necesitamos morir en los términos que Jesús dijo: “Si el grano de trigo
no cae en tierra y muere, queda él solo, pero si muere lleva mucho fruto. 25 El que ama su vida, la perderá; y el
que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” Juan 12.24,25.
¿Qué signi ca morir, de acuerdo con esta Escritura? O, ¿qué representa para nosotros la gura del grano de
trigo que cae a tierra y muere, del verso 24? Cada vez que mi voluntad se cruza o contrapone con la voluntad revelada de
Dios y yo elijo obedecer a Él, aunque humanamente me desagrade, me duela o me perjudique, el grano de trigo que es
mi propio yo “cae a tierra y muere”. Sembrar ese grano que soy yo mismo es la muerte a los intereses personales; la
muerte al prestigio de este mundo, a los planes y proyectos propios; es poder confesar con el Apóstol Pablo: “Con Cristo
estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” Gálatas 2.20. Encarnar en nosotros la vida de
Cristo signi ca una conversión que no se limita a lo que creemos doctrinalmente, sino que revoluciona y transforma
nuestra concreta forma de vida, nuestros valores, nuestros deseos y nuestras prioridades.
Por eso amar la vida de este mundo y seguir a Cristo resultan completamente incompatibles (Juan 12.25).
Hermano(a) líder, ¿cuáles son tus prioridades en la vida? ¿Cuáles son tus verdaderos sueños y deseos? De cómo tu
respondas a estas preguntas dependerá directamente la cuestión de si tú amas la vida de este mundo o la aborreces por
causa de Cristo; o sea, si ya has muerto o todavía no, para que la vida de Cristo se encarne en la tuya. Tu respuesta
mostrará a todos si el grano de trigo que eres tú mismo ha caído a tierra o permanece aún intacto y estéril.

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Que Cristo esté en nosotros y con nosotros, en eso consiste la vida abundante (Juan 10.10); lo demás solo
resultará en vacío, vanidad y muerte. ¿Qué será de ti al nal de tu vida cuando se haga el balance nal? ¿Cómo evaluará
el Señor tu servicio a Él? 1ª Corintios 3.13: “La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará,
pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.” Lo único que permanecerá a
esa hora será el fruto que tú hayas podido llevar en el poder del Espíritu Santo, para la gloria de Dios. Por esto dice Juan
que “El mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1ª Juan 2.17.

3. EL FRUTO SE OBTIENE CON PACIENCIA


Santiago 5.7: “Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia
hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.” No siempre nuestras acciones de amor y bondad en la vida de
nuestros hijos, de nuestros hermanos en Cristo y de las personas a nuestro alrededor obtienen pronta gratitud y
retribución. El reconocimiento no siempre es inmediato, pero aún así somos desafiados a seguir sembrando:
“Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo
mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.” Eclesiastés 11.6. Por tanto, perseveraremos en
oración, incluso sin nubes de respuestas en el horizonte. Predicaremos, aun cuando sólo tengamos oyentes indiferentes.
Amaremos, aunque la frialdad predomine alrededor; porque Aquel que nos mandó a sembrar nunca dijo que sería fácil.
Todos nos preguntaremos en ciertos momentos de la vida si nuestro amor vale la pena. En otros, lloraremos
ante tanta indiferencia. Incluso el silencio divino nos hará dudar de la e cacia de la oración. No obstante, el tiempo ha
mostrado que los que siembran con lágrimas cosechan con alegría: “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo
segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus
gavillas.” Salmos 126.5,6.
Es muy probable que mucho del fruto de nuestro esfuerzo sólo pueda ser visto en la eternidad. Pero la
eternidad es justamente lo único que cuenta. Por eso, no queremos estar con los que retroceden. Queremos creer hasta
el nal, luchar hasta el nal, sembrar hasta el nal; porque dentro de nosotros el Espíritu alza Su voz para recordarnos
que nuestra obra tiene una recompensa y que la demora de las respuestas jamás debe impedirnos caminar. El Espíritu
nos dice que hay un Dios al nal de esta jornada el cual nos garantiza que nuestra obra en Él nunca será vana.
1ª Corintios 15.56–58: “…el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas 57

gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 58 Así que, hermanos
míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo
en el Señor no es en vano.”
Gálatas 6.8–10: “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que
siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su
tiempo segaremos, si no desmayamos. 10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y
mayormente a los de la familia de la fe.”
Hebreos 6.10: “Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su
gloria, ustedes han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo.”

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Isaías 55.10–13: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que
riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, 11 así será mi palabra
que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que
la envié. 12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción
delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. 13 En lugar de la zarza crecerá
ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída.”

4. EL FRUTO SE OBTIENE MURIENDO


En Juan 17, cuando la Cruz era inminente, Cristo el Señor se regocijó, no en los milagros, no en la enseñanza
en sí misma (esos eran medios, pero no el n) sino en las vidas salvadas, formadas y conducidas; es decir, en el fruto de
todo lo que Él había sembrado. Su vida misma tuvo que sembrarse para dar ese fruto. Y en nuestro caso debe ser igual.
La salvación eterna de aquellos que nos reconocen autoridad espiritual (nuestros hijos espirituales) es nuestro
tesoro y objetivo. Cooperar con la obra del Espíritu Santo para el desarrollo de ellos y su formación en Cristo es nuestra
tarea, ya que ellos constituirán nuestro fruto. Esta es una tarea con responsabilidades individuales, pero que abarca a
toda la Iglesia y solo puede cumplirse en el seno de ella; porque en el centro de la voluntad de Dios para nuestra vida en
lo particular y para Su iglesia en lo colectivo, está el que llevemos fruto.
Alguien dijo: “La vida es como una moneda; podemos gastarla como queramos, pero sólo una vez podemos
gastarla”. Nuestra obra y palabra serán juzgadas por el Señor a la luz del fruto que produjeron. Cuando la Iglesia haya
pasado de aquí, cuando nosotros ya no estemos en el mundo, cuando este mundo también haya pasado, ¿qué otra cosa
será valiosa? Ninguna, ciertamente. Dios honrará sólo a quienes hayan llevado fruto. Lo demás, cosas tales como las
opiniones del hombre, el prestigio, la fama o el reconocimiento, habrán dejado de ser. El mundo habrá pasado junto con
todos sus deseos, y sólo el que haya hecho la voluntad de Dios podrá estar con Él para siempre (1ª Juan 2.17).
Lucas 9.23: “[Jesús] decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz cada día, y sígame.” El término cruz del que Jesús tan frecuentemente hablaba ha sido muy malinterpretado entre
los cristianos. Para muchos, llevar la cruz tiene que ver con una enfermedad o un problema en la familia. Para otros, la
cruz es un trabajo que no les gusta hacer o una de ciencia del carácter. Pero nada de eso tiene que ver con el signi cado
bíblico de la Cruz en la vida del discípulo cristiano. La Cruz representa muerte, y más que todo muerte a uno mismo.
En varias ocasiones, Jesús dijo que llevar la cruz es un requisito previo para el proceso de discipulado: “Él
llamó a la multitud y a sus discípulos: Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo,
lleve su cruz y me siga.” Marcos 8.34 NVI. El escritor cristiano William McDonald de nió la cruz del creyente de la
siguiente manera: “La cruz es el emblema de la persecución, la vergüenza y el abuso que el mundo cargó sobre el Hijo
de Dios, y que el mundo cargará sobre todos aquellos que elijan ir contra la corriente.”
Entonces, ¿qué significa llevar la cruz para el discípulo del Señor? Significa al menos estas siete cosas:
(1) Mantenernos muertos al pecado y, por lo tanto, en victoria sobre el mundo y Satanás: “Y sabéis
que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. 8 El que practica el
pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo
de Dios, para deshacer las obras del diablo.” 1ª Juan 3.5,8. “Pero lejos esté de mí

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gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es


crucificado a mí, y yo al mundo.” Gálatas 6.14.
(2) Decir la verdad en todo momento, andando en la luz y reprendiendo con nuestro testimonio las
obras de las tinieblas: “No seáis, pues, partícipes con ellos. 8 Porque en otro tiempo erais
tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz 9 (porque el fruto del
Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), 10 comprobando lo que es agradable al
Señor. 11 Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien
reprendedlas; 12 porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.”
Efesios 5.7–12.
(3) No avergonzarnos del Señor delante de los hombres: “Os digo que todo aquel que me
confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los
ángeles de Dios; 9 mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de
los ángeles de Dios.” Lucas 12.8,9.
(4) Signi ca poder de Dios, aunque para muchos —incluido cierto tipo de creyentes— sea locura:
“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto
es, a nosotros, es poder de Dios.” 1ª Corintios 1.18.
(5) Es persecución y tropiezo: “¿Por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado
el tropiezo de la cruz.” Gálatas 5.11.
(6) Todo tipo de sufrimientos: “Nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha
paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; 5 en azotes, en cárceles, en
tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos. 23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si
estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en
cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. 24 De los judíos cinco veces he recibido
cuarenta azotes menos uno. 25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado;
tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta
mar; 26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de
los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto,
peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 27 en trabajo y fatiga, en muchos
desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; 28 y además de
otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. ”
2ª Corintios 6.4,5; 11.23–28.
(7) Prisión y muerte: “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de
evangelista, cumple tu ministerio. 6 Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo
de mi partida está cercano. 7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he
guardado la fe. 8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el
Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su
venida.” 2ª Timoteo 4.5–8.

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Tenemos que cargar nuestra cruz como discípulos del Señor, si queremos…
• …conocer a Jesús: Aquellos que no le conocieron, se volvieron atrás, pero los discípulos dijeron: “¿A
quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Juan 6.68,69.

• …demostrar nuestro amor a Jesús: “…te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque
amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.” Lucas 7.47. Estudia Lucas 7.36–50.

• …tener vida con Jesús: “Si somos muertos con Él, también viviremos con Él.” 2ª Timoteo 2.11;
Juan 12.24–26; Mateo 10.39; 16.25; Marcos 8.35.
• …reinar con Jesús: “Si sufrimos con Él, también reinaremos con Él.” 1ª Timoteo 2.12; Lucas
22.29,30; Mateo 19.28; 25.34; Apocalipsis 20.4.
• …recibir el galardón de Jesús: “[Moisés] tenía la mirada puesta en el galardón.” Hebreos 11.24–26;
Mateo 5.11,12; Apocalipsis 11.12; 2ª Corintios 5.10; 1ª Corintios 3.8,14.
Hay muchos que quieren ser discípulos de Jesús y trabajar para Su reino, pero rechazando la Cruz; y eso, amados
hermanos, es simplemente imposible. No podemos buscar la gloria de Dios y a la vez la de los hombres (Juan 12.42,43;
Gálatas 1.10). Fructi car para el Señor y morir a nosotros mismos son asuntos inseparables. ¿Cuántos de nosotros
estamos dispuestos a caminar por la senda de la Cruz? ¿Cuántos estamos dispuestos a hacer morir todo lo que somos
hoy mismo? Recordemos lo que Cristo dijo: “El que no lleva su cruz, no puede ser mi discípulo.” Lucas 14.27.
5. CONCLUSIÓN
Nuestra vida aquí, nuestro caminar con Él, tiene fruto o resultados de alcance eterno. Las cosas que
hacemos por Su reino en la Tierra, las dificultades que a diario enfrentamos y las aflicciones que padecemos; todo
tiene un porqué, un propósito y una meta final. ¡No lo olvidemos! Y llevemos la cruz aunque nos cueste dolor.
Neguémonos a nosotros mismos en todo lo que sea necesario, pues ahora mismo estamos tejiendo “el vestido de
lino fino que son las acciones justas de los santos.” Apocalipsis 19.8.
¡Que el Señor nos ayude a invertir nuestra vida, a “sembrarla” en generosidad, y a “perderla” en el concepto
del mundo; de modo tal que seamos ese grano de trigo que cae a tierra y muere, pero que a la vez consigue llevar
mucho fruto para gloria y honra de Su bendito nombre! Amén.
Como tarea de la lección, responde en forma breve a estas dos preguntas: ¿Cuáles son tus prioridades en la
vida? ¿Cuáles son tus verdaderos sueños y deseos?

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Lección 2 – El llamado supremo de Dios


¿Qué es el llamado de Dios? ¿Cómo se produce y cuál es su principal propósito? ¿Por qué es peligrosa la
ambición personal en el liderazgo? ¿Cuál debe ser la meta u objetivo de todo servidor de Dios?
Jeremías 20.7–9: “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste;
cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. 8 Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia
y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. 9 Y dije: No me acordaré
más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en
mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.”

1. INTRODUCCIÓN
La escritura leída registra uno de los puntos más bajos en la trayectoria del profeta Jeremías. No es que él
hubiera sido sorprendido por el pecado o que hubiera tomado una decisión errada. Más bien, había caído en un
momento de depresión en el que deseaba acabar de una vez por todas con el tormento que para él signi caba el
ministerio. Este tipo de “bajón” es común a los que hemos sido llamados a servir como líderes entre el pueblo de Dios.
Todo líder va a experimentar al menos una vez en la vida el deseo de dejarlo todo. La experiencia y las palabras de
Jeremías nos proveen de una interesante perspectiva sobre el origen del verdadero liderazgo en la Biblia.

2. A PESAR DE SÍ MISMOS
El líder eficaz, el líder que Dios usa, rara vez busca ser líder. Por el contrario, en la historia bíblica podemos
ver que en general los líderes que llegaron a ser prominentes, al comienzo se resistieron al llamado de Dios sobre
sus vidas. Estas personas hubieran preferido encontrarse en otro lugar, y cumpliendo una misión diferente a la que el
Señor les proponía. Veamos cuatro ejemplos.
(1) Moisés argumentó largo y tendido con Dios, buscando la forma de convencerlo de que no era la
persona indicada para volver a hablar con Faraón: “Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién
soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 1 He aquí que ellos no
me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová. 10 Y dijo Moisés a
Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas
a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.” Éxodo 3.11; 4.1,10.
(2) Gedeón demoró, con varias pruebas o señales, el aceptar el encargo que el ángel de Dios le había
traído: “Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi
familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. 17 Yo te ruego que si he
hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo. 36 Y Gedeón dijo a
Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, 37 he aquí que yo pondré un
vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda
la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho.”
Jueces 6.15,17,36,37.

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(3) David estaba enteramente ocupado en cuidar las ovejas de su padre cuando llegó Samuel a ungirlo
como rey: “Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda
aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos
sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. 12 Envió, pues, por él, y le hizo entrar […]
Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. 13 Y Samuel tomó el cuerno del
aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de
Jehová vino sobre David.” 1º Samuel 16.11–13.
(4) Jeremías argumentó que era demasiado joven para ser profeta de Dios: “Vino, pues, palabra de
Jehová a mí, diciendo: 5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses
te santifiqué, te di por profeta a las naciones. 6 Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí,
no sé hablar, porque soy niño. 7 Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo
que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.” Jeremías 1.4–7. Este joven no se entregó
fácilmente al llamado divino, pero el Señor fue más fuerte que él y lo venció: “Me sedujiste, oh
Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste…” Jeremías 20.7.
En pocas palabras, estos hombres llegaron a ser líderes a pesar de sí mismos. El comienzo humilde de cada
uno y su posterior trayectoria de el servicio a Dios, marcan una clara diferencia con aquel otro tipo de liderazgo que
resulta de la ambición personal.

3. AMBICIÓN DESTRUCTIVA
¿Cuántas veces oímos a personas, inquietas y quejosas, revelar “lo mal que están en la iglesia” porque ellos
están “para cosas más grandes”? “Nadie me toma en cuenta”, “soy un cero a la izquierda en este lugar”, “no me dan el
valor que merezco” son sólo algunas de sus frecuentes expresiones. Realmente, el camino de líderes así resulta en una
interminable historia de lamentos por las oportunidades que, supuestamente, otros no les han dado. Pero atención: no
es el líder que se queja el que Dios va a usar. El líder que trabaja en anonimato, que es el en lo poco, es el que por lo
general ocupará altos cargos —cargos que él hubiera preferido no ocupar— y es el que tendrá la bendición de Dios en su
desempeño, alcanzando un gran nivel de e cacia en lo que se lo ha llamado a hacer (Proverbios 22.29).
Hace unos años, cierta congregación perdió a su pastor. El varón de Dios había logrado formar un buen grupo
de líderes, pero al fallecer comenzó una verdadera batalla campal por heredar su cargo. ¿Qué pasó al nal? La ambición
de aquellos hombres eventualmente neutralizó sus ministerios y hundió a la iglesia en una grave crisis. Lo interesante
del caso fue que el único ministro que no deseaba ocupar el puesto, el único que no peleó, ¡fue el elegido!
Así son las cosas en el Reino. Con frecuencia los que quieren no son tomados en cuenta y los que no quieren
son llamados. Esa es la manera más e caz del Señor para que el ministerio no sea impulsado por la ambición de nadie,
sino por el sentido de no-merecimiento, de gratitud y de compromiso con el supremo llamamiento.
Filipenses 3.13,14: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14  prosigo a la meta, al
premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

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4. EL LLAMADO DE JESÚS
¿Qué es el supremo llamamiento? Básicamente es ganar a Cristo, como lo dijo el apóstol Pablo: “Yo estimo
como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo
he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo.” Filipenses 3.8 LBLA.
El supremo llamamiento es una meta, y a la vez un proceso. Ganar a Cristo es buscarle hasta conocerle; es
perseverar hasta desarrollar una relación de con anza con Él y llegar a saber qué espera Él de cada uno de nosotros, para
hacer lo que nos encomendó y recibir así Su aprobación: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” 2ª Timoteo 2.15.
Seguir el supremo llamamiento es buscar el favor de Dios sobre nuestra vida: “¿Busco ahora el favor de los
hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería
siervo de Cristo.” Gálatas 1.10. Como servidores de Dios, no fuimos llamados a caerle bien a los demás, quedar bien
con todos, prosperar en nuestras carreras, acumular bienes, experimentar placeres, disfrutar de la vida, ser exitosos, ser
aceptados y honrados; tampoco a tener muchos amigos, contactos, in uencia, fama, poder, renombre, etc.
En nuestra vida siempre habrá voces que nos llamen a todas esas cosas, pero como hijos de Dios hemos de
aprender a diferenciar la voz divina de las voces que sólo nos quieren distraer. ¡Recordemos siempre esto! La voz del
Señor es una totalmente diferente de las demás. Jesús nos llama a servirle, no a servirnos. Él nos llama a estar donde Él
estuvo, a caminar por donde Él caminó y a experimentar lo que Él experimentó por nosotros… la Cruz: “Si alguno
quiere seguirme, niéguese a sí mismo y tome su cruz cada día.” Lucas 9.23.
Tiempo atrás, en medio de un culto, presencié cómo un hermano le daba una “profecía” a otro, diciéndole que
un día llegaría a ser obispo. Cuando más tarde me encontré con el “futuro obispo”, le aconsejé:
“Por favor, hermano, no bajes tu mirada. Sé que lo que te dijeron se oye muy bien, pero necesitas entender
que eso es realmente muy poco comparado con todo lo que Dios tiene para ti. Él te ha preparado cosas más grandes
que un cargo eclesiástico o título. Por favor, no te distraigas con eso de la fama. No escuches todas las voces que te
hablan. Pon tu mirada en la meta, mejor; y la meta es Cristo. Una desilusión respecto de lo que te acaban de
“profetizar” podría menoscabar tu confianza en Dios en el futuro y aún hacer que te pierdas, como ha sucedido con
tantos hombres. Claro que hay profecías de Dios, pero también las hay del hombre, como sucedía en los tiempos de
Jeremías. Quizás la intención de quien te profetizó un obispado fue buena, pero eso no quita el hecho de que sus
palabras probablemente no hayan venido de Dios sino de sus propias emociones. Cuídate mucho.”
¡Con cuánta razón Salomón recomienda no aplicar el corazón a todo lo que se habla! (Proverbios 7.21). Y qué
saludable para nuestro liderazgo es que seamos eles donde nos encontramos ahora mismo; para que en el tiempo
perfecto de Dios, Él nos coloque donde desea: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en
lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. 11 Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién
os confiará lo verdadero? 12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?” Lucas 16.10–12.

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5. CONCLUSIÓN
Líder verdadero, servidor auténtico de Dios, ciertamente no es el que tiene deseos de brillar sino aquel
que se ve obligado a asumir determinada función o papel ante la insistencia de Dios y la presión de la situación
de necesidad urgente a su alrededor, tal y como ocurrió con Moisés, Gedeón, David, Jeremías y muchos otros.
El mundo se encuentra ahora mismo en una situación de extrema urgencia. El fin de la Gracia se aproxima
veloz y el llamado de Dios para nosotros es más audible y apremiante que nunca. Oigámoslo por favor, y busquemos
el rostro de Dios, sirviéndole de corazón. Prediquemos Su palabra. Ganemos almas para Él. Hagamos discípulos.
Expandamos Su reino. Y hagámoslo todo para Su gloria. ¡Este es el llamado supremo de Dios!
“Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. 14 No descuides el don que hay
en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. 15 Ocúpate en estas cosas;
permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la
doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” 1ª Timoteo 4.13–16.
Como tarea de esta lección, escribe un comentario breve sobre el texto de Lucas 16.10–12.

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Lección 3 – Receptivos al consejo y la enseñanza


¿Por qué es importante desarrollar la capacidad de recibir consejo y amonestación? ¿Cómo podemos tener un
corazón receptivo a la crítica constructiva? ¿Cómo se relaciona ese corazón y esa capacidad con el aprendizaje?
Proverbios 1.5: “Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo.”
1. INTRODUCCIÓN
Aumentar el saber, adquirir consejo, aprender constantemente. Proverbios 1.5 nos habla de elementos que
vienen a ser esenciales para el sano desarrollo de la vida; sobre todo en el campo del liderazgo. Una característica de
Israel fue su rechazo a consejos y amonestaciones, por su duro corazón. Como líderes, no estamos ajenos a la necesidad
de recibir consejos o amonestaciones, las cuales, al nal, vienen a ser como un estímulo para mejorar y seguir sirviendo
al Señor con excelencia.

2. UN CORAZÓN RECEPTIVO AL CONSEJO


Eclesiastés 4.13 es un pasaje llamativo de la Biblia que dice: “Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el
rey viejo y necio que no admite consejos.” No es difícil comprender por qué un rey viejo, especialmente si era necio,
pensaba y sentía que estaba más allá de toda amonestación o exhortación. Después de años de dar órdenes, con toda
facilidad pudo haberse construido una psicología que, lisa y llanamente, ya no fue capaz de albergar la noción de que él
podía necesitar recibir consejos de otros.
Su palabra y órdenes desde hacía mucho tiempo se habían convertido en ley. Para él, el bien se había
convertido en sinónimo de su voluntad y el mal se había convertido en sinónimo de todo lo que era contrario a sus
deseos y voluntad. Pronto, no le pasaría por la mente la idea de que existiera alguien con la sabiduría su ciente y que
fuera lo bastante capaz como para poder amonestarlo.
Tenía que ser un rey necio e insensato para dejarse cautivar en tal maraña, y un rey viejo para permitir que esta
se solidi cara hasta el punto de que él mismo no pudiera romperla. Además, tenía que haberle dado el tiempo
su ciente como para haberse acostumbrado a ella a tal extremo que ya no se daba cuenta siquiera de su existencia.
Sin estudio del proceso moral que lo llevó a ese estado de dureza, ya le había llegado la hora del sonar de la
campana. En todos los aspectos era un hombre perdido. Su cuerpo viejo y debilitado todavía se mantenía unido para
proveer una tumba movible que albergara un alma ya muerta. La esperanza había partido tiempo atrás. Dios lo había
entregado a su altanería y vanagloria; pronto moriría su físico también, y su deceso sería como muere todo necio.
Un corazón que rechaza el consejo fue lo característico de Israel en varios períodos de su historia, y a estos
períodos siguió, de manera indefectible, el juicio de Dios. Cuando Cristo vino a los judíos, los encontró llenos hasta el
tope de esa auto-con anza arrogante que no acepta ningún tipo de amonestación. “Simiente de Abraham somos” le
dijeron fríamente cuando Él les habló acerca de sus pecados y les subrayó su necesidad de la Salvación.
La gente común Lo oía con agrado y se arrepentía, pero los líderes religiosos judíos se sentían como el gallo en
el gallinero y habían actuado como dueños y señores por tanto tiempo que no estaban dispuestos a entregar su posición

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privilegiada. Como el rey viejo, se habían acostumbrado a tener siempre la razón todo el tiempo. La reprensión para ellos
era sinónimo de insulto. Se consideraban más allá de todo reproche.
Algunas organizaciones, iglesias y líderes cristianos han mostrado una tendencia a caer en el mismo error que
destruyó a Israel: la incapacidad de recibir consejos y amonestaciones. Después de un tiempo de crecimiento y labor
exitosa se produce la psicología de la auto-felicitación. El éxito mismo se convierte en la causa del fracaso posterior.
Los líderes llegan al punto de aceptarse como los más escogidos y preferidos de Dios. Se han convertido en
objetos especiales del favor divino; su éxito es prueba su ciente de que esto es así. Por lo tanto, tienen que tener la
razón, y a cualquiera que trate de pedirles cuentas se le descarta instantáneamente como a un entrometido, no
autorizado, a quien debiera darle vergüenza atreverse a reprender a los que son sus superiores y mejores.
Si alguno cree que estamos jugando con palabras meramente, que se acerque a cualquier líder religioso de éxito
y le llame la atención sobre algunas de las debilidades o pecados de su liderazgo u organización. Tal persona recibirá un
rápido desaire, y si se atreviere a proseguir, se le confrontará con informes y estadísticas que “demuestran” que uno es el
que está totalmente equivocado y por lo tanto no tiene derecho a hacer tales observaciones. “Simiente de Abraham
somos” será el tenor de su defensa. Y ¿quién va a atreverse a encontrarle defectos y faltas a “la simiente de Abraham”?
Aquellos que ya entraron al estado donde ya no pueden recibir amonestación, probablemente no van a
aprovechar esta advertencia. Después que el hombre ha traspasado el borde del precipicio, no hay mucho que se pueda
hacer para ayudarlo; pero podemos colocar indicadores y señales por la ruta para evitar que el próximo transeúnte se
lance al vacío. A continuación presentamos algunos.

3. CÓMO DESARROLLAR UN CORAZÓN RECEPTIVO


En primer lugar, no de endas tu liderazgo, iglesia u organización contra la crítica. Jesús no se defendía de sus
críticos. Si la crítica es falsa no puede hacerte daño alguno. Y si es verdad, tú necesitas escucharla y hacer algo al respecto.
En segundo lugar, no te a rmes o estribes en lo que has logrado en tu liderazgo. Enfócate más bien en lo que
podrías haber alcanzado si hubieras seguido al Señor de modo absoluto y de todo corazón. Siempre será mejor que
digamos y sintamos que somos “Siervos inútiles” porque “lo que debíamos hacer, hicimos.” Lucas 17.10.
Cuando te censuren o condenen, no prestes atención a la fuente. No preguntes si es un amigo o un enemigo
quien te señala. Un enemigo suele ser de mayor valor que un amigo porque él no se deja in uenciar por la simpatía.
Mantén siempre tu corazón abierto a la corrección del Señor, listo para recibir Su castigo, sin importarte de
quién es la mano que porta la vara. Todos los grandes santos aprendieron a soportar una paliza con gracia. Seguramente
esa sea la razón por la cual llegaron a ser grandes santos, “Pues el Señor corrige a los que ama, tal como un padre
corrige al hijo que es su deleite.” Proverbios 3.12 NTV.
¿Cómo conseguir estas cosas? ¿Existe un secreto para aprender continuamente, para nunca dejar de ser
receptivos a la amonestación, el consejo y el nuevo conocimiento? Desde luego que sí, y se encuentra en la disposición,
específicamente en la buena disposición —porque también existe la mala disposición, y aún la total falta de ella.
La buena disposición es el punto de partida para el crecimiento personal.

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4. DISPOSICIÓN CONTINUA DE APRENDER


De namos “disposición”. Disposición consiste en la manera en que algo o alguien se coloca frente a otra cosa,
tanto en el plano físico como en el emocional. Disposición, en este último caso, es un estado anímico que nos permite
hacer algo dentro de un plazo determinado y de una manera determinada. Ejemplos: disposición al trabajo, al diálogo,
al servicio, a la crítica constructiva.
Esto último nos orienta al caso concreto de nuestro texto bíblico clave, que nos aconseja a estar dispuestos a
escuchar, a oír, a poner atención, a recibir el consejo y de ese modo llegar a desarrollar nuestro saber, nuestro
conocimiento: “Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo.” Proverbios 1.5.
Veamos a continuación algunas frases o pensamientos de personajes célebres que han sido reconocidos por
su éxito, o por los logros que alcanzaron en sus respectivos campos de trabajo.
• Henry Ford dijo: “Cualquiera que para de aprender se hace viejo, tanto si tiene 20 como 80 años.
Cualquiera que sigue aprendiendo permanece joven. Esta es la grandeza de la vida.”
• Albert Einstein dijo: “La mente es como un paracaídas: sólo funciona si se abre.” Hablar de apertura
mental es hablar, precisamente de buena disposición. Nada más negativo para el aprendizaje que
una mente cerrada.
• En referencia a poner manos a la obra, el naturalista inglés Herbert Spencer decía: “El gran objetivo
del aprendizaje no es el conocimiento, sino la acción.”
• Yendo bastante atrás en el tiempo, encontramos a Aristóteles, que sostenía lo siguiente: “Somos lo
que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, es un hábito.”
• John Dewey, psicólogo estadounidense, decía que aprender no es prepararse para la vida. Aprender
es la vida misma.
• Por último, Alvin Tof er, un sociólogo y futurólogo recientemente fallecido en la ciudad de Los
Ángeles, dijo: “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino
aquellos que no sepan aprender, desaprender y volver a aprender.”

5. DESAPRENDER PARA APRENDER


Desaprender es un proceso tan importante como el aprender. De hecho, sin el primero no puede ocurrir el
segundo. No se puede construir un edi cio donde ya existe uno. Primero hay que demoler el que está.
La “experiencia”, los años, suelen ser un problema en esto. Cuando recibimos un consejo, un parecer sobre
algo, una opinión diferente a la nuestra, o una enseñanza como esta —y subrayamos la palabra “recibimos” porque a
veces rechazamos lo que se nos enseña— algo ocurre dentro de nosotros, y por lo general es algo que no nos gusta.
Cuando aprendemos, se produce lo que llamamos “una herida en el ego”. Todo proceso de aprendizaje
ocasiona una ruptura, un quiebre emocional, mental. Por eso las experiencias dolorosas son las que mejor nos enseñan.
Ya lo dijo Thomas Alva Edison, cuando lo perdió todo en un incendio: “Todo fracaso viene a enseñar algo”.

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Esa herida, ese quiebre, sólo pueden ocurrir si tenemos una actitud humilde, o una buena disposición para
recibir, adquirir y aumentar el saber. Por eso el orgulloso es incapaz de aprender, porque no es capaz de desaprender o
demoler primero. Fue por esta razón que Jesús muchas veces tuvo que comenzar sus enseñanzas con el conocido
prólogo: “Habéis oído […] pero yo os digo…”

6. CONCLUSIÓN
En la India hay un viejo proverbio popular que reza: “A los ignorantes les aventajan los que leen libros. A estos,
los que retienen lo leído. A estos, los que comprenden lo leído. A estos, los que se ponen manos a la obra.” Estamos
viviendo horas decisivas para la Iglesia del Señor, y cabe preguntarnos ¿cómo podemos tener éxito en nuestra tarea
como líderes? ¿Cómo alcanzar o conseguir los resultados que Dios espera que consigamos en términos de
multiplicación de almas salvadas? La respuesta se encuentra en poner manos a la obra.
En los días desa antes que vivimos, días de cambios constantes y de aceleración de los acontecimientos que
anteceden al Levantamiento de la Iglesia, los líderes del rebaño de Dios tenemos la importantísima misión de guiar con
sabiduría, entendimiento y conocimiento a nuestra gente. Y todo esto sólo lo podremos llevar a cabo habiéndolo
adquirido primero.
Que Dios nos dé en este particular momento no sólo conocimiento y sabiduría de lo Alto, sino también una
actitud de buena disposición para recibir consejo y enseñanza. Que Dios nos provea de una actitud de humilde
disposición ante Él, ante Su Palabra, y también ante nuestros dirigentes que nos instruyen y nos enseñan. Que podamos
ser ejemplo de receptividad al consejo y la amonestación de otros. Amén.
Como tarea de esta lección, escribe un comentario breve sobre uno de estos dos tópicos: (1) Desarrollando un
corazón receptivo. (2) Desaprendiendo para aprender.

Algunas secciones de esta lección fueron tomadas y adaptadas del libro La raíz de los justos, por Aiden Wilson
Tozer. Editorial Clie, año 1994.

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Lección 4 – Liderazgo cristiano verdadero


¿En qué consiste el verdadero liderazgo cristiano? ¿Cuál fue la enseñanza de Jesús respecto a este tema?
¿Cómo podemos ser líderes cristianos de excelencia?

Mateo 20.25–28: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se
enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Mas entre vosotros no será así, sino
que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre
vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su
vida en rescate por muchos.”

1. INTRODUCCIÓN
¿Qué es lo que hace a un líder cristiano? ¿El rango? ¿El status? ¿La fama? ¿El poder? ¿El estilo? ¿Un castillo?
¿Se con ere automáticamente este tipo de liderazgo mediante un espacio en el organigrama? ¿En qué parte de la
ecuación para un efectivo liderazgo cristiano se ubican la posición y el poder? Y, ¿cuál es el modelo ideal para los líderes
cristianos? ¿El ejecutivo corporativo? ¿El militar? ¿El político? Nuestro Señor Jesucristo respondió a todas estas preguntas
con palabras sencillas y contundentes, mostrando un punto de vista sobre el liderazgo visiblemente diferente al de la
sabiduría convencional de Su época y de cualquier época. Volvamos a leer Mateo 20.25–28.

2. LIDERAZGO ESPIRITUAL
De acuerdo con la enseñanza de Cristo, el auténtico y verdadero liderazgo demanda servicio, sacri cio y una
entrega desinteresada. Según estos parámetros, una persona llena de orgullo y que vive para hacerse auto-promoción
no puede ser un buen líder —no importa cuántas capacidades tenga o cuánto poder haya obtenido. En cambio aquellos
dirigentes que miran a Cristo como su líder y supremo modelo de liderazgo, tendrán corazones de siervo. ¡Ellos serán
ejemplo de sacri cio!
Sabemos que estas características hoy día no son las que el mundo asocia generalmente con liderazgo, pero
en el enfoque bíblico del liderazgo ellas resultan esenciales. Personas dispuestas a servir sacri cialmente, personas
humildes, sinceras y abnegadas, constituyen la clase de liderazgo que el Señor quiere. A propósito, notemos que Él
enseñó expresamente a Sus discípulos a mirar el liderazgo de esta manera; desde un punto de vista radicalmente
diferente al empleado en aquel tiempo y al empleado hoy.
Absurdamente, muchos cristianos continúan asumiendo que la mejor manera de aproximarse al liderazgo
espiritual es siguiendo ejemplos del mundo; pero nada más lejos de la realidad. En la iglesia del Señor el liderazgo
siempre ha tenido y continúa teniendo una dimensión espiritual. La tarea de dirigir a otros en el Reino de Dios involucra
capacidades espirituales, básicamente. Este principio es el mismo para un gerente cristiano de una compañía secular o
para el ama de casa cuya esfera de liderazgo no se extiende más allá de sus propios hijos.

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¡Cada cristiano en cualquier tipo de liderazgo o posición es llamado a ser un líder espiritual! No importa si
somos misioneros, pastores, ministros, diáconos, líderes de un grupo celular, encargados de una fábrica o maestras de
escuela. Todos necesitamos recordar que el papel de liderazgo cristiano es una responsabilidad espiritual, que a las
personas que dirigimos las administramos para Dios y no para nosotros, y que es a Él a quien daremos cuentas un día,
como claramente puede verse en la parábola de los talentos.
“Porque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les
encomendó sus bienes. A uno le dio cinco talentos [108 kg. de plata], a otro dos [43.2 kg.] y a otro uno [21.6 kg.], a
cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viaje. El que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y
negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros dos.
Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor. Después de mucho
tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido los cinco
talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: ‘Señor, usted me entregó cinco talentos; mire, he ganado otros
cinco talentos.’ Su señor le dijo: ‘Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra
en el gozo de tu señor.’ Llegando también el de los dos talentos, dijo: ‘Señor, usted me entregó dos talentos;
mire, he ganado otros dos talentos.’ Su señor le dijo: ‘Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre
mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.’ Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo:
‘Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que siega donde no sembró y recoge donde no ha esparcido, y
tuve miedo, y fui y escondí su talento en la tierra; mire, aquí tiene lo que es suyo.’ Pero su señor le dijo: ‘Siervo
malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Debías entonces haber
puesto mi dinero en el banco, y al llegar yo hubiera recibido mi dinero con intereses. Por tanto, quítenle el
talento y dénselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en
abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y al siervo inútil, échenlo en las tinieblas de
afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes’.” Mateo 25.14–30 NBH.
Si como líderes comprendemos bien nuestra responsabilidad ante Dios, podemos entender también por qué
Cristo representó al líder como un siervo. Él no estaba sugiriendo, como muchos suponen, que la modestia por sí sola es
la esencia del liderazgo. Existen muchas personas humildes, mansas, tiernas y muy serviciales que no son líderes.
Alguien que no tiene seguidores difícilmente puede ser llamado líder; porque, aunque ciertamente el liderazgo
demanda un corazón de siervo, no necesariamente todos los que tienen tal corazón son líderes. El liderazgo es mucho
más que servir. El verdadero liderazgo es aquel que inspira a la gente. El verdadero líder cristiano es uno cuya vida y
carácter motivan a las personas para que le sigan. El liderazgo, dicho simplemente, es in uencia.
Así que el verdadero líder a rma su autoridad en un ejemplo personal bueno y justo, y no simplemente en el
poder de su prestigio, personalidad o posición. En contraste, mucho del liderazgo del mundo no es más que una
manipulación de personas por medio de recompensas, amenazas y castigos. Eso no es verdadero liderazgo. ¡Eso es
explotación! El verdadero líder busca motivar a las personas internamente; apelando al corazón y no a la presión o la
coerción externa. En de nitiva, el liderazgo no tiene que ver con la capacidad, el estilo o la técnica, sino más bien con el
carácter; y carácter es lo que somos. Estimados líderes, ¿qué tipo de carácter estamos formando? ¿Nuestro carácter
in uye en nuestros seguidores de una manera positiva? En pocas palabras, ¿quiénes somos realmente?

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3. JESÚS, EL MÁS EXCELENTE LÍDER


La mejor manera de enfocar el tema de la excelencia en el liderazgo cristiano es estudiando la vida de Jesús.
Veamos diez características que hicieron de Él el más grande y excelente líder que jamás ha existido.
1. Cristo “vino a buscar y salvar lo que se había perdido.” Lucas 19.10. Él “vino para salvar a los
pecadores.” 1ª Timoteo 1.15. Y Él está postergando Su segunda venida a la Tierra por esto mismo;
porque “…no quiere que ninguno perezca.” 2ª Pedro 3.9.
2. Jesús oró constantemente por Sus discípulos. “Él se apartaba a lugares desiertos, y oraba.”
Lucas 5.16. “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.” Lucas 6.12.
Lee después el capítulo 17 del libro de Juan.
3. Jesús mantuvo la actitud de un siervo. Como ya leímos, Él “no vino para ser servido, sino para
servir.” Mateo 20.28. Él dijo a Sus discípulos: “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien,
porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también
debéis lavaros los pies los unos a los otros. 34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis
unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” Juan 13.13,14,34.
4. Jesús hablaba el Arameo —el idioma popular de Su tiempo— y con acento del norte. Él escogió vivir
Su infancia y juventud en Galilea, la región más pobre de Israel en aquel tiempo. Por tal motivo,
Jesús sufrió discriminación —por ser galileo, de Nazaret e hijo de un carpintero: “¿No es éste el hijo
del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?
56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, le vienen a éste todas estas

cosas? 57 Se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su
propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros a causa de la incredulidad de ellos.”
Mateo 13.55–58.
5. Jesús se adaptó a la cultura de su tiempo y, aunque fue objeto de xenofobia, nunca hizo
discriminación o acepción de personas. Él bendijo a los niños, sanó a los enfermos y ayudó a toda
clase de gente. Incluso resucitó algunos muertos.
6. Jesús fue sociable, abierto. Él asistió a bodas y entierros; comió con gente de todos los niveles, y lo
hizo de manera pública. Por todo esto fue acusado de “comilón y bebedor de vino, amigo de
publicanos y pecadores.” Mateo 11.19.
7. Jesús mostró compasión. Él se preocupó por otros, estando siempre atento a los niños, los pobres, las
mujeres, los extranjeros; incluso a los ricos. Jesús era cortés, amoroso, cordial, suave, manso…
¡excepto con los hipócritas!
8. Jesús practicó la integridad —lo que somos cuando nadie nos ve. Él jamás mintió, sino que fue
confiable. Sus discípulos dijeron: “Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.”
Juan 6.69 NTV. Jesús fue, es y siempre será “…lleno de gracia y de verdad.” Juan 1.14.

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9. Jesús tuvo amigos íntimos —por ejemplo Pedro, Jacobo, Juan, María, Marta o Lázaro— con quienes
transparentó totalmente Su vida. En cierta ocasión, hablando con Sus discípulos, les confió: “Mi alma
está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad.” Marcos 14.34.
10. Jesús amó a los Suyos hasta el fin: “Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora
había llegado para pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban
en el mundo, los amó hasta el fin.” Juan 13.1 LBLA. “Hasta el fin” puede traducirse también como
“hasta lo sumo”.

4. LÍDERES DE EXCELENCIA
Hay muchos que se auto-conceptúan como buenos líderes u obreros del Señor, pero la verdad es que se
engañan a sí mismos. Sabemos que en la Iglesia del Señor siempre ha existido gente así, que parece una cosa y es otra;
cizaña que parece trigo. A veces, la propia persona no es muy consciente de este engaño; pero muchas veces sí lo es.
Como sea, los hechos del falso cristiano tarde o temprano sacan a luz lo que se escondía bajo la super cie. El Señor lo
dijo: “Por sus frutos los conoceréis.” Mateo 7.20.
Con tristeza tenemos que admitir que en el liderazgo de la Iglesia también suelen “colarse” personas así;
egoístas, competitivas, vanagloriosas, arrogantes, etc. Estas personas trabajan, sí. También colaboran; pero pensando
más bien en su propio bene cio. Como suele decirse, traen “una agenda personal”, un plan ya articulado. Este tipo de
líder no toma en cuenta o directamente rechaza el consejo del gran apóstol Pablo, que dijo:
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los
demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de
los otros. 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de
Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma
de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2.3–8.
Lamentablemente, hoy día cada vez son menos los líderes que tienen el sentir o manera de ser y pensar de
Cristo. En todos los ámbitos, la Iglesia incluida, se ha desatado una crisis de liderazgo —una mani esta escasez de líderes
genuinos. Esto es así más que todo porque llegar a ser un verdadero líder —un líder con el mismo sentir de Jesús— no es
fácil, ya que esto sólo se consigue con humildad y entrega total al Señor. Adquirir el sentir de Cristo requiere en primer
lugar que lo deseemos, luego que lo busquemos, después que lo aprendamos y por último que lo ejercitemos. Esta es la
infalible fórmula para desarrollar un liderazgo cristiano de excelencia. Veamos qué hace un líder excelente.
1. Reconoce que es Dios quien lo ha llamado y asume su responsabilidad en cuanto a ello. Por lo
tanto, su dependencia de Dios es constante y siempre está creciendo como cristiano: “A Jehová he
puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido.” Salmos 16.8.
2. No es dominado por lo emocional o por sentimentalismos, sino que los mandamientos y preceptos
del Señor son su guía: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. 106 Juré y
ratifiqué que guardaré tus justos juicios.” Salmos 119.105,106.

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3. Vive sabiamente, entendiendo las lecciones del pasado, las realidades del presente y las probables
consecuencias de sus decisiones: “El corazón del entendido adquiere sabiduría; y el oído de
los sabios busca la ciencia.” Proverbios 18.15.
4. Sus acciones y motivaciones son para ayudar a otros. Cuando alguien sufre quebrantamiento,
heridas y dolor emocional, el verdadero líder cristiano obra como lo hacía el apóstol Pablo: “Sobre
mí se añade cada día la preocupación por todas las iglesias. 29 ¿Quién enferma y yo no
enfermo? ¿A quién se le hace tropezar y yo no me indigno?” 2ª Corintios 11.28–29.
5. Tiene una personalidad agradable. Demuestra afecto; tiene gentileza; reconoce los dones y
talentos de otros. Tolera la imperfección: “Que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid
siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos.” 1ª Tesalonicenses 5.15.
6. Lo anterior —tolerar— no significa que lo aprueba. La gente sólo es liberada por la verdad. Así que el
líder excelente es sincero, incluso en situaciones donde la verdad puede incomodar: “…nada que
fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas.” Hechos 20.20.
7. Es sencillo(a), aunque tenga mucha capacidad o preparación: “Unánimes entre vosotros; no
altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.”
Romanos 12.16.
8. Domina su temperamento. No es iracundo. Ejerce el dominio propio: “Amados hermanos, todo
hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; 20 porque la ira del
hombre no obra la justicia de Dios.” Santiago 1.19,20.
9. Sabe escuchar. Escuchar no es lo mismo que oír. Oír, no amerita esfuerzo alguno, pues es un proceso
enteramente natural, que consiste en captar ondas sonoras con los oídos. En cambio, escuchar es un
proceso aprendido, que envuelve a la totalidad de nuestra persona. Escuchar, realmente depende de
la actitud que adoptamos frente a la persona que nos habla. Al escuchar atentamente reflejamos el
carácter manso y humilde del Señor Jesucristo, y manifestamos nuestro compromiso con el
necesitado, poniéndole atención y dándole comprensión.
10. Está comprometido con los demás. El líder excelente no pregunta como el insolente Caín: “¿Soy yo
acaso guarda de mi hermano?”, ni se “lava las manos” como el astuto Pilato; sino que se involucra
con otros, pues cree que las personas poseen valor intrínseco y eterno. El verdadero líder cristiano
desea y promueve el crecimiento personal, espiritual y aún profesional de todos en la Iglesia.

5. CONCLUSIÓN
Existe una clave o secreto para llegar a ser grandes servidores de Jesús o excelentes líderes cristianos, y éste es
ORAR MUCHO. La oración es la clave ya que nos permite hacer lo que Jesús hizo; pero más importante aún, nos va
transformando para que lleguemos a ser como Él. Por supuesto, es un proceso lento que debe impulsarse a diario en la
presencia de Dios, pero sus resultados son asombrosos y han sido garantizados por Cristo mismo: “El que en mí cree,
las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará…” Juan 14.12. ¡Aleluya!
Como tarea de esta lección, escribe un comentario breve sobre el texto de Mateo 20.25–28.

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Lección 5 – Tres grandes desafíos del liderazgo


¿Cuáles son los tres principales desafíos que enfrentamos como líderes? ¿Cómo podemos superarlos?
2ª Corintios 4.16–18: “…no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va
desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 17 Porque esta leve tribulación momentánea
produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18 no mirando nosotros las cosas que se
ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”

1. INTRODUCCIÓN
A lo largo de nuestra carrera como líderes cristianos, como servidores de Dios, enfrentamos muchos y variados
desafíos; pero existen tres que requieren nuestra especial atención. No son asuntos circunstanciales o externos, sino
internos. Ellos forman parte de nosotros y son: (1) El temor al fracaso. (2) La propensión al desaliento. (3) La debilidad
frente al pecado. Estudiemos ahora cómo enfrentar constructivamente estos tres grandes desafíos, manteniendo nuestra
paz y nuestro compromiso, desarrollando una vida espiritual saludable y un liderazgo e caz al servicio del Señor.

2. TEMOR AL FRACASO
Todos hemos caído en la zona del fracaso más de una vez. Pero no es ahí donde se encuentra el verdadero
problema. El problema está en cómo nos movemos en esa zona. Una persona camina por la calle y de pronto tropieza y
cae. ¿Qué es lo primero que hace al levantarse? Mirar para todos lados, para saber si alguien le vio caer. Nuestra
tendencia al fracasar es esconder lo sucedido y aún negarlo. Tratamos de destruir toda la evidencia, porque no queremos
aceptar la idea de que fracasar es necesario en la vida.
Realmente, el fracaso no es un obstáculo para el éxito, sino un paso hacia él. ¡El único que no fracasa es el que
no hace nada! Al estudiar la vida de grandes hombres, una constante que descubrimos es que experimentaron fracasos;
y algunos de ellos cuando apenas estaban comenzando:
• Cuando el gran pianista polaco Ignace Jan Paderewsky decidió estudiar piano, su profesor de música
le dijo que sus manos eran demasiado pequeñas para dominar el teclado.
• Cuando el gran tenor italiano Enrico Caruso presentó su solicitud para aprender canto, el maestro le
dijo que su voz sonaba como el viento que silbaba por la ventana.
• Cuando el gran estadista de la Inglaterra victoriana, Benjamín Disraeli intentó hablar en el
Parlamento por primera vez, los parlamentarios le pidieron que se sentara; y se rieron de él cuando
dijo: 'Aunque ahora me siente, vendrá el tiempo en el que me oirán’.
• Henry Ford olvidó ponerle marcha de reversa a su primer carro.
• Thomas Alva Edison gastó dos millones de dólares en una invención que demostró ser de poco valor.
Estas y otras historias de vida nos enseñan que la única vez que no se fracasa es cuando se hace algo y da
resultado; y que pocos, muy pocos, lo hacen bien la primera vez. Los fracasos repetidos son las huellas que marcan el
camino al éxito.

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El experimentar problemas y dificultades traerá al final un mayor gozo a nuestra vida, cuando llegue
el triunfo. Es imposible triunfar sin sufrir. La mayoría de las personas rara vez valoran su buena salud, hasta que se
enferman. Si tienes éxito y no has sufrido, es que alguien ha sufrido por ti; y si estás sufriendo sin tener éxito, tal vez
alguien tendrá éxito gracias a ti. Pero no hay éxito sin sufrimiento, fallas, errores y ‘meteduras de pata’.
Tenemos no sólo que aceptar que sin fracaso no hay éxito, sino también darnos permiso a nosotros mismos
para hablar libremente de nuestros fracasos ante los demás. ¿Por qué nos cuesta tanto hacer esto? Porque el sobrevivir y
conservar nuestro status quo es algo que nos preocupa mucho. Así es. Todos luchamos para defender nuestra propia
reputación. No obstante, gastar energías en ello limita en gran manera nuestro potencial y complica nuestro progreso.

3. ¿SOBREVIVIR O ARRIESGARSE?
Sobrevivir no es lo más importante en la vida, aunque muchos se nieguen a aceptarlo. Nuestro Señor
Jesucristo enseñó esta poderosa verdad y también la demostró. Él dijo que morir, no vivir, era la clave para la efectividad:
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” Juan 15.13. Jesús demostró esta
verdad en el Calvario, convirtiéndose allí en un ejemplo visible de Sus palabras. Ciertamente el 'síndrome de
supervivencia' no era parte de la vida de Jesús.
También el apóstol Pablo lo entendió en su vida: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2.20.
Tertuliano, un apologista del segundo siglo, se re rió al asunto de sobrevivir durante aquellos primeros años
de la historia de la iglesia. Algunos cristianos tenían como profesión hacer ídolos. Cuando habló con ellos, le dijeron:
'Debemos vivir'. Tertuliano les devolvió la pregunta: '¿Deben ustedes vivir?' ¿Cuál era su punto de vista? Que es más
importante obedecer a Dios que preocuparse de sobrevivir.
Tal vez las palabras de William Arthur Word nos animen a dejar de pensar en sobrevivir y de ese modo perder
nuestro temor de fracasar: “Si usted es sabio, olvídese de la grandeza. Olvide sus derechos, pero recuerde sus
responsabilidades. Olvide sus inconveniencias, pero recuerde sus bendiciones. Olvide sus propios logros, pero recuerde
su deuda con los demás. Olvide sus privilegios, pero recuerde sus obligaciones…”
Olvídate de la grandeza. Corre el riesgo. Trepa y súbete a la rama donde está el fruto. Muchas personas están
todavía abrazadas del tronco del árbol, preguntándose por qué no reciben el fruto de la vida. Muchos líderes potenciales
nunca triunfan porque se quedan atrás y dejan que otro corra el riesgo. Muchos receptores potenciales nunca reciben
nada porque no dan un paso fuera de la multitud y lo piden. Como dice Santiago: 'No tenemos porque no pedimos'. En
realidad no pedimos porque tememos el ‘no’. Tememos el rechazo y por eso no corremos el riesgo.
Reír es correr el riesgo de parecer tonto. Llorar es correr el riesgo de parecer sentimental. Acercarse a otro es
correr el riesgo de involucrarse. Demostrar los sentimientos es correr el riesgo de exponer nuestro verdadero yo. Poner
nuestras ideas y sueños delante de la gente es correr el riesgo de perderlos. Amar es correr el riesgo de no ser amado.
Vivir es correr el riesgo de morir. Esperar es correr el riesgo de desesperar. Tratar es correr el riesgo de fracasar.

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Pero se tiene que correr el riesgo, porque el mayor peligro de la vida es no arriesgar nada. La persona que no
arriesga nada no hace nada, no tiene nada y no es nada. Podrá evitar sufrimiento y dolor, pero no podrá aprender, crecer,
sentir, cambiar, amar, vivir. Encadenado por estas certezas, es esclavo; ha perdido su libertad.
El temor al fracaso se aferra de aquellos que se toman demasiado en serio. Mientras crecemos, pasamos
mucho tiempo preocupándonos de lo que el mundo piensa de nosotros. Cuando llegamos a la madurez nos damos
cuenta de que el mundo ni se jó en nosotros todo el tiempo que nos preocupamos. Hasta que aceptemos que el futuro
del mundo no depende de nuestras decisiones, no olvidaremos las equivocaciones pasadas.
La actitud es el factor determinante respecto a si nuestros fracasos nos edi can o nos aplastan. El fracaso se
vuelve devastador y hace que nos estrellemos cuando mantenemos una actitud de renunciar, de rendirnos. Aceptar el
fracaso como nal es ser nalmente un fracasado. En cambio la persistencia de una persona que se topa con un fracaso
es una señal de una actitud saludable. ¡Los ganadores no renuncian!
Nada en el mundo puede tomar el lugar de la persistencia, ni siquiera el talento o el genio. Nada en el mundo
es más común que hombres de talento sin éxito. El mundo está lleno de ruinas educadas. Solamente la persistencia y la
determinación nos pueden llevar del fracaso al triunfo.
Una clave fundamental para fortalecernos en tiempos de fracaso es mirar a nuestro Señor Jesucristo, nuestro
principal motivador. Así que, cuando parezca que has fracasado, haz esta oración:
“Señor, ¿quieres decirme algo? Porque el fracaso no signi ca que soy un fracasado; signi ca que todavía no he
triunfado. El fracaso no signi ca que no he logrado nada; signi ca que he aprendido algo. El fracaso no signi ca que he
sido un tonto; signi ca que tuve su ciente fe para experimentar. El fracaso no signi ca que he sido desgraciado;
signi ca que me atreví a probar. El fracaso no signi ca que no lo tengo; signi ca que lo tengo de una manera diferente.
El fracaso no signi ca que soy inferior; signi ca que no soy perfecto. El fracaso no signi ca que he desperdiciado mi
tiempo; signi ca que tengo una buena razón para comenzar otra vez. El fracaso no signi ca que debo darme por
vencido; signi ca que debo tratar con más ahínco. El fracaso no signi ca que nunca lo haré; signi ca que necesito más
paciencia. El fracaso no signi ca que me has abandonado; signi ca que debes tener una mejor idea para mí. Amén.”

4. PROPENSIÓN AL DESALIENTO
El segundo gran desafío que enfrentamos los líderes es el desaliento. Miremos en la Biblia la vida del profeta
Elías. ¡Qué victoria tan grande experimentó este hombre de Dios en el Monte Carmelo! Valentía, obediencia, fe y poder
espiritual se manifestaron en su vida estando frente a los adoradores de Baal. Estudia 1º Reyes 18.
Pero la victoria del capítulo 18 fue seguida por el desaliento del capítulo 19, y la actitud del profeta cambió
radicalmente de con anza en Dios a inculpar a Dios por sus problemas. El temor reemplazó a la fe. El poder desapareció
frente a la auto-compasión y la desobediencia se hizo dueña de su vida. ¡Cuán rápidamente cambian las cosas!
¿Te parece esto familiar? Sin duda que sí.
Pero veamos ahora cuatro cosas importantes que 1º Reyes 19 nos enseña sobre nuestra propensión al
desaliento y lo que ésta produce en nuestra vida.

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Primero, el desaliento lastima nuestra imagen (v. 4). El desaliento nos hace vernos menos de lo que somos.
Esto siempre afecta nuestra conducta, pues no podemos actuar de una manera incongruente con la forma en que nos
vemos a nosotros mismos. Segundo, el desaliento nos hace evadir nuestras responsabilidades (v. 9). Los elías de la vida
se forman en los montes carmelos, no en las cuevas. Mientras que el temor nos encierra y nos trae miseria solamente, la
fe nos hace subir y ministrar. Tercero, el desaliento nos hace culpar a otros por nuestros apuros (v. 10). Nunca un chivo
expiatorio ha ayudado a resolver un problema. Cuarto, el desaliento empaña los hechos (v. 18). De uno a siete mil. Sin
dudas el desaliento condujo a este gran profeta a un equívoco grande. Y si eso sucede a los grandes hombres, ¿qué
podemos pensar de nosotros? El desaliento es engañoso… y contagioso.
Todos estamos sujetos a las corrientes de desaliento que pueden arrastrarnos hasta una zona peligrosamente
mortal. Pero hay maneras de evitar su fuerza destructora y una clave importante para ello es conocer las causas y las
manifestaciones del desaliento. El desaliento viene cuando:
(1) Sentimos —equivocadamente— que la oportunidad de triunfar se ha ido. (2) Nos volvemos egoístas. Por lo
general, las personas desalentadas piensan mucho en ellas mismas y muy poco en las demás. (3) Nos rendimos con
facilidad, en el primer intento de hacer algo. (4) Carecemos de propósito y plani cación. (5) Algo pequeño nos puede
detener. (6) Permanecemos en inactividad. Rara vez vemos a una persona desalentada corriendo y tratando de ayudar a
otros. (7) Nos aislamos. Cuando estamos desalentados tendemos a apartarnos. (8) Obtenemos un triunfo. Muchas veces
el desaliento viene luego de una victoria, como en el caso de Elías. Se necesitan nuevos montes Carmelo para mantener
en alto el espíritu y no perder el propósito.
La vida de Thomas Edison —inventor del micrófono, el fonógrafo, la luz incandescente, la batería de placas, las
películas habladas y más de mil otras invenciones— estuvo llena de propósito. Él atribuyó su éxito a cinco factores:
(1) Conocimiento de nido de lo que deseamos lograr. (2) Fijación de la mente en ese propósito, con persistencia para
buscar lo que perseguimos y lo que podemos recibir de los demás. (3) Perseverancia en probar, sin importar las veces
que hayamos fallado. (4) Rechazo a la in uencia de los que han tratado lo mismo, sin éxito. (5) Obsesión (sana) con la
idea de que la solución al problema está en alguna parte y se encontrará.
Cuando un hombre predispone su mente para resolver cualquier problema, puede, al principio, toparse con
grandes di cultades; pero si continúa buscando, con toda seguridad encontrará alguna clase de solución. La desventaja
o gran error de la mayoría de las personas, es que desisten antes de comenzar. Pero veamos los dos pasos para salir del
desaliento y la postración.
(1) Pensamiento positivo. En la estimulante biografía de Thomas Edison escrita por su hijo, podemos
apreciar que él fue un hombre que rehusó desanimarse. A pesar de estar en la cuerda oja económicamente debido a
numerosos proyectos infructuosos, su optimismo contagioso in uía en todos cuantos lo rodeaban. Una fría noche de
diciembre de 1914, el grito de ‘¡fuego!’ se escuchó por toda la planta. En pocos minutos todo se quemaba. Acudieron
compañías de bomberos de ocho pueblos cercanos, pero el calor era tan intenso y la presión del agua tan baja que los
intentos por dominar las llamas fueron inútiles. Todo se destruyó. Al no encontrar a su padre, el hijo se preocupó. ¿Estaría
a salvo? Con todos sus bienes destruidos, ¿cómo estaría su espíritu? Entonces vio a su padre que corría hacia él. '¿Dónde
está mamá?', gritó el inventor. ‘¡Búscala, hijo! ¡Dile que venga y reúna a todos los amigos! ¡Nunca más verán un

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incendio como este!’ En la madrugada, con el fuego ya extinguido, Edison reunió a sus empleados y les hizo un anuncio
increíble: ‘¡Reconstruiremos!’ Y dirigiéndose a uno de sus hombres, le dijo que alquilara toda la maquinaria que
encontrara en el área. A otro le dijo que consiguiera una grúa. Y de pronto añadió: 'Oh, a propósito, ¿alguno de ustedes
sabe dónde podemos conseguir dinero?’ Más tarde, explicó: ‘Todo fracaso viene a enseñar algo. Siempre podemos sacar
ventaja de un desastre. Limpiaremos lo viejo y construiremos algo más grande y mejor.’ Después de un momento,
Edison bostezó, enrolló su saco para que le sirviera de almohada, se acurrucó sobre una mesa e inmediatamente se
quedó dormido.
(2) Acción positiva. Cuando te sientas desalentado, muévete. Enfrenta el problema. Nada nos libra del
desaliento más rápidamente que dar pasos positivos hacia la solución del problema. Un poeta contó que caminando en
su jardín vio un nido de pájaro en el suelo. La tormenta había sacudido el árbol y desbaratado el nido. Mientras
musitaba triste sobre la destrucción del hogar del pajarito, levantó la vista y lo vio haciendo uno nuevo en las ramas…
No hacen falta los comentarios.
Demasiadas veces el líder se desanima y acepta la derrota: Abraham falló en una hora de emergencia, y en su
debilidad dejó que un rey pensara que Sara, su esposa, era su hermana. Jacob engañó a su hermano y le quitó los
derechos de primogenitura. Moisés perdió, por su impaciencia, el derecho de entrar en la tierra prometida. Y David, el
hombre “según el corazón de Dios”, manchó su nombre con adulterio y asesinato. También Elías estuvo trastornado y
hasta oró pidiendo su muerte. Pero lo bueno e importante de todos estos hombres es que, después de esas tragedias,
siguieron adelante y obtuvieron grandes victorias.
Si tú como líder has sufrido derrotas y desaliento últimamente, necesitas preguntarte cómo tratarás con eso.
También debes recordar que nadie va por la vida sin enfrentar derrotas de vez en cuando, y que cuando eso te suceda
¡no debes desmayar! Cualquiera es capaz de comenzar algo. Lo importante es ser capaz de terminarlo.

5. DEBILIDAD FRENTE AL PECADO


El tercer y más grande desafío que enfrentamos en la vida es ese que el apóstol Pablo describe como un
con icto de dos naturalezas dentro de nosotros. Leamos Romanos 7.15–25. En todos nosotros hay una naturaleza que
nos pide: 'Haz lo bueno', pero también hay otra que nos arrastra hacia abajo. Por eso es bueno avanzar al capítulo 8 de
Romanos, donde Pablo habla de liberación: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” V. 1.
El Salmo 51 es conocido como la oración de David pidiendo perdón después de haber cometido los pecados
de adulterio y asesinato. En otro salmo, David deja constancia de cómo se sintió durante el tiempo en que trató de
encubrir su pecado: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.” Salmo 32.3. Durante un
año él había tratado de vivir en falsedad, pero después de la confrontación con el profeta Natán, pudo orar de nuevo a
Dios y pedir perdón (Salmos 51.1,2). Al eximir a Dios de culpa y aceptar la suya propia, David fue perdonado (Vv. 3,4).
Ahora bien, recibir perdón de Dios es una cosa; y vencer el pecado, otra. En los versos 5–13 de este salmo
vemos que David clama pidiendo al Señor poder puri cador para superar su debilidad frente al pecado. En esta Escritura
hallamos realmente ocho claves para obtener la liberación del pecado —el poder para vencerlo:

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“He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. 6 He aquí, tú amas la verdad
en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. 7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;
lávame, y seré más blanco que la nieve. 8 Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido.
9 Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. 10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y

renueva un espíritu recto dentro de mí. 11 No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu.
12 Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. 13 Entonces enseñaré a los transgresores tus

caminos, y los pecadores se convertirán a ti.”


Susana Wesley, madre de Juan y Carlos, dejó una impactante de nición sobre el desafío del pecado: “Lo que
quiera que debilite tu razón, endurezca la sensibilidad de tu conciencia, te quite el gusto por las cosas espirituales u
oscurezca tu sentido de Dios, es pecado.”

6. CONCLUSIÓN
Entender el problema es un excelente primer paso hacia su resolución. Nuestro deseo es que esta lección te
ayude a obtener una noción más clara acerca de los importantes desafíos que como líder tendrás que enfrentar, tarde
o temprano. Y si en tu camino ya te has encontrado con alguno de ellos, nuestra invitación hoy es que te detengas
por un momento y consideres cuidadosamente la manera en que has estado tratando de enfrentarlos, así como la
forma en que podrías mejorar.
Como tarea de esta lección, encuentra en tu actitud dos o tres aspectos que tú entiendes que necesitas
cambiar para poder enfrentar mejor los tres desafíos enseñados. También menciona en forma breve los cambios
especí cos que tú emprenderás en tal sentido.

Lección adaptada del libro Actitud de Vencedor, del Dr. John C. Maxwell. Editorial Grupo Nelson, año 1997.

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Lección 6 – Liderazgo de éxito, parte 1


¿Qué es el éxito en el liderazgo? ¿Qué nos dice la Palabra de Dios sobre el mismo? ¿Cómo podemos vencer
los obstáculos que se presentan en nuestra carrera de liderazgo?

1. INTRODUCCIÓN
El nado obispo Leonardo Sepúlveda, misionero de nuestra iglesia en Centro y Sudamérica, solía referirse al
éxito y a los logros en el ministerio así: “Es más fácil nadar en las aguas de las críticas que nadar en las aguas de los
aplausos. Las críticas te llevarán a buscar más de Dios, pero los aplausos te pueden confundir.” Esta es una gran verdad
que tenemos que considerar todos aquellos que hemos sido llamados de parte de Dios para servir en el ministerio.

2. DECISIONES DIFÍCILES Y OBSTÁCULOS


El hablar del éxito ministerial y cómo alcanzar el mismo indiscutiblemente nos conecta a otros temas, tales
como los fracasos, los miedos, las metas, los esfuerzos, las decisiones difíciles, etc. ¿Y qué es el éxito? Ciertamente no es
la ausencia de esas cosas, sino el haber aprendido a enfrentarlas; haber encontrado la manera de vencer los obstáculos.
Con frecuencia hago uso de dichos populares que me han servido bastante en la vida ministerial; por ejemplo
uno que dice: “No hay peor gestión que la que no se hace”. U otro que dice: “No se equivoca el que no hace nada.”
También se dice que “es mejor intentar y fracasar, que no intentar por miedo a fracasar.”
En muchas ocasiones, cuando he tenido que tomar decisiones difíciles, he procurado dejar que sea la Palabra
del Señor la que guíe mis pasos, y no mis emociones. Por supuesto que también he sentido y todavía siento “nudos en
el estómago”, pero es aquí donde la fe en Dios y en Su Palabra juega un papel muy importante en nuestra vida.
Todos los líderes tenemos que tomar decisiones, algunas sencillas y otras no tanto; pero sea como sea, hay
que tomarlas. Y todas esas decisiones sencillas o difíciles, presentarán obstáculos. Aprender a superar esos obstáculos es
clave para el éxito en el ministerio y el liderazgo.
Pablo decía: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4.13. No obstante, animarse a tomar
decisiones por no temer al fracaso, o por creer que “todo es posible en Cristo”, se vuelve peligroso si se hace sin oración o
sin la guía divina. Se necesita madurez y a veces una segunda opinión. En ocasiones, la mejor decisión es no decidir.
Pero también debemos entender que los riesgos son necesarios para lograr los objetivos en la vida ministerial.
Las personas no son recordadas por el número de veces que fracasaron, sino por el número de veces que tuvieron éxito.
Pero no podemos ignorar los fracasos, o las veces que las cosas no salieron como nosotros queríamos.
El hombre que alcanza el éxito, ha aprendido a ver los fracasos como maneras de no hacer las cosas; es decir
que ha aprendido de sus errores. El verdadero fracaso llega cuando el ministro o líder toma la decisión de no intentar
más, y se rinde ante los errores. El hombre de éxito llama a sus fracasos experiencia.
Entonces, ¿será el éxito la ausencia de fracasos? No, y mil veces no. El éxito en el liderazgo es la actitud de no
a ojar, de no rendirse, de seguir un poco más, de no quedarse cómodo; es más que todo el espíritu de “estirarse” para
conseguir algo más.

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En Filipenses 3.12–15, Pablo dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que
prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús. 15 Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también
os lo revelará Dios.”
¡Qué tremenda declaración la del Apóstol! Un hombre de Dios que tenía todas las credenciales para quedarse
estático, o disfrutando de las cosas que ya había logrado y que, sin embargo, no se conformó ni con sus logros ni con sus
victorias. Él siempre quiso más.
El verbo “asir” del griego katalabo, signi ca tomar posesión de algo o agarrar algo, pero con esfuerzo. El
concepto usado aquí por el Espíritu Santo, es el de alguien que se está “estirando” para alcanzar algo. Es como que los
dedos ya lo están tocando, pero necesita un poquito más. Está allí, pero se necesita un poco más de esfuerzo –estirarse–
para lograr lo que se desea.
En efecto, ese es el éxito que nos llega desde las páginas sagradas. Es tener esa constante inspiración y
deseo de lograr algo más. No necesariamente porque queremos “lucirnos” o ser mejores que los otros, sino porque
hay un sueño, una visión que es más grande que nosotros, que viene de Dios y que siempre nos mueve a hacer más;
pero más para Su gloria.

3. ¿CÓMO SE MIDE EL ÉXITO?


En sus cartas a Timoteo, el apóstol Pablo habla de las cualidades que deben mostrar los líderes en la Iglesia y
luego menciona las cualidades que Timoteo debía mostrar como líder. Si tomáramos esos consejos paulinos como una
vara de medir, entonces diríamos que el éxito en el liderazgo es alcanzar y mostrar todas esas cualidades.
Lamentablemente, en la actualidad las cosas se miden de otra manera. Ahora el éxito se mide con números,
cantidades y tamaños. Al respecto, dice John MacArthur: “Hoy en día se alimenta los peores aspectos de la cultura de la
celebridad del “evangelicalismo”, ya que la supuesta calidad del ministerio de un pastor se mide con la venta de libros,
apariciones en televisión y seguidores de Twitter o Instagram. Cuando la popularidad es la vara de medir para el éxito en
el ministerio, nada es más importante que el tamaño de la multitud que un pastor atrae”.
Si el tamaño del edi cio o la cantidad de personas realmente demuestra el verdadero éxito ministerial,
pudiéramos decir que más del 90% de los pastores de todas las iglesias ha fracasado. El Instituto Barna, de los Estados
Unidos, dice sobre esto:
“Un análisis de las iglesias en EE.UU. arrojó estas cifras: una Iglesia protestante típica tiene un promedio de 89
adultos en asistencia los domingos. En total, el 60% de las iglesias tienen una asistencia menor de cien adultos los
domingos. Menos del 2% llega a una asistencia de mil adultos. En relación al lugar en que los adultos se congregan, el
41% se congrega en iglesias de menos de cien miembros, mientras que el 12% asiste a iglesias de mil o más
miembros.”

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Por esta mentalidad de números y tamaños, los que han demostrado su capacidad para llenar los asientos son
vistos como los “gurús” del ministerio; con muchos otros que acuden a sus conferencias de liderazgo para aprender
cómo ellos también pueden construir un “imperio” del ministerio.
Es por eso que los modelos de Willow Creek, Saddleback, Hillsong y otros son tan in uyentes; porque el éxito
en el ministerio hoy se asocia más que todo con mucha gente en la iglesia y buenos números en general. Con esto no
queremos decir que el crecimiento numérico no importa. Lo contrario es lo cierto: sí importa. Pero los números por sí
solos son una medida ine caz para medir el éxito espiritual o ministerial.
Vamos a ilustrar este punto con la historia de Noé y el arca. Noé se volvió conocido por la construcción del arca;
pero él no sólo hizo un barco. La Escritura lo describe más bien como “un pregonero de justicia”. Sin embargo, y a pesar
de que predicó la verdad y advirtió del juicio de Dios por más de un siglo, él nunca vio a una persona venir a la fe y al
arrepentimiento. Entonces, ¿signi ca la falta de convertidos que Noé fracasó?
Podríamos hacer la misma pregunta con respecto a muchos de los profetas del Antiguo Testamento. Jeremías,
por ejemplo, experimentó décadas de rechazo casi total de Israel. ¿Fue inútil su ministerio entonces? El mismo Cristo
diezmó Su gran número de seguidores, alejándolos al enseñar algo demasiado difícil e impactante.
Nunca cuestionaríamos el valor de los ministerios de héroes bíblicos, y mucho menos el del Señor Jesucristo,
pero mediante los criterios numéricos de hoy día, éstos no serían consideradas exitosos. Podemos decir entonces que los
números no son una medida precisa del éxito en el ministerio. No debería ser una sorpresa que el criterio de Dios sea
tan diferente del que aplicamos nosotros en este tema. Y, ¿cuál es la vara de medir que Dios usa para sus siervos?
• Fidelidad al Evangelio y a lo establecido por la Iglesia.
• Enseñanza integral de los valores y requisitos bíblicos para la Salvación.
• Una vida acorde al llamado de Dios.
Cuando estos elementos están presentes en un pastor, ministro o líder, el éxito está garantizado,
de nitivamente. Así que, debemos medir el ministerio de alguien, no por la cantidad de gente que llega al servicio o al
grupo celular, sino por cuán semejante a Cristo es dicha gente. Esta es la única vara de medir: ¿Han llegado a la medida
de la estatura de la plenitud de Cristo? Y sólo hay una herramienta para tal medición: la Palabra de Dios.
En de nitiva, el éxito de un líder se mide por la madurez de su gente: “…que todos lleguemos a la unidad
de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la
verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo.” Efesios 4.13–15.

4. FRASES DE ÉXITO
El conferencista José María Vicedo, uno de los oradores motivacionales más destacados de este tiempo,
realza en su libro “El plan de los 50 días” la actitud de vencedor en aquellos hombres y mujeres que tienen o aspiran
a un liderazgo fructífero. Allí, él presenta diez frases, proverbios y dichos muy interesantes en relación al éxito.

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“El éxito no está en vencer siempre, sino en no desanimarse nunca.” –Napoleón Bonaparte. “No mido el éxito
de un hombre por la altura que es capaz de subir, sino por lo alto que rebota cuando toca el fondo.” –George S. Patton.
“El fracaso es un requisito para el éxito. Si quieres triunfar rápido, duplica el número de tus fracasos.” –Brian Tracy.
“No hay atajos para conseguir el éxito. Empieza antes, trabaja más duro, termina más tarde.” –Brian Tracy. “El éxito
consiste en hacer cosas ordinarias de manera extraordinaria.” –Jim Rohn. “He fallado una y otra vez en mi vida. Esa es la
razón principal de mi éxito.” –Michael Jordan. “Los grandes logros nacen de grandes sacri cios, y nunca son fruto del
egoísmo.” –Napoleón Hill. “Éxito es caminar de un fallo a otro sin perder el entusiasmo.” –Winston Churchill. “El éxito
tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano.” –John Fitzgerald Kennedy. “Lo realmente importante no es llegar a la
cima, sino saber mantenerse en ella.” –Alfred de Musset.

5. EL ÉXITO Y LA BIBLIA
En esta sección haremos un breve análisis bíblico de lo que produce el verdadero éxito en el ministerio. Vamos
a re exionar sobre diez versículos bíblicos, para que nos guíen en este asunto.
Deuteronomio 29.9: “Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que
prosperéis en todo lo que hiciereis.” Josué 1.7–8: “Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer
conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que
seas prosperado en todas las cosas que emprendas. 8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que
de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque
entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” 1º Reyes 2.3: “Guarda los preceptos de Jehová tu
Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de
la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que
emprendas.” 2º Crónicas 26.4–5: “E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había
hecho Amasías su padre. 5 Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y
en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó.” Salmos 1.1–3: “Bienaventurado el varón que no anduvo
en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; 2 Sino
que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. 3 Será como árbol plantado junto
a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.”
Proverbios 3.1–4: “Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza, y tu corazón guarde mis mandamientos, 2 porque
largura de días y años de vida y paz te añadirán. 3 La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a
tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. 4 Y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de
los hombres.” Proverbios 16.3: “Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados.”
Proverbios 22.4: “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.”
Proverbios 28.13: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará
misericordia.” Isaías 33.15–16: “El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de
violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas
sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala; 16 éste habitará en las alturas; fortaleza de rocas será
su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.”

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6. CONCLUSIÓN
Todos estos versículos nos hablan de que la prosperidad y el éxito son consecuencia de algo, no casualidad.
Definitivamente, el éxito está relacionado con la obediencia a la palabra de Dios. Dios no está obligado, ni puede
bendecir a alguien que vive en constante desobediencia. En otras palabras, existe un precio para alcanzar el éxito; un
precio que muchas veces es alto. Y hay tres virtudes, como mínimo, que deben caracterizar al líder para que pueda
tener éxito en su vida personal y ministerial. Hablaremos de ellas en nuestra próxima lección.
Como tarea para esta lección, escribe con tus propias palabras dos frases sobre el éxito.

Lección adaptada de una conferencia dictada por el Dr. John Fortino, Presidente de la Asamblea Apostólica
de la Fe en Cristo Jesús.

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Lección 7 – Liderazgo de éxito, parte 2


¿Cuáles son las tres principales virtudes que necesitamos para tener un liderazgo exitoso? ¿Por qué fracasan
muchas personas, si han tenido las mismas oportunidades que otras que triunfan?

1. INTRODUCCIÓN
En la primera parte de este tema consideramos algunas definiciones del éxito en el liderazgo y aprendimos
que la mejor manera de medir el mismo no es con los fríos números sino observando cuánta madurez tiene la gente
que nos sigue; en otras palabras, cuánto se parecen estas personas a nuestro Señor Jesucristo. También leímos varios
versículos bíblicos donde la prosperidad y el éxito son asociados fuertemente a la obediencia a la palabra de Dios. Y
concluimos diciendo que hay al menos tres virtudes que todo líder debe tener para poder alcanzar el éxito en su vida
personal y ministerial. En la presente lección estudiaremos estas virtudes, comenzando por la humildad.

2. HUMILDAD
Ya dijimos que es mejor enfrentarnos a la crítica que a los aplausos, pues la crítica nos pone de rodillas,
mientras que los aplausos pueden producir orgullo y vanagloria en nosotros. Los hombres tenemos la tendencia a ser
soberbios. La humildad no es una posesión natural de los seres humanos. Es algo que nos cuesta adquirir, mostrar y
practicar. En las Escrituras vemos que, cuanto más se enorgullece el hombre por sus logros, menos aceptación divina
tiene. Así que, en la conquista del éxito, debemos considerar seriamente este factor llamado humildad. El Rabí
Shlezinger, llama al factor humildad “el vínculo esencial para mantener el éxito”. Esto signi ca que cuanto más éxito
tengamos, más humildes debemos ser. ¡Qué diferencia hay entre esta declaración y el consenso del mundo!
Nuestro Señor Jesucristo habló mucho acerca de la humildad que debe caracterizar a sus seguidores: “En
aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas
cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26 Sí, Padre, porque así te agradó. 27 Todas las
cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino
el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os
haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” Mateo 11.27–30.
En esta declaración magistral de nuestro Señor Jesús, observamos que lo más importante es tener un balance
entre lo que hacemos y lo que somos. Muy probablemente aquí radica el problema más común y grave en la vida del
líder que tiene éxito o está comenzado a ver el fruto de su labor en Cristo. De repente Dios comienza a usar su vida. De
pronto comienzan a suceder milagros de sanidades y conversiones. Todo está caminando sobre ruedas. Pero de repente
también comienzan a llegar pensamientos de autosu ciencia y autosatisfacción. El ego humano empieza a “in arse” y el
ministro comienza a creer que es imprescindible y que sin él no se puede llevar a cabo el trabajo.
Nabucodonosor era un monarca que había llegado a la cúspide del éxito humano. Todo lo que deseaba estaba
al alcance de su mano. Nada le quedaba por conquistar; era el rey del mundo antes conocido. No obstante, cometió un
gran error: pensó que todo lo había logrado solo, que no necesitaba de nadie. Hasta llegó a pensar que era un dios…

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Bueno, la historia de Daniel 4 dice que Nabucodonosor terminó siendo todo lo contrario: un animal salvaje,
de aspecto grotesco; un enfermo mental. Nabucodonosor se olvidó de reconocer con humildad Quién lo había
ascendido y Quién le había dado semejantes poderes; así que, por siete largos años vivió de aquella triste manera…
hasta que la razón le fue devuelta y él dijo una frase que se inmortalizó:
“Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije
al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las
edades. 35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el
ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? 36 En
el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a
mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue
añadida. 37 Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son
verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.” Daniel 4.34–37.
Como vemos en este pasaje, existe un fuerte vínculo, una relación estrecha, entre el éxito y la humildad.
Dios no puede bendecir a alguien que no sabe cómo manejar los logros y los elogios. Si tú le das a un niño pequeño
un kilogramo de chocolates, todo de una vez, y luego le dices: “Come estos chocolates de a poco; sólo uno por día”,
¿qué sucede? Sabemos que el niño no va a resistir la tentación y comerá imparablemente hasta enfermar. De la
misma manera, Dios no puede darle éxito “de golpe" a un líder, excepto que éste se haya preparado espiritualmente
para el mismo.
Otro relato bíblico digno de mencionar es la historia de Mardoqueo; un hombre judío que amaba a Dios y a su
pueblo; un adorador el. Su enemigo Amán, enojado porque Mardoqueo no le hacía reverencia ni se arrodillaba como
los demás cuando él pasaba, se encendió en celo y odio de muerte contra él. Amán planeó la muerte de Mardoqueo y
fue al palacio del rey para salirse con la suya. Pero en medio de aquel complot, Nabucodonosor perdió el sueño y pidió
que le trajeran las crónicas, para leerlas y quedarse dormido. Cuando leyeron de la hazaña de Mardoqueo que había
salvado la vida del rey, éste preguntó cuál había sido la recompensa para aquel hombre. Le respondieron: “Ninguna”.
Justo en ese momento se oyeron ruidos en el patio del palacio y el rey quiso saber quién era. Le dijeron: “Tu
siervo Amán”. El rey lo mandó llamar y le preguntó: “¿Qué debo hacer con un hombre a quien el rey desea honrar?”
Ester 6.6. Amán pensó que se referían a él y le indicó al rey cómo se lo debería honrar, pero se quedó de una pieza al
escuchar a Nabucodonosor decir que la honra no era para él sino para Mardoqueo. Aún más: el rey le ordenó al propio
Amán que todo cuanto había sugerido como honra, lo hiciera con Mardoqueo:
“Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así
con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real; no omitas nada de todo lo que has dicho. 11 Y Amán tomó
el vestido y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo condujo a caballo por la plaza de la ciudad, e hizo pregonar
delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.” Vv.10–11.

3. OBEDIENCIA
Todo cuanto hagamos en el liderazgo, para que resulte exitoso, tiene que estar directamente relacionado con
nuestra disposición de obedecer a Dios y a Su Palabra. Allí está la clave del éxito no sólo en la Iglesia, sino en todo lo que
hacemos en nuestra vida.

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“Acontecerá que, si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos
sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la
tierra. 2 Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.”
Deuteronomio 28.1,2.
El Señor desea que prosperemos. Él quiere que seamos personas de éxito y para que eso suceda la obediencia
a Su Palabra es crucial. ¿Qué líder no ha titubeado, o no ha tenido un momento de duda respecto de la Palabra de
Dios? ¡Pues todos! Todos hemos tenido momentos donde parece que Dios nos está pidiendo algo que no tiene sentido,
algo que no deberíamos hacer…
A Abraham le dijo que sacri cara a su hijo (Génesis 22). A Samuel le dijo que ungiera al hijo menor de la casa
de Isaí como rey, cuando todos ignoraban al muchacho (1º Samuel 16). A Josué le dijo que rodearan la ciudad de Jericó
siete veces para que sus muros cayeran (Josué 6). A Gedeón le redujo el ejército para asegurar la victoria (Jueces 7). A
Pedro le dijo que saliera a pescar otra vez, después de que éste había estado intentando toda la noche (Lucas 5). A sus
discípulos les dijo que permanecerían en el lugar donde estaban dos días más, después de que se enteraron de la
muerte de su amigo Lázaro (Juan 11). A Pablo le dijo que se mantuviera en la nave, mientras todos querían saltar del
barco que se hundía (Hechos 28).
Esta es una particularidad de todos los hombres que Dios ha usado en la historia: ellos no son súper hombres,
pero se destacan por su obediencia a Dios. Tú llegarás a tener tus propias experiencias, algo que deberás ir aprendiendo
“en la marcha”. Para ello, necesitas conocer muy bien la voz del Señor; y eso se logra solo en la intimidad con Él.

4. ACTITUD
En su libro “Be Happy Attitudes” —en Español “Actitudes para ser feliz”— que en la década de los 80 se convirtió
en un clásico, el Dr. Robert Schuller hace una declaración sorprendente acerca de las ocho maneras en que se puede
alcanzar la felicidad o el éxito, independientemente de las circunstancias. Todo está relacionado con la actitud con que
nosotros vemos el problema o las cosas que nos suceden en el liderazgo; y no se trata de quedarse sentado esperando
que algo bueno suceda, sino de ir desarrollando una actitud de triunfador ante cualquier circunstancia. Esto sólo se
consigue por medio de la fe en Dios. Como hemos oído tantas veces: “No es tu aptitud, sino tu actitud, lo que determina
tu altitud.” En otras palabras, no es tu capacidad, ni tu habilidad lo que determina cuán alto puedes llegar, sino tu
manera de responder a los desafíos.
De la historia de Moisés cuando envió los doce espías para reconocer la tierra prometida, en Números 13 y 14,
se desprenden tres principios de éxito. Éstos fueron aplicados por dos de los doce espías –Josué y Caleb– cuando
tuvieron que enfrentar a una multitud que les era contraria.
1. Tu actitud al comenzar determinará si finalizas con o sin éxito. De los doce espías, diez regresaron
con un reporte muy negativo; mientras que Josué y Caleb dieron uno totalmente opuesto:
“Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.”
2. Tu actitud determina si serás un vencedor o un fracasado. Los diez espías dijeron: “No podremos
subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros… Esa tierra se traga a sus

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moradores… los hombres son de grande estatura… Éramos nosotros, a nuestro parecer,
como langostas; y así les parecíamos a ellos.” Números 13.31–33.
3. Tu actitud determina si los problemas son oportunidades o gigantes. Mientras todo el pueblo
quería apedrear a Josué y Caleb, ellos mantuvieron una actitud de triunfadores diciendo: “No
seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los
comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no
los temáis.” Números 14.8.
En de nitiva, la actitud del líder es una de sus armas más poderosas, así que tú no te des por vencido tan
fácilmente. Cuando no puedas cambiar la situación enfrente de ti, simplemente cambia tu actitud.

5. FRACASADOS VERSUS EXITOSOS


Dios no tiene nietos. Él tiene solamente hijos e hijas. Todos somos iguales delante de Él, porque Él no hace
acepción de personas. Todos tenemos el mismo privilegio y la misma oportunidad. Aunque las razas y las culturas sean
diferentes, todos venimos de una misma sangre y todos tenemos las mismas posibilidades de alcanzar el éxito en la vida
y en nuestros respectivos liderazgos. La diferencia entre fracasados y exitosos es que los últimos han buscado y hallado
el camino, y se han puesto a andar por él; mientras que los primeros se han conformado con el estado o situación en que
estaban y no quisieron “correr riesgos”. Por eso ellos se pierden de las grandes bendiciones que Dios les preparó.
Muchos que fracasan sólo esperan que “algo suceda” en sus vidas. Nada diferente va a suceder en tu vida si siempre
haces lo mismo, si nunca cambias nada. Tú tienes que con ar en el Señor y hacer hasta lo imposible para alcanzar lo
posible; ver lo invisible y hacerlo visible.

6. CONCLUSIÓN
La vida de un líder de éxito está llena de situaciones complicadas, pero también de victorias. Es una vida
emocionante. No hay tiempo para aburrirnos cuando tenemos una visión clara de lo que Dios quiere hacer con nuestra
vida. Dios nunca deja de sorprendernos. Siempre están sucediendo cosas inesperadas, a veces para motivarnos y a veces
para desa arnos, pero siempre para hacernos crecer.
Jorge III, el rey de Inglaterra, hacía notas en su diario cada día. El 4 de julio de 1776 hubo una única entrada:
“Nothing important happened today” (nada importante ha sucedido hoy). Ese día se rmó la Declaración de
Independencia de los Estados Unidos al otro lado del Atlántico… ¿Cuántas cosas importantísimas pasan en nuestras
vidas que no aprovechamos o ni siquiera percibimos?
¡Te deseamos mucho éxito, en el nombre de Jesús!
Escoge una de las tres virtudes estudiadas en la lección y escribe un breve comentario sobre ella.

Lección adaptada de una conferencia dictada por el Dr. John Fortino, Presidente de la Asamblea Apostólica
de la Fe en Cristo Jesús.

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Lección 8 – Líderes positivos entre gente negativa


¿Por qué es importante que derrotemos el negativismo? ¿De qué manera lo podemos hacer? ¿Qué pasos
debemos dar en nuestro liderazgo para pasar del pensamiento negativo al positivo?
2ª Corintios 10.5: “Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”

1. INTRODUCCIÓN
En un mundo cada vez más lleno de malas noticias, el Evangelio —cuyo significado es “buenas nuevas”—
nos reta a pensar positivamente. Esto es absolutamente necesario, pues nuestros pensamientos determinan y gobiernan
nuestras acciones. Pensamientos negativos producen acciones negativas y pensamientos positivos, acciones positivas.
¡Estamos donde estamos y somos lo que somos por los pensamientos que han dominado nuestras mentes!
Una firma investigadora preguntó a un grupo de personas acerca de lo mejor que les había sucedido en los
últimos cinco años. El 12% de las personas encuestadas respondió: “Nada”. Tristemente, existe ese tipo de persona
que, cuando ve a un optimista, piensa: “Él es así porque no tiene experiencia. Ya se encontrará con la dura realidad;
ya aprenderá.” Esta gente, cuando tú le das a elegir entre dos males, te dice: “¿Puedo quedarme con los dos?” Estas
personas no han leído, o no quieren hacer caso de las palabras del apóstol Pablo en 2ª Corintios 10.5.

2. UN MUNDO PLANO
Hay un tipo común de negativismo al que llamaremos “mundo plano”. Una persona de “mundo plano” vive
condicionada por su conocimiento sesgado y las experiencias tristes de su pasado. Debido a lo que le sucedió, la persona
acepta como un hecho cosas que no son verdad, y permite que eso dirija su pensamiento.
En 1490, la reina Isabel y el rey Fernando de España contrataron a un comité real para que estudiara el
proyecto de Cristóbal Colón de encontrar una ruta nueva y más corta hacia las legendarias Indias. El comité, un
impresionante panel de expertos dirigidos por destacados geógrafos y eruditos de España, examinó los planes de Colón
y presentó sus conclusiones al rey y a la reina: el proyecto no podía ser llevado a cabo. “Totalmente imposible”,
escribieron. Afortunadamente Isabel, Fernando y, lo que es más importante, Colón mismo, ignoraron a los expertos.
Colón consiguió el nanciamiento para su viaje, pero entonces tuvo problemas para convencer a su tripulación
de navegar alrededor del mundo. ¿Por qué? Porque la gente de ese entonces creía que la Tierra era plana. El mundo
creía eso y no estaba receptivo a otras posibilidades. Finalmente la Niña, la Pinta, y la Santa María se hicieron a la mar, y
en pocos años se descubrió que “el mundo plano” era redondo en realidad.
A principios del siglo XX se dijo que los experimentos de aviación eran un desperdicio de tiempo y de dinero.
El “optimista” Thomas Alva Edison trató de persuadir a Henry Ford para que abandonara su idea de un motor para
automóvil. Los “expertos” le dijeron a Benjamín Franklin que dejara todas esas “tontas pruebas” con la luz. Madame
Curie fue obligada por otros expertos a olvidar la idea “loca” del radio.

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Nuestras suposiciones aceptadas o prejuicios entorpecen la creatividad y frenan la realización de nuestro


verdadero potencial. Cuando estamos condicionados a verdades conocidas y cerrados a nuevas posibilidades positivas,
sucede lo siguiente: (1) Vemos lo que esperamos ver, no lo que podemos ver. (2) Oímos lo que esperamos oír, no lo que
podemos oír. (3) Pensamos lo que esperamos pensar, no lo que podemos pensar. (4) Sucede lo que esperábamos que
sucediera, no lo que pudo haber sucedido. Job lo reconoció: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, y
me ha acontecido lo que yo temía.” Job 3.25. ¿A qué le temes tú? ¿Estás esperando que algo negativo te suceda?

3. EL PENSAMIENTO NEGATIVO
Una de las historias más tristes de la Biblia es la del fracaso de Israel para entrar en la tierra prometida. De
acuerdo con Números capítulos 13 y 14, doce espías fueron enviados a Canaán para traer información a Moisés. Estos
espías estuvieron en los mismos lugares, al mismo tiempo, pero volvieron con diferente opinión. Para Josué y Caleb
la tierra prometida era todo lo que Dios dijo que sería: “Ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella.”
Números 13.27, dijeron ellos. Pero los otros diez espías entregaron un informe negativo…
Vv. 28–29: “El pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y
también vimos allí a los hijos de Anac. 29 Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan
en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán.” Números 14.1,2: “Entonces toda la
congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. 2 Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón
todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto
ojalá muriéramos!” ¡Cuán dañino es el pensamiento negativo!
(1) El pensamiento negativo nubla la vista. Los diez espías tenían la vista nublada. Cuando tenemos
la vista nublada estamos tensos en vez de relajados. Un comentario que oímos a menudo entre
estudiantes es: “Espero que en el examen no me hagan esta pregunta. Estoy seguro de que no
podría contestarla”. Comienza el examen y como se esperaba, allí está la pregunta, seguida del
resultado negativo que se esperaba. ¿Accidente? No. Profecía cumplida. Fuiste negativo frente a
la pregunta, declaraste tu temor y respondiste de acuerdo a eso. La próxima vez que estudies
para un examen di: “Si habrá un momento en que recuerde mejor esta pregunta, será cuando
rinda mi examen”.
(2) El pensamiento negativo limita a Dios. En Israel, los hombres dijeron: “No podremos subir
contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.” Números 13.31. Aquí tenemos un
ejemplo de cómo un informe negativo puede limitar a Dios; y sin Dios siempre es muy difícil,
por no decir imposible. La Ley de Murphy dice: “Nada es tan fácil como parece; todo lleva más
tiempo del que imagino; si algo puede salir mal, saldrá, y en el peor momento posible”.
Cambiemos eso a: “Nada es tan difícil como parece; todo es más gratificante de lo que espero;
si algo puede salir bien, saldrá, y en el mejor momento posible”. Jesús dijo: “Mi yugo es fácil,
y ligera mi carga.” Mateo 11.29–30. Y Pablo proclamó: “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece.” Filipenses 4.13. ¿Por qué no dices tú lo mismo?

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(3) El pensamiento negativo saca todo fuera de proporción. “Y hablaron mal entre los hijos de
Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para
reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de
ella son hombres de grande estatura. 33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza
de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les
parecíamos a ellos.” Vv. 32,33. Aquí vemos cómo los espías continuaron exagerando. Algunas
personas tratan el problema de un techo con goteras como si fuera un huracán. Todo es una
dificultad grande. No encuentran una solución a cada problema, encuentran un problema en
cada solución. ¿Está bien que le digamos a Dios lo grande que es nuestro problema? Sí. Pero
no nos quedemos ahí. También digámosle al problema cuán grande es nuestro Dios.
(4) El pensamiento negativo es contagioso. En Números 14, el negativismo alcanza su máxima
expresión, ya que ha sido contagiado a todo el pueblo: “¿Y por qué nos trae Jehová a esta
tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No
nos sería mejor volvernos a Egipto? 4 Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y
volvámonos a Egipto.” Vv. 3,4. Israel deseó primero la muerte en medio del desierto; y
después, volver a la esclavitud. Pensemos. ¿Qué es lo que estamos propagando a otros? ¿Ha
cambiado nuestra conversación la actitud de alguien? ¿Cómo la ha cambiado? ¿Somos una
buena o una mala influencia para nuestros seguidores?
(5) El pensamiento negativo estorba a los demás. En Números 14.6–10 Caleb y Josué “rompieron
sus vestidos [en señal de desesperación] 7 y hablaron a toda la congregación de los hijos de
Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera
buena. 8 Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará;
tierra que fluye leche y miel. 9 Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al
pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha
apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis. 10 Entonces toda la multitud
habló de apedrearlos…” ¡La multitud quería matar a Caleb y Josué! Así piensa y actúa la
gente del “mundo plano”. En la iglesia, en el grupo celular, en el trabajo, en la escuela, y en
casi cualquier parte encontraremos personas así, con un pensamiento que no ha sido puesto
bajo el señorío de Cristo. Por eso vienen con piedras en las manos; para estorbar lo que Dios
quiere hacer. Nunca nos sumemos a personas de este tipo.

4. UN CAMBIO DE “POLO”
En un mundo plano todos piensan igual; en uno redondo encontramos un polo negativo y uno positivo.
¿Podemos ir de un polo al otro? ¿Podemos convertirnos en personas positivas? Sí, y el apóstol Pablo nos traza el mapa
preciso para conseguirlo: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo
lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en
esto pensad.” Filipenses 4.8. De esta escritura obtenemos siete pasos para ir del polo negativo al positivo:

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1. Identifica y cuestiona pensamientos que hay en ti que son del “mundo plano”.
2. Analiza, ¿cuál es la fuente de esos pensamientos?
3. Rechaza cualquier afirmación negativa de personas negativas.
4. Busca personas positivas que puedan ayudarte.
5. Lee la Biblia, especialmente el libro de Salmos.
6. Llénate del poder del Espíritu Santo por medio de la oración constante.
7. Alaba y agradece a Dios en todo tiempo.
“Vosotros [los diez espías pesimistas y toda la gente que les creyó] a la verdad no entraréis en la tierra,
por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo
de Nun.” Números 14.30. “Y los varones que Moisés envió a reconocer la tierra, y que al volver habían hecho
murmurar contra él a toda la congregación, desacreditando aquel país, 37 aquellos varones que habían hablado
mal de la tierra, murieron de plaga delante de Jehová. 38 Pero Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone
quedaron con vida, de entre aquellos hombres que habían ido a reconocer la tierra.” Vv. 36–38. ¡Las personas de
pensamiento positivo hacen la diferencia en todo lugar y circunstancia!

5. CONCLUSIÓN
Una mente de “mundo plano” nos hace dormir sobre él. Una mente de “mundo redondo” nos mantiene
moviéndonos alrededor de él. Preguntémonos ahora con sinceridad: ¿Somos gobernados por pensamientos
positivos o por pensamientos negativos? Y ¿qué tipo de liderazgo estamos ejerciendo? ¿Uno pesimista o uno
optimista? Si aún ejercemos el primero, tomemos ahora la firme decisión de cambiarnos al segundo. Permitamos a
Jesús transformar nuestros pensamientos y llevarlos cautivos a Su obediencia, cumpliendo así el propósito de Dios
en nuestra vida. Pongamos a partir de ahora toda nuestra fe y confianza, no en nosotros ni en las circunstancias
difíciles que nos rodean, sino en Cristo. Amén.
Como tarea para esta lección, identifica y describe dos pensamientos del “mundo plano” que hayas logrado
descubrir en ti. Luego explica por qué entiendes que se trata de pensamientos equivocados y finalmente menciona lo
que harás para reemplazarlos por pensamientos positivos.

Lección adaptada del libro Actitud de Vencedor, del Dr. John C. Maxwell. Editorial Grupo Nelson, año 1997.

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Lección 9 – Cómo motivar a nuestra gente


¿Cómo podemos ayudar a nuestra gente a través de la motivación? ¿Cómo motivar a las personas de manera
correcta y evitar errores que podrían ser contraproducentes en ese sentido?
Filipenses 2.18–20: “…gozaos y regocijaos también vosotros conmigo. Espero en el Señor Jesús
19

enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado; 20 pues a
ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros.”

1. INTRODUCCIÓN
Uno de los mayores desafíos que todo líder enfrenta es el de mantener motivada a su gente. Todo líder
lucha para conseguir y dar motivación a quienes le siguen. La motivación y el entusiasmo son bastante difíciles de
conseguir, y fácilmente se pueden perder. Ciertamente, vencer la inercia y poner en acción a los que están bajo
nuestro cuidado constituye un gran reto, por aquella ley de que siempre resulta más fácil dirigir un objeto que ya
está en movimiento, que darle movimiento a un objeto detenido.
Los líderes debemos estar siempre más interesados en el desarrollo y la motivación de las personas que en
las habilidades que puedan tener, ya que ni todas las habilidades del mundo ayudarán a alguien que carece de
motivación. En esta lección estudiaremos la importancia de emplear la motivación para con los nuestros; y
compartiremos ocho maneras en que podemos hacerlo de modo tal que ayudemos a nuestra gente a servir más
eficazmente en la obra de Dios.

2. MOTIVACIÓN INTRÍNSECA Y EXTRÍNSECA


Antes de mirar algunos conceptos que in uyen en la motivación de las personas, debemos de nir claramente
lo que es un motivo. Motivo es ese factor en alguien que le impulsa a tomar una acción determinada. Dentro de este
concepto podemos encontrar dos clases de motivaciones: la motivación extrínseca, que proviene de las cosas que nos
rodean; y la motivación intrínseca, que proviene de nosotros mismos. Evidentemente, las motivaciones intrínsecas son
más importantes que las extrínsecas, ya que se producen dentro del individuo, a nivel mental y emocional.
Muy a menudo, bajo motivaciones o factores extrínsecos, el individuo decide hacer algo, pero sólo por la
presión que se está ejerciendo sobre él y no porque realmente lo desee. Este sería el caso de alguien que sirve en la
escuela de niños de su iglesia sólo “porque nadie más lo quiere hacer”. Si esta persona tuviera en cambio una
motivación intrínseca, enseñaría a los niños porque siente que eso es lo que realmente desea hacer. Es por esta razón
que el líder que va a ser e caz en su ministerio debe aprender a desarrollar las motivaciones intrínsecas de su gente.
Con lo anterior no estamos diciendo que hay que desechar todo uso de motivación externa. Las motivaciones
extrínsecas son de mucho valor también, pero sólo cuando sirven para despertar las motivaciones intrínsecas del
individuo. Lamentablemente, muchas veces se hace uso de motivaciones externas sin que éstas apelen a las internas de
la persona; y en esos casos el resultado es el mismo casi siempre: el individuo pronto deja de hacer las cosas; o las sigue
haciendo por algún tiempo, pero sólo por obligación y de mala gana.

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Una de las motivaciones extrínsecas más comúnmente usadas es la de dar premios a cambio de ciertas
acciones. Le prometemos a la persona que si hace determinada tarea recibirá tal o cual recompensa. El problema con
este enfoque es que, en cuanto desaparece el premio, la persona abandona o descuida la tarea. La prueba contundente
que siempre desvela que una motivación extrínseca ha sido buena es observar si ha ayudado al individuo a convertirse
en una persona de iniciativa; esto es, alguien que busca emprender nuevas actividades por sí solo, sin esperar
recompensa. Veamos ahora ocho formas de hacer un mejor uso de las motivaciones en nuestro liderazgo, a n de ayudar
a nuestra gente a servir y ministrar al Señor de una manera más espontánea y e caz.

3. EXPONGAMOS A LAS PERSONAS A LA REALIDAD


La mejor forma de motivar para una tarea a una persona es haciéndole comprender la necesidad de la misma.
Y ¿cómo se consigue esto? Exponiéndole a la realidad de dicha necesidad. Una persona puede responder de mejor
manera a una necesidad que antes ignoraba, después de ser expuesta a la misma. Sería el caso de una persona que no
siente deseos de ayudar a los pobres, porque no cree realmente que eso sea necesario; no cree que el pobre sea “tan
pobre”. Pero si damos a esa persona la oportunidad de ser expuesta a la realidad del pobre, por ejemplo visitando un
barrio carenciado o viviendo por algunos días con una familia pobre, esta persona enseguida verá que las necesidades
son reales e inmensas y que es mucho lo que se debe hacer. Todavía más: hasta es probable que la persona misma
quiera comenzar a hacer algo por esa situación de necesidad.
De la misma manera, no podemos motivar a un individuo a cambiar de actitud o comportamiento si él no
percibe la necesidad de cambiar. Existen multitudes de personas que tienen abundancia de problemas y que nunca
hacen nada al respecto, casi siempre porque no son conscientes de que esos problemas se originan en sus propias vidas.
En tal sentido, nosotros como líderes solemos usar una mala losofía, pues en lugar de trabajar con las personas para
que solucionen sus problemas, muchas veces nos dedicamos a enseñarles cosas que no necesitan en ese momento.
Es como darle a alguien una guía telefónica de la ciudad y pedirle que la memorice “para el día en que instalen un
teléfono en su casa”. Si como líderes cristianos no dedicamos tiempo a enseñar a la gente a resolver sus problemas
reales, los resultados que lograremos serán siempre muy escasos o nulos.
Al observar con cuidado el ministerio de nuestro Señor Jesucristo, vemos inmediatamente que exponer a su
gente a la realidad era una de sus reglas de trabajo. Jesús daba a Sus discípulos su ciente enseñanza como para que
pudieran ser e caces en una situación y luego los mandaba a practicar. Durante la práctica —mientras eran expuestos a la
realidad— se daban cuenta de que les faltaba mucha más preparación. Entonces volvían al Señor llenos de preguntas y
deseos de aprender. Luego el Señor procedía a darles otro poco de preparación y les mandaba otra vez a practicar —a
estar de nuevo expuestos a la realidad— de manera que podemos ver en el ministerio de Cristo un balance perfecto entre
lo que Sus discípulos recibían y lo que deseaban como resultado de su constante exposición a la realidad.
De esto aprendemos que lo que realmente ayuda a motivar a una persona es que conozca la realidad, los
hechos y las circunstancias reales de la vida. Muchas personas necesitan “salir de la burbuja” en que viven. Esto no
solamente es bueno para el individuo porque le ayuda a cambiar, sino también porque le da oportunidades de
desarrollar su sentido de la responsabilidad —le estimula al crecimiento.

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Y esa es, precisamente, nuestra más importante responsabilidad como líderes: hacer que las personas que
servimos desarrollen sus capacidades al máximo. Estemos seguros de que cuanto más invirtamos en motivar a las
personas para que sirvan a Dios, más desarrolladas van a estar. Recordemos esto también: cada vez que le damos a
una persona una responsabilidad que casi no requiere esfuerzo de su parte, ¡le estamos escamoteando una
oportunidad de crecer!
En Lucas cap. 9 vemos que el Señor no se limitó a pedir a Sus discípulos que sentaran a la gente en grupos
(V. 14). Él también les dio una responsabilidad mucho mayor: dar ellos mismos de comer a la multitud (Vv. 13,16).
La impotencia de los discípulos frente a la situación de necesidad les motivó a buscar una solución y a aprender cómo
ministrar adecuadamente ante esa necesidad. Cuando tú veas personas que pueden dar más, recuerda siempre
darles una mayor responsabilidad, para que continúen creciendo.

4. PROVEAMOS ESTÍMULO Y RECONOCIMIENTO


Un segundo método para motivar eficazmente a las personas es proveerles de estímulo y reconocimiento.
A menudo ocurre que las personas se desaniman porque se les está señalando en forma constante lo que hacen mal, en
vez de reconocérseles lo que hacen bien. Las constantes críticas y la falta de reconocimiento tienden a desin ar aún a los
más entusiastas. Un ejemplo muy frecuente de eso es cuando los líderes nos entusiasmamos mucho con lo que nosotros
mismos hacemos, pero sentimos poco o ningún entusiasmo por lo que otros hacen a nuestro alrededor.
Supongamos que un nuevo creyente se nos acerca para mostrarnos una gran verdad que acaba de descubrir
en la Biblia. Su alegría de compartirnos lo que encontró es tal que haría pensar que ni los más grandes teólogos de la
historia lo habían visto hasta ahora. Pero la realidad es que nosotros ya habíamos descubierto esa verdad veinte o treinta
años atrás. ¿Qué hacemos, entonces? ¿Le decimos que ya sabemos eso desde hace mucho tiempo? ¡De ningún
modo, ya que eso le desilusionaría totalmente! Lo que tenemos que hacer es permitir que su entusiasmo nos
contagie. Debemos alentar a la persona a contarnos más acerca de lo que ha hallado. El hecho de mostrarnos
interesados en lo que ella está aprendiendo le motivará a seguir estudiando la Palabra en busca de más verdades. El
estímulo y el reconocimiento hacen que aumente significativamente la motivación de las personas.
La verdadera prueba de la eficiencia de un líder no se encuentra en lo que él sabe o es capaz de hacer, sino
en lo que saben y hacen sus seguidores. Por eso Cristo nos prometió que, como discípulos Suyos, haríamos cosas
mayores que las que Él hizo (Juan 14.12). Sin la adecuada cantidad de reconocimiento y estímulo, nuestra gente
jamás tendrá la motivación para esforzarse en su crecimiento. Para que las personas puedan desarrollar confianza en
sus propias habilidades, nosotros debemos proveerles el estímulo y el reconocimiento que necesitan. Nunca te
olvides de reconocer y estimular a los creyentes que estás formando.

5. SEAMOS UN MODELO PARA ELLOS


Una tercera forma de proveer motivación es por medio de una demostración de cómo deben hacerse las cosas.
El problema de mucha iglesias y grupos celulares es que tienen demasiados líderes que dedican su tiempo a exhortar a
los demás a que hagan cosas, pero nadie se toma el trabajo de explicar y demostrar exactamente cómo deben ser hechas
esas cosas. El exceso de exhortaciones no lleva a la acción, sino a un montón de personas con complejos de inferioridad y

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sentimientos de culpa. La realidad es que casi todos los creyentes saben lo que deben hacer, pero pocos lo hacen debido
a que no se les ha mostrado de qué manera hacerlo.
Por eso es muy importante que en toda oportunidad que tengamos nos concentremos no sólo en exhortar
sino también en explicar y demostrar las cosas. La principal razón por la que en Su ministerio Cristo fue tan e caz en
motivar a los discípulos es que Él jamás les enseñó algo sin demostrarlo primero en Su propia vida. Jesús les exhortó a
amar, porque Él amó primero. Él les exhortó a servir porque antes les sirvió. Les exhortó a predicar porque ya les había
mostrado cómo Él predicaba. Etcétera.

6. IRRADIEMOS ENTUSIASMO
Hablaremos más sobre el contagiar entusiasmo en otra lección, así que ahora sólo diremos lo básico del tema.
En primer lugar, todos podemos motivar a los demás irradiando nuestro entusiasmo personal. Uno de los problemas
más comunes con que nos enfrentamos los líderes cristianos es el de mantener el entusiasmo a través de los años.
Muchas veces parece que nuestro liderazgo se está volviendo una rutina aburrida que ha perdido todo dinamismo. Si tú
te sientes así, es poco probable que logres motivar a la gente de tu grupo celular, pues tu actitud sólo les está diciendo
que la vida cristiana es aburrida.
En cierta oportunidad un pastor fue invitado a hablar en una célula, pero sólo estaban dos personas. Antes
de empezar la reunión, el líder se acercó al Pastor y le dijo: “Este es el problema que tenemos con estas personas;
que no se entusiasman con nada y son incumplidores.” Su actitud demostraba claramente que pensaba que era una
pérdida de tiempo seguir adelante con tan pocos. Luego de la reunión, el líder preguntó al Pastor cuál le parecía que
era el problema. “Si quieres que te sea franco, te diré que tú eres el problema” —le respondió el predicador. La
prueba del verdadero liderazgo de alguien se encuentra en la forma en que dirige una reunión. ¡Su entusiasmo
debe ser tan grande cuando tiene dos personas como cuando tiene cien!
El entusiasmo es contagioso, y si tú quieres motivar a tu grupo tendrás que demostrar abundantes
cantidades de entusiasmo en todo lo que hagas y digas. Irradiar entusiasmo ciertamente requerirá más trabajo y
esfuerzo, ya que debemos estar dispuestos no sólo a hablar sino también a demostrar lo que decimos; pero no
debemos temer a invertir esfuerzo en esta forma de motivar, pues los resultados que con ello se consiguen son
realmente extraordinarios.

7. REMOVAMOS BARRERAS EMOCIONALES


Definitivamente es muy difícil motivar a una persona que está enojada, dolorida por cierta razón o llena de
rencor. Lo que significamos para una persona es mucho más importante que lo que podamos decirle o hacer por ella.
Todavía más: lo que significamos para alguien determinará la manera en que nos escuche en lo que tengamos que
decirle. Entre un líder y sus seguidores debe haber un clima de total aceptación y confianza. Seamos siempre
sinceros con aquellos que nos rodean. Permitámosles que nos vean tal como somos. Muchos líderes se han venido
abajo, agotados, por querer siempre aparentar que saben todo. Eso no crea aceptación, porque la gente se siente
inhibida y, lo que es peor: todos se dan cuenta de que el líder no es honesto con ellos.

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8. INTENSIFIQUEMOS LAS RELACIONES PERSONALES


Debemos recordar siempre este principio: cuanto más cerca estamos de una persona y cuanto más estrechos
sean los lazos que nos unen, mayores serán las posibilidades de motivarle. Un problema que frecuentemente tenemos
es que queremos motivar a las personas sin conocerlas, sin mostrar interés por sus vidas personales. Por eso, un buen
hábito que como líderes tenemos que cultivar es el de aprovechar al máximo los momentos informales de las reuniones,
porque es en esos momentos que realmente podemos conocer mejor a la gente y estrechar los vínculos.
Cultivemos las relaciones personales con quienes nos rodean; tomemos tiempo para interiorizarnos de lo que
viven a diario. Y cuando no nos sea posible convivir con alguien debido a factores como el tiempo o la distancia,
busquemos que alguien más nos ayude atendiendo a esa persona que necesita amistad. Con relativamente poca
cantidad de tiempo semanal o mensual de relacionamiento personal, una persona puede recibir mucho aliento y
motivación para continuar adelante con una actividad determinada.

9. DEMOSTREMOS AMOR INCONDICIONAL


Al estudiar la vida de Jesús, podemos ver que ningún factor influyó tanto en el nivel de Su motivación hacia
los discípulos como el amor incondicional que Él demostró hacia ellos. Por más graves que fueran sus errores de ellos
y a pesar de todo lo que ellos eran, Jesús les siguió amando profundamente, “hasta el fin”. Es digno de notarse que el
Señor nunca reprendió a los discípulos por sus errores: solamente los reprendió por su falta de fe. El amor produce,
de por sí, lealtad, entrega y dedicación.

10. CREAMOS EN LO QUE DIOS PUEDE HACER


Una de las lecciones más importantes de la Biblia tocante al desarrollo de las personas, es que Dios no nos
llama por lo que somos, sino por lo que podemos llegar a ser. Todas las personas tienen valor para la causa de Cristo
y nosotros, como líderes, tenemos la responsabilidad de comunicar esa verdad constantemente. Sin embargo, y muy
a menudo, tendemos a escapar de las personas que nos parecen “medio raras” y nos apegamos a quienes nos
parecen “mejores”. Pero en nuestra experiencia, aquellos que por lo general vemos como “raros” son los que
realmente llegarán a ser más fieles al Señor. ¿Por qué? Entre otras razones, porque ellos logran comprender más
fácilmente sus debilidades y la necesidad que tienen de trabajar para superarlas, lo que en definitiva aumenta sus
posibilidades en el Señor. Por esto dice la Palabra que cuando somos débiles somos fuertes.

11. CONCLUSIÓN
Después de estudiar estos ocho métodos de motivar, lo mejor que podemos hacer es orar. Que esta sea
nuestra oración hoy:
“Señor, como el motivador por excelencia que Tú eres, te pedimos que nos acerques a Ti mediante tu amor; y
nos hagas individuos altamente contagiados de ese amor. Recuérdanos siempre que tu especialidad es obrar lo
imposible en la vida de los hombres; que tú tomas individuos sin esperanza, desahuciados, y los conviertes en hombres
y mujeres de valor para el servicio en tu obra bendita. Ayúdanos a vivir de tal manera que podamos vivir animando y
motivando a otros a servirte y amarte con vidas entregadas y comprometidas; para la gloria de tu Nombre. Amén.”

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Como tarea para esta lección, escoge dos de los ocho métodos de motivar a las personas que hemos
estudiado, y escribe un comentario breve sobre ellos, de acuerdo a tu experiencia personal con el tema.

La presente lección ha sido adaptada de una conferencia dictada por el Dr. Howard Hendricks (1924–2013) en
la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo. El Dr. Hendricks fue pastor, profesor y escritor de varios libros cristianos en
los Estados Unidos de América.

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Lección 10 – Cómo desarrollar un liderazgo celular e caz


¿Cuáles son las claves para un liderazgo celular eficaz? ¿Qué áreas de la vida del líder requieren más cuidado
a fin de tener un eficaz liderazgo frente al grupo? ¿Cuál es el combustible o fuerza que mueve el liderazgo celular?
Hechos 6.3: “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del
Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.”

1. INTRODUCCIÓN
En la iglesia primitiva hubo la necesidad de buscar más ayudantes para delegarles los trabajos que la obra de
Dios demandaba. En el caso del capítulo 6 de Hechos, se buscaron hombres que estuvieran dispuestos a cumplir la
función de servir las mesas; pero para cali car ellos debían llenar ciertos requisitos. Así, siete hombres fueron escogidos;
los cuales se dieron de inmediato a la tarea de atender la necesidad más urgente que había en la naciente comunidad
de la Iglesia. Siguiendo los principios expuestos en Hechos 6.3, trataremos aquí varias áreas que el líder debe atender
cuidadosamente para poder servir con e cacia al grupo celular que dirige.

2. SU RELACIÓN CON CRISTO


El líder debe estar diariamente desarrollando su intimidad con Cristo. Esto le permitirá recibir la dirección
espiritual necesaria para guiar bien a su grupo celular, a la vez que el grupo seguirá su ejemplo. Pablo era un ejemplo
para los corintios: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” 1ª Corintios 11.1. Como líder, tú debes invertir
tiempo en buscar la presencia de Dios, como lo hacía el rey David, quien clamaba por encontrarse con Dios: “Como el
ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía.” Salmos 42.1. Con ese mismo
hambre, los líderes debemos buscar en Dios nuestro alimento espiritual, para tener con qué ministrar a nuestro grupo.

3. SU INTEGRIDAD Y TESTIMONIO
Los líderes necesitan poner atención a la integridad de su corazón, tal como dice el proverbista: “Sobre toda
cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” Proverbios 4.23. Es importante meditar en lo que
nuestro corazón nos dicta porque de ello depende nuestra e cacia, nuestro futuro… ¡nuestra vida! Por eso nuestro
Señor Jesucristo habló de la importancia de cuidar lo que hay en el corazón: “El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.” Mateo 12.35.
Como líderes, debemos ser con ables y honestos. Cuando la con anza se pierde, es difícil recobrarla y el
liderazgo se termina. Con justa razón el apóstol Pablo aconsejaba continuamente al joven líder Timoteo para que
guardara su carácter: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta,
amor, espíritu, fe y pureza.” 1ª Timoteo 4.12. La edad o los años no importan demasiado dentro de la iglesia. Lo que
realmente importa es que nuestra vida sea íntegra y pura delante de Dios y de los hombres. Por tal razón, como líder tu
debes mantenerte en la senda correcta, tanto en tu vida personal como en tu liderazgo. Un buen testimonio ante las
demás personas es algo de incalculable valor para un ministerio celular e caz.

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4. SUS DONES E IDENTIDAD


Muchos líderes se esfuerzan por avanzar y crecer en su liderazgo; no obstante, terminan frustrados. ¿Por qué?
Porque con frecuencia están ministrando en el ministerio, el don o la posición equivocada. ¡Qué importante es funcionar
dentro del don que Dios nos ha dado! El apóstol Pablo precisó el orden de los dones del Espíritu Santo en la Iglesia:
“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Y hay diversidad de ministerios,
pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el
mismo. 7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.” 1ª Corintios 12.4–7.
Es esencial que el líder identi que los dones con los que puede operar —así como los dones con los que no
puede— y que también encamine a su gente en tal sentido. Si el líder desconoce los dones con los que puede o no
ministrar, correrá el serio riesgo de que su célula no consiga crecer, ni espiritual ni numéricamente. Debemos buscar la
dirección de Dios en este importante asunto, para que Él nos enseñe cuáles son nuestros dones y funciones especí cas
dentro del cuerpo de Cristo; así como los dones y funciones especí cas de los miembros de nuestro grupo:
“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego
los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de
lenguas.” 1ª Corintios 12.28.

5. SUS HABILIDADES
Cada líder necesita desarrollar sus habilidades, ya que sin ellas es muy difícil guiar al grupo. El apóstol Pablo
dijo a Timoteo que desarrollara sus capacidades en la enseñanza, para que fuera un comunicador competente de las
verdades de Dios: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” 2ª Timoteo 2.15. Si un líder no desarrolla sus habilidades,
inevitablemente se estanca y estanca al grupo; además de que perjudica el crecimiento de su iglesia local.
Si tú quieres llegar a ser un líder competente, es vital que acudas a los entrenamientos semanales que ofrece
tu iglesia, como también a los entrenamientos especiales que el sector o el distrito organicen; ya que mediante ellos irás
puliendo poco a poco tus habilidades y con el paso del tiempo lograrás demostrar o re ejar tu desarrollo personal a
través del crecimiento de tu grupo.

6. SU LLAMAMIENTO
El líder debe persistir y continuar persistiendo en su llamado, aunque en ocasiones “no sienta” continuar. Tal
fue el caso del profeta Jeremías, que dijo: “No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante,
había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.” Jeremías 20.9.
El mismo fuego que estuvo en Jeremías debe estar en cada líder de grupo celular. Hay una misión que cumplir aunque
vengan la fatiga y el desánimo. ¡No podemos volvernos atrás! Así como el profeta, no debemos dejar de anunciar la
palabra de Dios. El grupo seguirá nuestro ejemplo también en esto. Si como líderes claudicamos, nuestra gente se
desanimará; pero si continuamos con fervor, persistiendo en nuestro llamado —el llamado divino— nuestro grupo nos
imitará y continuará avanzando también.

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7. SU COMPROMISO CON DIOS


El líder debe mantenerse rme en el compromiso que ha asumido de dirigir su grupo celular, ya que es Dios
quien le ha llamado para este trabajo de apacentar a las personas que asisten semanalmente a la reunión de su célula.
Cristo dijo a Sus discípulos que se mantuvieran rmes en lo que habían empezado, pues si miraban atrás, ya no serían
dignos de Él. También dijo a Pedro que “apacentara a sus corderos” (Juan 21.15–19); una labor espiritual que incluye el
evangelismo, el discipulado y la formación o preparación de nuevos líderes para el servicio en las células.
Como líder, tú has sido puesto por Dios para atraer y preparar a tus seguidores; y debes vivir consciente de
esta importante responsabilidad. Sabemos que es más fácil traer a la reunión hermanos, que convidados; pero discipular y
dirigir hermanos es más difícil, pues a medida que las personas crecen y se desarrollan, el discipulado con ellos toma
más tiempo y se vuelve más desa ante. No hay atajos en esto. No debemos buscar nuestra comodidad, sino ser eles al
compromiso que hicimos. Pablo dice a Timoteo que se esfuerce en lo que Dios le encomendó: “Tú, pues, hijo mío,
esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.” 2ª Timoteo 2.1. Mantengamos rme nuestro compromiso con Dios.

8. LA SANA DOCTRINA
Otro asunto de la mayor importancia para el grupo celular es la enseñanza de la doctrina apostólica. El líder
debe velar para que su célula sea nutrida constantemente de la sana doctrina: “Ten cuidado de ti mismo y de la
doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” 1ª Timoteo 4.16.
Como líder, tú eres responsable de velar para que en tu grupo no penetren doctrinas extrañas. Hay doctrinas que
parecen escriturales pero en realidad no lo son. El riesgo de desviarse de la verdadera doctrina de Cristo es real, y cada
vez más grande en estos tiempos. Por eso Pablo fue tan cuidadoso al entrenar a Timoteo, puesto que él seguiría
discipulando a otros: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean
idóneos para enseñar también a otros.” 2ª Timoteo 2.2.

9. SUS PRIORIDADES
Tener nuestra lista de prioridades ordenada es vital para nuestro liderazgo. Se requiere sabiduría práctica para
esto. Todo líder debe, en primer lugar, poner linderos en cuanto al tiempo que dedica a sus actividades diarias. Debemos
guardar siempre un margen de tiempo para nuestra vida devocional personal, así como para nuestra vida familiar.
Ciertamente, debemos separar tiempo para estar con el Señor, tanto en lo individual como en lo familiar.
Otro factor muy importante en nuestro desarrollo como líderes es aprender a mantener en reserva nuestra
vida privada, separándola de la vida pública. Las redes sociales representan en este sentido un gran desafío, pero como
líderes nosotros debemos mantener clara la línea de separación entre lo que debe ser compartido y lo que no. La gente
necesita que seamos un ejemplo también en esto.
Cristo no sólo tuvo una vida pública. Él también tuvo una vida privada. Él tomó tiempo para estar a solas, en
quietud y oración; y de vez en cuando llevó a Sus discípulos consigo, para alejarlos de las multitudes. De nitivamente, el
ordenar prioridades hará que nuestro liderazgo brille y avance hacia la meta, tanto a nivel público como privado; tanto
en nuestro grupo celular como en nuestra vida personal y familiar. “El secreto está en lo que hacemos en secreto.”

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10. EL COMBUSTIBLE DEL LIDERAZGO


Así como la tecnología humana ha logrado desarrollar diferentes tipos de motores que emplean combustibles
de disponibilidad prácticamente ilimitada —por ejemplo el hidrógeno, el oxígeno o la electricidad— nuestro Dios ha
creado “un motor nuclear” para el alma del líder cuyo combustible es un recurso siempre disponible para los que
servimos en Su obra: el amor. El amor es, o debe ser, nuestra principal motivación, el combustible de nuestro liderazgo.
Un maestro de la ley que escuchó a Jesús responder las difíciles preguntas que fariseos y saduceos le hacían,
decidió a su vez preguntarle cuál era el mandamiento más importante de los más de 600 que hay en las Escrituras.
¿Podría Jesús traer todo lo que contienen la Ley y los Profetas bajo un mismo techo? Sí. Jesús explicó a aquel maestro
que el amor hacia Dios y hacia la gente —no una cosa o la otra, sino las dos juntas— son la actitud y el estilo de vida que
complacen a Dios, por sobre cualquier mérito o capacidad que tengamos:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus
fuerzas... 31 Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.” Marcos 12.30–31.
El amar es el principal mandamiento de Dios para nosotros. Estos dos preceptos fundamentales del Señor establecen
que lo que debe ser el combustible en toda nuestra vida es el amor. Si, por ejemplo, tratásemos de ejercer el liderazgo
bajo otra motivación —por ejemplo, ambición, presión social, culpa, etc.— con toda seguridad fracasaremos.

11. EL LLAMADO DE JESÚS


Jesús nos llama a amarle de una manera que abarque todas las dimensiones de nuestro ser: corazón, alma,
mente y fuerzas. ¡Nada se excluye! Todas las facetas de quienes somos, son requeridas para amar a Aquel que es el amor
mismo. No sólo una parte de nosotros y de nuestro vivir debe participar en amar a Dios, sino todas las áreas de nuestra
vida —lo que incluye ciertamente nuestro servicio o trabajo en el Señor. Servir es el ujo o resultado inevitable de
nuestro deleite en Dios. Nuestra motivación y entusiasmo al servir resultan naturalmente de nuestro amor por Él.
El amor sincero hacia las personas, las almas perdidas y nuestros hermanos, es una motivación intrínseca
irrefrenable tal y como la experimentó Jeremías. A todo nuestro alrededor veremos siempre personas sin Cristo que van
camino de la muerte y la condenación por el pecado; personas hambrientas, heridas, agonizantes. No podemos pasar de
largo y continuar viviendo sólo para nuestra propia conveniencia. No, sino que necesitamos un corazón compasivo que
anhele ayudarles. ¿Qué nos motivará a dar tiempo, energía y capacidades para servir a los demás, aun cuando eso a
menudo involucre sacri cios, problemas y resultados imprevistos? Respuesta: el amor de Dios.
La pérdida de nuestra e cacia regularmente se debe a la falta de motivación, y casi todos los problemas de
motivación que sufrimos los líderes son provocados por la falta de amor. Aunque se nos haga difícil admitirlo, esto es así.
Si últimamente en tu liderazgo has sentido que te quedas sin combustible, debes preguntarte si tu amor para con Dios y
los demás ha bajado de nivel, o se está agotando. Pero no te desanimes por ello. Más bien ponte a trabajar en esa área.
Busca claves que te permitan recuperar el aprecio y la compasión por los demás; y hazlo no sólo por el bien de ellos sino
también por el tuyo propio. He aquí una clave: busca la llenura del Espíritu Santo, ya que “...el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Romanos 5.5.

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12. CONCLUSIÓN
Todo líder necesita, en de nitiva, tener una conexión más fuerte, más íntima con Jesús, para poder continuar
progresando en su llamado, para poder mantener su integridad y así cumplir elmente con su compromiso; mientras
desarrolla su liderazgo y responsabilidad de enseñar la sana doctrina que llevará a los miembros de la célula a un nivel
cada vez más elevado en el Señor. En esto consiste el liderazgo e caz del grupo celular.
Como tarea de esta lección, escribe un inventario de las áreas estudiadas, especi cando y explicando aquellas
en que tú pienses que debes trabajar más. Hazlo en oración y meditación. Anota también otros aspectos de tu liderazgo
que entiendas que debes mejorar para poder desarrollar más e cazmente tu servicio al frente del grupo celular. Amén.

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Lección 11 – Espiritualidad del líder y ambiente del grupo


¿En qué consiste la espiritualidad del líder? ¿Cómo influye la misma en el ambiente del grupo celular?
2ª Timoteo 1.8,9: “Participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó
y llamó con llamamiento santo, 9 no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos
fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.”

1. INTRODUCCIÓN
¿Qué es espiritualidad? No es fácil de nirla, pero se puede saber cuándo está presente y cuándo no. En el
liderazgo cristiano, se puede decir que la espiritualidad es ese poder de cambiar la atmósfera de alrededor; la in uencia
que hace que Cristo sea real a otros. En la presente lección estudiaremos cómo Cristo ejempli có esa espiritualidad
in uyente y cómo nosotros podemos in uir del mismo modo en el ambiente de nuestro grupo celular.

2. LA CONDICIÓN ESPIRITUAL DE ISRAEL EN LOS TIEMPOS DE CRISTO


En los tiempos de Jesús, el pueblo que había sido llamado por Dios para ser columna de la verdad se había
vuelto representante de Satanás. Aún los sacerdotes que servían en el templo habían perdido la vista espiritual por
completo. Ya ni siquiera entendían el signi cado del servicio que cumplían. Se puede decir que sus rezos y ministerio
constituían una pieza de teatro y nada más. El vicio, el pecado y el odio eran la norma de vida de los líderes religiosos de
Israel; y sus alumnos eran iguales a ellos: frenéticos buscadores de conocimiento que nunca hallaban tiempo para pasar
horas de quietud con Dios, ni oír Su voz hablándoles al corazón. ¡Ciegos guías de ciegos!
Pero entonces llegó Jesús. Nuestro Señor, antes de comenzar su ministerio público, fue llevado por el Espíritu
al desierto con el propósito de ayunar y también de ser tentado por el diablo. En la primera gran tentación de Jesús,
encontramos una muy importante lección para todos nosotros; una que debe quedar grabada en nuestro corazón:
debemos poner nuestros apetitos o pasiones bajo el dominio de Dios antes de siquiera pensar en servirle.
El apóstol Juan lo expresó de esta manera: “Todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus
deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1ª Juan 2.16,17. ¿Cómo alcanzar el
sometimiento de las pasiones carnales? ¿Cómo consiguió hacerlo nuestro Señor Jesucristo? En primer lugar, Jesús
venció estas cosas por medio de Su comunión diaria íntima con Dios —básicamente por la oración constante con la cual
Él alimentaba su mente y espíritu. Cuando tenemos una relación íntima con Dios, nuestro carácter es fortalecido y
desarrollado, y nuestros sentidos son elevados hacia las cosas espirituales.
En segundo lugar, Jesús venció mediante la aplicación sistemática de la Palabra de Dios a su experiencia de
vida. La Palabra, como sabemos, es absolutamente poderosa y e caz, y ese poder también está disponible para nosotros;
pero sólo si conocemos la Palabra de Dios y la obedecemos en todo. Así es como podemos tener victoria sobre nuestra
carne, el mundo y el príncipe que le gobierna. El apóstol Santiago lo resume de este modo: “Someteos, pues, a Dios;
resistid al diablo, y huirá de vosotros. 8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.” Santiago 4.7,8.

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3. LA URGENTE NECESIDAD DE LÍDERES ESPIRITUALES


Hoy día enfrentamos una crisis semejante a la que enfrentó el Señor en Su tiempo. El mundo rechaza la
predicación de la Palabra. El pecado abunda más y más. La consciencia de la gente ya casi no es capaz de despertar al
llamado de Dios. Incluso muchos cristianos de este tiempo viven inmersos en el ritualismo de las actividades religiosas
que alimentan sus emociones pero nunca el espíritu. Más que nunca se necesitan líderes que tengan, no sólo una
mente despierta al conocimiento o habilidades para dirigir un grupo, sino y más que todo una vida espiritual real.
La predicación del Evangelio consiste, no en dar elocuentes discursos u ofrecer espectáculos atractivos, sino en
llevar a la gente a un encuentro genuino con Dios. El Evangelio es poder de Dios, y el mensaje que transmitimos por medio
de él tiene como principal propósito transformar los corazones. Y, ¿cómo se obtiene eso? Por medio de una enseñanza que
vaya impregnada de autoridad espiritual: “Cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina;
29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.” Mateo 7.28,29. “Y estaban todos

maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los
espíritus inmundos, y salen?” Lucas 4.36.
Claramente, el mensaje de Salvación que predicamos no nos pertenece. El Señor es Su dueño y por lo tanto el
centro del mismo. Él debe ser también el centro de nuestro servicio y nuestras reuniones. Pero para que eso suceda
necesitamos ante todo tener comunión íntima con Él, y tener Su Palabra y Espíritu habitando en nosotros, llenando
nuestra vida. Sólo así el Señor podrá poner en nuestros labios exactamente lo que debemos decir; lo que la gente
necesita para convertirse a Él y ser salva. Sólo así Jesús podrá ungir nuestra vida y predicación haciendo que Su palabra
penetre “hasta partir el alma y el espíritu” Hebreos 4.12. Tal unción en nosotros es autoridad espiritual. ¡Es Dios mismo
hablando a través de nuestra vida! “No os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado
lo que habéis de hablar. 20 Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en
vosotros.” Mateo 10.19,20. ¿Debemos ocuparnos de adquirir conocimiento y preparación? Claro que sí. Pero más que
todo debemos pasar tiempo con Dios, en adoración e intimidad. En esto consiste la espiritualidad del líder.

4. UN AMBIENTE LLENO DE ENTUSIASMO


“Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba
testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. 40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se
quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41 Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42 y decían a la mujer:
Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente
éste es el Salvador del mundo, el Cristo.” Juan 4.39–42.
Luego de su encuentro con Jesús, la mujer samaritana se convirtió inmediatamente en una poderosa
in uencia para la gente de su ciudad. Su vida recién transformada por Cristo llegó a ser una inspiración para muchos
otros; incluso para los que antes le habían rechazado en su círculo social. Esto de ne al líder espiritual. Un líder
espiritual es una persona transformada por el poder de la sangre y del nombre de Jesús que, así como la mujer
samaritana, es capaz de provocar un gran entusiasmo por Cristo a su alrededor. Así como aquella mujer en Samaria, el
líder debe generar una atmósfera de entusiasmo contagioso respecto a Cristo y la participación en el grupo celular.

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Esto, por supuesto, requerirá que el poder del Espíritu Santo esté presente y se mueva en la vida del líder así
como en la reunión de su célula; ya que eso es lo que alimenta el entusiasmo del grupo, creando en la gente un deseo
vivo de ser parte del grupo y del Cuerpo de Cristo. El líder es quien debe ir a la vanguardia en cuanto a ese deseo, pasión
y entusiasmo. A continuación, doce consejos para desarrollar un ambiente de entusiasmo en el grupo.
1. A medida que el desarrollo del grupo se va obteniendo, el crédito debe ser dado a Dios, siempre;
y el crecimiento celebrado como un mérito del trabajo en equipo, haciendo que todos sientan
que contribuyeron de alguna manera a dicho éxito.
2. No todo esfuerzo será exitoso, pero el líder deberá ponerse al frente siempre, en tiempos
buenos o malos, para mantener el grupo enfocado en lo que está adelante. Sólo se mira atrás
para aprender de los errores, y nunca para culpar a otros. El líder más bien deberá aceptar su
responsabilidad si algo no salió bien. Todos se lo agradecerán.
3. El líder debe estar abierto a aprender nuevas y más efectivas maneras de ministrar a las
personas de su grupo, para evitar la monotonía que tanto daño hace.
4. El líder debe aprender a admitir sus debilidades o áreas en deficiencia, y tratar de
compensarlas con los recursos a su disposición. Estos recursos incluyen la gente que está a su
alrededor, especialmente la gente comprometida del grupo. Hacer participar a los demás eleva
su autoestima y les hace sentir más parte del grupo.
5. La Biblia dice que en la multitud de consejeros hay victoria y seguridad (Proverbios 11.14; 24.6).
Por lo tanto, el líder debe estar abierto a escuchar a todos los que quieran expresarse en el
sentido de contribuir al éxito del grupo. Al escuchar a los demás, el líder les da un sentido de
valor, de pertenencia, y les permite ejercitar la creatividad. Esto favorecerá el crecimiento del
grupo en diferentes aspectos.
6. Como ya dijimos, para conseguir que los demás se motiven con el amor y la bondad del Señor
Jesús, es necesario que exista en el líder una relación genuina con el Señor Jesús. Las
personas pueden percibir a los que verdaderamente han sido transformados de los que no; a
los que tienen sus copas desbordándose de los que no.
7. No hay una manera “mágica”, específica o correcta de hacer evangelismo. La Palabra de
Salvación debe ser transmitida a través de la persona y para ello no hay necesidad de ser otro
que uno mismo. La personalidad de uno debe transparentarse al expresar el amor y la bondad
del Señor. Esto propiciará que la gente busque a Jesús con sincero interés.
8. La mujer samaritana no empleó métodos pre-elaborados de comunicación. Ella sólo habló de
sí misma, de lo que Cristo había hecho en ella, haciendo que toda la comunidad supiera del
Señor. Su efectividad fue resultado de que la gente escuchara su testimonio directamente de
ella, con toda la emoción y el gozo que ella experimentó.

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9. En la reunión, no debemos tener temor de verbalizar, además de la lección, el poderoso hecho


de cómo la Palabra de Dios ha hecho un impacto personal en nosotros. Cuanto más
testifiquemos de lo que Dios ha hecho en nuestra vida, más se motivarán los demás.
10. Ahora bien, el líder no debe ser demasiado agresivo presionando al convidado para que
acepte el plan de Salvación. Cada persona tiene su propia línea de tiempo y debe tener la
oportunidad de decidir por sí misma. Esto creará un mayor compromiso de la persona cuando
finalmente tome los pasos de obediencia.
11. Es muy importante crear un sentido de trabajo en equipo que involucre a la totalidad del
grupo. La Salvación de nuestras comunidades requiere de la personalidad de todos, pues cada
uno en su propia esfera de influencia es capaz de alcanzar a quienes estén dispuestos a recibir
lo que tenemos para compartirles.
12. El líder debe buscar el beneficio de los demás antes que el suyo. Al poner a otros delante, se
crea un sentido de confianza en que el éxito no se busca para gloria o ganancia personal de
alguien, sino para el bien de todos los que integran la célula.

5. CONCLUSIÓN
El mundo es atraído adonde hay entusiasmo y pasión por lo que se hace. Como líderes, nosotros debemos
estar realmente entusiasmados en nuestra relación con Cristo Jesús. Tener la oportunidad de disfrutar de una relación
personal con el Rey de reyes y Señor de señores no sólo es un gran honor, sino algo por lo cual debemos alegrarnos y
sentirnos motivados en todo tiempo. Que el Rey de Gloria viva y permanezca en nuestro corazón debe levantar gritos de
júbilo desde los lugares más profundos de nuestra alma, sacudiendo a quienes están a nuestro alrededor, así como
sacudió a los vecinos de la mujer samaritana.
El gozo inefable y lleno de gloria que es tener a Cristo Jesús en el corazón es algo que se debe compartir con
todo el mundo, comenzando por el líder del grupo celular y siguiendo por todos los miembros que apoyan en el mismo.
Así como los de la ciudad de Samaria abrieron sus oídos y corazones ante la emoción y entusiasmo de aquella mujer
cuya vida había sido transformada por Cristo, hoy nuestras comunidades y círculos de amigos y familiares tienen que
abrir sus vidas al Evangelio de Jesucristo.
Cada uno de nosotros es un vaso elegido por Dios para llevar este evangelio poderoso. Fuimos escogidos para
hacer parte de una generación ganadora, que contagie a muchos el gozo de la victoria obtenida por Cristo Jesús en la
cruz del Calvario para nosotros; ¡una victoria eterna!
Como tarea de esta lección, escribe una re exión breve sobre la importancia de la espiritualidad del líder.

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Lección 12 – La adoración a Dios en el grupo celular


¿Qué papel cumple la adoración a Dios en la reunión del grupo celular? ¿Qué resultados beneficiosos trae
la misma? ¿Cuán determinante es la vida personal del líder en este crucial asunto?
Juan 4.22–24: “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la
salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al
Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es
Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”

1. INTRODUCCIÓN
Aquellos que anhelamos que la presencia de Dios se mueva en la reunión de nuestro grupo celular mientras
adoramos al Señor con todo el corazón; aquellos que esperamos que, como resultado de ello, la gente sea transformada
a Su imagen, sabemos que eso nunca ocurrirá por casualidad o como producto de la improvisación. No, sino que para
que adoración y transformación sucedan en la célula, una preparación constante por parte del líder es requerida.

2. ADORACIÓN, PRINCIPAL PROPÓSITO DEL GRUPO CELULAR


La relación que existe entre los grupos celulares y la adoración a Dios es muy significativa. No obstante —y
triste es decirlo— aún hay personas en la Iglesia que no comprenden la importancia de esto. En muchas iglesias
todavía se siente temor o desconfianza hacia el modelo celular; y para algunos hermanos la idea de células es incluso
nociva e intimidante, pues la asocian con personas disidentes que buscan causar divisiones. Pero nada más lejos de
la realidad…
Conviene que refresquemos ahora el concepto bíblico acerca de la Iglesia. La palabra iglesia proviene del
vocablo griego ἐκκλησία que significa “los llamados afuera”. La Iglesia, entonces, somos aquellos llamados por
Dios que acudimos a tal convocatoria. Siguiendo esa línea, la Iglesia no se corresponde con el lugar donde se reúnen
las personas, ni es limitada por el mismo. La Iglesia consiste más bien en las personas que se reúnen en comunidad.
Gracias a ello, la Iglesia puede funcionar muy bien en el campo, la ciudad, las casas, un recinto, y aún en una
plataforma digital.
¿Y el grupo celular? Éste es parte de ese cuerpo mayor y comparte su misma calidad en prerrogativas o
capacidades, una de las cuales es ofrecer adoración a Dios. Este asunto es de la máxima importancia y tiene que ser
bien comprendido pues, lejos de lo que muchos creen, adorar no es simplemente cantar en un grupo grande o entrar
en un estado emocional al congregarse el domingo. Adorar más bien consiste en postrarse ante Dios en un acto de
humilde reconocimiento.
Eso significa que cuando Le cantamos en la célula, podemos adorarle; cuando oramos invocando Su
nombre, podemos adorarle; cuando oímos Su voz en un mensaje bíblico, podemos adorarle; y cuando obedecemos
Su voluntad, ¡también! Por lo tanto, el grupo celular cobra mucho sentido y relevancia cuando se reúne para orar,
alabar y estudiar la Palabra, pues todo ello hace parte integral de la adoración a Dios.

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Los grupos celulares también tienen el potencial de alcanzar algo que la iglesia madre —por así llamarla— no
puede alcanzar plenamente: la puesta en marcha de los dones de sus miembros. La activación de los diferentes dones
en la célula se convierte en adoración a Dios también, por cuanto los creyentes del grupo fomentan de ese modo un
funcionamiento óptimo del cuerpo de Cristo y su unidad en el vínculo de la paz y el amor.
El servicio en amor es otra característica por excelencia de los grupos pequeños, cuando son fomentados el
apoyo mutuo, la comprensión, el reír con el que ríe y el llorar con el que llora: “Alégrense con los que están alegres y
lloren con los que lloran. Vivan en plena armonía unos con otros.” (NVI). Es lo que nos recomienda el apóstol Pablo
en Romanos 12.15–16, y sin dudas es algo que agrada mucho al Señor.
Y otra cosa importante que los grupos pequeños pueden realizar de forma extraordinaria es la apertura
recíproca en rendición de cuentas. El ser un grupo reducido fomenta la familiaridad, la con anza, y ello a su vez crea un
ambiente ideal para que unos a otros se rindan cuentas, como se nos enseña en Efesios 5.21.
Así que el grupo celular adora a Dios en: (1) la belleza de la alabanza, (2) la armonía de la unidad, (3) la
humildad del servirnos unos a otros y (4) el ejercicio práctico de los dones. Adoración a Dios es, por lo tanto, el propósito
que engloba la totalidad de las funciones del grupo celular. Como líderes, nuestro compromiso con la célula debe ser
total, justamente por estas razones; porque en el grupo celular Dios es adorado, Su presencia es manifestada y Su
propósito es cumplido.

3. LA PRESENCIA DE DIOS EN LA REUNIÓN


Como venimos diciendo, es fundamental que en la reunión del grupo celular consigamos tener y mantener
un espíritu de adoración. Esto, por supuesto no debe comenzar con los miembros y convidados del grupo, sino con los
líderes. La función principal del líder de la célula es guiar a la gente del grupo, no sólo a la adoración durante la reunión
de la célula, sino y más que todo a una vida plena de adoración; a un estilo de vida caracterizado por la adoración.
El término bíblico adoración proviene de las palabras griegas proskuneo, sebonai, latreuo y eusebeo, que
signi can besar la mano de, hacer cortesía, hacer reverencia, el acto de tributar homenaje; caer de rodillas y tocar el piso
con la frente como un acto de profunda reverencia y respeto, con fuerte sentimiento de temor reverente (Mateo 15.9);
servir, rendir servicio religioso, homenaje (Filipenses 3.3) y actuar piadosamente hacia alguien (Hechos 17.23).
Todo esto, desde lo etimológico. Ahora bíblicamente, adoración puede considerarse como obediencia y
servicio a Dios; una acción en la que nos dirigimos a Dios en manera expresiva, no movidos por lo que vamos a recibir de
Él sino por lo que Le queremos dar. No puede haber adoración exterior genuina si no hay adoración interna primero.
La adoración exterior es una expresión de la relación íntima que tenemos con Dios y está conectada con el temor de
Dios. El temor de Dios es, dicho sencillamente, mantener siempre presente que todo pensamiento, acción o palabra son
vistos y oídos por Dios, y que un día tendremos que responder ante Él por todo ello.
Cada reunión de célula es realmente un culto a Dios. La palabra “culto” signi ca dar. Por lo tanto la primera
motivación de nuestra gente al asistir a una reunión del grupo no debe ser la de recibir sino la de dar; esto es, adorar a
Dios en las diferentes formas en que sabemos hacerlo, ofreciendo nuestro amor y devoción a Él. Cristo dijo: “Dad, y se
os dará”. Si sembramos adoración en nuestras reuniones, cosecharemos bendición. Esto es de nitivo.

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Sin la presencia de Dios en nuestras reuniones sólo somos actores e imitadores. Para que la adoración cumpla
su propósito en la reunión del grupo, el Espíritu de Dios debe ser parte integral de la adoración. En términos del culto a
Dios en la reunión del grupo celular —y diciéndolo en forma muy simple— la alabanza es la puerta a la adoración y la
adoración es la puerta a la presencia de Dios. Y en la presencia de Dios somos trasformados.
La transformación de los creyentes es resultado directo de la presencia de Dios moviéndose en medio de la
adoración de los creyentes. Por esto decimos que adorar es más que cantar. La adoración es un encuentro divino. Por
ejemplo, cuando Moisés se encontró con Dios, ¡hasta su rostro resplandecía! “Y al mirar los hijos de Israel el rostro de
Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta
que entraba a hablar con Dios.” Éxodo 34.35.
Por ello es tan importante que quienes dirigimos células hagamos mucho más que eso y ministremos a la
gente también. Ahora, para poder ministrar auténticamente es preciso tener antes una intimidad creciente con Dios;
buscarle a diario en oración para que Su unción y presencia poderosas se mani esten en nuestras vidas. Y cuando eso
sucede, cambios ocurren en los corazones. Pongamos algunos ejemplos de esto: (a) Dios habla y el creyente perdona al
que le ofendió. (b) Pecados y malos hábitos son confrontados, confesados y abandonados. (c) Dones y sanidades se
mani estan. ¿Qué otros ejemplos de cambio podríamos encontrar?
¡La verdadera adoración trae cambios! Esta verdad puede ser hallada también en el Antiguo Testamento.
Leamos 2º Crónicas 5.12–14, que relata la dedicación del templo de Salomón: “Cuando sonaban las trompetas, y
cantaban todos a una para alabar y dar gracias a Jehová, y a medida que alzaban la voz... 13 Entonces la casa se
llenó de una nube... 14 porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios.”
Nuestra tarea o propósito como líderes, auxiliares o miembros de apoyo de los grupos celulares locales no es
apuntar al oído o al intelecto de las personas para provocar sus aplausos y admiración, sino ministrar a Dios y que Él
ministre a los corazones de todos los participantes —incluyéndonos a nosotros mismos— cuando Él derrama Su presencia.
Si después de adorar en la reunión algo no cambió en nosotros, la adoración simplemente no ocurrió.
Adorar es más que una actividad musical u oración de agradecimiento; es una función del corazón. Cuando
alabamos al Señor de corazón, el Espíritu Santo agita todo nuestro ser y llegamos a ser más conscientes de Su presencia.
Preguntémonos ahora: ¿Somos conscientes de la importancia y el papel del Espíritu de Dios en la adoración de nuestro
grupo celular? ¿Hay algún pecado en nuestro corazón que debe ser confrontado, confesado y abandonado, para que el
Espíritu Santo se mueva con libertad mientras ministramos y dirigimos? ¿Tenemos el nivel de búsqueda e intimidad con
Dios, que hace que Su presencia se mueva sobrenaturalmente, produciendo transformación en las vidas de los que
participan de nuestras reuniones?

4. ADORACIÓN EN LA VIDA PERSONAL DEL LÍDER


Leamos nuevamente Juan 4.22–24: “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que
sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le
adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”

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A través de esta Escritura podemos ver que el Señor está buscando adoradores que le adoren en espíritu y
en verdad. Esto, ¿qué significa? Básicamente, que debemos adorarle de manera íntegra, santa, sincera, honesta, real.
Este reto para el líder toma diferentes formas, implicando que su adoración a Dios debe manifestarse en diferentes
facetas de su vida personal.
1. Adoración en el Santuario. Primero vemos al adorador verdadero en la iglesia. Cada líder debe
proponerse el modelar una adoración verdadera, no de labios, sino de corazón, cuando esté en el
santuario. Hay un dicho que dice: “de tal palo, tal astilla.” Si uno, como líder, muestra entusiasmo y
ánimo en la adoración y alabanza sólo cuando le toca participar, así también lo harán sus
discípulos. Pero nosotros queremos levantar un ejército, no sólo de religiosos, sino de verdaderos
adoradores. Una adoración genuina es el fundamento para una alabanza genuina. Tenemos que
enseñarle a los nuestros, no tanto con palabras, sino más bien con el ejemplo, que aunque sólo
estén presentes dos o tres, al igual que cuando son cientos o miles, nuestro enfoque está siempre
puesto en ofrecer a Dios una adoración y alabanza de excelencia. Si podemos entregar a Dios una
adoración genuina en la iglesia, podremos hacerlo más fácilmente en el grupo celular. No es difícil
conseguir esto, especialmente si a nuestro alrededor hay otros que tienen la misma mentalidad o
el mismo parecer con respecto a esto.
2. Adoración en casa. Es muy importante que los líderes de grupos celulares lleven la adoración
fuera del templo y la practiquen con su propia familia. Un adorador verdadero es uno que sabe
levantar un altar familiar dentro de su hogar. Una familia que adora a Dios en casa va a mantener
una relación íntima con todos en casa. El adorador verdadero es uno que sabe tratar a su cónyuge
de manera que honre a Dios, amándole como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por
ella (Efesios 5.25). De igual manera, el adorador verdadero trata a sus hijos siempre bajo la
comprensión de que no son de su propiedad, sino herencia de Jehová; un préstamo de Dios
realmente. Toda interacción familiar debiera llevarse a cabo de tal forma que muestre adoración a
Dios. Aquí se encuentra el reto más grande, porque no hay nadie que nos conozca mejor que
nuestra familia. El que verdaderamente adora a Dios en su hogar asegurará una perpetuación de
esa adoración verdadera en las generaciones que le sucederán.
3. Adoración en el trabajo. La adoración en el trabajo no tiene que ser orando, cantando o leyendo
la Biblia. La forma en que uno trabaja, leal y honestamente, rendirá a Dios adoración mediante el
buen testimonio y el buen ejemplo para los demás; especialmente si son inconversos. La Palabra
nos exhorta que cualquier cosa que hagamos, la hagamos de corazón, como para el Señor. Los
líderes y auxiliares de células debieran ser los mejores trabajadores o empleados, porque todo lo
hacen con reverencia y respeto, no sólo como para la compañía o empresa, sino como para Dios.
Muchos de los convidados que llegan a los grupos celulares son conocidos del trabajo. ¿Por qué?
Porque en el trabajo se está dando ejemplo de lo que es adorar a Dios en todo tiempo.

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4. Adoración en la comunidad. La adoración en la comunidad no es sólo tener servicios en el


parque o evangelizar por la calles. Se trata también de honrar a Dios dondequiera estemos. La
manera en que tratamos a los demás determina mucho de nuestra adoración a Dios. Adoramos a
Dios cuando seguimos la paz con todos, como dicen las Escrituras. Nuestra conversación, nuestro
actuar, reaccionar y trato con la gente, cuentan mucho delante de Dios y de las personas. Dios
espera que nosotros seamos ejemplo ante todos y entre más podamos mostrar las cualidades de
Cristo a otros mediante nuestras vidas, más alto y fuerte le estaremos adorando a Él.

5. CONCLUSIÓN
¡El Señor desea encontrarse con nosotros y bendecirnos; y no sólo en el día de la reunión, sino todos los días!
¡Él es Dios de cada día y nos ha provisto por medio de Su gracia un camino abierto para que podamos adorarle en todo
tiempo y lugar, disfrutando de Su presencia, recibiendo de Su unción y siendo transformados! Esta es una convicción
vital que debe a rmarse primero en nosotros, los líderes.
Dios te ha escogido a ti, líder o futuro líder, para ser un adorador verdadero y un agente de cambio en tu grupo
celular. Si a partir de ahora tú te propones seriamente ser un adorador “24/7”, no importando dónde ni con quién estés,
Dios sin dudas se manifestará de una manera poderosa en tu vida. Él te bendecirá más allá de lo que tú puedes pensar;
y no sólo a ti, sino también a muchos que están a tu alrededor. Él impactará de tal manera sus vidas a través de ti, que
pronto se podrá ver un poderoso ejército de adoradores surgir en tu iglesia local.
Como tarea para esta lección, menciona uno o dos casos reales de cambios ocurridos en la vida de alguien
asistiendo a una reunión donde Dios manifestó Su presencia. No es necesario precisar nombres o lugares.

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Lección 13 – El grupo celular y la oración


¿Cómo debe ser la vida de oración del líder de célula? ¿Cómo debe orar el grupo celular?
Hechos 4.31: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron
llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.”

1. INTRODUCCIÓN
Parece que hoy día la presencia del Señor ya no desciende entre nosotros como lo hacía en las reuniones de la
iglesia primitiva; al menos no con la frecuencia o intensidad que la Biblia parece indicarnos. ¿A qué puede deberse eso?
¿Por qué Dios no manifestará Su poder como antes solía hacerlo? ¿Habrá cambiado Él? ¿O habrá cambiado Su iglesia?
Nosotros hemos cambiado, sin duda, y nosotros somos quienes debemos hacer ahora los ajustes necesarios para que Él
vuelva a descender en nuestra cotidianidad. Estudiemos a continuación por qué es importante tener la visitación del
Espíritu Santo en nuestras reuniones de células y qué debemos hacer para que dicha visitación se produzca.

2. LA PRESENCIA DE DIOS
Hay bastantes Escrituras que nos hablan de la presencia Dios descendiendo sobre Su pueblo. Por ejemplo:
Éxodo 3.8: “He descendido para librarlos de mano de los egipcios…” Números 11.17: “Yo descenderé y hablaré
allí contigo…” 2º Crónicas 7.1,2: “Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el
holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. 2 Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de
Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.” Isaías 64.1,2: “¡Oh, si rompieses los cielos,
y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, 2 como fuego abrasador de fundiciones, fuego que
hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu
presencia!” Mateo 18.20: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos.” Hechos 4.31: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron
llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.”
De acuerdo con estos textos de la Palabra y otros relacionados, siete cosas muy importantes suceden
cuando la presencia del Señor está en nuestros medios: (1) Dios se mueve dentro de nosotros. (2) Las dificultades
“inamovibles” son removidas. (3) Las áreas muertas son limpiadas. (4) Nuestro celo por el Señor es restaurado.
(5) Nuestra visión es aclarada. (6) Lo “imposible” se vuelve realidad. (7) Obtenemos la victoria. ¡Aleluya! Cuando la
presencia del Señor está entre nosotros, hay liberación; hay voz de Dios; hay fuego divino. Cuando Cristo desciende,
hay adoración viva, viento de Su Espíritu, lluvia de Su Palabra, revelación de Su verdad, bendición abundante, obras
poderosas y plenitud espiritual. Y ¿acaso no es esto lo que todos queremos?

3. NECESITAMOS SER REALES


Mateo 6.5,6: “…los hipócritas… aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles,
para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en
tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te
recompensará en público.”

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No son difíciles de entender estas palabras de Cristo; antes cobran un signi cado muy claro para nosotros
como líderes. Para que la presencia de Dios sea real en nuestras reuniones públicas, debe serlo primero en nuestra vida
privada. El secreto está en lo que hacemos en secreto. Si Cristo no está en nuestro corazón realmente —si Su presencia no
se ha encendido y avivado en nosotros— ¿cómo podrá manifestarse en la reunión del grupo celular que dirigimos?
1ª Corintios 16.14: “Todas vuestras cosas sean hechas con amor.” Efesios 3.17–19: “Para que habite
Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente
capaces de comprender con todos los santos cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de
conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”
La primera vida que debe estar arraigada y cimentada en la presencia del Señor es la vida del líder; para que
cuando él o ella hable, enseñe y ministre a los demás, lo haga en el Espíritu y nunca en la carne. Esto hará la diferencia
entre un grupo muerto y uno lleno de vida espiritual. Cuando hay vida, hay crecimiento y multiplicación. Si tú diriges un
grupo celular y deseas que haya gozo de Dios en la reunión, tú debes haberlo sentido primero. Si quieres que entre los
miembros de la célula haya comunión, tú la tienes que haber experimentado antes. Si quieres que reine la paz de Cristo,
ella debe reinar en ti primero. Para que tu gente esté sana, tú debes ser sano(a) primero. En resumen, para llevar a otros
ese lugar tan importante que es la presencia del Señor, nosotros debemos haber estado allí primero.

4. LA ORACIÓN EN EL GRUPO CELULAR


Hechos 1.14: “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la
madre de Jesús, y con sus hermanos.”
La importancia de la oración en el grupo celular, partiendo del ejemplo de la iglesia de los Hechos de los
Apóstoles, es algo que nunca podremos exagerar. ¿Qué motivaba a los hermanos de la iglesia primitiva a perseverar en
la oración, más que todo? Respuesta: la unidad espiritual (Hechos 2.1). Gracias a ello, la vida de nuestros hermanos
del tiempo primitivo de la Iglesia llegó a estar caracterizada por cuatro elementos clave:
a. Fe puesta en la Palabra de Dios.
b. Determinación rme de cumplir con los compromisos —en este caso reunirse todos en un día, hora
y lugar preestablecidos.
c. Sacri cio o renuncia a la comodidad y pasividad personales para asistir a esas reuniones.
d. Perseverancia en lo que hacían.
Fe, determinación, sacri cio y perseverancia. Como una fruta produce semillas y sus semillas producen más
frutas, aquí podemos decir que la unidad espiritual produjo los cuatro elementos mencionados, y que dichos elementos
produjeron más y más unidad espiritual. Con su vida de oración, ellos habían logrado crear y mantenerse dentro de un
círculo virtuoso; en una progresión de crecimiento espiritual y numérico. Esta rueda de componentes con la unidad
como eje central continúa girando en la actualidad; está vigente hoy en la vida de la Iglesia, y siempre que se mueve,
trae como resultado la respuesta de Dios, en presencia Suya manifestada y en abundante bendición. Esto es motivo más
que su ciente para que hoy nosotros procuremos fervientemente el perseverar unánimes en la oración de la célula.

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La oración en el grupo celular es muy importante, en primer lugar porque ella nos permite estrechar nuestra
relación con Dios: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de
doble ánimo, purificad vuestros corazones.” Santiago 4.8. En segundo lugar, la oración es muy importante porque
signi ca atender una atenta invitación que Dios nos hace: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” Filipenses 4.6.
La oración también es muy importante por tratarse del canal que el Espíritu Santo utiliza para guiarnos a toda
verdad, a través de la Palabra de Dios: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4.7. Además, la oración garantiza el cumplimiento
de las promesas que el Señor nos ha hecho. Él lo ha dicho; y si nosotros oramos, Él lo hará: “Cercano está Jehová a
todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras. 19 Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá
asimismo el clamor de ellos, y los salvará.” Salmos 145.18,19.
Por estos y muchos motivos más, la oración debe ocupar una parte central de nuestras actividades en
general, y asimismo cumplir un rol significativo en las reuniones de nuestros grupos celulares.

5. LA ORACIÓN EN LA REUNIÓN
La oración debe estar presente al comienzo de la reunión, durante la misma y nalizando también. La oración
debe ser lo que rodee al eje central de la reunión, que es la Palabra de Dios. La oración es a la lección lo que al
obsequio el papel decorado para envolverlo. La enseñanza de la Palabra de Dios es el regalo que damos cada vez a
nuestros hermanos y convidados. Y la oración es la caja o envoltorio de ese regalo, namente adornado con cintas de
alabanza, gratitud y adoración al Señor.
Nuestras reuniones están pensadas para durar aproximadamente 60 o 70 minutos, de los cuales unos 20 o 25
deben destinarse a la oración. ¿Estamos orando este tiempo como mínimo en nuestras reuniones? Y otra cosa muy
importante: ¿Es ese tiempo de oración un tiempo de calidad? Ya que estos minutos son bastante menos que la hora
que como mínimo Jesús espera que oremos a diario (Mateo 26.40), debemos asegurarnos de que la oración de la
reunión sea Cristo-céntrica, inspirada, ferviente, bien dirigida y contextualizada. En ese sentido, jamás podemos permitir
la pérdida de tiempo en conversaciones ajenas al tema de la reunión, o explicaciones demasiado detalladas de personas
que tienden a adueñarse del tiempo ajeno; y en este caso ¡del tiempo de Dios!
Cada una de las tres o cuatro oraciones que hacemos en la reunión de la célula tiene propósitos especí cos, los
cuales deben respetarse. Así, la oración del inicio es para invocar el nombre del Señor, agradeciéndole por lo que Él ha
hecho y continuará haciendo. En la misma, consagramos también la reunión a Él, encomendándole a los participantes y
pidiendo Su bendición sobre todos y todo.
En la segunda oración —por lo general más extensa— presentamos las necesidades que hay. Aquí debemos
tomar tiempo para enfrentar espíritus malignos que provocan resistencia al Evangelio, confusión, tropiezos y todo tipo
de di cultades. La guerra espiritual es muy importante en este tiempo.

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Luego viene la oración que sirve para establecer en el corazón de los oyentes la enseñanza que se ha dado.
Se debe orar para que la semilla recién plantada de la Palabra produzca el fruto del arrepentimiento y la obediencia. Se
debe pedir la transformación espiritual de todos los participantes. Por último, oramos por los amigos que queremos traer
a Cristo, es decir, aquellas personas que vamos a invitar a la reunión del grupo celular.
Previo a la reunión, el líder debe ponerse de acuerdo con otros miembros del grupo en cuanto al rol que cada
uno desarrollará en la misma; especialmente en lo relativo a la oración. Es necesaria y saludable la rotación semanal en
cuanto a los que oran, ya que ello dará como resultado el crecimiento personal, así como el del grupo. Que todos
aprendan a orar es la meta. Los discípulos no pidieron a Jesús “enséñanos a predicar”, sino “enséñanos a orar”. Y ellos
no sólo lo aprendieron, sino que también lo practicaron con constancia: “Y perseveraban en la doctrina de los
apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” Hechos 2.42.

6. CONCLUSIÓN
La presencia de Dios manifestada en las reuniones del grupo celular hace que cosas sobrenaturales sucedan.
Cuando Su presencia desciende en nuestra reuniones, hay comunión; unción santa para predicar, ministración del
Espíritu Santo sobre cada uno, señales y prodigios; la gente cree y obedece al Evangelio, recibiendo Salvación. ¡Aleluya!
No dudemos de las promesas que el Señor nos ha hecho, sino pidámosle cada día que descienda con Su maravillosa
presencia en nuestras vidas, en nuestras reuniones, para la gloria de Su nombre: “Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” nos dice el Señor (Mateo 18.20). Amén.
Como tarea de esta lección, escribe un comentario breve sobre uno de estos temas: (1) La vida de oración del
líder de célula. (2) La importancia de la oración en la reunión del grupo celular. (3) La intercesión por los perdidos.

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Lección 14 – Cómo edificar el grupo celular


¿Qué desafíos nos presentan el crecimiento y la multiplicación del grupo celular? ¿Cuál es la estrategia
que el enemigo emplea para amedrentarnos y estorbarnos? ¿De qué manera podemos obtener total victoria sobre
él y edificar efectivamente nuestro grupo?
Nehemías 4.1–3: “Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en
gran manera, e hizo escarnio de los judíos. Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo:
2 ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día?

¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas? 3 Y estaba junto a él Tobías amonita,
el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.”

1. INTRODUCCIÓN
Nehemías fue un excelente siervo del Señor que, estando en el exilio, supo del horrible estado en que se
encontraban la ciudad de Jerusalén y sus moradores: ellos estaban “en gran mal y afrenta” y “el muro de Jerusalén
derribado” (Nehemías 1.3). Al darse cuenta de la triste situación de los suyos el propio Nehemías nos dice cómo se
sintió: “Me senté y lloré.” V. 4. Pero Nehemías no se quedaría así por mucho tiempo…

2. LA REEDIFICACIÓN DE LOS MUROS DE JERUSALÉN


Nehemías era un varón judío que servía al rey Artajerjes de Persia, en la ciudad de Susa. Un día, su hermano
llegó de Judá con la mala noticia de que los judíos que habían regresado a Jerusalén vivían desprotegidos, pues las
murallas y las puertas de la ciudad que los babilonios habían destruido continuaban sin ser reparadas. Esto entristeció
mucho a Nehemías, quien tomó la decisión de trabajar para remediar aquella situación. Nehemías ayunó y oró a Dios
para que el rey Artajerjes le permitiera ir a Jerusalén a reedi car los muros de la ciudad.
Pasados algunos días, el rey se dio cuenta de que Nehemías se sentía triste y le preguntó por qué estaba así.
Nehemías respondió que su tristeza se debía a que Jerusalén, su ciudad, estaba en ruinas. El  rey le ofreció ayuda y
Nehemías, después de orar nuevamente a Dios, le pidió permiso para ir a Jerusalén a reconstruir sus murallas. Artajerjes
no sólo le concedió el permiso real, sino que también le proveyó de todo lo que Nehemías iba a necesitar: protección
para el largo viaje, salvoconductos que le franquearan el paso hasta la provincia de Judá, e incluso madera para la
reconstrucción de muros y puertas en Jerusalén.
Cuando Nehemías llegó a Jerusalén y pudo observar in situ el mal estado de las murallas, reunió a los
sacerdotes y gobernantes judíos y, después de darles testimonio de cómo la mano de Dios le había conducido hasta allí,
les animó para que trabajasen con él en la reedi cación de los muros. El pueblo aceptó entusiasmado y puso manos a la
obra enseguida, pero algunos enemigos comenzaron a burlarse de ellos diciendo que hasta un zorro podría derrumbar
la muralla que construían.
Como Nehemías y las familias trabajadoras continuaron con su labor sin hacer caso de aquellas palabras,
los enemigos decidieron atacar la ciudad. Al darse cuenta de esto, la gente tuvo miedo, pero Nehemías les animó
diciéndoles que Dios estaba con ellos; y acto  seguido colocó guardias que les protegieran de los ataques,
disuadiendo de ese modo al enemigo.

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De este modo la muralla y las puertas de Jerusalén quedaron reparadas ¡en tan solo 52 días! Para celebrarlo,
Nehemías llevó a Jerusalén a los levitas y los organizó en dos grupos, para que alabaran a Dios. Esdras estuvo al frente
de un grupo y Nehemías del otro. Subiendo por las escaleras de la Puerta de la Fuente, cada grupo marchó por su lado
caminando por sobre la muralla alrededor de la ciudad, tocando trompetas, címbalos y arpas, en alabanza a Dios.
Finalmente se reunieron en el templo, donde ofrecieron sacri cios a Jehová y celebraron con una gran esta.
Ahora es momento de estudiar cómo se aplica esta historia fascinante al ministerio del liderazgo celular local.
Extraeremos de estas páginas bíblicas importantes principios espirituales que sin duda nos resultarán muy provechosos
a la hora de liderar y multiplicar las células de nuestra iglesia. Y comenzaremos diciendo que…

3. SI VAS A EDIFICAR MUROS, DEBES PREPARARTE


Si estás sirviendo al Señor al frente de un grupo pequeño, o planeas hacerlo en breve, lo primero para lo que
debes prepararte es para el enojo de aquellos que desean verte derrotado: “Cuando oyó Sanbalat que nosotros
edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera…” Nehemías 4.1.
Pero el enemigo no sólo se enojará contigo. Él también hará lo posible e imposible para que desistas de tu
tarea. Él te atacará con palabras y pensamientos, tratando de desanimarte: “Y habló delante de sus hermanos y del
ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos?” V. 2. Así es. El enemigo te dirá o hará que pienses
cosas feas, como: “No sirvo para esto”, “de seguro fracasaré”, “nunca lograré crecer”; etc.
El enemigo también tratará de ridiculizar tu trabajo: “Si subiere una zorra lo derribará.” V. 3. El ridículo es
un arma que el diablo emplea con frecuencia para desanimar y debilitar a los que trabajan en la obra de Dios. El
enemigo ataca para destruir la auto-estima del Pastor, de los líderes y de los miembros de la iglesia. Él siempre trata
de empequeñecer lo que Dios puede hacer, tentándonos a reemplazar nuestra fe en Dios por su lógica.
Otra de las tácticas del maligno es la exageración: “¿Acabarán en un día?” V. 2. Él nos ataca de este modo
cuando se da cuenta de que estamos determinados a hacer cosas grandes para el Señor. Lo que el enemigo quiere es
destruirnos, inutilizarnos; y para esto emplea diferentes situaciones y personas —personas allegadas muchas veces— de
modo que resultemos heridos en nuestros sentimientos e inutilizados para el liderazgo.
Por eso si tú quieres ser un verdadero líder edi cador de muros, una de las cosas más importantes que debes
aprender es a manejarte por la fe en Dios y no por los sentimientos, las emociones o los sentidos. La Biblia dice que es
por fe que debemos andar y no por vista. También dice que la fe es la convicción de lo que no vemos.
Cuanto tú más avances en reconstruir los muros, en tus metas en el liderazgo, en el propósito de Dios para ti,
el diablo más te atacará. Como servidores del Señor, tenemos que discernir el trabajo que el diablo está haciendo en
contra de nuestras vidas para tratar de impedir que edi quemos los muros que Dios nos mandó a edi car. Y para que no
perdamos el buen ánimo de trabajar, debemos ser esforzados a la vez que sabios. Leamos una vez más la Palabra:
“Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el
pueblo tuvo ánimo para trabajar. 7 Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los
de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos comenzaban a ser cerrados, se
encolerizaron mucho.” Vv. 6,7.

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Cuanto más Dios te use, más se enojarán quienes se oponen a la obra del Señor. Ellos te criticarán atacando lo
que tú haces, para tratar de derribar lo que has edi cado. El enemigo se ensañará contigo y con los tuyos, y hablará mal
de ti, con burlas y desprecio. ¿Por qué? Porque cada portillo que tú logres cerrar será un lugar menos que estará
disponible para él entrar. Será también una nueva aproximación a la victoria total que Dios te ha prometido.
Si queremos evitar ser lastimados por los ataques del enemigo mientras trabajamos en el modelo celular de la
Estrategia de Jesús, si queremos avanzar en los propósitos que Dios tiene para nosotros, necesitamos determinación.
Nosotros no abrigamos dudas de que una iglesia plenamente involucrada en los grupos celulares hogareños es un
verdadero ejército que conquistará barrios, pueblos, ciudades y aún la nación entera, para la gloria del Señor.
Seamos perseverantes en reedi car el modelo celular de la Iglesia, a pesar de toda la oposición del maligno.
Eso, con seguridad determinará nuestra victoria en Cristo. Recordemos: “El pueblo tuvo ánimo para trabajar.” V. 6.

4. REMOVAMOS LOS ESCOMBROS


Nehemías 4.10: “Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es
mucho, y no podemos edificar el muro.” Sin la presencia de Dios, la vida de las personas es sólo una ruina, un
montón de escombros. Los escombros en el ser humano son el resultado de construir su vida sin Dios:
“Cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó
su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra
aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.” Mateo 7.26,27. El fundamento de los incrédulos es como arena; por
eso cuando llegan los problemas a su vida ellos se desmoronan totalmente —porque no tienen cimientos.
Nosotros, antes de poder levantar los muros, debemos limpiar todos los escombros que quedaron a causa de
la destrucción. No se puede edi car sobre escombros. Nos estamos re riendo al escombro del pecado. Antes de construir
algo nuevo, se requiere una limpieza total de lo viejo. Antes de seguir adelante con la edi cación, el asunto del pecado
se tiene que resolver; y se tiene que resolver con Dios, pues solamente Dios tiene la solución para el pecado.
La Biblia dice que si Jehová no edi care la casa, en vano es que trabajemos para su edi cación (Salmo 127.1).
Esto signi ca que debemos ganar las almas con las fuerzas que vienen de Dios y no con las nuestras. El fracaso en este
caso sería seguro y estrepitoso. Pero si empleamos las poderosas herramientas de la oración y el ayuno para ayudar a la
gente a remover los escombros de su vida, posteriormente podremos levantar muros rmes y seguros en ellos.

5. EL ARMA DE LA ORACIÓN
Los portillos abiertos al diablo sólo pueden cerrarse completamente con el poder de Dios operando en la vida
de la gente, y para ello el arma más poderosa de que disponemos es la oración. La oración es tan poderosa que mueve el
Cielo entero a nuestro favor. La oración de fe mueve la mano de Dios para hacer milagros poderosos y transformaciones
maravillosas. Sin importar qué tan grande llegue a ser el ataque del diablo contra nuestro liderazgo, siempre podemos
usar el arma de la oración contra él: “Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el
baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la tierra de su cautiverio.” Nehemías 4.4.

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Tenemos que orar para atacar nosotros al enemigo; haciendo que su baldón —burla, menosprecio, desgracia—
se vuelva contra él. Vv. 8,9: “Y conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño. 9 Entonces
oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda contra ellos de día y de noche.” En esto consiste el
velar y orar que el Señor nos ha enseñado y ordenado: en estar atentos y vigilar constantemente sobre el trabajo de
edi cación que estamos haciendo para Él.
Si lo que pedimos al Señor en oración lo pedimos creyendo, lo vamos a recibir con seguridad: “Os digo
que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” Marcos 11.24. “Pida con fe, no dudando
nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte
a otra. 7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.” Santiago 1.6,7.
El dudar de la respuesta de Dios es muy peligroso porque nos puede conducir al terreno de querer negociar
con nuestros enemigos, o incluso tratar de justificarnos ante ellos. Jamás hagamos eso. Nunca discutamos ni demos
explicaciones a los enemigos. Hablemos con el Señor, que es mucho mejor. Oremos a Él en toda situación, porque de
Él viene la victoria para nosotros y para los nuestros.
Vv. 10b,11: “…no podemos edificar el muro. 11 Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta
que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.”
¿Por que se debilitaron los edi cadores? Porque dieron oído al enemigo. Comenzaron a creerle. Las huestes
del mal buscan que te debilites, tratando de hacerte creer que no puedes. Pero tú determínate, levántate, sé persistente,
deshazte de los sentimientos y pensamientos que el diablo ha estado enviándote acerca de tu liderazgo. El enemigo no
puede detenerte en realidad; sólo puede hacerte creer que él puede. En ti está el creerle o rechazarle. El diablo sabe que
no puede detenerte a menos que tú le creas.
V.12: “Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez
veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros.” El enemigo es el inventor de la
paranoia. Dios no la hizo. Para detenerte, el diablo tratará de hacerte creer que de todos lados te llegarán los ataques,
que todos están orquestando cosas contra ti. Por medio del temor, Satanás busca aterrorizarte y hacerte víctima de las
circunstancias y así poderte vencer. Pero tú jamás —jamás— permitas en tu liderazgo un espíritu de víctima. Pide a otros
que intercedan por ti en oración y nunca te dejes atemorizar por las amenazas vacías del diablo.

6. CONCLUSIÓN
Cuando Nehemías se propuso reconstruir los muros de la ciudad, se dio cuenta de que el enemigo no
estaba dispuesto a ceder para que aquello se hiciera realidad. Edificar una iglesia por medio de la Estrategia de Jesús
no es fácil. El enemigo usa todo tipo de ataques contra nosotros, de afuera y de adentro. Él usa descrédito,
murmuración, ridiculización, etc. pues quiere detener lo que el Señor está haciendo. Pero no nos dejemos intimidar.
Sigamos siempre adelante, como buenos servidores del Señor. La victoria será completamente nuestra, por la fe en
Él, así como lo fue para Nehemías y su gente.
Nehemías 4.13–16; 6.15: “Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios
abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos. 14 Después miré, y me

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levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor,
grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres
y por vuestras casas. 15 Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había
desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea. 16 Desde aquel día la mitad de
mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban
los jefes de toda la casa de Judá. 15 Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y
dos días.”
Oremos ahora por la reedi cación de los muros de la iglesia celular. Oremos por esa unción del Espíritu Santo
que nos convierte en constructores y reparadores de murallas, para la gloria y la honra de nuestro Señor Jesucristo.
Como tarea de esta lección, escribe un pensamiento breve sobre esta frase: “Si nosotros nos disponemos para
hacer lo posible, Dios se dispondrá para hacer lo imposible.”

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Lección 15 – Discipulado relacional y expansión del Reino


¿Cómo podemos recuperar la eficacia de la iglesia primitiva en el cumplimiento de la Gran Comisión?

1. INTRODUCCIÓN
Momentos antes de ascender al Cielo, Jesús remarcó el camino por el que debían transitar Sus discípulos a
partir de ese momento: “Paz a ustedes; como el Padre me ha enviado, así también yo los envío.” Juan 20.20 NBLA.
La sencilla estrategia que contienen estas palabras describe la admirable visión de Cristo para asegurar la expansión del
Reino hasta lo último de la Tierra por medio del discipulado relacional.

2. UNA ESTRATEGIA SENCILLA


La estrategia de Jesús no requiere grandes conocimientos, ni una capacitación exquisita. No descansa en la
inteligencia o las habilidades de los líderes. De hecho los Doce, sin saberlo, ya poseían desde ese punto de vista todo lo
necesario para formar nuevos discípulos e impactar en sus vidas tal y como Cristo había impactado en la vida de ellos. El
camino que los discípulos debían seguir para cumplir la gran comisión de Jesús no era otro que el de simplemente
reproducir el modelo de trabajo que habían observado en el ministerio de Cristo. En dos mil años de historia la Iglesia
no ha encontrado ni encontrará mejor camino para formar discípulos que ese.
La palabra Discipulado constituye la suma de nuestra vocación, la esencia de nuestra misión, y toda actividad
dentro y fuera del ámbito de la iglesia debería hacer eco en ella. La médula del llamado de Jesús a Su iglesia es
simplemente a hacer discípulos en todas las naciones (Mateo 28.18–20). No obstante la sencillez de esta estrategia, las
presiones culturales de nuestra época actual han estado imponiendo sobre la Iglesia sus propias presuposiciones o
juicios errados, llevándonos a recorrer caminos más espectaculares pero mucho menos e caces.
De las presuposiciones más arraigadas en la Iglesia de estos tiempos, mencionaremos enseguida las tres más
comunes y contraproducentes.

3. “LA INFORMACIÓN HACE LA DIFERENCIA”


Si nos acercamos a cualquier persona en la calle y le preguntamos cuál es la razón de tanta pobreza y
violencia, la gran mayoría responderá que la falta de educación. La respuesta no sorprende, porque es una de las
convicciones más atrincheradas en la sociedad y los gobiernos de hoy: si ofrecemos a la gente mayores oportunidades
de educación, dejarán de ser como son. Una verdad a medias. Hoy día la educación gira mayormente en torno al proceso
de informar, pero la verdad es que poseer información acerca de cierto tema no es sinónimo de cambio. No necesitamos
más que observar a un médico con un cigarrillo en la mano para saber que la información no necesariamente cambia la
vida de una persona. Él cuenta con todos los datos acerca de las consecuencias de fumar, pero eso de por sí no le lleva a
abandonar el hábito. A pesar de esto, el camino que con más frecuencia recorre la Iglesia cuando quiere movilizar a la
gente ¡es organizar un seminario! Creemos a rajatabla que si proveemos más información acerca de la oración, la
evangelización o las misiones, las personas automáticamente asumirán mayor compromiso con estos desafíos. Pero no,
porque no es la información la que hace la diferencia.

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4. “LA URGENCIA JUSTIFICA EL PROCESO”


Cuando miramos la obra que aún queda por cumplirse, resulta difícil no ceder ante el sentido de la urgencia.
Por ejemplo, de los varios cientos de miles de pastores que actualmente sirven en el mundo, la gran mayoría nunca
recibió clases de capacitación. Ante tan urgente necesidad de preparación, lo natural sería que organicemos grandes
conferencias que alcancen a la mayor cantidad posible de estos líderes necesitados de formación. De tal mentalidad
surge la iniciativa de un conocido autor cristiano para capacitar a un millón de líderes en cinco años.
Del mismo modo, ante los miles de millones que no conocen a Cristo, el camino más lógico pareciera ser
organizar masivas campañas de evangelización. Los resultados de estos extraordinarios esfuerzos, sin embargo,
poquísimas veces justi can la inversión. Los estudios revelan que menos del 3% del total de conversiones de las iglesias
resultan de campañas de evangelización, y menos del 2% de esas conversiones se sostienen en el tiempo. Así que,
amontonar multitudes en un lugar para escuchar una prédica sobre un determinado tema, por buena que sea la prédica,
no equivale a lograr que las personas vivan la verdad del Evangelio.

5. “EL TAMAÑO DE LA MULTITUD DEFINE EL ÉXITO”


Una tercera convicción atrincherada en nuestra perspectiva moderna es esta: “Cuánto más grande llegue a ser
el evento, mayor señal del favor de Dios sobre la vida del líder”. De este modo se ha llegado a creer que alguien capaz de
llenar un estadio con 50.000 personas posee mayor unción y un ministerio más efectivo que aquel que apenas ministra
a treinta o cincuenta creyentes.
Es lógico que quedemos deslumbrados ante las multitudes que logran convocar las estrellas de la cristiandad
actual; pero la respuesta de la gente a esos eventos no se origina mayormente en un deseo de ser transformada, sino en
el de ser entretenida. Si el objetivo de nuestros eventos es entretener, entonces, de nitivamente 50.000 es mucho más
exitoso que cincuenta. Nosotros, sin embargo, no estamos en el negocio de entretener, sino de formar discípulos que
caminan elmente con Cristo.
En el Reino, las grandes obras siempre comienzan con humildad. El Mesías nació en un minúsculo y olvidado
establo. El frondoso árbol de mostaza fue, en un principio, una diminuta semilla. Una pujante congregación comenzó
como un pequeño grupo de estudio en un hogar. No debemos tener problema con lo descomunal en tamaño, pero los
problemas surgen cuando buscamos esquivar lo modesto para ir directamente a eso descomunal.

6. RELACIONES QUE TRANSFORMAN


Jesús atrajo multitudes a lo largo de los tres años de ministerio público. Con frecuencia eran tantas las
personas que querían acercársele, que se atropellaban entre ellos (Lucas 12.1). En ocasiones como la del Sermón del
Monte (Mateo 5.1) o la alimentación de los cinco mil (Marcos 4.36), Jesús escogió ministrar a una multitud; de manera
que podemos a rmar con tranquilidad que Él reconoció el valor del ministerio a grandes números de personas. No
obstante, los evangelios claramente indican que Cristo reservó su mayor esfuerzo y tiempo para un grupo reducido de
personas, entre los cuales estaban los Doce.

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Fueron los Doce que acompañaron a Jesús la mayor parte del tiempo y participaron con intensidad de Su
ministerio. A ellos fue que Jesús escogió para revelarles ciertas verdades que no quiso manifestar a las multitudes.
Con ellos sostuvo agudos diálogos acerca de los principios que gobiernan el Reino de Dios. Y a ellos, al nal de Su
ministerio, llamó de “amigos” por haberse convertido en socios de los proyectos que Él sostenía (Juan 15.15). La razón
de una inversión tan alta e intensa es sencilla: no podemos ser instrumentos de transformación profunda en la vida de
personas que no conocemos.
Las relaciones estrechas e íntimas son el canal escogido por Dios para que uya la vida de persona a persona.
Encontramos el ejemplo más natural de esta dinámica en el impacto de la vida de los padres sobre sus hijos. Los hijos
muestran los mismos modismos y las mismas formas de expresarse que sus progenitores. No los adquirieron en un
aula, ni son el fruto de un proceso deliberado por parte de los padres. De hecho, muchas veces los padres son los más
sorprendidos de que sus hijos hayan asimilado tantas de sus características. El mero hecho de convivir ha facilitado esta
transferencia, que se da en forma natural y prácticamente involuntaria.
Esta observación nos regresa a las instrucciones que recibieron los discípulos al nal del ministerio de Jesús:
“Como el Padre me ha enviado, así también yo los envío.” Juan 20.20. Cristo esperaba que ellos invirtieran tiempo y
lo sirvieran con la disposición de involucrarse profundamente con unas pocas personas. En el proceso de caminar juntos,
la vida que habían recibido del Señor se transferiría casi sin advertirlo a estos nuevos seguidores de Jesús. El método es
infalible y depende básicamente de esta sola condición: que dos personas estén dispuestas a caminar juntas.
Sin embargo, las corridas y el apuro por producir cuantiosos resultados en corto plazo nos ha llevado a
abandonar esta práctica milenaria pero vigente. Creemos que conseguiremos, con un curso semanal, formar cuarenta o
cincuenta líderes en un año. Pero los resultados a largo plazo nunca avalan esta metodología, sencillamente porque el
proceso de formar discípulos requiere la dedicación del artesano. Para que el proceso de Discipulado de nuestras
congregaciones logre el impacto esperado, nos urge distanciarnos en de nitiva del estereotipo del espectador pasivo,
típico del mundo del espectáculo. En su lugar, estamos obligados a crear oportunidades para el diálogo, el intercambio
franco de ideas, el estrechar vínculos que nos permitan cultivar relaciones que transformen. Veamos cómo.

7. DISCIPULADO TRANSFORMADOR
El tiempo de que disponemos para dar una clase de la escuela de discipulado es, muchas veces, poco.
La información que deseamos compartir, sin embargo, es mucha. El apuro que con frecuencia llevamos los maestros
para no dejar nada de lado, entonces, nos lleva a construir momentos educativos que consisten, mayormente, en un
monólogo de nuestra parte. Debido a que el sermón goza de una posición de privilegio en nuestra cultura eclesial,
tendemos a llevar el método discursivo a todos los ámbitos donde nos reunimos con otros; incluso cuando estudiamos
en un grupo pequeño.
Es así que, con pocas excepciones, nuestros estudiantes de discipulado limitan su participación a tomar
apuntes o a escuchar la presentación. Las investigaciones acerca del nivel de retención en los alumnos en esta forma de
enseñar, sin embargo, revelan que esa es una de las formas más ine cientes de transmitir información a otros. Los
estudiantes sentados en forma pasiva en un aula retienen 80% de una presentación durante los primeros doce minutos
de la clase, pero apenas 20%, durante el resto del tiempo. El método discursivo fomenta la pasividad mental aun en los
mejores estudiantes.

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El maestro sabio, entonces, busca la forma de involucrar a sus estudiantes en el proceso de aprendizaje. Todas
las oportunidades que crea para que ellos puedan pensar y responder a la información recibida serán bene ciosas, pues
solamente retendrán aquellas verdades que obtienen porque varios de sus sentidos y funciones mentales han
participado en la experiencia de aprendizaje. Existen una diversidad de elementos que deben considerarse a n de
propiciar el diálogo con los estudiantes.
1. Cambia el ambiente. Algunas prácticas en la educación tradicional fomentan la pasividad en los
estudiantes. Sentarlos en las, mirando hacia delante, por ejemplo, invita a que se vean como
parte de un auditorio. Insistir en que deben asistir a todas las clases también produce en ellos el
resentimiento de sentirse presionados, lo que frena su participación. Exigir que el objetivo de la
clase sea solamente devolver información memorizada en un examen nal también fomenta la
pasividad, porque no le encuentran sentido alguno a sostener un diálogo con la persona que
enseña. También resulta nocivo animar a un diálogo que se sostiene solo entre el profesor y el
estudiante, y no entre los mismos estudiantes. Todos estos hábitos, y muchos otros, tienden a crear
en los estudiantes barreras que inhiben su plena participación en el proceso de aprendizaje. Por
esto, el maestro sabio echará mano de todo lo que está a su alcance para entusiasmar a sus
estudiantes a participar en un diálogo estimulante.
2. Vigila tu actitud. La actitud que asumimos ante nuestros estudiantes también determina la
apertura que ellos sientan al diálogo. Evita mencionar tus títulos o recalcar la amplitud de
experiencia que has adquirido en el tema. Más bien preséntate ante tus estudiantes como uno
que, si bien conoce del tema, se une también al proceso de aprendizaje que ellos emprenden.
Evita, también, respuestas que intimiden a tus estudiantes. Cuando humillamos, ridiculizamos o
utilizamos sarcasmo ellos sienten que es muy arriesgado abrirse en la clase. También inhibimos el
diálogo cuando hacemos declaraciones categóricas que no admiten discusión; ya que, por razones
obvias, ellos no encontrarán sentido alguno en aportar comentarios sobre un tema cerrado. En
todo, debemos asegurarnos de comunicar a nuestros estudiantes una actitud de respeto y
valorización.
3. Incorpora espacios para el diálogo. Incluir a los estudiantes en el proceso educativo que
acontece dentro del aula no se logrará sin nuestra ayuda. La tendencia de cada uno de nosotros es
hablar mucho más de la cuenta. Es muy fácil que nos abusemos de nuestra posición como líderes o
profesores, monopolizando completamente el tiempo que se le ha asignado al grupo para la clase.
Los buenos maestros deliberadamente buscan la forma de incentivar a sus estudiantes a dialogar
con el tema expuesto. Algunas de las actividades que facilitarán este proceso son los siguientes:
a. Divide la presentación en segmentos. Si el tiempo asignado para realizar tu presentación en
la clase es de cincuenta minutos y tú sabes que tus estudiantes necesitarán procesar la
información que están recibiendo cada doce minutos, entonces deberás incorporar a tu
presentación al menos cuatro momentos de re exión y diálogo. Esto es algo que debe ser

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plani cado e implementado con sensibilidad al paso del tiempo, para que no se vuelva muy
extensa y pesada la clase.
b. Inicia la clase con diálogo. Una buena forma de motivar a los estudiantes es comenzando cada
clase con un momento de diálogo. Este se puede lograr por medio de una pregunta que les
obligue a pensar, en forma anticipada, sobre el tema, o un resumen de los puntos principales
que se tocaron en la clase anterior. También se puede comenzar retomando una pregunta que
quedó sin respuesta en la última presentación.
c. Plantea preguntas inteligentes. El arte o la habilidad de elaborar buenas preguntas es clave
para fomentar el diálogo. Cultiva el hábito de formular preguntas que inviten al diálogo sin
intimidar ni humillar. A lo largo de la clase puedes introducir en tu presentación esta clase de
preguntas.
d. Invita a otros a responder. Cuando un estudiante hace una pregunta, en lugar de responderla
tú invita a la clase a que ellos propongan una respuesta. Esta es una muy conveniente vía de
fomentar el diálogo entre estudiantes y de animarlos a entender que el profesor no es la única
persona a quien pueden acudir.
e. Realiza mini pruebas. Una mini prueba toma apenas uno o dos minutos. En ella los
estudiantes responden por escrito a una pregunta puntual, resumen una presentación,
identi can el punto principal, o comparten la forma en que lo impartido en la clase les ha
impactado. Es importante que la respuesta sea breve, pues el objetivo es percibir si el profesor
logró conectarse con los estudiantes. Las respuestas pueden ser compartidas en grupo o
delante de toda la clase
f. Divide en grupos. No hace falta desordenar la clase para esto. Se le puede dar a los
estudiantes tres minutos para compartir con el compañero la respuesta a una pregunta, una
observación o una declaración.
g. Conecta con la vida. Periódicamente debemos hablar de cómo el tema abordado se relaciona
con la vida de los estudiantes fuera de la clase. Utiliza preguntas o ejemplos de la vida real
para animarlos a re exionar sobre cómo ellos podrían llevar a la práctica los principios
compartidos en el grupo.
h. Deja espacio al final. No permitas que tu clase termine sin crear el espacio para que los
estudiantes hablen de lo que escucharon. Si ellos no tienen observaciones o preguntas tú
puedes despertarles una inquietud o alguna interrogante para que ellos se lleven material
para la re exión hasta la próxima clase. La idea es que no se vayan sin una adecuada
conclusión de la información que han recibido.
4. Espera ver la transformación. Involucrar a los estudiantes en el proceso de aprendizaje no es
más que el compromiso de crear actividades y espacios que los motiven a pensar acerca del asunto

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tratado, y a reaccionar a la información que se les va presentando en las clases de discipulado. Al


propiciar este ambiente, ellos no se limitarán sencillamente a escuchar, sino que desarrollarán las
habilidades para procesar con inteligencia los conceptos que les compartimos. El resultado de
ese proceso será que ellos sabrán cómo incorporar a sus vidas las verdades que han recibido;
inicialmente, en el plano de la mente, y posteriormente en las demás áreas de su vida. Esas
verdades, cuando se alojen en sus corazones, producirán en ellos la transformación que tanto
anhelamos en la Escuela de Discipulado.

8. CONCLUSIÓN
“Como el Padre me ha enviado, así también yo los envío.” Juan 20.20. ¿Funcionó la estrategia de Jesús?
El hecho de que a dos mil años de aquella encomienda la Iglesia se haya extendido hasta los con nes de la Tierra, nos
ofrece el más elocuente testimonio de la e cacia del método de Cristo. Seguramente los Doce se sintieron alarmados
cuando Él les advirtió que esperaba que ellos hicieran discípulos de todas las naciones. “¡Nosotros somos tan poquitos y
es tanto lo que hay que hacer!” —habrán pensado. El éxito, sin embargo, no se conseguiría jando la mirada en todo lo
que restaba por hacer, sino en comenzar, de manera humilde, a invertir en algunos. Con toda la so sticación que hoy
hemos desarrollado, todavía no hemos encontrado un camino mejor que este; ni lo encontraremos, porque en lo que a
expansión del Reino se re ere, desarrollar relaciones profundas con unos pocos siempre será mucho más efectivo que
desarrollar relaciones super ciales con una multitud.
Como tarea de esta lección, comparte con el grupo y/o el profesor un caso de transformación ocurrida en la
vida de un estudiante de la Escuela de Discipulado. Puedes mantener en reserva el nombre del mismo.

Lección adaptada del artículo “Camino seguro”, escrito por Cristian Salgado y publicado en agosto de 2011 por Desarrollo
Cristiano; y del artículo “¡Tienen que participar!” publicado por la revista Apuntes Pastorales en el 4º trimestre del año 2008.

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Lección 16 – Trabajando en equipo para expandir el Reino


¿En qué consiste el trabajo en equipo y cuál es su trascendencia en cuanto al crecimiento de la Iglesia? ¿Cómo
podemos implementar exitosamente los equipos de trabajo de la iglesia local?
Eclesiastés 4.9,10 LBLA: “Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor remuneración por su trabajo.
10 Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero; pero ¡ay del que cae cuando no hay otro que
lo levante!”

1. INTRODUCCIÓN
El trabajo en equipo es fundamental para lograr algo grandioso. John Maxwell dice que el trabajo en equipo
hace que los sueños funcionen. La verdad es que, cuanto mejor sea el equipo de la iglesia, mayor será su potencial de
crecimiento. Todas las iglesias en crecimiento son excelentes para formar equipos. ¡Tomemos esto muy en cuenta!

2. MOISÉS Y SU MODELO AUTOCRÁTICO


Las iglesias tradicionales acuñaron el paradigma de que sólo el Pastor puede cuidar al pueblo y tratar sus
asuntos; y que ningún otro miembro de la iglesia se debe “entrometer” en dicha área, pues ella es órbita pastoral
exclusivamente. Pero, ¿qué dice la Biblia sobre esto? La historia del consejo de Jetro a Moisés es esclarecedora.
Jetro era un sacerdote de Madián, que probablemente aprendió el principio de delegación de autoridad al
servir en su orden religiosa. Moisés, su yerno, necesitaba instrucción en este particular. Durante los anteriores cuarenta
años, Moisés había vivido como pastor; pero ahora se encontraba al frente de un pueblo muy numeroso —Israel.
Para liderar en este nuevo nivel, Moisés necesitaría aprender nuevas maneras de administrar. Dirigir más de
un millón de personas —en contraste con cuidar unos pocos cientos de ovejas— requería un cambio de paradigma en su
liderazgo. A través de Jetro, Dios enseñaría a Moisés la importancia de la delegación de autoridad.
Cuando los hebreos salieron de Egipto liderados por Moisés, era tan grande el número de personas y tanto
el trabajo que Moisés debía desempeñar, que Dios decidió enviar a Jetro para enseñarle los principios de la
delegación de responsabilidades; es decir, el modelo de trabajo en equipo:
“Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el
pueblo? 18 Desfallecerás
del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado
pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.” Éxodo 18.14,18.
Por medio de Jetro, Dios reveló a Moisés que la tarea de cuidar al pueblo no podía ser exclusiva de él, sino que
otros hombres bien entrenados en los asuntos de la Ley debían involucrarse en ella también, a n de que la gente no
desfalleciera esperando que un solo hombre les pudiera atender.
Cuidar de una congregación en crecimiento no puede ser trabajo de un solo hombre. Por eso Dios proveyó
líderes que ayudaran a Moisés. La delegación para estos líderes debía ser proporcional al número de personas que
necesitaban atención en cada ámbito o jurisdicción. Así, Jetro dijo a Moisés:

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“Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo
asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo. 23 Si esto hicieres, y Dios te lo
mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar. 26 Y juzgaban al pueblo en
todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño.” Éxodo 18.22,23,26.
El principio evidente que la Palabra nos enseña aquí es que la tarea pastoral se tiene que compartir. Para esto,
ahora Dios ha provisto un Cuerpo con diferentes miembros, que es Su iglesia. El trabajo en la obra de Dios es muy
arduo e intenso, y ningún hombre lo puede realizar solo. Por ello nuestro Señor Jesucristo ha dado diversidad de
dones a su Iglesia, para que todo el cuerpo funcione, con cada miembro en su lugar; para que entre todos podamos
realizar la tan importante misión de ir “…por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura.” Marcos 16.15.
La tendencia en nuestra sociedad, la cultura que impera actualmente, es la del individualismo. Pero si
nosotros deseamos que la iglesia crezca, debemos ajustar nuestra forma de pensar acerca del trabajo en la obra
del Señor. Los buenos resultados no van a venir de ciertos esfuerzos individuales, sino de los esfuerzos colectivos.
Cuando el modelo de liderazgo que Moisés ejercía fue cuestionado por Jetro, Moisés trató de excusarse
diciendo: “…el pueblo viene a mí.” Éxodo 18.15. Toda filosofía de liderazgo que no acepte el delegar autoridad ni
dar participación a otros miembros del cuerpo de Cristo en las funciones de la iglesia, sino que centra toda la
autoridad en una sola persona, ciertamente producirá estancamiento.
Para que el crecimiento en la iglesia se produzca, la autoridad debe delegarse de manera proporcional al
tamaño del grupo o congregación. Jetro pudo ver que Moisés estaba distorsionando la naturaleza de su llamado
divino como cabeza visible de Israel, ejerciendo un modelo de liderazgo autocrático. Moisés estaba fracasando en
su función porque en realidad sólo el modelo teocrático —el modelo provisto por Dios— funciona en el liderazgo
cristiano.

3. JESUCRISTO Y EL MODELO TEOCRÁTICO


La palabra teocrático proviene de los vocablos griegos Teos (Dios) y kratos (gobierno). Teocracia se puede
de nir entonces como el gobierno de Dios. Así que un grupo teocrático es aquel donde la autoridad proviene de Dios;
un grupo que funciona bajo el orden divino. En la Iglesia, este tipo de gobierno no es implementado por las preferencias
pastorales, sino con base en los dones ministeriales que Dios otorga.
El Señor es quien da los ministerios para que el Pastor los administre, estableciendo líderes según la función
que Dios ha dado a cada uno: “Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Y hay diversidad de
ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de operaciones…” 1ª Corintios 12.4–6. Sin dudas, Jetro
comprendía bien el concepto de la diversidad y por eso subrayó a Moisés las enormes limitaciones del método de
liderazgo autocrático con el cual había estado gobernando a Israel: “No está bien lo que haces. Desfallecerás del
todo, tú, y también este pueblo que está contigo…” Éxodo 18.17,18.
¡Qué difícil suele ser para los líderes escuchar palabras así! Pero al parecer para Moisés no lo fue, pues aceptó
poner por obra la importante lección de Jetro. Los Apóstoles del Señor también entendieron que el trabajo del reino de
Dios no es para que lo hagan unos pocos. Leamos Hechos 6.1–4:

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“En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos
contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. 2 Entonces los
doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios,
para servir a las mesas. 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos
del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la
oración y en el ministerio de la palabra.”
Esta conocida historia nos transmite el principio de que un solo hombre, o un grupo reducido de líderes,
jamás podrá suplir todas las necesidades que hay en un cuerpo local de creyentes que crece. Por eso es tan importante
descentralizar el gobierno de la iglesia local; ya que sólo así se puede expandir el Reino de Dios como Él quiere.
Por muchos años, la mayoría de nuestras iglesias locales ha mantenido un modelo eclesiástico de tipo
tradicional, con presencia de fraternidades que organizadas por edad, género y estado civil —los departamentos de
varones, dorcas, jóvenes y juniors— así como un cuerpo ministerial local conformado por ministros y diáconos, el cual
colabora con el Pastor.
Por mucho tiempo hemos operado con base en estos grupos o ministerios locales que, claro está, han sido de
gran ayuda para la Iglesia, pero han presentado el problema de que trabajan casi exclusivamente dentro del templo. En
otras palabras, estos grupos pocas veces desempeñan funciones de evangelismo; se enfocan muy poco en la misión de
predicar “…el evangelio a toda criatura.” Marcos 16.15.
No estamos diciendo que los programas de los ministerios de sociedades no hayan sido buenos para nuestra
iglesia, pero su gran debilidad ha estribado en la poca o ninguna conexión de sus actividades con la Gran Comisión. La
iglesia local, para crecer y expandirse, necesita activarse en la Gran Comisión; reestructurarse con el evangelismo y el
discipulado como eje central o tarea principal, pues precisamente para eso nos comisionó y envió el Señor.
La autoridad debe delegarse donde el Espíritu del Señor ya la delegó al otorgar los dones ministeriales a
los miembros de Su cuerpo. Sólo así se puede elevar el cuerpo de Cristo a su pleno potencial. Sólo así se puede
conseguir que los miembros de la congregación se preocupen los unos por los otros y por las almas perdidas. Sólo
delegando autoridad en los miembros de la iglesia se puede cumplir a cabalidad la ley de Cristo —el sacerdocio cristiano.

4. DE DOS EN DOS
Lucas 10.1: “Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos
en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir.”
Las victorias y los logros de nitivamente tienen otro sabor cuando las vivimos en equipo. El Señor Jesús no
estaba adherido a la escuela de pensamiento de que a un obrero sólo le debe con ar responsabilidades cuando está
totalmente formado, cuando ya ha madurado lo su ciente como para llevar el peso de su llamado. No, sino que,
mientras continuaba invirtiendo en la capacitación de Sus discípulos, el Señor les iba dando tareas para hacer. Jesús les
proveía de instrucciones claras a n de que ellos pudieran llevar adelante Su proyecto ministerial.
Con toda seguridad, los discípulos habrán percibido que el cuidado amoroso de Cristo por sus vidas se
reflejó en cada instrucción dada por Él, pero sobre todo se vio reflejado en un importante detalle: el Señor los envió

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de dos en dos. ¡Qué buena estrategia! Cuánta sabiduría hubo en aquella decisión, y qué buen precedente constituye
la misma para nuestro contexto de hoy. El trabajar juntos, en equipos de dos personas —tal y como hacemos con
nuestros grupos celulares al establecerles líderes y auxiliares— produce grandes beneficios:
a. En primer lugar, estando acompañados, los desafíos se ven mucho más fáciles. Podemos consultar a nuestro
compañero, compartir con él nuestras dudas y temores, y alimentarnos de la osadía natural que viene de ser
socios. Aunque la otra persona a veces no tendrá la respuesta que buscamos, el solo hecho de contar con
su amistad y compañía se convertirá en parte activa de la provisión de Dios para nuestras necesidades.
b. En segundo lugar, al trabajar juntos, tenemos a nuestro lado una persona que nos ayuda a evaluar nuestro
propio desempeño, lo que a su vez nos permite mejorarlo. Nuestro compañero nos puede decir cómo ve lo
que estamos haciendo y puede ayudarnos a corregir nuestros errores. También puede reconocer nuestros
aciertos, ayudándonos para que cada día seamos más sabios y efectivos en la realización de las tareas que
nos fueron encomendadas.
c. En tercer lugar, el andar de dos en dos enriquece nuestra perspectiva. En vez de depender enteramente de
nuestros propios criterios y visión de las cosas, podemos escuchar a la otra persona y considerar su punto de
vista. Seguramente el otro va a ver aspectos del trabajo que nosotros no habíamos visto, y eso nos ayudará
a ser más equilibrados en lo que hacemos.
d. En cuarto lugar, dos pueden realizar las tareas mejor que uno solo. Nuestros dones y talentos se complementan
de tal manera que, trabajando juntos, podemos lograr resultados superiores. Seguramente la persona que nos
acompaña aportará de aquellas cualidades y particularidades que son esencialmente suyas, en una maravillosa
demostración de la increíble diversidad con la cual Dios nos ha hecho.
e. Quinto, nuestro compañero nos servirá de consuelo y sostén cuando las cosas no salgan como pensábamos.
Durante el viaje, seguramente experimentaremos oposición, desánimo y frustración; pero al estar juntos,
podremos compartir con alguien más la angustia del fracaso, así como llevar nuestra frustración a Dios.
f. Por último, contar con un compañero traerá gozo a nuestra vida, pues tendremos con quien celebrar las
victorias experimentadas. Cuando vivimos una alegría intensa, nada mejor que celebrarlo con otro. Los éxitos
y los logros de nitivamente tienen otro sabor cuando se viven y disfrutan en equipo.

5. CONCLUSIÓN
Dijo Ray Kroc: “Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos.” Y Salomón escribió: “Más
valen dos que uno solo, pues tienen mejor remuneración por su trabajo. 10 Porque si uno de ellos cae, el otro
levantará a su compañero…” Eclesiastés 4.9,10 LBLA. Para ir de dos en dos, para trabajar juntos en la expansión del
Reino, necesitamos tener la absoluta convicción de que la otra persona es realmente un regalo de Dios para nuestra vida.
Consideremos a cada compañero en la obra del Señor como una gran bendición; ya que ¡en verdad lo es!
Escribe un comentario breve sobre esta última frase.

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