ANEXO I-Campaña para La Protección Del Mar Menor Desde La Escuela Infantil

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ANEXO I. Información que se aporta desde el grupo de 1º E.I.

presencial:
Campaña para la protección del Mar Menor desde la Escuela Infantil

El Mar Menor ocupa una depresión situada en el fondo de la amplia cuenca del Campo de Cartagena, y
constituye la mayor laguna litoral española, con una extensión de 135 km’ y una profundidad máxima de
6,5 m.

Salpicando su interior se encuentran cinco islas de origen volcánico (Mayor, Perdiguera, Sujeto, del Ciervo
y Redondela), mientras que una estrecha barra de arena apoyada en contrafuertes rocosos, La Manga,
con 22 kms. de longitud, la separa del Mar Mediterráneo.

Sus características climatológicas (altas temperaturas medias anuales, escasez de precipitaciones, alta
Insolación y evapotranspiración) y ecológicas (pocas salidas al Mediterráneo, escasos aportes hídricos
continentales…) le confieren una alta salinidad y acusados contrastes térmicos en sus aguas entre Invierno
y verano. Todo esto hace que su flora y fauna sean muy particulares, dotándole de un elevado Interés
científico y cultural.

¿Por qué es tan importante el Mar Menor?

El Mar Menor es la principal zona húmeda de la Región de Murcia, con una superficie de cerca de 15.000
hectáreas si se considera la laguna junto con los humedales que la bordean (salinas, saladares y carrizales).

Además, el Mar Menor está rodeado por un gran número de ecosistemas litorales que no son zonas
húmedas, como sierras costeras, playas y dunas, cabezos volcánicos e islas, de gran interés ecológico.

El Mar Menor y sus zonas palustres periféricas forman una zona húmeda de importancia internacional,
avalada por el Convenio de Ramsar, ratificado por España. En 1994 se incluyó al Mar Menor en la Lista de
Humedales de Importancia Internacional creado por dicho convenio, especialmente como hábitat de aves
acuáticas.

En los humedales del Mar Menor y en otros ecosistemas de su entorno existen también poblaciones de
otras especies de fauna, flora, y hábitats naturales que gozan de la máxima protección en el ámbito de la
Unión Europea, como el Fartet (pequeño pececillo incluido en el Catálogo Nacional de Especies
Amenazadas), los saladares y estepas salinas, diversos matorrales y los bosquetes de Araar o Ciprés de
Cartagena.

Los fondos blandos de la laguna se encuentran cubiertos principalmente por praderas de algas (Caulerpa
prolifera) y fanerógamas marinas (Cymodocea nodosa), no conociéndose otra laguna donde estas
especies sean tan importantes. La escasez de sustratos duros es manifiesta, y solo aparecen en el 3 % de
sus fondos, aunque localmente son muy importantes para diversos organismos. Las características
ambientales rigurosas del Mar Menor determinan su colonización faunística. Así, solo unas pocas
especies, en ocasiones con densidades desmesuradas, son representativas de las comunidades
submarinas de la laguna.

Por todo lo anterior, actualmente existen en torno al Mar Menor cerca de 5.000 hectáreas de espacios
naturales protegidos por la legislación regional (Ley 4/1992, de Protección y Ordenación del Territorio de
la Región de Murcia), gran parte de los cuales deberán integrarse también en la Red NATURA 2000 que se
está desarrollando al amparo de la Directiva Hábitats de la Unión Europea (Directiva 92/43 CEE). Todo el
Mar Menor tendrá necesariamente que ser incluido en dicha red, por tratarse de un hábitat prioritario
(lagunas litorales), cuya protección es obligatoria.
Sumado a su interés ecológico, el Mar Menor tiene un indudable valor cultural, ya que atesora en su
entorno vestigios paleontológicos, arqueológicos e históricos que resumen la ocupación humana del
Sureste Ibérico e incluso de todo el continente europeo. Destacan entre otros los yacimientos del
Pleistoceno en la Cueva Victoria y en el paisaje del Mar Menor incorporando elementos como las salinas,
balnearios, molinos, cultivos y viviendas tradicionales, de enorme importancia histórica y cultural.

Por último, el turismo, actividad motora del reciente desarrollo del Mar Menor y fuente de muchos de sus
problemas, depende estrechamente del logro de unos altos estándares de calidad ambiental, y de la
presencia de espacios naturales y paisajes culturales bien conservados, que permitan competir en los cada
vez más exigentes mercados turísticos.

Una laguna en peligro

El Mar Menor ha sufrido a lo largo de su historia un proceso de transformación, por la intervención


humana, que ha ido modificando sus características físicas y naturales. Como consecuencia de
roturaciones, vertidos, drenajes y otros procesos, acelerados con el inicio de la expansión del turismo en
los años 60, el Mar Menor ha visto reducida su superficie, perímetro y profundidad.

La apertura de las golas del Estacio y Marchamalo, y especialmente de la primera en 1970 para la
construcción de un enorme puerto deportivo y canal navegable, introdujo un proceso gradual de
«mediterranización» del Mar Menor, aproximándose su salinidad a la del Mediterráneo, provocando la
entrada masiva de nuevas especies animales y vegetales, entre las cuales algunas medusas parecen
haberse convertido en una auténtica plaga.

El aumento de la contaminación por residuos orgánicos y fertilizantes ha provocado la disminución de la


calidad de sus aguas y de la producción pesquera. Los rellenos y obras costeras han alterado humedales,
riberas y ensenadas, sustituyendo éstas y los tradicionales balnearios por puertos deportivos y playas
artificiales. Los dragados para extraer arenas han contribuido a alterar los fondos marinos, favoreciendo
su enfangamiento y la proliferación de algas. En la periferia de la laguna, el proceso urbanizador ha
destruido dunas, humedales, sierras costeras, cultivos y paisajes tradicionales, llegando hasta los límites
de los espacios naturales protegidos donde la falta de una gestión efectiva permite que se realicen
vertidos y otras actividades degradativas. En el litoral mediterráneo, las obras costeras y la alteración de
los sistemas dunares provoca la regresión de las playas, que exige costosas inversiones en regeneración,
alterando los fondos marinos de donde se extrae la arena.

El crecimiento urbanístico acelerado y poco planificado provoca carencias en los sistemas de saneamiento
y depuración de los municipios costeros, que han obligado a la construcción de grandes infraestructuras
(depuradoras, colectores) que están alterando espacios naturales protegidos como Calblanque,
Marchamalo, El Sabinar o la Marina de El Carmolí. Otro tanto sucede con los sistemas de drenaje de los
regadíos del Campo del Mar Menor, que por falta de planificación se están construyendo a posteriori,
afectando también a espacios naturales como Playa de la Hita o el carrizal de las Salinas de San Pedro.

Por su parte, los espacios naturales protegidos que disponen de algún tipo de gestión, se ven ocupados
por cientos de miles de visitantes estivales que desbordan los escasos servicios de vigilancia e información,
provocando una presión difícilmente sostenible sobre las especies y hábitats que teóricamente protegen.

A este proceso de alteración directa o indirecta que sufren los ecosistemas naturales del Mar Menor, no
es tampoco ajeno su patrimonio cultural. Una gran parte de los hallazgos arqueológicos conocidos han
sido destruidos por la minería, las urbanizaciones o la pura desidia. Elementos como las salinas, molinos
de viento, edificios históricos y múltiples elementos del paisaje tradicional sobreviven en precario a la
espera de su definitiva desaparición.

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