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Nombre del autor: Alexis Yair Ramírez Gutiérrez

Certificación en Psicología Clínica

Sede Morelos

Teléfono: 7351092812

Correo electrónico: Alexis.rmzgtz@gmail.com

Reseña curricular:

Egresado de la facultad de psicología por la Universidad Autónoma del Estado


de Morelos; diplomado en educación básica por la universidad Anahuac.

3 años como docente en el sector privado en el nivel básico y medio superior, 2


años como docente de universidad en la Universidad Stratford; 1 año como
psicólogo encargado en Casa Cuernavaca (clínica de rehabilitación en
adicciones); Consulta privada desde hace tres años hasta la actualidad.
El impacto de la pandemia
causada por el COVID-19 en la
salud mental: Una revisión
bibliográfica

Resumen

La pandemia causada por el COVID-19 tuvo un fuerte impacto en


la salud mental de la población en general, tanto el padecimiento
de la enfermedad como las acciones llevadas a cabo para el
control y mitigación de los contagios, condujeron a diversas
situaciones como la pérdida de empleo de familias, el cambio y/o
perdida de vivienda, el cambio en la educación ya que pasó a ser
a distancia, el distanciamiento social, las pérdidas de los seres
querido a causa de la enfermedad, la carga de trabajo en el
sector salud y en los docentes, esto a su vez dio paso al desarrollo
de diversas manifestaciones patológicas en las personas, tales
como ansiedad, depresión, ideación suicida, insomnio, miedo,
consumo de sustancias psicoactivas y estrés.

Palabras claves: Salud mental, Pandemia, Impacto, COVID-19, Psicológico.


Introducción

La salud mental es un tema que ha tomado importancia en los últimos años en


diferentes campos en los cuales nos desenvolvemos, así podemos hablar de
salud mental en el trabajo, en la familia, en centros educativos, etc.

No solo debemos de cuidar nuestra salud física, sino también nuestra salud
mental y siguiendo la definición de salud propuesta por la OMS, la cual
menciona que salud no solamente es la ausencia de enfermedad o malestar
físico, sino que debe de existir un bienestar en lo físico, lo psicológico y lo social,
funcionando estos tres ejes como engranajes en donde si uno de ellos se ve
afectado muy probablemente los otros dos también.

Visualizando únicamente la salud mental, es importante identificar los factores


que pueden ocasionar un malestar o desequilibrio en esta y un evento a nivel
mundial que ocasionó esto fue la pandemia por el COVID-19, sin embargo no
basta con solo saber si esta pandemia ocasiono un deterioro de la salud
mental a la población mexicana en general, sino que tue también es
fundamental el tipo de problemas psicológicos que pudo haber ocasionado
durante todo este tiempo, como siempre es importante conocer tanto el
síntoma como su etiología para así poder dar una intervención adecuada.

Si bien no estamos seguros si volveremos a pasar por un evento así, es


importantes estar preparados para dicho evento, para poder actuar de una
forma más eficaz teniendo un antecedente, no igual, pero tal vez similar en
cuanto a su naturaleza y lo que pueda provocar, pues como profesionales de
la salud debemos prepararnos ante cualquier evento no esperado y poder
accionar de una forma profesional y eficaz
Desarrollo

A través de la historia no solo de la psicología sino inclusive en la medicina y


como consecuencia en la psiquiatría, una tarea que ha sido difícil de realizar y
que hasta la fecha no hay consenso uniforme respecto a este tema, es la salud
mental, pues inclusive algunos teóricos mencionan que realmente no existe
estado, mientras que otros la definen de acuerdo a su área de estudio.

Si bien Joan Coderch no usa el termino salud mental para referirse al equilibrio
de los procesos psicológicos para un bien funcionamiento del individuo en
sociedad, establece puntos importantes en forma de criterios desde diferentes
puntos de vista, así tenemos el criterio de la normalidad como salud, basado en
un modelo médico que representa a la salud o lo normal en una persona como
la ausencia de algún malestar; el criterio estadístico que establece que la
normalidad radica en los compartimientos, actitudes, creencias etc. Que en
relación con el estudio estadístico que se lleva a cabo en determinado grupo
social se establecen dentro de la media, utilizando la campana de Gauss; el
criterios social de la normalidad es establecido por el consenso del grupo social
en donde se encuentre el individuo; el criterio normativo establece que la
normalidad surge a partir de normas que el mismo individuo tiene sobre
diferentes áreas de su vida que deben llevarse a cabo para llegar a un punto
clímax dentro de estar normas y por último tenemos el criterio psicodinámico
que hace referencia a un adecuado manejo de los proceso inconscientes de
las personas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define salud mental como “Un


estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias
capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar
de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su
comunidad”.

Tomando en cuenta la definición de salud mental de la OMS, es claro que


durante la pandemia COVID-19, debido a que no es una situación normal o
cotidiana, muchas personas no pudieron hacer frente a esta situación con los
recursos psicológicos con los que contaban.

Es importante así mismo definir lo que entendemos como pandemia y la Real


Academia Española la define como “Enfermedad epidémica que se extiende
a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o
región” teniendo en cuenta esta definición es importante recalcar que
hablaremos de una forma general, tomando estudios e investigaciones de todo
el mundo con el objetivo de saber las consecuencias en la salud mental
causada por esta pandemia del COVID-19, sin embargo hay otro punto a
definir y es justamente la enfermedad que ocasiono este evento que provocó
diversos problemas en la población mundial.

De acuerdo con la OMS “La COVID-19 es la enfermedad causada por el nuevo


coronavirus conocido como SARS-CoV-2.” El cual sus síntomas principales son
fiebre, tos, cansancio y perdida del olfato y el gusto.

Debido a que este virus se contagia través de diversas formas y una de ellas es
por pequeñas partículas liquidas expulsadas por una persona infectada al toser
o estornudar hace que sea un virus te contagio fácil, esto llevo a la humanidad
a resguardarse en casa para evitar contagios y por consecuencia el colapso
en la capacidad de los hospitales e instituciones médicas. Así mismo debido a
la pandemia la actividad económica se vio afectada en todo el mundo con el
cese de actividad de diversas empresas tanto pequeñas como grande, lo cual
dio lugar al recorte de personal, sin embargo, esto también afecto a los
trabajadores informales pues su sustento de muchos de estos trabajadores eran
las ventas en las calles.
Así mismo esto provoco que las relaciones sociales de las personas se vieran
afectadas, de una forma agresiva supuso un cambio abrupto en la rutina de
todo el mundo, esto sin contar las pérdidas que ocasiona en muchas familias
alrededor del mundo y que la forma en que se llevaban estos decesos no era
como normalmente se hacen, pues no se podía tener acceso al cuerpo, lo que
provocó que muchas familias no pudieran despedirse su ser querido.

En el artículo titulado “El COVID-19 y la salud mental: ¿cuáles son las


consecuencias?” escrito por S. Gordon en el años 2020, menciona que debido
a que los caso de COVID se propagaban bastante rápido, la Organización
Mundial De la Salud (OMS) y otras autoridades sanitarias de todo el mundo,
incluyendo México, recomendaron medidas como el distanciamiento social y
las cuarentenas para combatir los contagios, sin embargo dichas medidas que
en si provocaron estrés a la población, también implicaron que los gobiernos
cerraran secciones de la economía de interés de la salud pública , esto
provocó que un gran número de personas no pudieran realizar sus trabajos
habituales y por ende no pudieron generar ingresos.

Esto provocó ansiedad y miedo en la población general, esto a su vez se


combinó con las crecientes preocupaciones de las personas por sus familiares
cercanos ante el contagio y aquellos familiares de alto riesgo, lo cual conduce
a un elevado nivel de ansiedad, estrés y miedo presentado en la población.
Huang y Zhao (2020), citados por Tapia (2021) dice que estos autores
“reportaron una prevalencia del trastorno de ansiedad generalizada en un
35,1%, mientras la depresión y los problemas para dormir alcanzan al 20,1% y
18,2% de la población durante el brote pandémico del COVID-19 en china a
inicios del año 2020”

Los trabajos investigativos demuestran que existe una relación entre las
cuarentenas domiciliarias y el estrés psicológico y que representan un peligro
para la salud mental (S.Gordon citando a Shah et al., 2020) Por otro lado la
investigación de Barbisch, Koening y Shih (2015) muestra que colocar a las
poblaciones en aislamiento puede ocasionar graves problemas psicológicos,
incrementados por el miedo y la incertidumbre de las enfermedades. Por otro
lado, el confinamiento en lugares reducidos durante periodos largos de tiempo,
bajo el apercibimiento de contraer una enfermedad, puede generar histeria
masiva y llevar a la desintegración de la salud mental (Barbisch et al., 2015).

El confinamiento domiciliario, el parón de la actividad económica, la transición


brusca y repentina de la docencia presencial a formato online, así como el
incremento del teletrabajo son aspectos que han provocado la aparición de
una situación insólita y con múltiples factores estresantes (Lasa et al., 2020,
citado por Urdiales C.R. y Nicolás S.A 2021)

Brooks et. al. (2020) ha revelado que el aislamiento social causado por la
pandemia condujo a un incremento de ansiedad, síntomas de intolerancia a la
incertidumbre, depresión y mayores niveles de estrés, así mismo Zhang et. al.
(2020) evidencia que el impacto de la pandemia en la salud mental implicó un
importante aumento en los síntomas de ansiedad y depresión. Por otro lado, en
Chile se notificó que, de cada cuatro personas, tres de ellas mostraban un
estado de ánimo desrregulado y que las mujeres manifestaban mayor
sintomatología depresiva, ansiosa y percepción de empeoramiento de su
estado anímico (Mac-Ginty et al., 2021). De acuerdo con Proaño (2020) la
pandemia por COVID-19 generó un aumento en la demanda de atención
psicológica de la población, esto debido a qe se presentaron elevados
porcentajes de síntomas de ansiedad; tales como el insomnio, preocupación,
angustia, distractibilidad, bajo apetito y cansancio. De igual manera se informo
que entre las diversas manifestaciones psicológicas se presentaron síntomas
como la disminución en la concentración y propensión de olvidos de hechos
recientes, malestares psicosomáticos, falta de atención y empobrecimiento en
el desempeño diario. (Guiroy et al., 2020)
Eidman citando a Inchausti et al., (2021) menciona que el cumulo de las
manifestaciones psicológicas ocasionadas por la pandemia actual se
encuentran asociadas con reacciones clínicas relacionadas a la ansiedad, la
angustia mental, la intolerancia a la incertidumbre, los temores irracionales, el
miedo a la muerte, la depresión y a diferentes cuadros psicopatológicos de
síndromes o trastornos relacionados.

Fiorillo y Gorwood (2020) Mencionan que el incremento de la soledad y la


disminución de las interacciones sociales son agentes de riesgo para trastornos
psicológicos, tales como la esquizofrenia y la depresión mayor. Holt-Lustand,
Smith, Baker, Harris y Stephenson (2015) hallaron en una revisión de la literatura
que la soledad y el aislamiento social pueden conducir a una mayor
mortalidad y representa un mayor riesgo para la salud que la obesidad.

Instruir a las personas a que realicen una cuarentena tiene implicaciones


psicológicas, justo como lo señalan Fiorillo y Gorwood, (2020), pues esto se
combina con preocupaciones sobre la salud y la de la familia, así como como
el desconcierto de la situación futura y económica, la combinación de estos
factores puede provocar o agudizar síntomas de ansiedad, depresión y
sentimientos de miedo.

Frutos R. y Salgado G. (2021) en su investigación que abarca diversos países y


en donde dividieron a la población en trabajadores sanitarios y no sanitarios,
encontraron que en la primera fase de la pandemia de COVID-19, el 80.6 por
ciento de los trabajadores sanitarios presentaba distrés psicológico, para estos
resultado utilizaron el Cuestionario de Salud General de Goldberg (GHQ), los
niveles de estrés patológico eran más elevados en aquellos trabajadores
sanitarios con atención especializada en comparación con atención primaria,
algo importante es que en todos los casos el distrés psicológico es más elevado
en mujeres y jóvenes, justo como lo mencionan diversas investigaciones al
encontrar que las poblaciones más vulnerables ante los riesgos a la salud
mental durante la pandemia son las mujeres, los grupos minoritarios, jóvenes y
quienes viven con niños pequeños o solas (Banks y Xu, 2020; Buitrago et al.,
2020; Huang y Zhao, 2020; Marquina, 2020; Zixin y Wang, 2020), así mismo de
acuerdo con Huang y Zhao, (2020) las personas que pasan más de 3 horas
pensando en la pandemia son mas propensos a problemas en su salud mental,
de igual forma aquellas que están expuestos a un bombardeo de información
sobre el tema (Gao et al., 2020; Giallonardo et al., 2020) o aquellos que han
sido hospitalizados.

Es claro que las consecuencias en la salud mental serían diferentes en los


trabajadores sanitarios que, en los no sanitarios, pues el factor que atribuye
preocupación a los primeros es estar baja la amenaza del contagio que se
traduce en ansiedad, así mismo el exceso de casos proporciona más trabajos
en atención sanitario por lo que el estrés se ve aumentado en estos
trabajadores que desempeñan un papel fundamental durante la pandemia,
así por ejemplo en un estudio llevado a cabo por Juárez-Garcia et. al., (2021)
los trabajadores de diversas clínicas y centros hospitalarios presentaron niveles
altos de sintomatología depresiva y ansiosa, siendo el 56.9% y 74.7%
respectivamente, así como síntomas de burnout y estrés, siendo un 49.8% y
46.8% respectivamente. Siguiendo la temática de la afectación psicológica en
trabajadores, en la investigación de Parrado-Gonzáles y León Jariego (2020) se
estudio a las personas que quedaron sin empleo debido a la pandemia y
tenían un menor ingreso económico, el resultado fue que estas personas
presentaban los peores indicadores de salud mental y sintomatología
psiquiátrica

Así por ejemplo un estudio llevado a cabo por Simón M. A., (2022) en donde el
objetivo fue analizar el impacto psicoemocional del COVID-19 en enfermeros
de la provincia de Huesca, se encontró que el 16.8% manifestaron depresión, el
46.4% ansiedad, el 22.4% estrés y el 77.6% insomnio, algo importante es
mencionar que quienes tenían índices más elevados eran enfermeros con una
edad avanzada, con mayor experiencia, comorbilidades de riesgo, menos ocio
y más horas de trabajo, de igual manera se identificó burnout la mitad de la
muestra de enfermeros y un 46.9% indicó un temor al COVID-19, dentro de todo
este estudio también se evidencio que existen factores en esta población que
provocan un mayor desencadenamiento de sintomatología, dichos factores
son estar en un puesto es una unidad COVID-19, más experiencia, ser
enfermero de Atención Especializada y no convivir con familiares.

Otros estudios has demostrado que las crisis de seguridad sanitaria provocan
estrés y/o angustia en la población general, especialmente al sector sanitaria
debido a un mayor miedo a contraer el virus y morir a consecuencia de éste

Por otra parte, también se han realizado estudios sobre la salud mental en los
docentes en relación a la pandemia por COVID-19, así por ejemplo en chile se
reportó que mas de la mitad de los docentes y directivos de los centros
educativos manifestaron estar estresado o muy estresados después de llevar un
mes y medio de confinamiento (Elige Educar, 2020), por otro lado Tapia (2021)
en su investigación con docentes en Chile, concluye que de acuerdo con sus
resultados se evidencia la particular vulnerabilidad de la profesión docente
ante problemas de salud mental que afectan de manera significativa su vida
cotidiana, especialmente en área de sus relaciones personales, Tapia explica
que las razones de esto no son únicamente el cambio del procesos de
enseñanza-aprendizaje sino que también el miedo al contagio de COVID-19 y
la preocupación por la salud propia o de un familiar son factores significativos.

Entre 33% y 42% de la población que fue hospitalizada en el oriente medio por
SARS, padecieron depresión, ansiedad, daños de memoria e insomnio, entre
otros riesgos de salud mental, al parecer derivados de la propia enfermedad
(Rogers JP, 2020) Por otro lado en el año 2003 con el síndrome respiratorio
severo agudo que afectó principalmente a China, Hong Kong, Singapur,
Taiwán y Toronto en 2003 se demostró las consecuncias psicologocas a un año
omás después del brote, los sobrevivientes reportaban niveles alarmantes de
estrés y angustia, también manifestaban una alta prevalencia de trastorno
depresivo, de adaptación y estrés postraumático. (Javakhishvili et al.,
2020; Mak, Chu, Pan, Yiu y Chan, 2009; Urzúa, Vera, Caqueo y Polanco, 2020)

En un estudio llevado durante las primeras tres semanas de la cuarentena por


COVID-19, con 17,865 personas, de las cuales el 75% eran mujeres, entre los
ocho y 56 años, mediante un cuestionario en un plataforma Web en dos
momentos de evaluación: antes y después de la declaratoria de la pandemia
se encontró que existía el amento en los reportes de ansiedad, depresión y
enojo, así como una disminución en las emociones positivas y en los niveles de
satisfacción de vida, después del riesgo de padecer COVID-19 (Li et., al (2020)

En México se llevó a cabo un estudio realizado por Morales et al., en donde


evaluaron tres fases de la contingencia por COVID-19; en la primera fase se
evaluó el nivel de estrés, emociones y pensamientos negativos, dentro del
primer mes de contingencia sanitaria por COVID-19, quienes concluyeron que
las personas que se encontraban en cuarentena declararon mayor perdida de
interés, deseos de hacerse daño, dificultad para dormir y poner atención, que
aquellas que no se encontraban en dicha situación, así mismo reportaron que
las mujeres manifestaron más índices de estrés agudo que sus contrapartes, así
mismo; en el segundo estudio correspondiente a la segunda fase de la
contingencia sanitaria que comprende entre el 24 y 30 de abril de 2020, se
evaluó el nivel de riesgo a la salud mental en función de permanecer en
cuarentena, del uso de alcohol o la violencia vivida en el hogar, se concluyo
que durante dicho periodo de evaluación, la evitación , la tristeza, el
distanciamiento, el enojo y la ansiedad generalizada en las personas estuvieron
predichos por el nivel de estrés agudo, así mismo aquellas personas que
estaban en condición de cuarentena consumieron alcohol de forma explosiva
y vivieron violencia emocional o física en mayor medida que los que no se
encontraban en dicha condición; el tercer estudio que comprende las fechas
entre el 1° y 15 de mayo de 2020 que corresponde a la tercer fase, “se evaluó
el nivel de riesgo a desarrollar condiciones de salud mental en función de las
situaciones relacionas con el COVID-19. Los autores informaron que la evitación
predijo los niveles de estrés agudo en las personas; que el estrés agudo predijo
la ansiedad de salud; que este último predijo niveles de ansiedad generalizada,
tristeza, somatización; y que este tipo de ansiedad generalizada predijo el
distanciamiento y el enojo en las personas.” (Morales et al., 2020)

Morales (2021) menciona que debido a las problemáticas que ha presentado


la emergencia sanitaria ocasionada por el COVID-19, tales como perdidas
familiares, desempleo, problemas académicos y el requerimiento del
distanciamiento social; ha resultado necesarios establecer estrategias de
prevención, atención y seguimiento de tales condiciones de riesgo a la salud
mental, así mismo menciona que ante la pandemia las condiciones de riesgo a
la salud mental a corto plazo incluye situaciones de estrés agudo emocional
característicos de una respuesta adaptativa y de preparación natural de las
personas ante los riesgos de perder la vida. De la misma forma se incluyes todas
aquellas situaciones traumáticas derivadas de la pandemia, tales como la
imposibilidad de llevar a cabo los ritos funerarios, los cuales son fundamentales
para el proceso de duelo en las personas. En México como en muchos otros
lugares del mundo, s relaciona la ansiedad por la salud individual con índices
de estrés agudo, evitación, distanciamiento, enojo y tristeza durante la
emergencia sanitaria causada por el COVID-19 (Morales, 2021). “Así, ante las
condiciones por la pandemia por COVID-19, las personas pueden reportar
aversión, ansiedad” (Mortensen, Becker, Ackerman, Neuberg, & Kenrich, 2010;
citados por Morales et al. 2020)

En la misma línea de las patologías derivadas por la pandemia del COVID-19,


Cedeño et al., (2020) menciona que dicha pandemia ha traído consigo un
aumento de la depresión y el suicidio. En Estados Unidos la pandemia provocó
un aumento de la depresión en la población durante los meses de marzo a abril
del año 2020 en comparación de años pasados, el aumento de la depresión
fue lo bastante alto para que se considerara significativo. (Daly et al., 2021).
Siguiendo la misma línea de la sintomatología depresiva y el suicidio,
Fountoulakis et al. (2021) realizaron un estudio en Grecia con una muestra de
3,399 participantes, el objetivo del estudio fue afirmar que la pandemia había
tenido un impacto psicológico en la población, los resultados de dicho estudio
arrojaron que un 9.3% de los sujetos manifestaban depresión clínica y al mismo
tiempo se identificó un crecimiento de ideaciones suicidas en un 10.4% de los
casos, algo importante de mencionar es que el 8.96% de casos sin historial
previo presentó su primer episodio depresivo como consecuencia de la
emergencia sanitaria del COVID-19.

Por otro lado, en España se llevó a cabo un estudió con una muestra
representativa de la población adulta en donde los resultados evidenciaron un
crecimiento en los sentimientos depresivos y la ideación autolítica de los sujetos,
esto derivado de la crisis sanitaria por COVID-19, en una cuestión estadística
dicho estudio mostró que un 36% y un 48% de hombres y mujeres
respectivamente tuvieron un aumento delos sentimientos depresivos, mientras
que la ideación autolítica se dio en un 4.4% en los hombres y un 4.7% en las
mujeres (Lasa et al., 2020). Nuevamente podemos observar que las mujeres son
una población vulnerable, como lo menciona Parrado-Gonzáles y León-
Jariego (2020) las mujeres son más propensas a un mayor malestar emocional y
peor salud mental, siendo el sexo femenino un factor de vulnerabilidad ante el
impacto psicológico de la pandemia.

Por otro lado, Lluva et al., (2021) menciona que una experiencia más cercana
con el virus se transforma en un factor de riesgo para la aparición de síntomas
psicológicos como miedo, ansiedad, soledad, insomnio, etc. Y Santamaría et
al., (2020) demostró que la exposición directa al virus tiene un impacto mayor
en la salud mental de las personas.

Siguiendo la temática de la sintomatología depresiva e ideaciones suicidas


derivadas de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 tenemos el estudio
realizado por Urdiales-Claros y Nicolás-Sánchez (2021), quienes, a través de una
muestra de 1,558 adultos, de los cuales la mayoría eran mujeres representando
el 73.2% del total de la muestra; la edad media de los participantes fue de 28.5
años, con un rango de 16 a 77 años. El objetivo del estudio fue demostrar el
impacto psicológico del COVID-19 después de un año de pandemia. Este
estudio demostró que las mujeres mostraban niveles más elevados de
depresión en comparación con los hombres, así mismo las mujeres presentaron
una puntuación mayor en ideación suicida, sin embargo, esta diferencia no es
significativa a comparación de las puntuaciones obtenidas en sintomatología
depresivo que sí fueron significativas. Ante esta vulnerabilidad en la mujer ante
un riesgo mayor a su salud mental que se ha visto repetida en diversas
investigaciones, “una explicación ante este hecho puede estar en el mayor
número de responsabilidades asumidas por las mujeres y las desigualdades
laborales y económicas a las se ven sometidas, los cuales son aspectos que
aumentan su vulnerabilidad a la hora de padecer un trastorno depresivo”
(Gavira Arbeláez, 2009, citado por Urdiales-Claros y Nicolás-Sánchez, 2021).

Aquellas personas que han pasa han pasado el COVID-19 con sintomatología
grave o muy grave, presentan mayores síntomas depresivos que aquellas
personas que no han tenido tanta gravedad o complicaciones, así mismo las
personas que han sufrido la perdida de algún familiar a causa de dicha
enfermedad, manifiestan una sintomatología mayor que las personas que no
tuvieron perdidas familiares a causa del COVID-19, relacionado a esto, las
ideaciones suicidas son más presentes en el primer grupo de individuos (Urdiales
Claros y Nicolás Sánchez, 2021)

Si bien hasta ahora se hablado en los estudios sobre población adulta, también
es importante mencionar que el impacto de la emergencia sanitaria causada
por el COVID-19 ha sido dejado a un lado en niños niñas y adolescentes ya que
varios de los efectos perjudiciales han sido revidados de las medidas de
contención y mitigación, y sólo serán cuantificables a mediano y largo plazo.
(Díaz-Rubio y Donoso-Fuentes, 2022).

Díaz-Rubio y Donoso-Fuentes, (2022) mencionan que “los factores asociados a


la pandemia que inciden en el bienestar de NNA pueden ser clasificados en
tres niveles, micro, meso y macro, que van más allá del individuo” el macro
nivel son todos aquellos factores que transcurren a nivel familiar y el entorno,
dado que debido a la pandemia hubo diversas ocurrencias en este nivel que
pueden incidir en un deterioro de la salud mental en niños, niñas y
adolescentes, produciendo ansiedad, insomnio y síntomas depresivos, tales
ocurrencias pueden ser la perdida del trabajo de los padres, la perdida o
cambio de vivienda, el fallecimiento de seres queridos, etc. ((Díaz-Rubio y
Donoso-Fuentes, 2022).

Alkires S. et al., (2021) menciona que la UNICEF ha categorizado el evento de la


infancia durante la emergencia sanitaria como un desastre, cuyos efectos a
largo plazo no son alentadores, retrocediendo una década en los objetivos de
desarrollo del milenio de las Naciones Unidas.

En un estudio llevado a cabo por Eidman (2021) de tipo descriptivo,


correlacional y de diferencia de grupos con un diseño no experimental de
corte transversal, en donde se utilizó una muestra de 1120 adultos de entre 18 y
84 años, mostró resultados en cuestión de asociaciones entre los niveles de
bienestar emocional, psicológico, social y total y los síntomas de depresión e
intolerancia a la incertidumbre fueron negativas y significativas, pero las
correlaciones con síntomas de ansiedad fueron positivas y significativas. Es
importante mencionar que dentro de esta investigación encontraron
diferencias significativas en los niveles de bienestar emocional, psicológico,
social y total según asistencia a tratamiento psicoterapéutico, siendo que
aquellas personas que asistían a algún tratamiento psicoterapéutico
demostraron mayores niveles de bienestar en comparación a quienes no
asistían a algún proceso psicoterapéutico.

Esto da pauta a que la atención psicoterapéutica es un factor de protección


ante situaciones de emergencia, pes dada las circunstancias de la naturaleza
de cualquier emergencia el contar con apoyo psicológico puede minorizar la
sintomatología que las personas puedan llegar a tener como derivado de
dichas situaciones, por que es fundamental que los profesionales de la salud
estén preparados con intervenciones eficaces para reducir la sintomatología o
trastorno que pudieras ocasionarse por las diversas situaciones que se podrían
afrontar en un futuro.
CONCLUSIONES

En conclusión, podemos afirmar que la pandemia por COVID-19 trajo consigo


diversos riesgos a la salud mental de la población en general, desde una
exacerbación de sintomatología ansiosa hasta depresiva, sin embrago no fue
lo único, sino que también se presentaron aumentos de violencia intrafamiliar y
abuso de sustancias psicotrópicas que alteran el funcionamiento del sistema
nerviosos central.

Es importante tomar en cuenta que como las investigaciones reportaron, estas


sintomatología pueden verse reducidas por la asistencia a un proceso
psicoterapéutica, así mismo esta asistencia funge un rol fundamental en la
prevención de dichos caso, aunado a los riesgos a la salud mental derivados
de la emergencia sanitaria, los resultados de las investigaciones y estudios
realizados y citados anteriormente nos muestran un panorama bastante amplio
del impacto que tuvo la pandemia en la salud mental de la población, sin
embargo es importante tomar en cuenta que parte de la sintomatología
derivada de la pandemia fue también el resultado de un inevitable efecto
dominó, ya que las medidas de distanciamiento social, el paro de trabajos no
necesarios, la sobre carga de trabajo en ciertas profesiones, las perdidas
familiares en donde se imposibilito los ritos funerarios, la incertidumbre
económica y académica, el miedo al contagio y a la perdida de algún familiar
fueron factores que desencadenó la pandemia y que a su vez se manifestó en
problemas en la salud mental de las personas.

Al mismo tiempo no podemos ignorar el creciente uso de sustancias


psicoactivas que se dio durante esta emergencia sanitaria, si bien el uso de
drogas ya era un problema para sociedad, la pandemia, al igual que otra
sintomatología, aumenta el consumo de estas sustancias, lo cual genera riesgos
a la salud mental, de igual manera es importante mencionar que de acuerdo a
los estudios, existen poblaciones que son más vulnerables a desarrollar
trastornos mentales, tales como la depresión, así las mujeres son más
vulnerables a un riesgo en su salud mental que los hombres, por otro lado no
podemos dejar de lado a los niños, niñas y adolescentes quienes también se
vieron afectados por la pandemia y los conflictos que derivaron de ella.

Todos estos estudios e investigaciones abren las puerta a realizar nuevas


investigaciones y modos de intervenciones ante este tipo de crisis, pues si bien
se tiene un modelo de psicoterapia breve y de emergencia la situación que
pasó en muchos casos superó lo ya establecido y como profesionales de la
salud mental es nuestra responsabilidad siempre estar actualizados y brindar
una intervención oportuna y eficaz, sin caer en malas praxis, para esto es
importante la actualización en las intervenciones funcionales en la actualidad,
así mismo espero que esta situación abra aún más los ojos a la población en
general sobre la importancia de atender nuestra salud mental.
Bibliografía

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