12 Anorexia y Bulima
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EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO DE LA
ANOREXIA Y BULIMIA NERVIOSAS
Margarita Ortiz-Tallo
1. ANOREXIA NERVIOSA
1.1 Evaluación
1.2. Tratamiento
aspectos alterados evaluados anteriormente. Sin embargo, por cuestiones didácticas aquí se
expondrán separadamente y con un orden.
- Educación en nutrición. Conviene explicarles las consecuencias sobre el
estado de ánimo de la mala nutrición, la poca capacidad de los laxantes,
diuréticos, etc., para conseguir una bajada de peso estable, la nula probabilidad
de subir más de un peso determinado por comer ordenadamente y todos aquellos
conceptos erróneos que se hayan detectado acerca de aspectos nutricionales.
- Reestructuración cognitiva. Los pensamientos distorsionados son una
característica esencial de este trastorno, por lo que será necesaria la
modificación de las cogniciones irracionales a través de la discusión y
contrastación con parámetros objetivos para adecuar sus evaluaciones a la
realidad.
- Desensibilización sistemática o técnicas de inoculación del estrés para el
tratamiento de las fobias y de la ansiedad. Las situaciones que le producen
ansiedad-fobia son variadas y hay que incidir en todas ellas. Ejemplos son el
miedo exagerado a engordar, el pavor que le produce descontrolarse, la ansiedad
ante la escuela y las calificaciones, la ansiedad a la hora de comer, la fobia a su
propio cuerpo y todos aquellos aspectos que se detectan en cada caso.
- Técnicas de relajación o de auto-observación positiva para el desarrollo de la
auto-conciencia corporal. Este conocimiento debe incluir aspectos perceptivos,
emocionales y motores. Aprender a percibir las sensaciones corporales de
hambre, de gases, etc., es fundamental para que deje de asociar cualquier
sensación corporal con sensaciones de gordura o de estar llena, así como
perderle el miedo a esas sensaciones corporales que suelen estar identificadas
con malestar.
c) Tratamiento en grupo. La terapia de grupo suele ser utilizada como un
componente más de los programas de tratamiento (Calvo, 1994). Este tipo de intervención
no está exenta de riesgos, para algunos terapeutas no es especialmente conveniente ya que
pudiera convertirse en una competición entre las chicas para estar más delgada que el resto
del grupo así como de vehículo de imitación de conductas alteradas y pensamientos
distorsionados (Calvo, 1990; Foreyt y McGavin, 1989; Hall, 1985).
A pesar de los riesgos, en ocasiones, y si se hace una buena elección de las
integrantes del grupo, tiene importantes ventajas. El número ideal del grupo se establece
entre 4 y 6 personas, la duración de las sesiones entre una hora y media y dos horas y el
tiempo alrededor del año. El terapeuta es conveniente que asuma un papel directivo que
coordine, estructure y oriente cada una de las sesiones.
Las técnicas que más se trabajan en grupo son las encaminadas a moderar los
pensamientos distorsionados, tales como las sobregeneralizaciones tan típicas de este
trastorno: “si como eso nunca podré parar de comer”, o los pensamientos extremos: “o no
como nada o no puedo parar de comer”. La finalidad será conseguir pensamientos y
actitudes moderadas e intermedias que no oscilen de un extremo a otro.
Las técnicas encaminadas a las habilidades sociales y a la resolución de problemas
son asimismo de gran interés en grupo de anoréxicas, ya que habitualmente están teniendo
problemas de adaptación y de relación con sus iguales así como con sus familiares.
Otro aspecto importante en el grupo es la expresión de sentimientos que les ayuda a
sentirse comprendidas, a ponerse en el lugar de otros así como a reconocer y poder manejar
sus propios sentimientos negativos.
Evaluación y tratamiento de la anorexia y bulimia nerviosa 199
Para Bruch (1985) para poder comenzar una psicoterapia la paciente debe sentir y
experimentar que el terapeuta está interesado en ayudarla y en escuchar realmente lo que
“ella” le cuenta. Con esta idea lo que se pretende hacer es hincapié en la necesidad de que
sea la propia paciente quien decida y esté motivada para asistir a la terapia, ya que, en el
caso de que acudiera bajo la presión de los familiares, sería muy difícil conseguir una
mejoría terapéutica hasta que no decidiera por sí misma confiar en el psicólogo.
La intervención será, en términos generales, larga y se debe considerar la
posibilidad de recaídas a lo largo del proceso terapéutico. Durante el tratamiento debe
procurarse que la chica consiga un nivel alto de autonomía e independencia, pero el
terapeuta debe estar atento ya que con frecuencia estas pacientes presentan una falsa auto-
suficiencia que puede hacer creer que su fortaleza psíquica es mayor (Goodsith, 1985).
Siguiendo a Foreyt y McGavin (1989) se resaltarán algunos de los puntos
fundamentales en la psicoterapia:
- Conseguir información completa en la que se recogerían los parámetros y
la historia del trastorno, teniendo en cuenta desde los datos concretos acerca del
peso, medidas ya alimentos que consume hasta el funcionamiento familiar y
social e ir analizando todos estos aspectos con la paciente.
- Ayudarla a ser capaz de identificar y a expresar de una forma más
constructiva y adaptativa sus emociones y su vida interior.
- Considerar las serias dudas que suele tener sobre sí misma así como su
baja autoestima con el fin de ayudarla a reestructurar su autoconcepto.
- Ofrecerle información educativa acerca de la fisiología y la psicología de la
inanición, de las purgas y de los atracones de comida.
- Enfatizar y servir de apoyo para que pueda conseguir lo que quiere de
forma más adecuada y hacerle ver los inconvenientes que tiene el uso del
control rígido, tan típico en estas alteraciones, minimizando lo más posible su
posible utilización.
Esta orientación defiende la idea de que para poder explicar y comprender cualquier
comportamiento humano, hay que situarlo y estudiarlo en su contexto natural: la familia. La
Evaluación y tratamiento de la anorexia y bulimia nerviosa 200
2. BULIMIA NERVIOSA
2.1 Evaluación
Las personas con bulimia nerviosa, a diferencia de las que parecen anorexia
nerviosa, son concientes del problema que tienen, por lo que con mayor frecuencia acudirán
al psicólogo por ellas mismas. El motivo que les suele llevar al terapeuta no es tanto su
preocupación por los vómitos o atracones como los sentimientos y el estado anímico que
suelen acompañar al cuadro. Esto es, sobre todo, la fuerte ansiedad que padecen así como
sentimientos y estados depresivos de intensidad variable.
El aspecto físico que presentan puede ser completamente normal no llamando la
atención ni por exceso ni por defecto de peso. Sin embargo, se quejarán de que no pueden
dejar de pensar en temas relacionados con la comida y que el impulso a comer
desmesuradamente es tan grande que no consiguen controlarse. La única vía que han
encontrado para que no ocurra lo que más temen, engordar, es a través de la autoinducción
de vómitos posteriores a los atracones.
Lo habitual es que acudan al profesional después de una historia prolongada de
atracones y vómitos o uso de laxantes u otros purgativos, lo que obtenida esta información
será evidente el diagnóstico y será el momento de iniciar una evaluación profunda y
completa que permita conocer todas las características del caso.
El psicólogo no debe olvidar la necesidad, en muchos de los casos, de una
exploración médica en estos pacientes.
Evaluación y tratamiento de la anorexia y bulimia nerviosa 202
La técnica más utilizada es, en primer lugar, la entrevista para recoger toda la
información sobre la historia del problema, otras posibles alteraciones psicológicas, su vida
familiar y social así como todos aquellos aspectos que parezcan de interés. Los
autoinformes y los autorregistros serán asimismo procedimientos que aportarán una
información más exhaustiva.
Las entrevistas estandarizadas y los autoinformes más utilizados son los mismos
que se han referido al comentar la evaluación de la anorexia nerviosa, ya que todos ellos
tienen subapartados específicos de conductas y actitudes bulímicas.
Existen otros cuestionarios específicos tales como el Forbidden Food Survey de
Ruggiero, Davis, Schlundt y Carey (1988), para evaluar los alimentos autoprohibidos por la
persona y el Eating Self Efficacy Scale de Glynne y Ruderman (1986), para conocer los
factores situacionales asociados a los episodios de voracidad.
Las áreas que conviene evaluar con mayor intensidad, desde una perspectiva
cognitiva-conductual, para posteriormente intervenir adecuadamente son:
a) Las dietas y conductas purgativas. Es necesario conocer la frecuencia con que
se dan los atracones y los vómitos, el tipo de alimentos que toma durante los
atracones y durante la ingesta normal, los alimentos que se prohíbe, la
información que tiene acerca de la nutrición y la historia anterior de regímenes
de adelgazar.
b) Los hábitos alimentarios. Se debe conocer dónde come, cómo lo hace, a qué
horas suele hacerlo y si se esconde para ello. También qué situaciones y qué
estados internos son los que le llevan a comer desmesuradamente (si el quedarse
sola en casa, el ver restos de comida en la cocina, el estar estudiando, el estar
enfadada con alguien, haber tenido un disgusto, estar triste, etc.).
c) La imagen corporal. Es importante explorar el grado de satisfacción de su peso
y de su silueta, cuál es su peso ideal y qué partes de su cuerpo son las que más le
molestan. Habrá que conocer si hay distorsiones en la percepción o en la
evaluación de su propio cuerpo.
d) Aspectos cognitivos. A qué causas atribuye su problema, qué actitudes o ideas
irracionales mantienen el problema y qué expectativas tiene del resultado que
pueda conseguir.
e) Aspectos emocionales y afectivos. Es importante explorar los niveles de
ansiedad y depresión alcanzados, si existía psicopatología anterior o algún tipo
de psicopatología secundaria que requiera un tratamiento médico
complementario, si ha habido intentos de suicidio, si establece relaciones
sociales y de pareja así cómo aspectos de su vida sexual que se consideren
necesarios explorar.
f) Aspectos familiares. La relación de la persona bulímica con su familia es
también de gran importancia ya que con frecuencia las relaciones se han ido
deteriorando como consecuencia de sus cambios de humor y su difícil estado de
ánimo.
y las purgas puedan hacer peligrar su vida, algunos de estos trastornos pueden ser
alteraciones metabólicas importantes como consecuencia de la deshidratación. También,
puede ser aconsejable la hospitalización cuando el estado depresivo de la chica lleve a un
riesgo de suicidio que deba ser controlado desde ámbitos no familiares.
La intervención de distintos profesionales de la salud debe ser considerada desde el
principio. El especialista en endocrinología y nutrición aporta una valoración de su estado
físico imprescindible para muchas de las decisiones terapéuticas. La educación nutricional
en la que se informe de los riesgos físicos de las comilonas, de los vómitos o conductas
purgativas, de los valores energéticos de determinados alimentos y la estructuración de un
régimen alimenticio en el que estén valorados los aspectos nutricionales debe también ser
realizado por el experto.
La aparición de sintomatología secundaria intensa, por ejemplo, la frecuente
presencia de determinados trastornos del estado del ánimo hace que, en ocasiones, el
tratamiento farmacológico sea imprescindible por lo que la intervención médica pertinente
será fundamental.
Es de gran importancia que, en el caso de que sean varios los profesionales que
intervienen, haya una comunicación continua entre ellos y una línea común de tratamiento
que no produzca en ningún momento contradicciones en la intervención ni lleven a la
paciente a desconfiar o a desvalorizar algunos de los aspectos implicados.
Centrándonos en la intervención psicológica, para algunos autores (Saldaña, 1994),
se deberá interrumpir, en primer lugar, la cadena conductual dieta restrictiva-violación de la
dieta-episodio de voracidad. Sin embargo, en determinados casos en los que sea muy
intensa la fobia a engordar y la fobia a determinados alimentos que aún sigue ingiriendo,
pudiera ser más conveniente comenzar por intervenir en los aspectos relacionados con este
miedo irracional y desproporcionando con el fin de que la desaparición de los vómitos no
produzca aún una mayor ansiedad en la paciente.
atracón, por lo que el realizar todas las comidas sin saltarse ninguna y hacerlo en el sitio
que se haya estipulado para ello facilitará que vaya ordenando sus costumbres. Se le
enseñará a comer despacio, sentada y sin hacer otras actividades a la vez.
Exposición y prevención de respuesta. Se realiza en varias sesiones y consiste en
exponer a la chica a los alimentos que generalmente consume durante los episodios de
voracidad, hacer que los coma delante del terapeuta y en cantidad suficiente como para que
aparezca el deseo de vomitar. Posteriormente se le impedirá el acto de vomitar al menos
durante dos horas, tiempo que debe quedar bajo la supervisión del terapeuta con el fin de
que no pueda llevarlo a cabo. Para diversos autores esta técnica es más eficaz cuando
posteriormente se va ampliando el lugar en el que se realiza a su propia caso o a
restaurantes (Fairburn y Cooper, 1989; Saldaña y Rosell, 1988; Saldaña, 1994).
Reestructuración cognitiva. Será fundamental intervenir en todos los pensamientos
distorsionados en relación al peso, la comida, el cuerpo, los pensamientos absolutistas, las
ideas perfeccionistas, etc. Para ello se utiliza un auto-registro de los pensamientos para una
identificación adecuada de ellos y para que puedan ver la relación existente entre el
pensamiento distorsionado y las conductas desadaptativas o el malestar anímico para la
posterior sustitución por pensamientos más adecuados.
Resolución de problemas. El entrenamiento que les de pautas para enfrentarse a
dificultades diarias y cotidianas les beneficia en el control de comilonas, ya que muchos de
los desencadenantes de atracones suelen ser precisamente enfrentamientos con los
familiares, con los amigos y amigas y situaciones conflictivas generales como aspectos
relacionados con los estudios o con el trabajo.
3. CONCLUSIONES
Todos los clínicos coinciden en señalar que los trastornos de la alimentación son
alteraciones complejas que aparecen cada vez con mayor frecuencia y hacen énfasis en la
necesidad de intervenir desde distintas disciplinas y con tratamientos multimodales.
La anorexia y la bulimia nerviosa presentan, en muchos casos, fuertes resistencias al
tratamiento y dificultades en la mejoría completa y a largo plazo. Se debe contemplar la
posibilidad de recaídas y necesitan de un periodo de seguimiento amplio.
La dificultad de dar una respuesta única y completa desde una sola perspectiva ha
hecho que tanto la evaluación como la intervención de estos trastornos se realicen, hoy en
día, desde un punto de vista amplio y multidisciplinar en el que se reconozca la
interrelación entre los aspectos biológicos, comportamentales, emocionales, familares,
sociales y culturales.