Los Primeros Pasos en Geometría
Los Primeros Pasos en Geometría
Los Primeros Pasos en Geometría
Capítulo 2
La lógica de la forma
Los primeros pasos en geometría
En matemáticas hay dos tipos principales de razonamiento: el
simbólico y el visual. El razonamiento simbólico tuvo su origen en la
notación numeral, y pronto veremos cómo llevó a la invención del
álgebra, en cuyos símbolos pueden representarse números
abstractos («la incógnita») antes que concretos («7»).
A partir de la Edad Media las matemáticas se basaron cada vez más
en el uso de símbolos, como confirmará una ojeada a cualquier libro
de texto moderno de matemáticas.
El teorema de Pitágoras nos dice que esta diagonal es la raíz cuadrada de 2, que
escribimos √2. La aproximación 1; 24, 51, 10 para √2 es muy buena.
Pitágoras
Hoy casi damos por supuesto que las matemáticas ofrecen una clave para las leyes
subyacentes en la Naturaleza. La primera reflexión sistemática en esta línea de la
que hay noticia procede de los pitagóricos, un culto más bien místico que data
aproximadamente del 600 a.C. al 400 a.C. Su fundador, Pitágoras, nació en Samos
alrededor del 569 a.C. Cuándo y dónde murió es un misterio, pero en el 460 a.C. el
culto que él fundó fue atacado y destruido, y sus lugares de reunión asaltados y
quemados. En uno de ellos, la casa de Milón de Crotona, fueron masacrados más de
cincuenta pitagóricos.
Muchos supervivientes huyeron a Tebas en el Alto Egipto. Posiblemente Pitágoras
era uno de ellos, pero incluso esto es una conjetura pues, leyendas aparte, no
sabemos prácticamente nada sobre Pitágoras. Su nombre es bien conocido,
básicamente debido a su famoso teorema sobre triángulos rectángulos, pero ni
siquiera sabemos si Pitágoras lo demostró.
Sabemos mucho más sobre la filosofía y las creencias de los pitagóricos. Entendían
que las matemáticas tratan con conceptos abstractos, no con la realidad. Sin
embargo, creían también que estas abstracciones estaban encarnadas de algún
modo en conceptos «ideales», que existían en algún reino extraño de la
imaginación, de modo que, por ejemplo, un círculo dibujado en la arena con un palo
es un intento fallido de un círculo ideal, perfectamente redondo e infinitamente fino.
El aspecto más influyente de la filosofía del culto pitagórico es la creencia en que el
universo se funda en los números.
Expresaban esta creencia en simbolismo mitológico y la apoyaban con
observaciones empíricas. Por el lado místico, consideraban que el número I es la
fuente primaria de todas las cosas en el universo.
Irracionales
Finalmente los griegos encontraron una manera de manejar los irracionales.
Funciona porque cualquier número irracional puede ser aproximado por un número
racional. Cuanto mejor es la aproximación, más complicado se hace dicho racional,
y siempre hay algún error. Pero haciendo el error cada vez menor, hay una
posibilidad de aproximar las propiedades de los irracionales explotando propiedades
análogas a las de los números racionales que los aproximan. El problema está en
establecer esta idea de una forma que sea compatible con la aproximación griega a
Euclides
El geómetra griego más conocido, aunque probablemente no el matemático más
Poliedros regulares
Un sólido es regular (o platónico) si está formado por caras idénticas. Los pitagóricos
conocían cinco sólidos de este tipo
Ellos los asociaron con los cuatro «elementos» de la antigüedad —tierra, aire, fuego
y agua— y con un «quinto elemento», la quintaesencia.
Para los matemáticos modernos lo más interesante en la geometría de Euclides no
es su contenido, sino su estructura lógica. A diferencia de sus predecesores,
Euclides no se limita a afirmar que un teorema es verdadero.
El ofrece una demostración.
¿Qué es una demostración? Es una especie de historia matemática, en la que cada
paso es una consecuencia lógica de algunos de los pasos previos. Cada enunciado
que se afirma tiene que justificarse haciendo referencia a enunciados previos y
demostrando que es una consecuencia lógica de ellos. Euclides comprendió que este
proceso no puede llevarse hacia atrás indefinidamente: tiene que empezar en
alguna parte, y estos enunciados iniciales no pueden ser demostrados, o de lo
contrario el proceso de demostración empieza realmente en algún lugar diferente.
Para empezar a rodar, Euclides hizo una lista de varias definiciones: enunciados
claros y precisos de lo que significan ciertos términos técnicos, tales como «línea» o
«círculo».
Euclides de Alejandría
325 - 265 a. C.
Euclides es famoso por su libro de geometría, Los Elementos, que fue un
importante, de hecho el principal, texto de enseñanza de la geometría durante dos
milenios.
Sabemos muy poco de la vida de Euclides.
Enseñó en Alejandría. Alrededor del 450
a.C. el filósofo griego Proclo escribió:
«Euclides... vivió en la época del primer
Ptolomeo, pues Arquímedes, que siguió de
cerca al primer Ptolomeo, menciona a
Euclides... Ptolomeo preguntó en cierta
ocasión [a Euclides] si había un camino
más corto para estudiar geometría que los
Elementos, a lo que éste contestó que no
había ningún camino real a la geometría.
Por lo tanto era más Joven que el circulo
de Platón, pero más viejo que Eratóstenes
y Arquímedes... era un platónico, pues
simpatizaba con su filosofía, e hizo de la
construcción de las denominadas figuras platónicas ¡sólidos regulares] el objetivo
de los Elementos».
Una definición típica es «un ángulo obtuso es un ángulo mayor que un ángulo
recto». La definición le proporcionaba la terminología que necesitaba para enunciar
sus hipótesis indemostradas, que clasificaba en dos tipos: nociones comunes y
postulados. Una típica noción común es «cosas que son iguales a la misma cosa son
iguales entre sí». Un postulado típico es «todos los ángulos rectos son iguales entre
sí».
Hoy día agrupamos ambos tipos y les llamamos axiomas. Los axiomas de un
sistema matemático son las hipótesis subyacentes que hacemos sobre el mismo.
Consideramos los axiomas como las reglas del juego, e insistimos en que se juegue
de acuerdo con las reglas. Ya no preguntamos si las reglas son «verdaderas», ya no
pensamos que sólo pueda jugarse a un juego. Alguien que quiera jugar a este juego
concreto debe aceptar las reglas; si no lo hace, es libre de jugar a un juego
Uno de ellos «demuestra» que todo triángulo tiene dos lados iguales.
¿Jerigonza?
El Libro V de los Elementos va en una dirección muy diferente, y más bien oscura,
de la de los Libros I-IY No parece geometría convencional. De hecho, a primera
vista se lee básicamente como una jerigonza. ¿Qué tenemos que hacer, por
ejemplo, con la Proposición I del Libro V? Dice: si ciertas magnitudes son
equimúltiplos de otras magnitudes, entonces si cualquier múltiplo de una de las
magnitudes lo es una de las otras, dicho múltiplo también lo será de todas.
El lenguaje (que he simplificado un poco) no ayuda, pero la demostración aclara lo
que Euclides pretendía. El matemático inglés del siglo XIX Augustus de Morgan
explicaba la idea en lenguaje simple en su libro de texto de geometría: «Diez pies y
diez pulgadas son diez veces tanto como un pie y una pulgada».
¿Qué quiere Euclides aquí? ¿Son trivialidades vestidas como teoremas?
¿Son sinsentidos místicos? En absoluto. ¿Son trivialidades vestidas como teoremas? En
absoluto.
Este material puede parecer oscuro,
pero nos lleva a la parte más profunda de los Elementos: las técnicas de Eudoxo
para tratar razones irracionales. Hoy día los matemáticos prefieren trabajar con
números, y puesto que éstos son más familiares, interpretaré a menudo las ideas
griegas en dicho lenguaje.
Euclides no podía evitar enfrentarse a las dificultades de los números irracionales,
porque el clímax de los Elementos —y para muchos su principal objetivo— era la
demostración de que existen exactamente cinco sólidos regulares: el tetraedro, el
cubo (o hexaedro), el octaedro, el dodecaedro y el icosaedro. Euclides demostró dos
cosas: no hay otros sólidos regulares, y estos cinco existen realmente, pueden
construirse geométricamente y sus caras encajan perfectamente, sin el más mínimo
error.
Dos de los sólidos regulares, el dodecaedro y el icosaedro, incluyen al pentágono
regular: el dodecaedro tiene caras pentagonales, y las cinco caras del icosaedro que
rodean a cualquier vértice determinan un pentágono.
Razón extrema y media (ahora llamada razón áurea). La razón entre la línea
superior y la del centro es igual a la razón entre la línea central y la inferior
La evidencia puede interpretarse de una forma u otra, pero una característica de los
elementos encaja mejor en esta teoría alternativa. Buena parte del material sobre
«teoría de números» no es necesario para la clasificación de los sólidos regulares;
entonces, ¿por qué Euclides incluyó este material?
Sin embargo, el mismo material está estrechamente relacionado con los números
irracionales, lo que podría explicar por qué fue incluido.
Arquímedes
El más grande de los matemáticos antiguos fue Arquímedes. Hizo importantes
contribuciones a la geometría, estuvo en la vanguardia de las aplicaciones de las
matemáticas al mundo natural y fue un ingeniero consumado.
Arquímedes de Siracusa
287 - 212 a.C.
Arquímedes nació en Siracusa, en la Magna Grecia (la actual Sicilia), hijo del
astrónomo Fidias. Visitó Egipto, donde supuestamente inventó el tornillo de
Arquímedes, que hasta hace muy poco era ampliamente utilizado para elevar
agua del Nilo para irrigación. Es probable que visitara a Euclides en Alejandría, y
seguro que mantuvo correspondencia con matemáticos alejandrinos.
Sus habilidades matemáticas fueron insuperables y de amplio alcance. Les dio un
uso práctico y construyó enormes máquinas de guerra basadas en su ley de la
palanca, capaces de lanzar rocas enormes
contra el enemigo. Sus máquinas fueron
utilizadas con gran efecto en el sitio
romano de Alejandría en el 212 a.C. Utilizó
incluso la geometría de la reflexión óptica
para concentrar los rayos solares sobre
una flota romana invasora e incendiar las
naves.
Sus libros conservados (sólo en copias
posteriores) son Sobre equilibrios en el
plano, la Cuadratura de la parábola, Sobre
la esfera y el cilindro, Sobre los cuerpos
flotantes, Medida del círculo y El arenario,
junto con El método, descubierto en 1906
por Johan Heiberg.
Pero para los matemáticos, Arquímedes será siempre recordado por su obra sobre
círculos, esferas y cilindros, que ahora asociamos con el número π («pi»), que es
aproximadamente 3,14159. Por supuesto, los griegos no trabajaban directamente
con n: ellos lo veían geométricamente como la razón entre la circunferencia de un
círculo y su diámetro.
Culturas anteriores habían advertido que la circunferencia de un círculo es siempre
el mismo múltiplo de su diámetro, y sabían que este múltiplo era aproximadamente
3 1/7, quizá un poco mayor. Los babilonios utilizaban 3 1/8. Pero Arquímedes fue
mucho más lejos; sus resultados iban acompañados de demostraciones rigurosas,
en el espíritu de Eudoxo. Hasta donde sabían los griegos, la razón entre la
circunferencia de un círculo y su diámetro podría ser irracional. Ahora sabemos que
realmente es así, pero la demostración tuvo que esperar hasta 1770, cuando
Johann Heinrich ideó una. (El valor que se da a veces en la escuela, 3 1/7, es
conveniente aunque sólo aproximado.) Sea como fuere, puesto que Arquímedes no
pudo demostrar que π es racional, tuvo que suponer que podría no serlo.
Tornillo de Arquímedes
El palimpsesto de Arquímedes
La geometría griega trabajaba mejor con polígonos: formas hechas de líneas rectas.
Pero un círculo es curvo, de modo que Arquímedes se acercó al mismo
aproximándolo por polígonos. Para estimar π él comparó la circunferencia de un
círculo con los perímetros de dos series de polígonos: una serie situada en el
interior del círculo, y la otra a su alrededor.
Los perímetros de los polígonos dentro del círculo deben ser más cortos que el
círculo, mientras que los de fuera del círculo deben ser más largos que el círculo.
Para hacer el cálculo más fácil, Arquímedes construía sus polígonos bisecando
repetidamente los lados de un hexágono regular (un polígono de seis lados) para
obtener polígonos regulares con 12 lados, 24, 48 y así sucesivamente. Se detuvo en
96. Sus cálculos demostraban que
es decir, π está en algún lugar entre 3,1408 y 3,1429 en notación decimal actual.
La obra de Arquímedes sobre la esfera es de especial interés, porque no sólo
conocemos su demostración rigurosa sino la forma en que la encontró —que
decididamente no era rigurosa—. La demostración se da en su libro Sobre la esfera
y el cilindro.
Él demuestra que el volumen de una
esfera es dos-tercios del de un cilindro
circunscrito, y que las áreas de aquellas
partes de la esfera y del cilindro que
yacen entre dos planos paralelos
cualesquiera son iguales. En lenguaje
moderno, Arquímedes demostró que el
volumen de una esfera es 4πr 3/3, donde
r es el radio, y el área de su superficie
es 4πr2 Estos hechos básicos se siguen
utilizando hoy.
La demostración hace un uso
consumado de la exhaustion. Este
Una esfera y su cilindro circunscrito
método tiene una limitación importante:
hay que saber cuál es la respuesta antes de tener muchas posibilidades de
demostrarla. Durante siglos los estudiosos no tenían ninguna idea de cómo
Arquímedes conjeturó la respuesta.
Pero en 1906 el estudioso danés Heiberg estaba estudiando un pergamino del siglo
XIII en el que había escritas unas oraciones. Él advirtió líneas tenues de una
inscripción anterior que había sido borrada para dejar lugar para las oraciones.
Descubrió que el documento original era una copia de varias obras de Arquímedes,
algunas de ellas previamente desconocidas.
(Y lo que es más sorprendente, ahora se sabe que el mismo manuscrito contiene
fragmentos de obras perdidas de otros dos autores antiguos.)
Una obra de Arquímedes, el Método de los teoremas mecánicos, explica cómo
fruto en el trabajo árabe sobre la ecuación cúbica alrededor del año 800 y tuvo
aplicaciones importantes en mecánica y astronomía, fue la introducción de una
nueva clase de curvas, las secciones cónicas.
Secciones cónicas
Una parábola sólo tiene una rama, pero se extiende hasta el infinito.
Las secciones cónicas fueron estudiadas con detalle por Apolonio de Perga, quien
viajó desde Perga, en Asia Menor, a Alejandría para estudiar con Euclides. Su obra
maestra, las Secciones cónicas de aproximadamente el 230 a.C., contiene 487
teoremas. Euclides y Arquímedes habían estudiado algunas propiedades de los
conos, pero se necesitaría todo un libro para resumir los teoremas de Apolonio. Una
idea importante merece mención aquí. Es la noción de los focos de una elipse (o de
una hipérbola). Los focos son dos puntos especiales asociados con estos dos tipos
de cónica. Entre sus principales propiedades distinguimos una: la suma de las
distancias de un punto cualquiera de la elipse a sus dos focos es constante (igual al
diámetro mayor de la elipse). Los focos de una hipérbola tienen una propiedad
similar, pero ahora tomamos la diferencia de las dos longitudes.
Los griegos sabían cómo trisecar
ángulos y cómo duplicar el cubo Los griegos sabían cómo trisecar ángulos y cómo
duplicar el cubo utilizando cónicas... también
utilizando cónicas. Con la ayuda de otra;
podían cuadrar el círculo.
curvas especiales, especialmente la
cuadratriz, también podían cuadrar el círculo.
Las matemáticas griegas aportaron dos ideas cruciales al desarrollo humano. La
más obvia fue una comprensión sistemática de la geometría. Utilizando la geometría
como una herramienta, los griegos entendieron el tamaño y la forma de nuestro
planeta, su relación con el Sol y la Luna, incluso los movimientos complicados del
resto del Sistema Solar. Utilizaron la geometría para excavar largos túneles
partiendo de ambos extremos para encontrarse en el centro, lo que reducía el
tiempo de construcción a la mitad. Construían máquinas gigantescas y poderosas,
basadas en principios simples como la ley de la palanca, con fines tanto pacíficos
como bélicos. Explotaron la geometría en la construcción de buques y en la
arquitectura, donde edificios como el Partenón nos muestran que matemáticas y
belleza no están tan alejadas. La elegancia visual del Partenón deriva de muchos
trucos matemáticos astutos, utilizados por el arquitecto para superar las
limitaciones del sistema visual humano y las irregularidades en el propio terreno en
el que descansaba el edificio.
La segunda aportación griega fue el uso sistemático de la deducción lógica para
Hiparía de Alejandría
370 - 475
Hiparía es la primera mujer matemática de la que hay noticia. Era hija de Teón
de Alejandría, también un matemático. Probablemente fue de su padre de quien
aprendió las matemáticas. Hacia el año 400 ella se había convertido en la
directora de la Escuela Platónica de Alejandría, donde daba clases de filosofía y
matemáticas.
No sabemos si Hiparía hizo contribuciones originales a las matemáticas, pero
ayudó a Teón a escribir un comentario
sobre el Almagesto de Ptolomeo, y quizá
también le haya ayudado a preparar una
nueva edición de los Elementos en la que
se basaron todas las ediciones posteriores.
Ella escribió comentarios sobre la
Aritmética de Diofanto y las Cónicas de
Apolonio.
Entre los estudiantes de Hiparía había
varias figuras destacadas en la religión en
auge de la cristiandad, entre ellas Silesio
de Cirene. Hay registro de algunas de las
cartas que éste le escribió, donde alaba
sus capacidades. Por desgracia, muchos
de los primeros cristianos consideraban
que la filosofía y la ciencia de Hiparía estaban enraizadas en el paganismo, lo que
llevó a algunos a rechazar su influencia. En el 412, Cirilo, el nuevo patriarca de
Alejandría, entró en rivalidad política con Orestes, el prefecto romano. Hiparía
era buena amiga de Orestes y sus capacidades como maestra y oradora fueron
vistas como una amenaza por los cristianos. Ella se convirtió en un blanco de los
disturbios políticos y fue descuartizada por una turba. Una fuente culpa a una
secta fundamentalista, los monjes de Nitria, que apoyaban a Cirilo. Otra, culpa a
la plebe alejandrina. Una tercera fuente afirma que ella formó parte de una
rebelión política, y su muerte era inevitable.
Su muerte fue brutal, desmembrada por una multitud con tejas cortantes
(algunos dicen que con conchas de ostras). Su cuerpo mutilado fue entonces
quemado. Este castigo puede ser prueba de que Hiparía fue condenada por
brujería —la primera bruja importante en ser asesinada por los primeros
cristianos— porque el castigo para la brujería prescrito por Constantino II era
que «sus carnes sean desgarradas hasta los huesos con ganchos de hierro».