Neurobiología de La Agresión

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Introducción

La agresión es una conducta que encontramos presente en absolutamente todos los

seres vivos, y puede manifestarse en diversos aspectos presentes en la vida de una

persona: físico, psicológico, social, etc. Y dependiendo del grado y la frecuencia con

la que se presenta, puede afectar o no la calidad de vida del individuo. Existen una

variedad de definiciones aportadas que tienen una visión diferente acerca de este

tipo de comportamientos pero podemos distinguir que hay ciertos aspectos en los

que coinciden, y en lo que nos basamos para poder generar una construcción

completa de la definición, incluida más adelante en el presente documento. Así,

podemos afirmar que la agresión es una conducta intencional, que va detrás de un

objetivo que puede variar según el caso, pero la intención principal es causar daño,

ya sea a una persona o a un objeto. A menos que esta conducta la presente una

niña(o), porque hay un lapso de la infancia en que los niños no son capaces de

comprender que algunas de sus conductas provocan daño (por ejemplo: golpear,

rasguñar, jalar el cabello a otras personas, etc) ; además cuando se hace presente

un comportamiento agresivo, se obtienen consecuencias de índole negativa sobre el

objeto, otras personas, e incluso sobre el mismo individuo (en algunos casos); otro

aspecto es el hecho de que al contrario de lo que muchas personas siguen

creyendo, no solo existe la agresión física, y en realidad hay un número incontable

de tipos. De esta manera podemos mencionar la agresión psicológica, sexual,

relacional, patrimonial, simbólica, económica, inducida, instrumental, laboral, etc.

También es importante saber distinguir entre “agresión” y “agresividad”. La agresión

hace referencia simplemente a una conducta; en cambio, la agresividad se trata de

tendencia a comportarse de manera agresiva como reacción a diferentes situaciones

concretas.
Agresión (definición)

La palabra agresión proviene del latín “Agredi”, que en nuestros días se traduce

como: “ir contra alguien con la intención de hacerle daño”. En nuestra investigación

encontramos tres definiciones que nos parecieron las más completas, y que también

se complementan entre sí

1. “Conducta adquirida controlada por reforzadores, la cual es perjudicial y

destructiva” (Bandura, 1972)

2. “Conducta voluntaria, punitiva o destructiva, dirigida a una meta concreta,

destruir objetos o dañar a otras personas” (Spielberger et al, 1983; 1985)

3. “Comportamiento cuyo objetivo es la intención de hacer daño u ofender a

alguien, ya sea mediante insultos o comentarios hirientes, o bien físicamente,

a través de golpes, violaciones, lesiones, etc.” (Cantó)

Así, observamos que la agresión se define como una conducta de carácter

intencional, que lleva consigo consecuencias negativas (el daño a otras personas o

a algunos objetos), y que no solo existe la agresión física, también puede

presentarse verbalmente y de muchas otras formas.


Aspectos biológicos, genéticos y hormonales relacionados con la agresión

(Ostrosky)

Ostrosky sugiere en su proyecto “Neuropsicología de la violencia y sus

clasificaciones” que las conductas agresivas son alarmantemente comunes en

nuestra sociedad e incluso llega a considerarlas como un problema de salud pública,

para su investigación, subdivide la agresión en impulsiva y premeditada, ambas

clasificaciones han considerado la relación entre los rasgos de la personalidad y el

desempeño neuropsicológico.

Aunque para este subtema nos enfocaremos más en los aspectos que envuelven a

la agresión impulsiva, que se refiere precisamente a los impulsos o bien, actos no

planeados y de naturaleza espontánea que se salen de proporción ante un evento

que consideran provocativo, y entran en un estado de agitación que precede a la ira,

y generalmente se sienten con algún tipo de pesar luego del acto agresivo, las

investigaciones realizadas por Ostrosky sugieren que la agresión impulsiva puede

tener aspectos biológicos que están asociados a la actividad fisiológica, según

Ostrosky, numerosas investigaciones han supuesto que las alteraciones

cognoscitivas son un factor importante de riesgo para desarrollar algún

comportamiento de aislamiento con la sociedad o de comportamientos violentos.

Como se está hablando acerca de factores biológicos, la herencia genética supone

un factor importante para el desarrollo de este tipo de comportamientos, diversas

teorías postulan que la base cortical de las regiones prefrontales podrían estar

involucradas en estos desórdenes, mientras que otros consideran que se debe a una

disfunción del septum y el hipocampo además del lóbulo frontal, algunas de estas
teorías han relacionado las características de estas áreas del cerebro con las

diferencias genéticas individuales de las personas en lugar de un daño cerebral

explícito, el artículo de Ostrosky señala que la evidencia de las alteraciones

neuropsicológicas en las personas con altos índices de agresión influye de manera

significativa en su comportamiento, por ejemplo interfiriendo en su habilidad de

pensamiento, disminuyendo la habilidad para inhibir los impulsos, deteriorando

procesos mentales básicos como la concentración, atención o memoria o no

permitiendo la adecuada interpretación de eventos externos.

Aspectos psicológicos relacionados con la agresión

Para continuar con el análisis de la agresión es importante mencionar a manera de

repaso que en palabras de Worchel, Cooper, Goethals y Olson (2002): “La agresión

es un acto destinado a lastimar al otro”. Este comportamiento alberga dentro de sí

tres características principales: una intencionalidad (la meta a conseguir), las

consecuencias agresivas (estas pueden ser hacia objetos, personas o uno mismo) y

su variedad expresiva (las diversas manifestaciones que implica, pueden ser físicas,

verbales, etc.).

En un contexto más actualizado la agresión suele explorarse desde dos perspectivas

distintas, por un lado la del agresor y por otro la de la víctima. En este sentido este

comportamiento suele ubicarse con una temporalidad y un contexto definido por las

interacciones humanas.

La psicología posee un amplio campo de acción para la comprensión del desarrollo

de las personas en sus diferentes dimensiones. Sobre la estructura del ser humano,

podemos analizar cómo se muestra la agresión en conductas, emociones, actitudes,

percepciones, inteligencia, estilos de aprendizaje, motivaciones, estados de


conciencia, cogniciones, etc., expresadas a través del lenguaje oral y gestual. Para

la comprensión y profundización de cada fenómeno, hay teóricos de la psicología

que se encargan de particularizar el conocimiento.

De manera individual podemos ver la agresión expresada a partir de los primeros

años de vida, pero su frecuencia se va reduciendo a través de los años. Si bien lo

anterior ocurre en la mayoría de casos, hay personas que continúan siendo

agresivas en edades adultas, encontrándose que los comportamientos agresivos

pueden surgir en un sin fin de diferentes contextos, para profundizar un poco en esta

idea será necesario hacer mención de los intentos por parte de autores que han

realizado investigaciones así como propuesto teorías psicológicas sobre el

surgimiento y funcionamiento de este comportamiento.

Freud fue quien desarrolló la teoría de los instintos, desde el enfoque psicoanalítico

el pensaba que las actitudes hostiles son una pieza clave en las relaciones

interpersonales. De esta manera dentro de los instintos del hombre se encuentra la

agresividad sin embargo al no ser esta una actitud que convenga a la sociedad el

entorno cultural genera mecanismos para contener la fuerza de los instintos como la

amistad, las restricciones sexuales, legales y los preceptos morales e ideales.

Otro teórico destacable fue Fromm, quien a partir de la teoría de Freud analizó,

complemento y modificó aspectos para proponer la existencia de dos tipos de

agresividad: una agresividad natural que se caracteriza por servir a la supervivencia

de la especie, y la segunda que es de tipo histórico-cultural, esta se manifiesta en

las pasiones y el sentido de la vida.


Las teorías de la frustración- agresión son un conjunto de teorías según las cuales

la frustración es el principal causante de las respuestas agresivas. Se planteó por

primera vez por dos autores Dollard y Miller, ellos hicieron señalaron la frustración

como una interferencia en el proceso del comportamiento la cual genera un aumento

en la tendencia del organismo a actuar agresivamente. En la actualidad estas teorías

han sido refutadas una muestra de ello son las investigaciones de Berkowitz en

1965, en donde se asegura que la frustración no siempre genera una conducta

agresiva.

Por otro lado, teóricos como Shaffer (2000), Albert Bandura y Seymour Fesbah,

propusieron que el grado de agresividad depende del entorno social donde se haya

criado.

En su teoría del aprendizaje social, Bandura (1977) expone que la conducta

agresiva es adquirida a través del modelamiento y las experiencias directas, en

donde los efectos positivos o negativos que producen las acciones de carácter

agresivo están mediados por las construcciones cognitivas sobre ellos. Sin embargo,

es complicado entender cómo surge y se procesa la agresión ya que existe una

diversidad de modelos a los que los individuos se hallan expuestos.

Un autor con gran relevancia en la investigación de la agresión en niños y

adolescentes es Gerard Patterson. Para este autor el entorno familiar por ser el más

próximo e influyente en los niños, podría ser la esfera principal en el aprendizaje del

comportamiento agresivo. Por lo anterior, si en una familia con infantes se practica la


resolución de conflictos con violencia, ellos fácilmente interpretaran que la fuerza es

el medio para obtener resultados, es así como la agresión será entendida como una

forma muy efectiva para convencer y controlar a otros.

Dodge propuso la teoría del procesamiento de la información en donde explica

porqué se implementan soluciones agresivas para los problemas sociales, en vez de

no agresivas. Shaffer plantea este enfoque refiriéndose a las diferentes estrategias

de procesamiento de la información, sobre todo enfocadas al análisis de la influencia

que tienen las experiencias en torno al daño, ocurridas previamente.

Es interesante en la teoría de este mismo autor el planteamiento siguiente: a pesar

del proceso de evolución cultural, no todas las personas que son “pacifistas”

muestran actitudes amables, cooperativas o de contribución, esto también ocurre a

la inversa ya que gran parte de las personas educadas en sociedades o subculturas

relativamente agresivas, no son especialmente propensas a la violencia.

Es destacable que la agresión es una conducta que implica diversos factores, por

esta razón se estudian no sólo sus aspectos psicológicos, su análisis multidisciplinar

ayuda a resolver las cuestiones que surgen al tratar de comprender el fenómeno

entero.

Aspectos sociales y culturales relacionados con la agresión (Bandura)

Según la teoría del Aprendizaje Social que fue propuesta por Bandura en 1977, la

conducta agresiva se obtiene a partir de condiciones de modelamiento y por

experiencias directas, considerando tanto los efectos positivos como negativos, con

cogniciones entre ellos. Sin embargo, es difícil y complejo explicar los factores
naturales de ocurrencia y de aprendizaje de la agresión, debido a la variedad de

modelos a los que los sujetos se hayan expuesto, algunos de ellos pueden ser:

a) Agresión modelada y reforzada por miembros de la familia.

b) El medio cultural en que viven las personas y con quienes se tiene contactos

repetidos.

c) Modelamiento simbólico que proveen los medios de comunicación,

especialmente la televisión.

De las características anteriores podemos decir que influye mucho el contexto social,

en el cual puede generar conductas sociales negativas, así que Bandura asentó

gracias a su experimento “Muñeco bobo”, realizado en 1960 que las personas

pueden aprender una conducta sin ser reforzada y que no es lo mismo aprender una

conducta que hacerla.

Este experimento tuvo como objetivo observar cuando aparecían las conductas

agresivas, a partir de la conjetura de que si un individuo observa conductas

agresivas, éste también las realizará. El experimento se llevó a cabo con una

muestra de niños preescolares que fue dividida en tres grupos; el primer grupo de

niños observó como un adulto golpeaba a un muñeco mientras que el segundo

grupo de niños observó lo contrario, un adulto jugando tranquilamente con el

muñeco sin agredir, el tercer grupo de niños no vio nada sirviendo de grupo de

control. Después de la observación, los niños fueron llevados a otra habitación, en la

cual se había puesto un muñeco y algunos juguetes con la intención de poder

observar las conductas que iban a realizar. Los resultados fueron que el primer y
segundo grupo de infantes habían aprendido a ejecutar la conducta, comprobando

las hipótesis de Bandura.

Esta teoría es uno de los principales enfoques que exponen el desarrollo de la

agresión en las personas. La agresividad depende de muchos factores, biológico,

físico, emocional, cognitivo y social. Haciendo énfasis en el ámbito social,

observamos que el verdadero aprendizaje está dentro de la familia y otros contextos

sociales en dónde la persona forme parte.

Análisis y reflexión desde un punto de vista integral

En este ensayo pudimos ir desglosando poco a poco y desde diferentes aspectos las

emociones, en concreto la agresividad, si retomamos desde las primeras teorías

sobre las emociones en cuanto respecta a la parte evolutiva, nos encontramos con

las tres más representativas y en las cuales al día de hoy se siguen sosteniendo por

medio de nuevos estudios y experimentos. Una respuesta emocional incluye tres

tipos de componentes: comportamentales, neurovegetativos y hormonales.

- Comportamentales: Movimientos musculares acorde a la situación que los

provoca.

- Neurovegetativos: Facilitan las conductas y aportan una rápida movilización

de la energía necesaria para realizar movimientos enérgicos

- Hormonales: Refuerzan las respuestas neurovegetativas. Las hormonas

segregadas por la médula suprarrenal (adrenalina y noradrenalina).

Comenzaremos viendo la teoría Darwiniana con respecto a las emociones, él

sostenía en su libro The Expression of Emotions in Man and Animals, donde nos
dice que determinadas respuestas emocionales, tales como las expresiones faciales

humanas, tenían tendencia a ir acompañadas de los mismos estados emocionales

en todos los miembros de la especie. Con esto nos referimos a que, de acuerdo con

Darwin, cada especie tiene formas expresivas específicas las cuales representan lo

mismo para todos los individuos de dicha especie, se podría decir que son

universales. Desde esta perspectiva evolutiva manejaba tres ideas principales, 1) La

expresividad de las emociones evoluciona en función de la conducta que indica lo

que se hará a continuación; 2) Si estás expresiones resultan efectivas para dicha

especie, estas tienden a evolucionar aumentando su función comunicativa, y quizá

su función principal se pierda y 3) Los mensajes opuestos usualmente se indican por

movimientos y posturas opuestas, con base al principio de antítesis.

Otra de las teorías relevantes acerca de las emociones es la teoría James-Lange,

dicha teoría señala que la corteza recibe e interpreta estímulos sensoriales que

provocan emoción y producen cambios en los órganos viscerales. (Biopsicología,

2007). Por lo que podemos deducir que, de acuerdo con esta teoría, la emoción

proviene de la retroalimentación de la actividad del sistema nervioso neurovegetativo

y el somático. En su contraparte, se encuentra la teoría Cannon-Bard, postulando

que los estímulos emocionales tienen dos efectos excitadores independientes; los

cuales provocan a su vez el sentimiento de emoción en el cerebro, como la

expresión de emoción en el sistema nervioso neurovegetativo y somático. Es decir,

la experiencia emocional es independiente de la retroalimentación antes

mencionada.
Ambos extremos son incorrectos, si bien, para que se produzca la experiencia de la

emoción parece que no es necesaria la retroalimentación neurovegetativa y

somática. Sin embargo, hay muchos estudios que plantean que la respuesta

neurovegetativa y somática a los estímulos emocionales puede influir en la

experiencia emocional. Posteriormente, Bard a través de un experimento en el cual

involucraba gatos decorticados, llega a la conclusión de que el hipotálamo es

esencial para la expresión de respuesta agresivas y que la función de la corteza

cerebral es inhibir y dirigir estas respuestas.

Para comprender la agresividad debemos diferenciar entre miedo, defensa y

agresión; el miedo reacción emocional a la amenaza, la conducta defensiva es

cuando se protege al organismo de una amenaza y la conducta agresiva tiene como

función principal amenazar o provocar daño.

Las conductas agresivas se dividen en dos:

- Agresión depredadora: muerte a miembros de otra especie con el fin de

devorarlos

- Agresión social: Agresión no provocada, dirigida a miembros de su especie

para establecer o mantener cierta jerarquía.

Mucho se ha hablado acerca de si la testosterona influye o no en la conducta

agresiva del humano, es así que podemos notar mayor agresividad social en

machos y la explicación que normalmente se recibe es con base a la testosterona,

estos resultados fueron arrojados de estudios con mamíferos no primates. En otros

estudios se ha encontrado que hombres delincuentes y violentos, y atletas varones

agresivos tienden a tener niveles de testosterona ligeramente superiores a los


normales. A partir de esta débil correlación se ha hablado de que posiblemente los

choques agresivos aumentan la testosterona y no al revés. Esto podría sugerir que

la agresividad humana es independiente de la testosterona y que su regulación

hormonal y neural se diferencia de la regulación en otras especies de mamíferos no

primates.

Por otra parte, nos encontramos con Albert, Walsh y Jonik, quienes defienden que

hay una confusión por parte de los investigadores en cuanto a los casos que se

toman como agresividad, pues dicen que los confunden con conductas defensivas y

es por ello que la relación testosterona-agresividad no se encuentra reflejada.

Otro aspecto biológico que se relaciona con la agresividad es la serotonina, la cual

inhibe la agresión y controla conductas arriesgadas, así mismo se descubrió que la

fluoxetina, un agonista de la serotonina, disminuye la irritabilidad y la agresividad.

Esto en cuanto a la parte biológica, genética y hormona, pero conforme nos vamos

adentrando podemos observar que la mayoría de los autores confirman que no solo

es un aspecto el que interviene en cuanto a la conformación de una conducta

agresiva, es por ello que proseguiremos a hablar de la parte psicológica de la

agresión.

Como se menciona en el apartado de arriba, la agresividad tiene como característica

la intencionalidad de generar un sentido de amenaza hacia el otro, como decía

Fromm esta sería la agresividad de supervivencia. Contamos de igual manera con la

aportación de Freud, quien habla de las actitudes hostiles, las cuales conforman una

parte importante de las relaciones interpersonales, también se nos habla sobre como
la agresividad la exteriorizamos desde que somos pequeños y conforme vamos

creciendo esta disminuye o se aprende a lidiar con ella para ser funcional en la

sociedad.

Poco a poco vamos viendo cómo es que cada aspecto va refiriendo desde sus

conocimientos el cómo se conforma la agresividad, es así que en la parte social

cultural tenemos que la agresividad, de acuerdo con Shaffer, puede provenir del

entorno adecuado para la detonación o aprendizaje de la misma. De igual forma,

Bandura concuerda con esta postura y nos habla del modelamiento y las

experiencias directas, y posteriormente Patterson también aportaría a este aspecto

diciendo que la resolución de conflictos de forma violenta en un entorno familiar

creará en el niño la idea de que la agresividad es una forma eficiente de lidiar con

los problemas.

Teniendo en cuenta lo que se vio en los apartados superiores, podemos decir que

todos juegan un papel importante en el desarrollo de una conducta agresiva, pues

tanto estas pueden ser aprendidas como pueden ser por parte de la genética y así

mismo con base a nuestro entorno y las experiencias que vamos viviendo.

Desarrollando un poco esta idea, tenemos que si un sujeto ha estado expuesto a un

ambiente violento donde esa es la única forma de solucionar conflictos, puede que

debido a esto se estimule la cantidad de andrógenos que se generan aumente y su

reacción sea agresiva en cuanto al enfrentamiento de problemas, y hablando de un

aspecto un poco más social, podemos ver que la agresividad es más aceptada en

niños que en niñas y esto puede influir y denotar en la crianza, ya que los
exponemos a dichos modelos donde se supone que el hombre debe ser más

agresivo y explotar cuando se enoja mientras la mujer tiene que guardar dicha

emoción.

Pues bien, también existen afecciones que propician conductas agresivas, tal como

lo es la HSC (Hiperplasia Suprarrenal Congénita), que produce un aumento en los

andrógenos generando mayor tendencia a la agresividad.

Debemos considerar que es un estado emocional y como vimos a lo largo de este

ensayo, en las emociones influyen los aspectos biológicos, genéticos, sociales,

psicológicos, culturales y contextuales. Es por ello que analizar una emoción no solo

puede hacerse desde un punto de vista en específico, se necesita conocer los

componentes y posibles causas de la conducta agresiva para determinar por cuál o

cuáles está siendo detonada.


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