17) Modelo de J.A. Gray

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MODULO 3: LA PERSPECTIVA BIOLÓGICA Psicología de la Personalidad

17) MODELO DE J.A. GRAY


Compilador: Lic. Hugo Andrés Romero Calderón
Psicólogo UMSA-UBA

1. BIOGRAFIA DE JEFFREY ALAN GRAY


Jeffrey Alan Gray (26 mayo 1934 a 30 abril 2004) fue un psicólogo británico. Él nació en el East
End de Londres. Su padre era un sastre, pero murió cuando Jeffrey tenía sólo siete años. Su
madre, que tenía una mercería, lo crió sola. Tras el servicio militar (1952-1954), tomó una beca
MacKinnon en el Magdalen College Oxford, con un lugar para estudiar derecho. Se quedó en
tomar una segunda beca, esta vez en la psicología y la filosofía, que completó en 1959.
En 1959-60 se formó como psicólogo clínico en el Instituto de Psiquiatría de Londres (ahora
parte del Kings College de Londres), tras lo cual se quedó para estudiar un doctorado en el
departamento de psicología, dirigida por Hans Eysenck. Su doctorado obtuvo en 1964 un estudio
de las influencias ambientales, genéticas y hormonales en el comportamiento emocional en los
animales.
Posteriormente, tomó una oferta como profesor universitario en psicología experimental en
Oxford. Permaneció en Oxford hasta tener éxito con Eysenck en el Instituto de Psiquiatría en
1983. Se retiró de la cátedra de psicología en 1999, pero continuó su investigación experimental
como profesor emérito, y pasó un año productivo en el Centro de Estudios Avanzados en
Ciencias del Comportamiento en la Universidad de Stanford, California.
2. Introducción: El estudio de la emoción y la cognición en animales
Parecería lógico pensar que emoción y cognición son procesos independientes; tanto desde el
punto de vista fenomenológico, como desde el punto de vista de sistemas cerebrales. Sin
embargo, Gray comienza su artículo explicando que en experimentos animales con
benzodiacepinas (una clase de medicamentos que se utiliza para tratar trastornos de ansiedad)
la clave de su efectividad está en la reducción de la inhibición comportamental que normalmente
produce un estímulo que se asocia con dolor o castigo. Sin embargo, él sustenta que los tests o
pruebas que se utilizan para comprobar dicha "inhibición comportamental" bien podrían ser
cognitivos o bien de emoción (por ejemplo, se utilizan pruebas de aprendizaje y memoria).
Teorías de la emoción... ¿y la cognición?
Luego discute Gray el desarrollo conceptual de las teorías psicobiológicas de la emoción. Por
ejemplo, puntualiza Gray que los primeros teóricos como James, Lange y Cannon buscaban
características especiales de la experiencia emocional en las actividades del sistema nervioso
autónomo y del sistema endocrino. Sin embargo, dice Gray, un problema de estas teorías era la
falta de especificidad de las manifestaciones fisiológicas para cada tipo de emoción. Después,
Schachter (1966) pudo demostrar experimentalmente que más importante que el estado
fisiológico periférico es la atribución o evaluación cognitiva que hace el sujeto, de lo que pasa a
su alrededor. Dice Gray que otro cambio importante vino con la propuesta de Mowrer (1947)
sobre evitación activa, específicamente, en la evaluación que se hace de los reforzadores.
Emoción y aprendizaje por asociación: Mowrer
En la propuesta de Mowrer especialmente, dice Gray que el concepto de emoción está ligado
indisolublemente con el aprendizaje del comportamiento evitativo y, por ende, con los
demás procesos cognitivos que subyacen tal aprendizaje. Puntualiza entonces el autor que la
"tradición" de Mowrer se apoya sobre dos presunciones: (1) que un estímulo reforzador elicita la
emoción y (2) que subgrupos de estímulos reforzadores pueden definir estados emocionales
distintos. Añade Gray un tercer punto: que a cada estado emocional le corresponde un sub-
sistema cerebral separado, así como hay un sistema visual separado del sistema olfativo, por
ejemplo.
El modelo de Gray
El modelo de Gray (1982) postula la existencia de tres sistemas de emoción fundamentales: Un
sistema de aproximación comportamental (BAS; Behavioral Approach System), un sistema
de lucha/huída (FFS; Fight/Flight System) y un sistema de inhibición comportamental
(BIS; Behavioral Inhibition System).
La manera como Gray propone que están conectados los sistemas cerebrales es bastante
compleja. Sin embargo, baste con mencionar que algunas de las estructuras del BAS (SAC) son
la corteza sensoriomotora, la corteza prefrontal, la corteza entorrinal, el sistema septo-
hipocampal, la amígdala, el globus pallidus dorsal y ventral, y el núcleo accumbens, entre
muchas otras. Con respecto al sistema de lucha o huída, algunas de las estructuras son el
sistema septo-hipocampal, la amígdala y el hipotálamo medial, entre otras. Finalmente, con
respecto al sistema de inhibición BIS (sic), los tres bloques estructurales principales son la
formación hipocampal, el área septal y el circuito de Papez.
La actividad del sistema BIS es la más fuertemente relacionada con la ansiedad. Recordemos
que, como se mencionó al principio, los estudios con benzodiacepinas en animales permitieron
"detectar" este fenómeno de inhibición comportamental. Por otro lado, propone Gray que la
actividad de FFS podría corresponderse con el miedo o cólera humanas. Finalmente, la actividad
de BAS estaría relacionada con el "subidón" que experimentan los adictos a las drogas y con la
naturaleza adictiva de las drogas. Esto último debido al efecto de liberación de Dopamina en el
núcleo Accumbens.

3. TEORÍA DE LA SENSIBILIDAD AL REFUERZO


Gray (1982) propuso una teoría de la personalidad semejante a la de Eysenck, al considerar dos
dimensiones básicas de personalidad, que corresponden a las diagonales del modelo de
Eysenck, es decir, ansiedad e impulsividad.
En el modelo de Gray, las personas con elevada ansiedad son aquellas que en el de Eysenck
puntúan alto en N y bajo en E, mientras que las bajas en ansiedad son bajas en N y altas en E.
Las personas muy impulsivas son altas en N y en E; y las poco impulsivas son bajas en N y
en E.
Es decir, las dimensiones más importantes de la personalidad corresponden, según Gray, a una
rotación de 45 grados de los ejes del modelo de Eysenck. Esta nueva consideración de las
dimensiones fundamentales de la personalidad permitía predecir mejor, argumentaba Gray, el
resultado de algunos experimentos de aprendizaje animal y fisiología.

Pueden distinguirse dos etapas en la evolución de la teoría de Gray. Una inicial, muy cercana a
la de Eysenck y otra más distanciada.
Gray partió de la observación de que los barbitúricos y el alcohol tenían efectos similares a la
extroversión, así como los efectos específicos en estudios de aprendizaje, particularmente en
paradigmas de castigo y de extinción de conductas, que no se producían en paradigmas de
reforzamiento positivo o evitación activa, Efectos análogos se observaban en las lesiones del
hipocampo y del área septal medial.
En consecuencia, supuso que las estructuras neuroanatómicas relacionadas con la extroversión
eran, además del SARA, las que forman el que denominó sistema septohipocámpico (SSH).
Con todo ello formuló el concepto de introversión-extroversión como dimensión de
susceptibilidad al castigo (a mayor introversión, mayor susceptibilidad al castigo), y
neuroticismo como la susceptibilidad a todo tipo de reforzamiento (tanto a la recompensa
como al castigo). Por consiguiente, la mayor susceptibilidad al castigo debería presentarse en
los individuos con alta introversión y alto neuroticismo, y la mayor susceptibilidad a la
recompensa en los sujetos con alta extroversión y alto neuroticismo.
Si en esta primera formulación la teoría de Gray mantenía los factores de E y N como
dimensiones básicas, más adelante propuso las de ansiedad e impulsividad como fundamento
alternativo de la personalidad. Estas dimensiones se encontraban desviadas 45 grados con
relación a las de Eysenck y se vinculaban con estructuras neuroanatómicas propias, así como
con constructos hipotéticos de carácter psicológico:
- el sistema de inhibición conductual (SIC) para la ansiedad y
- el sistema de activación conductual (SAC) para la impulsividad.
El SIC se pondría en marcha ante las señales de castigo o de no recompensa y estímulos
nuevos y ejercería influencia en tres niveles: conductual, cognitivo y fisiológico, en los cuales
inhibía la conducta, incrementaba la atención y aumentaba la activación cortical, Algunas de
estas funciones se han detectado en el SSH (septo-hipocampico), y se supone que los fármacos
ansiolíticos influyen sobre esta estructura disminuyendo su actividad.
En la base de la ansiedad se encuentra un sistema que responde a las señales de castigo o de
falta de recompensa.
El primero de ellos se encarga de inhibir la conducta ante aquellos tipos de señales, así como de
activar el SNA, función que corresponde al sistema septo-hipocámpico (SSH).
La susceptibilidad a la recompensa depende fisiológicamente del haz anteromedial cerebral y del
hipotálamo lateral, que se encargan de conductas de exploración.
Algunos estudios experimentales se ajustan mejor a la teoría de Gray, pero otros respaldan la
de Eysenck.
En realidad no son teorías contradictorias, sino complementarias, puesto que prestan atención a
aspectos diferentes del comportamiento.
La impulsividad, por ejemplo. Predice mejor la condicionabilidad del sujeto que la extroversión,
pero ésta pronostica de manera más acertada que aquella algunos aspectos del comportamiento
social. (Oblitas, L. et al., 2010)

4. Los Rasgos de Personalidad


Los rasgos de personalidad, desde una perspectiva neuroconductual, surgirían de las diferencias
individuales en la actividad de ciertos sistemas cerebrales. El modelo de personalidad de
Eysenck (1967) es el más representativo dentro de esta perspectiva. Se basa en la identificación
de una serie de rasgos de la personalidad entendidos como dimensiones independientes entre sí
y que poseen un carácter continuo. Desde el punto de vista psicobiológico han sido las
dimensiones Extraversión-Introversión y Neuroticismo- Estabilidad las más interesantes.
El autor, relaciona diferentes estructuras y mecanismos neurales con las diferencias psicológicas
asociadas a estas dimensiones, el nivel de extraversión introversión estaría determinado por la
reactividad del sistema nervioso central; y la dimensión neuroticismo estabilidad emocional
estaría unida al sistema cerebral asociado con el bucle cortico-límbico encargado de conectar el
cortex cerebral con el sistema nervioso autónomo (Eysenck, 1967).
Para Jeffrey A. Gray (1981, 1987) las situaciones emocionales no sólo se caracterizan por la
intensidad de la activación emocional, sino también por la dirección motivacional que sigue la
conducta según que las señales sean apetitivas o aversivas.
En la Teoría de la Sensibilidad al Refuerzo (Gray, 1981, 1987) incorpora aspectos
motivacionales en su explicación de la personalidad y hace una remodelación de la propuesta
teórica de Eysenck.
En este modelo se postula la existencia de dos dimensiones fundamentales: Ansiedad, que va
desde el polo de Extraversión-Estabilidad (baja ansiedad) hasta el de Introversión-Neuroticismo
(alta ansiedad); e Impulsividad, que va desde el polo Introversión-Estabilidad (baja
impulsividad) hasta el de Extraversión-Neuroticismo (alta impulsividad).
A más ansiedad más sensibilidad a las señales de castigo, de no recompensa frustrada y
novedad.
El aumento del nivel de impulsividad supone un incremento de sensibilidad a las señales de
premio y no castigo.
Las diferencias individuales en las dimensiones de Impulsividad y Ansiedad pueden explicarse
por la acción de dos sistemas cerebrales:
El Sistema de Activación o Aproximación Conductual (SAC), un dispositivo de feedback positivo
que responde a las señales apetitivas condicionadas (recompensas, finalización del castigo)
activando la conducta de aproximación espacio-temporal hacia el estímulo positivo, por lo que es
capaz de guiar al organismo hacia objetivos que necesita obtener (comida, agua, etc.).
Su actividad depende de estructuras como las fibras dopaminérgicas que ascienden desde el
mesencéfalo (sustancia negra y núcleo A10 del área tegmental ventral) para inervar los ganglios
de la base, el núcleo talámico próximo a los ganglios de la base y áreas neocorticales (córtex
motor, sensorio-motor y prefrontal) próximas a los ganglios de la base.
Este sistema se compone de dos subsistemas interrelacionados: estriado dorsal (caudado y
putamen) y ventral (núcleo accumbens). La actividad del SAC se ha relacionado con el
desarrollo de afectos o ánimo positivo y con la dimensión de personalidad impulsividad (Corr,
2004; Gray, 1987).
El Sistema de Inhibición Conductual (SIC), es un dispositivo de feedback negativo que reacciona
ante estímulos aversivos condicionados y responde a las señales de castigo, no recompensa o a
estímulos nuevos. Actúa mediante la supresión de la conducta de ejecución, el aumento de la
atención hacia el ambiente y la novedad y el incremento del nivel de arousal, de modo que la
acción siguiente, sea o no idéntica a la que se ha interrumpido por la inhibición conductual, sea
ejecutada con más vigor y rapidez.
A nivel cognitivo la función de este sistema sería la de un comparador, predice el evento
siguiente más probable y compara esta predicción con el evento actual. Las estructuras
cerebrales relacionadas con el SIC son el sistema septohipocámpico (compuesto por el área
septal, el córtex entorrinal, el giro dentado, el hipocampo y el área subicular), sus aferentes
monoaminérgicos y sus proyecciones neocorticales hacia el córtex prefrontal. La actividad del
SIC se ha relacionado con el desarrollo de afectos o ánimo negativo y con la dimensión de
personalidad de la ansiedad (Corr, 2004; Gray, 1987).
Estas definiciones originarias de SAC y SIC postulan una independencia funcional entre ellos, un
posterior desarrollo de la teoría propone la interdependencia entre ambos. En la reformulación
de la teoría (Gray y McNaughton, 2000) el papel del SAC permanece relativamente inalterado,
mediando las reacciones a los estímulos apetitivos y la conducta de acercamiento.

El Sistema de Lucha-Huida-Bloqueo (SLHB) es el que mediaría las reacciones a todos los


estímulos aversivos, condicionados e incondicionados y se relacionaría con las conductas de
evitación y escape. El tercer sistema es el de Lucha-Huida (FFS, por sus siglas en inglés) el
cual se ha hipotetizado como un sistema sensible a los estímulos aversivos incondicionados
(por ejemplo, estímulos dolorosos por naturaleza), que estaría encargado de mediar las
emociones de ira y pánico.

En una reciente revisión (Gray y McNaughton, 2000), el sistema FFS ha sido renombrado como
Sistema de Lucha-Huida-Bloqueo (SLHB) (FFFS), y estaría encargado de la mediación de los
estímulos aversivos, condicionados e incondicionados. Además se establece que el SAC, es
sensible a todos los estímulos apetitivos, tanto condicionados e incondicionados, y que el SIC se
activa sólo cuando el objetivo principal de un individuo es lograr una meta que le obliga a
avanzar hacia una fuente de peligro (Gray y McNaughton, 2000).
El papel del SIC cambia, siendo el responsable de resolver conflictos de objetivos en general
(entre SAC-acercamiento y SLHB evitación). Las diferencias individuales en personalidad y
conducta se basarían en las diferencias en la reactividad de estos sistemas.
Una alta reactividad del SAC se asocia con la orientación hacia la recompensa y la impulsividad.
Las personas con una alta reactividad del SLHB exhibirán mayores niveles de miedo y
conductas de evitación, mientras que la alta reactividad del SIC se relaciona con una propensión
a la preocupación y la rumiación ansiosa (Corr y McNaughton, 2008).
Desarrollos teóricos posteriores, como el modelo de personalidad de Cloninger (Cloninger,
Svarakic y Przybeck, 1993), apoyan una relación entre dimensiones del temperamento y
actividad de los sistemas cerebrales propuestos por Gray.

En su modelo, Cloninger defiende la existencia de diferentes dimensiones del temperamento,


estas serían: Búsqueda de Novedad, Evitación del Daño, Dependencia del Refuerzo y
Persistencia; algunas de las cuales se relaciona con los sistemas propuestos por Gray. La
Búsqueda de Novedad llevaría a la actividad exploratoria, biológicamente esta dimensión se
relaciona con la dopamina que actúa en el SAC. La Evitación del Daño llevaría a responder
intensamente a señales de estímulos adversos, estimulando el SIC a través de la serotonina que
modula la respuesta. La Dependencia del Refuerzo, estaría relacionada con el refuerzo social y
la sensibilidad a los estímulos sociales y al malestar por la separación del grupo. La dimensión
de Persistencia llevaría a repetir conductas que han sido reforzadas (Cloninger et al., 1993).
El planteamiento de Gray sobre las emociones positivas y negativas como dos procesos
separados ha sido apoyado por planteamientos psicométricos rigurosos como los llevados a
cabo por Watson y Tellegen (1985). Para estudiar las diferencias individuales en la reactividad
del SIC y SAC se han desarrollado instrumentos de autoinforme.
Las dos pruebas más frecuentemente usadas son la Escala de Sistemas de Inhibición
Conductual/Activación Conductual (The Behavioral Inhibition/Behavioral Activation System
Scales, BIS/BAS Scales; Carver y White, 1994), formada por 20 ítem que evalúan la reactividad
del SIC y tres tipos de reactividad del SAC (sensibilidad a la recompensa, impulsividad y
búsqueda de diversión); y el Cuestionario de Sensibilidad al Refuerzo y Sensibilidad al Castigo
(The Sensitivity to Punishment and Sensitivity to Reward Questionnaire, SPSRQ; Torrubia, Ávila,
Moltó y Caseras, 2001), formado por 48 ítem, 24 de ellos evalúan la sensibilidad al refuerzo
(como actividad del SAC) y otros 24 la sensibilidad al castigo (como actividad del SIC).
A partir de la propuesta de Gray, se planteó la relevancia de estos sistemas para los trastornos
mentales, proponiéndolos como dimensiones relevantes en éstos e hipotetizando que niveles
extremos de la reactividad en estos sistemas se relacionarán con la psicopatología (Johnson,
Turner e Iwata, 2003).Las aportaciones más actuales del modelo se han visto apoyadas por la
investigación clínica en la dirección esperada, caracterizando perfiles específicos de
funcionamiento de los sistemas neuroconductuales a diferentes trastornos.
De este modo una reactividad elevada del SLHB se encuentra típicamente en la fobia y el
pánico, la reactividad elevada del SAC en conductas adictivas y la reactividad elevada del SIC
es característica de la ansiedad generalizada y el trastorno obsesivo-compulsivo (Corr y
McNaughton, 2008).

5. Estudios sobre psicopatología


Hay que tener en cuenta que al estudiar Gray la dimensión de ansiedad en relación con el
sistema de inhibición, tradicionalmente se ha constatado que la hiperactividad del SIC se
relaciona con los trastornos de ansiedad (Corr y McNaughton, 2008; Gray y McNaughton, 2000).
Otra de las primeras aplicaciones de esta teoría ha sido en relación con el estudio de la
psicopatía, donde también se ha constatado que una hipoactividad del SIC se relacionaba con
esta alteración (Fowles, 1980).
Estos trabajos han propiciado el acercamiento previo al estudio de la actividad del SIC y SAC en
psicopatología. En la revisión realizada se observa que desde hace unos años hasta la
actualidad, ha aumentado el interés por el estudio de la actividad de estos sistemas
neuroconductuales en diferentes categorías psicopatológicas. Entre otros, distintos trabajos que
han estudiado la actividad del SIC y SAC en personas con trastornos de la conducta alimentaria,
encuentran que pacientes con anorexia nerviosa muestran una hiperactividad del SIC, en
comparación con personas sanas, mientras que en pacientes con bulimia nerviosa se encuentra
una hiperactividad tanto del sistema de inhibición como del sistema de activación conductual
(Claes, Nederkoorn, Vandereycken, Guerrieri y Vertommen, 2006; Kane, Loxton, Staiger y
Dawe, 2004). Un estudio más reciente de la actividad de ambos sistemas en psicopatía
(Newman, MacCoon, Vaughn y Sadeh, 2005), muestra que la psicopatía primaria (caracteriza
por una deficiente respuesta afectiva hacia los demás) se asocia con una hipoactividad del SIC,
como postulaban los primeros estudios (Fowles, 1980), mientras que la actividad del SAC no
muestra diferencia con respecto a un grupo control.
La psicopatía secundaria (caracterizada por presentar capacidad para establecer relaciones
afectivas, sentir culpa o remordimiento y por elevada ansiedad) únicamente se relaciona con una
hiperactividad del SAC.
En relación con el consumo de sustancias, se ha estudiado la actividad de dichos sistemas en
personas con alcoholismo, y se ha encontrado que estas presentan un hiperactividad del SAC
(Franken, 2002). En este mismo trabajo también se encontró que la mayor actividad de este
sistema se relaciona con aspectos del craving por el alcohol, como son un mayor deseo y
refuerzo al consumir la sustancia.
Diversos trabajos también han explorado estos sistemas neuroconductuales de Gray en los
trastornos de la personalidad. En uno de ellos se intentó determinar si la hiperactividad del SIC
podría ser considerada como un factor de vulnerabilidad para los trastornos de personalidad del
grupo C (trastornos de la personalidad por evitación, por dependencia y obsesivo-compulsivo),
independiente de la presencia o ausencia de sintomatología ansiosa y/o afectiva en el eje I.
Se encontró que la elevada sensibilidad a castigo, o lo que es lo mismo un SIC hiperactivo,
diferenciaba entre pacientes con trastorno de personalidad tipo C específicamente y pacientes
sin trastorno de personalidad (Caseras, Torrubia y Farré, 2001).
En otro, se investiga la actividad de SIC y SAC en trastornos de personalidad y consumo de
sustancias, y se encuentra que la hipoactividad del SIC y la hiperactividad del SAC se relacionan
tanto con problemas por uso de sustancias como con trastornos de personalidad histriónico y
antisocial (Taylor, Reeves, James, y Bobadilla, 2006).
Otra categoría clínica a la que se ha aplicado el constructo ha sido la esquizofrenia. Se ha
estudiado en pacientes con esquizofrenia, estables y con el mismo tipo de medicación
(antipsicóticos atípicos), presentando éstos, únicamente, una hiperactividad del SIC en
comparación con un grupo control de personas sanas.
Esta mayor actividad del sistema de inhibición correlacionó además con una mayor duración de
la enfermedad (Scholten, van Honk, Aleman y Kahn, 2006).
Por último, en el grupo de trastornos donde se ha producido un mayor auge del estudio de la
actividad del SIC y el SAC en los últimos años, ha sido en el grupo de los trastornos del estado
de ánimo, como el trastorno bipolar y depresión.
En el trastorno bipolar se ha propuesto un modelo de hipersensibilidad del SAC que
caracterizaría a personas con esta patología. Este modelo defiende que los episodios de manía
(e hipomanía) y los episodios de depresión, en estos pacientes, se corresponderían con una
hiperactividad e hipoactividad del SAC respectivamente.
Recientes estudios de seguimiento de pacientes bipolares y ciclotímicos confirman este modelo
en pacientes adultos (Alloy et al., 2008; Salavert et al., 2007), evidenciando además que un SIC
hiperactivo incrementa en mayor medida el riesgo de episodios depresivos mayores (Alloy et al.,
2008).
En pacientes con trastorno bipolar de inicio precoz (aquellos en los que el trastorno se inicia en
la infancia y la adolescencia), los episodios de manía y depresión parecen ser independientes
del nivel de activación del SAC, como ocurre en adultos, estando los síntomas afectivos en estas
edades relacionados con una hiperactivación del SIC (Biuckians, Miklowitz y Kim, 2007).
También se ha estudiado la elevada co-ocurrecia del uso de sustancias en trastorno bipolar,
encontrándose en estos pacientes que la hiperactividad del SAC predecía el estado general de
éstos y el mayor uso de sustancias, por lo se postula que la hiperactividad del SAC puede
representar una variable de vulnerabilidad a ambos trastornos y a su ocurrencia conjunta (Alloy
et al., 2009).
En relación con la depresión unipolar; diferentes estudios muestran que pacientes con esta
patología, tanto los que la presentan en el momento de ser evaluados como los que se evalúan
una vez recuperados, se caracterizan por presentar un SAC hipoactivo y un SIC hiperactivo
(Kasch, Arnow y Gotlib, 2002; Pinto-Meza et al., 2006); postulando estos autores que tras la
recuperación, el mostrar un SAC hipoactivo podría ser un marcador de vulnerabilidad para la
depresión.
Entre los límites del trabajo destacar que algunos de los estudios consultados no incluyen un
grupo control de contraste y no utilizan medidas de ansiedad e impulsividad adicionales a las de
la actividad del SICSAC, ya que se ha señalado la importancia de incluir medidas de ansiedad y
de impulsividad al evaluarlos (Torrubia et al., 2001) debido a que las pocas medidas
desarrolladas directamente del modelo de Gray no parecen tener la misma interpretación de la
teoría (Carver y White, 1994; Torrubia et al., 2001).
En cuanto a la utilidad aplicada de los resultados obtenidos, esta revisión nos permite ver que la
valoración de la actividad del SIC y el SAC es una medida de utilidad clínica y sencilla en cuanto
a su evaluación psicométrica.
De utilidad clínica porque, por una parte, diferentes constelaciones de la actividad de ambos
sistemas caracterizarían a los diversos trastornos mentales comentados.
Por otra, porque esta actividad se relaciona con diferentes características clínicas de varios
trastornos (alcoholismo, esquizofrenia, bipolar), con la comorbilidad que se produce entre ellos
(trastorno bipolar consumo de sustancias y trastornos de personalidad histriónico y antisocial-
consumo de sustancias) y en algunos casos porque se ha postulado dicha actividad como un
marcador de vulnerabilidad (en depresión, trastorno bipolar y abuso de sustancias) y como un
modelo explicativo de la patología (como en el trastorno bipolar y trastornos de personalidad del
grupo C).
Todos los estudios consultados han utilizado alguna de las dos medidas más frecuentemente
usadas para evaluar la actividad del SAC y el SIC, por lo que la evaluación de la actividad de
estos sistemas sería sencilla, ya que estos instrumentos son medidas breves de autoinforme que
incrementa la aplicabilidad al ámbito clínico de la medida de la actividad de los sistemas de
Gray.
CONCLUSIONES
Según la literatura consultada, se puede concluir que la actividad de estos sistemas muestra
gran relevancia en psicopatología, nos permite contar con una única medida que puede
proporcionar información sobre características clínicas de varias patologías y que puede
utilizarse en la práctica diaria con los diferentes trastornos en los que se ha estudiado.
La evaluación de estos sistemas parece ser útil también en población de riesgo. Otros estudios
no recogidos en esta revisión muestran que en población no clínica, con características
disfuncionales relacionadas con los trastornos referidos (personas sanas con patrones
disfuncionales de alimentación, con sintomatología subclínica de depresión y ansiedad, consumo
excesivo de alcohol, etc.), la actividad de estos sistemas es similar a la encontrada en pacientes,
lo que apoyaría la relevancia clínica de la actividad del SIC y SAC en población subclínica.
Por último, sería adecuado continuar esta línea de investigación teniendo en cuenta las
reformulaciones posteriores de la teoría de Gray, para hacer así una mejor evaluación
neuroconductual de los diferentes tipos de trastornos donde se ha estudiado la actividad del SIC
y el SAC.

FUENTE:
- Becerra J.A. (2010) “Actividad de los sistemas de aproximación e inhibición conductual
y psicopatología”. España. Anuario de Psicología Clínica y de la Salud. Universidad de Jaén

Preguntas:
1. Como Explica Gray, las dimensiones Impulsividad Ansiedad.
2. A que se refiere Gray con : Sistema de Activacion Conductual , Sistema de Inhibición
Conductual y Sistema de Lucha y Huida.
3. Como se relaciona el sistema de Gray con el modelo de Cloninger.
4.Como se relacionan los sistemas de Gray con Psicopatología.

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