Sindrome Sensitivo
Sindrome Sensitivo
Sindrome Sensitivo
Sensibilidad
La sensibilidad constituye una de las grandes funciones del sistema nervioso, por
medio de la cual, el organismo adquiere conocimientos de las modificaciones del
medio que lo rodea, de su propia actividad y de los efectos de esta, permitiéndole
a la vez protegerse de los factores nocivos que puedan perjudicarlo.
Dermatomas
Vías de la sensibilidad
Síndrome Sensitivo
Se define como una alteración en la percepción táctil, térmica, dolorosa,
propioceptiva o vibratoria frente a estímulos externos, que produce un conjunto
de signos y síntomas característico de un Síndrome Sensitivo.
Estos se clasifican según el lugar de la lesión en corticales, talámicos,
medulares y periféricos (radiculares y troncos nerviosos).
Dentro de este grupo de signos y síntomas están:
Hiperestesia: sensibilidad aumentada.
Hipoalgesia: sensibilidad disminuida a estímulo normalmente doloroso.
Hipoestesia: sensibilidad disminuida.
Disestesia: sensación desagradable y espontánea.
Parestesia: sensación anormal espontánea y no desagradable.
Etiología
Los Síndromes sensitivos acompañan a los trastornos motores (Sensitivo-
motores) en el cuadro clínico de muchas enfermedades causales.
Su clasificación es:
a) Vasculares: como Infarto cerebral, ateroembolia y aneurisma cerebral.
b) Tumorales: que comprimen la médula o regiones específicas del
Encéfalo, como el Tálamo.
c) Infecciosas: por Herpes virus, Sífilis y Meningitis Bacteriana.
d) Traumáticas: fracturas vertebrales, traumatismos craneocefálicos,
disección medular y hernias discales como los más frecuentes.
e) Metabólicas: como la diabetes Mellitus y la hipertensión arterial.
Fisiopatología
La percepción sensitiva se inicia a nivel de los receptores sensitivos primarios
(terminales libres) y receptores sensitivos secundarios (Paccini, Meisnner,
Ruffini). Cualquier lesión en alguno de los niveles de estas vías de sensibilidad
anteriormente mencionadas, se traducirá en un Síndrome sensitivo con
presentación característica.
Las lesiones vasculares de la médula espinal (p. ej., síndrome medular cervical
central agudo) pueden producir una pérdida bilateral y dispersa de las
sensibilidades dolorosa y térmica por debajo de la lesión, porque el sistema
anterolateral tiene doble irrigación vascular.
Manifestaciones clínicas
La distribución topográfica de la alteración sensitiva es útil para deducir la
localización del proceso, por lo que se distinguen:
b) Alteraciones cerebrales
Conocidos como Síndromes hemianestésicos o hemianestesias
dependen, en general, de lesiones del encéfalo. Las alteraciones de la
sensibilidad se producen sólo en un hemicuerpo. La forma clínica varía
según las regiones afectadas. Los trastornos suelen ser más
acentuados en el miembro superior que en el inferior, y en su porción
distal más que en la proximal. Si la lesión interesa a las vías visuales,
habrá probablemente hemianopsia homónima. No se alteran los
restantes sentidos especiales (gusto, olfato, audición), porque tienen
representación cortical bilateral y sus vías no atraviesan la cápsula
interna.
i. Hemianestesia cortical: la lesión es cortical parietal. Hay
anestesia, predominantemente profunda, en el hemicuerpo
contralateral, que afecta en grado más o menos extenso a la
distribución del área somestésica.
Las sensibilidades táctil discriminativa y profunda suelen ser las
más alteradas, con astereognosia, trastorno de la discriminación
táctil de dos puntas, abatiestesia y apalestesia. La sensibilidad
superficial suele preservarse.
Puede haber crisis parciales sensitivas. Si la lesión que afecta al
área sensitiva cortical es parcial, el síndrome anestésico se
reduce a la cara, a un miembro, o sólo a un segmento, como la
palma de la mano (mano parietal).
Puede haber sólo afectación queirooral (mano y boca), por
yuxtaposición en la corteza parietal de la representación de estas
dos regiones, y a veces, áreas anestésicas en banda, es decir,
con una topografía seudorradicular.
ii. Hemianestesia subcortical: lesión subcortical parietal. Hay
anestesia total contralateral.
iii. Hemianestesia capsular: es rara, para causar hemianestesia,
las lesiones deben producirse en el segmento retro lenticular de
la cápsula interna y afectar las fibras sensitivas talamocorticales.
Por eso, las lesiones capsulares mayoritariamente originan sólo
déficit motor.
iv. Hemianestesia talámica y síndrome talámico de Déjerine-
Roussy: se deben generalmente a lesiones talámicas focales de
origen vascular isquémico, cuya topografía, fue minuciosamente
estudiada por Bogouss-Lavsky. Isquemias del territorio vascular
inferolateral (núcleos talámicos ventrales posteriores):
hemianestesia (superficial, profunda o ambas) y hemiataxia
contralaterales, sin hemiplejía. El síndrome talámico de Déjerine-
Roussy se debe a lesión de los núcleos posterolaterales.
A la hemianestesia y hemiataxia mencionadas se le agregan
dolores intensos con exacerbación paroxística (algias talámicas
de dolor central), influenciables por las emociones, en el
hemicuerpo anestesiado.
v. Hemíanestesias de origen troncal. Síndromes de las arterías
cerebelosas: debe recordarse que una lesión del bulbo o de la
protuberancia inferior lesiona las vías, ya decusadas, de la
sensibilidad de los miembros y del tronco. A la vez, afecta al
núcleo de la raíz espinal o descendente del trigémino. Esta ocupa
toda la altura del istmo del encéfalo, desde la médula cervical a la
región media protuberancial, y sus fibras recién se decusan por
encima.
Por consiguiente, la hemianestesia será alterna, es decir,
anestesia de la cara del lado de la lesión y de los miembros y
tronco del lado opuesto. Si en cambio la lesión afecta a la
protuberancia superior o el pedúnculo, comprometerá a todas las
vías de la sensibilidad de cara y miembros después de su
decusación y, por consiguiente, la hemianestesia comprenderá la
cara, los miembros y el tronco del lado opuesto a la lesión.
Además, como a nivel del bulbo y de la protuberancia las vías
sensitivas se distancian, porque las sensibilidades térmica y
dolorosa ascienden por el haz espinotalámico lateral, mientras
que la táctil epicrítica y profunda discurren por el lemnisco medial,
es frecuente que la hemianestesia sea disociada: Siringomiélica,
cuando la lesión toma el haz espinotalámico (lo más frecuente), o
tabética si la lesión abarca al lemnisco medio. En el pedúnculo
las vías de la sensibilidad se aproximan, y por ende la
hemianestesia puede ser total.
Por último, la proximidad de las vías motoras hace que sea
frecuente la asociación de hemiplejía a estos síndromes
sensitivos.
En la hemianestesia alterna, la anestesia de la cara se sitúa
generalmente en el territorio del trigémino, del mismo lado de la
lesión, y la de los miembros en el lado opuesto, habitualmente
con disociación siringomiélica, debido a que las lesiones que la
determinan son más frecuentes a nivel de la calota bulbar. Las
hemianestesias alternas se deben en su mayoría a isquemia de
las arterias cerebelosas, ramas, llamadas circunferenciales
largas, de la vertebral y el tronco basilar.
Exploración
1. De la sensibilidad superficial.
Sensibilidad táctil. Se utiliza para ello un trozo de algodón o bien un
pincelito de cerdas suaves. Se irán tocando sucesivamente distintos
puntos de la piel y también de las mucosas como la nasal, bucal, etc., si
es necesario, debiendo indicar el paciente, con ojos cerrados, cada vez
que sienta el estímulo. También puede tocarse rápidamente dos o tres
veces seguidas y preguntarse al enfermo cuántas veces se lo ha
estimulado. En todo momento se evitará ejercer presión sobre los
puntos excitados: el estímulo debe ser de simple contacto.
La discriminación táctil de dos puntos se explora empleando el compás
de Weber con su apertura graduada, que permite investigar los
denominados círculos de Weber, es decir, la distancia mínima a la que
el contacto simultáneo en dos puntos de la piel es apreciado por el
sujeto como dos sensaciones táctiles distintas.
2. Sensibilidad dolorosa
Se explora utilizando la punta de un escarbadientes, que luego se
descarta. Deben evitarse los instrumentos de metal para evitar lesiones
y riesgo de contagio de infecciones por su reutilización (en particular,
hepatitis viral, que en algunos casos se ha contagiado por el uso de
estos instrumentos).La técnica es semejante a la empleada para la
exploración de la sensibilidad táctil.
Para determinar el llamado nivel sensitivo, es decir, el límite a partir del
cual la sensibilidad cambia o se pierde, puede utilizarse la rueda de
Wartenberg. Este es un instrumento con una rueda provista de puntas,
que gira libremente en uno de sus extremos (parecido a una rueda de
cocina para separar ravioles) y se desliza suavemente, apenas
apoyándola, por la piel del paciente. Nuevamente, deben evitarse
ruedas de Wartenberg hechas de metal y usarse en cambio las de
material sintético (plástico). El instrumento es especialmente útil en las
neuropatías periféricas y en las compresiones medulares.
Se pueden investigar ambas sensibilidades, táctil y dolorosa, al mismo
tiempo, utilizando un trocito de algodón y un escarbadientes e indicando
al enfermo que conteste toca o pincha, según la sensación que
experimente. De este modo se establecerá además la precisión con la
que el paciente diferencia o discrimina una sensación de otra.
3. Sensibilidad térmica
Se estudia, para explorarla, la sensibilidad al frío y al calor. Se utilizan
dos tubos de vidrio, uno conteniendo agua caliente y la otra agua fría o
trocitos de hielo, o bien instrumentos metálicos (el diapasón o el mango
del martillo), lo que puede ser más útil, ya que el metal es mejor
conductor de la temperatura que el vidrio.
Los metales generalmente están espontáneamente fríos, por lo que para
explorar el calor convendrá sumergir los instrumentos en agua tibia o
caliente. En este caso es mejor usar dos: uno que se mantiene a
temperatura ambiente y otro que se calienta. También se puede usar el
metal para el frío y el lado de un dedo o dedos del explorador para el
tibio.Se deben evitar las temperaturas extremas o la sobreestimulación,
especialmente en pacientes con termoanestesia, ya que de este modo
se pueden causar lesiones cutáneas.
Al estudiar la sensibilidad superficial será conveniente comparar puntos
simétricos y repetir la exploración varias veces para poder estar seguro
de la existencia de perturbaciones. Además se procurará no aplicar los
estímulos muy seguidamente, para evitar confusiones en las respuestas.
De comprobarse trastornos de la sensibilidad, se tratará de delimitar las
zonas alteradas, trazando sobre la piel, con marcador, sus bordes.
4. Exploración de la sensibilidad profunda
Manifestaciones paraclínicas.
A. Punción lumbar
Las punciones lumbares se realizan con el objetivo de obtener muestras
de líquido cefalorraquídeo. Este líquido se analiza para comprobar la
existencia de sangrados o hemorragias cerebrales, así como para medir
la presión intracraneal. El fin es diagnosticar una posible infección
cerebral o de la médula como las que se dan en algunas enfermedades
neurológicas como la esclerosis múltiple o la meningitis.
B. Electromiografia
Evalúa trastornos neuromusculares, originados ya, sea en alteraciones
de las astas anteriores medulares raíces, nervios, unión mioneural o
músculos. Detecta segmentos radiculomedulares afectados, como una
compresión radicular por protrusión de disco intervertebral.
Se basa en el registro de potenciales de acción determinados por la
llegada de su impulso, voluntario o provocado por una corriente externa,
a la unión neuromuscular, mediante electrodos de aguja conectados con
un amplificador, un oscilógrafo de rayos catódicos y un altavoz, que
permite recibir señales acústicas. Se registra en forma de trazado
gráfico. Se emplean electrodos de aguja, que se introducen en
profundidad, o electrodos superficiales, para registrar la actividad del
músculo subyacente.
Se puede determinar la velocidad de conducción motora o sensitiva. La
motora se lleva a cabo registrando el potencial en un músculo efector,
por ejemplo, el pedio, y estimulando el nervio de quien el mismo
depende (para el pedío, el peroneo común o ciático poplíteo externo). La
velocidad de conducción sensitiva se obtiene estimulando un nervio
sensitivo, por ejemplo el sural (safena externo), y registrando el
potencial en un punto más proximal del mismo nervio.
Nos permite determinar, a su vez:
*Afecciones de asta anterior medular.
*Afecciones radiculares y plexuales: Permite determinar las raíces
afectadas según los niveles en los que se encuentran signos de
denervación y potenciales polifásicos, así como el tiempo de evolución
del trastorno.
*Patologías de los nervios craneales: conducción del nervio facial en
las parálisis de Bell, y su control evolutivo.
*Toda patología que afecte el nervio periférico (mononeuropatías,
polineuropatías, lesiones traumáticas): en las neuropatías
desmielinizantes (por ej., síndrome de Guillain-Barré) la conducción
muestra velocidad francamente disminuida o bloqueo; en las
neuropatías axonales (por ej., tóxicas), la velocidad de conducción está
leve o moderadamente disminuida.
*Registro de temblor para precisar y documentar su frecuencia,
regularidad y amplitud y facilitar su diagnóstico.
Potenciales evocados
Consiste en el registro de un potencial obtenido por un estímulo aplicado a una
terminación nerviosa a distancia. Esto permite valorar la conducción de la vía
estudiada. Los potenciales evocados somatosensitivos (PESS) son
probablemente los de más compleja realización.
El estímulo se coloca en miembros inferiores (nervio tibial posterior) o
superiores (nervio mediano). El registro puede hacerse en cualquiera de los
puntos de la vía sensitiva estudiada, entre el comienzo del estímulo y la
corteza cerebral a la altura de la piel de la región craneal parietal.
Puede así registrarse un potencial del plexo braquial en el punto de Erb (región
supraclavicular), un potencial medular a cualquiera de los niveles lumbar,
dorsal, cervical, o uno cerebral en la región parietal. Del registro de los tiempos
de latencia y de la distancia recorrida se podrán obtener, en forma similar que
para la velocidad de conducción nerviosa, las velocidades de conducción entre
las terminaciones nerviosas y la médula a distintos niveles y entre ésta y la
corteza cerebral. Esto permite ubicar, con más precisión, el punto donde está
alterada la conducción.
Resonancia magnética
Para evaluar las estructuras internas como le médula y descatar algún daño
interno. Ejemplo siringomielia.
*Diagnósticos diferenciales.
Al tratarse de un amplio grupo de enfermedades que pueden afectar
cualquier estructura del sistema nervioso, es muy complicado poder
precisar un diagnóstico claro con respecto a la etiología causante. Es por
ello que, solo en casos muy aislados, este síndrome se puede diferenciar
de otros cuadros clínicos como:
Lepra nerviosa
En efecto: ambas afecciones presentan los mismos trastornos
sensitivos, (termo-analgesia con conservación de la táctil
profunda) algunos hechos que pueden a vetes inclinar hacia una
u otra afección como puede ser: Ias amiotrofias distales en la
lepra y proximales en la Siringomielia.
Síndrome de las piernas inquietas
Se caracteriza por sensaciones desagradables en las piernas.
Las sensaciones varían en gravedad desde incómodas e
irritantes y hasta dolorosas. Los síntomas comúnmente ocurren al
final de la tarde o al anochecer y son más intensos por la noche,
cuando la persona está descansando. El síndrome de las piernas
inquietas es tanto un trastorno sensorial neurológico como un
trastorno del sueño.
Malformaciones de Cheri
Son defectos estructurales de la base del cráneo y del cerebelo
que puede producir una variedad de síntomas entre los que se
destacan el entumecimiento y la sensación quemante