Trabajo Monográfico.

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ESTRUCTURA DE LA MONOGRAFGÍA

Componentes Peso
Carátula
Introducción 5% 1
Objetivos 20% 4
Cuerpo 50% 10
Conclusiones 20% 4
Lista de referencias 5% 1
Total 100% 20

Se revisará redacción y ortografía.


TRABAJO MONOGRÁFICO
Teniendo en cuenta los temas expositivos-participativos realizados por el docente, elabore
una monografía teniendo en cuenta los siguientes ítems:
1. Compara el pensamiento filosófico de Feyerabend con el de Lakatos.
2. Describa brevemente las clases de método científico.
3. Elabore un cuadro sinóptico sobre la clasificación de la investigación científica.
4. Describa brevemente los tipos de investigación científica.
5. Elabore un cuadro sinóptico sobre la clasificación del diseño de investigación.
LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO DESDE UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA:
POOPER, KUHN, LAKATOS Y EL ANARQUISMO METODOLÓGICO DE FEYERABEND

En general, "la ciencia es valiosa como herramienta para domar la naturaleza y


remodelar la sociedad; es valiosa en sí misma, como clave para la inteligencia del
mundo y del yo; y es eficaz en el enriquecimiento, la disciplina y la liberación de nuestra
mente" (Bunge, 1981: 36).

Para presentar las diferentes aproximaciones a la ciencia que han propuesto los filósofos
en el siglo XX, me centraré principalmente en las concepciones de Popper, Lakatos,
Kuhn y Feyerabend del progreso científico, dado que todos ellos han intentado explicar
cómo es el proceso de construcción del conocimiento. A lo largo del artículo, se
señalarán los supuestos principales de las propuestas de estos autores, se apuntarán las
carencias y críticas de cada una de dichas posturas y, finalmente, se superará la
apriorística incongruencia de algunos de estos supuestos.

Como veremos, el trasfondo que encierra esta "histórica discusión" es si existe un


método universal y ahistórico en la ciencia, que contenga las normas que todas las
disciplinas deben respetar si desean merecer el título de ciencia. Es decir, si desde una
perspectiva general, podemos esbozar los rasgos característicos del conocimiento
científico, en todas sus dimensiones (disciplinas) a lo largo de la historia.

Ante todo, podría decirse que el empirismo popperiano ha "llegado a ser la visión
estándar de la ciencia" (Iranzo y Blanco, 1999: 64), dado que, según Popper, toda teoría
debe poder ser falsable y, en el momento en que no supere las pruebas de confutación
empírica, la teoría será sustituida por otra. Pero, como se defenderá a lo largo del
presente artículo, un enunciado, para que adquiera el rango de científico, es suficiente
con que sea racional y tenga un principio que le confiera coherencia interna. Es ésta una
concepción de ciencia lata, vaga, que apunta el hecho de que el conocimiento científico
ha de estar metodológica y sistemáticamente contrastado. 4

Para Popper, el científico, independientemente de que sea teórico o experimental,


propone enunciados, hipótesis o sistemas de teorías y los contrasta paso a paso por
medio de observaciones y experimentos (Popper, 1999: 27). En esta idea se recogen
algunos de los principales supuestos que defiende Popper en la investigación científica,
como el reconocimiento del método deductivo para la ejecución de la obra teórica y la
experiencia como método de corroboración.

Por todo ello, Popper cree en el avance progresivo de la ciencia y propone, como criterio
de demarcación, que propicie la mejora gradual y creciente de la investigación, el
falsacionismo : "No exigiré que un sistema científico pueda ser seleccionado, de una vez
para siempre, en un sentido positivo; pero sí que sea susceptible de selección en un
sentido negativo por medio de contrastes o pruebas empíricas: ha de ser posible refutar
por la experiencia un sistema científico empírico" (Popper, 1999: 40).

Popper habla de la necesaria comprobación empírica a la que han de ser sometidos los
enunciados para determinar la falsedad de una teoría, de ahí que el autor (Popper,
1999: 38) crea en la experiencia como base de toda teoría, pues concibe a la ciencia
empírica como la representación del mundo real o mundo de nuestra experiencia,
porque ha de ser posible refutar con la experiencia, un sistema científico empírico. El
autor distingue los tres requisitos que debe satisfacer dicho sistema: el primero es que
ha de ser sintético, es decir, ha de representar un mundo posible; el segundo es que
debe satisfacer el criterio de demarcación; esto es, la teoría, hipótesis o sistemas de
teorías no serán metafísicas, sino que representarán un mundo de experiencia posible.
Por último, es menester que sea un sistema que se distinga (de alguna manera) de otros
sistemas semejantes por ser el que represente nuestro mundo de experiencia. Mas,
"¿cómo ha de distinguirse el sistema que represente nuestro mundo de experiencia? He
aquí la respuesta: por el hecho de que se le ha sometido a contraste y ha resistido las
contrastaciones" (Popper, 1999: 39).
La idea fundamental de esta propuesta es que la experiencia no puede demostrar la
verdad, pero sí la falsedad, es decir, las teorías o hipótesis deben ser siempre tenidas en
cuenta como certezas, que cada vez irán acercándose más a la verdad a través de las
críticas y la detección de errores: una teoría puede ser definitivamente rechazada, pero
nunca definitivamente aceptada. El falsacionismo permite al investigador discernir entre
unos enunciados y otros, no porque los que sobrevivan sean verdaderos, sino porque
mediante el empirismo se ha demostrado que los desestimados son errados. "Los
enunciados científicos empíricos han de ser decidibles de modo concluyente, es decir,
que en un principio, tanto su verificación como su falsación han de ser posibles" (Popper,
1999: 42).

Este supuesto no reúne el consenso de los filósofos de la ciencia, dado que no siempre
una teoría puede ser corroborada por la experiencia. Lakatos (1998) se muestra
contrario a que una proposición pueda ser confirmada o refutada por los hechos, puesto
que en función de las reglas de la lógica, este hecho supondría mezclar lenguajes
distintos. Según el autor, las proposiciones sólo pueden ser derivadas a partir de otras
proposiciones, no a partir de los hechos: no se pueden probar enunciados mediante
experiencias.

También Feyerabend (1986 y 2000) señala que las teorías científicas generales no son
comprobables por la experiencia; son construcciones teóricas tan extremadamente
elaboradas y complejas que están alejadas del plano de los hechos. La elección de unas
teorías generales llega a ser para Feyerabend una cuestión de gusto, pues no hay un
criterio objetivo de elección (más bien se trataría de factores diversos: económicos,
políticos, prácticos y estéticos), debido a que se mueven en un plano muy abstracto.

Además, cuando la experimentación o la observación proporcionan evidencias que


entran en conflicto con las predicciones de cierta ley o teoría, puede ser que la evidencia
sea errónea y no la ley o la teoría. Esto es, cuando los resultados de una hipótesis
refutan la ley, el falsacionismo no prevé las herramientas necesarias para que el
científico discierna la ubicación del error (si en la hipótesis o en la propia teoría): "No
hay nada en la lógica de la situación que exija siempre desechar la ley o la teoría en
caso de una colisión con la observación o el experimento" (Chalmers, 2003: 82).

Sobre este aspecto, se ha defendido que el método deductivo no termina de


corresponderse con la práctica científica, puesto que a menudo la investigación no parte
de una teoría, como sostiene Popper, sino que se certifica la realidad de un fenómeno
antes de que haya una propuesta teórica que sirva de predicción (Hacking, 1983). Esto
ha sido así en algunos de los descubrimientos más relevantes de los últimos tiempos,
como exponen Iranzo y Blanco (1999: 61): "En observaciones como el descubrimiento
de los rayos X se certificó la realidad de un fenómeno antes de que hubiera una teoría
que lo explicase (...)

El caso es que no existe teoría científica alguna que guiase la construcción y


consolidación del objeto de estudio".

Popper parece creer en una ciencia sujeta a confutación por parte de hipótesis más
consistentes; se trata de una ciencia conformada por un conjunto de teorías y modelos
que en un momento determinado se han mostrado más válidos que sus coetáneos y han
superado con mayor éxito el rigor de las comprobaciones empíricas. Es, pues, una
ciencia en perpetuo cambio, en un continuo avance, dado que "la ciencia progresa hacia
la verdad mediante la elaboración de teorías cada vez más verosímiles, mediante las
adquisición de verdades putativas y la destrucción definitiva de falsedades" (Iranzo y
Blanco, 1999: 60).

Ahora bien, se ha apuntado que el falsacionismo ha fallado a la hora de aprehender la


complejidad del desarrollo de las teorías importantes.

Por ello, Kuhn (1989 y 2001), Lakatos (1998) y Feyerabend (1986 y 2000) realizan
otras propuestas mediante las que intentan explicar cómo ha avanzado la ciencia desde
una perspectiva histórica. Según Chalmers (2003: 98), lo que tienen en común estas
perspectivas —en mayor medida Kuhn y Lakatos, puesto que como veremos Feyerabend
niega la existencia del método científico y aboga por el anarquismo metodológico— es
que la "concepción más adecuada de la ciencia debe originarse en la comprensión del
entramado teórico en el que tiene lugar la actividad científica (...) El significado de los
conceptos depende de la estructura de la teoría en la que aparecen, y la precisión de
aquéllos depende de la precisión y el grado de coherencia de ésta" (Chalmers, 2003: 98
y 99).

A continuación, se expondrán las ideas principales de Kuhn, Lakatos y Feyerabend, para


inferir, a partir de estas premisas, los rasgos generales del conocimiento científico.

Por su parte, Kuhn (1989 y 2001) sostiene que toda actividad científica se desarrolla
bajo un paradigma, entendido éste como "el conjunto de ilustraciones recurrentes y casi
normales de diversas teorías en sus aplicaciones conceptuales, instrumentales y de
observación. Ésos son los paradigmas de la comunidad revelados en sus libros de texto,
sus conferencias y sus ejercicios de laboratorio" (Kuhn, 2001: 80). El paradigma debe
ser lo suficientemente inconcluso como para que en él se alberguen los distintos
desarrollos teóricos de un periodo histórico determinado. El autor rechaza el
falsacionismo porque considera que todos los paradigmas tendrán anomalías
(entendidas como el conjunto de problemas que se resisten a ser solucionados), pero
éstas se consideran como fracasos concretos y particulares del científico, más que
insuficiencias del propio paradigma. En el momento en que está consolidado un
determinado paradigma, dentro de él se desarrollarán lo que Kuhn denomina periodos
de ciencia normal, en que el avance se produce de manera progresiva, añadiendo las
nuevas generalizaciones a las que ya están consolidadas (Kuhn, 1989: 86). Pero llega un
momento en que comienzan a aparecer numerosas dificultades que no pueden ser
resueltas dentro del paradigma y, por lo tanto, quedan fuera del alcance del científico
(Chalmers, 2003: 102). En este momento, se entra en un periodo de crisis, que
finalizará cuando emerja un paradigma completamente nuevo, que gane la adhesión de
la gran mayoría de la comunidad científica. Cuando un paradigma sustituye a otro, se
produce un cambio revolucionario, más problemático que el normal, pues altera el modo
en que se piensa, ya que debe albergar a esos nuevos descubrimientos que no han
podido ser articulados en los conceptos que eran habituales en el paradigma en crisis.
Con este cambio de referentes tan radical, el desarrollo científico no puede ser
completamente acumulativo (como en el caso de la ciencia normal), pues "no se puede
pasar de lo viejo a lo nuevo mediante una simple adición a lo que ya era conocido. Ni
tampoco se puede describir completamente lo nuevo en el vocabulario de lo viejo o
viceversa" (Kuhn, 1989: 59 y 60).

El progreso, por tanto, se produce a través de estas revoluciones —más que de una
forma estrictamente acumulativa, como una línea ininterrumpida de progreso
(Escohotado, 1987: 461)— en las que un paradigma completamente diferente sustituye
a otro, planteando nuevas problemáticas que deben ser resueltas por la ciencia, nuevos
métodos y nuevas concepciones del mundo.

Para Chalmers (2003: 112 y 113), estos supuestos apuntan correctamente que el
trabajo científico implica resolver problemas dentro de un sistema que no se cuestiona lo
fundamental; no se trata, por tanto, del continuo planteamiento de refutaciones y
conjeturas del que hablaba Popper, ya que esta actitud puede llevar a que no se
produzca un avance explícito en la ciencia, debido a que no se favorece la consolidación
de un determinado corpus de conocimientos, situación que no permite la profundización
en la actividad investigadora: "Los principios no permanecerán indiscutibles el tiempo
suficiente para que se haga el trabajo interpretativo" (Chalmers, 2003: 113).

Además, el planteamiento de las revoluciones científicas subraya la naturaleza no


acumulativa del avance de la ciencia, ya que el progreso a largo plazo no sólo
comprende la acumulación de hechos y leyes, sino que a veces implica el abandono de
un paradigma y su reemplazo por otro nuevo incompatible. La principal diferencia de
esta cuestión con la propuesta de Popper es que para este último se trata simplemente
del abandono de una teoría por otra, cuando Kuhn habla del cambio en la visión del
mundo, una transformación que es más radical y profunda.
La perspectiva kuhniana presenta algunos inconvenientes. En primer lugar, como el
propio autor indica, el desarrollo científico en los periodos de ciencia normal es
tremendamente conservador, en el sentido de que suprime frecuentemente innovaciones
fundamentales, debido a que resultan innecesariamente subversivas por sus
compromisos básicos hacia el paradigma dominante en ese periodo determinado (Kuhn,
2001). Aunque, evidentemente, dichas innovaciones serán introducidas cuando se
produzca la revolución científica en la que emerge el paradigma que ha sustituido a su
predecesor, en principio la adscripción del científico a un solo paradigma puede resultar
un tanto empobrecedora.5 En segundo lugar, una de las críticas más importantes
esgrimidas a la comprensión de la ciencia que plantea Kuhn es que el cambio de un
paradigma a otro tiene algo de irracional, incluso de relativista, ya que el autor no
justificó por qué un paradigma es mejorque otro: en última instancia, es la propia
comunidad científica la que determina la mayor idoneidad de una visión del mundo en
detrimento de su contemporánea. A esta deficiencia, Kuhn contestó que las teorías
científicas posteriores son mejores para resolver enigmas en los entornos, pero esto
resulta contradictorio porque, según él, lo que cuenta como enigma (es decir, problema)
y su solución depende del paradigma (Chalmers, 2003: 116). Así, a lo largo de
la Estructura de las revoluciones científicas, Kuhn (2001) asegura que algunos
problemas de un determinado paradigma, cuando éste es sustituido por otro, pueden ser
declarados como no científicos, o aquellas cuestiones que resultaron triviales en un
momento determinado o simplemente no existían, con el surgimiento del nuevo
paradigma, pueden volver a presentarse como los nuevos grandes retos a conquistar por
la comunidad científica. De ahí que al cambiar los problemas, con frecuencia también lo
hagan las normas que distinguen una solución científica real de una simple especulación
metafísica, por lo que el nuevo periodo de ciencia normal no sólo es incompatible con el
antiguo, sino, incluso, incomparable.

Lakatos (1998: 13) intentó superar las debilidades del cambio de paradigma kuhniano
mediante sus programas de investigación científica,6 que cuentan con un núcleo teórico–
hipotético eficazmente protegido por un gran cinturón de hipótesis auxiliares y con una
maquinaria elaborada para solucionar problemas. Así, el programa posee una serie de
reglas metodológicas, que marcan qué rutas de investigación deben ser evitadas
(heurística negativa) y cuáles seguidas (heurística positiva) (Lakatos, 1998: 66). El
núcleo central estaría conformado por un conjunto de hipótesis muy generales a partir
de las cuales se desarrolla el programa. Estos fundamentos necesitan ser ampliados con
suposiciones complementarias, con el fin de llenarlos de sustento y de proteger al núcleo
central de las falsaciones (Chalmers, 2003: 124).

La heurística negativa del programa impide que apliquemos el modus tollens a este
núcleo firme. Por el contrario, debemos utilizar nuestra inteligencia para incorporar e
incluso inventar hipótesis auxiliares que formen un cinturón protector en torno a ese
centro, y contra ellas debemos dirigir el modus tollens. El cinturón protector de hipótesis
auxiliares debe recibir los impactos de las contrastaciones y para defender al núcleo
firme, será ajustado y reajustado e incluso completamente sustituido (...) La heurística
positiva consiste en un conjunto, parcialmente estructurado, de sugerencias o pistas
sobre cómo cambiar y desarrollar las versiones refutables del programa de investigación,
sobre cómo modificar y complicar el cinturón protector refutable. Impide que el científico
se pierda en el océano de anomalías (Lakatos, 1998: 66 y 69).

En principio, los programas de investigación de Lakatos se corresponderían con los


paradigmas científicos de Kuhn. La principal diferencia entre ambos es que aquél intentó
superar el cierto relativismo que suponía el cambio de paradigma kuhniano. Lakatos
(1998: 15) sí que ofrece las claves del avance científico, justificando las razones a través
de las cuales un programa de investigación sustituirá a otro; se trata de los programas
regresivos o progresivos:

Las refutaciones no indican un fracaso empírico, como Popper ha enseñado, porque


todos los programas crecen en un océano permanente de anomalías. Lo que realmente
importa son las predicciones dramáticas, inesperadas, grandiosas (...) Kuhn se equivoca
al pensar que las revoluciones científicas son un cambio repentino e irracional de punto
de vista. La historia de la ciencia refuta tanto a Popper como a Kuhn; cuando son
examinados de cerca, resulta que tanto los experimentos cruciales popperianos como las
revoluciones kuhnianas son mitos; lo que sucede normalmente es que los programas de
investigación progresivos sustituyen a los regresivos (Lakatos, 1998: 15 y 16),

siendo más eficiente los primeros en la predicción de los nuevos fenómenos.

De esta manera, un programa de investigación es superior a otro en cuanto a que puede


predecir con más éxito un fenómeno nuevo: "En un programa de investigación
progresivo, la teoría conduce a descubrir hechos nuevos hasta entonces desconocidos.
En los programas regresivos, las teorías son fabricadas sólo para acomodar los hechos
ya conocidos" (Lakatos, 1998: 15).

Lakatos reconoce el papel trascendental que desempeñan las predicciones en los


programas, hasta tal punto que cuando un programa sea incapaz de generar nuevas
perspectivas de futuro y únicamente trate de encajar hechos ya pasados, estará en un
proceso degenerativo. Precisamente en este punto es en el que el núcleo de un
programa puede ser abandonado cuando deje de anticipar hechos nuevos: "Nuestro
núcleo firme puede derrumbarse en ciertas condiciones (...) una posibilidad que es
fundamentalmente lógica y empírica" (Lakatos, 1998: 68).

En contra de lo que apuntaba Popper, en el sentido de que una teoría que no supere las
falsaciones debe ser desestimada, Lakatos (1998: 16) explica que hay "que tratar con
benevolencia a los programas en desarrollo; pueden transcurrir décadas antes de que
los programas despeguen del suelo y se hagan empíricamente progresivos. La crítica no
es un arma popperiana que mate con rapidez la refutación". Según lo señalado por
Lakatos, si se destruyeran los supuestos teóricos con la rapidez preconizada por Popper,
no sería posible alcanzar un cierto avance científico: "La principal diferencia con respecto
a la versión original de Popper creo que es que, según mi punto de vista, la crítica no
destruye (ni debe destruir) con la rapidez que imaginaba Popper. La crítica destructiva,
puramente negativa, como la refutación o la demostración de una inconsistencia no
elimina un programa de investigación. La crítica de un programa es un proceso largo y a
menudo frustrante; hay que tratar a los programas en crecimiento sin severidad"
(Lakatos, 1998: 122).

Por tanto, Lakatos (1998: 17) apuesta por un progreso científico que es racional, al igual
que Popper y en contraposición a Kuhn, quien parece creer que el "cambio de un
paradigma a otro es una conversión mística que no puede estar gobernada por pruebas
racionales" (Lakatos, 1998: 19).

La principal objeción esbozada a la propuesta de Lakatos es que no ofrece las pautas


para desestimar definitivamente un programa de investigación, puesto que "es racional
aferrarse a un programa degenerativo con la esperanza de que podrá regresar"
(Chalmers, 2003: 138). Esto sucedió con algunas teorías, como, por ejemplo, con la
copernicana, que degeneró durante un siglo, después de sus primeros éxitos, antes de
que volviera a generar predicciones gracias a la recuperación que llevaron a cabo Galileo
y Kepler (Chalmers, 2003: 136).

El propio Lakatos reconoce la debilidad de la racionalidad instantánea, que para él no


existe en la ciencia, de ahí que sólo a largo plazo (es decir, desde una perspectiva
histórica) se pueda determinar la validez o inconsistencia de un programa, por lo que su
propuesta no sirve como método para desestimar un determinado paradigma, sino que
servirá principalmente para esbozar la valoración desde una perspectiva histórica
(Chalmers, 2003: 136).

En relación con el núcleo inamovible de los programas de investigación, en ocasiones el


avance científico ha estado generado precisamente por la transformación de su propia
fundamentación (fue el caso de las teorizaciones de Copérnico).

Esta problemática redunda directamente sobre uno de los pilares más básicos de la
propuesta que se expone, puesto que si no es posible determinar el núcleo del programa
de investigación, tanto más difícil para la comunidad científica será establecer qué
hipótesis deben permanecer inamovibles y cuáles deben ir siendo modificadas con el fin
de que cumplan el papel de cinturón protector–receptor de críticas y refutaciones.

Por último, Lakatos, para esbozar una perspectiva de cómo se produce el avance
científico, parece hacer referencia, por los ejemplos con los que ilustra sus supuestos,
principalmente a la ciencia física (también a la lógica y la matemática). Es posible que la
metodología y las normas usadas para juzgarla no sean apropiadas en otras disciplinas,
puesto que "no se pueden hacer ensayos experimentales con la gente y las sociedades,
sin destruir lo que se está investigando. Los sistemas vivos necesitan de una gran
complejidad para funcionar, de modo que se puede esperar que incluso la biología
exhiba diferencias importantes con la física. En las ciencias sociales el conocimiento que
se produce forma él mismo un componente importante de los sistemas en estudio"
(Chalmers, 2003: 138).7, 8

Un filósofo de la ciencia que ha criticado la propuesta de Lakatos ha sido Feyerabend,


autor que apuesta por una total anarquía en los procedimientos que deben seguirse en
la construcción del conocimiento científico. Feyerabend parte del hecho de que no existe
un solo método científico como tal, pues, a lo largo de la historia, en general la
investigación ha atacado alguna de sus normas metodológicas; de tal manera que la
mayoría de los avances históricos de la ciencia no se ajustan a las teorías planteadas por
los filósofos clásicos. "Descubrimos entonces que no hay una sola regla, por plausible
que sea, y por firmemente basada que esté en la epistemología, que no sea infringida en
una ocasión u otra" (Feyerabend, 1986: 7), por lo que si hay que apuntar algún principio
del método científico (que en realidad no existe) será el del todo vale, ya que los
científicos tienen que seguir sus propios deseos y deben desarrollar su trabajo en un
total ambiente de libertad, lejos de todo tipo de prejuicios, supersticiones o restricciones
metodológicas, liberando a la sociedad de la camisa de fuerza que supone una ciencia
ideológicamente petrificada (Feyerabend, 1986: 307 y ss).

Feyerabend mantiene que la mayor parte de las investigaciones científicas nunca se han
desarrollado siguiendo un método racional, por lo que el anarquismo debe reemplazar al
racionalismo: de esta manera se alcanzará el progreso intelectual, mediante la
creatividad y el propio empuje del científico.

La idea de un método que contenga principios firmes, inamovibles y absolutamente


obligatorios para conducir la actividad científica tropieza con graves dificultades cuando
se confronta con los resultados de la investigación histórica. Es evidente que tales
infracciones no son acontecimientos meramente accidentales, no son resultado de la
insuficiencia del conocimiento o de descuido que pudieran haberse evitado (Feyerabend,
1986). En concreto, para este autor, el falsacionismo popperiano impide el desarrollo de
teorías alternativas: "El requisito de aceptar sólo aquellas teorías que son consistentes
con los hechos disponibles y aceptados nos deja también sin ninguna teoría, pues no
existe ni una sola teoría que no tenga una dificultad u otra... El método correcto no debe
contener reglas que nos obliguen a elegir entre teorías sobre la base de la falsación. Por
el contrario, las reglas de dicho método deben hacer posible elegir entre teorías que ya
fueron contrastadas y resultaron falsadas" (Feyerabend, 1986: 49), de ahí que la
sumisión a reglas y normas haga, a la larga, estéril el trabajo del científico y, más que
una teoría del camino recto, deba escribir una teoría del error. Para él, la ciencia es una
combinación de reglas y errores, de lo que se deduce que el científico que trabaja en
una situación histórica particular debe aprender a reconocer el error y a convivir con él,
teniendo siempre presente que él mismo está sujeto a añadir nuevos errores en
cualquier etapa de la investigación.

Feyerabend no pretende abolir todo tipo de normas o demostrar que no tienen valor,
sino que trata de ampliar el inventario de reglas y proponer un uso distinto de éstas. En
principio, la comunidad científica maneja unas construcciones teóricas determinadas en
función de la elección mayoritaria dentro de un extenso grupo de opinantes. No se elige
necesariamente la que parece más ajustada a la realidad, pues se mueven en un plano
muy abstracto y en la elección influyen factores muy diversos: económicos, políticos,
prácticos y aun estéticos (Escohotado, 1987: 478).
Por eso, se apuntaba que el científico no debe trabajar bajo el constreñimiento de la
supeditación a un solo método, sino que en función de la investigación se usará una
regla u otra según interese e incluso se abandonarán las reglas ya existentes para
inventar una nueva (Feyerabend, 1986).

Según Feyerabend, la única regla de contrastación de teorías consistirá en compararlas,


no con la experiencia, como sugieren Popper y Lakatos, sino con sistemas teóricos
combinados con ésta. "La evidencia relevante para la contrastación de una teoría T a
menudo sólo puede ser sacada a la luz con ayuda de otra teoría T', incompatible con T "
(Feyerabend, 1986).

Para Martínez Freire (1990), la actitud de Feyerabend es útil para evitar dogmatismos en
metodología, pero su radicalidad le lleva a olvidar la existencia de patrones de
descubrimiento que son eficaces; las consideraciones de Feyerabend son relevantes en
el contexto de la investigación en nuevos campos de estudio, pero no pueden pretender
aplicarse a la práctica científica en campos de estudio ya conocidos, en los que la rutina
en el uso de reglas es posible.

Feyerabend apunta que la ciencia progresa cuando existe independencia y autonomía en


la utilización metodológica, y no sometimiento a normas estrictas de investigación.
Blaug (1985: 63) lo resume de la siguiente forma: "Feyerabend no está en contra del
método en las ciencias, sino que más bien está en contra del método en general,
incluyendo su propio consejo de ignorar todo método". También arremete Feyerabend
contra el estatus de la propia ciencia,9 pues ésta no posee ningún rasgo que la haga
superior al resto de conocimientos: se le ha atribuido un rango que no le pertenece, un
rango cuasi religioso.10 En Diálogo sobre el método, Feyerabend (2000: 85) arremete
contra los científicos11 y equipara a la ciencia con otros saberes, como la astrología, ya
que para él los ataques que la descalifican como ciencia son infundados: "La astrología
constituye también un ejemplo excelente de cómo los ignorantes (es decir, los
científicos), con el concurso de otros ignorantes (los filósofos de la ciencia, por ejemplo)
corren el riesgo de engañar a todo el mundo" (Feyerabend, 2000: 85). En definitiva,
Feyerabend apuesta por el pluralismo metodológico y paradigmático, por la
transparencia y por una ciencia humanista y plural. Pero la total libertad de creación que
defiende el filósofo no es en la práctica muy factible, puesto que el científico, para hacer
una contribución a la ciencia deberá enfrentarse a los trabajos previamente
consolidados, por lo que "los caminos abiertos a los científicos en general vendrán
delimitados por la situación objetivamente existente, mientras que el camino abierto a
un científico en particular estará determinado por el subconjunto de los recursos
existentes a los que puede tener acceso. Los científicos serán libres de seguir sus deseos
subjetivos sólo en la medida en que puedan elegir entre la serie restringida de opciones
que les son posibles. Aún más: les guste o no, los individuos tendrán que hacer una
caracterización de la situación con la que se enfrentan como pre–requisito para su
comprensión. Bien sean cambios en la ciencia, bien en la sociedad en general, el trabajo
teórico principal implica una comprensión de la situación a la que se enfrenta el
individuo, y no una llamada generalizada a una libertad sin restricciones" (Chalmers,
2003: 150).
TRABAJO MONOGRÁFICO
Teniendo en cuenta los temas expositivos-participativos realizados por el docente, elabore
una monografía teniendo en cuenta los siguientes ítems:
1. Compara el pensamiento filosófico de Feyerabend con el de Lakatos.
2. Describa brevemente las clases de método científico.
3. Elabore un cuadro sinóptico sobre la clasificación de la investigación científica.
4. Describa brevemente los tipos de investigación científica.
5. Elabore un cuadro sinóptico sobre la clasificación del diseño de investigación.

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