Ficha de Aplicacion 04 - Final
Ficha de Aplicacion 04 - Final
Ficha de Aplicacion 04 - Final
Contenido temático: Derecho a la Vida y a la Integridad Personal: Derechos de la mujer y, derechos del niño y
adolescente.
Docente: XXX
INDICACIONES:
1. En equipos de trabajo lean y analicen el caso asignado por el docente.
2. Revisan los materiales que el docente tutor ha subido a la plataforma Blackboard (MATERIALES).
3. Realicen la búsqueda de información en las bases de datos de la biblioteca de la UCV.
4. Elaboren y sustenten el caso relacionado al DERECHO A LA VIDA Y A LA INTEGRIDAD PERSONAL,
expresándolo a través de un informe, con la siguiente estructura: Introducción, desarrollo, conclusiones
y referencias.
Caso: 01
La despenalización del aborto hasta la semana 24 en Colombia abre un debate sobre los
plazos.
La mayoría de los países permiten la interrupción en el primer trimestre, Reino Unido, Holanda
y Nueva York también tienen las 24 semanas y Canadá o Corea del Sur, totalmente
despenalizado.
Colombia ha sido el último país en legalizar el aborto. El delito por interrupción del embarazo,
con penas de cárcel, estaba presente en el Código Penal del país desde 1837. Unas 400
mujeres son procesadas cada año por interrumpir su gestación y miles se ven abocadas a
acudir a clínicas ilegales con enormes riesgos para su salud. La Corte Constitucional acordó el
pasado lunes despenalizarlo hasta la semana 24 de gestación como respuesta a una demanda
de la agrupación de organizaciones Causa Justa. El fallo coloca ahora a Colombia como uno de
los países con uno de los plazos más amplios, junto a países como Holanda, Canadá, Reino
Unido o Estados como Nueva York. La sentencia fue tan celebrada por el movimiento feminista
y otros sectores como criticada por organizaciones provida o conservadoras. Incluso el
presidente de país, Iván Duque, equiparó la decisión a “una medida anticonceptiva”. En medio
de la clara polarización aborto sí o no, emergió un segundo debate: ¿por qué 24 semanas?
Laura Gil es ginecóloga y cofundadora del Grupo Médico por el Derecho a Decidir, integrado en
Causa Justa. Antes de presentar su demanda ante la Corte en Colombia, el grupo médico
analizó todos los plazos sobre el aborto que hay en los diferentes países. Desde el Estado de
Texas, que contempla seis semanas, hasta las 12 de Uruguay o las 14 de España y Alemania,
por tomar varios ejemplos. “Hay todo tipo de plazos y ninguno obedece a ningún criterio
objetivo, médico o científico. La semana 24 sí tiene un criterio objetivo. Hoy en día, con
tecnología avanzada, un bebe que nazca a las 24 semanas podría ser salvado”, analiza Gil el
criterio que adoptó la Corte. Es el mismo planteamiento que siguieron años antes otros países
como Holanda o Reino Unido. Para la doctora, los plazos tan variados responden a
negociaciones políticas, que acaban fijando un “número al azar, hasta que las partes anti y pro
se sienten cómodas” para sacar una ley adelante.
Hace ya 12 años que en España se aprobó la ley del aborto, en la que se fijó la semana 14.
Francisca García, presidenta de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción
Voluntaria del Embarazo (ACAI), comparte la tesis de su homóloga colombiana. “Se estableció
[la 14] por una cuestión aleatoria, se hizo una ley que se pareciera al resto de las leyes
europeas. No hubo un criterio de consideración como la viabilidad fetal, como sí hubo en
Holanda”, explica por teléfono. La decisión que adoptó el Gobierno en España se basó en las
recomendaciones de un comité de expertos que, en un informe de 49 páginas, estudió los
diferentes plazos y las leyes de los países europeos para asegurar el derecho de las mujeres. La
mayoría de los países se ajustan a ese primer trimestre del embarazo. En el documento se
recomendó la semana 14. “Nosotros proponíamos que la mujer pudiera decidir hasta la 22-24
porque no existen cuestiones médicas para otro plazo, sino puramente políticas”, incide
García.
La Corte colombiana tenía que dirimir dos demandas que pedían la despenalización total del
aborto, sin límite de tiempo. Una opción que fue desestimada pero ya existe en países como
Canadá o Corea del Sur. La experta en salud sexual y reproductiva de Canadá Joanna Erdman,
durante su participación en un acto en Argentina mientras se debatía la despenalización en
2018, subrayó que, siguiendo los datos canadienses, al contrario de lo que se pueda pensar, la
total despenalización del aborto no incrementa su número, sino que lo reduce. Cambiar un
sistema penal por un sistema de salud, sostiene, permite al país aumentar las políticas públicas
para prevenir embarazos no deseados y mantener sus índices de interrupciones por debajo de
otros países con leyes más restrictivas.
La Corte de Colombia explica en su avance de la sentencia -el texto definitivo aún tardará unas
semanas en hacerse público- la búsqueda de la Sala por encontrar un equilibrio entre el
derecho de las mujeres, niñas y personas gestantes a la interrupción del embarazo y la
protección del bien jurídico de la vida en gestación. Para fijar el plazo, señala el documento, se
tuvieron en cuenta “dos conceptos normativos, con relevancia constitucional”. Estos son el de
la “existencia”, que se asocia con la idea de prohibir la práctica del aborto consentido desde el
momento en el que inicia la vida, en la concepción o fecundación. Y el de “autonomía”, que se
asocia con la idea de prohibir el aborto con consentimiento en el momento en el que es
posible considerar que se rompe la dependencia de la vida en formación de la persona
gestante, esto es, “cuando se acredita una mayor probabilidad de vida autónoma
extrauterina”, circunstancia que “se ha evidenciado con mayor certeza” a partir de la semana
24. La Corte colombiana también tuvo en cuenta sentencias de la Corte Suprema de Estados
Unidos, que fijaron el plazo en función de la “viabilidad” del feto.
El fallo colombiano, más allá del presidente, ha generado una tormenta en multitud de
sectores. Incluso entre los propios médicos. El presidente del Colegio Médico de Antioquia,
Carlos Valdivieso, ya avanzó en una entrevista con Blu Radio que no estudiaron “para servir de
verdugos”. El ginecólogo y profesor de la facultad de medicina de la Universidad Javeriana
David Vásquez señaló a W Radio que el aborto no debería superar el “período de
embriogénesis, que es cuando el bebé está en su proceso de formación y termina entre las
semanas 9 y 12″.
Causa Justa lo que buscaba con la despenalización total era sacar el derecho al aborto del
Código Penal para convertirlo en materia de salud pública, siguiendo el ejemplo de Canadá.
Laura Gil explica que está demostrado que las mujeres que solicitan un aborto más allá del
primer trimestre de embarazo son las menos, pero son las más vulnerables, las más pobres, las
menores y las víctimas de violencia. A pesar de que en Colombia hasta este lunes existían tres
causales para permitir el aborto -violación, malformación del feto incompatible con la vida o
riesgo para la salud física o mental de la mujer- a muchas no se les reconocen las causales, o lo
solicitan desde la semana 10 y entre que se determina si se ajustan a una causal acaban
superando la semana 20.
En 2020, 4.268 niñas colombianas de entre 10 y 14 años fueron madres, según estadísticas
oficiales. El código penal del país señala que los embarazos en ese rango de edad siempre son
por causa de violencia sexual, por lo que se ajustan a una de las causales del aborto legalizado
desde 2006. Pero las menores tampoco han estado libres de ser procesadas por la justicia.
Según datos de la Fiscalía, 502 menores fueron llevadas ante la justicia entre 2005 y 2017 por
interrumpir su embarazo.
La sentencia destaca que las mujeres, niñas y personas gestantes “sufren actualmente un
déficit de protección respecto de sus derechos a la salud sexual y reproductiva, que va más allá
de las barreras para acceder a la interrupción voluntaria del embarazo en las tres hipótesis
previstas”. Esas tres causales se mantendrán ahora a partir de la semana 24 y sin límite de
tiempo por decisión de la Corte. Gil sostiene que con el fallo, que obliga al Gobierno y el
Congreso a legislar para regular la decisión, el mensaje enviado a las mujeres es muy diferente
al punitivo: “El Estado ahora les dice creemos en usted, es una persona moral y consciente y
tiene que tener el derecho a protegerse de ese peligro que puede ser la maternidad forzada”.
La coexistencia del delito con las tres causales ha expulsado todos estos años a miles de
mujeres del sistema de salud público para ponerse en manos de clínicas ilegales, con enormes
riesgos para su salud. Muchas mujeres que acudían a clínicas ilegales y presentaban alguna
complicación grave eran denunciadas si acudían a un hospital. La sentencia también busca
salvar esas vidas. “Si una mujer está en una situación tan extrema que necesita abortar por
encima de la semana 20, preferimos que venga a un hospital y no se vaya a un aborto inseguro
y se muera. Y si aun así lo hace, luego puede venir al hospital y no la vamos a denunciar”,
añade Gil.
En Colombia, un país profundamente desigual y con una pobreza muy feminizada, en los
últimos 15 años 5.000 mujeres fueron llevadas ante la justicia por interrumpir su embarazo.
Fuente: https://elpais.com/sociedad/2022-02-26/la-despenalizacion-del-aborto-hasta-la-
semana-24-en-colombia-abre-un-debate-sobre-los-plazos.html
Caso: 02
Eutanasia en Perú: Gobierno no apelará sentencia que permite esta práctica a Ana Estrada.
Ese mismo día, el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Eduardo Vega, respaldó la
sentencia a través de Twitter. Un día después, el ministro de Salud, Óscar Ugarte, opinó que “el
Ministerio de Salud no debería apelar”.
La sentencia pide que “se inaplique el artículo 112° del Código Penal vigente, para el caso” de
Ana Estrada. Este artículo sanciona con una pena de prisión no mayor de 3 años al que “por
piedad, mata a un enfermo incurable”.
Ana Estrada es una peruana de 44 años que padece polimiositis –una enfermedad incurable
que la ha dejado en silla de ruedas– y que desde hace unos años reclama al Estado peruano,
con el respaldo legal de la Defensoría del Pueblo, el supuesto derecho a la eutanasia.
En declaraciones a ACI Prensa, Percy García Cavero, doctor en Derecho por la Universidad de
Navarra (España) y profesor del área de Derecho Penal y Procesal Penal en la Universidad de
Piura (Perú), aseguró que en el caso de Ana Estrada hay varios aspectos controvertidos.
El abogado García reiteró que el gobierno actual “es un gobierno de transición que ha sido
colocado básicamente para dos cosas: el manejo de la pandemia y las elecciones generales”, y
“no para más”.
“Sin embargo, este gobierno se está yendo dejando el trabajo ideológico de despenalizar, de
forma muy irregular, la eutanasia. Porque esto tendría que ser objeto de un debate ponderado
en el Congreso donde está representado el pueblo”, señaló.
Para el abogado, sí se ve “la progresión de la eutanasia en el mundo, aunque ésta empieza con
los enfermos terminales, luego se considera a la tercera edad, discapacitados y así
progresivamente hasta todo aquel que resulta inútil desde el punto de vista de la economía”.
El abogado subrayó que la supuesta solución a través de la eutanasia “es la más egoísta que
hay”.
“Hay un tema de fondo que hay que discutir y que obviamente no puede reducirse a un
proceso constitucional en el que solo ha intervenido un juez, unos procuradores y un par de
amicus curiae. Estamos metidos tanto en la pandemia que creo que están pasando de
contrabando esta situación grave, que es un cambio bien radical”, comentó el experto en
leyes.
Por su parte, el abogado y presidente del Centro de Estudios Jurídicos Santo Tomás Moro,
Alberto Gonzáles Cáceres, señaló a ACI Prensa que “no cabe duda de que, de manera
escandalosa, un pequeño grupo ideológico y político ha copado el Estado peruano y antes del
28 de julio [elecciones generales] están acelerando los pasos para ir generando precedentes
judiciales e impulsar cambios legales en el país”.
Cree que estos cambios se realizan “sin importarles un ápice el ordenamiento jurídico
nacional, ni mucho menos la opinión jurídica de los juristas más serios e importantes del país”.
“En concreto ellos tienen el poder y los usan impunemente. Eso es todo”, subrayó.
Respecto al caso concreto de Estrada, el abogado explicó que el fallo que deja sin efecto el
artículo 112° del Código Penal y despenaliza la eutanasia, no ha generado “ningún cambio en
nuestro ordenamiento Jurídico”. “Lo que existe es la inaplicación de varias normas de orden
constitucional y legal para un caso concreto que no genera precedente. Es el abuso del poder
de alguien que obedece la estrategia ideológica de otros”, explicó.
Para Gonzáles, el gobierno del presidente Sagasti más que “un gobierno de transición”, es “un
grupo ideológico que copa el Estado desde hace más de 15 años”. “No importa que cambien
los gobiernos. Ellos están muy bien articulados por todos los organismos públicos y muy bien
financiados. Ganan buenos sueldos del Estado y articulan entre ellos para promover su
ideología relativista”, aseguró.
El abogado declaró a ACI Prensa que tiene la seguridad de que el fallo “fue redactado fuera del
despacho judicial”, y que ha sido “revisada y puesta para la firma de alguien que hace
activismo judicial pro género desde hace años atrás, quien ha resuelto en mérito a una
petición de una activista pro género [Ana Estrada] que aprovecha su lamentable situación para
estos propósitos”. “La participación del juez en Congresos Nacionales e Internacionales
financiados por ONG pro ideología de género es muy conocida. Ahora ya no tienen reparos en
hacer lo que les venga en gana, mucho menos respetará nuestro ordenamiento jurídico, pero
tengo la seguridad de que todo esto es efímero. Bien se dice: ‘Rechaza lo natural y él volverá al
galope’”, concluyó Gonzáles.
Los Obispos del Perú también se han pronunciado en contra del fallo sobre el caso de Ana
Estrada.
“Debemos recordar que la eutanasia siempre será un camino equivocado, porque es atentar
contra el derecho inalienable a la vida, causa directamente la muerte de un ser humano y por
ello es un acto intrínsecamente malo en toda ocasión y circunstancia”, explicaron.
Fuente: https://www.aciprensa.com/noticias/eutanasia-en-peru-gobierno-no-apelara-
sentencia-que-permite-esta-practica-a-ana-estrada-92897
Caso: 03
Que no la dejen de buscar», invoca Patricia Acosta, madre de Estéfhany Díaz, desaparecida el
24 de abril del 2016 junto con sus hijas de cinco años y ocho meses, tras asistir a un
cumpleaños infantil en Mi Perú, una localidad de la costera provincia del Callao, colindante con
la capital peruana, informa Mariela Jara (IPS) desde Lima.
En una entrevista con IPS en la Plaza Cívica de Ventanilla, también en Callao, Acosta, junto con
Jenny Pajuelo, tía de Yamile, reclamaron de las autoridades una investigación profunda que dé
con el paradero de Díaz y sus niñas Tatiana y Yamile, y que dejen de colocar bajo sospecha a
las mujeres que desaparecen.
«Ella tenía veintidós años, era tranquila, a su corta edad aprendió a ser mamá. Siento que mi
hija no se fue por su propia voluntad, sino que a ella la han desaparecido. ¡Son tres vidas que
están desaparecidas!», exclamó Acosta, mientras mostraba fotografías de su hija y sus nietas.
Pajuelo, la tía, aseguró que «es una herida siempre abierta», aunque en abril ya se cumplieron
seis años de la desaparición de las tres.
La desaparición de mujeres es un grave problema en Perú que está vinculado con formas de
violencia de género como el feminicidio, la trata de personas y la violencia sexual.
Un informe de la Defensoría del Pueblo reveló que, de las 166 víctimas de feminicidio
registradas en 2019 a nivel nacional, dieciséis habían sido reportadas previamente como
desaparecidas ante la policía nacional, es decir, una de cada diez.
El año pasado, las mujeres asesinadas por razón de género en Perú sumaron 146 según el
órgano estatal y autónomo.
El Código Penal peruano define el feminicidio «como la acción de matar a una mujer por su
condición de tal, en cualquiera de los siguientes contextos: violencia familiar, acoso sexual,
abuso de poder, entre otras», lo que no limita el delito a los crímenes machistas cometidos por
la pareja o expareja de la víctima, como en otras legislaciones dentro y fuera de la región
latinoamericana.
A los femicidios, como se denomina el delito en otros países, en este país sudamericano de
algo más de 32 millones de habitantes, se suma el creciente fenómeno de las mujeres
desaparecidas como otra expresión de la violencia de género.
La Defensoría indicó que entre enero y septiembre de 2021 desaparecieron 4463 mujeres
adultas, adolescentes y niñas. Ese número representó un incremento de nueve por ciento en
relación al mismo periodo del año anterior, en que se dieron 4052 casos.
Erika Anchante, comisionada de la Adjuntía para los Derechos de la Mujer de la Defensoría del
Pueblo, declaró a IPS que tras sus hallazgos de 2019 se comenzó al siguiente año la emisión del
reporte «¿Qué pasó con ellas?», para destacar de las cifras de desapariciones y hacer visible el
problema.
En el último de estos reportes, de este mes de junio, se destaca que en los cinco primeros
meses de 2022 se registraron 2255 alertas sobre desapariciones de mujeres y niñas, con el
agravante de que en entre marzo y mayo se incrementaron los casos de niñas y adolescentes
denunciadas como desaparecidas.
«Desafortunadamente cada año las cifras van en aumento, inclusive durante la pandemia,
pese a las medidas restrictivas que se dieron en relación a los desplazamientos», alertó
Anchante.
Explicó que como institución han emitido diversas recomendaciones referidas a mejorar la
atención de las denuncias, capacitar al personal encargado de este proceso, y eliminar todos
los estereotipos de género con que se enfrentan las familias, y también mitos como que se
debe esperar 24 o 72 horas.
«No, las denuncias tienen que ser recibidas de forma inmediata y ser atendidas de esa misma
manera, porque esta búsqueda se tiene que iniciar bajo la presunción de que la víctima está
con vida. Y las primeras horas son cruciales para poder encontrarla en esta condición»,
remarcó Anchante.
Caso: 04
Eyvi Agreda: Su caso puso en foco la violencia machista en el país y desató una
protesta masiva
Eyvi Ágreda Marchena migró a Lima para estudiar administración y a la vez trabajaba como
empleada en una empresa de servicios para ayudar a sus padres, campesinos en una
comunidad de Cajamarca, en la sierra del norte de Perú. Cuando tenía 22 años, en abril de
2018, fue atacada por un excompañero de trabajo que la acosó durante meses porque quería
una relación con ella. Un día, al terminar su jornada laboral, la joven subió a un autobús y
Carlos Hualpa la siguió sin que ella lo notara. Él llevaba combustible en una botella de yogurt,
contó esa noche uno de los bomberos que atendió la emergencia. “Si no eres mía, no eres de
nadie, arderás”, le dijo el agresor y le prendió fuego cuando el autobús recorría Miraflores, un
distrito de clase media-alta de Lima. El 60% del cuerpo de Ágreda sufrió quemaduras y otros
siete pasajeros lesionados tuvieron que ser evacuados a hospitales. Mientras los médicos
reportaban sucesivas cirugías para salvarla, la indignación pública contra el agresor crecía.
Una de las congresistas que preparaba desde antes un proyecto de ley sobre el delito de
acoso, la socióloga Marisa Grave, planteó la urgencia de debatir la cuestión. Otros
parlamentarios también se sumaron a presentar iniciativas de ley debido a la repercusión
pública de la violencia machista: a raíz de lo ocurrido con Eyvi, dos conocidas periodistas de
televisión hicieron público que eran víctimas de acoso pero la policía no podía hacer nada. “No
era acoso callejero ni hostigamiento laboral: en ese momento no había reconocimiento del
delito. Cuando pasó lo de Eyvi fue muy dramático porque de haber existido legislación, hubiera
denunciado a quien la perseguía y él podría haber terminado preso”, recuerda Glave.
La joven falleció cinco semanas después del ataque a causa de una infección generalizada.
La noche de su muerte, el 1 de junio, hubo una vigilia y luego una gran movilización juvenil en
el centro de Lima —desde el Palacio de Justicia hasta el Congreso— con carteles que decían
#NiUnaMenos y #NosEstánMatando.
La abogada Cynthia Vila integró el equipo del Ministerio de la Mujer que, en septiembre de ese
año, tres meses después del fallecimiento de la joven, logró aprobar la norma que incluye el
delito de acoso en el Código Penal.
“Fue muy importante la movilización ciudadana para la toma de decisiones en el Estado. Ese
caso fue muy lamentable pues si la norma hubiera existido no estaríamos hoy hablando de su
muerte. Pudo haber pedido medidas de restricción o una prisión preventiva mientras
investigaban al agresor”, señala Vila, ex viceministra del Ministerio de la Mujer. La
exfuncionaria destaca que el debate público sobre el feminicidio de Eyvi Ágreda permitió que
el Congreso diera facultades legislativas al Ejecutivo para combatir la violencia de género, y
una de las varias normas promulgadas en ese contexto fue la tipificación penal del acoso.
La excongresista Glave destacó que el Ejecutivo mejoró los distintos proyectos de ley sobre el
tema, y que en el Congreso el debate hubiera sido difícil. “Algunos parlamentarios varones no
entendían: lo veían como galantería, o que ya no iban a poder coquetear o mirar a una mujer.
O decían que las mujeres solteras se exponen porque no tienen pareja”, cuenta. Para la
socióloga, este caso fue muy brutal por el tipo de violencia ejercida sobre el cuerpo de una
mujer que estaba sola, y que peleaba por su independencia. “Al quemar como la quemó, no se
le iba a acercar ni Dios. Que tu apariencia física desaparezca es una cosa muy violenta”, agrega
Glave.
La activista Sheridan Medina, que en ese tiempo formaba parte del colectivo Paremos el acoso
callejero, cuenta que vivieron de forma muy intensa la muerte de Eyvi porque, cuando el
feminicida confesó el crimen, hubo mucha revictimización. “Pensábamos que habíamos dado
un gran paso cuando salió el decreto legislativo que penaliza el acoso, pero al ver las
reacciones en redes —que decían que ella debió aceptar al hombre o ser más clara con él—
constatamos que faltaba mucho por hacer en educación y en lo social”, dice Medina.
En 2019, la Corte Superior de Justicia de Lima condenó a Hualpa a 35 años de prisión por
feminicidio. En la calle de Miraflores donde Eyvi fue atacada no hay ninguna señal en su
memoria.
Fuente: https://elpais.com/internacional/2022-03-07/eyvi-agreda-peru.html
Caso: 05
AMOR Y DESAMOR. La historia entre John Kelvin y Dalia Durán parece haber llegado a su fin
luego de la denuncia que le interpuso la cubana al cantante de cumbia por haberla
masacrado, dejándole moretones por el rostro y el cuerpo.
Durante el transcurso de las horas se han conocido mayores detalles de esta nueva polémica
que ha desatado su relación. Tras más de 12 años de haberse conocido, este idilio de amor
estuvo envuelto en controversia ante las decepciones y traiciones del cantante.
Esta vez, John Kelvin ha llegado hasta la comisaría de San Miguel por haberle golpeado a la
madre de sus hijos. Pero ¿desde cuándo comenzaron los problemas?, Dalia Durán conoció al
cumbiambero en el 2009 cuando su carrera iba en ascenso al pertenecer al Grupo 5.
El romance iba de color de rosa, sin embargo, fue en el 2012 cuando John Kelvin confesó ante
cámaras que ya no amaba a su esposa y madre de sus hijos. Esto no fue impedimento para
que la cubana se separe del cantante.
El año pasado, a inicios de la pandemia, John Kelvin se quedó varado en Japón debido a la
emergencia sanitaria. La distancia y las infidelidades del cantante habrían provocado para que
Dalia Durán ponga punto final a la relación
La madrugada del lunes 3 de julio, Dalia Durán pasó, quizás, el peor momento de su vida luego
que John Kelvin, su esposo y padre de sus hijos, le habría propinado una tremenda golpiza
dejándole moreteados el rostro y parte de su espalda. El hecho ocurrió en el departamento
donde vive la cubana con sus cuatro menores hijos.
Según informó América Noticias, el cantante, tras haber ingerido licor en una fiesta, acudió a
la vivienda con el pretexto de ver a sus hijos. Fue entonces que se desató una fuerte discusión
y llevando posteriormente a las agresiones físicas y psicológicas contra Durán.
El cantante de cumbia está afrontando ante la justicia, no solo la golpiza que le dio a su esposa,
sino también por haber desacatado la orden que tenía de alejarse de Dalia Durán hasta que su
proceso se solucione por la vía legal.
Luego que denunciara al cantante de cumbia por una tremenda golpiza, la cubana Dalia Durán
contó, a través de su abogado Daniel Leiva, que ha venido recibiendo mensajes de texto en las
últimas horas con alarmantes textos: ‘morirás’ y ‘encima te quejas con la prensa’.
“En este momento, hace unos instantes, me mandó una captura de pantalla de una persona
que está amenazándola diciéndole ‘morirás’”, dijo el abogado. “Dalia nos ha dado la
autorización para mostrar el número”, agregó.
Fuente: https://www.google.com/amp/s/trome.pe/espectaculos/john-kelvin-golpeo-a-dalia-duran-todo-lo-que-se-
sabe-de-la-agresion-prueba-medicina-legal-denuncia-reacciones-violencia-de-genero-farandula-noticia/?
outputType=amp
Caso: 06
El asesinato y la mutilación de niños se producen cuando los niños son el objetivo directo o
indirecto de los ataques, y puede incluir acciones como la tortura. La muerte y la mutilación de
niños pueden producirse como consecuencia del fuego cruzado, las minas, las municiones de
racimo, los artefactos explosivos improvisados u otros dispositivos, o en el contexto de
operaciones militares, demoliciones de casas, campañas de búsqueda y captura o atentados
suicidas.
Por todas estas razones, el uso de armas explosivas, especialmente en zonas pobladas, sigue
teniendo un efecto devastador sobre los niños. Sólo en 2020, por lo menos el 47% de todas las
víctimas infantiles lo fueron debido a las armas explosivas y los restos explosivos de guerra.
Entre 2005 y 2020 se confirmaron más de 104.100 casos de niños muertos o mutilados en
conflictos armados, más de dos tercios de ellos desde 2014.
El reclutamiento y el uso de niños por parte de fuerzas y grupos armados se refiere al
reclutamiento o alistamiento forzoso o voluntario de niños en cualquier tipo de fuerza o grupo
armado. Los niños siguen siendo reclutados y utilizados por las partes en conflicto a un ritmo
alarmante. Las fuerzas y grupos armados reclutan a niñas y niños para que desempeñen
diversas funciones, como combatientes, cocineros, porteadores, mensajeros y espías, o para
explotarlos sexualmente.
Entre 2005 y 2020 se han confirmado más de 93.000 casos de niños reclutados y utilizados por
grupos de beligerantes, pero es probable que el número real de casos sea mucho mayor. Los
Grupo de Tareas de las Naciones Unidas en el país sobre vigilancia y presentación de informes,
o sus equivalentes, han confirmado el reclutamiento y el uso de al menos 1.000 niños por país
en al menos 15 países durante este periodo.
Los ataques a escuelas y hospitales implican el ataque a instalaciones educativas o médicas con
el objetivo de destruirlas parcial o totalmente. Las escuelas y los hospitales deben ser espacios
protegidos donde los niños se sientan seguros, incluso en tiempos de conflicto. Sin embargo,
los repetidos ataques a estas instalaciones ponen de manifiesto el impacto catastrófico de los
conflictos armados sobre los derechos de los niños, incluidos los de la educación y la salud.
Entre 2005 y 2020, las Naciones Unidas confirmaron más de 13.900 incidentes, entre los que
se incluyen ataques directos o indiscriminados contra instalaciones educativas y sanitarias y
personas protegidas, como estudiantes y niños hospitalizados y personal médico y escolar.
Estos ataques no sólo ponen en peligro la vida de los niños, sino que también interrumpen su
aprendizaje y limitan su acceso a la atención médica, lo que puede tener efectos permanentes
en su educación, sus perspectivas económicas y su salud en general.
La violación y otros tipos de violencia sexual contra los niños también incluyen la esclavitud
sexual o la trata de personas, la prostitución forzada, la esterilización, el embarazo o el
matrimonio forzados, o la explotación o el abuso sexual de los niños. En algunos casos, la
violencia sexual se utiliza intencionadamente para humillar a la población u obligar a las
personas a abandonar sus hogares.
Entre 2005 y 2020, las partes beligerantes violaron, casaron a la fuerza, explotaron
sexualmente y perpetraron otras formas graves de violencia sexual contra al menos 14.200
niños y niñas. Sin embargo, debido al estigma asociado con la violación y la violencia sexual en
muchos lugares, los casos de niños víctimas de violencia sexual en los conflictos no se
denuncian con la frecuencia suficiente. La violencia sexual afecta de forma desproporcionada a
las niñas. Entre 2016 y 2020, las niñas representaron el 97% de los casos.
El secuestro de niños y niñas se refiere a la captura, la detención o la desaparición forzada de
un niño, ya sea temporal o permanentemente. Tanto si es intencionadamente violento como si
se trata de ejercer represalias, de infundir miedo a la población o de reclutar por la fuerza o
explotar sexualmente a los niños, el secuestro es una de las violaciones más extendidas que se
cometen contra los niños en situaciones de conflicto armado.
Entre 2005 y 2020, se confirmó que al menos 25.700 niños fueron secuestrados por las partes
en conflicto. Los varones representan las tres cuartas partes de los secuestros de niños
confirmados. Sin embargo, las niñas también corren el riesgo de ser secuestradas,
especialmente con fines de violencia y explotación sexual. En muchos casos, los niños
secuestrados son también víctimas de otras violaciones graves, como asesinatos, mutilaciones,
violencia sexual o reclutamiento por parte de grupos armados. También pueden ser retenidos
como rehenes o detenidos arbitrariamente.
La denegación del acceso humanitario a los niños es la obstrucción y privación intencionada
por parte de los beligerantes de la asistencia humanitaria esencial para la supervivencia de los
niños, impidiendo incluso que los agentes humanitarios u otros agentes pertinentes accedan a
los niños afectados por situaciones de conflicto armado y les presten asistencia.
Las Naciones Unidas han confirmado al menos 14.900 incidentes de denegación de acceso
humanitario a los niños entre 2005 y 2020; el 80% de estos casos verificados se produjeron
entre 2016 y 2020, lo que subraya la necesidad de aumentar los esfuerzos para documentar y
verificar estos incidentes. Las partes en conflicto suelen negar a los agentes humanitarios el
acceso a los necesitados o tratan de evitar que la ayuda no llegue a la población civil. También
se niega la ayuda a los civiles cuando los trabajadores humanitarios son un objetivo de guerra
o se les considera una amenaza.
Entre 2005 y 2020 se han confirmado más de 266.000 casos de violaciones graves contra los
niños cometidas por las partes en conflicto en más de 30 conflictos de África, Oriente Medio y
América Latina. El número real es sin duda mucho mayor, ya que las dificultades de acceso y
seguridad, así como los sentimientos de vergüenza, dolor y miedo de las supervivientes,
impiden a menudo la denuncia, documentación y confirmación de estas violaciones.
Fuente: https://www.unicef.org/es/historias/ninos-en-la-mira-seis-graves-violaciones-contra-
ninos-en-tiempos-de-guerra
Caso: 07
Fuente: https://latinamericanpost.com/es/19096-violencia-infantil-materia-pendiente-en-
latinoamerica
Caso: 08
Perú es llevado por primera vez ante el Comité de Derechos del Niño (ONU) por caso de niña
víctima de violación sexual
En octubre de este año, en el marco del Día Internacional de la Niña, organizaciones de la
sociedad civil presentaron el primer caso peruano ante el Comité de Derechos del Niño de
Naciones Unidas. Este es el caso de Camila, una niña indígena de la serranía peruana que fue
víctima de violación sexual por parte de su padre, quedando embarazada y pasando por una
serie de deficiencias y obstáculos de funcionarios y funcionarias estatales, impidiendo así el
acceso de la niña a la interrupción legal del embarazo y criminalizándola por la pérdida
espontánea que sufrió.
El caso de Camila es el de miles de niñas en el Perú, víctimas de episodios terribles de violencia
sexual, en su mayoría a manos de familiares cercanos que toman ventaja de su poder en el
hogar para violentar a las niñas, causándoles secuelas graves para su vida, integridad y salud
que se arrastran el resto de la vida.
Camila resultó embarazada como consecuencia de los episodios de violación sexual cuando
tenía 13 años, pero venía siendo violentada por su padre desde que tenía 9 años. Al enterarse
del embarazo, Camila acudió a un centro de salud en su comunidad, en donde se le omitió
información relevante sobre su embarazo de riesgo y se incumplió con la normativa vigente al
no indicarle la posibilidad que tenia de solicitar la interrupción legal por razones terapéuticas
del embarazo. La atención en salud fue deficiente y manifiestamente vulneratoria, llegando al
punto de recibir visita de la obstetra del centro de salud con la intención de forzarla a seguir
con el embarazo, incluso en compañía de un efectivo policial que certificara la negativa de la
niña a continuar.
La conducta de los funcionarios y funcionaras del sistema de justicia no fue mejor. La fiscal
encargada del caso de violación contra el padre de Camila denunció a la niña luego de pasar
por una pérdida espontánea del embarazo, considerando que la niña había sido responsable y
se había ocasionado el aborto intencionalmente. Esta denuncia de la fiscal no solo no tenía
fundamento ni prueba alguna, sino que se basó en una serie de estereotipos de género
respecto de la maternidad, usando declaraciones de la niña en Cámara Gesell y frente a
psicólogos/as en las que Camila señalaba que no quería ser madre, en medio de lágrimas y
desesperación, diagnosticándole estrés post traumático, depresión e ideación suicida.
Sin importar la pesadilla que vivía la niña, la fiscal comenzó la persecución en su contra,
ordenando diligencias de investigación fuera del ámbito de la violación sexual, llegando incluso
a pedir la exhumación de los restos del embarazo luego de la pérdida. La criminalización de
Camila se concretó cuando fue encontrada responsable en primera instancia y se le denominó
“adolescente infractora”, decisión que pudo ser revocada gracias al esfuerzo de Promsex,
organización de la sociedad civil que asumió la defensa y acompañamiento de Camila en la
serie de sucesos que tuvo que enfrentar.
Así de deplorable fue la actitud del Estado frente a Camila. Lamentablemente, como señalaba,
el caso de Camila no es un caso aislado, por el contrario, es un patrón de comportamiento del
Estado peruano que empieza por una deficiencia absoluta en su labor de prevención de la
violencia sexual y que se materializa en el trato inhumano que se le da a las niñas y
adolescentes que tienen que superar una situación de esta magnitud.
Según el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público, de la cantidad de violaciones
sexuales producidas entre el 2013 y 2018 en el país, el 28.5% de las víctimas fueron niñas/os
de 0 a 12 años y el 54.9% adolescentes de 13 a 17 años. Esta realidad ha ido empeorando con
el paso de los años, teniendo cifras cada vez más alarmantes, más aún en el contexto de la
pandemia.
Las cifras oficiales nos señalan que en el Perú tenemos un aproximado de 70 partos de niñas,
púberes y adolescentes embarazadas entre 9 y 17 años diariamente. En el 2019, se
presentaron más de 1300 partos de menores de 14 años y en lo que va del 2020 (hasta
setiembre) se reportaron 758 niñas menores de 14 años que fueron madres, de las cuales 20
niñas eran menores de 10 años.
Estas cifras nos muestran un panorama lúgubre para las niñas peruanas, panorama que
demuestra la falta de efectividad de la prevención y atención adecuada a las niñas y
adolescentes que pasan por esta situación. No solo hay deficiencias evidentes en la atención
médica en general, sino que además no se aplica la Guía técnica referente a la interrupción del
embarazo por razones terapéuticas, más aún cuando consideramos que no se toma en cuenta
que los embarazos de niñas son 4 veces más riesgosos que los de mujeres adultas y que los
efectos dañinos en la salud mental son siempre mayores en una niña que, luego de pasar por
violencia sexual, debe sufrir un embarazo forzado.
Ante esto, es importante recordar que la interrupción del embarazo por razones terapéuticas
es legal desde 1924 en el Perú. A pesar de eso, no se aplicaba de manera real pues no existía
normativa adecuada que garantice un procedimiento para exigir dicha interrupción y esto
generaba miedo en los médicos quienes no aplicaban la interrupción, en muchos casos, por
temor a afrontar procesos penales.
Como consecuencia de esta deficiencia en la implementación de normativa nacional acorde
con la posibilidad de interrumpir esos embarazos, se generaron situaciones de vulneraciones
de derechos como los casos K.L y L.C. presentados ante el Comité de Derechos Humanos y
Comité de discriminación contra la mujer (CEDAW) de Naciones Unidas. Ambos casos relativos
a menores de edad con embarazos riesgosos para sus vidas y salud que no pudieron acceder a
la interrupción en resguardo de su integridad. Debido a eso, ambos Comités declararon que el
Estado peruano era responsable internacionalmente por estas situaciones, señalando que era
necesario reparar a estas mujeres y generar normativa interna que permita hacer efectiva la
legalidad de la interrupción terapéutica.
Es así como en el 2014 se aprueba la Guía técnica de interrupción para casos en los que hay
riesgo para la vida o salud de las mujeres. A pesar de eso, como podemos ver con el caso de
Camila, la Guía sigue siendo una norma sin aplicación real y significativa cuando se compara
con la cantidad de casos en los que debería usarse.
La Guía, además de tener serias deficiencias en su aplicación, también tiene grandes falencias
en su contenido puesto que no cuenta con enfoques necesarios como el enfoque de niñez, de
interculturalidad, discapacidad, entre otros. De esa forma, se convierte en una norma técnica
que no es suficiente para cubrir los casos que se dan en la realidad y el ámbito de protección
que se necesita para generar mecanismos rápidos y efectivos.
De igual forma, se ha dejado de lado el importante tema de la salud mental y el impacto de
estas situaciones en las mujeres, en especial en las niñas y adolescentes, así como la causal de
salud vista y enfocada desde el ámbito de la salud mental como causal permitida para el
acceso a la interrupción por motivos terapéuticos.
Hay mucho todavía por hacer en el Perú. Grandes brechas y enormes carencias, agravadas por
una sociedad que se niega a ver el problema en su real dimensión. Hasta que no veamos con
claridad la situación de nuestras niñas y adolescentes y no tomemos medidas como sociedad y
Estado, miles de niñas seguirán pasando por la tortura de sufrir violencia sexual, padecer el
maltrato y persecución estatal e intentar sobrevivir bajo el estigma social de ser una víctima
más.
¿Cuántas niñas más pasaran por esta pesadilla antes de que el Estado cumpla con su deber?
¿Cuántas niñas más tendrán que pasar por embarazos forzados fruto de violencia sexual?
¿Cuántas más sacrificaran su salud y su vida en embarazos forzados de riesgo porque se les
negó la atención médica adecuada?
Camila le hace ahora un reclamo al Estado peruano y me uno a este repitiendo que “Son niñas,
no madres”.
Fuente: https://polemos.pe/el-peru-es-llevado-por-primera-vez-ante-el-comite-de-derechos-
del-nino-onu-por-caso-de-nina-victima-de-violacion-sexual/
INFORME
De: (Integrantes del equipo)
Para: (Docente)
Asunto: Informe sobre La Instauración de la Eutanasia debe ser considerada un
Derecho
Fecha: _________________________________
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Por medio del presente reciba nuestro cordial saludo y procederemos a informar el
problema hallado y nuestra postura en relación al caso designado, tal como se detalla a
continuación:
1. Introducción (Expliquen el contexto, describan el problema y mencionen, según
la norma supranacional y nacional, el derecho vulnerado en el caso)
La Instauración de la Eutanasia debe ser considerada un Derecho
La palabra derecho proviene del término latino directum, que significa “lo que está conforme a la regla”. El
derecho se inspira en postulados de justicia y constituye el orden normativo e institucional que regula la
conducta humana en sociedad. La base del derecho son las relaciones sociales, las cuales determinan su
contenido y carácter. Dicho de otra forma, el derecho es un conjunto de normas que permiten resolver los
conflictos en el seno de una sociedad.
A la hora de hablar de derecho es fundamental que establezcamos cuáles son sus fuentes, es decir, las
ideas y los fundamentos en los que se basa aquel para poder desarrollarse y establecer sus principios
básicos.
Lo primero que tenemos que hacer antes de entrar de lleno en el análisis del término que ahora nos
ocupa es establecer su origen etimológico. En este sentido, nos encontramos que aquel procede del
griego y concretamente de la suma de dos vocablos: eu, que puede traducirse como “bien”, y tanathos,
que es equivalente a “muerte”. La eutanasia es la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente
desahuciado con la intención de evitar sufrimientos. El concepto está asociado a la muerte sin sufrimiento
físico.
Así, según Barúa: “Hace referencia al acto de acabar con la vida de otra persona con el fin de evitar y/o
minimizar el sufrimiento”. Claro está que no se puede imponer a la sociedad por completo un voto a favor,
quizá y sea por la falta de conocimiento, pero ningún argumento justifica que no se regule.
Eutanasia es un mundo que estudiar, originada por la existencia de una intención compasiva y/o
liberadora que, aunque sea con el consentimiento de la víctima puede ser provocada en miles de seres
humanos discapacitados o con trastornos mentales, más al acercarse al tema nos podemos dar cuenta la
variabilidad de términos con las que suele confundirse, como: la distanasia, la ortotanasia y el suicidio
asistido.
En una sociedad plural, la respuesta es obvia: si no quiere, no lo haga, si duda, piénselo, no se divorcie,
no aborte, no solicite la eutanasia, porque el derecho a morir, a casarse o a divorciarse, no exige a nadie
la obligación de hacerlo.
Confundir la eutanasia con el homicidio es como confundir el amor con la violación, el regalo con el robo o
lo voluntario con lo forzado. Morir es una decisión personal. Ninguna persona solicita a su médico una
eutanasia sin estar convencida de que su sufrimiento es irremediable.
Si el médico comprende que para esa persona la muerte es la opción menos mala y se siente
comprometido a ayudarle, ¿En nombre de qué o de quién, con qué autoridad, deciden unas personas
ajenas a esa relación de confianza sobre la voluntad de evitarlo? (Marín, 2018).
La ayuda médica para morir debería legalizarse como un acto más, cuya única condición sea la libertad
del individuo para disponer de su vida, sea por razones de enfermedad o por hartazgo de vivir condenado
a un sufrimiento irremediable. Así, la eutanasia se considera un acto de piedad, que respeta el derecho a
la autodeterminación del paciente, quien posee conocimiento pleno y sin perjuicio ajeno. Por ello
considerar la instauración de la eutanasia como un derecho lícito debería legalizarse.
Los argumentos a favor de la eutanasia tienen que ver en su mayoría con la liberación del paciente de
todo dolor y sufrimiento tanto físico como emocional y moral, de cara a una condición médica que no
posee escapatoria y cuyo pronóstico apunta de todos modos a la muerte. (Lic. J. Federico Campos
Calderón, 2001)
Tener derecho a la vida no debe entenderse como tener derecho a la simple existencia, sino como el
derecho a existir con una calidad de vida mínimamente digna. Ahora bien, todos sabemos que el proceso
de morir es parte de la vida y que las personas tienen el derecho a intentar que los eventos que forman
parte de su vida sean tan buenos y placenteros como sea posible. Las personas, consecuentemente,
tienen derecho a hacer del proceso de morir algo tan bueno y placentero como sea posible. Por tanto, si
el proceso de morir se ha hecho penoso, no puede negarse al individuo el derecho a reducirlo y, así,
terminar con su vida si él lo desea.
Atentamente
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