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Construcción

de una nueva normalidad


Notas sobre un Chile pandémico

Nicol A. Barria-Asenjo

Prólogo por Slavoj Žižek

Epilogo por Ricardo Espinoza Lolas

Construcción de una nueva normalidad


Notas de un Chile pandémico

Nicol A. Barria-Asenjo

Primera edición: febrero de 2021

©Psimática Editorial, S.L.

Maquetación: María Alejandra Domínguez Veracoechea

ISBN: 978-84-122207-5-9

Depósito legal: M-3075-2021

Psimática Editorial, S.L.


Modesto Lafuente 5, bajo 1,
28010, Madrid
Teléfono: +34 91 4475052
www.psimatica.com / [email protected]

Cortar un árbol mata el bosque. Fotocopiar un libro destruye la cultura

-Los libros no se escriben solos. Un complejo equipo de trabajo ha logrado que este libro llegue hasta sus
manos: el autor ha realizado una cuidada escritura del texto durante un proceso de maduración y
gestación, generalmente largo y complejo; la editorial ha revisado el original y preparado la premaqueta
incluyendo varias revi-siones, lo ha maquetado, ha creado la cubierta y ha llevado el libro a impresión; los
distribuidores y sistemas de comercialización lo distribuyen para hacerlo llegar a sus manos. Poner en
marcha ese equipo y hacerlo trabajar implica elevados costes de trabajo, tiempo y dinero.

-Fotocopiar un libro o reproducirlo ilegalmente, en Internet o por cualquier otro medio es dar un hachazo
a la cultura, es matarla un poco porque corta el circuito por el que la cultura se realimenta y se
reproduce.
Para cualquier utilización de este libro distinta de su adquisición comercial, póngase en contacto con la
editorial, le atenderemos con mucho gusto: [email protected]
Autora:

Nicol A. Barria-Asenjo. Universidad de los Lagos, Departamento de Ciencias Sociales, sede Osorno,
Chile.

Comité Internacional:

Pablo Pezzo Delmazzo. Francia. Fundador de Nuestra República, Licenciado en Ciencias Políticas en la
Universidad de Lyon 2. Maestría en Ciencias Políticas y Máster en Sociología de las Instituciones Políticas
en la Universidad Panteón Sorbona de París. Candidato a Doctor en ciencias políticas en la Universidad
Libre de Bruselas.

Slavoj Žižek. Eslovenia. Doctorado en Filosofía (University of Ljubljana) y Doctorado en Psychoanalysis


(University of Paris-VIII. Profesor Titular e investigador principal, Departamento de Filosofía, Facultad de
Artes, Universidad de Liubliana, Eslovenia. Codirector del Instituto Birkbeck de Humanidades, Birkbeck
School of Law, Universidad de Londres.

Víctor Hugo de las Fuente González. Periodista, titulado por la Universidad de Chile. Diploma del
Instituto Francés de Prensa y DEA en Université de Paris II. Periodista de Radio Francia Internacional
durante 12 años. En Chile ha trabajado en la revista Análisis y en Radio Cooperativa. Es el actual Director
de Le Monde Diplomatique, Edición Chilena, y de la editorial Aún Creemos En Los Sueños.
Agradecimientos

Aún no sabe leer, pero pronto lo hará y podrá leer esto… Quiero agradecer a la persona más importante
de mi vida, mi hija: Antonella. Su apoyo y amor diario son los pilares que mueven mi mundo.
Doy las gracias a mi familia por su apoyo y ayuda desde siempre. Gracias mamá por traerme al
mundo. Gracias a mi hermano Alexis Barria por ser un pilar fundamental en mi vida. Gracias a mis
abuelos paternos: Sergio y Albertina por siempre acompañarme y cuidarme. Gracias a la Anciana. Gracias
a mis tíos Sandra y Ricardo porque siempre están. Y a mis primos regalones: Kishy y Vicente.
A mis amigas por confiar en mí, por contenerme, aceptarme y quererme: María Teresa Reyes,
Alejandra Vásquez, Macarena Aros, Cami Otero y Brigitte Bustamante.
Gracias Luisa de la Prida, por sostenerme cuando lo necesité.
Y a mis amigos, de quienes he aprendido mucho a nivel personal, profesional y teórico: Roberto
Polanco-Carrasco, Hernán Scholten, Gonzalo Salas, Hernán Herrera, Francisco García Manzor, Felipe
Flores, Pedro Fritz, Christian Thomas, Rodrigo Aguilera Hunt, Jairo Gallo Acosta, David Pavón-Cuellar y
Nicolas Pinochet Mendoza.
Agradezco a los dos espacios en los cuales publico regularmente, y a propósito de esto emerge este
libro:
-Le Monde Diplomatique: Edición Chile, específicamente a su director Víctor Hugo de la Fuente, por
permitirme participar de este espacio, y entregarme total libertad y apoyo en mis publicaciones.
-Nuestra Republica, una plataforma franco-chilena. La Asociación fue fundada en Francia por un
chileno que reside allí, mi querido y buen amigo Pablo Pezo Delmazzo, muchas gracias por integrarme a
tu proyecto.
Y, Por último, pero no menos importante, a los tres profesionales que me han apoyado y acompañado
en este proyecto:
-Gracias al filósofo Slavoj Žižek por el prólogo, por su tiempo, apoyo e incondicionalidad. Gracias por
todo lo que significa y significará en mi vida.
-Gracias al filósofo Ricardo Espinoza Lolas por el epílogo. Por su gran corazón, generosidad y, buena
voluntad.
-Y gracias a la psicoanalista y escritora Carolina Pezoa por entregar sus palabras, su tiempo,
reflexiones y recomendaciones.
Preámbulo

Encerrarme con llave para aquellas de mis ocupaciones que exigían una soledad inviolable: la lectura,
el ensueño, el llanto y la voluptuosidad, Así pues, la lectura deseante aparece marcada por dos rasgos que
la fundamentan. Al encerrarse para leer, al hacer de la lectura un estado absolutamente apartado,
clandestino, en el que resulta abolido el mundo entero, el lector —el leyente— se identifica con otros dos
seres humanos —muy próximos entre sí, a decir verdad— cuyo estado requiere igualmente una violenta
separación: el enamorado y el místico (…) y el enamorado, como sabemos, lleva la marca de un
apartamiento de la realidad, se desinteresa del mundo exterior. Todo esto acaba de confirmar que el
sujeto-lector es un sujeto enteramente exiliado bajo el registro del imaginario; toda su economía del
placer consiste en cuidar su relación dual con el libro (es decir, con la Imagen), encerrándose solo con él,
pegado a él, con la nariz metida dentro del libro, me atrevería a decir, como el niño se pega a la madre y
el enamorado se queda suspendido del rostro amado
Roland Barthes, 1975

El presente libro, más allá de ser un libro como tal, responde a un recurso y herramienta reflexiva que
emerge desde la incertidumbre de los tiempos que nos corrompen, el recién terminado 2020 ha estado
fuertemente marcado por un paso desde lo viejo a lo nuevo, esto no escrito como una suerte de metáfora,
analogía o mero recurso literario para intentar explicar un hito histórico más de los muchos que debe
atravesar la humanidad, sino que, literalmente, estamos viviendo el proceso de transición a una nueva
forma de vida, en cierta medida todo lo que conocíamos como nuestro cotidiano o vidas diarias, quedó
abruptamente frenado y mediante los procesos de confinamiento obligatorio que las sociedades debieron
vivir se produjo un avance del cual es difícil retornar.
Este proceso —aún en proceso de construcción y esclarecimiento respecto de la dirección que se
tomará— si bien tuvo como gatillante la llegada del virus del coronavirus Covid-19, tiene sus raíces en
diferentes procesos sociales, políticos, económicos, culturales, e históricos que venían desde temprana
data.
Chile es el país en el cual se pone un acento en este libro, no es una elección forzada ni pretendiendo
demostrar que como país hay elementos que deben ser puestos sobre la mesa, sino simplemente porque
soy chilena.
Específicamente en este Estado se encuentran huellas importantes de lo que aconteció en el escenario
pandémico, en la dictadura cívico-militar —proceso que se llevó a cabo durante el periodo 1973-1990—
bajo la dictadura de Augusto Pinochet, en el escenario pre-pandemia, los estallidos sociales
desencadenados desde el 18 de octubre del 2019 ya mantenían un escenario complejo el cual se vería
incrementado, respecto de las dificultades y efectos negativos para la población, con la llegada del virus a
las tierras chilenas.
A partir de todos estos elementos, comenzó mi inquietud, y a partir de mis dudas genere diferentes
reflexiones un tanto obligatorias, estos procesos reflexivos en los cuales intentaba hacer una
aproximación a lo que se conocía en ese entonces como realidad terminaron en procesos de escritura.
¿Para quién escribía? Creo que en primer momento escribía para mí, para lograr explicarme, liberar,
botar, expresar. En segundo momento, para abrir espacios de reflexión, para tocar temas que a veces no
se tocan por el mero hecho de que no hay tiempo o no se consideran importantes.
Tan pronto como llegó el virus a las tierras chilenas, comenzaron mis publicaciones respecto de lo que
acontecía en mi país, integré algunos elementos de los países vecinos, incluso estuve informándome
respecto de lo que pasaba en otros continentes para entregar mejores perspectivas a los lectores
chilenos. En el presente libro hay presencia de algunos registros modificados, textos inéditos y algunas
entrevistas que emprendí en medio del complejo panorama que vivíamos como humanidad, que si bien no
son una lectura certera, y adelanto al lector que en estas páginas no encontrará la verdad de lo que se ha
vivido, sí podrá encontrar una amplia variabilidad de dilemas con los cuales podrá aproximarse al
escenario y panorama de la región y de mi país: Chile.
Introducción

¿Qué es una introducción? Se entiende por ésta la sección, apartado o incluso capítulo que es totalmente
independiente de lo que continúa, pero que, sin embargo, es capaz de entregar al lector una guía,
aproximación e incluso resumen de lo que contiene la obra. Introducción proviene del latín ‘introducctio’
lo cual puede traducirse por ‘acción y efecto de conducir ha-cia dentro’. En suma, aquí se reúnen las
directrices y el motivo por el cual emerge el libro.
Este libro entrega al lector una completa libertad de elección, no hay directrices ni una guía porque
es una compilación, de manera que cada título es totalmente independiente del anterior, son ángulos y
perspectivas que, si bien tienen elementos en común que los hacen idóneos para encon-trarse aquí
reunidos, no necesitan una continuación en la lectura. No hay orden más ni menos adecuado para
emprender una lectura.
A continuación se entrega al lector una breve reflexión que podría acercarlo al contenido general de
lo que en el total de estas páginas se reúne:

Ella huye más rápida que una brisa ligera y no se detiene a oír las palabras del que la llama: “Ninfa
hija de Peneo, espera, te lo ruego; no te persigue un enemigo; espera, ninfa. Así huye la cordera
del lobo, la cierva del león, así huyen del águila las palomas batiendo las alas, cada una huye de su
enemigo; el amor es la razón de que yo te persiga! ¡Pobre de mí! Ten cuidado, no te caigas de
cabeza, no sientan las zarzas tus muslos, que no merecen ser arañados, no sea yo para ti motivo de
dolor. Los lugares por donde te apresuras son fragosos; por favor, corre más despacio, frena tu
huida, y yo te perseguiré más despacio. Pero entérate de quién es a quien le gustas; yo no soy un
montañés, ni un pastor, no vigilo vacadas y rebaños con aspecto desgreñado. No sabes, alocada, no
sabes de quién huyes y por eso huyes. A mi servicio están la tierra de Delfos Claros, Tenedos y la
morada real de Pátara; Júpiter es mi padre; gracias a mí se conoce todo lo que es, ha sido y será,
gracias a mí la poesía se acomoda al sonido de las cuerdas. Mi flecha es certera, pero hay una
flecha más certera que la mía, la que hirió mi corazón, hasta entonces libre. La medicina es
invento mío, en todo el mundo soy considerado sanador y el poder curativo de las plantas depende
de mí. ¡Ay de mí!, que el amor no se cura con ninguna hierba, ¡y las artes que aprovechan a todos
no aprovechan a su dueño!”
Publio Ovidio Nasón, 2008. p. 256-257

¿Qué es escribir? ¿Por qué escribir? ¿Por qué escribir en medio de una pandemia cuando el porvenir
de la Humanidad es incierto? ¿Merece la pena generar producciones teóricas, filosóficas o solamente
invitar al lector a reflexionar considerando el escenario por el cual andamos deambulando? ¿Por qué
escribir de historia? ¿Para qué nos sirve la historia? ¿Qué hay de utilidad en la política? ¿Por qué
detenernos a pensar en política en tiempos marcados de violencia, angustia, estrés y medidas
ineficientes? ¿De qué nos sirve la filosofía en estos tiempos? ¿Qué es la humanidad? ¿Estamos en tiempos
apropiados de replantear o pensar lo humano? ¿Cuáles son las medidas y acciones eficientes que las
civilizaciones deben emprender para construir la nueva normalidad que tendremos que confrontar? ¿a
que nueva normalidad nos referimos y cuál es la antigua normalidad que soltamos? ¿Psicoanálisis por
qué, cuando todos aseguran que está muerto y obsoleto?
Decidí iniciar este libro con preguntas en una época en la que todo es incertidumbre, y en la cual
estamos siendo a diario bombardeados por preguntas, dudas, información y desesperanza. En principio,
el objeto de las preguntas son simplemente partir por abrir nuevos espacios, estamos en un escenario
complejo, en el cual la llegada del Covid-19 a cada rincón del mundo dejó a la Humanidad exhibiendo su
extrema vulnerabilidad y fragilidad; retornamos a replicar medidas paliativas de la pandemia que se
aplicaban en el siglo XV. Es precisamente este acontecimiento traumático lo que tiene una doble cara, su
traumático impacto genera una suerte de milagro en las sociedades occidentales, al ser confrontados
podemos detenernos y pensar en cómo llevábamos nuestras vidas, en cómo el mundo se movía y en cómo
tendremos que sacrificar esa cotidianeidad, la cual manteníamos un poco por inercia, para construir
nuestro porvenir. Estamos ante un proceso de disociación de los espacios simbólicos e imaginarios a los
que estábamos habituados.
El fragmento de Publio Ovidio Nasón corresponde a la historia del dios Apolo y la ninfa Dafne; creo
que este ortodoxo recurso literario y teórico puede extrapolarse a la realidad del mundo contemporáneo:
todos estamos desesperados corriendo tras algo, tal como Apolo corría tras el amor, esperando alcanzar a
su amada, independiente de las herramientas, habilidades e incluso riquezas con las que contemos, todos
estamos predestinados a la desesperanza, a correr tras un futuro, pero en parte predestinados al fracaso.
Lo cierto es que ni la ciencia logra traer paz a nuestras vidas, por lo cual, esa angustia del dios griego es
un sentimiento que en algún momento de la pandemia todos hemos sentido.
Fuimos cruelmente lanzados al vacío de la nada, fuimos empujados a un precipicio con los ojos y
manos atadas. Hemos llegado en cierta medida al fondo y, tras quitarnos las amarras, tendremos que
comenzar a movernos, a perder el miedo. Con la llegada del virus volvemos a esa etapa en la que
debemos aprender a caminar, o siguiendo la historia de Apolo y Dafne, estamos en una situación similar a
la del primer amor, todo es nuevo, causa un poco de pánico, pero continuamos corriendo, esperamos
obtener algo, aunque el resultado sea dolor, muerte y rechazo, esperamos algo.
Esta compilación de producciones teóricas que se realizaron en medio del escenario pandémico
contiene diferentes saberes que corresponden a los mundos de las ciencias sociales y humanidades:
Historia, Filosofía, Psicoanálisis y Política. En la medida en que el lector avance por las páginas que
componen el libro, podrá encontrar algunas aproximaciones a las preguntas con las cuales lo inicio. Sin
adelantar mucho, puedo afirmar que estas disciplinas, con todo lo que integran, son idóneas por las
herramientas que poseen, para ayudar a detenerse y pensar tanto en la normalidad que llevábamos antes
de la llegada del Covid-19 como el porvenir que se debe construir. En suma, antes de iniciar el recorrido
adelantaremos sobre los autores de las disciplinas previamente mencionadas y lo cuales se han
considerado para esta construcción.
Historia: podría pensarse en una lectura un poco superficial que de la historia en tanto disciplina son
escasos los elementos que aporten al proceso que estamos viviendo; sin embargo, encontramos que la
historia misma de la Humanidad cuenta con variadas epidemias y pestes similares a la actual y estos
documentos y registros han sido elaborados en su mayoría por historiadores. La disciplina nos enseña que
la construcción de nuestra sociedad actual y el estado en el que nos encontramos tiene sus raíces en otras
épocas pasadas y que de lo pasado tenemos huellas que acompañan nuestros días. Hoy estamos
construyendo una verdad que impactará el porvenir. Uno de los prismas que se han considerado en este
trabajo son los del historiados francés François Dosse: a partir de sus trabajos logramos acercanos a la
verdad en construcción que estamos elaborando.
Psicoanálisis: la época en que nos encontramos traía con fuerza la suerte de eslogan de que el
psicoanálisis está muriendo o está muerto . Este virus que nos toca como Humanidad trajo consigo una
especie de despertar, tanto de las producciones como los eventos del campo psicoanalítico; además, los
procesos de confinamientos obligaron a que este saber modificara su dispositivo. Las atenciones online, el
análisis online, se convirtieron en algo naturalizado, hecho que hasta antes de la pandemia era
fuertemente criticado por los psicoanalistas ortodoxos. En el presente trabajo indagamos los aportes,
lecturas y algunas de las modificaciones que el campo sufrió en el contexto latinoamericano. El autor que
nos guía es principalmente el francés Jacques Lacan.
Filosofía: los tiempos que nos atraviesan nos invitan a reflexiones profundas: nuestros estilos de vida,
nuestro pasado, nuestro porvenir, la economía, la política, la historia. El filósofo que hemos considerado
en la construcción de este texto son los trabajos del esloveno Slavoj Žižek, quien incluye en sus
producciones teóricas el psicoanálisis, la filosofía, la política y la sociología.
Política: mediante el proceso de deconstrucción que se vivió de forma natural con la llegada de la
pandemia, quedó exhibiéndose que las bases de todo son políticas; respecto del futuro, los hilos que
mueven la construcción simplemente son eminentemente políticos.
A partir de los tópicos brevemente expuestos, se pretende aproximar al lector a la realidad nacional
del Estado chileno, que se vio azotada por dos virus, el ideológico y el de la pandemia de Covid-19. Se
tomarán diversos autores para tocar y ahondar sucintamente en diferentes desde el amor, hasta dilemas
netamente filosóficos que involucran el al debate de lo humano e inhumano en nuestros tiempos.
Prólogo: la voluntad de no saber
Slavoj Žižek

Hasta ahora algunos de nosotros nos aferramos desesperadamente a la esperanza de que los países que
estaban de alguna manera asociados con el socialismo son mejores en la contención de las epidemias: no
sólo los países donde un partido comunista todavía tiene el poder, como China (¡aunque un Taiwán no
comunista lo está haciendo mejor que la China continental!), Vietnam y Cuba, sino también países con
una arraigada tradición socialdemócrata como los escandinavos; pero las grietas están surgiendo incluso
en este edificio. La historia que se repite una y otra vez es la de un país que se preparó bien para las
epidemias y, justo cuando parecía que el virus estaba contenido, la epidemia comenzó a explotar de
nuevo.
La reacción predominante a este hecho extraño no es el pánico, sino la aceptación de la epidemia:
aunque el número de afectados y muertos esté aumentando, en muchos lugares está volviendo a una falsa
apariencia de normalidad. La Organización Mundial de la Salud advirtió del riesgo de fatiga de respuesta
, dadas las presiones socioeconómicas que sufren los países[1], pero esta extraña fatiga va acompañada
de protestas y otras formas de violencia social: el título y el subtítulo de un reciente informe de The
Guardian lo dicen todo: "Se predice que las protestas surgirán a nivel mundial a medida que el Covid-19
provoque disturbios". Un nuevo análisis encuentra que el choque económico de la pandemia junto con las
quejas existentes hace 'inevitables'[2] los levantamientos públicos generalizados. Además, la Cruz Roja
advierte de grandes migraciones post-Covid[3], otra causa de posibles disturbios... Sin embargo, estas
presiones no son sólo socioeconómicas: hay signos de que simplemente estamos resignándonos
lentamente al Covid. El sábado 1 de agosto de 2020, hasta 30.000 personas, incluyendo libertarios y
activistas anti-vacunación, han marchado en Berlín para protestar contra las regulaciones alemanas sobre
el coronavirus, y el público era una mezcla de viejos hippies y populistas de la derecha: como algunos
comentaristas dicen, eran “reggae y Pegida" (Pegida es un partido populista alemán de extrema derecha
anti-inmigrantes). Muchos se burlaron de la orientación sobre el uso de máscaras y el distanciamiento
social al acusar al gobierno de robar nuestra libertad ; mostraron carteles caseros con lemas como
Corona, falsa alarma, Nos obligan a llevar bozal, Defensa natural en lugar de vacunación y Somos la
segunda ola. Uno de los eslóganes era que la única verdadera teoría conspirativa es la idea de que hay
una epidemia de Covid. Uno de los oradores citó El Principito de Saint-Exupery: "Sólo se ve claramente
con el corazón"[4]. Corazón significa aquí la ideología en su estado más puro, por todas las posturas
profundamente arraigadas casi instintivas hacia nuestra vida cotidiana: "El virus demuestra que la
separación entre los individuos no es menos ficticia que la separación entre el cuerpo y el mundo.
Entramos en el mundo con los pies, lo agarramos con las manos, hablamos de él con la boca. Por eso la
forma correcta de tratar con el virus es necesariamente antinatural."[5] Encontramos aquí la vieja brecha
entre la ciencia y nuestra experiencia de la vida diaria, pero esta brecha se ha llevado al extremo.
Esto nos lleva al libro de Barria-Asenjo que une el análisis de la situación en Chile con un alcance
teórico mucho más amplio, hasta plantear cuestiones filosóficas elementales. Aunque no sé mucho sobre
la situación específica de Chile (todo lo que sé es por su libro), encuentro este alcance teórico general
muy pertinente, aunque probablemente será ignorado por muchos lectores. El título del libro,
Construcción de una nueva normalidad , debe tomarse en el sentido más fuerte posible: las epidemias de
Covid destrozaron no sólo nuestra atención sanitaria, la economía, las relaciones políticas y sociales, así
como nuestro equilibrio mental, sino que hicieron algo mucho más radical a lo que sólo la filosofía puede
dar acceso. Amenazó nuestro sentido de normalidad , y deberíamos darle a este término todo su peso.
Normalidad representa lo que Lacan llamó el gran Otro : el orden simbólico, la red de reglas y prácticas
que estructura no sólo nuestra vida psíquica sino también la forma en que nos relacionamos con lo que
experimentamos como realidad . Aquí debemos tomar la lección del pensamiento trascendental: (lo que
experimentamos como) la realidad no está simplemente ahí fuera esperando que la descubramos, está
mediada (constituida ) por nuestro universo simbólico. Un ejemplo elemental: en la Europa medieval
tardía, la realidad se experimentaba como impregnada de poderes espirituales, incluso los fenómenos
naturales se percibían como portadores de un significado oculto y el propio cosmos aparecía como un
Todo vivo controlado por una inteligencia suprema; con la Modernidad, el significado se subjetiviza, la
realidad objetiva, fuera hay un mecanismo que sigue las leyes naturales, y sólo nosotros, los humanos,
proyectamos significados sobre ella. En su Historia de la Locura, Foucault describe otro aspecto de este
cambio: el cambio de estatus de la locura. Incluso en el Renacimiento la locura se consideraba una cosa
espiritual (posesión por espíritus sagrados o malignos), algo que debía ser investigado por su significado
secreto, mientras que con el clasicismo racionalista, la locura se convirtió en un proceso fisiológico en un
cuerpo similar a otras enfermedades, para ser tratado de forma puramente médica (por lo que surgieron
las clínicas psiquiátricas). En su El orden de las cosas, Foucault describe el posterior cambio del
racionalismo sistemático clasicista al evolucionismo e historicismo humanista que abarca tanto a Darwin
como a Marx. Estos cambios de episteme no son sólo cambios en nuestra percepción subjetiva de la
realidad: si los concebimos así, ya nos basamos en una cierta noción de la realidad que es históricamente
específica. Determinan cómo concebimos e interactuamos efectivamente con la realidad, o, como dijo
Georg Lukacs, la naturaleza misma es una categoría histórica: nuestra comprensión básica de lo que se
considera naturaleza cambia con grandes rupturas históricas: en el siglo XVII absolutista la naturaleza
aparece como un sistema jerárquico de especies y subespecies; en el dinámico siglo XIX caracterizado por
la competencia capitalista, la naturaleza aparece como el lugar de la lucha evolutiva por la supervivencia
(es bien sabido que Darwin inventó su teoría transponiendo a la naturaleza las ideas de Malthus); en el
siglo XX la naturaleza era como una regla percibida a través de las lentes de la teoría del sistema; en los
últimos decenios, tras el declive del estado de bienestar centralizado, es un lugar común establecer el
paralelismo entre el cambio a la dinámica autopoiética, autoorganizada de los procesos naturales y el
paso a las nuevas formas de dinámica capitalista.
Entonces, ¿por qué se necesita el psicoanálisis aquí, por qué no sólo la filosofía? No sólo porque la
pandemia está causando colapsos mentales a escala masiva y otras patologías psíquicas. Como Lacan dejó
claro, las categorías clínicas básicas de Freud (histeria, neurosis obsesiva, perversión, paranoia...) son al
mismo tiempo categorías trascendentales-ontológicas, lo que Heidegger llamó modalidades de la
revelación del mundo; digamos, la neurosis obsesiva no es sólo un rasgo de nuestra vida psíquica, sino
una visión específica de cómo nos relacionamos con la totalidad de la realidad. De la misma manera, la
pregunta histérica es un modo de dudar de nuestra normalidad (definida por la figura predominante del
Maestro), y la paranoia también implica una visión de la realidad dominada por un manipulador oculto
que nos persigue y controla.
Esto nos lleva a otro punto en el que sigo a Barria-Asenjo: en un texto que co-escribió con Rodrigo
Aguilera Hunt[6] , interpreta el impacto de la pandemia Covid a través de las lentes de la estructura de
los sueños tal como fue articulada por Freud (restos diurnos, contenido de los sueños, su forma
manifiesta, el deseo inconsciente de un sueño, etc.). La distinción crucial es aquí la que se hace entre el
contenido de los sueños y el deseo inconsciente articulado en un sueño: es el propio cifrado (ofuscación)
de los sueños (lo que Freud llama los pensamientos oníricos ), su traducción en la textura explícita del
sueño, lo que engendra el contenido propiamente inconsciente de un sueño. Esto implica que el
verdadero secreto de un sueño no es su contenido oculto (los pensamientos oníricos), sino su forma
misma:

Los pensamientos-sueño latentes son el material que la obra onírica transforma en el sueño
manifiesto. /.../ el trabajo onírico nunca se limita a traducir estos pensamientos en el modo de
expresión arcaico o regresivo que le es familiar. Además, regularmente toma posesión de algo más,
que no es parte de los pensamientos latentes del día anterior, pero que es la verdadera fuerza
motriz para la construcción del sueño. Este complemento indispensable es el deseo igualmente
inconsciente de cuya realización se da una nueva forma al contenido del sueño. Un sueño puede
ser, pues, cualquier cosa en la medida en que sólo se tienen en cuenta los pensamientos que
representa, una advertencia, una intención, una preparación, etc.; pero es siempre también el
cumplimiento de un deseo inconsciente y, si lo consideras como un producto de la obra del sueño,
es sólo eso.[7]

La visión clave desplegada por Freud aquí es la triangulación del pensamiento-sueño latente, el
contenido del sueño manifiesto y el deseo inconsciente: esta visión limita el alcance del modelo
hermenéutico de la interpretación de los sueños (el camino desde el contenido del sueño manifiesto a su
significado oculto, el pensamiento-sueño latente), o más bien lo socava directamente.
El trabajo del sueño no es simplemente un proceso de enmascarar el verdadero mensaje del sueño: el
verdadero núcleo del sueño, su deseo inconsciente, se inscribe sólo a través de este proceso de
enmascaramiento, de modo que en el momento en que retraducimos el contenido del sueño al
pensamiento expresado en él, perdemos la verdadera fuerza motriz del sueño, en resumen, es el proceso
de enmascaramiento en sí mismo el que inscribe en el sueño su verdadero secreto. Por lo tanto, hay que
invertir la noción estándar de penetrar cada vez más profundamente en el núcleo del sueño: el deseo más
profundo se encuentra en la misma brecha entre el pensamiento-sueño latente y el contenido del sueño
manifiesto.
Entonces, de nuevo, ¿qué tiene que ver esto con las epidemias de Covid? Mi hipótesis es que podemos
localizar fácilmente la misma tríada bajo las epidemias como un hecho social. Corona es el manifiesto
texto del sueño , el punto focal de nuestros medios, de lo que todos hablamos (y soñamos): no sólo un
fenómeno real sino un objeto de conexiones de fantasía, de sueños y temores, es hoy un Significante-
Maestro, pero (como dijo Claudio Magris) es "un tirano de nuestros pensamientos". Como todos los
tiranos, quiere que no hablemos de nada más que de sí mismo."[8] Este Significante-Maestro está
sobredeterminado por toda una serie de hechos y procesos de la vida real interconectados (los actuales
jinetes del apocalipsis) que forman su contenido onírico : no sólo la realidad de la crisis sanitaria, sino
también los problemas ecológicos (calentamiento global, efectos de la contaminación de los mares
profundos y la minería, etc.), la crisis económica (desempleo, etc.), hasta la amenaza de una hambruna
masiva real), una nueva ola de disturbios y protestas sociales que llevan a muchos países al borde de la
guerra civil, conflictos internacionales que pueden estallar fácilmente en una nueva gran guerra y, por
supuesto, crisis de la vida mental. En resumen, la epidemia funcionó como una especie de detonador que
sacó a la luz las tensiones que ya existían en nuestras sociedades.
Es por esto por lo que Duane Rouselle[9] tiene razón al problema de que, con las epidemias de Covid,
todo ha cambiado repentinamente : "todo ha cambiado repentinamente sólo porque (y aquí está mi
momento hegeliano) las cosas son más iguales ahora que antes." ¿Cómo, exactamente, debería leerse
esto? El hecho de que las cosas sean ahora más parecidas a lo que eran antes implica que la brecha entre
cómo son realmente las cosas y cómo aparecen (para sí mismas, no sólo para nosotros), es decir, la
brecha entre la realidad y la apariencia es una parte inmanente de su propia realidad, constitutiva de ella.
Para decirlo sin rodeos: si quitamos la apariencia de la realidad, la realidad misma se desintegra. Así que,
volviendo a la relación entre la realidad social y la ideología, es demasiado simple decir que bajo la falsa
apariencia de libertad e igualdad está la realidad del racismo, el sexismo, etc.: hay más verdad en la
apariencia que en lo que está debajo de ella. Para Marx, la explotación en una sociedad capitalista no se
produce debajo de la apariencia, se inscribe en la propia apariencia (la apariencia del libre intercambio
igualitario entre capitalista y trabajador). La xenofobia, el sexismo, etc., no son la causa oculta o la
verdad de la explotación, pueden incluso servir como su encubrimiento fantasmático, digamos, atribuimos
la explotación a la subordinación de las mujeres u otras razas al momento de esta explotación. Así que,
volviendo a Covid, es aquí donde encuentro la línea de pensamiento de Rouselle ambigua e insuficiente:

Despertamos, afirmaba Lacan, sólo para poder seguir soñando en la vida real. De la misma
manera, ¿no es cierto que la función de despertador de la pandemia sirvió precisamente para
despertarnos a nuestros comportamientos patológicos más profundos? ¿No explica esto el aumento
de la xenofobia, el racismo, el abuso doméstico, etc.?

Falta un término medio en este relato: antes de la epidemia, soñábamos en la vida real con la
ideología capitalista global, y en una reacción a la epidemia volvimos a despertar/escapar a la realidad
ideológica, pero entre los dos hubo una genuina ruptura traumática. Vamos a elaborar este punto: ¿cómo
funciona exactamente el despertar de un sueño ideológico? Los sueños ideológicos no se oponen
simplemente a la realidad, estructuran (lo que experimentamos como) la realidad. Sin embargo, si lo que
experimentamos como realidad está estructurado por la fantasía, y si la fantasía sirve como pantalla que
nos protege de ser directamente abrumados por lo Real en bruto, entonces la propia realidad puede
funcionar como un escape del encuentro con lo Real. En la oposición entre el sueño y la realidad, la
fantasía está al lado de la realidad, y es en los sueños donde nos encontramos con lo Real traumático; no
es que los sueños sean para aquellos que no pueden soportar la realidad, la realidad misma es para
aquellos que no pueden soportar (lo Real que se anuncia en) sus sueños. Esta es la lección que Lacan
extrae del famoso sueño, relatado por Freud en su Interpretación de los sueños, soñado por el padre que
se duerme mientras guarda el ataúd de su hijo; en este sueño su hijo muerto se le aparece, pronunciando
el terrible llamamiento "Padre, ¿no ves que me estoy quemando?" Cuando el padre se despierta, descubre
que la tela del ataúd del hijo se ha incendiado, ya que una de las velas encendidas se ha caído. Entonces,
¿por qué se despertó el padre? ¿Fue porque el olor del humo se hizo demasiado fuerte, de modo que ya no
fue posible prolongar el sueño incluyéndolo en el sueño improvisado? Lacan propone una lectura mucho
más interesante: no fue la intrusión de la señal de la realidad exterior lo que despertó al infortunado
padre, sino el carácter insoportablemente traumático de lo que encontró en el sueño, en la medida en que
soñar significa fantasear para no confundir lo Real, el padre despertó literalmente para poder seguir
soñando. El escenario era el siguiente: cuando su El sueño fue perturbado por el humo, el padre
rápidamente construyó un sueño que incorporaba el elemento perturbador (humo-fuego) para prolongar
su sueño; sin embargo, lo que enfrentó en el sueño fue un trauma (de su responsabilidad por la muerte
del hijo) mucho más fuerte que la realidad, por lo que despertó en la realidad para evitar lo Real.
¿Cómo funciona esta estructura en el caso de la epidemia de Covid? Me baso aquí de nuevo en Barria-
Asenjo y Hunt: más fundamentalmente que el manifiesto texto del sueño, la epidemia funciona como el
intruso de la realidad externa (el equivalente al paño ardiente y su humo) que perturba nuestro suave
sueño ideológico. Este intruso externo no sólo perturba nuestra vida cotidiana, sino que también
desencadena la conciencia traumática de nuestra crisis global (el equivalente a la aparición del hijo
ardiente): "¿No ves que las epidemias de Covid son sólo la cima del iceberg, un sustituto de toda una
serie de catástrofes que amenazan nuestra supervivencia, desde otras epidemias próximas hasta el
calentamiento global? ¿No ves que las epidemias de Covid son sólo un ensayo general para un estado de
emergencia global? ¿No ves que nuestro mundo se está quemando?" Esta visión de pesadilla nos acerca al
verdadero despertar, y es para evitarlo, es decir, para continuar soñando, que despertamos a nuestra
realidad ordinaria. Este falso despertar tiene múltiples formas: una vuelta a la normalidad (negación
rotunda de que Covid sea una amenaza real), teorías de conspiración, racismo (culpar a un Otro étnico de
la epidemia), Y el NewDeal propuesto por el ala tecno-digital del nuevo capital corporativo. Este New
Deal es decididamente pro-feminista, anti-racista, contra el abuso doméstico, etc., pero sigue siendo un
escape del verdadero despertar.
Rouselle tiene razón al señalar que "COVID nos despierta al 'distanciamiento social' pero no lo
introduce por sí mismo":

Seguimos distanciándonos físicamente para hacernos creer que la relación social existió de hecho
una vez (en algún momento histórico anterior a la pandemia); sin embargo, está claro, a partir de
décadas de material clínico, que la relación social nunca existió. / ¿No es cierto que durante la
época de COVID, que casualmente es la época de la aldea global mcluhaniana, estamos de hecho
mucho más conectados socialmente de lo que lo hemos estado en el pasado? Para muchas
personas, maestros, trabajadores de la salud, e incluso aquellos que se ven obligados a entrar en
pequeños hogares con sus familias, nos sentimos más conectados socialmente que nunca. Y esta
intensificada conectividad social post-COVID requiere un distanciamiento social. Esto es
precisamente lo que muchos de nosotros estamos en el proceso de inventar ahora, sin saberlo
nosotros mismos. Requerimos nuevos modos de separarnos de estos vínculos intensificados para
nuestra propia salud mental y bienestar.

Leí la afirmación de Rouselle de que "seguimos distanciándonos físicamente para hacernos creer que
la relación social existió una vez (en algún momento histórico anterior a la pandemia)" precisamente
como una crítica implícita a Agamben y a todos aquellos que ven en nuestra obediencia a las reglas de
cuarentena y distanciamiento una catástrofe ética, un abandono voluntario de nuestras relaciones
sociales que una vez (antes de la pandemia) existieron. Sin embargo, no suscribo totalmente la afirmación
de Rouselle de que "la intensificación de la conectividad social posterior a la pandemia requiere un
distanciamiento social ", ¿no es más bien al revés? ¿Es el distanciamiento físico como defensa contra las
epidemias lo que llevó a la intensificación de la conectividad social, no sólo dentro de las familias en
cuarentena, sino también con otras (sobre todo a través de los medios digitales), y luego desencadenó
estallidos de cercanía física (delirios y fiestas, etc.)? Así pues, lo que ocurrió con la epidemia no fue un
simple cambio de la vida en común al distanciamiento, sino un cambio más complejo de una constelación
de cercanía y distanciamiento a otra: el frágil equilibrio pre-epidémico entre la vida en común y la esfera
privada es sustituido por una nueva constelación en la que la disminución del espacio de interacción
social real / corporal (debido a las cuarentenas, etc.) no conduce a una mayor privacidad, sino que se
complementa con nuevas normas de dependencia y control social.
Esta nueva constelación implica muchas paradojas inesperadas. Por ejemplo, como señaló Darian
Leader, también hay algo en el distanciamiento corporal socialmente ordenado que nos facilita las cosas:
ya no es una lucha interna, las normas se imponen claramente desde fuera:

¿Qué tan cerca quiero que estén los demás? ¿Cómo puedo crear la distancia adecuada de los
demás? ¿Cómo puedo hacer que los demás respeten mi espacio personal? La imposición externa de
reglas muy literales y concretas para observar la distancia ayuda a crear y fortalecer los límites
que muchas personas experimentan como faltantes en sus vidas. Ahora que las reglas de
distanciamiento se están debilitando o abandonando en algunas partes del mundo, podríamos
esperar un aumento de los esfuerzos para restablecer la distancia correcta, que puede tomar, en
algunos casos, formas violentas.[10]

Sólo añadiría que la violencia es generada en su mayoría no directamente por los esfuerzos de
restablecer la distancia correcta, sino como un acto de resistencia contra estos esfuerzos, recuerden sólo
numerosos informes de todo el mundo sobre cómo los pasajeros de avión o autobús reaccionaron
violentamente cuando se les pidió que se pusieran las máscaras.
Mi hipótesis adicional es que esta interacción entre las epidemias de Covid y las causas sociales que
la determinan en exceso no es todo lo que ocurre: hay un tercer nivel que actúa aquí (que corresponde
vagamente al verdadero trauma, el deseo inconsciente de un sueño), y es la catástrofe ontológica
desencadenada por las epidemias, el socavamiento de las coordenadas de nuestro acceso básico a la
realidad que va mucho más allá de una crisis mental habitual.
Puede parecer que, en una época como la nuestra en la que el virus nos amenaza a todos, la postura
predominante habría sido la de la voluntad de saber, de entender completamente el funcionamiento del
virus para controlar y eliminar con éxito su propagación. Sin embargo, lo que presenciamos cada vez más
es una versión de la voluntad de NO saber demasiado sobre él en la medida en que este conocimiento
podría limitar nuestra forma de vida cotidiana. Estamos tratando aquí con algo que fue durante mucho
tiempo parte de la tradición de la Iglesia Católica que, con el auge de la ciencia moderna, insistió en que
es mejor para nosotros no saber algunas cosas. Encontramos un eco de esta postura incluso en Kant, el
gran partidario de la Ilustración, que escribió (en el prefacio de la segunda edición de la Crítica de la
Razón Pura) que tenía que "abolir el conocimiento para dar espacio a la creencia";[11] sólo la creencia
puede salvar nuestra libertad y autonomía moral. Las ciencias cognitivas actuales dieron lugar al mismo
dilema: si la ciencia del cerebro impone la conclusión de que no hay libre albedrío, ¿qué le hace esto a
nuestra autonomía moral? Incluso Juergen Habermas sigue esta línea: con la perspectiva de las
intervenciones biogenéticas abiertas por el acceso al genoma, la especie cambia / se redefine libremente,
sus propias coordenadas; esta perspectiva emancipa efectivamente a la humanidad de las limitaciones de
una especie finita, de su esclavitud a los genes egoístas. Esta emancipación, sin embargo, tiene un precio:

Con las intervenciones en la herencia genética del hombre, el dominio sobre la naturaleza se
convierte en un acto de toma de control sobre sí mismo, que cambia nuestra autocomprensión
genérica-ética y puede perturbar las condiciones necesarias para un modo de vida autónomo y una
comprensión universalista de la moral.[12]

¿Cómo, entonces, reaccionamos ante esta amenaza? La lógica de Habermas está aquí: dado que los
resultados de la ciencia suponen una amenaza para nuestra (noción predominante de) autonomía y
libertad, se debería restringir la ciencia. El precio que pagamos por esta solución es la división fetichista
entre la ciencia y la ética ("Sé muy bien lo que la ciencia afirma, pero, sin embargo, para conservar (la
apariencia de) mi autonomía, elijo ignorarlo y actuar como si no lo supiera"). Hay una ironía suprema en
el hecho de que Habermas, EL filósofo contemporáneo de la Ilustración, haya escrito un libro junto con el
cardenal Joseph Ratzinger (que más tarde se convirtió en el Papa Benedicto XVI, un conservador) sobre la
dialéctica de la secularización[13] en el que, a pesar de sus diferencias, ambos apoyan la tesis de que
estamos en una era postsecular en la que se hace evidente que las reivindicaciones de la ciencia deben
limitarse a no suponer una amenaza para la libertad y la dignidad humanas. Y quienes ignoran el
verdadero alcance de las epidemias actúan de manera similar: dado que el conocimiento detallado de las
epidemias podría conducir a medidas que amenazan nuestra idea de un mundo libre y digno, es mejor
actuar como si no pasara nada grave: dejemos que los científicos busquen la vacuna, pero de lo contrario
deberían dejarnos en paz para vivir nuestras vidas como estamos acostumbrados...
Esta es la elección que todos tenemos que hacer: ¿sucumbiremos a esta tentación de la voluntad de la
ignorancia o estamos listos para pensar realmente en las epidemias de Covid, no sólo como una cuestión
de salud bioquímica, sino como algo que está arraigado en la compleja totalidad de nuestro lugar (de la
humanidad) en la naturaleza y de nuestras relaciones sociales e ideológicas? Debajo de la riqueza de los
análisis sociales e ideológicos concretos, vivos y perspicaces, es este núcleo filosófico del libro de Barria-
Asenjo lo que me fascina. Su implicación es clara: en tiempos como el actual, cuando los fundamentos
mismos de nuestro ser se ven sacudidos, todos tenemos que actuar como filósofos, aunque la mayoría lo
haga de manera reactiva y estúpida.
Esbozo interdisciplinar del escenario pandémico

“¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si se me pide que lo explique, entonces, no lo
sé”[14] . Parte de la paradoja según la cual, si el pasado ya no está y el futuro aún no ha llegado, ¿cómo
captar lo que puede ser el tiempo? San Agustín respondía volviéndose hacia el presente, un presente
ampliado en una temporalidad ancha, que engloba la memoria de las cosas pasadas y la expectativa de las
futuras: “El presente del pasado es la memoria, el presente del presente es la visión, el presente del
futuro es la expectativa”[15] . Por lo tanto, para san Agustín no hay futuro ni pasado sino a través del
presente.
Esta antinomia entre el tiempo cosmológico y el tiempo íntimo no se resuelve mediante la
especulación filosófica, como lo demostraba Paul Ricouer a propósito de la reactivación de la
confrontación que oponía esta vez la tesis de Kant con las de Husserl, y desembocaba en una aporía
comparable: “Fenomenología y crítica no toman elementos entre sí recíprocamente, sino con la condición
de excluirse entre sí”[16] .
“Entre el tiempo cósmico y el tiempo íntimo se sitúa el tiempo narrado por el historiador. Permite
reconfigurar el tiempo por medio de conectores específicos.” François Dosse, 2009.
Inquietarnos por el tiempo en tiempos cargados de incertidumbre, pensar en el presente cuando la
angustia, estrés y ansiedad nos paraliza, tener expectativas del futuro cuando la ciencia no logra darnos
esperanzas. El mundo corría sin límites y avanzaba a una velocidad desproporcionada y sin contar con
frenos, o al menos así parecía ser, bombardeados por avances tecnológicos, por avances científicos, la
imagen más cercana a Dios, parecía ser el hombre, dominando, cazando, conquistando todo a su paso. De
pronto, sin previo aviso —o quizás lo curioso y novedoso es que vivimos durante épocas siendo avisados
de que esto ocurriría— llega este enemigo invisible tan poderoso como para dejarnos encerrados en
nuestras casas, cerrar fronteras y cambiar el orden social. Tan peligro como para saturar los sistemas de
salud y copar de cadáveres los cementerios de los países incluso del primer mundo. Pero, al mismo
tiempo, tan débil y frágil que se extingue al lavarse las manos con agua y jabón.
Independiente de su origen, estado y constitución, el virus, exhibió que todos los avances del hombre
le son muy útiles a la naturaleza para extinguirnos con mayor rapidez, gracias a los avances en el terreno
del transporte, el virus se acopló a los aviones y con ello proliferó por todo el mundo, cada rincón del
planeta sintió la furia de este enemigo invisible.
Ahora bien, la catástrofe generada se sumó al escenario pre-pandemia, durante el 2019 diferentes
países vivieron explosiones sociales, los aparentes paraísos estaban demostrando que para los individuos
que vivían en ellos, eran todo menos paraísos, tras las manifestaciones populares y la difusión de la
información nos enteramos de que muchos países que desde afuera veíamos con admiración, se
aproximaban a ser verdaderas cárceles de tortura y represión.
Respecto de algunos de los —muchos— dilemas que se vivían en algunos de estos países y los cuales
actuaban como gatillante o verdaderos impulsores de los procesos de sublevación e insurrecciones
populares encontramos una aproximación en el filósofo Slavoj Žižek (2014) quien afirma:

La ideología neoliberal hegemónica se empeña en extender la lógica de la competencia de mercado


a todas las áreas de la vida social, de manera que, por ejemplo, la salud y la educación, o incluso
las propias decisiones políticas (votar) se perciben como inversiones realizadas por el individuo en
su capital individual. De este modo, el trabajador ya no se concibe meramente como fuerza de
trabajo, sino como capital personal que toma decisiones «de inversión» buenas o malas a medida
que pasa de un trabajo a otro y aumenta o disminuye su valor de capital. Esta reconceptualización
del individuo como un empresario del yo significa un importante cambio en la naturaleza del
gobierno: un alejamiento de la pasividad y reclusión relativas de los regímenes disciplinarios (la
escuela, la fábrica, la cárcel), así como del tratamiento biopolítico de la población (por parte del
Estado del bienestar). ¿Cómo se pueden gobernar individuos que se conciben como agentes
autónomos de las elecciones del libre mercado, es decir, como empresarios del yo? El gobierno se
ejerce ahora a nivel del entorno en el que la gente lleva a cabo sus decisiones aparentemente
autónomas: los riesgos se externalizan de las empresas y los Estados hacia los individuos. A través
de la utilización de la política social y la privatización de la protección social, alineándola con las
normas de mercado, la protección se vuelve condicional (ya no es un derecho) y se vincula a los
individuos cuyo comportamiento queda así abierto a evaluación. Para la mayoría de la gente, ser
un empresario del yo remite a la capacidad del individuo para enfrentarse a los riesgos de la
externalización sin tener el poder o los recursos necesarios para hacerlo de manera adecuada: las
políticas neoliberales contemporáneas producen un capital humano o empresarios del yo más o
menos endeudados y más o menos pobres, pero siempre precarios. Para la mayoría de la
población, convertirse en un empresario del yo se limita a gestionar su capacidad de encontrar
empleo, sus deudas, la disminución de salarios y renta y la reducción de los servicios sociales
según las normas empresariales y competitivas.
A medida que, con la mengua de sus salarios y la eliminación de su protección social, los
individuos se vuelven más pobres, el neoliberalismo les ofrece compensación mediante la deuda y
el reparto de acciones. De este modo, los sueldos o los salarios diferidos (las pensiones) no
aumentan, pero la gente tiene acceso a créditos para el consumo y se la anima a preparar su
jubilación mediante una cartera personal de acciones; la gente ya no tiene derecho a la vivienda,
sino acceso a un crédito hipotecario; ya no se tiene derecho a una educación superior, pero se
pueden pedir préstamos estudiantiles; la protección mutua y colectiva contra los riesgos es
desmantelada, pero se anima a la gente a acogerse a los seguros privados. Así, sin sustituir todas
las relaciones sociales existentes, el nexo acreedor-deuda acaba asfixiándolos: los trabajadores se
convierten en trabajadores endeudados (tienen que pagar a los accionistas de la empresa por
darles trabajo); los consumidores se convierten en consumidores endeudados; los ciudadanos se
convierten en ciudadanos endeudados, y tienen que responsabilizarse por la parte que les
corresponde de la deuda de su país (p. 32) [17] .

Del acercamiento del filósofo podemos entrever cómo la mayoría de los engaños de los cuales los
individuos comienzan a despertar responden a manipulaciones que se producen en la esfera económica,
no hay una distinción real entre los sectores pobres y la nueva clase media, sino que, tristemente,
responden al mismo nivel, los modelos capitalistas-neoliberales, en la carrera por la búsqueda de que el
modelo sobreviva crea aparentes eslabones que las civilizaciones pueden comenzar a emprender, lo cual
es solo una mentira.
Estos procesos de insurrección popular que se vivió en Chile desde el 18 de octubre del 2019, serían
una apuesta importante en el marco de las posibles rupturas o fisuras que es posible generar al modelo,
en esta fecha, el país se vio confrontado con su modelo político y económico, quedando en un aparente
jaque, la prensa nacional e internacional se impregnó con el eslogan que se difundió de extremo a
extremo en el país, Chile Despertó, se leía en las calles, se sentía en las manifestaciones, y se leía por
doquier.
Este proceso histórico responde a lo que Žižek (2014: 2016) define como acontecimiento,

Algo traumático, perturbador, que parece suceder de repente y que interrumpe el curso normal de
las cosas: algo que surge aparentemente de la nada, sin causas discernibles, una apariencia que no
tiene como base nada sólido. Hay, por definición, algo milagroso en un acontecimiento. (p. 16).[18]

Las medidas adoptadas por el líder del Estado Chileno frente a este acontecimiento, no hicieron más
que aumentar las movilizaciones e incrementar su intensidad. En principio, este reaccionar parecía ser
una réplica de lo ocurrido durante el 2011 con el movimiento estudiantil chileno[19] , precisamente
fueron los estudiantes lo que iniciaron los movimientos. Al pasar de los días no había distinciones etarias,
en las calles había madres con sus bebes, personas de la tercera edad, discapacitados, estudiantes,
universitarios, profesionales, mediante la toma de las calles del país, los mismos manifestantes
permitieron demostrar que las características y enfoque respondían a otro fondo. Camargo (2011)
identifica la normalización y naturalización del neoliberalismo de los Chicago Boys en el país, esta
normalización y naturalización de un modelo violento y agresivo que consume y explota es lo que desde
mi perspectiva desencadenaría una descarga tan potente como la que se vivió de extremo a extremo, la
ciudadanía se descargó de la represión violenta ejercida por más de 30 años, desde la instauración del
modelo.
Precisamente aquí es necesario y prudente hablar de historia, el acontecimiento que trastoca la
realidad chilena tiene huellas en el pasado, precisamente en las instituciones chilenas. Mediante
instituciones, se buscó reconstruir la historia oficial de todo lo que sucedió en el periodo de dictadura
militar. En esa búsqueda por la verdad[20] , emerge la Comisión Rettig [21] . Entonces, en las mismas
estructuras de las instituciones se van sosteniendo posibilidades de nuevas o variadas identificaciones [22]
, identificaciones que nos acompañan en el presente que explotan y comienzan a botar los residuos
insostenibles e incurables, lo no-olvidado, lo no-superado, lo no-sanado, eso que por generaciones
persiste, se transmite, el dolor, las huellas de aquello que no vivimos como generación actual, pero que
corre en nuestras venas.
Es necesario recordar que este escenario se repite en la región latinoamericana, donde se optó por la
creación de amnistías, lo que Paul Ricoeur (2010) define como forma institucional del olvido, cabe
precisar que antropológicamente el trabajo de Ricouer propone una verdadera imposibilidad de cualquier
institución que busque el perdón, hay una impotencia-potencia en él, una falta, una insostenibilidad, algo
que es inaccesible, lo cual tiene sentido, y que al ver el escenario chileno se confirma, si bien se crearon
instituciones que buscaban el olvido, el perdón, la construcción de una historia, no basta, hay una carga
que no se libera hay algo anidado imposible de desanidar.
A continuación invitamos al lector a realizar un recorrido por diferentes lecturas, análisis y
aproximaciones que debido a la amplia variabilidad entregarán libertad respecto de la cercanía que
puede generar con unas y otras.
Prisioneros de la libertad[23]

Esta mañana, al abandonar los sueños nocturnos y despertar, podríamos no saber si somos
portadores del coronavirus. Este no-saber produce efectos subjetivos. Ahora bien, la vivencia será,
con certeza, muy distinta si luego de despertar he de verme obligado a salir al mundo a trabajar, o
bien, puedo resguardarme en casa. En Chile, esta decisión es política y se comporta con sesgo de
clase socio-económica. En otras palabras, lo político y lo económico condicionan la producción de
subjetividad. En términos generales, el fonema ‘Coronavirus’, identidad coloquial del COVID-19,
opera cual significante vacío, susceptible de ser puesto en redes de significación múltiples: ‘salud’,
‘política’, ‘economía’, ‘ecología’, ‘guerra’, ‘psicología’, ‘tecnología’, etc. El sinnúmero de afectos y
asociaciones mentales que este significante evoca responde en buena medida a la saturación de
información del cual somos literalmente víctimas, cual acoso informacional, y a que lo que pone en
jaque es un elemento primordial: la vida. El juego que entraman las pulsiones de conservación, los
discursos sociales y la biotecnología, engendra un clima mundial de incertidumbre y especulación.
Este clima ha concitado la producción simbólica masiva de artículos académicos, columnas de
opinión, videos atingentes, memes humorísticos, entre otros.
Rodrigo Aguilera Hunt y Nicol A. Barria-Asenjo

Para articular algún esbozo de las condiciones más actuales que vive la población del Estado chileno —
siendo este uno de los temas que se tocarán en este escrito— es irremediablemente necesario realizar un
breve retroceso a un pasado reciente y el cual persiste vivo no solo entre los recuerdos favoritos de la
población que se involucró, ya sea directa o indirectamente en las manifestaciones que buscaban justicia
social, sino que, también hay huellas vivas en más de algún análisis, columna, investigación, charla,
ponencia, etc.
Se sigue abordando insistentemente desde diferentes disciplinas lo ocurrido desde el 18 de octubre
del 2019, principalmente debido a que hay consecuencias importantes de ese proceso de insurrección que
se vería incrementado con la llegada de la pandemia del Covid-19. Según el documento emitido por el
Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) “Informe Anual: Sobre la situación de los Derechos
Humanos en Chile en el contexto de la crisis social”[24] el total de personas heridas en esos meses de
manifestaciones correspondió a un total 11.1180[25] . Las detenciones registradas responden a la cifra de
21.267; entre estos datos se encuentran una amplia gama de actos que atentaban contra la integridad
física y psicológica, y una desproporcionada violación de los Derechos Humanos. Los innumerables
avances históricos, sociales, loa progresos respecto de los avances tecnológicos y científicos del mundo
globalizado, no impiden evitar el dilema de la libertad; por el contrario, pareciera ser factor importante
que orienta la dirección de la humanidad a una suerte de prehistoria renovada y adaptada en el escenario
contemporáneo.
Cualquier cifra o documento que se genera escapa a la subjetividad de cada afectado, a las
consecuencias de manera integral que se produjo en las victimas. Las vivencias de las víctimas de este
proceso corresponden a otro plano que de ninguna manera puede registrarse o evaluarse
estadísticamente. Por lo cual, no hay manera de evaluar el impacto social de manera general pese a los
intentos de las instituciones que velan por el bienestar de las personas que componen el país.
Hecho similar se extrapola en los índices económicos que mantiene Chile, donde, por ejemplo, el país
se posiciona positivamente en comparación con otros países latinoamericanos. Sin embargo, en la
práctica, la segregación y extrema pobreza que visualizamos a diario quienes somos chilenos responde a
otro panorama, punto aparte de lo que las cifras señalan. Dicho lo cual, el presente escrito se enfocará en
los conceptos que construyen el título de estas líneas, si bien, prisión y libertad desde una perspectiva
externa parecen ser una suerte de oxímoron, en las siguientes líneas, veremos que son parte innegable de
la estructura social que a diario se vive en Chile. En consideración del señalamiento anterior, podemos
asegurar al lector que toda empresa que se dirija abordar los dilemas sociales y humanos quedará corta,
pues, presenta la imposibilidad de la generalización. Entonces, este no es más que uno de los muchos
intentos de acercamientos o análisis.
Slavoj Žižek (2014) En su libro titulado Problemas en el paraíso: del fin de la historia al fin del
capitalismo, manifiesta:

La libre elección se eleva a un valor supremo, el control y la dominación sociales ya no se ven


como algo que viola la libertad del sujeto, sino que han de verse (y sustentarse) como la mismísima
experiencia del individuo como sujeto libre.
Esta falta de libertad a menudo aparece so capa de su opuesto: cuando nos vemos privados de
asistencia sanitaria universal, se nos dice que es porque se nos está otorgando una nueva libertad
de elección (escoger quién nos va a proporcionar esa asistencia); cuando ya no confiamos en el
empleo a largo plazo y se nos obliga a buscar un nuevo empleo precario cada par de años o quizá
incluso cada par de semanas, se nos dice que ahora gozamos de la oportunidad de reinventarnos y
descubrir nuestro potencial creativo inesperado; cuando tenemos que pagar por la educación de
nuestros hijos, se nos dice que somos empresarios del yo, que actuamos como un capitalista que
tiene que escoger libremente cómo invertirá los recursos que posee (o ha pedido prestados) en
educación, salud y viajes. Bombardeados constantemente con tal libertad de elección impuesta,
obligados a tomar decisiones para las que no estamos debidamente cualificados (o para los que no
poseemos suficiente información) experimentamos cada vez más nuestra libertad como una carga
que provoca una ansiedad insoportable. Incapaces de romper este círculo vicioso por nosotros
mismos, como individuos aislados, puesto que cuanto más actuamos libremente, más nos esclaviza
el sistema, necesitamos despertar de este sueño traumático de falsa libertad zarandeados por la
figura de un Amo (p. 43-44)

En este fragmento encontramos indicios de esta esclavitud que hay presente en las supuestas
libertades que nos entregan para seguir con la dominación, una esclavitud sutil, casi invisible, que todos
adoptamos mediante esa ilusión de libertad. La llegada de la pandemia trajo consigo un reacomodamiento
de esas supuestas libertades en el sentido de que a la luz del encierro obligatorio en nuestras casas y tras
la prohibición por largos periodos de reuniones sociales, cierres de locales etc., los medios de
comunicación, los aparatos tecnológicos nos brindaban nuevamente otro campo de batalla en el cual
somos prisioneros de la estúpida ilusión de una libertad que creemos tener, pero que en absoluto
mantenemos.
Creemos que elegimos qué leer, qué información recepcionar y cuál rechazar, tenemos una idea un
poco arrogante e ingenua respecto de nuestros teléfonos móviles en los cuales tenemos un espacio
privado para poder desplegarnos con total libertad olvidando que Google, Facebook, WhatsApp, y otras
tantas aplicaciones mantienen un registro total de todos nuestros movimientos, datos que no nos
pertenecen.
Nuestra época actual parece impregnada de una esclavitud de la cual ansiamos participar, en esa
búsqueda de nuestra necesidad de control de nuestra libertad, liberación etc., nos vemos inmersos en las
formas contemporáneas mediante los cuales participamos activamente de nuestros encierros y
limitaciones. Podríamos pensar que las manifestaciones que se desencadenaron en el Estado chileno,
responden a un tema específico, o que en medio de la pandemia las protestas que emergieron producto
del hambre y la extrema pobreza que hay en un grupo es por un motivo, pero la carga que hay, es una
mezcla de dilemas que tocan lo humano y que en el fondo, lo humano cada vez pesa menos, y esta es una
carga que arrastramos de manera inconsciente o consciente. Desde el trabajo, lugar en el cual ya
comenzamos a ser fácilmente reemplazados por la tecnología, hasta los grandes avances que amenazan lo
humano y desde lo cual la humanidad comienza a ser solo un obstáculo para el progreso.
Con todo lo anterior queda replantear qué es la libertad y la pregunta pendiente sería, ¿cuánta
esclavitud y dominación somos capaces de tolerar para mantener intacto nuestro autoengaño de que
somos libres? O, ¿cuánto de ello se verá modificado tras el impacto del Covid-19 al mundo?
Retorno al dilema de lo humano [26]

Nuestra mente está en el mundo, no solo en nuestro cerebro, no podemos tratarla como una
realidad soberana y discontinua, como dominios clausurados. No podemos, pues, entender la
crueldad (esto incluye al terrorismo) y la guerra como rasgos de la naturaleza humana a trata el
mismo título que la estación bípeda o la oposición al pulgar. No hay etiología de la crueldad sin una
comprensión concomitante del espacio histórico, político y cultural, que la produjo. No hay una
naturaleza humana, fija e inmutable, sino procesos humanos colectivos e individuales que
propulsan y promueven tanto la cultura como la barbarie. Espacios de convivencia que se
construyen o se destruyen, mientras interactúan con intereses mercantiles, de dominación
económica o ideológica, donde los buenos, en nombre de la fe o la civilización, destruyen a los
bárbaros.
Marcelo Viñar

Contrario a lo que puede pensarse, el dilema de lo humano hoy está más presente que nunca, estamos en
tiempos en que la filosofía es un arma necesaria, sí, precisamente es un arma que todos debiéramos
tomar para comenzar a caminar en medio del campo minado que conocemos como realidad hoy por hoy.
Para vagabundear en medio de los destrozos y restos que la pandemia ha dejado, es necesario antes
detenernos a reflexionar.
A fin de cuentas, nuestros estilos de vida que llevábamos son los que nos llevaron a la situación
actual, y no es que haya grupos más o menos culpables, sea como fuere, todos caminábamos en las
mismas filas. En este sentido, la violencia con la que la pandemia nos paralizó es directamente
proporcional a la inercia en la cual vivíamos, y esperemos que esto cambie.
En algunos países de la región latinoamericana la segregación es tan fuerte, las brechas sociales
están tan enérgicamente marcadas que en el contexto de la pandemia se visualizaron tan solo dos grupos
humanos, el primero, el de los privilegiados, aquellos que en el confinamiento hallaron un periodo de
descanso y, como contracara, el otro grupo humano, el que siguió en las calles, aquellos que en su
desesperación por sobrevivir en medio de las crisis económicas y virales lloraban en transmisiones en
vivo pidiendo comida.
Es por lo anterior que el impacto del SARS-COV2 a nivel mundial obliga a repensar el dilema de lo
humano y no inhumano. Obliga también a pensar en cómo los países colaboran entre sí, en como la
solidaridad puede salvar vidas. Debido a la crisis que detuvo a sociedades enteras es que es necesario
comenzar a pensar en otro orden mundial.
El virus confrontó a todos con la extrema fragilidad y vulnerabilidad tanto de la especie como de la
tecnología. La rápida proliferación de la pandemia del Covid-19 trajo consigo inquietud y angustia, por lo
cual, en el marco de la crisis humanitaria es apropiado retomar dilemas que integran la vida: ¿cuál es el
valor de la vida? ¿por qué la vida humana tiene menor valor que la economía?
En este sentido, si el proceso que estamos viviendo nos llevó a iniciar una deconstrucción de la
existencia, habrá que preparase para un escenario de co-construcción, en palabras de Patrick Vermeren
(2019): “¿Qué es la Humanidad? El tiempo presente parece marcado por la inhumanidad o, si se prefiere,
por la deshumanización” (p. 49). Lo Indecible del acontecimiento presente nos lleva a descubrir en
nosotros y en el otro todo lo que no veíamos por el correr desenfrenado que nos exigía el mundo
globalizado.
A propósito del porvenir de la humanidad, uno de los dilemas centrales reside en la posibilidad de una
No-existencia, o, de incluso una existencia fantástica. El filósofo esloveno Slavoj Žižek (1999) señala que
nuestra época e incluso nuestro modo de operar se ve impregnado por un acoso de las fantasías
constante, estas, son capaces de atravesarnos y llenar el vacío imperante en cada individuo, este engaño
propio del sujeto moderno desencadena una carrera caracterizada por el retorno a lo traumático, en
medio de la crisis humanitaria, las fantasías de muerte, abandono, desamparo, terminan por mezclarse o
incluso incrementarse debido al exceso de información que circula en los diferentes medios de
comunicación de masas o redes sociales.
Este último punto es interesante, pues la saturación de la información fue capaz de alertar a los
demás países, difundir las medidas que se implementaban, algunas más o menos eficaces, pero también
el estar decepcionando todo lo que acontecía no solo en nuestros respectivos países sino en otros
continentes en algunos casos incrementaba la desesperanza, incertidumbre, estrés, pánico y otros tantos
efectos psicológicos.
Otro tema interesante es que las fronteras se cerraron rápidamente y no solo las fronteras de un país,
sino que también se prohíben las movilizaciones entre las ciudades que conforman un estado. El
panorama en Chile fue bastante complejo, la cuarentena total o parcial se vivió en numerosas ciudades, la
población transformada en meros prisioneros en sus propias casas. Uno de los fenómenos atrayentes, es
que esta cruzada de la cuarentena también trajo un encierro individual, una suerte de cierre temporal de
las fronteras personales respecto del contacto con los otros, se modificó la forma de saludarse, se
eliminaron los abrazos, se abolió el amor.
En la búsqueda de un porvenir para la humanidad, se ha optado por el aislamiento. Si bien, esta
medida busca resguardar a la comunidad, no podemos obviar la contracara de las medidas; la violencia
que se difumina entre los diversos grupos que componen la sociedad, si el amor se prohíbe, entonces, que
el odio nos gobierne y la violencia política, económica, de género, objetiva, y subjetiva deambule sin culpa
por nuestro país. Para Michelle Vappereau (2009) “La violencia existe. A veces es incluso necesaria”; el
problema es intentar ocultar que estamos comprometidos a un acto violento. Si el modelo político y
económico chileno tiene como base la violencia social, desigualdad, el abuso de poder por mencionar
alguna, el intentar negar estas violencias, es mucho más violento que aceptarla. Lo cierto, es que al
menos en el Estado chileno, el confinamiento, como método de sobrevivir, es un privilegio de clases,
mientras un grupo puede pasar grandes periodos sin trabajar, hay un grupo que vive el día a día y que
tiene una imposibilidad de elegir aislarse.
Es importante volver a replantear los límites humanos, el dilema de la solidaridad, el cierre de las
fronteras, la colectividad y el individualismo. Son conceptos co-construidos, aceptados y que
innegablemente se verán modificados en el porvenir. Jacques Derrida (2009) indagó el tema de las diez
plagas presentes en el nuevo orden mundial: desocupación, exclusión de los exiliados, guerras
económicas, tráfico de armas, etnicismo, poder de los estados fantasma, mafias, drogas. Hoy por hoy,
muchos de los análisis teóricos quedan obsoletos, estamos presenciando un proceso histórico nuevo, y un
dilema humano sin aparente solución. Hay una nueva plaga que es capaz de incrementar y enlazarse a las
preexistentes.
Hay una nueva plaga que nos ataca, que debemos estudiar, sentir, vivir, y escuchar. Por ejemplo, sin
afán de poner énfasis en lo negativo del proceso es necesario detenernos y analizar que los cierres de
fronteras, si bien, son necesarios, nos llevan a un retroceso histórico; para evitar la proliferación del
contagio: evito que el extranjero ingrese a mi Estado. El miedo a que traiga en él o con él la extinción de
mi pueblo, me lleva a ser cómplice de la violencia que queríamos soltar pero que hoy llega para
saludarnos. En palabras de Marcelo Viñar (2019)

El otro, el extranjero tendrá siempre su faceta extraña y, por ende, hostil y fobígena. El extranjero
es una alteridad irreductible e indesignable. Sin embargo, su presencia y su interpelación son
necesarias para no permanecer en una mismidad auto referida, estancada e inerte, que tienda a
degradarse en la repetición. El alter es imprescindible para cambiar intercambiando, lo sabemos
desde las leyes exogámicas, y este es, para el vencedor, un camino más riesgoso, pero más digno
que el del genocidio. No solo digno en su dimensión ética, sino además practico en sus efectos,
porque el oprobio de la propia identidad y el resentimiento resultante son para el derrotado, sin
duda, una de las raíces más poderosas que nutren al mundo terrorista (p. 15-16)[27]
Comenzar a pensar en lo postpandémico [28]

Es en el instinto de libertad no sublimado donde se hunden las raíces de la exigencia de una


libertad política y social; exigencias de una forma de vida en la que incluso la agresión y la
destrucción sublimadas estuviesen al servicio del Eros, es decir, de la construcción de un mundo
pacificado. Siglos de represión instintiva han recubierto este elemento político de Eros: la
concentración de la energía erótica en la sensualidad genital impide la trascendencia del Eros
hacia otras zonas del cuerpo y hacia su medio ambiente, impide su fuerza revolucionaria y
creadora. Allí donde hoy se despliega la libido como tal fuerza, tiene que servir al proceso de
producción agresivo y a sus consecuencias, integrándose en el valor de cambio. En todas partes
reina la agresión de la lucha por la existencia: a escala individual, nacional, internacional, esta
agresión determina el sistema de las necesidades.
Por esta razón, es de una importancia que sobrepasa de lejos los efectos inmediatos, que la
oposición de la juventud contra la «sociedad opulenta» reúna rebelión instintiva y rebelión política.
La lucha contra el sistema, que no es llevada por ningún movimiento de masas, que no es
impulsada por ninguna organización efectiva, que no es guiada por ninguna teoría positiva, gana
con este enlace una dimensión profunda que tal vez compensará un día el carácter difuso y la
debilidad numérica de esta oposición
Herbert Marcuse

Diferentes, atrevidos, especializados, irónicos, e incluso contradictorios entre sí fueron los análisis que
comenzaron a surgir tan pronto como llegó la pandemia al escenario local, en muchos de estos
documentos se realiza un esbozo de ese escenario post-pandemia , al cual inevitablemente la Humanidad
tendrá que enfrentarse. Es curioso que aquí existieron dos focos o dos puntos importantes a considerar,
reflexionar y cuestionarse. Punto 1) ¿Quiénes son los que tenían mayor probabilidad de sobrevivir a la
pandemia del Covid-19? Y punto y continuando con el tema previamente expuesto 2) ¿Es posible hablar
de una humanidad? ¿Qué humanidad?
Siendo honestos, respecto del punto 1, los que sobreviven o tienen mayores probabilidades de que eso
ocurra es la población que pertenece al sector de la clase social más alta: los privilegiados. Aquellos que
corrieron a sus segundas viviendas y se alejaron de los focos de contagio, los mismos que tras sus
vacaciones de placer y de la mano del mundo globalizado esparcieron rápidamente el virus a cada rincón
del mundo.
A propósito del punto 2, hablar de humanidad, solidaridad y cualquier adjetivo que pueda ser positivo
respecto de la especie, aunque es necesario no fue parte del reaccionar, en algunos casos se vio que
sectores privilegiados decidieron donar partes de sus riquezas para apoyar a los más necesitados —pero
estas donaciones se debían realizar en vivo y en trasmisiones en los medios de comunicación de masas en
general—, aunque ciertamente la generalización es arriesgada, cuando cada rincón de la región
latinoamericana carece de lo humano y está fuertemente marcada por una profunda inhumanidad,
individualismo y violencia.
De la mano del virus del Covid-19, salieron a la luz y proliferaron otros virus correspondientes al
campo de lo político; económico; social; humanitario que son tan violentos y causaron efectos tan nocivos
en el mundo como lo ha hecho la pandemia, la pandemia viral y la pandemia ideológica causaron
catástrofes humanas.
Albert Camus escribió: “Si algo nos ha enseñado este siglo implacable es que la revolución económica
será libre o no será nada. Los oprimidos no sólo quieren ser liberados de su hambre, también quieren ser
liberados de sus dueños”. Los oprimidos, en el escenario chileno específicamente, en el Chile más actual,
mantienen los mismos sueños, esperanzas utópicas de poder en algún momento poder ser liberados de su
hambre.
No es casualidad que uno de los textos elegidos para este libro sea la historia del Dios Apolo y la ninfa
Dafne, logran extrapolarse perfectamente a nuestros tiempos, si en aquel mito el Dios Apolo corría sin
cansancio ni frenos aparentes tras su amada ninfa Dafne, con la misma desesperación corre el pueblo
chileno tras esa utopía de la liberación.
No es más que un sueño recurrente que se desvanecía en la medida en que las cifras de muertos
aumentaban o en la medida en que los sistemas sanitarios amenazaban con colapsar. Quizás, tal como el
relato de Ovidio (2008) y rememorando que en el momento en que Apolo alcanza a su amada el silencio
reina y la transformación ocurre, podremos ver, que al alcanzar ese escenario post-pandemia el silencio
impregne a ese residuo de humanidad sobreviviente. Pero, el silencio no a causa de una revolución o de
alguna suerte de transformación social a una normalidad mejorada, tampoco un silencio como resultado
de un éxtasis de felicidad por poder alcanzar un final feliz, sino un silencio desgarrador que surja desde
esa nueva humanidad en que las clases sociales bajas, aquellos que por hambre son tachados de
revolucionarios, no estarán, o, si hay un poco de suerte, sobrevivirán. Pero, estarán profundamente
cansados tras el dolor de la lucha y ver como sus seres amados les son arrebatados por no tener comida.
Entonces, la única opción será el silencio producido por el dolor.
Acceso a la información como privilegio [29]

Mi formula es que la situación es demasiado grave como para entrar en pánico. Las reacciones en
pánico no se toman las cosas en serio, hacen cosas absurdas como comprar todo el papel higiénico.
¡No! Es demasiado serio como para entrar en pánico. Tenemos que retroceder y reflexionar: Cuál
es nuestro modo de vida, cómo debemos cambiarlo. Porque tenemos que ser conscientes de una
cosa: si volvemos a una normalidad, no será la normalidad que conocíamos
Slavoj Žižek, 2020

El escenario post-pandemia en pleno mayo 2020 prevalecía como epicentro de análisis teóricos, en el
fondo, esta actitud un poco academicista denotaba la angustia y desesperanza que el mundo intelectual
sentía, una forma de pánico universitario frente a la extrema vulnerabilidad y bajos o nulos avances,
entonces, mejor publicar que no hacer nada.
Fuimos bombardeados por datos, e información que llegaba a ser en muchos casos poco entendible,
entre intelectuales por supuesto, hay lecturas claras, estudios en común que permitían seguir las
posturas de los autores, pero si olvidamos precisamente eso, mucha de la información circulando era
accesible solo para un grupo selecto: los académicos, los estudiosos, los intelectuales.
La llegada del Covid-19, trajo consigo una innegable revolución teórica, en el escenario
latinoamericano los mundos de las ciencias sociales y humanidades no tardaron en articular diferentes
documentos abordando desde sus respectivas disciplinas profundos y certeros, algunos, no tantos,
análisis respecto de las consecuencias a mediano y/o largo plazo que nos dejaría la pandemia. En
palabras de Camus “La verdadera generosidad con el porvenir consiste en darlo todo en el presente”. En
este sentido, cada escritor desarrolló ya sea individual o colectivamente reflexiones, análisis, columnas,
papers, charlas, estados en redes sociales, etc. Han entregado todo desde lo que mejor saben hacer:
escribir. Como resultado de estas producciones teóricas, científicas y reflexivas se comenzó a hablar de
una sobreinformación y saturación de información.
Lo curioso es que los profesionales, pensadores, intelectuales, investigadores o incluso lectores
comprometidos manifiesten que se produce una saturación de la información olvidando que, en medio de
la pandemia, las brechas sociales se aumentaron, el grupo de los siempre olvidados terminó
desconectado; aislado. Entonces, ¿realmente se puede hablar de algún tipo de saturación de la
información a la ciudadanía general cuando los que tienen acceso a estos profundos análisis son solo un
grupo específico de la población?
A propósito de las brechas sociales que se incrementaron con la llegada de la pandemia, una vez que
los estados comenzaron levemente a sentir el impacto del virus en sus economías, las medidas
implementadas en muchos países de la región se enfocaron precisamente en que la crisis económica se
frenara. Sin mirar el no menor detalle de que al privilegiar la apertura de mall por sobre la vida humana
se produciría una crisis humanitaria, significando que las muertes alcances cifras inigualables; que los
contagios se disparen sin frenos; que los sistemas de salud colapsen. Estos elementos para muchos
líderes, presidentes, diputados, instituciones y partidos políticos no importaron. Pero, para quienes
llevamos estudiando desde algún tiempo el modo de operar de estos modelos denominados como
capitalistas-neoliberales, nada de lo ocurrido es motivo de gran sorpresa, es parte del devenir de los
sistemas. Es parte del fluir natural del mundo globalizado. ¿Es momento de comenzar a pensar en un
mundo con permanentes crisis de todo tipo y recurrentes explosiones sociales exigiendo poder vivir?
La llegada del virus pandémico, uniéndose con el virus ideológico, no tardó en dejar consecuencias
sociales y humanas devastadoras. Específicamente en Chile tras la implementación de los periodos de
aislamiento obligatorio, en ubicaciones geográficas de extrema pobreza, el despertar no vacilo en
iniciarse. Se produjo un despertar desde la desgarradura, desde la herida, desde el trauma, la violencia,
pero sobre todo se retorna a las calles por el hambre y el frio.
Intentar decir que como escritores formamos parte de su lucha, es egoístamente robarnos un
escenario que no nos corresponde, que fácil decir ¡yo lucho contigo! desde la comodidad de nuestras
casas, mientras tras nuestros ordenadores y nuestros privilegios podemos analizar y escribir mensajes
que jamás llegaran a quienes representan. Sin embargo, nosotros vamos tras ellos, acompañando sus
luchas, alzando la voz por todos los que no tuvieron acceso a la educación y hoy están desconectados.
Nosotros estamos con ellos, con los siempre olvidados con los que salen a pelear a las calles porque
sienten hambre y frío. Nosotros estamos con ellos, tras ellos, mirando su valentía, compartiendo su dolor
y entregando nuestras manos para escribir y dar a conocer la lucha que nuestros compañeros y
compañeras están desarrollando en contra del silencio; la violencia y la represión.
Lacan escribía que “El lenguaje entrega su sentencia a quien sabe escucharlo.” ¿Cuál es la sentencia
que hoy cubre el lazo social chileno? ¿Hay un porvenir que no surja desde las profundidades de nuestras
esperanzas por sentir, ver y vivir un Chile más justo? ¿Cómo hablar de un mañana lleno de vida si hay un
grupo que desde hace décadas está muerto en vida? ¿Cómo soltar esa ilusión que nos cubrió tras el 18/O?
¿Hay que soltar ese recuerdo que lentamente se desvanece con el mensaje de un: ¡Chile Despertó!? ¿Es
momento de rendirnos cuando los ojos perdidos de la primera línea no se recuperarán jamás?
Hay muchas preguntas que día a día nos despiertan profundas reflexiones, ideas incluso
contradictorias entre sí que nos permiten escribir otros tantos documentos más. La cuestión es que
mientras la pandemia avanza, el dolor también. Por eso la escritura prevalece, en medio de las letras nos
refugiamos en ese sentir, en despertar y ver en los noticieros nacionales o internacionales a madres
llorando por no tener comida para sus hijos.
Desde mi lectura, se escribe por esos hijos e hijas que piden por sus padres y madres postrados. Si la
escritura se mantiene en el contexto de lo político, es en honor a los siempre olvidados, aquellos olvidados
por el Estado, por las instituciones, los siempre olvidados que los escritores cercanos a la izquierda
política no olvidamos . Alzamos la voz, o mejor dicho utilizamos nuestros bolígrafos, hojas y manos para
dejar con nuestras letras registros de que en pleno 2020 el pueblo muere por hambre. Camus (1972)
escribía: “Me hablaron de un hombre a cuyo amigo lo habían encarcelado y que se acostaba todas las
noches en el suelo de su habitación para no disfrutar de una comodidad de la que habían privado a ese
hombre al que tanto quería. […] Sí, un día todos nosotros seremos capaces de hacer algo así, y ese día
habrá llegado la salvación”
Los que escribimos seguimos acompañando la lucha del pueblo, porque conocemos de su extrema
solidaridad, de su humanidad y bondad porque sabemos que su dignidad ha sido desbaratada.
Si bien el mundo globalizado nos vuelve conscientes de que estamos expuestos al contagio en la
misma medida , también, de la mano del capitalismo esta pandemia se ha permitido articular otras formas
de violencia, ya que, incluso la recepción de la información que circula terminó por incrementar en cierta
medida, las brechas significativas que hay en el campo de las diferencias sociales. Informarse es también
un privilegio de clases, esto quedó expuesto con la pandemia. La educación a distancia que para un grupo
fue cómoda para otra fue imposible, viviendo aislados, sin acceso a internet o aparatos tecnológicos la
segregación fue aún mayor.
En Chile, en temas de educación, se retornó a dilemas aparentemente obsoletos . Si en tiempos
remotos la educación solo era accesible para un grupo, con la llegada de la pandemia, esto se apoderó de
la realidad nacional, los noticieros del país demostraron a diario la cruda realidad de los estudiantes que,
por ejemplo, para continuar con sus estudios, pasaban horas y horas sentados en techos de sus viviendas,
siendo esta la única forma de tener conexión a Internet, aquellos estudiantes que vivían en el campo, o en
ubicaciones donde la luz es aún restringida, simplemente quedaron fuera de los sistemas educativos. Por
otro lado, hay un grupo no menor de estudiantes que, desde la comodidad de sus casas, pueden continuar.
La educación online , lo que para un grupo es una forma de violencia, discriminación y exclusión social,
para el otro, se traduce en un nuevo privilegio.
Todo escenario mantuvo una contracara cruel, un grupo efectivamente viajó a sus casas de campo, a
sus casas en la playa y, de esta forma se alejaron de las ciudades, de los riesgos del contagio. Este mismo
se abasteció con provisiones que le permiten vivir meses, incluso años, sin tener que exponerse, también
fue el mismo grupo que sin explicación alguna tomo todo el papel higiénico que pudo.
El otro grupo, aquellos que sin otra opción viven en los sectores rurales, quedaron aislados sin
posibilidad de abastecerse, de educarse, de comunicarse. Permaneciendo encerrado en viviendas
pequeñas, sin internet, hacinados, y con la difícil tarea de sobrevivir el día a día. Sin opción de
autocuidado, sin opción de evitar el contagio, la exposición al virus fue un privilegio de clases.
Posteriormente, con apertura de los locales comerciales, nuevamente las dos caras de la moneda
fueron confrontadas en el cotidiano. Un grupo que corrió a la apertura de los locales comerciales,
decidiendo exponerse para adquirir nuevos aparatos tecnológicos, abastecerse de ropa nueva o cómoda
para esta nueva modalidad de existencia y trabajo desde sus casas, el otro grupo, nuevamente carece de
opciones de autocuidado, los trabajadores de los locales comerciales no tienen opción. Son los que
atienden, exponiéndose porque si no trabajan ¿Quién alimentará a sus familias?
En esta dirección, las palabras del filósofo esloveno Slavoj Žižek (2020) parecen ser muy atingentes,
cuando menciona:

Si en casos previos la gente pensaba simplemente en el aislamiento y todo eso, actualmente espero
que nos estemos dando cuenta de que tenemos que actuar unidos y coordinados. Todos, toda la
Humanidad, estamos sentados en el mismo barco. El gran perdedor, creo será precisamente el
nacionalista, el racista que piense que su país tiene que estar aislado.

Cuando el mismo aislamiento se traduce en un privilegio de clases y forma de violencia en contra del
grupo de los siempre olvidados. El retorno a la humanidad, a la solidaridad, al valor de la vida es lo que
debería comenzar a operar. Iniciar procesos coordinados para trazar un panorama mediante el cual, en un
escenario pandémico futuro, seamos capaces de enfrentarlo sin menores problemas. La solución es
precisamente a nivel general una extrema solidaridad y cooperación internacional. En niveles menores
como por ejemplo en Chile, esto significa y se traduce en el tender la mano a quienes no tienen opción de
cuidarse. En primera instancia ser consciente de los privilegios que tenemos, y si es que los tenemos
sentirnos obligados a solidarizar… ser realistas, pero para ser realistas hay que iniciar por soñar con
aquello que muchos tachan de imposible. Porque precisamente esa utopía de extrema solidaridad es el
único chaleco salvavidas de un grupo.
La burla en contra de una situación de extrema colaboración no es más que reírse de aquellos quienes
sin colaboración y sin apoyo no tienen opción de sobrevivir. En palabras de Slavoj Žižek (2020):
¡Debemos actuar de forma unida, ayudándonos, con respiradores, mascarillas, lo que sea que se
necesite! Creo que en este sentido debemos comportarnos como si estuviéramos en medio de una
operación militar. No es una cuestión de mercados ni nada así, debemos coordinar nuestro medio y
apoyarnos, una coordinación transparente al público, compartiendo información, coordinando
actividades, es eso un mundo muy, muy triste.
Represión, violencia y vulneración en un Chile pandémico [30]

Usted sabe lo que Lenin dijo de los intelectuales . Individualmente algunos pueden ser
(políticamente) revolucionarios declarados y valientes. Pero en su conjunto permanecen
incorregiblemente pequeñoburgueses en lo que hace a su ideología. Para Lenin, que admiraba su
talento, incluso Gorki era un revolucionario pequeñoburgués. Para convertirse en los ideólogos de
la clase obrera (Lenin), en los intelectuales orgánicos del proletariado (Gramsci), es necesario que
los intelectuales realicen una revolución radical en sus ideas, una reeducación larga, dolorosa y
difícil. Una lucha sin término, tanto exterior como interior.
Louis Althusser[31]

El presente escrito pretende articular un esbozo del escenario que se vivió en Chile y tiene por objetivo
demostrar al lector que estas mismas condiciones son las que permiten de manera idónea el espacio para
estructurar ya sea; un nuevo comienzo o fin de mundo.
El país ciertamente se vio atrapado, los noticieros no hicieron más que corroborar esto en el
cotidiano. Por un lado, la presencia de las innegables consecuencias de los estallidos sociales iniciados el
18 de octubre del 2019 y, por otro, la fase de profunda incertidumbre respecto del escenario
postpandemia. En medio de la incertidumbre dos teóricos del mundo de las ciencias sociales y
humanidades, a saber: Slavoj Žižek y David Pavón-Cuellar, entregaron coordenadas y/o análisis que
sirvieron para comprender el fondo social; político; cultural; histórico; económico y humanitario en el cual
todo se encontraba.
Tras la llegada y posteriormente rápida proliferación del virus del Covid-19 en el territorio chileno, el
virus ideológico pareció encontrar en esta crisis humanitaria un nuevo horizonte que le permitiría su
supervivencia: Cierres de fronteras; cordones sanitarios; prohibiciones de cualquier reunión u encuentro
masivo; cierres de locales comerciales; cierres de instituciones; despidos masivos; evitar el contacto
físico; aislamiento parcial; aislamiento total; reapertura de mall, por mencionar solo algunos de los hitos
pandémicos que el capitalismo-neoliberal utilizó para lograr mantenerse en lo que es su cuna: Chile.
Ahora bien, David Pavón-Cuellar (2020) manifestó:

No creemos que debamos exiliarnos de nuestro pasado para llegar al futuro. Sabemos, por el
contrario, lo que también aprendemos del marxismo y del psicoanálisis: que no llegamos a ningún
lado cuando se nos ocurre dejarnos atrás. Por esto, en la historia del comunismo, como bien
explicó Walter Benjamín, la emancipación fracasa cuando sólo apuesta por las generaciones
futuras y la posteridad liberada , pues lo que nutre su fuerza es también y principalmente la
imagen de las generaciones vencidas y de los ancestros encadenados (p. 75).

De este fragmento es necesario retornar a lo que es nuestro más reciente pasado nacional, el cual aún
sigue vivo en nuestros recuerdos, en nuestra memoria colectiva: Las manifestaciones iniciadas el 18 de
octubre, esas que llevaron de extremo a extremo un : ¡Chile despertó! ese mensaje que trajo consigo esa
ilusión de un porvenir mejor, de encontrar y crear en Chile la tumba del capitalismo-neoliberal.
Estos estallidos sociales no quedaron exentos y más bien estuvieron marcados por: represión,
violencia, perdidas oculares, muertes, repercusiones psicológicas asociadas a la rememoración del
proceso de la dictadura cívico-militar (1973-1990) por parte de las víctimas directas o indirectas. La
llegada de la pandemia frenó abruptamente las manifestaciones, pero no logró poner freno la represión,
segregación, violencia y vulneración de derechos por parte del Estado chileno en contra de la ciudadanía.
Tras la llegada de la pandemia y a la luz de las ineficientes decisiones del gobierno, nuevamente en el
país quedaba esclarecido el escenario que se debía sobrellevar, el cual se traduce en que, el valor que se
le da a la vida es mínimo; que el pueblo es insignificante en comparación con el valor que se le entrega a
la economía y el mantenimiento de esta.
Respecto de lo anterior, Slavoj Žižek (2020) en su último libro publicado titulado Pandemia, advierte:

Hegel escribió que lo único que podemos aprender de la historia es que no aprendemos nada de
ella, así que dudo que la epidemia nos haga más sabios. Lo único que está claro es que el virus
romperá los cimientos de nuestras vidas, causando no sólo una inmensa cantidad de sufrimiento
sino también estragos económicos posiblemente peores que la Gran Recesión. No hay vuelta a la
normalidad, la nueva normalidad tendrá que ser construida sobre las ruinas de nuestras viejas
vidas, o nos encontraremos en una nueva barbarie cuyos signos ya son claramente discernibles. No
bastará con tratar la epidemia como un desafortunado accidente, para librarse de sus
consecuencias y volver al buen funcionamiento de la antigua forma de hacer las cosas, con tal vez
algunos ajustes en nuestras medidas de salud. Tendremos que plantear la pregunta clave: ¿qué es
lo que está mal con nuestro sistema que nos atraparon sin estar preparados para la catástrofe a
pesar de que los científicos nos han advertido de ello durante años? (p. 8).

Si bien el autor fue en principio fuertemente criticado por sus dichos, en la medida en que la
pandemia avanzaba por el mundo haciendo lo suyo, y en consideración de lo previamente expuesto, se
identificaron tres aciertos: 1) de la historia no se aprende nada (al menos este es el caso de Chile). 2) las
consecuencias son catastróficas, y 3) no hay vuelta a la normalidad porque nos encontraremos en una
nueva barbarie.
Precisamente esa barbarie, en pleno desarrollo del virus del Covid-19 en Chile, comenzó a sentirte.
Una barbarie que emergió desde el mismo dolor y segregación del pueblo. Desde lo más profundo de la
desesperación, los revolucionarios del 18 de Octubre, salieron a las calles aún con el riesgo a la
exposición al virus, salieron por hambre y frío.
Žižek, en una columna para Independemet (2020) reiteraba sus dichos escribiendo: “No soñemos con
un retorno a la vieja normalidad, pero también abandonemos esos sueños de tipo Matrix sobre la entrada
en una nueva era post-humana de existencia espiritual colectiva”.
Entonces… si una nueva era post-humana de existencia espiritual colectiva aparentemente no es
posible, y solo es parte de ese sueño de: la nueva normalidad cargada de esperanza y un fuerte tinte
utópico… pensar en un inesperado vuelco de este fin de mundo en el cual solo el grupo privilegiado tiene
opciones de salvarse no es tan descabellado. En suma, para ser realistas hay que comenzar por pedir lo
imposible y dado el escenario de Chile, donde el pueblo se mantiene furioso, lleno de cólera y ansioso de
venganza y/o justicia, donde hay un grupo a quien ya se le ha arrebatado todo y por ello no siente miedo,
encontramos que todo lo que concierne al porvenir está en jaque. David Pavón-Cuellar (2020) respecto
del Estado chileno, manifestó:

Algo imposible puede no ser más que una ocasión para la emergencia de lo Real con la que el
pueblo hace nuestra historia… esta historia es hecha por el pueblo; por el pueblo y no por los
intelectuales; por el pueblo y no por los dictadores; por el pueblo y no por el capitalismo-
neoliberal, ni por sus expresiones subjetivas. No será el neoliberalismo el que haga nuestra
historia; por más fuerza que tenga para eliminarnos en masa; por más entes subjetivos que
produzca para sustituirnos, por más golpes ideológicos y militares que nos dé para eliminarnos y
convertirnos en quienes deban sustituirnos, lo más que se nos puede hacer es: neutralizarnos por
un tiempo.
¿Efectos psicológicos de la pandemia? [32]

La reflexión que a continuación se expondrá al lector puede resumirse rememorando palabras de Albert
Camus, quien afirmaba: “No existe amor a la vida sin desesperación de vivir”. Del fragmento anterior,
adecuándolo al escenario que se vivió en el mundo entero, sin duda, encontramos huellas de los dos
sentimientos que allí se mencionan: amor y desesperación. Amor a la vida, amor a la supervivencia y,
desesperación por doquier. Ambos sentimientos colisionan frente a lo que acontece, ambos sentimientos
persistieron desde la llegada de la pandemia al mundo, incluso cuando el virus del Covid-19 aún no
ingresaba al continente -o no había registro de infectados- la desesperanza y ansiedad comenzaba a
emerger. En nuestra nueva vida cotidiana, constantemente fuimos prisioneros de pensamientos negativos
respecto de lo podría ocurrir, mientras avanzaba la pandemia cobrándose miles de vidas, no había cura.
En el periodo de transición a una suerte de nueva normalidad hay una innegable compatibilidad
impidiendo que exista lo uno sin lo otro como consecuencia de la incertidumbre que acompaña nuestras
construcciones.
Esta suerte de diada amor-desesperación parece emerger desde el fondo de nuestra existencia,
específicamente desde la angustia que nos corrompe. Al intentar visualizar la base de esas estructuras
que parecen impenetrables, solo hallamos angustia reinando, dominando e impregnando cada uno de los
rincones de nuestro ser desde que la pandemia del Covid-19 llegó arrasando nuestra realidad y vidas
cotidianas. Entonces, en medio de las ruinas en las que caminamos hoy hay tiempo de sobra para
cuestionarnos o reflexionar. ¿Cuál es el camino que asegure el porvenir de la humanidad? ¿Suponiendo
que encontramos ese camino, la angustia dejará de funcionar como la amenaza que hoy es? ¿Cómo actuar
embriagados de angustia, amor, desesperación, odio y otros tantos sentimientos que son tan peligrosos y
agresivos como el virus que nos azotó? Y ¿Son tan peligrosos y corrosivos como el virus o el peligro es
que no estamos acostumbrados a ellos y ahora llegan a avasallarnos dejándonos en jaque? Quizás esta
pandemia, nos lleve a retorno a nosotros mismos, y nos permita mirarnos un poco más, los sentimientos
que hoy nos invaden, son parte innegable del ser humano, siempre estarán, en otras intensidades, por
supuesto.
Humanidad confrontada con su extrema vulnerabilidad y el mundo globalizado desnudo exhibiendo al
mundo entero los defectos que lo constituyen, son solo algunos de los efectos que la pandemia del Covid-
19 trajo consigo, este enemigo invisible que obligo a la ciudadanía a permanecer encerrados en sus casas
es todo un hito, y también todo un gran lío, considerando que el mundo pre-pandemia se desarrollaba en
un escenario donde los individuos en su vida cotidiana corrían sin control, entonces, ahora hay un
detenerse abrupto y obligatorio, un freno que solo nos deja una opción, aislarse.
La prueba máxima de amor en nuestros días es precisamente mantener distancia, alejarse aunque eso
resulte paradójico; en esta nueva realidad, si evito tocar al otro también evito el posible contagio; el
heroísmo actual y salvar vidas depende de precisamente evitar el contagio, de alejarse del otro. Eso no
tardaría en producir diferentes efectos psicológicos entre los diferentes grupos etarios, lo curioso es que
la distancia voluntaria, evitar el contacto social o físico era ameno, agradable y parte importante de las
vidas que teníamos antes de la llegada del virus, ahora la imposición de distanciarse trae consigo todo un
despertar, reacciones y efectos negativos.
Precisamente estos efectos o impactos que son en cierta medida difíciles de cuantificar parecen ser
totalmente ignorados, las cifras de contagio, de muertes, los efectos visibles en el cuerpo ocupan el foco
de atención, olvidando por completo que la humanidad no es solo un cuerpo, y los individuos no somos
parte de una dualidad vivo-muerto. En el último eslabón quedaron los sentimientos, la subjetividad, las
emociones que con el confinamiento están a flor de piel, nuevamente la salud mental, la estabilidad y
bienestar psíquico quedan excluidos de los medios de comunicación, de las políticas, de las medidas
implementadas por los gobiernos, e incluso quedan en el último nivel de nuestras propias valoraciones.
Ahora bien, ¿cómo confrontar nuestra angustia, vivir nuestras emociones o reconocerlas? No es muy
sencillo, pues, hasta hace un tiempo, estábamos totalmente limitados pese a no estar encerrados, por lo
cual es un nuevo desafío el tener que vivir con nosotros mismos y tolerarnos a nosotros mismos, el exceso
de tiempo libre nos obliga a pensar, en la soledad de nuestras existencias, en esa soledad forzada
emergen nuevas luchas que indudablemente formarán parte del escenario postpandemia. Quizás la
respuesta la encontramos en el filósofo esloveno Slavoj Žižek (1992), quien da cuenta de la existencia del
suicidio simbólico: un acto de perderlo todo , de retraerse de la realidad simbólica, que nos permite
comenzar de nuevo desde el punto cero , desde el punto de absoluta libertad llamado por Hegel
negatividad abstracta . Quizás ese es el camino que podría asegurarnos un futuro esperanzador, empero,
la dificultad inicia en el momento de integrar y considerar la singularidad, la subjetividad propia de cada
uno de los individuos.
¿En que nos refugiamos? ¿Qué es lo que nos permitió o nos permite tolerar la incertidumbre de todo
lo que se vivió y vive? ¿Qué medidas hemos tomado de manera individual frente a las ineficientes
decisiones que las autoridades han implementado? ¿Cuáles son los cambios en nosotros mismos que
podemos percibir desde la llegada de la pandemia? ¿Nos hemos detenido a mirarnos y sentir que es lo
que hoy nos quita el sueño o nos tiene un poco agitados? ¿Qué sentimientos surgen al pensar en el futuro
próximo?
Son muchas preguntas que en la medida en que se articulan, generan nuevos horizontes de ansiedad,
angustia, incertidumbre y repercusiones individuales. La pregunta adecuada y pie de inicio que debemos
respondernos a nosotros mismo en nuestros días la entrega una vieja canción de Pixies (1988) “¿Dónde
está mi mente?”.
¿Nuevo comunismo o nuevo comunismo? [33]

La democracia siempre acarrea la posibilidad de corrupción, del gobierno de la obtusa


mediocridad. El único problema es que cada intento de eludir este riesgo inherente y de restaurar
la democracia real acarrea necesariamente su opuesto, termina en la abolición de la democracia
misma. Aquí se podría defender una tesis de que el primer posmarxista no fue otro sino el propio
Hegel. Según Hegel, el antagonismo de la sociedad civil no se puede suprimir sin caer en el
terrorismo totalitario. Sólo después puede el Estado poner límite a sus desastrosos efectos
Slavoj Žižek.

Jacques Lacan desde temprana data en el proceso de construcción de su teoría introduce el cuento de
Edgard Allan Poe (1844) titulado: “La carta robada”. A propósito de la importancia que tiene este
seminario en el campo psicoanalítico, el filósofo esloveno Slavoj Žižek utiliza este recurso teórico como
foco idóneo a la hora de intentar estudiar y analizar los diversos dilemas humanos que sacuden nuestra
época. Por lo cual, en el presente escrito se indagará en algunas de sus reflexiones, principalmente en la
últimas respecto de la pandemia del Covid-19 que azota al mundo entero. Lo que quiere decir “La carta
robada”, incluso en sufrimiento , es que una carta llega siempre a su destino (Lacan, 2009. p. 51)
El legado de “La carta robada” de Edgar Allan Poe (1844), posteriormente integrado por Jacques
Lacan a su teoría psicoanalítica, persiste como punto idóneo a la hora de intentar profundizar en los
dilemas que tocan a la humanidad en nuestra época. En nuestros días, el filósofo esloveno Slavoj Žižek
(1994), se ha encargado de tomar la profunda lectura realizada por Jacques Lacan (1988) y la utiliza para
explicar diferentes fenómenos que atraviesan los conceptos de individuo, política, ideología, filosofía,
humanidad, ética y otros tantos escenarios en los cuales se desenvuelve. En palabras de Jacques Lacan
(2009): “el lenguaje entrega su sentencia a quien sabe escucharlo”, Sin embargo, es justamente el
lenguaje otro de los dilemas importantes que debe confrontar el individuo. Por lo cual, ya sea escucharlo ,
transmitirlo y explicarlo es todo un debate del campo de lo indecible. Ahora bien, respecto del lenguaje, lo
cierto y, quizás la única certeza es que tarde o temprano el mensaje nos tocará; y por tanto la sentencia:
nos cubrirá. A propósito de esto, Slavoj Žižek (1994) señala:
En psicoanálisis el destino siempre se afirma a través de esos encuentros contingentes, planteando
la pregunta: ¿qué habría pasado si hubiera pasado por alto esta observación? ¿Qué si hubiera
tomado otro camino y evitado esa escena? Semejante cuestionamiento es, desde luego, falaz, dado
que “una carta siempre llega a su destino”: espera su momento con paciencia –si no este, entonces
otro pedacito contingente de la realidad se encontrara, tarde o temprano, en este lugar que lo
aguarda y disparará de inmediato el trauma–. Esto es, en última instancia, lo que Lacan llamó la
arbitrariedad del significante . (pp. 25-26)
Si una carta llega a su destinatario presupone la existencia de un destinario previamente
seleccionado. Empero, si siempre llega a su destino, es justamente porque no hay un destinatario fijo, el
destinatario idóneo, para la carta enviada es simplemente a quien llega. Al lanzar una botella al mar con
un mensaje en su interior no hay un destinatario seleccionado, el mismo mar es en sí el destinatario, se
atraviesan las dimensiones de simbólico, ya que implica un error en el circuito e imaginario la existencia
del (des)conocimiento, precisamente sería ese des-conocimiento lo que produce que se genere un
destinatario.
Ahora bien, en nuestros días la lectura de la carta robada permite explicar o ayudar al análisis de lo
que acontece, la llegada de la pandemia del Covid-19 nos ha demostrado que hay un destino inevitable
frente a este desconocido virus: la muerte. Y podríamos entender precisamente a la muerte como el único
destino universal, un mensaje que llega a todos por igual y que inevitablemente sin importar el circuito
que el mensaje recorra, llegara a su destinatario. En palabras de Slavoj Zizek (1994):
El motivo del destino no ha llevado al borde del tercer nivel, el de lo Real, aquí, “una carta llega a
su destino” equivale a lo que significa encontrarse con el propio destino : todos moriremos. Una
sensibilidad preteórica común nos permite detectar lo ominoso bajo todo que se adhiere a la
proposición “una carta siempre llega a su destino”: la única carta a la que nadie puede escapar,
que tarde o temprano nos alcanza, es decir, la que tiene a cada uno de nosotros como su
destinatario infalible, es la muerte. Podemos decir que vivimos solo en la medida en que cierta
carta (la que contiene nuestra orden de muerte) todavía ronda buscándonos (pp. 36-37)
La llegada del Coronavirus Covid-19 impactó al mundo dejándolo medianamente paralizado. Además,
esta crisis humanitaria trajo consigo una amplia gama de análisis, los cuales incluso son contradictorios
entre sí. Unos de los debates que más revuelo generó en el área de las ciencias sociales y humanidades
son precisamente los análisis del intelectual que hemos seguido en estas líneas: Slavoj Žižek. El pasado
29 de febrero del 2020 su columna publicada en el portal RT se difundió por el mundo causando burlas y
criticas profundas. Žižek mencionaba que:
El coronavirus es un golpe al capitalismo a lo “Kill Bill” que podría reinventar el comunismo.
Este mensaje fuertemente burlado y caricaturizado, tachado de un intento desesperado por decir algo
sin importar lo que se dice. Pese a la primera recepción, mientras avanzaba la pandemia generando todo
tipo de estragos en el mundo civilizado, comenzó a considerarse y hasta respetarse. Uno de los errores
fue criticar el análisis teniendo una perspectiva temporal muy insuficiente. En ese entonces nadie
imaginaba los desastres mundiales que generaría el virus. Por otro lado, las críticas carecían de
integridad, en el sentido de que solo se tenía un fragmento del análisis. La muy reciente publicación del
libro: ¡Pandemia! El Covid-19 sacude al mundo (Žižek, 2020) llega para dilucidar la reflexión del teórico a
través de una breve pero certera lectura de la pandemia, profundizando en los diversos efectos actuales y
dilemas que dejara a nivel social, político y económico en el futuro próximo.
¿Golpe a lo Kill Bill al capitalismo? El rápidamente conocido Coronavirus Covid-19 –conocido
lamentablemente solo por su nombre no así en origen, constitución y final–llegó para dejar en evidencia la
fragilidad humana, al mismo tiempo que demoler los aposentos construidos por décadas por los avances
tecnológicos y los modelos capitalista-neoliberales. La carta sin buscarlo ya ha encontrado a su
destinatario, Slavoj Žižek (2020) en su último libro escribe:

Hegel escribió que lo único que podemos aprender de la historia es que no aprendemos nada de
ella, así que dudo que la epidemia nos haga más sabios. Lo único que está claro es que el virus
romperá los cimientos de nuestras vidas, causando no solo una inmensa cantidad de sufrimiento
sino también estragos económicos posiblemente peores que la Gran Recesión. No hay vuelta a la
normalidad, la nueva normalidad tendrá que ser construida sobre las ruinas de nuestras viejas
vidas, o nos encontraremos en una nueva barbarie cuyos signos ya son claramente discernibles. No
bastara con tratar la epidemia como un desafortunado accidente, para librarse de sus
consecuencias y volver al buen funcionamiento de la antigua forma de hacer las cosas, con tal vez
algunos ajustes en nuestras medidas de salud. Tendremos que plantear la pregunta clave: ¿Qué es
lo que está mal con nuestro sistema que nos atraparon sin estar preparados para la catástrofe a
pesar de que los científicos nos han advertido de ello durante años? (p. 8)
Si algo es seguro es el hecho de que el mundo se ha sacudido con la llegada del virus; lo no tan seguro
–lamentablemente– es la capacidad de los estados de dejar sus diferencias políticas de lado para poder
enfrentar el complejo panorama que nos acompaña. En el fragmento anterior, el autor nos recuerda cómo
desde épocas anteriores a la nuestra, el individuo persiste repitiendo errores que afectan a la
supervivencia de la especie, las advertencias reiterativas no fueron escuchadas y la naturaleza hoy por
hoy nos muestra lo sublime y atormentador de su existencia.
Las medidas implementadas por los países, si bien son buenas y buscan la vía regia por la cual
superar la crisis, necesitan de un vuelco político, en palabras de Žižek (2020):
Una cosa es segura: el aislamiento por sí solo, la construcción de nuevos muros y más cuarentenas,
no hará el trabajo. Se necesita una solidaridad total e incondicional y una respuesta coordinada a
nivel mundial, una nueva forma de lo que una vez se llamó comunismo. Si no orientamos nuestros
esfuerzos en esa dirección, entonces Wuhan hoy puede ser la típica ciudad de nuestro futuro.
Muchas distopias ya imaginan un futuro similar; nos quedamos en casa, trabajamos en nuestros
ordenadores, nos comunicamos por videoconferencia, hacemos ejercicio en una maquina en la
esquina de nuestra oficina en casa, ocasionalmente nos masturbamos delante de una pantalla que
muestra sexo duro y conseguimos comida por entrega, sin ver nunca a otros seres humanos en
persona (p. 36)
La colectividad y solidaridad en el porvenir de la humanidad comienzan a sentirse: desde el
adolescente que no sale de casa para no contagiar a sus familiares que pertenecen a la comunidad de
riesgo, hasta las desesperaciones de los líderes de los países por conseguir los implementos para sus
ciudadanos. La idea de un nuevo comunismo no está tan alejada de la realidad actual, en el sentido de
que muchos países neoliberales comienzan por arrebatar a los privados sus dispositivos de control para
que queden en manos del estado y de esta forma atender a la población. El miedo, la desesperación, el
caos desencadenado por un fenómeno desconocido trajo consigo un cambio político, económico y social
que ni los estallidos sociales vividos hasta antes de esta crisis prevalecían.
Conclusión. La propagación del virus también trajo consigo la rápida proliferación y la visibilidad de los
virus ideológicos que prevalecían en los diferentes continentes, la capacidad de destrucción y caos de
esta epidemia se une a la deficiencias que tenían los individuos producto de los modelos capitalista-
neoliberales.
La idea planteada por Žižek respecto de la creación de un nuevo comunismo capaz de apaciguar los
devastadores efectos que va dejando a su paso el virus, que en un principio parecía descabellada, hoy
toma más fuerza que nunca, solo en la medida en que los estados se potencien entre ellos mismos; con lo
mejor de sus sistemas se podrá superar una crisis mundial, económica y humanitaria que dejará aún más
muertes que las que ya se han sentido.
Específicamente el continente americano necesita de un cambio radical para la supervivencia frente
al caos de la pandemia que cada vez toma más fuerza, solo en la medida en que exista una colaboración
internacional y de solidaridad total la carta pospondrá su llegada al destinatario.
Si bien, la muerte es el destino de todos, no necesariamente debe ser producto de una pandemia. Por
lo cual, la utopía de una colaboración internacional no es una ilusión o idealización política, sino que es
una estrategia que permite la supervivencia del ser humano y que merece ser considerada.
Aproximación a las pandemias de ayer y de hoy [34]

En la historia de la humanidad encontramos huellas importantes de momentos históricos similares al que


hoy nos vemos expuestos. Las pandemias en regiones específicas o a gran escala desde temprana data
han estado presentes en las sociedades humanas; en muchos casos, estos mismos desastres naturales que
llegaban a invadir a nuestros antepasados de manera brutal —dejando con su llegada innumerables
pérdidas humanas y de todo tipo—, son una de las razones para que hoy en día contemos con mejorías o
progresos en el sistema de salud, lo cual también es cuestionable.
Cuando nuestro porvenir es incierto, y la única certeza que tenemos como Humanidad es que este
enemigo invisible llamado Covid-19 aún nos puede traer otras tantas sorpresas inesperadas y
consecuencias imprevisibles, lo que podemos hacer, o lo que nos queda por hacer, es pensar qué
elementos de todo esto que nos impregna podremos tomar y aprender de ellos. ¿Qué es lo que perdurará
en nosotros de este acontecimiento que nos abraza?
Cuando nuestro presente impregnado de angustia, melancolía y desesperanza se transforme en un
presente que debe comenzar a construir los cimientos de esa nueva normalidad, cuando el virus deje de
andar por ahí causando estragos y cobrando vidas, ¿se podrá tener un aprendizaje significativo que
puedan heredar las generaciones futuras? ¿Este trauma psicosocial que nos toca enfrentar será el
causante de otro tipo de crisis psíquicas para esos que vienen después de nosotros? ¿A la luz de nuestros
recursos y decisiones internacionales estamos en posición de pensar en un futuro de la humanidad?
Tenemos dos perspectivas, la ilusión de un saber de la historia, de un camino que por difícil que se
vea tiene predeterminado y tiene como dirección única una solución específica y necesaria hacia la cual
todos vamos caminando casi por inercia y por otro lado que de la historia no aprendemos nada. Ciertas o
no estas posturas, nuestro pasado nos da la respuesta, desde la peste bubónica hay ciertos elementos que
podrían ser considerados para evitar la repetición, y sobre todo para evitar que la llegada de pandemias
arrase con todo a su paso. La ciencia por su parte llevaba años advirtiendo de esos peligros que
inevitablemente debían ser confrontados, pero, se hizo oídos sordos, incluso a nuestra propia memoria
histórica, quedando hoy a la deriva.
Entonces, ¿de qué nos sirve la Historia? La Historia nos sirve para recordar y evitar olvidar, para
lograr en cierta medida reconstruir una verdad, un momento histórico y servir como documentos valiosos
que otras generaciones puedan utilizar, este último objetivo es poco considerado, siendo ese uno de los
grandes males del mundo occidental, donde el individualismo nos ciega, donde estamos totalmente
acosados por la muerte y esto no parece ser otro campo de batalla más en el que debemos demostrar
nuestras destrezas.
En medio de esta crisis humanitaria es complejo exigir que sean estudiados los procesos similares
para aprender de ellos, muchas de las medidas aplicadas por los gobiernos no son más que meras
repeticiones de nuestro pasado, que persisten en ser implementadas pese a las consecuencias que ya se
han exhibido. En Chile hemos ya vivido previamente con pandemia de cólera, influenza, que han cobrado
cientos de vidas, momentos de nuestro país en donde de norte a sur se ha paralizado el país. Aun así, eso
en medio de la crisis es lo menos visualizado, se vive este momento como algo único, novedoso e incluso
otro intento más para demostrar que las decisiones serán las correctas.
Con todo lo anterior, no es momento de dejar de soñar con lo imposible, quizás esté presente pueda
ser el punto de quiebre en esta triste repetición de errores históricos que solo perjudican a los más
pobres y desvalidos, si tenemos esperanza, podríamos esperar que los desastres causados por el Covid-19
sirvan a las generaciones futuras, para cortar los patrones que se repiten.
Cualquier narración de nuestro pasado en medio de la crisis humanitaria que se vive en el Estado
chileno, innegablemente se puede visualizar por más de alguno con una cuota importante de
dramatización y una evasión del presente que poco importa o aportar a lo que se vive. En este sentido,
desde un análisis externo, tomar este espacio para invitar al lector a conocer de historia parece ser una
burla para el sufrimiento de los muchos. Sin embargo, si algo podemos extraer de la historia es que
precisamente estamos ante una mera repetición de fenómenos que se han sentido en nuestro país desde
temprana data, la diferencia es que llega en otro contexto, periodo y tocando nuevas esferas que
componen la sociedad. Aun así, pese a que la llegada de la pandemia llega a invadir otra época, persiste
como acontecimiento traumático.
La historia se mezcla con la política, saberes que desde temprana data han mantenido una fuerte
vinculación entre sí, e incluso una suerte de complementariedad que ha ido modificándose con el tiempo,
entendiendo que la historia es la búsqueda o construcción de la verdad, en principio esta búsqueda y esta
verdad estaba totalmente limitadas, pues eran los reyes los que definirían e incluso impondrían los limites
respecto de los documentos oficiales que verían la luz.[35]
En la actualidad la única limitación que tienen los historiadores para poder encontrar una verdad total
es la limitación que entregan los documentos como tal y en muchos casos el acceso a ellos.[36] A partir
de allí, se puede afirmar que aún los nexos entre lo político y lo histórico tiene un hilo conector difícil de
cortar.
Lo interesante de la historia es la variabilidad de disciplinas que se adhieren a ella, y que se
potencian, la colisión política e historia es solo una, por ejemplo, la colisión entre psicoanálisis e
historia[37] se genera desde temprana data, desde el proceso mismo de instauración del psicoanálisis
como saber (Plotkin, 2017). Por eso, volcarnos a la historia en medio de estos momentos cargados de
incertidumbre puede entregarnos herramientas positivas, si el pasado nos acompaña en nuestro presente
e impacta nuestro futuro, nuestra ventaja podría ser conocerlo.
La población chilena se ha visto altamente desbordada en desesperanza producto de la pandemia del
Covid-19 que llegó al país, destruyo cada uno de los cimientos de nuestra antigua realidad, a la cual
difícilmente podamos retornar, justo aquí es necesario realizar un breve recorrido para entender, que si
bien este fenómeno que llega a azotar al mundo entero trae consigo el pánico y la angustia, no es algo
nuevo en la historia misma. Por ejemplo, la conocida peste bubónica, pandemia que arraso con cientos de
miles de vidas humanas y que tuvo una duración de más de cien años.
En Chile en el año 1886 el cólera logró que el país se cerrara por completo, Según Felipe Retamal
(2020) las estadísticas del Registro Civil señalan que entre 1886 y 1888, unas 28.432 personas fallecieron
a consecuencia del cólera. Aunque los historiadores hacen la salvedad que las cifras oficiales en aquella
época no eran exhaustivas y a menudo estaban incompletas. Las medidas implementadas en este
momento histórico tienen algunos elementos en común que parecen repetirse, aislar a los enfermos,
utilizar recintos para atención, cierre de fronteras, cierre de instituciones y locales comerciales,
cancelación de cualquier funeral, por mencionar solo algunos de los muchos que se vuelven a vivir en el
país.
Posteriormente en el año 1925 Chile sintió el peso de la viruela, lo cual generó consecuencias
desastrosas para el país. Otra pandemia que llegó para paralizar el país y demostrar la ineficiencia de los
avances que pretendía tener el gobierno de ese periodo fue el tifus comprendido entre 1931 y 1935. Años
más tarde encontramos en 1957 la llegada de la Influenza lo cual se cobraría la vida de cientos de
chilenos.
En este breve, recorrido podemos ver que no es algo nuevo el que las tierras chilenas sientan el peso
de epidemias, incluso la humanidad misma ha sufrido este tipo de fenómenos de la naturaleza, lo curioso,
es precisamente que, pese a los avances de la ciencia, del tiempo e incluso de los avances tecnológicos,
las consecuencias sigan siendo devastadoras. Otros elementos en común que tristemente se repiten es el
grupo humano que suele sentir con mayor fuerza el impacto, la historia nos señala a la población pobre
como los más afectados. En pleno 2020 logramos ver que tras las ineficientes medidas del gobierno, se
privilegiaron a las empresas dejando a los humildes trabajadores en muchos casos sin trabajo y viéndose
totalmente a la deriva en medio de la pandemia. Quizá, esta pandemia puede traer consigo un aprendizaje
de la historia, el escenario postpandemia que la población tendrá que enfrentar es incierto, así como
también es totalmente desconocida la duración de esta epidemia que nos confronta con nuestra extrema
vulnerabilidad.
Entendiendo que las condiciones del país antes de la llegada de la pandemia estaban en un terreno en
disputa, habría que ver si esto se retoma, un retorno a lo político y a los cambios sociales que han
quedado pendiente, lo cierto, es que son meras especulaciones de un futuro que no sabemos cuándo
llegará y quienes podrán participar de él.
Aprender a vivir: ¿cómo construir nuestro porvenir? [38]

Hoy en día sabemos cómo se hace todo, excepto vivir, escribía Jean-Paul Sartre, ¿no es esto un buen
resumen de nuestro panorama actual? ¿Cómo pensar en vivir cuando hay una amenaza constante que
precisamente busca arrebatarnos la vida? Curioso o no, olvidamos algo importante, que hay un grupo
humano que debe agradecer el mero hecho poder plantearse este tipo de preguntas en su día a día, el
otro grupo humano, el grupo siempre olvidado, entre sus caminos extensos, entre su cansancio por
buscar sobrevivir día a día intentando alcanzar el pan que le permita pasar otro día más, no tiene
oportunidad de cuestiones de este tipo, incluso en el proceso de construcción de un porvenir hay un
grupo que parte con desventajas.
Con la llegada de la pandemia se vio cómo la naturaleza terminó por reírse en su propia cara del
mundo globalizado, de la ciencia, incluso del mismo capitalismo que reinaba sin culpas. Sin embargo,
todo lo que el virus identificado como Covid-19 genera no es más que un proceso y, como todo proceso
hay un inicio, un desarrollo y un final; precisamente en estos tiempos, aunque complejos, podemos ir
aportando al desenlace que se obtendrá, en el desarrollo de la pandemia no solo los líderes de los estados
generan consecuencias e impactos, los individuos con sus decisiones del cotidiano van plantando
pequeñas semillas, que florecerán o terminarán por extinguirse según las fases que se emprendan y el
modo en que se lleve a cabo el avanzar.
Respecto del inicio de este hito histórico, creo que como análisis llegamos a consenso y podemos
afirmar que fue simplemente devastador, recibir en nuestras vidas cotidianas la brutal violencia con la
que irrumpió cada uno de los cimientos de nuestras vidas, efectivamente la humanidad ha vivido
epidemias y pestes, pero producto de los avances y las condiciones de nuestro época, es que esta
pandemia llega a causar estragos en todas las esferas posibles, la economía se vio paralizada, y en el
intento por comenzar a mover este campo los estragos fueron aún mayores.
El desarrollo es otro proceso en el cual la humanidad es trastocada diariamente por la incertidumbre,
la angustia, la melancolía, pero sobre todo por la vulnerabilidad de tener nuestra supervivencia
pendiendo de un hilo. Respecto del final, no es más que una gran interrogante, ¿Quiénes podrán ver el
final de esta pandemia? ¿Hay esperanzas de plantearnos la existencia de un final? ¿Cuánto hay que
soportar para tocar alcanzar ese final? Etc. Solo suposiciones impregnadas de esperanza, ilusión y quizás
utopía.
En nuestros días hay algunos países que juegan al regreso a su nueva normalidad, otros que
pretenden censurar la difusión del estado en el cual su población se encuentra, otros países que se
encargan de modificar las cifras para mantenerse bajo los focos de atención de los medios de
comunicación internacionales, algunos pocos con orgullo afirman un cese definitivo de contagios. Frente
a la inexistencia de una vacuna eficaz para erradicar esta epidemia ¿es posible hablar de un triunfo?
Cuando en la medida en que nos paramos a celebrar que los contagios se han frenado, nos olvidamos de
que el virus sigue por ahí, y que en cuestión de segundos podría traer consigo otro tipo de consecuencias
que no hemos considerado. Empero, no es momento de criticar, lo cierto es que, en el fondo, todos
tenemos ese anhelo de un día poder salir de nuestras casas sin miedo, y volver a vivir, gritar que hemos
vencido al virus. Lo importante es no olvidarnos de lo obvio, el virus sigue siendo una amenaza que anda
por ahí, independiente de la reducción de los contagios y muertes. Aun no es momento de bajar la guardia
y dejarnos llevar por la ansiedad y las emociones.
En otra dirección, es necesario poder aprender de este proceso, y si en un futuro próximo se
encuentra cura para este enemigo invisible, es momento de pensar en las próximas catástrofes humanas,
crisis económicas, guerras, desigualdad, desestabilización, la crisis tecnológica, el dilema de los avances.
Estamos en tiempos en que las fantasías son nuestro mejor aliado y nuestro peor enemigo, fantasías
de todo lo que haremos en un futuro próximo, versus las fantasías que nos permiten visualizar un
porvenir devastador en el cual estaremos más limitados que lo que estamos. Ahora, cuando todos en
menor o mayor grado estamos dispuestos a reflexionar, donde la sensibilidad nos gobierna, donde
cualquier indicio de esperanza nos impulsa a correr tras ella. Es ahora el momento preciso para en
realidad pensar ¿pensar en qué?
Ahora es momento de sentarnos y pensar en cómo nuestras vidas pasadas nos llevaron a esto, por
correr tras los avances tecnológicos y darle importancia a la economía, olvidamos lo esencial, la vida.
Hoy muchos pueden tener aseguradas cosas materiales, pero nadie tiene asegurada su vida o evitar el
contagio. ¡Incluso! Ahora es momento de pensar en aquellos que antes de la pandemia no tenían vida, ese
grupo de la tercera edad que por cosas de la vida terminó en sus soledades encerrados, ese grupo
humano que sentía angustia por no saber si el día siguiente se contará con lo mínimo para vivir. Hoy
todos estamos en la misma situación, a todos nos inquieta el mañana, con la diferencia de que para
muchos esto era algo permanente.
¿Cómo se siente la extrema vulnerabilidad de no poder asegurar completamente nuestro existir el día
de mañana? Ese sentimiento que para muchos de nosotros es nuevo, para otros estaba desde el nacer, ese
grupo que nació en extrema pobreza, limitados desde las cunas, obligados a luchar día a día por vivir otro
día más. En medio del vacío sobre el cual caminamos hoy, tendremos que iniciar un proceso de
construcción, tras ser derrumbada nuestra vida, llegará el momento en que todos tendremos que
comenzar a movernos, esperemos que, en ese momento, la pandemia nos haya permitido reflexionar lo
suficiente para poder sacarnos las vendas de la individualidad. Solos no somos nada, juntos podemos
serlo todo.
Apolo y Dafne: amor en tiempos de pandemia [39]

Apolo y Dafne responden a una historia cruel y desdichada, a un destino que no fue elegido, una
predisposición al fracaso total del amor ¿no es esto lo que sucede en todo amor que hemos de intentar
alcanzar? Sea como sea, el sentimiento nos ataca por la espalda y nos deja de rodillas en el suelo
inmovilizados, dispuestos a todo con tal de alcanzar a quien sea nuestro objeto de amor. En las líneas
siguientes se toma la historia del Dios Apolo y la Ninfa Dafne para aproximar al lector a través de estos
dos personajes un dilema humano que corrompe todo en nuestros días y que incluso en tiempos de
pandemia, persiste como tema recurrente entre las producciones de la literatura, a saber, el amor.
En el individuo, sin distinción de quién sea que se trate, persiste esa imposibilidad de obtener una
totalidad: estamos irremediablemente predestinados a deambular con nuestro vacío, emerger desde una
nada, para posteriormente ser corrompidos día a día por la complejidad del existir, la vida como un
vagabundeo incesante e interminable, la vida como un correr con ojos vendados por el borde de un
precipicio al cual finalmente seremos empujados por la muerte. “Todo el que desee atrapar las efímeras
formas del placer al final se encontrará en las manos hojas y vallas amargas”, escribía Bernini a los pies
de la escultura del Dios Apolo con la Ninfa Dafne.
Si la humanidad corre en círculos avanzando solo hacia un destino confirmado para todos, ¿Qué se
espera alcanzar si las certezas ya están expuestas? ¿Qué se pretende atrapar? Y, por último, ¿en nuestros
días impregnados de desesperanza es momento de hablar de amor y humanidad? Creo que sí. Creo que
precisamente cuando el mundo entero parece estar detenido y nos vemos confrontados a reconstruir
nuestras vidas, es el momento idóneo para sobre todo no olvidar el amor.
Retomemos la historia de Dafne y Apolo y recordemos uno de los diálogos iniciales, el cual desde mi
perspectiva sirve para comprender ‒si es que el lector no ha tenido la fortuna de leer esta bella historia‒
esa carrera desenfrenada y fatal que emprende Apolo en la búsqueda de su amada Ninfa:

El hijo de Venus le respondió: “Por mucho que tu arco, Febo, alcance todas las cosas, el mío te
alcanzará a ti; lo mismo que los animales son inferiores a los dioses, tu gloria es inferior a la mía.”
Así habló, y apartando el aire con el batir de sus alas, se plantó raudo en la umbrosa fortaleza del
Parnaso y de su carcaj portador de flechas sacó dos dardos de efectos opuestos: uno hace huir al
amor, el otro lo provoca. El que lo provoca es de oro, con una punta aguzada que resplandece; el
que lo hace huir es romo, y lleva plomo al final de la caña. El dios clavó este último en la ninfa
Peneide, y con aquel hirió a Apolo hasta la médula, atravesándole el hueso. El uno se enamora
rápidamente, la otra huye hasta de la palabra amante” (Ovidio, 2008. p. 254)

De esta manera, Apolo y Dafne quedarían inevitablemente destinados al fracaso total: mientras Apolo
es atravesado por el amor, Dafne solo es tocada por el repudio al enamorado. La historia de Apolo y Dafne
no está alejada de nuestros tiempos; desde la llegada de la pandemia del Covid-19 muchas historias están
totalmente destinadas al olvido, a la muerte natural, al fracaso total. Si bien ese destino no es impuesto
por una flecha, sí hay un ente que puede entregar una suerte de destino : el virus.
Ese enemigo invisible que llegó para dejar en jaque a la humanidad entera y confrontarla con su
vulnerabilidad, este virus que en cualquier momento puede atacar dejándonos con pocas opciones,
también llegó para hacernos vivir el amor de otra manera, y quizás será el causante de que tengamos que
reorganizar por completo las relaciones amorosas, las citas, etc. Apolo tras ver que Dafne, su amada, huía
de él desesperada, al darse cuenta de que su amor solo recibía un rechazo total y hasta una suerte de
repudió, resignado… al ver que pese a los intentos no obtenía ningún fruto más que el total silencio y la
huida, mientras corría grita con dolor y desgarro a su amada:

Mi flecha es certera, pero hay una flecha más certera que la mía, la que hirió mi corazón, hasta
entonces libre. La medicina es invento mío, en todo el mundo soy considerado sanador y el poder
curativo de las plantas depende de mí. ¡Ay de mí! ¡que el amor no se cura con ninguna hierba y las
artes que aprovechan a todos no aprovechan a su dueño! (Ovidio, 2008. p. 256- 257)

Ese dolor que lo atraviesa tras aceptar con frustración que ese amor que lo carcome no es
correspondido y no tiene otra opción más que el rechazo hoy puede visualizarse en la violenta separación
de muchos enamorados que tras los cierres de fronteras han quedado a la deriva, otros tantos que han
quedado confinados de manera obligatoria sin posibilidad alguna de recurrir a su objeto de amor, un
grupo que en la soledad recuerda con nostalgia los amores pasados, perdidos o desperdiciados. Y otro
grupo de nuevos amores que inician en medio de este confinamiento.
Si de algo hay certeza, es que en tiempos de desesperanza es inevitable aferrarnos al amor, el
sentimiento no tiene contextos, no conoce de fin del mundo, ni de pandemias, solo emerge y llega para
impregnarlo todo.
Jacques Lacan manifestaba “el amor es una forma de locura” y ¿cómo no serlo? Si bien es una
definición en lenguaje popular, no puedo pensar en otra definición más acertada, con la llegada del amor
no queda otra vía más que aceptar la total derrota frente al sentimiento que nos paraliza en un pestañeo,
dejándonos inmovilizados… caemos rendidos, ciegos, y hasta un poco sordos, limitados para pensar o
reflexionar, solo somos llevados por eso que nos guía a un lugar incierto, pero al que corremos sin frenos
ni descanso. El amor.
Tanto el amor como esta pandemia tienen elementos en común, ambos son enemigos invisibles, que
no podemos ver ni tocar pero que sin duda llegan a cambiarlo todo nuestras vidas cotidianas, incluso son
capaces de llegar a cambiar nuestra realidad.
Frente a la pregunta, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo vivir y movernos frente la desesperanza de
nuestros días, en los cuales no hay certezas, donde el porvenir está impregnado de incertidumbre y cada
paso que damos es una total interrogante? La respuesta es: nada. Así como en la historia de Apolo y
Dafne, sea cual sea el resultado, y aún con el dolor que ese final puede significar, hay un final, hay un
desenlace, hay una respuesta. Así como esa flecha fue enviada a estos dos personajes, así nos toca el
mundo, así nos toca incluso esta pandemia que azota a la humanidad, con la limitante que solo modifica
una parte, no todo.
La historia del Dios Apolo y la ninfa Dafne termina cuando esta última es transformada en un árbol ‒
por voluntad propia‒ para escapar del amor de Apolo y aun así, el enamorado decidió cuidar de ella para
siempre ¿No fue esta una gran sorpresa para quienes leímos este relato?
Bueno, así mismo estamos en la vida, podemos esperar mucho, recibir diferentes flechas, pero el
porvenir nos traerá opciones, variadas y desconocidas, en nuestras manos siempre queda una parte de
nuestras vidas, la flecha fue capaz de tocar a Dafne, pero ella decidió su final, del mismo modo la flecha
todo a Apolo, y él vivió su amor aún con la imposibilidad del mismo. Entonces, aun cuando hay una parte
que no podemos controlar ni manipular, en nuestras manos siempre quedará la otra parte. Sin duda esta
pandemia realizará muchos cambios, incluso algunos no llegarán al final, sea como sea, habrá opciones.
¿Restos humanos o desechos del Sistema? ¡Sí, por favor! [40]

La pandemia del Covid-19 nos permite —nos obliga— y nos invita a reflexionar con más regularidad, lo
que en principio nos exhibe cómo el solo hecho de pensar estaba contaminado por el modelo que
vagabundea por el país. En medio de mi reflexión me llegaron breves recuerdos de algunos hitos que
prontamente comenzaron a emerger, por ejemplo, que el virus se difundió tan rápido como las noticias
falsas, algunos análisis en los cuales se culpaba a la población china, que el coronavirus nació por el
hecho de comer murciélagos, otros culparon al capitalismo, un grupo por otro lado no tardó en afirmar
que EE.UU. estaba involucrado porque algo se tramaba, no faltó quien culpó a los científicos y que
mediante un error de laboratorio este virus se escapó, fuimos bombardeados por este tipo de información,
verdadera o no, alocada o no, lo cierto es que todos en algún momento sentimos un poco de empatía por
ellas, en medio de nuestra desesperación y al carecer de explicaciones consensuadas respecto del origen,
constitución y efectos, nos subíamos al primer barco que encontrábamos aunque este nos dejará en medio
del mar abandonados, a fin de cuentas ya estábamos a la deriva.
Bueno, independiente de nuestro grado de complicidad con estas noticias, otro punto a considerar es
que una gran mayoría se tomó —y aquí con honor me incluyo— el tiempo de leerlas… encerrados, sin
mucho que poder hacer en nuestras casas, los teléfonos y computadores eran nuestros aliados, y en este
sentido las redes sociales ya no estaban siendo saturadas por memes o tik-tok sino que también comenzó
toda una nueva ola de difusión de información respecto del virus. En la pandemia, desde Chile nos
manteníamos perfectamente informados de lo que acontecía en Europa, en muchos casos estábamos más
informados de lo internacional que de las reales cifras que había en nuestro país, aunque bueno, por si
algunos no estaban enterados esta última parte no dependía de nosotros sino de la manipulación que se
aplicó a éstas por parte del ex ministro de Salud.
Antes de continuar, comparto un fragmento escrito por Nora Merlín (2019) quien afirma:

El neoliberalismo produce una subjetividad calculada por el marketing, un sentido común digitado,
una masa de autómatas con una retórica repetitiva de frases vacías, frívolas y banales. El poder de
los medios de comunicación opera promoviendo identificaciones a través de imágenes,
imperativos, instalan afectos como el odio, la angustia y la pasión por la ignorancia, propagando
creencias y prejuicios como significaciones absolutas que condicionan las percepciones: se trata de
hacer creer para ver.

Lo que percibió en su momento la autora puede perfectamente extrapolarse a la realidad que vivimos
hoy por hoy y la cual emergió como resultado de la pandemia, en el sentido de que esta etapa del
neoliberalismo en la que nos encontramos llamada por muchos: capitalismo se ve en cierta medida aún
más colonizado, intoxicado, contaminado producto de los procesos de confinamiento obligatorio. Si hay
subjetividad que puede ser influenciada o manipulada por los medios de comunicación de masas, no es
una locura plantear que estamos frente a un vacío histórico importante, un vacío que sin duda será
completado por una nueva transformación del modelo político-económico. La subjetividad proclive para
manipular, mediante este proceso que vivimos como humanidad se verá trastocada y tomará un nuevo
rumbo que hasta antes de la pandemia no existía, los clínicos de seguro compartirán conmigo la hipótesis
de que habrá toda una serie de impactos en la constitución del sujeto que será tema interesante de
investigación en generaciones futuras.
Por otro lado, lo interesante del panorama es como los ideales universales expuestos en los medios de
comunicación estaban enfocados a salvar en cierta medida al país, ya no buscaban desesperadamente una
imagen específica para generar unidad, o que la población se alinee a las filas que el gobierno esperaba.
Los comunicados mostrando que en Chile estamos en una crisis importante, pero… hay otros países que
están peor, enviaban un mensaje claro a sus habitantes: no deberías quejarte , Cállate y sigue esperando ,
esto solo demuestra que la violencia neoliberal persistió, pese a la crisis.
Al leer el artículo: “Colonización de la subjetividad y neoliberalismo” de Nora Merlin, articulo que
aprovecho de recomendar al lector, me llamó profundamente la atención el concepto de restos humanos ,
claro, los restos humanos del modelo son los discapacitados, los migrantes, la tercera edad, en resumen,
todo aquel que no está en condiciones de seguir el correr acelerado de la economía y producir… Lo que
me interesó es cómo este concepto logra resumir nuestros días… Espero no parecer muy pesimista, pero
desde mi perspectiva una gran parte de las sociedades tras la llegada de la pandemia ocupamos el lugar
de restos humanos encerrados en casa, sin poder trabajar, sin poder producir, pasamos a ser nada más
que una carga insoportable e insostenible para la economía de los países, desechos que el Estado,
específicamente el chileno, no supo cómo apoyar y sostener.
En Chile esto es fácil de identificar, o al menos no debería ser gran sorpresa para muchos en vistas
del hecho de que no importando la continuidad del virus en las calles, las autoridades buscaban
desesperadamente la fórmula adecuada para que ciudadanos persistan en sus labores, que los locales
comerciales permanezcan abiertos y el llamado a regresar a la normalidad era parte del cotidiano de los
comunicados del gobierno, de las instituciones, de los municipios, de los medios de comunicación.
Debo confesar, no sin la vergüenza necesaria, que al inicio de la pandemia me gustó profundamente
pensar en un escenario común, pensar que todos estábamos en el mismo barco, que no importaba tu clase
social, nivel de educación, lugar de residencia, la ubicación geográfica, etnia, etc. Fueras quien fueras
estabas en una situación similar al otro, expuesto de igual manera al virus; con el paso de los días, y
sobre todo cuando las cifras comenzaron a avanzar sin freno, la clase alta tomó sus helicópteros para
viajar a sus segundas viviendas y pasar la cuarentena en la playa, en sus fundos del sur de Chile, etc…
Mientras un grupo humano pasaba largos periodos de autoaislamiento, la contracara era el grupo que
debía seguir en las calles sin opción alguna. A propósito del tema de los medios de comunicación, también
es importante señalar que las transmisiones en muchos casos exhibían aún más las ineficiencias del
Estado, matinales realizando eventos para conseguir comida para familias, campamentos, llamados a
campañas solidarias, debates de los diputados y senadores que terminaban en hacer de todo menos un
debate demostrando su desesperación y poco manejo de la situación ¿Por qué los matinales deben buscar
ayuda económica? ¿Por qué si el país no está en crisis, se ven a diarios en los noticieros a madres llorando
por no tener comida para darle a sus hijos o la tercera edad? ¿Por qué la tercera edad se suicidaba
incluso antes de la pandemia por no tener que comer?
Por último, y a modo de cierre, confieso que también me gustó pensar en que todos podríamos ser
parte de los desechos del Estado, de los restos del modelo. Pero no, lo cierto es que solo emerge una
nueva modalidad que dará paso a otra transformación del modelo, y que permitirá que sobreviva a esta
crisis humana y se prepare para la próxima. El hecho de cómo se logre esto es lo curioso, lo claro es que
las vidas de la población poco importan mientras Chile siga como cuna del neoliberalismo. En Chile la
segregación y la violencia económica es tan aterradora y dominante que ni la crisis del Covid-19 es capaz
de traer una pizca de humanidad.
Retorno de Anonymous y muerte de George Floyd [41]

Desde el pasado 25 de mayo las publicaciones de diferentes medios internacionales, nacionales y locales
comparten un contenido: Las manifestaciones y protestas que se extienden a lo largo de Estados Unidos.
Es curioso que la información circulando en estos persista siendo manipulada y adoptando la perspectiva
y/o lecturas que cada medio quiere brindar a sus lectores o espectadores. Lo cierto es que en el fondo de
estas protestas no hay presencia de una razón específica, sino más bien una mezcla de violencia, racismo,
xenofobia y tolerar los abusos por parte de las fuerzas policiales en contra de los ciudadanos de raza
negra; si bien el foco es EE.UU, la realidad que allí se vive no está alejada de otras ubicaciones
geográficas del mundo, pues, pese a los avances y las diferentes políticas que hay para proteger a la
población de otro color, o extranjeros, la violencia en contra de todo aquel que sea diferente persiste en
nuestro mundo contemporáneo.
Ahora bien, el disparador de estas olas de rabia desatadas de forma masiva fue la cruel e inhumana
muerte de George Floyd en el vecindario de Powderhorn, en la ciudad de Mineápolis, Minesota (Estados
Unidos); tras ser arrestado por cuatro policiales, fue asfixiado por ellos. En diferentes evidencias que
rápidamente comenzaron a circular por las redes sociales se vió que George suplicaba que levantaran las
rodillas que uno de los policiales mantenía sobre él ejerciendo presión contra su cuello. Tras su muerte la
rápida masificación de estos registros audiovisuales despertó la rabia y una oleada de indignación; como
consecuencia a este acontecimiento las protestas comenzaron a desencadenarse.
En medio de la crisis mundial que se vive producto de la pandemia del Covid-19 y, tras el cese del alza
descontrolado respecto de las cifras de muertes o contagios en algunos países, tras la extrema
sensibilidad social, el escenario se asemejaba a ese momento casi utópico o mágico que nos entrega la
película “Armagedón” (1998) dirigida por Michel Bay, en el cual, tras el primer fracaso de la tan ansiada
perforación la humanidad se impregna de desesperanza por la presencia latente del posible fin de mundo,
en instante se muestran imágenes de diferentes países: no es casualidad que los países que se muestran
en esas escenas son los que mantienen severos conflictos políticos. Se exponen variadas escenas de
personas abrazadas, rezando en comunidad: unidad, paz, humanidad. Antes de ese cruel e inevitable final
y extinción de la humanidad, el amor, la unidad y la paz reinando.
Esa realidad proyectada en el cine se extrapolaba en cierta medida al estado en el cual la humanidad
se mantenía, o el escenario que se añoraba. La llegada de este enemigo invisible identificado como Covid-
19 trajo consigo un freno a los diferentes estallidos sociales que se habían desencadenado previamente al
ingreso de la pandemia a algunos estados, algunos países con extremas diferencias políticas comenzaron
a apoyarse, tras los desastres la humanidad comenzaba a caminar en otra dirección producto de la
desesperación que nos acompañaba.
La muerte de George Floyd generó que se evitara cualquier intento por retornar a una normalidad.
Junto con las olas de manifestaciones en Estados Unidos, y tras la rápida proliferación y masificación de
la información, los demás países tomaron una suerte de identificación con el caso. Rememorando las
muertes que se han producido como consecuencia del abuso de poder no solo de las fuerzas policiales,
sino de diferentes dispositivos de sus respectivos países. Además, las manifestaciones de grupos humanos
incluso en medio de los periodos críticos de la pandemia continuaban. Por ejemplo, en Chile, tras las
ineficientes medidas que se tomaron durante la pandemia, los individuos continuaron con las
manifestaciones en diferentes regiones del país, otros tantos no podían dejar de estar en las calles porque
debían salir a diario a conseguir comida.
En ese contexto emergió otro inesperado regreso: el de Anonymous, quienes tomaron el centro de la
atención internacional, dada su declaración en la cual amenazaba al Estado, a las fuerzas policiales y a
diferentes personajes exigiendo justicia, dando a conocer diferentes casos previos de muertes que
ocurrieron en la obscuridad y el silencio. El retorno de Anonymous sin duda trajo consigo un gran revuelo
y conmoción, por ser un grupo que busca que la verdad salga a la luz. Esta carrera por la verdad pública
fue también una empresa que inició Julian Assange el fundador de WikiLeaks, quien tras dar a conocer
diferentes secretos fue perseguido y encarcelado.
Hay dos puntos a considerar y sobre los cuales reflexionar: primero, la muerte de George Floyd, si
bien es repudiable no es la única, hay cientos de muertes en un contexto similar. Segundo, la llegada de
Anonymous no es una lucha única, es una lucha y una búsqueda de la verdad como otras tantas. Esto no
significa dejar de apoyar, sino que el punto importante es no olvidar . No olvidar a todos los muertos y
prisioneros que tras mantenerse en el camino de una búsqueda de la justicia social; de la verdad, de la
equidad e incluso de la dignidad: han sido cruelmente callados.
Este escrito apela a esto, letras que buscan no dejar atrás a nuestros muertos y, cuando escribo
nuestros muertos no me refiero a un país en específico, sino a todos los que no tuvieron opciones de alzar
la voz, a dejar atrás la ilusión de un progreso, de libertades, porque no es más que eso: ilusiones. Lo
cierto es que muchos siguen siendo violentados, vulnerados y encerrados injustamente.
El escenario actual, lo describe Slavoj Žižek (2020), quien manifiestó:

Nuestro mundo se está ahogando gradualmente en la locura: en lugar de una acción global
solidaria y coordinada contra la amenaza del Covid-19, no sólo están proliferando los desastres
agrícolas, lo que aumenta la posibilidad de hambruna (…), sino que también está estallando la
violencia política, a menudo ignorada por los medios de comunicación (…). Volver demasiado
rápido a la normalidad , como propugnan Trump y su administración, expone a muchas personas a
la amenaza mortal de la infección, pero no obstante la exigen, ocultando así cualquier rastro del
delito de Trump (y del capital); hay que contrastar estas protestas contra el encierro con la
continua explosión de rabia provocada por otra muerte en el paraíso americano, la muerte de
George Floyd en Minneapolis.
Aunque la rabia de los miles de negros que protestan contra este acto de violencia policial no está
directamente relacionada con la pandemia, es fácil discernir de sus antecedentes la clara lección
de las estadísticas de muertes por Covid-19: los negros e hispanos tienen muchas más
posibilidades de morir debido al virus que los estadounidenses blancos. Así pues, el brote ha
puesto en manifiesto las consecuencias muy materiales de las diferencias de clases en EE.UU: no
solo es cuestión de riqueza y pobreza, sino que también es literalmente, una cuestión de vida o
muerte, tanto en lo que respecta a la policía como a la pandemia del coronavirus.

Del análisis del autor esloveno podemos extraer el fondo de las manifestaciones que se viven en
EE.UU, la desesperanza de la población ya estaba presente, en ese mandato a retornar a una normalidad
de manera rápida, cuando ese regreso a sus trabajos, por ejemplo significa que los más pobres, los que no
pueden autoaislarse, se contagien y las probabilidades de morir sean altas. Este mandato a la normalidad
también exige un retorno a mantener el silencio de las violencias políticas, a mantener bajo llave los
secretos de las redes de pedofilia, etc. Un regreso a una normalidad es volver al adormecimiento, a
tolerar todas las injusticias por las cuales muchos han muerto.
En “Azul” la primera película de la trilogía de los colores escritas, producidas y dirigidas por el polaco
Krzysztof Kieślowski , hay un diálogo que se repite tras las desgracias y desesperanza que le tocan a la
protagonista: en diferentes escenas le aconsejan que siempre hay que guardar algo, nunca hay que
desprenderse de todo. Si tenemos suerte y el destino nos acompaña tras todo lo que acontece y todo lo
que vendrá, espero que tengamos la opción de guardar algo, aunque sea un poco de humanidad.
Hablar de ideal en medio de la desesperanza chilena [42]

En Chile la pandemia del Covid-19 sin duda generó más caos que el que cualquiera de los chilenos
esperaría. Ahora bien, recapitulando a esta altura del año, podemos visualizar que no fue solo el virus del
Covid lo que tuvo, y tiene, al Estado complicado, sino, que tristemente fue el gobierno el que logró de una
manera inimaginable romper los cimientos de su población incluso aún más que lo que el virus podría
haberlo hecho de manera autónoma. El virus en este sentido se tomó de la mano del gobierno y destruyó
a la población con más fuerza.
Lo aún más interesante de todo esto es que las consecuencias de las diferentes medidas y el proceso
mismo que se ha vivido en el último tiempo están en un suspenso total, o al menos esto cree la clase
política. La ciudadanía tras la humillación y represión violenta tiene más vivo que nunca el retorno a las
calles.
Tras los estallidos sociales se podría pensar que en lenguaje popular la vara quedó demasiado alta
respecto del inicio de nuevos movimientos sociales, e incluso se podría pensar que lograr un nuevo
despertar ciudadano de tal magnitud es una tarea lejana en tiempos de pandemia; sin embargo, gracias,
ha ocurrido todo lo contrario, gracias a las ineficientes medidas que el gobierno ha implementado desde
el inicio de esta catástrofe mundial que se siente en cada rincón este retorno de una revuelta popular
−quizás aún más potente que la superada−. No olvidemos que incluso en los momentos más críticos de
proliferación del virus en nuestro país, persistía un grupo en las calles exigiendo alimentos para poder
sobrevivir.
Con los movimientos sociales, los logros fueron importantes, no hay que olvidarlo: acuerdo de paz
social, nueva constitución para el 25 de noviembre -ahora 25 de octubre- por mencionar algunos.
¡Incluso! el alza de pasajes del metro −que fue el disparador de esas manifestaciones− se evitó, ¿y cómo
no hacerlo, si ya no hay metro?
Ahora, el escenario que parece complejo y cargado de utopía respecto del porvenir se ve impactado
por las ineficiencias de los líderes del Estado que han generado un hambre en su población. Un hambre
de justicia social, un hambre de dignidad, un hambre de cambio. En Chile, con la llegada de la pandemia
los despidos masivos, cierres de locales, fueron todo un hito; la clase más perjudicada, como es habitual a
través de la historia, fue la clase más baja, quienes con mucha suerte han sobrevivido endeudándose o
sacados sus ahorros. Esto en el mejor de los casos, en el país hay un grupo que simplemente paso
periodos sin contar con alimentos o con lo básico para vivir. Los noticieros intentaron romantizar esta
cruel realidad mostrando las luchas diarias de la clase baja exponiendo su sufrimiento diario y
demostrando cómo las personas pese a la adversidad logran sobrevivir, madres que para alimentar a sus
hijos lloraban en transmisiones en vivo, se utilizó el sufrimiento humano para hacer una llamado a
ponerse la manos en el corazón , dejando cuentas bancarias para que la población realice sus depósitos
de beneficencia y apoye a estas personas que sufren, olvidando que no es una familia la que pasa por esa
situación, son miles. Y en última instancia porque esta responsabilidad debe quedar en manos de la
población, cuando debería ser prioridad del Estado que su población no muera de hambre.
Por supuesto que la clase alta se robó el foco de atención por su gran corazón, por su bondad y
extrema solidaridad, realizando donaciones públicas a través de los matinales. Las formas de humillación,
el exhibir la segregación, el romantizar la pobreza y el esfuerzo allí presente. Lo obvio es ver que
mientras un grupo llora al aire en medios de comunicación de masas el otro toma el teléfono y dona
millones, viviendas, comida, etc. sin esfuerzo alguno.
Entrega de alimentos ineficientes, robo de las cajas con alimentos de la población por parte de
funcionarios de las diferentes ciudades, entrega de apoyo económico (que en muchos casos no llegó),
cifras alteradas, montos alterados. Estos y otros momentos vividos en este escenario pandémico
desencadenaron que durante el 2 y 3 de julio los manifestantes salieran en diferentes regiones del país.
Regreso de la represión y la violencia, detenidos e incluso la muerte de un ciudadano haitiano.
Estamos acercándonos a ese escenario ideal en el cual la injusticia, la humillación y el dolor del
pueblo, terminará desencadenando una descarga total, como forma de liberar la represión violenta que el
pueblo chileno tolera desde la dictadura cívico-militar de Pinochet.
Por ejemplo, el pasado 8 de julio, en el congreso de nuestro país se votó el proyecto de ley para
legislar el retiro del 10% de los ahorros para la tercera edad que están en manos de las AFP. La
ciudadanía estuvo expectante a esta votación, las redes sociales estaban estallando por todas partes, la
transmisión en vivo de este hito no dejó indiferente a nadie. Tras lo cual podemos ver cómo el pueblo
sigue operando bajo la frase que se sintió de extremo a extremo en el país desde el 18 de octubre del
2019, Chile despertó . Si bien, tras la llegada de la pandemia el gobierno creyó que el pueblo dormiría por
el terror, angustia y la desesperanza que traía consigo esta pandemia que azota al mundo, no sería tan
devastador como el virus ideológico que quedó exhibiendo su asquerosidad y putrefacción natural.
En suma, si Chile no se duerme y si seguimos despiertos es gracias a las ineficiencias del presidente y
su tropa de incompetentes que no hacen más que humillar a quienes más necesitan de ellos. Los más
pobres persisten como los más olvidados. Pues, en última instancia, serán los más pobres los que
terminen por dejar en jaque a la clase política que no hace más que seguir estafando a su gente y a ellos
mismos.
Desde temprana data la Humanidad ha sido corrompida por diferentes pandemias o plagas que han
dejado a civilizaciones enteras en jaque. En ese sentido, podríamos decir que estamos frente a una más
de las muchas que se han vivido. Sin embargo, olvidamos que este virus responde a un fenómeno
totalmente nuevo. Si, el virus pertenece a una familia específica, que en parte los científicos pueden
explicar, pero su constitución, origen e incluso forma de erradicación es incierta. Un enemigo invisible
que puede eliminarse con agua y jabón, pero que al mismo tiempo mantiene a países con fronteras
cerradas y los sistemas de salud saturados. Su singularidad es tan atrayente como terrorífica.
La pandemia del Covid-19 en cuanto comenzó a proliferar, despertó consigo dilemas que las
sociedades no visualizaban como importantes, por lo cual no entregaban prioridad. Por otro lado, los
estados tomaron diferentes medidas tan variadas como opuestas, aunque muchas de ellas se repitieron en
los continentes: cierre de fronteras, aumento en la producción de mascarillas y ventiladores, cierre del
comercio nacional ¡carreras desenfrenadas por comprar todo el confort posible! Las medidas y acciones
que tanto los políticos, instituciones e individuos respondieron a una amplia variabilidad. Cada uno osciló
entre encontrar necesario o una ridiculez lo que estaba ocurriendo, cada quien manifestó su lectura de lo
que acontece.
Particularmente, esta crisis humanitaria mundial nos llevó obligadamente a repensar nuestras vidas,
nuestro cotidiano se vio alterado y junto con ello tuvimos tiempo de poder analizar con más detalles la
forma en que se tomaban decisiones en las esferas económicas, sociales, culturales, sanitarias, políticas,
etc. Entre tantas cosas, por ejemplo, tras la llegada de la pandemia hemos descubierto que el tele-trabajo
es una modalidad que funciona bastante bien para algunos oficios o profesiones, como también visualizar
que la modalidad es imposible para otros y que aquí hay temas que afloran, una contracara económica
importante.
Gracias al movimiento feminista nos permite ver que tiempos de encierro la violencia aumenta, el
encierro obligatorio con quien violenta y daña física y psicológicamente, es un tema que debe ser
prioridad, una urgencia que las autoridades han dejado para después.
El medio ambiente nos demostró cómo el ser humano no es más que un virus asqueroso y destructor
para el bienestar y porvenir de la naturaleza: en tiempos de encierro y cierres de industrias la
contaminación en diferentes ubicaciones del mundo disminuyo notablemente. Podríamos aquí recordar (o
dar a conocer al lector, si es que no está enterado) el “Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo” (PNUD) tiene presencia en más de 170 países y territorios, generando que el hambre ha
disminuido a la mitad, la pobreza extrema ha disminuido casi a la mitad. Hay más niños yendo a la
escuela y menos están muriendo. Ahora, estos países quieren construir sobre los numerosos logros de los
pasados 15 años e ir más allá. El nuevo conjunto de objetivos, los objetivos de desarrollo sostenible
(ODS), aspiran a erradicar la pobreza y el hambre para el año 2030. Líderes mundiales, reconociendo la
conexión entre personas y planeta, han fijado objetivos para la tierra, los océanos y las vías fluviales. El
mundo está ahora mejor conectado de lo que estaba en el año 2000 y está construyendo un consenso
sobre el futuro que queremos. En ese futuro, todas las personas tienen suficiente comida y pueden
trabajar; vivir con menos de $1.25 el día es cuestión del pasado. Quizás esta pandemia nos lleve a cumplir
esta meta fijada para el 2030, quizás lo ambicioso de ese futuro próximo, no sea solo utopía.
Ahora bien, no podemos dejar de mencionar a los inmigrantes, quienes en muchos casos tuvieron que
pasar por periodos y procesos que los vulneraron desde donde sea que se mire su situación: alejados de
sus tierras, con fronteras cerradas, sin trabajo y alimentos. Todo esto y otros tantos puntos importantes,
me llevan a aseverar que la pandemia llegó para exhibir cómo la segregación es algo presente, muy
presente. Básicamente el escenario se resume en que mientras un grupo de la población podía alejarse de
las ciudades con más alto contagio, escapando a sus segundas viviendas, a otras ciudades, etc., el otro
grupo no tenía opciones y debía seguir trabajando, exponiéndose al virus. Este acontecimiento dejó a los
países en total desnudez. Los temas pendientes, los temas que permanecían bajo la alfombra, esos que los
políticos e instituciones omitían, con la pandemia brotaron y fue imposible seguir silenciándolos u
ocultándolos. Ya podemos sentirlos y verlos con más claridad.
Ya no corremos, al estar encerrados, logramos ver cómo nos movían. Por otro lado, diferentes
disciplinas no tardaron en aportar desde las herramientas que cada una les brinda, sociólogos,
historiadores, psicólogos, psiquiatras, analistas políticos, filósofos, investigadores científicos,
epidemiólogos, virólogos, etc. etc., la lista es muy extensa, los documentos, análisis, que han emergido
desde la llegada de la pandemia son tan variados como inservibles, en muchos casos estas lecturas han
servido mínimamente para tomar consciencia de puntos no considerados, como sea el final del día, el
resultado es que pese a los intentos e incluso a las intenciones de los escritores e investigadores, la
humanidad sigue a la deriva, sin respuesta alguna y sin posibles soluciones.
En nuestro día, aún con la incertidumbre de todo y el miedo que hay frente a una nueva ola de
contagios, las sociedades comienzan a moverse en medio de esta nueva normalidad en la cual nadie sabe
mucho qué hacer ni cómo moverse. Empero, este movimiento obligatorio, tiene un fondo claro: la
economía no puede esperar.
Específicamente en Chile, la pandemia nos demostró como los estallidos sociales fueron necesarios y
tenían una justificación total; ahora en medio de la incertidumbre nacional, los estallidos sociales tienen
más sentido que nunca, producto de que el Estado busca desesperadamente mantener su economía,
producir, generar riquezas, sin importar cuánto se expone su población.
Los manifestantes siguen despiertos incluso en tiempos de pandemia, ¡imposible dormirse en medio
de tanta injusticia! En pleno julio del 2020 y aún con el virus rondando en las calles del país, en diferentes
regiones se comienza a notar el retorno de las manifestaciones ¡ya no hay miedo! ¡ya no hay nada que
perder! El pueblo notó que las medidas que buscaban ayudar a la población más vulnerable, fueron
ineficientes, humillantes y en última instancia, llegaron bastante tarde. La población ya está enfurecida y
con hambre, es el mismo líder del Estado quien trae a la mesa el retorno de las movilizaciones, como una
forma de alzar la voz por todas las injusticias y la vulneración que no ha cesado.
Recuerdo y comparto un fragmento que pese al tiempo no queda obsoleto, corresponde a Walter
Benjamín, (1998: 2001), quien escribía:

¿Qué significa ganar o perder una guerra? Cuán evidente es la ambigüedad en ambas palabras. La
primera nos remite al desenlace. La segunda, por su parte, indica el cuerpo hueco y la base de
resonancia que produce, significa la guerra en su totalidad y expresa la manera en la cual el
desenlace perdura en nosotros. Dice: el vencedor se queda con la guerra, al vencido le es
sustraída; dice: el victorioso la hace suya, la convierte en su propiedad, el derrotado no la posee
más, debe vivir sin ella. Y esto no sólo es cierto con respecto a la guerra a secas y en general sino
también con respecto a cada una de sus mínimas vicisitudes, sus maniobras de ajedrez más sutiles,
su más remota acción. De acuerdo con los usos del lenguaje, ganar o perder una guerra alcanza
tales profundidades en el tejido de nuestro ser que por ello nos enriquecemos o empobrecemos de
por vida en pintura, imágenes y descubrimientos. La dimensión de la pérdida se hacen patentes al
recordar que fuimos derrotados en una de las guerras más grandes de la historia universal y en la
que por añadidura estaba involucrada toda la esencia material y espiritual del pueblo.

¿Por qué este fragmento? Pues llegan a mi memoria los dichos de Sebastián Piñera durante el 2019,
cuando mencionó en medio de las manifestaciones ¡Estamos en guerra! . Por eso el título de este escrito,
en honor a esa frase que prontamente se difundió en todo el país; considero que ahora la guerra es real,
una triste guerra contra el pueblo. Claro, aunque esto fue rápidamente aclarado, la aclaración no hacía
más que reforzar la verdad tras estas palabras, esa guerra que se mencionaba, tenía un campo de batalla
definido, el campo de batalla de esa guerra que el presidente declaraba, somos todos y cada uno de los
chilenos que exigimos un cambio, en este sentido, la guerra persiste, porque los chilenos seguimos
clamando por justicia, por dignidad, por mejora.
Los chilenos creemos que no es bueno que en nuestra época nuestra gente siga muriendo de hambre,
durmiendo en las calles o simplemente suicidándose porque no tienen comida para el día siguiente,
porque no hay esperanza, porque los sueños se acabaron. La guerra que el presidente declaró a su pueblo
no fue un mero arrebato lingüístico, fue una explicación de la realidad, del escenario en el cual Chile
desde hace muchos años se mantiene. Una guerra en la cual los perdedores por más de 30 años son los
pobres.
Dejando atrás las manifestaciones y dilemas que se vuelven vigentes, es necesario mencionar un
dilema nuevo, el cual ha sido foco de atención nacional en los últimos días: las AFP. Hay opiniones
antagónicas frente a este proceso que se está desencadenando, hay reacciones por parte de los ministros,
autoridades y líderes de grupos humanos que no hacen más que servir de material predestinado a quedar
en la basura o servir como chistes y burlar.
Pero también hay posiciones que merecen aplausos. Sin embargo, creo que quien nos trae una lúcida
respuesta es el chileno Daniel Matamala (2020), quien afirma y nos recuerda:

El dinero de nuestros fondos de pensiones (nuestro dinero) es dueño de parte importante de las
grandes empresas chilenas, elige directores en ellas y define su gobierno corporativo. Tiene voz y
voto en qué proyectos priorizan, qué normas laborales o ambientales respetan, o cómo fiscalizan
que la empresa no viole la ley. Todo ello lo hacen sin preguntarle ni consultarle a usted. Parece
increíble, pero es real. Nosotros (usted, yo y otros 10 millones de chilenos) somos los dueños de
buena parte de megaempresas como Cencosud (16,55%), Colbún (17,63%), Endesa (15,33%),
Enersis (12,69%) o CMPC (11,58%).

De este fragmento lo increíble es el poder que la mayoría de los chilenos que cotizan —trabajadores—
tienen y no son conscientes de poseer. Otro dato importante es que estos dineros, que corresponden a los
chilenos, incluso son utilizados para el apoyo de campañas políticas. La pregunta que cabe preguntarse
es, ¿los chilenos son consultados por las AFP respecto de los movimientos que se realizarán con sus
ahorros? La respuesta es un no rotundo. Los magnates de estas empresas no hacen más que enriquecerse
y acumular aún más riquezas, realizar negocios sucios, colisiones, engaños y estafas a nosotros mismos,
quienes en el fondo somos quienes construimos sus riquezas con nuestro esfuerzo diario.
Todo proceso histórico, independiente de cuál sea, es algo progresivo, tiene niveles, etapas, como
quiera llamársele; sin duda alguna, esta pandemia como proceso histórico, ha significado trastocar
diferentes escenarios, y eliminar lo que conocíamos por realidad , ahora estamos en un proceso
progresivo, lento y desgarrador en el cual nos encontramos todos en la misma dirección: construir
nuestra nueva realidad, construir nuestro porvenir. Construir en última instancia un nuevo modelo
político y social. El refrán popular al que todos nos aferramos en nuestros días es sin duda “Después de la
tormenta sale el sol”.
Si bien esta pandemia está cargada de deshumanización, también es necesario poner énfasis en la
solidaridad espontánea que en nuestro país surgió, Albert Camus afirmaba que “existe una solidaridad de
todos los hombres en el error y en el extravío”. Siguiendo esta dirección en la cual reflexionaba el autor, y
tras la ineficiencia del gobierno, que se ha intentado resumir en las líneas anteriores, la población optó
por actuar, siendo su actuar mucho más humano que el que los líderes políticos hicieron desde que el
Covid tocó las tierras chilenas. Por ejemplo, frente al hambre, los vecinos de diferentes poblaciones, pese
a su extrema pobreza, ayudaron a quienes tenían menos, los pobres en ayuda de los más pobres ¿no es
esto un espectáculo conmovedor y esperanzador respecto de la humanidad que hay en situaciones de
crisis?
Incluso las rivalidades que en muchos casos se vivían en ciertos lugares quedaron de lado, ya no
importaba si el vecino era de un partido político u otro, si pertenecía a un equipo de fútbol u otro, solo
importaba ayudar. En suma, el pueblo ayudando al pueblo. La unidad que nos caracterizó desde el 18 de
octubre del 2019, es decir, esa extrema solidaridad, compañía, protección que nos dimos en las calles en
medio de las manifestaciones, hoy en medio de la pandemia persiste. En este sentido, pese a la
adversidad, seguimos acompañados, no estamos solos, seguimos luchando juntos. Estamos dejando todo
en el presente, para que, en el porvenir, no falten nuestros compañeros.
Occidente en movimiento: buscando una nueva normalidad [43]

Para la cultura occidental, la muerte es parte de sus estructuras fundantes, intentar construir nuestra
historia sin considerar a los muertos, los antepasados; intentar abordar el presente sin considerar todo lo
perdido, sería comenzar sin una base, la estructura resultante podría derrumbarse con un pequeño viento
documental que exhibiese todo lo omitido, lo no considerado.
La pandemia del coronavirus (Covid-19) dejó innumerables catástrofes humanas, miles de pérdidas de
todo tipo y en todos los niveles de las esferas sociales, pérdidas económicas; culturales; sociales, etc.
Todo lo que conocíamos como nuestra normalidad quedó atrás, lo cotidiano es complejo definirlo en
nuestros tiempos de construcción de una nueva normalidad. Lo cierto, es que, en medio de la
incertidumbre, las sociedades comienzan a moverse, independiente de la dirección que se tome estos
giros de los estados están fuertemente influenciados tanto por dilemas políticos como económicos, la
ideología fuertemente activa en el proceso de organización.
Desde temprana data la pandemia se cobró vidas, el virus tocó cada rincón del mundo, la ciencia, los
avances tecnológicos y médicos no lograron detener este enemigo invisible que lograba exterminarse con
agua y jabón. Las muertes, si bien pueden contabilizarse y los entes encargadas de esto son variados,
dejan como contracara y como parte invisibilizada el impacto emocional y social que deja el proceso. Los
sistemas de salud en algunos países se vieron saturados y el resultado de eso fue que las muertes
incrementaron sin límite ni forma de frenarse, a nivel mundial el número de muertes en la actualidad
alcanza la cifra de 679.439.[44]
Entonces, esta nueva normalidad que el mundo entero debe construir se ve fuertemente influenciado
por las muertes con las que cargaremos, con el dolor, con todo aquello que el proceso deja como huella en
cada uno de los que tenemos el privilegio de pasar y conocer las siguientes etapas que el mundo
contemporáneo tendrá que vivir.
Respecto de lo anterior, Michel de Certeau (1978, 1999, 2006) afirma:

En Occidente, el grupo (o el individuo) se da autoridad con lo que excluye (en esto consiste la
creación de un lugar propio) y encuentra su seguridad en las confesiones que obtiene de los
dominados (constituyendo así el saber de otro o sobre otro, o sea la ciencia humana). Sabe que
toda victoria sobre la muerte es efímera; fatalmente, la segadora vuelve y corta. La muerte
obsesionaba a Occidente. Desde este punto de vista el discurso de las ciencias humanas es
patológico: discurso del pathos, calamidad y acción apasionada, en una confrontación con esa
muerte a la que nuestra sociedad ya no considera como un modo de participación en la vida. Por su
cuenta la historiografía supone que es imposible creer en este tipo de presencia de los muertos
que ha organizado (u organiza) la experiencia de civilizaciones enteras, y por lo tanto ya es
imposible tenerlos en cuenta y debemos, pues, aceptar la pérdida de una solidaridad viva con los
desaparecidos, trazar un límite irreductible. Lo perecedero es su base; el progreso, su afirmación.
En uno está la experiencia que compensa y combate lo otro. La historiografía trata de probar que
el lugar donde se procure es capaz de comprender el pasado, por medio de un extraño
procedimiento que impone la muerte y que se repite muchas veces en el discurso, procedimiento
que niega la pérdida, concibiendo el presente el privilegio de recapitular el pasado en un saber.
Trabajo de la muerte y trabajo contra la muerte. Este procedimiento paradójico se simboliza y se
efectúa con un gesto que tiene valor de mito y de rito a la vez: la escritura.

De este texto podemos extrapolar lo que plantea el autor en ese proceso de escritura práctica de la
historia que tenemos la obligación de realizar. Por ejemplo, en Chile, las cifras de muertes hoy responden
a un total de 9.457, este dolor humano con el cual el país debe cargar se ve incrementado debido a que
previo al escenario pandémico el país se encontraba en medio de estallidos sociales, en estos las
violaciones a los Derechos Humanos (DDHH) fueron variados y se extendieron a lo largo del país,
perdidas oculares e incluso muertes.
Por otro lado, específicamente en Chile, el movimiento en búsqueda de la construcción de una nueva
normalidad solo está influenciado por la necesidad del país, de los líderes y empresarios del país, en
recuperar la economía, en salvar lo económico. Incluso en el escenario más complejo las autoridades
privilegiaron el comercio por sobre las vidas humanas, las medidas ineficientes y la respuesta tardía a la
crisis significó que el virus avanzará y cobrará muchas más vidas que las que se debieron perder.
Las pandemias en la historia de Chile son varias, de gripe H2N2, H1N1, tifus, viruela, cólera,
influenza, etc. De estos hitos históricos con un fuerte carácter catastrófico se ha aprendido algo, en el
sentido de que los sistemas de salud han ido mejorando, se promueve la higienización de la salud, ya no
solo se consideran los daños físicos sino también el estado psicológico de los individuos que viven estos
procesos. Pese a que efectivamente se puede hablar de un progreso, todo progreso es nulo, se sigue
cayendo en decisiones que se traducen en muertes, se sigue privilegiando lo económico, se sigue
manteniendo una vulneración y violencia en contra de la población más pobre, se siguen ignorando las
realidades de los campamentos, de los trabajadores sin contrato. La pandemia llegó para mostrar la
extrema fragilidad humana, la fuerza de la naturaleza y lo poco que importan los avances de todo tipo,
nuestra época sigue marcada por una ingenuidad y por una vulnerabilidad que no puede extinguirse.
Aproximación desde Roland Barthes y Jacques Lacan: escritura en
tiempos de pandemia [45]

“La palabra es sin duda mediación, mediación entre el sujeto y el otro, e implica la realización del otro
en la mediación misma”
J. Lacan, 1953-1954 p. 82

La presente reflexión indaga en el prisma postestructuralista presente en los textos de Roland Barthes y
Jacques Lacan, en el intento por unir dos temáticas que funcionan y emergen desde las palabras, a saber:
la lectura y la escritura. Intentar estudiar una sin la otra es un reto complejo y por eso el presente escrito
las une manteniendo por objeto generar un esbozo de algunos de los aportes que realizan los dos autores
mencionados. A partir de los extensos periodos de confinamiento debido al impacto de la pandemia del
Covid-19 en el mundo, las armas para mantenernos en pie, para una gran mayoría han sido tanto la
lectura como la escritura, retornan a nosotros con más fuerza y actuando en muchos casos como una
suerte de refugio en estos tiempos que nos corrompen.
Introducción. Roland Barthes (1994) nos recuerda que el individuo habita en el lenguaje, emerge
desde y para el lenguaje, emerge en la brecha entre el que escribe y el que lee, emerge desde el mismo
vacío que entregan las no-palabras. Respecto de la escritura es en el terreno de la literatura donde
hallamos su nido, el hilo conductor que nos lleva a conocer todos los saberes y disciplinas que conocemos,
en nuestros tiempos, en la complejidad del escenario que nos toca habitar hemos sido testigos directos
del incremento desproporcionado de producciones teóricas y científicas, en la gran mayoría de estas,
incluso en el presente texto, el foco se repite: el fenómeno de la pandemia de Covid-19. Este virus llegó
para dejar a la humanidad en jaque, y a su vez ha actuado como una verdadera suerte de disparador para
que una serie de dilemas sociales, políticos, humanos, culturales, económicos y de todas las esferas
vuelvan a exhibirse.
En medio de la crisis histórica que vive el mundo producto de este enemigo invisible, es necesario
retornar a Barthes para poder deconstruir lo que nuestra época mediante la colonización subjetiva del
neoliberalismo pretende dejar atrás: la importancia y el abismo que hay detrás de las palabras.
Roland Barthes (1967) afirmaba lo siguiente, cito en extenso:

La literatura posee todas las características secundarias de la ciencia, es decir, todos los atributos
que no la definen. Tiene los mismos contenidos que la ciencia: efectivamente, no hay una sola
materia científica que, en un momento dado, no haya sido tratada por la literatura universal: el
mundo de la obra literaria es un mundo total en el que todo el saber (social, psicológico, histórico)
ocupa un lugar, de manera que la literatura presenta ante nuestros ojos la misma gran unidad
cosmogónica de que gozaron los griegos antiguos, y que nos está negando el estado parcelario de
las ciencias de hoy. La literatura, como la ciencia, es metódica: tiene sus propios programas de
investigación, que varían de acuerdo con las escuelas y las épocas (como varían, por su parte, los
de la ciencia), tiene sus reglas de investigación, y, a veces, hasta sus pretensiones experimentales.
Al igual que la ciencia, la literatura tiene una moral, tiene una determinada manera de extraer de
la imagen que de sí misma se forma las reglas de su actividad, y de someter, por tanto, sus
proyectos a una determinada vocación de absoluto (p.14).

Este breve fragmento nos deja huellas de lo que hoy por hoy es necesario analizar, ¿qué es lo que
atraviesa las producciones de nuestra época? ¿Cuáles son los elementos en común que independiente de
los prismas que se consideren prevalecen tal como patrones?, la respuesta es compartida: las palabras.
En tiempos de incertidumbre, de desesperanza, de vacío, de vagabundear buscando un nuevo
porvenir, una nueva normalidad, lo que prevalecen son las palabras, si todos estamos en el mismo barco
es porque todos compartimos una misma carta que nos llegará inevitablemente, y porque todos estamos
constituidos desde lo mismo, la falta que nos acompaña y que es inseparable de lo que somos, aunque ni
siquiera podamos definir qué es lo que somos.

Anudados a las palabras y al lenguaje… ¿Qué significan las palabras? ¿De dónde emergen? ¿Cuál es
su núcleo? ¿Cómo llenar el vacío que acompaña al lenguaje? ¿Es lo mismo palabra que lenguaje ? ¿Qué
los une y/o separa? El término ‘palabra’ proviene del latín ‘parabola’, puede traducirse como unidad de la
lengua; por otro lado ‘lenguaje’ proviene del latín ‘lingua’ lo que significa un sistema de creencias. De
manera que lo uno se complementa de lo otro, son una colisión difícil de fragmentar, van acompañadas,
devienen juntas. Para Roland Barthes (1966) el lenguaje no puede ser considerado como un simple
instrumento, utilitario o decorativo, del pensamiento. El hombre no preexiste al lenguaje, ni filogenética
ni ontogenéticamente. Nunca topamos con ese estado en que el hombre estaría separado del lenguaje, y
elaboraría este último para expresar lo que pasa en su interior: es el lenguaje el que enseña cómo definir
al hombre y no al contrario.
Aquí es necesario también recordar a Jacques Lacan (1953-1954) quien, en el Seminario 1 Los
escritos técnicos de Freud , afirmaba:

La palabra es la que instaura la mentira en la realidad. Precisamente porque introduce lo que no


es, puede también introducir lo que es. Antes de la palabra, nada es ni no es. Sin duda, todo está
siempre allí, pero solo con la palabra hay cosas que son- que son verdaderas o falsas, es decir que
son- y cosas que no son. Sólo con la palabra se cava el surco de la verdad en lo real (p. 333)

¿Cómo poder pensar lo que es o no es sin palabras? ¿Cómo despegarnos de las palabras si incluso
cuando no hablamos están invadiendo nuestros pensamientos y todo lo que somos?

Escritura como nuevo hogar. La llegada de la pandemia al mundo entero generó un caso importante:
los individuos sin importar su nacionalidad, edad, orientación sexual, cultura, estatura, sin importar de
quién sea que se trate, todos y todas sintieron, aquí me incluyo, el peso de la pandemia con todo lo que
implica, efectos psicológicos, económicos, políticos, sociales, etc.
El Covid-19 generó un antes y un después, todo lo que conocíamos como nuestro cotidiano se vio
abruptamente desvanecido, evaporado, todo lo que quedó fue saturación de los sistemas de salud, crisis
de salud mental, crisis económicas, cientos de pérdidas humanas, caos, inestabilidad, transformación.
En medio de la incertidumbre que deambulaba por cara rincón del mundo, algunos encontramos
refugio en las letras, palabras, libros, textos, documentos. Ya sea como escritores o lectores en medio de
las palabras encontramos un nuevo hogar.
Esto no es nuevo, es un tema abordado desde temprana data por el autor que hemos decidido
explorar en este texto, por ejemplo, respecto de esto, encontramos en Barthes (1975)

Encerrarme con llave para aquellas de mis ocupaciones que exigían una soledad inviolable: la
lectura, el ensueño, el llanto y la voluptuosidad. Así pues, la lectura deseante aparece marcada por
dos rasgos que la fundamentan. Al encerrarse para leer, al hacer de la lectura un estado
absolutamente apartado, clandestino, en el que resulta abolido el mundo entero, el lector —el
leyente— se identifica con otros dos seres humanos —muy próximos entre sí, a decir verdad— cuyo
estado requiere igualmente una violenta separación: el enamorado y el místico (…) y el enamorado,
como sabemos, lleva la marca de un apartamiento de la realidad, se desinteresa del mundo
exterior. Todo esto acaba de confirmar que el sujeto-lector es un sujeto enteramente exiliado bajo
el registro del imaginario; toda su economía del placer consiste en cuidar su relación dual con el
libro (es decir, con la Imagen), encerrándose solo con él, pegado a él, con la nariz metida dentro del
libro, me atrevería a decir, como el niño se pega a la madre y el enamorado se queda suspendido
del rostro amado (p. 45).

Más adelante, en el mismo texto, escribiría:

En la lectura, todas las conmociones del cuerpo están presentes, mezcladas, enredadas: la
fascinación, la vacación, el dolor, la voluptuosidad; la lectura produce un cuerpo alterado, pero no
troceado (si no fuera así la lectura no dependería del Imaginario). No obstante, hay algo más
enigmático que se trasluce en la lectura, en la interpretación del episodio proustiano: la lectura —
la voluptuosidad de leer— parece tener alguna relación con la analidad; una misma metonimia
parece encadenar la lectura, el excremento y —como ya vimos— el dinero. (Barthes, 1975, p. 46)

A partir de estos dos fragmentos se puede exhibir la importancia que el autor entrega a la lectura,
siendo una aproximación que toca lo poético y que es parte de lo sublime de la vida del individuo.
Esto se puede extrapolar íntegralmente al escenario que se vivió producto de la pandemia: encerrados
en nuestras casas, nos aproximamos a nosotros mismos, entregamos en la lectura y escritura parte de
nosotros, conociéndonos, identificándonos, construyendo un porvenir a partir de cada palabra que se iba
dejando atrás en la medida en que el tiempo avanzaba.
Para el autor es a partir de la intensidad de la lectura, de ese momento en que nos sumergimos en las
páginas de un libro, donde encontramos también el deseo de la escritura, uno como efecto de la otra, y
viceversa, son una suerte de colisión inseparable, esto queda detallado mucho mejor en las palabras del
mismo autor, quien escribió:

La lectura es buena conductora del deseo de escribir (hoy ya tenemos la seguridad de que existe
un placer de la escritura, aunque aún nos resulte muy enigmático); no es en absoluto que
queramos escribir forzosamente como el autor cuya lectura nos complace; lo que deseamos es tan
solo el deseo de escribir que el escritor ha tenido, es más: deseamos el deseo que el autor ha
tenido del lector, mientras escribía, deseamos ese ámame que reside en toda escritura. Esto es lo
que tan claramente ha expresado el escritor Roger Laporte: “ Una lectura pura que no esté
llamando a otra escritura tiene para mi algo de incomprensible... La lectura de Proust, de
Blanchot, de Kafka, de Artaud no me ha dado ganas de escribir sobre esos autores (ni siquiera,
añado yo, como ellos), sino de escribir.” Desde esta perspectiva, la lectura resulta ser
verdaderamente una producción: ya no de imágenes interiores, de proyecciones, de fantasmas,
sino, literalmente, de trabajo: el producto (consumido) se convierte en producción, en promesa, en
deseo de producción, y la cadena de los deseos comienza a desencadenarse, hasta que cada
lectura vale por la escritura que engendra, y así hasta el infinito. (Barthes, 1994. p. 47)

Lo curioso es que no se puede identificar cuándo termina una y emerge la otra; en ambas la
intensidad, la entrega es total, lo consciente se vuelve inconsciente y lo inconsciente mediante el proceso
de la escritura brota por cada palabra que se va trazando. Los tiempos por medio de los cuales tenemos
que continuar errando sin rumbo fijo, nos entregaron a muchos un nuevo hogar, un refugio que sin
importar cuanto caos se genere nos acompaña, la lectura y la escritura emergen desde la palabra, y la
palabra es lo único que incluso una pandemia no nos puede arrebatar.

A modo de conclusión.
El lenguaje es el ser de la literatura, su propio mundo: la literatura entera está contenida en el
acto de escribir, no ya en el de pensar , pintar , contar , sentir . Desde el punto de vista técnico, y
de acuerdo con la definición de Román Jakobson, lo poético (es decir, lo literario) designa el tipo de
mensaje que tiene como objeto su propia forma y no sus contenidos. Desde el punto de vista ético,
es simplemente a través del lenguaje como la literatura pretende el desmoronamiento de los
conceptos esenciales de nuestra cultura, a la cabeza de los cuales está el de lo real . Desde el
punto de vista político, por medio de la profesión y la ilustración de que ningún lenguaje es
inocente, y de la práctica de lo que podríamos llamar el lenguaje integral , la literatura se vuelve
revolucionaria
Roland Barthes

Para Jacques Lacan un momento esencial emerge desde la palabra, el poder unirnos a los otros,
incluso el momento de interrupción de la palabra abre un espacio de cambio, empero, que tiene que ver
la teoría psicoanalítica en lo que hemos abordado en el presente escrito, a saber: la lectura, la escritura,
el lenguaje, la palabra. La respuesta es simple, para el campo psicoanalítico, específicamente para el
terreno lacaniano, es el mismo sujeto del inconsciente el que emerge desde el vacío reinante y dominante
de la palabra, desde allí, emerge estructura y vacío.
Somos lanzados desde el nacimiento a la confrontación de la palabra, avanzamos en la vida entre
palabras, entre el lenguaje, entre los símbolos o señales que nos permitan aproximarnos al otro, a la
civilización, a la sociedad. En medio de nuestros tiempos donde todo está en jaque, se pone en juego la
construcción a la que hemos estado acostumbrados, porque incluso esa antigua normalidad, nuestro
cotidiano y el porvenir, solo es posible expresarlo a través de las palabras.
Un nuevo dispositivo analítico

En tiempos profundamente marcados por el cuidado del Otro, en tanto mantener la distancia, usar
tapabocas e incluso generar un nuevo saludo, también en el terreno clínico del psicoanálisis actual —pese
a que el psicoanálisis como tal no existe ya que en realidad tendríamos que hablar de los psicoanálisis —
también sufre una modificación no menor en su dispositivo mismo.
Hasta hace poco, en ese escenario pre-pandemia, el dilema estaba entre los psicoanalistas ortodoxos y
los posmodernos ; respecto de los primeros, fieles al diván, fieles a las leyes freudianas que, aunque
obsoletas parecían actuar como una especie de mantra. Los segundos, los que hemos decidido llamar
posmodernos (aunque la verdad este término resulta incluso molesto), son los que van en contra de esa
ortodoxia, las generaciones nuevas que traen consigo una revolución teórico-práctica, ajustarse a las
necesidades de la época y entender que hay una subjetividad atrasada por las consecuencias del
capitalismo tardío.
El debate no solo se resume en soltar o no al Padre, en dejar a Freud como el Dios del psicoanálisis,
sino que lo que se busca en la actualidad es eliminar cualquier figura de Dios que pueda frenar el
conocimiento como tal. En este complejo escenario llega el Covid-19, impidiendo que las atenciones
psicológicas puedan desarrollarse con naturalidad frente a este fenómeno que nos corrompió y, dado que
la angustia llegó con tanta fuerza como el mismo virus, el discontinuar los tratamientos psicológicos no es
la medida más apropiada.
La salida a todo esto fue el mantener los análisis a distancia, mediante plataformas como Zoom,
Skype, e incluso llamadas de WhatsApp; en esta revolución de la práctica analítica, algunos analistas
continuaron atendiendo, mientras algunos llevaban utilizando esta práctica de forma habitual desde hace
años, otros tuvieron que emprender una aventura totalmente nueva, un grupo se mantuvo fiel a la
relación con el cuerpo presente y cortó abruptamente los análisis con sus pacientes.
Sea cual sea el caso, intentar reflexionar sobre las decisiones que tomaron los analistas no es nuestro
foco, al menos en este texto, sino la modificación constante de la disciplina psicoanalítica. Desde
temprana data hay registros de modificaciones en el dispositivo mismo: por ejemplo, hay un supuesto
autoanálisis que llevo a cabo Sigmund Freud con su buen amigo Fliess mediante intercambio epistolar.
Otro dato que encontramos respecto de la variabilidad es en el terreno de la frecuencia la cual en
principio requería de seis encuentros, y así fue reduciéndose hasta llegar a solo uno semanal, y
actualmente hay análisis que funcionan incluso cada quince días. También hay presencia del debate sobre
el uso o no uso del diván. Siguiendo esta lógica, lo que se puede afirmar es que la escuela, corriente,
enfoque o como quiera llamársele, es capaz de ir ajustando la práctica y teoría a las características de la
época que gobierna; entonces el uso de un análisis o aplicación de este a distancia, ya sea mediante
plataforma o videollamadas es uno más de los tantos debates que la corriente se ha visto implicada,
quizás el componente nuevo en esta fórmula, es que no hay opciones, la llegada del virus simplemente
imposibilito el encuentro analista-analizado.
Notas sobre el virus de la ilegitimidad y su vacuna revolucionaria
[46]

La ilegitimidad encriptada en un presidente, cualquiera de quien sea que estemos hablando, desde
Trump, Piñera hasta Merino, ha demostrado que es capaz rápidamente de infectar a todo su gobierno y
en cierta medida gracias a esa proliferación e ilegitimidad sistemática, las masas populares han
comenzado a reaccionar. La calle como frente de guerra anticapitalista, antineoliberal, anticolonial y así
sucesivamente: La calle como agente activo de un ente preparado para producir y construir un giro
radical en la historia de un país. Este documento tiene por objeto plasmar sucintamente las variadas
explosiones sociales e identificar las similitudes que la coyuntura política mantiene como efecto de la
ilegitimidad de los líderes de Estado.
Comencemos por recodar lo sucedido un año antes, el 18 de octubre del 2019, el Estado de Chile se
vio confrontado con la sublevación de las masas populares, que a partir de un alza de pasajes del metro -
$30-, despertaron del trauma psicosocial y del estado de adormecimiento que la ciudadanía mantenía por
las consecuencias y el impacto que genera un modelo como el implantado desde la dictadura cívico-
militar (1973-1990).
Precisamente, fue en ese duro periodo de la historia del país que Augusto Pinochet se tomó el poder
sacando a los militares a la calle y junto con ello distribuir la violencia y la vulneración de derechos de
extremo a extremo en el territorio. Además, de asegurar el porvenir limitado desde que comenzó a regir
la constitución política que entró en vigencia desde el 1980.
30 años más tarde, los significantes neoliberales aparentemente ya no tenían lugar en las estructuras
chilenas. Los manifestantes a través de las protestas que se extendieron por cada rincón, decidieron
reemplazar estos simbolismos, creando nuevos significantes del pueblo y que representen al pueblo. Este
fenómeno de identificación de la violencia, vulneraciones y represión que permanecía en ciertas
estructuras fue el foco de los manifestantes quienes no dudaron en destruir estatuas o atacar
instituciones y entes estratégicas que contaminaban el socio-espacio.
A partir de lo anterior, es fácil identificar que el descontento popular llegó a un límite en el cual
simplemente ya no eran soportable elementos que perpetuaran en porcentajes mínimos la historia oculta
y sucia. Las artimañas de los gobiernos se volvieron repugnantes e insostenibles y frente a este escenario,
salir a la calle se volvió una medida urgente frente a la rápida expansión y colonización de los modelos
políticos y económicos.
Cuando la situación política de Chile parecía ser un punto de luz en medio de las lógicas mundiales
que deambulaban, llegó sin previo aviso la pandemia del Covid-19 que dejó al mundo paralizado e
impotente. La inconsistencia de los modelos se vio salvada por la pandemia que actuó como suerte de
salvavidas neoliberal esta crisis sanitaria de la mano del virus de la ideología buscaron frentes nuevos
para transformar y así asegurar la supervivencia del modelo a costas de los miles de muertos que
parecían ser solo desechos del sistema que eran sacrificables en la medida en que el porvenir capitalista
sea fortalecido.
El 25 de octubre los significantes de la dictadura quedaban disueltos en un referéndum histórico
donde la victoria de la opción Apruebo correspondiente a la cifra no menor de 5.768.550 votos
correspondientes a un78,27% del total de los votos, daba paso a la construcción de una nueva
constitución política.
En forma casi paralela a este plebiscito en Bolivia las masas populares comenzaron a movilizarse de
manera multitudinaria, denunciando las ineficientes medidas que se instituían en el país y elevaban la voz
para que el nuevo presidente sea un agente activo en la construcción de un programa y proyecto de
estado que contuviera en sus asientos la justicia social, equidad y dignidad para la ciudadanía. El
desenlace de las manifestaciones, al igual que en Chile, fue exitoso, un nuevo presidente era elegido
desde el pueblo y el cual sin duda ofrecía alternativas para aquellos que no las tenían.
Ahora bien, si con esto el descontento del modelo capitalista-neoliberal parecía ser complejo de
identificar, a mediados de noviembre, a menos de una semana de asumir el presidente Manuel Merino
renunció tras un inesperado despertar peruano donde las masas populares nuevamente se apoderaban de
las calles en la región latinoamericana.
El repudio, el dolor y las muertes nuevamente eran parte de las consecuencias insostenibles e
inaceptables en un país. Nuevamente el virus neoliberal hizo lo suyo, utilizando su básica estrategia
represiva consistente en sacar prontamente a las fuerzas policiales a las calles y con esto, como es casi
natural -pero no así aceptable y justificable- la medida dejó heridos y muertos a tan solo días del inicio de
las movilizaciones.
La incongruencia de la carrera anticapitalista, es que todo movimiento social que busque dignidad es
realmente molesto para los jefes de Estado y a su vez es inentendible cómo las personas buscan hacer uso
de su conciencia para exhibir la estructura del edificio social y pretender cambiarlo, desde un análisis
externo; es sencillo prever que la extrema segregación del modelo tendría consecuencias y que las
artimañas cínicas de adormecimiento de las consciencias tiene su punto de inflexión.
Pero todo esto nos lleva a solo poder plasmar nuevas preguntas, preguntas difíciles de responder, en
el sentido que tal como los cambios y giros son emprendidos desde la población, también las verdaderas
respuestas las obtenemos de la calle. Ese grito desesperado que entregan las revueltas populares y que
demandan la distribución de la riqueza y en paralelo exigen un freno de la colonización y dominación
humilladora que se expande tan rápido como la pandemia del Covid-19, parece ser un patrón que se
expande por diferentes países donde el virus ideológico domina toda ente y amenaza la subjetividad.
En pleno 2020, estamos entrando a una nueva era de la Humanidad, donde no es solo el virus el que
actúa como gatillante de un abrupto proceso de transformación, sino que clases dominadas han
emprendido una carrera casi coordinada y en paralelo han comenzado verdaderos proyectos
emancipatorios que emergen desde elementos comunes: el dolor, la humillación y el hambre. No es
arriesgado plasmas la afirmación de que nuestro siglo trae consigo un nuevo periodo que debiera ser
titulado como las revueltas latinoamericanas . Si la llegada de la pandemia causó gran conmoción en todo
el mundo y dejó a la economía mundial en una profunda crisis, a la ciencia sin poder encontrar respuesta
y cura, y por último, a las tecnológicas y al mundo globalizado exhibiendo su extrema vulnerabilidad, el
virus de la ilegitimidad característico de los países previamente mencionados encontró prontamente su
vacuna en las calles.
En suma, el punto álgido al cual se ven confrontados los modelos es que la lucha anticapitalista no es
un foco específico y fácil de controlar, tampoco responde a una demanda única, y en última instancia las
respuestas que busca la ciudadanía trascienden las respuestas universales que implantan otro dilema
hegemónico. El elemento común que es exigido por los manifestantes es vivir una vida que pueda ser
vivida, una opción diferente a las preexistentes donde la dignidad y la justicia social sea parte de las
estructuras y los nuevos significantes sean representativos de las luchas y procesos sociales.
Por una psicología como primera línea: deudas y aportes
disciplinares [47]

Introducción

Desde el 18 de octubre del 2019, todo aquello que se conocía como parte de una normalidad , o el
cotidiano de la ciudadanía, comenzó a desarmarse; no fue un cambio o despertar nacional paulatino, sino,
más bien, esta fecha marcó y significó ser una irrupción histórica. El proceso político y social vivido en
Chile fue comprendido por algunos autores como la insurrección chilena de octubre (Barria-Asenjo, N. A.
et al., 2020).
El fenómeno sociopolítico desplegado de extremo a extremo en el Estado de Chile captó la atención de
una amplia variedad de intelectuales, tanto nacionales como internacionales, los cuales desde temprana
data venían estudiando desde diferentes prismas teórico-conceptuales el laberinto de la concreción de un
proyecto emancipatorio. En específico, el filósofo Slavoj Žižek (1992) haciendo uso, o reformulando,
nociones de la teoría psicoanalítica de Jacques Lacan (1974-75) a partir de algunos conceptos como
Imaginario , Real y Simbólico [48] logró paulatinamente posicionarse como un referente debido a la
interdisciplinariedad que sus líneas de pensamiento incluyen.
En general, la Academia de las Ciencias Sociales vislumbró una ruptura importante y rápidamente
emergieron diversos documentos con variados análisis y posturas, en muchos casos antagónicas (Salazar,
2019; Miranda y Campos, 2019; Palacios-Valladares, 2020; Rivera, 2020; Waissbluth, 2020; Barria-Asenjo,
2020).
El núcleo original de todo el proceso desplegado durante el 2019 encuentra su fundación en la
politización de los estudiantes secundarios, lo cual venía aunándose desde el 2006 con la Revolución
Pingüina (Arrúe, 2012; Donoso, 2013; Castro, 2013; Rozas, 2013; Silva, C., Kronmüller, C., Cruz, M., &
Riffo, I., 2015). pero nadie visualizaría que el camino iniciado terminaría en la construcción de una nueva
constitución para Chile, destruyendo la permanencia de significantes encriptados en el pueblo chileno,
cargados de dolor y contaminados por el momento de su instauración en 1980, como tampoco nadie
advertiría que la historia de Chile adoptaría un giro radical direccionada a la construcción de un nuevo
significante (Žižek y Barria-Asenjo, 2020).

¿Psicología como aliada o enemiga de las luchas sociales?

En el terreno nacional, la disciplina psicológica articuló un “ Manifiesto” [49] , tras la necesidad y la


construcción que en el presente que el escenario socio-político representaba, en el cual afirmaban que

Esta revuelta desde el 18 de octubre de 2019 no emerge de la noche a la mañana; de hecho, en la


historia de Chile, desde mediados del siglo XIX ya se enfrentaba la llamada cuestión social que
propició importantes debates realizados con vigor desde la década de 1880, los cuales fueron
estudiados de forma profunda por Augusto Orrego Luco (Grez Toso, 1995) para hacer referencia a
los cambios que debía enfrentar el país para superar el analfabetismo, el hacinamiento, la pobreza,
las enfermedades, entre otras cuestiones sociales que no permitían el progreso de la nación
(Orrego Luco, 1884). Posteriormente, se desarrolló el extenso movimiento obrero (1900-1953) y las
riñas políticas para el asentamiento de la instrucción primaria obligatoria que garantizaba la
gratuidad primaria estatal y a la vez introducía su obligatoriedad (1920) (p. 319).

De esta forma, la disciplina, o al menos un grupo importante, tomaba un posición ético-política


respecto de la coyuntura social por la cual Chile atravesaba.
Dentro de los aportes y demandas que se identificaban, por mencionar solo algunos encontramos: 1)
El llamado a la psicología a contribuir al debate respecto de las condiciones actuales y futuras que los
pueblos originarios mantienen (Garcés & Zambrano, 2019). 2) El deber de la psicología de trabajar sobre
la base de los derechos humanos universales, y rechazar la violencia en todas sus formas y niveles. 3) una
formación enmarcada en la regulación ética (Urzúa & Laborda, 2018). 4) Tomar un rol activo en el
combate por la eliminación de todas las formas de violencia y discriminación en contra de las minorías
sexuales (LGBTIQ+). 5) Propiciar la atención equitativa, oportuna y sostenible. Y 6) promover el bienestar
y la salud mental de las personas durante los procesos de migración.
Considerar la historia disciplinar también requiere aceptar todos los aspectos que prevalecen década
tras década como retos disciplinares y deudas académicas con la ciudadanía y en una postura radical con
la misma disciplina y quienes la conforman. Si bien en la Dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet, un
grupo no menor de psicólogos adoptaron posturas deshumanizadas y deshumanizantes, la revuelta del 18
de octubre entregó una suerte de oportunidad de reivindicar la historia misma de la psicología.
No es posible caer en la ilusión o utopía cargada de esperanza de que un acontecimiento es capaz de
penetrar en las entrañas de las lógicas dominantes y reemplazarlas en su totalidad, en este sentido, el
aceptar y conocer la historia política, social y disciplinar, ayuda a ver los aportes, cambios y
transformaciones que se producen frente a condiciones similares, que dan pie a tomar decisiones
respecto del lugar desde el cual comenzar a articular discursos.

Para concluir…

El título elegido para esta breve revisión contiene un mensaje claro frente a las coordenadas que nos toca
atravesar, el presente siglo XXI trae el espacio idóneo para comenzar a reevaluar cuales son las posturas
academicistas que se han perpetuado.
En específico, en Chile la irrupción del trauma psicosocial propiciado por la dictadura logró encriptar
sus significantes neoliberales en todas las estructuras y supraestructuras que existían y en las que
iniciaban procesos de despliegue, por lo cual, el reto actual reside en poder desarticular aquellas cargas
simbólicas que contagian todo a su paso.
Entendiendo que el presente año 2021 trae consigo procesos trascendentales en tanto historia
nacional, política, movimientos sociales, procesos culturales, electorales, y a su vez, en vista de que los
debates actuales darán o pueden dar paso a otra construcción, es necesario rememorar los diferentes
roles que no se han adoptado, aquellos que parecen estar escondidos o sin querer asumirse. Erradicar las
posiciones imparciales que en el fondo tienen una postura clara y exhibir la narrativa de los discursos
cínicos que se promueven intentando colonizar y atravesar las libertades preexistentes.
Referencias

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Notas para no olvidar la revuelta chilena [50]

Introducción

Como es bien sabido, desde temprana data el programa de una revolución del proletariado [51] y para el
proletariado, se sostenía desde la superación de la barrera impuesta por las clases dominantes y en
última instancia el giro radical que active la dictadura del proletariado [52] para que este último llegue al
poder desencadenando así una apertura diferente, consagrándose los fines impostergables de su
constitución. No obstante, la rápida modificación y transformación que los modelos dominantes ha sufrido
con el paso del tiempo ha generado el escenario contrario, siendo cada vez más extensas y variadas las
formas de colonización que los modelos neoliberales generan sobre los individuos y las estructuras
políticas.
Este panorama deja como dilema pendiente la concreción de los programas que década a década
parecen renovarse, pero no son llevados a la práctica quedando en el papel que solo es leído entre los
grupos de intelectuales. En nuestros días, es la coyuntura política la que nos lleva de retorno al pasado
para esbozar aproximaciones de lo que deviene con el paso de la historia.

Recorrido por el Chile neoliberal

A partir de lo anterior es posible afirmar que solo en la medida en que conseguimos excavar y no perder
de vista el pasado, logramos aportar y comprometernos con el futuro; esta postura clásica la historia
como disciplina la sabe bien: recordemos que Chatelet (1989) escribió: “el saber histórico constituye la
iluminación privilegiada gracias a la cual la práctica humana afirma su poder” (p. 53).[53]
Para complementar la perspectiva anterior, Michel de Certau (1894)[54] postuló que las nociones de
historia y memoria colisionan en toda estructura politizada consciente o inconscientemente, directa o
indirectamente.[55]
¿Pero, por qué la historia en tiempos inminentemente políticos? La clave de nuestros tiempos es que
los modelos capitalistas solo responden a una acumulación histórica, siendo ésta la base constitutiva que
permite fundar una y otra vez de manera sistemática el mito característico que subyace a estos
programas y que da paso a su perpetuación. Este fenómeno fue descrito por Mark Fisher (2009) en su
libro Realismo capitalista: ¿no hay alternativa ?[56] en el cual identificaba la presencia innegable de una
aceptación generalizada y avasalladora de que el capitalismo no tiene alternativas posibles y que es ese el
mito que permite su mantenimiento.
Prueba de ello es lo que acontece en el Estado de Chile, donde el paso de la historia ha logrado
encriptar y, por otro lado, afortunadamente disolver significantes fuertemente politizados. Los
significantes: Fuerza Policial (Fuerza de Orden y Seguridad Pública de Chile[57] ) y Fuerza militar
(Fuerzas Armadas de Chile (FF. AA))[58] , atraviesan y colonizan la lucha discursiva correspondiente al
periodo comprendido entre 1970 hasta el año 2019. En este sentido, es menester definir que la
constitución del Estado chileno posee una estructura político-policial-económica; sobre esta suerte de
triada se articula el funcionamiento, consecuencias y procesos de revuelta desplegados a través del
tiempo.
El punto fundacional de esta estructura inicia en el año 1973 cuando donde los significantes Augusto
Pinochet , Dictadura y Jaime Guzmán darían pasado a un nuevo modelo y sistema.
En el año 1977 la creación de la Constitución Política de Chile, fue encargada a la Comisión de
Estudios de la Nueva Constitución, conformada por un grupo de doce personas designadas por la Junta
Militar. El anteproyecto redactado por ese grupo fue modificado por el Consejo de Estado, también
designado por la Junta, y finalmente por el propio general Pinochet.
La finalidad de ese documento era asegurar la subsistencia del modelo que se implantaba en el país,
dejando suspendida la capacidad de libertad futura respecto de las decisiones económicas que podrían
amenazar a tal modelo, las demandas democratizadoras desde el momento en que comenzaba a regir la
Carta Magna eran censuradas y limitadas.
En pleno estado de excepción se dio la ilusión de una libertad electoral cínica y que aseguraba el
resultado del proceso, la continuación de la Dictadura; a su vez, servía como método para revestir de
legitimidad [59] su permanencia en el poder, continuando así con su dictadura cívico-politica.
A propósito de significantes, es necesario considerar Octubre como un mes chileno en el cual se
vivirán sucesos trascendentales y giros radicales en tanto historia política del país. Fue precisamente este
mes, en específico un 24 de octubre del año 1970 el día en que se ratificó la victoria de Salvador Allende;
en su discurso del triunfo realizado el 4 de septiembre del mismo año, mencionaba:

Dije, y debo repetirlo: si la victoria no era fácil, difícil será consolidar nuestro triunfo y construir la
nueva sociedad, la nueva convivencia social, la nueva moral y la nueva patria.
Pero yo sé que ustedes, que hicieron que el pueblo sea mañana gobierno, tendrán la
responsabilidad histórica de realizar lo que Chile anhela para convertir a nuestra patria en un país
señero en el progreso, en la justicia social, en los derechos de cada hombre, de cada mujer, de
cada joven de nuestra tierra.
Hemos triunfado para derrotar definitivamente la explotación imperialista, para terminar con los
monopolios, para hacer una seria y profunda reforma agraria, para controlar el comercio de
importación y exportación, para nacionalizar, en fin, el crédito, pilares todos que harán factible el
progreso de Chile, creando el capital social que impulsará nuestro desarrollo (Allende, 1970)[60]

Cincuenta años más tarde, nuevamente en el mes de octubre, el 18 de octubre del 2019, las masas
populares alzarían la voz, exhibiendo las injusticias al mundo entero, se sublevarían contra todo ente
dominante dejando a la élite política en una crisis que solo concluiría un año más tarde con la disolución
de la Constitución Política en conjunto con la colonización neoliberal presente en las estructuras más
significativas. El pueblo creó nuevos significantes característicos del pueblo y con ellos reemplazó a los
dominantes, destruyendo a su paso todo resto de la historia traumática que se pretendía dejar atrás.
Ese aparente final llega el 25 de octubre y trae consigo a su vez la disolución de los significantes
represivos, cargados de impunidad y construidos desde la impunidad de sus crímenes y vulneración de los
derechos humanos.
El 18 de octubre del 2019, o el 25 de octubre del 2020 no son un día más en el calendario chileno, son
parte de la ruptura histórica y simbólica que el pueblo decidió emprender. Es en estas dos fechas que se
demostraba la debilidad y la posibilidad de destruir un modelo que se mantenía con una etiqueta de
indisoluble. El modelo neoliberal implantado por los Chicago Boys quedaría confrontado con la potencia
de las voces populares y las demandas de las clases explotadas. Lo que deviene en nuestra actualidad es
una auténtica carrera anti-neoliberalista; por ello, Sebastián Piñera es otro de los significantes que deben
disolverse en su totalidad, un presidente ilegitimo contamina de ilegitimidad a todo su gobierno.

Concluyendo

El recorrido previamente expuesto, no contiene muchos elementos favorables, tanto el pasado, como el
presente en el Estado chileno han prevalecido estructurados desde el dolor, la deshumanización, la
vulneración de derechos y en última instancia una fuerte segregación y represión.
Todo lo que devino como consecuencia del despertar chileno trajo una apertura diferente, una tercera
opción que entrega elementos y características nuevas para el porvenir de Chile, en especial, para el
pueblo chileno. En medio de la coyuntura política se vuelve necesario un retorno a los olvidados, a todos
aquellos que han sufrido en el cotidiano el impacto de la historia subterránea de Chile, porque detrás del
progreso y el avance, detrás de las favorables cifras que hacen de Chile un país admirable a nivel
económico, se esconden las muertes por la vulneración de derechos, los que mueren en el olvido, en
cárceles, o simplemente por hambre. Todos aquellos que desde el momento de nacer deben comenzar a
nadar contra la corriente para intentar sobrevivir, la responsabilidad ético-política, es con ellos, con los
que son tachados de desechos, aquellos a los cuales se les exige que se esfuercen un poco más, porque
las consecuencias del modelo chileno no son positivas, las consecuencias del sistema son los pobres, y a
partir de sus sacrificio constante el sistema se transforma y se mantiene.
Chile: hacia un nuevo significante [61]

Nicol A. Barria-Asenjo y Slavoj Žižek

Introducción

Recientemente dos acontecimientos que mostraron un destello de esperanza ocurrieron en estos tiempos
deprimentes: las elecciones en Bolivia y el referéndum Apruebo en Chile. (El 25 de octubre de 2020, se
pidió a los votantes que eligieran entre apruebo —aprobando cambios de la constitución chilena en
dirección de más justicia social y libertades— y rechazo, rechazando este cambio.) En ambos casos
tenemos una rara superposición de democracia formal (elecciones libres) con una voluntad popular
sustancial. Bolivia y Chile demostraron que, a pesar de todas las manipulaciones ideológicas, incluso la
llamada democracia burguesa a veces puede funcionar. Sin embargo, hoy en día, la democracia liberal
está llegando a sus límites: para funcionar, tiene que ser complementada con... ¿Qué?
Algo muy interesante está surgiendo en Francia como una reacción a la desconfianza masiva en las
instituciones estatales: un renacimiento de las asambleas ciudadanas locales , practicadas por primera
vez por los antiguos griegos: ya en el año 621 a.C., la ecclesia, o asamblea popular de la antigua Atenas,
era un foro en el que cualquier ciudadano masculino, independientemente de la clase, podía participar.
Ahora, con una crisis económica y social inducida por la pandemia, esta antigua herramienta democrática
se está actualizando para el siglo XXI. Pueblos, ciudades y regiones de toda Francia recurren cada vez
más a sus ciudadanos para ayudarles a orientarlos hacia un futuro más igualitario.
Estos foros no están organizados por aparatos estatales locales; son autoorganizados por miembros
activos de comunidades locales fuera del estado e implican un fuerte elemento de oportunidad, de azar. El
número de delegados seleccionados aleatoriamente es 150. Encontramos un procedimiento vagamente
similar en Chile después de la victoria del referéndum Apruebo , donde 155 personas, seleccionadas fuera
de las fuerzas políticas institucionales, trabajarán en el borrador de una nueva constitución.

Después de la victoria, la verdadera lucha

Mark Twain supuestamente dijo: “Si votar hiciera alguna diferencia, no nos dejarían hacerlo". No hay
pruebas de que realmente dijo o escribió esto; el origen más probable de la frase es una columna del
periódico de 1976 de Robert S. Borden en The Lowell Sun. Escribiendo sobre el sistema electoral
estadounidense, Burden señaló:

¿Nunca se les ocurrió a los editores que las actitudes de los 70 millones de los proyectados no
votantes pueden ser muy consistentes con la realidad de que el concepto de votar y elegir
representantes es básicamente deshonesto y fraudulento? ¡Si votar pudiera cambiar algo, sería
ilegal!

Sin embargo, esta afirmación se le atribuye a Twain por buenas razones. Refleja fielmente su postura:
aunque Twain era un defensor del derecho de voto de todos (mujeres incluidas) y pedía a la gente que
votara, era profundamente escéptico sobre las maquinaciones que impiden a la mayoría expresar su
voluntad. Por lo tanto, uno debe aceptar la tesis citada en principio, como universalmente válida, pero
uno debe basar esta universalidad en una excepción. De vez en cuando, hay elecciones y referendos que
SÍ importan. Si bien estas elecciones son las únicas que merecen ser caracterizadas como democráticas ,
son, por lo general, experimentados como un signo de inestabilidad, como un indicio de que la
democracia está en peligro.
El golpe de enero contra el régimen de Morales en Bolivia se legitimó como un regreso a la
normalidad parlamentaria contra el peligro totalitario de que Morales aboliera la democracia y
transformara a Bolivia en una nueva Cuba o Venezuela. La verdad es que, en la década del reinado de
Morales, Bolivia estableció una nueva normalidad exitosa, reuniendo la movilización democrática del
pueblo y un claro progreso económico. Como señaló su nuevo presidente Luche Arce, el ministro de
economía de Morales, en la década del reinado de Morales, los bolivianos disfrutaron de los mejores años
de sus vidas. Fue el golpe contra Morales el que destruyó esta normalidad duramente ganada y trajo un
nuevo caos y miseria, de modo que la victoria electoral de Arce significa que Bolivia no tiene que empezar
de cero, sino simplemente volver al estado de las cosas antes del golpe.
En Chile la situación es más compleja. Octubre es un mes chileno, el mes en que tienen lugar giros
radicales en la historia política del país. Fue el 24 de octubre de 1970 cuando se ratificó la victoria de
Salvador Allende; el 18 de octubre de 2019, amplias protestas populares, que anunciaron el fin de la
normalización de Pinochet, explotaron; y el 25 de octubre de 2020 (por cierto, la misma fecha de la
Revolución de Octubre según el antiguo calendario ruso) tuvo lugar la victoria de Apruebo , trayendo
consigo la disolución de los significantes represivos, construidos sobre la impunidad de los crímenes y
violaciones de los derechos humanos. Octubre es, por lo tanto, no sólo otro mes en el calendario chileno;
está profundamente asociado con las rupturas históricas y simbólicas que el pueblo decidió lograr.
Aunque respetaba todas las reglas democráticas formales, Allende aplicaba una serie de medidas que
eran percibidas como demasiado radicales por la clase dominante; con el apoyo activo de los Estados
Unidos, la clase dominante organizó una serie de sabotajes económicos y cuando incluso esto no
disminuyó el apoyo popular a Allende, su gobierno fue derrocado por un golpe de estado militar el 11 de
septiembre de 1973 (la verdadera catástrofe del 9-11 ). Después de cuatro años de dictadura militar, en
1977, la creación de la Constitución Política de Chile fue confiada a la Comisión de Estudios de la Nueva
Constitución formada por un grupo de doce personas nombradas por la Junta Militar. El proyecto
elaborado por este grupo fue modificado por el Consejo de Estado, también designado por la Junta, y
finalmente por el propio General Pinochet. El objetivo de este documento era garantizar la supervivencia
del modelo que se estaba aplicando en el país, dejando suspendida la capacidad de libertad futura con
respecto a las decisiones económicas que podrían amenazar ese modelo.
Pinochet formuló así su propia normalización democrática con la nueva constitución, que aseguró los
privilegios de los ricos dentro de un orden neoliberal. Las protestas que explotaron en octubre de 2019
son una prueba de que la democratización de Pinochet fue falsa, como toda democracia tolerada o incluso
promovida por un poder dictatorial. El movimiento Apruebo , que surgió de estas protestas, se centró
sabiamente en cambiar la constitución: dejó claro a la mayoría de los chilenos que la normalización
democrática coordinada por Pinochet era una continuación del régimen de Pinochet por otros medios. Las
fuerzas de Pinochet permanecieron en el fondo como estado profundo , asegurándose de que el juego
democrático no se quedó sin control. Ahora, que la ilusión de la normalización de Pinochet está rota,
Chile no tiene un orden establecido al cual volver, por lo que tendrá que construir cuidadosamente una
nueva normalidad, para la cual ni siquiera los gloriosos años de Allende pueden servir realmente como
modelo.
Hay peligros en este camino. La victoria electoral es sólo el comienzo: el verdadero trabajo duro
comienza al día siguiente, cuando el entusiasmo ha terminado y la nueva normalidad de un mundo
postcapitalista tiene que ser construida pacientemente. En cierto modo, esta lucha será más difícil que las
protestas y la campaña para Apruebo . La campaña tenía un enemigo claro y sólo tenía que articular la
justicia y la miseria causada por ese enemigo, con los objetivos emancipatorios en una abstracción
cómoda: dignidad, justicia social y económica, etc. Ahora, Apruebo tiene que poner en práctica su
programa, traducirlo en una serie de medidas concretas, y esto sacará a la luz todas las diferencias
internas que se ignoran en la solidaridad extática del pueblo.
Ya están apareciendo amenazas al proceso emancipatorio. Como era de esperar, algunos de la derecha
tratan de apropiarse del discurso de la socialdemocracia contra los extremistas de Apruebo . Dentro de la
propia Apruebo hay señales de un conflicto entre aquellos que quieren permanecer dentro de la
democracia representativa tradicional y aquellos que quieren una movilización social más radical. La
salida de este aprieto no es quedarse atascado en aburridos debates de principios , sino ponerse a
trabajar, elaborando y aplicando diferentes proyectos. Daniel Jadue es la persona adecuada para
coordinar estos esfuerzos, también con respecto a sus logros como alcalde de Recoleta. El gran éxito del
grupo chileno Los Prisioneros, El baile de los que sobran , se convirtió en un símbolo musical de los
manifestantes que ocupan las calles. Ahora Chile necesita el arduo trabajo de los que sobran . Si esto no
sucede, el antiguo régimen sobrevivirá con una nueva máscara socialdemócrata, y la tragedia de 1973 (el
golpe contra Allende) se repetirá como una farsa cínica posmoderna.
Es demasiado arriesgado predecir cómo terminará la lucha. El principal obstáculo no es el legado de
Pinochet como tal, sino el legado de la apertura gradual (falsa) de su régimen dictatorial. Especialmente a
lo largo de la década de 1990, la sociedad chilena sufrió lo que podríamos llamar una rápida post-
modernización: una explosión de hedonismo consumista, permisividad sexual superficial, individualismo
competitivo, etc. Los que estaban en el poder se dieron cuenta de que ese espacio social atomizado es
mucho más eficaz que la opresión directa del Estado contra proyectos radicales de izquierda que
dependen de la solidaridad social. Las clases siguen existiendo en sí mismas pero no por sí mismas ; veo a
otros de mi clase más como competidores que como miembros de un mismo grupo con intereses
comunes. La opresión directa del Estado tiende a unir a la oposición y promover formas organizadas de
resistencia, mientras que en las sociedades posmodernas incluso la insatisfacción extrema asume la
forma de revueltas caóticas que pronto se queda sin aliento, incapaces de alcanzar la etapa leninista de
una fuerza organizada con un programa claro.[62]
Lo que da cierta esperanza en Chile son las características específicas de los cambios. Basta con
mencionar sólo dos. El primero es el fuerte compromiso político de los psicoanalistas,
predominantemente lacanianos, de la izquierda: jugaron un papel importante ya en las protestas que
estallaron en octubre de 2019, así como en la organización que condujo a la victoria de Apruebo en el
referéndum. En segundo lugar, en Chile (como en otros países como Bolivia, pero a diferencia de Brasil),
el nuevo populismo de derecha no ha logrado capturar: la movilización popular tiene un claro carácter de
izquierda. Surge una pregunta: ¿están conectadas estas dos características de alguna manera?

Psicoanálisis, ética, política

¿Qué lugar ocupa el psicoanálisis con respecto a los cambios sociales radicales? Ocupa principalmente un
lugar liberal moderado y se preocupa por las trampas de un proceso emancipatorio radical. Lacan ofrece
un caso ejemplar en este sentido. Demostró claramente que el antagonismo básico de nuestra vida
psíquica no es el que existe entre el egoísmo y el altruismo, sino entre el dominio del Bien en todas sus
formas y el dominio más allá del principio del placer en todas sus formas (el exceso del Amor, de la
pulsión de muerte, de la envidia, del Deber...).
En términos filosóficos, este antagonismo puede ser mejor ejemplificado por los nombres de
Aristóteles y Kant. La ética de Aristóteles es la ética del Bien, la ética de la moderación, de la medida
adecuada, dirigida contra los excesos, mientras que la ética de Kant es la ética del deber incondicional,
encomendándonos a actuar más allá de toda medida adecuada, incluso si nuestros actos conducen a una
catástrofe. ¡No es de extrañar que muchos críticos encuentren el rigorismo de Kant demasiado fanático ,
y no es de extrañar que Lacan discerniera en el comando ético incondicional kantiano la primera
formulación de su propia ética de fidelidad al propio deseo!
Cualquier ética del Bien es en última instancia una ética de bienes, de algo que puede dividirse,
distribuirse, intercambiarse (por otros bienes). Esta es la razón por la que Lacan era profundamente
escéptico sobre la noción de justicia distributiva: se mantiene en el nivel de la distribución de bienes y no
puede lidiar ni siquiera con la paradoja relativamente simple de la envidia. ¿Qué pasa si prefiero
conseguir menos, siempre que mi vecino obtenga incluso menos que yo (y esta conciencia de que mi
vecino está aún más privado me da un plus de placer)? Es por ello que el igualitarismo en sí mismo nunca
debe ser aceptado en el valor nominal: la noción (y la práctica) de justicia igualitaria, en la medida en que
está sostenido por la envidia, se basa en la inversión de la renuncia estándar lograda para beneficiar a los
demás: 'Estoy dispuesto a renunciar a ella, ¡para que otros (tampoco) NO (puedan) tenerla!' Lejos de
oponerse al espíritu de sacrificio, el mal aquí emerge como el mismo espíritu de sacrificio, dispuesto a
ignorar el propio bienestar, si, por mi sacrificio, puedo privar al Otro de su goce...
Esto, sin embargo, no funciona como un argumento general contra todos los proyectos de
emancipación igualitaria, sino sólo contra los proyectos que se centran en la redistribución. Nunca
debemos olvidar que la justicia distributiva es una noción de la izquierda-liberal (o socialdemocrática). Se
permanece dentro del orden capitalista de producción como el único que realmente funciona ; sólo se
trata de corregir el desequilibrio de la riqueza gravando fuertemente a los ricos, etc. Nuestro objetivo de
hoy debería ser más radical: a medida que se está aclarando cada vez más por las crisis en curso (la
pandemia Covid-19, el calentamiento global, los incendios forestales y otros), que el orden capitalista
global está llegando a su límite, amenazando con arrastrar a toda la humanidad al abismo de la
autodestrucción.
Una vez que nos damos cuenta de esto, el cínico conservadurismo liberal defendido por Jacques-Alain
Miller ya no funciona. Miller apoya la viejasabiduría conservadora de que, para mantener la estabilidad,
uno tiene que respetar y seguir las rutinas establecidas por elección lo que es siempre arbitrario y
autoritario . No hay progresismo que se mantenga , sino más bien un tipo particular de hedonismo
llamado liberalismo del goce . Uno tiene que mantener intacta la rutina de la cité, sus leyes y tradiciones,
y aceptar que es necesario una especie de oscurantismo para mantener el orden social. "Hay preguntas
que uno no debe hacer. Si le pones la espalda a la tortuga social, nunca lograrás ponerla de pie"[63] .
No se puede sino señalar que Chile en la década permisiva de los 90´s ofrece un caso perfecto de ese
liberalismo del goce que mantiene intacta la rutina de la cité . Y, de hecho, Miller detalla sin temor las
implicaciones políticas de su noción de psicoanalista que "ocupa la posición de un irónico, que se encarga
de no intervenir en el campo político. Actúa para que los semblantes permanezcan en su lugar mientras
se asegura de que los sujetos bajo su cuidado no los tomen como reales ... uno debería de alguna manera
dejarse tomar para permanecer acogido por ellos (engañado por ellos)."[64]
En relación con la política, entonces, un psicoanalista "no propone proyectos, no puede proponerlos,
sólo puede burlarse de los proyectos de otros, lo que limita el alcance de sus declaraciones. El irónico no
tiene un gran proyecto, espera a que el otro hable primero y luego produce su caída lo más rápido
posible... Digamos que esto es sabiduría política, nada más".[65]
Esto, una vez más, encaja perfectamente con una sociedad posmoderna, donde los que están en el
poder tienen cosas más importantes que hacer que proponer proyectos . Es la izquierda impotente (o la
extrema derecha) la que propone proyectos y los psicoanalistas cínicos están aquí para advertir de los
peligros de tales proyectos... Pero, ¿qué hacer cuando la tortuga (de nuestro orden social) ya está de
espaldas, tan herida que no hay manera de volver a ponerla de pie?
No hay tiempo para advertencias de no perturbar las apariencias; ¡las apariencias se están
destruyendo a sí mismas! ¿Acaso un autoproclamado cristiano conservador Donald Trump no hizo más
para perturbar las apariencias que toda la izquierda que se oponía a él? En esos momentos, cuando el
orden social está en desorden, los teóricos psicoanalíticos tienden a promover otro tipo de advertencia:
no confíen en los revolucionarios que prometen llevarnos fuera de la catástrofe hacia un nuevo orden más
justo.
Esto parece encajar bien con la postura psicoanalítica general según la cual incluso nuestros actos más
nobles ocultan una motivación libidinal narcisista, masoquista, etc. Jacqueline Rose recuerda la fantasía
de Freud sobre cómo surgió la tiranía cuando la Humanidad primitiva fue golpeada por el horror de la
edad de hielo:

La respuesta del hombre a una restricción tan brutal de su pulsión fue la histeria: los orígenes de
la conversión histérica en tiempos modernos en los que la libido es un peligro que hay que
subsumir. El hombre también se convirtió en un tirano, otorgándose a sí mismo un dominio
desenfrenado como recompensa por su poder para salvaguardar las vidas de muchos: 'El lenguaje
era magia para él, sus pensamientos le parecían omnipotentes, entendía el mundo según su ego'.
Me encanta esto. La tiranía es el compañero silencioso de la catástrofe, como se ha demostrado
tan flagrantemente en el comportamiento de los gobernantes de varias naciones en todo el mundo
hoy en día, entre ellos el próximo ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.[66]

Rose saca una conclusión general aquí: desde la Edad de Hielo hasta las calamidades reales y futuras
de hoy (la pandemia, el calentamiento global, el invierno nuclear después de una nueva guerra global), la
reacción predominante a la catástrofe es el aumento de la tiranía en una u otra forma. Una calamidad
global saca lo peor de la naturaleza humana:

Hoy, en medio de una pandemia aparentemente sin fin, hay llamamientos a nuevas formas de
solidaridad en la vida y en la muerte y a una nueva conciencia política inclusiva. Sin embargo,
¿cómo encontrar un lugar en esta nueva realidad para los aspectos más oscuros del ser humano
que, como los girasoles al revés, permanecen en el centro del proyecto inacabado del
psicoanálisis? Ya que, con la mejor voluntad del mundo, cualquier movimiento que hagamos en esa
dirección resulte a largo plazo un gesto vacío.[67]

Si bien hay una verdad sustancial en esta línea de pensamiento, no sólo se deben añadir detalles que
cuenten una historia diferente (Trump no es una consecuencia de la catástrofe; la pandemia fue más bien
la razón principal de su caída), sino revelar una otra cara mucho más básica de la moneda. La lección del
psicoanálisis no es sólo una advertencia contra la ingenuidad emancipadora y sobre las fuerzas
destructivas profundas en la naturaleza humana (el comunismo soviético se convirtió en estalinismo, etc.).
Las dos guerras mundiales también movilizaron a la izquierda radical y dieron a luz a revoluciones:
después de la Segunda Guerra Mundial, el estado de bienestar socialdemócrata entró en su edad de oro.
Sólo recuerden el shock de Churchill, la figura de la autoridad en el Reino Unido que lo llevó a la victoria,
perdiendo las elecciones a principios de 1945 y siendo reemplazado por Clement Attlee, un líder mucho
menos carismático pero eficaz del Partido Laborista que era, medido por los estándares actuales, muy
radical.
¿No es Chile una prueba de cómo la combinación de calamidades (protestas que comenzaron en
octubre de 2019, Covid-19...) puede conducir a una movilización popular extraordinaria? La pandemia, así
como la forma en que fue explotada por el Estado para aplastar las protestas populares, fue un factor
crucial en el ascenso de Apruebo . La frase cliché de que las calamidades traen lo peor y lo mejor de
nosotros parece aquí más cercana a la verdad.
Freud mismo era plenamente consciente de esto cuando elaboró la compleja interacción entre yo,
superyó y ello (a la que se debe añadir el ideal diferente del yo y la ley moral como diferente del superyó).
Su punto de partida es el extraño fenómeno del sentimiento inconsciente de culpa que

Nos plantea nuevos enigmas, en particular a medida que vamos coligiendo que un sentimiento
inconsciente de culpa de esa clase desempeña un papel económico decisivo en un gran número de
neurosis y levanta los más poderosos obstáculos en el camino de la curación. Si queremos volver a
adoptar el punto de vista de nuestra escala de valores, tendríamos que decir: no solo lo más
profundo sino también lo más alto en el yo puede ser inconsciente.[68]

O, como dice más adelante en el mismo texto:

Si alguien presentara la paradójica proposición de que el hombre normal no sólo es mucho más
inmoral de lo que cree, sino mucho más moral de lo que sabe. El psicoanálisis, sobre cuyas
conclusiones se basa la primera mitad de la afirmación, no tendría ninguna objeción a plantear en
contra de la segunda mitad".[69]

(Uno debe tener en cuenta aquí el uso de la oposición entre la creencia y el conocimiento: un hombre
normal es más inmoral de lo que cree y más moral de lo que sabe.) No es que superyó sea el agente de la
moralidad y el Ello, el reservorio de la pulsión oscura y maligna , pero tampoco es que superyó representa
la opresión social internalizada y el ello, la pulsión que debe ser liberada. Freud siempre insistió en el
oscuro vínculo oculto entre superyó y el ello: la presión insoportable del superyó sostenida por la energía
del ello, además de que también podemos ser más morales de lo que sabemos. Imaginen a un individuo
típico posmoderno permisivo que se percibe a sí mismo como un egoísta tolerante que busca todo tipo de
placeres: una mirada más cercana revela rápidamente que su actividad está regulada por tabúes y
prohibiciones de las que no tiene idea.
Sin embargo, esta moral inconsciente no está limitada a inhibiciones patológicas, de las cuales mi yo
no es consciente; también incluye milagros éticos, como la resistencia a cometer un acto que considero
inaceptable, incluso si pago el precio final de mi negativa. Piensen en Antígona y recuerden, también, que
Lacan, en su lectura de su figura, no hace lo que uno esperaría de un analista (buscando alguna fijación
patológica, rastros de deseo incestuoso, etc.) Más bien, trata de salvar la pureza ética de su no a Creonte.
O piensen en un mandamiento irreprimible que uno siente a hacer algo suicida y heroico: uno lo hace
simplemente porque no se puede hacer (arriesgar la vida en protestas públicas, unirse a la resistencia
contra una dictadura u ocupación, ayudar a otros en catástrofes naturales).
Aquí, una vez más, uno debe resistir la evidente tentación pseudo-psicoanalítica de buscar alguna
motivación patológica más profunda que explicaría tales actos, por ejemplo, una combinación de la
pulsión de muerte con el narcisismo. Consideren, por ejemplo, miles de trabajadores de la salud mal
pagos que ayudan a los infectados conscientes de que están arriesgando sus vidas, y de voluntarios que
ofrecen su ayuda. Son mucho más numerosos que aquellos que se han sometido a tiranos brutales. Esta
es también la razón por la que Lacan afirma que el estatus del inconsciente freudiano es ético: para
Lacan, la ley moral de Kant es el deseo en su estado más puro.
La lucha por la hegemonía

Entonces, ¿qué puede decirnos el psicoanálisis sobre la victoria de Apruebo en Chile? En lugar de un
sondeo pseudo-freudiano en las profundidades inconscientes de una nación, sería productivo comenzar
con la noción de Lacan del significante amo y aplicarla al espacio de la ideología. Comencemos con una
comparación entre Chile y los Estados Unidos.
Una de las malas sorpresas de las elecciones presidenciales estadounidenses fue cuántos votos ganó
Trump también fuera de lo que la gente considera su circunscripción, entre negros, latinos, incluso los
pobres y muchas mujeres, además de cuántos votos ganó Biden entre los viejos blancos que se suponía
que votaban en un bloque mucho más grande por Trump. Esta reversión inesperada demuestra que los
republicanos ahora, en todo caso, son más un partido de clase trabajadora que los demócratas, y que la
división casi simétrica 50/50 del cuerpo político estadounidense no refleja directamente una división de
clases, sino que es el resultado de toda una serie de mitos y desplazamientos ideológicos.[70] Los
demócratas son mucho más fuertes que los republicanos entre el nuevo capital digital (Microsoft,
Amazon...), y también son discretamente apoyados por los grandes bancos, mientras que muchos de los
empobrecidos en las partes más pobres de los Estados Unidos apoyan el populismo republicano. El
resultado es que en la segunda quincena de noviembre de 2020 podemos leer informes serios de los
medios de comunicación con títulos como este: "¿Puede Trump realmente escenificar un golpe de estado
y permanecer en el cargo para un segundo mandato?"[71] Antes de la era de Trump, tales títulos estaban
reservados para los informes de los llamados estados delincuentes en el Tercer Mundo. Y, obviamente,
Estados Unidos tiene el honor de convertirse en el primer estado delincuente del Primer Mundo.
En marcado contraste con esta clara división 50/50, el referéndum victorioso de Apruebo en Chile
obtuvo nada menos que el 78,27% del total de votos en contra de Rechazo , que obtuvo sólo el 21,73% del
total de votos. Lo que es crucial es que esta enorme brecha de voto es directamente proporcional a la
concentración y distribución de riqueza y privilegios, con un grupo mucho más pequeño de la población
siendo parte de la élite (la opción Rechazo ) y un grupo mayoritario siendo consciente de esta desigualdad
social e injusticia (la opción Aprobación ). Por lo tanto, Chile es único no por alguna particularidad
exótica, sino, precisamente, porque hace directamente visible la lucha de clases, que es ofuscada y
desplazada en los Estados Unidos y en otros lugares. La singularidad (excepción) de Chile reside en la
universalidad misma de su situación.
Pero aquí debemos evitar la ilusión de que la disposición de los votos en Chile era más natural ,
reflejando fielmente las divisiones de clases predominantes, mientras que en los Estados Unidos el
escrutinio electoral no refleja fielmente la división de clases, sino que está distorsionado por
manipulaciones ideológicas. No hay nada natural en la lucha política e ideológica por la hegemonía. Toda
hegemonía es el resultado de una lucha, cuyo resultado está abierto. La victoria de Apruebo en Chile no
sólo demuestra la ausencia de manipulaciones ideológicas, de modo que la distribución de los votos
podría reflejar fielmente la división de clases; Apruebo ganó gracias a una larga y activa lucha por la
hegemonía ideológica.
En este contexto, debemos utilizar la teoría de Ernesto Laclau de la lucha por la hegemonía
ideológica, que es en última instancia la lucha por los significantes amos , no sólo qué significante amo
predominará, sino también cómo este significante amo organizará todo el espacio político[72] . Tomemos
el ejemplo obvio: la ecología, la lucha contra el calentamiento global y la contaminación. Con la excepción
de los negadores (cada vez más raros), casi todo el mundo está de acuerdo en que la crisis ecológica es
uno de los temas centrales de hoy, que representa una amenaza para nuestra propia supervivencia. La
lucha gira en torno a lo que Laclau llamó cadena de equivalencias : ¿a qué otros significantes (temas de
lucha ideólogo-político) estarán vinculados la ecología ? Tenemos ecología estatal (sólo un estado fuerte
puede hacer frente al calentamiento global), ecología capitalista (sólo mecanismos de mercado, impuestos
más altos sobre los productos que contaminan nuestro medio ambiente son la salida), ecología
anticapitalista (la dinámica de la expansión capitalista es la principal causa de nuestra explotación
despiadada de la naturaleza), ecología autoritaria (la gente común no puede entender la complejidad de
la crisis ecológica; tenemos que confiar en un fuerte poder estatal apoyado por la ciencia), la ecología
feminista (la causa última de nuestros problemas es el poder social de los hombres que son más agresivos
y explotadores), la ecología conservadora (necesitamos volver a un modo de vida tradicional más
equilibrado), etc. La lucha por la hegemonía no es sólo la lucha por aceptar la ecología como un problema
serio, sino mucho más la lucha por lo que significará esta palabra, cómo se vinculará a otras nociones,
incluyendo la ciencia, el feminismo, el capitalismo...
La imposición de un nuevo significante amo es, por regla general, experimentada como encontrar el
nombre correcto para lo que estamos tratando de entender. Sin embargo, este acto de encontrar es
productivo; establece un nuevo campo simbólico. En Chile, el significante amo de las protestas en curso y
del movimiento Apruebo es dignidad . Chile no es una excepción aquí: a pesar de la pobreza, el hambre y
la violencia, a pesar de la explotación económica, las protestas que están explotando de Turquía y
Bielorrusia a Francia evocan regularmente la dignidad. Una vez más, no hay nada específicamente de
izquierda o incluso emancipador en dignidad . Si uno se lo preguntara a Pinochet, sin duda celebraría la
dignidad, aunque incluyéndola en una cadena de equivalencias diferente a lo largo de la línea patriótico-
militar: su golpe de Estado de 1973 salvó la dignidad de Chile de una amenaza totalitaria-izquierdista.
Para los partidarios de Apruebo , por el contrario, la dignidad está vinculada a la justicia social que
disminuirá la pobreza, la atención sanitaria universal, las libertades personales y sociales garantizadas,
etc. Lo mismo ocurre con la justicia : Pinochet sin duda abogaría por la justicia, pero su tipo de justicia,
no la justicia económica igualitaria. Justicia habría significado que todo el mundo, especialmente los de
abajo, debe conocer su lugar adecuado... Una de las razones del triunfo de Apruebo fue que ganaron la
lucha por la hegemonía, de modo que, si ahora se mencionan dignidad y justicia en Chile, significan lo
que Apruebo representa.
Esto, por supuesto, no implica que las luchas políticas o económicas puedan reducirse a conflictos
discursivos. Lo que implica es que el nivel del discurso tiene su propia lógica autónoma, no sólo en el
sentido de que los intereses económicos no pueden traducirse directamente en un espacio simbólico, sino
en un sentido más radical: cómo se perciben los intereses económicos y sociales ya está mediado por
procesos discursivos. Un ejemplo simple: cuando un país se muere de hambre, el hambre es un hecho.
Pero lo que importa es cómo se experimenta este hecho. ¿Su causa se atribuye a los financistas judíos?
¿Se percibe como un hecho de la naturaleza (mal tiempo), o como un efecto de explotación de clase? Otro
ejemplo: sólo después del auge del feminismo estaba el papel subordinado de las mujeres en sus familias
y su exclusión de la vida social percibida como una injusticia. Antes de ese momento, estar casado con un
marido amoroso y bien previsto era considerado una gran suerte. El primer paso del feminismo no es un
paso directo hacia la justicia, sino la conciencia de las mujeres de que su situación es injusta. De manera
homóloga, los trabajadores no protestan cuando viven en la pobreza; protestan cuando experimentan su
pobreza como una injusticia, de la cual la clase dominante, así como el Estado, son responsables.
Aquellos que están dispuestos a descartar estas consideraciones como un paso hacia el idealismo
discursivo deben recordar cómo Lenin estaba obsesionado con los detalles en los programas políticos,
enfatizando que "cada pequeña diferencia puede convertirse en una grande si se insiste en ella"[73] , y
cómo una palabra (o su ausencia) en un programa puede cambiar el destino de una revolución. Estas
palabras no son grandes ideas programáticas centrales; dependen de una situación concreta:

Toda pregunta corre en un círculo vicioso porque la vida política en su conjunto es una cadena
interminable que consiste en un número infinito de eslabones. Todo el arte de la política radica en
encontrar y tomar tan firme como podamos el eslabón menos probable de ser arrebatado de
nuestras manos, el que es más importante en el momento dado, el que más garantiza a su
poseedor la posesión de toda la cadena.[74]

Recuerden que en 1917 el lema de Lenin para la revolución no era la revolución socialista , sino la
tierra y la paz , el deseo de las grandes masas de poseer la tierra en la que estaban trabajando y ver el
final de la guerra. La historia no es un desarrollo objetivo , sino un proceso dialéctico en el que lo que
realmente continúa está inextricablemente mediado por su simbolización ideológica. Esta es la razón por
la que, como Walter Benjamin señaló repetidamente, la historia cambia el pasado, es decir, cambia la
forma en que este pasado está presente hoy, como parte de nuestra memoria histórica.[75]
Imaginemos que la renormalización de Pinochet se mantuvo en su lugar y que las protestas que
comenzaron en octubre de 2019 fueron rápidamente reprimidas. Imaginemos además que, en este
proceso de falsa normalización, la figura del propio Pinochet fue descartada y su golpe de estado
condenado. Tal gesto de saldar las cuentas con el pasado habría significado el triunfo final del legado de
Pinochet: este legado habría sobrevivido en la constitución que fundan el orden social existente. Su
dictadura se habría reducido a una breve interrupción violenta entre dos períodos de normalidad
democrática. Pero esto no sucedió, y lo que ocurrió en Chile en 2019-2020 cambió la historia: una nueva
narrativa del pasado se impuso, una narrativa que desnormalizó la democracia post-Pinochet como
continuación de su gobierno por medios democráticos.
Hay una expresión maravillosa en serbio: "Ne bije al' ubija u pojam (‘no golpea, pero mata en la
noción’). La expresión se refiere a alguien que en lugar de destruirte con violencia directa, te bombardea
con actos que socavan tu autoestima, para que termines humillado, privado del núcleo (‘noción’) de tu ser.
Matar en una noción es una expresión espontáneamente hegeliana: describe lo contrario de la
destrucción real (de tu realidad empírica), en la que tu noción sobrevive de una manera elevada (como
matar a un enemigo de tal manera que el enemigo sobrevive en la mente de miles como héroe). En
resumen, describe un gesto de anti-Aufhebung : lo que sobrevive es su contingente realidad empírica
privada de su noción. Así es como uno debe proceder con Hitler y el nazismo: no para sublimarlos (para
deshacerse de sus excesos y salvar el núcleo cuerdo del proyecto), sino para matarlos en su noción, para
destruir esta misma noción. Y es lo mismo con Trump y su legado: la verdadera tarea no es sólo
derrotarlo (abriendo la posibilidad de que regrese en 2024), sino matarlo en su noción , para hacerlo
visible en toda su vanidad e incoherencia sin valor. Una vez más, en hegeliano, matarlo en su noción
significa llevarlo a su noción, es decir, destruirlo inmanentemente, permitirle destruirse a sí mismo con la
forma de hacer que aparezca como lo que es.
Para matar un movimiento en su noción se necesitan nuevos significantes. El ensayo de Gabriel
Tupinamba "Vers un Signifiant Nouveau: Our Task after Lacan" aborda precisamente este problema.
Hacia un nuevo significante es la expresión que Lacan utilizó en su seminario dado el 15 de marzo de
1977[76] en los años posteriores a disolver su escuela, admitiendo el (y su propio) fracaso. A nivel de la
teoría, esta búsqueda de un nuevo significante indica que trató desesperadamente de ir más allá del tema
central de su enseñanza en la década de 1960, la obsesión con lo Real, un núcleo traumático/imposible de
goce que elude toda simbolización y sólo puede ser confrontado brevemente en un auténtico acto de
fuerza ciega. Lacan ya no está satisfecho con tal encuentro de un agujero central o imposibilidad como la
experiencia humana última: ve la verdadera tarea en el movimiento que debe seguir tal experiencia, la
invención de un nuevo significante amo que localizará el agujero / imposibilidad de una nueva manera. En
política, esto significa que uno debe dejar atrás la falsa poesía de grandes revueltas que disuelven el
orden hegemónico. La verdadera tarea es imponer un nuevo orden, y este proceso comienza con nuevos
significantes. Sin nuevos significantes, no hay un cambio social real.
Entrevistas en tiempos de pandemia

A continuación se presentan al lector dos entrevistas realizadas a intelectuales contemporáneos en el


contexto de pandemia.

Diálogo con Slavoj Žižek: ¡Pandemia! en Latinoamérica [77]

Resumen: 2019 fue un año marcado por una amplia variedad de hitos mundiales capaces de trastocar las
esferas sociales de diferentes ubicaciones geográficas. Estallidos sociales desencadenados en diferentes
países, cambios políticos y sociales importantes…, pero, sin duda, nada se compararía al impacto que
generaría la llegada de la pandemia del Covid-19; a lo largo del 2020 el virus de la mano de la
globalización fue capaz de alcanzar cada rincón del mundo dejando a la humanidad expuesta y
confrontada con su extrema vulnerabilidad y, a su vez, exhibiendo el fracaso total de la ciencia en la
carrera por encontrar una cura. En este contexto, intelectuales del mundo de las ciencias sociales y las
humanidades no dudaron en realizar sus profundos análisis respecto de este enemigo invisible que llega,
como también dar a conocer sus hipótesis sobre el escenario post-pandemia que inevitablemente llegaría.
Uno de los análisis que causó mayor atención, críticas e incluso burlas fue el del filósofo esloveno Slavoj
Žižek. En este documento se encuentran preguntas de algunas de las premisas que se hallan en su libro
con un enfoque en la región latinoamericana.

Nicol A. Barria-Asenjo: Una vez que la pandemia del Covid-19 comenzó a proliferar sin límites
desatando catástrofes humanas en diferentes países y acaparando naturalmente a los medios
internacionales, prontamente se difundió la noticia de la publicación de tu libro Pandemia: el Covid-19
sacude al mundo , un breve libro que consta de diez capítulos en los cuales trazas un análisis que integra
diferentes disciplinas, a saber, filosofía, política, psicoanálisis e historia. ¿Qué fue lo que motivó esta
rápida aparición?

Slavoj Žižek: No es un libro real, sólo una colección de intervenciones cortas para periódicos y medios
digitales: sigo escribiéndolas, en septiembre 2020 aparecerá el volumen dos. Entonces, ¿por qué lo hago
tan rápido, saltando el tiempo necesario para la reflexión y publicándolas antes de haber sido capaz de
elaborar una teoría consistente de lo que pasa? Porque he querido intervenir desesperadamente en
nuestra situación, para que la gente tome conciencia de que esta situación no es sólo la de una
emergencia médica, sino también un momento eminentemente político: todo un modo de vida con todas
sus reglas escritas y no escritas está suspendido y se está luchando por lo que lo reemplazará. Nuestra
vida social no se paraliza cuando tenemos que obedecer las reglas de aislamiento y cuarentena o, más
bien, en tales momentos de (lo que puede parecer) un estancamiento las cosas están cambiando
radicalmente. Ignorar esto significa nada menos que una especie de psicosis colectiva.
En mis comentarios sobre las epidemias, a menudo escribía sobre problemas bastante comunes que
las acompañan. No es sólo la cosecha y la distribución lo que está acosado por las dificultades. ¿Qué pasa
con el crecimiento de las plantas en sí? Las langostas están arruinando las cosechas desde el este de
África hasta el oeste de la India, provocando que algunas partes también se vean amenazadas por las
sequías... Si resumimos todo esto, la conclusión es que nos enfrentamos a una perspectiva de
considerable escasez de alimentos, si no de hambre absoluta, y no sólo en los países del Tercer Mundo.
No se trata sólo de pagar un poco más por nuestro habitual paquete de fresas... En este punto, puedo oír
las risas de mis críticos (y también de mis amigos) que se burlan de cómo la epidemia de la corona virus
significa que mi tiempo como filósofo ha terminado: ¿a quién le importa la lectura lacaniana de Hegel
ahora que los fundamentos de nuestra existencia están amenazados? Incluso yo tengo que escribir sobre
la cosecha ahora...
Mis críticos no podrían estar más equivocados. La epidemia en curso no sólo sacó a relucir conflictos
sociales y económicos que estaban todo el tiempo en la superficie; no sólo nos enfrentó a inmensos
problemas económicos y políticos. Cada vez más se está convirtiendo en un verdadero conflicto de
visiones globales sobre la sociedad y el conflicto de visiones de los humanos. Este conflicto es un conflicto
existencial serio, por lo que no se puede burlar de los que se niegan a usar máscaras. Aquí está cómo
Brenden Dilley, un presentador de un chat de Texas explicó por qué no lleva una máscara: "Mejor estar
muerto que ser un idiota. Sí, lo digo literalmente. Prefiero morir que parecer un idiota ahora mismo".
Dilley se niega a usar una máscara ya que, para él, andar con una máscara es incompatible con la
dignidad humana en su nivel más básico.
Por eso un filósofo también debería escribir sobre la cosecha ahora: la forma en que trataremos este
problema depende en última instancia de nuestra postura básica hacia la vida humana. ¿Somos, como
Dilley, libertarios que rechazan cualquier invasión de nuestras libertades individuales? ¿Somos utilitarios
dispuestos a sacrificar miles de vidas por el bienestar económico de la mayoría? ¿Somos autoritarios que
creemos que sólo un estricto control y regulación estatal puede salvarnos? ¿Somos espiritualistas de la
Nueva Era que piensan que las epidemias son una advertencia que recibimos de la Naturaleza, un castigo
por nuestra explotación de los recursos naturales? ¿Confiamos en que Dios sólo nos está probando y que
en última instancia nos ayudará a encontrar una salida? Cada una de estas posturas se basa en una visión
específica de lo que los humanos, se refiere al nivel en el que somos en cierto sentido todos los filósofos.
Esta dimensión filosófica se hace evidente ya cuando intentamos clasificar lo que está pasando ahora.
Los marxistas tradicionales distinguieron entre el comunismo propiamente dicho y el socialismo como su
primera etapa inferior. En este sentido en la Unión Soviética hubo un debate en 1960 y la solución fue
que, aunque todavía no están en pleno comunismo, tampoco están ya en la etapa inferior (el socialismo);
por lo que introdujeron una nueva distinción entre la etapa inferior y la superior del socialismo... ¿No está
ocurriendo algo similar con las epidemias de Covid? Hasta hace un mes, nuestros medios de
comunicación estaban llenos de advertencias sobre la segunda ola, mucho más fuerte, en el otoño y el
invierno; con nuevos picos en todas partes y el número de infecciones creciendo de nuevo, la palabra es
que esto no es todavía la segunda ola, sino sólo un fortalecimiento de la primera ola continúa.
Ahora que las infecciones por Covid aumentan y la gente se preocupa de nuevo y se anuncian nuevas
medidas restrictivas, estas medidas van acompañadas de una condición explícita o al menos implícita:
pero no habrá vuelta al cierre total, la vida pública continuará. Esta condición se hace eco de una
protesta espontánea de mucha gente: "No puedo volver a tomarlo (el cierre total) de nuevo. ¡Quiero mi
vida normal de vuelta!" Escucho en estos gritos una inesperada confirmación de la afirmación de Jacques
Lacan de que la normalidad es una versión de la psicosis. Exigir un retorno a la normalidad hoy en día
implica una exclusión psicótica de lo real del virus: seguimos actuando como si la infección no tuviera
lugar realmente. Mira los últimos discursos de Donald Trump: aunque sabe el verdadero alcance de la
epidemia, habla y actúa como si no lo supiera, está atacando ferozmente a los fascistas de izquierda como
la principal amenaza para los EE.UU. hoy en día, etc. Pero Trump es mucho menos de lo que pensamos,
una excepción aquí; leemos regularmente en nuestros medios noticias que suenan como: "A pesar de los
nuevos picos de infección, la apertura continúa..." En una insuperable ironía, la vuelta a la normalidad se
convierte así en el gesto psicótico supremo, el signo de la locura colectiva.
Aquí, Jacqueline Rose hizo un punto crítico contra mí: "¿Cómo cuadrar la liberación de la obscenidad,
incluso la psicosis, en el espacio político público y su relato de los elementos progresistas del momento?
¿Puede la ética derrotar a la obscenidad? Me temo que todo el psicoanálisis no lo sugiere." Creo que las
cosas son más complejas. Freud ya escribió que en la perversión el inconsciente es el más difícil de
acceder, por lo que es casi imposible psicoanalizar a los perversos: primero tienen que ser histerizados,
sus garantías deben ser debilitadas por el surgimiento de preguntas histéricas. Pero creo que lo que
estamos presenciando ahora, cuando la epidemia se prolonga, es una histerización tan gradual de
aquellos que asumieron una posición perversa o incluso psicótica. Trump y otros nuevos populistas de
derecha se están derrumbando, poniéndose nerviosos, sus reacciones son cada vez más inconsistentes,
auto-contradictorias, atormentadas por una pregunta. Para volver a Rose: Pienso que la obscenidad en sí
misma ya se basa en una cierta ética, sigue una cierta postura que no puede sino ser designada como
ética - aquellos que actúan obscenamente quieren escandalizar a la gente con sus actos y de esta manera
despertarlos de sus ilusiones cotidianas. La manera de superar esta ética de la obscenidad es sacar a la
luz sus inconsistencias: los que actúan obscenamente tienen sus propios tabúes, nunca son tan radicales
como creen que son.

Nicol A. Barria-Asenjo: Tu libro comienza con una frase de Hegel, la cual afirma que la de la historia
nada se aprende. Creo que la historia inevitablemente involucra lo que Freud llamó trabajo del duelo ,
una suerte de negociación con el objeto perdido, la asimilación y el posterior alejamiento; en este sentido,
hay una especie de diada pérdida-olvido, lo cual, en un análisis superficial, puede ir en la misma sintonía
que el señalamiento de Hegel. Sin embargo, respecto de la pandemia, podemos ver que de la historia, y
rememorando los acontecimientos similares que ha enfrentado la Humanidad si se ha aprendido bastante.
Para Edward Thomson el pasado siempre está a nuestro lado, perdido en ciertos casos, pero las huellas
prevalecen en las sociedades y en nosotros. Siguiendo esta dirección, las primeras pandemias, por
ejemplo, la conocida peste bubónica sirvió para que se implementaran medidas a favor de una
higienización en salud, los países crearon redes internas para mejorar o construir nuevos hospitales, se
crearon programas de autocuidado ,” etc. Por último, para François Dosse la historia es una incesante
búsqueda de la verdad que toma el pasado para construir herramientas para el futuro. ¿Entonces,
realmente es posible sostener tal afirmación? ¿Por qué elegir esta frase como pie de inicio para un
análisis pandémico, a que te referías al utilizarla?

Slavoj Žižek: Sigo siendo hegeliano aquí: Hegel no sólo dijo que no aprendemos nada de la historia, sino
que escribió que lo único que podemos aprender de la historia es que no hay nada que aprender de ella.
Por supuesto que aprendemos de la historia en el sentido de reaccionar a las catástrofes del pasado, de
incluirlas en las narraciones de un posible futuro mejor. Digamos que después del horror de la Primera
Guerra Mundial, la gente se horrorizó y formó la Sociedad de Naciones para prevenir futuras guerras,
pero fue seguida por la Segunda Guerra Mundial. Estoy aquí como un pesimista hegeliano: cada trabajo
de duelo, cada simbolización de una catástrofe se pierde algo y así se abre un camino hacia una nueva
catástrofe. Y no ayuda si sabemos el peligro que nos espera. Piensa en el mito de Edipo: Los padres de
Edipo sabían lo que sucedería y la catástrofe ocurrió porque trataron de evitarlo... sin la profecía que les
decía lo que sucedería, ninguna catástrofe habría ocurrido. Sólo pienso que nuestros actos nunca son
auto-transparentes, nunca sabemos lo que estamos haciendo, cuáles serán los efectos de lo que estamos
haciendo. Hegel era plenamente consciente de ello y lo que llamó reconciliación no es un triunfo de la
razón, sino la aceptación de la dimensión trágica de nuestra actividad: tenemos que aceptar
humildemente las consecuencias de nuestros actos, aunque no queramos que esto suceda. Los
comunistas rusos no querían el terror estalinista, esto no formaba parte de sus planes, pero sucedió y
ellos son en cierto modo responsables de ello. ¿Y si ocurre lo mismo con las epidemias de la corona? ¿Y si
algunas de las medidas que estamos tomando para combatirlo darán lugar a nuevas catástrofes?
Así es como debemos aplicar el idealismo de Hegel a la realidad del Covid-19: aquí también debemos
tener en cuenta la afirmación de Lacan de que no hay realidad, sin un soporte fantasmático. Las fantasías
proporcionan el marco de lo que experimentamos como realidad; las epidemias del Covid-19 como un
hecho de nuestra realidad social son, por lo tanto, también una mezcla de la realidad y las fantasías: todo
el marco de cómo lo percibimos y reaccionamos a él está sostenido por diferentes fantasías: sobre la
naturaleza del propio virus, sobre las causas de su impacto social, etc. El hecho de que el virus casi
paralizara el mundo en una época en que mucha más gente moría de contaminación, hambre, etc., indica
claramente esta dimensión fantástica. Tendemos a olvidar que hay personas (refugiados, los que están
atrapados en una guerra civil) para los que las epidemias de Covid es un problema menor insignificante.

Nicol A. Barria-Asenjo: Una de las frases que se difundió rápidamente aludía a que la solución a esta
catástrofe mundial era un nuevo comunismo . Posteriormente, en diferentes medios de comunicación ya
sea de forma escrita u oral, manifestaste que te referías a una forma más modesta de nuevo comunismo ,
que simplemente buscabas exponer que era necesario implementar una extrema colaboración
internacional a favor de la humanidad por sobre la economía ¿Fue una estrategia el utilizar esta frase?

Slavoj Žižek: Lo sé, tengo muchas reacciones críticas a esta idea mía. Por ejemplo, Etienne Balibar
escribió: "La idea de que sólo porque la crisis es una gran crisis (con la que yo estaría de acuerdo), todas
las luchas se están fusionando potencialmente en un movimiento revolucionario único (siempre que
gritamos "¡uníos! ¡uníos!" lo suficientemente fuerte), me parece un poco infantil... ¡siguen existiendo
algunos obstáculos! la gente debe sobrevivir primero..." Pero creo que algo como una nueva forma de
comunismo tendrá que surgir precisamente si queremos sobrevivir!
En los últimos meses, el tema de Covid eclipsó totalmente las preocupaciones ecológicas y sólo fue
eclipsado en las últimas semanas por las protestas antirracistas que se extendieron desde los EE.UU. por
todo el mundo. La crucial batalla ideológica y política que está teniendo lugar estos días se refiere a la
relación entre los tres dominios: epidemias de Covid, crisis ecológicas, racismo. La presión que viene del
establishment es mantener estos tres dominios separados, e incluso insinuar tensiones entre ellos. A
menudo se escucha que nuestra principal tarea ahora es poner en marcha la economía, y que para ello
debemos descuidar un poco los problemas ecológicos; se escucha que las caóticas protestas antirracistas
a menudo violan el distanciamiento social y por eso contribuyen a la propagación de las infecciones
Covid... Contra esta línea de razonamiento se debe insistir en la unidad básica de los tres dominios: las
epidemias explotan como parte de nuestra relación desequilibrada con nuestro entorno natural, no son
sólo un problema de salud; las protestas antirracistas también recibieron un impulso adicional por el
hecho de que las minorías raciales están mucho más amenazadas por las epidemias que la mayoría
blanca, que puede permitirse el auto-aislamiento y una mejor atención médica. Estamos, pues, ante crisis
que estallan como momentos de la dinámica del capitalismo mundial: las tres, epidemias virales,
disturbios raciales, crisis ecológicas, no sólo se predijeron sino que ya nos acompañaron durante décadas.
Muchos críticos de izquierda rechazaron mi idea de una perspectiva comunista abierta por las
epidemias en curso con el argumento marxista estándar de que no hay revolución sin un partido
revolucionario, una fuerza organizada que sabe lo que quiere, y que tal fuerza no se ve en ninguna parte
en estos días. Sin embargo, tal crítica ignora dos características únicas de nuestra situación actual. En
primer lugar, que la propia situación -en la salud y en la economía- exige medidas que suspendan los
mecanismos del mercado y obedezcan a la máxima a cada uno según sus necesidades, de cada uno según
sus capacidades , de modo que incluso los políticos conservadores en el poder se ven obligados a imponer
cosas que se asemejan a la renta básica universal. En segundo lugar, el sistema capitalista mundial se
está acercando a una tormenta perfecta en la que la crisis sanitaria se combina con la crisis económica, la
crisis ecológica, los conflictos internacionales y las protestas antirracistas. Estas últimas protestas no se
limitan a los EE.UU., sino que están surgiendo en todo el mundo, es como si estuviéramos entrando en
una nueva etapa de nuestra conciencia ética donde el racismo se considera simplemente intolerable. La
combinación de todas estas luchas, la conciencia de que están vinculadas de manera intrínseca, tiene un
inmenso potencial emancipador.
Como señaló Todd MacGowan, el capitalismo es en su esencia sacrificial: en lugar de consumir
inmediatamente el beneficio que deberíamos reinvertirlo, la plena satisfacción se aplaza para siempre,
pero este sacrificio no se experimenta como tal, se oculta: nos sacrificamos ahora por el beneficio
posterior. Con las epidemias de Covid la verdad sobre el sacrificio del capitalismo salió a la luz... ¿cómo?
Estamos abiertamente dispuestos a sacrificar (algunas de) nuestras vidas ahora para mantener la
economía en marcha, me refiero aquí a cómo algunos de los seguidores de Trump exigieron directamente
que las personas mayores de 60 años aceptaran morir para mantener vivo el estilo de vida capitalista de
EE.UU... Por supuesto, los trabajadores de profesiones peligrosas (mineros, siderúrgicos, cazadores de
ballenas) arriesgaron sus vidas durante siglos, por no mencionar los horrores de la colonización, en la que
hasta la mitad de la población indígena fue aniquilada, pero ahora el riesgo se explica directamente, y no
sólo para los pobres. ¿Puede el capitalismo sobrevivir a este cambio? Creo que no: socava la lógica del
goce infinitamente postergado que le permite funcionar.
Nicol A. Barria-Asenjo : Últimamente has participado en diferentes medios internacionales dando a
conocer tu perspectiva, sin embargo, respecto de la región latinoamericana los comentarios son nulos.
¿Por qué? Me gustaría conocer cuál es tu lectura de lo que pasa en la región latinoamericana con la
llegada de la pandemia.

Slavoj Žižek: La razón por la que no comenté la situación en América Latina es muy simple: no sé lo
suficiente al respecto. Solo conozco pequeñas partes que son universalmente conocidas: el destino del
peronismo en Argentina (siempre fui muy escéptico sobre este tipo de populismo), la tragedia de Allende
en Chile, el fracaso de la revolución cubana (realmente no inventaron un nuevo modo de vida social) y del
chavismo en Venezuela… solo vi un verdadero potencial emancipatorio en lo que sucedió en Bolivia con
Evo Morales: aprecio mucho a Linera como político y como teórico.
No es mío enseñarte, sino aprender de ti. No puedo traerte la verdad sobre ti desde afuera. En
Europa los intelectuales de izquierda suelen cometer dos errores opuestos. O enseñamos con
condescendencia a los latinoamericanos lo que realmente está sucediendo allí, o idealizamos a algún país
latino como el lugar de la verdadera revolución (Cuba, Venezuela).

Nicol A. Barria-Asenjo: Cuál es tu lectura de lo que aconteció en Chile desde el 18 de Octubre del 2019,
fecha en que mi país se vio confrontado con las consecuencias de su modelo politico-económico. Producto
de esto, el país quedó a la deriva en un complejo escenario desatándose manifestaciones sociales de
extremo a extremo.

Slavoj Žižek: No sé con suficiente precisión sobre esta complejidad del escenario. Por supuesto que
seguí las protestas en Chile en las noticias; lo que nos sorprendió en Europa es que no las esperábamos.
Percibimos a Chile como una historia de éxito, un retorno a la democracia con una economía próspera -
de nuevo, una prueba de lo poco que sabemos.
Desde mi punto de vista, las protestas que estallaron en todo el mundo en 2019 - Hong Kong,
Cataluña, Chile, Ecuador, Líbano, Chalecos Amarillos en Francia - no pueden reducirse a un denominador
común. En cada uno de los casos, la protesta contra una ley o medida particular (aumento del precio de la
gasolina en Francia, ley de extradición a China en Hong Kong, aumento de los billetes de transporte
público local en Chile, largas penas de prisión para los políticos independentistas catalanes en
Barcelona...) estalló en un descontento general que evidentemente ya estaba ahí, acechando, esperando
que estallara un detonante contingente, de modo que incluso cuando la ley o medida particular fue
derogada, las protestas persistieron. Pero no estoy seguro de poder definir la naturaleza precisa de este
descontento general. Lo que me fascinó -pero puedo estar totalmente equivocado en esto- es el aspecto
de "problemas en el paraíso" de las protestas: no tenían lugar en países pobres y desolados sino en países
de (relativa, al menos) prosperidad, países que se presentaban en nuestros medios de comunicación v
como (económicos, al menos) historias de éxito. Aunque estas protestas indican desigualdades crecientes
que desmienten la historia oficial de éxito, no pueden reducirse a cuestiones económicas: la insatisfacción
que expresan indica las crecientes expectativas (normativas) de cómo deberían funcionar nuestras
sociedades, expectativas que también se refieren a cuestiones "no económicas" como las libertades
colectivas o individuales, la dignidad, incluso la vida con sentido. Algo que hasta hace poco se aceptaba
como normal (cierto grado de pobreza, plena soberanía estatal, etc.) se percibe ahora como un mal que
hay que combatir.
Otra cosa que me molesta es: tenemos protestas que sólo quieren más justicia, etc. dentro del orden
existente; en un cierto punto, las protestas se vuelven más radicales. Pero no veo ninguna idea
convincente de cómo debería ser el nuevo orden social: ¿socialismo, verdadera democracia? Sólo veo
fracasos, desde Cuba hasta Venezuela. Hoy, con las nuevas crisis que estallan, NECESITAMOS una
alternativa radical al capitalismo global, pero no podemos imaginarlo... Permíteme añadir aquí una
reflexión general. El anverso del incesante impulso capitalista para producir nuevos y nuevos objetos son
las crecientes pilas de residuos inútiles, montañas apiladas de coches usados, ordenadores, etc., como el
famoso "lugar de descanso" de los aviones en el desierto de Mojave en California. En estas crecientes
pilas de "cosas" inertes y disfuncionales, que no pueden dejar de golpearnos con su inútil e inerte
presencia, uno puede, por así decirlo, percibir el impulso capitalista en reposo. ¿Y no nos pasó algo así a
todos nosotros cuando, con la cuarentena, nuestra vida social se paralizó? Vimos objetos que usábamos
todos los días - tiendas, cafeterías, autobuses y trenes y aviones - simplemente descansando allí, cerrados,
privados de su función. ¿No fue esta una especie de época que se nos impuso en nuestra vida real? Tales
momentos deberían hacernos pensar: ¿realmente vale la pena volver al buen funcionamiento del mismo
sistema?
Sin embargo, la verdadera prueba no es tanto el encierro y el aislamiento, sino que comienza ahora
cuando nuestras sociedades empiezan a moverse de nuevo. En mi libro, comparé el efecto de las
epidemias de Covid en el orden capitalista global con la "Técnica del Corazón Explosivo de la Palma de
Cinco Puntos" de la escena final de "Kill Bill de Tarantino 2". El movimiento consiste en una combinación
de cinco golpes con la punta de los dedos a cinco puntos de presión diferentes en el cuerpo del objetivo:
el objetivo puede seguir viviendo y hablando si no se mueve - después de que se levanta y da cinco pasos,
su corazón explota... ¿No es así como las epidemias Covid afectaron al capitalista global? El encierro y el
aislamiento son relativamente fáciles de sostener, somos conscientes de que es una medida temporal
como tomar un descanso; los problemas estallan cuando tenemos que inventar una nueva forma de vida
ya que no hay retorno a la antigua. En otras palabras, el momento realmente difícil está llegando AHORA.
Más en general, si habrá una fuerte segunda ola de epidemias, veo una seria amenaza de colapso de
nuestra salud mental. Las señales ya se están multiplicando: según algunos informes, en el norte de Italia
hasta el 70 por ciento de los hombres adultos están mentalmente afectados; en España, la mitad de los
niños de las áreas metropolitanas tienen pesadillas; en los EE.UU. se esperan decenas de miles de
suicidios... Esta tendencia no debería sorprendernos: los fundamentos mismos de nuestra vida diaria
están desapareciendo. En "La luna bajo el agua", George Orwell describe la atmósfera de su pub ideal -
para Orwell, pubs donde el elemento clave de la socialización para las clases bajas, el lugar donde se
afirmaban sus costumbres comunes, y es dudoso que la vida del pub vuelva a ser como la conocíamos...
Uno nunca debe subestimar el efecto demoledor de ver sus costumbres diarias colapsar. Cuando nos
involucramos en nuestras rarezas y excentricidades, siempre contamos con el seguro trasfondo de las
costumbres comunes, incluso y especialmente cuando las violamos - un verdadero patriota siempre está
listo para burlarse de su país. Lacan llamó a este espacio de costumbres comunes el "gran Otro", la
sustancia simbólica de nuestras vidas, y el colapso psicótico se avecina cuando este gran Otro comienza a
desintegrarse: el horror no reside en nuestras transgresiones de nuestras costumbres compartidas, el
horror explota cuando nos damos cuenta de que estas costumbres se están desmoronando, que no
tenemos un terreno firme en el que apoyarnos.
Más precisamente, el gran Otro se está desintegrando simultáneamente, mostrando su ineficiencia y
fortaleciéndose (bombardeándonos con órdenes exactas sobre cómo actuar., sobre qué hacer para no
hacerlo). Es decir, la exclusión psicótica no es la única reacción, ni siquiera la predominante, a las
epidemias. También está la postura obsesiva ampliamente difundida: muchos de nosotros disfrutamos de
los rituales protectores contra el peligro de infección: nos lavamos las manos compulsivamente, no
tocamos a los demás ni a nosotros mismos, limpiamos todas las superficies de nuestros apartamentos, etc.
Así es como actúan los obsesivos: como el disfrute de las cosas está prohibido, realizan un giro reflexivo y
empiezan a disfrutar de las mismas medidas que mantienen el disfrute de las cosas a una distancia
adecuada.

Nicol A. Barria-Asenjo : Para concluir, y retomando la publicación de tu libro y el análisis que allí
realizas ¿hay algo que te gustaría agregar respecto del escenario actual y ese escenario futuro que la
humanidad tendrá que vivir? ¿Qué mensaje crees necesario enviar a los lectores latinoamericanos de este
texto?

Slavoj Žižek: Me gustaría indicar una respuesta a través de la idea de diferentes modos de temporalidad
histórica. En un ensayo aún no publicado "Tiempo presente 2020", W.J.T. Mitchell lee la temporalidad de
las epidemias a través de los lentes de la antigua tríada griega de Kronos, Aion y Kairos. Kronos
personifica el implacable tiempo lineal que conduce inexorablemente a la muerte de todo ser vivo. Aion es
el dios del tiempo circular, de las estaciones y del ciclo del zodíaco, y la serpiente con la cola en la boca y
el eterno retorno. Kairos tiene un doble aspecto de amenaza y promesa - en la teología cristiana, es el
momento de la decisión fatídica, el momento en que "la novedad viene al mundo", como en el nacimiento
de Cristo.
Las epidemias se leen mayormente a través de las lentes de Kronos o Aion: como un evento en el
recorrido lineal de las cosas, como un momento de mala estación, un punto bajo que tarde o temprano
dará la vuelta. Lo que espero es que las epidemias sigan la lógica de Kairos: una catástrofe que nos
obligue a encontrar un nuevo comienzo. Para nuestros liberales, la inesperada aparición de Trump fue un
momento de Kairos: algo nuevo hizo añicos los cimientos de nuestro orden establecido. Creo que Trump
es sólo un síntoma de lo que ya estaba mal en nuestras sociedades, y todavía estamos esperando que
surja lo nuevo.
Una vez más, nuestra situación es eminentemente política porque estamos en un punto en el que
habrá que inventar un nuevo orden social - está claro que no podremos volver a la vieja normalidad. Esta
lucha por nuestro futuro ya está en marcha. Primero, tenemos populistas bárbaros (como Bolsonaro y
Trump) que quieren volver a la vieja normalidad aunque esto signifique una catástrofe sanitaria - lo que
realmente quieren es volver a la barbarie premoderna que acepta plagas y epidemias como parte de la
vida... Luego está lo que Naomi Klein llamó "Screen New Deal", una visión de una sociedad con un
mínimo de contacto humano donde la mayoría de nuestras necesidades son satisfechas a través de la web
o por drones. Por "barbarie con rostro humano" me refiero precisamente a soluciones tecnocráticas como
el "Screen New Deal", defendido por Andrew Cuomo: se oponen firmemente al control estatal autoritario
directo de China, reclamando que todos mantendremos nuestras libertades, y, en contraste con Trump y
Bolsonaro, también reclaman que nadie será sacrificado o dejado atrás. Sin embargo, guardan silencio
sobre dos cosas: cómo los detalles de nuestras vidas serán registrados y controlados por una combinación
de aparatos estatales y grandes empresas privadas como Microsoft y Google, además de cómo toda una
clase de personas (cuidadores, proveedores de alimentos, etc.) tendrán que seguir trabajando en la vida
real, expuestos a todos sus peligros, para hacer sostenible nuestro espléndido aislamiento.
Parece que nuestro futuro será una combinación de estos dos proyectos. Pero hay, como ya he
señalado, indicios de una tercera opción que denomino provocativamente comunismo: desde la
solidaridad mundial hasta la autoorganización local de las comunidades amenazadas. Estos indicios son
fáciles de encontrar. Mis amigos españoles me dijeron que, en el pico de la epidemia, en Madrid y
Barcelona la gente de las comunidades locales se organizó para ayudar a los que necesitaban ayuda.
Incluso en las favelas de Sao Paulo y Río de Janeiro, las bandas locales que luchaban por el control
concluyeron la paz y se organizaron para ayudar a los ancianos y enfermos. En el extremo opuesto, se
está haciendo evidente que una cooperación global nos dará una oportunidad - encuentro absurda y
obscena la idea misma de una empresa privada debiendo la fórmula de una eventual vacuna contra Covid.
Explico todo esto con más detalle en mi libro, pero lo que quiero subrayar aquí es que lo que quiero decir
con "comunismo" no tiene nada que ver con los regímenes comunistas del siglo XX. Sólo me refiero al
hecho de que la realidad de la situación obligó incluso a los políticos conservadores en el poder a adoptar
medidas que son en cierto modo "comunistas": para salvar vidas, tuvieron que suspender en gran medida
los mecanismos del mercado y hacer las cosas como un acto de voluntad y decisión social.
Lo que apoyo plenamente es la idea de Bruno Latour de que las epidemias de Covid no son un
accidente que nos golpee desde fuera, sino una expresión y efecto brutal de la lógica capitalista mundial,
un "ensayo general", como él dice, para lo que nos espera. Aunque los efectos de las epidemias sean
contenidos, habrá otras pandemias y otras catástrofes ecológicas. Sólo recuerden el reciente derrame de
petróleo almacenado cerca de Norilsk en el norte de Siberia: ocurrió debido al calentamiento global que
causa el derretimiento del permafrost - los cimientos del edificio que almacenaba el petróleo se
derrumbaron porque la tierra se volvió demasiado blanda para sostenerlos. ¡Piensa en las antiguas
bacterias y virus que serán liberados por el permafrost! Creo que, en algún momento, tendremos que
socializar nuestra producción y suspender el papel dominante de los mecanismos de mercado.
Si no inventamos un nuevo modo de vida social, no sólo será un poco peor, sino mucho peor. De nuevo,
mi hipotesis es que las epidemias de Covid anuncian una nueva época en la que tendremos que repensar
todo, incluido el significado básico de ser-humano, y nuestras acciones deben seguir el pensamiento. Tal
vez, hoy deberíamos dar vuelta la Tesis XI de Marx sobre Feuerbach: en el siglo XX, tratamos de cambiar
el mundo demasiado rápido, y ha llegado el momento de interpretarlo de una nueva manera.

Diálogo con Alfredo Eidelsztein [78]

Nicol A. Barria-Asenjo: Es posible que algunos de los lectores de esta entrevista, desconozcan mucho
de ti, ¿qué nos podrías contar de ti y de tu contribución al desarrollo del psicoanálisis en la actualidad?

Alfredo Eidelsztein: Bueno, como dijiste, soy, para los intereses de nuestra entrevista, psicoanalista
argentino, estudio sistemáticamente el psicoanálisis hace ya más de 50 años y lo practico desde hace 40
años. Para mí el psicoanálisis se ha convertido en el centro de mi actividad intelectual y,
fundamentalmente, lo que me interesa en especial, desde mi punto de vista en relación al psicoanálisis es
qué valor tiene lo que se afirma en psicoanálisis.
¿Por qué hemos de admitir que los conceptos psicoanalíticos y la práctica psicoanalítica están
justificados, tienen razonabilidad y no son meramente una práctica repetida de maestros a alumnos que
repiten un dogma solo por confianza? Por lo cual, todo lo que he publicado, que ya es bastante, son varios
libros los que tengo publicados, muchos artículos incluso, muchos videos que he subido a YouTube, todo
intenta responder, según fui avanzando en mi investigación a la pregunta de ¿qué justifica que el
psicoanálisis exista? ¿Qué justifica que sostengamos las ideas que afirmamos y la práctica que tenemos?
La respuesta habitual entre los colegas, entre los psicoanalistas, yo estudio mucho qué dicen los
psicoanalistas para responder a estas preguntas; estudio mucho a los epistemólogos, a los filósofos de las
ciencias, obviamente... los psicoanalistas dicen que no hay problema con estas preguntas porque el
psicoanálisis tiene eficiencia y tiene eficacia. Entonces, como me va bien con mis pacientes ¡ya está! , la
pregunta está contestada.
Para mí no, no estaría contestada en lo absoluto, porque todas las corrientes psicológicas utilizan el
mismo argumento: ¡los chamanes, las brujas, los curanderos también dicen que les va muy bien con sus
pacientes, los homeópatas, todas las técnicas new age, los curas sanadores, a todos les va muy bien; si
uno revisa en esos gremios, en esos grupos humanos, ¿qué posición tienen? Están todos muy satisfechos
con el éxito de la práctica o con el éxito de la clínica, se podría decir, con lo cual no me resulta en
absoluto un argumento convincente. Todo el mundo dice lo mismo, todos los practicantes están muy
contentos con los resultados de su praxis, con lo cual es un perogrullo, de lo contrario la vetarían, ellos
serían unos estafadores nada más. No parto de la idea de estafa, parto de la idea de que hacen falta
argumentos mejor elaborados que el supuesto éxito que, por otra parte, es imposible de medir, ¿cómo
mediríamos el éxito?
Las neurociencias hoy desacreditan totalmente al psicoanálisis, todas ellas dicen: Tenemos verificados
los éxitos, estadísticamente nosotros tenemos respaldo científico de que nuestros éxitos son de verdad y
que los éxitos, por ejemplo, del psicoanálisis, no son de verdad. Pero si uno revisa, no existen esos test
verificables de las neurociencias, o de las ciencias modernas de la vida para estimar que esos éxitos son
científicamente verificados y los éxitos del psicoanálisis no. Ya que todos se apoyan en el testimonio de los
pacientes, y si uno introduce la cláusula del inconsciente, el testimonio de los pacientes cuando se
contesta un test tiene la misma validez que un paciente que me dice: “Yo me siento muy bien, mi síntoma
se ha curado, le agradezco mucho doctor, esto fue un éxito”. No veo la diferencia sustancial. Así que mi
presentación sería esa, y sólo podría agregar que, creo que se nota en lo que dije, que el psicoanálisis
está muy demorado en su diálogo con las ciencias, con la epistemología, y la filosofía de las ciencias e
intento progresar en mis conocimientos de esas disciplinas para articular al psicoanálisis mejor, para ir
generando respuestas más consistentes.

Nicol A. Barria-Asenjo: A propósito de la llegada del famoso Coronavirus (COVID-19), el cual pareciera
no dejar indiferente a nadie, me gustaría conocer cuál es tu lectura del panorama actual.

Alfredo Eidelsztein: Bueno, sobre esta pregunta, acá en Buenos Aires te diríamos que es la pregunta del
millón; o sea, es la pregunta que quien tenga la respuesta, se le daría un premio de un millón de dólares.
Algunas reflexiones también vinculadas a mi intento de ser coherente, racional y tener algún tipo de
apoyo, por ejemplo: psicoanalistas allegados con los que conversaba hace tres semanas. Uno me dijo: “yo
no creo en el coronavirus”; otro me mandó páginas, screenshot de páginas de periódicos que alertaban
sobre la gripe aviar, y me decía: “Pero Alfredo, ¿te das cuenta? ¡Esto es promoción de los medios, esto es
para que el capitalismo progrese y los medios nos quieren encerrar en nuestras casas!”. Son dos colegas
psicoanalistas muy prestigiosos, que tienen práctica psicoanalítica hace 30 años como mínimo; es gente
ya grande. Uno de los dos es pelado total, y el otro es canoso total. O sea son viejos ya. Mi impresión es
que no tiene ningún valor el “yo no creo en el coronavirus” y tampoco tiene ningún valor preguntarse por
qué el otro habrá dicho: “es un manejo de la prensa”. Lo que yo me pregunto es, ¿qué avalaba a esos dos
psicoanalistas decir eso? No importa si yo digo: “creo en Dios o no creo en Dios”, eso no importa, lo que a
mí me interesa como el intelectual racionalista que pretendo ser es, ¿qué avala, a quien dice yo creo en
Dios, decir yo creo en Dios? o ¿qué sostiene para un ateo decir yo no creo en Dios? ¿cómo se justifica?
Mi impresión es que el grave, gravísimo defecto del “yo no creo en el coronavirus, esto es un manejo
de la prensa internacional en contra de los movimientos populares…”, es que son tres graves defectos en
el pensamiento: el primero es que eran opiniones sostenidas en historias muy cortas. O sea, quien dijo “yo
no creo en el coronavirus”, había opinado sobre una historia que tenía cinco días; si se hubiese esperado
25 días, lo tendríamos como está, yo lo conozco, encerrado en su casa, poniéndose todo el tiempo alcohol
en gel y viendo qué le queda en la alacena para comer. O sea, había opinado sobre una historia
extremadamente corta y me parece que ese es un defecto intelectual moderno, que se piensa en períodos
históricos tremendamente cortos, es una moda de la historia moderna. Se hace la biografía de un jugador
de fútbol de veinte años, se publica un libro sobre la biografía de una modelo de veinticinco años. Es
decir, que tienen una carrera de 2 o 3 años, y cada vez se corre a intentar hacer una idea de una historia
muy breve.
Los chalecos amarillos en Francia, después de quemar dos veces París, ya se quiere publicar un libro
para entenderlo; o las protestas famosísimas ya, que están sucediendo, ahora no sé, se deben haber
aquietado las aguas, las protestas en todo Chile y ya ha habido debates y debates, y no sé sobre cómo se
debate, si no hay perspectiva para hablar. Para hablar con cierta racionalidad hay que conseguir
perspectiva; por ejemplo, con períodos históricos más largos y perspectivas más amplias uno podría decir
“las protestas de Chile”, pero si se verifica que las protestas se suceden simultáneamente en varios países
del mundo, ya no son las protestas de Chile y todo lo que se dijo sobre Piñera, Chile, Pinochet, la
educación y la salud, puede ser verdad, pero puede ser también muy equívoco. Hay que lograr
perspectiva, y para eso necesitamos: tiempos más largos y miradas más alejadas.
En estos momentos la gente se vuelve loca por la noticia del minuto y la perspectiva es muy, muy
mala, porque se le pide opinión a la gente que participa. La gente que está en el medio de una
manifestación cómo puede saber lo que simultáneamente está sucediendo en Medio Oriente, en extremo
Oriente, en otros países de Latinoamérica, en Europa; primera cuestión.
La segunda cuestión, que me parece gravísima, es que en los ámbitos sociales, psicoanálisis, las
ciencias sociales, filosóficas, se sigue trabajando con una idea muy torpe de causa-efecto. Si hay
coronavirus, si hay ese efecto, alguien lo causó. Entonces, es China que, como no es democrático, no dio
las noticias, entonces hoy estamos padeciendo porque como China no es democrática. ¡Otros dicen, “no!
es Estados Unidos que con una manipulación genética intenta destruir China”. Nicolás Maduro que dice
que “el virus se ataca con jengibre y que lo causó Estados Unidos para matar latinos y chinos”, cosa que
se está verificando, una semana después que está sucediendo justamente en los países más ricos, y
centralizados de Europa. De hecho, hoy está explotando mal en Estados Unidos, entonces, lo que dijo
Maduro la semana pasada, además de tener una perspectiva histórica ridícula, tres días, tiene una mirada
extremadamente chica, Caracas.
Caracas es muy importante pero bueno, hay 250 capitales en el mundo, no contempló que podía
explotar la bomba en Estados Unidos y que podría tener muchos más casos que Venezuela, con lo cual
sería ridículo suponer que Estados Unidos lo hizo para atacar a Maduro y a Venezuela y al resto de los
chavistas. Pero lo peor de todo eso es que se supone que hay una causa. Si hay coronavirus alguien lo
causó, algo lo causó: China, EE.UU, algún religioso debe estar diciendo que es un castigo divino porque
somos muy impiadosos, o porque permitimos el casamiento entre gays y lesbianas… entonces estas son
las plagas de la modernidad, debe haber algún pastor evangelista diciéndolo. El peor problema que yo
veo es intelectual y es que se supone que hay una causa. O sea, son pensamientos que suponen la
existencia de Dios, o del capitalismo, o de China, otros nombres de Dios, Trump, son todos nombres de
Dios porque se supone una instancia superior, que si hay un problema esa instancia superior lo causó. Es
una teoría causa-efecto pre-científica, ya en la física relativista, especialmente en la teoría cuántica y en
la teoría del caos, desarrollada por Ilia Prigogine. En ciencias se sabe muy bien que no opera la causa-
efecto, pero en ciencias que se llaman humanas todavía opera, en politólogos todavía opera.
Entonces, la conclusión. El tercer aporte que yo puedo proponer para la reflexión, incluso al diálogo
contigo sobre el Coronavirus del año 2020, la pandemia que está causando estragos; y que incluso todo
indica que causará estragos mucho mayores, es que, en esto la teoría de Lacan es extraordinaria, no hay
Otro del Otro. Lamentablemente, para los que quieren un Dios, o un capitalismo o un Trump, que no lo
hay. Hay órdenes, obviamente, poderosísimos, como el capitalismo, como la economía mundial, incluso
como el poder en Michel Foucault. Sí hay, no se puede suponer que no los hay y trabajar con ellos. Pero,
el poder en Michael Foucault o el capitalismo de la ultraderecha y de la ultraizquierda, son regímenes
incompletos, son regímenes no omnipotentes; entonces el capitalismo puede desarrollarse a su
destrucción. La economía moderna puede desarrollarse con mucho éxito a su autodestrucción. Y me da la
impresión de que hay mucha demora en psicoanálisis, esto ni se lo piensa a pesar de Lacan. En
psicoanálisis si hay un desastre es porque hubo un trauma, y los psicoanalistas duermen tranquilos con
eso, si hay algo grave en el presente, es porque hubo una falla grave en el pasado y ya está. Los
psicoanalistas duermen una siesta, que ya lleva 120 años, una siesta larguísima, que empezó con la teoría
de Freud, que Lacan intentó romper pero evidentemente fracasó y es que no existe la omnipotencia.
El Papa salió a hacer un rezo, salió a hacer una misa, para acabar con el coronavirus, pero no sirvió
porque Dios es muy poderoso, pero no es omnipotente; no está sirviendo Dios para el Coronavirus, y
Estados Unidos tampoco. Ni cuba, tampoco Cuba, hace quince días había dicho que mantenían las
fronteras abiertas, porque en el sistema de medicina y de salud del régimen comunista, lo que fuese que
reina en Cuba, no había problemas; a las semanas cerraron las fronteras, la compañía aérea cubana no
funciona más. Entonces, ni el marxismo tampoco ha logrado tener una batalla exitosa contra el
Coronavirus.

Nicol A. Barria-Asenjo: Pero lo puede lograr, aún hay esperanzas de eso.

Alfredo Eidelsztein: Sí, pero habría que ver si esas esperanzas no son religiosas, si no se toma el
capitalismo o el marxismo, el cristianismo, el islam o el judaísmo, como religiones que suponen la
existencia de una fuerza omnipotente que lo controla (el virus). Entonces nos estamos enfrentando a una
situación tremenda para la Humanidad. Pero quizás, es interesante intelectualmente pensar que no hay
Otro del Otro . Lacan utilizaba una frase muy simpática, que no se utiliza, pero a mí me parece muy
simpática, que es, “Dios no cree en Dios”. Es simpática, pero es para pensar mucho. En general no se la
admite, los psicoanalistas creen en Dios, y el Dios de los psicoanalistas es Freud. El nombre de Dios en
psicoanálisis es Freud, el nombre de Dios en Caracas es Chávez, el nombre de Dios para los religiosos es
Dios, Alah, tiene muchos nombres, incluso la ciencia, muchos creen que la ciencia inexorablemente lo
solucionará, todos tenemos expectativas en que así sea, pero la ciencia tampoco es Dios.

Nicol A. Barria-Asenjo: A nivel teórico, ¿conoces algún período histórico parecido al que se vive hoy en
día? Y ¿cuál es la reflexión a nivel comparativo entre el que conoces teóricamente versus el que estás
viviendo?

Alfredo Eidelsztein: No, no estudié ese problema, así que no tengo posibilidad de decirte nada serio
sobre situaciones parecidas. Algunos hablan sobre la Segunda Guerra Mundial, otros hablan de la peste
bubónica de Londres. Me da la impresión de que hay una propiedad de esta pandemia, y es que por
primera vez tenemos medios de transporte: los aviones, los barcos, los cruceros, los carros desarrollados
de tal manera que nunca había supuesto, me parece, no lo estudié, que pan de pandemia nunca se le
supuso verdaderamente universal y en este momento se están cerrando las fronteras de todos los países,
se están cerrando las fronteras de muchas provincias o de departamentos, de muchos países del mundo
se están cerrando las fronteras de ciudades, porque ya se ha verificado que ya se ha desplazado el
coronavirus de manera tal que no se lo había visto antes. Hay un chiste que dice “lo que pasa es que el
coronavirus viaja en avión” o “viajó en avión”, y es que ya no hay vuelos, salvo vuelos sanitarios. Incluso
Argentina tuvo que suspender los vuelos sanitarios.
Hoy día no hacen ni vuelos sanitarios, o sea, hay diez mil argentinos en el exterior que no pueden
volver a la Argentina porque suspendieron los vuelos de repatriación porque nos encontramos en —puede
ser, esto no lo estudié, así que estoy hablando con muchísima humildad y desconocimiento— y es que es
la primera vez que una pandemia es pandemia. O sea, el mundo entero está infectado, puede ser Donald
Trump, puede ser Bolsonaro, el Papa, la reina de Inglaterra, que son todas personas que ya hicieron el
test, ¿no sé si vos sabés? Te nombré todos magnates poderosos que se hicieron el test: el primer ministro
de Canadá, porque su esposa está contagiada, con lo cual, ni siquiera —y creo que es un problema para
muchos comunistas, si es que queda alguno, si es que queda algún marxista—, ya ni siquiera queda el
argumento de que es para los pobres, porque es una pandemia que comenzó con los ricos, el primer caso
en Argentina vino en primera clase en el avión, no fue una azafata, fue un pasajero de primera clase que
vino en un avión y que fue el primer caso registrado en Argentina, por lo cual, por primera vez pandemia
quiere decir pandemia.
Me parece que todas las otras veces, de hecho, muchísimas enfermedades gravísimas de Europa,
llegaron a América, llegaron acá con la colonización, no había antes, llegaron en los barcos con Colón y
otros conquistadores, pero ahora ya, con los aviones, los barcos, los cruceros, los carros. Ya por primera
vez, estamos enfrentando una circunstancia de la cual sabemos que es muy difícil que no aparezca ningún
caso en alguna ciudad, muy difícil, y bueno eso, no estudié otras, pero estoy seguro que el nivel de
mundialización del coronavirus 2019 puede llegar a ser un tanto inédito.
Nicol A. Barria-Asenjo: ¿Crees que el psicoanálisis tiene un papel o rol que cumplir frente a la crisis
que se ha desencadenado a nivel mundial por esta pandemia?

Alfredo Eidelsztein: Específico, yo creo que no, sí hay gente que sufre de angustia. ¡Ah!, ¡otro
argumento de los colegas que me olvidé de decirte! Eran: 1) “yo no creo en el coronavirus”; 2)” es una
estrategia de la prensa mundial para que el individualismo prospere” y 3) “no hay que caer en paranoia”.
Esos eran los tres argumentos psicoanalíticos.
Bueno, me parece que en específico no, que no tiene ninguna herramienta para aportar. Es un recurso
terapéutico de gran potencia, yo lo practico con regularidad, con teléfono y con internet hace diez años.
Los colegas me decían en esa época que yo no hacía psicoanálisis, porque hacía falta la presencia real del
cuerpo presente del analista.
Ahora dicen que no, que no hace falta la presencia real porque los psicoanalistas cambiaron de
parecer debido a que están todos encerrados en sus casas, entonces ahora dicen que no. Pero como
técnica psicoterapéutica, será para los miedos, las angustias, las ansiedades, un recurso terapéutico más
junto con otros. No veo yo que tenga ninguna especificidad para aportar una solución. O quizás más
adelante podamos ver y estudiar sobre cómo la pandemia de coronavirus alteró la noción de sujeto, cómo
alteró la noción de Otro. Pero hoy me parece que es un recurso terapéutico, que se puede practicar en
forma remota, por internet, por skype, por teléfono. Sin embargo, no veo que tenga un aporte especial
hoy para hacer a la crisis humanitaria que estamos enfrentando, o que inexorablemente vamos a
enfrentar, porque la crisis humanitaria es inexorable. Lamentablemente la respuesta, por lo que yo puedo
ver hasta ahora, sería negativa: no, el psicoanálisis no tiene nada en especial, en particular para aportar;
los pacientes que quieran analizarse se van a analizar, los pacientes que quieran continuar con sus
análisis y puedan pagarlos los continuarán, pero me parece que no da especificidad eso.

Nicol A. Barria-Asenjo : Justamente, ahora se ve mucho el tema de análisis vía Skype, llamadas de
Whatsapp, que hasta antes de la crisis era tema bastante criticado por los psicoanalistas.

Alfredo Eidelsztein: Sí, lo que te quiero proponer es que los psicoanalistas corren detrás de los
fenómenos. El psicoanálisis como disciplina es antigua, y los psicoanalistas también son antiguos y
conservadores, entonces, los psicoanalistas van a estar en contra de las sesiones por internet, porque es
nuevo, y van a estar en contra de los casamientos entre gays y lesbianas porque es nuevo.
Los psicoanalistas son antiguos, lamentablemente los psicoanalistas son conservadores
ideológicamente, entonces cuando comenzó la nueva técnica de las teleconferencias, de las tele-
entrevistas, del teletrabajo, los psicoanalistas estaban en contra, pero estaban en contra por usos y
costumbres, porque el psicoanálisis siempre se practicó de cuerpo presente. Yo lo practico hace diez años
por internet, pero decían que no, que hacía falta el cuerpo presente, la presencia real del analista, y mi
impresión es que es sólo conservadurismo. Pero ahora, como la pandemia del coronavirus arrasó los
consultorios, ahora van a estar de acuerdo. ¡Dales una semana más o dos semanas más y todos van a
estar de acuerdo cuando tengan que cerrar sus consultorios!, estaban en contra pero por
conservadurismo, como estaban en contra entre los casamientos entre hombres, ¡¿por qué y el padre?!
¡¿y el padre?! O estaban en contra del casamiento y de la adopción entre mujeres ¡porque, ¿y el niño?,
¿cómo?, ¿y el Edipo?! Pero eso, por antiguos, los psicoanalistas son personajes antiguos, conservadores,
¡aunque sean marxistas! El marxismo es antiguo, y ultra-conservador, Fidel Castro ¿vos sabías? Consideró
un delito la homosexualidad.

Nicol A. Barria-Asenjo: No, no lo sabía….

Alfredo Eidelsztein: Bueno, ponelo por Google, puso presos a gays y lesbianas, en cárceles de gays y
lesbianas, ¡Fidel Castro! ¡Fidel Castro hasta el año 1970! Hasta podés buscar por Google, cuando él pidió
disculpas públicas, ya de viejo tuvo que reconocer de que no, de que no era anti-marxista ser puto, ni
lesbiana o ser gay. Los psicoanalistas son conservadores, antiguos, y en ese sentido anti-científicos
porque la ciencia es de lo nuevo a lo nuevo y no hay ningún defecto teórico, desde mi concepción teórica,
para atender por internet, porque el significante no es la palabra, pero los psicoanalistas creen que el
significante es la palabra, entonces están muertos. Porque la palabra no va a través de internet. Lo que va
a través de internet es el significante.

Nicol A. Barria-Asenjo: Para terminar la entrevista, ¿hay algo que te gustaría decirles a los lectores
de esta entrevista?

Alfredo Eidelsztein: Si, me gustaría decir: ¡No hay que hacer la experiencia, hay que investigar! Eso es
todo.
Palabras de cierre…

El hombre se pasa la vida construyendo mecanismos de los que se constituye en prisionero más o
menos voluntario: ¿A qué observador que haya recorrido nuestras tierras del Norte no le ha
sorprendido la extraña configuración de los campos? A pesar de las atenuaciones que las
vicisitudes de la propiedad han aportado, en el transcurso del tiempo, al esquema primitivo, el
espectáculo de esas sendas desmesuradamente estrechas y alargadas que dividen el terreno arable
en un número prodigioso de parcelas conserva todavía muchos elementos con que confundir al
agrónomo (…) Los escritos facilitan con más razón estas transferencias de pensamiento entre
generaciones muy alejadas, transferencias que constituyen propiamente la continuidad de una
civilización. Lutero, Calvino, Loyola: hombres de otro tiempo, sin duda, hombres del siglo XVI, a
quienes el historiador que trata de comprenderlos y de hacer que se les comprenda deberá, ante
todo, volver a situar en su medio, bañados por la atmósfera mental de su tiempo, de cara a
problemas de conciencia que no son exactamente los nuestros.
Marc Bloch

En las páginas que componen este libro, que más allá de ser un libro es una reacción espontánea que
extrapole en la escritura respecto del escenario en el cual nos desenvolvemos encontramos la
subjetividad atravesada no solo por los avatares de la época, del capitalismo tardío, de la economía, del
mundo globalizado sino una subjetividad corrompida y fragmentada que mediante la escritura pretende
articular una técnica para suturar la herida que la pandemia nos deja. Las páginas que aquí se reúnen,
responden a una demanda de amor que el mundo nos hace y que no oímos, una demanda de amor, de
protección, de respeto y cuidado, al encontrar como respuesta oídos sordos; la naturaleza nos atacó con
furia, odio y hasta angustia, nos dejó paralizados porque lo cierto es que de continuar como estábamos
tampoco podríamos seguir avanzando, pero, ¿cómo vivíamos? Responder a esa pregunta es complejo,
pero en una suerte de generalización hay puntos importantes que todo el mundo compartía: Explotación
animal, explotación ambiental, contaminación, guerras, conflictos políticos, batallas en el terreno de la
comunicación, de la tecnología, la ciencia amenazando lo humano replicando por todo el mundo sus
experimentos, laboratorios compitiendo por quien mantiene más adormecida y drogada a la población. En
el terreno de la individualidad, precisamente ese es el concepto que definía todo, un individualismo voraz
y terrorífico, competencias sin límites, odio, envidia.
Los tiempos en los que nos movíamos no son menos terribles que los que nos tocó enfrentar con la
llegada del Covid-19, la naturaleza llama al hombre, lo invita a que se siente, reflexione y mire el caos y
desastre que ha generado en su carrera por el dominio, la colonización y el poder.
La llegada de este enemigo invisible, aunque trae caos, dolor, angustia y la especie misma queda
pendiendo de un hilo, también trae la posibilidad de realizar un giro total y radical en la historia, el
aporte de este libro va en esa dirección, tomar un momento histórico especifico y dejar huella mediante la
escritura de lo que se vive, de lo que se vivió.
Epílogo

¿Para qué psicoanalistas en tiempos de pandemia?

Ricardo Espinoza Lolas [79]

La pandemia de la Covid-19 ha acelerado el estado de nihilización de lo humano por el Capitalismo


militarizado chapuza que impera globalmente en nuestros tiempos desde hace muchas décadas; esto lo he
tratado in extenso en mi libro Capitalismo y empresa. Hacia una Revolución del NosOtros (Libros Pascal,
Santiago, 2018). Lo que veo es que el Capitalismo se engulló, literalmente, como uno de los fantasma de
El viaje de Chihiro , la Pandemia en pocas semanas; ha sido realmente un acontecimiento asistir a ello
desde dentro mismo de la Pandemia, asistir a este espectáculo de cómo se es devorado por este
monstruoso Capitalismo mutante .[80]
Al parecer, nada se le resiste al Capitalismo; ni una pandemia puede abrir un nuevo orden de cosas,
sino que todo lo humano, lo demasiado humano, y lo allende humano, ha quedado devorado salvajemente
y de forma rápida. En este horroroso Laberinto en el que nos hemos dado los unos a los otros por medio
de todas las lógicas de dominación posible podemos barruntar un cierto fin de los tiempos ; una cierta
clausura en el Capitalismo mismo aunque éste se trasviste en otros significantes. Un tiempo que por su
propia descomposición nihilista capitalista, en su apariencia, libera el caos para que acontezca algo
nuevo, un efecto dionisíaco de primer orden, y así nos permitiría en esta locura de la Pandemia salirnos
del Laberinto.
Sin embargo, ese caos dionisíaco liberador es un espejismo; parte del delirio del Laberinto; de un
delirio que nos pierde una y otra vez, y que nos hace creer que hemos salido cuando, todavía, seguimos
en el Laberinto mismo y de forma más radical que antes. Toda falsa salida es profundización laberíntica.
Nada más que un espejismo: no es para nada fácil que acontezca lo dionisíaco en nuestros tiempos y
menos entendido como caos que generará un nuevo orden . El dios Diónysos griego no tiene nada que ver
con ese caos que atenta contra lo racional; esto sería una lectura muy europea, racionalista y moderna
del dios. Lo dionisíaco indica siempre tránsito vida-muerte y, en ello, temporalización que nos libera. Lo
que veo hoy desde Chile a China pasando por América, Europa, etc., es un fenómeno doble. Por una parte,
es el advenimiento del Capitalismo en su forma más acelerada y patriarcal de producir y distribuir capital
por el bien de todos y en ello de producir ideológicamente subjetividad capitalista; a saber, veo la
construcción totalitaria de múltiples formas y modos de laberintos capitalistas según sea la altura del
tejido socio-histórico en la que se esté (por ejemplo, no es lo mismo Latinoamérica y Europa). Lo que veo
es el advenimiento del Capitalismo más estúpido que jamás ha existido; a lo mejor su propia esencia
patriarcal sea la estupidez total: ¡Sálvese quien pueda! Es el acontecimiento de la Estupidez y, por ende,
de una locura desatada y por todas partes: locura empírica, virtual y, en especial, inconsciente.
La pregunta que expresa este epílogo y que nace de la atenta lectura de este intenso libro, que no
solamente habla de Chile, sino de lo humano tocado por la Pandemia, refuerza lo que pienso. Esto es,
humanos que se están enfermos por décadas de Capitalismo se visibilizan hoy en pocas semanas por el
confinamiento, la cuarentena, la Pandemia, las medidas de fijación de lo humano y de impedir el
movimiento, como humanos altamente enloquecidos y delirantes. Y es un fenómeno que se da en muchas
ciudades y regiones del planeta, pero, en especial, en las grandes ciudades (Buenos Aires, New York,
Madrid, Londres, Paris, Berlín, etc.). Hemos devenido en locos nihilista por capitalización y que gracias a
la Pandemia podemos vernos desde dentro mismo del laberinto: así somos, así hemos devenido. Y esto
genera pánico. En verdad, nos tenemos pánico a nosotros mismos. No nos soportamos ni en nuestra
soledad, menos con otro, cualquier Otro. Hoy solamente impera el narcisismo más extremo y el NosOtros
se hunde en el ocaso, sin poder transitar a un amanecer. Y así las salidas del laberinto son salidas desde
el Capitalismo mismo, por ejemplo, el 10% de las AFP para que los chilenos se salven en medio de la
Pandemia gracias a la propia ideología extrema de la AFP capitalista. Es una falsa salida; aunque se vea
como una posible salida al laberinto capitalista de la ideología chilena, no lo es. Es más, de lo mismo. Pero
tampoco lo es lo que los propios europeos se inventan para salir, esto es, una Comunidad europea que de
común-unidad tiene bien poco y solamente se inventa dinero para que todos los socios puedan salvar sus
gobiernos: da lo mismo si son de derechas o de izquierdas, todos se salvan gracias a un acuerdo de
inventar dinero para poder pagar deuda, generar liquidez, y prestar dinero y, por tanto, volver a
endeudar. Esto es, la salida capitalista europea por excelencia que se esconde en el eufemismo europeo
de Plan Marshall (eufemismo que recuerda la salida a la devastación que produjo la Segunda Guerra
Mundial y no podemos olvidar que la Pandemia no es una Guerra).
El Capitalismo triunfa en su lógica más destructiva, la estupidez misma del sálvese quien pueda, esto
es, me salvo a mí mismo y en ello genero valor y éxito y actualizo el mercado. Es el Capitalismo en la
cerrazón lógica de su subjetividad más permanente en su abstracción. Y esa salida falsa del laberinto por
medio de la capitalización extrema de cada subjetividad, lo estúpido por excelencia, nos enloquece y nos
pierde; y nos extraviamos en nuestras propias vidas. Y así nos hunde en el delirio del abismo. De allí
podemos ver todos los negacionistas que devienen por todas partes de este pequeño planeta.
Está claro, y demasiado, que la Pandemia llegó para quedarse por muchos años, a lo mejor por
décadas, con nuevas oleadas del SARS CoV-2, o mutaciones de él, u otro tipo de coronavirus como el
MERS, el que sea; y, lamentablemente, también es casi evidente que como no aprendemos nada de la
historia: y ni de las propias pandemias que han existido antes, y no estoy pensando en la célebre peste
negra , por ejemplo, sino en la mal llamada gripe española que mató a millones de humanos y no sale ni
en los libros de historia y ocurrió hace apenas un siglo. Es bastante obvio que otra Pandemia siempre
tomará por sorpresa a los países y a sus poblaciones (siempre hay excepciones: alemanes, japoneses,
finlandeses, etc.); lo cual es increíble, pero lo más probable es que suceda, que se repita y que vuelva
todo el dolor de la propia existencia. Y, a la vez, el Capitalismo no solamente como un padre , sino ahora
como una gran madre venga a salvarnos de todo ese dolor y destrucción. Es lo que se ha visto hoy en el
2020. El mismo Capitalismo se muta a ser nuestra Madre que nos protege, nos cuida y nos vuelve a
alguna normalidad simbólica y creada e inventada para los hijos . El Capitalismo muta y de ser un
patriarcado brutal deviene a una madre generosa que nos ama . Y así se vuelve más poderos(A). El
Capitalismo está más allá del bien y del mal, mejor dicho, de lo masculino y femenino, es anterior a toda
diferencia metafísica, porque es un modelo líquido y plástico de operatividad productiva que domina e
ideologiza para aumentar más el propio modelo. Es un algoritmo cerrado sobre sí mismo, el mejor invento
de la modernidad europea, pero como invento es parte del desarrollo histórico mismo de lo humano. Y
como es un invento autocerrado y luego autopoíetico, si existiera el mal o el demonio sería lo más cercano
a ello, se lo devora todo para seguir y seguir y seguir en su propia esencia ; y, a la vez, se expresa en
múltiples cabezas . El Capitalismo necesita la metafísica para operar, en especial, la metafísica europea.
Tal metafísica que se estructura en el lenguaje, a una, estructura al Capitalismo y, por ende, lo humano. Y
lo humano en medio de todo: humanos, cosas y dioses .
No podemos ser ingenuos e ilusos en medio del Capitalismo, de este Capitalismo, la Pandemia de
Covid-19 sigue operando y, en ello, produciendo. Ver a los negacionistas en distintas ciudades del mundo
protestando contra los gobiernos de turno es parte de un delirio que tiene sus raíces por lo menos en dos
momentos, como ya he insinuado. Uno es extrínseco y el otro intrínseco. El extrínseco es parte del
momento dialéctico dionisíaco, dicho en honor a Hegel y Nietzsche, mismo de oponerse a todo tipo de
estructuración; uno contra otro, en especial, otro total. De todo lo que se ve como universal y arbitrario
que cae, aparentemente, por encima, como un maná del cielo; y, por tanto, atenta contra la liberad de
cada uno y del propio planeta: atenta contra nuestra esencia de ser libre. Por este momento dialéctico, el
negacionista se siente en el verdadero revolucionario, siempre es en el fondo un metafísico y redentor ,
que va a salvar el planeta de semejante estupidez totalitaria que nos quiere aniquilar en nuestra vida más
propia y radical. Aquí como en una bolsa de gatos o cajón de sastre o donde todas las vacas son negras se
mezcla todo desde algo originario que se postula como base para pensar y vivir. Desde ultraderechas a
anarcas izquerdistas, desde ecologistas a tecnológicos, desde neoliberales narcisos a espiritualistas
interiorizados, desde humanos que pasan hambre y no llegan ni a fin del día (menos del mes) a formas de
resentimiento ideológicos respecto del gobierno que gobierna en tal o cual país en medio de la Pandemia,
desde malestar contra el sistema porque se visibiliza la precariedad de la sociedad y sus instituciones al
simple paso del tiempo y del confinamiento aburrido de días, semanas y meses y en donde la Pandemia
sigue. Ante todo, esto: ¡Debe haber un culpable!
Y si añadimos, además a lo dicho, el oportunismo extremo de ciertos humanos, de partidos políticos,
de movimientos sociales, de estructuras empresariales, militares, de ideologías filosóficas para sacar
rendimiento y capitalización en la Pandemia y aparentemente Ganar en el mercado de las Ofertas de
salvación , los negacionistas se vuelven necesarios para el sistema capitalista en Pandemia, pero son
necesarios en una tensión dialéctica dinámica e histórica y, por ende, siempre frágil, caprichosa, tozuda. Y
que, como tal, dicha tensión, se viste y des-viste de significantes. Y se articula, a veces, contra todo tipo
de padre , los que gobiernan, y todo tipo de gobiernos o, mejor dicho, de soberanos: desde los hogares al
FMI pasando por políticos, países, empresas; en donde ese padre ya no dice, ni manda, literalmente, nada
a nadie (un falo despotenciado; un falo anti-falo): ya no signa nada para ese negacionista. Y, a la vez, ese
padre no sabe qué hacer para estabilizar y estructurar lo que antes se tenía naturalizado como un cierto
reino , un cierto tipo de hacienda en donde todos vivíamos en una cartografía diseñada y controlada para
ser dominados los unos a los otros bajo ciertas relaciones funcionales ontologizadas de poder. Ese padre
solamente busca repetir, casi con ansiedad y obsesión, un mantra de algo así como nueva normalidad o de
tradición que se debe mantener cueste lo que cueste. Por eso ese padre se agota y, necesita
imperiosamente, devenir madre para seguir produciendo subjetividad y hacienda. Luego es la fatiga
misma del poder en todas sus expresiones en lo que estamos en medio de la Pandemia de Covid-19; lo
más probable es que siga esta dialéctica tensional aumentando en la medida que la Pandemia siga; y
sabemos que seguirá, por tanto, el negacionismo va en aumento en todas partes del planeta; en especial,
el delirante salvador (junto con una metafísica que lo sostiene, aquí se esconde el reducto del redentor
del Cristianismo), el ideologizado contra el que gobierna y el oportunista emprendedor que quiere
capitalizar y emprender; luego no dejará de crecer en la Pandemia y, radicalmente, en la Post-Pandemia.
Por otra parte, el otro momento negacionista es intrínseco. Aquí podemos ver que el negacionista,
como todos NosOtros, tiene miedo a la muerte que se expresa en la Pandemia de múltiples maneras o,
mejor dicho, siente angustia: ¿Ante qué? Ante sí mismo; sentimos angustia ante NosOtros mismos y esto
se va visibilizando en la medida que pasan las horas, días, semanas, meses de confinamiento y vamos
asistiendo por medio de los medios de comunicación, o de nuestra propia vida, de la llegada de la
Pandemia a nuestros hogares, la de los vecinos, en distintos lugares, gracias, en especial, a las redes
sociales y a la era digital y tecnológica que vivimos; aparentemente nos enteramos de todo lo que pasa en
el planeta, desde nuestro barrio a la Casa Blanca. La Pandemia resquebraja el Capitalismo totalitario
arbitrario, tan patriarcal de la hacienda global, que a pesar de nos ha generado un modo de vida: para
nada óptimo y nos quejamos de él, pero es nuestro horizonte en el que nos hemos subjetivado por
ideologización máxima de este padre . Y nos tenemos que ver con cada uno en lo que somos ; dura
experiencia: da pánico y vértigo; nos hundimos en el abismo de nuestro nihilismo totalmente desfondado.
Y muchos buscan salir con lo que saben , esto es, con más Capitalismo y en su esencia misma: la
estupidez Narcisa total. El Capitalismo, como dije, es ese algoritmo de productividad total y cerrada sobre
sí: invención de los europeos y que hegemoniza por todas partes en la actualidad. No se trata de la
Invención de una epidemia , sino de la Invención del Capitalismo , que lleva de la mano la “Invención del
Estado nación”, la Invención de la naturaleza como fuente infinita de recursos , la Invención de lo humano
como sujeto, como yo , la Invención del pueblo para representarlo, reprimirlo y hacerlo producir, etc.
Y al parecer, como es lo único que conocemos, este Capitalismo (el patriarcal), se busca con ansias
volver a él o, se intenta producir, un dinamismo al interior del Capitalismo y volverlo maternal . Un
Capitalismo esencialista maternal de cuidados y salvaciones, de, por ejemplo, una Banca que nos salvará
dándonos créditos muy blandos y así poder pagarlos en muchos años para que nuestras vidas vuelvan a
ser lo que eran (se salvan desde humanos concretos a países pasando por empresas). Y ahí mismo nos
sentimos seguros; aunque luchemos contra el Capitalismo, en apariencia, ese encuentro con cada uno es
muy doloroso, aparece entre otras cosas, nuestro propio vacío y sin sentido, aparece que no solamente
nos desconocemos, sino que ni nos soportamos, a veces hasta nos odiamos a nosotros mismos y, por ende,
nos tememos. Somos animales humanos, demasiado humanos . Y como las cosas no tienen sentido alguno,
por este momento intrínseco, tenemos a lo mejor la posibilidad de Virar esa necesidad capitalista que nos
tenía agarrados desde nuestro tuétano y nos estructuraba hasta el inconsciente.

Allí mismo es posible que el psicoanálisis a la altura del acontecimiento de estar en medio de una
Pandemia bajo un Capitalismo que no sucumbe, sino que muta a otra versión tanto más viral y tóxica que
la anterior, intente dar un paso en su clínica y de la mano de otra filosofía para que pueda acompañarnos
en dicho acontecimiento. Si el psicoanálisis con Freud en el siglo XIX de la represión totalitaria nos dice
desea , si con Lacan en el siglo XX de capitalización totalitaria nos dice agárrate a ti mismo , hoy el
psicoanálisis en el siglo XXI de nihilización totalitaria nos debiera decir algo así como no estás solo .
Pues a lo mejor sí se puede realizar algún cambio: salir del Laberinto de Ariadna , dicho míticamente,
y salir sin volvernos a meter dentro de él una y otra vez de forma cíclica e inconsciente ; a saber, es
probable un cambio menor que se dé en apariencia, pero fundamental en nuestros tiempos; cambiar
nuestra forma de vida por medio, por ejemplo, de decisiones de cada uno de nosotros que apunten a cada
uno en su diferencial, único y Otro. Unas decisiones que permitan a pesar de tanto dolor estructurar algo
dinámico y que temporalice vida: que nos liberemos de las cadenas necesarias de nuestro pasado
capitalista y podamos abrir algún micro futuro más libre y creativo. Y luego, es posible, que pueda abrirse
un tejido socio-histórico más robusto y luchar, por ejemplo, por un sistema sanitario más global o
cooperativo, también en lo laboral, en lo educativo, en lo alimenticio, en lo urbanístico, en lo lúdico, en las
relaciones de unos con otros, en el amor… en un NosOtros.
Veamos lo que pasa en medio de lo que está pasando e intentemos dar un paso adelante…
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Notas

1 En Internet: ctvnews.ca/health/coronavirus/who-says-pandemic-will-likely-be-lengthy-warns-of-response-fatigue-1.5048701

2 En Internet: theguardian.com/global-development/2020/jul/17/protests-predicted-to-surge-globally-as-covid-19-drives-unrest

3 En Internet: theguardian.com/world/2020/jul/24/global-report-red-cross-warns-of-big-post-covid-19-migration-as-who-hits-back-at-us

4 En Internet: time.com/5874597/coronavirus-restrictions-protest-berlin/

5 En Internet: interaktiv.tagesspiegel.de/lab/karte-sars-cov-2-in-deutschland-landkreise/

6 Rodrigo Aguilera Hunt, Nicol A. Barria-Asenjo, "El coronavirus como resto diurno de un sueño traumático en la sociedad chilena", en Internet:
topia.com.ar/articulos/coronavirus-como-resto-diurno-un-sueno-traumatico-sociedad-chilena. Este texto desarrolla una idea desplegada ya en un texto
anterior que Barria-Asenjo co-escribió con David Parra en 2019 para Red Zading (Argentina), un comentario de los disturbios sociales en Chile; en Internet:
lalibertaddepluma.org/david-parra-miranda-y-nicol-barria-asenjo-del-despertar-de-la-realidad-a-las-contradicciones-de-lo-real-notas-sobre-chile/

7 Sigmund Freud, Introductory Lectures on Psychoanalysis, Harmondsworth: Penguin Books 1973, p. 261–62.

8 En Internet: corriere.it/esteri/20_maggio_07/coronavirus-nuovo-muro-noi-c6cf0f94-8fcc-11ea-bb7f-d3d655d2211a.shtml.

9 Todas las citas son de una comunicación privada con Rouselle.

10 En Internet: journal-psychoanalysis.eu/some-thoughts-on-the-pandemic/?fbclid=IwAR3Gu4Y_fDvo8-
mDd2aXhEaYlnnjcq6Nb1PWeJRZaRvmMWwBGw7Riq0c27w

11 En Internet: gutenberg.org/files/4280/4280-h/4280-h.htm#chap02.

12 Citado de Thorsten Jantschek, "Ein ausgezehrter Hase", Die Zeit, 5 de julio de 2001, feuilleton, p. 26.

13 Juergen Habermas and Joseph Ratzinger, Dialektik der Saekuralisierung , Freiburg: Herder Verlag 2011.

14 San Agustín, Les Confessions, Libro XI, cap. XIV, París, Garnier-Flammarion, 1964, pág. 265 (Las confesiones, Madrid, Akal, 200) citado en François
Dosse (2009) Paul Ricoeur y Michel de Certeau. La historia: Entre el decir y el Hacer. Pág., 39. Buenos Aires: Nueva Visión.

15 Ibid.., cap. XX, pág., 269. Citado en Dosse (2009) Paul Ricoeur y Michel de Certeau. La historia: Entre el decir y el Hacer. Pág., 39. Buenos Aires: Nueva
Visión.
16 Paul Ricoeur, Temps et Récit, tomo 3, ob. Cit., pág., 106, citado en François Dosse (2009) Paul Ricoeur y Michel de Certeau. La historia: Entre el decir y
el Hacer. Pág., 39. Buenos Aires: Nueva Visión.

17 El fragmento corresponde al libro: Problemas en el paraíso. Del fin de la historia al fin del capitalismo del filósofo esloveno Slavoj Žižek, publicado
originalmente en el año 2014 por la editorial Anagrama.

18 Slavoj Žižek (2014) Event, Londres: Penguin Books. Traducción al español por Raquel Vicedo, publicado por editorial Sexto Piso, S.A. de C.V., (2016) bajo
el título: Acontecimiento.

19 Para algunos autores como Alberto Mayol (2013) el proceso liderado por los estudiantes responde a un retorno a lo político, producido por crisis del
modelo. El mismo autor durante el 2016 sería uno de los pocos en pronunciar que este momento, produjo consecuencias importantes en la sociedad chilena:
“El movimiento estudiantil triunfó, pero la otra batalla es consolidar el triunfo.” Santiago: Periódico el Ciudadano (02/06/16).

20 Para François Dosse (2003) la historia, como tal es una disciplina que se enfoca en la reconstrucción de la verdad, una búsqueda de la verdad que integre
el pasado, presente y el resultado de esta investigación sirva al futuro. Véase: Dosse, F (2003) La historia: Conceptos y escritura. Buenos Aires: Nueva
Visión.

21 La “Comisión Rettig”, se creó por el decreto 25 de abril de 1990 durante el Gobierno de Patricio Aylwin, y lleva su nombre en honor a Raúl Rettig.

22 Káes, R., Bleger, J., Enríquez, E., Fornaní, F., Fustier, P., Roussillon, R., Vidal, J.P. (1989). La institución y las instituciones. Buenos Aires: Paidós.

23 El texto corresponde a la versión modificada de la columna publicada con fecha: 09-06-2020, en “Le Monde Diplomatique: Edición Chile”, disponible con
el título “Prisioneros de nuestra libertad: Notas sobre Chile”.

24 1 Informe Anual Instituto Nacional de Derechos Humanos, en Internet: bibliotecadigital.indh.cl/bitstream/handle/123456789/1701/Informe%20Final-


2019.pdf?sequence=1&isAllowed=y

25 Datos disponibles en Internet: ddhh.minjusticia.gob.cl/informacion-sobre-la-situacion-delpais-desde-el-19-de-octubre

26 Este texto corresponde a una versión modificada y extendida del artículo titulado “¿Los que sobran?: retorno al dilema de lo humano”, publicado
originalmente el 15 de abril del presente 2020 en formato columna para “Le Monde Diplomatique: Edición Chile”. Es preciso señalar que la autoría
corresponde a la autora del libro: Nicol A. Barria-Asenjo.

27 Viñar, M (2019) El derecho de los otros: Alegato por la diversidad y humanidad del enemigo. Capitulo I. pág 15-48. Del libro Violencias Contemporáneas:
Entre Traumatismos, memorias y horizontes subjetivos, compilado por Daniel Jofré y Fedra Cuestas. Dirigido por Alejandro Bilbao

28 El texto es la versión modificada, editada y extendida de una breve columna publicada con fecha 28 de mayo del 2020, en “Le Monde Diplomatique:
Edición Chile” bajo el título: “ Los privilegiados: directo al escenario postpandemia”

29 Este texto responde a una versión modificada y a la unión de dos trabajos: la columna publicada el 14 de mayo del 2020 en Le Monde Diplomatique:
edición Chile, bajo el título “Los que siempre sobreviven: Evitar el contagio como privilegio de clase” y la columna publicada con fecha 29-05.-2020 en
Nuestra Republica titulada: “Bolígrafos, manos y papeles: ¡Los escritores los acompañamos en su lucha!

30 El texto corresponde a la versión modificada de la columna titulada “¿Nuevo comienzo o nuevo fin del mundo?: ¡Sí, por favor!” publicada con fecha: 30-
05-2020, en Le Monde Diplomatique: edición Chile.

31 Este fragmento pertenece a una entrevista realizada a Louis Althusser, que se publicó originalmente el 1 de febrero de 1968. Véase el libro: Louis
Althusser (1968: 1974: 2005) La filosofía como arma de la revolución. México: Siglo XXI Editores.

32 El texto corresponde a la versión extendida, editada y modificada de la columna publicada con fecha: 16-06-2020, en Le Monde Diplomatique: edición
Chile bajo el título: “Deconstruir nuestra angustia: ¿efectos psicológicos de la pandemia?”

33 Este articulo corresponde a una versión modificada del texto publicado el 30/04 del 2020 en la sección de psicoanálisis y filosofía de “El Sigma”
(Argentina) bajo el título: “Todo virus siempre llega a su destinatario: ¿Nuevo Comunismo? ¡Si, por favor!”

34 El texto responde a la unión y posterior edición de dos trabajos, la columna titulada “Cuando el presente se convierta en recuerdos” publicada en el
medio franco-chileno: Nuestra República: Derechos Humanos, Ecología, Justicia Social y Democracia y la columna titulada: Retorno a nuestra historia:
pandemias en Chile” publicada en Le Monde Diplomatique: edición Chile

35 Para encontrar más información respecto de los orígenes de la historia, véase: Dosse, F (2003) La historia: Conceptos y Escritura. Buenos Aires: Nueva
Visión.

36 Para encontrar más información véase: Dosse, F (2009) Paul Ricouer y Michel de Certau: La historia entre el decir y el hacer. Buenos Aires: Nueva visión.

37 Véase Plotkin, Mariano Ben. El psicoanálisis como sistema de creencias: un bosquejo de programa de investigación. História, Ciências, Saúde –
Manguinhos, Rio de Janeiro, v.24, supl., nov. 2017, p.15-31.

38 El texto corresponde a la versión ampliada y modificada de la columna publicada con fecha: 21-06-2020, en la plataforma franco-chilena: Nuestra
República: Derechos Humanos, Ecología, Justicia Social y Democracia. Disponible bajo el título “Aprender a vivir: ¿cómo construir nuestro porvenir?”

39 El texto corresponde a la versión modificada del artículo titulado “Apolo y Dafne: amor en tiempos de pandemia” publicado en ElSigma (Argentina) el 30-
06-2020.

40 El texto es la versión modificada de la columna publicada bajo el título. ¿Restos humanos o desechos del Sistema?: ¡Sí, por favor!, publicada en Le Monde
Diplomatique: edición Chile.

41 El presente texto corresponde a la versión modificada de la columna publicada con fecha 07- 06-2020, bajo el título “George Floyd y la búsqueda de
justicia: retorno de Anonymous sin olvidar a Julian Assange”, disponible en la plataforma Franco-chilena: Nuestra República: Derechos Humanos, Ecología,
Justicia Social y Democracia.

42 El texto corresponde a la unión y modificación de dos trabajos, la columna titulada “El ideal de la justicia social en Chile”, publicada originalmente en la
plataforma franco-chilena: Nuestra República: Derechos Humanos, Ecología, Justicia Social y democracia, el 10-07-2020. Y la columna titulada “¿Ahora sí
estamos en guerra?” publicada originalmente en: Le Monde Diplomatique: edición Chile el 14-07-2020.

43 El texto es la versión modificada de la columna titulada: “Occidente en Movimiento: buscando una nueva normalidad” publicada originalmente en Le
Monde Diplomatique: edición Chile.

44 La cifra del total mundial y el total de muertes en Chile fueron recuperadas el día 1 de agosto del 2020, por lo cual una revisión en cualquier otra fecha
podría arrojar otro resultado. En Internet: coronavirus.jhu.edu/map.html

45 El presente artículo fue escrito para la revista de la sección clínica de Madrid: “Punto de Fuga”:

46 Publicado en ElSigma el 03/12/2020. En Internet: elsigma.com/colaboraciones/notas-sobre-el-virus-de-la-ilegitimidad-y-su-vacuna-revolucionaria/13905

47 Publicada en Nuestra Republica el 08/01/2021. En Internet: nuestrarepublica.org/columna/por-una-psicologia-como-primera-linea-deudas-y-aportes-


disiciplinares?fbclid=IwAR0GWw5R6CtThDhMJzyzvhWSQVqrDJQXHjFSU_5x0uOFZQd5r65c-cj9rAY

48 Lacan, Jacques (1974-75) Seminario XXII. R.S.I, Inédito

49 Salas, G., Urzúa, A., Larraín, A., Zúñiga, C., Cornejo, M., Sisto, V., Zambrano Constanzo, A., Urra, M., Polanco-Carrasco, R., Caqueo-Urizar, A., Pérez-
Salas, C.P., Acuña Mercier, P., & Kühne, W. (2019). “Manifiesto por la Psicología en Chile: A propósito de la revuelta del 18 de octubre de 2019”. Terapia
Psicológica, 37(3), 317-326. En Internet: doi.org/10.4067/S0718-48082019000300317

50 Articulo originalmente publicado en la revista de la sección clínica de Madrid Punto de Fuga. Fecha de publicación: 28/12/2020. En Internet:
puntodefugarevista.com/notas-para-no-olvidar-la-revuelta-chilena/?fbclid=IwAR2BFNHRZrE0WXKvQvxOkRzEVMEnjgMYhZDyo9aI6zexiveMw3skuFMBt8o

51 Karl Marx y Friedrich Engels (2001) El manifiesto Comunista. México: Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx.

52 Perry Anderson (1981) Las antinomias de Antonio Gramsci: Estado y revolución en Occidente. Barcelona: Editorial Fontamara

53 CHATELET, F. (1989) “El tiempo de la historia y la evolución de la función historiadora”, en Preguntas y réplicas. En busca de las verdaderas semejanzas,
Fondo de Cultura Económica, México, pp. 21-53.

54 De certeau, M. (1984) Certeau, “Débat autour du livre de Paul Ricoeur: Temps et Récit”, en Confrontations. Citado en Dosse, F. (2009) Paul Ricoeur y
Michel de Certeau. La historia: entre en decir y el hacer. Buenos Aires: Nueva Visión.
55 Estas nociones y concepciones de Historia toman una postura antagónica respecto de la aproximación hegeliana donde se encuentra una “metafísica de
la historia” que posteriormente es derribada por Karl Marx (1999) cuando plantea: “La filosofía de la Historia no es más que la historia de la Filosofía, de su
filosofía propia. No existe ‘la historia según el orden de los tiempos’; no hay más que ‘la sucesión de las ideas en el entendimiento‘” (p. 25) Karl Marx (1999)
Miseria de la filosofía. Contestación a la “Filosofía de la miseria” de Proudhon, Ediciones Folio, Navarra.
56 Mark Fisher (2009) Realismo capitalista: ¿no hay alternativa? Editorial John Hunt Publishing
57 Las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública de Chile están compuestas exclusivamente por Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones. En
Internet:
es.wikipedia.org/wiki/Fuerzas_de_Orden_y_Seguridad_de_Chile#:~:text=Las%20Fuerzas%20de%20Orden%20y,en%20el%20interior%20del%20pa%C3%ADs.
58 Las Fuerzas Armadas de Chile se constituyen por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea y son dependientes del Ministerio de Defensa Nacional.

59 Entenderemos el concepto de legitimidad asociado a la aproximación del francés Nicos Poulantzas: Poder político y clases sociales en el Estado
capitalista, Ediciones Siglo XXI (Mèxico, Chile, Argentina, España), donde se define como formas de relación humana, relaciones que terminan por dar
origen a la cultura de una sociedad.

60 En Internet: marxists.org/espanol/allende/1970/05-09-70.htmCIFRAS

61 Este trabajo fue publicado en inglés originalmente en El Salón Filosófico. En Internet: thephilosophicalsalon.com/chile-toward-a-new-signifier/

62 Para un análisis detallado de este tópico, véase: Jamadier Esteban Uribe Munoz y Pablo Johnson, “El pasaje al acto de Telémaco: psicoanálisis y política
ante el 18 de octubre chileno,” En Política y Sociedad (Madrid).

63 Nicolas Fleury, Le réel insensé: Introduction à la pensée de Jacques-Alain Miller, Paris: Germina 2010, p. 96 (quote from J.-A. Miller).

64 Op.cit., pp. 93–4.

65 Jacques-Alain Miller, “La psychanalyse, la cité, les communautés,” La cause freudienne 68 (February 2008), pp. 109–10.

66 Jacqueline Rose, “To Die One’s Own Death”, LRB Vol. 42 No. 22. En Internet: lrb.co.uk/the-paper/v42/n22/jacqueline-rose/to-die-one-s-own-death.

67 Rose, op. cit.

68 Sigmund Freud, The Ego and the Id, en Internet: sigmundfreud.net/the-ego-and-the-id-pdf-ebook.jsp

69 Freud, op. cit.

70 Véase Mike Davis, “Rio Grande Valley Republicans,” en London Review of Books, Vol. 42 nº 22 (19 noviembre 2020).

71 Véase: “Can Trump actually stage a coup and stay in office for a second term?” | US news | The Guardian.

72 Véase: Ernesto Laclau, Emancipation(s) , London: Verso Books 2007.

73 Véase: Ernesto Laclau, Emancipation(s), London: Verso Books 2007.

74 V.I. Lenin, What Is To Be Done? Disponible en: Lenin: What Is To Be Done? (marxists.org).
75 Véase Walter Benjamin, “Theses on the Philosophy of History,” en Illuminations, New York: Mariner Books 2019.
76 Véase Jacques Lacan, “Vers un signifiant nouveau”, Séminaire du 15.03.77, en //Ornicar? 17/18.

77 La presente entrevista se encuentra originalmente publicada en: International Journal of Žižek Studies y formó parte de un volumen especial enfocado en
la pandemia del Covid-19 y en la publicación del último libro del autor esloveno.

78 Esta entrevista se encuentra publicada originalmente en la revista digital de la sección clínica de Madrid, revista Punto de Fuga.

79 Ricardo Espinoza Lolas (Valparaíso, 1967) es un académico, escritor, teórico crítico y filósofo chileno. Doctor en Filosofía por la UAM y catedrático de
Historia de la Filosofía Contemporánea de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Entre los libros que ha escrito o coeditado destacan: Realidad y
tiempo en Zubiri (Granada, Comares, 2006), Zubiri ante Heidegger (Barcelona, Herder, 2008), Hegel: la transformación de los espacios sociales (Valparaíso,
Midas, 2012), Flashback, miradas y gestos (Concón, Midas, 2012), Realidad y ser en Zubiri (Granada, Comares, 2013), El cuerpo y sus expresiones (coord.,
Universidad de Granada, 2014), Hegel y las nuevas lógicas del mundo y del Estado (Madrid, Akal, 2016; 2.ª ed. 2017), Capitalismo & empresa. Hacia una
Revolución del NosOtros (Chile, Libros Pascal, 2018), Žižek reloaded: políticas de lo radical (Madrid, Akal, 2018; 2.ª ed. 2019), Aporías de la democraci a
(Madrid, Terra Ignota, 2019), NosOtros. Manual para disolver el Capitalismo (Madrid, Morata, 2019), El espacio público de la migración (Barcelona, Terra
Ignota, 2019), Conceptos para disolver la educación capitalista (Barcelona, Terra Ignota, 2020) y Hegel Hoy (Barcelona, Herder, 2020).

80 Véase, Espinoza, R., “Pandemia, Capitalismo e Ideología”, en Tomás Cámara, D. (Comp.), Covidosofía, Paidós, Barcelona, 2020, pp. 358-374.
Índice
Agradecimientos

Preámbulo

Introducción

Prólogo: la voluntad de no saber

Esbozo interdisciplinar del escenario pandémico


Prisioneros de la libertad
Retorno al dilema de lo humano
Comenzar a pensar en lo postpandémico
Acceso a la información como privilegio
Represión, violencia y vulneración en un Chile pandémico
¿Efectos psicológicos de la pandemia?
¿Nuevo comunismo o nuevo comunismo?
Aproximación a las pandemias de ayer y de hoy
Aprender a vivir: ¿cómo construir nuestro porvenir?
Apolo y Dafne: amor en tiempos de pandemia
¿Restos humanos o desechos del Sistema? ¡Sí, por favor!
Retorno de Anonymous y muerte de George Floyd
Hablar de ideal en medio de la desesperanza chilena
Occidente en movimiento: buscando una nueva normalidad
Aproximación desde Roland Barthes y Jacques Lacan: escritura en tiempos de pandemia
Un nuevo dispositivo analítico
Notas sobre el virus de la ilegitimidad y su vacuna revolucionaria
Por una psicología como primera línea: deudas y aportes disciplinares
Notas para no olvidar la revuelta chilena
Chile: hacia un nuevo significante

Entrevistas en tiempos de pandemia


Diálogo con Slavoj Žižek: ¡Pandemia! en Latinoamérica
Diálogo con Alfredo Eidelsztein

Palabras de cierre…

Epílogo

Bibliografía general
Índice
Agradecimientos

Preámbulo

Introducción

Prólogo: la voluntad de no saber

Esbozo interdisciplinar del escenario pandémico


Prisioneros de la libertad
Retorno al dilema de lo humano
Comenzar a pensar en lo postpandémico
Acceso a la información como privilegio
Represión, violencia y vulneración en un Chile pandémico
¿Efectos psicológicos de la pandemia?
¿Nuevo comunismo o nuevo comunismo?
Aproximación a las pandemias de ayer y de hoy
Aprender a vivir: ¿cómo construir nuestro porvenir?
Apolo y Dafne: amor en tiempos de pandemia
¿Restos humanos o desechos del Sistema? ¡Sí, por favor!
Retorno de Anonymous y muerte de George Floyd
Hablar de ideal en medio de la desesperanza chilena
Occidente en movimiento: buscando una nueva normalidad
Aproximación desde Roland Barthes y Jacques Lacan: escritura en tiempos de pandemia
Un nuevo dispositivo analítico
Notas sobre el virus de la ilegitimidad y su vacuna revolucionaria
Por una psicología como primera línea: deudas y aportes disciplinares
Notas para no olvidar la revuelta chilena
Chile: hacia un nuevo significante

Entrevistas en tiempos de pandemia


Diálogo con Slavoj Žižek: ¡Pandemia! en Latinoamérica
Diálogo con Alfredo Eidelsztein

Palabras de cierre…

Epílogo

Bibliografía general

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