The Recluse
The Recluse
The Recluse
SINOPSIS
Camila Cabello vive para dos cosas: el ballet y las novelas románticas.
CAPÌTULO 1
Lauren pov
—Repite eso. Deja que me asegure de haberlo oído bien —
Mason, mi jefe de seguridad, el hombre en el que he confiado durante años para que
cumpliera mis órdenes, el tipo que nunca me ha defraudado -hasta ahora-, se estremece
ante mi tono. Y hace bien. La furia que se acumula en mi interior necesitará pronto una
salida si lo que intenta decirme es cierto.
Se aclara la garganta, con la tensión en los hombros. —Lo siento, Sra. Jauregui. Anoche
lo teníamos completamente vigilado, pero esta mañana... no estaba allí. Creemos que
olfateó a uno de mis hombres y sobornó al tipo de la comida para llevar para que se
cambiara por él. —Otro carraspeo. —Y se escabulló con su uniforme.
—¿Y cuánto tiempo estuviste sin saber que habías perdido la pista del hombre que
te pedí que vigilaras?
El hombre imponente que recluté de forma personal y directa desde el ejército hace
siete años se encoge sobre sí mismo. —Ocho horas, señora.
Mi mandíbula se tensa hasta que siento que me rechinan los dientes. —Así que lo
que estás diciendo es que Warren Cabello podría estar en cualquier parte del mundo
a estas alturas.
Mason no responde. No lo necesita. Su fracaso está escrito en su cara. Abro la boca
para despedirlo. No sería nada difícil, ya que es bien sabido que no soporto a los
incompetentes. Lo que me molesta es haber confiado en él.
No soy una mujer que confíe fácilmente. Me han defraudado a cada paso de mis
treinta y cinco años. Mason sólo será uno más en una larga lista de personas que me
han jodido.
En las últimas semanas me he acariciado con la imagen de esa boca más veces de las
que me gustaría contar. El hambre y la desesperación sólo se han intensificado.
Es increíblemente hermosa desde todos los ángulos, pero cuando parece tan tímida e
inocente como en esa imagen en particular, me resulta imposible apartar los ojos de
ella.
—¿Y la chica? Será mejor que no me digas que también la has perdido —gruño, con la
voz cargada de temor y en alerta. Si lo ha hecho, lo destrozaré parte por parte y
arrojaré los trozos de su cuerpo por mi balcón en el piso ciento diez.
—La Srta. Cabello salió de su casa y pasó por la cafetería para tomar su habitual café con
leche de soja antes de ir a su clase de ballet. Lo he comprobado con mis hombres hace
diez minutos. Ella sigue allí.
Eso y subestimarme.
Se imaginan que soy defectuosa porque soy una reclusa. Que, como no me alejo
más allá de las cinco suites que poseo en la cima de la torre residencial más alta de
Nueva York, soy una tonta del que pueden aprovecharse.
Uno por uno, todos han aprendido su error, empezando por el peor culpable de
todos: mi padre.
Su padre era mi principal objetivo antes de que la viera hace unas semanas.
Desde entonces, tengo una fijación con ella. En algún momento, esa fijación se ha
transformado en algo más. Algo más profundo. Más oscuro. Vital.
*** Las pesadillas comenzaron cuando mamá se fue, y no han mejorado a pesar de
los años de terapia.
***
*** Pero mi otro problema empezó mucho antes. Empiezo a aceptar que nunca
superaré ese.
***
*** Suspiro en voz baja y me subo la mochila al hombro.
*** Estoy a tres manzanas de casa y, aunque sé que no debería hacerlo, comer mis
*** sentimientos con una grasienta pizza de pepperoni y Netflix después de
ducharme es una tentación a la que no podré resistirme.
***
*** La Sra. Olsteen probablemente me regañará si engordo otro kilo, pero no me
importa. No es que esté prevista para Broadway a corto plazo. No con mi conjunto
*** único de problemas.
Ca Así que, demonios, sí a la pizza y a Netflix esta noche...
mil Mis agradables pensamientos se dispersan y grito cuando un elegante
a todoterreno negro frena bruscamente a mi lado.
pov Los cristales tintados impiden ver a los ocupantes, pero el frío resplandor del
Me pánico me dice que yo soy la razón por la que el vehículo se ha detenido.
duel
La autopreservación entra en acción, pero me descongelo demasiado tarde. Las
en
puertas se abren y salen tres hombres gigantes. Dos permanecen junto al coche,
los
pero el más alto y con aspecto de Hombres de negro se acerca a mí.
pies
. —¿Srta. Cabello? —Su voz es grave, como si apenas la usara.
Per
—¿S-Si? —Odio que mi voz tiemble, pero he llevado una vida protegida, mi
o es
interacción con el sexo opuesto, mínima.
un
dolo Fui criada principalmente por niñeras y fui a una escuela sólo para niñas. Mis
r padres me permitieron ir a la escuela de ballet, a cinco manzanas de distancia,
bien únicamente porque la clase era sólo de mujeres, al igual que la instructora, la Sra.
veni Olsteen.
do.
Antes de cumplir los diecinueve años, hace dos meses, el antiguo chófer de
El papá, Chez, era el único hombre con el que me relacionaba cuando me llevaba
dolo y traía del ballet. Antes de que finalmente me pusiera firme y abogara por mi
r independencia.
signi
Al principio, papá se negó.
fica
que Discutimos durante semanas y, en un momento dado, temí que nuestra
lo relación, ya de por sí precaria, se viera perjudicada.
he
dad Luego, extrañamente, de la noche a la mañana, papá cedió. Sin explicaciones.
o Sin advertencias. Sólo anunció distraídamente durante el desayuno que podía
empezar a ir y volver de las clases de ballet si quería.
Sos sido una bendición, aunque odio las miradas persistentes que recibo de los
pec hombres cuando voy y vengo del estudio de danza.
hé
Intento ignorarlo, pero la forma en que observan mis tetas y echan miradas
que
furtivas a mi trasero cada vez que me pongo las mallas me resulta muy
lo
desagradable.
que
tení Este tipo no me mira así, gracias a Dios, pero su volumen y la intención de sus
a en ojos me preocupan de igual manera.
men
te lo —¿C-Cómo sabes mi nombre? —tartamudeo.
habí —Estoy aquí por su padre —responde a mi pregunta de forma indirecta.
a
emp Mi preocupación se intensifica. —¿Mi padre? ¿Qué pasa con él? —Nuestra
ujad relación ha sido tensa desde que mamá se marchó hace siete años. Pero en las
oa últimas semanas ha empeorado aún más. Apenas me habla, y no puedo evitar
deja la sensación de que algo va mal. Muy mal. —¿Está bien? —insisto cuando el
rme chico permanece en silencio.
salir Se encoge de hombros tras unos cuantos latidos más. —
me
con Todo le será explicado. ¿Si viene con nosotros?
la
Está formulado como una pregunta, pero el nudo en la boca de mi estómago
mía
dice que no es una petición.
más
de Puede que no tenga estudios en otras áreas de la vida, pero nací en Nueva
lo York. Además, veo muchos crímenes reales. Lo suficiente como para saber que
que nunca hay que subirse al todoterreno de un tipo sospechoso. —No va a
lo suceder.
habí
Un músculo se ondula en su mandíbula. —No quiero tener que hacer esto por
a
las malas, Srta. Cabello. Vendrá con nosotros de un modo u otro.
hec
ho Trago saliva y miro a mi alrededor. Puede que esto sea Nueva York, pero
mi nuestra casa está en un barrio poco transitado.
arg
Y aunque no fuera así, los neoyorquinos están lo bastante hastiados como para
ume
no pestañear ni ofrecer ayuda si me sacan de la calle delante de sus narices.
nto.
Probablemente pensarían que se trata de uno de esos extraños escenarios de
Fuer
juegos de rol de secuestro-fantasía a los que algunas personas se dedican hoy
a
en día.
cual
fuer —Déjenme en paz o llamaré a la policía. —Saco mi móvil del bolsillo delantero
a la de la mochila y lo empuño como si fuera un arma, aunque una parte de mí
razó acepta que puede desarmarme sin sudar si quiere.
n, el
últi —No creo que quiera hacerlo.
mo —¿Por qué diablos no?
mes
de Vacila unos cuantos segundos más y luego suspira. —Le prometo que no está
liber en peligro. La Sra. Jauregui quiere tener una reunión con usted, eso es todo.
tad
ha
Hag re. El demandante jefe del que se queja papá y que lo hace trabajar muchas
o horas.
una
Las quejas se han vuelto más frecuentes y amargas en los últimos meses.
pau
sa. Miro al gigante y me muerdo el labio.
—
¿El Papá y yo hemos llegado a un punto muerto sobre mi futuro, ya que me niego a
Sra. considerar cualquier cosa que no implique el ballet. No me ha echado a la calle,
Laur aún, pero si su trabajo está en peligro, también lo está mi situación de vida.
en Lo que no me deja en posición de decirle a su jefe que se vaya al infierno si ha
Jaur enviado a sus hombres a citarme.
egui
?— Como si percibiera mi vacilación, el gigante se acerca y me lleva hacia el
Nun todoterreno. —Esto no llevará mucho tiempo — dice.
ca Como si tuviera alguna opción al respecto.
la
he
con
**********************************************
ocid
o, Lauren pov
per
o sé
que Abandono cualquier pretensión de trabajar a la media hora de que Mason
es abandone mi despacho. En su lugar, enciendo la cámara que he instalado en
la secreto en el estudio de danza del centro de la ciudad.
mul
No es la primera vez que veo y vuelvo a ver la clase de ballet de Camila.
timil
lona Como he dicho, soy minuciosa. Si eso me convierte en una asquerosa
ria acosadora, que así sea.
par
a la Observo a la veterana instructora que se dirige a sus alumnas, y mis labios se
que afinan cuando señala a Camila. Para ser justos, la concentración de la
trab atención la hace trabajar más duro, y no puedo evitar preguntarme si trabajará
aja igual de duro para mi polla.
mi Gimo y deslizo una mano sobre mi polla rígida cuando Camila ejecuta un split
pad perfecto. La miro hasta que estoy a punto de correrme en los jodidos pantalones, y
entonces apago la señal.
Me acerco y veo su ligero temblor incluso antes de llegar a ella. Sin embargo,
levanta la barbilla e intenta mirarme fijamente.
—Hola, Camila.
Como todas las habitaciones que he visto hasta ahora, ésta no tiene cortinas.
Mi calientan la cara, demonios, todo mi cuerpo. Una sola mirada a él me dice que
ima me ha traído aquí para conseguir esa reacción.
gina
Un poco asustada y muy molesta, me doy la vuelta y huyo, pero no llego muy
ción
lejos.
vuel
a, Me atrapa en el pasillo, me aprisiona contra la pared y me sujeta la barbilla con
evo la mano.
can
do —No voy a acostarme contigo para compensar lo que crees que ha hecho mi
que padre —escupo.
me La irritación aparece en su rostro. —Nunca he forzado a una mujer, pequeña.
bes No voy a empezar contigo.
a en
esa El pánico se disipa, dejando a la vista esos pequeños fuegos artificiales que no
cam cesan.
a, El chisporroteo es mayor cuando reproduzco en mi cabeza el 'pequeña' que acaba
que de decirme. Desde que llegué, también me ha llamado 'ángel' y 'princesa' cuando
me gruñía sobre no dejarme ir.
des
nud Esos otros términos me hicieron sentir un cosquilleo, pero extrañamente, ese
a, 'pequeña' es el que más reacción me provoca. Me hace sentir sucia y
que excitada y al mismo tiempo me reconforta. Como he dicho, raro.
me
—¿Ahora vas a ser una buena niña y me vas a dejar terminar el recorrido?
hac
e —¿Por qué necesito conocer este lugar? Ya te he dicho que no me voy a quedar
cosa —insisto, aunque a estas alturas estoy bastante segura de que es inútil.
s
Me da un ligero golpecito en la nariz mientras su expresión se endurece. —Ahí
que
es donde vas a tener que acostumbrarte a que las cosas sean diferentes,
hac
Camila. No te vas a ir de aquí. No hasta que tu padre me devuelva lo que me ha
en
quitado.
crec
er el CAPÍTULO 3
nud
Camila pov
o de
mi Cuatro coma siete millones de dólares.
vien
tre Eso es lo que mi padre le robó a Lauren Jauregui.
hast
Incluso para una multimillonaria, me doy cuenta de que es una cantidad
a
llamativa. Una que no es proclive a considerar como un gasto exorbitante.
que
pier También hay una mirada en sus ojos cuando menciona que papá le robó que
do me hace sospechar que esto es más que el dinero. Esto es personal.
la
cab Cuando la lucha desaparece de mi interior -porque a) esa suma me aterroriza,
eza. y b) intuyo que Lauren no va a forzarme-, da un paso atrás y vuelve a tomar mi
mano.
Las
llam Hay una habitación al final del pasillo que aún no hemos recorrido.
as Su pulgar roza el dorso de mi mano mientras empuja la puerta para abrirla. Es
me otro dormitorio.
Es —dice, con esa rudeza que vuelve a tener su voz. Su mirada se detiene en la
más cama durante varios instantes antes de volver a atrapar la mía.
peq
—¿Tienes algo en contra de las cortinas? —bromeo para romper la espesa
ueñ
atmósfera, y luego me encojo por la falta de aliento en mi tono.
o
que Su mirada penetrante permanece en mi rostro. —Estamos a más de cien pisos
el de altura. Poner cortinas sobre una vista de medio billón de dólares es como
suyo poner ketchup en un filete de mil dólares.
y
está Frunzo el ceño. —Me gusta el ketchup en mi filete —digo, y luego me encojo
dec un poco más. Parezco una niña de cinco años. Pero me relajo cuando sus labios
orad se mueven un poco.
o —No dejes que Jean-Claude te oiga decir eso. Le dará un ataque al corazón.
con
uno —¿Quién es Jean-Claude?
s —Mi chef personal. Lo conocerás muy pronto —responde, y entonces vuelve
prec la intensidad. —Hay algunas reglas básicas a las que llegaremos más tarde. La
ioso más importante es ésta: no te molestes en intentar marcharte. No llegarás
s muy lejos.
colo
res Con retraso, recuerdo mi vida en el mundo exterior. —¿Y mis clases? Tengo
blan que estar al día o me retrasaré.
cos
Un solo movimiento de cabeza. —Tus clases de ballet quedan en
y
suspenso a partir de ahora.
cre
mas —¿Así de simple?
neut
—Sí, así de simple.
ros
que Por fin me suelta la mano y enseguida deseo que vuelva a tomarla, aunque lo
se que acaba de decir debería indignarme. Pero bueno, ya me ha informado que
pue tengo pocas opciones.
den
Soy su prisionera hasta que localice a mi padre.
pers
onal Echa un vistazo al caro reloj que lleva en la muñeca. — Tengo una reunión
izar ahora. Sé que te dirigías a casa para asearte y comer. Mi ama de llaves subirá
con en breve para darte de comer. Puedes ducharte después si quieres.
muy
poc Se da la vuelta para marcharse y se detiene.
o Retrocede, inclina mi cara hacia la suya y pega sus labios a los míos. Varios
esfu segundos después, ambas respiramos con dificultad cuando levanta la cabeza.
erzo
. —Pórtate bien, pequeña. Te veré pronto.
—Lo hará en su momento, creo. Ahora mismo, usted necesita algo de comida,
¿oui?
—Venga conmigo. El chef está preparando algo que creo que le gustará.
Abr r me recorre de nuevo. ¿Me ha observado en toda mi casa? ¿Incluido mi
o la dormitorio?
boc
Hago una nota mental para preguntarle la próxima vez que la vea. Y de
a
asegurarme de que sabe lo enfermizo que es, aunque dudo que se sienta mal
para
por ello...
preg
unta Noelle me lleva al comedor. El espacio que sólo vi desde la puerta cuando
rle Lauren me lo mostró tiene suelos de parqué dorado pálido dispuestos en
cóm hexágonos pulidos con una deslumbrante lámpara de araña a juego.
o
sabe La larga mesa de banquete es de madera dorada pálida y la vajilla única lleva
lo el mismo tono.
que Lo único más magnífico que el salón es la impresionante vista de Central Park al
me acercarse el atardecer.
gust
ay Noelle le murmura algo al chef que está sirviendo con una cuchara una comida
recu que huele divinamente en un plato. El chef responde en un francés rápido, y
erdo comparten una sonrisa antes de que me indique que me siente.
la —Disfrute de su comida. Si necesita algo más, hágaselo saber a Jean-
conf Claude.
esió
n Asiento con la cabeza y esbozo una sonrisa. Ella responde con una y se va.
de
Un minuto después, Jean-Claude me pone delante un plato de macarrones con
Laur
queso. Pero no son los macarrones con queso que haya visto alguna vez.
en
de Hay jugosos trozos de langosta a la parrilla y bacon metidos entre los
que macarrones con queso y el pan rallado de la parte superior brilla con una
me sustancia dorada. Me pregunto si será oro comestible...
ha
Jean-Claude se aleja unos metros hasta que pruebo el primer bocado.
esta
do Mis ojos se abren de par en par cuando el exquisito sabor explota en mi boca.
vigil —¡Dios mío! Esto es increíble. —Me sonrojo al hablar con la boca llena, pero él
and sonríe con indulgencia.
o.
—Bon appetit —dice, y retrocede
Así
Devoro la comida en un tiempo récord y estoy contemplando la posibilidad de
de
lamer el cuenco y pedir más cuando la puerta se abre y Lauren entra a grandes
fácil
zancadas.
, el
calo Sus ojos se centran en mí, y Jean-Claude podría ser un mueble por toda la
atención que le presta Lauren.
Todas las habitaciones están decoradas con la elegancia europea del viejo
mundo. ¿italiano? Posiblemente francés. Me cuesta asimilarlo todo cuando
Lauren me empuja a una habitación.
Y me enamoro.
No interior es un gigantesco espejo dorado con elegantes volutas. Las ventanas
hay exteriores no tienen cortinas, como las del penthouse de arriba, pero éstas tienen
otra arcos y volutas doradas a juego con la decoración.
pala
Es como algo sacado de un cuento de hadas y me quedo con la boca abierta
bra
mientras doy vueltas en círculo. —Oh, Dios mío.
par
a —¿Te gusta? —pregunta Lauren.
des
cribi La miro y hay una mirada en sus ojos, un toque de vulnerabilidad que hace que
rlo mi estúpido pecho se vuelva a apretar. Asiento con la cabeza, porque no
apr puedo mentir. Esta es una habitación sacada directamente de mis sueños.
opia —Me encanta. Es increíble.
dam Vuelve a hacer esa caricia con los nudillos sobre mi mejilla.
ent
e. —Bien. Bien. Esperaba que lo hicieras.
—
Yo..
. no
sé.
Nun
ca
he
hec
ho
est
o.
Soy
virg
en
—
confieso temblorosa.
Parece que se ha quedado de piedra durante un par de segundos, y luego cierra los
ojos durante otros pocos. Cuando los abre, hay una resignación mezclada con una
expresión salvaje y primitiva que hace que la excitación y el temor me recorran en
cascada.
La mano que levanta para rozar mi mejilla tiembla, y cuando suspira, el movimiento
recorre todo su cuerpo. —¿Eres virgen? Ah, mi dulce princesa, no deberías haberme
dicho eso. La última pizca de honor o reserva que tenía sobre no tomar ese pequeño
y apretado coño ahora se ha ido, ¿no es así?
Se lanza hacia delante y me toma en sus brazos, sujetándome con fuerza hasta el
punto de que me duele.
Me aprieta el pelo para mantenerme quieta y arrastra sus labios por mi cuello,
lamiéndome como si fuera su postre favorito. —Ahora no tengo elección, ángel. Ya
estaba perdiendo