Hojitas de Fe 002 - A4 - El Rey David
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sin embargo, se quedó en Jerusalén. Paseándose cierto día después de la siesta había crecido juntamente con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su
por el terrado de su palacio, vio en la proximidad a una mujer que se bañaba. vaso y durmiendo en su regazo; y era para él como una hija. Mas como hubiese
Pues bien: llegado un forastero a casa del rico [el espíritu de fornicación], éste, por ahorrar
• Descuidando el control de sus ojos, se detuvo a mirar a una mujer que se estaba de sus ovejas y bueyes, tomó la oveja del pobre y la aderezó para festejar a su
lavando, en atuendo poco modesto. huésped». Irritado David sobremanera contra ese hombre, dijo a Natán: «Vive
Dios, que es reo de muerte el hombre que tal cosa hizo, y pagará cuatro veces
• La pasión encendió al punto en él el deseo de saber quién era. Le informaron que la oveja». Mas Natán le replicó: «Ese hombre eres tú. Esto dice el Señor Dios
se llamaba Betsabé, y estaba casada con Urías, uno de los valientes generales de de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl, y te di
David que en ese momento estaba luchando contra los amonitas. Aun así, mandó
traerla a palacio. la casa de Judá y de Israel, y si esto es poco puedo aún añadir mayores cosas.
¿Por qué, pues, despreciaste la palabra del Señor para hacer lo que es malo en
• El mismo hecho de saber que era mujer casada no le hizo refrenar sus malos de- mi presencia? Has dado la muerte a Urías por la espada de los hijos de Amón,
seos, sino que, cegado por la pasión, cometió adulterio con ella. y has tomado por mujer a la que era su esposa».
• Luego, al quedar encinta la mujer, David quiso atribuir a su marido el hijo conce- Estas palabras se clavaron en el corazón de David, que por primera vez en tanto
bido de él. Para eso, hizo llamar a Urías bajo el pretexto de informarse del estado tiempo comprendió la malicia de su pecado. Bajando del trono, depuso su corona,
de la campaña militar, y lo invitó a reponerse en su casa y a estar unos días con su y, postrado en tierra ante todos sus oficiales, dijo: «He pecado contra el Señor».
mujer; de este modo, la gravidez de Betsabé sería totalmente explicable, y nada de-
jaría sospechar el adulterio del rey. Pero Urías, hombre de nobles sentimientos, le ¡Cuánto bien sacó Dios de este pecado de David! • El arrepentimiento más
respondió diciendo que mientras el Arca de Dios y todo Israel habitase en tiendas, sincero; • la humildísima confesión de su falta; • la confianza en Dios y la des-
por estar haciendo la guerra, él no entraría en su casa para beber, comer y dormir confianza en sí mismo; • el conocimiento de la misericordia de Dios, y el cono-
con su mujer. cimiento de su propia miseria; • la súplica ardiente; • las promesas de una vida
• David, viendo que no podía disuadir a Urías de su noble decisión, recurrió enton- santa; • la compasión hacia los demás; • la vigilancia sobre sí mismo; • la peni-
ces a un medio degradante: emborrachó a Urías en un banquete, a fin de que, en tencia por la vida pasada…
medio de su borrachera, se olvidase de su determinación y durmiese en su casa con
En este pecado, David nos aprovecha más que en su anterior vida virtuosa; pues, co-
su mujer. Pero Urías, aunque bebido más de la cuenta, conservó suficiente lucidez
mo afirma San Ambrosio, se nos enseña que también los santos cayeron a veces, por-
como para ser fiel a su juramento.
que fueron hombres; y cayeron más por debilidad de su naturaleza que por deseo de
• Como la lealtad de Urías le impedía conseguir su designio, no dudó en acusarlo caer. Si su carrera no hubiese estado manchada de alguna falta, hubiésemos podido
de un crimen grave, y condenarlo a muerte sin encuesta y sin juicio. pensar que eran superhombres, y que no eran imitables; y así nos hubiésemos desani-
mado en el camino de la santidad al ver tanta distancia entre ellos y nosotros. Pero
• David llevó su cinismo hasta el punto de hacer que el mismo Urías llevase a Joab por su caída y la santidad posterior que alcanzaron después de ella, somos amones-
la carta que decretaba su propia muerte. En esa carta David explicaba a Joab que tados a cambiar de vida como ellos lo hicieron, y a estimar posible la santidad.
Urías, por un grave crimen, debía morir; pero para no llamar la atención de los
soldados, bastaría ponerlo en la parte más difícil del combate, y que en el ataque
enemigo lo dejasen solo, para que el enemigo le diese muerte. Así sucedió, y Urías 3º Penas del rey David después de su pecado.
cayó gloriosamente en el combate.
Tal vez falta disipar otra trampa del amor propio: querríamos, sí, imitar a
• Finalmente, David permaneció endurecido en su pecado, sin arrepentirse; pues al David en el dolor de las faltas y en la humillación que se sigue de ellas; pero,
recibir la noticia de la muerte de Urías, esperó a que acabase el luto de Betsabé por
la muerte de su marido, la condujo a palacio y la tomó por esposa; la cual, al cabo apenas perdonados, querríamos también sentir de nuevo los consuelos de Dios,
de nueve meses, le dio a luz a un hijo, el cual ya había nacido cuando el profeta y nos desanimamos al ver que nuestras faltas pasadas nos obstaculizan el camino
Natán vino a reprenderlo por su pésimo crimen. de la virtud. Querríamos humillarnos a lo grande, brillantemente. Para disipar
esa ilusión, fijémonos de nuevo en David.
Sabiendo Natán que de nada serviría reprender a David increpándolo direc-
tamente («¡Criminal, adúltero, asesino! ¡Dios te colma de favores, y tú violas Dios le perdona su pecado, pero le anuncia que lo castigará con penas, por
de esta manera sus mandamientos!»), le vino a presentar un caso para que David haber faltado contra El y haber causado escándalo en todo Israel.
juzgase y dictase contra sí su propia sentencia: «Había dos hombres en una ciu- • El hijo que le ha nacido morirá.
dad, el uno rico y el otro pobre. El rico tenía bueyes y ovejas en abundancia; • Por ese pecado David perderá su fama en todo Israel (imaginemos los co-
mas el pobre nada poseía sino una ovejita, comprada y criada por él, la cual mentarios del pueblo al enterarse del reproche de Natán a David).