Como Yo Es He Amado
Como Yo Es He Amado
Como Yo Es He Amado
TÍTULO:
EL AMOR: UN MANDAMIENTO CRISTIANO.
(Juan 15: 12-17)
Sin embargo, con frecuencia olvidamos que Jesús nos ordena como sus discípulos amarnos
unos a otros.
Leamos Juan 15: 12. 12Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, acomo yo os he
amado.
1. El mandamiento (Este es mi mandamiento…)
Amar, más que un concepto abstracto o romántico tiene que ver con acciones que procuran el
bienestar del otro, según la palabra de Dios.
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15.12: Jn. 13.34; 15.17; 1 Jn. 3.23; 2 Jn. 5.
2
Es decir, amar es un verbo, una acción sin condiciones, pero condicionada por la escritura.
Para entender el amor necesitamos ir a la fuente del amor: Dios. Pensemos en el amor
divino por nosotros los pecadores. ¿Somos merecedores de este amor? No ¿Qué hay en nosotros
que motive a Dios a amarnos? Absolutamente nada. Es más, nosotros somos rebeldes,
inmorales, mentirosos, homicidas mentales, idolatras, avaros y muchas cosas más. ¿Cómo
podemos decirle a Dios que nos ame? Espiritualmente estamos muertos en delitos y pecados,
hemos sido corrompidos por el pecado; todas nuestras buenas obras no impresionan a Dios en
lo absoluto. (Romanos 5: 8; 1ª Juan 4: 7-10)
8
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros.
7
Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido
de Dios, y conoce a Dios. 8El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 9En
esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al
mundo, para que vivamos por él. 10En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado
a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros
pecados. 11Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.
Entonces ¿Por qué Dios ama? Porque Dios es amor. El amor es parte de su esencia divina.
(Juan 3: 16)
16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Es decir, nosotros pensamos erróneamente que para amar a alguien, esta persona debe
haber hecho ciertas o tales cosas; haber llenado nuestra lista de condiciones. Este amor su
fundamenta en los sentimientos y condiciones externas más que en una decisión. Deseo resaltar
que el amor cristiano supera el sentimiento romántico de amor tal y como nos ha sido
enseñado por el mundo. El amor cristiano es una decisión que sigue el ejemplo de Jesucristo.
Jesús no sólo manda el amor recíproco y perdurable entre los discípulos, sino que especifica la
calidad de amor que deben exhibir: como yo os he amado.
El fundamento de nuestro amor los unos por los otros es nuestra comunión con el Señor
Jesucristo, quien nos llama amigos y espera que correspondamos su amistad por medio de la
obediencia, la comunión con él y el fruto espiritual de esta comunión.
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Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Nuestra senda es amar como Cristo nos amó, «poniendo su vida». ¿Quién puede medir este
amor? Cristo dejó el confort, el gozo y la adoración del cielo para llevar sobre sí los pecados de
la humanidad. Soportó el dolor de los azotes, los clavos en sus manos, la lanza que hirió su
costado, la corona de espinas sobre su cabeza, todo lo cual ejemplifica la medida de su amor.
Descubrimos su amor, vemos su manera de amar y, al mismo tiempo, somos llamados a
sobrellevar los pecados de otras personas, el dolor que se nos impone, los golpes que nos
propinan, las crueldades y el trato impropio de que nos hacen objeto. ¿Imposible? Sí, para la
naturaleza humana; pero como nuevos templos del Espíritu Santo, quien ha derramado el amor
de Dios en nuestros corazones, podemos pedir y recibir la gracia y el poder de amar tal como
Jesús amó.
La intimidad con Él es el motivo para amar como Él lo hace. Si los creyentes obedecen su
mandato de amar, disfrutarán la intimidad de su amistad.
La señal de que somos amigos íntimos del Señor Jesús es que estamos dispuestos a obedecer a
Dios en lo que él mande. ¿Evangelizamos? Eso es obediencia. ¿Vivimos vidas santas? Eso es
obediencia.
c. Teniendo una relación personal con Jesucristo, quien nos llamó amigos y no
esclavos.
15
Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado
amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
En contraste, un amigo sabe lo que sucede porque quienes lo son desarrollan una profunda
amistad al comunicarse entre sí. Jesús describe la diferencia entre el siervo y el amigo: el dueño
no comparte sus planes y propósitos con sus siervos, pero con el amigo sí.
4
d. Entendiendo que hemos sido elegidos por Jesucristo con el propósito de dar
frutos para Su gloria.
16
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis
y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, él os lo dé.
Vosotros y yo. Jesús estableció tres verdades fundamentales aquí: él tomó la iniciativa en
escoger a los discípulos; el propósito de la elección fue el de llevar fruto que permanece; y
la elección y producción de fruto les habilitaría para pedir eficazmente. A menudo el
creyente supone que fue él quien tomó la iniciativa en su conversión y también en su vocación
cristiana. Jesús aclara que no es así.
e. Amando a los demás como resultado de disfrutar la comunión con Dios por
medio del sacrificio y el amor de Jesucristo.
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Esto os mando: Que os améis unos a otros.
La expresión que os améis traduce un verbo en el tiempo presente, describiendo una actitud y
acción constante, perdurable.
Debemos amarnos unos a otros como nos amó Jesús, y Él nos amó tanto que dio su vida por
nosotros. Tal vez no sea necesario que demos nuestra vida por otro, pero existen otras formas de
practicar el amor sacrificial: escuchar, ayudar, alentar, dar. Piense en alguien en particular que
necesite hoy esta clase de amor. Dele todo el amor que pueda y luego trate de dar un poco más.
CONCLUSIÓN: Jesús nos dejó el mandamiento de amarnos los unos a los otros según su
modelo. Dispongamos nuestra vida para aprender a amar a los demás en obediencia y
respuesta a su amor.
OREMOS.